Razón de ser (Akira - Jade) [Privado]

Maldito mercader de los huevos. El dinero no había sido tanto como había prometido. Tal vez fue debido a que el mono resultó un poco dañado o que no era tan valioso como parecía ser, pero veinte millones al fin y al cabo se agradecían mucho. Después de unas leves compras ahora caminaban por aquel sitio. Era casi de noche, pero al menos faltaban un par de horas. La pelimorada contó la cantidad que tenía y lo metió en la mochila. Después de unos momentos continuó avanzando con la capucha puesta y con su ardilla en el hombro. Le acarició la cabeza levemente y después escuchó la pregunta de la persona que tenía a su lado. Akira no le caía mal y tenía sus momentos de imbécil, pero quitando eso, se alegraba mucho de tenerlo allí con ella. Se quedó un poco pensativa y después de unos momentos le miró.

- No sé ¿Cobrar la recompensa tal vez? – Primero los barrotes y luego aquello, Ak estaba en su puto mundo a veces, pero tampoco era algo que le importara mucho. – Ahora creo que tocará buscar algo de trabajo antes de continuar con los planes.

Jade estiró su mano muy despacio hacia la mejilla de él. Hizo un amago de acariciarle y cogió la manzana sin permiso. La miró durante unos segundos y mordió un trozo como si fuese suya. Empezó a masticar a medida que avanzaba despacio con ella en mano, como si se hubiera apropiado de la fruta. Una vez le dio el tercer bocado le ofreció también a la ardilla. Cuando hubiese quedado media se la devolvería a él. No tardó mucho hasta ver algo frente a su ojo. Pasó un tipo extraño de cabellos rosados y ojos azules. Poseía una especie de burbuja en la cabeza e iba en un carruaje, que en lugar de caballos tenía personas… Jade apretó los dientes con rabia y después avanzó un poco.

- Los voy a…

Justo entonces dos hombres de la marina pasaron junto a ellos. Eran dos tipos altos y con capas de Vice-almirantes. La pelimorada se frenó en seco y dio un paso hacia atrás. Cuando estuvieron de espaldas, Jade cogió una piedra de tamaño considerable. Al menos, sería del tamaño de un melón. Echó el brazo hacia atrás y después fijó su objetivo, el puto Tenryubito. Esos imbéciles se creían los amos del mundo y no pensaba permitir aquello. Después de eso a saber lo que pasaba. De hecho, Jade no estaba pensando en las consecuencias y empezó a coger carrerilla.

- Voy a matarlos…

Tras unos momentos tomó todo el aire posible. La gente empezó a temblar sabiendo lo que pasaría si ella hacía aquello. Empezó a trotar muy lenta debido al peso de la roca y sabiendo que los marines y el noble mundial estaban de espaldas, se preparó para lanzar aquella enorme roca.

Ese payaso estaba muerto. Pensaba estamparle la roca contra la cabeza, reventando la burbuja y de paso aplastándole la cabeza. Moría de ganas de ver los sesos de aquel insecto allí tirados mientras ella reía después otorgando la libertad a aquella gente. Esos marines serían después el problema, pero por suerte tenía piernas para correr y puños para usar si la cosa se ponía demasiado fea. Justo cuando estaba a punto de usar la mano para ejecutar el lanzamiento pudo sentir que el peso ya no estaba y lanzó aire más bien. Tras eso miró hacia atrás y se dio cuenta de que Akira había apartado la piedra ¿Protegía a esos cabrones? La chica frunció el ceño de forma exagerada y estuvo a punto de darle una patada en el culo.

Al verse cogida por el brazo gruñó por lo bajo. Lo habría evadido, pero al ser por el lado del parche no tuvo mucha visión para hacerlo. Cuando estuvieron en el callejón notó cómo la ponía contra la pared y un leve quejido salió de su boca. Se quedó mirándole de forma seria y después chasqueó la lengua. Al ver que no la soltaba trató de soltarse usando su fuerza para ello. Se quedó mirándole de forma fría y apretó ambos puños ¿Cómo se atrevía a hacerlo? Una cosa era detener la piedra y otra apresarla allí. De hecho, cualquiera que hubiera mirado habría pensado que la iba a violar o algo.

- ¿Por qué me sigues entonces? Si no te gustan mis métodos ya sabes dónde está la puerta. – Se enfadó. – Si no me respeta mi primer hombre ¿Cómo narices lo harán los siguientes? Aquí la capitana soy yo y si no eres capaz de respetar mis órdenes o decisiones, adiós.

La pelimorada se asomó viendo al imbécil del noble a lo lejos con algo más de protección y entrando en un enorme edificio. El ceño de ella se frunció muchísimo más y lo siguiente que hizo fue gruñir. Maldito Akira y sus estupideces. La ladrona estampó su puño contra la pared, haciendo que la sangre surgiera de sus nudillos y resbalase por sus dedos. Si no le faltase un ojo habría visto venir la espadita y habría evadido su intento de sabotaje. Lo fulminó con la mirada de nuevo y trató de calmarse.

- Te has cargado la jerarquía de mando en el primer día. He elegido este camino por mí misma y si desde primera hora te comportas como… Tss. – Se giró dándole la espalda. – Déjalo, supongo que no te has dado cuenta de a quién estás siguiendo. Puedo morir en cincuenta años o mañana, pero es mi destino y mi forma de vida. – Tras decir aquello se sentó pegando la espalda a la pared de callejón. – Puedes intentar ayudarme cuando se formen los problemas, pero no eres nadie para impedirme hacer lo que mi corazón dicta… Arrebatándome mi libertad de decisión te comportas como uno de esos nobles arrebatando la libertad de los demás.

Jade abrió su ojo algo más de la cuenta cuando él dijo que se preocupaba por ella y que la tenía no como una líder, como un ser querido. Eso era algo que ella no había tenido salvo su padre. Tragó saliva mirando a otro lado y después se abrazó un poco así misma. No se esperaba que el moreno fuese a decir aquellas palabras. Cuando notó su abrazo se mantuvo quieta. Estando en aquel callejón podía ver a la gente pasar una vez todo se había relajado. Suspiró despacio escuchando sus palabras y lo siguiente que hizo fue tomar su mano despacio. La acarició un poco sin darse cuenta mientras miraba al vacío despacio. No sabía qué pensar, pero Akira parecía haber hablado de forma sincera. Tragó un poco de saliva y después intentó relajarse mientras las gotas iban directas a sus rodillas.

- No pasa nada, lo siento por intentar ese acto suicida. Anda, déjame ver ese pie tuyo. Quiero curártelo cuanto antes, no quiero que pierdas un dedo o dos.

La joven usando su fuerza aprovechó para abrazarlo y colocarlo en el suelo. Le quitó despacio el calzado y observó el pie dañado. Un golpe, por lo que había moratón y además herida sangrante por la dureza del material. Acarició muy despacio y abrió su mochila. Sacó una botella de agua y mojó despacio una venda. La pasó con mucho cuidado sobre su pie, limpiando la sangre despacio. Como buena médica llevaba consigo siempre un poco de alcohol, el cual había comprado con el dinero del mono de diamantes. Le echó sobre la herida y después la vendó muy despacio. Una vez lo hizo empezó a acariciar su pie instintivamente. Levantó la mirada observándole con su único ojo y después la desvió. Jade tenía complejo debido a su falta de visión y sentía vergüenza mirar fijamente.

- Con esto puede bastar. Antes de nada necesitaremos un vehículo algo más grande. Primero pasaremos aquí unos días y veremos lo que hacer.

Al darse cuenta que le tocaba el pie apartó las manos muy despacio. Ella no era nadie para hacer eso al fin y al cabo. Jade sabía las miradas de bicho raro que recibía y no quería incomodarle. Lo siguiente que hizo fue mirar la herida de su mano, la cual continuaba sangrando. Unas gotas habían caído en el pantalón del moreno. Frunció el ceño y sacó un trapo mojándolo en agua y disculpándose.

- Lo siento, lo último que quería era ensuciarte con mi sangre. Trataré de limpiarlo lo mejor posible, de modo que haz el favor de no moverte. – Susurró mientras pasaba el trapo.

La joven levantó la mirada despacio encontrándose de cara con él y tras unos segundos observando sus ojos desvió la mirada rápidamente. Se frotó el ojo despacio y después se miró de nuevo la herida. No iba a saber vendarse a sí misma y demás. Tal vez podía ordenárselo a él.

- Oye… ¿Te importaría…? – No llegó a terminar.

No tardó en desviar su mirada de nuevo cuando le dio las gracias ¿Era la primera vez? Si, nadie se las había dado por nada. De hecho, eso provocó que frunciese un poco el ceño. Que Akira tomase sus propias decisiones lo diferenciaba de un sirviente y eso le gustaba. Se había sentido muy bien curándole el pie con sus conocimientos de medicina. Justo entonces él empezó con su mano y ella se dejó. Contuvo el dolor del alcohol y se dejó vendar de forma apropiada. Era una suerte que ambos conocieran curas de aquel tipo, así el herido podría ayudar al otro en caso de peligro. Ahora debían hacer otra cosa, como buscar un mejor barco con el que largarse de allí. La lancha no aguantaría viajes tan largos y apenas quedaba gasolina. Tendrían que buscar algo que pudiera llevarlos. Justo entonces dejó de pensar en aquello.

El sonido de un beso y el tacto de los labios del chico en su mano la hicieron mirarle fijamente. Era como si no se hubiese enterado de nada. Lentamente, el tono pálido de su cara fue enrojeciéndose y su ojo se abrió despacio. Cuando se dio cuenta de lo pasado se giró dándola espalda y tosiendo de forma violenta. Fingió estar haciendo eso para que él no lo notase ¡Maldita Akira! Nadie le había dado permiso para ejecutar aquello. Apretó los dientes y la venita de la frente se marcó de forma bastante notoria. Las ganas de lanzarlo por los aires aumentaron, pero fue capaz de relajarse a tiempo. No sabía a quién se había parecido con su mala leche. La imagen de cierto pelirrojo le vino a la mente sin saber el motivo. Negó con la cabeza y agarró su mano. Levantó y lo colocó contra la pared. Clavó su ojo en los suyos y le dedicó una sonrisa bastante sádica y siniestra.

- Debo admitir que no eres un imbécil. Al principio pensaba que tus actos iban buscando algo, pero ese beso en la mano, las caricias… Sin duda eres alguien del que me puedo fiar, Akira. Tienes mi confianza. – Una vez le dijo aquello le dio ella misma un beso en la frente.

En cuanto hizo eso soltó un suspiro y cogió a la ardilla con la mano derecha. La cabrona no se movía nunca de allí y aquello le hacía pensar que también deseaba ir con ellos. Tenía que ponerle un nombre. Por el momento pensaría unos cuantos y a la hora de dormir se decidiría. Empezó a caminar hasta llegar a una especie de posada en la zona más pobre de la ciudad. Entró con toda la calma del mundo y se dio cuenta de que había unas doce personas. Se acercó al tabernero y simplemente estiró la mano hacia él.

- Dame una habitación grande y libre para dos días. Los gastos los dará mi hermano pequeño. – Mencionó señalando al moreno.

El hombre se lo pensó, pero al ver a la luchadora fruncir el ceño tragó saliva y enseguida le tendió aquella llave. Jade entonces subió las escaleras dejando al moreno con los gastos. La habitación número doce era la más lejana y pegada a la derecha. Entró en ella dejándola abierta para cuando pasara su compañero y lo primero que hizo fue abrir la puerta del baño.

- Voy a darme una ducha. – Mencionó.

La chica de cabellos morados entonces cerró la puerta, aunque no echó el seguro, solo estaban ellos dos. Se quitó rápidamente la chaqueta, el pantalón y quedó en ropa interior. Poseía un sujetador blanco y unas braguitas blancas de encaje. Se miró al espejo despacio y se quedó así mirándose así misma durante un rato. Se había quedado paralizada, como si estuviera en su mundo.

- ¡Ah! – Gritó entonces al pisar un juguete que había tirado y hacerse un poco de daño.

Cuando dijo que él quería ducharse también no se frenó. Tan solo debería esperar a que ella terminase de hacerlo y después podría hacerlo sin que le molestasen. Ella continuaba maldiciendo al puto juguete que estaba allí tirado. Chasqueó la lengua de forma notoria y después de unos momentos se cruzó de brazos. El que hubiese puesto el chisme allí iba a pagárselas pero a base de bien. Cogió el pequeño artilugio y se dio cuenta de que era una baratija en forma de lámpara en miniatura. La tiró a un lado y después de eso se miró el pie despacio. Tan solo tenía la zona un poco enrojecida, por lo que no le dio mucha importancia a decir verdad. Soltó el mayor de los suspiros y tras unos segundos apretó los puños.

La puerta se abrió de repente y ella alzó el puño derecho dispuesta a atacar, pero entonces vio que se trataba de Akira. Ladeó la cabeza sin entender muy bien lo que él estaba haciendo allí. Le había dicho que iba a ducharse, pero cuando él dijo aquellas palabras entendió que fue por el grito. Asintió con la cabeza y entonces cayó en la cuenta. El ojo de la joven se abrió más de la cuenta y un notorio sonrojo se formó en su rostro. Ella estaba casi desnuda y muy expuesta… Las venas de su frente se marcaron, pero decidió no mandarlo a volar con una onda. Trató de relajarse y simplemente alzó la rodilla derecha para tapar sus braguitas. Con ambas manos ocultó su pecho a pesar del sujetador. Después de eso le miró algo nerviosa y con un tono de voz que decía lo difícil que le resultaba hablar.

- Solo he pisado un juguete… Y bueno…

Desvió la mirada hacia otro lado y tragó saliva. Encima ese descarado la había mirado durante más de tres segundos solo a… ¡Maldito Akira! Bueno, ella tampoco era para tanto, por lo que esa parte no le molestaba mucho. No se consideraba una chica sexy después de todo. Se mantuvo de pie con la espalda pegada a la pared y continuó mirándole despacio. La verdad es que estaba paralizada al estar en aquella situación y no se atrevía a agredirle. Un pinchazo en la zona del ojo la hizo dar un leve quejido y entonces llevó su mano derecha al parche. Lo acarició despacio y después de eso miró al suelo. No le gustaba mostrar esas cosas en público, pues podía ser una especie de debilidad. Tras relajarse un poco del dolor le miró de nuevo a él.

- Esto… ¿Quieres ducharte tú primero? – Le preguntó entonces mirándole fijamente.

Lo de amiga y que la quería mucho hicieron a la joven cerrar el ojo con fuerza y cruzarse de brazos. Miró a otro lado de hecho para que él no pudiera ver su rostro. Hubiese pensado que no le creía y estaba metiéndose con ella, pero visto lo del hospital y el veneno… Jade estaba hecha un lío y no tardó en soltar un pequeño suspiro. La verdad, estaba demasiado mareada últimamente con Akira. Era una persona a la que deseaba tener cerca en todo momento. Se mantuvo callada mientras continuaba esperando una respuesta y entrecerró el ojo despacio. De su boca salió un pequeño bostezo. Después de todo se echaría una buena siesta de ocho horas. Se rascó la cabeza despacio y tras unos segundos más trató de mirar hacia donde estaba el moreno ahora.

- ¿Qué estás…?

Se dio cuenta de que estaba bastante cerca. De hecho, el moreno tomó su barbilla y empezó a acercarse. Jade abrió su ojo de forma que parecía que estaba a punto de salirse de su sitio. Sus palabras murieron quedando muda totalmente. Notó sus manos y cuerpo temblar y su respiración se aceleró bastante. Miraba sus ojos, los cuales parecían fijos en su boca. Cada vez estaba más cerca de ella y la luchadora notó su cuerpo entero enrojecerse ¿Qué diablos iba a…? Ya a escasos centímetros de ella la joven no pudo evitar relajar su rostro despacio y abrir muy suavemente la boca. Estuvo a menos de un segundo de dejarse, pero entonces el moreno se alejó de ella. Jade frunció el ceño de forma notoria y ahora sí que estuvo a nada de golpearle. Al escuchar su disculpa no pudo evitar pegar su espalda a la pared. Sus piernas temblaron tanto que no pudo evitar quedar sentada. Pegó su cabeza a los azulejos y cerró su ojo despacio. Su rostro continuaba sonrojado y por ello negó un par de veces.

Pese al último piropo que recibió, Jade continuaba con la cabeza agachada. Trataba de controlar su respiración de la mejor forma posible ¿Había jugado con ella? No podía saberlo, pero en esos momentos le dolía un poco la situación. Ella estuvo a nada de besarle sin saber el motivo, pero que él se apartase fue algo humillante. Volvió a mostrar su faceta seria y se colocó en pie. Estiró su mano colocándose después la sudadera de nuevo y también se puso los pantalones. Sin embargo, quedó descalza. Se ajustó bien el parche y después de eso se relajó. La luchadora entonces mostró su típica faceta inexpresiva de siempre. Lo miró de cuello para abajo para evitar sus ojos y simplemente alzó la voz.

- Tengo mucho sueño, disculpa.

Pasó por su lado mirando al frente y con el rostro ensombrecido. La capitana salió del baño sin haberse duchado y lo siguiente que hizo fue dirigirse a la cocina. Tomó un vaso de agua y lo llenó tres veces, una cada vez que se lo bebía. Tras aquello miró que tan solo había una cama. Miró uno de los sofás despacio y tras unos momentos se tumbó en él en lugar de la cama. Colocó la cabeza en uno de los posa brazos y cerró su ojo. Pegó su frente de forma que quedara mirando al respaldo y de esa forma no vería la habitación. Se echó una manta por encima y chasqueó la lengua. Después de eso trató de dormir, no le apetecía estar despierta y estaría así bastante.

La luchadora abrió el ojo al cabo de las horas. Lo primero que hizo fue soltar un pequeño bostezo. Se levantó despacio y agachó la cabeza. No tenía ganas de ver nada, ni a nadie. Empezó a caminar despacio al mismo tiempo que escuchaba el sonido de un instrumento. Frunció un poco el ceño y se tapó las orejas mientras avanzaba al baño. Una vez allí cerró con el pestillo y activó el agua a tope, de esa forma haría ruido y no escucharía. Jade no soportaba la música. No le gustaba ni la voz, ni las arpas, ni los violines, ni los tambores ni ninguna clase de instrumento. Ella solo amaba el sonido de la tormenta y la lluvia. El resto eran estorbos. La ponían muy nerviosa. Modificó la temperatura del agua hasta dejarla caliente y se tumbó boca bajo debajo de ella. Notaba el cálido líquido en su espalda, la cual tenía algunas cicatrices.

Lentamente la bañera fue cubriéndose de agua. Ella estaba totalmente sumergida, conteniendo la respiración y con la mente en blanco. El parche se le desprendió del ojo, dejando a la vista aquella raja que lo cubría. Lo agarró de nuevo y se lo colocó despacio, apretándolo esta vez más para que nadie viese nada. Al cabo de un minuto entero sacó la cabeza y quedó bocarriba. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro y empezó a reírse. Su risa era sádica, caótica y parecía incluso forzada. Era la típica risa malvada psicótica vaya. Tras unos segundos riéndose así se arrancó las vendas de los nudillos, dejando la herida al aire libre. Chasqueó su lengua de nuevo y terminó de bañarse. Cuando salió se cubrió entera. Se puso unos pantalones gruesos, una camiseta, una chaqueta y encima un abrigo pese a que no hacía tanto frío. Calcetines y después sandalias. Salió del baño después vestida totalmente de invierno y fue a la cocina.

De nuevo llenó un total de tres veces el vaso. Una vez se lo bebió repetidamente, salió de la cocina y caminó de nuevo al sofá. Se tumbó de nuevo y se tapó totalmente con la manta. No pensaba dejar que nadie más viese su cuerpo más. Cerró su ojo despacio y se abrazó a sí misma. Pensaba volver a dormirse. ¿Cuánto llevaba sin comer? Desde la noche que conoció al moreno habían pasado dos o tres. Pensaba alimentarse en la taberna, pero debido a lo pasado había perdido el apetito totalmente. Se mantuvo allí tumbada con su ojo cerrado y con la ardilla en su mano derecha. En un par de días más podrían buscar un puto barco grande y largarse. Tosió unos momentos y después soltó un suspiro enorme.

Jade no tardó mucho en quedarse dormida de nuevo. No paraba de alimentarse solo de agua. Algo de fiebre le había dado, pero era tan terca que incluso estando enferma odiaba todo aquello. Se mantuvo así mucho raro, tanto que incluso pareció que dejó de respirar por algunos momentos. Cuando ella dormía era muy silenciosa, tanto que incluso parecía un cadáver.

Un leve tacto en la mejilla hizo a Jade abrir su ojo muy lentamente. Solo podía ser una persona quien estuviese tocándola, por lo que simplemente se encogió de hombros un poco apenada. De nuevo al cabo de unos segundos notó un olor atrayente y una mano posarse en su frente. La chica entonces se estremeció un poco y lo siguiente que hizo fue abrir despacio su ojo mientras le miraba a él con algo de fiebre. Se dio cuenta de que la estaba besando en la frente, por lo que pareció no darse cuenta. Escuchó sus palabras y miró a otro lado. Tras unos momentos él trató de colocarle un trapo en la frente. Cuando lo hizo esperó unos segundos y entonces fue cuando tomó su mano. La acarició despacio mientras gruñía un poco, después le miró directamente a los ojos.

Jade entonces continuó mirándole por unos segundos sin decir nada. En su rostro podía verse aquella mirada inexpresiva que siempre solía tener. Tosió un poco y después apretó un poco su mano de forma brusca, aunque sin intención alguna de hacerle algún daño.

- Tranquilo, tan solo me encapriché. Por alguna razón, tenía el egoísta deseo de que hubieras terminado lo que intentaste. Nunca me han… Bueno, da igual. Por un momento llegué a encontrarme bastante cómoda.

Una vez dijo aquello lo abrazó y sin darle tregua lo tumbó a su lado. Lo abrazó con posesión y cerró el ojo de nuevo pegando su frente a la de él. Estando tan cerca no pretendió molestarle, por lo que simplemente se dedicó a suspirar un poco. Le miró despacio al mismo tiempo que estiraba la mano muy despacio para acariciar su rostro. Miró a Akira fijamente estando bastante cerca de él y fue en ese momento cuando empezó a hablarle.

- Tal vez deberías irte a la cama o al menos alejarte… No quiero pegarte mi fiebre, Ak-kun. – Mencionó con un tono bastante bajo, pero lo suficiente alto como para que él se diese cuenta.

Estando bien abrigada y con él allí abrazado no quería moverse. Respiró de forma algo más fuerte mientras continuaba mirándole de una forma bastante neutral.

- Sabes… No pretendía incomodarte con esto, pero me gusta estar cerca de ti. Si vas a protegerme déjame al menos abrazarte unos momentos. Después podrás marchar a dormir si gustas. – Jade estaba tan cerca de él que incluso el aliento de sus palabras daría en el rostro del moreno.

La luchadora entonces rodeó su cuello con ambas manos y cerró su ojo despacio mientras mimaba la frente del chico con la suya propia. Se acercó un poco más a él y entonces abrió su ojo muy despacio.

- ¿Por qué no lo terminaste? Soy una mujer ruda, pero ante todo soy una mujer…

Jade soltó un pequeño suspiro de alivio cuando él dijo el motivo. Pensaba que le había dado nauseas o algo de ese tipo. La ladrona se mantuvo seria y abrazada a él mientras observaba sus ojos despacio y le escuchaba hablar. Las palabras que iba diciendo la hacían pensar y no tardó en analizar todo. Tenía miedo por perder a los seres que quería como era normal, pero ya era tarde entonces. No fue algo que hiciera a la luchadora estar cómoda, pero igualmente ella lo miró a los ojos despacio mientras continuaba abrazándole. Estaba bastante calentita con él pegado, más toda la ropa que llevaba puesta. Cuando él terminó de hablar, ella simplemente asintió con la cabeza y le acarició un poco el pelo.

- No debiste haber venido conmigo pues. Ahora estás a tiempo de salir por esa puerta antes de que decidas encariñarte conmi…

Antes de que Jade terminase su frase, los labios del chico estaban unidos a los de ella. El ojo de la chica se abrió de forma exagerada y un leve sonrojo cubrió su rostro. Sin poder evitarlo lo abrazó con mimo y se dejó. Ella movió sus labios de forma muy torpe contra los suyos al mismo tiempo que temblaba un poco. Su orbe se humedeció un poco y lo siguiente que hizo fue pegarse todo lo posible a él. Acarició sus cabellos quitándole la capucha y cerró su ojo mientras continuaba echada sobre él. Lo quería muchísimo aunque siempre estuviera de mal humor. En menos de tres días no podía estar si él. Sollozó un poco en su boca, pero rápidamente se relajó.

Tras acariciarle un poco la mejilla de forma dulce separó sus labios de él. Le miró permaneciendo callada y lo siguiente que hizo fue mirarle de forma calmada. Pasó sus dedos por sus labios y después le besó de nuevo sin poder contenerse. Estuvo mínimo veinte segundos besándole con mucho cuidado, aunque se notaba que era muy torpe en el tema. Cuando pudo se separó y le miró.

- En ese caso no dejes de amarme… Si de verdad me amas, no pares nunca. Llévalo al extremo y deja salir todas tus emociones. Rompe tu máscara y sé sincero con tu capitana, Akira…

En cuando le dijo aquello no pudo evitar echarse sobre él. Se sentó en su abdomen y de nuevo unió sus labios con él. Suspiró en su boca y respiró también en ella. Soltó un leve suspiro y permaneció con su frente unida a la de él. Respiraba sin parar sobre su rostro y temblaba un poco al mismo tiempo que lo seguía abrazando.

- M-me gustas… Has sido la única persona a la que he dejado besarme y… Eso es porque creo que te quiero. – Terminó de decir mientras volvía a besarle confirmando que lo amaba.

Jade continuaba abrazada a él, mirándole a los ojos en todo momento y con una expresión totalmente calmada. Notó su abrazo y no tardó en seguirlo, uniendo sus manos con el cuello de él y observándole en todo momento. Pudo ver una sonrisa en el rostro del moreno, pero a ella no le salían tan bien. Se mantuvo seria mientras continuaba mirándole tranquilamente. Justo cuando iba a hablar, los labios de su hombre cortaron y entraron en contacto con los suyos. Cerró su ojo con fuerza y trató de seguirlo de forma torpe. Cuando él metió su lengua dentro de la boca de la luchadora, esta notó su piel cambiar a rojo totalmente. Se encogí de hombros al mismo tiempo que temblaba un poco. Intentó acariciar la de Akira con la suya propia dentro de su boca, pero le costaba mucho. Tener la lengua del moreno dentro de la boca acariciando todo su interior la hizo soltar un tierno gemido.

Esperando porque él no lo hubiese escuchado, respiró cuando él se separó y un poco de saliva cayó por sus comisuras, haciéndola mirar a otro lado muerta de vergüenza. Cuando él le acarició la mejilla y dijo aquellas palabras no pudo evitar abrazarle, no le dejaría ir por la sopa. De hecho, continuaba demasiado sensible para dejarle marchar. Lo abrazó con fuerza y pegó su rostro al pecho de él. Con sus manos acarició sus cabellos despacio y después de unos momentos pasó a su cuello muy lentamente. Soltó un leve suspiro y trató de pasar el sonrojo que tenía ocupándole toda la cara. Levantó la mirada un poco tímida y observó fijamente a Akira.

- N-no me gusta mucho la sopa. Si le añades algo de arroz al caldo y de paso un poco de pescado me lo comeré. Por ahora, déjame abrazarte. – Mencionó mientras se pegaba mucho más a él.

Unió su frente a la suya y después de unos momentos se limpió la saliva de las comisuras con la mano. No sabía lo que hacer, pero lo que estaba claro era que no pensaba moverse del lado de Akira. Un capitán moría por sus hombres al fin y al cabo. Le dedicó una pequeña e imperceptible sonrisa y después de unos momentos le dio un pequeño pico en los labios. Continuó acariciándole la cabeza despacio y después estiró su mano hacia él. Metió los dedos por debajo de su ropa y los llevó a su pecho. Lo tocó muy despacio y con curiosidad, pues no había tocado a alguien nunca. Era el precio de haber vivido siempre sola. Una vez terminó de palpar bien los abdominales, torso y brazos le miró a los ojos de nuevo.

- Llévame lo que te he pedido a la cama sobre una bandeja si no te importa, pero con una condición. Prepara doble ración y come a mi lado, Akira…

En cuanto dijo aquello se colocó en pie y caminó despacio hasta el baño. Tras mojarse un poco el rostro se miró al espejo y pudo ver una sonrisa. Negó con la cabeza haciendo una mueca irónica y volvió esta vez a la única cama. Se tumbó y esperó paciente a…A su chico.

Jade observaba la pared de en frente con una mirada calmada. Estaba mucho más relajada y ahora que sus sentimientos estaban conformes en cuanto a Akura, podía comer tranquilamente. Entrecerró su ojo concentrándose y se dio cuenta de que también iban a tener que empezar con los entrenamientos. Unas cuantas cosas se le venían a la mente, pero todas tenían que ver con explosiones y destrucción. Una gota de sudor cayó por su cabeza y lo siguiente que hizo fue frotarse despacio la frente. Bostezó con fuerza y lo siguiente que hizo fue estirar su mano hacia el frente. Empezó a concentrarse despacio y soltó un leve suspiro. De sus dedos empezó a emerger una especie de aura de color verde esmeralda. Poco a poco fue volviéndose más intensa, hasta que después de unos momentos desapareció dejando un pequeño rastro de polvo verdoso y brillante. Ella sonrió.

- Vaya, no es tan difícil como me pensaba que iba a ser. – Mencionó por lo bajo al mismo tiempo que su mirada sádica volvía a ocupar su rostro.

No tardó en darse cuenta de que Akira llegaba y tosió disimulando un poco. Ella cogió el plato con la mano y dejándolo sobre la mesa se incorporó un poco en la cama. Miró el tazón y cogió la cuchara mientras miraba el contenido. Había arroz y pescado como le había pedido y eso la hizo relamerse. Tenía bastante hambre a decir verdad y su estómago rugió de nuevo. Sin pensárselo ni un poco empezó a comer con ansia, como si le fueran a robar o algo. El sabor estaba delicioso sin duda y la mezcla del pescado era perfecta. Que hubiese agua no le hacía gracia, pero no se quejaría de eso debido al hambre que tenía. Se quedó mirándole unos momentos y le habló con un tono calmado y relajado.

- Ya que estaremos aquí un tiempo, dime tres cosas que te gustaría hacer. De esa forma creo que no nos aburriremos ninguno de los dos. De hecho, empezaré por las mías. – Tosió un poco y después de tragar el arroz le miró a los ojos. – Entrenar un poco, hablar de planes futuros y recibir masajes.

En cuanto terminó volvió a meterse comida en la boca. Cerró los ojos masticando con calma y disfrutando del delicioso sabor que ahora invadía su boca. A lo mejor para su gusto habría echado un poco de sal, pero dejó de pensar en quejas, pues quejarse era su especialidad. Terminó en menos de dos minutos, dejando las raspas y de milagro. Se relamió un poco y después de eso se tumbó felizmente bocarriba. Negó con la cabeza al sentirse mejor y después de unos momentos se quedó mirándole. Ahora esperaba sus tres peticiones para aquellos días y al mismo tiempo vería su reacción ante esa comida que él mismo había hecho. En su rostro se veía aquella sonrisa sádica que siempre solía tener cada minuto que pasaba. A lo mejor esta vez era más por estar feliz que por otra cosa.

La chica empezó a escuchar bien las peticiones que había pedido el moreno. La primera de todas la hizo asentir con la cabeza, pues también iba a ser una de las suyas, pero algo le dijo que él la elegiría, así no gastaría una. Una sonrisa maliciosa se formó en su rostro al pensar en eso. Ahora que tenía una de su parte, le faltaban las otras dos para ver lo que le pedía. Cuando llegó la segunda no pudo evitar ladear un poco la ceja, pues nunca había estado en unos. Lo concedió sin problemas pensando en cómo podía ser eso. A lo mejor era tan bueno como lo pintaban y lo pasaba bien. Debía comprobar primero aquello antes de decidirse por algo. Tosió unos segundos y después se preparó para escuchar la tercera cosa que quisiera pedirle el chico.

- Por ahora las veo todas bastante coherentes. – Susurró mientras le miraba.

En ese momento llegó la tercera cosa. El ojo de la joven se abrió de una forma exagerada, demasiado quizás. Su rostro se puso rojo como un tomate y las venas de su frente se marcaron bastante. Torció el gesto y sus dientes relucieron mientras ella apretaba los puños. Que hostión se iba a llevar por semejante petición. Cuando iba a darle una serie de manotazos en el rostro se fue a hacer lo que fuera. Ella entonces se quedó en el colchón bocabajo y enrojecida por el momento. No se negó, por lo que iba a darle la cita. Cuanto él volvió a sentarse ella escuchó sus palabras y se rascó un poco la cabeza. Acarició despacio a su ardilla y después de unos momentos le miró a él.

- Yo no tengo mucho sueño que digamos, de hecho, tengo un poco más de hambre, me comía ahora cualquier cosa. – Mencionó acariciándole el brazo.

Justo entonces se dio cuenta de lo mal que había sonado y rápidamente tosió de forma exagerada esperando que no se hubiese dado cuenta, pero sí que deseaba continuar comiendo. Continuó acariciando su brazo sin darse cuenta y con su ojo puesto en todo momento sobre los de él. En verdad había dormido bastante, por lo que sería difícil si ella se dormía en las próximas horas.

- Mientras tú descansas creo que voy a bajar a ver si como algo más. Estaba delicioso, pero necesito algo más de cantidad para llenarme. Tal vez después me quedó un rato mirando la noche, así que… ¿Te quedas descansando? – Le preguntó en ese momento mientras retiraba su mirada hacia otro lado.