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Rose D. Alviss
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Antes de ir a la reunión pre-evento, alguien llamo a la puerta de mi habitación al poco de embutirme en el traje.
- Si me va a intentar vender una enciclopedia, no gracias, estoy muy contento con mi Enciclopredator 3000. - Bromee. - Es broma, pasa, seas quien seas.
Era Therax, vino a avisarme a mí, y supongo que a los demás miembros, de nos íbamos a reunir todos a las siete y media en la habitación del capitán. Me fije que el rubio ya iba con el traje para la fiesta y no parecía estar muy cómodo con él puesto.
- Estaré allí a la hora, dalo por hecho, total, no tengo nada con que entretenerme. No se te ve muy cómodo, a mi me pasa igual, no llegan a limitar tanto el movimientos estos trajes, los usaría como ropa diaria.
También me preguntó acerca de nuestra contienda.
- Bueno, creo que la parte más peligrosa fue cuando el capitán nos llevó allí. Marc les había hecho más de un hijo a esos tipos y nada más caer, el gañán se cargó a uno. Pero fue un buen entretenimiento.
Antes de seguir me quedé momentáneamente pensativo, cayendo en la cuenta en un detalle, más bien una intuición.
- Algo me dice que esos impresentables tienen algo que ver con la tía esa de los bajos fondos, llámalo intuición femenina. Bueno ¿qué tal vosotros? Supongo que fue un bonito paseo. - Le comenté.
Me dijo brevemente que les interceptaron unos cazarrecompensas antes de que el propio Therax saliera del barco.
- Bueno son cosas que pasan. - Le dije quitando hierro al asunto. - Fue cosa del azar, dudo que esos tipejos nos estuvieran buscando.
Se fue Therax al concluir la conversación y yo me quede esperando a que fuera la hora de irse, pensando en temas de suma importancia.
Vaya por Zordon, no me queda chocolate, tendré que comprar más... a ver dónde puedo conseguir. Lo mejor sería que hiciera mi propia red de contrabando de chocolate.
- Si me va a intentar vender una enciclopedia, no gracias, estoy muy contento con mi Enciclopredator 3000. - Bromee. - Es broma, pasa, seas quien seas.
Era Therax, vino a avisarme a mí, y supongo que a los demás miembros, de nos íbamos a reunir todos a las siete y media en la habitación del capitán. Me fije que el rubio ya iba con el traje para la fiesta y no parecía estar muy cómodo con él puesto.
- Estaré allí a la hora, dalo por hecho, total, no tengo nada con que entretenerme. No se te ve muy cómodo, a mi me pasa igual, no llegan a limitar tanto el movimientos estos trajes, los usaría como ropa diaria.
También me preguntó acerca de nuestra contienda.
- Bueno, creo que la parte más peligrosa fue cuando el capitán nos llevó allí. Marc les había hecho más de un hijo a esos tipos y nada más caer, el gañán se cargó a uno. Pero fue un buen entretenimiento.
Antes de seguir me quedé momentáneamente pensativo, cayendo en la cuenta en un detalle, más bien una intuición.
- Algo me dice que esos impresentables tienen algo que ver con la tía esa de los bajos fondos, llámalo intuición femenina. Bueno ¿qué tal vosotros? Supongo que fue un bonito paseo. - Le comenté.
Me dijo brevemente que les interceptaron unos cazarrecompensas antes de que el propio Therax saliera del barco.
- Bueno son cosas que pasan. - Le dije quitando hierro al asunto. - Fue cosa del azar, dudo que esos tipejos nos estuvieran buscando.
Se fue Therax al concluir la conversación y yo me quede esperando a que fuera la hora de irse, pensando en temas de suma importancia.
Vaya por Zordon, no me queda chocolate, tendré que comprar más... a ver dónde puedo conseguir. Lo mejor sería que hiciera mi propia red de contrabando de chocolate.
Noximilien
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Llamaron a la puerta de su habitación. Antes de mirar quien era, se echó un último vistazo en el espejo para repasar como iba arreglado. Con aquellas pintas parecía más un forajido que había asaltado una diligencia montado en un caballo y con revolver en mano que otra cosa. Simplemente se ajustó aquel sombrero y abrió la puerta para encontrarse con Therax.
El pelirrojo había convocado audiencia con el resto de la banda a poco más de las siete. El enmascarado solamente asintió como seña de que había entendido lo que le habían dicho.
- He escuchado que a Spanner y otros han sido atacados por unos cazadores o yo que se –le comento a Therax mientras le acompañaba por el pasillo-. ¿Tú crees que han venido del mismo lugar que el que nos trajo la invitación? Si es así, o esa Doña Anita tiene unos planes de bombero o ha querido ponernos a prueba.
Podía haberse quedado en su habitación hasta la hora de reunirse, pero la verdad es que después de dos años sin haber visto a aquella panda de cafres le habían dejado bastante sensación de soledad. Pasando por la habitación de la pelirroja invitada, el rubiales intento abrir la puerta, pero se la cerraron de golpe.
Nox se limitó a poner los ojos en blanco ante lo sucedido. Era más que obvio que la chica no estaba “presentable” para atender a nadie, aunque habría sido una alegría para los ojos de los dos piratas seguramente.
Salió fuera solo, a contemplar un poco el paisaje. De un bolsillo, se sacó un paquete de cigarros que había encontrado mientras se vestía y se lo encendió uno. Tras darle una calada, tosio un poco y suspiro mirando hacia el cielo.
- Después de veinte años, le he vuelto a pillar el vicio a esta cosa. Con lo que te costó quitarme la manía… -tiro el cigarro al suelo y lo piso de manera que parecía que le tuviera resentimiento. De su bolsillo saco una pequeña caja y de esta una foto desgastada por el paso de los años. En esta estaba un Nox mucho más joven y a su lado una muchacha pelirroja-. Marieel, ojala siguieras aquí para echarme la bronca…
El pelirrojo había convocado audiencia con el resto de la banda a poco más de las siete. El enmascarado solamente asintió como seña de que había entendido lo que le habían dicho.
- He escuchado que a Spanner y otros han sido atacados por unos cazadores o yo que se –le comento a Therax mientras le acompañaba por el pasillo-. ¿Tú crees que han venido del mismo lugar que el que nos trajo la invitación? Si es así, o esa Doña Anita tiene unos planes de bombero o ha querido ponernos a prueba.
Podía haberse quedado en su habitación hasta la hora de reunirse, pero la verdad es que después de dos años sin haber visto a aquella panda de cafres le habían dejado bastante sensación de soledad. Pasando por la habitación de la pelirroja invitada, el rubiales intento abrir la puerta, pero se la cerraron de golpe.
Nox se limitó a poner los ojos en blanco ante lo sucedido. Era más que obvio que la chica no estaba “presentable” para atender a nadie, aunque habría sido una alegría para los ojos de los dos piratas seguramente.
Salió fuera solo, a contemplar un poco el paisaje. De un bolsillo, se sacó un paquete de cigarros que había encontrado mientras se vestía y se lo encendió uno. Tras darle una calada, tosio un poco y suspiro mirando hacia el cielo.
- Después de veinte años, le he vuelto a pillar el vicio a esta cosa. Con lo que te costó quitarme la manía… -tiro el cigarro al suelo y lo piso de manera que parecía que le tuviera resentimiento. De su bolsillo saco una pequeña caja y de esta una foto desgastada por el paso de los años. En esta estaba un Nox mucho más joven y a su lado una muchacha pelirroja-. Marieel, ojala siguieras aquí para echarme la bronca…
Faltaba muy poco para la hora acordada, el momento en el cual nos recogerían en alguna clase de vehículo y nos llevarían hacia el hotel. ¿Qué clase de transporte seria? ¿Un carruaje de caballos? ¿Un pez volador? ¿Una limusina todoterreno de las que tanto se hablaban quizá? ¿O tendríamos que ir andando como de costumbre? Daba igual. Esa noche la casa de variedades permanecería cerrada, pues todo el que era alguien iba a estar en el Ztir; y según mi hermano su clientela era lo más in de lo in. Cada vez que decía eso me entraba la risa y él se mosqueaba. ¿Qué se había creído? Al fin de cuentas, su local era el mismo casino-mancebía-bar de copas más caro de la zona. ¿Qué sus clientes eran gente de dinero? Sí, pero por una razón, porque solo ellos podían pagar tanto dinero por un vaso de ron.
Y allí estábamos, un variopinto grupo de piratas, asesinos, peces, intentos de mafiosos y algún que otro embustero que iba a ir directos a una trampa segura, y eso me encantaba.
Bajé el último peldaño y asentí con la cabeza a la mirada atenta de Luka, que parecía estar más raro de lo habitual. ¿Qué le pasaría? Le tendría que preguntar más tarde.
-Señores… -dije en voz alta, llamando su atención-. En menos de un cuarto de hora nos van a recoger en la puerta, y tengo que contaros en plan. El plan principal era ver que quería Loretta, pero debido a un acontecimiento que nos atañe a todos, pues se han metido con gente de nuestra familia –señalé haciendo un ademán con mi mano derecha las heridas de los gyiojins–, tenemos que buscar por qué han hecho eso y salvar a la amiga de Bak, ¿entendido? Para ello vamos a aprovechar el discurso de Loretta. Según Orzech, da como una hora de cortesía para que todos sus invitados lleguen y al habernos citado a nosotros, querrá hablar conmigo personalmente. ¿Dónde nos lleva esto? En un momento de la celebración van a hacer una subasta de supuestos esclavos y seres, así que aprovecharemos las habilidades de Spanner, se llevará consigo a Esme y Manué para buscar donde se encuentran los gyojin secuestrados. Mientras tanto, el resto estará repartido en grupos de dos por todo el lugar: Therax con Alviss y Marc. Spanner con Esme y Manué. Y yo me quedaré con Luka y Selene. Nos comunicaremos mediante este dispositivo –enseñé un apartado que me había prestado Orzech, formado por una pulsera y un pequeño aparato que va en el oído-. Es un comunicador de baja frecuencia que llevaremos a modo de pulsera. Cuando queráis hablar, simplemente presionad el botón y hablad. Todos los escucharemos. El sigilo es la clave, así que, aunque sea inapropiado que yo lo diga, no llaméis la atención mucho.
-¿Y nosotros qué? –saltó Bak, imponente como siempre.
-Preparad el barco.
-No pienso quedarme atrás pelirrojo.
-Es una orden –imperé-. Tú a lo mejor no, pero el resto tiene heridas complicadas y necesitan de ti para que los cuides. Además, me tranquiliza saber que alguien como tú estará en la retaguardia por si algo sale mal –sonreí, acercándome a él y dándole la llave que desbloqueaba el timón-. Yo no le entrego la llave de mi pequeño a todo el mundo, así que estate atento y cuida del resto.
Después de eso, una vez cualquiera diera su opinión, una bocina nos avisó de que ya estaban fuera.
-Selene adelántate –le dije a la muchacha, para agarrar el brazo de Luka-. ¿Te ocurre algo tío? Estás raro, incluso para ser tú. Debes saber que si estás preocupado por aquella sirena, no te preocupes, la salvaremos.
Tardamos cuarenta y cinco minutos en llegar en aquellas limusinas todoterreno. No obstante, el trayecto se hizo ameno. Había música y un pequeño mini-bar que dejamos vacío.
-Marc –le dije-. Las que sobren métetelas en los bolsillos y nos las llevamos.
Al llegar, bajamos y era todo un espectáculo. Grandes focos de colores claros apuntando hacia el cielo, una gran pasarela roja con paredes donde la gente se hacía fotos, y la entrada del hotel más grande que había visto en mi vida.
-La pava esta se lo monta bien.
Dentro del hotel el mismo lujo y ostentación: me encantaba. Nada más cruzar el umbral de la puerta me pusieron una copa de cava en la mano y nos acompañaron al jardín trasero, donde habían puesto una gran carpa y comunicaba con el gran salón, el lugar donde se encontraba la barra libre y el catering precena.
Y allí estábamos, un variopinto grupo de piratas, asesinos, peces, intentos de mafiosos y algún que otro embustero que iba a ir directos a una trampa segura, y eso me encantaba.
Bajé el último peldaño y asentí con la cabeza a la mirada atenta de Luka, que parecía estar más raro de lo habitual. ¿Qué le pasaría? Le tendría que preguntar más tarde.
-Señores… -dije en voz alta, llamando su atención-. En menos de un cuarto de hora nos van a recoger en la puerta, y tengo que contaros en plan. El plan principal era ver que quería Loretta, pero debido a un acontecimiento que nos atañe a todos, pues se han metido con gente de nuestra familia –señalé haciendo un ademán con mi mano derecha las heridas de los gyiojins–, tenemos que buscar por qué han hecho eso y salvar a la amiga de Bak, ¿entendido? Para ello vamos a aprovechar el discurso de Loretta. Según Orzech, da como una hora de cortesía para que todos sus invitados lleguen y al habernos citado a nosotros, querrá hablar conmigo personalmente. ¿Dónde nos lleva esto? En un momento de la celebración van a hacer una subasta de supuestos esclavos y seres, así que aprovecharemos las habilidades de Spanner, se llevará consigo a Esme y Manué para buscar donde se encuentran los gyojin secuestrados. Mientras tanto, el resto estará repartido en grupos de dos por todo el lugar: Therax con Alviss y Marc. Spanner con Esme y Manué. Y yo me quedaré con Luka y Selene. Nos comunicaremos mediante este dispositivo –enseñé un apartado que me había prestado Orzech, formado por una pulsera y un pequeño aparato que va en el oído-. Es un comunicador de baja frecuencia que llevaremos a modo de pulsera. Cuando queráis hablar, simplemente presionad el botón y hablad. Todos los escucharemos. El sigilo es la clave, así que, aunque sea inapropiado que yo lo diga, no llaméis la atención mucho.
-¿Y nosotros qué? –saltó Bak, imponente como siempre.
-Preparad el barco.
-No pienso quedarme atrás pelirrojo.
-Es una orden –imperé-. Tú a lo mejor no, pero el resto tiene heridas complicadas y necesitan de ti para que los cuides. Además, me tranquiliza saber que alguien como tú estará en la retaguardia por si algo sale mal –sonreí, acercándome a él y dándole la llave que desbloqueaba el timón-. Yo no le entrego la llave de mi pequeño a todo el mundo, así que estate atento y cuida del resto.
Después de eso, una vez cualquiera diera su opinión, una bocina nos avisó de que ya estaban fuera.
-Selene adelántate –le dije a la muchacha, para agarrar el brazo de Luka-. ¿Te ocurre algo tío? Estás raro, incluso para ser tú. Debes saber que si estás preocupado por aquella sirena, no te preocupes, la salvaremos.
* * * * * *
Tardamos cuarenta y cinco minutos en llegar en aquellas limusinas todoterreno. No obstante, el trayecto se hizo ameno. Había música y un pequeño mini-bar que dejamos vacío.
-Marc –le dije-. Las que sobren métetelas en los bolsillos y nos las llevamos.
Al llegar, bajamos y era todo un espectáculo. Grandes focos de colores claros apuntando hacia el cielo, una gran pasarela roja con paredes donde la gente se hacía fotos, y la entrada del hotel más grande que había visto en mi vida.
-La pava esta se lo monta bien.
Dentro del hotel el mismo lujo y ostentación: me encantaba. Nada más cruzar el umbral de la puerta me pusieron una copa de cava en la mano y nos acompañaron al jardín trasero, donde habían puesto una gran carpa y comunicaba con el gran salón, el lugar donde se encontraba la barra libre y el catering precena.
-No me extrañaría que fuese una trampa -le había comentado a Nox anteriormente-. Podemos esperar cualquier cosa, así que habrá que mantener los ojos abiertos.
Así lo pensaba, aunque aquello no suponía una gran diferencia con la actitud que debían mantener normalmente. ¿Quién sabía cuándo alguien podía aparecer para intentar atraparles? No sería la primera vez ni la última vez que intentasen sorprenderlos en el momento menos esperado.
Mientras cavilaba acerca de aquello y seguía tratando de ajustarse su nuevo atuendo, no pudo evitar que el incómodo momento que había vivido junto a la recién conocida hacía unos minutos apareciese en su mente. No entendía por qué demostraba ese afán por mantener su apariencia oculta. A fin de cuentas, ¿qué había visto? Cicatrices -sí, y muchas- y un simple pezón. Nada del otro mundo, aunque para su desgracia más de lo que había visto hasta el momento. Fuera como fuere, el cuerpo de cualquiera de los Arashi exhibía orgulloso marcas fruto de los enfrentamientos que habían tenido. Él mismo había sido agujereado -porque no había otro término para definir aquello- durante su enfrentamiento contra la Marina en Ériu Land.
Sin embargo, lo más desconcertante había sido la poco amable petición de Selene. Sus ojos parecían emanar exigencia al tiempo que sus labios transmitían una solicitud. Había sido un tanto extraño, sí, pero nada que le quitase el sueño. Si pretendía intimidarle, era poco probable que lo consiguiera. Para hacerlo tendría que hacer mucho más que mirarle raro, y seguramente ni de ese modo lo lograría.
Perdido en sus pensamientos se encontró con que la hora designada llegaba. Las órdenes eran claras, y a él le tocaría encargarse del grandullón y Alviss. Le dio una colleja cariñosa al segundo y, pese a que no tenía la misma confianza con él, pensaba dársela también a Marc. No obstante, lo descartó en cuanto comprobó la altura que alcanzaba, dándole un puñetazo en la espinilla como alternativa. Al dirigirse hacia el vehículo que les llevaría al evento al que habían sido invitados, pasó junto a Luka y pasó una de sus manos por su cabeza, revolviéndole el pelo en señal de ánimo.
El despliegue de medios era casi obsceno. Las luces iluminaban hasta el último rincón del lugar, arrancando destellos multicolores de los cristales que pendían de las lámparas del techo. El espadachín arrugó el gesto de forma casi imperceptible. ¿Cuánto valdría todo aquello? Sería interesante saberlo, aunque eso implicaría un robo demasiado grande en el que, además, no estaba interesado en absoluto.
Al entrar en el hotel les ofrecieron una copa de cava que el domador rechazó con un gesto de la mano. Esperaba que, vista la cantidad de berries que debía haberse invertido en todo lo que le rodeaba, al menos hubiera un whiskey decente. Les condujeron hasta el jardín trasero y, tras dirigirle una mirada a Zane y a Spanner, se adentró en la multitud que ya conversaba en corros de diferentes tamaños.
Se dirigió a la barra más cercana y no se lo pensó; pidió el whiskey más caro de cuantos tuvieran a su disposición. Dio dos largos tragos, los cuales le proporcionaron el tiempo necesario para ver cuál debía ser su siguiente paso. Debía admitir que su capacidad para camuflarse y obtener información era nefasta. Además, el tamaño de Marc hacía que tampoco fuese el más indicado para ello. En cambio, le constaba que Alviss tenía un don para todo lo que implicase pasar desapercibido.
-Pide algo y sígueme, Marc -dijo con tranquilidad, dirigiéndose hacia el lugar más visible del jardín. ¿Quién no repararía en semejante mole?-. Alviss, quiero que te des una vuelta por aquí y te enteres de qué hablan en los grupos. Comunícame cualquier cosa que encuentres sospechosa, por estúpida que parezca.
Tras finalizar con sus indicaciones, observó los alrededores y contó cuatro pares de guardias de seguridad. ¿Sólo eso? En teoría allí había reunida una gran cantidad de personalidades. No, ese dispositivo era muy deficiente, demasiado. Mientras pensaba, se colocó de cara a Marc y activó el comunicador, poniendo al día a los demás del número de potenciales enemigos que había identificado y la labor que le había asignado a Alviss.
Así lo pensaba, aunque aquello no suponía una gran diferencia con la actitud que debían mantener normalmente. ¿Quién sabía cuándo alguien podía aparecer para intentar atraparles? No sería la primera vez ni la última vez que intentasen sorprenderlos en el momento menos esperado.
Mientras cavilaba acerca de aquello y seguía tratando de ajustarse su nuevo atuendo, no pudo evitar que el incómodo momento que había vivido junto a la recién conocida hacía unos minutos apareciese en su mente. No entendía por qué demostraba ese afán por mantener su apariencia oculta. A fin de cuentas, ¿qué había visto? Cicatrices -sí, y muchas- y un simple pezón. Nada del otro mundo, aunque para su desgracia más de lo que había visto hasta el momento. Fuera como fuere, el cuerpo de cualquiera de los Arashi exhibía orgulloso marcas fruto de los enfrentamientos que habían tenido. Él mismo había sido agujereado -porque no había otro término para definir aquello- durante su enfrentamiento contra la Marina en Ériu Land.
Sin embargo, lo más desconcertante había sido la poco amable petición de Selene. Sus ojos parecían emanar exigencia al tiempo que sus labios transmitían una solicitud. Había sido un tanto extraño, sí, pero nada que le quitase el sueño. Si pretendía intimidarle, era poco probable que lo consiguiera. Para hacerlo tendría que hacer mucho más que mirarle raro, y seguramente ni de ese modo lo lograría.
Perdido en sus pensamientos se encontró con que la hora designada llegaba. Las órdenes eran claras, y a él le tocaría encargarse del grandullón y Alviss. Le dio una colleja cariñosa al segundo y, pese a que no tenía la misma confianza con él, pensaba dársela también a Marc. No obstante, lo descartó en cuanto comprobó la altura que alcanzaba, dándole un puñetazo en la espinilla como alternativa. Al dirigirse hacia el vehículo que les llevaría al evento al que habían sido invitados, pasó junto a Luka y pasó una de sus manos por su cabeza, revolviéndole el pelo en señal de ánimo.
***
El despliegue de medios era casi obsceno. Las luces iluminaban hasta el último rincón del lugar, arrancando destellos multicolores de los cristales que pendían de las lámparas del techo. El espadachín arrugó el gesto de forma casi imperceptible. ¿Cuánto valdría todo aquello? Sería interesante saberlo, aunque eso implicaría un robo demasiado grande en el que, además, no estaba interesado en absoluto.
Al entrar en el hotel les ofrecieron una copa de cava que el domador rechazó con un gesto de la mano. Esperaba que, vista la cantidad de berries que debía haberse invertido en todo lo que le rodeaba, al menos hubiera un whiskey decente. Les condujeron hasta el jardín trasero y, tras dirigirle una mirada a Zane y a Spanner, se adentró en la multitud que ya conversaba en corros de diferentes tamaños.
Se dirigió a la barra más cercana y no se lo pensó; pidió el whiskey más caro de cuantos tuvieran a su disposición. Dio dos largos tragos, los cuales le proporcionaron el tiempo necesario para ver cuál debía ser su siguiente paso. Debía admitir que su capacidad para camuflarse y obtener información era nefasta. Además, el tamaño de Marc hacía que tampoco fuese el más indicado para ello. En cambio, le constaba que Alviss tenía un don para todo lo que implicase pasar desapercibido.
-Pide algo y sígueme, Marc -dijo con tranquilidad, dirigiéndose hacia el lugar más visible del jardín. ¿Quién no repararía en semejante mole?-. Alviss, quiero que te des una vuelta por aquí y te enteres de qué hablan en los grupos. Comunícame cualquier cosa que encuentres sospechosa, por estúpida que parezca.
Tras finalizar con sus indicaciones, observó los alrededores y contó cuatro pares de guardias de seguridad. ¿Sólo eso? En teoría allí había reunida una gran cantidad de personalidades. No, ese dispositivo era muy deficiente, demasiado. Mientras pensaba, se colocó de cara a Marc y activó el comunicador, poniendo al día a los demás del número de potenciales enemigos que había identificado y la labor que le había asignado a Alviss.
Katharina von Steinhell
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Caminó en silencio, siendo incapaz de borrar el incómodo recuerdo de haber sido por vista por uno de los piratas y compañeros de Zane. Poco y nada le importaba que le hubiese visto una teta, sin embargo, sí le preocupaba que se hubiese fijado en las cicatrices que tenía. ¿Cómo podía sentirse orgullosa de esas heridas? No fueron causadas en una pelea, tampoco en una guerra. Le recordaban lo débil que fue, cada cicatriz de su cuerpo le recordaba las humillaciones que sufrió, los inhumanos castigos y las violaciones. ¿Cómo no estremecerse, sabiendo que alguien podía descubrir lo que vivió? No sabía nada del rubio que se presentó a su habitación, no tenía la certeza de que fuera de fiar, ¿cómo podía estar segura de que no le diría a nadie? Esperaba que no le importase en lo absoluto haberla visto desnuda.
Transformó sus guadañas, la Hoja de Argoria y la Guadaña Mitológica, en dos hermosos y brillantes rubíes para pasar desapercibida. De ninguna forma entraría a un hotel exhibiendo tales armas, tenía claro que sería una misión que requería discreción. Al estar en la sala de reunión, escuchó en silencio las palabras del capitán de los Arashi, quien separó al equipo en diferentes grupos. Por desgracia, le tocaría trabajar junto al pelirrojo y al pescado violento. No le importaba hacer equipo con Zane, pero ¿cómo haría un buen trabajo estando junto al gyojin? No se llevaban para nada bien, de hecho, tuvieron una pelea. No obstante, hubo algo que le llamó la atención: rescatar. ¿Pretendían rescatar a la amiga del tal Bak? Vaya... Las cosas no serían para nada sencillas.
De pronto el sonido de una bocina alertó a los presentes que debían marcharse al hotel. Katharina comenzó a caminar tranquilamente, pero se detuvo cuando Zane le dijo que se adelantara. No tenía ninguna intención en saber los problemas de los piratas, después de todo lo único que importaba era salir con vida de allí. Esperó a que los hombres terminasen de hablar para acompañarles hasta el vehículo. Esperaba que cualquier asunto pendiente fuera solucionado cuanto antes, ya que no se estaban enfrentando a cualquier persona. Tenía la certeza de que el capitán de los Arashi era fuerte, pero ¿el resto de la tripulación? Esperaba que al menos contaran con las herramientas para sobrevivir.
Al cabo de un rato llegaron a una ostentosa estructura, cuyo principal camino era una pasarela roja en donde la gente posaba para tomarse fotos. A Katharina no le interesaba ser material de fotógrafos, así que caminó lo más rápido que pudo para que nadie intentase tomarle una fotografía. Una vez adentro, la bruja se sorprendió por lo lujoso que era el lugar. Estaba todo bien adornado, había muchos empleados transportando bandejas de un lugar a otro, ofreciendo canapés y alimentos variados. Algunos transportaban bandejas llenas de copa con vino blanco, mientras que otros llevaban solamente vasos con agua. Una vez Katharina estuvo en un lugar como ese, donde la gente ofrecía canapés, y después de un rato aquellos que los comieron fueron transformados en horripilantes bestias, así que era lógico que no cogiese nada.
—¿Y? ¿Cuál es tu orden? —Le preguntó a Zane.
Transformó sus guadañas, la Hoja de Argoria y la Guadaña Mitológica, en dos hermosos y brillantes rubíes para pasar desapercibida. De ninguna forma entraría a un hotel exhibiendo tales armas, tenía claro que sería una misión que requería discreción. Al estar en la sala de reunión, escuchó en silencio las palabras del capitán de los Arashi, quien separó al equipo en diferentes grupos. Por desgracia, le tocaría trabajar junto al pelirrojo y al pescado violento. No le importaba hacer equipo con Zane, pero ¿cómo haría un buen trabajo estando junto al gyojin? No se llevaban para nada bien, de hecho, tuvieron una pelea. No obstante, hubo algo que le llamó la atención: rescatar. ¿Pretendían rescatar a la amiga del tal Bak? Vaya... Las cosas no serían para nada sencillas.
De pronto el sonido de una bocina alertó a los presentes que debían marcharse al hotel. Katharina comenzó a caminar tranquilamente, pero se detuvo cuando Zane le dijo que se adelantara. No tenía ninguna intención en saber los problemas de los piratas, después de todo lo único que importaba era salir con vida de allí. Esperó a que los hombres terminasen de hablar para acompañarles hasta el vehículo. Esperaba que cualquier asunto pendiente fuera solucionado cuanto antes, ya que no se estaban enfrentando a cualquier persona. Tenía la certeza de que el capitán de los Arashi era fuerte, pero ¿el resto de la tripulación? Esperaba que al menos contaran con las herramientas para sobrevivir.
Al cabo de un rato llegaron a una ostentosa estructura, cuyo principal camino era una pasarela roja en donde la gente posaba para tomarse fotos. A Katharina no le interesaba ser material de fotógrafos, así que caminó lo más rápido que pudo para que nadie intentase tomarle una fotografía. Una vez adentro, la bruja se sorprendió por lo lujoso que era el lugar. Estaba todo bien adornado, había muchos empleados transportando bandejas de un lugar a otro, ofreciendo canapés y alimentos variados. Algunos transportaban bandejas llenas de copa con vino blanco, mientras que otros llevaban solamente vasos con agua. Una vez Katharina estuvo en un lugar como ese, donde la gente ofrecía canapés, y después de un rato aquellos que los comieron fueron transformados en horripilantes bestias, así que era lógico que no cogiese nada.
—¿Y? ¿Cuál es tu orden? —Le preguntó a Zane.
Luka Rooney
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La espera se empezaba a hacer eterna. Quince simples minutos que aparentaban ser los últimos de una agotadora espera, la gente fue llegando y sentándose mientras se perdían en banales conversaciones. De uno en uno, Luka les observó a todos, centrándose en su vestimenta, diseñada para la ocasión. El look más curioso era sin duda el de Marc, que desde luego no iba a pasar inadvertido.
El Gyojin notó cómo algún miembro le miraba más de la cuenta. Intentó sonreír, pero no pudo. Sabía que no era un buen actor, que su semblante estaba mostrando lo mismo que estaba sintiendo, y sabía que tanto Zane, como Therax -aunque con éste había hablado-, sabrían que algo no iba demasiado bien en su mente. Incluso Alviss, Spanner o Nox podrían darse cuenta.
Intenta disimular. Sé fuerte
El habitante del mar se levantó el último cuando una bocina sonó, y siguió el camino al igual que los demás. Se acercó a Bak tras haberse negado a cooperar en un principio con el capitán y le hizo una seña para que se acercase a él.
- ¿Ya me vas a reñir tú también?
- No. Escucha, haz caso al capitán. Voy a necesitar que estés pendiente del barco, una vez llegue al lugar de reunión, pienso hacer lo siguiente…
Los susurros del habitante del mar eran imperceptibles para cualquier oído que no fuese el del alocado Gyojin de nombre Bak. El semblante de éste se alegró al escuchar las palabras de Luka y abrazó con sumo entusiasmo a su hermano. Entonces el tiburón puso marcha hacia las escaleras y, mientras iba inmerso en sus pensamientos, Zane le paró y le preguntó que qué le ocurría, algo que Luka sabía que ocurriría tarde o temprano.
- No pretendas que vaya de buena guisa a un sitio donde venden a mis iguales -comentó intentando ser convincente-. Si yo fuera tú, no permitiría que fuese. Voy a intentar controlarme, pero la bomba va a estallar. No sé cuándo ni quién será el detonante, pero algo va a ocurrir allí y va a llevar mi sello. Confío en que me frenéis si me excedo -el tiburón se acercó al oído del capitán, para susurrarle las últimas palabras-. De cualquiera de las maneras, si no puedo controlarme, párame. Si no me puedes parar, mátame.
Tras ello, y muy a su pesar, el capitán pirata decidió dividir en grupos a la tripulación. En ese momento, el Gyojin supo que le tocaría con Selene. No sabía por qué, pero estaba seguro. En parte era totalmente entendible, seguramente el pelirrojo estaba algo preocupado por las chispas que saltaban entre él y Selene. Si la banda quería progresar y seguir tan unida como lo era, debían dejar sus diferencias a un lado y proseguir el fin común. Aunque había una enorme diferencia entre los dos, quizá pudieran dejarlo de lado durante unas horas hasta que la misión acabase. O puede que no. Quizá saltaran más chispas. Incluso podrían ser los causantes de un fracaso de gran magnitud en el plan de los Arashi.
El tiburón se limitó a asentir a Zane, dando por bueno su grupo, formado por el capitán pirata, la bruja pelirroja y él mismo. Su semblante serio continuó una vez se sentó en los acolchados y cómodos asientos de la increíble limusina que les llevó hasta el lugar en el que habían quedado. Absorto en sus pensamientos y durante el largo trayecto, el Gyojin pensó qué podía hacer para contenerse, cómo conseguir parar aquello sin liarla demasiado, y se le ocurrió un plan. Un agradable y no demasiado llamativo plan. Incluso en ese momento se le ocurrió el término “justicia poética”, algo que agradó en demasía al habitante del mar. Pero quizá él no era el idóneo para hacerlo. O puede que sí, eso sería un problema del Luka del futuro.
Cuando la limusina paró, fué el segundo -tras Selene- que pisó la alfombra rojiza y pudo observar la cantidad de luz que focalizaba a todo vehículo que paraba en aquella entrada, siendo en ese momento el centro la banda al completo. El tiburón observó cómo Selene se dirigió ágil y veloz hacia la entrada, por lo que él hizo lo mismo. Había gente en los laterales hablando y haciéndose fotos. Justo antes de entrar, un tipo le dio una copa de algún tipo de licor que, pese a beberla del tirón, el habitante del mar no supo distinguir.
Una vez dentro, el resto de sus compañeros no tardaron en entrar, pero su plan requería perderse, por lo que se acercó a Therax y le susurró algo al oído.
- ¿Quieres una copa? Voy a por algo de Whisky.
Tras oír la respuesta del rubio se decidió a ir hacia el frente, sin saber muy bien si allí habría algún camarero y, con cierta inseguridad, miró hacia atrás con cierta frecuencia para saber si alguien le seguía o le ojeaba. Y entonces, cuando se cercioró que no estaba siendo seguido, se acercó a la mujer que estaba tomando nota en la subasta.
- Buenas, quería apuntarme.
- Perfecto, la inscripción son veinte mil berris. Su número es el treinta y dos, tome asiento en su butaca.
Tras pagar los veinte mil berris, el tiburón tomó asiento en uno de los cómodos sillones. Y entonces, el show del habitante del mar empezaría.
- Lote número seis, un abrigo de piel de jaguar. Abrimos la puja en cincuenta mil berris. Me ofrecen setenta por allí, ochenta por aquí, cien para el señor del gorro.
- Doscientos mil -comentó el tiburón alzando su letrero con el número treinta y dos.
- Doscientos mil a la una, doscientos mil a las dos… ¡Adjudicado al fornido hombre! ¡Su señora va a lucir espectacular con el abrigo! Pase por caja al final de la subasta y firmaremos los papeles.
El tiburón sonrió. Su plan era conseguir todos los elementos de la subasta, especialmente aquellos que habían derivado en algún tipo de delito contra algún ser vivo. Ya fuesen los secuestros, los esclavos, e incluso los abrigos de piel. Aquella ruín gente merecía la ruina. Merecián probar su propia medicina, y matarles sería ser demasiado benevolentes.
Desbanca a esos hijos de puta, y después pisa sus cráneos, Luka. Véngate
El Gyojin notó cómo algún miembro le miraba más de la cuenta. Intentó sonreír, pero no pudo. Sabía que no era un buen actor, que su semblante estaba mostrando lo mismo que estaba sintiendo, y sabía que tanto Zane, como Therax -aunque con éste había hablado-, sabrían que algo no iba demasiado bien en su mente. Incluso Alviss, Spanner o Nox podrían darse cuenta.
Intenta disimular. Sé fuerte
El habitante del mar se levantó el último cuando una bocina sonó, y siguió el camino al igual que los demás. Se acercó a Bak tras haberse negado a cooperar en un principio con el capitán y le hizo una seña para que se acercase a él.
- ¿Ya me vas a reñir tú también?
- No. Escucha, haz caso al capitán. Voy a necesitar que estés pendiente del barco, una vez llegue al lugar de reunión, pienso hacer lo siguiente…
Los susurros del habitante del mar eran imperceptibles para cualquier oído que no fuese el del alocado Gyojin de nombre Bak. El semblante de éste se alegró al escuchar las palabras de Luka y abrazó con sumo entusiasmo a su hermano. Entonces el tiburón puso marcha hacia las escaleras y, mientras iba inmerso en sus pensamientos, Zane le paró y le preguntó que qué le ocurría, algo que Luka sabía que ocurriría tarde o temprano.
- No pretendas que vaya de buena guisa a un sitio donde venden a mis iguales -comentó intentando ser convincente-. Si yo fuera tú, no permitiría que fuese. Voy a intentar controlarme, pero la bomba va a estallar. No sé cuándo ni quién será el detonante, pero algo va a ocurrir allí y va a llevar mi sello. Confío en que me frenéis si me excedo -el tiburón se acercó al oído del capitán, para susurrarle las últimas palabras-. De cualquiera de las maneras, si no puedo controlarme, párame. Si no me puedes parar, mátame.
Tras ello, y muy a su pesar, el capitán pirata decidió dividir en grupos a la tripulación. En ese momento, el Gyojin supo que le tocaría con Selene. No sabía por qué, pero estaba seguro. En parte era totalmente entendible, seguramente el pelirrojo estaba algo preocupado por las chispas que saltaban entre él y Selene. Si la banda quería progresar y seguir tan unida como lo era, debían dejar sus diferencias a un lado y proseguir el fin común. Aunque había una enorme diferencia entre los dos, quizá pudieran dejarlo de lado durante unas horas hasta que la misión acabase. O puede que no. Quizá saltaran más chispas. Incluso podrían ser los causantes de un fracaso de gran magnitud en el plan de los Arashi.
El tiburón se limitó a asentir a Zane, dando por bueno su grupo, formado por el capitán pirata, la bruja pelirroja y él mismo. Su semblante serio continuó una vez se sentó en los acolchados y cómodos asientos de la increíble limusina que les llevó hasta el lugar en el que habían quedado. Absorto en sus pensamientos y durante el largo trayecto, el Gyojin pensó qué podía hacer para contenerse, cómo conseguir parar aquello sin liarla demasiado, y se le ocurrió un plan. Un agradable y no demasiado llamativo plan. Incluso en ese momento se le ocurrió el término “justicia poética”, algo que agradó en demasía al habitante del mar. Pero quizá él no era el idóneo para hacerlo. O puede que sí, eso sería un problema del Luka del futuro.
Cuando la limusina paró, fué el segundo -tras Selene- que pisó la alfombra rojiza y pudo observar la cantidad de luz que focalizaba a todo vehículo que paraba en aquella entrada, siendo en ese momento el centro la banda al completo. El tiburón observó cómo Selene se dirigió ágil y veloz hacia la entrada, por lo que él hizo lo mismo. Había gente en los laterales hablando y haciéndose fotos. Justo antes de entrar, un tipo le dio una copa de algún tipo de licor que, pese a beberla del tirón, el habitante del mar no supo distinguir.
Una vez dentro, el resto de sus compañeros no tardaron en entrar, pero su plan requería perderse, por lo que se acercó a Therax y le susurró algo al oído.
- ¿Quieres una copa? Voy a por algo de Whisky.
Tras oír la respuesta del rubio se decidió a ir hacia el frente, sin saber muy bien si allí habría algún camarero y, con cierta inseguridad, miró hacia atrás con cierta frecuencia para saber si alguien le seguía o le ojeaba. Y entonces, cuando se cercioró que no estaba siendo seguido, se acercó a la mujer que estaba tomando nota en la subasta.
- Buenas, quería apuntarme.
- Perfecto, la inscripción son veinte mil berris. Su número es el treinta y dos, tome asiento en su butaca.
Tras pagar los veinte mil berris, el tiburón tomó asiento en uno de los cómodos sillones. Y entonces, el show del habitante del mar empezaría.
- Lote número seis, un abrigo de piel de jaguar. Abrimos la puja en cincuenta mil berris. Me ofrecen setenta por allí, ochenta por aquí, cien para el señor del gorro.
- Doscientos mil -comentó el tiburón alzando su letrero con el número treinta y dos.
- Doscientos mil a la una, doscientos mil a las dos… ¡Adjudicado al fornido hombre! ¡Su señora va a lucir espectacular con el abrigo! Pase por caja al final de la subasta y firmaremos los papeles.
El tiburón sonrió. Su plan era conseguir todos los elementos de la subasta, especialmente aquellos que habían derivado en algún tipo de delito contra algún ser vivo. Ya fuesen los secuestros, los esclavos, e incluso los abrigos de piel. Aquella ruín gente merecía la ruina. Merecián probar su propia medicina, y matarles sería ser demasiado benevolentes.
Desbanca a esos hijos de puta, y después pisa sus cráneos, Luka. Véngate
Marc Kiedis
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Una vez todo el mundo estuvo listo y adecuadamente engalanado para la fiesta, Zane se dirigió a los demás en la puerta de la casa de variedades. Por lo visto, nuestra anfitriona planeaba celebrar una subasta y, entre los "productos" ofertados, se encontraban varios gyojin. Para ser más concretos, una amiga de Bak, el gigantesco tiburón de la banda, iba a ser vendida al mejor postor.
Marc no sabía cómo alguien podía ser tan desalmado como para tratar a los hombres-pez como simple mercancía. ¿Esa gente creía que los gyojin no eran personas, o qué pasaba? Al grandullón pensar en aquellas cosas le entristecía y enfurecía a partes iguales. Gente como Luka, a quien Marc apreciaba muchísimo, o incluso como los cuatro miembros del escuadrón marino, a quienes acababa de conocer, no eran distintos de él mismo o de un humano. Todas las razas tenían muchas más cosas en común que diferencias, ¿por qué había gente que no lo veía? ¿O sí lo veían pero les daba igual? El semigigante no sabía cuál de aquellas opciones era peor.
En resumen, el plan de Zane era dividirse en grupos pequeños. A Marc le tocaba ir con Therax y Alviss. Al segundo prácticamente no lo conocía, pero se alegraba de compartir equipo con el rubito. Durante las aventuras que habían vivido juntos anteriormente había demostrado ser un gran compañero, además de muy poderoso. Después de aquello, el pelirrojo entregó a cada uno una pulsera y un extraño artilugio que, al parecer, se colocaba en una oreja. Iban a ser nuestra forma de comunicación. El problema vino cuando el grandullón intentó ponerse la pulsera. Para variar, nadie pensaba en los semigigantes a la hora de diseñar aquellos aparatos tan sofisticados. Así que, resignado ante la imposibilidad de ponérselo en la muñeca, lo encajó a modo de anillo en el dedo pulgar de su mano derecha. Dado que era zurdo, no le incomodaría a la hora de usar su espada, y era el único sitio donde podía llevarlo.
Para terminar, cuando Zane dijo que intentaran no llamar la atención, Marc no pudo reprimir un sonoro suspiro. Entre su inmenso tamaño, y el horrendo y tremendamente vistoso atuendo que el modista le había proporcionado para la ocasión, para él aquello iba a resultar poco menos que imposible. Pero bueno, haría lo que pudiera.
Por suerte, los vehículos que acudieron a recogerles sí eran de un tamaño apropiado para él. Unas descomunales limusinas todoterreno en las que el grandullón apenas tenía que agachar la cabeza. Antes de subir, Therax pasó por su lado y le dio un suave puñetazo en la espinilla. El gesto del rubio le resultó un tanto extraño, pero seguramente querría trnasmitirle ánimo, así que en respuesta le dedicó una amplia sonrisa y un gesto con el pulgar hacia arriba.
El trayecto fue largo, pero entretenido. Entre la alegre música y, para variar, la bebida, los minutos pasaron a gran velocidad. Cuando llegaron, Zane le encargó guardar todas las botellas que hubiesen sobrado, algo que Marc hizo encantado. Así tendrían provisiones para su próxima celebración. Arrampló con todo lo que quedaba en el minibar del coche (tres botellas de ron, dos de whisky y dos de ginebra), metiendo todo en los innumerables bolsillos de su traje, y se bajó del vehículo.
El hotel estaba decorado con más lujo del que Marc había visto en toda su vida. De hecho, era incluso más del que había imaginado que podía existir. El semigigante estaba totalmente anonadado ante tal exhibición de opulencia. Las palabras de Therax le sacaron de su ensimismamiento, y tras pedir en la barra un Long Ring Long Land Iced Tea (el cóctel de nombre más impronunciable del mundo, pero que le encantaba), siguió al espadachín al centro del jardín, probablemente el lugar donde más gente les vería. Una vez allí, el rubio usó el intercomunicador para informar al resto del número de guardias que veía.
Mientras esperaban el informe de Alviss sobre los alrededores, Marc decidió facilitarle la tarea, a él y a los demás. Dado que le iba a resultar imposible pasar desapercibido, al menos podía asegurarse de que todo el mundo le prestase atención a él y así sus camaradas tendrían el camino más despejado para investigar. Además, hacía mucho que no servía copas como solía hacer en el New Baratie. Así que se aclaró la garganta y, sacando un par de las botellas que había cogido de la limusina, comenzó a hablar en la voz más alta que pudo dirigiéndose a Therax:
- Así que el caballero rubio quiere probar el cóctel especial del semigigante, por el cual soy famoso en todo el East Blue. ¡Perfecto,
le aseguro que no se arrepentirá!
Mientras hablaba, creó entre sus manos una copa de balón hecha de queso sólido de color negro brillante. Acto seguido, pidió a un camarero que le trajese hielo picado. En lo que éste fue a por ellos y volvió, Marc hizo aparecer de la nada una coctelera bastante realista, incluso con el color y el brillo metálico de una verdad. Cómo no, estaba hecha también de queso, pero nadie tenía por qué saberlo (bueno, seguramente sí que se darían cuenta, pues la forma no era perfecta, pero poco importaba). Vertió en ella un cuarto de ron, un cuarto de whisky, un cuarto de ginebra y, para finalizar, un líquido de un color verde chillón que brotó de la punta del dedo meñique de su mano izquierda. Ese era el secreto de aquel cóctel: un queso de cabra totalmente líquido, que se mezclaba con el alcohol perfectamente formando una bebida fuerte y a la vez deliciosa, con un aroma muy sugerente. Si te gustaba el queso, claro.
En aquel momento, el camarero regresó con el hielo picado, que Marc vertió también en la coctelera. Después la cerró y, aprovechando su dominio del queso y sus nociones de coctelería, comenzó a mezclar todo haciéndola girar y lanzándola en auténticos malabares casi imposibles. O al menos eso parecía. Realmente, el semigigante estaba ejerciendo su control del queso que podía crear, moviéndolo por el aire a su antojo y fingiendo que eran sus manos las que lo hacían.
Tras varias cabriolas que seguramente atraerían las miradas de la gran mayoría de la gente, serviría teatralmente la deliciosa mezcla en la láctea copa y se la ofrecería al espadachín mientras le guiñaba un ojo. Esperaba que comprendiera lo que estaba tratando de hacer y le siguiera el rollo por el bien de sus compañeros.
Marc no sabía cómo alguien podía ser tan desalmado como para tratar a los hombres-pez como simple mercancía. ¿Esa gente creía que los gyojin no eran personas, o qué pasaba? Al grandullón pensar en aquellas cosas le entristecía y enfurecía a partes iguales. Gente como Luka, a quien Marc apreciaba muchísimo, o incluso como los cuatro miembros del escuadrón marino, a quienes acababa de conocer, no eran distintos de él mismo o de un humano. Todas las razas tenían muchas más cosas en común que diferencias, ¿por qué había gente que no lo veía? ¿O sí lo veían pero les daba igual? El semigigante no sabía cuál de aquellas opciones era peor.
En resumen, el plan de Zane era dividirse en grupos pequeños. A Marc le tocaba ir con Therax y Alviss. Al segundo prácticamente no lo conocía, pero se alegraba de compartir equipo con el rubito. Durante las aventuras que habían vivido juntos anteriormente había demostrado ser un gran compañero, además de muy poderoso. Después de aquello, el pelirrojo entregó a cada uno una pulsera y un extraño artilugio que, al parecer, se colocaba en una oreja. Iban a ser nuestra forma de comunicación. El problema vino cuando el grandullón intentó ponerse la pulsera. Para variar, nadie pensaba en los semigigantes a la hora de diseñar aquellos aparatos tan sofisticados. Así que, resignado ante la imposibilidad de ponérselo en la muñeca, lo encajó a modo de anillo en el dedo pulgar de su mano derecha. Dado que era zurdo, no le incomodaría a la hora de usar su espada, y era el único sitio donde podía llevarlo.
Para terminar, cuando Zane dijo que intentaran no llamar la atención, Marc no pudo reprimir un sonoro suspiro. Entre su inmenso tamaño, y el horrendo y tremendamente vistoso atuendo que el modista le había proporcionado para la ocasión, para él aquello iba a resultar poco menos que imposible. Pero bueno, haría lo que pudiera.
Por suerte, los vehículos que acudieron a recogerles sí eran de un tamaño apropiado para él. Unas descomunales limusinas todoterreno en las que el grandullón apenas tenía que agachar la cabeza. Antes de subir, Therax pasó por su lado y le dio un suave puñetazo en la espinilla. El gesto del rubio le resultó un tanto extraño, pero seguramente querría trnasmitirle ánimo, así que en respuesta le dedicó una amplia sonrisa y un gesto con el pulgar hacia arriba.
El trayecto fue largo, pero entretenido. Entre la alegre música y, para variar, la bebida, los minutos pasaron a gran velocidad. Cuando llegaron, Zane le encargó guardar todas las botellas que hubiesen sobrado, algo que Marc hizo encantado. Así tendrían provisiones para su próxima celebración. Arrampló con todo lo que quedaba en el minibar del coche (tres botellas de ron, dos de whisky y dos de ginebra), metiendo todo en los innumerables bolsillos de su traje, y se bajó del vehículo.
El hotel estaba decorado con más lujo del que Marc había visto en toda su vida. De hecho, era incluso más del que había imaginado que podía existir. El semigigante estaba totalmente anonadado ante tal exhibición de opulencia. Las palabras de Therax le sacaron de su ensimismamiento, y tras pedir en la barra un Long Ring Long Land Iced Tea (el cóctel de nombre más impronunciable del mundo, pero que le encantaba), siguió al espadachín al centro del jardín, probablemente el lugar donde más gente les vería. Una vez allí, el rubio usó el intercomunicador para informar al resto del número de guardias que veía.
Mientras esperaban el informe de Alviss sobre los alrededores, Marc decidió facilitarle la tarea, a él y a los demás. Dado que le iba a resultar imposible pasar desapercibido, al menos podía asegurarse de que todo el mundo le prestase atención a él y así sus camaradas tendrían el camino más despejado para investigar. Además, hacía mucho que no servía copas como solía hacer en el New Baratie. Así que se aclaró la garganta y, sacando un par de las botellas que había cogido de la limusina, comenzó a hablar en la voz más alta que pudo dirigiéndose a Therax:
- Así que el caballero rubio quiere probar el cóctel especial del semigigante, por el cual soy famoso en todo el East Blue. ¡Perfecto,
le aseguro que no se arrepentirá!
Mientras hablaba, creó entre sus manos una copa de balón hecha de queso sólido de color negro brillante. Acto seguido, pidió a un camarero que le trajese hielo picado. En lo que éste fue a por ellos y volvió, Marc hizo aparecer de la nada una coctelera bastante realista, incluso con el color y el brillo metálico de una verdad. Cómo no, estaba hecha también de queso, pero nadie tenía por qué saberlo (bueno, seguramente sí que se darían cuenta, pues la forma no era perfecta, pero poco importaba). Vertió en ella un cuarto de ron, un cuarto de whisky, un cuarto de ginebra y, para finalizar, un líquido de un color verde chillón que brotó de la punta del dedo meñique de su mano izquierda. Ese era el secreto de aquel cóctel: un queso de cabra totalmente líquido, que se mezclaba con el alcohol perfectamente formando una bebida fuerte y a la vez deliciosa, con un aroma muy sugerente. Si te gustaba el queso, claro.
En aquel momento, el camarero regresó con el hielo picado, que Marc vertió también en la coctelera. Después la cerró y, aprovechando su dominio del queso y sus nociones de coctelería, comenzó a mezclar todo haciéndola girar y lanzándola en auténticos malabares casi imposibles. O al menos eso parecía. Realmente, el semigigante estaba ejerciendo su control del queso que podía crear, moviéndolo por el aire a su antojo y fingiendo que eran sus manos las que lo hacían.
Tras varias cabriolas que seguramente atraerían las miradas de la gran mayoría de la gente, serviría teatralmente la deliciosa mezcla en la láctea copa y se la ofrecería al espadachín mientras le guiñaba un ojo. Esperaba que comprendiera lo que estaba tratando de hacer y le siguiera el rollo por el bien de sus compañeros.
- Cosas usadas:
- - Maestro Quesero: Marc puede controlar a voluntad el sabor y el olor del queso que crea (pero no puede hacer que sepa o huela a algo que no sea un tipo de queso), así como su color, pudiendo hacer que refleje cualquier longitud de onda del espectro visible.
- Cheese Master: Marc ha logrado familiarizarse con el queso que crea hasta tal punto que es capaz de controlar (moverlo a su antojo) y realizar sus técnicas con el queso ya creado aunque no esté en contacto con él en un radio de 50 metros.
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Era curioso lo cómodo y elegante que era un vehículo tan contradictorio como aquella limusina todoterreno que nos llevó hasta el lugar. El hotel era digno de alguien de aquella fama tan precederá. Había visto castillos de reyes y emperadores con menos lujo. Aunque le costaba centrarse con el picor que le daba el transmisor que le había dado el pelirrojo a él y al resto de la banda. Solo por aquello Zane había ganado puntos. Porque, sinceramente, el Zane de hace dos años se hubiese tirado de cabeza contra todos aquellos parguelas. Ya lo decía el dicho; no Zane, no party.
Aunque algunas cosas no cambiaban, como el hecho de que asaltaron el minibar como si nada, haciendo que el enmascarado e otros invitados les mirasen con cara de incredulidad.
Al entrar en el hotel, el nivel de lujosidad no bajaba e incluso era más alto que en el exterior. Una camarero llego de sopetón y les ofreció una copa de cava, que Nox acepto amablemente. Mientras le iba dando pequeños sorbos, el grupo nos dirigimos a la parte trasera del lugar; un jardín donde habían conectado al hotel una carpa con montones de cosas para picar.
Se acercó a una de las mesas y observo detenidamente todo lo que había; carne, marisco, moluscos, dulces… y un largo etc.
- ¿Brasso de gitano, sseñor? –dijo un hombre vestido de cocinero al otro lado de la mesa donde había la comida, por su acento se notaba que era de bastante lejos.
- ¿Brazo? ¿Pero que diantres servís en este lugar?
- No, no –señalo a un pastel de nata rebozado en almendras de forma alargada que había en la mesa-. Essto sser brasso de gitano.
- Ah, claro. Solo te estaba tomando el pelo –mintió descaradamente-. Aunque nunca he sido de los que empiezan por el postre.
De la bandeja de carne cogió una de las salchichas con el tenedor de dos puntas que tenía clavado y le pego un buen mordisco.
- Esto me gusta más, que bueno –expreso mientras masticaba.
- Me alegro que le gusste sseñor, ess carne de la mejor calidad envuelta en vejiga de oveja.
- Vejiga de Oveja? -hizo como si tosiera, pero en realidad se sacó en montón de carne de la boca y cuando el cocinero le aparto la vista lo tiro bajo la mesa que estaba cubierta por un mantel blanco-. Muy… muy rico…
Se alejó del catering y se fue a donde estaba Zane y los otros.
- Si alguien del catering os ofrece una salchicha, decidle mejor que no. No preguntéis.
Aunque algunas cosas no cambiaban, como el hecho de que asaltaron el minibar como si nada, haciendo que el enmascarado e otros invitados les mirasen con cara de incredulidad.
Al entrar en el hotel, el nivel de lujosidad no bajaba e incluso era más alto que en el exterior. Una camarero llego de sopetón y les ofreció una copa de cava, que Nox acepto amablemente. Mientras le iba dando pequeños sorbos, el grupo nos dirigimos a la parte trasera del lugar; un jardín donde habían conectado al hotel una carpa con montones de cosas para picar.
Se acercó a una de las mesas y observo detenidamente todo lo que había; carne, marisco, moluscos, dulces… y un largo etc.
- ¿Brasso de gitano, sseñor? –dijo un hombre vestido de cocinero al otro lado de la mesa donde había la comida, por su acento se notaba que era de bastante lejos.
- ¿Brazo? ¿Pero que diantres servís en este lugar?
- No, no –señalo a un pastel de nata rebozado en almendras de forma alargada que había en la mesa-. Essto sser brasso de gitano.
- Ah, claro. Solo te estaba tomando el pelo –mintió descaradamente-. Aunque nunca he sido de los que empiezan por el postre.
De la bandeja de carne cogió una de las salchichas con el tenedor de dos puntas que tenía clavado y le pego un buen mordisco.
- Esto me gusta más, que bueno –expreso mientras masticaba.
- Me alegro que le gusste sseñor, ess carne de la mejor calidad envuelta en vejiga de oveja.
- Vejiga de Oveja? -hizo como si tosiera, pero en realidad se sacó en montón de carne de la boca y cuando el cocinero le aparto la vista lo tiro bajo la mesa que estaba cubierta por un mantel blanco-. Muy… muy rico…
Se alejó del catering y se fue a donde estaba Zane y los otros.
- Si alguien del catering os ofrece una salchicha, decidle mejor que no. No preguntéis.
-¿Estamos en una fiesta verdad? –le contesté a Selene, mientras extendía mi brazo hacia la bandeja de uno de los camareros para coger una copa de champagne-. Disfruta mientras puedas e intenta no meterte en líos. Regla número dos de la piratería: aprovecha todo lo que sea gratis.
Dicho aquello, me bebí de golpe la copa de espumoso y me dirigí a la barra libre. Allí había decenas y decenas de botellas, todas de un tipo de alcohol distinto. Incluso pude vislumbrar una botella de ron muy especial, se trataba del más caro del mundo, cuya unidad valía en el mercado negro casi cuatro millones de berries. ¿Y por qué tanto? Porque era embalsamado en barriles de madera de Adam durante casi cinco años, para luego ser tratado con distintos tipos de bayas en barriles de caoba durante diez años más, filtrando las bayas de un barril a otro cada seis meses hasta su posterior envasado. Luego, simplemente, se le añadían ligeras motas de oro para adornarlo y darle un aspecto más señorial; además de aumentar su valor en el mercado.
-Señor –dije, haciendo un ademán con la mano izquierda-. Póngame un vaso ron Gold Turtle agitado, no mezclado, con dos cubitos de hielo.
-Enseguida –me dijo el hombre, comenzando a servirme el vaso de ron echando primero el hielo, dándole algunas vueltas dentro del vaso para enfriarlo. Luego, el agua resultante la tiraba y vertía el ron con sumo cuidado, para echarle un trozo de cáscara de mandarina de isla conomi, en el mar del este, y servírmelo-. Aquí tiene.
-Gracias.
Con mi vaso en la mano di un par de vueltas por allí, observando el percal. Aquellas fiestas eran como las que organizaba su hermano: gente de alto nivel adquisitivo, algunos piratas que intentaban pasar desapercibido, mujeres que buscan a hombres con más cartera que cerebro y prostitutas de un millón de berries la masturbación como mínimo. Y entonces, Nox apareció en escena.
-No te preocupes, soy más de almeja que de salchicha –bromeé, dando un sorbo de mi vaso.
El tiempo pasaba y todos estábamos en nuestra salsa, pese a que teníamos un plan, al final, acabamos casi todos juntos en una de las tantas mesas altas que había en el jardín. Era la primera vez en mucho tiempo que teníamos una noche como aquella, todo estaba yendo divinamente. Marc había decidido jugar hacer de barman, aunque más bien era un cheesman, porque todos sus putos cócteles llevaban queso.. Sin embargos, no estaban del todo malos, había probado cosas peores. Continuamos contando historias de nuestros dos años separados, a cada cual mejor, hasta que entonces Manué abrió la boca.
-¿Y tú que dise pelirroho? ¿Te has estao fornicando arguna en estos años o has sio casto y puro? –preguntó, riéndose a carcajada limpia después.
-Pensaba decirlos en otra ocasión, pero… tengo novia –afirmé, sacando una foto que tenía en la cartera.
Y de repente, la música se paró. En la zona más alejada, se podían escuchar golpes y el agua salía despedida por todas direcciones, junto a la seguridad del hotel.
-Os apuesto dos millones a que es Luka –bromeé, haciendo una señal con la cabeza y emprendiendo la marcha hacia el lugar donde estaban subastando objetos y, posiblemente, seres vivos.
Al llegar, Luka estaba rodeado de gente, el suelo estaba plagado de cuerpos inconscientes, aunque aún seguían con vida. Y fue cuando Loretta apareció en el lugar. Era una mujer rubia con quemaduras y cicatrices por todo su cuerpo. Tenía los ojos azules y llenos de malicia, e iba vestido con un vestido rojo que dejaba poco a la imaginación.
-¿Qué hace este pez en mi hotel? –preguntó de forma despectiva.
-Lo has invitado tú –dije de inmediato, mirando a Luka por si estaba bien. La situación estaba complicada, pero esperaba poder salir de ella usando mi labia.
-Así que has venido, Zane D. Kenshin.
-Señor Zane D. Kenshin para ti, señorita.
La mujer sonrió y guiñó un ojo a Therax, para luego mandarle un beso sensual a distancia.
-Seguidme, lo que tenemos que hablar no puede ser aquí –dijo la mujer, chasqueando los dedos para que su gente bajara las armas.
-Parece que has ligado Theraxito –le dije, sonriente.
Dicho aquello, me bebí de golpe la copa de espumoso y me dirigí a la barra libre. Allí había decenas y decenas de botellas, todas de un tipo de alcohol distinto. Incluso pude vislumbrar una botella de ron muy especial, se trataba del más caro del mundo, cuya unidad valía en el mercado negro casi cuatro millones de berries. ¿Y por qué tanto? Porque era embalsamado en barriles de madera de Adam durante casi cinco años, para luego ser tratado con distintos tipos de bayas en barriles de caoba durante diez años más, filtrando las bayas de un barril a otro cada seis meses hasta su posterior envasado. Luego, simplemente, se le añadían ligeras motas de oro para adornarlo y darle un aspecto más señorial; además de aumentar su valor en el mercado.
-Señor –dije, haciendo un ademán con la mano izquierda-. Póngame un vaso ron Gold Turtle agitado, no mezclado, con dos cubitos de hielo.
-Enseguida –me dijo el hombre, comenzando a servirme el vaso de ron echando primero el hielo, dándole algunas vueltas dentro del vaso para enfriarlo. Luego, el agua resultante la tiraba y vertía el ron con sumo cuidado, para echarle un trozo de cáscara de mandarina de isla conomi, en el mar del este, y servírmelo-. Aquí tiene.
-Gracias.
Con mi vaso en la mano di un par de vueltas por allí, observando el percal. Aquellas fiestas eran como las que organizaba su hermano: gente de alto nivel adquisitivo, algunos piratas que intentaban pasar desapercibido, mujeres que buscan a hombres con más cartera que cerebro y prostitutas de un millón de berries la masturbación como mínimo. Y entonces, Nox apareció en escena.
-No te preocupes, soy más de almeja que de salchicha –bromeé, dando un sorbo de mi vaso.
El tiempo pasaba y todos estábamos en nuestra salsa, pese a que teníamos un plan, al final, acabamos casi todos juntos en una de las tantas mesas altas que había en el jardín. Era la primera vez en mucho tiempo que teníamos una noche como aquella, todo estaba yendo divinamente. Marc había decidido jugar hacer de barman, aunque más bien era un cheesman, porque todos sus putos cócteles llevaban queso.. Sin embargos, no estaban del todo malos, había probado cosas peores. Continuamos contando historias de nuestros dos años separados, a cada cual mejor, hasta que entonces Manué abrió la boca.
-¿Y tú que dise pelirroho? ¿Te has estao fornicando arguna en estos años o has sio casto y puro? –preguntó, riéndose a carcajada limpia después.
-Pensaba decirlos en otra ocasión, pero… tengo novia –afirmé, sacando una foto que tenía en la cartera.
- foto:
Y de repente, la música se paró. En la zona más alejada, se podían escuchar golpes y el agua salía despedida por todas direcciones, junto a la seguridad del hotel.
-Os apuesto dos millones a que es Luka –bromeé, haciendo una señal con la cabeza y emprendiendo la marcha hacia el lugar donde estaban subastando objetos y, posiblemente, seres vivos.
Al llegar, Luka estaba rodeado de gente, el suelo estaba plagado de cuerpos inconscientes, aunque aún seguían con vida. Y fue cuando Loretta apareció en el lugar. Era una mujer rubia con quemaduras y cicatrices por todo su cuerpo. Tenía los ojos azules y llenos de malicia, e iba vestido con un vestido rojo que dejaba poco a la imaginación.
-¿Qué hace este pez en mi hotel? –preguntó de forma despectiva.
-Lo has invitado tú –dije de inmediato, mirando a Luka por si estaba bien. La situación estaba complicada, pero esperaba poder salir de ella usando mi labia.
-Así que has venido, Zane D. Kenshin.
-Señor Zane D. Kenshin para ti, señorita.
La mujer sonrió y guiñó un ojo a Therax, para luego mandarle un beso sensual a distancia.
-Seguidme, lo que tenemos que hablar no puede ser aquí –dijo la mujer, chasqueando los dedos para que su gente bajara las armas.
-Parece que has ligado Theraxito –le dije, sonriente.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El plan del pirata parecía ir viento en popa, provocando una maligna sonrisa en éste mientras observaba cómo los humanos de su alrededor empezaban a cuchichear. Preguntas como, ¿Quién será ese tipo con tanto dinero? o… ¿para qué quiere tantas cosas?
Un nuevo lote fue presentado, se trataba de una serie de piezas de marfil, obtenidas de cuernos de distintos animales. Otro delito más para la cuenta de aquella infinita subasta.
- Diez mil aquí -comentó un señor con un traje color gris alzando el brazo.
- Cincuenta -comentó el tiburón, dejando claro de nuevo que ese lote también sería suyo.
Nadie dijo nada, y le volvieron a adjudicar un nuevo lote, el decimotercero. Pero quizá ya había sido suficiente para los organizadores, que empezaron a cuchichear también mientras mostraban otro nuevo objeto, en este caso un autógrafo de Flamenquillo, un joven cantautor que estaba causando furor durante el último año. El primer lote que no interesaba en absoluto al habitante del mar, que se levantó a rellenar su copa.
- ¿Un poquito de ron? -preguntó uno de los camareros al ver las intenciones de Luka.
- Sí, por favor. Un poco más cargado que el anterior.
Echó un vistazo a su alrededor; Demasiado lujo para sentirse agusto, demasiada tontería envuelta de joyas, caros perfumes y distintivos trajes. Ladeó el cuello y se movió hacia su silla de nuevo, pero esta estaba ocupada. ¿Quién le había quitado el sitio?
- Disculpe, caballero -comentó el tiburón en un tono amable-. Ese era mi sitio.
- Oh, perdone. Pero aquél hombre me dijo que me sentara allí, estaba en la reserva de la subasta, pero alguien se ha debido ir.
¿Acaso le habían quitado el sitio por levantarse a por una copa? ¿Qué clase de estúpida norma era esa? El tiburón se acercó hacia el hombre que le había señalado su usurpador de silla y, tras llegar a él, lo miró con detenimiento de arriba a abajo.
- ¿Me puede decir por qué están ocupando mi sitio?
- Verá… Hemos… -el tipo tragó saliva, dubitativo- Hemos pensado que ya ha comprado suficiente.
El semblante del humano denotaba cierto miedo. Quizá sabía a quién tenía enfrente, y que era bastante distinto del resto de los ricachones que estaban allí presentes. O puede que simplemente se viese amedrentado por la altura y robustez del habitante del mar. Éste último intentó calmarse de nuevo, haciendo de nuevo acopio de toda su tranquilidad, que empezaba a ser cada vez menos.
- Ya veo… deme un segundo.
El tiburón se giró e intentó establecer un vínculo con el resto de la banda usando uno de los aparatos que el capitán le había dado y tenía en la oreja derecha. Pero éste no parecía funcionar.
- ¿Chicos, me oís? Necesito vuestra ayuda. Chicos, si no me contestáis puede que la líe. ¿Chicos? ¿Chicas? ¿Therax? Joder, ¿qué coño le pasa a esto?.
- Señor… parece que ha bebido mucho, ¿le acompaño a la salida? -comentó uno de los camareros que antes le había servido ron.
- ¿Qué dice?
- Sí… está… está hablando solo, ¿no?
- ¿Pero qué os pasa a todos? Yo de verdad, os juro que intento tener paciencia, pero es que así no se puede…
- Eh, es ese -comentó un hombre de cabellos morenos y baja estatura, señalando al tiburón con el dedo-. Ese es el de la subasta.
Detrás del hombre con el dedo acusador había un grupo de diez hombres de seguridad que fueron lentamente hacia Luka, mirándose unos a otros, como si estuviesen a punto de realizar algún tipo de plan.
- Disculpe, señor. Parece que está incomodando al resto de los presentes comprando todos los lotes, ¿es eso cierto?
- ¿Incomodando? -el Gyojin se llevó las manos al rostro, incrédulo- He comprado todos los lotes hasta que me han echado, sí. ¿Eso me convierte en…?
- En un acaparador, señor. En las normas ponía bien claro que no se podían comprar más de diez lotes.
- Pues he comprado trece -comentó Luka encogiéndose de hombros-. Se ve que los que dirigen la subasta no se leyeron las normas.
- Perdone, señor, ¿Qué insinúa?
- Mire… Apártese de mi camino, por favor. No quiero meterme en líos, se lo prometí a mi… A mi amigo. ¿Vale?
- Creo que ya es tarde para eso. Blink, Park, inmovilizarlo.
No, esto no me puede estar pasando. Los chicos no me van a creer cuando se lo cuente… “Oh, otro numerito del tiburón”, comentarán. “Joder, tío, siempre igual” o “Te podías haber esperado a que me terminase la bebida al menos”
Y es que, daba igual qué actitud mostrase el habitante del mar, daban igual sus intenciones, su esfuerzo por mantener la compostura, por no meterse en líos, por ser agradable con la gente y limitarse a, simplemente, estar ahí. Fuera como fuese, intentara lo que intentase, siempre venían a él los problemas.
- Que conste que yo no quería hacerlo, pero me habéis obligado.
El intrépido tiburón se quitó la americana para evitar que se arrugase, aunque ya estaba algo deteriorada, y la dejó sobre una silla. Flexionó levemente las rodillas e invitó a los hombres de seguridad a ir a por él, ante la atenta mirada de todos los ricachones allí presentes. Incluso escuchó a un par apostando por quién ganaría.
- Apuesto diez de los grandes por mí mismo -comentó guiñando un ojo al hombre cuyo puro se acababa de caer tras el gesto del Gyojin.
Dos hombres se abalanzaron sobre el habitante del mar, que se limitó a agarrarlos por sus cabezas y alzarlos.
- Y repito, que no quiero causar ningún problema. Ni sois ni seréis rivales para mí, por favor, marchaos.
Pero aquello pareció enfurecer aún más a los humanos, que fueron en grupo a por él. El tiburón no pudo reprimir una sonrisa, sabía que aquello pasaría. Había instado en innumerables ocasiones a sus rivales a huír, y jamás se había dado el caso en el que lo hubieran hecho. Podría llamarse honor, ego, o de cualquier otra forma, pero el caso era que si el combate llamaba a la puerta, no podías huir.
Lanzó a ambos hombres al suelo y esperó a que el resto -ocho, contando al que parecía su jefe, el hombre que se había dirigido a Luka durante todo el rato- llegasen, retrasando la posición de su puño derecho y marcando el golpe con el izquierdo. Justo en el momento en el que lo creyó oportuno, el Gyojin saltó y desplazó el brazo derecho hasta el frente, creando una onda de choque de tres metros, suficiente para tumbar a los diez hombres y a algún que otro ricachón que pasaba por allí, correteando presa del miedo.
El tiburón se relamió y miró al hombre que le había sacado de la subasta. Cuando se disponía a hablar, entre los gritos de miedo y el caos, aparecieron sus amigos y la mujer que parecía la causante de su estancia allí; Loretta, quien se presentó al instante.
- Os juro que me intenté comunicar con esta mierda, pero no he sido capaz. ¿Os funciona a vosotros? -susurró sin perder de vista a la mujer
Aquella tipa parecía estar segura de cada movimiento que daba. Desde el escenario, en toda su altura, parecía tener el control de todo. Incluso castigó con sus firmes palabras al Gyojin, que la miró con rabia, pero se guardó una contestación. Después observó el detalle de cariño hacia el domador, y se resignó más aún.
- Lo que me faltaba, si estos dos tienen un hijo sería la persona más racista que hubiese en este mundo -comentó en tono de sorna mientras seguía al resto-. Lo digo en serio. Therax sabe que pienso que es un racista, y si no nos conociéramos ya le habría intentado poner en su sitio. Pero la confianza da asco…
Tras andar un rato, la mujer por fín paró y ojeó a cada miembro de la tripulación, manteniendo el incómodo silencio unos segundos más.
- ¿Y bien? ¿Lo podemos hablar aquí ya o tenemos que seguir andando un par de minutos más?
- No pienso discutir ni hablar con un pez -comentó Loretta con un tono seco.
- Luego diréis que vaya tela con el temperamento del tiburón, pero esta gente me está empezando a tocar la fibra… Como suelten otro comentario así, te juro que reviento el puto edificio -comentó mirando a su capitán, para después ojear a la mujer-. Y con esta puta dentro.
El tiburón sierra se alejó un par de metros y se sentó en el suelo. ¿Por qué la gente era así? No tenía sentido sentir tal racismo sin siquiera conocer a la persona. ¿Por qué meter a todos en un saco? Se había esforzado con todas sus fuerzas por no liarla, pero eso ya era un tema del pasado. A nadie le importaba el esfuerzo del Gyojin, sólo veían un único resultado. Líos a su alrededor.
Algún día se cansarán de que la líes constantemente, y ese día todo se irá a la mierda, Luka
Aunque había una cosa que le había venido bien. Tanto ruido en su cabeza había dejado temporalmente las tristes ideas que rondaban sus pensamientos acerca de lo que había hecho unas horas atrás. Aunque desgraciadamente, éstas empezaban a volver de nuevo, entristeciendo de nuevo al pobre tiburón, que continuaba buscando el sentido a su existencia.
Un nuevo lote fue presentado, se trataba de una serie de piezas de marfil, obtenidas de cuernos de distintos animales. Otro delito más para la cuenta de aquella infinita subasta.
- Diez mil aquí -comentó un señor con un traje color gris alzando el brazo.
- Cincuenta -comentó el tiburón, dejando claro de nuevo que ese lote también sería suyo.
Nadie dijo nada, y le volvieron a adjudicar un nuevo lote, el decimotercero. Pero quizá ya había sido suficiente para los organizadores, que empezaron a cuchichear también mientras mostraban otro nuevo objeto, en este caso un autógrafo de Flamenquillo, un joven cantautor que estaba causando furor durante el último año. El primer lote que no interesaba en absoluto al habitante del mar, que se levantó a rellenar su copa.
- ¿Un poquito de ron? -preguntó uno de los camareros al ver las intenciones de Luka.
- Sí, por favor. Un poco más cargado que el anterior.
Echó un vistazo a su alrededor; Demasiado lujo para sentirse agusto, demasiada tontería envuelta de joyas, caros perfumes y distintivos trajes. Ladeó el cuello y se movió hacia su silla de nuevo, pero esta estaba ocupada. ¿Quién le había quitado el sitio?
- Disculpe, caballero -comentó el tiburón en un tono amable-. Ese era mi sitio.
- Oh, perdone. Pero aquél hombre me dijo que me sentara allí, estaba en la reserva de la subasta, pero alguien se ha debido ir.
¿Acaso le habían quitado el sitio por levantarse a por una copa? ¿Qué clase de estúpida norma era esa? El tiburón se acercó hacia el hombre que le había señalado su usurpador de silla y, tras llegar a él, lo miró con detenimiento de arriba a abajo.
- ¿Me puede decir por qué están ocupando mi sitio?
- Verá… Hemos… -el tipo tragó saliva, dubitativo- Hemos pensado que ya ha comprado suficiente.
El semblante del humano denotaba cierto miedo. Quizá sabía a quién tenía enfrente, y que era bastante distinto del resto de los ricachones que estaban allí presentes. O puede que simplemente se viese amedrentado por la altura y robustez del habitante del mar. Éste último intentó calmarse de nuevo, haciendo de nuevo acopio de toda su tranquilidad, que empezaba a ser cada vez menos.
- Ya veo… deme un segundo.
El tiburón se giró e intentó establecer un vínculo con el resto de la banda usando uno de los aparatos que el capitán le había dado y tenía en la oreja derecha. Pero éste no parecía funcionar.
- ¿Chicos, me oís? Necesito vuestra ayuda. Chicos, si no me contestáis puede que la líe. ¿Chicos? ¿Chicas? ¿Therax? Joder, ¿qué coño le pasa a esto?.
- Señor… parece que ha bebido mucho, ¿le acompaño a la salida? -comentó uno de los camareros que antes le había servido ron.
- ¿Qué dice?
- Sí… está… está hablando solo, ¿no?
- ¿Pero qué os pasa a todos? Yo de verdad, os juro que intento tener paciencia, pero es que así no se puede…
- Eh, es ese -comentó un hombre de cabellos morenos y baja estatura, señalando al tiburón con el dedo-. Ese es el de la subasta.
Detrás del hombre con el dedo acusador había un grupo de diez hombres de seguridad que fueron lentamente hacia Luka, mirándose unos a otros, como si estuviesen a punto de realizar algún tipo de plan.
- Disculpe, señor. Parece que está incomodando al resto de los presentes comprando todos los lotes, ¿es eso cierto?
- ¿Incomodando? -el Gyojin se llevó las manos al rostro, incrédulo- He comprado todos los lotes hasta que me han echado, sí. ¿Eso me convierte en…?
- En un acaparador, señor. En las normas ponía bien claro que no se podían comprar más de diez lotes.
- Pues he comprado trece -comentó Luka encogiéndose de hombros-. Se ve que los que dirigen la subasta no se leyeron las normas.
- Perdone, señor, ¿Qué insinúa?
- Mire… Apártese de mi camino, por favor. No quiero meterme en líos, se lo prometí a mi… A mi amigo. ¿Vale?
- Creo que ya es tarde para eso. Blink, Park, inmovilizarlo.
No, esto no me puede estar pasando. Los chicos no me van a creer cuando se lo cuente… “Oh, otro numerito del tiburón”, comentarán. “Joder, tío, siempre igual” o “Te podías haber esperado a que me terminase la bebida al menos”
Y es que, daba igual qué actitud mostrase el habitante del mar, daban igual sus intenciones, su esfuerzo por mantener la compostura, por no meterse en líos, por ser agradable con la gente y limitarse a, simplemente, estar ahí. Fuera como fuese, intentara lo que intentase, siempre venían a él los problemas.
- Que conste que yo no quería hacerlo, pero me habéis obligado.
El intrépido tiburón se quitó la americana para evitar que se arrugase, aunque ya estaba algo deteriorada, y la dejó sobre una silla. Flexionó levemente las rodillas e invitó a los hombres de seguridad a ir a por él, ante la atenta mirada de todos los ricachones allí presentes. Incluso escuchó a un par apostando por quién ganaría.
- Apuesto diez de los grandes por mí mismo -comentó guiñando un ojo al hombre cuyo puro se acababa de caer tras el gesto del Gyojin.
Dos hombres se abalanzaron sobre el habitante del mar, que se limitó a agarrarlos por sus cabezas y alzarlos.
- Y repito, que no quiero causar ningún problema. Ni sois ni seréis rivales para mí, por favor, marchaos.
Pero aquello pareció enfurecer aún más a los humanos, que fueron en grupo a por él. El tiburón no pudo reprimir una sonrisa, sabía que aquello pasaría. Había instado en innumerables ocasiones a sus rivales a huír, y jamás se había dado el caso en el que lo hubieran hecho. Podría llamarse honor, ego, o de cualquier otra forma, pero el caso era que si el combate llamaba a la puerta, no podías huir.
Lanzó a ambos hombres al suelo y esperó a que el resto -ocho, contando al que parecía su jefe, el hombre que se había dirigido a Luka durante todo el rato- llegasen, retrasando la posición de su puño derecho y marcando el golpe con el izquierdo. Justo en el momento en el que lo creyó oportuno, el Gyojin saltó y desplazó el brazo derecho hasta el frente, creando una onda de choque de tres metros, suficiente para tumbar a los diez hombres y a algún que otro ricachón que pasaba por allí, correteando presa del miedo.
El tiburón se relamió y miró al hombre que le había sacado de la subasta. Cuando se disponía a hablar, entre los gritos de miedo y el caos, aparecieron sus amigos y la mujer que parecía la causante de su estancia allí; Loretta, quien se presentó al instante.
- Os juro que me intenté comunicar con esta mierda, pero no he sido capaz. ¿Os funciona a vosotros? -susurró sin perder de vista a la mujer
Aquella tipa parecía estar segura de cada movimiento que daba. Desde el escenario, en toda su altura, parecía tener el control de todo. Incluso castigó con sus firmes palabras al Gyojin, que la miró con rabia, pero se guardó una contestación. Después observó el detalle de cariño hacia el domador, y se resignó más aún.
- Lo que me faltaba, si estos dos tienen un hijo sería la persona más racista que hubiese en este mundo -comentó en tono de sorna mientras seguía al resto-. Lo digo en serio. Therax sabe que pienso que es un racista, y si no nos conociéramos ya le habría intentado poner en su sitio. Pero la confianza da asco…
Tras andar un rato, la mujer por fín paró y ojeó a cada miembro de la tripulación, manteniendo el incómodo silencio unos segundos más.
- ¿Y bien? ¿Lo podemos hablar aquí ya o tenemos que seguir andando un par de minutos más?
- No pienso discutir ni hablar con un pez -comentó Loretta con un tono seco.
- Luego diréis que vaya tela con el temperamento del tiburón, pero esta gente me está empezando a tocar la fibra… Como suelten otro comentario así, te juro que reviento el puto edificio -comentó mirando a su capitán, para después ojear a la mujer-. Y con esta puta dentro.
El tiburón sierra se alejó un par de metros y se sentó en el suelo. ¿Por qué la gente era así? No tenía sentido sentir tal racismo sin siquiera conocer a la persona. ¿Por qué meter a todos en un saco? Se había esforzado con todas sus fuerzas por no liarla, pero eso ya era un tema del pasado. A nadie le importaba el esfuerzo del Gyojin, sólo veían un único resultado. Líos a su alrededor.
Algún día se cansarán de que la líes constantemente, y ese día todo se irá a la mierda, Luka
Aunque había una cosa que le había venido bien. Tanto ruido en su cabeza había dejado temporalmente las tristes ideas que rondaban sus pensamientos acerca de lo que había hecho unas horas atrás. Aunque desgraciadamente, éstas empezaban a volver de nuevo, entristeciendo de nuevo al pobre tiburón, que continuaba buscando el sentido a su existencia.
Rose D. Alviss
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
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Destreza
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Agudeza
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Akuma no mi
Varios
Antes de salir de la habitación, tenía que comprobar que podía llevar encima, por suerte, Korubo al ser una hoja plegable, era candidata seria a llevar. La pude colocar en el antebrazo zurdo, al no ser el traje ceñido, lo podía esconder allí, a partir de ese instante tenía que ir con cuidado a la hora de hacer movimientos con la mano izquierda, no vaya a ser que se notará que llevo algo sospechoso. Y además también dos dagas, una en cada calcetín.
Espero que no haya registros nada más entrar, bueno yo por si acaso iré de los últimos.
Y al fin llegó la reunión, nuestra misión consistía en descubrir las intenciones de Loretta, porque atacaron a los gyojins y rescatar a la sirena amiga de estos. Era la primera noticia sobre ella que tenía, es lo que pasa cuando te ausentas dos años. Nos separamos por grupos, a mí me tocó con Therax y con Marc. No me quejé en absoluto de la elección, el semigigante, que me sorprendió que él realmente no fuera un gigante, daba seguridad, a ver quién es el guapo que le planta cara y el rubio es de los más sensatos y de fiar de la banda, más que yo.
Tras anunciar los equipos, Therax me pegó una colleja, que por desgracia, no ví venir. Empecé a agitar el puño con efusividad en alto, lo que se traduciría en "me vengaré" o "me las pagarás".
Por último el capitán nos entregó a todos un dispositivo de comunicación, divido en dos aparatos, una pulsera que servía para hablar cuando se pulsará el botón, y otro al oído para escuchar.
Fuimos al evento en unos todoterreno limusina, o al menos así lo llamaban, entre el tamaño de los vehículos, el jolgorio que había en su interior, música, alcohol; que era un método de transporte y encima gratis quede fascinado.
- ¿Quién quiere barcos teniendo esto? - Comenté maravillado.
El viaje fue sin lugar a dudas, lo mejor de la noche, y eso que acababa de empezar, pero tenía claro que a partir de aquí, la cosa iría a peor. Si flipe con el carruaje, el hotel donde se celebraba la fiesta era para mear y no echar gota, era enorme, digna de reyes. Había una alfombra roja que conducía al interior, donde te sacaban fotos, como si fueras famoso, pero a mí no me gustaba todo ese rollo, así que a la mínima oportunidad que tuve, me colé sin que se percatara la gente, era uno de los aspectos que había entrenado en mi ausencia, el arte del sigilo.
Cuando conseguí entrar en el hotel en sí, apareció un camarero y me entregó una copa de cava, para luego retirarse. El cava no me entusiasmaba demasiado, pero como la cerveza esta vista como una bebida de plebeyo, me quedaré con ella y la tomaré poco a poco. Nos llevaron a toda la banda, y la gente que iba entrando, a la parte trasera, donde había una carpa de considerables dimensiones.
Nos reunimos Marc, Therax y yo. El rubio me asignó que me enterará de lo que se habla por la fiesta. Asentí y le señale la pulsera que nos dio el pelirrojo, insinuando que será el método que use para comunicar todo lo que oiga. Cogí mi copa y me alejé.
Empecé a moverme por la fiesta haciendo la vieja táctica de fingir que estas buscando a alguien. Me quedé parado al lado de un grupo de mujeres, estiradas con más joyas que neuronas, presumidas, tanto en gestos, como en su forma de hablar, y pijas que rozaban lo ilegal; pensativo, en realidad atento a lo que dicen, a la par que tomaba lentamente el cava, a mi juicio, el género femenino era el más dado a largar cualquier cosa.
- ¿Recuerdas a la prima pequeña del Padre Damián? Pues resulta que no es su prima, sino su hija. Y para colmo la madre de la chiquilla no es su madre, sino su abuela.
- Oh dios mío, estos plebeyos no tiene remedio alguno.
Fue lo más interesante que oí en esa conversación, con sus voces chirriantes.
Ala que fuerte tía, ¡¿qué su prima es su hija?! ¡¿Cómo puede ser la supuesta madre su abuela?!
Me impactó tanto que casi dije mi pensamiento en alto. Mi cabeza en ese instante intentaba imaginar si era posible acaso eso o era un invento de la primera señora para impresionar a la segunda, otro detalle que me llamó la atención era que cura tuviera descendencia, ¿no tenían celibato? Si realmente podía mantener relaciones sexuales e incluso tener una familia, es un oficio que tendría en cuenta si me retiro de la piratería, si llego a vivir lo suficiente para ello.
Casi todas las charlas que escuchaba trataban sobre temas realmente banales para ellos, y en esa ocasión, también para mí: que sus esclavos no trabajan bien, que se quejan demasiado; que están hartos de la piratería junto con acusaciones a la marina de flojos; anécdotas que consistían en humillar a sus siervos... nada que me valiera la pena. Tras un rato, de la conversación de par de hombres de unos cincuenta años, sedentarios, fumando ambos un puro y con monóculo, que si no fuera por que uno era moreno y otro rubio, no había forma de distinguirlos, pude oir la palabra rumor, me acerque lo máximo a ellos.
- ¿Te has enterado? Hay un rumor que dice que una sirena va a ser subastada hoy mismo. ¡Al fin! Tras tantos años, podré tener una en mi poder.
- Eso si no te la quito yo. - Se rieron ambos. - Yo sólo he venido a por la sirena.
Un tercer hombre, este más alto y delgado, pero con más aires de grandeza, se unió a la conversación alegando que será suya. Fue escuchar a estos ricachones y empezar a oír a más gente hablar sobre la amiga de Bak. Cuanto más escuchaba más rabia crecía en mi interior, no me explicaba como hablaban de la sirena como si fuera un cuadro, una escultura, y para desgracia nuestra, estaba MUY cotizada. Lo peor de todo, es que no podía hacerles nada, ni robarles siquiera, ya que tenía que pasar desapercibido y ponerme a birlar carteras provocaría un aumento de la seguridad, que por lo que pude ver, era ínfima, había bastante en la entrada y aproximadamente una docena en el interior, más o menos, pocos para el tipo de gente que hay reunida. Puede que fuera por el poder de Loretta, que nadie se atrevía a arruinar su fiesta, al menos eso aseguraba un tipo de la fiesta, hablando con otro que se quejaba de la poca seguridad, y que en los últimos años no había ocurrido ningún incidente.
Me estaba a punto de ir al baño, un lugar apartado para trasmitir la información, pero uno de la fiesta me interceptó.
- Perdona, pero veo que estás dando vueltas por el recinto, ¿ocurre algo?
- Eh... no, no, sólo estoy buscando a un amigo. - Le dije, con un ligero titubeo, me pilló desprevenido.
- ¿Y cómo se llama? Yo conozco a todo el mundo de esta fiesta. - Me dijo en un intento de alardear.
- Pues se llama... Tipo de Incógnito...- Respondí sin pensar mucho.
¿¡Pero tú eres gilipollas Alviss!? Tipo de Incógnito... ese nombre no se lo cree nadie...
- Eh... ¡Ah sí hombre! Ya sé quien dices, pues ahora que lo dices, lo vi al principio, pero no le he vuelto a ver. Espero que lo encuentres. - Y se fue acto seguido.
Me quedé sorprendido que aquel nombre colara, pero al momento caí en la cuenta, sólo quería fingir ser más importante de lo que era realmente.
Conseguí ir al baño, por suerte para mí, estaba vacío, no se oía nada, pero por si acaso, mire en cada urinario. No había nadie. Pulsé el botón de la pulsera.
- Therax ¿me recibes? - Espere a una respuesta. - Me he enterado que la prima pequeña del Padre Damián no es su prima, sino su hija y la madre no es su madre, sino su abuela. No preguntes cómo es posible, tengo la ligera sospecha que es inventado. Pero bueno, pasemos a lo gordo. Hay un rumor que asegura que se va a subastar a una sirena hoy, seguramente sea la amiga de Bak, y parece ser que muchos invitados han venido única y exclusivamente a participar en dicha puja, parece que esta cotizada. No sé cómo van a rescatarla, pero habría que intentar participar en caso que todo salga mal y necesitaremos mucho dinero. Por último me he fijado que hay muy poca seguridad, insuficiente para el calibre de la fiesta, me da mala espina, seguramente que el grueso este protegiendo a Loretta. No he escuchado nada más digno de contar, corto, cambio o lo que sea.
Tras acabar la conversación, volví a la fiesta y me reuní con casi todos los miembros de la banda. Mientras comíamos lo que había de catering y bebiamos de la barra libre, nos enteramos, en un giro inesperado de acontecimientos, que el capitán tenía novia, gracias a una pregunta de Manué.
- Capitán, sedar y secuestrar a una chica con cloroformo y luego mantenerla cautiva no cuenta como tener novia. Te lo digo porque yo me enteré el otro día. - Bromeé. - ¿Te damos la enhorabuena o el pésame?
Se escuchaba un bullicio al fondo, el pelirrojo aposto que era cosa de Luka y nos dirigimos al lugar de los hechos rápidamente.
Espero que no haya registros nada más entrar, bueno yo por si acaso iré de los últimos.
Y al fin llegó la reunión, nuestra misión consistía en descubrir las intenciones de Loretta, porque atacaron a los gyojins y rescatar a la sirena amiga de estos. Era la primera noticia sobre ella que tenía, es lo que pasa cuando te ausentas dos años. Nos separamos por grupos, a mí me tocó con Therax y con Marc. No me quejé en absoluto de la elección, el semigigante, que me sorprendió que él realmente no fuera un gigante, daba seguridad, a ver quién es el guapo que le planta cara y el rubio es de los más sensatos y de fiar de la banda, más que yo.
Tras anunciar los equipos, Therax me pegó una colleja, que por desgracia, no ví venir. Empecé a agitar el puño con efusividad en alto, lo que se traduciría en "me vengaré" o "me las pagarás".
Por último el capitán nos entregó a todos un dispositivo de comunicación, divido en dos aparatos, una pulsera que servía para hablar cuando se pulsará el botón, y otro al oído para escuchar.
Fuimos al evento en unos todoterreno limusina, o al menos así lo llamaban, entre el tamaño de los vehículos, el jolgorio que había en su interior, música, alcohol; que era un método de transporte y encima gratis quede fascinado.
- ¿Quién quiere barcos teniendo esto? - Comenté maravillado.
El viaje fue sin lugar a dudas, lo mejor de la noche, y eso que acababa de empezar, pero tenía claro que a partir de aquí, la cosa iría a peor. Si flipe con el carruaje, el hotel donde se celebraba la fiesta era para mear y no echar gota, era enorme, digna de reyes. Había una alfombra roja que conducía al interior, donde te sacaban fotos, como si fueras famoso, pero a mí no me gustaba todo ese rollo, así que a la mínima oportunidad que tuve, me colé sin que se percatara la gente, era uno de los aspectos que había entrenado en mi ausencia, el arte del sigilo.
Cuando conseguí entrar en el hotel en sí, apareció un camarero y me entregó una copa de cava, para luego retirarse. El cava no me entusiasmaba demasiado, pero como la cerveza esta vista como una bebida de plebeyo, me quedaré con ella y la tomaré poco a poco. Nos llevaron a toda la banda, y la gente que iba entrando, a la parte trasera, donde había una carpa de considerables dimensiones.
Nos reunimos Marc, Therax y yo. El rubio me asignó que me enterará de lo que se habla por la fiesta. Asentí y le señale la pulsera que nos dio el pelirrojo, insinuando que será el método que use para comunicar todo lo que oiga. Cogí mi copa y me alejé.
Empecé a moverme por la fiesta haciendo la vieja táctica de fingir que estas buscando a alguien. Me quedé parado al lado de un grupo de mujeres, estiradas con más joyas que neuronas, presumidas, tanto en gestos, como en su forma de hablar, y pijas que rozaban lo ilegal; pensativo, en realidad atento a lo que dicen, a la par que tomaba lentamente el cava, a mi juicio, el género femenino era el más dado a largar cualquier cosa.
- ¿Recuerdas a la prima pequeña del Padre Damián? Pues resulta que no es su prima, sino su hija. Y para colmo la madre de la chiquilla no es su madre, sino su abuela.
- Oh dios mío, estos plebeyos no tiene remedio alguno.
Fue lo más interesante que oí en esa conversación, con sus voces chirriantes.
Ala que fuerte tía, ¡¿qué su prima es su hija?! ¡¿Cómo puede ser la supuesta madre su abuela?!
Me impactó tanto que casi dije mi pensamiento en alto. Mi cabeza en ese instante intentaba imaginar si era posible acaso eso o era un invento de la primera señora para impresionar a la segunda, otro detalle que me llamó la atención era que cura tuviera descendencia, ¿no tenían celibato? Si realmente podía mantener relaciones sexuales e incluso tener una familia, es un oficio que tendría en cuenta si me retiro de la piratería, si llego a vivir lo suficiente para ello.
Casi todas las charlas que escuchaba trataban sobre temas realmente banales para ellos, y en esa ocasión, también para mí: que sus esclavos no trabajan bien, que se quejan demasiado; que están hartos de la piratería junto con acusaciones a la marina de flojos; anécdotas que consistían en humillar a sus siervos... nada que me valiera la pena. Tras un rato, de la conversación de par de hombres de unos cincuenta años, sedentarios, fumando ambos un puro y con monóculo, que si no fuera por que uno era moreno y otro rubio, no había forma de distinguirlos, pude oir la palabra rumor, me acerque lo máximo a ellos.
- ¿Te has enterado? Hay un rumor que dice que una sirena va a ser subastada hoy mismo. ¡Al fin! Tras tantos años, podré tener una en mi poder.
- Eso si no te la quito yo. - Se rieron ambos. - Yo sólo he venido a por la sirena.
Un tercer hombre, este más alto y delgado, pero con más aires de grandeza, se unió a la conversación alegando que será suya. Fue escuchar a estos ricachones y empezar a oír a más gente hablar sobre la amiga de Bak. Cuanto más escuchaba más rabia crecía en mi interior, no me explicaba como hablaban de la sirena como si fuera un cuadro, una escultura, y para desgracia nuestra, estaba MUY cotizada. Lo peor de todo, es que no podía hacerles nada, ni robarles siquiera, ya que tenía que pasar desapercibido y ponerme a birlar carteras provocaría un aumento de la seguridad, que por lo que pude ver, era ínfima, había bastante en la entrada y aproximadamente una docena en el interior, más o menos, pocos para el tipo de gente que hay reunida. Puede que fuera por el poder de Loretta, que nadie se atrevía a arruinar su fiesta, al menos eso aseguraba un tipo de la fiesta, hablando con otro que se quejaba de la poca seguridad, y que en los últimos años no había ocurrido ningún incidente.
Me estaba a punto de ir al baño, un lugar apartado para trasmitir la información, pero uno de la fiesta me interceptó.
- Perdona, pero veo que estás dando vueltas por el recinto, ¿ocurre algo?
- Eh... no, no, sólo estoy buscando a un amigo. - Le dije, con un ligero titubeo, me pilló desprevenido.
- ¿Y cómo se llama? Yo conozco a todo el mundo de esta fiesta. - Me dijo en un intento de alardear.
- Pues se llama... Tipo de Incógnito...- Respondí sin pensar mucho.
¿¡Pero tú eres gilipollas Alviss!? Tipo de Incógnito... ese nombre no se lo cree nadie...
- Eh... ¡Ah sí hombre! Ya sé quien dices, pues ahora que lo dices, lo vi al principio, pero no le he vuelto a ver. Espero que lo encuentres. - Y se fue acto seguido.
Me quedé sorprendido que aquel nombre colara, pero al momento caí en la cuenta, sólo quería fingir ser más importante de lo que era realmente.
Conseguí ir al baño, por suerte para mí, estaba vacío, no se oía nada, pero por si acaso, mire en cada urinario. No había nadie. Pulsé el botón de la pulsera.
- Therax ¿me recibes? - Espere a una respuesta. - Me he enterado que la prima pequeña del Padre Damián no es su prima, sino su hija y la madre no es su madre, sino su abuela. No preguntes cómo es posible, tengo la ligera sospecha que es inventado. Pero bueno, pasemos a lo gordo. Hay un rumor que asegura que se va a subastar a una sirena hoy, seguramente sea la amiga de Bak, y parece ser que muchos invitados han venido única y exclusivamente a participar en dicha puja, parece que esta cotizada. No sé cómo van a rescatarla, pero habría que intentar participar en caso que todo salga mal y necesitaremos mucho dinero. Por último me he fijado que hay muy poca seguridad, insuficiente para el calibre de la fiesta, me da mala espina, seguramente que el grueso este protegiendo a Loretta. No he escuchado nada más digno de contar, corto, cambio o lo que sea.
Tras acabar la conversación, volví a la fiesta y me reuní con casi todos los miembros de la banda. Mientras comíamos lo que había de catering y bebiamos de la barra libre, nos enteramos, en un giro inesperado de acontecimientos, que el capitán tenía novia, gracias a una pregunta de Manué.
- Capitán, sedar y secuestrar a una chica con cloroformo y luego mantenerla cautiva no cuenta como tener novia. Te lo digo porque yo me enteré el otro día. - Bromeé. - ¿Te damos la enhorabuena o el pésame?
Se escuchaba un bullicio al fondo, el pelirrojo aposto que era cosa de Luka y nos dirigimos al lugar de los hechos rápidamente.
Marc Kiedis
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Marc sabía que con su show de coctelería y su enorme tamaño llamaría la atención de prácticamente todo el jardín, facilitando así a Alviss su trabajo como improvisado espía. No obstante, no sabía si Therax le seguiría o no el rollo. Durante sus anteriores aventuras juntos, el espadachín rubio había sido la única persona que no había mostrado al averiguar cuál era la habilidad del semigigante. De hecho, este tenía serias dudas de que al domador le gustara el queso. Pero bueno, por el bien del plan probablemente tendría que probar los deliciosos cócteles que el grandullón estaba preparando.
Por suerte para el rubio, Zane no tardó demasiado en aparecer para compartir protagonismo y de paso tomarse un par de bebidas. Al parecer fueron de su agrado, cosa que a Marc le gustó. Quería que sus nuevos compañeros compartiesen su entusiasmo por el queso, aunque en caso de que no fuera así (como sospechaba que ocurría con Therax) no tenían de qué preocuparse, también dominaba la cocina sin usar dicho ingrediente.
Poco a poco, varios miembros de la banda fueron uniéndose a ellos y permanecieron un rato charlando sobre temas banales, en apariencia tan solo disfrutando de la fiesta. Alviss había tenido éxito y había averiguado que estaba prevista la subasta de una sirena. Incluso el pelirrojo confesó que, durante el tiempo en que habían estado separados antes de que él, Therax y Luka conociesen a Marc, se había echado novia. El semigigante, feliz por su nuevo capitán, le dio una palmada en la espalda (tal vez un poco más fuerte de lo que pretendía, pues a veces le costaba controlar su fuerza) mientras le decía riendo:
- Enhorabuena, capi. Entonces, ¿eso significa que si tú te conviertes en Yonkou ella sería la Reina de los Mares?
En ese momento, el ruido de una sucesión de golpes atrajo la atención de todos cuantos nos encontrábamos en la fiesta. El hecho de que cada pocos segundos se viese agua moverse rápidamente nos hizo pensar al instante que probablemente Luka estaría metido en el ajo. Pese al poco tiempo que hacía que le conocía, Marc había podido comprobar ya que al gyojin le perseguían los problemas y que, pese a su gran corazón, se veía envuelto en situaciones complicadas sin quererlo continuamente.
El grandullón siguió a Zane hasta el lugar de donde provenían los golpes y, al llegar allí, pudieron ver al tiburón rodeado de hombres trajeados. Muchos inconscientes, y algunos aún en pie pero asustados ante la fuerza del gyojin. En ese momento apareció la anfitriona de la fiesta, quien se dirigió a Luka en un tono despectivo que hizo que a Marc le hirviera la sangre. ¿Qué derecho tenía esa mujer a hablar así a una persona tan buena como el gyojin? No obstante, el Antiguo Supernova se adelantó y rebajó la tensión velozmente declarando que Luka había venido con él.
Poco después, Loretta, quien sería una mujer realmente hermosa de no ser por la cantidad de cicatrices que recorrían su cuerpo y que su vaporoso vestido no hacía mucho por ocultar, les pidió que le siguieran mientras hacía una proposición velada aunque muy poco sutil a Therax. Mientras caminaban tras ella, Luka bromeó sobre la posible descendencia que saldría de dicha unión, ante lo que Marc no pudo evitar reírse.
Cuando su anfitriona se detuvo, el gyojin intentó empezar la conversación pero, tras una nueva e intolerable falta de respeto por parte de Loretta, comenzó a proferir insultos y se alejó unos metros. Parecía estar viviendo un momento complicado, y a Marc le dio pena ver así a su amigo, por lo que le siguió y se sentó a su lado. Le puso una mano en el hombro y, con una sonrisa, le preguntó:
- ¿Qué pasa Luka? Sé que no debe ser nada fácil estar rodeado de toda esta gente, que piensa que los gyojin no son más que mercancía. Pero piensa que no es simple racismo, va más allá. También compran y venden humanos, así que yo creo que no se trata de que menosprecien a quien no es de su misma raza, sino que ven como inferior a cualquiera que no tenga su estatus social. Créeme, esta gente me gusta tan poco como a ti, pero no te preocupes. Al final les daremos su merecido y conseguiremos liberar a los esclavos que quieran vender. Además, si en algún momento no puedes contenerte más y terminas explotando, no olvides no estás solo. Todos y cada uno de tus nakamas estamos aquí, y no pensamos dejar que te ocurra nada. - En aquel momento, se dio cuenta de que el gyojin probablemente no se habría enterado de que, desde hacía pocas horas, él ya era también parte de los Arashi no Kyoudai. - Que por cierto, he aceptado la oferta de Zane, así que ahora yo también soy uno de tus nakamas.
Esperaba poder ayudar a su amigo de alguna manera, pues el pobre gyojin tenía una funesta expresión en la cara que le hacía parecer ciertamente atormentado en aquellos momentos. Marc no entendía por qué aquella gente era tan odiosa, pero desde luego si la situación acababa sobrepasando a Luka y este terminaba perdiendo el control, el semigigante tenía claro que no tardaría ni un segundo en acudir en su ayuda. Al fin y al cabo, para eso estaban los nakamas.
Por suerte para el rubio, Zane no tardó demasiado en aparecer para compartir protagonismo y de paso tomarse un par de bebidas. Al parecer fueron de su agrado, cosa que a Marc le gustó. Quería que sus nuevos compañeros compartiesen su entusiasmo por el queso, aunque en caso de que no fuera así (como sospechaba que ocurría con Therax) no tenían de qué preocuparse, también dominaba la cocina sin usar dicho ingrediente.
Poco a poco, varios miembros de la banda fueron uniéndose a ellos y permanecieron un rato charlando sobre temas banales, en apariencia tan solo disfrutando de la fiesta. Alviss había tenido éxito y había averiguado que estaba prevista la subasta de una sirena. Incluso el pelirrojo confesó que, durante el tiempo en que habían estado separados antes de que él, Therax y Luka conociesen a Marc, se había echado novia. El semigigante, feliz por su nuevo capitán, le dio una palmada en la espalda (tal vez un poco más fuerte de lo que pretendía, pues a veces le costaba controlar su fuerza) mientras le decía riendo:
- Enhorabuena, capi. Entonces, ¿eso significa que si tú te conviertes en Yonkou ella sería la Reina de los Mares?
En ese momento, el ruido de una sucesión de golpes atrajo la atención de todos cuantos nos encontrábamos en la fiesta. El hecho de que cada pocos segundos se viese agua moverse rápidamente nos hizo pensar al instante que probablemente Luka estaría metido en el ajo. Pese al poco tiempo que hacía que le conocía, Marc había podido comprobar ya que al gyojin le perseguían los problemas y que, pese a su gran corazón, se veía envuelto en situaciones complicadas sin quererlo continuamente.
El grandullón siguió a Zane hasta el lugar de donde provenían los golpes y, al llegar allí, pudieron ver al tiburón rodeado de hombres trajeados. Muchos inconscientes, y algunos aún en pie pero asustados ante la fuerza del gyojin. En ese momento apareció la anfitriona de la fiesta, quien se dirigió a Luka en un tono despectivo que hizo que a Marc le hirviera la sangre. ¿Qué derecho tenía esa mujer a hablar así a una persona tan buena como el gyojin? No obstante, el Antiguo Supernova se adelantó y rebajó la tensión velozmente declarando que Luka había venido con él.
Poco después, Loretta, quien sería una mujer realmente hermosa de no ser por la cantidad de cicatrices que recorrían su cuerpo y que su vaporoso vestido no hacía mucho por ocultar, les pidió que le siguieran mientras hacía una proposición velada aunque muy poco sutil a Therax. Mientras caminaban tras ella, Luka bromeó sobre la posible descendencia que saldría de dicha unión, ante lo que Marc no pudo evitar reírse.
Cuando su anfitriona se detuvo, el gyojin intentó empezar la conversación pero, tras una nueva e intolerable falta de respeto por parte de Loretta, comenzó a proferir insultos y se alejó unos metros. Parecía estar viviendo un momento complicado, y a Marc le dio pena ver así a su amigo, por lo que le siguió y se sentó a su lado. Le puso una mano en el hombro y, con una sonrisa, le preguntó:
- ¿Qué pasa Luka? Sé que no debe ser nada fácil estar rodeado de toda esta gente, que piensa que los gyojin no son más que mercancía. Pero piensa que no es simple racismo, va más allá. También compran y venden humanos, así que yo creo que no se trata de que menosprecien a quien no es de su misma raza, sino que ven como inferior a cualquiera que no tenga su estatus social. Créeme, esta gente me gusta tan poco como a ti, pero no te preocupes. Al final les daremos su merecido y conseguiremos liberar a los esclavos que quieran vender. Además, si en algún momento no puedes contenerte más y terminas explotando, no olvides no estás solo. Todos y cada uno de tus nakamas estamos aquí, y no pensamos dejar que te ocurra nada. - En aquel momento, se dio cuenta de que el gyojin probablemente no se habría enterado de que, desde hacía pocas horas, él ya era también parte de los Arashi no Kyoudai. - Que por cierto, he aceptado la oferta de Zane, así que ahora yo también soy uno de tus nakamas.
Esperaba poder ayudar a su amigo de alguna manera, pues el pobre gyojin tenía una funesta expresión en la cara que le hacía parecer ciertamente atormentado en aquellos momentos. Marc no entendía por qué aquella gente era tan odiosa, pero desde luego si la situación acababa sobrepasando a Luka y este terminaba perdiendo el control, el semigigante tenía claro que no tardaría ni un segundo en acudir en su ayuda. Al fin y al cabo, para eso estaban los nakamas.
Katharina von Steinhell
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Una fiesta, ¿eh? Katharina recordó que cuando era pequeña su padre solía reunir grandes cantidades de gente en el salón de la mansión, cuando aún su madre se encontraba con vida. Recordaba los perfumes caros y la comida exótica; por otro lado, era demasiado joven como para haber probado alguno de los licores que bebía la gente de esa clase. Sonrió con melancolía, procurando que nadie le viese. Jamás pensó que se encontraría en un lugar tan lujoso como ese hotel, rodeada de personas que les importaba más el dinero que la vida, priorizaba absolutamente el poder económico ante las demás criaturas del planeta. Hubiese seguido inmersa en sus pensamientos, pero fue interrumpida por un hombre de bigote fino y gris, quien le ofreció algo para beber.
—No, estoy bien, gracias —respondió fríamente. Además de que no confiaba en esa gente, no sentía necesidad de refrescarse. Quería terminar cuanto antes aquel asunto para comenzar sus aventuras en el Nuevo Mundo, pero su instinto femenino le indicaba que antes de ese viaje sucederían muchas cosas.
Siguiendo las órdenes del pelirrojo, se mantuvo cerca de él, aunque cuestionándose el por qué le obedecía. Si bien era lo más sensato, ella había dejado de recibir órdenes hacía muchísimo. Tenía que pensar con claridad qué era lo que más le convenía, pero cada situación sería evaluada en el momento adecuado. Por otro lado, se mostró confusa ante la declaración de Zane… ¿Es que tenía novia? Supuso que al resto de la tripulación le sorprendía e importaba, pues, al parecer, no tenía una buena reputación con las mujeres. Katharina conoció algunos mujeriegos, pero todos terminaron estampados en la pared. Tenía ya demasiadas preocupaciones como para tener una relación amorosa.
De pronto, un escandaloso sonido le alertó, provocando que se voltease hacia el lugar del sonido. El capitán de la tripulación pirata afirmó que se trataba del Gyojin, y a Katharina no le sorprendió, pues este era una de esas personas que se irritan con facilidad. Si era para ganar dinero, hubiese apostado algo más que solo dos millones, pero captó enseguida que se trataba de una broma. Siguió de cerca a la banda, hasta que esta llegó a encontrarse con Luka, rodeado de algunos hombres inconscientes y otros aún queriendo pelear. La bruja sonrió por dentro al ver que el hombre pez sabía defenderse, pero eso no le salvaba de los comentarios despectivos.
Loretta era una mujer distinguida y de una belleza inigualable, tan provocadora como sensual. ¿Acaso todas las mujeres del bajo mundo eran así…? En todo caso, esas cosas eran irrelevantes. Enseguida la mujer de ojos azules les pidió a los piratas que la siguieran, además de ordenando que sus hombres bajasen las armas. No obstante, no pasó mucho tiempo para que Loretta soltase otro comentario tosco hacia Luka, haciéndole enfadar. Por su parte, Katharina era incapaz de ponerse en el lugar del compañero de Zane, pero sí sabía lo que era la discriminación. Pasó demasiado tiempo sufriendo todo tipo de humillaciones como para saber qué se siente. Y, en prisión, adoptó el mal hábito de no controlar su lengua.
—Te daré unos consejos de mujer a mujer, para que luego no digan que nosotras somos las tontas —le mencionó de repente—. Primero, deberías averiguar quién pertenece y quién no a los Arashi. Segundo, contrata hombres inteligentes y fuertes, no como estos delincuentes que tomas como guardias —espetó, liberando todo el veneno sin ningún filtro—. Tercero, no me agrada el gyojin, pero ni tú ni nadie en este mundo puede ser tan idiota como para faltarle el respeto frente a sus compañeros —en realidad, ella había cometido esa estupidez, pero eran casos diferentes—. Si no quieres que se derrame sangre innecesariamente, comienza a controlar tu boca y, al menos, finge que respetas a los demás.
Cuando la última palabra salió de su boca, se dio cuenta que pudo haber comprometido su integridad… Actuó imprudentemente, ¿desde cuándo se estaba volviendo tan temeraria? En todo caso, no era tiempo de retroceder. Si la había cagado, ya solucionaría los problemas. Seguramente no se esperaba que una mujer salida de la nada le faltase el respeto, pues esa clase de personas gobernaba con base al miedo. Para no mostrar arrepentimiento, pues eso de alguna forma u otra significaba que le temía, frunció aún más el ceño.
—No, estoy bien, gracias —respondió fríamente. Además de que no confiaba en esa gente, no sentía necesidad de refrescarse. Quería terminar cuanto antes aquel asunto para comenzar sus aventuras en el Nuevo Mundo, pero su instinto femenino le indicaba que antes de ese viaje sucederían muchas cosas.
Siguiendo las órdenes del pelirrojo, se mantuvo cerca de él, aunque cuestionándose el por qué le obedecía. Si bien era lo más sensato, ella había dejado de recibir órdenes hacía muchísimo. Tenía que pensar con claridad qué era lo que más le convenía, pero cada situación sería evaluada en el momento adecuado. Por otro lado, se mostró confusa ante la declaración de Zane… ¿Es que tenía novia? Supuso que al resto de la tripulación le sorprendía e importaba, pues, al parecer, no tenía una buena reputación con las mujeres. Katharina conoció algunos mujeriegos, pero todos terminaron estampados en la pared. Tenía ya demasiadas preocupaciones como para tener una relación amorosa.
De pronto, un escandaloso sonido le alertó, provocando que se voltease hacia el lugar del sonido. El capitán de la tripulación pirata afirmó que se trataba del Gyojin, y a Katharina no le sorprendió, pues este era una de esas personas que se irritan con facilidad. Si era para ganar dinero, hubiese apostado algo más que solo dos millones, pero captó enseguida que se trataba de una broma. Siguió de cerca a la banda, hasta que esta llegó a encontrarse con Luka, rodeado de algunos hombres inconscientes y otros aún queriendo pelear. La bruja sonrió por dentro al ver que el hombre pez sabía defenderse, pero eso no le salvaba de los comentarios despectivos.
Loretta era una mujer distinguida y de una belleza inigualable, tan provocadora como sensual. ¿Acaso todas las mujeres del bajo mundo eran así…? En todo caso, esas cosas eran irrelevantes. Enseguida la mujer de ojos azules les pidió a los piratas que la siguieran, además de ordenando que sus hombres bajasen las armas. No obstante, no pasó mucho tiempo para que Loretta soltase otro comentario tosco hacia Luka, haciéndole enfadar. Por su parte, Katharina era incapaz de ponerse en el lugar del compañero de Zane, pero sí sabía lo que era la discriminación. Pasó demasiado tiempo sufriendo todo tipo de humillaciones como para saber qué se siente. Y, en prisión, adoptó el mal hábito de no controlar su lengua.
—Te daré unos consejos de mujer a mujer, para que luego no digan que nosotras somos las tontas —le mencionó de repente—. Primero, deberías averiguar quién pertenece y quién no a los Arashi. Segundo, contrata hombres inteligentes y fuertes, no como estos delincuentes que tomas como guardias —espetó, liberando todo el veneno sin ningún filtro—. Tercero, no me agrada el gyojin, pero ni tú ni nadie en este mundo puede ser tan idiota como para faltarle el respeto frente a sus compañeros —en realidad, ella había cometido esa estupidez, pero eran casos diferentes—. Si no quieres que se derrame sangre innecesariamente, comienza a controlar tu boca y, al menos, finge que respetas a los demás.
Cuando la última palabra salió de su boca, se dio cuenta que pudo haber comprometido su integridad… Actuó imprudentemente, ¿desde cuándo se estaba volviendo tan temeraria? En todo caso, no era tiempo de retroceder. Si la había cagado, ya solucionaría los problemas. Seguramente no se esperaba que una mujer salida de la nada le faltase el respeto, pues esa clase de personas gobernaba con base al miedo. Para no mostrar arrepentimiento, pues eso de alguna forma u otra significaba que le temía, frunció aún más el ceño.
-Pues depende de la época del mes, una cosa o la otra –bromeé con Alviss, haciendo gala del humor más machista y retrogrado que pude sacar de mis adentros. Entretanto, la mafiosa nos indicó que la siguiéramos, e hice una señal a mis compañeros para que así fuera, pero antes me retrasé un poco para hablar con Spanner-. No ha estado con nosotros en casi toda la noche y tu aspecto ha cambiado más que el de ninguno de nosotros, así que haz algo de tu magia y ve con Alviss a la parte trasera, cuando escuches jaleo libera a todos y nos vamos –le dije en voz baja, para justo después comenzar a andar.
Me puse al lado de Luka, que estaba más retrasado que ninguno, junto a Therax como siempre. En ocasiones dudaba de si había o no una relación interracial entre ellos dos, pues pasaban demasiado tiempo juntos, incluso diría que se llevaban demasiado bien. Eso era algo que me gustaba, para algo había decidido nombrarlos mis dos comandantes, junto a Spanner que tendría ese rango junto al de vicecapitán, pero era una relación extraña.
-Alegra esa cara, socio. Que si eres feo de normal, así aún más –le guiñé, intentando sacarle una sonrisa. Yo no era el mejor animando, es más, no solía ser muy empático con los sentimiento de los demás, pero la familia era la familia y por mis huevos que iba a conseguir que se animara.
Cuando quise darme cuenta, la mafiosa se estaba encarando con Selene, ¿qué demonios había pasado? Solo me había despistado un minuto y ya la estaba liando. Primero con los cazarrecompensas de Dressrosa, antes con Luka y ahora con Loretta, ¿acaso siempre estaba metiéndose en líos esta muchacha o qué? En fin. Me acerqué a ver qué pasaba y lo último que escuché me dejó boquiabierto, casi asombrado.
«Si no quieres que se derrame sangre innecesariamente, comienza a controlar tu boca y, al menos, finge que respetas a los demás.»
Eso le dijo, con todo su coño. ¿Eso era valentía o imprudencia? Puede que una mezcla de ambas, y eso me gustó.
-¿Estás amenazándome a mí? ¿En mi casa? –dijo Lorena, cerrando el puño y clavando su mirada sobre Selene.
-Que haya paz, gatitas –intervine, poniendo mi mano sobre el hombro de Selene y frunciendo el ceño, para luego coger de la mano a Loretta-. Creo que no es conveniente que en un acontecimiento como este se forme una pelea innecesaria, ¿verdad? –le besé el dorso de la mano y le di mi mejor sonrisa, intentando camelarme a la mujer.
-Lo siento, muchacho. Pero después de probar con un D. Kenshin tengo suficiente, me recuerdas demasiado a tu padre y no le tengo precisamente aprecio. En cambio, si fuera con ese rubito de ahí, no te diría que no-Loretta señaló a Therax y le volvió a guiñar un ojo-. ¿Qué me dices? Me dejas una noche a ese bombocito y estamos en paz.
-Eso es cosa suya –respondí, intentando no reírme en esa situación-. Y a todo esto, ¿qué es eso que te debo? –le pregunté.
-Tu padre me debe dinero, y las deudas van en orden descendente.
-Yo no soy mi padre.
-Lo sé, pero los berries son los berries. Así que que me dices, ¿me dejas pasar un buen rato con el rubio y hacemos borrón y cuenta nueva?
-Como te he dicho, eso depende de él.
Me puse al lado de Luka, que estaba más retrasado que ninguno, junto a Therax como siempre. En ocasiones dudaba de si había o no una relación interracial entre ellos dos, pues pasaban demasiado tiempo juntos, incluso diría que se llevaban demasiado bien. Eso era algo que me gustaba, para algo había decidido nombrarlos mis dos comandantes, junto a Spanner que tendría ese rango junto al de vicecapitán, pero era una relación extraña.
-Alegra esa cara, socio. Que si eres feo de normal, así aún más –le guiñé, intentando sacarle una sonrisa. Yo no era el mejor animando, es más, no solía ser muy empático con los sentimiento de los demás, pero la familia era la familia y por mis huevos que iba a conseguir que se animara.
Cuando quise darme cuenta, la mafiosa se estaba encarando con Selene, ¿qué demonios había pasado? Solo me había despistado un minuto y ya la estaba liando. Primero con los cazarrecompensas de Dressrosa, antes con Luka y ahora con Loretta, ¿acaso siempre estaba metiéndose en líos esta muchacha o qué? En fin. Me acerqué a ver qué pasaba y lo último que escuché me dejó boquiabierto, casi asombrado.
«Si no quieres que se derrame sangre innecesariamente, comienza a controlar tu boca y, al menos, finge que respetas a los demás.»
Eso le dijo, con todo su coño. ¿Eso era valentía o imprudencia? Puede que una mezcla de ambas, y eso me gustó.
-¿Estás amenazándome a mí? ¿En mi casa? –dijo Lorena, cerrando el puño y clavando su mirada sobre Selene.
-Que haya paz, gatitas –intervine, poniendo mi mano sobre el hombro de Selene y frunciendo el ceño, para luego coger de la mano a Loretta-. Creo que no es conveniente que en un acontecimiento como este se forme una pelea innecesaria, ¿verdad? –le besé el dorso de la mano y le di mi mejor sonrisa, intentando camelarme a la mujer.
-Lo siento, muchacho. Pero después de probar con un D. Kenshin tengo suficiente, me recuerdas demasiado a tu padre y no le tengo precisamente aprecio. En cambio, si fuera con ese rubito de ahí, no te diría que no-Loretta señaló a Therax y le volvió a guiñar un ojo-. ¿Qué me dices? Me dejas una noche a ese bombocito y estamos en paz.
-Eso es cosa suya –respondí, intentando no reírme en esa situación-. Y a todo esto, ¿qué es eso que te debo? –le pregunté.
-Tu padre me debe dinero, y las deudas van en orden descendente.
-Yo no soy mi padre.
-Lo sé, pero los berries son los berries. Así que que me dices, ¿me dejas pasar un buen rato con el rubio y hacemos borrón y cuenta nueva?
-Como te he dicho, eso depende de él.
«Eso es», pensó Therax al ver cómo Marc se convertía en el centro de atención del lugar. Hacía malabares con la coctelera que acababa de crear. Se asemejaba bastante a una de verdad, de eso no cabía duda, pero el rubio conocía cuáles eran sus habilidades y sabía el material del que estaba hecha. Pocas cosas había en el mundo que le gustasen menos que el queso, pero debía admitir que en esa ocasión estaba resultando extremadamente útil.
Sin embargo, la sonrisa que había aparecido en su rostro se esfumó cuando, unos instantes después, le ofreció la negra copa. Sabía de qué material estaba hecha, algo que de por sí le disgustaba. No obstante, aquello no era lo peor. Había visto nacer una sustancia de un inquietante color verde del dedo del semigigante poco antes de que se la ofreciera. Además, el nauseabundo olor que emanaba del recipiente golpeó con violencia sus fosas nasales, arrancando un sonoro quejido de su estómago. Le estaba avisando de que sacara de su mente la idea de probar aquel mejunje, pero ¿qué debía hacer?
Marc había conseguido atraer toda la atención de la audiencia, tal y como indicaban los aplausos a su alrededor. Entonces, la voz de Alviss llegó hasta sus oídos a través del comunicador. Con los ojos aun fijos sobre la copa oscura, filtró la información y desechó lo concerniente al cura y su descendencia. ¿Qué le importaba aquello?
Separó un poco la cara del recipiente, dispuesto a hacer llegar la información a Zane, pero se dio cuenta de lo absurdo que era aquello. Si él se había enterado, los demás debían haberlo hecho también. Fue entonces cuando el semigigante le acercó aún más su combinado, demasiado. No pudo reprimir una arcada, que fue seguida por varias más hasta que el contenido de su estómago fue expulsado con violencia sobre la copa.
Si las miradas ya se encontraban sobre ellos con anterioridad, aquella acción atrajo la poca expectación que aún no había reparado en ellos. Sin embargo, los rostros que antes dejaban ver asombro y diversión mostraban una profunda sensación de asco.
Therax tragó saliva al finalizar, notando un regusto ácido y desagradable que provocó que torciera el gesto. Todo el mundo le miraba y el silencio imperaba en el lugar, pero los curiosos no tardaron en intentar volver a la normalidad y les dieron la espalda. Había sido sin querer, pero si lo hubiese hecho de forma intencionada el resultado habría sido mucho peor, de eso no cabía duda.
El evento continuó, recuperando la normalidad y desembocando en que todos los Arashi coincidiesen en la misma mesa. Al parecer Zane tenía novia, pero el rubio optó por no prestar atención a ese detalle por el momento y sacar a debate cuál debía ser el siguiente movimiento.
Por desgracia –o por fortuna, según la perspectiva-, el transcurso de los acontecimientos se adelantó a él. Aunque tal vez dicho transcurso tuviese nombre propio y fuese un gyojin con un serio problema de control de la ira. «¿Nunca va a aprender a estarse quietecito?», se quejó el domador en su fuero interno mientras se dirigían al origen del alboroto.
-Creo que es obvio que no –replicó la profunda voz de “H” en su interior.
Había varios cuerpos en el suelo, sin duda derribados por los grandes puños del hombre-pez. Entonces se impuso una voz femenina, autoritaria como pocas, cuya dueña sin duda no había nacido entre la alta sociedad que abarrotaba el lugar. Las cicatrices que adornaban su cuerpo daban fe de ello, y Therax no dejó de contemplarlas con suspicacia hasta que Loretta le dirigió un gesto.
-Toda para ti –respondió en voz baja el espadachín ante el comentario de su capitán.
Un nuevo comentario mordaz de la anfitriona provocó que el rubio tantease la hoja de Yuki-onna, pero se esforzó por tranquilizarse y guardar su enfado para luego. Aún desconocía por qué se encontraban allí y no era buena idea actuar de un modo tan imprudente sin saber a qué atenerse. Quien no se lo pensó fue Selene, que se tomó la licencia de reprender a la mujer de ojos azules y darle unos consejos no demasiado constructivos. El espadachín no pudo reprimir una media sonrisa, pero enseguida recuperó su semblante habitual.
No obstante, la estupefacción volvió a su rostro al oír la conversación entre su capitán y Loretta. ¿En serio pensaba que se prostituiría para pagar las deudas de su padre? Por un momento recordó la paliza recibida por parte de aquel mink en Ériu Land. Ni pensarlo. Si las posibilidades ya eran nulas de por sí, con ese detalle adquirían un valor negativo.
-Ni de coña –respondió, encogiéndose de hombros en el proceso-. Si tú no te encargas de las deudas de tu padre, imagínate yo. Además, tiene pinta de raspar –añadió, realizando un gesto en alusión a las cicatrices.
Sin embargo, la sonrisa que había aparecido en su rostro se esfumó cuando, unos instantes después, le ofreció la negra copa. Sabía de qué material estaba hecha, algo que de por sí le disgustaba. No obstante, aquello no era lo peor. Había visto nacer una sustancia de un inquietante color verde del dedo del semigigante poco antes de que se la ofreciera. Además, el nauseabundo olor que emanaba del recipiente golpeó con violencia sus fosas nasales, arrancando un sonoro quejido de su estómago. Le estaba avisando de que sacara de su mente la idea de probar aquel mejunje, pero ¿qué debía hacer?
Marc había conseguido atraer toda la atención de la audiencia, tal y como indicaban los aplausos a su alrededor. Entonces, la voz de Alviss llegó hasta sus oídos a través del comunicador. Con los ojos aun fijos sobre la copa oscura, filtró la información y desechó lo concerniente al cura y su descendencia. ¿Qué le importaba aquello?
Separó un poco la cara del recipiente, dispuesto a hacer llegar la información a Zane, pero se dio cuenta de lo absurdo que era aquello. Si él se había enterado, los demás debían haberlo hecho también. Fue entonces cuando el semigigante le acercó aún más su combinado, demasiado. No pudo reprimir una arcada, que fue seguida por varias más hasta que el contenido de su estómago fue expulsado con violencia sobre la copa.
Si las miradas ya se encontraban sobre ellos con anterioridad, aquella acción atrajo la poca expectación que aún no había reparado en ellos. Sin embargo, los rostros que antes dejaban ver asombro y diversión mostraban una profunda sensación de asco.
Therax tragó saliva al finalizar, notando un regusto ácido y desagradable que provocó que torciera el gesto. Todo el mundo le miraba y el silencio imperaba en el lugar, pero los curiosos no tardaron en intentar volver a la normalidad y les dieron la espalda. Había sido sin querer, pero si lo hubiese hecho de forma intencionada el resultado habría sido mucho peor, de eso no cabía duda.
El evento continuó, recuperando la normalidad y desembocando en que todos los Arashi coincidiesen en la misma mesa. Al parecer Zane tenía novia, pero el rubio optó por no prestar atención a ese detalle por el momento y sacar a debate cuál debía ser el siguiente movimiento.
Por desgracia –o por fortuna, según la perspectiva-, el transcurso de los acontecimientos se adelantó a él. Aunque tal vez dicho transcurso tuviese nombre propio y fuese un gyojin con un serio problema de control de la ira. «¿Nunca va a aprender a estarse quietecito?», se quejó el domador en su fuero interno mientras se dirigían al origen del alboroto.
-Creo que es obvio que no –replicó la profunda voz de “H” en su interior.
Había varios cuerpos en el suelo, sin duda derribados por los grandes puños del hombre-pez. Entonces se impuso una voz femenina, autoritaria como pocas, cuya dueña sin duda no había nacido entre la alta sociedad que abarrotaba el lugar. Las cicatrices que adornaban su cuerpo daban fe de ello, y Therax no dejó de contemplarlas con suspicacia hasta que Loretta le dirigió un gesto.
-Toda para ti –respondió en voz baja el espadachín ante el comentario de su capitán.
Un nuevo comentario mordaz de la anfitriona provocó que el rubio tantease la hoja de Yuki-onna, pero se esforzó por tranquilizarse y guardar su enfado para luego. Aún desconocía por qué se encontraban allí y no era buena idea actuar de un modo tan imprudente sin saber a qué atenerse. Quien no se lo pensó fue Selene, que se tomó la licencia de reprender a la mujer de ojos azules y darle unos consejos no demasiado constructivos. El espadachín no pudo reprimir una media sonrisa, pero enseguida recuperó su semblante habitual.
No obstante, la estupefacción volvió a su rostro al oír la conversación entre su capitán y Loretta. ¿En serio pensaba que se prostituiría para pagar las deudas de su padre? Por un momento recordó la paliza recibida por parte de aquel mink en Ériu Land. Ni pensarlo. Si las posibilidades ya eran nulas de por sí, con ese detalle adquirían un valor negativo.
-Ni de coña –respondió, encogiéndose de hombros en el proceso-. Si tú no te encargas de las deudas de tu padre, imagínate yo. Además, tiene pinta de raspar –añadió, realizando un gesto en alusión a las cicatrices.
Luka Rooney
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El tiburón estaba inmerso en sus pensamientos, intentando encontrar la calma que tanto ansiaba, cuando su gran amigo Marc se acercó a él y, tras un sonoro temblor, se percató que se había sentado a su lado. El grandullón hizo apego a su gran personalidad y su bondad, animando al gyojin y dándose cuenta que no estaba bien, algo que no sorprendió demasiado a Luka. Quizá su gesto no era demasiado expresivo, pero su forma de ser durante aquellos días distaba bastante de lo que era común en él.
- Gracias, amigo. No estoy pasando por mi mejor momento, creo que casi todos me lo habéis notado. ¿Sabes esa sensación cuando te quedas en un cuarto que no conoces a oscuras y palpas cada rincón hasta dar con la puerta? Creo que eso es lo que mejor define cómo me encuentro. Estoy buscando esa salida que me haga volver al Luka que era antes. Aunque entre tú y yo… creo que ese Luka ha muerto. Al menos en una gran parte.
El tiburón hizo una pausa adrede al ver cómo la bruja hablaba con aquella mujer de diversas cicatrices, pidiendo respeto y poniéndose, aunque fuera de manera indirecta, de parte del habitante del mar. Aquello sorprendió bastante al tiburón, que no se esperaba que la mujer fuese a hablar, y mucho menos a situarse en aquél bando. Quizá, después de todo, su relación de odio fuese un punto de unión. Aunque quizá esa unión había tardado demasiado en llegar. O puede que solo fuese un espejismo. De cualquier manera, el gyojin volvió a mirar a Marc, que seguía sentado devolviéndole la mirada con una amplia sonrisa. Incluso le comentó que ya, oficialmente, era su nuevo nakama. Aunque aquello alegró durante unos segundos al habitante del mar, éste pronto volvió a su oscuridad.
- Tienes razón en que no es simple racimo. Va mucho más allá, y eso es lo que me mosquea... A veces… A veces creo que este mundo no merece la pena. He sufrido mucho… Mucho más de lo que puedas imaginarte. Jamás he hablado de ello porque siempre pensé que sería peor. Pero ha llegado un punto, en el que creo que ni siquiera yo actúo bien. Aquella mujer… -comentó señalando a Selene- Aquella mujer me lo dijo. La conocí en una isla donde traficaban con esclavos, y me encargué de liberarles. Pero… ¿Acaso conseguí algo? No sé qué será de esa gente, ni si tanto esfuerzo habrá servido de algo. ¿Y si la mafia que los compró ha ido a por ellos? ¿en qué lugar me pone ahora a mí? ¿Qué se supone que debo hacer? Pensé que tenía claro mi lugar en este mundo, pero lo cierto es que ahora mismo no sé qué hacer. Todo a mi alrededor es oscuridad. Intento pasar desapercibido y los problemas vienen a mí, me quedo quieto y el resultado es el mismo. No sé… yo creo que esta aventura ha acabado para mí.
Puede que la entrada de Marc sea una señal y esté llamado a ser mi sustituto Se cuestionó de manera interna el habitante del mar
El desolado tiburón estuvo apunto de soltar alguna lágrima, consciente de lo que aquellas palabras significaban. Pero consiguió reprimirla, aunque sus ojos lucían bastante más tristes que de costumbre, incluso parecían estar al borde de soltar un río de tristeza.
- Supongo que necesito tiempo -susurró, aunque estaba seguro que Marc le oiría-. Me alegro mucho que ahora seas nuestro nakama. Seguro que vives muchas aventuras con nosotros -comentó fingiendo una sonrisa y dando un cálido abrazo-. Levantémonos y veamos qué nos cuenta esta gente. No sé qué tramará esa tal Loretta, pero… Me huele bastante mal.
El gyojin intentó dejar de lado sus sentimientos y su oscura nube que cubría cualquier posible rayo de sol que intentase incidir sobre él, y tras ello se acercó al resto del grupo, donde escuchó las palabras del rubio, que negó algo sobre una deuda del padre de Zane y, tras ello, hizo alusiones a las cicatrices de aquella mujer. ¿Acaso iba en serio lo de acostarse con él? ¿Qué tipo de mujer perdona una deuda por ello? Debía de necesitar afecto a cualquier precio… y ni aún así le habían aceptado la oferta. El tiburón hubiera hecho cualquier tipo de comentario hiriente en unas condiciones normales, pero su estado anímico no acompañaba a la sorna que requería el momento. Quizá más adelante… Puede que sí.
- Gracias, amigo. No estoy pasando por mi mejor momento, creo que casi todos me lo habéis notado. ¿Sabes esa sensación cuando te quedas en un cuarto que no conoces a oscuras y palpas cada rincón hasta dar con la puerta? Creo que eso es lo que mejor define cómo me encuentro. Estoy buscando esa salida que me haga volver al Luka que era antes. Aunque entre tú y yo… creo que ese Luka ha muerto. Al menos en una gran parte.
El tiburón hizo una pausa adrede al ver cómo la bruja hablaba con aquella mujer de diversas cicatrices, pidiendo respeto y poniéndose, aunque fuera de manera indirecta, de parte del habitante del mar. Aquello sorprendió bastante al tiburón, que no se esperaba que la mujer fuese a hablar, y mucho menos a situarse en aquél bando. Quizá, después de todo, su relación de odio fuese un punto de unión. Aunque quizá esa unión había tardado demasiado en llegar. O puede que solo fuese un espejismo. De cualquier manera, el gyojin volvió a mirar a Marc, que seguía sentado devolviéndole la mirada con una amplia sonrisa. Incluso le comentó que ya, oficialmente, era su nuevo nakama. Aunque aquello alegró durante unos segundos al habitante del mar, éste pronto volvió a su oscuridad.
- Tienes razón en que no es simple racimo. Va mucho más allá, y eso es lo que me mosquea... A veces… A veces creo que este mundo no merece la pena. He sufrido mucho… Mucho más de lo que puedas imaginarte. Jamás he hablado de ello porque siempre pensé que sería peor. Pero ha llegado un punto, en el que creo que ni siquiera yo actúo bien. Aquella mujer… -comentó señalando a Selene- Aquella mujer me lo dijo. La conocí en una isla donde traficaban con esclavos, y me encargué de liberarles. Pero… ¿Acaso conseguí algo? No sé qué será de esa gente, ni si tanto esfuerzo habrá servido de algo. ¿Y si la mafia que los compró ha ido a por ellos? ¿en qué lugar me pone ahora a mí? ¿Qué se supone que debo hacer? Pensé que tenía claro mi lugar en este mundo, pero lo cierto es que ahora mismo no sé qué hacer. Todo a mi alrededor es oscuridad. Intento pasar desapercibido y los problemas vienen a mí, me quedo quieto y el resultado es el mismo. No sé… yo creo que esta aventura ha acabado para mí.
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El desolado tiburón estuvo apunto de soltar alguna lágrima, consciente de lo que aquellas palabras significaban. Pero consiguió reprimirla, aunque sus ojos lucían bastante más tristes que de costumbre, incluso parecían estar al borde de soltar un río de tristeza.
- Supongo que necesito tiempo -susurró, aunque estaba seguro que Marc le oiría-. Me alegro mucho que ahora seas nuestro nakama. Seguro que vives muchas aventuras con nosotros -comentó fingiendo una sonrisa y dando un cálido abrazo-. Levantémonos y veamos qué nos cuenta esta gente. No sé qué tramará esa tal Loretta, pero… Me huele bastante mal.
El gyojin intentó dejar de lado sus sentimientos y su oscura nube que cubría cualquier posible rayo de sol que intentase incidir sobre él, y tras ello se acercó al resto del grupo, donde escuchó las palabras del rubio, que negó algo sobre una deuda del padre de Zane y, tras ello, hizo alusiones a las cicatrices de aquella mujer. ¿Acaso iba en serio lo de acostarse con él? ¿Qué tipo de mujer perdona una deuda por ello? Debía de necesitar afecto a cualquier precio… y ni aún así le habían aceptado la oferta. El tiburón hubiera hecho cualquier tipo de comentario hiriente en unas condiciones normales, pero su estado anímico no acompañaba a la sorna que requería el momento. Quizá más adelante… Puede que sí.
Katharina von Steinhell
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No tenía ninguna intención de callar lo que pensaba, menos ante una mujer tan vulgar como Loretta. Si el pelirrojo no hubiese intervenido, habría empuñado la guadaña demoníaca para hacerle frente y darle un par de lecciones. Katharina estaba envuelta en esa situación por culpa de la mujer del bajo mundo… Lo único que quería era comprar algo de ropa y tener una tarde tranquila, pero ella se había encargado de fastidiarle uno de sus pocos días de descanso. Quitó el hombro de la mano de Zane, manifestando molestia. ¿Cómo es que aún podía existir gente así? Hacía mucho tiempo que no sentía cólera, mucho, aunque era incapaz de encontrar el por qué. Ninguno de esos hombres le importaba, ¿qué más daba que discriminaran al gyojin?
Katharina se mordió el labio, dejando que un hilillo de sangre se deslizase sutilmente. Recordó las veces que tuvo que callar para no recibir un castigo aún más inhumano, recordó todas esas ocasiones en que tuvo que reprimirse a sí misma para obtener finalmente la libertad. ¿Acaso esa situación no era idéntica? La bruja podía ser egoísta y muchas veces mostrarse como una verdadera tirana, pero también repudiaba la discriminación y la esclavitud. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por la aparición del gyojin y los deseos sexuales de Loretta, quien encontró atractivo a Therax, el rubio de la banda. Ya había suficientes motivos para lanzar otro comentario venenoso, aunque prefirió guardárselo.
—Vaya, parece que el pez sí tiene sentimientos —le comentó a Luka, procurando que la mujer de las cicatrices no escuchara—. Escucha bien porque no lo repetiré: ¿qué importa lo que piensan los demás, cuando tienes gente que te cuida la espalda? No pongas esa cara de idiota, te ves aún más lamentable. Tienes compañeros con los que cambiar al mundo —le susurró aquella última frase para luego alejarse y sentarse en una banca.
¿Cuál era la diferencia entre el pez amargado y ella? Primero, a Katharina no le importaba lo que los demás pensasen de ella. Le habían dicho de todo. Y todos pensaban lo peor, pero la realidad era que nadie tenía los huevos para hacer lo que ella hacía. Segundo, él tenía compañeros que se preocupaban. Desde la muerte de Freya, su hermana menor, ya nadie se interesaba por saber de Katharina y se había acostumbrado tanto que ni siquiera se cuestionaba si estaba bien o no. En todo caso, no quería admitir que estaba intentando levantarle el ánimo al gyojin; tampoco quería admitir que vivir aventuras con más personas podía ser… interesante. «¡Enfócate, idiota! Has llegado hasta aquí únicamente por desconfiar de los demás… Tú termina el trabajo y vete, no volverás a saber de estos piratas», se dijo a sí misma.
—Como te han rechazado, la deuda sigue en pie, ¿no? —Le dijo a la mujer del bajo mundo tras levantarse de su asiento y despejar la mente— Yo no tengo nada que ver con eso, pero tampoco me dejarás tranquila, así que… negociemos. ¿Hay algo que podamos hacer para responder por las acciones del padre de Zane?
Katharina se mordió el labio, dejando que un hilillo de sangre se deslizase sutilmente. Recordó las veces que tuvo que callar para no recibir un castigo aún más inhumano, recordó todas esas ocasiones en que tuvo que reprimirse a sí misma para obtener finalmente la libertad. ¿Acaso esa situación no era idéntica? La bruja podía ser egoísta y muchas veces mostrarse como una verdadera tirana, pero también repudiaba la discriminación y la esclavitud. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por la aparición del gyojin y los deseos sexuales de Loretta, quien encontró atractivo a Therax, el rubio de la banda. Ya había suficientes motivos para lanzar otro comentario venenoso, aunque prefirió guardárselo.
—Vaya, parece que el pez sí tiene sentimientos —le comentó a Luka, procurando que la mujer de las cicatrices no escuchara—. Escucha bien porque no lo repetiré: ¿qué importa lo que piensan los demás, cuando tienes gente que te cuida la espalda? No pongas esa cara de idiota, te ves aún más lamentable. Tienes compañeros con los que cambiar al mundo —le susurró aquella última frase para luego alejarse y sentarse en una banca.
¿Cuál era la diferencia entre el pez amargado y ella? Primero, a Katharina no le importaba lo que los demás pensasen de ella. Le habían dicho de todo. Y todos pensaban lo peor, pero la realidad era que nadie tenía los huevos para hacer lo que ella hacía. Segundo, él tenía compañeros que se preocupaban. Desde la muerte de Freya, su hermana menor, ya nadie se interesaba por saber de Katharina y se había acostumbrado tanto que ni siquiera se cuestionaba si estaba bien o no. En todo caso, no quería admitir que estaba intentando levantarle el ánimo al gyojin; tampoco quería admitir que vivir aventuras con más personas podía ser… interesante. «¡Enfócate, idiota! Has llegado hasta aquí únicamente por desconfiar de los demás… Tú termina el trabajo y vete, no volverás a saber de estos piratas», se dijo a sí misma.
—Como te han rechazado, la deuda sigue en pie, ¿no? —Le dijo a la mujer del bajo mundo tras levantarse de su asiento y despejar la mente— Yo no tengo nada que ver con eso, pero tampoco me dejarás tranquila, así que… negociemos. ¿Hay algo que podamos hacer para responder por las acciones del padre de Zane?
Marc Kiedis
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La confesión del gyojin sobre su estado de ánimo dejó a Marc un tanto frío. No imaginaba que lo que acongojaba a su amigo fuese algo tan profundo, que hubiese hecho mella en su corazón hasta tal punto. Saber que Luka estaba tan desolado hizo que el semigigante se preocupase aún más por él.
Durante la intencionada pausa de la conversación ambos pudieron escuchar a la misteriosa hechicera pelirroja retando a la anfitriona de la fiesta, aparentemente defendiendo al gyojin. Resultaba sorprendente pues, aunque apenas había pasado tiempo con los dos juntos, Marc había podido percibir una importante tensión entre ambos.
Poco después, Luka continuó hablando, explicando cómo había conocido a Selene, y la naturaleza de sus cavilaciones sobre el tema del racismo. Escuchando a su amigo, algo despertó en el interior de Marc. La voluntad de ayudarle de la mejor forma que pudiese, el esfuerzo que estaba poniendo en comprender a su amigo lo mejor posible para así poder hacer algo por él hizo que un extraño sentido despertase dentro de él. En ese momento, comenzó a notar que entendía algo más profundamente los sentimientos de Luka. Aquella duda sobre si valía la pena luchar por lo que uno creía cuando después ese esfuerzo no servía para marcar una diferencia en el mundo, y la desesperación de quien se está cuestionando todo en cuanto siempre ha creído. No podía dejar que su amigo siguiese fustigándose de esa manera, pues así no conseguiría nada salvo sentirse cada vez peor. Por lo tanto, el semigigante se vio obligado a intervenir para tratar de consolar al gyojin:
- No desesperes, Luka. Tienes un gran corazón, y no puedes dejar que personas tan cínicas como esa tal Selene te contagien su visión del mundo. Puede que al liberar a esos esclavos no consiguieras cambiar la sociedad, ni evitar que la esclavitud continúe existiendo. Pero no pienses que eso equivale a no hacer diferencias, ni mucho menos. Te aseguro que para todos y cada uno de los esclavos a los que liberaste tu actuación supuso una enorme diferencia, y que todos ellos llevaban tiempo deseando en lo más profundo de su ser que alguien hiciera lo que tú hiciste. Y sólo por eso ya merece la pena actuar. El mundo puede ser un lugar mejor, y depende de nosotros ir haciendo poco a poco que así sea, aunque sea grano de arena a grano de arena. Por pequeña que sea, ninguna aportación sobra a la hora de mejorar el mundo.
Cuando el tiburón, con una expresión realmente apesadumbrada, le dio un abrazo, Marc respondió. Menos mal que Luka era resistente, pues el semigigante tenía ciertos problemas a la hora de controlar su tremenda fuerza en situaciones cotidianas. De ser un humano normal, probablemente le habría roto más de una costilla sin querer, así que se alegraba de que su amigo fuese un fuerte gyojin.
Acto seguido, el grandullón siguió al hombre-pez hasta donde se encontraban los demás hablando con la anfitriona de la fiesta. Daba la sensación de que su capitán debía responder por una deuda de su padre, y Loretta estaba dispuesta a perdonarla a cambio de una noche con Therax. La expresión de asombro y extrañeza de Marc ante una petición tan peculiar fue tremendamente evidente en su rostro y, cuando escuchó la respuesta negativa del rubio, que además iba acompañada de una broma con respecto a las cicatrices de su anfitriona, inconscientemente acercó su mano al enorme pomo de Kotai-Hi. Las palabras de Therax podían ser tomadas fácilmente como una ofensa y desatar la ira de Loretta, por lo que debían estar prevenidos.
Durante la intencionada pausa de la conversación ambos pudieron escuchar a la misteriosa hechicera pelirroja retando a la anfitriona de la fiesta, aparentemente defendiendo al gyojin. Resultaba sorprendente pues, aunque apenas había pasado tiempo con los dos juntos, Marc había podido percibir una importante tensión entre ambos.
Poco después, Luka continuó hablando, explicando cómo había conocido a Selene, y la naturaleza de sus cavilaciones sobre el tema del racismo. Escuchando a su amigo, algo despertó en el interior de Marc. La voluntad de ayudarle de la mejor forma que pudiese, el esfuerzo que estaba poniendo en comprender a su amigo lo mejor posible para así poder hacer algo por él hizo que un extraño sentido despertase dentro de él. En ese momento, comenzó a notar que entendía algo más profundamente los sentimientos de Luka. Aquella duda sobre si valía la pena luchar por lo que uno creía cuando después ese esfuerzo no servía para marcar una diferencia en el mundo, y la desesperación de quien se está cuestionando todo en cuanto siempre ha creído. No podía dejar que su amigo siguiese fustigándose de esa manera, pues así no conseguiría nada salvo sentirse cada vez peor. Por lo tanto, el semigigante se vio obligado a intervenir para tratar de consolar al gyojin:
- No desesperes, Luka. Tienes un gran corazón, y no puedes dejar que personas tan cínicas como esa tal Selene te contagien su visión del mundo. Puede que al liberar a esos esclavos no consiguieras cambiar la sociedad, ni evitar que la esclavitud continúe existiendo. Pero no pienses que eso equivale a no hacer diferencias, ni mucho menos. Te aseguro que para todos y cada uno de los esclavos a los que liberaste tu actuación supuso una enorme diferencia, y que todos ellos llevaban tiempo deseando en lo más profundo de su ser que alguien hiciera lo que tú hiciste. Y sólo por eso ya merece la pena actuar. El mundo puede ser un lugar mejor, y depende de nosotros ir haciendo poco a poco que así sea, aunque sea grano de arena a grano de arena. Por pequeña que sea, ninguna aportación sobra a la hora de mejorar el mundo.
Cuando el tiburón, con una expresión realmente apesadumbrada, le dio un abrazo, Marc respondió. Menos mal que Luka era resistente, pues el semigigante tenía ciertos problemas a la hora de controlar su tremenda fuerza en situaciones cotidianas. De ser un humano normal, probablemente le habría roto más de una costilla sin querer, así que se alegraba de que su amigo fuese un fuerte gyojin.
Acto seguido, el grandullón siguió al hombre-pez hasta donde se encontraban los demás hablando con la anfitriona de la fiesta. Daba la sensación de que su capitán debía responder por una deuda de su padre, y Loretta estaba dispuesta a perdonarla a cambio de una noche con Therax. La expresión de asombro y extrañeza de Marc ante una petición tan peculiar fue tremendamente evidente en su rostro y, cuando escuchó la respuesta negativa del rubio, que además iba acompañada de una broma con respecto a las cicatrices de su anfitriona, inconscientemente acercó su mano al enorme pomo de Kotai-Hi. Las palabras de Therax podían ser tomadas fácilmente como una ofensa y desatar la ira de Loretta, por lo que debían estar prevenidos.
- Nota para el corrector:
- - En la conversación con Luka intento despertar Haki de Observación (en concreto a traves de la Empatía).
Noximilien
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- Ay Dios, otra vez no –se llevó una mano a la cabeza cuando vio al gyojin rodeado de miembros de seguridad inconscientes-. Espero que almeno hayan empezado ellos.
Cuando el enmascarado ya esperaba que la banda le iba a tocar pelear de nuevo, una mujer de cicatrices y quemaduras variadas. A sus pasos, su melena rubia se movía sinuosamente al igual que en el resto de su cuerpo en aquel poco pudoroso vestido.
Se estremeció un poco al reconocerla. Normal que le sonase, ya la había visto antes. Antes de huir de la esclavitud, durante unos años estuvo en manos de la organización de aquella señora. Recordaba cómo le obligaban a trabajar hasta desfallecer casi todos los días, pero sin embargo, nunca supo en que se dedicaban de verdad aparte de cosas como las subastas que se organizaban como la de aquel día.
En ese momento, quería abrirse paso y agarrar a aquella mujer por el cuello, pero la venganza no le iba a servir de nada en aquella situación, por lo que apretó los puños y se contuvo, esperando que con esas pintas no le reconociera a pesar de la cantidad de años que pasaron.
Por otra parte, Therax parecía haberse ligado a aquella mujer, pero obviamente le rechazó. Y sinceramente, seguramente no le iba a gustar esa negativa.
- Dos millones a que no se lo toma bien -le dijo a Therax-. Por cierto ¿Es cosa mía o hoy estamos muy apostadores?
Cuando el enmascarado ya esperaba que la banda le iba a tocar pelear de nuevo, una mujer de cicatrices y quemaduras variadas. A sus pasos, su melena rubia se movía sinuosamente al igual que en el resto de su cuerpo en aquel poco pudoroso vestido.
Se estremeció un poco al reconocerla. Normal que le sonase, ya la había visto antes. Antes de huir de la esclavitud, durante unos años estuvo en manos de la organización de aquella señora. Recordaba cómo le obligaban a trabajar hasta desfallecer casi todos los días, pero sin embargo, nunca supo en que se dedicaban de verdad aparte de cosas como las subastas que se organizaban como la de aquel día.
En ese momento, quería abrirse paso y agarrar a aquella mujer por el cuello, pero la venganza no le iba a servir de nada en aquella situación, por lo que apretó los puños y se contuvo, esperando que con esas pintas no le reconociera a pesar de la cantidad de años que pasaron.
Por otra parte, Therax parecía haberse ligado a aquella mujer, pero obviamente le rechazó. Y sinceramente, seguramente no le iba a gustar esa negativa.
- Dos millones a que no se lo toma bien -le dijo a Therax-. Por cierto ¿Es cosa mía o hoy estamos muy apostadores?
La mirada en el rostro de Loretta lo decía todo, no hacía falta ser muy avispado para darse cuenta de qué no era una mujer que estuviera acostumbrada a que la rechazasen, y menos de la forma en la que lo había hecho Therax. No solo había declinado su oferta de sexo gratis y sin compromiso, sino que su excusa era que estaba marcada de cicatrices. Intenté guardarme las ganas que tenía de reírme durante un instante, pero no pude evitar soltar un pequeño chascarrillo para intentar destensar la situación.
-Recuérdame que te dé un par de consejos para decir que no a una jaca sin herir sus sentimientos –le dije a Therax, guiñándole un ojo-. Tengo dos rubios más en la banda, por si te interesa –le ofrecí a la mafiosa, esperando que se relajase un poco. Sin embargo, ni su encanto personal hacía que el rostro de Loretta cambiara. Estaba sonrojada, pero no de vergüenza, sino de rabia. Sus ojos estaban inflamados, inyectados en un color granate que asustaba.
Mi padre me había hablado de las mujeres así, de mujeres con tanto amor propio que él herirle su propio orgullo hacía que ya no quisieran razonar con ningún ser viviente. Además de eso, Selene intentó mediar con ella, pero si éxito alguno. La mafiosa, simplemente, chasqueó los dedos y una docena de hombres armados nos rodearon. Todos eran unos sujetos de gran tamaño y con pinta de pocos amigos, además de eso, un grupo de piratas que estaba al fondo también se acercó.
-¿Algún problema, Loretta? –dijo el capitán de eso piratas. Yo le conocía, él era el famoso Levant L. Animo, un truhan nacido en los bastos desiertos de Arabasta y que llevaba más de un lustro causando estragos a los novatos que intentaban ir al nuevo mundo, una de las razones por la que fue candidato al shichibukai, pero lo rechazó.
-Hazlos sufrir –dijo Loretta, cerrando el puño con gesto de rabia-. Me da igual si mueren, pero al rubio lo quiero vivo.
Entonces, una bala rozó mi pómulo derecho, raspando mi piel y haciéndome una herida que, de haberme dado en otro lado, podría haberme matado. Aquello hizo que mi corazón se acelerara y llevara automáticamente mi mano hacia mi katana, desenfundándola unos cuantos centímetros. Al hacerlo, un aura destructiva emergió de mí, resquebrajando el parqué del suelo, agrietando botellas, copas y platos, y haciendo que un número reducido de personas cayeran al suelo inconsciente.
-¿Estás seguro de esto, Loretta? –le pregunté. Miré a Therax y le hice una señal con la cabeza para que atacara a Levant-. Therax, encárgate tú de ese capitán de segunda. Yo tengo que seguir negociando con nuestra amiga
-Recuérdame que te dé un par de consejos para decir que no a una jaca sin herir sus sentimientos –le dije a Therax, guiñándole un ojo-. Tengo dos rubios más en la banda, por si te interesa –le ofrecí a la mafiosa, esperando que se relajase un poco. Sin embargo, ni su encanto personal hacía que el rostro de Loretta cambiara. Estaba sonrojada, pero no de vergüenza, sino de rabia. Sus ojos estaban inflamados, inyectados en un color granate que asustaba.
Mi padre me había hablado de las mujeres así, de mujeres con tanto amor propio que él herirle su propio orgullo hacía que ya no quisieran razonar con ningún ser viviente. Además de eso, Selene intentó mediar con ella, pero si éxito alguno. La mafiosa, simplemente, chasqueó los dedos y una docena de hombres armados nos rodearon. Todos eran unos sujetos de gran tamaño y con pinta de pocos amigos, además de eso, un grupo de piratas que estaba al fondo también se acercó.
-¿Algún problema, Loretta? –dijo el capitán de eso piratas. Yo le conocía, él era el famoso Levant L. Animo, un truhan nacido en los bastos desiertos de Arabasta y que llevaba más de un lustro causando estragos a los novatos que intentaban ir al nuevo mundo, una de las razones por la que fue candidato al shichibukai, pero lo rechazó.
-Hazlos sufrir –dijo Loretta, cerrando el puño con gesto de rabia-. Me da igual si mueren, pero al rubio lo quiero vivo.
Entonces, una bala rozó mi pómulo derecho, raspando mi piel y haciéndome una herida que, de haberme dado en otro lado, podría haberme matado. Aquello hizo que mi corazón se acelerara y llevara automáticamente mi mano hacia mi katana, desenfundándola unos cuantos centímetros. Al hacerlo, un aura destructiva emergió de mí, resquebrajando el parqué del suelo, agrietando botellas, copas y platos, y haciendo que un número reducido de personas cayeran al suelo inconsciente.
-¿Estás seguro de esto, Loretta? –le pregunté. Miré a Therax y le hice una señal con la cabeza para que atacara a Levant-. Therax, encárgate tú de ese capitán de segunda. Yo tengo que seguir negociando con nuestra amiga
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La tensión continuó escalando pese a los intentos del Antiguo Supernova por relajar el ambiente. Nada de lo que dijo pareció tener el menor efecto tnanquilizador en Loretta. Seguramente tratándose de alguien con tanto poder no estaba muy acostumbrada al fracaso ni al rechazo, y parecía que aquel día no iba a conseguir ni acostarse con Therax ni recuperar su dinero. Ser consciente de eso debía estar poniéndola de los nervios.
Con un simple chasquido de sus dedos, una docena de tipos bastante altos y fuertes para ser humanos, además de armados hasta los dientes, rodearon a los Arashi. No solo eso, sino que otra banda pirata que se encontraba cerca decidió también ayudar a la anfitriona de la fiesta. De pronto, el semigigante vio cómo él y sus compañeros habían sido sitiados por una marabunta de cuerpos.
Cuando el primero de ellos abrió fuego contra Zane, el pelirrojo respondió haciendo algo que Marc no supo describir muy bien. Era como si su sola presencia hubiese provocado que botellas, vasos, platos, e incluso una pequeña zona del mismo suelo se quebraran, como asustados del poder de su capitán. El propio Marc se tambaleó ligeramente como consecuencia de aquello. En ese momento, varios de los sicarios y otros tantos piratas se lanzaron hacia ellos, dando comienzo a una pelea que seguramente no acabaría demasiado bien para uno de los dos bandos.
El semigigante, nervioso a la par que deseoso de ayudar a sus amigos, desenvainó a Kotai-Hi, la enorme espada cuyo calor podría derretir casi cualquier cosa. Debía tener cuidado de no acertar por accidente a ninguno de sus compañeros con ella, o seguramente el resultado sería nefasto. Antes de que pudiese elegir a cuál de los muchos enemigos que se aproximaban a ellos atacar, un pirata de amplio pecho y frondoso bigote de un llamativo verde brillante se abalanzó sobre el blandiendo un gigantesco hacha de guerra. El grandullón apenas tuvo tiempo de colocar su espadón en la trayectoria del arma para bloquearla.
La fuerza del choque de aceros obligó a Marc a retroceder varios metros. Parecía que su rival no era precisamente débil físicamente. De hecho, cuando pudo observarle mejor se dio cuenta de que el pecho no era el único atributo físico que destacaba en aquella mole. Sus brazos y hombros eran también realmente desproporcionados en comparación a su tren inferior, que no parecía nada del otro mundo. Llevaba la cabeza afeitada salvo por una coleta que brotaba de la parte posterior, del mismo tono chillón que su bigote. La verdad era que el tipo imponía, pues pese a ser humano (o al menos eso parecía), no habría mucho más de un metro de diferencia entre ambos.
En aquel momento, su musculoso oponente se golpeó dos veces el amplio y peludo pecho con el puño que tenía libre antes de gritar:
- ¡Prepárate para sucumbir ante Mousse T. Ache, el pirata forzudo! ¡No tienes escapatoria, ahora vas a descubrir por qué se ofrecen cincuenta millones de Berries por mi cabeza!
Nada más terminar su bravata, el bigotudo retomó su embestida hacha en mano. En aquella ocasión, el cocinero fue capaz de reaccionar mejor, atacando también él. El impacto fue en esta ocasión más violento aún que el anterior, y los dos contendientes salieron despedidos unos metros. A duras penas, el semigigante fue capaz de aterrizar sobre sus pies, cosa que su rival también logró.
El intercambio de golpes prosiguió incesante durante un par de minutos, sin que ninguno de los dos consiguiera alcanzar al otro. El hacha de aquel forzudo debía poseer alguna cualidad especial, pues el calor que brotaba del espadón de Marc no había logrado afectarla pese a las muchas veces que ambas armas habían colisionado. De repente, en una de sus acometidas, el tipo del bigote cambió bruscamente la trayectoria de su hacha. De este modo evitó que su arma chocase de nuevo contra la ardiente Kotai-Hi, y logró alcanzar al semigigante en el pecho.
El corte, oblicuo desde arriba a la izquierda hacia abajo a la derecha, no era demasiado profundo, pero la sangre comenzó a manar. El dolor hizo que el grandullón profiriese un grito ahogado, mientras se veía obligado a apoyar la rodilla derecha en el suelo. Su oponente rió con fuerza, como disfrutando de lo que consideraba una victoria inminente.
Sin embargo, reuniendo todo su coraje, el cocinero se puso nuevamente en pie, apoyándose para ello en la punta de su arma. Acto seguido la alzó, señalando con ella a su oponente, y le gritó con decisión:
- ¡No pienses que me has vencido! ¡Pienso derrotarte, y no vas a poder impedirlo!
Con un simple chasquido de sus dedos, una docena de tipos bastante altos y fuertes para ser humanos, además de armados hasta los dientes, rodearon a los Arashi. No solo eso, sino que otra banda pirata que se encontraba cerca decidió también ayudar a la anfitriona de la fiesta. De pronto, el semigigante vio cómo él y sus compañeros habían sido sitiados por una marabunta de cuerpos.
Cuando el primero de ellos abrió fuego contra Zane, el pelirrojo respondió haciendo algo que Marc no supo describir muy bien. Era como si su sola presencia hubiese provocado que botellas, vasos, platos, e incluso una pequeña zona del mismo suelo se quebraran, como asustados del poder de su capitán. El propio Marc se tambaleó ligeramente como consecuencia de aquello. En ese momento, varios de los sicarios y otros tantos piratas se lanzaron hacia ellos, dando comienzo a una pelea que seguramente no acabaría demasiado bien para uno de los dos bandos.
El semigigante, nervioso a la par que deseoso de ayudar a sus amigos, desenvainó a Kotai-Hi, la enorme espada cuyo calor podría derretir casi cualquier cosa. Debía tener cuidado de no acertar por accidente a ninguno de sus compañeros con ella, o seguramente el resultado sería nefasto. Antes de que pudiese elegir a cuál de los muchos enemigos que se aproximaban a ellos atacar, un pirata de amplio pecho y frondoso bigote de un llamativo verde brillante se abalanzó sobre el blandiendo un gigantesco hacha de guerra. El grandullón apenas tuvo tiempo de colocar su espadón en la trayectoria del arma para bloquearla.
La fuerza del choque de aceros obligó a Marc a retroceder varios metros. Parecía que su rival no era precisamente débil físicamente. De hecho, cuando pudo observarle mejor se dio cuenta de que el pecho no era el único atributo físico que destacaba en aquella mole. Sus brazos y hombros eran también realmente desproporcionados en comparación a su tren inferior, que no parecía nada del otro mundo. Llevaba la cabeza afeitada salvo por una coleta que brotaba de la parte posterior, del mismo tono chillón que su bigote. La verdad era que el tipo imponía, pues pese a ser humano (o al menos eso parecía), no habría mucho más de un metro de diferencia entre ambos.
En aquel momento, su musculoso oponente se golpeó dos veces el amplio y peludo pecho con el puño que tenía libre antes de gritar:
- ¡Prepárate para sucumbir ante Mousse T. Ache, el pirata forzudo! ¡No tienes escapatoria, ahora vas a descubrir por qué se ofrecen cincuenta millones de Berries por mi cabeza!
Nada más terminar su bravata, el bigotudo retomó su embestida hacha en mano. En aquella ocasión, el cocinero fue capaz de reaccionar mejor, atacando también él. El impacto fue en esta ocasión más violento aún que el anterior, y los dos contendientes salieron despedidos unos metros. A duras penas, el semigigante fue capaz de aterrizar sobre sus pies, cosa que su rival también logró.
El intercambio de golpes prosiguió incesante durante un par de minutos, sin que ninguno de los dos consiguiera alcanzar al otro. El hacha de aquel forzudo debía poseer alguna cualidad especial, pues el calor que brotaba del espadón de Marc no había logrado afectarla pese a las muchas veces que ambas armas habían colisionado. De repente, en una de sus acometidas, el tipo del bigote cambió bruscamente la trayectoria de su hacha. De este modo evitó que su arma chocase de nuevo contra la ardiente Kotai-Hi, y logró alcanzar al semigigante en el pecho.
El corte, oblicuo desde arriba a la izquierda hacia abajo a la derecha, no era demasiado profundo, pero la sangre comenzó a manar. El dolor hizo que el grandullón profiriese un grito ahogado, mientras se veía obligado a apoyar la rodilla derecha en el suelo. Su oponente rió con fuerza, como disfrutando de lo que consideraba una victoria inminente.
Sin embargo, reuniendo todo su coraje, el cocinero se puso nuevamente en pie, apoyándose para ello en la punta de su arma. Acto seguido la alzó, señalando con ella a su oponente, y le gritó con decisión:
- ¡No pienses que me has vencido! ¡Pienso derrotarte, y no vas a poder impedirlo!
Luka Rooney
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La situación se tensó hasta tal punto que terminó estallando. Al odio que Luka sentía por aquella mujer racista, se unió el desprecio en el comentario de Therax, los fallidos intentos por apaciguar las aguas del capitán, y un sinfín de pequeños detalles que acabaron derivando en un nuevo uso del haki del rey por parte del espadachín exhibicionista.
Y pensar que aquella vez en Little Garden, cuando les conocí, Zane usó por primera vez su haki del rey y no fuí capaz de moverme durante unos segundos. Ni siquiera sabía qué era. Durante estos dos años entrenando he aprendido mucho.
Tras la exhibición de poder del capitán, algunos de los piratas cayeron al suelo, y otros se presentaron como los oponentes de los Arashi. El primero en lanzarse a por uno de los miembros de la banda pirata del pelirrojo fue un calvo y musculado hombre, que saltó hacia Marc. En un primer instante el tiburón estuvo a punto de saltar e interceptar el ataque que tenía como destinatario al sonriente grandullón, sin embargo se decidió a no hacerlo. Seguramente Marc necesitaba desahogar su ira como todos los demás.
- Esto ha sido una gran pérdida de tiempo. Debíamos habernos ido de la isla…
Pero antes de poder retirarse, un hombre trajeado se presentó ante él como su oponente. Lucía con un cuerpo musculado, y su principal rasgo -y lo poco que se veía de él, ya que el traje cubría todo su cuerpo- era su ausencia de pelo. Además, tenía unas gafas de sol que no debían ser nada cómodas para visualizar lo que allí ocurría, pues la luz tampoco era muy intensa. Luka le miró de arriba hacia abajo y pronto se dió cuenta que sería una nueva pérdida de tiempo.
- Luka Rooney, ¿verdad? Es difícil olvidar una cara una vez la ves en un wanted. Pero lo es más aún cuando se trata de otra raza.
- Ajam.
- Vaya… Eres de pocas palabras. Mi nombre es Pelay Todelto, y ofrecen setenta y cinco millones de berris por mi cabeza. Ahora preparate para morir.
El tipo saltó hacia el tiburón con el puño en ristre, por lo que éste pensó que se trataba de un luchador, sin moverse ni un milímetro se preparó para recibir el golpe, mas el humano parecía estar usando un truco. A la par que movía el puño derecho, sacó algo del bolsillo opuesto con su brazo izquierdo, intentando cortarle con una daga. Sufrió un par de cortes en el pecho. Quizá tres, puede que cuatro. La sangre empezó a recorrer la piel del gyojin, y éste bajó la mirada hasta las heridas.
- El traje costaba doce mil berris. Doce mil putos berris que me acabas de joder -el tiburón se agarró la pechera y de un fuerte tirón se quitó la americana y la camisa, rompiéndolas en el acto-. Vas a sufrir, y vas a sufrir mucho.
El habitante del mar corrió en la dirección del humano, lo agarró por la cintura y cargó contra él, dando un contundente golpe a una de la paredes y traspasándola, creando un gran agujero en ella.
Tras ello y rodando por el suelo, ambos luchadores intercambiaron una serie de golpes que parecieron mermar más al humano. Pese a ello, ambos se levantaron y se miraron fijamente. La pelea acababa de empezar, y Luka quería probar algo. ¿Se lo permitirían?
Con un ágil movimiento, el trajeado se posicionó en el costado derecho del tiburón, que bloqueó sus dos ataques con los antebrazos y, tras ello, propinó un potente puñetazo en el rostro del humano, que empezó a sangrar por la nariz. Aquello era exactamente lo que el tiburón quería.
Aprovechando el impacto, derribó a su enemigo y le hizo una llave, posicionando su cuerpo sobre el del rival y agarrando sus dos muñecas con la mano izquierda. Tras ello, llevó su mano derecha alrededor de la herida de su rival, donde estaba brotando sangre, y aprovechó para morder su hombro, creando aún más sangre.
- Vaya… el mismo grupo sanguíneo que yo. Esto va cada vez mejor.
Tras un par de intentos por absorber su sangre, el gyojin se dió cuenta que era más complicado de lo que pensaba, por lo que se relamió y liberó a su rival. Quizá necesitaba algo de tiempo para volver a intentarlo de nuevo.
Y pensar que aquella vez en Little Garden, cuando les conocí, Zane usó por primera vez su haki del rey y no fuí capaz de moverme durante unos segundos. Ni siquiera sabía qué era. Durante estos dos años entrenando he aprendido mucho.
Tras la exhibición de poder del capitán, algunos de los piratas cayeron al suelo, y otros se presentaron como los oponentes de los Arashi. El primero en lanzarse a por uno de los miembros de la banda pirata del pelirrojo fue un calvo y musculado hombre, que saltó hacia Marc. En un primer instante el tiburón estuvo a punto de saltar e interceptar el ataque que tenía como destinatario al sonriente grandullón, sin embargo se decidió a no hacerlo. Seguramente Marc necesitaba desahogar su ira como todos los demás.
- Esto ha sido una gran pérdida de tiempo. Debíamos habernos ido de la isla…
Pero antes de poder retirarse, un hombre trajeado se presentó ante él como su oponente. Lucía con un cuerpo musculado, y su principal rasgo -y lo poco que se veía de él, ya que el traje cubría todo su cuerpo- era su ausencia de pelo. Además, tenía unas gafas de sol que no debían ser nada cómodas para visualizar lo que allí ocurría, pues la luz tampoco era muy intensa. Luka le miró de arriba hacia abajo y pronto se dió cuenta que sería una nueva pérdida de tiempo.
- Luka Rooney, ¿verdad? Es difícil olvidar una cara una vez la ves en un wanted. Pero lo es más aún cuando se trata de otra raza.
- Ajam.
- Vaya… Eres de pocas palabras. Mi nombre es Pelay Todelto, y ofrecen setenta y cinco millones de berris por mi cabeza. Ahora preparate para morir.
El tipo saltó hacia el tiburón con el puño en ristre, por lo que éste pensó que se trataba de un luchador, sin moverse ni un milímetro se preparó para recibir el golpe, mas el humano parecía estar usando un truco. A la par que movía el puño derecho, sacó algo del bolsillo opuesto con su brazo izquierdo, intentando cortarle con una daga. Sufrió un par de cortes en el pecho. Quizá tres, puede que cuatro. La sangre empezó a recorrer la piel del gyojin, y éste bajó la mirada hasta las heridas.
- El traje costaba doce mil berris. Doce mil putos berris que me acabas de joder -el tiburón se agarró la pechera y de un fuerte tirón se quitó la americana y la camisa, rompiéndolas en el acto-. Vas a sufrir, y vas a sufrir mucho.
El habitante del mar corrió en la dirección del humano, lo agarró por la cintura y cargó contra él, dando un contundente golpe a una de la paredes y traspasándola, creando un gran agujero en ella.
Tras ello y rodando por el suelo, ambos luchadores intercambiaron una serie de golpes que parecieron mermar más al humano. Pese a ello, ambos se levantaron y se miraron fijamente. La pelea acababa de empezar, y Luka quería probar algo. ¿Se lo permitirían?
Con un ágil movimiento, el trajeado se posicionó en el costado derecho del tiburón, que bloqueó sus dos ataques con los antebrazos y, tras ello, propinó un potente puñetazo en el rostro del humano, que empezó a sangrar por la nariz. Aquello era exactamente lo que el tiburón quería.
Aprovechando el impacto, derribó a su enemigo y le hizo una llave, posicionando su cuerpo sobre el del rival y agarrando sus dos muñecas con la mano izquierda. Tras ello, llevó su mano derecha alrededor de la herida de su rival, donde estaba brotando sangre, y aprovechó para morder su hombro, creando aún más sangre.
- Vaya… el mismo grupo sanguíneo que yo. Esto va cada vez mejor.
Tras un par de intentos por absorber su sangre, el gyojin se dió cuenta que era más complicado de lo que pensaba, por lo que se relamió y liberó a su rival. Quizá necesitaba algo de tiempo para volver a intentarlo de nuevo.
Katharina von Steinhell
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La mujer del bajo mundo reaccionó como esperaba ante la respuesta del pirata, ignorando las palabras tanto de Katharina como de Zane. Lo que pronto sucedería, sería inevitable. De pronto, la tripulación del pelirrojo y la bruja se vieron rodeados de matones y piratas, siendo apuntados con armas y objetivos de miradas poco amigables. Sin dudarlo un segundo, la pelirrosa desenfundó su arma y la empuñó fuertemente, observando parcialmente a cada uno de sus enemigos. Se impresionó cuando presenció el Haki del Rey del pelirrojo, dejando inconscientes a un reducido grupo de personas. Sin embargo, él no era el único que contaba con ese tipo de haki tan… extraño entre la población. Al realizar un tenue movimiento con la Hoja de Argoria transformada en una elegante espada, liberó su Haoshoku Haki, terminando por desmayar a quienes, seguramente, no estaban en el radio de efecto del capitán de los Arashi.
—Te faltaron estos —comentó Katharina con una sonrisa en su rostro.
Si el propósito del pelirrojo era alardear de su fuerza, ella también lo haría. Pero ya no había tiempo que perder en idioteces, pues la guardia de Loretta pronto atacó. Se alejó de los Arashi para poder pelear tranquilamente, llevándose consigo a unos cuantos soldados y a una mujer de cabellos blancos y grandes ojos rojos. La expresión de su rostro era de serenidad, sin sentirse intimidada por la presencia de Katharina. Sus orejas eran particulares… ¿Acaso había visto alguna vez a una humana con unas tan alargadas como esas? Como sea, estaba dispuesta a pelear y a defender los intereses de alguien más. Casi siempre era así. La mujer de las orejas alargadas dio un paso al frente y les pidió a los demás soldados que las dejasen luchar tranquilas, pues lo único que conseguirían sería una muerte segura.
—Mi nombre es Tika Strange, y el Gobierno Mundial ofrece una recompensa de 158 millones de berries por mi cabeza. ¿Puedo saber tu nombre? Si mueres, me gustaría recordar tu nombre. Y si muero, me gustaría saber el nombre de la persona que me mató.
No le apetecía decirle su nombre a medio mundo, pero supuso que los demás no escucharían y podría cumplir la petición de una mujer muerta.
—Katharina von Steinhell —respondió ella—, y no necesitas saber cuánta recompensa hay por mi cabeza, por si te lo estás preguntando. Preferiría que no peleáramos, estoy aquí por una equivocación de tu jefa —aclaró Katharina—. Ellos no son mis compañeros y, una vez termine este asuntito, me largaré.
—Lo siento, no puedo hacer lo que me pides… Ahora, si no hay nada más que decir, aquí voy.
Se movió excesivamente rápido para ser una persona común y corriente, desapareciendo ante los ojos de Katharina y volviendo a aparecer justo en frente de ella, preparada para lanzar un poderoso derechazo. La bruja apenas pudo reaccionar, moviendo ligeramente su cabeza. No obstante, a pesar de haber conseguido esquivar el ataque enemigo, los nudillos de Tika rozaron la mejilla de la pelirrosa, causándole un corte superficial. No solo era rápida, sino que también contaba con una potencia aterradora. Pero no era la única que tenía trucos. Katharina desenfundó su otra arma, la Guadaña Mitológica de Nyx transformada en una espada completamente negra, liberando una cortina de humo que pronto abarcó un radio de 10 metros. Podía hacer crecer la cúpula de oscuridad, pero eso significaba privar de visión a sus “compañeros”.
Sus ojos advirtieron que Tika estaba desconcertada, quizá preguntándose qué había sucedido. Aprovechó ese momento para esprintar hacia delante y realizar un tajo cruzado, formando una “x” con ambas espadas. Pero Strange no se dejaría derrotar tan fácilmente. De pronto, sus antebrazos se cubrieron con un denso color que recordaba la misma noche, y frenó el ataque de Katharina sin aparente esfuerzo. Pero este no terminaba ahí. Rápidamente reunió energía mágica, sintiendo cómo esta fluía por todo su cuerpo y buscaba los poros para emerger, manifestándose como una onda calórica que causaría serias quemaduras a su rival. Los ojos de Katharina emitieron un brillo anaranjado, al mismo tiempo que una explosión de llamas envolvía a Tika.
—Te faltaron estos —comentó Katharina con una sonrisa en su rostro.
Si el propósito del pelirrojo era alardear de su fuerza, ella también lo haría. Pero ya no había tiempo que perder en idioteces, pues la guardia de Loretta pronto atacó. Se alejó de los Arashi para poder pelear tranquilamente, llevándose consigo a unos cuantos soldados y a una mujer de cabellos blancos y grandes ojos rojos. La expresión de su rostro era de serenidad, sin sentirse intimidada por la presencia de Katharina. Sus orejas eran particulares… ¿Acaso había visto alguna vez a una humana con unas tan alargadas como esas? Como sea, estaba dispuesta a pelear y a defender los intereses de alguien más. Casi siempre era así. La mujer de las orejas alargadas dio un paso al frente y les pidió a los demás soldados que las dejasen luchar tranquilas, pues lo único que conseguirían sería una muerte segura.
—Mi nombre es Tika Strange, y el Gobierno Mundial ofrece una recompensa de 158 millones de berries por mi cabeza. ¿Puedo saber tu nombre? Si mueres, me gustaría recordar tu nombre. Y si muero, me gustaría saber el nombre de la persona que me mató.
No le apetecía decirle su nombre a medio mundo, pero supuso que los demás no escucharían y podría cumplir la petición de una mujer muerta.
—Katharina von Steinhell —respondió ella—, y no necesitas saber cuánta recompensa hay por mi cabeza, por si te lo estás preguntando. Preferiría que no peleáramos, estoy aquí por una equivocación de tu jefa —aclaró Katharina—. Ellos no son mis compañeros y, una vez termine este asuntito, me largaré.
—Lo siento, no puedo hacer lo que me pides… Ahora, si no hay nada más que decir, aquí voy.
Se movió excesivamente rápido para ser una persona común y corriente, desapareciendo ante los ojos de Katharina y volviendo a aparecer justo en frente de ella, preparada para lanzar un poderoso derechazo. La bruja apenas pudo reaccionar, moviendo ligeramente su cabeza. No obstante, a pesar de haber conseguido esquivar el ataque enemigo, los nudillos de Tika rozaron la mejilla de la pelirrosa, causándole un corte superficial. No solo era rápida, sino que también contaba con una potencia aterradora. Pero no era la única que tenía trucos. Katharina desenfundó su otra arma, la Guadaña Mitológica de Nyx transformada en una espada completamente negra, liberando una cortina de humo que pronto abarcó un radio de 10 metros. Podía hacer crecer la cúpula de oscuridad, pero eso significaba privar de visión a sus “compañeros”.
Sus ojos advirtieron que Tika estaba desconcertada, quizá preguntándose qué había sucedido. Aprovechó ese momento para esprintar hacia delante y realizar un tajo cruzado, formando una “x” con ambas espadas. Pero Strange no se dejaría derrotar tan fácilmente. De pronto, sus antebrazos se cubrieron con un denso color que recordaba la misma noche, y frenó el ataque de Katharina sin aparente esfuerzo. Pero este no terminaba ahí. Rápidamente reunió energía mágica, sintiendo cómo esta fluía por todo su cuerpo y buscaba los poros para emerger, manifestándose como una onda calórica que causaría serias quemaduras a su rival. Los ojos de Katharina emitieron un brillo anaranjado, al mismo tiempo que una explosión de llamas envolvía a Tika.
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Un enemigo, por débil que sea, será más peligroso si está enfadado, ya que tenderá a descontrolarse y a hacer cosas que, estando totalmente cuerdo, ni se plantearía. Pero no sólo sería más peligroso, si no que a su vez, sería más sencillo de vencer. Esta contradicción, por rara que parezca, actúa debido a la propia locura, a la sed de venganza. Cuando no se piensa y se actúa instintivamente, se tiende a descuidar los movimientos, aunque dicho instinto suele aumentar la fuerza de los golpes.
Y así, el tiburón estaba frente a un rival apunto de llegar a tocar con las palmas de los dedos esa locura, fruto de haber sido humillado mientras estaba en el suelo por una mole marina que, pese a la humillación, le había soltado.
Luka adoptó una postura defensiva, posicionando ambos puños uno frente a otro y a la altura del rostro. Una pose similar a la de un boxeador que espera que le ataquen para realizar un potente golpe a modo de contraataque. Sin embargo, su enemigo parecía estar poniéndose cada vez más rojo, hasta tal punto que gritó con todas sus ganas. El habitante del mar ni se inmutó, y prosiguió con su pose defensiva. Segundos más tarde, el humano se lanzó al ataque por fín.
Sus golpes eran mucho más duros, incluso al gyojin le pareció que estaba usando haki, pero su defensa no cedía del todo -pese a moverse continuamente-. En uno de los movimientos, el tiburón observó cómo el humano dejaba descuidado el hombro en el cual sangraba, por lo que dando un potente revés en el puño con el que atacaba, acercó la mano paralela al hombre a su herida, mientras se cubría con la otra. La palma de la mano del tiburón cubrió por completo el hombro del humano, y ahí notó cómo la sangre era succionada de manera lenta. Notó a ésta entrar por su organismo y ser absorta por sus venas. Percibió ese flujo de energía en su organismo.
El humano empezó a golpear al habitante del mar, y éste empezó a sufrir en el costado izquierdo. Poco a poco su defensa fue menguando y se vió obligado a separarse dando un salto hacia atrás. Notó su pecho brotando de sangre fruto de los cortes anteriores, y su costado estaba bastante entumecido. Era el momento de poner fin a aquél combate. Había servido para que el gyojin pusiera en práctica una de las técnicas de las que Tom, su mentor, le había hablado. La capacidad de absorber cualquier cosa, siempre y cuando estuviese líquida.
- Supongo que has visto que nuestros niveles de fuerza están bastante desnivelados. No seré cruel contigo.
- Jamás podrás vencerme.
El tiburón sonrió, y de un potente impulso se colocó justo enfrente de su rival, al cual le propinó un fuerte puñetazo en el vientre, con el que salió disparado hacia atrás. Luka cargó su brazo y lo soltó a gran velocidad hacia la dirección en la cual iba el humano, lanzando una onda de choque que golpeó con más fiereza aún a su rival, cayendo éste incosciente al suelo.
El habitante del mar se acercó hasta él y lo recogió, portándolo en el hombro a la par que continuaba absorviendo su sangre. ¿Qué capacidad de absorción tendría? ¿Conseguiría obtener toda su sangre? Lo único que tenía claro, era que tendría que armarse de paciencia, pues cada pocos segundos notaba como la sangre dejaba de ser succionada, y tenía que volver a poner la mano para reanudar la técnica.
Una vez salió, se dirigiría al lugar en el que todo estalló, confiando en que todos estuviesen bien y hubieran acabado la estúpida trifulca pronto. Aunque quizá se preguntarían qué hacía el gyojin con el cuerpo de su rival al hombro. O puede que no, incluso lo podrían ver normal. Uno no sabía cómo acertar con aquella banda.
Y así, el tiburón estaba frente a un rival apunto de llegar a tocar con las palmas de los dedos esa locura, fruto de haber sido humillado mientras estaba en el suelo por una mole marina que, pese a la humillación, le había soltado.
Luka adoptó una postura defensiva, posicionando ambos puños uno frente a otro y a la altura del rostro. Una pose similar a la de un boxeador que espera que le ataquen para realizar un potente golpe a modo de contraataque. Sin embargo, su enemigo parecía estar poniéndose cada vez más rojo, hasta tal punto que gritó con todas sus ganas. El habitante del mar ni se inmutó, y prosiguió con su pose defensiva. Segundos más tarde, el humano se lanzó al ataque por fín.
Sus golpes eran mucho más duros, incluso al gyojin le pareció que estaba usando haki, pero su defensa no cedía del todo -pese a moverse continuamente-. En uno de los movimientos, el tiburón observó cómo el humano dejaba descuidado el hombro en el cual sangraba, por lo que dando un potente revés en el puño con el que atacaba, acercó la mano paralela al hombre a su herida, mientras se cubría con la otra. La palma de la mano del tiburón cubrió por completo el hombro del humano, y ahí notó cómo la sangre era succionada de manera lenta. Notó a ésta entrar por su organismo y ser absorta por sus venas. Percibió ese flujo de energía en su organismo.
El humano empezó a golpear al habitante del mar, y éste empezó a sufrir en el costado izquierdo. Poco a poco su defensa fue menguando y se vió obligado a separarse dando un salto hacia atrás. Notó su pecho brotando de sangre fruto de los cortes anteriores, y su costado estaba bastante entumecido. Era el momento de poner fin a aquél combate. Había servido para que el gyojin pusiera en práctica una de las técnicas de las que Tom, su mentor, le había hablado. La capacidad de absorber cualquier cosa, siempre y cuando estuviese líquida.
- Supongo que has visto que nuestros niveles de fuerza están bastante desnivelados. No seré cruel contigo.
- Jamás podrás vencerme.
El tiburón sonrió, y de un potente impulso se colocó justo enfrente de su rival, al cual le propinó un fuerte puñetazo en el vientre, con el que salió disparado hacia atrás. Luka cargó su brazo y lo soltó a gran velocidad hacia la dirección en la cual iba el humano, lanzando una onda de choque que golpeó con más fiereza aún a su rival, cayendo éste incosciente al suelo.
El habitante del mar se acercó hasta él y lo recogió, portándolo en el hombro a la par que continuaba absorviendo su sangre. ¿Qué capacidad de absorción tendría? ¿Conseguiría obtener toda su sangre? Lo único que tenía claro, era que tendría que armarse de paciencia, pues cada pocos segundos notaba como la sangre dejaba de ser succionada, y tenía que volver a poner la mano para reanudar la técnica.
Una vez salió, se dirigiría al lugar en el que todo estalló, confiando en que todos estuviesen bien y hubieran acabado la estúpida trifulca pronto. Aunque quizá se preguntarían qué hacía el gyojin con el cuerpo de su rival al hombro. O puede que no, incluso lo podrían ver normal. Uno no sabía cómo acertar con aquella banda.
Marc Kiedis
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Mientras varios más de sus compañeros entraban también en combate contra algunos de los piratas y gorilas que les rodeaban con expresión amenazadora, el grandullón luchaba contra el dolor causado por la herida que acababa de recibir. No era algo a lo que estuviera precisamente acostumbrado, aún era un novato en los mares y no había vivido demasiados combates. Y desde luego no uno en el que su oponente lograse hacerle un corte de tal magnitud en el pecho.
No obstante, estaba completamente decidido a vencer a aquel extraño y musculoso tipo del mostacho verde brillante. Enarbolando nuevamente a Kotai-Hi, esperó a que su rival se abalanzara nuevamente sobre él. Y en esa ocasión, pensaba estar preparado. Flexionó ligeramente las rodillas para tener una mejor capacidad de reacción y sostuvo su espada con la mano derecha mientras veía cómo el bigotudo corría hacia él. Cuando estuvieron a escasos metros, con su mano libre adoptó la forma de una pistola usando los dedos índice y pulgar. No necesitaba hacerlo para realizar aquella técnica, pero ese infantil y teatral gesto siempre le había resultado divertido. Apuntando al abdomen del tipo, que ya se encontraba a apenas dos pasos de él, pronunció:
- Edam Pellet.
Una gota de queso salió despedida de la punta de su dedo índice a gran velocidad, e impactó en su oponente, mas no exactamente en el lugar al que había apuntado. Aún no era ningún maestro en lo que a puntería se refiere, y eso sumado al movimiento hizo que su disparo le alcanzara más abajo de lo esperado, peligrosamente cerca de la zona genital.
El grito del bigotudo pudo escucharse probablemente en toda la mansión. Marc incluso se sintió mal por él. No había pretendido acertarle ahí, sabía que no estaba bien hacer esas cosas. Por lo tanto, su reacción no fue otra que decirle sinceramente:
- Lo siento muchísimo, de verdad, no preten... - su disculpa fue interrumpida, pues el musculoso pirata había retomado la carrera y lanzó un hachazo al semigigante mientras gritaba de rabia. Marc apenas tuvo tiempo de interponer a Kotai-Hi entre el arma y su cuerpo, logrando bloquearlo a duras penas.
No obstante, viendo la mala educación de aquel tipo, que ni siquiera quería oír sus sinceras disculpas, comenzó a enfadarse. Vale que él le hubiera herido en sus partes, pero había sido sin querer y estaba intentando disculparse. ¡Y eso que era una batalla! ¿Dónde se ha visto que alguien se disculpe con otra persona mientras combaten? La furia ante la descortesía de su oponente inundó a Marc, y esta vez fue él quien se lanzó al ataque.
Comenzó a descargar una serie de poderosos espadazos sobre su rival, que se defendía como buenamente podía. Tras detener los los cinco primeros, el sexto le alcanzó en el hombro derecho, y el séptimo en el costado izquierdo. Perdiendo mucha sangre, el bigotudo cayó al suelo, incapaz de seguir luchando.
En ese momento, Marc miró a su alrededor , preguntándose si alguno de sus compañeros necesitaría su ayuda. Estaba herido, sí, y sin ninguna duda iba a necesitar atención médica cuando todo se solucionara, pero eso podía esperar. Si alguno de sus amigos estaba en apuros eso era lo prioritario.
No obstante, estaba completamente decidido a vencer a aquel extraño y musculoso tipo del mostacho verde brillante. Enarbolando nuevamente a Kotai-Hi, esperó a que su rival se abalanzara nuevamente sobre él. Y en esa ocasión, pensaba estar preparado. Flexionó ligeramente las rodillas para tener una mejor capacidad de reacción y sostuvo su espada con la mano derecha mientras veía cómo el bigotudo corría hacia él. Cuando estuvieron a escasos metros, con su mano libre adoptó la forma de una pistola usando los dedos índice y pulgar. No necesitaba hacerlo para realizar aquella técnica, pero ese infantil y teatral gesto siempre le había resultado divertido. Apuntando al abdomen del tipo, que ya se encontraba a apenas dos pasos de él, pronunció:
- Edam Pellet.
Una gota de queso salió despedida de la punta de su dedo índice a gran velocidad, e impactó en su oponente, mas no exactamente en el lugar al que había apuntado. Aún no era ningún maestro en lo que a puntería se refiere, y eso sumado al movimiento hizo que su disparo le alcanzara más abajo de lo esperado, peligrosamente cerca de la zona genital.
El grito del bigotudo pudo escucharse probablemente en toda la mansión. Marc incluso se sintió mal por él. No había pretendido acertarle ahí, sabía que no estaba bien hacer esas cosas. Por lo tanto, su reacción no fue otra que decirle sinceramente:
- Lo siento muchísimo, de verdad, no preten... - su disculpa fue interrumpida, pues el musculoso pirata había retomado la carrera y lanzó un hachazo al semigigante mientras gritaba de rabia. Marc apenas tuvo tiempo de interponer a Kotai-Hi entre el arma y su cuerpo, logrando bloquearlo a duras penas.
No obstante, viendo la mala educación de aquel tipo, que ni siquiera quería oír sus sinceras disculpas, comenzó a enfadarse. Vale que él le hubiera herido en sus partes, pero había sido sin querer y estaba intentando disculparse. ¡Y eso que era una batalla! ¿Dónde se ha visto que alguien se disculpe con otra persona mientras combaten? La furia ante la descortesía de su oponente inundó a Marc, y esta vez fue él quien se lanzó al ataque.
Comenzó a descargar una serie de poderosos espadazos sobre su rival, que se defendía como buenamente podía. Tras detener los los cinco primeros, el sexto le alcanzó en el hombro derecho, y el séptimo en el costado izquierdo. Perdiendo mucha sangre, el bigotudo cayó al suelo, incapaz de seguir luchando.
En ese momento, Marc miró a su alrededor , preguntándose si alguno de sus compañeros necesitaría su ayuda. Estaba herido, sí, y sin ninguna duda iba a necesitar atención médica cuando todo se solucionara, pero eso podía esperar. Si alguno de sus amigos estaba en apuros eso era lo prioritario.
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