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¡Buenos días reclutas! ¿Todos habéis recibido vuestro sobre con la invitación a participar en la Búsqueda del Superhombre? Mira a tu derecha. Ahora, a tu izquierda. ¿Puedes verlo? No, porque eres tú. Al menos, ése fue el discurso motivacional que dio el Almirante de la Flota justo antes de embarcar. Además, al llegar a Marineford os fue asignado un número, el mismo que el del barco al que os hicieron subir. Ahí os separaron en una serie de grupos, con un destino desconocido, y lo único que recordáis son las últimas palabras de Minato, despidiéndoos.
-Sólo uno alcanzará su noble objetivo, pero todos alcanzaréis la gloria. Partid con honor.
Vuestro barco… Era diferente al resto. Era de color rosa y sus banderas de colores desde amarillo hasta verde, con algunos animales como flamencos y ponys. Incluso suena música New Age, que se va intensificando según os acercáis a la siniestra isla que en su día perteneció al infame Yonkou Legan Legim: Momoiro.
Desembarcáis en el puerto principal de la isla. A Smileyman y Kupkakekid no parece que les vaya a ser muy difícil camuflarse entre el ambiente carnavalesco, pero los demás igual tienen problemas. De momento, todos bailan, incluso ese tipo que está envuelto en llamas. Vuestro objetivo es… (abriendo sobres) ¡Cambiar la bandera del castillo por una del Gobierno Mundial! Ah, y para ello tenéis que lograr hacerlo sin matar a nadie. Si herís a más de tres personas por cabeza, igual también hay problemas. ¡Hora de comenzar con vuestra infiltración!
-Sólo uno alcanzará su noble objetivo, pero todos alcanzaréis la gloria. Partid con honor.
Vuestro barco… Era diferente al resto. Era de color rosa y sus banderas de colores desde amarillo hasta verde, con algunos animales como flamencos y ponys. Incluso suena música New Age, que se va intensificando según os acercáis a la siniestra isla que en su día perteneció al infame Yonkou Legan Legim: Momoiro.
Desembarcáis en el puerto principal de la isla. A Smileyman y Kupkakekid no parece que les vaya a ser muy difícil camuflarse entre el ambiente carnavalesco, pero los demás igual tienen problemas. De momento, todos bailan, incluso ese tipo que está envuelto en llamas. Vuestro objetivo es… (abriendo sobres) ¡Cambiar la bandera del castillo por una del Gobierno Mundial! Ah, y para ello tenéis que lograr hacerlo sin matar a nadie. Si herís a más de tres personas por cabeza, igual también hay problemas. ¡Hora de comenzar con vuestra infiltración!
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El rubio miraba la rosada isla desde la cubierta del barco. Debía admitir que el almirante de la flota era un tipo majo a primera vista. Minato era todo lo contrario a lo que pensaba, le había caído genial. Tal vez se emocionó más de la cuenta, pero todo el mundo cometía errores. Un bostezo salió de la boca del agente y después de unos segundos se estiró como pudo. Se había dado cuenta de que sus compañeros iban todos con raros disfraces. Un chico con antifaz, un hombre con una sábana… No entendía si era carnaval o algo, pero iría con ojo. “A la mierda” Pensó mientras miraba a otro lado. Tener a unos hombres enmascarados tras su culo en una isla de okamas daba un poco de mal rollo. Taiga por suerte no se ofendería siempre y cuando no intentasen cosas raras, pues no sentía atracción por nada. Muchas veces llegó a pensar que era asexual. De hecho, sería el primero en abrazar a todo el mundo y reír.
Su forma de vestir consistía en una chaqueta negra, la cual llevaba abierta dejando ver su torso desnudo. Un pantalón oscuro y unas botas marrones. Portaba también una mochila a su espalda con algo de comida y agua. Se rascó un momento la cabeza y después activó su mantra. Detectó y analizó bien las auras de sus compañeros. Cuando supo lo de la misión pidió la bandera del gobierno mundial y si se la concedían la metería doblada y con cuidado en su enorme mochila. Si no entraba, la doblaría muchísimo si hacía falta. Justo entonces olisqueó un poco el ambiente y se quedó mirando fijamente al tío de la sábana (Arthur). Ese olor le sonaba, pero con la cantidad de cosas que olisqueaba… A saber de qué.
Una vez en el puerto pudo ver todo lo que se había formado, incluso un tipo en llamas bailando. El lobo dio un paso hacia atrás y tras negar un poco mostró su mejor sonrisa. Se giró y se quedó mirando a los tipos que iban a ser sus compañeros. De nuevo sintió algo de nervios al verlos a todos vestidos de forma rara. Tosió un poco y después los saludó haciendo una leve reverencia y manteniendo una sonrisa amable en todo momento.
- Mi nombre es Taiga Redfield, será un placer trabajar con vosotros, colegas. Ya veo que todos ocultan sus rostros, pero yo no sabía que era carnaval, por lo que os ofrezco mi humilde puño. – Dijo estirándolo hacia los tres para que chocaran con él y saludasen.
Lo hicieran o no, el luchador se giraría y miraría el ambiente. Sin decir nada empezaría a caminar con su mantra atento, olisqueando todo lo posible y avanzando a un paso normalito. Debía admitir que aquella gente sabía pasárselo bien. Trataría de pegarse todo lo posible al joven del antifaz, seguro que era el más poderoso de todos. Su olor a entrenamiento, sudor, lágrimas y sangre era intenso.
- ¿Algún plan que no sea sonreír y saludar?
Su forma de vestir consistía en una chaqueta negra, la cual llevaba abierta dejando ver su torso desnudo. Un pantalón oscuro y unas botas marrones. Portaba también una mochila a su espalda con algo de comida y agua. Se rascó un momento la cabeza y después activó su mantra. Detectó y analizó bien las auras de sus compañeros. Cuando supo lo de la misión pidió la bandera del gobierno mundial y si se la concedían la metería doblada y con cuidado en su enorme mochila. Si no entraba, la doblaría muchísimo si hacía falta. Justo entonces olisqueó un poco el ambiente y se quedó mirando fijamente al tío de la sábana (Arthur). Ese olor le sonaba, pero con la cantidad de cosas que olisqueaba… A saber de qué.
Una vez en el puerto pudo ver todo lo que se había formado, incluso un tipo en llamas bailando. El lobo dio un paso hacia atrás y tras negar un poco mostró su mejor sonrisa. Se giró y se quedó mirando a los tipos que iban a ser sus compañeros. De nuevo sintió algo de nervios al verlos a todos vestidos de forma rara. Tosió un poco y después los saludó haciendo una leve reverencia y manteniendo una sonrisa amable en todo momento.
- Mi nombre es Taiga Redfield, será un placer trabajar con vosotros, colegas. Ya veo que todos ocultan sus rostros, pero yo no sabía que era carnaval, por lo que os ofrezco mi humilde puño. – Dijo estirándolo hacia los tres para que chocaran con él y saludasen.
Lo hicieran o no, el luchador se giraría y miraría el ambiente. Sin decir nada empezaría a caminar con su mantra atento, olisqueando todo lo posible y avanzando a un paso normalito. Debía admitir que aquella gente sabía pasárselo bien. Trataría de pegarse todo lo posible al joven del antifaz, seguro que era el más poderoso de todos. Su olor a entrenamiento, sudor, lágrimas y sangre era intenso.
- ¿Algún plan que no sea sonreír y saludar?
Gareth Silverwing
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Definitivamente, estaba demostrado que el almirante de flota era un payaso y que las misiones, por lo menos la que le habían mandado, eran un chiste. Ir a una isla a cambiar una bandera, y... de esta guisa. Habían pintado al barco como, una mezcla entre una ramera de Jaya y el barco de fantasía de una niña de 7 años. Los marines vestían también de una forma demasiado pintoresca, si no fuera un requisito para el éxito de la misión me pondría a repartir disciplina a diestro y siniestro.
Para variar este ambiente no me ponía de muy buen humor, llevaba tres días sin dormir y el viaje no había ayudado en absoluto a solucionar ese problema. El café era mediocre y no conocía a la mitad del operativo que se me había asignado. Uno de ellos era un CP alegre, demasiado, y con unas pintas que yo no recomendaría en una isla como Momoiro. Parecía querer que chocásemos los puños en señal de camaradería.
Miré al puño, lo miré a el, miré al puño, lo volví a mirar a él, miré a Cupcakekid, miré al puño, miré al otro... y me dí la vuelta para largarme un momento a mi camarote. Por el camino pasé delante del armario de mantenimiento y agarré una brocha y un bote de alquitrán. Una vez en el camarote me quité la sábana de encima y la puse sobre el suelo. Mojé la brocha en el alquitrán y me puse a dibujar. No tardé mas de cinco minutos en acabar, una vez lo hice me la puse por encima con el dibujo mirando hacia dentro para que no se viese. Para evitar que se transparentase me puse otra sábana más por encima, todas eran blancas y de la misma medida por lo que no se notaría mucha diferencia.
Cuando terminé regresé en silencio a la cubierta con el resto, ya tenía preparado un plan de contingencia por la cosa se torcía... y terminaría torciéndose.
Para variar este ambiente no me ponía de muy buen humor, llevaba tres días sin dormir y el viaje no había ayudado en absoluto a solucionar ese problema. El café era mediocre y no conocía a la mitad del operativo que se me había asignado. Uno de ellos era un CP alegre, demasiado, y con unas pintas que yo no recomendaría en una isla como Momoiro. Parecía querer que chocásemos los puños en señal de camaradería.
Miré al puño, lo miré a el, miré al puño, lo volví a mirar a él, miré a Cupcakekid, miré al puño, miré al otro... y me dí la vuelta para largarme un momento a mi camarote. Por el camino pasé delante del armario de mantenimiento y agarré una brocha y un bote de alquitrán. Una vez en el camarote me quité la sábana de encima y la puse sobre el suelo. Mojé la brocha en el alquitrán y me puse a dibujar. No tardé mas de cinco minutos en acabar, una vez lo hice me la puse por encima con el dibujo mirando hacia dentro para que no se viese. Para evitar que se transparentase me puse otra sábana más por encima, todas eran blancas y de la misma medida por lo que no se notaría mucha diferencia.
Cuando terminé regresé en silencio a la cubierta con el resto, ya tenía preparado un plan de contingencia por la cosa se torcía... y terminaría torciéndose.
Leiren Evans
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Ahí estaba, en una de las islas más aleatorias de todos los mares vestido con EL TRAJE y junto a otras dos personas, una de ellas, obviamente, Smileyman. Si por alguna casualidad no conociera su identidad real solo me haría falta activar durante una milésima de segundo el haki mantra para notar el odio hacia el mundo que emanaba debajo de esa manta. Pero por suerte no necesitaba hacerlo, así que podía centrarme en el por qué estábamos en aquel lugar.
Y parecía que Smileyman también estaba centrándose, por todo el tiempo que estuvo cambiando la mirada entre el rubio, el puño que tenía en el aire para que alguien se lo chocara y yo. Y cuando digo que estaba centrándose, me refiero más bien a que estaba a punto de explotar y empezar a repartir disciplina a diestro y siniestro. Por un segundo pensé que iba a partirle la boca al rubiales, pero por suerte se dio la vuelta y se metió en el barco. Bueno, "por suerte", porque era capaz de irse y llevarse el barco con él.
Intenté no pensar mucho en esa posibilidad, y con una sonrisa mientras mi pelo verde se mecía debajo del sombrerito de muffin le choqué el puño en muestra de camaradería.
—Siento la actitud de mi compañero... Pero por favor, no vuelvas a intentar chocarle el puño, por favor —diría casi en forma súplica.
A partir de ahí todo sería intentar actuar lo más normal posible —cosa que tanto para mí como para Smileyman podría llegar a ser sencillo, teniendo en cuenta cómo íbamos vestidos— y colocar la bandera del gobierno. Pensé en mis pergaminos y en lo que había guardado en ellos antes de salir por si daba la casualidad de que las cosas se complicaban. Y, mientras veía volver a Smileyman, sonreí con una gota de sudor cayéndome por el rostro. Aquello iba a ser divertido.
Y parecía que Smileyman también estaba centrándose, por todo el tiempo que estuvo cambiando la mirada entre el rubio, el puño que tenía en el aire para que alguien se lo chocara y yo. Y cuando digo que estaba centrándose, me refiero más bien a que estaba a punto de explotar y empezar a repartir disciplina a diestro y siniestro. Por un segundo pensé que iba a partirle la boca al rubiales, pero por suerte se dio la vuelta y se metió en el barco. Bueno, "por suerte", porque era capaz de irse y llevarse el barco con él.
Intenté no pensar mucho en esa posibilidad, y con una sonrisa mientras mi pelo verde se mecía debajo del sombrerito de muffin le choqué el puño en muestra de camaradería.
—Siento la actitud de mi compañero... Pero por favor, no vuelvas a intentar chocarle el puño, por favor —diría casi en forma súplica.
A partir de ahí todo sería intentar actuar lo más normal posible —cosa que tanto para mí como para Smileyman podría llegar a ser sencillo, teniendo en cuenta cómo íbamos vestidos— y colocar la bandera del gobierno. Pensé en mis pergaminos y en lo que había guardado en ellos antes de salir por si daba la casualidad de que las cosas se complicaban. Y, mientras veía volver a Smileyman, sonreí con una gota de sudor cayéndome por el rostro. Aquello iba a ser divertido.
Bueno, mientras vuestra incapacidad para tomar una decisión estratégica impide que avancéis, tenéis la suerte de contemplar una hermosa mujer okama (hermosa como mujer, no como okama) que retoza con un sinfín de travestis sobre un gigantesco burro de color rosa. Os lanza un beso a cada uno, aunque más que agraciados sentís un repentino escalofrío, y se marcha.
En línea recta, atravesando el carnaval, podéis ver el castillo de Kamabaka, donde aún ondea la bandera de Legim. Podéis atreveros a quitarla si deseáis, pero puede ser muy peligroso y, además, para hacerlo tenéis que atravesar los amplios caminos llenos de gente bailando. ¿Podréis superar esta dura prueba?
En línea recta, atravesando el carnaval, podéis ver el castillo de Kamabaka, donde aún ondea la bandera de Legim. Podéis atreveros a quitarla si deseáis, pero puede ser muy peligroso y, además, para hacerlo tenéis que atravesar los amplios caminos llenos de gente bailando. ¿Podréis superar esta dura prueba?
Kenmei Shiba
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Todo aquello me sacaba de juicio, no podía creer que esto me estuviera pasando a mi. No sé por qué acudí al evento, supongo que porque me dio la impresión de que por fin estaban dándose cuenta de mi valor... Pero entre aquel estúpido discurso digno de un niño de siete años y el horrible barco en el que me metieron...
El viaje fue insoportable, aquella música me taladraba los tímpanos, la gente vestía con un gusto pésimo y estábamos rodeados de animales inútiles. Prácticamente estábamos llamando la atención, solo faltaba una señal luminosa que dijera: "SUBNORMALES A BORDO".
Me mantuve encerrado en el camarote todo el rato, sufriendo y quejándome de todo lo que me rodeaba. Al menos me desahogué a gusto. Cuando el barco se detuvo al llegar a nuestro destino, me puse el haori encima de mi ropa habitual y, mientras cogía mi mochila, me puse la máscara. -¡Vamos allá! -Exclamé, con cierta positividad, esperando que, al menos, la misión me satisfaciera.
Una vez me asomé a la isla, tuve el enorme deseo de volver al barco y salir de allí cuanto antes. ¿No había NADA que fuera más apropiado para mí? ¿En serio? Parecía que mis superiores se estaban mofando de mí.
Dirigí la mirada hacia mis compañeros y... me alegré de llevar la máscara puesta, pues de otro modo hubieran podido ver mi cara de desagrado y frustración. Estaba rodeado de imbéciles, no había duda alguna. Probablemente serían más fuertes que yo, pero eso no importaba. Leer la misión solo hizo que me enfadara aún más. ¿Cambiar una bandera? ¡Que manden a cualquiera que pueda volar a cambiarla! Yo tenía cosas mil veces más importantes que hacer en mi laboratorio.
Sin embargo, luego empecé a pensar sobre la situación con un enfoque distinto. -“Bueno, si me dan una misión fácil con compañeros idiotas... Es mi oportunidad para brillar ¿no?” -Una amplia y maligna sonrisa se formó en mi oculto rostro.
Mientras hacía mi reflexión, el rubio dijo algunas cosas, pero, aunque pude escucharlo, lo ignoré un poco, al menos hasta que el de la sábana volvió. Ah, sí, sin olvidar la desagradable escena de aquella mujer de cuyo género dudaba.
-Bueno... Yo soy Kenmei, Kenmei Shiba. Soy un científico. Y eso... -Dije señalando a la bandera, manteniendo el mismo tono sin sentimiento, desganado. - ...eso es nuestro objetivo. Será mejor que nos pongamos en marcha. ¿Alguna Idea? Cualquiera que pueda volar puede ir para allá...
Sinceramente, no tenía confianza alguna en que sugirieran un plan con sentido, por lo que, si nadie tomaba la iniciativa, tendría que usar mis poderes para volar yo y hacer aquello para lo que habíamos venido.
El viaje fue insoportable, aquella música me taladraba los tímpanos, la gente vestía con un gusto pésimo y estábamos rodeados de animales inútiles. Prácticamente estábamos llamando la atención, solo faltaba una señal luminosa que dijera: "SUBNORMALES A BORDO".
Me mantuve encerrado en el camarote todo el rato, sufriendo y quejándome de todo lo que me rodeaba. Al menos me desahogué a gusto. Cuando el barco se detuvo al llegar a nuestro destino, me puse el haori encima de mi ropa habitual y, mientras cogía mi mochila, me puse la máscara. -¡Vamos allá! -Exclamé, con cierta positividad, esperando que, al menos, la misión me satisfaciera.
Una vez me asomé a la isla, tuve el enorme deseo de volver al barco y salir de allí cuanto antes. ¿No había NADA que fuera más apropiado para mí? ¿En serio? Parecía que mis superiores se estaban mofando de mí.
Dirigí la mirada hacia mis compañeros y... me alegré de llevar la máscara puesta, pues de otro modo hubieran podido ver mi cara de desagrado y frustración. Estaba rodeado de imbéciles, no había duda alguna. Probablemente serían más fuertes que yo, pero eso no importaba. Leer la misión solo hizo que me enfadara aún más. ¿Cambiar una bandera? ¡Que manden a cualquiera que pueda volar a cambiarla! Yo tenía cosas mil veces más importantes que hacer en mi laboratorio.
Sin embargo, luego empecé a pensar sobre la situación con un enfoque distinto. -“Bueno, si me dan una misión fácil con compañeros idiotas... Es mi oportunidad para brillar ¿no?” -Una amplia y maligna sonrisa se formó en mi oculto rostro.
Mientras hacía mi reflexión, el rubio dijo algunas cosas, pero, aunque pude escucharlo, lo ignoré un poco, al menos hasta que el de la sábana volvió. Ah, sí, sin olvidar la desagradable escena de aquella mujer de cuyo género dudaba.
-Bueno... Yo soy Kenmei, Kenmei Shiba. Soy un científico. Y eso... -Dije señalando a la bandera, manteniendo el mismo tono sin sentimiento, desganado. - ...eso es nuestro objetivo. Será mejor que nos pongamos en marcha. ¿Alguna Idea? Cualquiera que pueda volar puede ir para allá...
Sinceramente, no tenía confianza alguna en que sugirieran un plan con sentido, por lo que, si nadie tomaba la iniciativa, tendría que usar mis poderes para volar yo y hacer aquello para lo que habíamos venido.
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Akuma no mi
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Miré a la cabalgata, miré al okama, miré a la bandera de Legim, miré al puño del tal Taiga, miré al tal Kenmei, miré a Kupkakekid, choqué el puño con Taiga para no alternar mi mirada entre más cosas (me dolía el cuello). Tras hacer algo que calificaría de estupidez, me puse delante de Kenmei, puse mi mano sobre su hombro y con la otra alcé el pulgar en signo de aprobación. Tras eso bajé del barco y les hice unas señas para que se apartasen un poco si estaban cerca de mí.
- Es peligroso estar cerca de mí durante una misión de infiltración. Yo los/las distriago, vosotros encontrad una manera de cambiar la bandera. - Dije mientras me ponía de cuclillas.
Pasé a concentrar todas mis fuerzas en mis piernas mientras activaba mi Trans Am y mi 0 Raiser para salir disparado a la mayor velocidad posible. Un aura rojiza me rodeó y un silbido de viento a presión comenzó a salir por debajo de las mantas. Me agarré con todas mis fuerzas al suelo mientras ponía el reactor del 0 Raiser a toda potencia. Justo en el momento en el que me soltase saltaría con el Force Step para incrementar lo máximo posible la aceleración en dirección a una de las paredes medianamente altas del castillo. Mi salida fue cuanto menos sonora, liberando una onda de choque y dejando un pequeño cráter en el suelo.
- Arthur. - Preguntó Zinogre en mi cabeza.
- Dime. - Contesté en mi mente.
- ¿Por qué te referiste antes a los okamas como ambos géneros a la vez, está claro que son hombres?
- Porque en esta época hay que usar los términos políticamente correctos.
Continuamos la discusión sobre el término correcto para referirnos a un okama y a su confuso género mientras volábamos en dirección hacia el castillo. Una vez cerca trataría de golpear la pared lo más fuerte que pudiese para... acceder de forma forzosa al interior. Una vez dentro trataría de causar el máximo revuelo posible para que los/las guardias no molestasen al resto.
- Es peligroso estar cerca de mí durante una misión de infiltración. Yo los/las distriago, vosotros encontrad una manera de cambiar la bandera. - Dije mientras me ponía de cuclillas.
Pasé a concentrar todas mis fuerzas en mis piernas mientras activaba mi Trans Am y mi 0 Raiser para salir disparado a la mayor velocidad posible. Un aura rojiza me rodeó y un silbido de viento a presión comenzó a salir por debajo de las mantas. Me agarré con todas mis fuerzas al suelo mientras ponía el reactor del 0 Raiser a toda potencia. Justo en el momento en el que me soltase saltaría con el Force Step para incrementar lo máximo posible la aceleración en dirección a una de las paredes medianamente altas del castillo. Mi salida fue cuanto menos sonora, liberando una onda de choque y dejando un pequeño cráter en el suelo.
- Arthur. - Preguntó Zinogre en mi cabeza.
- Dime. - Contesté en mi mente.
- ¿Por qué te referiste antes a los okamas como ambos géneros a la vez, está claro que son hombres?
- Porque en esta época hay que usar los términos políticamente correctos.
Continuamos la discusión sobre el término correcto para referirnos a un okama y a su confuso género mientras volábamos en dirección hacia el castillo. Una vez cerca trataría de golpear la pared lo más fuerte que pudiese para... acceder de forma forzosa al interior. Una vez dentro trataría de causar el máximo revuelo posible para que los/las guardias no molestasen al resto.
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Taiga ladeó un poco la cabeza cuando el chico del sombrero de pastel le dijo aquellas palabras, pero le alegró que él chocase el puño en señal de colaboración. Siempre solía hacerlo para comprobar quién tenía un puto orgullo que solo serviría para molestar y quién olvidarías las tonterías. El chico del antifaz ya tenía su protección. No entendía el motivo por el que debía no ofrecer más la mano al tío de las sábanas, pero le dio igual. Mantuvo su sonrisa y el puño en el aire. Al cabo de unos momentos el tío de las sábanas le chocó y el lobo del gobierno asintió. Ahora sí estaba listo para colaborar con ellos. El otro hombre de la máscara, no hizo caso a su buen acto y pareció estar a su bola. El rubio suspiró y se quedó mirándolo fijamente a la máscara.
- Los científicos sois unos estirados. No se te va a caer la mano por un chocar un puño, tío. Pero en fin, Magdalena-chan, a mi espalda. – Dijo con un tono alegre y clavando una rodilla en el suelo.
Se apartó lo justo para ver al hombre sábana salir disparado contra una pared y habiendo usando algún tipo de habilidad. Si el chico del antifaz se había subido le pediría que se agarrase fuerte. Taiga no esperó más y salió pitando tras el tío sábana. Había activado el soru para ello, por lo que no lo perdería de vista. Siguió el mismo recorrido que su compañero, pero llegando a la pared del castillo saltó hacia los cielos. De la planta de sus pies surgió un estallido de energía mientras él susurraba.
- Reizu…
Salió disparado hacia la bandera y sin pensárselo trató de estampar su puño contra el palo para partirlo. Si lo había logrado aterrizaría al lado con su compañero magdalena y se quitaría la mochila de la espalda, junto al chico. Dejó en el suelo la mochila y tras abrirla sacó la bandera. Miró al joven del antifaz si le había seguido, aunque si no, seguramente habría intentado cogerlo en brazos sin permiso.
- Coloca esto, me ocuparé de cubrirse de cualquier mal. – Mencionó guiñándole el ojo.
Taiga se quitó la chaqueta quedando con el torso al descubierto y se quedó cerca de su compañero. Lanzó algunos golpes al aire calentando músculos y se preparó para las oleadas aéreas, pues el resto podría ocuparse sábana, su aura era poderosa. Tenía métodos para no dañar a nadie, por lo que no habría problema. No se había preocupado por el científico… ¡Todo por no chocar el puto puño!
- Los científicos sois unos estirados. No se te va a caer la mano por un chocar un puño, tío. Pero en fin, Magdalena-chan, a mi espalda. – Dijo con un tono alegre y clavando una rodilla en el suelo.
Se apartó lo justo para ver al hombre sábana salir disparado contra una pared y habiendo usando algún tipo de habilidad. Si el chico del antifaz se había subido le pediría que se agarrase fuerte. Taiga no esperó más y salió pitando tras el tío sábana. Había activado el soru para ello, por lo que no lo perdería de vista. Siguió el mismo recorrido que su compañero, pero llegando a la pared del castillo saltó hacia los cielos. De la planta de sus pies surgió un estallido de energía mientras él susurraba.
- Reizu…
Salió disparado hacia la bandera y sin pensárselo trató de estampar su puño contra el palo para partirlo. Si lo había logrado aterrizaría al lado con su compañero magdalena y se quitaría la mochila de la espalda, junto al chico. Dejó en el suelo la mochila y tras abrirla sacó la bandera. Miró al joven del antifaz si le había seguido, aunque si no, seguramente habría intentado cogerlo en brazos sin permiso.
- Coloca esto, me ocuparé de cubrirse de cualquier mal. – Mencionó guiñándole el ojo.
Taiga se quitó la chaqueta quedando con el torso al descubierto y se quedó cerca de su compañero. Lanzó algunos golpes al aire calentando músculos y se preparó para las oleadas aéreas, pues el resto podría ocuparse sábana, su aura era poderosa. Tenía métodos para no dañar a nadie, por lo que no habría problema. No se había preocupado por el científico… ¡Todo por no chocar el puto puño!
Smileyman, debido a un pequeño error de cálculos y a un golpe demasiado entusiasta atraviesas tres paredes, un muro de carga, ocho biombos y una mampara, sin olvidar las doce cortinas y tapices que se te han enrollado alrededor del cuerpo dejando en perfecto estado tu máscara, pero haciéndote parecer trece centímetros más alto y mucho más colorido.
De hecho parece hacer la silueta de un bailarín desde la máscara a tus pies. Estás a unos cien metros del palacio y sí, has llamado la atención.
En cuanto a Taiga, tras tu salto los Okamas inte tan demostrarte su amor lanzándose sobre tu vigoroso pecho digno del mejor de los lametones. Por cierto, junto a ti aterrizan seis travestis que intentan dártelo, todos a la vez. ¿Qué vas a hacer?
De hecho parece hacer la silueta de un bailarín desde la máscara a tus pies. Estás a unos cien metros del palacio y sí, has llamado la atención.
En cuanto a Taiga, tras tu salto los Okamas inte tan demostrarte su amor lanzándose sobre tu vigoroso pecho digno del mejor de los lametones. Por cierto, junto a ti aterrizan seis travestis que intentan dártelo, todos a la vez. ¿Qué vas a hacer?
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Miré impresionado como mis compañeros se lanzaban con una enorme fuerza, sobre todo el de la sábana, que reventó todo lo que encontró a su paso. De inmediato pensé que no podía dejar que se llevaran todo el protagonismo, así que, ni corto ni perezoso, empecé a recitar.
-En unión con el viento
la sangre dará aliento.
Empecé a correr para coger carrerilla mientras recitaba otro poema más.
-Como caídas del cielo,
invoco alas de acero.
Y alcé el vuelo, con mi velocidad duplicada, intentando alcanzar cuanto antes el tejado donde el rubio se encontraba prácticamente rodeado de Okamas. Por la potencia que había demostrado con su salto, dudé que fuera a tener problemas con ellos, por lo que, si nadie se interponía en mi camino, cogería la bandera en pleno vuelo y me agarraría a lo que quedaba del palo para colocarla.
Sin embargo, en caso de que algo me impidiese seguir con el plan, lo cual era lo más probable, bloquearía lo que sea con una de mis alas y aterrizaría en el tejado junto al rubio. Lo que sucediese en ese momento dependería en gran medida de lo que me hubiese detenido, pero en cualquier caso, estaba seguro de que sorprendería a los demás miembros de mi equipo con mis habilidades... No todo el mundo tiene alas, al fin y al cabo.
-¿Qué hacemos ahora? No debemos matar ni herir a demasiada gente. -Dije, mientras cogía mis espadas sin desenvainarlas, empuñándolas con las fundas puestas. Las instrucciones eran claras, no herir a más de tres por cabeza, es decir, doce. Aquí había seis, y quién sabe con cuantos se encontraría el alborotador enmascarado, por lo que había que reducir los heridos al mínimo... Entonces se me ocurrió algo. -Escucha, si puedes resistir con ellos mientras cambio la bandera, puedo encerraros juntos. ¿Qué me dices? -Le susurré.
-En unión con el viento
la sangre dará aliento.
Empecé a correr para coger carrerilla mientras recitaba otro poema más.
-Como caídas del cielo,
invoco alas de acero.
Y alcé el vuelo, con mi velocidad duplicada, intentando alcanzar cuanto antes el tejado donde el rubio se encontraba prácticamente rodeado de Okamas. Por la potencia que había demostrado con su salto, dudé que fuera a tener problemas con ellos, por lo que, si nadie se interponía en mi camino, cogería la bandera en pleno vuelo y me agarraría a lo que quedaba del palo para colocarla.
Sin embargo, en caso de que algo me impidiese seguir con el plan, lo cual era lo más probable, bloquearía lo que sea con una de mis alas y aterrizaría en el tejado junto al rubio. Lo que sucediese en ese momento dependería en gran medida de lo que me hubiese detenido, pero en cualquier caso, estaba seguro de que sorprendería a los demás miembros de mi equipo con mis habilidades... No todo el mundo tiene alas, al fin y al cabo.
-¿Qué hacemos ahora? No debemos matar ni herir a demasiada gente. -Dije, mientras cogía mis espadas sin desenvainarlas, empuñándolas con las fundas puestas. Las instrucciones eran claras, no herir a más de tres por cabeza, es decir, doce. Aquí había seis, y quién sabe con cuantos se encontraría el alborotador enmascarado, por lo que había que reducir los heridos al mínimo... Entonces se me ocurrió algo. -Escucha, si puedes resistir con ellos mientras cambio la bandera, puedo encerraros juntos. ¿Qué me dices? -Le susurré.
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Fabuloso, al tío del antifaz le había dado un telele o algo. Taiga lo habría cogido sin problemas, pero estando ya en el tejado no parecía reaccionar, como si estuviese muerto. El rubio soltó un suspiro al ver lo que le estaba siguiendo. Que mal rollo tener que hacer el trabajo mientras el de abajo se mataba contra las paredes. Viendo que el señor magdalena no movía el culo, estuvo a punto de ir él mismo usando su velocidad, pero entonces pudo ver al otro hombre enmascarado. Era el tipo que no había chocado el puño. De hecho, no merecía apoyo por eso, pero dada la situación tendría que colaborar. Taiga miró la mochila y al ver que el chico del antifaz no la cogía, la tomó y la lanzó hacia el enmascarado con fuerza.
- ¡Nada de encierros! ¡Dentro está el objetivo, date prisa!
Dicho aquello observó a los okamas lanzarse a por él con las lenguas fuera. Estuvo a punto de cerrarse la cremallera, pero viendo que la cosa iba “bien” con las relaciones no violentas… Taiga decidió hacer el sacrificio más honorable del planeta. Miró con orgullo al cielo y entonces alzó los brazos riendo suavemente, pero sintiendo el mayor de los escalofríos en su cuerpo.
- ¡Hay Taiga para todas, amigas! ¡Tomad y lamed, porque este es mi pecho! – Lloraba internamente y mucho. Él no quería ninguna lengua allí, pero no había remedio si no quería herir a nadie.
Sentía aquellas cosas húmedas acariciar el leve vello rubio de sus pectorales. Su rostro estaba poniéndose azul debido a la fatiga que sentía y pese a todo sonreía como una buena persona, sacrificándose por los suyos. Fue entonces cuando una brillante idea le vino a la mente. Alzó los brazos de nuevo al cielo y fingiendo ser una especie de profeta habló en voz alta.
- ¡Taiga-sama le dará una noche entera a una única belleza! ¡El primero en bajar, entrar al castillo y lograr la ropa interior del tío envuelto en sábanas recibirá el premio!
Con esas palabras trató de acariciar los cabellos de aquellas seis “especialidades” y entre sonrisa amable y risas se alejó un poco disimuladamente con sus hermosos pectorales llenos de saliva. Esperaba por la madre del tío de la máscara que estuviese colocando bien la bandera.
- ¡Yo me ocuparé de ahora en delante de que a mis niñas no les falte nada! ¡A por el tío de las sábanas! – Gritó alzando el puño y quitándose la chaqueta, mostrando su poderosa zona abdominal para motivarlas, si era posible…
Ante todo tendría el haki de observación activado por sí las moscas.
- ¡Nada de encierros! ¡Dentro está el objetivo, date prisa!
Dicho aquello observó a los okamas lanzarse a por él con las lenguas fuera. Estuvo a punto de cerrarse la cremallera, pero viendo que la cosa iba “bien” con las relaciones no violentas… Taiga decidió hacer el sacrificio más honorable del planeta. Miró con orgullo al cielo y entonces alzó los brazos riendo suavemente, pero sintiendo el mayor de los escalofríos en su cuerpo.
- ¡Hay Taiga para todas, amigas! ¡Tomad y lamed, porque este es mi pecho! – Lloraba internamente y mucho. Él no quería ninguna lengua allí, pero no había remedio si no quería herir a nadie.
Sentía aquellas cosas húmedas acariciar el leve vello rubio de sus pectorales. Su rostro estaba poniéndose azul debido a la fatiga que sentía y pese a todo sonreía como una buena persona, sacrificándose por los suyos. Fue entonces cuando una brillante idea le vino a la mente. Alzó los brazos de nuevo al cielo y fingiendo ser una especie de profeta habló en voz alta.
- ¡Taiga-sama le dará una noche entera a una única belleza! ¡El primero en bajar, entrar al castillo y lograr la ropa interior del tío envuelto en sábanas recibirá el premio!
Con esas palabras trató de acariciar los cabellos de aquellas seis “especialidades” y entre sonrisa amable y risas se alejó un poco disimuladamente con sus hermosos pectorales llenos de saliva. Esperaba por la madre del tío de la máscara que estuviese colocando bien la bandera.
- ¡Yo me ocuparé de ahora en delante de que a mis niñas no les falte nada! ¡A por el tío de las sábanas! – Gritó alzando el puño y quitándose la chaqueta, mostrando su poderosa zona abdominal para motivarlas, si era posible…
Ante todo tendría el haki de observación activado por sí las moscas.
- Spoiler:
- - Sacrificar mi pecho por el equipo.
- Lanzarle la mochila con la bandera a Kemmei.
- Tratar de rifar una noche loca conmigo poniendo como reto el traer la ropa interior del tío sábana de abajo (Arthur)
- Discurso y caricias a mis "bellezas" rezando para que funcione y esperar a ver lo que hacen.
Ante la pasividad de Cupcakekid Taiga lanza su mochila contra Kenmei, que la atrapa al vuelo. Pero ahora empieza lo divertido: Donde hace apenas unos segundos había seis ahora se apelotonan cientos,
que intentan tener su cachito de Taiga... Por cierto, amigo, ¿Y tus pantalones?
Mientras tanto, Smileyman... Una turba de hombres-mujer van a por ti. Cuentas como mínimo dos decenas, aunque de las ventanas y el boquete van saliendo más y más cada vez. Qué peligro.
que intentan tener su cachito de Taiga... Por cierto, amigo, ¿Y tus pantalones?
Mientras tanto, Smileyman... Una turba de hombres-mujer van a por ti. Cuentas como mínimo dos decenas, aunque de las ventanas y el boquete van saliendo más y más cada vez. Qué peligro.
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- Creo que te has pasado... aunque no sé por qué me esperaba este resultado. - Dijo Zinoge en mi cabeza.
- Sip. Pero no es culpa mía, pensaba que los muros de un castillo serían más consistentes, la calidad de los muros de esta isla es pésima.
- O tu demasiado burro.
- Deberían esta preparados para resistir al menos un Al y medio. - Contesté enunciando la unidad de medida que usaba para medir mi fuerza empleada, se basaba en la fuerza que empleaba contra Al en una situación de cabreo estándar.
Miré a lo alto del castillo y pude ver un auténtico enjambre de hombres-mujer reuniéndose al lado de mis compañeros. Otros/as tantos/as se acercaban a mí, puede que fueran los/las fuerzas de defensa más capaces o pude que fueran okamas llevados/as por el deseo. No me interesaba comprobarlo, por lo menos no teniendo limitadas mis acciones por nuestras órdenes y los 15cm de capas de tejido arremolinados a mi alrededor. En fin, era hora de ayudarlos.
Miré al grupo que venía hacia mí y los que salían del agujero. Me preparé para volver a saltar, pero me lo pensé mejor, si ese castillo recibía un golpe igual puede que no aguantase mucho más tiempo de pie... y la idea es no herir ni matar. Suspiré al darme cuenta de que las cosas no se podían hacer a mi manera y me puse a correr despacio hacia los/las okama. Gradualmente fui aumentando mi velocidad y mi mala leche conforme me acercaba al grupo. Una vez llegué salté para situarme entre el grupo que se dirigía a mí y los/las que salían del castillo/castilla. Procuré llamar la atención del máximo posible de okamas y luego cargué de frente al grupo más numeroso/sa que pudiese encontrar. No importaba si chocaba con algunos de ellos/ellas, confiaba en que las capas de tela amortiguasen los golpes dejándolos/las lo más intactas posibles.
Porcuraría moverme alrededor y, si podía, dentro del castillo llamando la atención del máximo número de okamas. No me pararía para mantenerlos/las ocupados/das lo máximo posible y dar tiempo a mis compañeros a cumplir la misión o ser tragados por el enjambre.
- Sip. Pero no es culpa mía, pensaba que los muros de un castillo serían más consistentes, la calidad de los muros de esta isla es pésima.
- O tu demasiado burro.
- Deberían esta preparados para resistir al menos un Al y medio. - Contesté enunciando la unidad de medida que usaba para medir mi fuerza empleada, se basaba en la fuerza que empleaba contra Al en una situación de cabreo estándar.
Miré a lo alto del castillo y pude ver un auténtico enjambre de hombres-mujer reuniéndose al lado de mis compañeros. Otros/as tantos/as se acercaban a mí, puede que fueran los/las fuerzas de defensa más capaces o pude que fueran okamas llevados/as por el deseo. No me interesaba comprobarlo, por lo menos no teniendo limitadas mis acciones por nuestras órdenes y los 15cm de capas de tejido arremolinados a mi alrededor. En fin, era hora de ayudarlos.
Miré al grupo que venía hacia mí y los que salían del agujero. Me preparé para volver a saltar, pero me lo pensé mejor, si ese castillo recibía un golpe igual puede que no aguantase mucho más tiempo de pie... y la idea es no herir ni matar. Suspiré al darme cuenta de que las cosas no se podían hacer a mi manera y me puse a correr despacio hacia los/las okama. Gradualmente fui aumentando mi velocidad y mi mala leche conforme me acercaba al grupo. Una vez llegué salté para situarme entre el grupo que se dirigía a mí y los/las que salían del castillo/castilla. Procuré llamar la atención del máximo posible de okamas y luego cargué de frente al grupo más numeroso/sa que pudiese encontrar. No importaba si chocaba con algunos de ellos/ellas, confiaba en que las capas de tela amortiguasen los golpes dejándolos/las lo más intactas posibles.
Porcuraría moverme alrededor y, si podía, dentro del castillo llamando la atención del máximo número de okamas. No me pararía para mantenerlos/las ocupados/das lo máximo posible y dar tiempo a mis compañeros a cumplir la misión o ser tragados por el enjambre.
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Me apresuré a sacar la bandera y a atarla a lo que quedaba del palo, pero mientras hacía los nudos me preguntaba cómo haría para salir de allí con mis compañeros. En teoría, que la bandera del gobierno mundial ondeara sobre aquel castillo era "Misión Cumplida"... pero en la práctica aún había que salir de allí sin herir a nadie. Aquellos comentarios que resonaban a mis espaldas eran verdaderamente perturbadores. De ser otra persona la que hubiera estado en mi lugar, hubiera sido imposible concentrarse en izar la bandera. -¿Tomad y lamed? No puede ir en serio. -Murmuré.
Me lancé con ambos poemas aún activos y, sobrevolando la zona donde se encontraba Taiga, le lancé mi brazo ciborg para que se agarrara. -¡Vámonos de aquí! ¡Ya te pondrás otros pantalones! -Exclamé. Si todo salía bien, podríamos salir volando a gran velocidad de allí. Si algún okama se agarraba a mi brazo... realmente daba igual, lo importante era que Taiga se agarrara.
Confiaba en que él agarraría al otro que estaba cerca y, siendo sincero, no pensé en el que quedaba, aquel que había saltado tantos metros de más. Aunque, si podía repetir otro salto de las mismas características, saldría de la nube de acosadores con relativa facilidad.
Si todo iba según lo planeado y al menos tres de nosotros estábamos saliendo de aquel espantoso lugar, preguntaría a Taiga sobre el siguiente paso a dar. -Ahora vamos al barco en el que hemos venido ¿no? Porque no me dirás que tenemos que volver allí a rescatar al bajito con capa. Seguro que puede arreglárselas sin nosotros, llegará de un momento a otro... -Concluí, sin estar muy seguro de poder confiar en él. Quizás la misión hubiera ido mejor con menos miembros, o con miembros menos llamativos... ¡O podían haberme llevado a cualquier otro sitio! Demonios, todo a mi alrededor me irritaba, estaba deseando abandonar aquella isla de inmediato.
Me lancé con ambos poemas aún activos y, sobrevolando la zona donde se encontraba Taiga, le lancé mi brazo ciborg para que se agarrara. -¡Vámonos de aquí! ¡Ya te pondrás otros pantalones! -Exclamé. Si todo salía bien, podríamos salir volando a gran velocidad de allí. Si algún okama se agarraba a mi brazo... realmente daba igual, lo importante era que Taiga se agarrara.
Confiaba en que él agarraría al otro que estaba cerca y, siendo sincero, no pensé en el que quedaba, aquel que había saltado tantos metros de más. Aunque, si podía repetir otro salto de las mismas características, saldría de la nube de acosadores con relativa facilidad.
Si todo iba según lo planeado y al menos tres de nosotros estábamos saliendo de aquel espantoso lugar, preguntaría a Taiga sobre el siguiente paso a dar. -Ahora vamos al barco en el que hemos venido ¿no? Porque no me dirás que tenemos que volver allí a rescatar al bajito con capa. Seguro que puede arreglárselas sin nosotros, llegará de un momento a otro... -Concluí, sin estar muy seguro de poder confiar en él. Quizás la misión hubiera ido mejor con menos miembros, o con miembros menos llamativos... ¡O podían haberme llevado a cualquier otro sitio! Demonios, todo a mi alrededor me irritaba, estaba deseando abandonar aquella isla de inmediato.
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¿Qué diablos estaba pasando? La puta del tío del antifaz no se movía, era como si se hubiese convertido en estatua. No iba a poder hacer aquello solo, menos mal que el científico estaba haciendo bien las cosas. El de abajo seguramente también estaría pasándolo mal. Taiga respiraba de forma agitada recibiendo empujones por todos lados. Al ver que no paraban de salir pensó en fingir un desmayo, pero estaba seguro que esa gente lo violaría. El rubio frunció el ceño viendo que su plan no había funcionado. Era una putada a decir verdad, pero debería hacer algo y eso sería lanzarlos por los aires. Justo entonces apretó los puños y se preparó para realizar su ataque…
Un brazo de hierro o algo así iluminó su vida. El tipo de la máscara le había tendido un enorme brazo que parecía ser robótico. El rubio sonrió de forma amable y le dio las gracias veinte veces de forma interna. Saltó con fuerza y lo agarró. Si alguno se le enganchaba a las piernas las movería usando su fuerza para lanzarlo de la mejor forma posible. El rubio abrazado a aquel brazo tragó saliva dándose cuenta de que no tenía pantalones. El tío del antifaz podía ser el hombre que hoy sería violado mil veces, pero él ya no podía hacer nada, no fue su culpa. Miró hacia su salvador y levantó el pulgar con su mano izquierda.
- ¡Gracias, tío! ¡Te debo una muy grande! – Gritó de forma amable.
Esperó a que se alejase de aquel tejado. Después de eso miró hacia abajo para ver si el hombre de las sábanas había salido ya. Miró hacia la bandera para ver si su compañero la había puesto y después de eso le indicó al científico que se esperase.
- Espera, veamos lo que ocurre con la bandera. También quiero esperar a que el hombre sábana salga de allí abajo. El magdalena creo que tendrá que sacrificar su culo…
Un brazo de hierro o algo así iluminó su vida. El tipo de la máscara le había tendido un enorme brazo que parecía ser robótico. El rubio sonrió de forma amable y le dio las gracias veinte veces de forma interna. Saltó con fuerza y lo agarró. Si alguno se le enganchaba a las piernas las movería usando su fuerza para lanzarlo de la mejor forma posible. El rubio abrazado a aquel brazo tragó saliva dándose cuenta de que no tenía pantalones. El tío del antifaz podía ser el hombre que hoy sería violado mil veces, pero él ya no podía hacer nada, no fue su culpa. Miró hacia su salvador y levantó el pulgar con su mano izquierda.
- ¡Gracias, tío! ¡Te debo una muy grande! – Gritó de forma amable.
Esperó a que se alejase de aquel tejado. Después de eso miró hacia abajo para ver si el hombre de las sábanas había salido ya. Miró hacia la bandera para ver si su compañero la había puesto y después de eso le indicó al científico que se esperase.
- Espera, veamos lo que ocurre con la bandera. También quiero esperar a que el hombre sábana salga de allí abajo. El magdalena creo que tendrá que sacrificar su culo…
- Spoiler:
- Coger la mano del cientifico. Irme con él volando y observar a Leiren estático,
pensando que lo van a violar todos. Espero junto a Shiba a ver lo que pasa con la bandera y ver si sale el tío de las sábanas.
A ver cómo os explico... La bandera es un poco rara. Para empezar no recuerdo que la bandera de la Marina tuviese un corte a la mitad, ni perneras... Espera, ¿No será eso el pantalón de Taiga? Y hablando de eso, ¿Dónde está tu ropa interior? Ah, ahí está. La está olisqueando un okama mientras un burro rosa intenta pegarle el primer mordisco. Estos bichos... Pero no es lo peor. Mientras volabas y se te agarraron siete okamas lanzaste contra el suelo a tres, uno voló al mar, otro parece que estará llegando a la estratosfera, y el otro...
Smileyman, en el momento en que estás a punto de entrar al castillo con tu potente salto chocas contra un enorme y colosal travesti que se estampa contra tu cabeza. Ninguno os hacéis daño, pero caes en el patio trasero y las locas te rodean, arrancándote cachos de tapiz. Esto ya parece una peli de Zombies, sólo que en vez de cerebros buscan buenos mozos para darles lo que merecen. ¿Tú también has sentido ese escalofrío?
Pero bueno, rezad para que la pobrecilla caiga y podáis rescatarla o misión fallida. Además, entre los demás van haciendo castellers enormes por toda la zona, intentando atrapar a Taiga. Al fin y al cabo, son sus niñas (gritan, entre otras cosas, eso). Cómo se ha liado, mozos. Por cierto, la bandera le ha caído en la cara a Cupcake-Kid. Qué desastre.
Smileyman, en el momento en que estás a punto de entrar al castillo con tu potente salto chocas contra un enorme y colosal travesti que se estampa contra tu cabeza. Ninguno os hacéis daño, pero caes en el patio trasero y las locas te rodean, arrancándote cachos de tapiz. Esto ya parece una peli de Zombies, sólo que en vez de cerebros buscan buenos mozos para darles lo que merecen. ¿Tú también has sentido ese escalofrío?
Pero bueno, rezad para que la pobrecilla caiga y podáis rescatarla o misión fallida. Además, entre los demás van haciendo castellers enormes por toda la zona, intentando atrapar a Taiga. Al fin y al cabo, son sus niñas (gritan, entre otras cosas, eso). Cómo se ha liado, mozos. Por cierto, la bandera le ha caído en la cara a Cupcake-Kid. Qué desastre.
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La cosa se ha desmadrado, bueno, no esperaba otra cosa teniendo en cuenta los miembros del equipo y la misión que, casualmente, me habían dado. En fin, era hora de tratar de arreglar las cosas, lo primero... zafarme de todos/as estos/as okamas. Se habían abalanzado encima de mí, por ahora las capas de tela me protegían, pero los escudos no durarían mucho tiempo antes de que el puente de mando se viese comprometido. A parte de eso pude ver como dos de los miembros de mi equipo salían volando y dejaban unos pantalones de bandera. Ganas de repartir disciplina aumentando.
Rápidamente traté de girar sobre mí mismo para zafarme de los/las okamas, así como de todas las capas de tela menos unas coloridas cortinas con motivos de mazorcas y las dos sábanas. Traté de escabullirme entre que ellos/ellas se levantaban y todos los cachos de tela que caían para salir de ahí. Rápidamente comencé a correr, aprovechando mi velocidad para correr por los muros (y si no era suficiente clavar los pies en la roca) y subir hasta llegar a la bandera. Por el camino saqué la sábana que había pintado y la enrollé lo más rápido que pude a la vez que la congelaba para que se mantuviese rígida, dejando dos esquinas sin enrollar. Tras eso pude ver un/una okama que caía al vacío, si llegaba al suelo era misión fallida.
- Zinogre.
-¿Si?
-Salva a ese/esa okama.
-Entendido.
Aprovechando que doblábamos una esquina Zinogre y yo nos separamos usando el Clone Shell, este quedaría cubierto por la cortina y saltaría a salvar al okama, mientras tanto yo llegaría a la bandera para colocarla.
Por fin subí la última pared y di un salto para agarrarme al poste de la bandera. Lo que vi me dejó sin palabras, Cupcakekid había quedado atrás y estaba siendo ***** por un montón de Okamas. Era la situación de distracción perfecta, buen trabajo Cupcakekid. Rápidamente quemé de forma controlada los pantalones y traté de atar con dos nudos la bandera enrollada, esta quedaría estática pegada al palo de forma discreta, cuando le diese algo de calor, se ablandaría de forma discreta y acabaría ondeando. Ahora sólo tenía que rescatar a Cupcakekid.
- Es hora de largarnos Chico Magdalena. - Dije a la vez que me acercaba al grupo con un aura de violencia amenazante y una musculosa mano emergía de entre los pliegues de la sábana.
Con todas mis fuerzas le dí un toque correctivo en forma de bofetada en la cara a Cupcakekid con la fuerza suficiente para mandarlo a volar fuera del peligro y de esa *****. Tras eso salí volando para agarrarlo y llevarlo al barco, donde estaría a salvo, los otros dos parecían estar entretenidos con lo suyo, solo esperaba que no los alcanzasen.
- Oh, se me olvidaba. - Dije mientras viraba en el aire y pasaba a toda velocidad para recoger a Zinogre.
Rápidamente traté de girar sobre mí mismo para zafarme de los/las okamas, así como de todas las capas de tela menos unas coloridas cortinas con motivos de mazorcas y las dos sábanas. Traté de escabullirme entre que ellos/ellas se levantaban y todos los cachos de tela que caían para salir de ahí. Rápidamente comencé a correr, aprovechando mi velocidad para correr por los muros (y si no era suficiente clavar los pies en la roca) y subir hasta llegar a la bandera. Por el camino saqué la sábana que había pintado y la enrollé lo más rápido que pude a la vez que la congelaba para que se mantuviese rígida, dejando dos esquinas sin enrollar. Tras eso pude ver un/una okama que caía al vacío, si llegaba al suelo era misión fallida.
- Zinogre.
-¿Si?
-Salva a ese/esa okama.
-Entendido.
Aprovechando que doblábamos una esquina Zinogre y yo nos separamos usando el Clone Shell, este quedaría cubierto por la cortina y saltaría a salvar al okama, mientras tanto yo llegaría a la bandera para colocarla.
Por fin subí la última pared y di un salto para agarrarme al poste de la bandera. Lo que vi me dejó sin palabras, Cupcakekid había quedado atrás y estaba siendo ***** por un montón de Okamas. Era la situación de distracción perfecta, buen trabajo Cupcakekid. Rápidamente quemé de forma controlada los pantalones y traté de atar con dos nudos la bandera enrollada, esta quedaría estática pegada al palo de forma discreta, cuando le diese algo de calor, se ablandaría de forma discreta y acabaría ondeando. Ahora sólo tenía que rescatar a Cupcakekid.
- Es hora de largarnos Chico Magdalena. - Dije a la vez que me acercaba al grupo con un aura de violencia amenazante y una musculosa mano emergía de entre los pliegues de la sábana.
Con todas mis fuerzas le dí un toque correctivo en forma de bofetada en la cara a Cupcakekid con la fuerza suficiente para mandarlo a volar fuera del peligro y de esa *****. Tras eso salí volando para agarrarlo y llevarlo al barco, donde estaría a salvo, los otros dos parecían estar entretenidos con lo suyo, solo esperaba que no los alcanzasen.
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-De acuerdo, esperemos, pero no puedo estar mucho más con las alas. -Dije mientras bajaba poco a poco, para que cuando las alas desaparecieran, aterrizáramos sin problemas en algún tejado cercano desde el que pudiéramos observar la suerte de los otros dos.
Reconozco que sentí cierta satisfacción al oír las palabras de agradecimiento de mi compañero, quizás podría recompensarme ayudándome en algún experimento, ya fuese como rata de laboratorio o con alguna habilidad que tuviese... En ese momento me di cuenta de que necesitaba saber algo más de él, pero no se lo pregunté porque algo más captó mi atención: la "bandera".
-Un momen... No puede ser ¡¿QUÉ NARICES?! -Exclamé, retirándome con la mano libre la máscara y frotándome los ojos con el antebrazo a continuación. No pude verme la cara, pero no me cabe la menor duda de que mostraba con bastante claridad la ira que sentía en ese momento, frunciendo el ceño y apretando los dientes a más no poder. ESO no era la bandera. Pero era imposible, yo estaba atento y concentrado, yo tenía la bandera en aquel momento, estaba seguro de haberla puesto, ¿la habría quitado alguien, dando el cambiazo por los pantalones perdidos de Taiga? Fuera como fuese, al menos pude suspirar cuando vi que el que no estaba... indefenso, por decirlo así, subía a toda velocidad con el propósito de poner la bandera de una vez por todas.
Deseando que todo saliera bien, y siendo consciente de que ya no había mucho más que hacer, intenté comenzar una conversación con Taiga. -Por cierto, aparte de que soy científico del gobierno, creo que no sabes mucho más de mí. Me especializo en la química, en la cirugía y la ingeniería ciborg... y me preguntaba si por casualidad tenías alguna habilidad en alguno de estos campos o similares... ¿Qué mejor que pagarme esa "una muy grande" que me debes en un laboratorio? Quizás incluso consigamos algo importante... -Dije, pensando que, si aparte de la DCJ, tenía más gente o contactos para ayudarme, podría llegar lejos... ¿Sería posible que mi ascenso estuviera más cerca de lo que me imaginaba?
Reconozco que sentí cierta satisfacción al oír las palabras de agradecimiento de mi compañero, quizás podría recompensarme ayudándome en algún experimento, ya fuese como rata de laboratorio o con alguna habilidad que tuviese... En ese momento me di cuenta de que necesitaba saber algo más de él, pero no se lo pregunté porque algo más captó mi atención: la "bandera".
-Un momen... No puede ser ¡¿QUÉ NARICES?! -Exclamé, retirándome con la mano libre la máscara y frotándome los ojos con el antebrazo a continuación. No pude verme la cara, pero no me cabe la menor duda de que mostraba con bastante claridad la ira que sentía en ese momento, frunciendo el ceño y apretando los dientes a más no poder. ESO no era la bandera. Pero era imposible, yo estaba atento y concentrado, yo tenía la bandera en aquel momento, estaba seguro de haberla puesto, ¿la habría quitado alguien, dando el cambiazo por los pantalones perdidos de Taiga? Fuera como fuese, al menos pude suspirar cuando vi que el que no estaba... indefenso, por decirlo así, subía a toda velocidad con el propósito de poner la bandera de una vez por todas.
Deseando que todo saliera bien, y siendo consciente de que ya no había mucho más que hacer, intenté comenzar una conversación con Taiga. -Por cierto, aparte de que soy científico del gobierno, creo que no sabes mucho más de mí. Me especializo en la química, en la cirugía y la ingeniería ciborg... y me preguntaba si por casualidad tenías alguna habilidad en alguno de estos campos o similares... ¿Qué mejor que pagarme esa "una muy grande" que me debes en un laboratorio? Quizás incluso consigamos algo importante... -Dije, pensando que, si aparte de la DCJ, tenía más gente o contactos para ayudarme, podría llegar lejos... ¿Sería posible que mi ascenso estuviera más cerca de lo que me imaginaba?
Bueno, parece que la bandera está puesta y el contador de heridos a uno. Ahora toca regresar al barco, caballeros. Y los castellers empiezan a tocar a Taiga... ¿Qué vais a hacer?
Arthur, por cierto... Se te ha caído la máscara. Y te ven una cara tan adorable que decenas de Okamas van a por ti.
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Oh no, la máscara, sin ella no soy más que una persona casi normal y casi corriente ¿Qué voy a hacer ahora? Oh, espera, los mismo que hacía antes pero sin la máscara. Aunque parecía tener cierto efecto disuasorio sobre los/las okamas, dado que nada más caerse varios de ellos se lanzaron a por mí. Al verlo maniobré para esquivarlos/las... si podían saltar a esa altura no tendrían problemas en el aterrizaje ¿No? Lo que me preocupaba eran las torres de okamas que estaban alcanzando a los otros dos. Siempre tengo que solucionarlo todo yo.
Agarré a Muffinboy con un brazo y aceleré todo lo que pude tomando altura, así como volando directo hacia los otros dos. Extendí el otro brazo para tratar de engancharlos con él y llevármelos más alto y más rápido fuera del alcance de los/las okama. Esperaba que estuviesen bien puesto que pegarían un acelerón interesante. Una vez me quedase en una altura segura pondría rumbo al barco y trataría de lanzarlos a cubierta cuando estuviese a un par de metros de esta.
Si aterrizaba bien me iría directo al camarote para coger otra máscara de repuesto y ponérmela en la cara. Tras eso saldría a cubierta de nuevo y daría órdenes de zarpar tras cerciorarme de que, en efecto, este era nuestro barco.
- Misión cumplida muchachos, volvemos a casa... RAPIDITO. - Ordené mientras miraba el palo de la bandera, ya debería estarse calentando, un poco más y ondearía sobre el castillo.
Agarré a Muffinboy con un brazo y aceleré todo lo que pude tomando altura, así como volando directo hacia los otros dos. Extendí el otro brazo para tratar de engancharlos con él y llevármelos más alto y más rápido fuera del alcance de los/las okama. Esperaba que estuviesen bien puesto que pegarían un acelerón interesante. Una vez me quedase en una altura segura pondría rumbo al barco y trataría de lanzarlos a cubierta cuando estuviese a un par de metros de esta.
Si aterrizaba bien me iría directo al camarote para coger otra máscara de repuesto y ponérmela en la cara. Tras eso saldría a cubierta de nuevo y daría órdenes de zarpar tras cerciorarme de que, en efecto, este era nuestro barco.
- Misión cumplida muchachos, volvemos a casa... RAPIDITO. - Ordené mientras miraba el palo de la bandera, ya debería estarse calentando, un poco más y ondearía sobre el castillo.
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No había tiempo que perder, los okamas no nos daban cuartelillo y el trabajo parecía terminado gracias al trabajo de otro de los miembros. Sin esperar respuesta de Taiga, al que supuse demasiado concentrado en no ser agarrado por los acosadores, me alejé tan rápido como pude de ellos, sin dejar de agarrar a mi compañero.
No estaba demasiado contento con el resultado de la misión, pero me daba la impresión de que poco podía hacer para destacar más o llevarme más reconocimiento. Suficiente había hecho con llevar a cabo la extracción del rubio de aquel abuso multitudinario.
Sin enemigos de frente, "solo" siendo perseguidos, lo único que tenía que hacer era no desfallecer y seguir corriendo. Los otros dos llegarían eventualmente y podríamos escapar en pocos minutos. Mientras corría, seguía lamentándome en voz alta por el destino que me había tocado, quizás para desahogarme. Todo iba en contra de mis gustos, todo era rosa, todo era un enorme impulso sexual constante, todo era... irritante, dejémoslo ahí.
Por suerte, tenía su aspecto positivo: la misión no estaba resultando un desafío en lo más mínimo. Un repaso rápido: llegamos, fuimos hacia la bandera, nos detectaron al momento pero cambiamos la bandera de todas formas y salimos (¿He obviado mi error de poner un pantalón en vez de una bandera? Bah, tampoco era tan importante).
Para asegurarme de que no nos alcanzaban, me dejé caer por una empinada cuesta de roca y, a medio camino, activé mi técnica "Llamas", agarrando a Taiga contra mi pecho para que no recibiera quemaduras.
-Te invoco, rojo fulgor
para traer destrucción.
Al instante surgirían llamas de mi espalda (que no herirían a nadie por estar apoyado contra la rocosa superficie) y estas nos enviarían volando a gran velocidad en dirección al barco. ¿Sería esto el último paso para cumplir la misión? Estaba deseando ver qué clase de recompensa me esperaba tras este sufrimiento.
No estaba demasiado contento con el resultado de la misión, pero me daba la impresión de que poco podía hacer para destacar más o llevarme más reconocimiento. Suficiente había hecho con llevar a cabo la extracción del rubio de aquel abuso multitudinario.
Sin enemigos de frente, "solo" siendo perseguidos, lo único que tenía que hacer era no desfallecer y seguir corriendo. Los otros dos llegarían eventualmente y podríamos escapar en pocos minutos. Mientras corría, seguía lamentándome en voz alta por el destino que me había tocado, quizás para desahogarme. Todo iba en contra de mis gustos, todo era rosa, todo era un enorme impulso sexual constante, todo era... irritante, dejémoslo ahí.
Por suerte, tenía su aspecto positivo: la misión no estaba resultando un desafío en lo más mínimo. Un repaso rápido: llegamos, fuimos hacia la bandera, nos detectaron al momento pero cambiamos la bandera de todas formas y salimos (¿He obviado mi error de poner un pantalón en vez de una bandera? Bah, tampoco era tan importante).
Para asegurarme de que no nos alcanzaban, me dejé caer por una empinada cuesta de roca y, a medio camino, activé mi técnica "Llamas", agarrando a Taiga contra mi pecho para que no recibiera quemaduras.
-Te invoco, rojo fulgor
para traer destrucción.
Al instante surgirían llamas de mi espalda (que no herirían a nadie por estar apoyado contra la rocosa superficie) y estas nos enviarían volando a gran velocidad en dirección al barco. ¿Sería esto el último paso para cumplir la misión? Estaba deseando ver qué clase de recompensa me esperaba tras este sufrimiento.
Parece que... Misión cumplida. La bandera ondea peligrosamente cerca de los pantalones en llamas, mientras un desnudo Taiga es finalmente arrastrado por la marea de Okamas. Podéis dejarlo así, y los travestis terminarán aburriéndose de él, o podéis poner en peligro vuestras órdenes por salvar a un compañero. ¿Qué me decís?
Pensad deprisa, los castellers están empezando a bajar.
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Akuma no mi
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Malditos okamas del diablos ¡Qué se lo llevaban al pobre! Aquello ya había terminado, por lo que no había necesidad de continuar pasándolo mal de aquella forma tan cruel. Hubiera jurado que estaba con el tío de la máscara, pero de repente se encontraba allí. Pues si hería a una persona, mala suerte. El rubio soltó un enorme bostezo y estando rodeado y desnudo iluminó sus ojos en un tono dorado y después de unos segundos apretó los músculos. El enorme luchador del gobierno empezó a cambiar de forma exagerada.
Su cuerpo empezó a crecer hasta los dieciocho metros de altura más o menos. El enorme lobo ahora estaba en su forma completa y su enorme cola se movía de un lado a otro. La bestia abrió la boca y rugió con toda su fuerza, haciéndose incluso daño en la garganta. Dudaba que un okama o miles pudieran agarrarlo en aquel modo. Sin esperar más saltaría con fuerza hacia fuera del edificio y una vez en el aire usaría el geppou para alzarse hacia los cielos en aquella enorme forma que ahora dominaba el agente del Cipher Pol.
- ¡Viva el vino! – Gritó el monstruo mientras de su boca salía una carcajada enorme que desembocaba en un terrible aullido con la intención de acojonar al mundo.
Si había logrado librarse saldría volando hacia el barco y una vez allí aterrizaría en forma humana en la cubierta. Miraría el tío de los científicos y le dedicaría una sonrisa calmada.
- Tengo conocimientos muy altos y avanzados en medicina y de cirujano, los pondré a tu servicio debido al favor que me hiciste.
Su cuerpo empezó a crecer hasta los dieciocho metros de altura más o menos. El enorme lobo ahora estaba en su forma completa y su enorme cola se movía de un lado a otro. La bestia abrió la boca y rugió con toda su fuerza, haciéndose incluso daño en la garganta. Dudaba que un okama o miles pudieran agarrarlo en aquel modo. Sin esperar más saltaría con fuerza hacia fuera del edificio y una vez en el aire usaría el geppou para alzarse hacia los cielos en aquella enorme forma que ahora dominaba el agente del Cipher Pol.
- ¡Viva el vino! – Gritó el monstruo mientras de su boca salía una carcajada enorme que desembocaba en un terrible aullido con la intención de acojonar al mundo.
Si había logrado librarse saldría volando hacia el barco y una vez allí aterrizaría en forma humana en la cubierta. Miraría el tío de los científicos y le dedicaría una sonrisa calmada.
- Tengo conocimientos muy altos y avanzados en medicina y de cirujano, los pondré a tu servicio debido al favor que me hiciste.
Kenmei Shiba
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Akuma no mi
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Todo bien, misión cumplida, la bandera ondeaba perfectamente en el lugar designado, y todos estábamos allí. Estaba el que calculó mal el salto, el que estuvo inerte toda la misión... ¿Y dónde demonios andaba el rubio? Tenía una conversación pendiente con él... De hecho, lo llevaba cuando me impulsé con el fuego ¿cuándo había desaparecido?
Reconozco que aunque miré hacia atrás no pude verlo, al menos al principio. Luego se transformó en una bestia gigantesca que se veía perfectamente desde nuestra posición. ¿Una Akuma? ¡Nadie me había dicho nada la respecto! Aunque tampoco había preguntado... Quizás debí haber sido algo más hablador al comienzo de la misión.
Los rugidos eran ensordecedores, y el grito sobre el vino también llegó hasta nosotros. ¿Vino? ¿Tendría relación con algo de lo que había pasado mientras no había estado conmigo? Puesto que no me pareció de mayor importancia, lo dejé pasar.
Observé con gran pasmo que, básicamente, el gigantesco monstruo peludo podía caminar en el aire o algo por el estilo ¿estaría viendo bien o sería una especie de ilusión? No tenía sentido, una cosa es saltar muy alto y otra muy distinta es saltar mientras estás en el aire. El lobo alcanzó una altura bastante considerable a base de saltos continuos sobre la nada.
En el caso de que pudiera llegar hasta el barco, sin saber si había herido o no a alguien en el proceso, me alegraría al ver cómo retomaba la inconclusa conversación. Entre eso y que era cirujano, ahora me caía mucho mejor. Esto podía ser el comienzo de algo mucho más grande. Por si fuera poco, quizás pudiera enseñarme algo con aplicaciones bélicas. Esa capacidad de saltar en el aire me resultaría muy útil, podría mantenerme en el aire incluso después de que mis alas desaparecieran.
-¡Me alegro tanto de oirlo! -Exclamaría, ignorando su desnudez. -Sin embargo, tengo una pregunta, o quizás sería mejor decir que tengo una petición más. Me ha llamado mucho la atención eso que has hecho de saltar en el aire, ¿no sería posible, por algún casual, que me enseñaras a hacerlo a mí también? O al menos que me lo explicaras para poder desarrollarlo por mi cuenta... Estoy convencido de que puede ser de gran utilidad.
Reconozco que aunque miré hacia atrás no pude verlo, al menos al principio. Luego se transformó en una bestia gigantesca que se veía perfectamente desde nuestra posición. ¿Una Akuma? ¡Nadie me había dicho nada la respecto! Aunque tampoco había preguntado... Quizás debí haber sido algo más hablador al comienzo de la misión.
Los rugidos eran ensordecedores, y el grito sobre el vino también llegó hasta nosotros. ¿Vino? ¿Tendría relación con algo de lo que había pasado mientras no había estado conmigo? Puesto que no me pareció de mayor importancia, lo dejé pasar.
Observé con gran pasmo que, básicamente, el gigantesco monstruo peludo podía caminar en el aire o algo por el estilo ¿estaría viendo bien o sería una especie de ilusión? No tenía sentido, una cosa es saltar muy alto y otra muy distinta es saltar mientras estás en el aire. El lobo alcanzó una altura bastante considerable a base de saltos continuos sobre la nada.
En el caso de que pudiera llegar hasta el barco, sin saber si había herido o no a alguien en el proceso, me alegraría al ver cómo retomaba la inconclusa conversación. Entre eso y que era cirujano, ahora me caía mucho mejor. Esto podía ser el comienzo de algo mucho más grande. Por si fuera poco, quizás pudiera enseñarme algo con aplicaciones bélicas. Esa capacidad de saltar en el aire me resultaría muy útil, podría mantenerme en el aire incluso después de que mis alas desaparecieran.
-¡Me alegro tanto de oirlo! -Exclamaría, ignorando su desnudez. -Sin embargo, tengo una pregunta, o quizás sería mejor decir que tengo una petición más. Me ha llamado mucho la atención eso que has hecho de saltar en el aire, ¿no sería posible, por algún casual, que me enseñaras a hacerlo a mí también? O al menos que me lo explicaras para poder desarrollarlo por mi cuenta... Estoy convencido de que puede ser de gran utilidad.
Gareth Silverwing
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Akuma no mi
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"¿Es que acaso tengo que arreglarlo yo todo?" Era lo único que podía pensar al ver que los pantalones no se habían quemado del todo antes de poner la bandera, que Leiren se había "caído por accidente", y que un lobo mas grande que la despensa de Jack salían de entre los okamas gritando "Viva el Vino", nada a lo que no estuviese acostumbrado. Solté aire exasperado y volví a salir disparado desde la cubierta hacia el castillo, tratando de llegar al palo de la bandera... otra vez.
Si llegaba quitaría los pantalones para que la bandera no se quemase y trataría de ir a rescatar al peliverde... otra vez. Si llegaba hasta a él lo agarraría de donde pillase y lo catapultaría hacia el barco, al fin y al cabo los aliados no cuentan para la cuenta de heridos y muertos. Tras eso regresaría y trataría de poner orden de una vez... otra vez.
Haría todo eso si es que los okamas (Ya me he hartado de ser políticamente correcto) no se metían en medio. Y si lo hacían no me veía muy capaz de seguir conteniéndome, tenía ganas de dar de hostias al primero que pillase hasta que suplicase por el caballito.
Si llegaba quitaría los pantalones para que la bandera no se quemase y trataría de ir a rescatar al peliverde... otra vez. Si llegaba hasta a él lo agarraría de donde pillase y lo catapultaría hacia el barco, al fin y al cabo los aliados no cuentan para la cuenta de heridos y muertos. Tras eso regresaría y trataría de poner orden de una vez... otra vez.
Haría todo eso si es que los okamas (Ya me he hartado de ser políticamente correcto) no se metían en medio. Y si lo hacían no me veía muy capaz de seguir conteniéndome, tenía ganas de dar de hostias al primero que pillase hasta que suplicase por el caballito.
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