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Había vuelto más pronto de lo esperado, pero tampoco fue algo que durase mucho. Había sido una pelea muy intensa y la mayoría de ataques fueron mortales, al menos los que él evadía o bloqueaba. El dragón negro se hallaba en su forma humana, con las medidas de un metro con ochenta y con su armadura de placas rojas puesta. Sabía que en su camarote estaría Lily, por lo que fue a uno de los enormes cuartos de baño. Una vez allí tiró su espadón al suelo, el cual estaba lleno de sangre. El moreno se deshizo de la armadura y la tiró a un lado. Aquel sitio era bastante grande y el huelo ya estaba lleno de agua caliente debido a un botón que pulsó. El vapor comenzó a inundar la sala. El shichibukai cayó al suelo y quedó tumbado bocarriba solo con un pantalón.
Tenía múltiples heridas por su cuerpo y alguna que otra quemadura. La más notoria era una marca en forma de equis que cubría su torso. Jin no había sido nada fácil y se vio forzado a usar su forma completa contra la del ifrit. En el último momento, ambos en humana terminaron la pelea. Madara escupió un poco de sangre y tosió con fuerza. Sus hombros y la mitad de su rostro estaban empapados en sangre. Su expresión era bastante seria, como si hubiese pasado mucho tiempo llorando. Sus nudillos estaban muy dañados, muestra de haberse liado a golpes con el suelo o algo que aguantase sus golpes. No se estaba desangrando ni nada parecido. Desde el suelo estiró la mano pulsando una manivela baja e hizo que más agua cayese del techo de la sala.
En un par de días la conquista iba a comenzar, por lo que debía estar listo. Soltó un suspiro y se llevó la mano al pecho. Tal vez sus daños eran más internos que superficiales. Respiró un poco de forma agitada y después se quejó por lo bajo. Su ojo derecho estaba completamente cerrado y el flequillo lo tapaba también. Se estiró unos momentos y continuó allí tumbado mirando el agua caer sobre él. Recordó un poco lo que había pasado y frunció el ceño. Miró hacia un lado viendo la única puerta por la que se podía acceder. Quizás debía cerrarla, pero le daba mucha pereza hacerlo. Tampoco quería que le viesen en ese estado, pues fue la primera vez que resultó tan herido. Tan solo había sentido el mismo dolor contra Hao Lao en la batalla de los peces. Negó un poco y de nuevo tosió un poco de sangre, la cual cayó sobre su pecho.
- Estoy en la mierda. – Dijo riendo de forma amarga y falsa.
La ironía fue más que notable y el dolor que invadía su cuerpo bastante más. Las quemaduras se hacían notar, sobre todo una de la espalda. Cerró los ojos y se llevó la mano derecha al pecho, pues estaba bastante destrozado por dentro por así decirlo.
Tenía múltiples heridas por su cuerpo y alguna que otra quemadura. La más notoria era una marca en forma de equis que cubría su torso. Jin no había sido nada fácil y se vio forzado a usar su forma completa contra la del ifrit. En el último momento, ambos en humana terminaron la pelea. Madara escupió un poco de sangre y tosió con fuerza. Sus hombros y la mitad de su rostro estaban empapados en sangre. Su expresión era bastante seria, como si hubiese pasado mucho tiempo llorando. Sus nudillos estaban muy dañados, muestra de haberse liado a golpes con el suelo o algo que aguantase sus golpes. No se estaba desangrando ni nada parecido. Desde el suelo estiró la mano pulsando una manivela baja e hizo que más agua cayese del techo de la sala.
En un par de días la conquista iba a comenzar, por lo que debía estar listo. Soltó un suspiro y se llevó la mano al pecho. Tal vez sus daños eran más internos que superficiales. Respiró un poco de forma agitada y después se quejó por lo bajo. Su ojo derecho estaba completamente cerrado y el flequillo lo tapaba también. Se estiró unos momentos y continuó allí tumbado mirando el agua caer sobre él. Recordó un poco lo que había pasado y frunció el ceño. Miró hacia un lado viendo la única puerta por la que se podía acceder. Quizás debía cerrarla, pero le daba mucha pereza hacerlo. Tampoco quería que le viesen en ese estado, pues fue la primera vez que resultó tan herido. Tan solo había sentido el mismo dolor contra Hao Lao en la batalla de los peces. Negó un poco y de nuevo tosió un poco de sangre, la cual cayó sobre su pecho.
- Estoy en la mierda. – Dijo riendo de forma amarga y falsa.
La ironía fue más que notable y el dolor que invadía su cuerpo bastante más. Las quemaduras se hacían notar, sobre todo una de la espalda. Cerró los ojos y se llevó la mano derecha al pecho, pues estaba bastante destrozado por dentro por así decirlo.
Liliana Shirou
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Akuma no mi
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Liliana chasqueó su lengua y una mueca de irritación se formó en su rostro. Por más que quisiera dormir, la albina no podía conciliar el sueño por alguna razón que ella desconocía. Era como si tuviera un mal presentimiento, pero no tenía idea de donde vino. La asesina suspiró un poco y se levantó del colchón. No había caso quedarse en cama sino iba a dormir, así que buscaría algo que hacer mientras... esperaba que el dragón terminara con lo que tenía que hacer, aunque el barco estaba muy silencioso, ahora que lo pensaba bien. Hasta unas horas atrás era un bullicio por culpa del chico cabra, pero ahora estaba tranquilo. Eso ya de por si un indicio de que algo estaba mal, o quizá simplemente era su paranoia la que le estaba jugando una mala pasada. La albina se rascó la cabeza y abrió su enorme bolso, empezando a rebuscar entre sus cosas. Finalmente eligió un conjunto y se lo puso. Como vio que estaba lloviendo, se puso algo mucho más modesto de lo normal. Llevaba unos pantalones azules, unas botas negras, una camisa manga larga del mismo color y un suéter negro, con una bufanda blanca de adorno. No tocaba su cabello, puesto que era muy corto como para hacerle algo de momento. Puede que eso cambiara, pero le molestaba la longitud cuando tenía que pelear o hacer algo de ese estilo.
– ¿Qué hacer...?
Se preguntó para si misma. El día era feo, y no le apetecía hablar con el resto de la blanda. El niño porque le provocaba un poco de... algo que no sabía identificar, y la otra era por razones obvias. Murmuró algo incoherente y se paseó por la habitación, hasta ver algo que llamó su atención. Era un libro, de historia para ser más precisos. Lo miró durante algunos segundos y se encogió de hombros, para luego tomarlo. Debía de estar muy aburrida para hacer algo así, pero no tenía otra. Además historia era interesante, por lo que tampoco lo hacía con tanto desgano. Leyó durante algunos minutos, sumergiéndose completamente en la lectura. Al final del capítulo uno, cerró el libro y suspiró. Ni siquiera eso había conseguido distraerla.
Se encogió de hombros y se dispuso a salir. Sin embargo, antes de ello, vio algo que llamó su atención. Era una espada, la que había encontrado en la isla para ser más precisos. Era negra en su totalidad, hasta el filo lo era. No había tenido tiempo para averiguar que poder tenía, pero supuso que podía hacerlo ahora. Tomó el sable y salió de la habitación. Caminó en silencio durante algunos minutos, hasta que notó la puerta abierta en uno de los cuartos de baños. ¿Quién podría estar bañándose a estas horas? No era de su incumbencia, aparte que no quería correr el riesgo que fuera esa jodida mujer. El solo pensar en ella le provocaba que su sangre se calentara...
– Te vez como la mierda – dijo con simpleza al ver a Madara dentro.
¿Qué le había hecho entrar? La incertidumbre, además de su paranoia. Si veía que era la dragona, simplemente se hubiera dado la vuelta y no le diría nada. Al ver que se trataba del dragón, no pudo evitar suspirar un poco. No mintió cuando dijo eso, puesto que su cuerpo estaba bastante ensangrentado. ¿Qué mierda le había sucedido para quedar así?
– Entonces... ¿Me explicaras como fue que quedaste así, siendo que hace apenas unas pocas horas estabas de lo más bien?[/i] – Liliana se cruzó de brazos, esperando respuesta.
– ¿Qué hacer...?
Se preguntó para si misma. El día era feo, y no le apetecía hablar con el resto de la blanda. El niño porque le provocaba un poco de... algo que no sabía identificar, y la otra era por razones obvias. Murmuró algo incoherente y se paseó por la habitación, hasta ver algo que llamó su atención. Era un libro, de historia para ser más precisos. Lo miró durante algunos segundos y se encogió de hombros, para luego tomarlo. Debía de estar muy aburrida para hacer algo así, pero no tenía otra. Además historia era interesante, por lo que tampoco lo hacía con tanto desgano. Leyó durante algunos minutos, sumergiéndose completamente en la lectura. Al final del capítulo uno, cerró el libro y suspiró. Ni siquiera eso había conseguido distraerla.
Se encogió de hombros y se dispuso a salir. Sin embargo, antes de ello, vio algo que llamó su atención. Era una espada, la que había encontrado en la isla para ser más precisos. Era negra en su totalidad, hasta el filo lo era. No había tenido tiempo para averiguar que poder tenía, pero supuso que podía hacerlo ahora. Tomó el sable y salió de la habitación. Caminó en silencio durante algunos minutos, hasta que notó la puerta abierta en uno de los cuartos de baños. ¿Quién podría estar bañándose a estas horas? No era de su incumbencia, aparte que no quería correr el riesgo que fuera esa jodida mujer. El solo pensar en ella le provocaba que su sangre se calentara...
– Te vez como la mierda – dijo con simpleza al ver a Madara dentro.
¿Qué le había hecho entrar? La incertidumbre, además de su paranoia. Si veía que era la dragona, simplemente se hubiera dado la vuelta y no le diría nada. Al ver que se trataba del dragón, no pudo evitar suspirar un poco. No mintió cuando dijo eso, puesto que su cuerpo estaba bastante ensangrentado. ¿Qué mierda le había sucedido para quedar así?
– Entonces... ¿Me explicaras como fue que quedaste así, siendo que hace apenas unas pocas horas estabas de lo más bien?[/i] – Liliana se cruzó de brazos, esperando respuesta.
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