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Ivan Markov
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Akuma no mi
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Se limitó a responder a sus palabras con una sonrisa misteriosa. Los efectos de una akuma no mi no solían manifestarse al momento, aún tardarían unos minutos posiblemente. Tal vez más. En cualquier caso consideraba que prefería a un aliado capaz de valerse por sí mismo que a un lastre; que descubriese él mismo cuáles eran sus habilidades. Si resultaba ser un inútil ya se aseguraría de recuperar su inversión por medios más expeditivos. Una vez hubiese aprendido cuáles eran sus habilidades, tal vez se planteara informarle algo más de cómo funcionaban... sólo tal vez. El empresario parecía empezar a notar los efectos de la fruta, sudaba y su respiración se había agitado. Tenía entendido que a algunas personas les pasaba así, a otras les daban náuseas, terribles dolores o cosas similares. Él sufrió una hipotermia tras consumir su akuma (aunque era probable que la pérdida de sangre por las heridas recibidas obteniéndola hubiese tenido algo que ver). Esbozó una sonrisa cuando Pegasus volvió a hablarle y soltó una carcajada:
- ¿Por qué habría de envenenarte? Si quisiera matarte no necesitaría recurrir a un medio tan sutil y aburrido. Hay maneras mucho más entretenidas y satisfactorias de arrancar una vida... aunque no niego la utilidad del veneno.
Un cazador sabía estar abierto a toda clase de posibilidades y explotaba todas las herramientas a su alcance para la caza... cuando era necesario, claro. ¿Por qué usar veneno en alguien de quien iba a alimentarse, por ejemplo? Estropearía su comida. Sin embargo siempre llevaba consigo una dosis de veneno de Cooper-chan para emergencias. Algunos enemigos no podían ser vencidos con simple habilidad y poder. Una vez Pegasus acabó de firmar, se aproximó a la mesa y comenzó a revisar minuciosamente el documento y sus duplicados. Quería asegurarse de que el notario no se la hubiera jugado y no hubiese ni ninguna cláusula rara, ni tampoco "errores" como textos que variasen de unas copias a otras del contrato. Una vez se convenció de que todo estaba en orden y que era un documento legal válido (dentro de sus limitados conocimientos sobre jurídica), firmó en los tres y se quedó una copia para él.
- Todo en orden pues. Gracias por acudir tan prestamente - le dijo al notario, con una inclinación de cabeza.
La escena de la botella le arrancó una sonrisa, acompañada por una suave risa entre dientes, casi un siseo. Al final todo había acabado en el lugar que le correspondía. Ya no le quedaba nada que hacer allí, salvo por resolver el pequeño asunto del enterrador y recoger al chiflado de su guepardo. Se ajustó la gabardina y se dirigió a la puerta sin más preámbulos.
- Volveremos a vernos, Pegasus. Recuerda enviar los pagos puntualmente a la cuenta que sale en el contrato. Mi banco está localizado en Shabaody, no te debería quedar lejos para los envíos.
Una vez en la puerta se giró con una sonrisa siniestra mientras sus ojos se volvían rojos de nuevo:
- Contactaré contigo cuando te necesite.
- ¿Por qué habría de envenenarte? Si quisiera matarte no necesitaría recurrir a un medio tan sutil y aburrido. Hay maneras mucho más entretenidas y satisfactorias de arrancar una vida... aunque no niego la utilidad del veneno.
Un cazador sabía estar abierto a toda clase de posibilidades y explotaba todas las herramientas a su alcance para la caza... cuando era necesario, claro. ¿Por qué usar veneno en alguien de quien iba a alimentarse, por ejemplo? Estropearía su comida. Sin embargo siempre llevaba consigo una dosis de veneno de Cooper-chan para emergencias. Algunos enemigos no podían ser vencidos con simple habilidad y poder. Una vez Pegasus acabó de firmar, se aproximó a la mesa y comenzó a revisar minuciosamente el documento y sus duplicados. Quería asegurarse de que el notario no se la hubiera jugado y no hubiese ni ninguna cláusula rara, ni tampoco "errores" como textos que variasen de unas copias a otras del contrato. Una vez se convenció de que todo estaba en orden y que era un documento legal válido (dentro de sus limitados conocimientos sobre jurídica), firmó en los tres y se quedó una copia para él.
- Todo en orden pues. Gracias por acudir tan prestamente - le dijo al notario, con una inclinación de cabeza.
La escena de la botella le arrancó una sonrisa, acompañada por una suave risa entre dientes, casi un siseo. Al final todo había acabado en el lugar que le correspondía. Ya no le quedaba nada que hacer allí, salvo por resolver el pequeño asunto del enterrador y recoger al chiflado de su guepardo. Se ajustó la gabardina y se dirigió a la puerta sin más preámbulos.
- Volveremos a vernos, Pegasus. Recuerda enviar los pagos puntualmente a la cuenta que sale en el contrato. Mi banco está localizado en Shabaody, no te debería quedar lejos para los envíos.
Una vez en la puerta se giró con una sonrisa siniestra mientras sus ojos se volvían rojos de nuevo:
- Contactaré contigo cuando te necesite.
Lord Vader
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Akuma no mi
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Parecía que todo había concluido....el tablero estaba listo y las piezas se mueven, en este caso el que se movía era yo.
Los sudores y mareos seguían, pero reduciéndose poco a poco. Parecía que el señor Roux me había dado un gran don, pero aún no comprendía del todo lo que era. Sin lugar a duda lo de la botella de vino no sabía como había pasado. Simplemente necesitaba un trago con urgencia en aquel momento y..apareció. No sabía hasta que punto me había afectado aquella Akuma, pero no podía ser nada bueno..para quien se entrometiera en mi camino.
Roux sonrió levemente ante mi suposición de que había tomado veneno lanzando una mordaz respuesta, pero que fue suficiente para tranquilizarme. A pesar de que estaba más pendiente de mis manos y de mi estado, observé como el señor Roux prestaba atención al contrato y se marchaba por la puerta, no sin antes decirme que volvería a saber de él si me necesitaba.
Antes de dejarle salir le dije.:
-Roux debo decirle una cosa antes de que se vaya.
Tras aquella llamada, me dirigí a mi camarero Wales. Sabía que las Akumas eran poderosas y esperaba que ella no me dominara a mi....así que haría un experimento.
-Wales...estaré unos días fuera, que se establezca el protocolo a seguir durante mi ausencia -Comencé a mirar mi mano- Algo me está pasando y espero poder dominarlo Wales...Diles a los habitantes que me hubiera gustado despedirme de ellos, miénteles o invéntate una excusa creíble mientras estoy fuera. Pero nadie debe saber lo acontecido en esta sala....o tomaré cartas en el asunto.
-Si señor Pegasus.
-Ah y Wales, necesito descubrir que soy...así que tráeme a los becarios....Ramírez y Jonhson ¿son los ayudantes del chef no?
-Ahora mismo señor.
Wales se dirigió a las cocinas y trajo a los minutos a los dos hombres, que habían llegado a su turno de cocina hace unos minutos. Me encontraba bebiendo una copa de vino a su llegada.
-Díganos Don Pegasus.-Dijo Ramírez.
-Dime muchacho....-Dije dando un sorbo y mirando de reojo a Roux - ¿Podrías decirme cuantas botellas cuentas en esa estantería?- Dije señalando la estantería central donde había a simple vista 11 botellas de vino.
No esperaba que el muchacho entendiera el porque de aquello, pero necesitaba probar lo que por mi mente pasaba.
-Hay 11 Don.
-¿Eso crees o eso es lo que ves?-Dije señalando las botellas, haciendo que una desapareciera como el Borgoña anterior.-Yo cuento 10 señor Ramírez.
-Lo lamento Don, debí contar mal.
-En absoluto- Dije intentando aparentar calma, ya uqe me encontraba yo más asustado realmente que el becario. Tras unos segundos, solo dije una frase, para que Roux la escuchara.
-No todo lo que vemos es real ¿No Señor Roux?
Los sudores y mareos seguían, pero reduciéndose poco a poco. Parecía que el señor Roux me había dado un gran don, pero aún no comprendía del todo lo que era. Sin lugar a duda lo de la botella de vino no sabía como había pasado. Simplemente necesitaba un trago con urgencia en aquel momento y..apareció. No sabía hasta que punto me había afectado aquella Akuma, pero no podía ser nada bueno..para quien se entrometiera en mi camino.
Roux sonrió levemente ante mi suposición de que había tomado veneno lanzando una mordaz respuesta, pero que fue suficiente para tranquilizarme. A pesar de que estaba más pendiente de mis manos y de mi estado, observé como el señor Roux prestaba atención al contrato y se marchaba por la puerta, no sin antes decirme que volvería a saber de él si me necesitaba.
Antes de dejarle salir le dije.:
-Roux debo decirle una cosa antes de que se vaya.
Tras aquella llamada, me dirigí a mi camarero Wales. Sabía que las Akumas eran poderosas y esperaba que ella no me dominara a mi....así que haría un experimento.
-Wales...estaré unos días fuera, que se establezca el protocolo a seguir durante mi ausencia -Comencé a mirar mi mano- Algo me está pasando y espero poder dominarlo Wales...Diles a los habitantes que me hubiera gustado despedirme de ellos, miénteles o invéntate una excusa creíble mientras estoy fuera. Pero nadie debe saber lo acontecido en esta sala....o tomaré cartas en el asunto.
-Si señor Pegasus.
-Ah y Wales, necesito descubrir que soy...así que tráeme a los becarios....Ramírez y Jonhson ¿son los ayudantes del chef no?
-Ahora mismo señor.
Wales se dirigió a las cocinas y trajo a los minutos a los dos hombres, que habían llegado a su turno de cocina hace unos minutos. Me encontraba bebiendo una copa de vino a su llegada.
-Díganos Don Pegasus.-Dijo Ramírez.
-Dime muchacho....-Dije dando un sorbo y mirando de reojo a Roux - ¿Podrías decirme cuantas botellas cuentas en esa estantería?- Dije señalando la estantería central donde había a simple vista 11 botellas de vino.
No esperaba que el muchacho entendiera el porque de aquello, pero necesitaba probar lo que por mi mente pasaba.
-Hay 11 Don.
-¿Eso crees o eso es lo que ves?-Dije señalando las botellas, haciendo que una desapareciera como el Borgoña anterior.-Yo cuento 10 señor Ramírez.
-Lo lamento Don, debí contar mal.
-En absoluto- Dije intentando aparentar calma, ya uqe me encontraba yo más asustado realmente que el becario. Tras unos segundos, solo dije una frase, para que Roux la escuchara.
-No todo lo que vemos es real ¿No Señor Roux?
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Akuma no mi
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Arqueó una ceja, algo intrigado por la llamada de atención de Pegasus. Se giró hacia él y se cruzó de brazos, apoyándose contra el marco de la puerta expectante. Miró con cierta impaciencia al hombre mientras este hablaba con su camarero, relajando un poco su expresión cuando le escuchó darle la orden de llamar a un becario. ¿Una demostración de sus recién adquiridos poderes? Eso o tal vez le estuviera entregando como presente algo de comida para llevar. No le vendría mal meter en la bodega uno o dos individuos sanos... aunque no creía que eso le fuese a hacer gracia a Yumi. Llevaba ya un tiempo pensando en conseguir un medio para almacenar sangre para emergencias, y ahora que habían hecho escala tal vez fuera el momento. No le quedaba demasiado dinero tras sus últimas adquisiciones pero Pegasus estaba en deuda con él. Se frotó la barbilla pensativo mientras observaba la escena y veía al joven empresario jugar con los sentidos del chico. No estaba mal para acabar de consumir su akuma, pero esperaba que en un futuro usase aquel poder de formas más imaginativas.
- Muy cierto, señor Pegasus - cerró la puerta volviendo a entrar - Tal vez tengamos un último negocio que hacer... un hombre adinerado y con contactos como tú probablemente pueda conseguirme cierto objeto que necesito. No es gran cosa, necesito un recipiente que pueda conservar sangre en óptimas condiciones y una vía intravenosa para poder extraerla. A cambio te permitiré leer en mi enciclopedia la información que tengo sobre vuestra akuma. Toda luz que puedas arrojar sobre ese tema te será de utilidad, ¿me equivoco?
Se apoyó contra una de las mesas esperando su respuesta. Si podía dejar ese tema solucionado cuanto antes mejor. Si Pegasus aceptaba el trato, sacaría la enciclopedia y la abriría en la página de la Moso Moso no mi para que leyera toda la información que poseía sobre ella. En todo caso una vez solucionado el asunto y cerrado el trato, saldría del restaurante definitivamente con su libro y pondría rumbo al cementerio. Por el camino sacó el den den mushi y marcó el número de Yumiko.
- Yumi, tengo unos asuntos que resolver, pero pronto volveré al puerto. Seguramente partamos hoy, así que prepara todo lo que necesites.
Como había hecho antes, se fue a una zona alejada de la mirada de los curiosos y adoptó la misma apariencia que había usado en la caseta del enterrador. En cuanto se acercó a la puerta del cementerio, el encargado ya le esperaba con una pequeña cajita de roble en las manos. Ivan la cogió con una sonrisa, alargando la mano como para acariciarle el rostro. En el último momento con un veloz gesto le agarró la cara y le giró la cabeza bruscamente. Con un desagradable sonido de huesos rotos su cuello dio un giro de 180 grados y el cuerpo inerte del hombre se desplomó. Era una lástima desperdiciar comida, pero no quería dejar pruebas ni testigos de lo que había hecho allí. Pensó con cierta ironía que él mismo había regañado a Pegasus por cometer un asesinato tan a la brava, pero a diferencia del otro, él había tomado precauciones para evitar ser relacionado. Rápidamente desapareció entre las callejuelas cercanas antes de que se diese la voz, volviendo a su aspecto original en cuanto estuvo lejos y se aseguró de que nadie le veía.
- Muy cierto, señor Pegasus - cerró la puerta volviendo a entrar - Tal vez tengamos un último negocio que hacer... un hombre adinerado y con contactos como tú probablemente pueda conseguirme cierto objeto que necesito. No es gran cosa, necesito un recipiente que pueda conservar sangre en óptimas condiciones y una vía intravenosa para poder extraerla. A cambio te permitiré leer en mi enciclopedia la información que tengo sobre vuestra akuma. Toda luz que puedas arrojar sobre ese tema te será de utilidad, ¿me equivoco?
Se apoyó contra una de las mesas esperando su respuesta. Si podía dejar ese tema solucionado cuanto antes mejor. Si Pegasus aceptaba el trato, sacaría la enciclopedia y la abriría en la página de la Moso Moso no mi para que leyera toda la información que poseía sobre ella. En todo caso una vez solucionado el asunto y cerrado el trato, saldría del restaurante definitivamente con su libro y pondría rumbo al cementerio. Por el camino sacó el den den mushi y marcó el número de Yumiko.
- Yumi, tengo unos asuntos que resolver, pero pronto volveré al puerto. Seguramente partamos hoy, así que prepara todo lo que necesites.
Como había hecho antes, se fue a una zona alejada de la mirada de los curiosos y adoptó la misma apariencia que había usado en la caseta del enterrador. En cuanto se acercó a la puerta del cementerio, el encargado ya le esperaba con una pequeña cajita de roble en las manos. Ivan la cogió con una sonrisa, alargando la mano como para acariciarle el rostro. En el último momento con un veloz gesto le agarró la cara y le giró la cabeza bruscamente. Con un desagradable sonido de huesos rotos su cuello dio un giro de 180 grados y el cuerpo inerte del hombre se desplomó. Era una lástima desperdiciar comida, pero no quería dejar pruebas ni testigos de lo que había hecho allí. Pensó con cierta ironía que él mismo había regañado a Pegasus por cometer un asesinato tan a la brava, pero a diferencia del otro, él había tomado precauciones para evitar ser relacionado. Rápidamente desapareció entre las callejuelas cercanas antes de que se diese la voz, volviendo a su aspecto original en cuanto estuvo lejos y se aseguró de que nadie le veía.
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Akuma no mi
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Parecía que nuestros negocios habían llegado a bien puerto, el señor Roux por su parte, parecía tener que irse, pero no antes sin hacerme una petición. Me pidió un bote que pudiera contener sangre en óptimas condiciones. ¿Solo eso?¿ Almacena la sangre de sus enemigos o es alguna manía pscótica?, la verdad es que me daba igual, pero al menos podía satisfacer su demanda.
Chasqueé los dedos y Ramírez se acercó a mi.
-¿Si señor?
-Ramírez- Le dije con tono amable, pero serio- Decidle al artesano Jones de mi parte que traiga lo que el señor Roux ha solicitado y le sea enviado a su embarcación, para encotnrarla hable con el jefe de puerto. Dígale también a Jones que se le pagará esta misma tarde. -Miré a Roux- Es lo más práctico que tengo para su petición Señor Roux, imagino que le servirá.
Ramírez fue a la cocina y a los pocos minutos le entregó dicho bote al invitado de Don Pegasus. Roux, se retiró del restaurante y la sala quedó más callada que un cementerio. Veía en las caras de mis camareros que se hacían miles de preguntas. Yo solamente pude continuar bebiendo mi vino tranquilo, hasta que unas palabras salieron de mi bocas dirigidas al personal.
-Caballeros, preparen mi equipaje, estaré ausente unos meses por negocios...espero que cuando vuelva todo siga viento en popa...Wales serás el encargado y los becarios se encargarán de que todo funcione. Por oro lado espero que se lleven a la tumba de mi esposa rosas rojas todos los días...como un solo día no se haga, juro que estos nuevos poderes serán el menor de vuestros problemas.-Finalizo el vino y me levanto saliendo del restaurante camino a la mansión Pegasus, a finalizar los detalles.
Durante mi caminata, no podía dejar de pensar en lo que había hecho. Roux se tomó muchas molestias conmigo, pensando que podía ser un peón, cuando dejé claro que éramos socios, para evitar malentendidos. Ahora solo rondaba por mi cabeza el conseguir poder pagar el primer plazo del contrato, con un pequeño abono de mi parte. Comenzaba una nueva era, un nuevo criminal se alzaba y la fiesta solo había empezado. Así que llegué a la mansión, cogí lo que me parecía imprescindible como era mi espada, la cual oculté en mi bastón con empuñadura de Pegaso, mi reloj de bolsillo, el camafeo con el retrato de mi esposa , la cartera con algún dinero para gastos imprevistos, y mi puñal dentro de la manga.
Lo último que se supo de mi fueron rumores, sobre que había embarcado esa noche hacia el Viejo Mundo, sin despedirme de nadie más.
Chasqueé los dedos y Ramírez se acercó a mi.
-¿Si señor?
-Ramírez- Le dije con tono amable, pero serio- Decidle al artesano Jones de mi parte que traiga lo que el señor Roux ha solicitado y le sea enviado a su embarcación, para encotnrarla hable con el jefe de puerto. Dígale también a Jones que se le pagará esta misma tarde. -Miré a Roux- Es lo más práctico que tengo para su petición Señor Roux, imagino que le servirá.
Ramírez fue a la cocina y a los pocos minutos le entregó dicho bote al invitado de Don Pegasus. Roux, se retiró del restaurante y la sala quedó más callada que un cementerio. Veía en las caras de mis camareros que se hacían miles de preguntas. Yo solamente pude continuar bebiendo mi vino tranquilo, hasta que unas palabras salieron de mi bocas dirigidas al personal.
-Caballeros, preparen mi equipaje, estaré ausente unos meses por negocios...espero que cuando vuelva todo siga viento en popa...Wales serás el encargado y los becarios se encargarán de que todo funcione. Por oro lado espero que se lleven a la tumba de mi esposa rosas rojas todos los días...como un solo día no se haga, juro que estos nuevos poderes serán el menor de vuestros problemas.-Finalizo el vino y me levanto saliendo del restaurante camino a la mansión Pegasus, a finalizar los detalles.
Durante mi caminata, no podía dejar de pensar en lo que había hecho. Roux se tomó muchas molestias conmigo, pensando que podía ser un peón, cuando dejé claro que éramos socios, para evitar malentendidos. Ahora solo rondaba por mi cabeza el conseguir poder pagar el primer plazo del contrato, con un pequeño abono de mi parte. Comenzaba una nueva era, un nuevo criminal se alzaba y la fiesta solo había empezado. Así que llegué a la mansión, cogí lo que me parecía imprescindible como era mi espada, la cual oculté en mi bastón con empuñadura de Pegaso, mi reloj de bolsillo, el camafeo con el retrato de mi esposa , la cartera con algún dinero para gastos imprevistos, y mi puñal dentro de la manga.
Lo último que se supo de mi fueron rumores, sobre que había embarcado esa noche hacia el Viejo Mundo, sin despedirme de nadie más.
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