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Es la primera vez que os topáis con el enigmático Líder de la Revolución. Es un hombre enmascarado, silencioso y algo tosco. Se mueve con cierta cojera, y a través de su visor rojo parece que atraviesa vuestras almas. Su simple visión es temible y a la vez tranquilizadora, sabéis que el destino del mundo está en buenas manos ahora que él ha decidido mostrarse.
-¡Hoy es un gran día para la Revolución!- grita, una vez estáis todos reunidos y en formación. A vuestras espaldas cientos de cadetes forman-. Hoy el Gobierno Mundial busca a su súper hombre, pero no lo van a encontrar. ¡Porque los únicos súper son los valientes guerreros por la libertad! ¡Hoy va a cambiar el mundo que pisáis para mejor, porque cada pequeño éxito que logréis es un paso más hacia el control de tierra sagrada y el fin de la esclavitud! Hoy empieza un nuevo capítulo en la historia que vosotros escribiréis. Ahora, partid y cumplid con nuestra causa. Salud y suerte.
Cuando se retira os conducen a los barcos, desde los que os llevan a destino. Cada grupo en una isla, un conflicto por resolver y una nueva misión para triunfar. Es hora de hacer historia.
El viaje se os hace mucho más corto de lo que habíais pensado en un momento. Todos un poco a vuestro rollo, pero ahí estáis de todas formas, cohesionados como un buen grupo; más o menos.
Cuando llegáis a vuestro destino, una isla que sabéis pertenece al Gobierno —unos más que otros—, abrís los sobres con la información de la misión. "[i]Un miembro de la revolución ha desertado y ha puesto rumbo a esta base del gobierno para ceder información sobre nuestros movimientos. Debéis recuperarlo antes de que diga nada y traerlo con vida para interrogarlo. De no poder ser, tendréis que matarlo y no dejar testigos. Esta es un misión de alto secreto, si os descubren, no sabemos si podremos hacer nada para asegurar vuestra seguridad. Mucha suerte.
-¡Hoy es un gran día para la Revolución!- grita, una vez estáis todos reunidos y en formación. A vuestras espaldas cientos de cadetes forman-. Hoy el Gobierno Mundial busca a su súper hombre, pero no lo van a encontrar. ¡Porque los únicos súper son los valientes guerreros por la libertad! ¡Hoy va a cambiar el mundo que pisáis para mejor, porque cada pequeño éxito que logréis es un paso más hacia el control de tierra sagrada y el fin de la esclavitud! Hoy empieza un nuevo capítulo en la historia que vosotros escribiréis. Ahora, partid y cumplid con nuestra causa. Salud y suerte.
Cuando se retira os conducen a los barcos, desde los que os llevan a destino. Cada grupo en una isla, un conflicto por resolver y una nueva misión para triunfar. Es hora de hacer historia.
El viaje se os hace mucho más corto de lo que habíais pensado en un momento. Todos un poco a vuestro rollo, pero ahí estáis de todas formas, cohesionados como un buen grupo; más o menos.
Cuando llegáis a vuestro destino, una isla que sabéis pertenece al Gobierno —unos más que otros—, abrís los sobres con la información de la misión. "[i]Un miembro de la revolución ha desertado y ha puesto rumbo a esta base del gobierno para ceder información sobre nuestros movimientos. Debéis recuperarlo antes de que diga nada y traerlo con vida para interrogarlo. De no poder ser, tendréis que matarlo y no dejar testigos. Esta es un misión de alto secreto, si os descubren, no sabemos si podremos hacer nada para asegurar vuestra seguridad. Mucha suerte.
Tenebrex
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Edward se sentía abrumado, jamás había visto tantos revolucionarios juntos en un mismo sitio, y menos al líder. Aunque su aspecto no le inspiraba demasiada confianza. sus palabras infundieron ánimos a todos los presentes y el demonio sintió cierta calidez en ellas, cierta cercanía y confianza.
Pensaba llevar todo el equipamiento posible puesto: anillo, brazaletes, botas, malla, pulseras, casco, etc. Y con la túnica lo taparía todo, pues la llevaba en forma de gabardina larga de color beige, salvo la mochila, que iba, lógicamente, por fuera. Al terminar de ponérselo todo, salió a la cubierta del barco.
Cuando se quiso dar cuenta, ya estaban en el destino de su viaje y ni siquiera había podido hablar con sus compañeros de misión, así que se sintió con la necesidad de presentarse cuanto antes. -¡Muy buenas! Edward Ogami, un placer. -Y se inclinó un poco en señal de saludo, manteniendo su habitual sonrisa.
Intentando ver su reacción y sentimientos ante la misión, se mantendría con la vista fija en ellos. -¿Qué os parece? Estoy acostumbrado al trabajo en equipo, así que por mi parte me gustaría que no nos separáramos. ¿Algo que tenga que saber de vosotros?... -Tras una pausa, respondería él mismo a su propia pregunta. -Yo tengo algunas habilidades médicas, nada extraordinario pero podría venirnos bien. Aparte de eso soy usuario, así que por mi parte descartado todo lo que implique sumergirse. ¿Y vosotros? -Concluyó, sin mencionar ni el poder concreto de su fruta, ni sus habilidades eléctricas ni nada con respecto a su equipo especial. No quería hablar demasiado para no quedar de ególatra ni para dar una mala impresión, los detalles ya irían saliendo a flote poco a poco... Aunque si sus compañeros revelaban más, no habría ningún problema, por supuesto.
Pensaba llevar todo el equipamiento posible puesto: anillo, brazaletes, botas, malla, pulseras, casco, etc. Y con la túnica lo taparía todo, pues la llevaba en forma de gabardina larga de color beige, salvo la mochila, que iba, lógicamente, por fuera. Al terminar de ponérselo todo, salió a la cubierta del barco.
Cuando se quiso dar cuenta, ya estaban en el destino de su viaje y ni siquiera había podido hablar con sus compañeros de misión, así que se sintió con la necesidad de presentarse cuanto antes. -¡Muy buenas! Edward Ogami, un placer. -Y se inclinó un poco en señal de saludo, manteniendo su habitual sonrisa.
Intentando ver su reacción y sentimientos ante la misión, se mantendría con la vista fija en ellos. -¿Qué os parece? Estoy acostumbrado al trabajo en equipo, así que por mi parte me gustaría que no nos separáramos. ¿Algo que tenga que saber de vosotros?... -Tras una pausa, respondería él mismo a su propia pregunta. -Yo tengo algunas habilidades médicas, nada extraordinario pero podría venirnos bien. Aparte de eso soy usuario, así que por mi parte descartado todo lo que implique sumergirse. ¿Y vosotros? -Concluyó, sin mencionar ni el poder concreto de su fruta, ni sus habilidades eléctricas ni nada con respecto a su equipo especial. No quería hablar demasiado para no quedar de ególatra ni para dar una mala impresión, los detalles ya irían saliendo a flote poco a poco... Aunque si sus compañeros revelaban más, no habría ningún problema, por supuesto.
Yarmin Prince
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Necesité pasarme la mayor parte del tiempo con la nariz tapada. No sólo porque el barco en el que nos transportaron estaba atestado de revolucionarios, sino porque Maki volvía a estar a mi lado. ¡¿Por qué demonios tenía que estar esa cosa ahí?! Olía a revolucionario, y lo que es peor, apestaba a suciedad y a dios sabe qué más. ¿Cuál era la razón estúpida por la que me tocaba apandar con ese ser? Definitivamente, si existía el Karma, estaba personificado en su figura.
Durante todo el viaje estuve en el mascarón de proa, cuando no dando vueltas por la cubierta. Me ponía muy nervioso estar en medio de una prueba de la revolución, vigilado por el maldito líder Revolucionario y todavía sin hallar ni rastro de Jin Surfer. Lo único que había podido ver era una verdadera pandilla de desgraciados que merecían poco más que morir a mis manos... y él.
Él era uno de los que habían aparecido finalmente en la plaza central de Síderos al final de la guerra, junto con Krauser, para unirse a los demás y hacerse con el poder en la isla... Que había escapado a mi control. Si no fuera por el maldito demonio de la niebla y el dragón azul ahora mismo esa puta isla sería mía... Respiré hondo y sonreí con tranquilidad, calmando mis ánimos. Poco a poco mi paso se fue relajando según nos acercábamos a la isla, y mi mirada dejó de parecer un cúmulo de odio. Si al menos el navegante me hubiera hecho caso habríamos llegado hace horas, pero no importa. Soy un niño bueno, soy un niño bueno...
-Pues yo...- dije, encogiéndome de hombros-. Antes era psicólogo, aunque hace años era regatista. Aunque no sé de qué nos podría servir eso, vaya.
Abrí el sobre mientras desembarcaba, leyendo la información. En este caso, ¿Debía detenerlo y cumplir con la revolución o debía hacer fracasar a mi equipo? Avancé por el muelle tranquilamente, moviendo las manos mientras aparentemente se convertía en una paloma blanca, que voló hacia el infinito.
-Ah, y soy mago en mis ratos libres. ¿Me seguís, por favor?
Tras eso comencé a avanzar. Si había un revolucionario fugado lo más probable era que estuviera dirigiéndose al cuartel. Lo mejor era seguir mi plan.
-Edward, intenta disfrazarte de agente del Gobierno. Marine, a ser posible, y vamos a fingir que somos los encargados de interrogarlo. Una vez esté tranquilo, se le atrapa tranquilamente y ya está resuelto el asunto.
El plan era matarlo tras conocer la información, pero eso mejor se lo callaba.
Durante todo el viaje estuve en el mascarón de proa, cuando no dando vueltas por la cubierta. Me ponía muy nervioso estar en medio de una prueba de la revolución, vigilado por el maldito líder Revolucionario y todavía sin hallar ni rastro de Jin Surfer. Lo único que había podido ver era una verdadera pandilla de desgraciados que merecían poco más que morir a mis manos... y él.
Él era uno de los que habían aparecido finalmente en la plaza central de Síderos al final de la guerra, junto con Krauser, para unirse a los demás y hacerse con el poder en la isla... Que había escapado a mi control. Si no fuera por el maldito demonio de la niebla y el dragón azul ahora mismo esa puta isla sería mía... Respiré hondo y sonreí con tranquilidad, calmando mis ánimos. Poco a poco mi paso se fue relajando según nos acercábamos a la isla, y mi mirada dejó de parecer un cúmulo de odio. Si al menos el navegante me hubiera hecho caso habríamos llegado hace horas, pero no importa. Soy un niño bueno, soy un niño bueno...
-Pues yo...- dije, encogiéndome de hombros-. Antes era psicólogo, aunque hace años era regatista. Aunque no sé de qué nos podría servir eso, vaya.
Abrí el sobre mientras desembarcaba, leyendo la información. En este caso, ¿Debía detenerlo y cumplir con la revolución o debía hacer fracasar a mi equipo? Avancé por el muelle tranquilamente, moviendo las manos mientras aparentemente se convertía en una paloma blanca, que voló hacia el infinito.
-Ah, y soy mago en mis ratos libres. ¿Me seguís, por favor?
Tras eso comencé a avanzar. Si había un revolucionario fugado lo más probable era que estuviera dirigiéndose al cuartel. Lo mejor era seguir mi plan.
-Edward, intenta disfrazarte de agente del Gobierno. Marine, a ser posible, y vamos a fingir que somos los encargados de interrogarlo. Una vez esté tranquilo, se le atrapa tranquilamente y ya está resuelto el asunto.
El plan era matarlo tras conocer la información, pero eso mejor se lo callaba.
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Así que ése era el jefe... Vaya, pues sí que daba miedo. Y gritaba un montón. Seguramente sería para que los cientos y cientos y cientos de revolucionarios que se habían reunido allí pudieran oír lo que tenía que decir.
-¡Hoy es un gran día para la Revolución!- gritaba el Jefe-. Hoy el Gobierno Mundial busca a su súper hombre, pero no lo van a encontrar. ¡Porque los únicos súper son los valientes guerreros por la libertad!
-¡SUUUUUUUPEEEERRRR!!! -gritó Maki, emocionado. Se hizo el silencio durante unos segundos y todos le miraron. El gyojin bajó los brazos despacio y el Jefe volvió a darle al pico. Pero Maki ya no escuchaba. Estaba demasiado excitado. ¿Iban a hacer algo súper? ¿Qué sería?
No lo supo hasta después, cuando lo embarcaron junto con unos pocos compañeros y les asignaron una complicada e importantísima misión. Solamente serían tres: su viejo amigo Sonrisas, al que conoció hacía un par de años, y otro revolucionario desconocido. Resultó que se llamaba Ferduardo Gami o algo así. Parecía un tipo majo; hasta les explicó a qué se dedicaba.
-Hola, yo soy Augustus. Y éste -dijo señalando a su compañero rubio-, es Sonrisas. Es muy simpático. No te preocupes, yo sí que sé nadar. ¿Cómo puede ser que no sepas? Hasta los niños nadan allí en mi casa-. Habría seguido hablando con él, pero dejó de interesarle en cuanto vio la paloma que Sonrisas había hecho aparecer mágicamente-. ¡Uohh! ¿Cómo lo has hecho? ¿Puedes hacer que aparezca un cocodrilo?
Seguramente podría, ya que Sonrisas era capaz de eso y más. ¿Iba él a guiarlos? Bueno, no era mala idea porque, lo que era él, no tenía ni la más mínima idea de lo que debían hacer. Ni siquiera entendía palabras tan complicadas como "desertar", "ceder" o "alto secreto". Los secretos no eran altos ni bajos... En fin, él se dejaría llevar por su instinto y todo saldría bien. Y mientras, podía comer. Últimamente siempre llevaba una bolsita de aperitivos consigo.
-¿Alguien quieres un cacahuete?
Hmm... Parece que tus compañeros no son mucho de hablar, Tenebrex. Pero bueno, siempre es bueno tener un mago en la party, si no se hace difícil la partida. Al caso, si te parece buena idea, posiblemente todos sigáis los pasos de Yarmin. Quizá, también, alguien deba aceptarle el cacahuete a Maki antes de que se ponga triste.
Pasa el rato mientras camináis cuando a lo lejos veis un grupo de tres —vaya, como el vuestro, que casualidad—. Los tres tienen capas ocultándoles la ropa, y sombreros de vaquero. Muy cutre todo, por dios. Bueno, ¿qué queréis hacer? No se han percatado de vuestra presencia aún, puede que queráis ocultaros, o quizá hablar con ellos. Sea lo que sea, los gyojins no suelen caerle bien al gobierno y Maki... Bueno, digamos que es... Grande, sí, eso, grande.
Pasa el rato mientras camináis cuando a lo lejos veis un grupo de tres —vaya, como el vuestro, que casualidad—. Los tres tienen capas ocultándoles la ropa, y sombreros de vaquero. Muy cutre todo, por dios. Bueno, ¿qué queréis hacer? No se han percatado de vuestra presencia aún, puede que queráis ocultaros, o quizá hablar con ellos. Sea lo que sea, los gyojins no suelen caerle bien al gobierno y Maki... Bueno, digamos que es... Grande, sí, eso, grande.
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Maki siguió sin dudarlo al bueno de Sonrisas. Seguro que él era capaz de encontrar al revolucionario perdido o lo que fuese. La verdad es que no había entendido del todo lo que iban a hacer allí. Lo único que tenía claro era que un ascenso importante estaba en juego. Si lo hacía bien, podía terminar siendo uno de los "peces gordos", como alguien lo había llamado antes de partir. Al principio pensó que se refería a él, y se puso triste al pensar en ponerse a dieta, pero luego le explicaron que así se referían a los altos cargos.
Iba a tener que esforzarse al máximo para demostrar que era capaz de cargar con los deberes y las responsabilidades que implicaba estar en las altas esferas de la Revolución. Aunque en realidad no tenía ni idea de qué clase de cosas hacía la gente que mandaba. Por lo que sabía, su trabajo era ir por ahí mandando y dar miedo a los demás. A él desde luego le daban miedo. Una vez conoció a uno de los oficiales que llevaba consigo una espada para cada día de la semana. Si ascendía, ¿tendría que ser él así? Bueno, haría lo que tuviese que hacer y luego ya vería.
Por ese motivo, se dispuso a actuar cuando vio a los encapuchados con sombrero. "Qué sombreros más chulos", pensó. Cómo le gustaría tener uno así a él. ¿Dónde los venderían? "No, no. Céntrate, Augustus. Tienes que ser útil para el grupo y demostrar lo que vales".
-¡Hola! ¡Hola! -exclamó, haciendo aspavientos con las manos para que lo viesen bien-. ¡¿Sois vosotros los revolucionarios perdidos?! ¡Venimos a por vosotros!
"Muy bien, Augustus", se felicitó. No podía haberlo hecho mejor.
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Edward de inmediato aceptó la sugerencia del "Sonrisas", aunque por otra parte, le molestó un poco que no se presentara por sí mismo. La túnica Henkan tomó al instante el aspecto de un uniforme marine. En cuanto el mago pidió por favor que le siguieran, todos echaron a caminar. Al poco tiempo, pudieron observar un extraño grupo de tres individuos con una indumentaria bastante extraña.
-¿Y eso? -Preguntó el demonio, mientras se giraba hacia sus compañeros. Sin embargo, antes de poder siquiera mirarlos a los dos, un grito lo alarmó. ¿Qué demonios estaba haciendo Augustus? Ya desde un primer momento se notaba que el Gyojin era algo particular, pero eso sorprendió por completo al rubio.
Entonces intentó confeccionar tan rápido como pudo un plan para aprovechar lo que su compañero había dicho... o mejor, lo que no había dicho. No había dicho para qué venían a por el revolucionario, así que aún podían seguir el plan de Sonrisas.
Gritando más alto de lo normal, para que los extraños lo oyeran, respondió al Gyojin. -¡¿Pero qué dices?! ¡Tenemos que interrogarle en la base, no puede estar por aquí! ¡Además, ¿no ves que son tres y no uno?! -Al terminar, añadió algo en voz baja. -No te lo tomes a mal, es para que ellos lo escuchen. Será mejor que hagas como que me das la razón. -Y junto al mensaje le dedicó una mirada y un par de gestos con los que, gracias a sus habilidades psicológicas, intentaría influir en su comportamiento para que no se sintiese ofendido por reprenderle.
Girándose hacia los extraños, hizo una leve reverencia a modo de disculpa y con la cabeza hizo como si le dijera al grupo que continuaran, aunque sabía que él no lideraba ni pretendía hacerlo, solo quería pasar desapercibido. Esperaba que su falso uniforme le sirviera al respecto, al fin y al cabo, estaban en una isla gubernamental.
-¿Y eso? -Preguntó el demonio, mientras se giraba hacia sus compañeros. Sin embargo, antes de poder siquiera mirarlos a los dos, un grito lo alarmó. ¿Qué demonios estaba haciendo Augustus? Ya desde un primer momento se notaba que el Gyojin era algo particular, pero eso sorprendió por completo al rubio.
Entonces intentó confeccionar tan rápido como pudo un plan para aprovechar lo que su compañero había dicho... o mejor, lo que no había dicho. No había dicho para qué venían a por el revolucionario, así que aún podían seguir el plan de Sonrisas.
Gritando más alto de lo normal, para que los extraños lo oyeran, respondió al Gyojin. -¡¿Pero qué dices?! ¡Tenemos que interrogarle en la base, no puede estar por aquí! ¡Además, ¿no ves que son tres y no uno?! -Al terminar, añadió algo en voz baja. -No te lo tomes a mal, es para que ellos lo escuchen. Será mejor que hagas como que me das la razón. -Y junto al mensaje le dedicó una mirada y un par de gestos con los que, gracias a sus habilidades psicológicas, intentaría influir en su comportamiento para que no se sintiese ofendido por reprenderle.
Girándose hacia los extraños, hizo una leve reverencia a modo de disculpa y con la cabeza hizo como si le dijera al grupo que continuaran, aunque sabía que él no lideraba ni pretendía hacerlo, solo quería pasar desapercibido. Esperaba que su falso uniforme le sirviera al respecto, al fin y al cabo, estaban en una isla gubernamental.
Yarmin Prince
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Otra vez lastrado por ese retrasado mental. Había cogido el cacahuete, ¡Había cogido el puto cacahuete! Y aun así estaba estaba el puto pez haciendo el subnormal. En fin, relájate Yarmin, no pasa nada. Es más, tal vez estén dándote una oportunidad todavía mejor para hacer un buen espectáculo. Edward parecía algo molesto conmigo por no haber dado mi nombre, aunque estaba seguro de que era bastante mejor si lo mantenía en secreto. Al fin y al cabo, Yarmin Prince había aparecido en algún que otro periódico local. Concursos de ajedrez, la tarea de Arabasta... Había muchas cosas que mi nombre podía costarme, y una de ellas en esta ocasión era la vida. Pero de todos modos, estaba entre inútiles, ¿Qué más daba?
-En realidad me llamo Yarmin, no Sonrisas- repuse finalmente, con una mueca divertida-. Pero Augustus es un poco especial y nunca recuerda mi nombre.
Era plenamente consciente de que tras una mala primera impresión era difícil recuperar la confianza, pero del mismo modo enmendar un error demostraba la empatía necesaria para trabar amistad. Y si lograba sacar partido a la situación en la que Maki nos había metido todavía podría mejorar esa posición coronándome como líder indiscutible del equipo. Mírame, casi hablando como cuando empecé de cero. Ya era el líder, sólo iba a demostrarlo.
-¡Ed, no reprendas al pobre Augustus!- dije, acercándome velozmente a los cinco, tratando de fijarme en quién de los tres sería, si es que alguno fuera, nuestro hijo pródigo-. Él sólo quiere encontrar al revolucionario que desertó de las filas y vino aquí para vender información a cambio de su libertad.
Miré hacia los tres hombres, fijándome totalmente en sus rostros. El más mínimo carraspeo, un temblor, que tragasen con dificultad su asquerosa saliva... Lo que fuese.
-Mi nombre es Noa Kasanova, caballeros. Agente del Cipher Pol 8- dije, recordando el nombre de un tristemente conocido agente-, y él es mi acompañante marine Ed. ¿Podrían decirme si conocen a algún revolucionario con estas características, por favor?
En realidad buscaba todavía más datos. Seguramente contestasen, pero aun así lo que más me interesaba era conocer si les costaba recordarlo, si ponían trabas, si tenían alguna clase de miedo... Si salía bien todo perfecto. Si salía mal estaba preparado para desenfundar a Creaviudas.
-En realidad me llamo Yarmin, no Sonrisas- repuse finalmente, con una mueca divertida-. Pero Augustus es un poco especial y nunca recuerda mi nombre.
Era plenamente consciente de que tras una mala primera impresión era difícil recuperar la confianza, pero del mismo modo enmendar un error demostraba la empatía necesaria para trabar amistad. Y si lograba sacar partido a la situación en la que Maki nos había metido todavía podría mejorar esa posición coronándome como líder indiscutible del equipo. Mírame, casi hablando como cuando empecé de cero. Ya era el líder, sólo iba a demostrarlo.
-¡Ed, no reprendas al pobre Augustus!- dije, acercándome velozmente a los cinco, tratando de fijarme en quién de los tres sería, si es que alguno fuera, nuestro hijo pródigo-. Él sólo quiere encontrar al revolucionario que desertó de las filas y vino aquí para vender información a cambio de su libertad.
Miré hacia los tres hombres, fijándome totalmente en sus rostros. El más mínimo carraspeo, un temblor, que tragasen con dificultad su asquerosa saliva... Lo que fuese.
-Mi nombre es Noa Kasanova, caballeros. Agente del Cipher Pol 8- dije, recordando el nombre de un tristemente conocido agente-, y él es mi acompañante marine Ed. ¿Podrían decirme si conocen a algún revolucionario con estas características, por favor?
En realidad buscaba todavía más datos. Seguramente contestasen, pero aun así lo que más me interesaba era conocer si les costaba recordarlo, si ponían trabas, si tenían alguna clase de miedo... Si salía bien todo perfecto. Si salía mal estaba preparado para desenfundar a Creaviudas.
Parece que las personas frente a vosotros se muestran desconfiadas. Tal vez por lo poco probable de que un gyojin forme parte de las fuerzas del gobierno. Tal vez el esconder a Maki o haber hecho como que es alguien de la revolución a quien habéis capturado, poco cuerdo, hubiera sido más lógico.
Al tener que contestaros, se tapan el rostro, empleando sus sombreros. Lo primero que hacen es, preguntar por el pez. Luego por qué un miembro de la inteligencia secreta del gobierno daría su nombre. También miran a Edward por debajo del sombrero, en especial el de la izquierda. ¿Tal vez le hayan reconocido?
Al tener que contestaros, se tapan el rostro, empleando sus sombreros. Lo primero que hacen es, preguntar por el pez. Luego por qué un miembro de la inteligencia secreta del gobierno daría su nombre. También miran a Edward por debajo del sombrero, en especial el de la izquierda. ¿Tal vez le hayan reconocido?
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-¿Saben qué? Me he cansado- fue lo único que dije. El más sospechoso de ellos era un tipo... Peculiar. ¿Sabes qué? Mejor voy a empezar desde el principio.
Maki era retrasado, y mucho. Pero parece ser que además ellos tenían cierta resistencia a mí. Bueno, eso o que realmente de ceder alguno de los presentes les haría daño. Eso ya decía mucho, pero yo quería más. Me estaba fijando en sus rostros, miradas cómplices que se ocultaron bajo un sombrero que cubría su tez casi por completo. Definitivamente, desconfiaban de nosotros. Y muy probablemente, hasta de su sombra.
-Esto- señalé a Augustus-, es parte del programa de inserción del Gobierno Mundial. Tras los últimos sucesos en el mundo los que mandan se han replanteado su postura, y están probando la lealtad de algunos peces- hice una pausa. Sonaba seguro y confiado, pero mi historia era más falsa que la ropa de Edward, y tenía que hablar despacio si no quería cagarla. Afortunadamente mi aspecto encantador y mi conversación dicharachera podían ayudarme a hacerme pasar por un Agente del Cipher Pol. Por otro lado, es lo que era, así que... Eso-. En concreto, el señor Makintosh es un pez gota, una especie abisal que es si cabe más fuerte y resistente que los de su raza- "además de mucho más tordo, me ahorré decir"-. El proceso de selección ha durado casi un año, aunque no entiendo por qué lo han seleccionado a él.
Simplemente lo señalé, esperando que lo comprendieran, pero tras la explicación preguntaron no otra cosa que por qué un agente del Cipher Pol daría su nombre. No pude evitar arquear la ceja. El Cipher Pol no era secreto, pero no podía gritarle a una pandilla de incultos lo que realmente pensaba, por lo que sin alterarme, traté de responder.
-El servicio de Inteligencia no es secreto. Todos conocen su existencia y labores. Simplemente, vestimos de incógnito para pasar más desapercibidos- no era una buena excusa. Es decir, era la verdad, pero no era una buena excusa-. ¿Saben qué? Me he cansado.
Tardé poco más de una décima de segundo en desenfundar mi arma y haber disparado al más sospechoso de los tres. Apreté el gatillo intentando no dar oportunidad de contraatacar a los desconocidos, y la bala que surgió era de un poderoso tono azul, tan veloz que a la distancia en que nos encontrábamos, era casi imposible que pudiera esquivarlo.
-Están detenidos en nombre del Gobierno Mundial por obstrucción a la Justicia. Edward, arréstelos.
Mi fachada, para el joven Ed, sería la de un revolucionario muy metido en su papel de agente, y Maki al ver el rayo azul que acompañaba la bala seguramente lo tomase por un juego. Lo que ninguno podía saber es que si acertaba, lo más probable era que ese tipo cayese presa de mi control.
Maki era retrasado, y mucho. Pero parece ser que además ellos tenían cierta resistencia a mí. Bueno, eso o que realmente de ceder alguno de los presentes les haría daño. Eso ya decía mucho, pero yo quería más. Me estaba fijando en sus rostros, miradas cómplices que se ocultaron bajo un sombrero que cubría su tez casi por completo. Definitivamente, desconfiaban de nosotros. Y muy probablemente, hasta de su sombra.
-Esto- señalé a Augustus-, es parte del programa de inserción del Gobierno Mundial. Tras los últimos sucesos en el mundo los que mandan se han replanteado su postura, y están probando la lealtad de algunos peces- hice una pausa. Sonaba seguro y confiado, pero mi historia era más falsa que la ropa de Edward, y tenía que hablar despacio si no quería cagarla. Afortunadamente mi aspecto encantador y mi conversación dicharachera podían ayudarme a hacerme pasar por un Agente del Cipher Pol. Por otro lado, es lo que era, así que... Eso-. En concreto, el señor Makintosh es un pez gota, una especie abisal que es si cabe más fuerte y resistente que los de su raza- "además de mucho más tordo, me ahorré decir"-. El proceso de selección ha durado casi un año, aunque no entiendo por qué lo han seleccionado a él.
Simplemente lo señalé, esperando que lo comprendieran, pero tras la explicación preguntaron no otra cosa que por qué un agente del Cipher Pol daría su nombre. No pude evitar arquear la ceja. El Cipher Pol no era secreto, pero no podía gritarle a una pandilla de incultos lo que realmente pensaba, por lo que sin alterarme, traté de responder.
-El servicio de Inteligencia no es secreto. Todos conocen su existencia y labores. Simplemente, vestimos de incógnito para pasar más desapercibidos- no era una buena excusa. Es decir, era la verdad, pero no era una buena excusa-. ¿Saben qué? Me he cansado.
Tardé poco más de una décima de segundo en desenfundar mi arma y haber disparado al más sospechoso de los tres. Apreté el gatillo intentando no dar oportunidad de contraatacar a los desconocidos, y la bala que surgió era de un poderoso tono azul, tan veloz que a la distancia en que nos encontrábamos, era casi imposible que pudiera esquivarlo.
-Están detenidos en nombre del Gobierno Mundial por obstrucción a la Justicia. Edward, arréstelos.
Mi fachada, para el joven Ed, sería la de un revolucionario muy metido en su papel de agente, y Maki al ver el rayo azul que acompañaba la bala seguramente lo tomase por un juego. Lo que ninguno podía saber es que si acertaba, lo más probable era que ese tipo cayese presa de mi control.
- Habilidades utilizadas:
- El brazo más rápido del Oeste: Yarmin puede desenfundar su arma en apenas un par de décimas de segundo, de manera que es muy difícil prever si va a disparar o no mediante los sentidos ordinarios.
Serv: Yarmin ha mejorado su poder de dominación, llegando a descubrir cómo hacer de cualquiera su esclavo. Cuando activa esta habilidad un rayo azul saldrá disparado desde su mano o foco, y de impactar en el objetivo éste estará bajo su voluntad.
Nota: Serv tiene algunas limitaciones.
Maki
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"El señor Makintosh...". "El señor Makintosh...", había dicho. "Es si cabe más fuerte y resistente que los de su raza". "Más fuerte y resistente". Oh, Maki estaba en una nube. Por fin alguien reconocía su valía. Y curiosamente, había sido bastante antes de lo que hubiera supuesto. Él imaginaba que tendría que afrontar todo tipo de peligros y situaciones extrañas antes de que eso sucediese. "Oh, Sonrisas..." De no haber estado metidos en una situación seria, lo habría abrazado. Qué diablos. Sin poder contener unas lagrimillas, Maki le dedicó un abrazo a su amigo.
-Oh, yo también te aprecio, amigo. Eres el mejor revolucionario que existe -le aduló. Ante todo, los gyojins eran gente agradecida.
Y de repente, todo se volvió loco. Sonrisas sacó una pistola que él no sabía que tenía y apretó el gatillo. ¡Le pegó un tiro a ese hombre! ¿De verdad era capaz de algo así? Más valía que Ferduardo y él se pusieran a cubierto antes de que fuesen los siguientes. ¿Y si los tipos de los sombreros decidían disparar también? ¿Podría quedarse él el sombrero del hombre al que habían disparado, si es que se moría?
Tardó unos segundos en procesar que había visto una lucecita salir del arma. Era como un rayo azul muy delgado. "¡Pues claro!", se dijo. "¿Cómo he podido ser tan tonto?". Sonrisas -o Yarmin, como parecían apodarlo algunos- era un mago. Era obvio que podía hacer trucos como el de disparar luces o hacer aparecer palomas. ¿Sabría partir en dos a alguien? Sin matarlo, claro. Por alguna razón, Maki pensó que era mejor idea no pedírselo.
- Resumen:
- Abrazar a Yarmin - Desvelar "sin querer" que es un revolucionario (O al menos eso cree Maki)
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La cosa parecía no poder ir peor, Edward estaba muy sorprendido (en el mal sentido) por la reacción de impaciencia de Yarmin, y más si cabe por el estúpido comentario de Makintosh. Él no era de los que mataba a sus enemigos, ¿por qué tuvo que dispararle?... Pero no estaba muerto, ¿qué había pasado? El demonio había visto una luz azul salir del arma, pero supuso que había disparado y, sin embargo, no veía herida de bala por ningún sitio ¿qué había disparado y para que servía? Al recibir la orden de arrestarlos, empezó a caminar decididamente hacia los tres individuos, sin saber realmente cómo lo haría.
Se acercó a ellos, empezó a rebuscar en su mochila y, si no oponían resistencia, los ataría por las manos con la cuerda irrompible que conseguió en Síderos.
No sabía si lo que Yarmin estaba explicando acerca del CP era una mentira muy bien contada o era verdad, pues las ocasiones en las que se había encontrado con un agente se podían contar con los dedos de una mano, pero la verdad es que no parecía una excusa muy convincente.
Intentando mantenerse serio, les dijo a los extraños: - Estáis arrestados, cualquier cosa que digáis podrá ser utilizado en vuestra contra en un tribunal, y ya ni hablemos de si intentáis algo... Makintosh, deja de decir tonterías y céntrate, tenemos una misión por delante, si no dejas de llamar a todo el mundo revolucionario vas a acabar llamando la atención... -Esas últimas palabras las dijo más lentas, haciendo como que se daba cuenta en ese momento de que Maki ya llamaba la atención. -... Bueno, no importa, la llamas igual. Sólo ten cuidado ¿vale? Nos preocupamos por ti.
Se acercó a ellos, empezó a rebuscar en su mochila y, si no oponían resistencia, los ataría por las manos con la cuerda irrompible que conseguió en Síderos.
No sabía si lo que Yarmin estaba explicando acerca del CP era una mentira muy bien contada o era verdad, pues las ocasiones en las que se había encontrado con un agente se podían contar con los dedos de una mano, pero la verdad es que no parecía una excusa muy convincente.
Intentando mantenerse serio, les dijo a los extraños: - Estáis arrestados, cualquier cosa que digáis podrá ser utilizado en vuestra contra en un tribunal, y ya ni hablemos de si intentáis algo... Makintosh, deja de decir tonterías y céntrate, tenemos una misión por delante, si no dejas de llamar a todo el mundo revolucionario vas a acabar llamando la atención... -Esas últimas palabras las dijo más lentas, haciendo como que se daba cuenta en ese momento de que Maki ya llamaba la atención. -... Bueno, no importa, la llamas igual. Sólo ten cuidado ¿vale? Nos preocupamos por ti.
Tu plan casi había sido perfecto, Yarmín… Casi. De no ser porque tus alabanzas hicieron que Maki se abalanzara sobre ti y dijese la palabra tabú. Revolucionario. Esto causó una confusión momentánea en los dos revolucionarios que quedaron en pie, mirando al cuerpo de su compañero, tirado en el suelo, más por el susto que por otra cosa.
Tardaron unos segundos en reaccionar, los justos como para que Edward se acercase cuerda en mano para atarles. El revolucionario al que disparó vuestro encantador “líder” no se movió, bajando la cabeza y quedándose calladito. Sin embargo, los otros dos salieron corriendo en cuanto uno de ellos se dio cuenta de que, efectivamente, conocía a Edward. Esto de ir con revolucionarios de verdad a capturar a otros revolucionarios es un verdadero problema. Bueno… Uno de ellos se tropieza al salir por patas, el otro, que parece tener cara de conejo, o eso podéis divisar los que no le dais la espalda, sale corriendo usando sus potentes piernas… ¿O va saltando? Como sea, podéis intentar tras ellos. Quizás atrapéis al que se ha caído. O podéis jugárosla y creer que habéis atrapado al revolucionario que buscabais y empezar a extorsionarle.
Tardaron unos segundos en reaccionar, los justos como para que Edward se acercase cuerda en mano para atarles. El revolucionario al que disparó vuestro encantador “líder” no se movió, bajando la cabeza y quedándose calladito. Sin embargo, los otros dos salieron corriendo en cuanto uno de ellos se dio cuenta de que, efectivamente, conocía a Edward. Esto de ir con revolucionarios de verdad a capturar a otros revolucionarios es un verdadero problema. Bueno… Uno de ellos se tropieza al salir por patas, el otro, que parece tener cara de conejo, o eso podéis divisar los que no le dais la espalda, sale corriendo usando sus potentes piernas… ¿O va saltando? Como sea, podéis intentar tras ellos. Quizás atrapéis al que se ha caído. O podéis jugárosla y creer que habéis atrapado al revolucionario que buscabais y empezar a extorsionarle.
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Edward no era el más fuerte ni el más resistente del grupo, estaba claro, y no sabía la capacidad de Yarmin, pero dudaba que el desconocido que intentaba escapar tuviera la más mínima oportunidad contra su velocidad. En estos casos, su fruta (aparte de su entrenamiento) era realmente útil.
-Ah no, eso sí que no. -Dijo Edward, esbozando una sonrisa. Transformándose parcialmente en moto, aceleró tanto como pudo para alcanzar al que tenía cara de conejo. Adelantó casi al instante al que se había tropezado, pero no sabía si podría capturar al otro. Si fuera necesario, Edward entraría en su estado "demencial" para no dejarlo escapar, lo cual duplicaría su velocidad.
La verdad es que le había sorprendido la reacción de los extraños, las opciones que había considerado más lógicas habían sido la de que los atacaran y la de que se tragaran la actuación de los dos humanos, intentando tapar al bocazas de Makintosh. En serio, ¿qué le pasaba a ese Gyojin? Decía que ya conocía a Yarmin, pero, aunque dio a entender que eran amigos, no parecía que Yarmin tuviera la misma opinión de él... lo que, por otra parte, es casi normal, teniendo en cuenta la actitud del metepatas.
Mientras se esforzaba por alcanzar a su objetivo, estiraría el brazo, preparándose para agarrarlo y, cuando lo tuviera, atarlo para evitar otro intento de escape por su parte. Confiaba en que algún otro miembro de su equipo se encargara de no dejar huir al que se había tropezado... y con respecto al otro... A Edward no le había quedado claro qué había ocurrido con el otro. Yarmin había hecho algo raro y el extraño no opuso resistencia alguna tras eso, no echó a correr junto a sus compañeros. Sin embargo, el demonio dorado no había podido observar herida alguna en el afectado, ¿sería alguna especie de técnica que provocaba un estado de shock? Habría que preguntárselo para saberlo, aunque antes tendría que volver con el "hombre-conejo" bien atado.
-Ah no, eso sí que no. -Dijo Edward, esbozando una sonrisa. Transformándose parcialmente en moto, aceleró tanto como pudo para alcanzar al que tenía cara de conejo. Adelantó casi al instante al que se había tropezado, pero no sabía si podría capturar al otro. Si fuera necesario, Edward entraría en su estado "demencial" para no dejarlo escapar, lo cual duplicaría su velocidad.
La verdad es que le había sorprendido la reacción de los extraños, las opciones que había considerado más lógicas habían sido la de que los atacaran y la de que se tragaran la actuación de los dos humanos, intentando tapar al bocazas de Makintosh. En serio, ¿qué le pasaba a ese Gyojin? Decía que ya conocía a Yarmin, pero, aunque dio a entender que eran amigos, no parecía que Yarmin tuviera la misma opinión de él... lo que, por otra parte, es casi normal, teniendo en cuenta la actitud del metepatas.
Mientras se esforzaba por alcanzar a su objetivo, estiraría el brazo, preparándose para agarrarlo y, cuando lo tuviera, atarlo para evitar otro intento de escape por su parte. Confiaba en que algún otro miembro de su equipo se encargara de no dejar huir al que se había tropezado... y con respecto al otro... A Edward no le había quedado claro qué había ocurrido con el otro. Yarmin había hecho algo raro y el extraño no opuso resistencia alguna tras eso, no echó a correr junto a sus compañeros. Sin embargo, el demonio dorado no había podido observar herida alguna en el afectado, ¿sería alguna especie de técnica que provocaba un estado de shock? Habría que preguntárselo para saberlo, aunque antes tendría que volver con el "hombre-conejo" bien atado.
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Maki no entendía nada. ¿Por qué sus dos compañeros insistían en hablar sobre arrestar a gente? ¿Los revolucionarios arrestaban a los demás? Que él supiese no, aunque a él no le contaban todo. Cuando le dieron el manual de instrucciones sobre ser revolucionario no venía nada relacionado con detener a otra gente. Vale, no se lo había leído, pero seguro que no venía. Al menos, no olía a incluir esas cosas.
En cualquier caso, lo mejor sería seguirles el juego. Si no lo hacía, podían enfadarse con él, y ya no le quedaban muchos cacahuetes para compensar eso. Iba a tener que ayudar a arrestar a esos tipos de los sombreros. ¿Por qué? No lo sabía, pero por algo sería. Si Sonrisas actuaba así, sin duda era por el bien de la Revolución.
Así que en cuanto los dos tipos a los que Sonrisas no había disparado echaron a correr, decidió pararlos. Ferduardo fue tras el que más lejos había ido, moviéndose más rápido de lo que el gyojin había imaginado posible en una persona normal. Convertido en... algo, el chico rubio se puso a su altura enseguida. ¿Eso eran ruedas? ¡Le habían salido ruedas! Y luego le llamaban raro a él.
Maki, por su parte, optó por colaborar atrapando al que se había tropezado. Antes de que se levantara, Augustus saltó en plancha para caer sobre él con todo su peso. No es que un pez gota pesase mucho, pero era un tipo grande y bastaría para inmovilizarlo. O no. Ojalá tuviese esposas a mano. Esposas y una frase guay; todo el mundo sabía que hacía falta una frase guay cuando se arrestaba a alguien.
-Has quedado... asado.
No, iba a tener que mejorar eso.
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-Bien hecho, Maki...
Las opciones desbordaban en mi mente mientras trataba de pensar a toda velocidad qué debía hacer. Durante un segundo, casi necesité mirar a Augustus para darme cuenta de que realmente lo que hacía me daba una excusa perfecta, una coartada mientras yo simplemente corría... Sin embargo, recapacité en un instante. No quería correr, y tenía algo mucho mejor que hacer. Algo mucho más útil, aunque dudaba que después Edward siguiese confiando en mí. Ya dudaba que confiase en mí a estas alturas...
-Tú, dile todo lo que sabes a Maki. Ya no puedes huir- dije a mi esclavo, sin apartar la mirada de mi objetivo: Un hombre conejo.
Saltaba y se movía a gran velocidad, pero si el revolucionario podía transformarse en moto tarde o temprano lo atraparía. Sin embargo, para asegurarme de echarle un cable, yo apuntaba. Diez metros, luego veinte... La distancia no era un impedimento, y su movilidad esperaba que tampoco. Saltaba y saltaba, arriba y abajo. Tampoco era un movimiento muy exagerado, así que lo único que debía tener en cuenta era qué llegaría antes, si Mort o una bala modificada de Creaviudas. ¿Por qué no ambos? Calculé bien mi disparo, y un intenso rayo verde salió en dirección al conejo, seguido de una esfera color rojo sangre con cola de humo negro. La técnica mortífera buscaba su nuca, al igual que la bala. Sin embargo, si había disparado bien, con suerte sólo atravesaría su columna dejándolo tetraplégico. Pero mira, aún podría hablar sobre las virtudes de la revolución al Gobierno Mundial.
Tras mi disparo, acertase o no, me interesaban más otras cosas, por lo que me acerqué al hombre atrapado por mi hechizo, centrándome en todo lo que pudiera estar diciendo. Lo cierto es que a mis jefes podía interesarles mucho, por lo que a mí me interesaba todavía más.
Las opciones desbordaban en mi mente mientras trataba de pensar a toda velocidad qué debía hacer. Durante un segundo, casi necesité mirar a Augustus para darme cuenta de que realmente lo que hacía me daba una excusa perfecta, una coartada mientras yo simplemente corría... Sin embargo, recapacité en un instante. No quería correr, y tenía algo mucho mejor que hacer. Algo mucho más útil, aunque dudaba que después Edward siguiese confiando en mí. Ya dudaba que confiase en mí a estas alturas...
-Tú, dile todo lo que sabes a Maki. Ya no puedes huir- dije a mi esclavo, sin apartar la mirada de mi objetivo: Un hombre conejo.
Saltaba y se movía a gran velocidad, pero si el revolucionario podía transformarse en moto tarde o temprano lo atraparía. Sin embargo, para asegurarme de echarle un cable, yo apuntaba. Diez metros, luego veinte... La distancia no era un impedimento, y su movilidad esperaba que tampoco. Saltaba y saltaba, arriba y abajo. Tampoco era un movimiento muy exagerado, así que lo único que debía tener en cuenta era qué llegaría antes, si Mort o una bala modificada de Creaviudas. ¿Por qué no ambos? Calculé bien mi disparo, y un intenso rayo verde salió en dirección al conejo, seguido de una esfera color rojo sangre con cola de humo negro. La técnica mortífera buscaba su nuca, al igual que la bala. Sin embargo, si había disparado bien, con suerte sólo atravesaría su columna dejándolo tetraplégico. Pero mira, aún podría hablar sobre las virtudes de la revolución al Gobierno Mundial.
Tras mi disparo, acertase o no, me interesaban más otras cosas, por lo que me acerqué al hombre atrapado por mi hechizo, centrándome en todo lo que pudiera estar diciendo. Lo cierto es que a mis jefes podía interesarles mucho, por lo que a mí me interesaba todavía más.
- Aclaración:
- Por si las moscas... No he asumido que el Revo esté atrapado bajo las nalgas de Maki, sólo que le disparo.
Parece que tus balas van a acertar, un golpe perfecto, pero... En el último instante el mantra o algo por el estilo debe de haber hecho que el conejo decidiese moverse a un lado, evadiendo. Por suerte, parece que a su cerebro no le da para acertar a que lado desviarse y se choca con Edward que está a punto de alcanzarle. Ambos caen rodando y el conejo queda atrapado bajo las ruedas del extraño...¿Centauro? Bueno, bien por vosotros. Parece que habéis capturado a los tres, aunque las cosas no iban como esperabais y nadie a muerto. Justo como se os pedía. Pero Yarmin, quieres tu información y, aunque el que habéis atrapado habla, no te dice todo lo que necesitas.
-La revolución se ha asociado con algunos científicos. Están creando una nueva arma. Una que seguramente ponga en un aprieto al gobierno mundial.- Dice, sin embargo, no parece suficiente. ¿Qué tipo de arma? ¿Dónde la fabrican? ¿Acaso son científicos asociados con el gobierno que están traicionándoles? Además, no sabes como reaccionará el pez ante esta confesión, ya que de tus dos compañeros, es el único lo suficientemente cercano a ti para escucharlo. ¿Se levantaría dejando libre al revolucionario? Conste que este no se ha puesto en pie porque el asco ante la textura de la piel del pez le daba demasiada grima y no quería rozar contra ella al moverse.
Bueno... Quedan dos. Seguramente, el resto de información la tenían los otros dos. ¿Podrás sacársela antes de que partáis o te tocará ingeniártelas mientras subes al barco. Bueno, primero tenéis que localizarlo. Para no llamar la atención de la Marina u otras organizaciones ha decidido moverse a otro punto de la isla. Aprovecha ese tiempo.
-La revolución se ha asociado con algunos científicos. Están creando una nueva arma. Una que seguramente ponga en un aprieto al gobierno mundial.- Dice, sin embargo, no parece suficiente. ¿Qué tipo de arma? ¿Dónde la fabrican? ¿Acaso son científicos asociados con el gobierno que están traicionándoles? Además, no sabes como reaccionará el pez ante esta confesión, ya que de tus dos compañeros, es el único lo suficientemente cercano a ti para escucharlo. ¿Se levantaría dejando libre al revolucionario? Conste que este no se ha puesto en pie porque el asco ante la textura de la piel del pez le daba demasiada grima y no quería rozar contra ella al moverse.
Bueno... Quedan dos. Seguramente, el resto de información la tenían los otros dos. ¿Podrás sacársela antes de que partáis o te tocará ingeniártelas mientras subes al barco. Bueno, primero tenéis que localizarlo. Para no llamar la atención de la Marina u otras organizaciones ha decidido moverse a otro punto de la isla. Aprovecha ese tiempo.
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Debido a un salto mal calculado o a unos reflejos impresionantes, el objetivo del demonio esquivó el extraño y luminoso disparo de Yarmin, aunque acabó abalanzándose sobre el hombre vehículo, quedando inmovilizado de pura chiripa. Una vez "atrapado" el hombre conejo, Edward lo ató de manos con un par de nudos bien fuertes y recuperó su forma humana, liberándolo de sus ruedas.
Corriendo de vuelta hacia sus compañeros, y llevando la cuerda bien agarrada con la mano derecha, sonreía, como de costumbre. -¡Hecho! ¿Le habéis sacado algo a alguno de los dos? -Esa le pareció la mejor manera de comenzar la conversación, aunque realmente lo que deseaba saber Edward era qué clase de disparos o habilidad usaba Yarmin.
Esperando una respuesta, miraba a sus dos compañeros, aunque estaba prácticamente convencido de que el único que diría algo con sentido sería el humano, porque en lo que respecta al gyojin...
Una vez hubiera acabado el tema, y si nadie más sacaba el tema, el revolucionario de ojos dorados aprovecharía para intentar despejar sus dudas. -Oye Yarmin, ¿qué es lo que has disparado antes? No es una bala normal, está claro. ¿Alguna especie de habilidad? -Inquirió, con la expresión de un niño al que le hablan de un mundo de fantasía... Quizás se entusiasmaba demasiado por cosas muy nimias, pero sus ganas de aprender eran muy superiores a casi cualquier otra de sus cualidades.
Finalmente, se acercó al individuo que Maki había inmovilizado. -Makintosh, buen trabajo, voy a atarlo y los vamos llevando al barco. -Mirando de nuevo a Yarmin, le dirigiría una pregunta más. -No debería haber más ¿no?
Corriendo de vuelta hacia sus compañeros, y llevando la cuerda bien agarrada con la mano derecha, sonreía, como de costumbre. -¡Hecho! ¿Le habéis sacado algo a alguno de los dos? -Esa le pareció la mejor manera de comenzar la conversación, aunque realmente lo que deseaba saber Edward era qué clase de disparos o habilidad usaba Yarmin.
Esperando una respuesta, miraba a sus dos compañeros, aunque estaba prácticamente convencido de que el único que diría algo con sentido sería el humano, porque en lo que respecta al gyojin...
Una vez hubiera acabado el tema, y si nadie más sacaba el tema, el revolucionario de ojos dorados aprovecharía para intentar despejar sus dudas. -Oye Yarmin, ¿qué es lo que has disparado antes? No es una bala normal, está claro. ¿Alguna especie de habilidad? -Inquirió, con la expresión de un niño al que le hablan de un mundo de fantasía... Quizás se entusiasmaba demasiado por cosas muy nimias, pero sus ganas de aprender eran muy superiores a casi cualquier otra de sus cualidades.
Finalmente, se acercó al individuo que Maki había inmovilizado. -Makintosh, buen trabajo, voy a atarlo y los vamos llevando al barco. -Mirando de nuevo a Yarmin, le dirigiría una pregunta más. -No debería haber más ¿no?
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-Vale, uno está listo- comenté, guardando el arma mientras observaba a Edward atrapar al que nos faltaba-. Y bien, ¿Podrías contarme lo que falta de esta historia, por favor?
Mi pregunta iba para el hombre que se encontraba bajo el trasero de Maki, aplastado e imposibilitado, sabiendo que muy probablemente nadie le haría daño en esa situación. Al fin y al cabo, ¿Qué iban a hacerle los demás prisioneros? En la revolución nadie los haría luchar a muerte. ¿O sí? No pude evitar que una sonrisa malévola asomase en mi rostro durante un instante mientras esperaba impaciente una respuesta, pero Edward me sorprendió de nuevo llegando a nosotros con el hombre conejo atrapado. Muy eficiente, con suerte podría hacer de él un buen ayudante... ¿Debería?
-Parece que la revolución ha encontrado científicos dispuestos a ayudarla- le comenté, como quitando importancia al asunto-. Aunque me pregunto por qué una información tan vaga podría ser vendida. Es más, ¿Serán siquiera científicos asociados al gobierno?- miré a los tres alternativamente. Decidí apodarlos como las cabezas de cerbero, y mis ojos se posaron en Diestra, Siniestra y Tercera increpándolos con la mirada-. No teman responder, por favor. En cualquier caso, creo que el secreto está a salvo ya.
Y... Lo que me esperaba. Ya podíamos recoger y marcharnos, pero no sin antes responder una serie de preguntas incómodas acerca de mi poder y habilidades. ¿Qué debía responder? Había lanzado un rayo de luz azul a una persona que repentinamente se había vuelto dócil, ¿Cómo explicarlo? Bueno, tenía una forma bastante sencilla de librarme, aunque dudaba que pudiera utilizarla si quería a pesar de todo mantener mi apariencia de agente modelo una vez volviese a la agencia. Difícil decisión.
-Un mago debe tener secretos, Ed- dije, con una sonrisa amable en los labios que enmascaraba mi sensación de superioridad-. Sin embargo, en este caso era sólo luz para iniciar una pauta hipnótica. Cosillas que se aprenden en los hospitales.
Me acerqué a mi esclavo y lo até. Al fin y al cabo tenía que parecer interesado en asegurar la posición, como si realmente no estuviese bajo mi control. Incluso forcejeó un poco mientras las cuerdas se fijaban a su muñeca, pero nada con lo que no pudiese lidiar.
-Pues... Tal vez convenga preguntar- dije, mientras apuraba con la mano al "hipnotizado"-. ¿Hay más con vosotros?
Yo ya tenía la información, ¿Qué más daba ayudar a estos pobrecitos un poco más?
Mi pregunta iba para el hombre que se encontraba bajo el trasero de Maki, aplastado e imposibilitado, sabiendo que muy probablemente nadie le haría daño en esa situación. Al fin y al cabo, ¿Qué iban a hacerle los demás prisioneros? En la revolución nadie los haría luchar a muerte. ¿O sí? No pude evitar que una sonrisa malévola asomase en mi rostro durante un instante mientras esperaba impaciente una respuesta, pero Edward me sorprendió de nuevo llegando a nosotros con el hombre conejo atrapado. Muy eficiente, con suerte podría hacer de él un buen ayudante... ¿Debería?
-Parece que la revolución ha encontrado científicos dispuestos a ayudarla- le comenté, como quitando importancia al asunto-. Aunque me pregunto por qué una información tan vaga podría ser vendida. Es más, ¿Serán siquiera científicos asociados al gobierno?- miré a los tres alternativamente. Decidí apodarlos como las cabezas de cerbero, y mis ojos se posaron en Diestra, Siniestra y Tercera increpándolos con la mirada-. No teman responder, por favor. En cualquier caso, creo que el secreto está a salvo ya.
Y... Lo que me esperaba. Ya podíamos recoger y marcharnos, pero no sin antes responder una serie de preguntas incómodas acerca de mi poder y habilidades. ¿Qué debía responder? Había lanzado un rayo de luz azul a una persona que repentinamente se había vuelto dócil, ¿Cómo explicarlo? Bueno, tenía una forma bastante sencilla de librarme, aunque dudaba que pudiera utilizarla si quería a pesar de todo mantener mi apariencia de agente modelo una vez volviese a la agencia. Difícil decisión.
-Un mago debe tener secretos, Ed- dije, con una sonrisa amable en los labios que enmascaraba mi sensación de superioridad-. Sin embargo, en este caso era sólo luz para iniciar una pauta hipnótica. Cosillas que se aprenden en los hospitales.
Me acerqué a mi esclavo y lo até. Al fin y al cabo tenía que parecer interesado en asegurar la posición, como si realmente no estuviese bajo mi control. Incluso forcejeó un poco mientras las cuerdas se fijaban a su muñeca, pero nada con lo que no pudiese lidiar.
-Pues... Tal vez convenga preguntar- dije, mientras apuraba con la mano al "hipnotizado"-. ¿Hay más con vosotros?
Yo ya tenía la información, ¿Qué más daba ayudar a estos pobrecitos un poco más?
Antes de que Edward volviese, el segundo te contesta con un tono que denotaba que se sentía ofendido. "Claro que hay más información, de que serviría solo saber que el gobierno tiene posibles traidores. Ubicación, el tipo de arma, sus habilidades... ¿Sino para que ibamos a darle esto al gobierno? ¿Por qué crees que dejamos la revolución?" Te suelta el segundo. Parece que se le ha ido un poco la lengua, pero no demasiado. Edward llega al poco tiempo, arrastrando al cara conejo, a quien se le ha caído el sombrero por el camino y vuelve a tener una cara normal. Vaya, resulta que no es un conejo sino una mujer, de cabello y ojos castaños Es algo mona.
Ed, cuando vas a atar al que está debajo de Maki te das cuenta de que el gyojin se ha quedado dormido. Muchas emociones de golpe. Pero no pasa nada, es más ligero que una pluma. De no ser tan desagradable seguramente el segundo se hubiese marchado antes.
Bueno Yarmín... Mientras que el revolucionario aparta a Maki, de la forma que el vea conveniente para poder atar a Siniestras, se te pasa por la mente que quizás solo uno de ellos tuviera toda la información... Y no había sido el hipnotizado. Tal vez quieras preguntar algo más. Por cierto. No, no hay más renegados o eso te dice tu esclavo.
Ed, cuando vas a atar al que está debajo de Maki te das cuenta de que el gyojin se ha quedado dormido. Muchas emociones de golpe. Pero no pasa nada, es más ligero que una pluma. De no ser tan desagradable seguramente el segundo se hubiese marchado antes.
Bueno Yarmín... Mientras que el revolucionario aparta a Maki, de la forma que el vea conveniente para poder atar a Siniestras, se te pasa por la mente que quizás solo uno de ellos tuviera toda la información... Y no había sido el hipnotizado. Tal vez quieras preguntar algo más. Por cierto. No, no hay más renegados o eso te dice tu esclavo.
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-¿Y qué sería de la vida, del propio universo, si no existiera la constante áurea? -preguntó el profesor Ink Onsciente-. ¿No trastocaría eso la esencia misma de la existencia? ¿Cómo habrían cambiado todas y cada una de las formas de vida que habitan nuestro amado planeta si el patrón que rige sus células brillase por su ausencia? Ni siquiera podemos estar seguros de si habría vida siquiera, de si los propios átomos abrían conservado su integridad. En su último libro, el doctor...
La conferencia siguió, y Maki asentía de vez en cuando sin enterarse de nada. El profesor Ink Onsciente era una autoridad en cosas de las que el pez no tenía ni idea, y por eso, cuando él hablaba, se callaba. Pero algo en su fuero interno le decía que no debería estar escuchando ninguna conferencia. ¿No tenía algo más importante que hacer? Una mariposa revoloteó frente a sus ojos, y él se deleitó con su aroma a canela y a color fucsia.
Entonces algo le despertó.
Las voces de Sonrisas y Ferduardo atravesaron la dura capa de inconsciencia que recubría su sesera, y Maki volvió en sí. No era raro que el gyojin se perdiese en sus pensamientos durante un buen rato, incluso aunque no entendiese del todo sus pensamientos.
-¿Nos vamos ya? -preguntó-. Hemos terminado, ¿no?
Echó un vistazo a los hombres capturados. O liberados, según el punto de vista. No, capturados, sin duda. Pero eran malos, ¿verdad? No, no, ya lo tenía claro. O eran de los buenos a los que ellos, fingiendo ser malos que se disfrazaban de buenos. ayudaban a parecer malos por el bien de los buenos, o es que Maki no entendía nada. Lo cierto era que el tipo sobre el que se había lanzado le dio un poco de pena cuando Ferduardo lo ató. Como él era amable por naturaleza, sacó de nuevo su bolsa de cacahuetes y le ofreció uno.
- Resumen:
- Despertar - Ofrecer un cacahuete al tipo sobre el que se ha lanzado
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Con delicadeza, Edward retiró a Maki de encima de aquel otro sospechoso. Parecía ser que no había más objetivos, así que, cantaran o no, ya no había peligro de que la información llegase a manos del gobierno. Edward sonrió a la frase referente a los secretos de los magos, esperando una explicación posterior que, finalmente, tampoco explicó mucho. -Oh, hipnosis mediante luces, qué curioso, no recuerdo haber leído nada al respecto en ningún libro de psicología... ¿Alguna isla remota quizás? -Preguntó, interesado. ¿Sería posible aprender más sobre la psicología en algún extremo apartado de este vasto mundo?
Terminó de atar al segundo y, junto con el "hipnotizado", ya estaban todos. Cuando el bello durmiente salió de su breve letargo hizo una pregunta, a lo que Edward lo miró y, con una amplia sonrisa, respondió.
-¡Eso parece! Misión cumplida chicos, incluso si no cantan, al menos el gobierno no se enterará de nada. Vamos, volvamos al barco.
Con esas palabras, el joven demonio siguió tirando de los dos maniatados. Se había dado cuenta de que a quien había perseguido era una mujer, pero eso no cambiaba nada. Intentando influirles a sentirse mejor (y si estaban más cómodos, quizás hablaran), comenzó a hablar con ellos con tono amistoso.
-No os preocupéis, sabéis que no os harán nada si explicáis lo que habéis hecho. No sé de qué tenéis miedo, la revolución no hace barbaridades como para que tengáis que huir. De hecho, puede que lo que creéis saber no sea más que un mal entendido. ¿Qué es lo que se supone que se está haciendo que os haya hecho abandonar las filas de la armada? -Les preguntaría, siempre manteniendo su sonrisa para hacerles sentir algo de calidez.
Terminó de atar al segundo y, junto con el "hipnotizado", ya estaban todos. Cuando el bello durmiente salió de su breve letargo hizo una pregunta, a lo que Edward lo miró y, con una amplia sonrisa, respondió.
-¡Eso parece! Misión cumplida chicos, incluso si no cantan, al menos el gobierno no se enterará de nada. Vamos, volvamos al barco.
Con esas palabras, el joven demonio siguió tirando de los dos maniatados. Se había dado cuenta de que a quien había perseguido era una mujer, pero eso no cambiaba nada. Intentando influirles a sentirse mejor (y si estaban más cómodos, quizás hablaran), comenzó a hablar con ellos con tono amistoso.
-No os preocupéis, sabéis que no os harán nada si explicáis lo que habéis hecho. No sé de qué tenéis miedo, la revolución no hace barbaridades como para que tengáis que huir. De hecho, puede que lo que creéis saber no sea más que un mal entendido. ¿Qué es lo que se supone que se está haciendo que os haya hecho abandonar las filas de la armada? -Les preguntaría, siempre manteniendo su sonrisa para hacerles sentir algo de calidez.
- Resumen:
- Quitar a Maki de en medio con cuidado, responder a Yarmin preguntando que dónde aprendió lo de la hipnosis por luces, declarar la misión por cumplida e intentar sonsacarles la verdad a los "prisioneros" con las habilidades de un psicólogo (todos los datos que penséis puedan serme útiles, aunque sean los gustos de los sospechosos, os ruego que me los contéis si os parece lógico).
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¿Maki se había quedado dormido? Tranquilizador, sin duda, aunque las respuestas del hombre que se encontraba bajo él no lo eran para nada. ¿De verdad estaba evitando mis preguntas? Ambos sabíamos que eso no decía nada, por lo que mostré mi frustración sin ninguna intención de ocultarla. Hasta pateé una piedrecita que había por el camino mientras un "tsk" escapaba de mi boca. Evidentemente no iba a ser tan fácil.
-Es normal que en las filas del gobierno haya traidores- en mi mente repasaba con calma la ironía que guardaban mis palabras-, pero la Revolución no puede permitírselo.
Di un par de vueltas sobre mí mismo, cavilando, y me acerqué más a la mujer conejo, evitando hacer bromas acerca de las revistas para adultos que algunos leían mientras Edward preguntaba más acerca de la hipnosis mediante luces. Increíble a estas alturas tener que explicar a un adulto esta clase de temas, pero bueno...
-Como bien sabrás- suspiré profundamente, como si fuese algo elemental que todo el mundo debiera conocer. Realmente sólo expertos en psicología especializados en esta clase de cuestiones habrían investigado tanto, pero al fin y al cabo estaba al alcance de cualquier persona en una biblioteca relativamente nutrida-, los contrastes de color muy intensos facilitan al cerebro entrar en fase de hipnosis. Esto se debe a la reacción de nuestro cerebro a la luz. No sé si me sigues- paré de hablar por un momento mientras hacía un gesto de permiso, esperando que me dejase continuar. Una vez pasados unos instantes, seguí-. La cuestión es que hace unos sesenta años se descubrió que ante la luz estroboscópica diversas regiones del cerebro empiezan a generar ondas alfa, y en especial la gente sugestionable es susceptible a mi juguete. Diecinueve ciclos por segundo- mentí, con una sonrisa de orgullo mientras me giraba de nuevo hacia la conejita.
Debo reconocer que era mona, con cabellos castaños y ojos de color avellana. En cierto modo me recordaba a Claire, lo que provocó durante un instante que mi semblante mudara serio por un momento, antes de mirar nuevamente mientras Ed empezaba a ganarse el cariño de nuestros rehenes.
-De hecho, uno de los cabecillas de la Revolución es Krauser Redfield- sentencié una vez el rubio terminó-. Ex marine, se llama a sí mismo demonio y es poco más que un asesino de pacotilla. Ya lo era en la Marina... Además, tras tanto tiempo en el que esto se ha sucedido, e inclusive piratas como Legim han entrado y salido de la Revolución, no parece que los jefes estén muy finos a la hora de reclutar- ¿Había una forma de regodearme más?-. La verdad es que es completamente comprensible hartarse. Si el cambio no sirve de nada, ¿Por qué cambiar? En el fondo hacen bien en cambiar sus vidas actuales a cambio del triunfo de una organización podrida.
No dejé de mirar en ningún momento a la chiquilla, tratando de captar cada mínimo gesto de complacencia o desaprobación sin dejar de prestar atención al resto, aunque ni de lejos tanta. Tal vez Edward se pusiese furioso, o por el contrario lo hiciese dudar de sus ideales. Era casi divertido pensar en ello, pero seguí.
-Yo no quiero una Revolución así. Yo quiero que cada grano de arroz desequilibre la balanza a la que nos somete el Gobierno, quiero que lo que hacemos sirva de algo. ¿Cuántos años han pasado desde que este movimiento nació? ¿Ciento setenta? Y más allá de un par de atentados y un mínimo atisbo de mantener las pocas islas que tanto nos ha costado conquistar... ¿Qué hemos hecho? Nada. Hemos confiado en traidores como esos científicos que se venden al mejor postor. Mercenarios, perros. ¡No los quiero en mi Revolución!- estaba hasta llorando de la rabia contenida. No es por darme aires, pero soy un genio de la interpretación cuando algo me interesa. Estaba quedando como un fundamentalista revolucionario, pero con suerte mi discurso calaría en sus corazones-. Debemos ser uno, no un grupo dividido y disgregado. Y no podemos contar con ayuda de quienes trabajan para nuestro enemigo. Cuando llegue a la cúpula de la Revolución toda esta patraña terminará. Pero para eso, necesito vuestra ayuda, por favor. Nombres y proyectos, direcciones si las hay. No podemos consentir esto más.
Esperaba que mi discurso calase hondo, especialmente cuando me rompí casi arrodillado ante la revolucionaria, objeto de todas las habilidades que se me ocurrieron. Encantarla, sugestionarla, pedirlo educadamente... Si sumaba a todo aquello la fragilidad y fervor que demostraba habría ganado una aliada no sólo para la revolución, sino para mí mismo.
-Es normal que en las filas del gobierno haya traidores- en mi mente repasaba con calma la ironía que guardaban mis palabras-, pero la Revolución no puede permitírselo.
Di un par de vueltas sobre mí mismo, cavilando, y me acerqué más a la mujer conejo, evitando hacer bromas acerca de las revistas para adultos que algunos leían mientras Edward preguntaba más acerca de la hipnosis mediante luces. Increíble a estas alturas tener que explicar a un adulto esta clase de temas, pero bueno...
-Como bien sabrás- suspiré profundamente, como si fuese algo elemental que todo el mundo debiera conocer. Realmente sólo expertos en psicología especializados en esta clase de cuestiones habrían investigado tanto, pero al fin y al cabo estaba al alcance de cualquier persona en una biblioteca relativamente nutrida-, los contrastes de color muy intensos facilitan al cerebro entrar en fase de hipnosis. Esto se debe a la reacción de nuestro cerebro a la luz. No sé si me sigues- paré de hablar por un momento mientras hacía un gesto de permiso, esperando que me dejase continuar. Una vez pasados unos instantes, seguí-. La cuestión es que hace unos sesenta años se descubrió que ante la luz estroboscópica diversas regiones del cerebro empiezan a generar ondas alfa, y en especial la gente sugestionable es susceptible a mi juguete. Diecinueve ciclos por segundo- mentí, con una sonrisa de orgullo mientras me giraba de nuevo hacia la conejita.
Debo reconocer que era mona, con cabellos castaños y ojos de color avellana. En cierto modo me recordaba a Claire, lo que provocó durante un instante que mi semblante mudara serio por un momento, antes de mirar nuevamente mientras Ed empezaba a ganarse el cariño de nuestros rehenes.
-De hecho, uno de los cabecillas de la Revolución es Krauser Redfield- sentencié una vez el rubio terminó-. Ex marine, se llama a sí mismo demonio y es poco más que un asesino de pacotilla. Ya lo era en la Marina... Además, tras tanto tiempo en el que esto se ha sucedido, e inclusive piratas como Legim han entrado y salido de la Revolución, no parece que los jefes estén muy finos a la hora de reclutar- ¿Había una forma de regodearme más?-. La verdad es que es completamente comprensible hartarse. Si el cambio no sirve de nada, ¿Por qué cambiar? En el fondo hacen bien en cambiar sus vidas actuales a cambio del triunfo de una organización podrida.
No dejé de mirar en ningún momento a la chiquilla, tratando de captar cada mínimo gesto de complacencia o desaprobación sin dejar de prestar atención al resto, aunque ni de lejos tanta. Tal vez Edward se pusiese furioso, o por el contrario lo hiciese dudar de sus ideales. Era casi divertido pensar en ello, pero seguí.
-Yo no quiero una Revolución así. Yo quiero que cada grano de arroz desequilibre la balanza a la que nos somete el Gobierno, quiero que lo que hacemos sirva de algo. ¿Cuántos años han pasado desde que este movimiento nació? ¿Ciento setenta? Y más allá de un par de atentados y un mínimo atisbo de mantener las pocas islas que tanto nos ha costado conquistar... ¿Qué hemos hecho? Nada. Hemos confiado en traidores como esos científicos que se venden al mejor postor. Mercenarios, perros. ¡No los quiero en mi Revolución!- estaba hasta llorando de la rabia contenida. No es por darme aires, pero soy un genio de la interpretación cuando algo me interesa. Estaba quedando como un fundamentalista revolucionario, pero con suerte mi discurso calaría en sus corazones-. Debemos ser uno, no un grupo dividido y disgregado. Y no podemos contar con ayuda de quienes trabajan para nuestro enemigo. Cuando llegue a la cúpula de la Revolución toda esta patraña terminará. Pero para eso, necesito vuestra ayuda, por favor. Nombres y proyectos, direcciones si las hay. No podemos consentir esto más.
Esperaba que mi discurso calase hondo, especialmente cuando me rompí casi arrodillado ante la revolucionaria, objeto de todas las habilidades que se me ocurrieron. Encantarla, sugestionarla, pedirlo educadamente... Si sumaba a todo aquello la fragilidad y fervor que demostraba habría ganado una aliada no sólo para la revolución, sino para mí mismo.
- Cosa utilizada:
- Pídelo por favor: Siempre que Yarmin solicite algo, terminando con el epíteto "Por favor", anula las defensas mentales del objetivo, de forma que deberá cumplir con su petición siempre y cuando no entrañe un peligro para su integridad física ni la de otros.
Nivel 40: Puede hechizar a hasta 10 objetivos de hasta su nivel o 3 de hasta diez niveles sobre él al mismo tiempo.
Dado que es una sola... Hasta nivel 76 podría hacerla mai fren.
Nivel 10: Puede decir una frase que penetre en la mente de su objetivo, sea cual fuere su nivel. Si forma parte de su naturaleza, el "sugestionado" tratará de llevar a cabo esa idea.
La chica se vio enternecida por la actuación de Yarmin, tanto que de sus ojos comenzaron a derramarse lágrimas. Ese hombre la comprendía. Lo que sucedía en la revolución era una catástrofe. ¿si el gobierno ya era malo que pasaría con gente así tomando el control? Ella quería un cambio, pero no de ese tipo. Y por ello, trató de acercarse al rubio cuando terminó de hablar. Si le explicaba lo que había visto tal vez lograse que la liberasen o, que hubiera un cambio. Explicó el motivo por el que se unió a la revolución. Y el porque ahora quería abandonarla. Al parecer en una isla desierta del North Blue, a la que la habían asignado tiempo atrás, estaban montando una base con fines de investigación científica para crear armas biológicas. Ella permaneció meses en el lugar y pudo escuchar cosas varias mientras patrullaba. Los proyectos que les permitían realizar eran tan atroces que ni el gobierno les había permitido realizarlos. Venenos artificiales que solo afectasen a gente con x genoma y le causaran una muerte lenta y unos dolores terribles para torturar a dichas personas, y que no pudiesen currarse aúnque les prometiesen que sí. Seres mutantes que lanzar contra el enemigo... Podían generar un ejercito entero si querían. Es por eso que ella robó los datos antes de huir. En su mano estaban los datos para poder seguir llevando aquello a cabo. El resto había sido eliminado. Ese era su billete a la libertad. Si lo hubiera destruido sin más, lo único que lograría, en su opinión era acabar en una cárcel... Eso si lograba escapar.
Y ahora... Bueno, será cosa vuestra decidir que hacer con esa información. No parece reacia a dársela a Yarmin a cambio de que se critique esto y no se emplee para luchar en la revolución. Respecto a cual de los líderes era el responsable, eso ya no lo sabía. Pero era una información bastante más sustanciosa que la entregada por los otros dos... Y ella sabía llegar a la isla. Mantenerla viva era algo fundamental. No parecía un proyecto conocido.
Y ahora... Bueno, será cosa vuestra decidir que hacer con esa información. No parece reacia a dársela a Yarmin a cambio de que se critique esto y no se emplee para luchar en la revolución. Respecto a cual de los líderes era el responsable, eso ya no lo sabía. Pero era una información bastante más sustanciosa que la entregada por los otros dos... Y ella sabía llegar a la isla. Mantenerla viva era algo fundamental. No parecía un proyecto conocido.
Tenebrex
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Características
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
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Intelecto
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Edward escuchó con mucha atención las palabras de Yarmin y la consecuente reacción de la chica. El resultado había sido favorable, ella había contado la información que poseía, pero tanto el contenido de esta como el del discurso de Yarmin eran bastante... ofensivas hacia la Revolución, resaltando la mención a Krauser.
Aunque Edward odiaba que la gente hablara mal de él, más teniendo en cuenta que parecía que Yarmin se estaba haciendo el listo sin saber lo que ocurrió en realidad, se mantuvo inalterado, con esa constante (y casi pesada) sonrisa en su rostro.
-Vaya, vaya, parece que la Revolución os ha decepcionado a ambos... Me temo que, hasta cierto punto, debo reconocer que tenéis razón. En todos los sitios hay personas buenas y personas malas. De hecho, reconozco que la Marina y la Revolución no son tan diferentes, yo no estoy en contra de la Marina. Al fin y al cabo ¿qué culpa tiene un arma del uso que se le de? El verdadero enemigo es el Gobierno Mundial. Yarmin, Krauser, que por si no lo sabías es mi superior directo y un gran amigo, no se corresponde en lo más mínimo con lo que has descrito, y aun menos es culpable de aquel atroz crimen del que se le acusa. Él mismo me enseñó lo que he dicho, que en todos sitios hay gente buena y mala. -Bajaría un poco la mirada y, tras cerrar los ojos un par de segundos, retomó la conversación.
-Chica, -Cambiaría de interlocutor, mirándola fijamente a los ojos.- ¿como te llamas? Te puedo asegurar que esos experimentos inhumanos tendrán su merecido, yo mismo me encargaré si es posible. ¿Cómo se llama la isla? Se lo haré saber a las altas esferas de la Revolución, Silver D. Dranser, uno de los cinco Oficiales Generales de la Armada, es parte de mi división. No sé quién será el responsable de esto, pero definitivamente tendrá su castigo, puedes confiar una vez más en la Revolución. -Entonces acabaría dándole la mano como colofón final, firme pero sin hacerle daño.
Volviendo al mundo real, donde había más gente que solo Yarmin, la chica y él, echó un vistazo general al panorama (deteniéndose un poco en Maki, pensando si se habría enterado de algo o querría expresar su punto de opinión al respecto). -Bueno, al parecer hay mucho trabajo por delante, así que démonos prisa. -Y, por si fuera poco, justo antes de girarse, dejó caer una lágrima. No era fingida, pero mantuvo la sonrisa.
Aunque Edward odiaba que la gente hablara mal de él, más teniendo en cuenta que parecía que Yarmin se estaba haciendo el listo sin saber lo que ocurrió en realidad, se mantuvo inalterado, con esa constante (y casi pesada) sonrisa en su rostro.
-Vaya, vaya, parece que la Revolución os ha decepcionado a ambos... Me temo que, hasta cierto punto, debo reconocer que tenéis razón. En todos los sitios hay personas buenas y personas malas. De hecho, reconozco que la Marina y la Revolución no son tan diferentes, yo no estoy en contra de la Marina. Al fin y al cabo ¿qué culpa tiene un arma del uso que se le de? El verdadero enemigo es el Gobierno Mundial. Yarmin, Krauser, que por si no lo sabías es mi superior directo y un gran amigo, no se corresponde en lo más mínimo con lo que has descrito, y aun menos es culpable de aquel atroz crimen del que se le acusa. Él mismo me enseñó lo que he dicho, que en todos sitios hay gente buena y mala. -Bajaría un poco la mirada y, tras cerrar los ojos un par de segundos, retomó la conversación.
-Chica, -Cambiaría de interlocutor, mirándola fijamente a los ojos.- ¿como te llamas? Te puedo asegurar que esos experimentos inhumanos tendrán su merecido, yo mismo me encargaré si es posible. ¿Cómo se llama la isla? Se lo haré saber a las altas esferas de la Revolución, Silver D. Dranser, uno de los cinco Oficiales Generales de la Armada, es parte de mi división. No sé quién será el responsable de esto, pero definitivamente tendrá su castigo, puedes confiar una vez más en la Revolución. -Entonces acabaría dándole la mano como colofón final, firme pero sin hacerle daño.
Volviendo al mundo real, donde había más gente que solo Yarmin, la chica y él, echó un vistazo general al panorama (deteniéndose un poco en Maki, pensando si se habría enterado de algo o querría expresar su punto de opinión al respecto). -Bueno, al parecer hay mucho trabajo por delante, así que démonos prisa. -Y, por si fuera poco, justo antes de girarse, dejó caer una lágrima. No era fingida, pero mantuvo la sonrisa.
- Cosas utilizadas:
- PU Siempre positivo:
- Edward ha descubierto el poder psicológico de una sonrisa permanente. Salvo en caso de muerte de un compañero, Edward siempre se mantiene positivo, lo que tiene un efecto constante en él y sus compañeros, volviéndolos invulnerables a los ataques mentales negativos (que afecten al ánimo, como las provocaciones) y haciéndolos trabajar en mejor en equipo (esto último roleable a gusto del consumidor).
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