Falcopone Gialvanni
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Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Don Falcopone, ya hemos llegado- El don salio de su camarote agachándose un poco mientras pasaba por la puerta, no parecía mantenerse en pie correctamente, los viajes en barco no le gustaban por algo, no le pasaba a menudo, pero si podía evitarlo mejor, caminó como pudo hacia la zona donde se situaba la escalera y justo cuando posó el pie...se dio cuenta que lo único que pisaba era aire, por lo que acabó cayendo al suelo del muelle, el cual por fortuna era piedra, si llega a ser madera, posiblemente la habría roto y acabado hundido al fondo del mar -Waaaaaaaaaah!- grito mientras caía hasta estrellarse contra el suelo todo su cuerpo, las personas que pasaron por allí se acercaron a el para socorrerlo por si se había hecho daño tratando de ayudarle a levantarlo, pero al ser muy pesado terminaron por desistir -¡Señor Gialvanni!- dijeron de golpe los suyos en cuanto vieron que se había caído del barco, colocaron y bajaron rápidamente por la escalera para ayudarlo, la gente al escuchar el nombre se echaron hacia atrás, pero no por miedo, sino por respeto, la familia Gialvanni era bien conocida por donar millones a organizaciones benéficas, por lo que dicho apellido era facil de distinguir y mas cuando lo acompañas de "señor" y un montón de tipos trajeados. A medida que se agrupaban sus hombres alrededor suya, Gialvanni comenzó a levantarse poco a poco, sin duda era un hombre enorme con sus metros de altura y cuerpo voluptoso.
Falcopone se rasco la cabeza y se golpeo su lado derecho en la oreja, como si tratara de sacar agua del oído, pero lo único que echo fueron piedrecitas del mismo color que la piedra en la que habia aterrizado, y si...esa piedra tenia un buen cráter, no uno gigantesco, pero si uno correspondiente a su tamaño -Por eso no me gusta viajar en barco- comentó con disgusto mientras se reincorporaba y se quitaba el polvo de su traje blanco, sus joyas seguían en su sitio y no tenia ningún desperfecto en su cuerpo, aparte de su barriga, todo seguía siendo bello (a su manera), abrió su chaqueta y saco un enorme puro que con el contacto de el en su boca hizo que misteriosamente se encendiera sin necesidad de mechero -Oh vaya, no esperaba esta cálida recepción- observó al resto de ciudadanos mientras daba una calada y se tragaba el humo para si, cogio su puro con dos dedos de la mano izquierda y metio su mano derecha de nuevo en su chaqueta sacando una cartera bien ancha, la abrió y cogió unos pocos miles de berries para después lanzarlos al aire -Muchas gracias por vuestra ayuda queridos ciudadanos, aqui teneis un regalo de propio de tamaño ¡Togjojojo!- caminó después acompañado de dos de sus guardaespaldas trajeados mientras que el resto se quedaba en la embarcación alquilada para tenerla reservada para su regreso.
-Tengo hambre...esa visita a mi amigo Espagetoni Carbonari ha hecho que mi apetito regrese.- explicaba mientras dio una nueva calada a su puro absorbiendo el humo una vez mas pero expulsando un poco por sus fosas nasales. Se paraba unos instantes a ver los locales buscando uno que sirvieran una buena comida, hasta que finalmente se topo con el indicado, asientos de seda rojo y decoración exquisita -Togjojojo, este me gusta, entremos muchachos- coloco su mano en la puerta y se quedo quieto durante unos segundos mientras sus secuaces pasaron para adentro...pero rápidamente volvieron hacia la posición de Falcopone al haberse dado cuenta ellos también -Soy demasiado grande...- el silencio se hizo durante unos segundos, el lider mafioso hecho mano una vez mas de su cartera agarrando un fajo de billetes y entro partiendo la parte de arriba de la puerta que a pesar de agacharse incluso el golpe estaba asegurado, la gente se volvió hacia atrás para ver que había pasado -No ha ocurrido nada, esta todo bajo control- le extendió el fajo de de billetes a la zona de la secretaria -Disculpad la entrada, pago los desperfectos. Una mesa y tres sillas, una que sea mas grande por favor- la camarera acompaño al gigantesco Falco y a sus dos guardaespaldas hasta sentarlos en una mesa, la calma llego de nuevo al restaurante y todos estuvieron de nuevo hablando y comiendo, incluido el Don quien amablemente también les había pagado la comida a los suyos ( y si, la mesa era una unida a otras dos, compensando la cantidad de comida que había pedido y el tamaño de Falcopone) -Buena comida y un vino de excelente calidad- bebía y comía aún con el puro en la boca, hasta que acabo por dejarlo cerca a un cenicero, colocando el puro en una posición para que no se cayera, pues también tenia un tamaño considerable, eso todas sus acciones siempre con una gentileza y educación exquisita.
Falcopone se rasco la cabeza y se golpeo su lado derecho en la oreja, como si tratara de sacar agua del oído, pero lo único que echo fueron piedrecitas del mismo color que la piedra en la que habia aterrizado, y si...esa piedra tenia un buen cráter, no uno gigantesco, pero si uno correspondiente a su tamaño -Por eso no me gusta viajar en barco- comentó con disgusto mientras se reincorporaba y se quitaba el polvo de su traje blanco, sus joyas seguían en su sitio y no tenia ningún desperfecto en su cuerpo, aparte de su barriga, todo seguía siendo bello (a su manera), abrió su chaqueta y saco un enorme puro que con el contacto de el en su boca hizo que misteriosamente se encendiera sin necesidad de mechero -Oh vaya, no esperaba esta cálida recepción- observó al resto de ciudadanos mientras daba una calada y se tragaba el humo para si, cogio su puro con dos dedos de la mano izquierda y metio su mano derecha de nuevo en su chaqueta sacando una cartera bien ancha, la abrió y cogió unos pocos miles de berries para después lanzarlos al aire -Muchas gracias por vuestra ayuda queridos ciudadanos, aqui teneis un regalo de propio de tamaño ¡Togjojojo!- caminó después acompañado de dos de sus guardaespaldas trajeados mientras que el resto se quedaba en la embarcación alquilada para tenerla reservada para su regreso.
-Tengo hambre...esa visita a mi amigo Espagetoni Carbonari ha hecho que mi apetito regrese.- explicaba mientras dio una nueva calada a su puro absorbiendo el humo una vez mas pero expulsando un poco por sus fosas nasales. Se paraba unos instantes a ver los locales buscando uno que sirvieran una buena comida, hasta que finalmente se topo con el indicado, asientos de seda rojo y decoración exquisita -Togjojojo, este me gusta, entremos muchachos- coloco su mano en la puerta y se quedo quieto durante unos segundos mientras sus secuaces pasaron para adentro...pero rápidamente volvieron hacia la posición de Falcopone al haberse dado cuenta ellos también -Soy demasiado grande...- el silencio se hizo durante unos segundos, el lider mafioso hecho mano una vez mas de su cartera agarrando un fajo de billetes y entro partiendo la parte de arriba de la puerta que a pesar de agacharse incluso el golpe estaba asegurado, la gente se volvió hacia atrás para ver que había pasado -No ha ocurrido nada, esta todo bajo control- le extendió el fajo de de billetes a la zona de la secretaria -Disculpad la entrada, pago los desperfectos. Una mesa y tres sillas, una que sea mas grande por favor- la camarera acompaño al gigantesco Falco y a sus dos guardaespaldas hasta sentarlos en una mesa, la calma llego de nuevo al restaurante y todos estuvieron de nuevo hablando y comiendo, incluido el Don quien amablemente también les había pagado la comida a los suyos ( y si, la mesa era una unida a otras dos, compensando la cantidad de comida que había pedido y el tamaño de Falcopone) -Buena comida y un vino de excelente calidad- bebía y comía aún con el puro en la boca, hasta que acabo por dejarlo cerca a un cenicero, colocando el puro en una posición para que no se cayera, pues también tenia un tamaño considerable, eso todas sus acciones siempre con una gentileza y educación exquisita.
Vane
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me acerqué a la parte posterior de la furgoneta y descargué otro par de cajas. Las botellas de vino que contenían tintinearon por el movimiento, aunque por suerte ninguna se rompió. Con ellas en brazos me dirigí de nuevo a la entrada del restaurante, pero me detuve momentáneamente al ver que la parte superior del marco de la puerta estaba destrozada, y uno de los hombres que allí trabajaban se esmeraba en recoger los escombros con premura.
- Pero que cojones... - murmuré en voz alta y volví a avanzar, tratando de no tropezar mientras entraba al local.
Una vez dentro me dirigí directo a la barra y dejé las dos cajas sobre esta. Con doce botellas en cada una, veinticuatro entre ambas. Que sumadas a las seis cajas que ya había descargado hacían un total de noventa y seis. Había llegado un buen cargamento y mis compradores habituales siempre eran de fiar.
- Con estas ya están todas.
El hombre tras la barra asintió, me sirvió una copa de whiskey y luego cogió una de las cajas, para enseguida desaparecer por una puerta cercana. Tomé el vaso y le di el primer trago. Me lo había ganado después de un largo día de reparto. El restaurante era la última parada por lo que al fin podía tomarme un rato libre. Con la copa en la mano y la mejor de mis sonrisas me acerqué a Chloe, la encantadora recepcionista.
- ¿Qué ha pasado ahí? - pregunté por curiosidad, señalando a la puerta.
Pero no hizo falta que la joven me respondiese, pues las sonoras carcajadas y el escándalo que pude oír a mis espaldas me hicieron darme media vuelta. Arqué la ceja sorprendido al encontrarme con un tipo de aspecto extravagante y de un tamaño exagerado, que comía y reía acompañado de dos hombres de traje.
“¿Y este tío de donde ha salido?”.
- Pero que cojones... - murmuré en voz alta y volví a avanzar, tratando de no tropezar mientras entraba al local.
Una vez dentro me dirigí directo a la barra y dejé las dos cajas sobre esta. Con doce botellas en cada una, veinticuatro entre ambas. Que sumadas a las seis cajas que ya había descargado hacían un total de noventa y seis. Había llegado un buen cargamento y mis compradores habituales siempre eran de fiar.
- Con estas ya están todas.
El hombre tras la barra asintió, me sirvió una copa de whiskey y luego cogió una de las cajas, para enseguida desaparecer por una puerta cercana. Tomé el vaso y le di el primer trago. Me lo había ganado después de un largo día de reparto. El restaurante era la última parada por lo que al fin podía tomarme un rato libre. Con la copa en la mano y la mejor de mis sonrisas me acerqué a Chloe, la encantadora recepcionista.
- ¿Qué ha pasado ahí? - pregunté por curiosidad, señalando a la puerta.
Pero no hizo falta que la joven me respondiese, pues las sonoras carcajadas y el escándalo que pude oír a mis espaldas me hicieron darme media vuelta. Arqué la ceja sorprendido al encontrarme con un tipo de aspecto extravagante y de un tamaño exagerado, que comía y reía acompañado de dos hombres de traje.
“¿Y este tío de donde ha salido?”.
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