Una tarde fresca en una isla alejada de todos los problemas. [Privado]

Kaori sobrevolaba aquella isla. Se tomó un tiempo, fuera del mapa, para pensar que debía hacer luego de encontrarse, desafortunadamente, con Jin Surfer. Las cosas no fueron para nada buenas, pero tampoco es que fuera el fin del mundo. No tuvo muchos problemas con sus superiores y eso la alegraba, seguía siendo parte del Cipher Pol. Le pidieron algunos datos, pero nada era concluyente, después de todo, él seguía siendo una sombra. Suspiró con calma y se empezó a descender. Mientras lo hacía iba volviendo a su forma humana. El gran dragón pasó a ser una hermosa chica de cabellos negros.

– No puedo estar todo el día volando, es estúpidamente agotador. – Susurró mientras tomaba un poco de agua.

El día estaba bastante fresco y, como siempre, había elegido un gran y espeso bosque. Nunca le iba a gustar que la vieran como un bicho raro en esta parte del océano. Se sentó en un árbol, a las orillas de un rio, y se quedó tranquila. Necesitaba unos minutos de paz y esperaba que nadie la molestara en ese tiempo. Aunque no negaba que le gustaría conocer a gente diferente y empezar a tener nuevos amigos. No contaba a Madara, claro está, pero bueno…. No importaba.

– Solo quiero tener un poco de paz, ¿sabes? – le dijo al aire con cierta pesadez. – Tuve suerte, demasiada. Pese a que es una organización de mierda, es preferible que sean tus aliados a tus enemigos – suspiró con calma y miró al cielo. – En fin, descansaré un rato y luego me iré. Es hora de… Hacer algo productivo.

Nailah remó con fuerza por el río. Viajar en bote de un lugar a otro era muy cansado. Esperaba poder tener algún día un buen barco o al menos colarse en alguno para viajar sin complicaciones. Pero la de brazo que estaba sacando al remar tenía sus frutos, puede que hasta su fuerza mejorase. Como siempre, no tenía ni idea de a que isla fue a parar. La orientación iba a ser su perdición un día de estos. A lo mejor incluso llegaba hasta el fin del mundo, sería interesante para contar como anécdota en la taberna.

La tierra a los dos lados del río era fértil y hermosa. La flora crecía verde y relucía ante la luz del sol. Los árboles eran grandes y junto a la humedad del agua proporcionaban una agradable y refrescante sombra. Un lugar ideal para perderse un rato y descansar de todo lo mundano. Nailah, acalorada, pasó la mano por la frente, limpiando el sudor.

Durante un rato dejó que la corriente le llevara e incluso se relajó. De vez en cuando cogía un poco de agua y se la echaba por la cabeza o incluso bebía unos tragos refrescantes que la llenaban de energía. Echó el cabello hacia atrás con un movimiento de cabeza y continuó remando hasta llegar a una zona en la que escuchaba hablar.

A la derecha del río se encontraba una mujer de cabellos negros hablando sola. ¿Estaría loca? Nailah giró los remos y se acercó hasta la orilla, sin bajarse del bote. Se cruzó de piernas y la observó. Quizás la chica tuviera algún tipo de información sobre donde estaba.

-¡Eh, tu! ¿Interrumpo algo? Bueno, da igual, ya te he interrumpido - se frotó la barbilla - ¿sabes qué sitio es este? Creo que me he perdido.

Estar bajo la sombra de aquel árbol era extrañamente relajante y muy acogedor… En su medida. Escuchaba el canto de las aves cercanas, el ruido del río, el cómo el agua chocaba contra algunas rocas y el suave sonido de viento pasando entre las hojas. Era un placer demasiado exquisito y se alegraba de estar sola y poder contemplar todo esto. En silencio, solo acompañada por los sonidos de la propia madre naturaleza. ”Es demasiado genial esta sensación” – pensó con calma. Sus sentidos, de todos modos, estaban agudizados… Nunca estaba de más tener ciertas precauciones. Nunca se sabía cuándo alguien intentaría atacarla o algo por el estilo. Desde pequeña que ya había aprendido, a la mala, que no existía ningún sitio seguro… Ni siquiera un lugar tan íntimo como su habitación.

Cerró, por unos momentos, sus ojos y los recuerdos de esa noche maldita invadieron su mente. Volvió a sentir el roce de su pequeño cuerpo con el de aquel bastardo. Volvió a sentir como es que la lengua de ese sujeto pasaba por cada parte de ella. Volvió a escuchar la risa enfermiza de aquel Tenryubitto y, cómo no… Volvió a sentir como es que él le quitaba lo único que, supuestamente, era suyo por naturaleza, su inocencia… Su virginidad. La voz de una mujer cerca de ella, la hizo volver al mundo real, de un rápido, pero sutil movimiento se limpió las lágrimas y la miró. No la reconocía de ningún cartel, así que no tenía por qué esforzarse por capturarla y tampoco es que tuviera alguna obligación de hacerlo. ”Mientras no haga nada raro…” – pensó, casi autoafirmándose sus propios deseos.

Todo indicaba que ella, su nueva e improvisada compañera, estaba perdida. De hecho, Kaori solo sabía que estaban en el East Blue, el nombre de la isla lo desconocía y solo aterrizó en aquella isla porque estaba más cerca que otras. Tampoco es que haya pasado por el pueblo a averiguar algunas cosas. No se iba a levantar de ser necesario, pero si le hizo una seña y espacio para que ella se sentara a su lado. Hacía calor y compartir la sombra no era algo que la inquietara mucho. ”Debo admitir que es bonita” – pensó con una suave sonrisa.

– No, no interrumpías nada – aclaró. Aunque a ella parecía no importarle. – Sé que estamos en el East Blue, más que eso no, lo siento – le dijo con una sonrisa. – Por cierto, ¿quién eres? Yo soy Kaori Nanami, un gusto. – Le preguntó. Nunca estaba de más saber el nombre de alguien y era bastante probable que este fuera su primer y único encuentro.

Nailah se rascó la cabeza ante aquella situación. Estaba un poco confusa ante aquella chica de aspecto extraño. Su sonrisa era siniestra y la pirata se sentía un poco incómoda. No era muy normal encontrarse con una mujer de la nada tumbada en medio de un bosque. Ella muchas veces se había alejado de las casas de Sabaody para relajarse, pero no tumbarse por ahí. ¿Es que no pensó en que podría pasar algo? Será que de vez en cuando un sentimiento de preocupación afloraba en su interior.

Al parecer la mujer de negro no tenía ni idea de en donde se encontraban. Se quedó tal cual estaba, como antes. ¡Que estaba en el East Blue ya lo sabía! Su nombre era Kaori Nanami, curioso. La pirata dudó en presentarse tan pronto, pero la chica parecía amigable así que... ¿por qué no? ¿Qué es lo peor que podría pasar? Pensó mirándola de arriba abajo mientras ella seguía tumbada. Sí que debía estar cómoda.

-Nailah... - comentó al cabo de un rato mirando hacia los alrededores.

Sonreía mucho. Era perturbador ver a una persona sonreír sin tener confianza. La muchacha retrocedió unos pasos y se alejó sin decir nada. No tenía tiempo para esas cosas y mucho menos con desconocidas. Se alejó todo lo que pudo, si continuaba el rumbo del río seguro que llegaba hasta un pueblo y ya ahí sabría orientarse. Qué gente más rara, pensó esquivando rocas y zarzales.