Sol y agua igual a niebla (privado Valia y Ernest F. Mühner)

El barco se acercaba vez más a aquella isla de la revolución. Hacía ya algún tiempo que no la pisaba, la última vez fue para ayudar al oficial Dranser con unos documentos robados. Esta vez, sin embargo, el oficial no estaría por allí. Mi llegada coincidía con unas maniobras en la que participábamos miembros de las diferentes decisiones, durante la que haríamos algunos ejercicios destinados a fomentar lazos y mejorar las habilidades de trabajo en equipo. Al desembarcar nos fueron distribuyendo por grupos. El resto de las maniobras las haríamos con esos nuevos compañeros. Disponíamos de poco tiempo para conocernos, sino lo hacíamos lo suficiente, seguramente sufriríamos mucho durante las pruebas.

A mi alrededor había un grupo variopinto de gente, todos parecían tener habilidades diferentes, y aún no podía medir fuerza al carecer del haki adecuado. En su mayoría eran humanos, aunque había de varias especies más, pero yo era la única gyojin de nuestro grupo, no sabía si habría más en otros. Nuestra raza, a pesar de ser perseguida, seguía prefiriendo la piratería a la revolución como medio de alzarse. Con esa forma de actuar jamás dejaríamos de ser vistos como una amenaza por los humanos. La voz de alguien hablando me sacó de mis pensamientos, parecía que alguien había tomado la delantera y se estaba presentado y diciendo por encima sus habilidades más reseñables.

Cuando llegó mi turno, por algún extraño motivo, se habían seguido por orden inverso a las agujas del reloj, hablé sobre el karate y mi gran fuerza y resistencia. Pocos se sorprendieron cuando comente el alcance de las mismas, seguramente ya habrían coincidido con alguien de mi raza, o les habían hablado mucho de nosotros. Los siguientes miembros del grupo siguieron presentándose, esperaba que acabaran pronto para comenzar con aquellos ejercicios, e incluso tratar de aprender algo en esos días.