Esto ha escalado muy rápido [Biscuit, Syxel, Balagus, Ivan y Marc]

Bueno pues, daos de hostias todo lo que queráis.

Syxel, lanzas tu ataque y el tontata parece esquivarlo sin dificultad, pasando por encima de tu espada y empujándola hacia abajo con un palmeo como respuesta. Todo esto lo deja desprevenido ante la columna de llamas que lo engulle en un instante.

- Interesante... Tontata kenpo noveno movimiento: Bizcocho de crema. - Dice tras las llamas.

En ese instante lanza un potente golpe al suelo liberando una onda de choque que resuena por los alrededores y cuya presión disipa la columna. Esta onda es tan potente que afecta a todos los presentes con un impacto similar al de una explosión y deja un cráter de metro y medio de profundidad en el suelo.

Helkan y Balagus parecían muy superiores en poder a Marc, pero éste no podía hacer otra cosa que intentar ayudar a su congénere. De repente, se oyó una especie de explosión proveniente del Tontatta, y una onda expansiva le derribó. Por suerte, su enorme cuerpo impidió que le desplazara demasiado, pero el impacto fue bastante fuerte. Se levantó con esfuerzo, le dolía bastante todo el cuerpo, pero parecía que no se había roto nada. Se fijó en que los demás también parecían haber sido afectados por aquella onda. Si el pequeño ser era tan poderoso, Syxel seguramente tendría problemas. Pero no podía pensar en eso en aquel momento, debía prestar a atención a lo que se le venía encima.

Escuchó el aviso de Balagus de que no mirase a Helkan a los ojos. No entendió muy bien el motivo, pero decidió hacerle caso. Así mismo, se desplazó unos metros, de forma que su campo de visión cubría el punto ciego del otro semigigante, y viceversa. De repente, se escuchó un sonido, mucho más leve que el anterior, pero esta vez procedente de donde se encontraba Helkan. Su oponente desapareció, para volver a hacerse visible súbitamente a la derecha de Balagus (izquierda de Marc, y dispararle) Preocupado por si le disparaba también a él, decidió protegerse creando una barrera de queso usando el máximo de su capacidad (20 litros), que cubriese en semicírculo su cabeza, cuello y tórax. Como tenía los brazos flexionados, con la espada apoyada en el hombro, solo sus piernas y su abdomen quedaban desprotegidos.

Si aún así el disparo le alcanzaba y le atravesaba la muñeca con la bala ácida, Marc caería al suelo y se retorcería de dolor, incapaz de usar la espada durante un tiempo. Si la barrera conseguía evitar el ataque, usaría su ámbito Fuego y se lanzaría a por Helkan con su espada en llamas, lanzando tres tajos, dos oblicuos (formando una x con ambos), y un último vertical. Los tres vendrían desde arriba para aprovechar su tamaño.

Resumen:

Aquellas enormes rocas no se iban a quitar de mi camino aunque se lo pidiese de rodillas. Definitivamente no tenía la fuerza suficiente para desplazarlas, ya que ni usando mi máxima energía, ni el karate gyojin, ni suplicando a Poseidon que me diese la posibilidad de hacerlo, conseguí que las rocas hiciesen un ligero amago de moverse mínimamente.

Bien es sabido que se conoce a un Gyojin, al igual que a un gigante, por su fuerza bruta y no por su intelecto, lo cual no quiere decir que no lo tengamos. Pese a emplear la fuerza para intentar moverlas, después quedó la picardía. Por lo tanto, tiré con todas mis fuerzas de la espada, intentando partir ésta. Según Viktor, con tener el mango sería suficiente, por lo que tras varios intentos, la espada se partió y conseguí mi ansiado trofeo. Un musgoso mango con un número que me acreditaba para pasar a una hipotética próxima ronda. Qué bonito era aquello de la piratería y los grandiosos tesoros, ¿verdad?

“Espero que en la siguiente ronda si tenemos que buscar algo, sea un tesoro con mayor valor que un musgoso mango de una quebrada espada de malísima calidad” Pensé a la par que me metía en el agua, depositando previamente la mochila sobre la cristlina arena y con el mango de la espada en la mano. Tras haber limpiado el musgo del propio mango, salí mojado hacia fuera, procediendo a moverme hacia donde se encontraban mis compañeros de viaje, quizá necesitaran mi ayuda. Metí el mango en la mochila y me la eché a la espalda. La aventura no acababa allí, ni mucho menos. Aún quedaba un largo recorrido.

Me dirigí hacia mis compañeros corriendo a una velocidad moderada, con la intención de no cansarme antes de tiempo. Fuí pensando qué hacer, los posibles escenarios que podría haber, si seguirían en aquella posición... pero lo que ví en aquél entonces me estremeció.

El diminuto rival de Syxel parecía tener mucha más fuerza que nosotros, incluso parecía jugar con él. Esquivó todos los golpes de una manera tan sencilla que no pude evitar abrir la boca de asombro. Durante un instante se burló de tal manera de Syxel que pensé que acabaría con todos nosotros sin demasiada dificultad. Incluso golpeó su espada y creó una corriente de aire que me lanzó al suelo, aunque pronto me reincorporé para girar la cabeza hacia donde se encontraban los dos gigantes y una especie de bestia, el cual intuí que era el humano que había saludado a Syxel.

“Así que es usuario… Interesante” Pensé sin que me extrañase mucho que se hubiera vuelto en contra de nosotros. Ni siquiera sabía por qué lo había hecho, pero desde que apareció me había dado una mala sensación. No sé si debido a sus pintas, su forma de hablar, o la desconfianza propia de alguien al que ves por primera vez. Sea como fuere, al ser rival de mis compañeros, sería mi rival.

Ví cómo este desapareció, y salí corriendo hacia Balagus, consciente de que seguramente aparecería cerca del gigante para darle algún golpe certero y acabar el combate. Durante un pequeño momento olí sangre proveniente de Balagus, pero también la olí de aquel tipo, aunque no pude precisar con exactitud la ubicación del individuo. Si estuviéramos en el agua, ya estaría agarrándole, pero desgraciadamente el escenario era diferente.

Pese a mi carrera, aquel extraño ser acabó siendo más rápido que yo y apareció para realizar unos disparos sobre el enfurruñado gigante, mientras que disparó uno a Marc.

Ví como la mayoría impactaban en Balagus, el cual pareció estar abatido unos segundos, pero hizo apego al enorme valor de Elbaf, tierra de seres gigantes, pero con mayor valor y espíritu de superación. Esbocé una sonrisa al ver cómo el tripulante de la banda de Syxel salía disparado hacia el humano.

Cada vez ansiaba más una batalla contra él. Sería con total seguridad el mejor rival que podría tener y, aunque la experiencia me decía que lo más probable es que me venciese, aprendería muchísimo más que si le ganaba. Quizá, si salíamos con vida de aquel sitio, le propusiera un combate. Aunque todo eran especulaciones… Quizá no viviésemos para contarlo.

- ¡Te cubro gigantón! - Espeté a la par que corría en la dirección al humano, formando entre éste, el gigante y yo un triángulo que, teniendo como epicentro al humano, formaría un ángulo de noventa grados aproximadamente.

Justo al estar a escasos dos metros del humano concentré las partículas de agua de mi cuerpo, que aún seguía húmedo tras haberme metido en el agua, y las concentré en mi puño derecho, dando un potente salto y lanzando un rápido puñetazo hacia el costado de mi rival, apuntando a su brazo derecho, el cual parecía bastante dolido, ya que tenía un hilo de sangre que lo recorría. La intención del puñetazo era hacer aún más mella en el golpe usando las partículas de agua del puño.

Tras ello, ví como Balagus intentaba placar al propio humano, o al menos empotrarlo contra alguna pared debido a lo encorvado que iba. De conseguirlo, me lanzaría con él a realizar un combo de puñetazos sobre su rostro, o la zona que pillase a mano, si es que el valeroso gigantón me dejaba algo. En caso de que el humano evadiese al gigante, levantaría a éste si acabara en el suelo o me acercaría a él e, independientemente de cualquiera de las dos opciones, le susurarría lo siguiente:

- Le has hecho un corte, su sangre gotea. Pese a que desaparezca, tenemos que fijarnos en ese pequeño detalle y aprovecharlo a nuestro favor.

Pese a la superioridad numérica, la extraña habilidad de aquél hombre jugaba en nuestra contra.

Resumen:

Lazas la onda cortante hacia el tontata, ante esta el pequeño toma una postura de combate diferente, una gran cantidad de energía se concentra en su mano derecha la cual usa para bloquear tu ataque. Ambas energías chocan lo que hace que estallen levantando una nube de polvo que, junto a tu aura de oscuridad hace prácticamente imposible distinguiros dentro de esa zona.

Tras eso llegas a donde está el tontata, lanzas una estocada, la cual corta varios pelos de su cabeza mientras este se echa a un lado con una serenidad pasmosa, lanza un golpe de respuesta que desvía la hoja con una fuerza de choque que sale de su palma libre. La mano con la que ha bloqueado la onda cortante, aunque envuelta energía parece tener algún rasguño.

Aprovechando una posible abertura se pone a la altura de tu pecho a gran velocidad, estirando ambos brazos y doblando los dedos como si fueran garras mientras estos se envuelven en energía. Tu mantra te avisa de un gran peligro inminente.

- Será mejor que esquives esto. Tontata kenpo, quinto movimiento: Soufflé de chocolate.

Este ataque concentra la energía del usuario en los brazos para proyectar un impacto concentrado en su dirección, es un movimiento potente pero previsible y sus consecuencias son, básicamente como si hubieses recibido un cañonazo si te da a bocajarro.

Los demás seguís peleando, en caso de hacer algo que afecte al combate del tontata aclaradlo, lo mismo ocurrirá si en este combate ocurre algo que os afecte abriré un spoiler para avisar.

El dolor cuando recibió el disparo en la muñeca fue atroz. La velocidad de la bala era demasiado alta, y su armadura de queso no pudo hacer nada para detenerla. El proyectil atravesó de lado a lado la muñeca del semigigante pero, sorprendentemente, no le hizo sangrar lo más mínimo. Sin embargo, no podía mover la mano. Quedaba claro que aquella no era una bala normal, y eso no le gustaba. Incapaz de atacar, usó su mano izquierda para sujetar la espada. No tenía la misma habilidad que con la derecha pero bueno, menos da una piedra. La mano le dolía tanto que no era capaz de prestar atención al combate de Syxel con aquel diminuto bichito, pero esperaba que le fuera bien.

El grandullón observó con alegría cómo aparecía el gyojin para ayudarles a él y a Balagus. Por desgracia, su ataque no fue nada efectivo. De repente su enemigo se volvió invisible. Tan solo se podía percibir de vez en cuando un leve sonido, como de algo que cortase el viento. ¿Sería él? ¿Qué clase de monstruo era aquel tipo? Unos segundos después, el semigigante empezó a notar como algo cortaba sus piernas, una y otra vez. El ataque tan solo duró un momento pero, cuando cesó, Marc cayó al suelo sobre sus rodillas. Sus piernas estaban bastante dañadas y, por el momento, no eran capaces de sostenerle.

Sin poder moverse, el grandullón observó, tendido en el suelo, cómo Helkan continuaba su ataque sobre Balagus. Deseaba que su congénere venciera, pero no estaba seguro de que pudiera lograrlo. Aquel tipo tan violento y agresivo era realmente poderoso.

Mi ataque cesó siquiera antes de empezar. Golpeé al aire con una profesionalidad envidiable, incluso cuando ya me había dado cuenta de la no presencia de aquella bestia, acabé el combo por el qué dirán.

Aquello parecía ser una especie de semi-dios. Esquivaba todo, se movía súper rápido, e incluso parecía vacilar al gigante de tal manera que la sangre empezaba a hervirme.
Un simple humano estaba poniendo en jaque a tres seres, sin apenas esforzarse. Parecía tener la visión de todo lo que estaba pasando, durante cada segundo del combate. Se anticipaba a todo y no daba opción de asestarle un golpe.

Había previsto mi ataque, a la par que el del gigante. Seguramente, si lanzaba otro, lo volvería a hacer… Y así hasta el infinito.
Por lo que permanecí quieto ojeando la posible llegada de aquella indomable bestia.

Quizá pequé en cubrirme más la retaguardia de lo que debía, ya que aquél extraño ser parecía únicamente atacar de manera cobarde, mostrándose lo más mínimo y sin dar margen de maniobra. Pero de repente, éste apareció y nos atacó tanto a mí cómo a Mark sin que nada pudiésemos hacer.

”Así que así luchan los cobardes”

Tras recibir varios cortes en las piernas caí relativamente cerca de Mark, desde donde aproveché para descansar y ver el desenlace del combate real entre dos fuerzas más parejas.
Miré mis piernas y tenían ciertos cortes, por lo que preferí mantenerme tumbado hasta que no fuese estrictamente necesario levantarse. Tras ello, miré a Mark, que estaba en una posición similar a la mía.

-Algún día nos vengaremos, Mark. Estoy seguro.

Resumen:

El tiempo transcurría aún más lento desde el suelo. Todos combatían y yo no podía hacer nada en ese momento más que esperarme a que todo acabase y seguirles con el rabo entre las piernas.
Pese a que no quitaba ojo al extraño ser con el que el gigantón de la banda de Syxel se pegaba, éste parecía no tener intención en volvernos a atacar. Balagus se estaba encargando de que eso no sucediera, algo que tendría que agradecerle dada la cantidad de poder que éste tenía y la imposibilidad de defenderme de él.


”Supongo que nuestras fuerzas no están nada parejas aún. Ojalá alguna vez lo estén”


Con cierta desgana, limpie, sane y vendé mis piernas y las de Marc sin perder de vista ambos combates, a cual más inquietante. Las heridas de Marc eran leves, cortes superficiales en las piernas, y una algo más grave, el balazo recibido en la muñeca derecha. Aún así, no era demasiado feo. Lo que estaba claro es que no podría usar esa mano, o no al menos con la misma soltura que habitualmente. Después de todo, la capa de queso que hizo debió amortiguar en gran parte el disparo, frenando así el impacto en la muñeca.
Mis heridas eran, al igual que en Marc, unos cortes superficiales en las piernas y alguno que otro en los brazos. Nada grave, pero mejor tratarlos a tiempo para poder combatir con mayor soltura, de ser necesario.


Centré de nuevo mi vista en los más que interesantes combates. Balagus realizó un certero puñetazo a la altura de la mandíbula del rival, despidiéndolo varios metros. Tras ello, el gigante se sentó respirando sonoramente y, aparentemente, sintiendo una gran sensación de alivio.


”Nada mejor que un certero golpe para aliviar la ira contenida”


- Vaya, parece que el valor de ganar una batalla es superior que el de acabar con su rival. - Le comenté a Marc, que seguro que podría confirmarme la teoría. Al fin y al cabo, él era otro gigante y compartiría, en parte, el espíritu de Elbaf, tal y como parecía hacer Balagus.


Justo después, giré la cabeza para ver a Syxel quemando al enano debido a algún extraño poder. Pronto cesaron las llamas y el propio Syxel empezó a hablar con él, aunque desde la distancia no se entendía nada, supuse que se estaba disculpando o le estaba pidiendo algo.


”Vaya, realmente parece que todo está saliendo a pedir de boca”


Pero siempre que se da una noticia buena, le acompaña una mala. Y la mala era un grupo de piratas en busca de espadas. Casualmente, yo tenía una…
Syxel nos lanzó una mirada bastante intuitiva, por lo que rápidamente me levanté y tendí la mano a Marc, de lo cual pronto me arrepentí.


”Tengo yo la espalda como para levantar a un gigante” Pensé resignado mientras veía como una oscura neblina cubría todo el suelo, al igual que hace unos minutos. Empecé a intuir que era un poder del propio Syxel, pero aún no lo tenía claro. El capitán pirata salió corriendo hacia el resto de maleantes, tras lo cual Balagus le siguió.


- Pues allá vamos… - Mis piernas no estaban demasiado mal, tenían cortes superficiales, pero tampoco podía arriesgarme a forzarlas mucho, ya que podría perder bastante sangre. Tendría que usarlas únicamente para moverme, utilizando los puños y el resto de cuerpo para enfrentarme a los piratas que se interpusieran en mi camino.


En ese momento, mi instinto de tiburón me llamó. Empecé a oler sangre poco a poco, lo cual me incitaba a entrar en esa improvisada pelea de bandos. Mi rostro empezó a volverse algo más sádico de lo normal, tornando mis ojos un color rojizo.


Salí corriendo hacia la dirección en la cual se encontraba Balagus, de dónde me venía el mayor rastro de sangre. Me adelanté a Marc, del cual aún desconocía si quería venir o prefería descansar, y durante todo el recorrido hasta que llegué a donde Balagus estaba luchando, fui moviendo gran parte de las partículas de agua de mi cuerpo hacia los puños, con la clara intención de golpear a cualquiera que se me interpusiera usando el noble arte del Gyojin Karate.


Balagus, por su parte, ya se encontraba luchando y a su vez estaba obligando a moverse a los piratas, lo cual nos venía bastante bien.


- Dale duro gigantón, yo te cubro. - Espeté posicionándome en la espalda del gigante y repeliendo cualquier posible amenaza que frenase la ofensiva de mi potente aliado.

Desde el suelo, ya que sus piernas, debilitadas por las heridas causadas por Helkan, no le permitían sostener del todo bien su peso, Marc observó el desenlace de los combates a su alrededor. Por un lado, Balagus fue capaz de esquivar la acometida de aquel monstruo y asestarle un tremendo puñetazo en el rostro. El grandullón no pudo más que alegrarse por la victoria de su congénere, y al ver que Helkan volaba varios metros. Lo que le sorprendió fue que, cerca del lugar donde su enemigo había caído, se encontraban una veintena de hombres armados, que pretendían quitarles las espadas.

Luka había sido capaz de dar con una antes de volver a ayudarnos a combatir, y Syxel, tras conseguir vencer al diminuto pero poderoso ser al que se enfrentaba, se encontraba en posesión de otra en esos momentos. El gesto del pirata con su diminuto oponente tras derrotarle, apagando sus llamas y ofreciéndole ayuda para levantarse, fue digno de elogiar.

Igualmente, lo fue también el hecho de que Luka, una vez hubo atendido sus heridas, hiciera lo propio con las del semigigante. Con una sonrisa de oreja a oreja en la boca, el cocinero le dijo:

- Muchas gracias amigo, te debo una.

Marc se levantó entonces, poco a poco y con algo de ayuda del gyojin, aunque tratando de apoyarse lo menos posible en su compañero, dado que también había sido herido y que pesaba mucho más que él. Parecía que las heridas de sus piernas no eran gran cosa y, una vez limpias y vendadas, podía moverse más o menos bien, aunque quedaba claro que no al 100% de sus capacidades. La herida de la muñeca, sin embargo, era otro cantar. Dolía mucho, y apenas podía moverla. Tendría que esperar un tiempo antes de poder usar esa mano de nuevo, así que no le quedaba más remedio que manejar su espadón con la izquierda, lo que le haría perder habilidad. Y parecía que iba a necesitarla, ya que Syxel creó una especie de nube de oscuridad en torno a todos ellos.

"¿Y cómo iba a poder orientarse así? ¿Cómo se las iba a arreglar para ver a sus rivales?" pensó el semigigante. Sin embargo, aunque no viese a los enemigos, éstos tampoco verían nada, así que decidió hacer algo para ayudar a sus compañeros. Antes de que la oscuridad invadiese la zona, había visto que alguien (seguramente Syxel, parecía algo propio de alguien que sabía crear fuego y oscuridad), había creado lo que parecían muertos vivientes para que atacasen a sus nuevos enemigos. Por lo tanto, imaginando que éstos tendrían difícil avanzar, decidió crear una especie de escalón de queso en el suelo a la espalda y a los lados del grupo pirata que les atacaba. Bastarían 20 centímetros de altura para hacer el efecto de un bordillo. Con otros 20 de profundidad, y 40 metros de largo, de forma que rodease al grupo enemigo tanto por detrás como por los laterales. Con suerte, haría que más de uno trastabillara y cayese, dejándolo como un blanco fácil para sus compañeros. Seguramente, su precisión a la hora de situar el bordillo de queso no habría sido perfecta, pues tuvo que crearlo a ciegas, basándose en la posición que ocupaban los enemigos justo antes de que la capa de oscuridad les privase de la vista, pero esperaba que, al menos, funcionase en parte.

Tras esto, Marc retrocedería hasta salir de la zona oscura, ya que allí no tenía forma de ver nada, y aguardaría, preparado por si le atacaban, a que el combate siguiera su curso.

Todo decente luchador conoce la intrahistoria de los gigantes; Nacidos para luchar, con un código innegable y un valor indomable, son nada más y nada menos que osados combatientes que prosiguen un único fin: Combatir hasta la saciedad.

Y digna oportunidad tenía en aquél momento, combatiendo de cerca al gigante más bravo que había conocido en toda mi vida. De nombre Balagus, portando principalmente una mala leche considerable, con un semblante serio y dos sanguinarias amigas a modo de hachas, entonaba la fiesta que suponía una batalla, además de mencionar lo honorable de una muerte en campo de batalla.

No pude evitar esbozar una más que visible sonrisa. Aquél gigante era la mayor ejemplificación de un honorable guerrero que había visto, y sólo por eso le seguiría hasta la muerte. Cubriéndole durante gran parte de su ofensiva, ojeé cómo un tirador le tenía en su punto de mira.
Corrí hacia él y le plaqué, dándole puñetazos hasta dejarle inconsciente. Tras ello, corrí de nuevo hacia el gigante, continuando la cobertura, que cada vez me daba más trabajo.
Noté un par de perforaciones en la piel de Balagus, tras lo cual intuí que alguna bala le había dado. Primeramente me alarmé, pero después pensé que viéndole luchar, necesitaría doscientas diminutas (para él) balas para sentir algún dolor.

Un par de marines más saltaron hacia balagus desde sendos laterales, obligándome a golpear al primero en una patada voladora y a coger al segundo en volandas para después lanzarlo hacia un lateral.

Entre tanto, una gran cantidad de no muertos nos ayudaban. No sabía cómo habían llegado hasta allí, pero dada la situación, no sería yo el que se preguntara por qué nos estaban ayudando.
Por su parte, la ágil bestia que había combatido contra el gigante le lanzó un brebaje, con el cual, según él, sanaría sus heridas.

-No seré yo el que te diga que tienes que hacer, pero yo no bebería de ahí… - Espeté con cierta ira en las palabras. No me podía creer que, pese a la situación, aquella persona diese tal brebaje a su rival. Aunque, después de todo, ni si quiera sabía qué le había impulsado a luchar con el resto. Quizá estuviera en el bando equivocado, aunque era un momento más que complicado como para estar pensando en esas cosas.

Cuando mi flanco estaba cada vez más desierto, el gigante me hizo una pregunta. ¿Qué si quería ser un arma viviente?

-Creo que no me has visto combatir. – Espeté con tono irónico. – Claro que quiero serlo. ¿Qué has… - La ilusión ante su propuesta, pronto cesó ante su acometida. Se puso en mi posición con dos zancadas, para después agarrarme de la cintura y posteriormente de los pies.

”No, amigo, no. Esto no puede salir bien”

La sorpresa ante tal actitud, me sorprendió gratamente, más notando la felicidad que el gigante despedía. Jamás hubiera esperado esto por Arma viviente. Quizá sí que me lanzase por los aires para caer contra un grupo de piratas. O cualquier otra cosa, pero aquello… No, no podía salir bien.

-Me calmaría… Pero también es mi primera vez. – Comenté soltando una sonora carcajada a la par que el gigante salía disparado contra los rivales.

Cerré los ojos e intenté concentrarme. Olvidé al valeroso gigante por unos segundos, imaginándome que simplemente estaba corriendo inclinado en exceso. Concentré la energía del haki en el puño derecho a la par que desplazaba las partículas de agua al puño izquierdo, realizando así serios golpes a mis rivales a lo largo del recorrido trazado por Balagus.

-¡Somos imparables Balagus! – Finalicé más exaltado que de costumbre. Como un niño cuando acaba de abrir un regalo de navidad. Como una pareja cuando se da el primer beso.
Aquella energía despedida sólo podía significar una cosa; El invento estaba funcionando.
Tras cada golpe no podía dejar de pensar en el pintoresco escenario en el cual me encontraba. Acababa de nacer una alianza interracial que jamás olvidaría. Dos gigantes, un Gyojin, una extraña bestia de curiosa belleza y un humano con un extraño ser diminuto en el hombro.
Formaríamos la banda más pintoresca de la historia, con aspiraciones bastante diferentes pero, sin duda, con un valor inimaginable.

Marc observó sorprendido cómo el tal Helkan pareció aceptar las palabras de Syxel, preparó un raro mejunje en una pequeña botella y me lo lanzó, diciéndome que me lo bebiese entero. Antes de que tuviese tiempo de reaccionar, dos de sus nuevos enemigos iban hacia él. Sin embargo, el diminuto ser al que Syxel había derrotado hizo algo extraño y sus cabezas ¡explotaron!

Luka parecía no fiarse en absoluto del que, hasta solo unos momentos antes, había sido su adversario, pero el grandullón no era ni de lejos tan desconfiado, así que inclinó la pequeña botella sobre su boca y vació en ella todo su contenido. En cuanto tragó aquel brebaje, comenzó a notar una rara sensación. Era como si de repente, hubiese recuperado sus fuerzas e, incluso, tuviera más que antes. Se sentía como en una nube, extrañamente feliz y con una gran motivación para combatir.

Justo en ese instante, observó como Balagus cogía a Luka, y comenzaba a embestir a sus enemigos, usando al gyojin como un arma con vida propia. Aquella imagen, junto con las fuerzas que había obtenido al beber aquella cosa y a lo exaltado que de repente se encontraba, su instinto guerrero afloró y, cargando de nuevo con su espadón como si no hubiese sido herido, profirió un estruendoso grito:

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Al mismo tiempo, comenzó a correr hacia sus enemigos al tiempo que su arma se prendía fuego, y comenzó a lanzar espadazos a diestro y siniestro en cuanto hubo llegado hasta ellos.

Resumen:

Cosas: