Te encuentras entre dos enormes buques en construcción. A la hora que es los astilleros están a pleno rendimiento, y el estruendo producido por las sierras y los martillazos sólo es superado por las órdenes que vociferan los carpinteros a sus aprendices. No podías haber escogido un peor sitio para pararte, ¿verdad? En fin, el medio que has empleado para llegar hasta aquí sólo tú lo sabes, pero del motivo sí que conozco algo más.
En un bolsillo a tu elección guardas una nota torpemente plegada. Es del típico color amarillento del papel reciclado... sí que sois ecologistas en la Revolución. El hecho es que te la hizo llegar un grajo hace varios días, y en su interior se encuentra el motivo de que estés en Water Seven.
Hay una barbaridad de personas a tu alrededor. Muchos de ellos, como no puede ser de otro modo, se encuentran inmersos en sus cosas de gente que construye barcos. No cabe duda de que podrían saber algo, ¿no? Aunque, por otro lado, nunca se sabe dónde puede tener oídos el enemigo. Tal vez podrías preguntarle a un transeúnte cualquiera; seguro que ahí hay menos riesgo. Por otro lado, puedes decidir meterte en un bar cualquiera y dar un buen buche del licor que más te guste. Lo dejo a tu elección, pero es tu turno.
En un bolsillo a tu elección guardas una nota torpemente plegada. Es del típico color amarillento del papel reciclado... sí que sois ecologistas en la Revolución. El hecho es que te la hizo llegar un grajo hace varios días, y en su interior se encuentra el motivo de que estés en Water Seven.
- Nota:
- "Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo."
Ñieeenienienienie. Lo siento chaval, pero el pajarraco que me han dado me lo ponía demasiado fácil. Vamos a lo que te importa:
no sé si lo sabrás, pero llevamos un tiempo intentando introducirnos en Water Seven. Según nos han contado, una parte de su población no se encuentra muy conforme con el desempeño del Gobierno Mundial. Estamos intentando pescar reclutas, pero un tipo cuya identidad desconocemos ha ido acabando con nuestros contactos allí, de modo que sólo nos queda uno.
No había nadie más disponible, así que hemos tenido que mandarte a ti. Al preguntar por la identidad del enlace que sigue vivo no me la han querido dar... por su seguridad, dicen. En fin, la cuestión es que sólo me han dicho que es uno de los carpinteros más viejos del lugar. ¡Mucha suerte!
Hay una barbaridad de personas a tu alrededor. Muchos de ellos, como no puede ser de otro modo, se encuentran inmersos en sus cosas de gente que construye barcos. No cabe duda de que podrían saber algo, ¿no? Aunque, por otro lado, nunca se sabe dónde puede tener oídos el enemigo. Tal vez podrías preguntarle a un transeúnte cualquiera; seguro que ahí hay menos riesgo. Por otro lado, puedes decidir meterte en un bar cualquiera y dar un buen buche del licor que más te guste. Lo dejo a tu elección, pero es tu turno.
Arkadian Dardock
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De nuevo me encontraba en Water Seven. No ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pisé este lugar, de la misma forma, fue para realizar una misión en nombre de la Revolución. El viaje hasta aquí ha sido largo, pero de nuevo un gran crucero me ha ayudado a llegar. Las distracciones que este ofertaba me han ayudado a saber llevar la tensión que una misión conlleva. En este caso no creo que sea tan sencillo alzarse con el objetivo. La carta que me trajo un extraño pajarraco y que tengo guardada en mi bolsillo derecho dice que parte del pueblo de Water Seven se está poniendo en contra del Gobierno Mundial, cosa que hace propicia la búsqueda de nuevos cadetes. No obstante, hay un problema, pues un tipo de identidad desconocida está aniquilando a todos los contactos que tiene aquí la Revolución y tengo que encontrar al único con vida para que me informe de la situación. Por desgracia lo único que sé es que es uno de los carpinteros más viejos de los astilleros. Dicha información no es muy concisa.
Por fin he llegado a los astilleros, pero para mí desgracia está plagado de carpinteros trabajando y no es fácil distinguir cuál de ellos puede ser. Podría ponerme a preguntar, pero ya llamo bastante la atención con mis tres espadas como para ponerme a interrogar a estos tipos.
En uno de los lados de los astilleros hay una cantina, supongo que la llamarán así para que parezca que los trabajadores no beben durante el trabajo, pero tiene toda la pinta de ser una taberna normal y corriente. Decido entrar en aquel antro y sentarme en la barra, estaré aquí un rato analizando con mi mantra a la gente que sale y entra, seguro que así logro encontrarlo.
-Una jarra de cerveza por favor –me dirijo al tabernero-.
El tabernero no tarda en traerme la bebida y continúa con sus asuntos por suerte para mí, no quería verme envuelto en una conversación absurda en este momento. Transcurre el tiempo y nada cambia, solo trabajadores normales y corrientes, además de algún ciudadano que viene aquí a comer. De repente noto como uno de los carpinteros que entra se fija en mi aspecto de una forma más detallada, con mi mantra noto como el miedo se apodera lentamente de su persona. Antes de que se siente o salga corriendo, me levanto del taburete con la jarra en mano y me dirijo hacia él.
-Buenos días amigo, ¿quiere que le invite a una de estas? –le digo mientras poso mi mano en su hombro-. El jefe me envía para que debatamos unos detalles sobre el trabajo –añado mientras le guiño un ojo-.
Por fin he llegado a los astilleros, pero para mí desgracia está plagado de carpinteros trabajando y no es fácil distinguir cuál de ellos puede ser. Podría ponerme a preguntar, pero ya llamo bastante la atención con mis tres espadas como para ponerme a interrogar a estos tipos.
En uno de los lados de los astilleros hay una cantina, supongo que la llamarán así para que parezca que los trabajadores no beben durante el trabajo, pero tiene toda la pinta de ser una taberna normal y corriente. Decido entrar en aquel antro y sentarme en la barra, estaré aquí un rato analizando con mi mantra a la gente que sale y entra, seguro que así logro encontrarlo.
-Una jarra de cerveza por favor –me dirijo al tabernero-.
El tabernero no tarda en traerme la bebida y continúa con sus asuntos por suerte para mí, no quería verme envuelto en una conversación absurda en este momento. Transcurre el tiempo y nada cambia, solo trabajadores normales y corrientes, además de algún ciudadano que viene aquí a comer. De repente noto como uno de los carpinteros que entra se fija en mi aspecto de una forma más detallada, con mi mantra noto como el miedo se apodera lentamente de su persona. Antes de que se siente o salga corriendo, me levanto del taburete con la jarra en mano y me dirijo hacia él.
-Buenos días amigo, ¿quiere que le invite a una de estas? –le digo mientras poso mi mano en su hombro-. El jefe me envía para que debatamos unos detalles sobre el trabajo –añado mientras le guiño un ojo-.
No sé si termina de ser buena idea dar ese tipo de pistas sobre tu identidad al primero que llama tu atención, pero supongo que eso es cosa tuya. La cuestión es que el tipo se te queda mirando con cara extrañada. Tal vez te miraba así antes porque llevas tres espadas y te has acercado a él muy decididamente... ¿quién sabe?
-Bueno, si es gratis -dice ante tu ofrecimiento sin poder despegar los ojos de tus armas. Si miras un poco a tu alrededor comprobarás que eres el único hombre armado que hay en la cantina. El resto son carpinteros y, aunque tienen martillos, clavos y ese tipo de cosas, los llevan sujetos en un cinturón repleto de otros utensilios propios de su oficio.
Habla lo que te plazca con el carpintero, pero las respuestas que te dará serán de lo más normal. Sin embargo, tras un tiempo escucharás un bufido al otro lado de la barra. En caso de que miras en esa dirección encontrarás al dueño del local terminando de negar con la cabeza. Te ha estado observando desde que entraste en el local sin que te dieras cuenta, y parece que el modo en que te has desenvuelto no termina de convencerle. Te hace un gesto con la mano para que te acerques a él.
Por su parte, el carpintero al que has abordado te mira aún sin comprender por qué quieres invitarle a cerveza. Puede que no se fíe de ti y que esté interpretando un papel, aunque una explicación mucho más plausible para su confusión sería que te hubieras equivocado de pleno con él. Tú eliges: carpintero o tabernero, o una chica morena de anchas espaldas y rostro angelical que se sienta junto a sus empleados un par de mesas más allá de la tuya.
-Bueno, si es gratis -dice ante tu ofrecimiento sin poder despegar los ojos de tus armas. Si miras un poco a tu alrededor comprobarás que eres el único hombre armado que hay en la cantina. El resto son carpinteros y, aunque tienen martillos, clavos y ese tipo de cosas, los llevan sujetos en un cinturón repleto de otros utensilios propios de su oficio.
Habla lo que te plazca con el carpintero, pero las respuestas que te dará serán de lo más normal. Sin embargo, tras un tiempo escucharás un bufido al otro lado de la barra. En caso de que miras en esa dirección encontrarás al dueño del local terminando de negar con la cabeza. Te ha estado observando desde que entraste en el local sin que te dieras cuenta, y parece que el modo en que te has desenvuelto no termina de convencerle. Te hace un gesto con la mano para que te acerques a él.
Por su parte, el carpintero al que has abordado te mira aún sin comprender por qué quieres invitarle a cerveza. Puede que no se fíe de ti y que esté interpretando un papel, aunque una explicación mucho más plausible para su confusión sería que te hubieras equivocado de pleno con él. Tú eliges: carpintero o tabernero, o una chica morena de anchas espaldas y rostro angelical que se sienta junto a sus empleados un par de mesas más allá de la tuya.
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Vaya, parece que el carpintero que he abordado está más asustado que otra cosa. Acepta mi invitación, pero no me dará más que una conversación típica de bar, como mucho. Levanto la cabeza y suspiro, para una vez que soy lanzado me sale tiro por la culata. No debo entretenerme demasiado con este hombre.
-Disculpa las molestias amigo, me he equivocado de persona –le digo mientras me toco la cabeza con la mano-. Pero no te preocupes, quedas invitado.
Mientras me levanto de la silla, veo como el tabernero me observa haciendo un gesto de negación, parece que quiere que me acerque a él. Lo más probable es qué viendo mis pintas, quiera echarme del lugar y eso solo haría que retrasarme en la búsqueda de mi contacto.
Por otro lado, al fondo de la taberna observo como una chica con rostro dulce, no me quita el ojo. Tiene el pelo verde, grandes ojos y unas espadas anchas. Su gesto es serio y diría que no teme al verme con las tres espadas enfundadas. Lo más probable que sea mi última oportunidad en mi búsqueda del informador y aunque me habían dicho que era un hombre viejo, quién sabe, puede que esa información también sea errónea para ocultar su identidad. Claramente es más seguro darle a él o ella mi descripción que a mí la suya. Habrá que probar, la bronca del tabernero me la llevaré igualmente, así que me acercaré a ella.
-Buenos días señorita –digo sentándome junto a ella-. Estoy buscando a un amigo, pero soy muy malo para recordar los rostros de la gente, tal vez puedas ayudarme.
-Disculpa las molestias amigo, me he equivocado de persona –le digo mientras me toco la cabeza con la mano-. Pero no te preocupes, quedas invitado.
Mientras me levanto de la silla, veo como el tabernero me observa haciendo un gesto de negación, parece que quiere que me acerque a él. Lo más probable es qué viendo mis pintas, quiera echarme del lugar y eso solo haría que retrasarme en la búsqueda de mi contacto.
Por otro lado, al fondo de la taberna observo como una chica con rostro dulce, no me quita el ojo. Tiene el pelo verde, grandes ojos y unas espadas anchas. Su gesto es serio y diría que no teme al verme con las tres espadas enfundadas. Lo más probable que sea mi última oportunidad en mi búsqueda del informador y aunque me habían dicho que era un hombre viejo, quién sabe, puede que esa información también sea errónea para ocultar su identidad. Claramente es más seguro darle a él o ella mi descripción que a mí la suya. Habrá que probar, la bronca del tabernero me la llevaré igualmente, así que me acercaré a ella.
-Buenos días señorita –digo sentándome junto a ella-. Estoy buscando a un amigo, pero soy muy malo para recordar los rostros de la gente, tal vez puedas ayudarme.
La mujer te mira durante unos segundos, y tras eso dirige un rápido vistazo a tus espadas. No parece asustada en absoluto, pero sí sorprendida porque un tipo como tú crea que le puede ser de ayuda. A su alrededor, los hombres que se sientan con ella y que no pueden ser más que sus compañeros y aprendices se han callado. Todos te observan igual de extrañados, y los más jóvenes sí que parecen un poco temerosos de que hayas elegido sentarte allí. Desde luego, si pretendías pasar desapercibido no lo estás consiguiendo.
-No sé cómo alguien como yo podría ayudar a alguien como tú, pero pregunta lo que quieras -comenta con calma tras dar un trago de la jarra de cerveza que le han servido. Aunque hayas pensado que sí, ella no te ha mirado en ningún momento. Todo indica que simplemente estaba tomándose un descanso, pero parece que está dispuesta a ayudarte en caso de poder.
Mientras tanto, el tabernero ha comenzado a limpiar con gran velocidad -incluso violentamente- varias jarras que tiene junto a él y que ya estaban limpias. No lo oyes desde donde te encuentras, pero está farfullando algo y no te quita el ojo de encima. No vuelve a hacerte ningún gesto, pero no hay que ser muy listo para darse cuenta de que está enfadado.
-No sé cómo alguien como yo podría ayudar a alguien como tú, pero pregunta lo que quieras -comenta con calma tras dar un trago de la jarra de cerveza que le han servido. Aunque hayas pensado que sí, ella no te ha mirado en ningún momento. Todo indica que simplemente estaba tomándose un descanso, pero parece que está dispuesta a ayudarte en caso de poder.
Mientras tanto, el tabernero ha comenzado a limpiar con gran velocidad -incluso violentamente- varias jarras que tiene junto a él y que ya estaban limpias. No lo oyes desde donde te encuentras, pero está farfullando algo y no te quita el ojo de encima. No vuelve a hacerte ningún gesto, pero no hay que ser muy listo para darse cuenta de que está enfadado.
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