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Akuma no mi
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Los hombres y mujeres que trabajaban en el reacondicionamiento de la vieja Impel Down como el Palacio de Justicia del Ojo se encontraban realizando sus labores, cargando y descargando materiales, entrando y saliendo de la colosal estructura, siempre sosteniendo algo entre los brazos. Habían pasado dos años desde el robo de la prisión, pero aún continuaban trabajando en los últimos arreglos para no dejarse ni el más mínimo detalle. Órdenes de Dexter, claro.
El pirata observaba desde un pequeño montículo, supervisando el avance del proyecto y echando una mano a los obreros cuando se encontraban con algo con lo que no pudieran lidiar. «¿Desde cuando soy un jefe de obra?» preguntó a la nada, frunciendo de forma notable el ceño. Comprendía que pudieran encargarle el echar una mano para agilizar el proceso, pero se sentía completamente utilizado. El capitán, quien debería ser el máximo interesado en los avances y, digamos más, quien debería estar asegurándose de primera mano de que todo va según lo planeado, probablemente estuviera ganduleando en algún lugar del palacio o... No sé, haciendo cosas de grandullones sin un claro sentido de la responsabilidad o de lo éticamente correcto. Se lo haría pagar, tarde o temprano.
El Sol pegaba fuerte aquella mañana, pese a que el dragón llevara su particular chaqueta puesta. Ser inmune a las variaciones de la temperatura era una habilidad realmente cómoda, la verdad. Probablemente algunos de los ciudadanos sintiera cierta envidia en ese preciso instante, pues parecían bastante acalorados. Sin caer en esta posibilidad, Berthil perdió la concentración y puso la mente en blanco, aburrido y algo somnoliento. Sabía que no debía dormirse, podrían necesitar su ayuda o quizá algo saliese mal, ralentizando las obras. Lo cierto es que casi deseaba que aquello ocurriera, solo para obligar al imbécil de pelo bicolor a prestarle algo de atención a sus ideas. Sin embargo, absorto en estos pensamientos, su calma se vio interrumpida ante el inicio de unos extraños temblores. Seguían una secuencia bastante rítmica, prácticamente habiendo el mismo retardo entre uno y el siguiente, y cada vez los sentía más cercanos e intensos. El suelo vibraba con cada sacudida, aunque no eran lo suficientemente intensas como para considerar la posibilidad de un terremoto. Finalmente, los oídos del pirata captaron los impactos de unas fuertes pisadas aproximándose en su dirección. Una sombra colosal se cernió sobre él y pudo sentir un cálido aliento en un lateral, muy cerca de él.
─ ¿Ya estás de vuelta, Fang? ─Se adelantó a decir, segundos antes de ladear la cabeza y dedicarle una leve sonrisa a su amigo─ Por cómo te huele el aliento, diría que la cacería ha ido bastante bien.
El enorme T-Rex golpeó su hombro con el hocico, suavemente, como gesto afirmativo, antes de que su amo posara una mano sobre el mismo para brindarle unas pocas caricias. Los obreros habían detenido su actividad al contemplar aquella escena, algunos ensimismados por la prehistórica criatura, otros intranquilos por la misma. Podría decirse que el animal era un maestro a la hora de llamar la atención, incluso entendiendo que se trataba de un dinosaurio. Berthil lanzó una severa mirada a los trabajadores, logrando que volvieran al tajo de inmediato. Dejó escapar un suspiro al tiempo que su particular acompañante se tumbaba tras él, acomodando la cabeza a un lado del chico, quien recostó la espalda contra el cuerpo del mismo.
Los minutos de aquella mañana fueron sucediéndose con lentitud hasta que, finalmente, uno de los hombres de palacio acudió en busca del Guardián. Bordeó en un amplio radio a Fang, quizá por temor a que el pequeñín le arrancara medio cuerpo de un mordisco. El saurio gruñó levemente antes de que su amo se reincorporase, dispuesto a atender al mensajero.
─ ¿Qué ocurre? ─Inquirió con algo de desgana.
─ El Alto Señor Dexter requiere de vuestra presencia en palacio. Parece ser algo urgente... O eso he intuido por su comportamiento.
─ Entiendo... ─El moreno se estiró, haciendo que los huesos de su espalda crujieran al tiempo que la tensión de la misma se descargaba. Fang se puso en pie y comenzaron a caminar, pasando al lado del recadero─ Os aseguro que será de todo menos importante.
Berthil accedió al hall del palacio una vez los guardias que custodiaban las puertas le permitieran el paso, abriéndolas. Fang se quedó rondando por los jardines de alrededor por petición de su amo. No es que tuviera algún problema con que fuera con él, pero quizá su tránsito por las instalaciones resultaría un tanto incómodo debido a su inusual tamaño. Además, no quería que ninguno de los trabajadores del lugar sufriera una parada cardíaca al ver al tiranosaurio.
Siempre se sentía ligeramente abrumado por el despliegue de adornos, esculturas, cuadros y demás manufactura de lujo que rebosaba en el edificio. Por fuera era impresionante, sin duda, pero por dentro se convertía en algo completamente distinto y espectacular. No estaba acostumbrado a tener que lidiar con ese nivel de vida. Siempre había vivido al día, con escaso dinero, teniendo que gestionar bien sus recursos... Todo se había vuelto muy diferente desde que se uniera a la tripulación de Dexter. Después de todo, era la de un Yonkou, ¿no?
Solicitó algunas indicaciones a los sirvientes con los que se fue encontrando. Debía reconocer que muchas veces se perdía por aquellas galerías y, si deseaba encontrarse con el capitán lo antes posible, sería más rápido preguntar que jugar a los exploradores. Gracias a la amable colaboración de la gente del lugar no le llevó más de cinco minutos dar con el paradero del Alto Señor de Fiordia.
─ Espero que sea algo importante, para variar ─le advirtió con cierto deje malhumorado, intentando ser todo lo políticamente correcto que le era posible.
En la sala no se encontraban únicamente ellos dos, sino que más bien parecía que Dexter había convocado a unos cuantos miembros de la banda. Tal vez, después de todo, sí que fuera algo urgente. ¡Incluso se había puesto en contacto con Mura! Su superior comenzó a explicar lo ocurrido y, a cada segundo que pasaba, un leve tic parecía comenzar a formarse justo debajo del ojo derecho del pirata. Todo aquello parecía no ser otra cosa más que un berrinche de su mayor por no haber sido invitado a la hipotética reunión que iba a darse en Jaya pronto. Algo referente a Legim y sus territorios, o eso había podido sacar cuando dejaba de lado el mosqueo que iba en incremento para prestar algo de atención.
─ ¿Pero qué más dará ─comenzó con aparente calma el contramaestre─ que no te hayan invitado? ¡Eres un jodido Yonkou! ─Terminó blasfemando, alzando la voz─ ¡No es como si después del numerito que montamos con Impel Down alguien fuera a tener el valor de impedirnos entrar con o sin invitación! ─Su tono iba en alza, hasta el punto en que probablemente estuvieran escuchando sus maldiciones e improperios desde fuera de palacio─ ¡Y si alguien es capaz de reunir el valor suficiente como para intentarlo lo lanzamos por los aires, como a la estúpida prisión!
Pareció convocarse un incómodo silencio durante unos instantes, únicamente interrumpido por los jadeos del azabache, que parecía estar hiperventilando y a punto de soltar espuma por la boca. Poco a poco su respiración fue normalizándose y, finalmente, decidió proseguir con un tono mucho más relajado y sosegado.
─ Y nada de vuvuzelas ─concluyó, comenzándose a dar media vuelta─. Quizá el hecho de que robásemos Impel Down les haya amedrentado y teman tenernos por allí. En fin... Si no se me precisa para nada más, estaré en mi habitación ─hizo un ademán con la mano, comenzando a alejarse─. Ah, por cierto... La remodelación casi ha concluido. Quizá quieras pasarte a echar un vistazo o algo a TU edificio.
Dicho esto, el dragón se esfumó de la sala refunfuñando. Supuso que Dexter les comentaría los preparativos para el viaje o algo por el estilo pero, honestamente, no le interesaba saber qué tramaba. Fue directo a sus aposentos con la intención de asegurarse de que tenía todo a punto para el viaje que se les venía encima. Lo cierto es que nunca antes había oído hablar de una reunión como aquella. ¿Qué identidades aparecerían por allí? Quizá el resto de Yonkous hicieran acto de presencia también... Y eso podía ser realmente interesante.
El pirata observaba desde un pequeño montículo, supervisando el avance del proyecto y echando una mano a los obreros cuando se encontraban con algo con lo que no pudieran lidiar. «¿Desde cuando soy un jefe de obra?» preguntó a la nada, frunciendo de forma notable el ceño. Comprendía que pudieran encargarle el echar una mano para agilizar el proceso, pero se sentía completamente utilizado. El capitán, quien debería ser el máximo interesado en los avances y, digamos más, quien debería estar asegurándose de primera mano de que todo va según lo planeado, probablemente estuviera ganduleando en algún lugar del palacio o... No sé, haciendo cosas de grandullones sin un claro sentido de la responsabilidad o de lo éticamente correcto. Se lo haría pagar, tarde o temprano.
El Sol pegaba fuerte aquella mañana, pese a que el dragón llevara su particular chaqueta puesta. Ser inmune a las variaciones de la temperatura era una habilidad realmente cómoda, la verdad. Probablemente algunos de los ciudadanos sintiera cierta envidia en ese preciso instante, pues parecían bastante acalorados. Sin caer en esta posibilidad, Berthil perdió la concentración y puso la mente en blanco, aburrido y algo somnoliento. Sabía que no debía dormirse, podrían necesitar su ayuda o quizá algo saliese mal, ralentizando las obras. Lo cierto es que casi deseaba que aquello ocurriera, solo para obligar al imbécil de pelo bicolor a prestarle algo de atención a sus ideas. Sin embargo, absorto en estos pensamientos, su calma se vio interrumpida ante el inicio de unos extraños temblores. Seguían una secuencia bastante rítmica, prácticamente habiendo el mismo retardo entre uno y el siguiente, y cada vez los sentía más cercanos e intensos. El suelo vibraba con cada sacudida, aunque no eran lo suficientemente intensas como para considerar la posibilidad de un terremoto. Finalmente, los oídos del pirata captaron los impactos de unas fuertes pisadas aproximándose en su dirección. Una sombra colosal se cernió sobre él y pudo sentir un cálido aliento en un lateral, muy cerca de él.
─ ¿Ya estás de vuelta, Fang? ─Se adelantó a decir, segundos antes de ladear la cabeza y dedicarle una leve sonrisa a su amigo─ Por cómo te huele el aliento, diría que la cacería ha ido bastante bien.
El enorme T-Rex golpeó su hombro con el hocico, suavemente, como gesto afirmativo, antes de que su amo posara una mano sobre el mismo para brindarle unas pocas caricias. Los obreros habían detenido su actividad al contemplar aquella escena, algunos ensimismados por la prehistórica criatura, otros intranquilos por la misma. Podría decirse que el animal era un maestro a la hora de llamar la atención, incluso entendiendo que se trataba de un dinosaurio. Berthil lanzó una severa mirada a los trabajadores, logrando que volvieran al tajo de inmediato. Dejó escapar un suspiro al tiempo que su particular acompañante se tumbaba tras él, acomodando la cabeza a un lado del chico, quien recostó la espalda contra el cuerpo del mismo.
Los minutos de aquella mañana fueron sucediéndose con lentitud hasta que, finalmente, uno de los hombres de palacio acudió en busca del Guardián. Bordeó en un amplio radio a Fang, quizá por temor a que el pequeñín le arrancara medio cuerpo de un mordisco. El saurio gruñó levemente antes de que su amo se reincorporase, dispuesto a atender al mensajero.
─ ¿Qué ocurre? ─Inquirió con algo de desgana.
─ El Alto Señor Dexter requiere de vuestra presencia en palacio. Parece ser algo urgente... O eso he intuido por su comportamiento.
─ Entiendo... ─El moreno se estiró, haciendo que los huesos de su espalda crujieran al tiempo que la tensión de la misma se descargaba. Fang se puso en pie y comenzaron a caminar, pasando al lado del recadero─ Os aseguro que será de todo menos importante.
* * *
Berthil accedió al hall del palacio una vez los guardias que custodiaban las puertas le permitieran el paso, abriéndolas. Fang se quedó rondando por los jardines de alrededor por petición de su amo. No es que tuviera algún problema con que fuera con él, pero quizá su tránsito por las instalaciones resultaría un tanto incómodo debido a su inusual tamaño. Además, no quería que ninguno de los trabajadores del lugar sufriera una parada cardíaca al ver al tiranosaurio.
Siempre se sentía ligeramente abrumado por el despliegue de adornos, esculturas, cuadros y demás manufactura de lujo que rebosaba en el edificio. Por fuera era impresionante, sin duda, pero por dentro se convertía en algo completamente distinto y espectacular. No estaba acostumbrado a tener que lidiar con ese nivel de vida. Siempre había vivido al día, con escaso dinero, teniendo que gestionar bien sus recursos... Todo se había vuelto muy diferente desde que se uniera a la tripulación de Dexter. Después de todo, era la de un Yonkou, ¿no?
Solicitó algunas indicaciones a los sirvientes con los que se fue encontrando. Debía reconocer que muchas veces se perdía por aquellas galerías y, si deseaba encontrarse con el capitán lo antes posible, sería más rápido preguntar que jugar a los exploradores. Gracias a la amable colaboración de la gente del lugar no le llevó más de cinco minutos dar con el paradero del Alto Señor de Fiordia.
─ Espero que sea algo importante, para variar ─le advirtió con cierto deje malhumorado, intentando ser todo lo políticamente correcto que le era posible.
En la sala no se encontraban únicamente ellos dos, sino que más bien parecía que Dexter había convocado a unos cuantos miembros de la banda. Tal vez, después de todo, sí que fuera algo urgente. ¡Incluso se había puesto en contacto con Mura! Su superior comenzó a explicar lo ocurrido y, a cada segundo que pasaba, un leve tic parecía comenzar a formarse justo debajo del ojo derecho del pirata. Todo aquello parecía no ser otra cosa más que un berrinche de su mayor por no haber sido invitado a la hipotética reunión que iba a darse en Jaya pronto. Algo referente a Legim y sus territorios, o eso había podido sacar cuando dejaba de lado el mosqueo que iba en incremento para prestar algo de atención.
─ ¿Pero qué más dará ─comenzó con aparente calma el contramaestre─ que no te hayan invitado? ¡Eres un jodido Yonkou! ─Terminó blasfemando, alzando la voz─ ¡No es como si después del numerito que montamos con Impel Down alguien fuera a tener el valor de impedirnos entrar con o sin invitación! ─Su tono iba en alza, hasta el punto en que probablemente estuvieran escuchando sus maldiciones e improperios desde fuera de palacio─ ¡Y si alguien es capaz de reunir el valor suficiente como para intentarlo lo lanzamos por los aires, como a la estúpida prisión!
Pareció convocarse un incómodo silencio durante unos instantes, únicamente interrumpido por los jadeos del azabache, que parecía estar hiperventilando y a punto de soltar espuma por la boca. Poco a poco su respiración fue normalizándose y, finalmente, decidió proseguir con un tono mucho más relajado y sosegado.
─ Y nada de vuvuzelas ─concluyó, comenzándose a dar media vuelta─. Quizá el hecho de que robásemos Impel Down les haya amedrentado y teman tenernos por allí. En fin... Si no se me precisa para nada más, estaré en mi habitación ─hizo un ademán con la mano, comenzando a alejarse─. Ah, por cierto... La remodelación casi ha concluido. Quizá quieras pasarte a echar un vistazo o algo a TU edificio.
Dicho esto, el dragón se esfumó de la sala refunfuñando. Supuso que Dexter les comentaría los preparativos para el viaje o algo por el estilo pero, honestamente, no le interesaba saber qué tramaba. Fue directo a sus aposentos con la intención de asegurarse de que tenía todo a punto para el viaje que se les venía encima. Lo cierto es que nunca antes había oído hablar de una reunión como aquella. ¿Qué identidades aparecerían por allí? Quizá el resto de Yonkous hicieran acto de presencia también... Y eso podía ser realmente interesante.
Buenas tardes gitano con mechas doradas, soy Zane D. Kenshin, el actual pelirrojo más sexy del foro, y voy a ser el encargado de ver si eres apto para pasar a la siguiente etapa del evento del superhombre. Así que empecemos…
Por mi parte todo correcto, eres signo de asistir al evento pirata. Sobre todo, porque al salir de la sala de reuniones y encontrarte con tú dinosaurio, te percatas de que entre sus dientes tiene un trozo de papel en el que puedes leer perfectamente Jaya. Creo que deberías de enseñarle a Fang que no se debe comer papel. ¡Estos dinosaurios!
Saludos :fuma:
Por mi parte todo correcto, eres signo de asistir al evento pirata. Sobre todo, porque al salir de la sala de reuniones y encontrarte con tú dinosaurio, te percatas de que entre sus dientes tiene un trozo de papel en el que puedes leer perfectamente Jaya. Creo que deberías de enseñarle a Fang que no se debe comer papel. ¡Estos dinosaurios!
Saludos :fuma:
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