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¡Buenos días reclutas! ¿Todos habéis recibido vuestro sobre con la invitación a participar en la Búsqueda del Superhombre? Mira a tu derecha. Ahora, a tu izquierda. ¿Puedes verlo? No, porque eres tú. Al menos, ése fue el discurso motivacional que dio el Almirante de la Flota justo antes de embarcar. Además, al llegar a Marineford os fue asignado un número, el mismo que el del barco al que os hicieron subir. Ahí os separaron en una serie de grupos, con un destino desconocido, y lo único que recordáis son las últimas palabras de Minato, despidiéndoos.
-Sólo uno alcanzará su noble objetivo, pero todos alcanzaréis la gloria. Partid con honor.
Ése es el contenido del sobre que os entregan al desembarcar en Demon’s Island. Cada uno de vosotros cuenta con sus propias pertenencias, y los marines del barco que os ha llevado os informan de que la marina ha acondicionado un pequeño piso para que utilicéis mientras dure la misión. El sobre no trae límite de tiempo, pero sois conscientes de que no sois los únicos en el juego. Es mediodía, tenéis una ardua tarea por delante. Dadlo todo y quizás consigáis el oro a cambio.
-Sólo uno alcanzará su noble objetivo, pero todos alcanzaréis la gloria. Partid con honor.
‘’ Vuestro viaje ha sido largo, pero no será en vano. Bienvenidos caballeros a la Isla del Demonio, Demon’s Island. Últimamente nos han llegado rumores un tanto turbios de dicho lugar. Se conoce que una importante red de traficantes se ha instalado en la región, sirviéndose de su fama como centro mercantil para camuflar sus siniestros intercambios. Vuestra tarea es ponerle fin sin levantar el pánico entre la población. Puesto que esta isla está en buenos tratos con el Gobierno, lo último que queremos es dañar esa imagen. Sois los únicos responsables de vuestros actos, recordadlo.
Buena suerte’’.
Buena suerte’’.
Ése es el contenido del sobre que os entregan al desembarcar en Demon’s Island. Cada uno de vosotros cuenta con sus propias pertenencias, y los marines del barco que os ha llevado os informan de que la marina ha acondicionado un pequeño piso para que utilicéis mientras dure la misión. El sobre no trae límite de tiempo, pero sois conscientes de que no sois los únicos en el juego. Es mediodía, tenéis una ardua tarea por delante. Dadlo todo y quizás consigáis el oro a cambio.
Danio Rerio
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Estaba ya subiéndome al barco tras el mini-discurso del Almirante de la flota cuando llegó un recluta bajito y rubio corriendo como un descosido. Traía un pequeño paquete con mi nombre escrito en él, al parecer se lo había dado un tal Scarfguy. Por la descripción que me hizo del mismo, debía ser Al o un gemelo desconocido suyo. En cualquier caso, se lo agradecí al recluta y me fui a uno de los camarotes para abrir tranquilamente el paquete y estar lejos de miradas indiscretas. Todavía le estaba dando vueltas al hecho de que el líder de la división fuera vestido de forma tan rara, y más aún, que se hubiera puesto un nombre tan raro. Cuando abrí la caja casi me caigo de la cama. Dentro encontré un sombrero con forma extraña y el símbolo de la marina grabado en el centro, además de eso había un monóculo y una nota.
“Aquí tienes tu super traje Anonydude, combate el mal con todas tus fuerzas. Recuerda proteger tu identidad secreta para preservar la seguridad de los tuyos”
La nota venia firmada por Scarfguy. Así que esto resultaba ser tener que jugar a la identidad secreta con un grupo de desconocidos mientras realizábamos una importante misión para el gobierno mundial. Por si lo anterior fuera poco, un puesto de almirante estaba en juego. Sopesando las opciones, me puse el sombrero y el monóculo y salí a la cubierta. Ya habíamos llegado casi a una isla, por lo que había aparecido en el mejor momento. Los marines de la misma me miraban con caras extrañas, mezcla de demasiadas emociones juntas como para averiguar cuáles eran. Antes de atracar me presenté formalmente al resto de compañeros con los que debería trabajar codo con codo.
-Mi nombre es Dan…Anonydude, representante de la justicia y combatiente del mal en todas formas y dimensiones. Hoy será el día en el que todos veáis mi gran poder y habilidad haciendo desaparecer a los enemigos y detractores de lo justo y …... – Un recluta con cara muy rara me entregó una nota en medio del discurso, lo que hizo que tuviera que parar de forma abrupta para ver el contenido de la misma. Parecían ser las instrucciones para la misión, sin duda un trabajo digno del gran Anonydude. – Bien, esos traficantes no saben que pronto serán presas del gran cocinero de la justicia, ja, ja, ja, ja.
“Aquí tienes tu super traje Anonydude, combate el mal con todas tus fuerzas. Recuerda proteger tu identidad secreta para preservar la seguridad de los tuyos”
La nota venia firmada por Scarfguy. Así que esto resultaba ser tener que jugar a la identidad secreta con un grupo de desconocidos mientras realizábamos una importante misión para el gobierno mundial. Por si lo anterior fuera poco, un puesto de almirante estaba en juego. Sopesando las opciones, me puse el sombrero y el monóculo y salí a la cubierta. Ya habíamos llegado casi a una isla, por lo que había aparecido en el mejor momento. Los marines de la misma me miraban con caras extrañas, mezcla de demasiadas emociones juntas como para averiguar cuáles eran. Antes de atracar me presenté formalmente al resto de compañeros con los que debería trabajar codo con codo.
-Mi nombre es Dan…Anonydude, representante de la justicia y combatiente del mal en todas formas y dimensiones. Hoy será el día en el que todos veáis mi gran poder y habilidad haciendo desaparecer a los enemigos y detractores de lo justo y …... – Un recluta con cara muy rara me entregó una nota en medio del discurso, lo que hizo que tuviera que parar de forma abrupta para ver el contenido de la misma. Parecían ser las instrucciones para la misión, sin duda un trabajo digno del gran Anonydude. – Bien, esos traficantes no saben que pronto serán presas del gran cocinero de la justicia, ja, ja, ja, ja.
Ichimura Hachiro
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Definitivamente era imbécil. ¿Por qué diablos se había metido en algo así? Cuando llegó la carta invitándole al evento Minami la encontró primero al revisar el buzón. Al principio dedicó quince largos minutos a felicitarle y llorar por sus logros al ver el carmín en el sobre, diciendo que ya era hora de que empezase a hacer cosas más normales para alguien de su edad y se buscara novia. Se había creído que era una carta de una admiradora o una amante, o algo así. De hecho el propio Hachiro pensó al principio que debía ser una carta de Megumi para tocarle la moral o algo así, de modo que cuando leyó el contenido se llevó una sorpresa mayúscula. En realidad se había esperado algo similar a un ascenso o una recompensa desde su éxito en el G-8, pero no algo como una invitación a una competición para elegir a un nuevo Almirante. Su madre llevó una desilusión inicialmente, pero luego se emocionó tanto que casi parecía que hubiese sido ella la seleccionada. Para cuando quiso darse cuenta, ya le había empacado todas sus cosas y comprado un billete en el Umi Reesha, enviándolo directo a Ennies Lobby para coger el barco a Marineford. El discurso del Almirante de Flota fue soso, predecible, muy poco motivacional y extremadamente aburrido. Se las apañó de todos modos para mantener el tipo, pues por mucho que aquello no fuese del todo con él podía ver la oportunidad que representaba. No se veía ganando con la cantidad de monstruos que se habían presentado: su jefe Taiga, diferentes Vicealmirantes, un hombre con una bufanda rosa y corbata que se parecía mucho a Al Naion... Pero podía intentar destacar y estaba seguro de que sus superiores lo tendrían en cuenta.
O eso había pensado en Marineford. ¿Se le habría contagiado la estupidez de Minato? La competencia era demasiado fuerte para hacerse un nombre, y sus compañeros de equipo podían eclipsarle o hacerle fallar. Habían formado los grupos por sorteo y los habían metido directamente en barcos con un sobre que tenía los detalles de su misión. Porque sí, el Gobierno no iba a desaprovechar la oportunidad para hacerlos trabajar. La tarea que tenían ellos era de la clase que parecía más trabajo para un agente del CP como él que para marines. Específicamente por el detalle de que había que hacerlo sin hacer levantar el pánico, y la sutileza no era precisamente por lo que destacaban los marines. Hasta ahí todo bien, podía ser viable hacer algo... eso pensaba, pero se enteró de que viajaba en el mismo barco que la persona que había jodido las relaciones diplomáticas con Gazia. "Marines... si no fuera porque hace falta un ejército, serían inservibles. Ni siquiera pueden mantener la piratería bajo control." Se vistió con su indumentaria informal habitual: vaqueros, calzado cómodo, una camiseta blanca y su gabardina azul. Se puso el colgante de Megumi por encima, una cabeza de tigre de madera blanca, y su brazal oculto bajo la manga. Además se pudo la cámara oculta y se guardó su den den mushi en el bolsillo de la chaqueta. Listo para la misión, salió al exterior y se reunió con sus compañeros en cubierta
- Hola, ¿listos para el trabajo? - preguntó en tono cordial.
Entonces se fijó en que uno de sus compañeros era un gyojin. Y no un gyojin cualquiera, sino EL gyojin. Danio Rerio, Vicealmirante de la Marina y el único de su raza que pertenecía a ese cuerpo del Gobierno. Y al parecer, era un completo imbécil. Con un sombrero estrambótico y un monóculo, se presentó como Anonydude, el cocinero de la justicia. Vaya, por un instante casi pensó que alguien de tal poder y renombre podría destacar más que él, pero visto lo visto debía ser mucho músculo y poco coco. O simplemente estaba tarado. Aún podía aportar bastante a aquella misión si se exprimía el coco y actuaba como cerebro del grupo. No dudaba de las capacidades de combate de un Vicealmirante, y aunque no sabía nada más de Kimura salvo esa noticia sobre Gazia, si lo habían elegido sería por algo. Por otro lado el cuarto componente del equipo era un chico alto con cara de niño. Tenía pinta de no haber roto un plato en su vida, pero había sido elegido para aquello y las apariencias suelen ser engañosas. Así pues, antes de bajar al pueblo observó a sus compañeros y se giró hacia Danio, haciéndole el saludo militar respetuosamente.
- Será un placer trabajar con usted, Vicealmirante Danio.
Tras el pequeño chascarrillo que había sido incapaz de evitar, suspiró y se puso serio:
- Bien, supongo que lo propio antes que nada es hacer una presentación, hablar de nuestras habilidades y decidir qué vamos a hacer. Es cierto que esto es una competición, pero sigue siendo una misión oficial y nuestro desempeño aquí marcará el futuro de esta isla. No olvidemos que luchamos por la Justicia y para proteger al pueblo del crimen y las atrocidades que con este vienen, así que propongo que dejemos de lado cualquier aspiración a la gloria y cooperemos lo máximo posible.
Por mucho que esperaba poder destacar, no había nada falso en sus palabras. Haría todo lo posible para que la misión fuera un éxito y que ni resultara en otro insulto diplomático o una lucha campal en mitad de la ciudad que la dejara destrozada.
- Pero antes de nada, aquí tenéis mi número de den den mushi - les tendió a los tres unos papelitos - Os pido que hagáis lo mismo para que así podamos ponernos en contacto en cualquier momento. Hechos estos trámites, me presento. Mi nombre es Izumi Hachiro, agente del CP7. Mis especialidad son moverme sin ser detectado, manipular explosivos y cocinar. Aunque supongo que en esto último un hombre de tal fama como el Vicealmirante Danio, haciéndose llamar cocinero de la justicia, entenderá bastante - por un instante no pudo evitar una pequeña sonrisa - En cuanto al combate, he sido adiestrado en el arte marcial del rokushiki y domino diferentes armas, aunque mi especialidad son las espadas.
Hablando de los explosivos... no le había dado tiempo a preparar ninguno con las prisas con que Minami lo había embarcado. Se giró hacia uno de los marines del barco y se fijó en sus galones.
- Sargento, ¿poseen explosivos de bajo calibre en este barco? De no ser el caso, ¿podría disponer de pequeñas cantidades de pólvora, tela y mecha? Y un zippo o alguna otra clase de encendedor - miró de nuevo a sus compañeros - Tranquilos, no pienso hacer nada peligroso. Nunca se sabe cuándo hacen falta y tengo bastante experiencia con estos chismes. Pasando a nuestra tarea, había pensado en que inicialmente lo mejor sería repartirnos tareas de estudio preliminar de la zona. Dado que nuestro buen Danio es bastante reconocible y tiene cierta fama, no creo que fuera buena idea que hagas una tarea que requiera pasar desapercibido. De hecho lo mejor sería aprovechar lo mucho que destacas en nuestro favor. Si paseas por calles principales preguntando por tiendas, puestos de mercado o sitios similares, alertarás a nuestros enemigos. Y eso nos lleva al segundo punto: otro de nosotros debe seguir a Danio disimuladamente y atender a las reacciones de gente cercana en busca de sospechosos. Dado que es un estudio preliminar, no actuéis precipitadamente. En caso de ver algo que realmente merezca la pena, llamad al resto. Si no, anotaos el dato. Dejando aparte eso, necesito una tercera persona que hable con la gente del puerto e intente enterarse de cualquier dato curioso: rumores sobre cosas extrañas ocurriendo a media noche, registros del puerto desaparecidos, cualquier cosa. Vosotros dos conocéis vuestras capacidades mejor que yo - comentó, mirando a Kimura y al chico - así que no soy quién para decir quién hará qué. Por supuesto podéis ignorar mi plan, no soy vuestro jefe. Sin embargo recomendaría que por el bien de la misión lo hicieseis, o como mínimo si trabajáis por vuestra cuenta no estorbéis a los que sigamos este y cooperemos igual. Por mi parte eso es todo, os esperaré dentro de una hora y media en el piso franco para poner en común nuestros descubrimientos y decidir qué hacer. Danio, si aprovechas tu visita al mercado para comprar la comida, creo que los estómagos de todos te lo agradecerán.
Se giró y se dirigió hacia la pasarela al puerto, sin decir nada más. No había dicho qué haría él, aunque si le preguntaban respondería:
- Buscaré información, por supuesto. Tengo una corazonada que quiero confirmar.
Una vez atravesó el pantalán y llegó al puerto respiró hondo y murmuró: "Radar." Se concentró en sus pies y comenzó a generar pequeñas ondas mientras avanzaba. ¿Cuál era su plan? Simple. Pasearse por toda la población empleando su radar. Había la posibilidad de que los contrabandistas tuvieran una base subterránea, y si era así y estaba lo bastante poco profunda como para que el suelo no interfiriera con su radar, pensaba localizarla. Dedicó primero un tiempo al puerto y zonas cercanas, pues de haber dicho almacén bajo tierra, era probable que hubiese alguna salida por allí. Y de paso que hacía eso, aprovecharía para estar atento a sus alrededores y estudiar la ciudad.
O eso había pensado en Marineford. ¿Se le habría contagiado la estupidez de Minato? La competencia era demasiado fuerte para hacerse un nombre, y sus compañeros de equipo podían eclipsarle o hacerle fallar. Habían formado los grupos por sorteo y los habían metido directamente en barcos con un sobre que tenía los detalles de su misión. Porque sí, el Gobierno no iba a desaprovechar la oportunidad para hacerlos trabajar. La tarea que tenían ellos era de la clase que parecía más trabajo para un agente del CP como él que para marines. Específicamente por el detalle de que había que hacerlo sin hacer levantar el pánico, y la sutileza no era precisamente por lo que destacaban los marines. Hasta ahí todo bien, podía ser viable hacer algo... eso pensaba, pero se enteró de que viajaba en el mismo barco que la persona que había jodido las relaciones diplomáticas con Gazia. "Marines... si no fuera porque hace falta un ejército, serían inservibles. Ni siquiera pueden mantener la piratería bajo control." Se vistió con su indumentaria informal habitual: vaqueros, calzado cómodo, una camiseta blanca y su gabardina azul. Se puso el colgante de Megumi por encima, una cabeza de tigre de madera blanca, y su brazal oculto bajo la manga. Además se pudo la cámara oculta y se guardó su den den mushi en el bolsillo de la chaqueta. Listo para la misión, salió al exterior y se reunió con sus compañeros en cubierta
- Hola, ¿listos para el trabajo? - preguntó en tono cordial.
Entonces se fijó en que uno de sus compañeros era un gyojin. Y no un gyojin cualquiera, sino EL gyojin. Danio Rerio, Vicealmirante de la Marina y el único de su raza que pertenecía a ese cuerpo del Gobierno. Y al parecer, era un completo imbécil. Con un sombrero estrambótico y un monóculo, se presentó como Anonydude, el cocinero de la justicia. Vaya, por un instante casi pensó que alguien de tal poder y renombre podría destacar más que él, pero visto lo visto debía ser mucho músculo y poco coco. O simplemente estaba tarado. Aún podía aportar bastante a aquella misión si se exprimía el coco y actuaba como cerebro del grupo. No dudaba de las capacidades de combate de un Vicealmirante, y aunque no sabía nada más de Kimura salvo esa noticia sobre Gazia, si lo habían elegido sería por algo. Por otro lado el cuarto componente del equipo era un chico alto con cara de niño. Tenía pinta de no haber roto un plato en su vida, pero había sido elegido para aquello y las apariencias suelen ser engañosas. Así pues, antes de bajar al pueblo observó a sus compañeros y se giró hacia Danio, haciéndole el saludo militar respetuosamente.
- Será un placer trabajar con usted, Vicealmirante Danio.
Tras el pequeño chascarrillo que había sido incapaz de evitar, suspiró y se puso serio:
- Bien, supongo que lo propio antes que nada es hacer una presentación, hablar de nuestras habilidades y decidir qué vamos a hacer. Es cierto que esto es una competición, pero sigue siendo una misión oficial y nuestro desempeño aquí marcará el futuro de esta isla. No olvidemos que luchamos por la Justicia y para proteger al pueblo del crimen y las atrocidades que con este vienen, así que propongo que dejemos de lado cualquier aspiración a la gloria y cooperemos lo máximo posible.
Por mucho que esperaba poder destacar, no había nada falso en sus palabras. Haría todo lo posible para que la misión fuera un éxito y que ni resultara en otro insulto diplomático o una lucha campal en mitad de la ciudad que la dejara destrozada.
- Pero antes de nada, aquí tenéis mi número de den den mushi - les tendió a los tres unos papelitos - Os pido que hagáis lo mismo para que así podamos ponernos en contacto en cualquier momento. Hechos estos trámites, me presento. Mi nombre es Izumi Hachiro, agente del CP7. Mis especialidad son moverme sin ser detectado, manipular explosivos y cocinar. Aunque supongo que en esto último un hombre de tal fama como el Vicealmirante Danio, haciéndose llamar cocinero de la justicia, entenderá bastante - por un instante no pudo evitar una pequeña sonrisa - En cuanto al combate, he sido adiestrado en el arte marcial del rokushiki y domino diferentes armas, aunque mi especialidad son las espadas.
Hablando de los explosivos... no le había dado tiempo a preparar ninguno con las prisas con que Minami lo había embarcado. Se giró hacia uno de los marines del barco y se fijó en sus galones.
- Sargento, ¿poseen explosivos de bajo calibre en este barco? De no ser el caso, ¿podría disponer de pequeñas cantidades de pólvora, tela y mecha? Y un zippo o alguna otra clase de encendedor - miró de nuevo a sus compañeros - Tranquilos, no pienso hacer nada peligroso. Nunca se sabe cuándo hacen falta y tengo bastante experiencia con estos chismes. Pasando a nuestra tarea, había pensado en que inicialmente lo mejor sería repartirnos tareas de estudio preliminar de la zona. Dado que nuestro buen Danio es bastante reconocible y tiene cierta fama, no creo que fuera buena idea que hagas una tarea que requiera pasar desapercibido. De hecho lo mejor sería aprovechar lo mucho que destacas en nuestro favor. Si paseas por calles principales preguntando por tiendas, puestos de mercado o sitios similares, alertarás a nuestros enemigos. Y eso nos lleva al segundo punto: otro de nosotros debe seguir a Danio disimuladamente y atender a las reacciones de gente cercana en busca de sospechosos. Dado que es un estudio preliminar, no actuéis precipitadamente. En caso de ver algo que realmente merezca la pena, llamad al resto. Si no, anotaos el dato. Dejando aparte eso, necesito una tercera persona que hable con la gente del puerto e intente enterarse de cualquier dato curioso: rumores sobre cosas extrañas ocurriendo a media noche, registros del puerto desaparecidos, cualquier cosa. Vosotros dos conocéis vuestras capacidades mejor que yo - comentó, mirando a Kimura y al chico - así que no soy quién para decir quién hará qué. Por supuesto podéis ignorar mi plan, no soy vuestro jefe. Sin embargo recomendaría que por el bien de la misión lo hicieseis, o como mínimo si trabajáis por vuestra cuenta no estorbéis a los que sigamos este y cooperemos igual. Por mi parte eso es todo, os esperaré dentro de una hora y media en el piso franco para poner en común nuestros descubrimientos y decidir qué hacer. Danio, si aprovechas tu visita al mercado para comprar la comida, creo que los estómagos de todos te lo agradecerán.
Se giró y se dirigió hacia la pasarela al puerto, sin decir nada más. No había dicho qué haría él, aunque si le preguntaban respondería:
- Buscaré información, por supuesto. Tengo una corazonada que quiero confirmar.
Una vez atravesó el pantalán y llegó al puerto respiró hondo y murmuró: "Radar." Se concentró en sus pies y comenzó a generar pequeñas ondas mientras avanzaba. ¿Cuál era su plan? Simple. Pasearse por toda la población empleando su radar. Había la posibilidad de que los contrabandistas tuvieran una base subterránea, y si era así y estaba lo bastante poco profunda como para que el suelo no interfiriera con su radar, pensaba localizarla. Dedicó primero un tiempo al puerto y zonas cercanas, pues de haber dicho almacén bajo tierra, era probable que hubiese alguna salida por allí. Y de paso que hacía eso, aprovecharía para estar atento a sus alrededores y estudiar la ciudad.
- Radar:
- Genera una vibración sobre una superficie que le permite un escaneado mental a rasgos básicos del terreno a 5+nivel/10 (actualmente siete) metros a la redonda. Los materiales más densos interfieren con el radar, con lo que por ejemplo una capa de piedra lo bastante densa impediría que la onda siguiera avanzando y escanear esa zona, a menos que la vibración encuentre otro camino (dentro del radio).
- Resumen:
- Lo siento por el tochaco, ando enfermo y en cuanto me puse tiré millas sin darme cuenta de cuánto llevaba.
- Pensamientos varios y preparar mi equipo.
- Presentarme y "desenmascarar" a Danio.
- Pedir explosivos de baja potencia, o en su defecto pólvora, pela, mecha y un encendedor a los marines.
- Establecer un plan.
- Pasear por la ciudad escaneando la zona con el radar en busca de cosas raras, posibles puertas secretas o almacenes subterráneos.
Abel T. Nightroad
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La heroicidad del joven marine le lleva a una misión para la cual no sabía que tenía capacidades, realmente dudaba enormemente de poder enfrentarse a muchos de los que allí se encuentran, capitanes, vicealmirantes, gente de gran poder, que le sobrepasan de gran manera. Por el momento piensa en ayudar en las misiones que puedan darse, total, siempre podría sacar algo de partido a esa aventura. El Almirante suelta un discursito cliché, además de aburrido, que hace que el espadachín se quede medio dormido en mitad del mismo. Para cuando quiso darse cuenta, ya estaba en un barco zurcando los mares. La verdad es que está entusiasmado, vestido con los trajes tradicionales, con la armadura de samurái puesta, pues nunca se sabe cuando sea necesaria una defensa más potente que los reflejos de un ser humano.
Con el avance del barco el peliazul se sube a cubierta a tomar el aire y otear el horizonte, en busca de alguna información acerca de la posible isla destino de su embarcación, la verdad, no es entusiasta de pasar demasiado tiempo embarcado, le recuerdan a los tiempos en los que era incapaz de nadar por pasarse la vida lejos del agua, y en gran medida a su isla natal, donde su hermana falleció ante sus ojos, lo que le causa una enorme ira.
Un gyojin con un disfraz penoso se presenta como Anonydude, pero siendo un marine, y gyojin, es evidente que se trata del vice almirante Danio, el único de su especie en las filas de la marina. Por otra parte, un sujeto alto y moreno con cabellos blancos se pone a soltar un discurso, revelando la más que evidente identidad de Anonydude y a elaborar un plan de movimiento. La verdad es que tiene cierta razón, pese a ser una competición seguramente cumplir con los méritos haga más fácil que suban en la jerarquía, aun cuando no se lleven el gran premio.
~ Bueno, yo soy Abel T. Nightroad, este de aquí es mi fiel compañero, Kiitsu, me especializo como puede ser evidente en el adiestramiento de animales, aunque también soy muy diestro con las espadas. Dado mi aspecto infantil no suelo levantar sospechas, y menos entre las damas. Además tengo buenos conocimientos de medicina y sé moverme de forma sigiloas. Podría ocuparme del puerto y averiguar los rumores, las mujeres suelen hablar conmigo, y acercándome a ellas seguramente saque algún que otro rumor con el que orientarnos. ~ Dice el recluta saludando al vicealmirante con el saludo militar como corresponde, para luego saltar al puerto acompañado por su comadreja, portadora de una guadaña para investigar sobre rumores.
Con el avance del barco el peliazul se sube a cubierta a tomar el aire y otear el horizonte, en busca de alguna información acerca de la posible isla destino de su embarcación, la verdad, no es entusiasta de pasar demasiado tiempo embarcado, le recuerdan a los tiempos en los que era incapaz de nadar por pasarse la vida lejos del agua, y en gran medida a su isla natal, donde su hermana falleció ante sus ojos, lo que le causa una enorme ira.
Un gyojin con un disfraz penoso se presenta como Anonydude, pero siendo un marine, y gyojin, es evidente que se trata del vice almirante Danio, el único de su especie en las filas de la marina. Por otra parte, un sujeto alto y moreno con cabellos blancos se pone a soltar un discurso, revelando la más que evidente identidad de Anonydude y a elaborar un plan de movimiento. La verdad es que tiene cierta razón, pese a ser una competición seguramente cumplir con los méritos haga más fácil que suban en la jerarquía, aun cuando no se lleven el gran premio.
~ Bueno, yo soy Abel T. Nightroad, este de aquí es mi fiel compañero, Kiitsu, me especializo como puede ser evidente en el adiestramiento de animales, aunque también soy muy diestro con las espadas. Dado mi aspecto infantil no suelo levantar sospechas, y menos entre las damas. Además tengo buenos conocimientos de medicina y sé moverme de forma sigiloas. Podría ocuparme del puerto y averiguar los rumores, las mujeres suelen hablar conmigo, y acercándome a ellas seguramente saque algún que otro rumor con el que orientarnos. ~ Dice el recluta saludando al vicealmirante con el saludo militar como corresponde, para luego saltar al puerto acompañado por su comadreja, portadora de una guadaña para investigar sobre rumores.
Nocturne93
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Había estado pensando en el contenido de la carta desde el día en que me fue entregada por aquél capitán, se trataba de una especie de convocatoria de lo más extraña, y lo que resultó ser finalmente era algún tipo de misión donde trabajarías en grupo, y al parecer a contrarreloj, con el único fin de demostrar tu valía como miembro aliado de la marina y así lograr el reconocimiento de esta. Incluso se hablaba de un puesto vacante en el almirantazgo.
Tras las palabras del almirante en jefe embarqué en dicho navío, pude ver que obviamente no estaba solo, y quien más llamó mi atención fue el vicealmirante Danio Rerio. No solo era extraño ver que miembros de la raza gyojin se vuelven en fuertes miembros de la marina, sino que además está él, quien ha llegado a alcanzar el nivel de vicealmirante. Eso tan solo demuestra un gran nivel de poder con el cual no estoy seguro de competir. Ni siquiera de lejos es lo que busco. Esta especie de misión llegó a mis manos de un modo que no me extrañaba, y bien es cierto que tenía mis aspiraciones a convertirme en un gran almirante, pero dudaba estar preparado para ello. Sería increíblemente gracioso e improbable, un teniente-comandante, quien ni siquiera ha llegado al cargo de comandante, volviéndose de golpe un almirante de la marina. Solo pensar en aquello me hacía reir de lo poco probable y chistoso que puede llegar a sonar.
YA estábamos próximos a nuestro destino, Demon's Island, cuando el vicealmirante de plantó delante de todos y comenzó a hablarnos. Aunque me extrañó que utilizase aquél extraño pseudónimo. ¿Acaso era un nuevo apodo que no conocía? ¿O acaso trataba de quedarse con nosotros? Fuera como fuera estuve a punto de responderle, cuando otro espontáneo se me adelantó, saludándole con su verdadero nombre.
Tras aquello comenzó a exponer lo que parecía ser un plan con bastante fundamento. Realmente me pareció genial, pero había un problema, llegábamos ya en un barco de la marina, con la gaviota azul ondeando en la bandera, lo peor que podría haber hecho este hombre, era salir directamente. Por ello, tratando de detenerle antes de que saliera, comencé a hablar.
-Yo de usted no saldría todavía, señor Izumi.
Aguardé a su reacción, no obstante, hiciera lo que hiciera, me giraría al vicealmirante y, ejecutando el correspondiente saludo militar hacia un superior, le saludé.
-Soy el teniente-comandante Kimura Hayate. En primer lugar debo decirle que es un honor estar en la misma patrulla que usted, vicealmirante. En segundo lugar, el plan del agente del gobierno es bueno, pero debería de ser considerado también, que de ser cierto lo que se nos ha dicho, y haber una red de traficantes, tendrán espías por todas partes, siempre encontrarán algún informador. Y por supuesto, no estamos llegando de la forma más sigilosa posible, si me lo permite. -Alcé la vista indicándole que veníamos bajo la estela de la marina.- En cuanto nos vean salir de aquí, sabrán que no podrán fiarse de nosotros, sabrán con quién y cuántos deberán tener cuidado. Por ello yo opino que lo más normal sería que buscásemos el modo de salir sin ser vistos.
Tomé un poco de aire a la vez que observaba las reacciones de mis compañeros y, sobre todo, del vicealmirante Rerio.
-Mi especialidad en combate podría decir que es la discreción y el sigilo, puedo acercarme a un enemigo y acabar con él sin siquiera ser visto, puedo engañar su vista y poseo ciertas habilidades afines con el viento. Yo podría ser esa persona que dice el agente que puede moverse por la retaguardia, puedo salir de la embarcación sin ser visto, no sabrán quienes habemos hasta que no abandonemos el navío. -Me giré hacia el otro hombre que había escuchado al vicealmirante.- No se si tú serías capaz de hacerlo, pero también sería conveniente que trataras de salir de aquí de modo que no te vean. -Me volví al gyojin.- En cuanto a usted, bien podría arrojarse al mar y entrar por otra cara de la isla, más disimuladamente, pero en cualquier parte que apareciera, le verían y reconocerían. No hay muchos gyojin entre la marina, y un vicealmirante como usted es bien conocido.
Me quedé observando por encima del barco, tratando de no ser visto desde el puerto. Estábamos anclados y algunos ya habían comenzado a desembarcar.
-Señor. Si usted me da la orden, saldré de aquí sin ser visto, y nos veremos directamente en el piso franco. Aunque también habrá que tener cuidado, pues si en efecto existe tal vigilancia, seguirán a alguien como usted hasta ver donde va, y cualquiera que entre en dicho piso será otro sospechoso.
Aguardé entonces la reacción y respuesta del resto del grupo, me mantuve serio. No esperaba ser alguien que se llevase toda la gloria de todo esto, pero a fin de cuentas soy un miembro de la marina, y es mi deber y obligación moral el acabar con el mal que, en este momento, se encuentra acampado en la isla. La red de traficantes debe ser destapada, y pensaba dar todo lo que tenía para hacer esto posible. Me quedé mirando atentamente al capitán Danio Rerio, aguardando una respuesta, y una orden.
Tras las palabras del almirante en jefe embarqué en dicho navío, pude ver que obviamente no estaba solo, y quien más llamó mi atención fue el vicealmirante Danio Rerio. No solo era extraño ver que miembros de la raza gyojin se vuelven en fuertes miembros de la marina, sino que además está él, quien ha llegado a alcanzar el nivel de vicealmirante. Eso tan solo demuestra un gran nivel de poder con el cual no estoy seguro de competir. Ni siquiera de lejos es lo que busco. Esta especie de misión llegó a mis manos de un modo que no me extrañaba, y bien es cierto que tenía mis aspiraciones a convertirme en un gran almirante, pero dudaba estar preparado para ello. Sería increíblemente gracioso e improbable, un teniente-comandante, quien ni siquiera ha llegado al cargo de comandante, volviéndose de golpe un almirante de la marina. Solo pensar en aquello me hacía reir de lo poco probable y chistoso que puede llegar a sonar.
YA estábamos próximos a nuestro destino, Demon's Island, cuando el vicealmirante de plantó delante de todos y comenzó a hablarnos. Aunque me extrañó que utilizase aquél extraño pseudónimo. ¿Acaso era un nuevo apodo que no conocía? ¿O acaso trataba de quedarse con nosotros? Fuera como fuera estuve a punto de responderle, cuando otro espontáneo se me adelantó, saludándole con su verdadero nombre.
Tras aquello comenzó a exponer lo que parecía ser un plan con bastante fundamento. Realmente me pareció genial, pero había un problema, llegábamos ya en un barco de la marina, con la gaviota azul ondeando en la bandera, lo peor que podría haber hecho este hombre, era salir directamente. Por ello, tratando de detenerle antes de que saliera, comencé a hablar.
-Yo de usted no saldría todavía, señor Izumi.
Aguardé a su reacción, no obstante, hiciera lo que hiciera, me giraría al vicealmirante y, ejecutando el correspondiente saludo militar hacia un superior, le saludé.
-Soy el teniente-comandante Kimura Hayate. En primer lugar debo decirle que es un honor estar en la misma patrulla que usted, vicealmirante. En segundo lugar, el plan del agente del gobierno es bueno, pero debería de ser considerado también, que de ser cierto lo que se nos ha dicho, y haber una red de traficantes, tendrán espías por todas partes, siempre encontrarán algún informador. Y por supuesto, no estamos llegando de la forma más sigilosa posible, si me lo permite. -Alcé la vista indicándole que veníamos bajo la estela de la marina.- En cuanto nos vean salir de aquí, sabrán que no podrán fiarse de nosotros, sabrán con quién y cuántos deberán tener cuidado. Por ello yo opino que lo más normal sería que buscásemos el modo de salir sin ser vistos.
Tomé un poco de aire a la vez que observaba las reacciones de mis compañeros y, sobre todo, del vicealmirante Rerio.
-Mi especialidad en combate podría decir que es la discreción y el sigilo, puedo acercarme a un enemigo y acabar con él sin siquiera ser visto, puedo engañar su vista y poseo ciertas habilidades afines con el viento. Yo podría ser esa persona que dice el agente que puede moverse por la retaguardia, puedo salir de la embarcación sin ser visto, no sabrán quienes habemos hasta que no abandonemos el navío. -Me giré hacia el otro hombre que había escuchado al vicealmirante.- No se si tú serías capaz de hacerlo, pero también sería conveniente que trataras de salir de aquí de modo que no te vean. -Me volví al gyojin.- En cuanto a usted, bien podría arrojarse al mar y entrar por otra cara de la isla, más disimuladamente, pero en cualquier parte que apareciera, le verían y reconocerían. No hay muchos gyojin entre la marina, y un vicealmirante como usted es bien conocido.
Me quedé observando por encima del barco, tratando de no ser visto desde el puerto. Estábamos anclados y algunos ya habían comenzado a desembarcar.
-Señor. Si usted me da la orden, saldré de aquí sin ser visto, y nos veremos directamente en el piso franco. Aunque también habrá que tener cuidado, pues si en efecto existe tal vigilancia, seguirán a alguien como usted hasta ver donde va, y cualquiera que entre en dicho piso será otro sospechoso.
Aguardé entonces la reacción y respuesta del resto del grupo, me mantuve serio. No esperaba ser alguien que se llevase toda la gloria de todo esto, pero a fin de cuentas soy un miembro de la marina, y es mi deber y obligación moral el acabar con el mal que, en este momento, se encuentra acampado en la isla. La red de traficantes debe ser destapada, y pensaba dar todo lo que tenía para hacer esto posible. Me quedé mirando atentamente al capitán Danio Rerio, aguardando una respuesta, y una orden.
Ichimura Hachiro
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Pues vaya con Hayate, tenía toda la razón. Decidió dejar de considerar que el teniente pudiese ser un estorbo y darle el beneficio de la duda, pues por lo de pronto había demostrado cabeza y darse cuenta de un detalle crucial que se le había escapado. Trazar planes tan apresuradamente tenía sus problemas como aquello, pero por suerte el marine se había dado cuenta. Tal vez todo aquel tema del incidente diplomático en Gazia no hubiese sido culpa de Kimura como tal, sino de algún subordinado. O bueno, todo el mundo podía tener un mal día y cometer errores. Por lo de pronto había un pequeño fallo, de todos modos, en el plan de entrar disimuladamente en la isla: estaban sobre la cubierta del barco. Si había alguien vigilando, ya les había visto. Sin embargo eso no implicaba que no fuese más apropiado tener cuidado. Rápidamente se dirigió a su camarote y recogió de entre sus pertenencias una capa de viaje, envolviéndose en ella y embozándose la capucha. Tras eso volvió con sus compañeros sin perder más tiempo.
- No tengo nada mejor ahora mismo, pero si no me ven el rostro al menos no sabrán a quién buscar cuando vaya sin la capa. Bien pensado, teniente comandante Kimura - dijo, con una inclinación de cabeza - ¿Mantenemos el plan pues? Recordad, en una hora y media en el piso franco. Intentad ir disimuladamente; cuando entréis dejadme abierta alguna ventana de la parte posterior y yo me encargo de entrar sin que me vean. Aunque de todos modos todo el que salga de este barco será marcado automáticamente como enemigo por los contrabandistas si hay alguno mirando. Pero de ser el caso, ya saben quiénes somos y toda precaución será poca. Lo mejor será contar con que saben que somos enemigos para ahorrarnos sorpresas desagradables. Mientras el señor Nightroad sea cuidadoso y el teniente no se deje ver, el plan debería funcionar igual. E insisto, si tenéis den den mushis es el momento de intercambiar números.
Dicho eso, se aseguró de que la capa estaba bien ajustada y bajó del barco. Procuró moverse por calles secundarias procurando no llamar la atención sin perder de vista las principales para no extraviarse, mientras iba realizando su radar para buscar puertas secretas en paredes o algo en el subsuelo, si es que la tierra no era lo suficientemente rocosa como para frenar su radar. De todos modos sería raro que una ciudad costera (y especialmente una ciudad por el tema de los cimientos) tuviese un suelo de ese tipo, más allá del empedrado de las calles que tal vez gracias al cemento pudiera igualmente transmitir su onda vibratoria. Desde el mismo momento que dejó el barco estuvo pendiente por si alguien le seguía o lo vigilaba, teniendo especial cuidado en los callejones para evitarse emboscadas o algo similar.
- No tengo nada mejor ahora mismo, pero si no me ven el rostro al menos no sabrán a quién buscar cuando vaya sin la capa. Bien pensado, teniente comandante Kimura - dijo, con una inclinación de cabeza - ¿Mantenemos el plan pues? Recordad, en una hora y media en el piso franco. Intentad ir disimuladamente; cuando entréis dejadme abierta alguna ventana de la parte posterior y yo me encargo de entrar sin que me vean. Aunque de todos modos todo el que salga de este barco será marcado automáticamente como enemigo por los contrabandistas si hay alguno mirando. Pero de ser el caso, ya saben quiénes somos y toda precaución será poca. Lo mejor será contar con que saben que somos enemigos para ahorrarnos sorpresas desagradables. Mientras el señor Nightroad sea cuidadoso y el teniente no se deje ver, el plan debería funcionar igual. E insisto, si tenéis den den mushis es el momento de intercambiar números.
Dicho eso, se aseguró de que la capa estaba bien ajustada y bajó del barco. Procuró moverse por calles secundarias procurando no llamar la atención sin perder de vista las principales para no extraviarse, mientras iba realizando su radar para buscar puertas secretas en paredes o algo en el subsuelo, si es que la tierra no era lo suficientemente rocosa como para frenar su radar. De todos modos sería raro que una ciudad costera (y especialmente una ciudad por el tema de los cimientos) tuviese un suelo de ese tipo, más allá del empedrado de las calles que tal vez gracias al cemento pudiera igualmente transmitir su onda vibratoria. Desde el mismo momento que dejó el barco estuvo pendiente por si alguien le seguía o lo vigilaba, teniendo especial cuidado en los callejones para evitarse emboscadas o algo similar.
- Resumen:
- - Darle la razón a Kimura y ponerme una capa con la capucha echada.
- Mismo del post anterior; con el único añadido de la capa y de que procuro ir por calles secundarias y con cuidado.
Izumi, el marine desaparece unos minutos y vuelve con lo que le has pedido… más o menos. Efectivamente tiene mecha y pólvora… además de una camiseta vieja con el logo de la marina y una caja de cerillas.
-Lo siento señor… no hay mucho presupuesto.- Te dice con una sonrisa de disculpa. – Quizás en el puerto pueda comprar un mechero en condiciones.
Desaparece y seguís trazando planes. Acordáis encontraros dos horas después en el piso franco, siguiendo la sugerencia de Kimura.
Izumi: Sales y recorres las calles como habías planeado. No te parece que nadie te mire demasiado, aunque nunca se sabe. Según te alejas del puerto, la estructura de los edificios va cambiando y observas que varios de ellos tienen algo que podrían ser sótanos. Comercios y bloques de viviendas en su mayoría, pero uno llama tu atención. Ese hueco bajo tierra es demasiado grande para un condominio de apenas dos pisos. Caminas por su borde y terminas estimando que es del tamaño de dos campos de fútbol. Y profundo, también. ¿Qué puede haber ahí abajo? La única posible salida que se te ocurre es esa frutería en la planta baja del condominio… extraño.
Kimura: Logras llegar al piso franco sano y salvo, sin ser percibido. No has visto nada extraño, aunque siendo plena luz del día quizás no sea tan raro.
Danio, Abel: Llegáis de igual forma, sin haber averiguado nada. Es cosa vuestra lo que hayáis hecho en esas dos horas, dejadlo claro antes de tomar la siguiente decisión de qué hacer.
Todos: Por favor, comenzad a poner un resumen al final de cada post de ser posible, gracias.
-Lo siento señor… no hay mucho presupuesto.- Te dice con una sonrisa de disculpa. – Quizás en el puerto pueda comprar un mechero en condiciones.
Desaparece y seguís trazando planes. Acordáis encontraros dos horas después en el piso franco, siguiendo la sugerencia de Kimura.
Izumi: Sales y recorres las calles como habías planeado. No te parece que nadie te mire demasiado, aunque nunca se sabe. Según te alejas del puerto, la estructura de los edificios va cambiando y observas que varios de ellos tienen algo que podrían ser sótanos. Comercios y bloques de viviendas en su mayoría, pero uno llama tu atención. Ese hueco bajo tierra es demasiado grande para un condominio de apenas dos pisos. Caminas por su borde y terminas estimando que es del tamaño de dos campos de fútbol. Y profundo, también. ¿Qué puede haber ahí abajo? La única posible salida que se te ocurre es esa frutería en la planta baja del condominio… extraño.
Kimura: Logras llegar al piso franco sano y salvo, sin ser percibido. No has visto nada extraño, aunque siendo plena luz del día quizás no sea tan raro.
Danio, Abel: Llegáis de igual forma, sin haber averiguado nada. Es cosa vuestra lo que hayáis hecho en esas dos horas, dejadlo claro antes de tomar la siguiente decisión de qué hacer.
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Como era de esperar, en un inicio todo lo que encontró fue sótanos, o eso parecían. Lo que más le sorprendió fue no percibir nada en el puerto, pues se había esperado que tuvieran o bien el almacén o alguna clase de ruta subterránea hasta este. Era una práctica habitual de aquella clase de gente, o eso le habían enseñado en el adiestramiento del Cipher Pol. De todos modos si fuesen unos contrabandistas del tres al cuarto que usaran trucos de novatos no habrían enviado a los aspirante a Almirante, ¿no? De todos modos no era descabellado pensar que tuviesen alguna clase de base bajo tierra y de no ser el caso ya encontrarían algún método alternativo para localizarlos. Su perseverancia dio frutos y cuando se hubo adentrado más en la ciudad percibió algo demasiado grande para ser un sótano. Y profundo para más inri. Tras recorrer los bordes de este llegó a la conclusión de que no sólo era una estructura sospechosamente grande, sino que parecía que estaba conectada con un edificio de dos plantas que tenía una frutería en el bajo. Estudió con cautela y disimulo el edificio, fijándose en el número de ventanas de cada cara y cómo estaban dispuestas, y se fijó en si había alguna puerta trasera. Una vez se hubo hecho una idea de la estructura y posibles puntos de acceso, se metió en un callejón y tras asegurarse de que nadie le miraba, se quitó la capa y le dio la vuelta poniendo la cara interior por fuera. Improvisó un petate para disimular y metió en él las cosas que le habían dado en el barco, hasta ahora metidas dentro de la camiseta vieja.
- Hora del primer contacto - murmuró echándose el petate al hombro - Veamos qué tienen para ofrecerme en esa frutería.
Contuvo una sonrisa macabra y entró en el local, observando la mercancía. Mientras echaba un vistazo en busca de fruta o verdura con buena pinta (tal vez compraría una manzana si estaban bien de precio y estado para el camino), empleó de nuevo su onda vibratoria para tratar de verificar que hubiese alguna clase de acceso al subterráneo en aquel edificio. Mientras tanto iba olfateando el ambiente fingiendo oler la mercancía, pero en realidad trataba de percibir cualquier aroma inusual. Su olfato era mucho más fino que el de la mayoría y si bien eso solía ser una desagradable desventaja (especialmente con gente poco aseada o en lugares con olores demasiado fuertes) era también una herramienta más que pensaba explotar. También aprovechó para fijarse bien en el interior de la tienda mientras seguía mirando la mercancía. Finalmente cogió unas cuantas cajas rojas y se acercó a la caja a pagar. Mientras sacaba los billetes y guardaba todo se fijó por si lograba ver algo, una puerta abierta a la trastienda o algo así.
- Adiós y buenos días - se despidió, en tono cortés.
Con aquella buena dosis de información de su estudio preliminar, siguió recorriendo por la ciudad. Aún tenía unas cuantas compras más que hacer: iba a necesitar un mechero, tijeras, hilo, aguja y un adhesivo fuerte. Y un mapa de la ciudad tampoco vendría mal, aunque fuera uno para turistas. Si no lograba nada en las tiendas de la ciudad probaría en el puerto, donde como mínimo esperaba encontrar un mechero (tal vez alguno que pudiera comprarle a un marinero). De todos modos estaba en una ciudad comercial, y aunque no estaba muy familiarizado con la zona y su nivel tecnológico no esperaba tener problemas con ello. Una vez hecho eso se dedicó a la tarea de buscar la zona en la que estaba el piso franco, actividad que le llevó un buen rato mayormente por ser nuevo en la ciudad y no tener ni idea de dónde estaba nada. Sin embargo gracias a las indicaciones que les habían dado logró encontrar el sitio. Se aseguró de dar un rodeo por callejones y tener cuidado de que no le siguieran y se acercó a una callejuela contigua al edificio.
- En fin, he tardado lo mío... ya deberían estar aquí. Espero que Danio haya comprado comida, o que al menos haya algo en la despensa. ¡Geppou!
Se impulsó saltando en el aire y llegó a una de las ventanas, entrando por esta. Buscó la sala de estar y deshizo su petate. Si había logrado comprar lo que buscaba, se pondría a fabricar pequeñas bombas improvisadas con la tela de la camiseta como continente y usando el hilo para coser bien las bombas y que quedasen cerradas. Una vez hubiesen llegado todos o terminado la tarea y aún faltase alguno (dado que le llevaría su tiempo, consideraba que era una espera suficiente para los rezagados) pasaría a relatarles sus hallazgos.
- He localizado un lugar muy sospechoso - diría, cogiendo el mapa, de haberlo conseguido - En una frutería que hay en esta zona hay una estructura subterránea de tamaño considerable. Prácticamente cabría un barrio pequeño dentro, y es profundo. Estamos en una ciudad de arquitectura antigua y hasta donde llegan mis conocimientos no me parece algo habitual tener bajo tu casa un sótano del tamaño del ego de Legan Legim - sacó uno de sus lápices y marcó en el mapa la frutería - Hablamos de un edificio de dos pisos, pequeño. No me parece la mejor idea entrar ya a saco, menos cuando tenemos que hacer esto limpiamente y sin riesgos. ¿Alguna proposición o idea? Por lo de pronto antes de pasar a hacer valoraciones sobre la situación, primero quiero conocer vuestra opinión y saber qué habéis averiguado vosotros.
- Hora del primer contacto - murmuró echándose el petate al hombro - Veamos qué tienen para ofrecerme en esa frutería.
Contuvo una sonrisa macabra y entró en el local, observando la mercancía. Mientras echaba un vistazo en busca de fruta o verdura con buena pinta (tal vez compraría una manzana si estaban bien de precio y estado para el camino), empleó de nuevo su onda vibratoria para tratar de verificar que hubiese alguna clase de acceso al subterráneo en aquel edificio. Mientras tanto iba olfateando el ambiente fingiendo oler la mercancía, pero en realidad trataba de percibir cualquier aroma inusual. Su olfato era mucho más fino que el de la mayoría y si bien eso solía ser una desagradable desventaja (especialmente con gente poco aseada o en lugares con olores demasiado fuertes) era también una herramienta más que pensaba explotar. También aprovechó para fijarse bien en el interior de la tienda mientras seguía mirando la mercancía. Finalmente cogió unas cuantas cajas rojas y se acercó a la caja a pagar. Mientras sacaba los billetes y guardaba todo se fijó por si lograba ver algo, una puerta abierta a la trastienda o algo así.
- Adiós y buenos días - se despidió, en tono cortés.
Con aquella buena dosis de información de su estudio preliminar, siguió recorriendo por la ciudad. Aún tenía unas cuantas compras más que hacer: iba a necesitar un mechero, tijeras, hilo, aguja y un adhesivo fuerte. Y un mapa de la ciudad tampoco vendría mal, aunque fuera uno para turistas. Si no lograba nada en las tiendas de la ciudad probaría en el puerto, donde como mínimo esperaba encontrar un mechero (tal vez alguno que pudiera comprarle a un marinero). De todos modos estaba en una ciudad comercial, y aunque no estaba muy familiarizado con la zona y su nivel tecnológico no esperaba tener problemas con ello. Una vez hecho eso se dedicó a la tarea de buscar la zona en la que estaba el piso franco, actividad que le llevó un buen rato mayormente por ser nuevo en la ciudad y no tener ni idea de dónde estaba nada. Sin embargo gracias a las indicaciones que les habían dado logró encontrar el sitio. Se aseguró de dar un rodeo por callejones y tener cuidado de que no le siguieran y se acercó a una callejuela contigua al edificio.
- En fin, he tardado lo mío... ya deberían estar aquí. Espero que Danio haya comprado comida, o que al menos haya algo en la despensa. ¡Geppou!
Se impulsó saltando en el aire y llegó a una de las ventanas, entrando por esta. Buscó la sala de estar y deshizo su petate. Si había logrado comprar lo que buscaba, se pondría a fabricar pequeñas bombas improvisadas con la tela de la camiseta como continente y usando el hilo para coser bien las bombas y que quedasen cerradas. Una vez hubiesen llegado todos o terminado la tarea y aún faltase alguno (dado que le llevaría su tiempo, consideraba que era una espera suficiente para los rezagados) pasaría a relatarles sus hallazgos.
- He localizado un lugar muy sospechoso - diría, cogiendo el mapa, de haberlo conseguido - En una frutería que hay en esta zona hay una estructura subterránea de tamaño considerable. Prácticamente cabría un barrio pequeño dentro, y es profundo. Estamos en una ciudad de arquitectura antigua y hasta donde llegan mis conocimientos no me parece algo habitual tener bajo tu casa un sótano del tamaño del ego de Legan Legim - sacó uno de sus lápices y marcó en el mapa la frutería - Hablamos de un edificio de dos pisos, pequeño. No me parece la mejor idea entrar ya a saco, menos cuando tenemos que hacer esto limpiamente y sin riesgos. ¿Alguna proposición o idea? Por lo de pronto antes de pasar a hacer valoraciones sobre la situación, primero quiero conocer vuestra opinión y saber qué habéis averiguado vosotros.
- Resumen:
- - Estudiar el edificio y fijarme en detalles como el número de ventanas en cada cara, posibles acceso a mayores de la frutería...
- Entro en la frutería y compro manzanas. Aprovecho para fijarme en el interior de la tienda, intentar percibir aromas que me llamen la atención y hacer de nuevo el radar.
- Me voy a comprar tijeras, hilo, aguja, un mechero, adhesivo y un mapa de la ciudad.
- Vuelvo al piso y me pongo a fabricar bombas improvisadas.
- Explico mis descubrimientos al resto una vez lleguen.
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El marinero que había ido a por las cosas solicitadas por Hachiro regresó con parte de lo solicitado por este, la verdad es que es realmente asombrosa la capacidad del mismo para fabricar elementos explosivos sin perder un dedo o la mano en el intento, Abel está seguro de que si se pone a hacerlo acaba sin mano, o muerto. Bueno, era hora de moverse, tras la salida de Hachiro el joven manda a Kiitsu salir y esperarle a unas dos manzanas del barco, la idea era evidente, llamar la atención con una comadreja que porta una guadaña y usar esa distracción para salir sin ser visto.
Dicho y hecho, el hecho de que Kiitsu sea tan extraño juega a favor del marine que sale sin ser visto. Eso le sirve para pasar por un simple turista desorientado, que no es mentira. Además, al caminar tranquilo no llama mucho la atención, salvo la de una joven muchacha que le habla nada más verlo, y menuda charlatana, le contó hasta lo innombrable, pero Abel es astuto, puso atención por si en el contenido de su diarrea verbal hubiera alguna información útil para su misión, al fin y al cabo, los que hablan de más suelen hablar por los codos.
Tras lo que le pareció una eternidad el joven se marcha en busca de su amigo, pues no le agrada dejarlo solo por mucho tiempo. Su camino lo hace callejeando y cambiando de rumbo continuamente, por si la muchacha lo siguiera perderla, de modo que nadie pudiera identificar donde se dirige.
~ Lo siento colega, una pesada no me dejó irme sin contarme toda su vida... ~ Dice Nightroad a su amigo Kiitsu mientras se reúne con él para ir rumbo a las coordenadas del piso franco.
Por suerte para él casi nadie de los que estaban en el puerto estaría por aquellas calles, por lo que no podrían asociarle al barco marine, además, no viste como tal, eso juega a su favor. No tardan en llegar, cuidando de no ser seguidos, y como solicitó Hachiro, deja abierta una ventana del piso para luego sentarse a meditar y descansar.
En cuanto Hachiro, que llegó no mucho más tarde pues Abel llegó casi puntual, explica sus averiguaciones Abel le contaría la información que habría sacado en claro de la muchacha, si es que la hubiera, para aportar más datos a las consideraciones. Por el momento tendrían un lugar sospechoso e información sobre lo que ocurre por los alrededores.
Dicho y hecho, el hecho de que Kiitsu sea tan extraño juega a favor del marine que sale sin ser visto. Eso le sirve para pasar por un simple turista desorientado, que no es mentira. Además, al caminar tranquilo no llama mucho la atención, salvo la de una joven muchacha que le habla nada más verlo, y menuda charlatana, le contó hasta lo innombrable, pero Abel es astuto, puso atención por si en el contenido de su diarrea verbal hubiera alguna información útil para su misión, al fin y al cabo, los que hablan de más suelen hablar por los codos.
Tras lo que le pareció una eternidad el joven se marcha en busca de su amigo, pues no le agrada dejarlo solo por mucho tiempo. Su camino lo hace callejeando y cambiando de rumbo continuamente, por si la muchacha lo siguiera perderla, de modo que nadie pudiera identificar donde se dirige.
~ Lo siento colega, una pesada no me dejó irme sin contarme toda su vida... ~ Dice Nightroad a su amigo Kiitsu mientras se reúne con él para ir rumbo a las coordenadas del piso franco.
Por suerte para él casi nadie de los que estaban en el puerto estaría por aquellas calles, por lo que no podrían asociarle al barco marine, además, no viste como tal, eso juega a su favor. No tardan en llegar, cuidando de no ser seguidos, y como solicitó Hachiro, deja abierta una ventana del piso para luego sentarse a meditar y descansar.
En cuanto Hachiro, que llegó no mucho más tarde pues Abel llegó casi puntual, explica sus averiguaciones Abel le contaría la información que habría sacado en claro de la muchacha, si es que la hubiera, para aportar más datos a las consideraciones. Por el momento tendrían un lugar sospechoso e información sobre lo que ocurre por los alrededores.
- Resumen:
- - Salir usando a Kiitsu de señuelo.
- Ir hacia el piso franco tras soportar a una habladora.
- Compartir información con Hachiro
Danio Rerio
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Los tres habían descubierto mi identidad secreta en un plis plas, cosa que me molestó, aunque me pareció lógica. Estuve de acuerdo con lo que el chico decía, y así se lo hice saber a Kimura, por lo que cuando cada uno comenzó a irse yo me fui a cambiar, poniéndome uno de los kimonos normales que poseía y dejando la capa de marine. En cuanto estuve listo, me lancé al mar por la parte de atrás del barco. En cuanto entré al agua nadé a toda velocidad bordeando un poco la costa alejándome del barco. En cuanto creía que ya estaba lo suficientemente lejos de la zona de atraque del barco salí del agua en dirección al pueblo. Al salir estaba empapado y sin sombrero, aunque conservaba el monóculo. Maldije para mis adentros, seguro que Al me regañaba por perder el sombrero que me había comprado.
La gente de la isla me miraba mal al pasar o se apartaba, como era lógico. Mi especie seguía siendo marginada y temida a partes iguales. Aunque todo este rencor era malo, puede que en esta ocasión me ayudara a pasar desapercibido para los traficantes, o de llamar su atención que no fuera por relacionarme con la marina. Me costó encontrar tiendas en las que me vendieran alimentos de calidad que necesitaba para las comidas. Aprovechaba la visita a cada tienda para intentar escuchar algún rumor o chismorreo interesante para nuestra investigación, pero solo me enteré de bodas, hijos indeseados y los líos de la Mari Loli.
Tras pasar dos horas deambulando me dirigí al piso franco, dando varios rodeos para ver si me seguían, pero no parecía ser el caso. Al llegar al piso me puse con la comida, era el tercero en aparecer por allí, puesto que Abel e Izumi ya esperaban en él. Salude y fui a la cocina a empezar con la comida, esperaba tenerla antes de que llegara Kimura y pusiéramos nuestras averiguaciones en común. Izumi parecía estar ocupado rompiendo una camisa y luego cosiéndola en bolitas, o algo parecido, debían ser los explosivos de los que habló. Cuando llegará el otro marine serviría la comida y escucharía que había averiguado el resto.
-Yo no tengo nada de información útil, pero si me gustaría ver la zona que me has descrito, puede que mis amplios conocimientos de arquitectura nos ayuden a averiguar algo más de para que lo usan, o cual era su función original. Tu descripción parece muy detallada, pero quizás falte algún dato relevante.
La gente de la isla me miraba mal al pasar o se apartaba, como era lógico. Mi especie seguía siendo marginada y temida a partes iguales. Aunque todo este rencor era malo, puede que en esta ocasión me ayudara a pasar desapercibido para los traficantes, o de llamar su atención que no fuera por relacionarme con la marina. Me costó encontrar tiendas en las que me vendieran alimentos de calidad que necesitaba para las comidas. Aprovechaba la visita a cada tienda para intentar escuchar algún rumor o chismorreo interesante para nuestra investigación, pero solo me enteré de bodas, hijos indeseados y los líos de la Mari Loli.
Tras pasar dos horas deambulando me dirigí al piso franco, dando varios rodeos para ver si me seguían, pero no parecía ser el caso. Al llegar al piso me puse con la comida, era el tercero en aparecer por allí, puesto que Abel e Izumi ya esperaban en él. Salude y fui a la cocina a empezar con la comida, esperaba tenerla antes de que llegara Kimura y pusiéramos nuestras averiguaciones en común. Izumi parecía estar ocupado rompiendo una camisa y luego cosiéndola en bolitas, o algo parecido, debían ser los explosivos de los que habló. Cuando llegará el otro marine serviría la comida y escucharía que había averiguado el resto.
-Yo no tengo nada de información útil, pero si me gustaría ver la zona que me has descrito, puede que mis amplios conocimientos de arquitectura nos ayuden a averiguar algo más de para que lo usan, o cual era su función original. Tu descripción parece muy detallada, pero quizás falte algún dato relevante.
- Resumen:
- Deambular por la ciudad comprando comida y enterándome de chismorreos inútiles.
Hacer la comida para todos (no sé si al ser cocinero de nivel alto podría darle algún tipo de característica especial, puesto que el nivel me llega hasta un x2 creo)
Pedir a Izumi que me lleve al lugar para verlo mejor y buscar cosas que él no viera al no ser arquitecto.
Izumi, el edificio en si es bastante cutre. Tiene dos ventanas al frente y dos ventanas en la pared trasera, pero no parece que el espacio bajo ella tenga otra salida. Las manzanas parecen saludables, aunque un poco caras. No descubres más de lo que ya sabías, aunque quizás en la trastienda se esconda algo.
Abel, la habladora te cuenta entre sus barboteos que la mujer del frutero está pensando en separarse de su marido, ¿Será la misma frutería de Izumi?
Danio, puedes darle algo a la comida si gustas – las buenas drogas – y si vais allí de vuelta verás que en verdad el pequeño edificio de la frutería es seguramente la única salida – y entrada – de lo que sea que haya debajo. Parece más sólida de lo normal, como si estuviera construida a posta para no llamar la atención, pero si servir a algún propósito… que desconocéis.
Abel, la habladora te cuenta entre sus barboteos que la mujer del frutero está pensando en separarse de su marido, ¿Será la misma frutería de Izumi?
Danio, puedes darle algo a la comida si gustas – las buenas drogas – y si vais allí de vuelta verás que en verdad el pequeño edificio de la frutería es seguramente la única salida – y entrada – de lo que sea que haya debajo. Parece más sólida de lo normal, como si estuviera construida a posta para no llamar la atención, pero si servir a algún propósito… que desconocéis.
Abel T. Nightroad
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No tardó mucho en llegar uno de los marines que faltaban, el vicealmirante Danio, quien nada más llegar se pone a preparar la comida mientras Hachiro preparaba artefactos explosivos con una maestría asombrosa, dejando a Abel anonadado. Una vez comienzan a hablar sobre la información obtenida Danio dice no haber descubierto nada, pero que valoraría la frutería por si sus conocimientos de arquitectura puede averiguar algo más sobre la estructura de la frutería.
Por su parte, Abel, comunica a Hachiro el hecho de que una habladora cuenta sobre la mujer que abandonaría a su esposo frutero, teniendo en cuenta la misión, es más que probable que una mujer se harte de la vida de contrabandista y abandone a su marido que está metido en el mundo. Al menos esa es la impresión que tiene el joven recluta, además, los seres humanos tienden a ser más descuidados cuando están apenados o sufren por algo. Tienden a darle demasiadas vueltas a los sucesos que los apenan, prestando muy poca atención a cualquier otra cosa.
Abel envía a su mascota a investigar los alrededores antes de salir, tampoco quiere que le asocien a un lugar concreto. Kiitus aullaría con una duración determinada para avisar de que el camino está libre, y con otra si hubiera alguien husmeando. Abel saldría tranquilo o se prepararía para una treta según el aullido de su mascota.
Por su parte, Abel, comunica a Hachiro el hecho de que una habladora cuenta sobre la mujer que abandonaría a su esposo frutero, teniendo en cuenta la misión, es más que probable que una mujer se harte de la vida de contrabandista y abandone a su marido que está metido en el mundo. Al menos esa es la impresión que tiene el joven recluta, además, los seres humanos tienden a ser más descuidados cuando están apenados o sufren por algo. Tienden a darle demasiadas vueltas a los sucesos que los apenan, prestando muy poca atención a cualquier otra cosa.
Abel envía a su mascota a investigar los alrededores antes de salir, tampoco quiere que le asocien a un lugar concreto. Kiitus aullaría con una duración determinada para avisar de que el camino está libre, y con otra si hubiera alguien husmeando. Abel saldría tranquilo o se prepararía para una treta según el aullido de su mascota.
- Resumen:
- Contarle a los demás lo de la mujer del frutero, por si diera la casualidad de ser el de la frutería que hablan.
Enviar a Kiitsu a restrear para salir tranquilo o más cuidadosamente según el aullido de Kiitsu
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Abel parecía haberse enterado de chismes como yo, aunque uno podía resultar útil de confirmarse. Si de verdad era la mujer del frutero de nuestro edificio sospechoso la que se quería separar, podría llegar a ser una gran fuente de información. Aunque había que abordar el tema con cuidado, y claramente no podía ser yo a menos que necesitáramos asustarla. Lo más probable es que Abel o Izumi fueran los adecuados para el trabajo. Noc tenía pinta de ser demasiado rudo para camelarse a la señora en tan poco tiempo, además, no estaba en el piso con nosotros.
-Izumi, ¿podrías guiarme hasta la frutería? No es necesario que vengas para no levantar sospechas, con unas indicaciones me valdría. Abel, ¿podrías poner alguna trampa para avisarnos de intrusiones cuando estemos dormidos? Izumi, aún quedan bastantes horas de día, ¿qué te parecería seguir buscando? Tendrán que mover mucha mercancía si hacen contrabando a gran escala, lo más seguro es que tengan alguna dársena del puerto o algún barco que venga de forma regular, solo procura no llamar la atención puesto que ya te han visto en la frutería. Además, alguien debería tratar de camelarse a la señora frutera depechada.
Estaba abierto a cualquier idea de los presentes, sino ponían ninguna otra sobre la mesa, saldría del edificio a pasear. Convenientemente el paseo me llevaría hasta el edificio sospechoso para que lo revisara bien. La gente se apartaba de mi camino con miedo en los ojos, pero poco más podían hacer. Cuando llegué al edificio puede corroborar que solo disponía de una entrada y salida. La edificación era más sólida de lo común, aunque había sido camuflada en el revestimiento. Sin duda alguna aquel edificio tenía una utilidad desconocida y lo habían preparado para resistir más que los normales, lo que me interesaba mucho. Una idea se me estaba pasando por la cabeza, pero para ello tendía que ir al puerto de la ciudad. Seguiría simulando dar un paseo, dirigiéndome hacía el agua por la ruta más cercana desde la frutería. Si Izumi había aceptado indagar en el mismo, le avisara por DDM de que me dirigía hacia allí, que preguntara por anomalías en las corrientes del puerto y la bahía.
-Izumi, ¿podrías guiarme hasta la frutería? No es necesario que vengas para no levantar sospechas, con unas indicaciones me valdría. Abel, ¿podrías poner alguna trampa para avisarnos de intrusiones cuando estemos dormidos? Izumi, aún quedan bastantes horas de día, ¿qué te parecería seguir buscando? Tendrán que mover mucha mercancía si hacen contrabando a gran escala, lo más seguro es que tengan alguna dársena del puerto o algún barco que venga de forma regular, solo procura no llamar la atención puesto que ya te han visto en la frutería. Además, alguien debería tratar de camelarse a la señora frutera depechada.
Estaba abierto a cualquier idea de los presentes, sino ponían ninguna otra sobre la mesa, saldría del edificio a pasear. Convenientemente el paseo me llevaría hasta el edificio sospechoso para que lo revisara bien. La gente se apartaba de mi camino con miedo en los ojos, pero poco más podían hacer. Cuando llegué al edificio puede corroborar que solo disponía de una entrada y salida. La edificación era más sólida de lo común, aunque había sido camuflada en el revestimiento. Sin duda alguna aquel edificio tenía una utilidad desconocida y lo habían preparado para resistir más que los normales, lo que me interesaba mucho. Una idea se me estaba pasando por la cabeza, pero para ello tendía que ir al puerto de la ciudad. Seguiría simulando dar un paseo, dirigiéndome hacía el agua por la ruta más cercana desde la frutería. Si Izumi había aceptado indagar en el mismo, le avisara por DDM de que me dirigía hacia allí, que preguntara por anomalías en las corrientes del puerto y la bahía.
- Resumen:
- Escuchar a Abel.
Proponer tareas para todos, incluida la de ligar con la frutera.
Verificar el edificio y ocurrírseme que quizás tuviera una salida submarina.
y dirigirme al puerto para investigar, avisando a Izumi de mi dirección,
pero no de la idea.
Ichimura Hachiro
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No se habían enterado de gran cosa. Un pequeño contratiempo que ya se esperaba, pero que ralentizaría sus planes. Comenzó a darle vueltas a las posibles líneas de acción que podrían seguir, pero esta vez el gyojin tomó la iniciativa. No pareció estar dispuesto a esperar al marine, cosa que entendió perfectamente. Habían dicho de verse en hora y media y ya llevaban un rato largo esperando. Terminó de coser la última de las bombas y se comió apresuradamente su plato. La habilidad como cocinero de Danio era impecable y la comida fue deliciosa, pero no tenía tiempo para hacer de crítico gastronómico ni para pedirle la receta. Su tarea era mucho más importante que el ocio en aquel momento. Sin embargo para cuando acabasen con aquello debía pedirle que le diese uno o dos consejos de cocina. Terminó su plato y lo dejó en la mesa, comenzando a meter las bombas, el pegamento y el mechero en una mochila.
- Claro. Está en el lado este de la ciudad. Si vas por la calle principal gira a la izquierda en la plaza grande de la fuente y sigue recto. No tiene pérdida, es la única frutería en ese recorrido. La encontrarás en tu lado derecho.
La deducción del gyojin tenía cierto sentido, aunque tras ver que no había ningún túnel al puerto comenzaba a formarse otra sospecha en su mente: ¿y si los contrabandistas tenían un puerto otra parte de la isla? Era una práctica habitual. Eso no explicaría cómo metían la mercancía en la ciudad, aunque a través de la frutería... de todos modos era probable que actuasen a la noche. Sería más difícil pillarles por el día, pero a su vez sería el mejor momento para una inspección discreta. Volvió a coger la capa de viaje y se la guardó en la mochila.
- Eso haré. Tengo mis sospechas sobre que actúan de otro modo, pero comprobar el puerto es un paso lógico.
Nuevamente se dirigió a la ventana y descendió cuidadosamente. Volvió a moverse usando sólo calles secundarias pese a que eso le llevara más tiempo, dirigiéndose directamente al puerto. Una vez allí se pondría a moverse con cuidado, procurando pasar despercibido pero sin ser cantoso. Dio una vuelta por el puerto tratanto de buscar algo que le llamara la atención. Aún no tenía muy claro qué buscaba, pero esperaba encontrar alguna cosa fuera de lo común que le permitiera seguir una línea de investigación clara. Tal vez la idea de Danio no había sido de las mejores; era ir dando palos de ciego. Ahora que lo pensaba mejor no tenían por qué moverse sólo por la noche; si la mercancía iba camuflada como otra... un momento, ¡eso era! Tal vez fuese escondida entre... ¿fruta?
- Claro. Está en el lado este de la ciudad. Si vas por la calle principal gira a la izquierda en la plaza grande de la fuente y sigue recto. No tiene pérdida, es la única frutería en ese recorrido. La encontrarás en tu lado derecho.
La deducción del gyojin tenía cierto sentido, aunque tras ver que no había ningún túnel al puerto comenzaba a formarse otra sospecha en su mente: ¿y si los contrabandistas tenían un puerto otra parte de la isla? Era una práctica habitual. Eso no explicaría cómo metían la mercancía en la ciudad, aunque a través de la frutería... de todos modos era probable que actuasen a la noche. Sería más difícil pillarles por el día, pero a su vez sería el mejor momento para una inspección discreta. Volvió a coger la capa de viaje y se la guardó en la mochila.
- Eso haré. Tengo mis sospechas sobre que actúan de otro modo, pero comprobar el puerto es un paso lógico.
Nuevamente se dirigió a la ventana y descendió cuidadosamente. Volvió a moverse usando sólo calles secundarias pese a que eso le llevara más tiempo, dirigiéndose directamente al puerto. Una vez allí se pondría a moverse con cuidado, procurando pasar despercibido pero sin ser cantoso. Dio una vuelta por el puerto tratanto de buscar algo que le llamara la atención. Aún no tenía muy claro qué buscaba, pero esperaba encontrar alguna cosa fuera de lo común que le permitiera seguir una línea de investigación clara. Tal vez la idea de Danio no había sido de las mejores; era ir dando palos de ciego. Ahora que lo pensaba mejor no tenían por qué moverse sólo por la noche; si la mercancía iba camuflada como otra... un momento, ¡eso era! Tal vez fuese escondida entre... ¿fruta?
- Resumen:
- - Dar indicaciones a Danio.
- Guardar las cosas en una mochila.
- Ir al puerto a ver si veo algo fuera de lo común en la actividad, algún almacén que me llame la atención o algo así. La fruta es la clave (?)
Abel, Kiitsu aúlla anunciando que el camino está libre. Parece que de momento vuestra tapadera da sus frutos. Je.
Danio, llegas al puerto. Hay varios barcos entrando y saliendo, además de pescadores aquí y allá afanándose sobre su mercancía. La verdad es que no notas nada extraño y a simple vista no parece que haya ninguna corriente extraña en los alrededores. Espera un momento. Uno de los barcos está cargando varias cajas en un camión… con el logo de la frutería. Puedes ver que efectivamente el camión se carga entero y parte a su destino, pero todavía quedan varias cajas en el interior del barco. Y no parece que haya más camiones esperando.
Izumi, tras dar una vuelta por el puerto notas algo que te llama la atención. Donde acaban las casas de los pescadores y el resto de edificios de vivienda, nace una especie de... no sabrías cómo llamarlo. Por lo que ves desde fuera parecen varias hileras de garajes colocados en un mismo punto, como un rincón común de almacenaje. Los hay más grandes y más pequeños, pero todos son cúbicos y tienen una puerta enorme de las que se abren de abajo arriba. Entre tú y las hileras hay una garita con un hombre leyendo una revista y una verja.
Mientras tanto, comienza a atardecer.
Danio, llegas al puerto. Hay varios barcos entrando y saliendo, además de pescadores aquí y allá afanándose sobre su mercancía. La verdad es que no notas nada extraño y a simple vista no parece que haya ninguna corriente extraña en los alrededores. Espera un momento. Uno de los barcos está cargando varias cajas en un camión… con el logo de la frutería. Puedes ver que efectivamente el camión se carga entero y parte a su destino, pero todavía quedan varias cajas en el interior del barco. Y no parece que haya más camiones esperando.
Izumi, tras dar una vuelta por el puerto notas algo que te llama la atención. Donde acaban las casas de los pescadores y el resto de edificios de vivienda, nace una especie de... no sabrías cómo llamarlo. Por lo que ves desde fuera parecen varias hileras de garajes colocados en un mismo punto, como un rincón común de almacenaje. Los hay más grandes y más pequeños, pero todos son cúbicos y tienen una puerta enorme de las que se abren de abajo arriba. Entre tú y las hileras hay una garita con un hombre leyendo una revista y una verja.
Mientras tanto, comienza a atardecer.
Abel T. Nightroad
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~ Descuida, Kiitsu nos avisará si hay intrusiones, lo pondré a descansar durante el tiempo que estemos despiertos y montará guardia mientras durmamos, tiene una audición y olfato muy agudos, de modo que por mucho que traten de ocultarse él se percatará de quien quiera que entre, además, le diré que solo avise ante olores que no sean los nuestros, de modo que si hay aviso sabremos con certeza que no es una reacción a nosotros mismos. ~ Responde Abel a la pregunta de Danio mientras termina de comer ese delicioso manjar preparado por el vice almirante, que hace que Abel sienta como si estuviera en el cielo.
Nada más terminar ve como Danio y Hachiro marchan a sus tareas y escucha el aullido de Kiitsu, el camino está libre, por lo que Abel sale tranquilamente como cualquier persona normal, haciendo parecer que simplemente va a dar un paseo por la zona. Es la mejor forma de pasar inadvertido.
El joven repasa mentalmente las tareas de los demás, Danio revisaría la frutería mientras Hachiro investigaría el puerto, por lo que solo queda una tarea, camelarse a la señora del frutero. ~ Kiitsu, sube y descansa, necesito que vigiles cuando durmamos, avisa si notas olores o ruidos extraños. ~ Dice acariciando a su compañero que no tarda en subir y colarse en la casa como puede, seguramente por algún conducto o quizás Himura hubiera llegado y Kiitsu se coló, de todos modos estaría en la casa o en la zona, de forma que al volver estaría descansado, es muy bueno ocultándose.
Abel camina por calles secundarias hablando tranquilamente con la gente, su carácter se adapta a una faceta más inocente, acorde con su rostro, lo que hace que le resulte más fácil entablar conversaciones, con lo que se enteraría de donde encontrar a la señora del frutero, pues su idea era camelarse a la doña para sacarle información.
Entra en un local elegante, donde se ven muchas damas, pero pocos caballeros, por no decir que Abel solo podía contar un par de ellos a parte de sí mismo. El joven se dirige a la barra, donde si consiguiera la información de que la mujer del frutero estaría, estaría una mujer con claros signos de despecho, idónea situación para que un jovencito amable e inocente sacara información de la mujer. ~ Un café por favor. ~ Pediría Abel al camarero mientras se giraría y sonreiría a la mujer de estar a su lado.
Nada más terminar ve como Danio y Hachiro marchan a sus tareas y escucha el aullido de Kiitsu, el camino está libre, por lo que Abel sale tranquilamente como cualquier persona normal, haciendo parecer que simplemente va a dar un paseo por la zona. Es la mejor forma de pasar inadvertido.
El joven repasa mentalmente las tareas de los demás, Danio revisaría la frutería mientras Hachiro investigaría el puerto, por lo que solo queda una tarea, camelarse a la señora del frutero. ~ Kiitsu, sube y descansa, necesito que vigiles cuando durmamos, avisa si notas olores o ruidos extraños. ~ Dice acariciando a su compañero que no tarda en subir y colarse en la casa como puede, seguramente por algún conducto o quizás Himura hubiera llegado y Kiitsu se coló, de todos modos estaría en la casa o en la zona, de forma que al volver estaría descansado, es muy bueno ocultándose.
Abel camina por calles secundarias hablando tranquilamente con la gente, su carácter se adapta a una faceta más inocente, acorde con su rostro, lo que hace que le resulte más fácil entablar conversaciones, con lo que se enteraría de donde encontrar a la señora del frutero, pues su idea era camelarse a la doña para sacarle información.
Entra en un local elegante, donde se ven muchas damas, pero pocos caballeros, por no decir que Abel solo podía contar un par de ellos a parte de sí mismo. El joven se dirige a la barra, donde si consiguiera la información de que la mujer del frutero estaría, estaría una mujer con claros signos de despecho, idónea situación para que un jovencito amable e inocente sacara información de la mujer. ~ Un café por favor. ~ Pediría Abel al camarero mientras se giraría y sonreiría a la mujer de estar a su lado.
- Resumen:
- - Responder a Danio
- Salir dejando a Kiitsu dentro o en la zona oculto durmiendo para que montara guardia por la noche
- Pasear hablando como un turista inocente para averiguar el paradero de la mujer del frutero
- Entrar en un salón donde hay pocos hombres y estaría la mujer del frutero
- Pedir un café y de estar la mujer del frutero sonreírle
Danio Rerio
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Cuando llego hasta el puerto me dirijo directamente hacía los amarraderos, dado que lo que vengo a buscar estaría en el agua. De camino veo pescadores metiendo su captura en la lonja, otros terminando de recoger las redes usadas tras lavarlas, varias personas pescando desde los muelles y varios barcos descargando sus mercancías. No conseguía notar ninguna corriente que no debería estar allí, ni fluctuaciones extrañas. Mi entusiasmo inicial pensando que el edificio podía comunicarse con mar abierto por una entrada subterránea va desapareciendo, aunque aún me quedan varias cosas que comprobar para descartar la idea. Entre ellas, lanzarme al agua y comprobar zonas algo más alejadas del puerto y que pudieran ser plausibles.
Con el sol ya cayendo, me topo con algo inesperado, un barco descargando cajas de la frutería con las que llenan un camión. Es una hora rara para descargar fruta, y más si la quieres vender como fresca, pero se puede haber retrasado el envió por las condiciones marinas. De todas formas, aún quedan varias cajas con el logo de la frutería en el barco. Puede ser mi oportunidad para obtener algo útil de esta visita. Me lanzo al agua, seguramente atrayendo algunas miradas, que seguramente volvieran a los suyo rápidamente. ¿A quién le importa lo que haga un gyojin tirándose al agua?
Una vez sumergido, trataría de condensar agua entre las cajas que aún quedaban en el barco, para luego tratar de tirar varias de esas cajas usando el agua condensada con la dureza de metal. Para ello, haría fuerza en las cajas de abajo, haciendo llegado un momento las superiores perdieran la base y cayeran. Si lo conseguía las recogería desde abajo, sin salir a la superficie y luego bucearía rápidamente a alguna zona lejana donde poder abrir las cajas y ver su contenido. De no conseguirlo de esa manera, controlaría el agua para hacer una película de agua bajo las cajas y luego la congelaría, elevando un lado más que otro creando más agua debajo, para que las cajas resbalaran hasta el agua. Una vez hecho desharía el hielo y quitaría el agua de cubierta. Tras ello bucearía lejos del puerto llevando las cajas para abrirlas en algún lugar apartado, lejos del puerto y miradas indiscretas.
Con el sol ya cayendo, me topo con algo inesperado, un barco descargando cajas de la frutería con las que llenan un camión. Es una hora rara para descargar fruta, y más si la quieres vender como fresca, pero se puede haber retrasado el envió por las condiciones marinas. De todas formas, aún quedan varias cajas con el logo de la frutería en el barco. Puede ser mi oportunidad para obtener algo útil de esta visita. Me lanzo al agua, seguramente atrayendo algunas miradas, que seguramente volvieran a los suyo rápidamente. ¿A quién le importa lo que haga un gyojin tirándose al agua?
Una vez sumergido, trataría de condensar agua entre las cajas que aún quedaban en el barco, para luego tratar de tirar varias de esas cajas usando el agua condensada con la dureza de metal. Para ello, haría fuerza en las cajas de abajo, haciendo llegado un momento las superiores perdieran la base y cayeran. Si lo conseguía las recogería desde abajo, sin salir a la superficie y luego bucearía rápidamente a alguna zona lejana donde poder abrir las cajas y ver su contenido. De no conseguirlo de esa manera, controlaría el agua para hacer una película de agua bajo las cajas y luego la congelaría, elevando un lado más que otro creando más agua debajo, para que las cajas resbalaran hasta el agua. Una vez hecho desharía el hielo y quitaría el agua de cubierta. Tras ello bucearía lejos del puerto llevando las cajas para abrirlas en algún lugar apartado, lejos del puerto y miradas indiscretas.
- Resumen::
- Pasear por el puerto sin encontrar nada sospechoso.
Ver el barco de la frutería y pensar la forma de conseguir una o dos cajas de las que quedan sin cargar en el camión.
-Forma uno: condensar agua, hacerla solida con el ámbito y empujar una de las cajas de abajo para que caigan las otras, coger las que caigan y largarme buceando lejos.
-Forma dos: crear hielo debajo de las cajas, elevar uno de los lados del aplaca de hielo para que las cajas caigan, deshacer el hielo y el agua; coger las cajas e irme lejos.
Ichimura Hachiro
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El lugar no era en sí sospechoso, pero le llamó la atención. Igual merecía la pena investigarlo. La pregunta era cómo colarse sin ser pillado. Podía simplemente acercarse y exigir que se le permitiera el acceso enseñando su placa de agente, pero no sonaba a una buena idea. Los contrabandistas ya debían suponer que estaban en la ciudad por el barco marine, pero tampoco iba a decirles abiertamente lo que estaban tramando... si es que el aquel lugar estaba bajo su control. Parecía alguna clase de zona de puntos de almacenaje, pero los cubículos tenían puerta de garaje. Bien podía ser simplemente un punto de trabajo de alguna empresa, pero merecía la pena investigarlo. Dio un rodeo para colarse por detrás y sacó la capa de la mochila, echándosela por encima con la capucha echada.
- Geppou.
Saltó por encima de la verja y cayó al otro lado flexionando las piernas. Nuevamente usó su radar mientras avanzaba sigilosamente por detrás de los garajes. Su intención era escanear el interior de estos con su habilidad, mientras se fijaba en si había ventanas abiertas por donde pudiera colarse o algo similar. No tenía intención de perder mucho tiempo allí de todos modos, revisaría dos o tres almacenes y si no encontraba nada interesante se iría. Se aseguró de alejarse de la caseta del guardia y se fue a los más alejados. Si no había encontrado ninguna ventana por la que meterse, saldría de detrás de los edificios y abriría la puerta del más alejado de los garajes. Procuraría hacerlo lentamente y sin hacer ruido subiéndola muy poco, lo justo para pasar rodando cuerpo a tierra.
Tras acabar allí (si no había sido visto o no había encontrado nada que le llamara especialmente la atención) saldría de nuevo por la parte de atrás, saltando la verja. De allí se iría al piso franco dando un rodeo tanto por precaución como para ver si veía algo interesante por la ciudad, procurando pasar por las inmediaciones de la frutería. En cuanto cayese la noche reuniría al resto para dirigirse a la frutería juntos y dar un duro golpe a los contrabandistas. Les faltaba mucha información pero moverse rápido era vital; cuanto más tardaran más tiempo les darían a prepararse contra ellos, y que Kimura no diese aparecido no era buena señal. Bien podía haber caído en manos del enemigo. En todo caso comprobar si había vuelto era otro motivo para volver al piso franco.
- Geppou.
Saltó por encima de la verja y cayó al otro lado flexionando las piernas. Nuevamente usó su radar mientras avanzaba sigilosamente por detrás de los garajes. Su intención era escanear el interior de estos con su habilidad, mientras se fijaba en si había ventanas abiertas por donde pudiera colarse o algo similar. No tenía intención de perder mucho tiempo allí de todos modos, revisaría dos o tres almacenes y si no encontraba nada interesante se iría. Se aseguró de alejarse de la caseta del guardia y se fue a los más alejados. Si no había encontrado ninguna ventana por la que meterse, saldría de detrás de los edificios y abriría la puerta del más alejado de los garajes. Procuraría hacerlo lentamente y sin hacer ruido subiéndola muy poco, lo justo para pasar rodando cuerpo a tierra.
Tras acabar allí (si no había sido visto o no había encontrado nada que le llamara especialmente la atención) saldría de nuevo por la parte de atrás, saltando la verja. De allí se iría al piso franco dando un rodeo tanto por precaución como para ver si veía algo interesante por la ciudad, procurando pasar por las inmediaciones de la frutería. En cuanto cayese la noche reuniría al resto para dirigirse a la frutería juntos y dar un duro golpe a los contrabandistas. Les faltaba mucha información pero moverse rápido era vital; cuanto más tardaran más tiempo les darían a prepararse contra ellos, y que Kimura no diese aparecido no era buena señal. Bien podía haber caído en manos del enemigo. En todo caso comprobar si había vuelto era otro motivo para volver al piso franco.
- resumen:
- - Revisar los garajes con el radar.
- Intentar colarse a revisar dos o tres entrando por ventanas de haberlas, sino intento entrar en el último con cuidado y en silencio (soy espía callejero nivel 42).
- Si no encuentro nada interesante, me vuelvo al piso franco dando un rodeo para ver qué veo por la ciudad, aproximándome a la frutería.
Abel: Vaya, parece que te han dado una pista falsa ya que la mujer del frutero no está ahí. La dama a la que le sonríes te escanea con la mirada, parece sorprendida. Se inclina y te dice un precio exageradamente alto al oído. Vaya.
Izumi: Deambulas por ahí, pero a toda la conclusión a la que llegas es que son unidades de almacenamiento. Ninguna tiene ventana o más salida que la puerta, cerradas todas con un simple candado. Uno de ellos parece más forzado que el resto y con un poco de maña logras terminar de romperlo. La puerta se abre y el interior te sorprende. Un montón de cajas de distintos tamaños, todas de madera y con la palabra frágil pintada en negro y grande. Si indagas entre ellas… armas. Armas de fuego y munición como para empezar una revolución. No sabes si el resto de unidades estarán igual o es el garaje de la ciudad, pero en cualquier caso quizás no deberías obviar esto.
Danio: Consigues hacerte con dos de las cajas, pero al abrirlas te quedas perplejo. Una de ellas tiene fruta: manzanas, peras, piñas, kiwis… Pero la otra está llena de condones, velas, ropa de encaje y dos mantas dobladas en el fondo. ¿Qué demonios?
Izumi: Deambulas por ahí, pero a toda la conclusión a la que llegas es que son unidades de almacenamiento. Ninguna tiene ventana o más salida que la puerta, cerradas todas con un simple candado. Uno de ellos parece más forzado que el resto y con un poco de maña logras terminar de romperlo. La puerta se abre y el interior te sorprende. Un montón de cajas de distintos tamaños, todas de madera y con la palabra frágil pintada en negro y grande. Si indagas entre ellas… armas. Armas de fuego y munición como para empezar una revolución. No sabes si el resto de unidades estarán igual o es el garaje de la ciudad, pero en cualquier caso quizás no deberías obviar esto.
Danio: Consigues hacerte con dos de las cajas, pero al abrirlas te quedas perplejo. Una de ellas tiene fruta: manzanas, peras, piñas, kiwis… Pero la otra está llena de condones, velas, ropa de encaje y dos mantas dobladas en el fondo. ¿Qué demonios?
- Spoiler:
- Nocturne, quedas fuera del capítulo por ausencia durante tres turnos consecutivos. Onrol te has quedado dormido en el piso franco.
Abel, tienes un aviso. No vuelvas a moderar por tu cuenta, en ningún momento hablé de que te encontraras a la mujer del frutero o de que pudiera estar en un bar.
Danio Rerio
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Una vez me he alejado del puerto, abro la primera de las cajas, en su interior solo encuentro fruta de varios tipos, lo que no es sorprendente al ser para una frutería. Al abrir la segunda, sin embargo, me quedo en shock unos segundos. Dentro de la misma encuentro velas, ropa interior femenina, condones para una orgia de varios días y dos mantas. Como contrabando resulta la mar de extraño, como preparativo para una escapada nocturna con una amante, bastante acertado. También puede ser el kit básico para dar a las prostitutas pertenecientes a la red. Debo compartir esto con mis compañeros, pero se me ocurre otra idea mejor.
Cierro lo mejor que puedo las dos cajas, dejando de cada una pequeña esfera de agua con dureza de metal. Tras ello, me dirijo buceando de nuevo hasta el puerto, soltando las cajas a unos metros del carguero que las traía si seguía en el mismo sitio. Luego, nadaría hasta el lateral de alguno de los muelles, saliendo del agua y secando mis ropas concentrando el agua de las mismas en mi mano y luego dejándola caer al mar. Si todo esto salía bien, me acercaría de nuevo al puerto, esperando a ver qué pasaba con las cajas.
El plan era sencillo, si recuperaban las cajas del agua y las cargaban en algún sitio, las seguiría sintiendo el agua que había dejado en el interior de las cajas. Lo más probable era que me llevaran de vuelta a la frutería, donde me sentaría en la acera del edificio, más o menos por la mitad para tener a rango lo máximo posible del sótano y tratando de evitar sospechas. Esperaba averiguar la distribución de las mercancías dentro del edificio. Seguramente la caja con contrabando iría a una parte y las de frutas a otra, pero todo esto era una mera conjetura.
Cierro lo mejor que puedo las dos cajas, dejando de cada una pequeña esfera de agua con dureza de metal. Tras ello, me dirijo buceando de nuevo hasta el puerto, soltando las cajas a unos metros del carguero que las traía si seguía en el mismo sitio. Luego, nadaría hasta el lateral de alguno de los muelles, saliendo del agua y secando mis ropas concentrando el agua de las mismas en mi mano y luego dejándola caer al mar. Si todo esto salía bien, me acercaría de nuevo al puerto, esperando a ver qué pasaba con las cajas.
El plan era sencillo, si recuperaban las cajas del agua y las cargaban en algún sitio, las seguiría sintiendo el agua que había dejado en el interior de las cajas. Lo más probable era que me llevaran de vuelta a la frutería, donde me sentaría en la acera del edificio, más o menos por la mitad para tener a rango lo máximo posible del sótano y tratando de evitar sospechas. Esperaba averiguar la distribución de las mercancías dentro del edificio. Seguramente la caja con contrabando iría a una parte y las de frutas a otra, pero todo esto era una mera conjetura.
- resumen:
- Abrir las cajas, quedarme en shock por una, cerrarlas y llevarlas al puerto buceando.
Soltar las dos cerca del barco desde debajo del agua con una pequeña de la misma dentro, salir a uno de los muelles y secarme la opa sacando el agua de la misma.
Idear el plan de seguir el agua dentro de las cajas si estas son trasladadas, sentándome en la acera del edificio de la frutería si las llevan allí, en un punto alejado del local y lo más centrado para intentar abarcar todo el interior.
Abel T. Nightroad
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Al parecer la información que le dan al joven es errónea, la verdad, no le extraña, mucha gente habla más de lo que debe, y afirma cosas que no sabe con exactitud. Aquella dama no era la mujer, sino que se trataba de una mujer profesional de la compañía, una de esas que ofrecía su cuerpo por dinero. Un escalofrío recorre al joven Abel cuando la mujer le escanea con la mirada, para luego informarle de un precio excesivamente alto, ni que fuera una musa.
Sin mediar palabra el joven sale del local y callejea nuevamente, en su mente, encontrar a la esposa del frutero, a la espera de que sus compañeros logren algo en la frutería. El joven andaría por calles secundarias y preguntaría a cualquiera que se le cruzara, anotando la información que obtuviera sobre el paradero de esa dama, la verdad, ahora andaría con mucho más cuidado, pues otra equivocación podría causar un problema para él.
Sin mediar palabra el joven sale del local y callejea nuevamente, en su mente, encontrar a la esposa del frutero, a la espera de que sus compañeros logren algo en la frutería. El joven andaría por calles secundarias y preguntaría a cualquiera que se le cruzara, anotando la información que obtuviera sobre el paradero de esa dama, la verdad, ahora andaría con mucho más cuidado, pues otra equivocación podría causar un problema para él.
- Resumen:
- - Salir del local tras un escalofrío
- Caminar por calles secundarias en busca de la ubicación de la esposa del frutero
Está comenzando a anochecer. Sigues a ambas cajas junto con otras hasta la frutería, donde ya están cerrando. Ves como el frutero dialoga con el hombre del camión con cara de preocupación, pero al final le ayuda a descargarlo todo. Puedes ver poco desde donde estás, pero lo suficiente para ver algo interesante. La caja de la fruta la descargan allí mismo, mientras que la otra la llevan a la trastienda. De hecho todo el cargamento es separado en esos dos grupos, no parece casualidad. También ves como una mujer, mayor pero todavía guapa, sale apresurada de la frutería tras intercambiar un par de frases con el frutero.
Abel, tras un rato paseando de repente algo te agarra el brazo y te ves llevado casi a rastras a un callejón secundario. Cuando te giras ves a una mujer guapa, ya algo mayor, que te mira con cara de enfadada.
-¡¿Me quieres explicar por qué rayos vas preguntando a todo el mundo por mi?!
Abel, tras un rato paseando de repente algo te agarra el brazo y te ves llevado casi a rastras a un callejón secundario. Cuando te giras ves a una mujer guapa, ya algo mayor, que te mira con cara de enfadada.
-¡¿Me quieres explicar por qué rayos vas preguntando a todo el mundo por mi?!
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Las cosas parecen ir aclarándose, la mercancía descarga se divide en dos grupos diferentes, uno con las cajas que supuestamente tienen fruta y otro con las que no. Este último es llevado directamente a la trastienda. Me va a resultar complicado entrar en aquel lugar sin que me vean, por lo que a lo mejor es más conveniente que vuelva hasta el piso franco y elaborar un plan entre todos para poder entrar de forma sigilosa. Aunque, está anocheciendo y todavía tengo tiempo para hacer más cosas que puedan ser útiles antes de volver.
Me mantengo sentado allí donde estoy, quiero saber si el frutero sale del local o se queda allí. Sería una suerte que vivan en algún punto alejados de ese sitio, pero siempre cabía la posibilidad de que tuvieran unas escaleras dentro para subir a uno de los pisos superiores. Me mantendría atento también a las ventas sobre la frutería, para ver cambios en la iluminación interior, o incluso ver aparecer al frutero en alguna de ellas. No tendría demasiado tiempo de todas formas, seguramente en algún momento pasara por allí alguna patrulla o alguien los llamaría para informar de un hombre pez sentado en la acera.
Llegados a ese caso, me iría lo más rápido posible, no podía arriesgarme a que las autoridades locales trataran de detenerme por nada y tener que revelar mi rango ante ellos. Tampoco quería llamar mucho más la atención sobre mí, puesto que no podría volver por el edificio en un tiempo si eso pasaba. Aunque las pruebas ya eran más que abrumadoras quedaban unas cuantas incógnitas importantes, como si había otra salida o una ruta de escape desde el interior de la frutería o el sótano o cuanta gente más habría allí abajo. Tras unas cuantas horas allí, volvería al piso franco dando un rodeo y vigilando que no me siguieran.
Me mantengo sentado allí donde estoy, quiero saber si el frutero sale del local o se queda allí. Sería una suerte que vivan en algún punto alejados de ese sitio, pero siempre cabía la posibilidad de que tuvieran unas escaleras dentro para subir a uno de los pisos superiores. Me mantendría atento también a las ventas sobre la frutería, para ver cambios en la iluminación interior, o incluso ver aparecer al frutero en alguna de ellas. No tendría demasiado tiempo de todas formas, seguramente en algún momento pasara por allí alguna patrulla o alguien los llamaría para informar de un hombre pez sentado en la acera.
Llegados a ese caso, me iría lo más rápido posible, no podía arriesgarme a que las autoridades locales trataran de detenerme por nada y tener que revelar mi rango ante ellos. Tampoco quería llamar mucho más la atención sobre mí, puesto que no podría volver por el edificio en un tiempo si eso pasaba. Aunque las pruebas ya eran más que abrumadoras quedaban unas cuantas incógnitas importantes, como si había otra salida o una ruta de escape desde el interior de la frutería o el sótano o cuanta gente más habría allí abajo. Tras unas cuantas horas allí, volvería al piso franco dando un rodeo y vigilando que no me siguieran.
- Resumen:
- Ver lo que pasa con las cajas y pensar que es el sitio correcto.
Esperar en mi sitio un rato más, esperando ver marcharse al frutero o verlo en alguna de las ventanas sobre la frutería.
Pensar una estrategia por si aparecen guardias a buscarme.
Volver al piso franco rodeando y vigilando.
Abel T. Nightroad
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Tras salir del lugar el joven va reuniendo información, todo parece ir bien, hasta que nota un tirón en su brazo, al girarse a ver quien tira de él se encuentra con una mujer algo mayor ya, pero que conserva la belleza de una chica joven. Al menos eso es lo que aparenta, luego quizás sea todo maquillaje y sea un orco que resulta terrorífico. La mujer parece enfadada, y poco tarda el chico en saber el motivo, se trata de la mujer del frutero, parece que ha llegado a sus oídos el hecho de que Abel ha estado preguntando por ella a los demás habitantes de la ciudad. En cierto modo Abel comprende el enfado de la mujer, pero también sabe que necesitaba encontrarla, ella podría informarle de las posibles transaciones ocultas de la frutería, pero preguntarlo directamente sería un error, levantaría muchas sospechas, tendría que aprovecharse de su encanto para ligarse a la mujer y tratar de sonsacarle algo de información.
|~ Bueno, la verdad es que cuando llegué a la isla una muchacha muy habladora me habló sobre ti, además, si tu esposo se dedica a vender frutas podrías ayudarme a seleccionar mejor las frutas para mi y una mascota, siento si le resultó ofensivo, le invito a tomar algo si lo desea y hablamos sobre cualquier cosa, y me enseña algunos trucos para seleccionar frutas. ~ Dice Abel con un tono tranquilo, intermedio entre flirteando e infantil.
|~ Bueno, la verdad es que cuando llegué a la isla una muchacha muy habladora me habló sobre ti, además, si tu esposo se dedica a vender frutas podrías ayudarme a seleccionar mejor las frutas para mi y una mascota, siento si le resultó ofensivo, le invito a tomar algo si lo desea y hablamos sobre cualquier cosa, y me enseña algunos trucos para seleccionar frutas. ~ Dice Abel con un tono tranquilo, intermedio entre flirteando e infantil.
- Resumen:
- Inventarse una excusa para las preguntas e invitar a la mujer a tomar algo.
Ichimura Hachiro
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Abrió los ojos como platos y comenzó a rebuscar por el cajón, confirmando que efectivamente eran todo municiones y armas. No se había esperado encontrar algo así tan... fácilmente, por así decirlo. Si esa misión no fuera una prueba y tuvieran que hacerlo ellos mismos y sin hacer cundir el pánico entre la población local, allí tenían suficiente material como para llamar al cuartel marine más cercano y solicitar un navío de guerra. Comenzó a abrir más cajas, confirmando que todo el garaje estaba lleno de armamento. Por un momento pensó en dejar una bomba y huir, pero descartó la estúpida idea tan pronto como la tuvo. Tenían que detener a los contrabandistas, no sabotear sus suministros. Aparte de que aquello rompería con la condición de no armar un escándalo en la ciudad, y aunque aquella competición por el puesto de Almirante seguía sin ser de su total interés, era igualmente una misión oficial en la que había mucho en juego. Volvió a cerrar las cajas, preguntándose qué hacer. Podía intentar colarse en los otros almacenes para confirmar que también eran propiedad de los contrabandistas, ¿pero qué posibilidades había de que se hubiese metido en el único con armamento? Podría hacerlo, pero...
- Empieza a hacerse tarde. Debería reunirme con el resto
Sacó varias fotos a todo con su cámara oculta. Volvió a salir rodando por la puerta apenas abierta, tras comprobar que no había nadie cerca y la cerró con cuidado. Tras hacer una última foto de la zona en general se escabulló hacia la parte trasera y volvió a saltar la valla, sujetándose la capucha para que no se le levantara, por si había alguien que le había visto igualmente. Nuevamente por precaución dio un rodeo por calles secundarias de camino al piso franco, mientras pensaba en lo que hacer. Tenían dos vías de acción: el sótano y los garajes del puerto. En uno había evidentemente parte de la mercancía, probablemente la que estaba a punto de ser embarcada. El otro... tanto podía ser su almacén principal como al mismo tiempo la base principal de aquella gente. Hizo memoria para recordar cuáles habían sido las palabras exactas de la carta: "ponerle fin al contrabando" o algo así. Dado que no tenían permitido acciones tan llamativas como volar los almacenes y sus suministros no era una opción. Así pues el curso de acción más lógico era encontrar a los principales responsables y detenerlos. ¿Cuál era la manera más rápida de localizar a estos? La frutería. Si el dueño no era el líder o uno de los socios principales, como mínimo estaría metido en el ajo y podrían sonsacarle lo que sabía y arrestarlo. Y si el sótano era la base, puede que allí encontraran pruebas que inculparan a más gente.
- Y en el peor caso, hemos localizado dos puntos clave - murmuró para sí, frotándose la barbilla.
Al llegar al piso franco volvió a entrar por donde la otra vez, dirigiéndose al salón mientras se quitaba la capa. El estómago le rugió con fuerza; llevaba sin comer nada desde el mediodía. Se fue a la cocina y empezó a reunir ingredientes. Había arroz, manzana y especias entre otras cosas, así que decidió preparar un risotto. Le llevaría un buen rato, pero la espera merecería la pena. Mientras preparaba la comida fue picoteando un poco de la manzana que le había sobrado al trocearla, calmando un poco su hambre. No le cabía duda de que el gyojin podría preparar la receta mejor que él, pero sería más justo repartirse las tareas. Mientras hacía las labores escuchó ronquidos de una habitación, donde encontró al teniente Kimura durmiendo a pierna suelta. Enfadado, se planteó seriamente despertarlo con un cubo de agua fría, pero decidió que era suficiente castigo el no preparar suficiente para él. Con cocinar para los tres bastaría. Al final los rumores de su incompetencia igual no eran tan falsos como había pensado. En cuanto escuchó la puerta y vio al gyojin, dijo:
- Llega justo a tiempo, Vicealmirante. Tengo información importante; he encontrado almacenes cerca del puerto donde había grandes cantidades de armamento militar. Durante la cena explicaré todo en más detalle, para dar tiempo a Abel a llegar. Tengo algunas fotos del sitio
- Empieza a hacerse tarde. Debería reunirme con el resto
Sacó varias fotos a todo con su cámara oculta. Volvió a salir rodando por la puerta apenas abierta, tras comprobar que no había nadie cerca y la cerró con cuidado. Tras hacer una última foto de la zona en general se escabulló hacia la parte trasera y volvió a saltar la valla, sujetándose la capucha para que no se le levantara, por si había alguien que le había visto igualmente. Nuevamente por precaución dio un rodeo por calles secundarias de camino al piso franco, mientras pensaba en lo que hacer. Tenían dos vías de acción: el sótano y los garajes del puerto. En uno había evidentemente parte de la mercancía, probablemente la que estaba a punto de ser embarcada. El otro... tanto podía ser su almacén principal como al mismo tiempo la base principal de aquella gente. Hizo memoria para recordar cuáles habían sido las palabras exactas de la carta: "ponerle fin al contrabando" o algo así. Dado que no tenían permitido acciones tan llamativas como volar los almacenes y sus suministros no era una opción. Así pues el curso de acción más lógico era encontrar a los principales responsables y detenerlos. ¿Cuál era la manera más rápida de localizar a estos? La frutería. Si el dueño no era el líder o uno de los socios principales, como mínimo estaría metido en el ajo y podrían sonsacarle lo que sabía y arrestarlo. Y si el sótano era la base, puede que allí encontraran pruebas que inculparan a más gente.
- Y en el peor caso, hemos localizado dos puntos clave - murmuró para sí, frotándose la barbilla.
Al llegar al piso franco volvió a entrar por donde la otra vez, dirigiéndose al salón mientras se quitaba la capa. El estómago le rugió con fuerza; llevaba sin comer nada desde el mediodía. Se fue a la cocina y empezó a reunir ingredientes. Había arroz, manzana y especias entre otras cosas, así que decidió preparar un risotto. Le llevaría un buen rato, pero la espera merecería la pena. Mientras preparaba la comida fue picoteando un poco de la manzana que le había sobrado al trocearla, calmando un poco su hambre. No le cabía duda de que el gyojin podría preparar la receta mejor que él, pero sería más justo repartirse las tareas. Mientras hacía las labores escuchó ronquidos de una habitación, donde encontró al teniente Kimura durmiendo a pierna suelta. Enfadado, se planteó seriamente despertarlo con un cubo de agua fría, pero decidió que era suficiente castigo el no preparar suficiente para él. Con cocinar para los tres bastaría. Al final los rumores de su incompetencia igual no eran tan falsos como había pensado. En cuanto escuchó la puerta y vio al gyojin, dijo:
- Llega justo a tiempo, Vicealmirante. Tengo información importante; he encontrado almacenes cerca del puerto donde había grandes cantidades de armamento militar. Durante la cena explicaré todo en más detalle, para dar tiempo a Abel a llegar. Tengo algunas fotos del sitio
- Resumen:
- - Saco fotos del almacén y las cajas, y luego otra de la zona exterior.
- Vuelvo al piso franco y me pongo a preparar la cena.
PD: Evidentemente la cámara es sin flash, por si había dudas. Sería estúpido que lo tuviera siendo una oculta.
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