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- Suficiente por hoy, muchachos.
Taiga se hallaba en mitad de un gimnasio. El suelo estaba lleno de colchonetas azules para que los agentes no se hicieran daño al caer al suelo. Unos veinte hombres habían pedido a Taiga que los enseñase en el arte de luchar uno contra muchos. Ninguno había podido medirse con el lobo del gobierno.
El sudor caía por el cuerpo del luchador. Tan solo vestía con un pantalón de color blanco. Su musculatura había aumentado bastante en los dos últimos años. Su rostro, como de costumbre, mostraba una sonrisa amigable. Jadeó un poco debido al esfuerzo de tener que bloquear y estivar tantos golpes. Algunos habían llegado incluso a darle alguno que otro puñetazo que notó, pero no fue la gran cosa. Él tan solo entrenaba a los que lo pedían y no iba por ahí presumiendo de ello. Pasados unos momentos se colocó una camiseta blanca de manga larga por encima y unas sandalias de madera en sus pies.
- Cualquier duda que hayáis tenido podéis hacérmela saber. Recordad, cuando uséis los puños contra hombres armados, no vayáis a lo loco. Haceos con el control de unas tonfas, bastones o cualquier cosa que podáis interponer entre el filo y vuestra carne. – Tras decir aquello hizo una leve reverencia, recibiendo después una de todos aquellos tipos.
Taiga abrió la puerta y soltó un pequeño suspiro. Avanzó despacio hacia uno de los patios internos de aquella torre. Cuando llegó admiró el hermoso paisaje. El suelo estaba lleno de hierba artificial, de pequeños estanques de peces tropicales y puentes de madera que servían para atravesarlos. Pudo ver algunas estatuas de piedra de Buda y unas cuantas cascadas. Éstas eran tan solo tres y la grande caía desde el techo hacia un estanque mayor que parecía conectar con unas tuberías. Solía ir bastante a aquel sitio y ahora podría relajarse un poco después de haber enseñado un poco a los nuevos.
- Taiga-sensei, Kasai ha salido rumbo a Banaro por unos asuntos.
Aquella voz vino de un chico de unos dieciocho años que entró en el patio.
- Dice que para mañana habrá vuelto ¿Le digo algo por Den den mushi?
- Que me traiga algo bonito. – Dijo el rubio mostrándole una sonrisa amable.
El chico asintió con la cabeza y se retiró. Él por su parte se sentó pegando la espalda a una de las estatuas de Buda y se quedó mirando la gran cascada. La cosa estaba saliendo muy bien desde que llegó de su peligrosa misión de dos años. Se sentía cómodo con su actual puesto de profesor de los agentes y de especialista en misiones de fuerza física. Cosas como destrozar muros gigantes o apartar tanques con una mano eran cosas que solían pedirle. Igualmente, no tardó en llevar la mano a su bolsillo y sacar una pequeña bola de arroz, la cual estaba rellena de salmón. Tras olerla un poco le dio un bocado.
Taiga se hallaba en mitad de un gimnasio. El suelo estaba lleno de colchonetas azules para que los agentes no se hicieran daño al caer al suelo. Unos veinte hombres habían pedido a Taiga que los enseñase en el arte de luchar uno contra muchos. Ninguno había podido medirse con el lobo del gobierno.
El sudor caía por el cuerpo del luchador. Tan solo vestía con un pantalón de color blanco. Su musculatura había aumentado bastante en los dos últimos años. Su rostro, como de costumbre, mostraba una sonrisa amigable. Jadeó un poco debido al esfuerzo de tener que bloquear y estivar tantos golpes. Algunos habían llegado incluso a darle alguno que otro puñetazo que notó, pero no fue la gran cosa. Él tan solo entrenaba a los que lo pedían y no iba por ahí presumiendo de ello. Pasados unos momentos se colocó una camiseta blanca de manga larga por encima y unas sandalias de madera en sus pies.
- Cualquier duda que hayáis tenido podéis hacérmela saber. Recordad, cuando uséis los puños contra hombres armados, no vayáis a lo loco. Haceos con el control de unas tonfas, bastones o cualquier cosa que podáis interponer entre el filo y vuestra carne. – Tras decir aquello hizo una leve reverencia, recibiendo después una de todos aquellos tipos.
Taiga abrió la puerta y soltó un pequeño suspiro. Avanzó despacio hacia uno de los patios internos de aquella torre. Cuando llegó admiró el hermoso paisaje. El suelo estaba lleno de hierba artificial, de pequeños estanques de peces tropicales y puentes de madera que servían para atravesarlos. Pudo ver algunas estatuas de piedra de Buda y unas cuantas cascadas. Éstas eran tan solo tres y la grande caía desde el techo hacia un estanque mayor que parecía conectar con unas tuberías. Solía ir bastante a aquel sitio y ahora podría relajarse un poco después de haber enseñado un poco a los nuevos.
- Taiga-sensei, Kasai ha salido rumbo a Banaro por unos asuntos.
Aquella voz vino de un chico de unos dieciocho años que entró en el patio.
- Dice que para mañana habrá vuelto ¿Le digo algo por Den den mushi?
- Que me traiga algo bonito. – Dijo el rubio mostrándole una sonrisa amable.
El chico asintió con la cabeza y se retiró. Él por su parte se sentó pegando la espalda a una de las estatuas de Buda y se quedó mirando la gran cascada. La cosa estaba saliendo muy bien desde que llegó de su peligrosa misión de dos años. Se sentía cómodo con su actual puesto de profesor de los agentes y de especialista en misiones de fuerza física. Cosas como destrozar muros gigantes o apartar tanques con una mano eran cosas que solían pedirle. Igualmente, no tardó en llevar la mano a su bolsillo y sacar una pequeña bola de arroz, la cual estaba rellena de salmón. Tras olerla un poco le dio un bocado.
Ichimura Hachiro
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Observó la luz imperecedera de la isla de la Justicia y el vacío sin fondo que la rodeaba con admiración. Era un lugar perfecto para la función que cumplía, ya en sí por el espectáculo natural que suponía aquel sitio, pero más aún por la colosal estructura de las Puertas de la Justicia tras esta. Dejó de mirar por la ventanilla del Umi Reesha y sacó el informe que le había enviado el agente Iwashi. Aceptar aquella oferta (o ser aceptado por el agente Redfield, más bien) implicaría dejar de estar bajo su mando y pasar a trabajar directamente en el grupo comandado por el agente especial. Era una oferta que no se presentaba todos los días y aunque no le gustaba del todo la idea de cambiar de jefe, aquello implicaba posibles ascensos y con lo cual más posibilidades de optar a nuevos entrenamientos y a aumentar su poder. Aquello implicaría poder enfrentarse de nuevo a Edward Ogami y esta vez en igualdad de condiciones. Además, Iwashi como jefe era un poco cretino y exigente, y solía enviarlo a tareas demasiado complicadas para él de las que había salido muy poco beneficiado hasta el momento. Al fin y al cabo seguía siendo un simple agente auxiliar pese a todos los méritos cumplidos hasta la fecha y haber sido clasificado como el mejor agente novato en la Underwater Terminal Brawl.
Finalmente el tren se detuvo en la entrada de la isla. Tras un chequeo intensivo, ser registrado de arriba a abajo, comprobar su identidad y cotejar la autorización que Iwashi le había dado, se le permitió el acceso escoltado por un marine. La seguridad era elevada como correspondía a uno de los centros de poder del Gobierno. Por el camino vio muchos edificios, casi todos blancos y militarizados en más de un sentido. Por un lado porque la arquitectura y la estructura del lugar estaba claramente orientado a un sentido práctico y defensivo obviando más el aspecto estético. Por otro porque en muchos tejado había agentes y marines con fusiles de precisión ojo avizor ante el más mínimo problema. Y en tercero por la estúpida cantidad de cuarteles que había en el lugar. La guarnición de Ennies Lobby era inmensa; cualquiera que pretendiera atacar ese lugar era un loco o un genio de la guerra. Recorrieron la isla en una pequeña diligencia tirada por caballos blancos, en un silencio casi total. Tras hacer un par de comentarios, Hachiro comprendió que su compañero de viaje no era muy comunicativo y se rindió. Finalmente se detuvieron frente a la Torre de la Justicia y el marine lo guió por una serie de pasillos hasta un enorme portón de madera.
- Es aquí. Una vez acaben el agente se encargará de tramitar su salida.
- Gracias sargento - contestó secamente.
Dio dos toques en la puerta y abrió, encontrándose lo que menos hubiera esperado: un hermoso jardín con varios estanques, arroyos, puentes y cascadas. También había varias estatuas de un hombre gordo con pinta de ser muy feliz. Comenzó a avanzar vacilante, sin ver en ningún lado al agente. "Recuerda tu entrenamiento..." Inspiró hondo y pisó algo más fuerte el terreno, emitiendo una vibración casi imperceptible y analizando la respuesta del terreno. Su onda fue extendiéndose y una imagen mental de la zona se dibujó en su mente. Había un hombre reposando detrás de una de las estatuas, alguien grande y corpulento. Avanzó en aquella dirección tratando de aparentar calma pese a que estaba algo nervioso, para encontrarse a un hombre joven, rubio y bastante musculoso. Estaba comiendo un onigiri, a juzgar por el olor.... Hachiro volvió a inspirar y se concentró, percibiendo el matiz que necesitaba para identificar la comida.
- Salmón, y por ese tono salado... salsa de soja. ¿Me equivoco? - sonrió amistosamente y le hizo una inclinación de cabeza - Izumi Hachiro, agente auxiliar del CP 7. El agente Iwashi me ha recomendado para hacer la prueba de acceso a su división.
Metió la mano en su gabardina y sacó el informe, tendiéndoselo con actitud calmada. No sólo el olor de la comida le había llegado con su examen olfativo, sino que también podía adivinar que hasta hacía poco había estaba haciendo ejercicio físico y que había sido con más gente. Los aromas mezclados lo delataban.
Finalmente el tren se detuvo en la entrada de la isla. Tras un chequeo intensivo, ser registrado de arriba a abajo, comprobar su identidad y cotejar la autorización que Iwashi le había dado, se le permitió el acceso escoltado por un marine. La seguridad era elevada como correspondía a uno de los centros de poder del Gobierno. Por el camino vio muchos edificios, casi todos blancos y militarizados en más de un sentido. Por un lado porque la arquitectura y la estructura del lugar estaba claramente orientado a un sentido práctico y defensivo obviando más el aspecto estético. Por otro porque en muchos tejado había agentes y marines con fusiles de precisión ojo avizor ante el más mínimo problema. Y en tercero por la estúpida cantidad de cuarteles que había en el lugar. La guarnición de Ennies Lobby era inmensa; cualquiera que pretendiera atacar ese lugar era un loco o un genio de la guerra. Recorrieron la isla en una pequeña diligencia tirada por caballos blancos, en un silencio casi total. Tras hacer un par de comentarios, Hachiro comprendió que su compañero de viaje no era muy comunicativo y se rindió. Finalmente se detuvieron frente a la Torre de la Justicia y el marine lo guió por una serie de pasillos hasta un enorme portón de madera.
- Es aquí. Una vez acaben el agente se encargará de tramitar su salida.
- Gracias sargento - contestó secamente.
Dio dos toques en la puerta y abrió, encontrándose lo que menos hubiera esperado: un hermoso jardín con varios estanques, arroyos, puentes y cascadas. También había varias estatuas de un hombre gordo con pinta de ser muy feliz. Comenzó a avanzar vacilante, sin ver en ningún lado al agente. "Recuerda tu entrenamiento..." Inspiró hondo y pisó algo más fuerte el terreno, emitiendo una vibración casi imperceptible y analizando la respuesta del terreno. Su onda fue extendiéndose y una imagen mental de la zona se dibujó en su mente. Había un hombre reposando detrás de una de las estatuas, alguien grande y corpulento. Avanzó en aquella dirección tratando de aparentar calma pese a que estaba algo nervioso, para encontrarse a un hombre joven, rubio y bastante musculoso. Estaba comiendo un onigiri, a juzgar por el olor.... Hachiro volvió a inspirar y se concentró, percibiendo el matiz que necesitaba para identificar la comida.
- Salmón, y por ese tono salado... salsa de soja. ¿Me equivoco? - sonrió amistosamente y le hizo una inclinación de cabeza - Izumi Hachiro, agente auxiliar del CP 7. El agente Iwashi me ha recomendado para hacer la prueba de acceso a su división.
Metió la mano en su gabardina y sacó el informe, tendiéndoselo con actitud calmada. No sólo el olor de la comida le había llegado con su examen olfativo, sino que también podía adivinar que hasta hacía poco había estaba haciendo ejercicio físico y que había sido con más gente. Los aromas mezclados lo delataban.
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El agente masticaba tranquilamente su deliciosa bola de arroz con ganas. El sabor era muy rico y después de haber hecho tanto ejercicio muchísimo más. Lo único que faltaba era echarse una buena siesta y después irse a hacer la ronda por la noche a la capital del agua o algo así. Con la nueva agente en proceso de alistamientos, Kasai ocupado y el rapado habiendo terminado su prueba, todo iba bien. Tal vez debía contactar con Tobías y echarle la bronca por la encerrona que le hizo. El capullo de sirope le había mandado agentes con la promesa de que él los entrenaría. Manos mal que por el momento solo iban dos. Taiga estaba demasiado liado para aquellas cosas. De hecho, ese día esperaba a una persona más. Le habían llegado noticias de que enviarían a alguien, pero no tenía ni idea de quién.
En unos segundos más notó un leve olor distinto entrar. Era claramente una persona humana. Se mantuvo callado y comiendo tranquilamente hasta que lo vio aparecer. Era una persona de piel oscura y cabellos blancos como la nieve. Sus ojos tenían un color interesante y ante todo parecía estar bastante calmado. Él lo observó con calma mientras se comía su deliciosa bola de arroz. Tras escuchar sus palabras sonrió y terminó de comerse la bola totalmente. Masticó despacio y tras haberla tragado del todo se colocó en pie despacio. Observó a aquella persona con una calma sobrehumana y entonces asintió con la cabeza. Él debía ser el último de ese día y el más esperado al ser el nuevo miembro. La prueba… No solía realizar más pruebas que comprobar que sus hombres fueran buenas personas. Iría comprobándolo sobre una pequeña prueba. Se sentía algo mejor para aguantar algo más. Al fin y al cabo, su resistencia era inhumana.
- Taiga Redfield. En ese caso te voy a hacer un circuito si no te importa. La primera parte será un leve tanteo para comprobar tu habilidad. El segundo una serie de preguntas y el último asalto una cena. – Terminó de decir al mismo tiempo que se tronaba un poco los huesos de los nudillos.
El luchador pasó por su lado de forma lenta y en todo momento le miró con bastante cariño. Era difícil de creer que Taiga fuese un agente. Su amabilidad y dulzura hacia todas las personas eran asombrosas. Saltó hacia uno de los estanques y se colocó sobre una roca que sobresalía. Era totalmente plana y parecía lo suficiente espaciosa para que cogiese el rubio. Miró entonces al otro chico y le señaló con el dedo índice.
- Puedes tutearme con confianza. Tú elegirás la primera prueba. Me tienes que sacar de la roca en menos de dos minutos, o… Me lanzas un desafío directo de combate. Normalmente todos elijen lo primero, como es normal. – Mencionó soltando una pequeña risa y manteniendo ambas manos en los bolsillos en todo momento. – Elijas lo que elijas, deberás dar el primer paso, Hachiro.
El lobo activó el haki de observación y se mantuvo alegre en todo momento. Entrecerró los ojos y le levantó al chico el pulgar en señal de confianza. Algo iba demasiado mal. Su actitud iba totalmente en contra de los agentes del gobierno. Taiga era la perfecta excepción de que incluso en aquel sitio había gente agradable.
En unos segundos más notó un leve olor distinto entrar. Era claramente una persona humana. Se mantuvo callado y comiendo tranquilamente hasta que lo vio aparecer. Era una persona de piel oscura y cabellos blancos como la nieve. Sus ojos tenían un color interesante y ante todo parecía estar bastante calmado. Él lo observó con calma mientras se comía su deliciosa bola de arroz. Tras escuchar sus palabras sonrió y terminó de comerse la bola totalmente. Masticó despacio y tras haberla tragado del todo se colocó en pie despacio. Observó a aquella persona con una calma sobrehumana y entonces asintió con la cabeza. Él debía ser el último de ese día y el más esperado al ser el nuevo miembro. La prueba… No solía realizar más pruebas que comprobar que sus hombres fueran buenas personas. Iría comprobándolo sobre una pequeña prueba. Se sentía algo mejor para aguantar algo más. Al fin y al cabo, su resistencia era inhumana.
- Taiga Redfield. En ese caso te voy a hacer un circuito si no te importa. La primera parte será un leve tanteo para comprobar tu habilidad. El segundo una serie de preguntas y el último asalto una cena. – Terminó de decir al mismo tiempo que se tronaba un poco los huesos de los nudillos.
El luchador pasó por su lado de forma lenta y en todo momento le miró con bastante cariño. Era difícil de creer que Taiga fuese un agente. Su amabilidad y dulzura hacia todas las personas eran asombrosas. Saltó hacia uno de los estanques y se colocó sobre una roca que sobresalía. Era totalmente plana y parecía lo suficiente espaciosa para que cogiese el rubio. Miró entonces al otro chico y le señaló con el dedo índice.
- Puedes tutearme con confianza. Tú elegirás la primera prueba. Me tienes que sacar de la roca en menos de dos minutos, o… Me lanzas un desafío directo de combate. Normalmente todos elijen lo primero, como es normal. – Mencionó soltando una pequeña risa y manteniendo ambas manos en los bolsillos en todo momento. – Elijas lo que elijas, deberás dar el primer paso, Hachiro.
El lobo activó el haki de observación y se mantuvo alegre en todo momento. Entrecerró los ojos y le levantó al chico el pulgar en señal de confianza. Algo iba demasiado mal. Su actitud iba totalmente en contra de los agentes del gobierno. Taiga era la perfecta excepción de que incluso en aquel sitio había gente agradable.
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El agente Redfield resultó ser una persona muy diferente, al menos en apariencia, a los agentes los que estaba acostumbrado a tratar. Agradable y directo, sin ese aire de saber más que él que tanto le molestaba en otros. Lo único que le resultaba un poco chocante y le inquietaba era esa actitud tan próxima y lo que le había dicho de la cena. Con un escalofrío, apartó esos pensamientos de su mente y respiró hondo, analizando bien sus palabras. Sacarle de la roca o combatir contra él... sonaba a pregunta trampa. Por mucho que pareciera que era diferente a sus superiores, a eso se dedicaban los agentes, ¿no? Al engaño. Era posible pues que sólo hubiera una respuesta correcta y al no saber más de él la desconocía. Tanto podía ir en un sentido psicológico y estar buscando medir su arrogancia y su temperamento como en el mismo campo todo lo contrario y ver su arrojo y valor. También podía ser que si eligiera intentar echarlo descubriera que tenía alguna habilidad que se lo impediría. Demasiadas opciones... así pues, ¿cuál sería la mejor forma? Claramente demostrar sus habilidades y actuar como realmente lo haría. Si no buscaba a alguien con su carácter, ¿qué pintaría entonces en su división? Se quitó la gabardina y la tiró a un lado, deshaciéndose el nudo de la corbata a continuación y apartándola también.
- En ese caso demostraré mis habilidades - sus ojos brillaron con un destello verde - Jōkyūsei.
Se centró en los movimientos del otro, analizando hasta el más leve gesto. Con el paso de los años su técnica había mejorado tanto que hasta los movimientos más nimios eran suficiente para percibir patrones en su conducta y detalles de su cuerpo que le permitían anticiparse a sus acciones. Gracias a su entrenamiento con Issei era mucho más hábil que nunca en ese aspecto. Ahora, ¿cómo empezar? Se enfrentaba a un agente especial, alguien con un rango muy elevado. Era indudable que tenía mucha más experiencia de combate que él, o como mínimo que era una persona fuerte. Eran agentes y espías, pero también fuerzas especiales al fin y al cabo. Así pues debía ir fuerte desde el principio, tal vez no con todo hasta haber visto su manera de combatir y tener más información, pero sí tantearle y forzarle a ponerse en movimiento. Extendió su brazo derecho mientras se centraba en la imagen mental de una lanza, y el brazalete negro que tenía en este se deformó y "reptó" hasta su mano, alargándose una vez en esta hasta formar el arma que deseaba.
- Kameleon: Lance style.
Hizo girar el arma entre su manos, con diestros movimientos y la mirada clavada en el rubio, atento a la primera señal de peligro. Entonces y sin previo aviso, avanzó hacia él, clavó la lanza en el suelo y manteniéndose en pie agarrado a esta, alzó rápidamente ambas piernas. Dos ondas cortantes de color negro verdoso y gran tamaño salieron directas hacia la roca en la que estaba Redfield. Sin perder el tiempo, Hachiro recuperó el equilibrio y desclavó la lanza, alejándose de un salto.
- ¡Busou: Futago rankyaku!
No esperaba que aquel ataque surtiese realmente efecto contra alguien como él, pero pretendía analizar su reacción con su Jōkyūsei. Los datos que sacase de aquel intercambio serían vitales para poder sacar a relucir todo su poder, y con intención de hacer que Taiga se tuviera que esforzar al menos un mínimo incluso había empleado su endurecimiento en el golpe. Se puso en guardia, agarrando la lanza por la mitad del asta y manteniéndola baja. Su estilo no era propio de un lancero; había elegido ese arma como herramienta auxiliar más que como medio principal de ataque. Al fin y al cabo él era un espadachín.
- En ese caso demostraré mis habilidades - sus ojos brillaron con un destello verde - Jōkyūsei.
Se centró en los movimientos del otro, analizando hasta el más leve gesto. Con el paso de los años su técnica había mejorado tanto que hasta los movimientos más nimios eran suficiente para percibir patrones en su conducta y detalles de su cuerpo que le permitían anticiparse a sus acciones. Gracias a su entrenamiento con Issei era mucho más hábil que nunca en ese aspecto. Ahora, ¿cómo empezar? Se enfrentaba a un agente especial, alguien con un rango muy elevado. Era indudable que tenía mucha más experiencia de combate que él, o como mínimo que era una persona fuerte. Eran agentes y espías, pero también fuerzas especiales al fin y al cabo. Así pues debía ir fuerte desde el principio, tal vez no con todo hasta haber visto su manera de combatir y tener más información, pero sí tantearle y forzarle a ponerse en movimiento. Extendió su brazo derecho mientras se centraba en la imagen mental de una lanza, y el brazalete negro que tenía en este se deformó y "reptó" hasta su mano, alargándose una vez en esta hasta formar el arma que deseaba.
- Kameleon: Lance style.
Hizo girar el arma entre su manos, con diestros movimientos y la mirada clavada en el rubio, atento a la primera señal de peligro. Entonces y sin previo aviso, avanzó hacia él, clavó la lanza en el suelo y manteniéndose en pie agarrado a esta, alzó rápidamente ambas piernas. Dos ondas cortantes de color negro verdoso y gran tamaño salieron directas hacia la roca en la que estaba Redfield. Sin perder el tiempo, Hachiro recuperó el equilibrio y desclavó la lanza, alejándose de un salto.
- ¡Busou: Futago rankyaku!
No esperaba que aquel ataque surtiese realmente efecto contra alguien como él, pero pretendía analizar su reacción con su Jōkyūsei. Los datos que sacase de aquel intercambio serían vitales para poder sacar a relucir todo su poder, y con intención de hacer que Taiga se tuviera que esforzar al menos un mínimo incluso había empleado su endurecimiento en el golpe. Se puso en guardia, agarrando la lanza por la mitad del asta y manteniéndola baja. Su estilo no era propio de un lancero; había elegido ese arma como herramienta auxiliar más que como medio principal de ataque. Al fin y al cabo él era un espadachín.
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Taiga no estuvo seguro de que elección hizo, pero algo le dijo que la segunda. De todas formas, pensaba estar en la roca unos momentos por si había trampa en las palabras. Se sentó en ella como si la cosa no fuese con él y miró con calma al chico. Metió la mano derecha en el estanque y después se mojó la cabeza y el pecho, le gustaba refrescarse pese a todo. Un leve suspiro salió de su boca, era muy agradable con el calor que hacía. Entrecerró sus ojos despacio y pudo ver que el albino formaba una especie de lanza. De modo que usaba armas de filo… Tendría que usar entonces su arte secreto si él se acercaba lo suficiente como para suponer un peligro para su cuerpo. El rubio sonreía ante todo mientras esperaba el ataque del joven, el cual parecía que no iba a tardar en llegar.
- Domina esa habilidad del rokushiki… Interesante. – Mencionó sonriente para sí mismo.
Aquellas ondas ya estaban bastante cerca y parecían abarcar lo suficiente como para romper la roca y a él si no se movía. Mostró una sonrisa calmada y estiró su mano derecha hacia delante. Era como si estuviese a punto de parar el ataque así. En el último momento se formó un enorme escudo en forma de cuadrado de energía. Era de color verde, rodeado de un aura eléctrica que no hacía peligrar a nadie. Tendría unos tres metros de alto, otros tres de lado y unos diez centímetros de grosor. Fue lo suficiente como para cubrirle de sobra. Cuando las ondas chocaron la barrera continuó en pie. Normalmente se habría agrietado o roto incluso, pero Taiga había activado su haki armadura. El escudo había cambiado a un color negro. Una vez parado el ataque, el rubio anuló aquel poder y continuó observándole. De nuevo mostró una sonrisa amable y le saludó con la mano contraria a la que había formado aquella poderosa barrera.
- ¡Buen ataque! El rankyaku es complicado de dominar, me alegro de que ya lo hayas hecho, Hachi-chan. – Continuó sentado en su preciosa piedra y con el mantra centrado en aquella persona que tenía delante.
Colocó ambas manos en la superficie y ejerciendo fuerza levantó su cuerpo un poco, lo justo para mover su pierna con fuerza. Parecía que iba a salir la misma técnica que él empleó, pero en su lugar surgió una potente onda de choque que fue hacia él, no la había imbuido en haki. También había controlado su fuerza para que no fuese una burrada. Una vez lo hizo se sentó de nuevo relajándose y mirando a su oponente con una sonrisa amable en su rostro. Era una especie de saludo para que supiera que tendría que hacer más que aquello para pillarle por sorpresa. El cabrón estaba en mitad de un estanque de hecho para anular el soru de su rival, aunque quizás le sorprendía y llegaba hasta él rápidamente. Aun así, mantenía su mantra centrado en él y sus brazos estaban pigmentados en un color negro.
- ¡Ánimo! – Mencionó alegremente mientras metía la mano en su bolsillo y sacaba un pequeño libro sobre la fauna marina, quizás iba a leer un poco una vez viera el resultado de su onda.
- Domina esa habilidad del rokushiki… Interesante. – Mencionó sonriente para sí mismo.
Aquellas ondas ya estaban bastante cerca y parecían abarcar lo suficiente como para romper la roca y a él si no se movía. Mostró una sonrisa calmada y estiró su mano derecha hacia delante. Era como si estuviese a punto de parar el ataque así. En el último momento se formó un enorme escudo en forma de cuadrado de energía. Era de color verde, rodeado de un aura eléctrica que no hacía peligrar a nadie. Tendría unos tres metros de alto, otros tres de lado y unos diez centímetros de grosor. Fue lo suficiente como para cubrirle de sobra. Cuando las ondas chocaron la barrera continuó en pie. Normalmente se habría agrietado o roto incluso, pero Taiga había activado su haki armadura. El escudo había cambiado a un color negro. Una vez parado el ataque, el rubio anuló aquel poder y continuó observándole. De nuevo mostró una sonrisa amable y le saludó con la mano contraria a la que había formado aquella poderosa barrera.
- ¡Buen ataque! El rankyaku es complicado de dominar, me alegro de que ya lo hayas hecho, Hachi-chan. – Continuó sentado en su preciosa piedra y con el mantra centrado en aquella persona que tenía delante.
Colocó ambas manos en la superficie y ejerciendo fuerza levantó su cuerpo un poco, lo justo para mover su pierna con fuerza. Parecía que iba a salir la misma técnica que él empleó, pero en su lugar surgió una potente onda de choque que fue hacia él, no la había imbuido en haki. También había controlado su fuerza para que no fuese una burrada. Una vez lo hizo se sentó de nuevo relajándose y mirando a su oponente con una sonrisa amable en su rostro. Era una especie de saludo para que supiera que tendría que hacer más que aquello para pillarle por sorpresa. El cabrón estaba en mitad de un estanque de hecho para anular el soru de su rival, aunque quizás le sorprendía y llegaba hasta él rápidamente. Aun así, mantenía su mantra centrado en él y sus brazos estaban pigmentados en un color negro.
- ¡Ánimo! – Mencionó alegremente mientras metía la mano en su bolsillo y sacaba un pequeño libro sobre la fauna marina, quizás iba a leer un poco una vez viera el resultado de su onda.
- Spoiler:
- Nivel 60: Lanza ondas de choque a cuarenta y cinco metros por segundo, que se disipan a los cincuenta metros. Su potencia es tan descomunal que el tamaño de la onda deja de ser poco más que el puño hasta el medio metro de radio (Taiga ha usado fuerza media para que sea así)
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Taiga ni siquiera se había levantado de la roca y con una sonrisa levantó el brazo derecho como si pretendiera bloquear el ataque con su mano desnuda. ¿Qué diablos pretendía? ¿Y cómo podía pelear de una manera tan... descarada y condescendiente? Parecía que ni siquiera iba dignarse a levantarse. Convencido de Taiga iba a usar algo, se fijó bien en sus gestos. Un escudo verde recubierto de electricidad se formó frente a su mano, tiñéndose al momento del negro del haki. Las ondas se dispersaron en la superficie de la barrera sin siquiera dañarla ni un poco y desaparecieron. Podía bloquear dos rankyakus potenciados con endurecimiento con una facilidad insultante. El abismo de poder entre ambos era simplemente aterrador. Retrocedió un paso intimidado, y tras ese despliegue de poder las palabras de Taiga sonaron casi insultantes. Hacía que sus ataques parecieran casi un juego de niños y luego lo felicitaba... ¿pero qué diablos le pasaba? Frunció el ceño mientras su miedo iba convirtiéndose en determinación e ira. Tras eso estaba decidido: lograría al menos hacerle un rasguño. Aunque tuviera que jugar sucio o aprovecharse de que estuviese peleando con todo, se esforzaría en demostrarle a él y a sí mismo que podía igualarle.
- Eso no es todo, Taiga - dijo, desafiante - No creas que ese ataque es todo mi poder, sólo medía tus fuerzas. Ahora ya me hago una idea de cómo debo proseguir y de que definitivamente eres el rival más poderoso que jamás he enfrentado. Más que los otros CPs a los que enfrenté en el torneo de Underwater Terminal y que el revolucionario Edward Ogami - un aura verde comenzó a brotar de su cuerpo - Y por eso, te demostraré todo mi potencial luchando con todo lo que tengo - se agachó ligeramente mientras se preparaba para comenzar con su ataque - Accelerate.
Sin embargo Taiga no iba a quedarse quieto. Por el movimiento de su cuerpo pensó por un momento que iba a usar un rankyaku, pero gracias a su cuidadoso estudio de sus gestos y al Jōkyūsei, que comenzaba ya a percibir los patrones en los movimientos del agente, se dio cuenta de que no estaba ejecutando exactamente los mismos movimientos. Preparándose para el contraataque de su superior, decidió hacer una jugada a la desesperada. Repitiendo la pose que había usado Taiga, activó los poderes de su akuma. Había podido percibir su ataque, así que podría hacerlo. Era hora de sacar partido de una vez a sus habilidades de usuario.
- ¡Main Slot One: Shield!
Un escudo idéntico al que había creado Taiga se generó en su mano, recubriéndose también de negro al poco tiempo. La onda impactó violentamente, empujando al joven hacia atrás. Logró mantener el equilibrio, pero el escudo se agrietó y se deshizo tras bloquear el golpe. Impresionado por el poder de la técnica, comprendió que tal vez tuviera una ventaja en aquel combate: aunque Taiga fuese aplastantemente más poderoso y experimentado, todas las técnicas que no dependieran de su poder físico podría replicarlas a la perfección. Esbozó una sonrisa de confianza y alzó la lanza mientras se centraba en la imagen de una pistola. El arma comenzó a cambiar de nuevo, y cogiendo uno de los cargadores que llevaba en su cinturón, cargó a Kameleon y saltó al aire, comenzando a impulsarse en este hacia Taiga.
- ¡Geppou!
Comenzó a disparar hacia Taiga con una precisión un poco nefasta al estar saltando en el aire, pero lo compensó vaciando el cargador entero. Mientras tanto se acercó al agente dejando una estela verde al moverse. Rápidamente sacó el cargador y volvió a convertir a Kameleon en brazalete. ¿Así que se ponía a leer mientras peleaban? Muy bien, en ese caso se aseguraría de que no volviera a subestimarle. Nuevamente lanzó dos rankyakus contra él, para a continuación impulsarse con un geppou a un punto a su espalda a tres metros de altura, concentrándose en su tekkai y potenciándolo al máximo alcanzando la resistencia del titanio. Al instante todos sus músculos se tensaron hasta el punto de volverse casi doloroso, y realizando una pirueta se puso boca abajo.
- Tekkai kenpo: ¡Titan!
Se impulsó en el aire hacia abajo, poniendo el puño por delante y recubriéndolo con su haki. No podía potenciarlo con endurecimiento de nuevo tan pronto, pero al menos se aseguraría de negar posibles daños en su cuerpo que el Titan no pudiera reducir. Es decir, si Taiga hacía algo, porque con una caída de tres metros de altura no se iba a hacer daño ninguno en ese estado.
- Eso no es todo, Taiga - dijo, desafiante - No creas que ese ataque es todo mi poder, sólo medía tus fuerzas. Ahora ya me hago una idea de cómo debo proseguir y de que definitivamente eres el rival más poderoso que jamás he enfrentado. Más que los otros CPs a los que enfrenté en el torneo de Underwater Terminal y que el revolucionario Edward Ogami - un aura verde comenzó a brotar de su cuerpo - Y por eso, te demostraré todo mi potencial luchando con todo lo que tengo - se agachó ligeramente mientras se preparaba para comenzar con su ataque - Accelerate.
Sin embargo Taiga no iba a quedarse quieto. Por el movimiento de su cuerpo pensó por un momento que iba a usar un rankyaku, pero gracias a su cuidadoso estudio de sus gestos y al Jōkyūsei, que comenzaba ya a percibir los patrones en los movimientos del agente, se dio cuenta de que no estaba ejecutando exactamente los mismos movimientos. Preparándose para el contraataque de su superior, decidió hacer una jugada a la desesperada. Repitiendo la pose que había usado Taiga, activó los poderes de su akuma. Había podido percibir su ataque, así que podría hacerlo. Era hora de sacar partido de una vez a sus habilidades de usuario.
- ¡Main Slot One: Shield!
Un escudo idéntico al que había creado Taiga se generó en su mano, recubriéndose también de negro al poco tiempo. La onda impactó violentamente, empujando al joven hacia atrás. Logró mantener el equilibrio, pero el escudo se agrietó y se deshizo tras bloquear el golpe. Impresionado por el poder de la técnica, comprendió que tal vez tuviera una ventaja en aquel combate: aunque Taiga fuese aplastantemente más poderoso y experimentado, todas las técnicas que no dependieran de su poder físico podría replicarlas a la perfección. Esbozó una sonrisa de confianza y alzó la lanza mientras se centraba en la imagen de una pistola. El arma comenzó a cambiar de nuevo, y cogiendo uno de los cargadores que llevaba en su cinturón, cargó a Kameleon y saltó al aire, comenzando a impulsarse en este hacia Taiga.
- ¡Geppou!
Comenzó a disparar hacia Taiga con una precisión un poco nefasta al estar saltando en el aire, pero lo compensó vaciando el cargador entero. Mientras tanto se acercó al agente dejando una estela verde al moverse. Rápidamente sacó el cargador y volvió a convertir a Kameleon en brazalete. ¿Así que se ponía a leer mientras peleaban? Muy bien, en ese caso se aseguraría de que no volviera a subestimarle. Nuevamente lanzó dos rankyakus contra él, para a continuación impulsarse con un geppou a un punto a su espalda a tres metros de altura, concentrándose en su tekkai y potenciándolo al máximo alcanzando la resistencia del titanio. Al instante todos sus músculos se tensaron hasta el punto de volverse casi doloroso, y realizando una pirueta se puso boca abajo.
- Tekkai kenpo: ¡Titan!
Se impulsó en el aire hacia abajo, poniendo el puño por delante y recubriéndolo con su haki. No podía potenciarlo con endurecimiento de nuevo tan pronto, pero al menos se aseguraría de negar posibles daños en su cuerpo que el Titan no pudiera reducir. Es decir, si Taiga hacía algo, porque con una caída de tres metros de altura no se iba a hacer daño ninguno en ese estado.
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El hombre de aquel revolucionario hizo al rubio sonreír. Conocía bastante bien los carteles y que nombrase al pequeño rubio allí le hizo darse cuenta de que no era un cualquiera. ¿Había luchado con Edward? Si estaba vivo tal vez era un “No”, pero tal vez sobrevivió y todo. La sonrisa del chico se ensanchó y continuó mirando el resultado de su onda, la cual avanzaba de forma bestial hacía él con la intención de lanzarlo. Estaba siendo algo más duro que con el resto, no sabía el motivo, pero le gustaba aquel tío. Le molaba su confianza en sí mismo y quería obligarlo a dar lo mejor de él. Ahora iba a volar por los aires debido a su ataque, pues era imposible que con su cuerpo pudiese parar una…
- ¿Es en serio?
Taiga abrió la boca más de la cuenta cuando vio aquel escudo formarse. Era idéntico al suyo y eso le hizo tragar saliva. Ahora podían pasar varias cosas. El capullo de Tobías había enseñado a aquella persona, ese tipo dominaba el arte del estilo Flujo De Energía, o había dado la casualidad que lo dominaba. Fuese como fuese, Taiga se impresionó que el color verde fuese también su color, ya que Tobías lo había dominado en un tono morado. Negó con la cabeza y después de unos momentos abrió una página de libro. Había previsto lo siguiente que iba a hacer el chico y tan solo se mantuvo quiero leyendo mientras activaba el tekkai y el haki de armadura. Su piel cambió a un color negro azabache, incluida la cabeza. Las balas rebotaron como si de goma fuesen y después de eso pasó de página observando los datos de la ballena azul. Un hermoso animal capaz de llegar a las ciento cincuenta toneladas de peso.
Taiga se giró violentamente, pero estando sentado por el momento. Lanzó el libro envuelto en haki contra uno de los rankyakus haciendo que explotase debido a la mala leche que había empleado. El otro lo bloqueó con su brazo derecho, al estallar se dio cuenta de que tenía algo de sangre en su brazo, el cual goteaba un poco. Una sonrisa de lo más generosa se mostró en su rostro. Sin duda ese chico era alguien distinto al resto. Lo siguió con la mirada, pero estando sentado en todo momento y dedicándole una sonrisa de nuevo. Cuando lo vio lanzarse hacia él ladeó un poco la ceja derecha. Pretendía darle un puñetazo, pero en el tema físico lo iba a tener muy difícil. Taiga continuó sentado en todo momento y entrecerró los ojos despacio. En el momento del impacto lanzó un propio puño para chocarlo contra el de su rival. El del rubio había cambiado a un color rojo metálico, el haki armadura perfecto que dominaba de una forma abrumadoramente fácil. Al hacerlo sintió un impacto poderoso. Sus cabellos se movieron bastante hacia los lados y la piedra en la que estaba sentado se llegó a agrietar un poco por la superficie. Miró a los ojos del joven al mismo tiempo que sonreía de forma amable de nuevo.
- Con eso no bastará, mi querido segundo al mando. – Lo nombró sin permiso alguno y con toda la cara del mundo, pues había visto más que suficiente.
El rubio terminó de usar su otro brazo para pegar un codazo violento en la enorme roca y hacerla pedazos ¿Su plan? Usar la mano con la que había chocado el puño de Hachiro para tratar de agarrarlo de su propio puño. Si lo lograba se lanzaría al agua con él. Ya que no cubría, no era peligroso. Cayera él albino con él o no, Taiga se sumergiría y tras unos segundos saldría a la orilla tranquilamente. Estando de pie el agua llegaba por la cintura. Sonrió estirándose y moviendo su cuerpo como si fuese un perro, al mismo tiempo que se reía. Lo siguiente que hizo fue mirar al albino con una calma asombrosa. Se dio cuenta de que el corte del brazo ya no sangraba tanto como antes. Miró de nuevo a Hachiro y se preparó para su ataque. De los codos del lobo surgieron dos cuchillas curvadas hacia fuera, de un color verde intenso, hechas de energía, de unos cuarenta centímetros de largo y diez de grosor. Sonrió de nuevo e hizo que su haki rojizo imbuyese solo sus brazos, de repente usó el soru para moverse hacia el albino. Trataría de ponerse a su espalda y una vez allí hacer un amago de usar sus cuchillas, pero no pensaba cortar a un compañero. Realmente, lanzaría una potente patada buscando su torso para lanzarlo a volar y esta vez, imbuyó su ataque en haki armadura.
- ¡Hachi-chaaaaan! – Gritó sonriendo.
- ¿Es en serio?
Taiga abrió la boca más de la cuenta cuando vio aquel escudo formarse. Era idéntico al suyo y eso le hizo tragar saliva. Ahora podían pasar varias cosas. El capullo de Tobías había enseñado a aquella persona, ese tipo dominaba el arte del estilo Flujo De Energía, o había dado la casualidad que lo dominaba. Fuese como fuese, Taiga se impresionó que el color verde fuese también su color, ya que Tobías lo había dominado en un tono morado. Negó con la cabeza y después de unos momentos abrió una página de libro. Había previsto lo siguiente que iba a hacer el chico y tan solo se mantuvo quiero leyendo mientras activaba el tekkai y el haki de armadura. Su piel cambió a un color negro azabache, incluida la cabeza. Las balas rebotaron como si de goma fuesen y después de eso pasó de página observando los datos de la ballena azul. Un hermoso animal capaz de llegar a las ciento cincuenta toneladas de peso.
Taiga se giró violentamente, pero estando sentado por el momento. Lanzó el libro envuelto en haki contra uno de los rankyakus haciendo que explotase debido a la mala leche que había empleado. El otro lo bloqueó con su brazo derecho, al estallar se dio cuenta de que tenía algo de sangre en su brazo, el cual goteaba un poco. Una sonrisa de lo más generosa se mostró en su rostro. Sin duda ese chico era alguien distinto al resto. Lo siguió con la mirada, pero estando sentado en todo momento y dedicándole una sonrisa de nuevo. Cuando lo vio lanzarse hacia él ladeó un poco la ceja derecha. Pretendía darle un puñetazo, pero en el tema físico lo iba a tener muy difícil. Taiga continuó sentado en todo momento y entrecerró los ojos despacio. En el momento del impacto lanzó un propio puño para chocarlo contra el de su rival. El del rubio había cambiado a un color rojo metálico, el haki armadura perfecto que dominaba de una forma abrumadoramente fácil. Al hacerlo sintió un impacto poderoso. Sus cabellos se movieron bastante hacia los lados y la piedra en la que estaba sentado se llegó a agrietar un poco por la superficie. Miró a los ojos del joven al mismo tiempo que sonreía de forma amable de nuevo.
- Con eso no bastará, mi querido segundo al mando. – Lo nombró sin permiso alguno y con toda la cara del mundo, pues había visto más que suficiente.
El rubio terminó de usar su otro brazo para pegar un codazo violento en la enorme roca y hacerla pedazos ¿Su plan? Usar la mano con la que había chocado el puño de Hachiro para tratar de agarrarlo de su propio puño. Si lo lograba se lanzaría al agua con él. Ya que no cubría, no era peligroso. Cayera él albino con él o no, Taiga se sumergiría y tras unos segundos saldría a la orilla tranquilamente. Estando de pie el agua llegaba por la cintura. Sonrió estirándose y moviendo su cuerpo como si fuese un perro, al mismo tiempo que se reía. Lo siguiente que hizo fue mirar al albino con una calma asombrosa. Se dio cuenta de que el corte del brazo ya no sangraba tanto como antes. Miró de nuevo a Hachiro y se preparó para su ataque. De los codos del lobo surgieron dos cuchillas curvadas hacia fuera, de un color verde intenso, hechas de energía, de unos cuarenta centímetros de largo y diez de grosor. Sonrió de nuevo e hizo que su haki rojizo imbuyese solo sus brazos, de repente usó el soru para moverse hacia el albino. Trataría de ponerse a su espalda y una vez allí hacer un amago de usar sus cuchillas, pero no pensaba cortar a un compañero. Realmente, lanzaría una potente patada buscando su torso para lanzarlo a volar y esta vez, imbuyó su ataque en haki armadura.
- ¡Hachi-chaaaaan! – Gritó sonriendo.
- Spoiler:
- Para la defensa y el choque de puños: Holocausto: El haki armadura de Taiga pasa a ser de color rojo intenso cuando activa el endurecimiento. Actualmente dicho endurecimiento triplica la fuerza de sus golpes, con este poder lo que hace es quintuplicarlos. [Perfecto]
Para el amago: Soul Blade: Taiga es capaz de canalizar su energía mediante “el flujo” aprendido durante años. Esta vez ha logrado mantenerlo en la zona de los codos. Es capaz de formar dos cuchillas curvadas de unos cuarenta centímetros de largo y diez de grosor. Tienen una dureza 8 en escala moh están bastante afiladas. Son de color verde y una leve aura eléctrica las recorren (escénico) Puede mantenerlas dos post y necesita otros dos para volver a usarlas.
Para el ataque: Patada imbuida en haki perfecto y Soru para moverse rapido.
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Todo parecía inútil. El haki de Taiga y sus habilidades eran impresionantes y tanto sus disparos como sus rankyakus fueron ineficaces. Cayó sobre él con el puño por delante, con aquel golpe como su última esperanza. Pero el agente nuevamente reaccionó a tiempo lanzando un golpe contra el suyo. Sabiendo lo que le esperaba, hizo lo único que podía en una situación como ella: recurrir a su akuma. Y curiosamente encontró algo que copiar; utilizando por primera vez un Passive Slot. El puño de Hachiro se volvió también rojizo y el impacto fue tan violento que notó un intenso dolor en su brazo que le arrancó un grito. Sin embargo el rubio no había acabado con él, y agarrándolo por el puño, lo lanzó. De repente notó frío en todo su cuerpo y su vista se volvió borrosa, al tiempo que una súbita debilidad se apoderaba de él. Percatándose de que estaba bajo el agua, entró en pánico y empezó a mover sus brazos, cada vez más pesados, buscando algo a lo que agarrarse. Se aferró con fuerza a un saliente de la piedra, cortándose en la mano contra el borde y sacó la cabeza del agua con una inspiración agónica, seguida de una fuerte tos. Tenía suerte de que fuese agua dulce, o no hubiese sido capaz ni de hacer eso. Con esfuerzo se levantó temblando, para encontrarse a Taiga frente a él con dos filos de energía saliendo de sus codos. Sonrió débilmente al ver que tenía un leve corte en el brazo. Ahora ya le daba el resto igual, había cumplido su objetivo.
- Lo he conseguido...
Estaba tan débil por el esfuerzo de haber copiado esa última técnica y todo aquel uso continuado de poderes, junto con el dolor de su brazo y el haber sido sumergido en agua, que no logró seguir el soru de Taiga. Trató de proteger su costado con haki, pero la patada fue tan fuerte que sonó un crujido de huesos rotos y salió volando fuera del estanque, rodando por el suelo de la sala y estampándose contra una pared. Miró al techo con todo dándole vueltas, apenas consciente, pero con una ligera sonrisa en el rostro. Si podía herir a alguien tan poderoso como Taiga, aún podía mejorar más y en algún momento superaría a Edward. Tosió y comenzó a escupir sangre a un lado. ¿Habría cabreado a su superior? ¿O simplemente había perdido la compostura y se había olvidado de que estaba con un novato? Su último golpe había sido demasiado fuerte...
- Dime... - volvió a toser - ¿He pasado o no?
Sonrió de nuevo y todo comenzó a emborronarse. Una sensación aletargante, embriagadora y fría lo envolvió, desvaneciendo poco a poco el dolor. Ya se había sentido otras veces así... ¿cuántas palizas más iba a tener que recibir antes de tener que terminar sus combates de aquella manera? Esperaba que al menos esta vez no pasara demasiado tiempo en el hospital. Con un suspiro, perdió totalmente la consciencia.
- Lo he conseguido...
Estaba tan débil por el esfuerzo de haber copiado esa última técnica y todo aquel uso continuado de poderes, junto con el dolor de su brazo y el haber sido sumergido en agua, que no logró seguir el soru de Taiga. Trató de proteger su costado con haki, pero la patada fue tan fuerte que sonó un crujido de huesos rotos y salió volando fuera del estanque, rodando por el suelo de la sala y estampándose contra una pared. Miró al techo con todo dándole vueltas, apenas consciente, pero con una ligera sonrisa en el rostro. Si podía herir a alguien tan poderoso como Taiga, aún podía mejorar más y en algún momento superaría a Edward. Tosió y comenzó a escupir sangre a un lado. ¿Habría cabreado a su superior? ¿O simplemente había perdido la compostura y se había olvidado de que estaba con un novato? Su último golpe había sido demasiado fuerte...
- Dime... - volvió a toser - ¿He pasado o no?
Sonrió de nuevo y todo comenzó a emborronarse. Una sensación aletargante, embriagadora y fría lo envolvió, desvaneciendo poco a poco el dolor. Ya se había sentido otras veces así... ¿cuántas palizas más iba a tener que recibir antes de tener que terminar sus combates de aquella manera? Esperaba que al menos esta vez no pasara demasiado tiempo en el hospital. Con un suspiro, perdió totalmente la consciencia.
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Taiga se alarmó al ver al chico salir despedido contra una pared y quedar allí. Se maldijo así mismo y salió corriendo hacia él. Odiaba tener tanta fuerza a veces. Desactivó su haki armadura y anuló el mantra. Rápidamente escuchó su pregunta, pero no respondió. Cuando el chico cayó inconsciente asintió con una sonrisa. Lo tomó en brazos y empezó a caminar hacia la enfermería que había cerca de su habitación. Él mismo se ocuparía de atenderle. Avanzaba despacio dándose cuenta de su curioso tono de piel y del color blanco de su pelo. Había usado un puñetazo rojo también… No se fijó muy bien, pero también había usado técnicas del flujo. Suspiró hecho un lío, pero no le dio vueltas. Una vez llegaron lo tumbó en una camilla y cerró la puerta. No había nadie más. Tosió un poco y encendió la luz. Después de eso él mismo se secó un poco debido al agua. Las gotas resbalaban por sus hermosos pezones…
Se limpió el pequeño corte que había recibido y después de aquello miró con calma al chico. Primero lo cogió de la mano y miró el corte que tenía. No recordaba haber usado técnicas o armas cortantes, por lo que quedó algo confuso. Quizás se lo haría en alguna caída. Buscó en el cajón de al lado y sacó una pequeña aguja, la cual llenó de un líquido dorado un poco raro. La dejó a un lado y no la usó de momento. Cogió un bote de agua oxigenada y roció la herida de la mano entera. Quizás le escocía, pero estando inconsciente no creía que le importase mucho. Tras asegurarse de que no estaba infectada, la vendó despacio. Había terminado la mano, pero ahora le quedaba más trabajo por hacer. Tosió un poco y después de unos momentos empezó a examinar la zona donde le había golpeado. Algunas costillas rotas, se había pasado y lo lamentaba. Se disculparía en cuanto el chico estuviese bien. Se colocó una bata blanca y tras pasarle la mano despacio por la frente le miró fijamente. Tenía que cuidar a sus hombres de la mejor forma posible y eso estaba muy claro. Chasqueó la lengua y después miró la aguja. La tiró, no era necesaria finalmente.
Fue hasta una de las estanterías y miró un bote rojo. Él mismo tenía allí sus cosas debido a que solía curar a muchísimos agentes. La abrió despacio y sacó un pegote de crema amarillenta que olía a vainilla. Lo pasó por el costado de su ahora compañero muy despacio, acariciando bien con la punta de los dedos. Él sentiría alivio y frescor. A través de la piel entraría esa cosa y le ayudaría a reparar mejor sus huesos. Las cosas que inventaban los científicos eran geniales. Terminó de vendar también aquella zona y después de eso le miró con una pequeña sonrisa. Se sintió tan culpable que incluso le dio un abrazo y un par de palmadas en la espalda. Después de aquello volvió a los diez minutos a la sala y dejó una bandeja en una de las mesillas especiales para las camillas. Había un vaso de agua, algo de pollo, verduras y atún. Le dio un leve toque en la cabeza y le agitó los cabellos despacio, como si fuese un crío pequeño.
- Colega, despierta. Vamos, a reponer fuerzas. – Mencionó tratando de despertarle.
Había dejado también una pequeña botella de un litro de leche. El calcio era bueno para los huesos al fin y al cabo y la leche estaba rica. Se sentó en una silla y se mantuvo mirándole con una sonrisa esperando a que despertase.
Se limpió el pequeño corte que había recibido y después de aquello miró con calma al chico. Primero lo cogió de la mano y miró el corte que tenía. No recordaba haber usado técnicas o armas cortantes, por lo que quedó algo confuso. Quizás se lo haría en alguna caída. Buscó en el cajón de al lado y sacó una pequeña aguja, la cual llenó de un líquido dorado un poco raro. La dejó a un lado y no la usó de momento. Cogió un bote de agua oxigenada y roció la herida de la mano entera. Quizás le escocía, pero estando inconsciente no creía que le importase mucho. Tras asegurarse de que no estaba infectada, la vendó despacio. Había terminado la mano, pero ahora le quedaba más trabajo por hacer. Tosió un poco y después de unos momentos empezó a examinar la zona donde le había golpeado. Algunas costillas rotas, se había pasado y lo lamentaba. Se disculparía en cuanto el chico estuviese bien. Se colocó una bata blanca y tras pasarle la mano despacio por la frente le miró fijamente. Tenía que cuidar a sus hombres de la mejor forma posible y eso estaba muy claro. Chasqueó la lengua y después miró la aguja. La tiró, no era necesaria finalmente.
Fue hasta una de las estanterías y miró un bote rojo. Él mismo tenía allí sus cosas debido a que solía curar a muchísimos agentes. La abrió despacio y sacó un pegote de crema amarillenta que olía a vainilla. Lo pasó por el costado de su ahora compañero muy despacio, acariciando bien con la punta de los dedos. Él sentiría alivio y frescor. A través de la piel entraría esa cosa y le ayudaría a reparar mejor sus huesos. Las cosas que inventaban los científicos eran geniales. Terminó de vendar también aquella zona y después de eso le miró con una pequeña sonrisa. Se sintió tan culpable que incluso le dio un abrazo y un par de palmadas en la espalda. Después de aquello volvió a los diez minutos a la sala y dejó una bandeja en una de las mesillas especiales para las camillas. Había un vaso de agua, algo de pollo, verduras y atún. Le dio un leve toque en la cabeza y le agitó los cabellos despacio, como si fuese un crío pequeño.
- Colega, despierta. Vamos, a reponer fuerzas. – Mencionó tratando de despertarle.
Había dejado también una pequeña botella de un litro de leche. El calcio era bueno para los huesos al fin y al cabo y la leche estaba rica. Se sentó en una silla y se mantuvo mirándole con una sonrisa esperando a que despertase.
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Lo primero que sintió fue una voz suave hablándole, y luego algo moviéndole el pelo. Gruñó y se agitó murmurando "aún no es hora del desayuno, Minami." Entonces notó un horrible dolor en su costado y se contrajo, con bufido. Entreabrió los ojos, cerrándolos al momento por la luz mientras trataba de situarse. ¿Dónde estaba? Aquella no era su cama... era demasiado rígida y no tenía sábanas. Y además estaba vestido. Poco a poco recuerdos fugaces del combates comenzaron a acudir como flashes a su mente, y se dio cuenta de que debía seguir en Ennies Lobby. Volvió a abrir los ojos y parpadeó para aclararse la vista, viendo el rostro de Taiga sonriente. Contuvo un escalofrío; había algo en la actitud del agente que no le gustaba. Era curioso, era con diferencia el miembro del Cipher Pol más agradable que había conocido pero era... demasiado cariñoso. Y eso le recordaba cosas que prefería olvidar. Con un suspiro se incorporó con cuidado y cogió la botella de leche, dándole un buen trago.
- Lo siento, agente Redfield. Espero no haberle hecho perder mucho tiempo - hizo un gesto de dolor al notar un pinchazo en el costado - Mejoraré hasta estar a la altura de lo que se espere de mí.
Había una nota amarga en su voz. Había logrado su objetivo de superar la prueba de Taiga y hasta le había herido, pero... ser derrotado tan rápido y acabar tan herido en el proceso era un golpe a su orgullo bastante más doloroso que sus lesiones. Había entrenado duramente dos años con Issei en Underwater Terminal, ¿y no había sido suficiente ni siquiera para durarle más que un par de intercambios de golpes a su superior? ¿Qué clase de segundo al mando se suponía que era? Apretó los puños y respiró hondo. "La clase de segundo que nunca se rinde. Seré el mejor o caeré en el proceso, pero tirar la toalla no es una opción." Con una mirada decidida se levantó, pero pese a que tambaleó no se apoyó en nada, obligándose a mantenerse en pie. Cogió a Kameleon en la mesilla y volvió a ponérselo en el brazo derecho, tras lo cual se giró hacia Taiga.
- No estoy listo. Por favor - le hizo una torpe inclinación de cabeza, debido al dolor - Entréname, Taiga-san.
Si alguien tan poderoso como él le entrenaba, sería capaz de superar sus propios límites y llegar a ser poderoso de verdad. Las técnicas que le había imitado eran prueba más que de sobra de que de entrenarse con él llegaría a ser mucho más poderoso que antes, suficiente para derrotar a Edward y a casi cualquiera que se cruzara en su camino. Sí... necesitaba aquello, y ardía en deseos de comenzar cuanto antes. Le daban igual sus heridas o el dolor que sentía.
- Prometí que derrotaría a alguien que se me escapó una vez. Y me juré a mi mismo cuando comencé a entrenarme que llegaría a ser el mejor. Si haces algo sin aspirar a la cumbre, nunca darás el máximo, ese es mi modo de hacer las cosas. Por eso quiero que me entrenes.
- Lo siento, agente Redfield. Espero no haberle hecho perder mucho tiempo - hizo un gesto de dolor al notar un pinchazo en el costado - Mejoraré hasta estar a la altura de lo que se espere de mí.
Había una nota amarga en su voz. Había logrado su objetivo de superar la prueba de Taiga y hasta le había herido, pero... ser derrotado tan rápido y acabar tan herido en el proceso era un golpe a su orgullo bastante más doloroso que sus lesiones. Había entrenado duramente dos años con Issei en Underwater Terminal, ¿y no había sido suficiente ni siquiera para durarle más que un par de intercambios de golpes a su superior? ¿Qué clase de segundo al mando se suponía que era? Apretó los puños y respiró hondo. "La clase de segundo que nunca se rinde. Seré el mejor o caeré en el proceso, pero tirar la toalla no es una opción." Con una mirada decidida se levantó, pero pese a que tambaleó no se apoyó en nada, obligándose a mantenerse en pie. Cogió a Kameleon en la mesilla y volvió a ponérselo en el brazo derecho, tras lo cual se giró hacia Taiga.
- No estoy listo. Por favor - le hizo una torpe inclinación de cabeza, debido al dolor - Entréname, Taiga-san.
Si alguien tan poderoso como él le entrenaba, sería capaz de superar sus propios límites y llegar a ser poderoso de verdad. Las técnicas que le había imitado eran prueba más que de sobra de que de entrenarse con él llegaría a ser mucho más poderoso que antes, suficiente para derrotar a Edward y a casi cualquiera que se cruzara en su camino. Sí... necesitaba aquello, y ardía en deseos de comenzar cuanto antes. Le daban igual sus heridas o el dolor que sentía.
- Prometí que derrotaría a alguien que se me escapó una vez. Y me juré a mi mismo cuando comencé a entrenarme que llegaría a ser el mejor. Si haces algo sin aspirar a la cumbre, nunca darás el máximo, ese es mi modo de hacer las cosas. Por eso quiero que me entrenes.
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- El que debe disculparse soy yo. Me dejaste tan emocionado en tu último ataque que olvidé mi fuerza por unos instantes. Debo decir, que me encanta tu estilo de combate. – Terminó de decir con una sonrisa mientras le miraba sentado desde aquella cómoda silla frente a su cama.
El rubio pudo ver a aquel pequeño camaleón tan mono en ese momento, ni se había fijado en él. Le alegró que Hachiro fuese bueno con los animales. Le vio tambalearse y estuvo a punto de ayudarle, pero se dio cuenta de que podía caminar por su propio pie. Tampoco quería tratarlo como un niño y que pensase que no le respetaba. Se mantuvo callado y entonces escuchó sus palabras mientras ladeaba la cabeza. Estaba clarísimo que se había convertido en el maestro de la mayoría de agentes. Sin decir nada se llevó el dedo índice a los labios y después quedó pensativo. La respuesta era un Sí, claramente, pero debía pensar el método. Pudo ver que tenía potencial, pero le faltaba pulir su fuerza, resistencia y ganar algunas técnicas de paso.
- Derrotaras a esa persona en menos de tres meses. Siento curiosidad por las técnicas que empleaste, pues eran iguales a las mías ¿Conoces el estilo del Flujo? Hacía tiempo que no veía a alguien que pudiese realizar a la perfección esas técnicas. – Dijo aquello colocándose en pie y caminando hacia uno de los percheros.
El médico se colocó una bata blanca y la cerró con unos cuantos botones. Después de eso caminó de nuevo hacia él y le mostró una sonrisa amistosa. Esa determinación le gustaba y que soñara con vencer a alguien… ¡Eso le haría más fuerte! Él mismo había conseguido sus logros a base de querer vencer a una persona, a la cual continuaba buscando, Drake. Negó un poco con la cabeza y después de unos segundos le colocó la mano en el hombro.
- ¿Cuándo deseas empezar? Ahora mismo te noto algo cansado y yo tengo algunas semanas por aquí, por lo que no habrá problema si no te sientes con ganas ahora.
El rubio entonces abrió uno de los cajones cercanos a su mesilla. Sacó una cajita de color rojo y al abrirla se vieron tres papeles doblados. Cogió uno de ellos y tras hacerle un pequeño corte se lo ofreció. Una pequeña sonrisa se formó en el rostro del luchador y después de eso trató de darle un abrazo, pero sin pasarse, sabía que estaba en mal estado.
- Ahora eres un hermano y dedicaré mi vida a ayudarte en todo lo que pueda. Bienvenido a sombras del deber, subcapitán. – Tras eso se separó y esperó una contestación a cada una de las cosas que le había preguntado.
El rubio pudo ver a aquel pequeño camaleón tan mono en ese momento, ni se había fijado en él. Le alegró que Hachiro fuese bueno con los animales. Le vio tambalearse y estuvo a punto de ayudarle, pero se dio cuenta de que podía caminar por su propio pie. Tampoco quería tratarlo como un niño y que pensase que no le respetaba. Se mantuvo callado y entonces escuchó sus palabras mientras ladeaba la cabeza. Estaba clarísimo que se había convertido en el maestro de la mayoría de agentes. Sin decir nada se llevó el dedo índice a los labios y después quedó pensativo. La respuesta era un Sí, claramente, pero debía pensar el método. Pudo ver que tenía potencial, pero le faltaba pulir su fuerza, resistencia y ganar algunas técnicas de paso.
- Derrotaras a esa persona en menos de tres meses. Siento curiosidad por las técnicas que empleaste, pues eran iguales a las mías ¿Conoces el estilo del Flujo? Hacía tiempo que no veía a alguien que pudiese realizar a la perfección esas técnicas. – Dijo aquello colocándose en pie y caminando hacia uno de los percheros.
El médico se colocó una bata blanca y la cerró con unos cuantos botones. Después de eso caminó de nuevo hacia él y le mostró una sonrisa amistosa. Esa determinación le gustaba y que soñara con vencer a alguien… ¡Eso le haría más fuerte! Él mismo había conseguido sus logros a base de querer vencer a una persona, a la cual continuaba buscando, Drake. Negó un poco con la cabeza y después de unos segundos le colocó la mano en el hombro.
- ¿Cuándo deseas empezar? Ahora mismo te noto algo cansado y yo tengo algunas semanas por aquí, por lo que no habrá problema si no te sientes con ganas ahora.
El rubio entonces abrió uno de los cajones cercanos a su mesilla. Sacó una cajita de color rojo y al abrirla se vieron tres papeles doblados. Cogió uno de ellos y tras hacerle un pequeño corte se lo ofreció. Una pequeña sonrisa se formó en el rostro del luchador y después de eso trató de darle un abrazo, pero sin pasarse, sabía que estaba en mal estado.
- Ahora eres un hermano y dedicaré mi vida a ayudarte en todo lo que pueda. Bienvenido a sombras del deber, subcapitán. – Tras eso se separó y esperó una contestación a cada una de las cosas que le había preguntado.
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Esbozó una débil sonrisa al escuchar sus palabras, al tiempo que se henchía de orgullo. Había logrado sorprender a su futuro líder y además lo entrenaría como le había pedido. Definitivamente... tal vez no sería la mejor de las ideas empezar ya mismo. De hecho sería una nefasta, se había dejado llevar totalmente por el calor del momento. Con un gesto de dolor, una vez se liberó del abrazo volvió a la cama y se tumbó con cuidado. Había forzado un poco de más su cuerpo. Sin embargo se sentía feliz, pues había conseguido no solo superar la prueba, sino ser nombrado el segundo al mando de Sombras del Deber. Y sólo le había costado... ¿tres costillas? Evitó reírse de su propia ocurrencia para no causarse más dolor.
- Esas técnicas... no sabía ni que se llamaban así, la verdad. En realidad ha sido gracias al poder de mi akuma no mi - esbozó una sonrisa orgullosa - Soy el usuario de la Mozō Mozō no mi, el hombre imitador. Puedo copiar estilos de combate, técnicas o incluso la forma de moverse de la gente. Lo único que hice durante el combate fue replicar los poderes que tú mismo usaste.
Contestó como restándole importancia al asunto, pero la verdad es que estaba muy orgulloso de sus habilidades y su dominio de ellas. Le iban como un anillo al dedo y eran perfectas para las metas que tenía. Si quería convertirse en el mejor, poder aprender de cualquiera incluso de sus enemigos era una gran ventaja.
- Será mejor que deje de hacer el imbécil y que entrene cuando me haya recuperado. Sería un honor que me dedicara parte de su tiempo, jefe - dijo, en un tono respetuoso pero con un ligero retintín.
Lo primero que haría cuando comenzaran a entrenar sería pedirle que le ayudara a aprender a usar aquel escudo. Copiar una técnica no le daba control inmediato sobre ella, sino que quedaba meramente registrada en uno de sus "slots", y dado que no eran ilimitados... lo mejor sería poder dejarlo libre cuanto antes, nunca sabía cuándo le iban a hacer falta.
- Taiga... cuando entrenemos, ¿me enseñarás esas técnicas de Flujo? - dijo, a punto de quedarse dormido de puro agotamiento.
- Esas técnicas... no sabía ni que se llamaban así, la verdad. En realidad ha sido gracias al poder de mi akuma no mi - esbozó una sonrisa orgullosa - Soy el usuario de la Mozō Mozō no mi, el hombre imitador. Puedo copiar estilos de combate, técnicas o incluso la forma de moverse de la gente. Lo único que hice durante el combate fue replicar los poderes que tú mismo usaste.
Contestó como restándole importancia al asunto, pero la verdad es que estaba muy orgulloso de sus habilidades y su dominio de ellas. Le iban como un anillo al dedo y eran perfectas para las metas que tenía. Si quería convertirse en el mejor, poder aprender de cualquiera incluso de sus enemigos era una gran ventaja.
- Será mejor que deje de hacer el imbécil y que entrene cuando me haya recuperado. Sería un honor que me dedicara parte de su tiempo, jefe - dijo, en un tono respetuoso pero con un ligero retintín.
Lo primero que haría cuando comenzaran a entrenar sería pedirle que le ayudara a aprender a usar aquel escudo. Copiar una técnica no le daba control inmediato sobre ella, sino que quedaba meramente registrada en uno de sus "slots", y dado que no eran ilimitados... lo mejor sería poder dejarlo libre cuanto antes, nunca sabía cuándo le iban a hacer falta.
- Taiga... cuando entrenemos, ¿me enseñarás esas técnicas de Flujo? - dijo, a punto de quedarse dormido de puro agotamiento.
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