Esta película me suena... [Moderado 3] [Boss]

Conforme cuentas todo lo sucedido a lo largo de tus peripecias por Goa, la mirada del Dr. Y se centra en una pequeña libreta que sostiene en sus manos. A medida que hablas, él escribe, aunque a veces alza la mirada para observarte. Hasta que no acabas, nadie dice nada, salvo en el momento en el que cae el cartucho de tu pecho. En ese momento, el científico alza la ceja y decide esperar a que acabes antes de hablar.

- Si me permite preguntar... ¿qué es lo que ha caído de su... pecho? - decidió cambiar a otro tema. - En fin, obviando eso y volviendo al tema que nos atañe... quién diría que acabaría en una película de acción en la realidad. - bromeó el científico jefe. - Me temo que no sabemos a ciencia cierta por qué Kowalsky se hallaba en el alcantarillado de Goa. Ni tampoco el porqué este conectaba con el supuesto plató que ha mencionado... aunque creo que eso le corresponde a el señor director decirlo.

- Esto... yo no he tenido nada que ver con esa monstruosidad. El escenario está construido justo debajo de la ciudad, y las alcantarillas constituyen gran parte de ellas, así que... nosotros no tenemos la culpa. - dijo el aludido.

- ¿Un plató debajo de la ciudad? Eso... es un tanto extraño. No le acuso de nada, pero me gustaría saber por qué un plató así y no uno normal... ¿Quizás algo que ver con lo que el señor Capone ha comentado? ¿Algo experimental? - le respondió Y.

- Bueno... a decir verdad, sí. Nuestro propósito era crear una serie basada en improvisaciones de actores reales, poniéndolos a prueba con distintos estímulos. Digamos que es una especie de reality show en el cual se crea una historia en base a lo que los actores hagan. Pensábamos que este nuevo método funcionaría, y de hecho, pareció hacerlo. Los índices de audiencia del programa superaron nuestras expectativas.

- Entiendo... eso realmente me es indiferente, pero gracias por la explicación detallada. Volveré a insistir... ¿qué conexión tiene todo con ese "monstruo" del que habla?

- Juro que nada, no sabíamos que esa bestia siquiera existiese. Nos pilló por sorpresa a todos. Completamente. Por suerte nadie salió herido gravemente. - dijo.

- Muy bien... entonces procederé a contar lo que quería contarle, señor Capone. - carraspeó. - Verá... hará cosa de dos o tres meses, dimos con una fórmula que aumentaba las capacidades de los humanos. No es algo tan poderoso como lo que usted posee, pero... puedo decirle que, pese a ello, podría llegar a tener cómo mínimo un cuarto de su poder. ¿Acaso no es genial? Bien... lo sería si el sujeto con el que lo probamos hubiese superado su ingestión. Algo ocurrió dentro de sí. Cuando lo consumió... su cuerpo y su mente empezaron a volverse más salvajes. De un humano inteligente y sin mucha musculatura, se transformó en una bestia enorme y con una mentalidad infantil. No nos dio siquiera tiempo para reaccionar. Cuando nos dimos cuenta, el Dr. Kowalsky había arrasado con todo y había escapado de las instalaciones. ¿Cómo? Eso es algo que desconocemos.  La cuestión es que contactamos con una mafia de cazadores que se encargaba de capturar a animales gigantes en el Nuevo Mundo y en Paraíso. El precio por sus servicios era abismal, pero tuvimos que aceptarlo, puesto que si nos devolvían al doctor, podríamos descubrir algo muy importante para nuestras investigaciones. - hizo una breve pausa. - Parece que acabaron encontrándolo, como profesionales que son. Pero... no tuvieron muy buena suerte encontrándose con vos, visto lo visto. Nos has traído a la bestia y nos has ahorrado pagar una fortuna. Se puede decir que estamos en deuda con usted.

Tras la explicación, el Dr. Y espera pacientemente una respuesta de tu parte.

-Así que… eso es todo- repitió con una amarga sonrisa una vez acabaron ambas partes. Frunció el ceño y asintió un par de veces antes de dar un fuerte pisotón en el suelo con su pierna sana-. ¿¡Acaso se piensa que somos idiotas?! – Aunque sabía que podría habérselo dicho también al doctor-. ¿Me quiere hacer creer que el montado de un plató tan cuidado, la presencia de ese ser y, sobretodo y principalmente, el hecho de que bajara directamente con una plataforma voladora a la cámara de su guarida principal ha sido por pura coincidencia? Me ofende. Me ofende mucho… Señorita, haga el favor de apartarse de ese rufián- añadió con caballerosidad y desprecio a la par, invitándola a acercársele para tener un tiro limpio.

De ella.

Si aquella mujer accedía a su petición acortaría distancias con él, permitiéndole encañonarla sin que hubiera posibilidad alguna de que pudiera esquivar el tiro. Por supuesto, que Alphonse realmente disparara solo dependía de ella.

-¿Sorprendida?- ironizaría sabiendo que la actriz haría uso de su profesión-. Ha estado usted mucho tiempo con la boca cerrada, y es una pena con una voz tan bonita. Verá, como yo lo veo el director es un mero peón que se cree rey; uno lo suficientemente listo como para saber que llegados a este punto es mucho mejor colaborar conmigo. ¿Teme las repercusiones? Sí, pero más teme un tiro. Más me teme a mí. Y hace bien- terminó inquietantemente alegre.

Alphonse dejó que sus frías palabras calaran en el alma de todos los presentes, y tras aquel temible silencio en el que mantuvo su brillante sonrisa, volvió a la gravedad de su gesto adusto. Continuó mirándola a los ojos, dispuesto a tomar las medidas necesarias pero prefiriendo la calma a la tormenta.

-Nada me haría más feliz que sacarle a los mercenarios una confesión tras horas de sufrimiento, pero creo que usted podrá darnos datos más… prácticos.

Estaba preparado para verla llorar, suplicando por su vida mientras negaba toda relación con aquel proyecto, la bestia y las catacumbas. Sabía que recurriría a cualquier truco para salvarse, que incluso podría decir que era una agente gubernamental aferrándose al  detalle argumental de su propia preocupación; sabía que podría refutarle todos sus argumentos… Menos uno.
Y esta vez no iba a renunciar a su diversión, no cuando había perdido otra tan recientemente.

- Por favor, denos los detalles del encontronazo con la bestia y posterior secuestro- solicitó, dándole el turno de palabra.  

Y esperaría fingiendo si hacía falta interés, preocupación y consuelo por todas sus dificultades hasta que terminara. Entonces y solo entonces daría un veredicto independiente de aquella explicación.

-Doctor, ¿quiere hacerme creer que unas instalaciones tan modernas y con un personal tan preparado permitieron la huida de un ser tan grande? Y que yo sepa alguien "no muy inteligente" no se gana el título de doctor. Está claro que tiene un traidor entre sus filas, y confío que no tardará mucho en encontrarle con todos estos testimonios… pero quiero que sepa que debe hacerse cargo de todas aquellas muertes. No usted, claro, la culpa es del topo que permitió la salida de Kowalski, pero sin duda estará usted en el punto de mira. Confío que su paciente se recuperará y podrán devolverle una vida más o menos normal dados su cambios, sobretodo porque su testimonio será de los pocos que pueden sacarle del atolladero.

¿Testimonio? ¿Acaso aquel muchacho estaba tan loco como para llevar todo esto a los tribunales? Sí, sí que lo estaba. Aunque dudar sobre la cordura de alguien es algo muy sano, especialmente cuando uno no es capaz de ver todas sus razones.

Vayamos por partes. El director se rasca la cabeza ante tus acusaciones. No parece muy nervioso por fuera, la verdad. Intenta decir algo, pero se detiene inmediatamente ya que quizás agravie la situación aún más con sus palabras. Por otro lado, la chica espera a que acabes de acusarla de cosas que no ha hecho.

- No temo a nada... pero sigo sin entender por qué sigo como rehén. Estoy en las mismas que usted... el señor Espilvérg me hizo un cásting y, nada más pasarlo, me eligió como actriz para su experimental serie. Y si, también me lanzó hacia abajo. He de decir que fue bastante antes que usted, y por eso pude examinar la casa con profundidad. Fue por ello que, al ver lo de la expresión, tanto yo como mi personaje nos asustamos tantos que corrimos hacia lo que era el supuesto búnker de la casa. Para mi sorpresa... había un agujero en la pared inmenso y un montón de armas por todas partes. Y un gato, también. ¿Y sabe qué? Pensé que todo aquello era de locos. Que al director se le había ido la olla. De verdad. Decidí meterme yo sola allí para ver qué diantres habría. Y cuando algo me agarró tan, pero tan fuerte... caí presa del pánico. Poco pude ver hasta que llegamos a la sala donde ocurrió todo. Pero allí... dios mío. Un cocodrilo gigante travestido de mujer. Me quedé de piedra cuando lo vi. Antes de que todos llegaran no ocurrió demasiado... me ató y me amordazó. Luego, me dio un rol y empezamos a jugar a las casitas. Tal cual... y luego llegasteis. Fin. - se levanta y se pone a tu lado, mirándote. - Y ahora que ya lo he dicho todo... ¿puedo irme o...?

El doctor os mira, y decide contestarte.

- Mire, no lo sé. No somos del gobierno, señor... tenemos presupuesto, pero es limitado. Nuestras instalaciones no estaban preparadas para tal bestia y, si se lo pregunta... sí, recibimos daños severos. Además de unos diez de nuestros compañeros muertos, hubo veinte heridos, cinco de ellos graves. Hemos conseguido estabilizar el complejo durante estos dos meses como hemos podido, pero Kowalsky nos hizo perder muchos de nuestros experimentos y, además, causó serios daños a la infraestructura. Siento no haberle comentado esto antes, pero creí que no haría falta. Por ello, le digo y le puedo asegurar que no hay ningún traidor entre nosotros. De hecho... si quiere pruebas de todo lo que le he dicho, le puedo llevar a ver el túnel que él mismo hizo para salir a la superfície. ¿Lo quiere ver? - finalizó el Dr. Y.

Nada le salía bien, no como él quería.

Con sus palabras la mujer se había librado de toda presunción de culpabilidad. Había mencionado el único detalle que podría haberla salvado, el gato, y había narrado su historia acorde con él. Alphonse esperaba que el secuestro fuese ruidoso, que espantara al animal y que esa pequeña nota a pie de página del guión revelara su mentira… pero no fue así. No había mentido y no podía hacerla pagar por ese pecado por mucho que quisiera aplacar su rabia e impotencia; por mucho que deseara satisfacer la desazón que tenía contra su género. La odiaba porque, por un momento, le había hecho sentir una falsa y ficticia felicidad. Una a la que no podría volver.

-Supongo, pero será difícil volver a Goa…-respondió a la dama-. Y que sepa que el inciso del temor se refería al señor director, no a usted- aclaró, despreciando su papel en la aventura.

Podía sentir como la bilis se le acumulaba en la boca del estómago, subiendo lentamente como un desagüe enfangado. Sin satisfacción alguna que darse, dejó de apuntarla con amargura para volver a encañonar al director. Él sí tenía que pagar por sus crímenes.

-Entiendo que no pueda decirme nada sobre el doctor Kowalsky- recalcó el muchacho, repitiendo el nombre del pobre desgraciado-, pero sigo opinando que, aunque la huida no fuese orquestada, tienen a alguien bastante incompetente en su asociación. Los hombres que han contratado son, o eran, unos incompetentes. Lo único que han hecho bien es llevar un armamento apropiado, pero por lo demás no me parecen cazadores de bestias, mucho menos del peligroso Nuevo Mundo.

Haciendo un esfuerzo, Alphonse se puso en pie para ponerse al mismo nivel que el director y mirarle a la cara. Bajó el cañón, dejándole disfrutar de una falsa sensación de seguridad durante unos instantes. Le sonrió con amabilidad, como si todo estuviera aclarado y perdonado… antes de intentar reventarle el pie de un disparo intentando que pareciera un desliz accidental.

- ¡Vaya por Dios! Para ser unas armas tan potentes sí que tienen el gatillo flojo- se lamentaría contemplando el arma con una sorpresa que intentaba que fuese lo menos fingida-. ¿Está usted… bien?- preguntaría, quedándose pensativo mientras contemplaba, si se daba la oportunidad, el sufrimiento de aquel villano-. ¿Alguna vez han sentido ese repentino brote de ingenio que le hace pensar a uno: “Vaya, ¿cómo no he caído antes? Seré idiota…” ? Si hasta lo he dicho… y yo mismo casi me olvido de ellos- susurró con sorna.

Volviéndose hacia el doctor, sin darle de todo la espalda al verdadero antagonista, el muchacho dedicó unos largos segundos a contemplar aquellos fríos ojos buscando un retazo de compasión… o de astuto oportunismo.

-Supongo que querrá presentar algún tipo de querella ante el señor Espilvérg, ya que ha intentado usar al pobre y huido paciente de sus instalaciones como cabeza de turco para sus asesinatos. No sé qué le motivó para matar gente, pero sí sé que usaba las alcantarillas como plató ya que encontré a dos amables actores que hacían muy bien su papel… tanto que les costó la vida. No será difícil encontrar otros como ellos o a algún maquillador que testifique- declaró tajante-.Es de esperar que el patrimonio del director, siempre que lo dictamine el juez de turno, pase a las familias de los fallecidos, así como otra parte para su empresa por querer inmiscuirle y parte al resto de afectados- añadió de pasada sin mentar su propio lucro-. ¿Haría el favor de llamar a las autoridades mientras termino un asunto? Y necesitaría el pago de los mercenarios, al fin y al cabo han hecho su trabajo… - el muchacho se quedó mirando al techo, buscando algún cabo suelto más-. ¿Qué más? Ah, ya. ¿Le importaría, ya sabe, encargarse del bienestar del señor Kowalsky y su recuperación?  Ayudaría mucho a nuestra causa el tenerlo como testigo... Oh, y si evitamos que nuestro culpable se desangre mucho mejor.

Con un fuerte cojeo, el muchacho se dirigió hacia la puerta por la que había entrado intentando no forzar su maltrecha pierna.

-Si me disculpan, esperaré fuera; no me gustaría impregnar permanentemente sus instalaciones de olor a alcantarilla y muerte. ¿Desea acompañarme, señorita? – invitó cortés, aunque no esperaba ni deseaba su compañía-.Confío que podrán ocuparse del resto mientras soluciono el último problema, claro que necesitaré el pago antes de poder hacerme cargo.

Si el actor no encontraba problemas, intentaría volver a la superficie recogiendo, de seguir estando, los cadáveres de los mercenarios lanzándolos a su interior – aunque no a la misma sala que los vivos– al propinarles golpes secos.  Una vez arriba, esperaría sentado sobre una roca durante unos diez o quince minutos a recibir el pago que les correspondía a los cazadores de bestias. Tras recibirlo, o tras veinte minutos de tranquilidad y descanso, soltaría a los presos de sus ataduras.

-Ahí tienen su libertad, a un módico precio- les diría la sombra extendiendo la mano hacia la puerta abierta-: Quiero mis cosas, mi maletín y mi pistola, y quiero que me las traiga Billy, el único que quiso dar la vuelta para salvaros- una vez salieran les arrojaría la bolsa con el dinero, si se la habían dado, a los pies-. Podéis quedaros con el pago, pero si traicionáis mi confianza… aún me quedan lanzacohetes- les amenazaría con una sonrisa confiada y desafiante. Les lanzaría esa amenaza incluso si no disponía de los berries para endulzarla.

- No es usted quién para decir si alguien de aquí es competente o no. - dice secamente, un poco ofendido. Luego, presencia el disparo sin mover un dedo. Es un tema que no le atañe, al fin y al cabo. Aún así, decide escuchar tus suposiciones. - No pienso denunciar a nadie, señor Capone. Esta empresa es algo clandestino... no debemos salir a la luz así como así por algo como esto. En cualquier caso, usted ha traído a Kowalsky y eso se lo recompensaremos igualmente. De eso que no le quepa la menor duda. Eso sí... llévate a este rufián, pues no queremos saber nada de él. - espera a que finalices tu frase antes de irte. - Por supuesto, prepararemos el pago enseguida... y te llevaremos a este hombre encadenado para que lo extraigas de esta isla. - el Dr. Y se dirige hacia la sala contigua, con dos científicos detrás.

La chica decide acompañarte, si. Y, aunque sintiendo un poco de lástima por el pobre desgraciado del director... ve que sigue con vida, y eso la hace feliz.

Dicho esto, ambos subís por el ascensor sin ningún tipo de obstáculo. Cuando os establecéis en la roca, no tardan en llegar un par de científicos, uno con un maletín de cuero negro con detalles de oro. El otro lleva a Espilvérg esposado con grilletes. Te hacen entrega de ambos, además de una llave que te dan en mano, para liberar al director cuando te parezca correcto. Hecho esto, se despiden de los dos y se retiran.

Después de descansar, decides soltar a aquellos que en tu interior se hallaban, y darles indicaciones para salir. Estos deciden correr eufóricos hacia su salvación, pensando que podrían haber muerto. Una vez les lanzas el maletín con el dinero, uno de ellos lo coge y todos asienten con decisión. Te piden que les sigas hasta el barco.

Si decides seguirles... los que mantenías cautivos les contarán todo lo sucedido a los cuatro hombres, incluído Billy, que aún en el barco se hallaban. Pero... ¿cuál es su reacción al verte? Después de todo lo acontecido y habiendo presenciado tu poder... deciden que mejor acatar lo que digas. Billy se acerca a ti, luego de meterse a por tus cosas... ves que realmente hay una sonrisa en su rostro.

- No me esperaba este desenlace, la verdad. En realidad nadie de nosotros queríamos hacer daño a ninguno de vosotros tres... ni siquiera votamos por haceros rehenes. Aún así tuvimos que mantener la boca cerrada para no correr la misma suerte que otros que desafiaron al poder. Temas de jerarquías. La lástima es que han caído ya los altos mandos... así que ya no nos queda mucho que hacer. - se rasca la nuca mientras sonríe. Con estas pocas acciones puedes darte cuenta de lo diferente que es la otra parte de la mafia. La parte buena. - ¿Lo digo como si nos esclavizaran, verdad? No, no... realmente las reglas de la organización son... bueno, eran, muy estrictas. Pero se hacía divertido al final. - se quedó pensando durante unos segundos. - Bueno, ten. Y... supongo que querrás volver a Goa, ¿no? - miró a sus compañeros para saber lo que pensaban a través de sus rostros. Aunque la mayoría le daban el vistobueno... dos de ellos hicieron mala cara, aunque aceptaron. - Bien... pues zarparemos cuando nos digas. Y... hay algo que debo comentar con mis compañeros.

Hablemos de peticiones:

¿Quién era él para decir si alguien era competente? Bueno, Alphonse no sabía mucho de los abracadabras científicos que allí se realizaban, pero ahora, gracias a la bocaza del Dr Y., sabía algo mucho más importante. Pronto el anciano lamentaría aquel terrible error que prometía satisfacer el apetito del muchacho por la desgracia ajena.

Al salir, la vista del actor no pudo evitar fijarse en la dama. No eran sus anatómicos encantos los que atrajeron su mirada, sino aquel brillo de humanidad y pena que manó de sus ojos. Le disgustaba que sintiera compasión por aquel rufián, y aunque la odiaba, sabía que no lo hacía por la razón correcta. Cuando las puertas del ascensor se cerraron, mientras se deshacía de los cuerpos arrojándolos a su interior, decidió regalarle un valioso consejo.

-Debería reservar su empatía para aquellos que sí se la merecen, vivirá mucho mejor.

El resto del tortuoso camino hasta la cuesta de acceso a la isla intentó hacerlo en silencio, teniendo que pararse de vez en cuando para evitar gruñir de dolor y cansancio. El descanso sobre la roca se le hizo corto y con un simple “Gracias” aceptó las ofrendas en carne y metálico. Reparó al instante en que no habían sanado el pie del director.

-¿Le han inyectado algo?- inquirió sin obtener respuesta-. ¡Le he preguntado si le han inyectado algo!- le ladró.

El director, pálido como la despreciable tenia que era, negó. Alphonse procedió entonces a arrancarle la camisa, haciéndole un agresivo torniquete con ella para evitar una mayor pérdida de sangre.

-Duele…- se quejó lastimosamente.

-Cuando no duela será porque se muere- respondió secamente, callando al villano para lo que quedaba de día.

En cuanto  los ‘ex-presidiarios’ , todos sonrientes e ilusionados, cogieron el dinero y lanzaron su petición, el muchacho les dio una rápida respuesta.

-No.- Sus rostros no parecieron comprender por qué tal desagrado. Eran bastante idiotas si pensaban que podía fiarse de ellos después de todo lo ocurrido, teniendo dos miembros afectados y tras todo lo que había pasado-. Pero… si queréis llevaros al director al barco… No parece que pueda andar muy bien- añadió, volviéndose muho más amable.

Aunque aún extrañados, accedieron llevándoselo consigo. Poco después Bill llegó para contarle la buena nueva, y fue entonces que Alphonse decidió cambiar de plan. De todas el que tenía no era uno bueno, y el maletín y la pistola seguían en el barco, así que quedó bastante conforme con la nueva situación.

-Agradezco el dinero- dijo a Bill una vez ya en el navío-, pero prefiero vuestras vidas.- Sus palabras detuvieron a todos, como un terrible presagio de muerte-. Si gustan cambiar de vida les proporcionaré una honrada: casa, techo y comida a cambio de trabajo en mi empresa transportista- aclaró con una sonrisa, desvaneciendo la tensión del momento.

Incluso accedieran a unirse a él o no, estaba bastante seguro de que no pondrían objeciones a cumplir unas cuantas órdenes antes de separarse.  Parte de ellos les acompañarían al médico para tratar las heridas, otros darían parte a las autoridades locales de lo ocurrido mientras un tercer grupo se ocupaba de que las pruebas- los cuerpos, los destrozos en las alcantarillas y las grabaciones- no eran destruidas por asociados del director.

Haciendo entrega de los cadáveres de los mercenarios, el dinero y una elaborada y emotiva historia, en la que evitó mencionar detalles de su poder, a las autoridades, Alphonse había cerrado un movido capítulo de su vida para abrir otro, uno el cual esperaba fuera bastante menos violento.

-Supongo que nos veremos en el juicio, señorita Antonella… pero creo que debería quedarse conmigo, a salvo. Al fin y al cabo es el único testigo de la clandestinidad autoproclamada, así como la no afiliación gubernamental, de las instalaciones del Dr Y., lo que la hace un blanco. Y creo que es mucho más fácil silenciarla a usted que a mí- le dijo calmadamente, dándole otro maravilloso consejo a la vez que le dejaba caer que ponía en duda la calidad de los servicios de protección del Reino de Goa.


Al final de aquel día, cuando ya estaba limpio y vendado, Alphonse se preguntó si no habría sido mucho más fácil matarlos a todos, afiliarse a aquellos científicos y coger el dinero. Sabía que el único cabo suelto que hubiera quedado habría sido aquella mujer, y matarla hubiera sido muy fácil. Le daba miedo pensar cuán fácil podía resultarle matar a un inocente. Mucho miedo.

El den-den comenzó a sonar, sacándole de su ensimismamiento. Su familia por fin había llegado... a Lithos. No tardarían mucho en redirigirse a Goa, y ya que habían esperado dos años y cruzado miles de kilómetros, qué más les daba esforzarse un poquito más.

Cosas: