Un romántico y un pirata. Curiosa combinación.[Priv. Pasado/yuu]

El que se llevaran a su navegante no ayudó mucho al avance de Yuu en aquel mar. Sin duda, el pirata tenía mucho que aprender sobre cómo llevar un barco correctamente, y cómo orientarse, pero lo tendría que aprender por sí solo. Se valió de su instinto, de la brújula que le había robado discretamente al marinero y, por supuesto, del viento, que aquel día no soplaba mucho a su favor, si no más bien al contrario, pues acabó yendo a la deriva y saliéndose del rumbo marcado, que era el norte, navegando hacia el oeste. Casualidad era que por aquella zona hubiese una carabela no muy grande viajando. El navío vio la barca de Yuu, y a él tumbado en ella, despreocupado. Decidieron acercarse para bajar uno de ellos enganchado con una cuerda, con el objetivo de llevar al pirata a bordo del barco, estando este durmiendo a pierna suelta al parecer, sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo allí ni de lo que le tenían preparado aquellos marineros.

Una vez abrió los ojos, se hallaba atado de manos y pies, echado en un rincón de cubierta, vigilado por uno de ellos. El muchacho estaba desconcertado, no sabía que estaba pasando ni dónde estaba, ni cómo había llegado hasta allí.

– ¡¿Pero dónde cojones estoy?! ¡¿Y vosotros quién coño sois?! – preguntó, muy enfadado, Yuu.

El tipo que le habían asignado para vigilarle le golpeó con un rifle en la barriga, ordenándole que mantuviera la boca cerrada. El joven no se podía mover ni hacer nada, al menos no en esos instantes, sabiendo que llevaban armas de fuego, no podía arriesgarse a desatarse, cosa que podría hacer con facilidad. Por tanto, decidió escuchar todo lo que ocurría a su alrededor, dándose cuenta de quiénes eran, de adónde se dirigían, y de lo que probablemente hiciesen con él. Al parecer, se trataba de una banda de mafiosos de otro mar que se dirigían a Mirroball con el fin de cerrar unos negocios que tenían allá. El ladrón no sabía lo que era esa ciudad… pero lo que si sabía era que, cuando llegasen, esa sería su oportunidad de desatarse antes de que lo vendiesen como esclavo.

Una vez llegaron allí, el muchacho ya se había dado cuenta de que le habían confiscado todas sus pertenencias, con lo que, si quería escapar, tenía que soltarse y correr hacia donde había escuchado que lo habían dejado. Le cogieron del pelo de mala manera para levantarlo, no sin antes cortarle la cuerda de los pies para no tener que cargar con él. Craso error, pues el joven ya tenía su manera de escapar. Cuando empezaron a caminar hacia el puente una vez ya bajado para llegar al muelle, Yuu tenía a dos hombres apuntándole con pistolas detrás de él, con lo que sería peligroso hacer lo que tenía pensado, pero él lo haría igualmente. Sus cosas estaban en la bodega del barco, lugar al cual se accedía mediante unas escaleras en la cubierta. Ese era un método de entrar, pero había otro más arriesgado pero más rápido, y este era entrar por la escotilla, que servía como una especie de ventana de techo para dar luz. La cuestión es que se hallaba cerrada, y el pirata tuvo que hacer un juego de piernas para abrirla de par en par, para luego saltar en ella y caer de pie, pero llevándose un disparo en el hombro izquierdo como consecuencia. Rápidamente y aguantándose el dolor, encontró rápidamente su bolsa, y su espada al lado de esta, así que se colgó ambas.

Salió de aquella bodega por las escaleras, viéndose a todos los mafiosos de cara. Como el barco estaba justo entre dos pasarelas de metal, y la escalerilla se hallaba cerca del borde del navío, Yuu decidió dar un salto, llevándose esta vez un disparo que le rozó la cadera. Una vez aterrizado en el suelo, empezó a correr en zig zag para dificultar a sus enemigos el poder darle de nuevo.

Perseguido por estos, el pirata se adentró en la ciudad, la cual poseía una gran belleza que este no tenía tiempo de apreciar en esos instantes. Consiguió evitar a la mayoría durante el paso por diversos callejones, y al final solo le seguían dos de ellos. Queriendo despistarlos, el joven se adentró en un local donde había mucha gente y música. Yuu se metió en el gentío rápidamente y se dirigió sin llamar la atención demasiado, golpeando a gente con su bolsa y empujándolos. Al final, consiguió llegar al baño y encerrarse, luego de causar un pequeño alboroto que esperaba que no alertase a sus perseguidores.

Tras yacer unos minutos encerrado en el baño, subido literalmente a la taza del váter con su espada en alto, el joven decidió asumir que le habían dejado de seguir… hasta que oyó unos pasos dirigirse hacia la puerta. El pomo rotó lentamente y esta se abrió, mostrando a un hombre calvo de unos cincuenta años y con traje, de rostro más bien pasivo. Las miradas de ambos hombres se cruzaron durante breves instantes, sin hacer falta que sus labios se moviesen siquiera, solo con sus ojos podían conversar, pues la situación así lo requería. En realidad, nadie de los dos dijo nada con sus globos, pero tampoco hacía falta. El hombre cerró la puerta con tranquilidad, pero no sin antes disculparse por haber entrado sin permiso. Acto seguido, el ladrón le dio una patada a la puerta, abriéndose tan rápidamente que golpeó al pobre civil en la cabeza, cayendo inconsciente en el suelo. Realmente, nada que importase al muchacho, que bajó al suelo envainando su espada, para luego coger el cuerpo de los brazos y ponerlo encima del inodoro. Cerró la puerta de ese pequeño retículo con el fin de ocultar el cuerpo y se detuvo en frente del espejo, con el único propósito de acicalarse un poco el pelo, pues lo tenía deshecho tras correr tanto.

El joven traspasó el arco que le llevaría de nuevo a la sala principal de aquel club, donde un talentoso pianista estaba haciendo gala de sus dotes musicales, creando un ambiente que parecía encandilar a casi todo el público que se hallaba absorto mirando su actuación, algunos incluso bailando. Yuu no había escuchado mucha música a lo largo de su vida, pero una cosa estaba clara, aquella melodía le obligaba a menear el esqueleto. El joven quería despejarse un poco, así que subió al escenario decidido y dejo su bolsa al lado del piano, pero no se desprendió de su arma, por si acaso ocurría algo.

Con determinación, empezó a mover su cuerpo al ritmo de la música, haciendo incluso acrobacias tales como volteretas en el aire, en el suelo… el chico del piano era el rey de la melodía, pero el pirata era el soberano de la pista en esos momentos. La gente ahora miraba al que bailaba, mas no al que tocaba.

Los pies del pirata se movían al son de la música. Él era uno con ella. El pianista parecía furioso con él, mas el ladrón solo le dedicó una mirada pícara para provocarle, siguiendo con sus callejeros pasos de baile, adornados con saltos y volteretas que le daban mucho más estilo al asunto. El muchacho no buscaba el entretenimiento de público alguno, pero algunos en la sala parecían divertirse con sus movimientos, menos algunas féminas que se hallaban descontentas. De repente, Yuu la vió. Una guitarra clásica con un acabado de ébano… en general, preciosa. Se acordó al instante de un hombre que conoció en Water Seven una noche de fiesta, un tal Evaristo Buenagloria, el cual le dio una pequeña clase para tocar aquel instrumento, cosas básicas para tocar un solo ritmo y dos o tres acordes. El pirata se hallaba preparado.

– ¡Prepárate! ¡Esto se va a poner más caliente aún! – dijo mientras cogía del mástil el instrumento, colocándose la correa para que no se le cayese – Cómo dijo Evaristo… ¡Olé!

Con sus dedos colocados formando el acorde de Mi mayor, empezó a recordar el ritmo, y lo expresó en su mano derecha. Aunque el sonido no era muy bueno, lo dio todo de sí para que sonase bien junto al piano. Poco después, cambió de acorde al Fa mayor, notando una leve diferencia en el sonido. De pronto, se dio cuenta de quiénes estaban en la entrada. ¡Los mafiosos le habían encontrado! Por suerte, no le dispararon, sino que se acercaron entre la multitud al escenario.

– ¡Dame trompetas, jefe! – gritó al dueño del local, creyéndose ya una leyenda mariachi – ¡Pianista! ¡Dale duro a eso! – siguió disfrutando él solo del espectáculo.

Un par de trompetistas aparecieron en el escenario, debido a que, al parecer, al dueño le gustaba lo que estaba ocurriendo. Más gente entraba al local, se estaba llenando… y los mafiosos llegaron al escenario por fin, subiendo a este, plantándose delante de Yuu, con una navaja cada uno. Instintivamente, el muchacho saltó encima del piano, que si era de cola se cerraría inmediatamente, y empezó a caminar mientras tocaba siempre el mismo ritmo intenso. Con estilo, saltó encima de uno de ellos, golpeándole con la parte trasera del mástil, y propinándole una patada en la barriga acto seguido. El otro le atacó con su arma, pero el ladrón bloqueó su ofensiva con la guitarra, la cual fue atravesada por delante. Como esto le impidió al hombre extraerla rápidamente, y estaba delante de Yuu, el pirata simplemente deslizó su pierna hacia su entrepierna, dejándole incapacitado. Ambos cayeron fuera del escenario, con lo que el espectáculo siguió en curso.

Por desgracia, un disparo alcanzó al joven de nuevo, esta vez directo en su hombro derecho. Esto, finalmente, hizo que la actuación finalizase, evacuando todo el mundo de allí, quedando solo el pianista, Yuu, y un mafioso malherido. ¿Cuál sería el destino de todos ellos?