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Shingetsu Nyx
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Akuma no mi
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La caricatura viviente no solo responde a mis gestos, si no que decide estrechar formalmente mi mano como saludo. ¿Tendrá conciencia propia o lo manejará ella? Supongo que depende de su dominio sobre esta maravilla. Solo de imaginar las posibilidades mi mente vuela, pero ahora no es el momento. Debemos pensar en qué hacer ante la lluvia.
- ¿Ningún plan mejor? - pregunto al escuchar como desestima casi todas mis opciones - Dependiendo de la gruta no habría peligro, pero... Si, ha pasado demasiado tiempo, ya no sé cuáles serán seguras. De modo que si, nos toca correr.
Digo todo aquello con la desgana dibujada en el rostro. Odio correr, me produce tal pereza que quizás sea la única razón por la que aún no sepa manejar el Soru. De hecho no me importaría calarme por volver andando, pero Lily parece bastante preocupada al respecto, ¿será por su creación? Por sus palabras resulta bastante plausible que la lluvia pueda destruirlo, pero ¿no sería cuestión de sencillamente volver a crearlo? Desconozco la respuesta, así que definitivamente...
- Supongo que si no quieres mojarte, solo nos queda marcharnos rápido. Pero en realidad es imposible que lleguemos a algún sitio con techo antes de que empiece la tormenta - sentencio con cierto tono humorístico, casi malicioso.
La tomo de la mano antes de volver a pensar demasiado en ello. Al principio solo ando, pero en cuanto compruebo si me está siguiendo, acelero algo el ritmo, aunque no demasiado. Lo más probable es que en cualquier momento sea ella la que empiece a tirar de mí, siempre ha sido demasiado impaciente, y además es ella quien tiene un problema con el agua. Por si acaso, decido acelerar un poco el ritmo, pasando a andar deprisa en dirección a la ciudad. ¿Podemos ganar a la tormenta? A no ser que me oculte otra habilidad increíble lo dudo, pero quiero evitar que me recrimine ir demasiado despacio.
- Al menos no se trata del Aqua Laguna. Sería un problema real. - ¿Un poco de lluvia? Soy un usuario, no la bruja del este. No es nada que pueda detenerme, pero el Aqua Laguna... Un maremoto es algo más peligroso que eso, sobre todo si no encuentras refugio a tiempo. Pero en realidad solo quiero romper el hielo antes de mi próxima pregunta - Lily... ¿Has visitado ya a tu madre? Podríamos aprovechar a echar un vistazo. Quizás hoy...
Pero prefiero no terminar la frase. ¿Quizás hoy se acuerde de ti? No quiero darla falsas esperanzas, es más... No sé si es el día más adecuado para que cabeza funcione correctamente. Pero si de verdad quiere seguir con esa locura de la revolución, es mejor que aproveche para verla antes de que su cabeza logre ganarse unos cuantos millones, ya que después la será imposible desembarcar en Water Seven sin hacer saltar todas las alarmas. Una vez un revolucionario alcanza cierta fama, su isla de origen suele volverse una trampa contra ellos.
- ¿Ningún plan mejor? - pregunto al escuchar como desestima casi todas mis opciones - Dependiendo de la gruta no habría peligro, pero... Si, ha pasado demasiado tiempo, ya no sé cuáles serán seguras. De modo que si, nos toca correr.
Digo todo aquello con la desgana dibujada en el rostro. Odio correr, me produce tal pereza que quizás sea la única razón por la que aún no sepa manejar el Soru. De hecho no me importaría calarme por volver andando, pero Lily parece bastante preocupada al respecto, ¿será por su creación? Por sus palabras resulta bastante plausible que la lluvia pueda destruirlo, pero ¿no sería cuestión de sencillamente volver a crearlo? Desconozco la respuesta, así que definitivamente...
- Supongo que si no quieres mojarte, solo nos queda marcharnos rápido. Pero en realidad es imposible que lleguemos a algún sitio con techo antes de que empiece la tormenta - sentencio con cierto tono humorístico, casi malicioso.
La tomo de la mano antes de volver a pensar demasiado en ello. Al principio solo ando, pero en cuanto compruebo si me está siguiendo, acelero algo el ritmo, aunque no demasiado. Lo más probable es que en cualquier momento sea ella la que empiece a tirar de mí, siempre ha sido demasiado impaciente, y además es ella quien tiene un problema con el agua. Por si acaso, decido acelerar un poco el ritmo, pasando a andar deprisa en dirección a la ciudad. ¿Podemos ganar a la tormenta? A no ser que me oculte otra habilidad increíble lo dudo, pero quiero evitar que me recrimine ir demasiado despacio.
- Al menos no se trata del Aqua Laguna. Sería un problema real. - ¿Un poco de lluvia? Soy un usuario, no la bruja del este. No es nada que pueda detenerme, pero el Aqua Laguna... Un maremoto es algo más peligroso que eso, sobre todo si no encuentras refugio a tiempo. Pero en realidad solo quiero romper el hielo antes de mi próxima pregunta - Lily... ¿Has visitado ya a tu madre? Podríamos aprovechar a echar un vistazo. Quizás hoy...
Pero prefiero no terminar la frase. ¿Quizás hoy se acuerde de ti? No quiero darla falsas esperanzas, es más... No sé si es el día más adecuado para que cabeza funcione correctamente. Pero si de verdad quiere seguir con esa locura de la revolución, es mejor que aproveche para verla antes de que su cabeza logre ganarse unos cuantos millones, ya que después la será imposible desembarcar en Water Seven sin hacer saltar todas las alarmas. Una vez un revolucionario alcanza cierta fama, su isla de origen suele volverse una trampa contra ellos.
Lily Morgan
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Akuma no mi
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Oh maldición, ha terminado confirmando mis sospechas. El mejor y único plan es salir corriendo con la certeza de que en algún momento la tormenta nos atrapará. Creo que la última vez que me caló una tormenta también me encontraba junto a Nyx. Adoro la fuerza con la que se descarga el agua contra el suelo, la ferocidad de los truenos, el impacto de los relámpagos… Pero desde que me comí por error esa Akuma No Mi, tan solo me he limitado a observarlas desde la ventana. Tengo miedo de que se moje una criatura y no poderla revivir después. ¿Re-dibujarla? Sí, claro. Pero los manchurrones de tinta podrían ir emborronando en cadena las hojas y, en esencia, podría perderlos a todos.
- Lo siento mucho, amiguito. –Saco de nuevo la libreta y la abro en una hoja en blanco para que regrese a su forma estampada. –Sé que ha durado poco el reencuentro, te prometo que la próxima vez será más divertido. –comento, ladeando el rostro con aflicción.
Nyx toma mi mano iniciando la marcha; despacio al principio, más animada después. Mi rostro palidece tras la mención del peliblanco a la Aqua Laguna. ¡¡¿En qué época estamos?!! ¡¡¿Falta mucho?!! Mis pasos se aceleran a un ritmo más rápido del que mi cerebro es capaz de responder a esas preguntas. Pero con su siguiente comentario, Nyx consigue entrecortar mi respiración.
- Mi m-m-ma-madre… -balbuceo, y agacho la cabeza conmocionada ante la posibilidad de ir a verla.
Me muero de ganas por saber cómo está. Si necesita algo, si puedo hacer alguna cosa por ella antes de irme. Pero casi a la par que esos deseos, unas dudas terribles me asaltan y aterrorizan por igual. Nyx ha dejado en el aire sus últimas palabras, quizás porque intuye que podría seguir tratándose de un tema espinoso. Le doy un apretón a su mano, como hacía en antaño cada vez que no estaba segura de algo, y espero a que me lo devuelva.
- M-me encantaría volver a verla. –comento en tono bajo con timidez. – Es solo que…
Resulta imposible luchar contra las primeras gotas que, repetidamente, están cayendo por toda la playa. Nuestros pies se hunden por la arena imprimiendo la sensación de que avanzamos muy despacio. La noche retumba con la llegada de los truenos que sacuden con violencia los cielos. Se está acercando. Ni un alma puede divisarse en los alrededores, quizás prevenidos de que esto iba a suceder, les haya dado tiempo a guarecerse en un buen refugio.
-No tengo muy claro que pueda volver a soltar su mano de nuevo, Nyx. –confieso, pese a lo infantil y egoístas que puedan sonar mis palabras. –Me he alegrado mucho cuando he escuchado que, en este tiempo, has velado por ella. –Sonrío con amargura. – Pero eso no hace que duela menos.
Nuestros acelerados pasos nos hacen abandonar la playa y adentrarnos en la ciudad. La lluvia está cayendo a un ritmo más y más rápido sobre nuestras cabezas. Mi túnica se está calando, no sé por cuánto tiempo absorberá las gotas antes de que alcancen el resto de mi ropa. Echo una mirada hacia atrás para comprobar en qué estado se encuentra Nyx en estos momentos. Una sonrisa dichosa aflora, casi automática, de mis labios conformando una expresión divertida. Me encantaría poder dibujarle tal y como le veo ahora mismo: “El perfecto caballero pasado por agua”. Corrección; “El perfecto caballero, pasado por agua, que cambiará el mundo”. Adoro la simplicidad con la que la lluvia nos refleja a cada uno.
- E-esto… -balbuceo. -¿Y c-cómo lo hago? ¿Llamo a la puerta y me presento? ¿Pedimos refugio, le hablamos de cosas triviales y termino por confesarle que soy su hija? –le pregunto a Nyx echa un manojo de nervios. –En dos años, hay cosas que cambian y otras que no lo harán nunca… Pero, ¿cómo saberlo con ella?
Desvío la mirada hacia el suelo. Una vez dentro de la ciudad será cuestión de ir cruzando las calles hasta que demos con mi antiguo barrio y finalmente, la casa de mi madre.
- Lo siento mucho, amiguito. –Saco de nuevo la libreta y la abro en una hoja en blanco para que regrese a su forma estampada. –Sé que ha durado poco el reencuentro, te prometo que la próxima vez será más divertido. –comento, ladeando el rostro con aflicción.
Nyx toma mi mano iniciando la marcha; despacio al principio, más animada después. Mi rostro palidece tras la mención del peliblanco a la Aqua Laguna. ¡¡¿En qué época estamos?!! ¡¡¿Falta mucho?!! Mis pasos se aceleran a un ritmo más rápido del que mi cerebro es capaz de responder a esas preguntas. Pero con su siguiente comentario, Nyx consigue entrecortar mi respiración.
- Mi m-m-ma-madre… -balbuceo, y agacho la cabeza conmocionada ante la posibilidad de ir a verla.
Me muero de ganas por saber cómo está. Si necesita algo, si puedo hacer alguna cosa por ella antes de irme. Pero casi a la par que esos deseos, unas dudas terribles me asaltan y aterrorizan por igual. Nyx ha dejado en el aire sus últimas palabras, quizás porque intuye que podría seguir tratándose de un tema espinoso. Le doy un apretón a su mano, como hacía en antaño cada vez que no estaba segura de algo, y espero a que me lo devuelva.
- M-me encantaría volver a verla. –comento en tono bajo con timidez. – Es solo que…
Resulta imposible luchar contra las primeras gotas que, repetidamente, están cayendo por toda la playa. Nuestros pies se hunden por la arena imprimiendo la sensación de que avanzamos muy despacio. La noche retumba con la llegada de los truenos que sacuden con violencia los cielos. Se está acercando. Ni un alma puede divisarse en los alrededores, quizás prevenidos de que esto iba a suceder, les haya dado tiempo a guarecerse en un buen refugio.
-No tengo muy claro que pueda volver a soltar su mano de nuevo, Nyx. –confieso, pese a lo infantil y egoístas que puedan sonar mis palabras. –Me he alegrado mucho cuando he escuchado que, en este tiempo, has velado por ella. –Sonrío con amargura. – Pero eso no hace que duela menos.
Nuestros acelerados pasos nos hacen abandonar la playa y adentrarnos en la ciudad. La lluvia está cayendo a un ritmo más y más rápido sobre nuestras cabezas. Mi túnica se está calando, no sé por cuánto tiempo absorberá las gotas antes de que alcancen el resto de mi ropa. Echo una mirada hacia atrás para comprobar en qué estado se encuentra Nyx en estos momentos. Una sonrisa dichosa aflora, casi automática, de mis labios conformando una expresión divertida. Me encantaría poder dibujarle tal y como le veo ahora mismo: “El perfecto caballero pasado por agua”. Corrección; “El perfecto caballero, pasado por agua, que cambiará el mundo”. Adoro la simplicidad con la que la lluvia nos refleja a cada uno.
- E-esto… -balbuceo. -¿Y c-cómo lo hago? ¿Llamo a la puerta y me presento? ¿Pedimos refugio, le hablamos de cosas triviales y termino por confesarle que soy su hija? –le pregunto a Nyx echa un manojo de nervios. –En dos años, hay cosas que cambian y otras que no lo harán nunca… Pero, ¿cómo saberlo con ella?
Desvío la mirada hacia el suelo. Una vez dentro de la ciudad será cuestión de ir cruzando las calles hasta que demos con mi antiguo barrio y finalmente, la casa de mi madre.
Shingetsu Nyx
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Escucho con pena e intranquilidad sus palabras, sonriendo con dulzura cuando presiona mi mano con nerviosismo. Correspondo el gesto y dejo que siga tirando de mí bajo la lluvia, observando como sus mejillas se colorean como manzanas pese a la cortina de agua que nos acosa. He tardado varias horas, pero parece que finalmente he recuperado a la verdadera Lily. Temía que con todo lo ocurrido hubiera perdido su forma de ser.
- Se me ocurre una manera de entrar sin tener que mentir a la que fue mi salvadora... Confía en mí -. Dibujo mi sonrisa tranquilizadora solo para ella. - Además, estaré a tu lado.
Ahora es cuando estoy tirando de mis mejores dotes de actuación. Lo último que pretendo es mentirla, pero hay un pequeño matiz de engaño en mi plan. Sabiendo cómo funcionaba la mente de su madre, mi plan debería ser completamente infalible, sin fisuras. Con todo, existe el riesgo de que la dulce hija asustada termine mordiéndome con ira descontrolada. Al menos sé que no me atacará delante de ella.
No tardamos demasiado en alcanzar la meta. Eso sí, para cuando lo logramos estamos casi calados por la lluvia. No estoy tan empapado como para sentir toda mi ropa cargada de agua, pero si lo suficiente como para agradecer haber llegado ya a un lugar en el cual resguardarnos.
Sin pensarlo demasiado, alzo la mano y llamo tres veces a la puerta. Es de roble antiguo, con múltiples runas supersticiosas y sin sentido grabada en la madera y las paredes que la rodean... O eso diría si no conociera de primera mano el don que oculta la mujer al otro lado de la misma. Soy un hombre de ciencias, pero ni si quiera yo me atrevería a negar que Danah posee un poder más allá de la comprensión. Es que es la única mujer que conozco capaz de demostrar que tiene un vínculo real con el ocultismo.
- Parece que la lluvia ha traído algo interesante -. La voz que se escucha al otro lado de la puerta es a su vez suave, dulce y fantasmagórica. Unos segundos más tarde, la misma se abre ante nosotros. - Oh queridos... ¿Os ha atrapado la lluvia? No pasa nada, eso purificará vuestra alma. Pero procurad que no os entre un mal espíritu.
En una circunstancia normal sonreiría con ironía a sus palabras, pero eso es lo último que debo hacer. En su lugar, dibujo una sonrisa cálida en mi rostro y presiono la mano de Lily, sujetándola con fuerza. Pero las apariencias engañan. Puede parecer que lo hago por su bien, y aunque esa es una pequeña parte de la verdad... La principal razón es para evitar que salga corriendo por lo que estoy a punto de hacer.
- Hemos venido hoy a la isla, y el temporal nos ha sorprendido. Pero la verdad es que queríamos pasar y hablar con usted, porque... Bueno -. Guardo un instante de silencio, consciente de que estoy a punto de soltar una bomba. - Mi dulce compañera quiere hablar con un ser querido, alguien con quien lleva mucho sin hablar. ¿Podríamos pasar madame?
Y ahora es cuando me mata.
- Se me ocurre una manera de entrar sin tener que mentir a la que fue mi salvadora... Confía en mí -. Dibujo mi sonrisa tranquilizadora solo para ella. - Además, estaré a tu lado.
Ahora es cuando estoy tirando de mis mejores dotes de actuación. Lo último que pretendo es mentirla, pero hay un pequeño matiz de engaño en mi plan. Sabiendo cómo funcionaba la mente de su madre, mi plan debería ser completamente infalible, sin fisuras. Con todo, existe el riesgo de que la dulce hija asustada termine mordiéndome con ira descontrolada. Al menos sé que no me atacará delante de ella.
No tardamos demasiado en alcanzar la meta. Eso sí, para cuando lo logramos estamos casi calados por la lluvia. No estoy tan empapado como para sentir toda mi ropa cargada de agua, pero si lo suficiente como para agradecer haber llegado ya a un lugar en el cual resguardarnos.
Sin pensarlo demasiado, alzo la mano y llamo tres veces a la puerta. Es de roble antiguo, con múltiples runas supersticiosas y sin sentido grabada en la madera y las paredes que la rodean... O eso diría si no conociera de primera mano el don que oculta la mujer al otro lado de la misma. Soy un hombre de ciencias, pero ni si quiera yo me atrevería a negar que Danah posee un poder más allá de la comprensión. Es que es la única mujer que conozco capaz de demostrar que tiene un vínculo real con el ocultismo.
- Parece que la lluvia ha traído algo interesante -. La voz que se escucha al otro lado de la puerta es a su vez suave, dulce y fantasmagórica. Unos segundos más tarde, la misma se abre ante nosotros. - Oh queridos... ¿Os ha atrapado la lluvia? No pasa nada, eso purificará vuestra alma. Pero procurad que no os entre un mal espíritu.
En una circunstancia normal sonreiría con ironía a sus palabras, pero eso es lo último que debo hacer. En su lugar, dibujo una sonrisa cálida en mi rostro y presiono la mano de Lily, sujetándola con fuerza. Pero las apariencias engañan. Puede parecer que lo hago por su bien, y aunque esa es una pequeña parte de la verdad... La principal razón es para evitar que salga corriendo por lo que estoy a punto de hacer.
- Hemos venido hoy a la isla, y el temporal nos ha sorprendido. Pero la verdad es que queríamos pasar y hablar con usted, porque... Bueno -. Guardo un instante de silencio, consciente de que estoy a punto de soltar una bomba. - Mi dulce compañera quiere hablar con un ser querido, alguien con quien lleva mucho sin hablar. ¿Podríamos pasar madame?
Y ahora es cuando me mata.
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Escucho en silencio la respuesta del peliblanco. Tiene un plan, lo sé, y eso significa que no hay nada que temer. De alguna forma, me ayuda a creer que todo saldrá bien, es cuestión de que confíe en él. Como en los viejos tiempos ¿no? Las consecuencias de cualquier travesura eran menos terroríficas si las afrontábamos los dos juntos. Su mano tira de mí con firmeza para que sigamos avanzando mientras la lluvia nos cubre hasta mi hogar. Un relámpago cruza el cielo en el instante en el que puedo leer un cartel que marca la dirección hacia mi barrio.
Muerdo mi labio inferior, meditando en ello por uno segundos, en medio de la carrera. Cuando Nyx se ha descubierto ante mí, lo único en lo que podía pensar era en lo contenta que estaba por tener la oportunidad de abrazarle una vez más. ¿Es posible que una madre piense en hacer exactamente lo mismo? Quitando el miedo que siento, esa es una cuestión esperanzadora y razonable. Listos o no… ¡¡He vuelto a casa!!
El viejo portón de madera de roble cruje ante los toques de Nyx, anunciando la inminente llegada. Le dedico una mirada impaciente al peliblanco, cada segundo que pasa hasta obtener respuesta está cargado de un emocionante misterio. «¿Reconocerás en mis ojos a tu querida niña, madre?». No dejo de preguntarme una y otra vez en un intenso bucle.
La puerta se abre descubriéndome a la misma mujer de hace dos años. Se ha recogido el pelo color café en una trenza francesa y ha aparecido envuelta en un chal marrón oscuro que cubre la parte superior de un vestido color lila. Mi corazón late con fuerza ante la mujer que sale a recibirnos, con su cálida sonrisa de siempre y sus recomendaciones contra los malos espíritus. Siento cómo los ojos se me inundan de lágrimas, para las cuales he de hacer un esfuerzo titánico en impedir que salgan. La mano de Nyx aprieta firmemente la mía, en una señal en la que interpreto que es imposible echarse a atrás. Afortunadamente, es él quien se decide a hablar en primer lugar. Detalle que agradezco puesto que la tensión me ha dejado sin palabras.
Mi cara se queda estupefacta tras la revelación de intenciones de Nyx, a la par que un escalofrío pone mis pelos de punta. Rápidamente giro la cabeza para mirarle fijamente, pero sin atreverme a contradecirle. ¡¡¿Por qué ha dicho algo como eso?!! Mi madre hace un gesto amable que nos invita a entrar, posando sus ojos color púrpura en mí. Trago saliva con dificultad, a cada paso que doy mis rodillas temblequean notoriamente. Tengo que admitir que; si hay algo que mi madre jamás denegaría, sería en dar ayuda en el terreno paranormal. Puede que ya no conserve ningún recuerdo de sus seres queridos, o que los tenga todos, pero mi madre nunca renegará de lo que es.
En cuanto pasamos al interior, procede a cerrar la puerta para mostrarnos el camino hacia la sala de estar. Con educación, me quito mis botas para dejarlas en la entrada y no manchar la vivienda. No sabría decir si resulta reconfortante o siniestro el hecho de que todo continúe exactamente igual. Una nostalgia feliz me sobrecoge, hasta que tomamos asiento sobre uno de los sillones de skay.
- Sería conveniente que os desprendieras de todas las prendas mojadas que podáis. Un resfriado es bastante molesto en cualquier época del año. – Con la palma de sus manos muestra la chimenea, dando a entender que podemos dejarlas cerca de ella para que se sequen. – Os puedo preparar un poco de té, si lo deseáis, una bebida en vuestro estado suele resultar bastante reconfortante.
Asiento en un movimiento tenso de cabeza. Con cuidado de no mojar demasiado el suelo, me desabrocho mi gabardina y la coloco cerca de la chimenea. Hago lo mismo con la chaqueta de cuero color índigo y regreso al sofá. Mi madre ha aprovechado para dejarnos solos, supongo que para preparar ese té que nos ha ofrecido.
- ¿E-esto está bien, Nyx? –le pregunto, todavía dudosa del plan que estamos ejecutando. - ¿Por quién vamos a preguntarle?
No he conseguido templar los nervios ni por un instante. Mis piernas parecen moverse por sí solas, pese a que he colocado mis manos encima de ellas con la intención de disimular. Al cabo de unos minutos, mi madre regresa con una tetera y tres vasos pequeños en una bandeja. Los deposita meticulosamente sobre la mesa, para a continuación proceder a servir el líquido en los tres vasos. Finalmente, toma asiento en la mecedora que está justo enfrente de nosotros y al lado del fuego.
- Estás temblando, pequeña. –comenta mi madre refiriéndose a mí. – El té no hace milagros, pero al menos espero que pueda templarte un poco. ¿Podríais decirme cómo deseáis ser llamados? –su sonrisa transmite bondad y tranquilidad. – Supongo que ya habréis oído hablar de mí, aun así, mi nombre es Danah.
Mi mirada busca desesperadamente la de Nyx, no quiero mentir a mi madre. Al menos, no en esto.
- Llámeme Lily. –respondo, con la vista puesta en el suelo.
En cuanto ambos nos hemos presentado, los ojos de mi madre reflejan un aire retador. Su expresión continúa siendo igual de dulce, pero es como si su percepción hubiese captado algo insólito. Su rostro se ladea en una amplia sonrisa.
- Habéis venido para hablar con alguien. ¿Pero ella lo sabe? - parece preguntarle directamente a Nyx.
¿De qué va todo esto? Aprieto con fuerza la mano de Nyx sin entender nada. Esto no lo había visto antes en el tiempo que he vivido con ella. ¿A qué se refiere?
Muerdo mi labio inferior, meditando en ello por uno segundos, en medio de la carrera. Cuando Nyx se ha descubierto ante mí, lo único en lo que podía pensar era en lo contenta que estaba por tener la oportunidad de abrazarle una vez más. ¿Es posible que una madre piense en hacer exactamente lo mismo? Quitando el miedo que siento, esa es una cuestión esperanzadora y razonable. Listos o no… ¡¡He vuelto a casa!!
El viejo portón de madera de roble cruje ante los toques de Nyx, anunciando la inminente llegada. Le dedico una mirada impaciente al peliblanco, cada segundo que pasa hasta obtener respuesta está cargado de un emocionante misterio. «¿Reconocerás en mis ojos a tu querida niña, madre?». No dejo de preguntarme una y otra vez en un intenso bucle.
La puerta se abre descubriéndome a la misma mujer de hace dos años. Se ha recogido el pelo color café en una trenza francesa y ha aparecido envuelta en un chal marrón oscuro que cubre la parte superior de un vestido color lila. Mi corazón late con fuerza ante la mujer que sale a recibirnos, con su cálida sonrisa de siempre y sus recomendaciones contra los malos espíritus. Siento cómo los ojos se me inundan de lágrimas, para las cuales he de hacer un esfuerzo titánico en impedir que salgan. La mano de Nyx aprieta firmemente la mía, en una señal en la que interpreto que es imposible echarse a atrás. Afortunadamente, es él quien se decide a hablar en primer lugar. Detalle que agradezco puesto que la tensión me ha dejado sin palabras.
Mi cara se queda estupefacta tras la revelación de intenciones de Nyx, a la par que un escalofrío pone mis pelos de punta. Rápidamente giro la cabeza para mirarle fijamente, pero sin atreverme a contradecirle. ¡¡¿Por qué ha dicho algo como eso?!! Mi madre hace un gesto amable que nos invita a entrar, posando sus ojos color púrpura en mí. Trago saliva con dificultad, a cada paso que doy mis rodillas temblequean notoriamente. Tengo que admitir que; si hay algo que mi madre jamás denegaría, sería en dar ayuda en el terreno paranormal. Puede que ya no conserve ningún recuerdo de sus seres queridos, o que los tenga todos, pero mi madre nunca renegará de lo que es.
En cuanto pasamos al interior, procede a cerrar la puerta para mostrarnos el camino hacia la sala de estar. Con educación, me quito mis botas para dejarlas en la entrada y no manchar la vivienda. No sabría decir si resulta reconfortante o siniestro el hecho de que todo continúe exactamente igual. Una nostalgia feliz me sobrecoge, hasta que tomamos asiento sobre uno de los sillones de skay.
- Sería conveniente que os desprendieras de todas las prendas mojadas que podáis. Un resfriado es bastante molesto en cualquier época del año. – Con la palma de sus manos muestra la chimenea, dando a entender que podemos dejarlas cerca de ella para que se sequen. – Os puedo preparar un poco de té, si lo deseáis, una bebida en vuestro estado suele resultar bastante reconfortante.
Asiento en un movimiento tenso de cabeza. Con cuidado de no mojar demasiado el suelo, me desabrocho mi gabardina y la coloco cerca de la chimenea. Hago lo mismo con la chaqueta de cuero color índigo y regreso al sofá. Mi madre ha aprovechado para dejarnos solos, supongo que para preparar ese té que nos ha ofrecido.
- ¿E-esto está bien, Nyx? –le pregunto, todavía dudosa del plan que estamos ejecutando. - ¿Por quién vamos a preguntarle?
No he conseguido templar los nervios ni por un instante. Mis piernas parecen moverse por sí solas, pese a que he colocado mis manos encima de ellas con la intención de disimular. Al cabo de unos minutos, mi madre regresa con una tetera y tres vasos pequeños en una bandeja. Los deposita meticulosamente sobre la mesa, para a continuación proceder a servir el líquido en los tres vasos. Finalmente, toma asiento en la mecedora que está justo enfrente de nosotros y al lado del fuego.
- Estás temblando, pequeña. –comenta mi madre refiriéndose a mí. – El té no hace milagros, pero al menos espero que pueda templarte un poco. ¿Podríais decirme cómo deseáis ser llamados? –su sonrisa transmite bondad y tranquilidad. – Supongo que ya habréis oído hablar de mí, aun así, mi nombre es Danah.
Mi mirada busca desesperadamente la de Nyx, no quiero mentir a mi madre. Al menos, no en esto.
- Llámeme Lily. –respondo, con la vista puesta en el suelo.
En cuanto ambos nos hemos presentado, los ojos de mi madre reflejan un aire retador. Su expresión continúa siendo igual de dulce, pero es como si su percepción hubiese captado algo insólito. Su rostro se ladea en una amplia sonrisa.
- Habéis venido para hablar con alguien. ¿Pero ella lo sabe? - parece preguntarle directamente a Nyx.
¿De qué va todo esto? Aprieto con fuerza la mano de Nyx sin entender nada. Esto no lo había visto antes en el tiempo que he vivido con ella. ¿A qué se refiere?
Shingetsu Nyx
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Agilidad
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Precisión
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Somos invitados a entrar sin que sean necesarias demasiadas presentaciones. Todo ha resultado como era de esperar, después de todo Danah siempre ha recibido con los brazos abiertos a quienes necesitan su ayuda. También estoy satisfecho de que, al menos por ahora, conservo mi cuerpo sin golpes o mordiscos. De hecho, a parte del temblequeo por parte de Lily, que puede ser considerado como simple nerviosismo al enfrentarse a una sesión de espiritismo, no se ha producido ninguna reacción extraña.
- Gracias por su hospitalidad -. Respondo a nuestra anfitriona mientras hago una pequeña reverencia - Temía que nos fuéramos a quedar aquí, con la lluvia.
En cuanto entramos puedo sentir la diferencia de temperatura, cálida y acogedora. Me retiro las botas en la entrada y paso a desprenderme de mi chaqueta. Una vez apartada la ropa de abrigo no estoy demasiado mojado, a excepción de los bajos del pantalón, que decido replegar sobre sí mismos. Ahora, cuando estoy seguro de que no voy a ir dejando un rastro de agua por donde pase, sigo a Danah hasta el salón de la casa, dejando la ropa mojada al lado de la chimenea.
Aprovecho el momento en que se marcha para guiñar un ojo a Lily. Está sentada en el sofá, temblando de miedo mientras observa todo lo que la rodea. Al parecer está lo bastante alterada como para no comprender la razón de haber elegido esas palabras al entrar.
- Bueno. Te dije que no iba a mentir ¿Y tú querías hablar con tu querida madre, no? Solo he hecho una elección de palabras adecuada -. Un atisbo de malicia se cuela entre el tono conciliador con el que estaba hablando. - Además. Si pregunta a los espíritus por la persona con quien quieres hablar, existe la posibilidad de que pueda llegar a comprender lo que está ocurriendo... Quizás es solo una esperanza vana. Pero es algo que debo intentar, por tu bien.
No voy a negar que estoy disfrutando como un niño con todo esto. Pero con todo, no deja de ser verdad que lo que hago es solo para intentar darla unos preciados instantes con su madre. Después de todo, nadie puede saber cuándo será la próxima vez que pueda pasarse a verla. Hay posibilidades de que nunca más pueda acercarse a su hogar, de que esta sea la última vez que puede presentarse aquí sin riesgo alguno. Solo espero que la situación no se descontrole demasiado.
Para cuando Danah vuelve con el té y empieza a servirlo, vuelvo a estar sentado al lado de la revolucionaria. Incluso la curtida médium se da cuenta de que la joven está temblando, pero parece intuir que esto es debido al frío. Hago lo único que puedo hacer ahora mismo y vuelvo a tomar la mano de Lily, respondiendo a su mirada de auxilio con una más tranquilizadora. «No tienes que temer nada en absoluto. Aquí no.» Es lo que trato de trasmitirla con mis gestos, demasiado consciente de su estado.
- ¿Disculpa? -. Lo que debería ser una sencilla pregunta por parte de Danah, termina por descolocarme por completo - ¿Si ella sabe el que?
Mi duda es real. ¿Acaso se ha dado cuenta de que todo es un teatro? No, a estas alturas eso es imposible, es demasiado pronto. Debe de tratarse de una pregunta directa, referida a lo que hemos venido a hablar. Para empezar no se si con "ella" se refiere a Lily o a la persona con quien queremos contactar, en este caso la propia Danah. Por ahora solo puedo dar un tipo de respuesta y rezar para que el resto de la conversación siga sola su cauce.
- No. Ella ni si quiera sabía que vendríamos aquí. ¿Eso supone algún tipo de problema?
Trato de mantener un rostro neutral, consciente de que estoy demasiado cerca de empezar a mentir. Ese es el problema de las medias verdades, útiles, pero frágiles. Es como andar por una capa de hielo recién formada sobre un lago sin puentes. Sabes que la única manera de llegar al otro lado sin mojarte en sus frías aguas es caminar sobre la misma... Pero según vas avanzando, comprendes que el hielo es más frágil a cada paso que te acerca al centro del viaje. En cualquier momento podría partirse, y entonces caerías sin remedio al agua... En este caso, el engaño. Y no se trata únicamente de que mi moral me impida mentir a mi salvadora. Nunca fui capaz de mentir en su presencia, siempre era descubierto. ¿Quizás la llegaba un chivatazo de sus queridos espíritus? Nunca llegué a saberlo.
- Gracias por su hospitalidad -. Respondo a nuestra anfitriona mientras hago una pequeña reverencia - Temía que nos fuéramos a quedar aquí, con la lluvia.
En cuanto entramos puedo sentir la diferencia de temperatura, cálida y acogedora. Me retiro las botas en la entrada y paso a desprenderme de mi chaqueta. Una vez apartada la ropa de abrigo no estoy demasiado mojado, a excepción de los bajos del pantalón, que decido replegar sobre sí mismos. Ahora, cuando estoy seguro de que no voy a ir dejando un rastro de agua por donde pase, sigo a Danah hasta el salón de la casa, dejando la ropa mojada al lado de la chimenea.
Aprovecho el momento en que se marcha para guiñar un ojo a Lily. Está sentada en el sofá, temblando de miedo mientras observa todo lo que la rodea. Al parecer está lo bastante alterada como para no comprender la razón de haber elegido esas palabras al entrar.
- Bueno. Te dije que no iba a mentir ¿Y tú querías hablar con tu querida madre, no? Solo he hecho una elección de palabras adecuada -. Un atisbo de malicia se cuela entre el tono conciliador con el que estaba hablando. - Además. Si pregunta a los espíritus por la persona con quien quieres hablar, existe la posibilidad de que pueda llegar a comprender lo que está ocurriendo... Quizás es solo una esperanza vana. Pero es algo que debo intentar, por tu bien.
No voy a negar que estoy disfrutando como un niño con todo esto. Pero con todo, no deja de ser verdad que lo que hago es solo para intentar darla unos preciados instantes con su madre. Después de todo, nadie puede saber cuándo será la próxima vez que pueda pasarse a verla. Hay posibilidades de que nunca más pueda acercarse a su hogar, de que esta sea la última vez que puede presentarse aquí sin riesgo alguno. Solo espero que la situación no se descontrole demasiado.
Para cuando Danah vuelve con el té y empieza a servirlo, vuelvo a estar sentado al lado de la revolucionaria. Incluso la curtida médium se da cuenta de que la joven está temblando, pero parece intuir que esto es debido al frío. Hago lo único que puedo hacer ahora mismo y vuelvo a tomar la mano de Lily, respondiendo a su mirada de auxilio con una más tranquilizadora. «No tienes que temer nada en absoluto. Aquí no.» Es lo que trato de trasmitirla con mis gestos, demasiado consciente de su estado.
- ¿Disculpa? -. Lo que debería ser una sencilla pregunta por parte de Danah, termina por descolocarme por completo - ¿Si ella sabe el que?
Mi duda es real. ¿Acaso se ha dado cuenta de que todo es un teatro? No, a estas alturas eso es imposible, es demasiado pronto. Debe de tratarse de una pregunta directa, referida a lo que hemos venido a hablar. Para empezar no se si con "ella" se refiere a Lily o a la persona con quien queremos contactar, en este caso la propia Danah. Por ahora solo puedo dar un tipo de respuesta y rezar para que el resto de la conversación siga sola su cauce.
- No. Ella ni si quiera sabía que vendríamos aquí. ¿Eso supone algún tipo de problema?
Trato de mantener un rostro neutral, consciente de que estoy demasiado cerca de empezar a mentir. Ese es el problema de las medias verdades, útiles, pero frágiles. Es como andar por una capa de hielo recién formada sobre un lago sin puentes. Sabes que la única manera de llegar al otro lado sin mojarte en sus frías aguas es caminar sobre la misma... Pero según vas avanzando, comprendes que el hielo es más frágil a cada paso que te acerca al centro del viaje. En cualquier momento podría partirse, y entonces caerías sin remedio al agua... En este caso, el engaño. Y no se trata únicamente de que mi moral me impida mentir a mi salvadora. Nunca fui capaz de mentir en su presencia, siempre era descubierto. ¿Quizás la llegaba un chivatazo de sus queridos espíritus? Nunca llegué a saberlo.
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Mi madre se ríe ante la aparente perplejidad de ambos, pero aún más después de que Nyx le confirme que no tenemos idea de a qué se está refiriendo. Sus ojos viajan de Nyx hacia mí como si fuese conocedora de un terrible secreto.
-La luz del fuego transmite lo que no es posible de ver a simple vista. –responde a modo de acertijo. Su dedo se alza hacia arriba y con ello, se levanta de nuevo para dirigirse a la librería para coger un libro.
No puedo negar que es difícil de controlar las emociones que emanan de mi interior, como un potente torrente de agua que sigue su cauce hasta el mar. En este caso, el plan maestro de Nyx se ha centrado en mí desde el principio. Esa persona del “más allá” que venía a ver a un ser querido, era otra forma de denominar este encuentro familiar. Brillante. Simple y efectivo. Aunque más tarde encontraré algún modo de que me las pague por haberme utilizado.
-Es… –titubeo. – importante para nosotros… mí… que me reúna con ese ser querido. –comento, con la intención de apremiarla. –Se trata de mi ma-dre.
Si un conocimiento yace fresco desde que tengo uso de razón, es que conozco las “percepciones” maravillosas y frágiles de mi madre. Son imprecisas, están llenas de retorcidas palabras que pueden significar cualquier cosa, y aunque me encantaría saber de qué está hablando; el tiempo es oro. Mi madre deja el libro encima de la mesa sobre el que puede leerse un título; “Línea Sucesoria del Ojo Blanco”. Acude a su asiento y cruza las piernas con expresión ceñuda.
- Está bien. Puedo ayudarte con eso.
Deposita sus manos cálidas sobre las mías y cierra los ojos, como en tantas ocasiones la he visto hacer. Está analizando mi esencia, y en cuanto eso termine, pasará a buscar ese mismo patrón en el mundo de los muertos. Mi pulso se está sincronizando con el suyo, suave pero rítmicamente. El siguiente paso, será conseguir lo mismo con nuestras ondas cerebrales. Nuestros cabellos se elevan en esa unión esencial y simbiótica pero mi mirada sigue puesta en Nyx. ¿Cuánto tiempo va a durar esto?
El silencio recae sobre la habitación hasta que la pregunta más elemental emerge de entre las sombras. Mi madre abre sus preciosos ojos violeta, los clava en los míos y su expresión va cambiando a medida que pasan los segundos. Una fina sonrisa se conforma en mis labios, con marcada ilusión, ansío ese emocionante instante en el que, por fin, me vea. Sus manos se aferran con más intensidad a las mías hasta que unas lágrimas sinceras resbalan por su rostro.
-¿M-madre? –pregunto.
Con celeridad se separa de mí, abre la página del libro y busca desesperadamente una pluma en el cajón del pequeño escritorio que tenemos a tan solo unos pasos. Con ella escribe algo, que no soy capaz de descifrar desde la distancia en la que me encuentro y termina por caer extenuada. Me levanto con ímpetu para tomarla entre mis brazos, para detener su caída contra el suelo. Podría decirse que sus labios dibujan una sonrisa serena, pero también dichosa. Acaricio los mechones sueltos de sus cabellos, luego le hago un ademán a Nyx para que me ayude a echarla sobre el sofá; necesita descansar.
-Tranquilo, Nyx. Cuando canaliza, aunque no se haya completado la transferencia, cae extenuada de esta manera. –comento, permitiendo que mis lágrimas lleguen hasta mis mejillas. –Lo he sentido, me ha visto. Cuando despierte, le hablaré de Lily en tercera persona. Porque ahora que sabe que estoy aquí, y sé que será capaz de recordar micro-instantes de esta visita. –enjugo mis lágrimas con la mano, y abrazo el cuerpo desmayado de mi madre. - ¿Has visto al Señor Bigotes, Nyx? ¿Podrías ir a buscarlo?
-La luz del fuego transmite lo que no es posible de ver a simple vista. –responde a modo de acertijo. Su dedo se alza hacia arriba y con ello, se levanta de nuevo para dirigirse a la librería para coger un libro.
No puedo negar que es difícil de controlar las emociones que emanan de mi interior, como un potente torrente de agua que sigue su cauce hasta el mar. En este caso, el plan maestro de Nyx se ha centrado en mí desde el principio. Esa persona del “más allá” que venía a ver a un ser querido, era otra forma de denominar este encuentro familiar. Brillante. Simple y efectivo. Aunque más tarde encontraré algún modo de que me las pague por haberme utilizado.
-Es… –titubeo. – importante para nosotros… mí… que me reúna con ese ser querido. –comento, con la intención de apremiarla. –Se trata de mi ma-dre.
Si un conocimiento yace fresco desde que tengo uso de razón, es que conozco las “percepciones” maravillosas y frágiles de mi madre. Son imprecisas, están llenas de retorcidas palabras que pueden significar cualquier cosa, y aunque me encantaría saber de qué está hablando; el tiempo es oro. Mi madre deja el libro encima de la mesa sobre el que puede leerse un título; “Línea Sucesoria del Ojo Blanco”. Acude a su asiento y cruza las piernas con expresión ceñuda.
- Está bien. Puedo ayudarte con eso.
Deposita sus manos cálidas sobre las mías y cierra los ojos, como en tantas ocasiones la he visto hacer. Está analizando mi esencia, y en cuanto eso termine, pasará a buscar ese mismo patrón en el mundo de los muertos. Mi pulso se está sincronizando con el suyo, suave pero rítmicamente. El siguiente paso, será conseguir lo mismo con nuestras ondas cerebrales. Nuestros cabellos se elevan en esa unión esencial y simbiótica pero mi mirada sigue puesta en Nyx. ¿Cuánto tiempo va a durar esto?
El silencio recae sobre la habitación hasta que la pregunta más elemental emerge de entre las sombras. Mi madre abre sus preciosos ojos violeta, los clava en los míos y su expresión va cambiando a medida que pasan los segundos. Una fina sonrisa se conforma en mis labios, con marcada ilusión, ansío ese emocionante instante en el que, por fin, me vea. Sus manos se aferran con más intensidad a las mías hasta que unas lágrimas sinceras resbalan por su rostro.
-¿M-madre? –pregunto.
Con celeridad se separa de mí, abre la página del libro y busca desesperadamente una pluma en el cajón del pequeño escritorio que tenemos a tan solo unos pasos. Con ella escribe algo, que no soy capaz de descifrar desde la distancia en la que me encuentro y termina por caer extenuada. Me levanto con ímpetu para tomarla entre mis brazos, para detener su caída contra el suelo. Podría decirse que sus labios dibujan una sonrisa serena, pero también dichosa. Acaricio los mechones sueltos de sus cabellos, luego le hago un ademán a Nyx para que me ayude a echarla sobre el sofá; necesita descansar.
-Tranquilo, Nyx. Cuando canaliza, aunque no se haya completado la transferencia, cae extenuada de esta manera. –comento, permitiendo que mis lágrimas lleguen hasta mis mejillas. –Lo he sentido, me ha visto. Cuando despierte, le hablaré de Lily en tercera persona. Porque ahora que sabe que estoy aquí, y sé que será capaz de recordar micro-instantes de esta visita. –enjugo mis lágrimas con la mano, y abrazo el cuerpo desmayado de mi madre. - ¿Has visto al Señor Bigotes, Nyx? ¿Podrías ir a buscarlo?
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La escena que se sucede ante mis ojos es dulce a la par que incomprensible. Nunca he terminado de entender el mundo que rodea a los espíritus... Lo mío es la ciencia, cosas que puedo ver o demostrar con razonamientos lógicos. Si me dijeras que un medidor eléctrico de interferencias o un sistema brújula basado en las presiones del agua pueden demostrar la existencia de fantasmas... Pero no, eso son solo chorradas. Sin embargo, en el pasado he visto demasiado como para negar su existencia. Y si hay algo que odio en este mundo, es no poder comprender lo que me rodea. Es por esto que no rechisto cuando Lily me indica que vaya a buscar lo que supongo que será el nuevo gato de su madre.
- Os dejo intimidad.
Camino por la casa observando todo lo que me rodea. Hay tantos recuerdos entre estas paredes, tantas memorias de una vida más sencilla, que no me es difícil perderme entre sus pasillos. Me paseo con tranquilidad, acariciando las paredes mientras asimilo cada detalle de lo que me rodea, consciente de que podría ser la última vez que pongo un pie dentro. No puedo evitar sonreír mientras busco a la pequeña bola de pelo. Estoy en uno de los pocos lugares que puedo considerar un hogar.
- Ven misimisimisi -. Si algún compañero me viera, posiblemente perdería toda mi credibilidad como agente. - ¿Dónde puede estar esa bola de pelo?
No consigo dar con la mascota de la casa hasta que, llevado por mero instinto, lo encuentro en la cocina. Había decidido esconderse tras el cesto de frutas, posiblemente al sentir que alguien lo buscaba. Como no podía ser de otra manera, es un gato negro de ojos verdes. Por su aspecto, diría que lo adoptaron poco después de que yo desapareciera de Water Seven, pero no soy experto en animales.
Empiezo a pelearme con el felino en el momento en que pongo mis manos sobre él. Muerde, se revuelve y patea. No es violento, pero se nota que le gusta jugar... En ningún momento trata de clavarme dientes o uñas, usándolos sencillamente para intentar huir de mi presa. De todos modos, no es como si fuera a hacerme daño aunque lo intentara con todo su ser, a no ser que haya encontrado al primer gato del mundo con haki. Como no es el caso, al cabo de unos segundos se ha rendido, aceptando que está bajo mi poder.
- Así es. Buen gatito -. Susurro acariciándolo con dulzura bajo el hocico, sin tener realmente idea de si es macho o hembra.
Para cuando vuelvo al salón, Lily parece haber tenido suficiente tiempo a solas con su madre. En caso de que aún no lo haya hecho, la ayudaré a ponerla cómoda y luego dejaré al felino en su regazo. Una vez está todo en relativo orden, tomo del brazo a la joven de ojos púrpuras para que me acompañe al sofá. Al sentarme me inclino sobre ella para dedicarla unas palabras a modo de susurro.
- Tómate el tiempo que desees, todo el que necesites... Pero mañana por la mañana tendré que volver a base, mi permiso acaba entonces. Si es lo que necesitas, podemos pasar toda la noche con ella. Puedes contar conmigo.
- Os dejo intimidad.
Camino por la casa observando todo lo que me rodea. Hay tantos recuerdos entre estas paredes, tantas memorias de una vida más sencilla, que no me es difícil perderme entre sus pasillos. Me paseo con tranquilidad, acariciando las paredes mientras asimilo cada detalle de lo que me rodea, consciente de que podría ser la última vez que pongo un pie dentro. No puedo evitar sonreír mientras busco a la pequeña bola de pelo. Estoy en uno de los pocos lugares que puedo considerar un hogar.
- Ven misimisimisi -. Si algún compañero me viera, posiblemente perdería toda mi credibilidad como agente. - ¿Dónde puede estar esa bola de pelo?
No consigo dar con la mascota de la casa hasta que, llevado por mero instinto, lo encuentro en la cocina. Había decidido esconderse tras el cesto de frutas, posiblemente al sentir que alguien lo buscaba. Como no podía ser de otra manera, es un gato negro de ojos verdes. Por su aspecto, diría que lo adoptaron poco después de que yo desapareciera de Water Seven, pero no soy experto en animales.
Empiezo a pelearme con el felino en el momento en que pongo mis manos sobre él. Muerde, se revuelve y patea. No es violento, pero se nota que le gusta jugar... En ningún momento trata de clavarme dientes o uñas, usándolos sencillamente para intentar huir de mi presa. De todos modos, no es como si fuera a hacerme daño aunque lo intentara con todo su ser, a no ser que haya encontrado al primer gato del mundo con haki. Como no es el caso, al cabo de unos segundos se ha rendido, aceptando que está bajo mi poder.
- Así es. Buen gatito -. Susurro acariciándolo con dulzura bajo el hocico, sin tener realmente idea de si es macho o hembra.
Para cuando vuelvo al salón, Lily parece haber tenido suficiente tiempo a solas con su madre. En caso de que aún no lo haya hecho, la ayudaré a ponerla cómoda y luego dejaré al felino en su regazo. Una vez está todo en relativo orden, tomo del brazo a la joven de ojos púrpuras para que me acompañe al sofá. Al sentarme me inclino sobre ella para dedicarla unas palabras a modo de susurro.
- Tómate el tiempo que desees, todo el que necesites... Pero mañana por la mañana tendré que volver a base, mi permiso acaba entonces. Si es lo que necesitas, podemos pasar toda la noche con ella. Puedes contar conmigo.
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Nyx ha desaparecido del salón. A lo que intuyo que, de forma servicial, se ha ido a cumplir con la tarea que le he encomendado. Cierro los ojos y entrelazo mi mano junto a la de mi madre por unos dulces instantes. Cada día, guardo unos minutos para pensar en ella y le dedico mis mejores pensamientos. ¿Algo estúpido? No lo sé. Pero almacenar este tipo de recuerdos es lo que más aprecio cuando las cosas se ponen feas. El cuanto Nyx regrese con el Señor Bigotes, restableceremos la línea temporal de mi madre.
“Cuando vivíamos juntas, una noche al llegar casa el Señor Bigotes estaba en la mecedora de mamá. Al parecer ella lo había dejado pasar porque no la dejaba dormir. Pensó que; si lo alimentaba esa noche, después se marcharía y ya no tendría problemas en conciliar el sueño. Pero no fue así. El Señor Bigotes estuvo comiendo durante toda la noche hasta que se cayó, literalmente, vencido por el sueño. La memoria de mamá tiene una afectación seria a largo plazo, pero no presenta dificultades en cuanto a recuperar recuerdos remotos. Cuando se levantó a la mañana siguiente y vio al Señor Bigotes, pensó que se había colado durante la noche y quiso alimentarlo. Pero el Señor Bigotes, todavía mascaba el cuerpo de una raspa y comprendió que un gato no habría podido acceder a su despensa por sí solo… Jamás escuche reírse a mamá con tanta fuerza”.
Los médicos lo llamaron “momento de lucidez”, pero para mí fue una paradoja del espacio-tiempo. Ese gato había conseguido en una noche, aquello que llevaba buscando parte de mi vida, que su memoria se anclase a una referencia y fuese capaz de hilarla con la siguiente.
Lentamente me despego de ella y, por el rabillo del ojo, miro en dirección al libro. Una curiosidad fervorosa crece en mi interior y termina impulsándome en abrir el libro de sopetón por la hoja en la que ha querido escribir algo. “Por la sangre de tus venas corren los conocimientos de quienes te precedieron. Creo que he visto ese Don tratando de despertar, este libro te ayudará a comprender lo básico. Te quiero, pequeña Lily. Te has convertido en una mujer muy hermosa”.
Los pasos de Nyx anuncian su llegada. Entre sus brazos, con expresión de pocos amigos, está acomodado el Señor Bigotes. Sonrío con el libro estrujado contra mi pecho y le ayudo a dejar al Señor Bigotes en el regazo de mi madre.
- Es el mejor regalo que podrías haberme dado Nyx –replico, también en un susurro en el que aprovecho para echar una última mirada a mi madre.
A continuación, le planto un beso en la mejilla sin dejar de sonreír y con el rostro ruborizado. Pero al igual que Santa… Nyx debe irse mañana para repartir carbón a los niños malos. Quizás eso incluya a mis compañeros de cuartel y esa es una idea que me incomoda hasta cierto punto.
- ¿Hay algo en especial que vayas a extrañar hasta la próxima vez que nos veamos? –pregunto con inocencia. – Si yo tuviese que responder a esa pregunta en primer lugar… -comento dubitativa- propondría una noche de juegos. Un poco de karaoke, Jan-Ken-Pon… qui-qui-quizás, ¿Pocky?
Varios mechones de pelo cubren mis ojos, mis mejillas se encuentran rojas y una fina sonrisa enmarca mi rostro cuando termino de hablar. Sin lugar a dudas, las cosas más cotidianas que solía hacer junto a Nyx son las que más extrañaré. Ojalá nada en el mundo cambiase eso.
“Cuando vivíamos juntas, una noche al llegar casa el Señor Bigotes estaba en la mecedora de mamá. Al parecer ella lo había dejado pasar porque no la dejaba dormir. Pensó que; si lo alimentaba esa noche, después se marcharía y ya no tendría problemas en conciliar el sueño. Pero no fue así. El Señor Bigotes estuvo comiendo durante toda la noche hasta que se cayó, literalmente, vencido por el sueño. La memoria de mamá tiene una afectación seria a largo plazo, pero no presenta dificultades en cuanto a recuperar recuerdos remotos. Cuando se levantó a la mañana siguiente y vio al Señor Bigotes, pensó que se había colado durante la noche y quiso alimentarlo. Pero el Señor Bigotes, todavía mascaba el cuerpo de una raspa y comprendió que un gato no habría podido acceder a su despensa por sí solo… Jamás escuche reírse a mamá con tanta fuerza”.
Los médicos lo llamaron “momento de lucidez”, pero para mí fue una paradoja del espacio-tiempo. Ese gato había conseguido en una noche, aquello que llevaba buscando parte de mi vida, que su memoria se anclase a una referencia y fuese capaz de hilarla con la siguiente.
Lentamente me despego de ella y, por el rabillo del ojo, miro en dirección al libro. Una curiosidad fervorosa crece en mi interior y termina impulsándome en abrir el libro de sopetón por la hoja en la que ha querido escribir algo. “Por la sangre de tus venas corren los conocimientos de quienes te precedieron. Creo que he visto ese Don tratando de despertar, este libro te ayudará a comprender lo básico. Te quiero, pequeña Lily. Te has convertido en una mujer muy hermosa”.
Los pasos de Nyx anuncian su llegada. Entre sus brazos, con expresión de pocos amigos, está acomodado el Señor Bigotes. Sonrío con el libro estrujado contra mi pecho y le ayudo a dejar al Señor Bigotes en el regazo de mi madre.
- Es el mejor regalo que podrías haberme dado Nyx –replico, también en un susurro en el que aprovecho para echar una última mirada a mi madre.
A continuación, le planto un beso en la mejilla sin dejar de sonreír y con el rostro ruborizado. Pero al igual que Santa… Nyx debe irse mañana para repartir carbón a los niños malos. Quizás eso incluya a mis compañeros de cuartel y esa es una idea que me incomoda hasta cierto punto.
- ¿Hay algo en especial que vayas a extrañar hasta la próxima vez que nos veamos? –pregunto con inocencia. – Si yo tuviese que responder a esa pregunta en primer lugar… -comento dubitativa- propondría una noche de juegos. Un poco de karaoke, Jan-Ken-Pon… qui-qui-quizás, ¿Pocky?
Varios mechones de pelo cubren mis ojos, mis mejillas se encuentran rojas y una fina sonrisa enmarca mi rostro cuando termino de hablar. Sin lugar a dudas, las cosas más cotidianas que solía hacer junto a Nyx son las que más extrañaré. Ojalá nada en el mundo cambiase eso.
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Observo el panorama desde mi posición. Lily parece estar considerablemente feliz después de todo lo ocurrido, así que quizás me libre de una represalia por la manera en que la he puesto contra las cuerdas en el primer contacto con su madre. Su felicidad se hace evidente cuando decide plantarme un beso en la mejilla. Parece que he hecho lo correcto.
- Es lo mínimo que podría hacer - respondo ante sus palabras de gratitud.
Pero sus siguientes palabras, pese a parecer alegres en un primer momento, me dan la impresión de esconder cierto temor o tristeza. Quizás sea solo mi imaginación. Puede que esté reflejando mis propias dudas en la pregunta que me dedica. «¿Qué es lo que desearías hacer?» Sonriendo con picardía, aparto su cabello con lentitud, terminando por depositar un delicado beso en su cuello desnudo.
- Cualquier tipo de juego está bien. La noche admite distintos tipos de entretenimiento alrededor de estos -. Susurro con fingida inocencia -. Y todas esas ideas que te puedan estar pasando por la mente, son atractivas si incluyen tu compañía.
La doy unos segundos de ventaja para que interprete como desee mis palabras. Aprovecho este instante de paz para mirar por la ventana, observando que parece haber dejado de llover. Es tan buen momento como podría serlo cualquier otro. Con todo ello en mente, me incorporo con lentitud y ofrezco una mano a Lily por si quisiera tomarla. Es la hora.
- Deberíamos marcharnos ya. Cuando despierte, puede que no nos recuerde; No quiero asustarla por una mala interpretación de la situación.
Sé que puede resultar duro; pero también sé que es la primera en entender que tengo razón. Aún queda mucha noche por delante. Tiempo suficiente como para hablar de cualquier asunto que hayamos dejado sin mencionar, o incluso de algún plan para el futuro que nos espera. Todavía debo hacerla entrega de un ítem en particular, y hacerla una proposición que tendrá tiempo de sopesar hasta la próxima vez que nos veamos.
- ¿Todo bien bunny? - Pregunto en un susurro para comprobar su estado - No te preocupes. Estará bien.
Sin más dilación, empiezo a caminar hacia la salida. Tomo en mi camino la ropa que había dejado en la chimenea y me la coloco con lentitud, procurando no hacer demasiado ruido. Tras ello sigo mi camino hasta la entrada, donde me coloco y abrocho el calzado. Para finalmente esperar sin abrir la puerta a que Lily esté lista. Debe de ser ella quien dé el primer paso para abandonar la casa, no quiero que sienta que la estoy obligando a abandonar a su familia.
- Es lo mínimo que podría hacer - respondo ante sus palabras de gratitud.
Pero sus siguientes palabras, pese a parecer alegres en un primer momento, me dan la impresión de esconder cierto temor o tristeza. Quizás sea solo mi imaginación. Puede que esté reflejando mis propias dudas en la pregunta que me dedica. «¿Qué es lo que desearías hacer?» Sonriendo con picardía, aparto su cabello con lentitud, terminando por depositar un delicado beso en su cuello desnudo.
- Cualquier tipo de juego está bien. La noche admite distintos tipos de entretenimiento alrededor de estos -. Susurro con fingida inocencia -. Y todas esas ideas que te puedan estar pasando por la mente, son atractivas si incluyen tu compañía.
La doy unos segundos de ventaja para que interprete como desee mis palabras. Aprovecho este instante de paz para mirar por la ventana, observando que parece haber dejado de llover. Es tan buen momento como podría serlo cualquier otro. Con todo ello en mente, me incorporo con lentitud y ofrezco una mano a Lily por si quisiera tomarla. Es la hora.
- Deberíamos marcharnos ya. Cuando despierte, puede que no nos recuerde; No quiero asustarla por una mala interpretación de la situación.
Sé que puede resultar duro; pero también sé que es la primera en entender que tengo razón. Aún queda mucha noche por delante. Tiempo suficiente como para hablar de cualquier asunto que hayamos dejado sin mencionar, o incluso de algún plan para el futuro que nos espera. Todavía debo hacerla entrega de un ítem en particular, y hacerla una proposición que tendrá tiempo de sopesar hasta la próxima vez que nos veamos.
- ¿Todo bien bunny? - Pregunto en un susurro para comprobar su estado - No te preocupes. Estará bien.
Sin más dilación, empiezo a caminar hacia la salida. Tomo en mi camino la ropa que había dejado en la chimenea y me la coloco con lentitud, procurando no hacer demasiado ruido. Tras ello sigo mi camino hasta la entrada, donde me coloco y abrocho el calzado. Para finalmente esperar sin abrir la puerta a que Lily esté lista. Debe de ser ella quien dé el primer paso para abandonar la casa, no quiero que sienta que la estoy obligando a abandonar a su familia.
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Parpadeo varias veces seguidas, y realizo inspiraciones cortas dejando el cuerpo estático por completo. La respuesta de Nyx ha sido más directa de lo que esperaba a mi proposición. ¿O ha sido una contra-proposición? Con rapidez me llevo la mano izquierda hacia la nariz para tapar el hilillo de sangre que ha empezado a brotar. Mi rostro está rojo de vergüenza.
Afortunadamente Nyx ha encaminado sus pasos hacia la ventana. Eso me dará la suficiente ventaja para reponerme ante el inesperado y malinterpretable comentario anterior. Carraspeo y llevo la mirada al suelo ante sus siguientes palabras. La pequeña visita podría verse comprometida si mi madre despierta y nos encuentra en el salón de estar sin saber por qué. En silencio, me dirijo hacia la chimenea para ponerme de nuevo las ropas que se estaban secando.
– T–tienes razón. –corroboro– Me conformaré con creer que quizás, en alguno de sus sueños, ella me recuerde. Además de confiarte su cuidado si vienes por Water Seven, Nyx. –las palabras terminan casi en un susurro.
Acaricio la mejilla de mi madre por última vez, como si buscase con ello quedarme con un pedacito suyo. Unos minutos después, mi mano toma la de Nyx y sigo su rumbo hacia la puerta. Guardo en mi bolsa el libro que mi madre me ha regalado, me calzo las botas y luego asiento en dirección al peliblanco. No quiero demorarme demasiado en salir o de lo contrario será peor. Cierro la puerta con cuidado para que no se portee. Llevo mis manos hacia los bolsillos produciendo un sonoro resoplido final.
–Ya está hecho…–comento para mí misma. –¿A dónde llevamos los pies? –Agrego poco después con una sonrisa. Mi intención es apartar cualquier tipo de pensamiento relacionado con el tema. – ¿Por encima de los charcos? Al menos te quitarás la intriga de los malditos “adoquines trampa”. Pisas y… ¡fsssrrr! –tras la onomatopeya imito la mala cara que uno pone en cuanto se moja por completo por pisar mal.
Las calles están cubiertas de charcos y sobre el cielo la luna todavía está acompañada por algunos nubarrones. Está siendo un día mucho más especial de lo que creí en un principio. Nyx no ha desaparecido en cuanto se ha hecho real. Suena tonto ahora, pero ha sido una de mis peores pesadillas durante años. También he vuelto a ver a mi madre y asegurarme de que las cosas siguen como siempre. ¡¡Cierto!! ¡¡Ha sido idea de Nyx hacer el paripé de acudir a ella en calidad de médium!!
Esbozo un mohín con cierta extrañeza mientras pongo mis manos en jarras.
– ¿A qué ha venido eso de “jugar a los espíritus”? ¿Y si los poderes de mi madre hubiesen cambiado y hubiésemos invocado un ente oscuro? Uno grande, gigante, con cara de pulpo y hambre de destruir el mundo. –le increpo. –Oh sí, todos lloraríamos después.
Mi expresión corporal muestra firmeza, pero mi rostro alterna entre la duda y la risa. Ruedo los ojos antes de esperar a una de sus respuestas ingeniosas, cruzo los brazos y salto en un charco cercano a él con malicia.
–No solo tus jefes dan miedo. –me encojo de hombros y le sonrío sacando la lengua
Afortunadamente Nyx ha encaminado sus pasos hacia la ventana. Eso me dará la suficiente ventaja para reponerme ante el inesperado y malinterpretable comentario anterior. Carraspeo y llevo la mirada al suelo ante sus siguientes palabras. La pequeña visita podría verse comprometida si mi madre despierta y nos encuentra en el salón de estar sin saber por qué. En silencio, me dirijo hacia la chimenea para ponerme de nuevo las ropas que se estaban secando.
– T–tienes razón. –corroboro– Me conformaré con creer que quizás, en alguno de sus sueños, ella me recuerde. Además de confiarte su cuidado si vienes por Water Seven, Nyx. –las palabras terminan casi en un susurro.
Acaricio la mejilla de mi madre por última vez, como si buscase con ello quedarme con un pedacito suyo. Unos minutos después, mi mano toma la de Nyx y sigo su rumbo hacia la puerta. Guardo en mi bolsa el libro que mi madre me ha regalado, me calzo las botas y luego asiento en dirección al peliblanco. No quiero demorarme demasiado en salir o de lo contrario será peor. Cierro la puerta con cuidado para que no se portee. Llevo mis manos hacia los bolsillos produciendo un sonoro resoplido final.
–Ya está hecho…–comento para mí misma. –¿A dónde llevamos los pies? –Agrego poco después con una sonrisa. Mi intención es apartar cualquier tipo de pensamiento relacionado con el tema. – ¿Por encima de los charcos? Al menos te quitarás la intriga de los malditos “adoquines trampa”. Pisas y… ¡fsssrrr! –tras la onomatopeya imito la mala cara que uno pone en cuanto se moja por completo por pisar mal.
Las calles están cubiertas de charcos y sobre el cielo la luna todavía está acompañada por algunos nubarrones. Está siendo un día mucho más especial de lo que creí en un principio. Nyx no ha desaparecido en cuanto se ha hecho real. Suena tonto ahora, pero ha sido una de mis peores pesadillas durante años. También he vuelto a ver a mi madre y asegurarme de que las cosas siguen como siempre. ¡¡Cierto!! ¡¡Ha sido idea de Nyx hacer el paripé de acudir a ella en calidad de médium!!
Esbozo un mohín con cierta extrañeza mientras pongo mis manos en jarras.
– ¿A qué ha venido eso de “jugar a los espíritus”? ¿Y si los poderes de mi madre hubiesen cambiado y hubiésemos invocado un ente oscuro? Uno grande, gigante, con cara de pulpo y hambre de destruir el mundo. –le increpo. –Oh sí, todos lloraríamos después.
Mi expresión corporal muestra firmeza, pero mi rostro alterna entre la duda y la risa. Ruedo los ojos antes de esperar a una de sus respuestas ingeniosas, cruzo los brazos y salto en un charco cercano a él con malicia.
–No solo tus jefes dan miedo. –me encojo de hombros y le sonrío sacando la lengua
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Observo desde cierta distancia como acaricia la mejilla de su madre antes de acompañarme hasta la puerta. Por más poder que acabe consiguiendo, aunque llegue al puesto más alto del CP... Hay cosas que nunca podré cambiar, y una de ellas es la condición de Danah; una mujer a la que le debo tantas cosas que no sabría por dónde empezar a devolverle el favor.
«Supongo que por ahora solo puedo intentar que Lily no se meta en demasiados problemas… – pienso divertido – Va a ser difícil»
Hago una reverencia puramente teatral a la castaña mientras abandona la casa, saliendo tras ella mientras cierra la puerta.
El exterior nos recibe con un plano completamente húmedo, producto de la lluvia que ha estado cayendo en los últimos minutos. Lily no tarda demasiado tiempo en hacer una broma al respecto, hablando sobre las baldosas trampa que tanto parece odiar. Sin embargo eso solo logra que me la imagine completamente empapada, y no me ayuda en absoluto... Quizás no me vendría mal un poco de agua fría. Sonrío ante la idea y empiezo a caminar a su lado, alejándonos de la casa de Danah.
- ¿Entonces prefieres que el peligro venga de frente? - respondo con picardía ante su comentario sobre las baldosas - Irónico... Muy irónico.
No se si ha sido a causa de lo que la acabo de decir, pero su expresión cambia casi por completo en un segundo. Por suerte se trata solo de un fingido berrinche por la trampa que la he tendido con su madre. Reconozco que, tarde o temprano, esperaba que se me abalanzara de alguna manera para vengarse. Pero se lo está tomando bastante bien, sobretodo recordando su rostro al caer el telón de mis intenciones.
- Bueno, no ha salido tan...
Dejo de hablar de golpe al ver como salta sobre un charco para intentar empaparme. Si estuviéramos en un lugar más privado, no me cortaría un pelo a la hora de esquivar sus intenciones con ayuda del Kami-E... Pero alguien podría verme, y me arriesgaría a poner varios ojos sobre nosotros. De modo que en lugar de eso, cierro los ojos y dejo que el aguacero me alcance de lleno.
- Mal... No ha salido tan mal - digo terminando mi anterior frase -. ¿Intentas causarme un resfriado? ¿Es esto un ataque biológico contra el enemigo? Creo que estos son mis únicos pantalones de civil... -. Mi rostro está cubierto de una máscara de fingida seriedad. Aunque la parte sobre mi ropa es cierta, no tengo demasiada.
Finalmente sonrío con malicia, acercándome a ella mientras sacudo a manotazos el agua residual que no ha absorbido mi ropa. En realidad me alegro de ver que sigue manteniendo esta infantilidad, significa que no ha perdido su forma de ser.
- Déjame repasar tus acciones preciosa... - digo con tono juguetón - Sigues a un hombre misterioso hasta un barrio, entrando con él en una casa abandonada a saber con qué intenciones... Empiezas un encuentro con varios pandilleros a los que dejas sin aliento. Huyes a comer algo con un viejo amigo y acabáis en la playa... corriendo para no acabar demasiado mojados. Lo llevas a tu casa... Y en cuanto vuelves a salir, le empapas de los pies a la cabeza.
Dejo que toda la malicia en mi rostro desaparezca cuando la doy un golpe con el dedo corazón, una suave tobita en la frente.
- ¿Sabías que estás completamente loca? - susurro en su oído, de modo que solo ella pueda oírme - Lo que es una suerte. La gente cuerda y seria me aburre -. Imito su gesto anterior, sacándola la lengua un instante. Luego, dibujo una sonrisa afilada en el rostro. Acabo de tener una idea interesante -. Dime querida... ¿Cara o cruz?
«Supongo que por ahora solo puedo intentar que Lily no se meta en demasiados problemas… – pienso divertido – Va a ser difícil»
Hago una reverencia puramente teatral a la castaña mientras abandona la casa, saliendo tras ella mientras cierra la puerta.
El exterior nos recibe con un plano completamente húmedo, producto de la lluvia que ha estado cayendo en los últimos minutos. Lily no tarda demasiado tiempo en hacer una broma al respecto, hablando sobre las baldosas trampa que tanto parece odiar. Sin embargo eso solo logra que me la imagine completamente empapada, y no me ayuda en absoluto... Quizás no me vendría mal un poco de agua fría. Sonrío ante la idea y empiezo a caminar a su lado, alejándonos de la casa de Danah.
- ¿Entonces prefieres que el peligro venga de frente? - respondo con picardía ante su comentario sobre las baldosas - Irónico... Muy irónico.
No se si ha sido a causa de lo que la acabo de decir, pero su expresión cambia casi por completo en un segundo. Por suerte se trata solo de un fingido berrinche por la trampa que la he tendido con su madre. Reconozco que, tarde o temprano, esperaba que se me abalanzara de alguna manera para vengarse. Pero se lo está tomando bastante bien, sobretodo recordando su rostro al caer el telón de mis intenciones.
- Bueno, no ha salido tan...
Dejo de hablar de golpe al ver como salta sobre un charco para intentar empaparme. Si estuviéramos en un lugar más privado, no me cortaría un pelo a la hora de esquivar sus intenciones con ayuda del Kami-E... Pero alguien podría verme, y me arriesgaría a poner varios ojos sobre nosotros. De modo que en lugar de eso, cierro los ojos y dejo que el aguacero me alcance de lleno.
- Mal... No ha salido tan mal - digo terminando mi anterior frase -. ¿Intentas causarme un resfriado? ¿Es esto un ataque biológico contra el enemigo? Creo que estos son mis únicos pantalones de civil... -. Mi rostro está cubierto de una máscara de fingida seriedad. Aunque la parte sobre mi ropa es cierta, no tengo demasiada.
Finalmente sonrío con malicia, acercándome a ella mientras sacudo a manotazos el agua residual que no ha absorbido mi ropa. En realidad me alegro de ver que sigue manteniendo esta infantilidad, significa que no ha perdido su forma de ser.
- Déjame repasar tus acciones preciosa... - digo con tono juguetón - Sigues a un hombre misterioso hasta un barrio, entrando con él en una casa abandonada a saber con qué intenciones... Empiezas un encuentro con varios pandilleros a los que dejas sin aliento. Huyes a comer algo con un viejo amigo y acabáis en la playa... corriendo para no acabar demasiado mojados. Lo llevas a tu casa... Y en cuanto vuelves a salir, le empapas de los pies a la cabeza.
Dejo que toda la malicia en mi rostro desaparezca cuando la doy un golpe con el dedo corazón, una suave tobita en la frente.
- ¿Sabías que estás completamente loca? - susurro en su oído, de modo que solo ella pueda oírme - Lo que es una suerte. La gente cuerda y seria me aburre -. Imito su gesto anterior, sacándola la lengua un instante. Luego, dibujo una sonrisa afilada en el rostro. Acabo de tener una idea interesante -. Dime querida... ¿Cara o cruz?
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¿He conseguido sorprenderle? Tapo mi boca con una mano mostrando abiertamente mi asombro. Creí que lo esquivaría sin problemas y a lo mejor conseguía salpicarle de refilón. Pero mi rostro cambia pronto de la sorpresa a la preocupación. ¿Es su única ropa de paisano? ¿Es propenso a los resfriados? ¿Y si ya está tomando alguna medicina? ¿Y si su piel arde por dentro por aquello que me dijo de la cal?
Me hundo sobre mis hombros escuchando el peculiar resumen del día de Nyx. Y de repente, con un inocente golpe en la frente termina todo. Su cercanía al susurrarme esas palabras me imbuye de nuevo al estado de calma que, finalmente, remata con un gesto divertido. Este es mi Nyx de siempre, el que te envenena y después te suministra un antídoto. O al revés, según el día.
– Cara. No, no, no. Cruz. ¿Dije cara? ¿Digo cruz? –mis ojos revelan una indecisión profunda.
Las decisiones sencillas son las que más me cuesta abordar. Esas que parecen no obedecer a ninguna razón biológica– pensar en qué comer es fácil– más allá de la voluntad. Me rasco la nuca mordiendo con insistencia mi labio. Hasta que caigo en la cuenta. Se trata de Nyx, él siempre guarda un as bajo la manga. No importa mi decisión, lo que importa es si yo sabré reaccionar a tiempo.
–Cruz. –sentencio, aprieto los puños con fuerza en un gesto determinado. – O–oye, siento haber manchado tu ropa. Pensé que me esquivarías… –Titubeo mostrando arrepentimiento– Pero ahora veo que definitivamente es tu destino, convertirte en el Perfecto caballero que cambiará el mundo, mojado. –le sonrío.
En mi cabeza esa frase tiene todo el sentido posible. Sé que en algún momento lo dibujaré, tal y como lo he visto hoy bajo la lluvia. Con su sonrisa, sus bromas y calado por el agua. Me encantará poder llevarme un recuerdo más actualizado y optimista de Nyx para que me acompañe allá a donde vaya. Crece mi expectación por momentos, me muero por averiguar qué pretende el peliblanco al lanzar una moneda al aire. Clavo mis ojos fijamente de forma boba, esperando su próximo movimiento.
Me hundo sobre mis hombros escuchando el peculiar resumen del día de Nyx. Y de repente, con un inocente golpe en la frente termina todo. Su cercanía al susurrarme esas palabras me imbuye de nuevo al estado de calma que, finalmente, remata con un gesto divertido. Este es mi Nyx de siempre, el que te envenena y después te suministra un antídoto. O al revés, según el día.
– Cara. No, no, no. Cruz. ¿Dije cara? ¿Digo cruz? –mis ojos revelan una indecisión profunda.
Las decisiones sencillas son las que más me cuesta abordar. Esas que parecen no obedecer a ninguna razón biológica– pensar en qué comer es fácil– más allá de la voluntad. Me rasco la nuca mordiendo con insistencia mi labio. Hasta que caigo en la cuenta. Se trata de Nyx, él siempre guarda un as bajo la manga. No importa mi decisión, lo que importa es si yo sabré reaccionar a tiempo.
–Cruz. –sentencio, aprieto los puños con fuerza en un gesto determinado. – O–oye, siento haber manchado tu ropa. Pensé que me esquivarías… –Titubeo mostrando arrepentimiento– Pero ahora veo que definitivamente es tu destino, convertirte en el Perfecto caballero que cambiará el mundo, mojado. –le sonrío.
En mi cabeza esa frase tiene todo el sentido posible. Sé que en algún momento lo dibujaré, tal y como lo he visto hoy bajo la lluvia. Con su sonrisa, sus bromas y calado por el agua. Me encantará poder llevarme un recuerdo más actualizado y optimista de Nyx para que me acompañe allá a donde vaya. Crece mi expectación por momentos, me muero por averiguar qué pretende el peliblanco al lanzar una moneda al aire. Clavo mis ojos fijamente de forma boba, esperando su próximo movimiento.
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Su preocupación por mi salud me parece completamente adorable. Claro que podría haber esquivado el chapoteo, pero se trataba de no llamar demasiado la atención. De todos modos, solo por haber visto su reacción al alcanzarme, ha merecido la pena. Eso ha ayudado a aumentar sus duda con respecto a mi siguiente trampa, la elección de algo tan sencillo como cara o cruz. Y es que, cuando tienes la guardia baja por haber cometido una chiquillada, es demasiado fácil no percatarte de que nadie ha dicho lo que va a ocurrir si fallas en tu elección.
- No soy nada parecido a un perfecto caballero. Nunca lo fui, nunca lo seré -. Decido guiñar un ojo con picardía, haciendo girar el taumatropo entre mis dedos -. Hay quien dice que es parte de mi encanto. -. Y lanzo el amuleto al aire -. Por cierto, has apostado sin saber cual sería la prenda.
La moneda describe un perfecto arco de lanzamiento, surcando el aire mientras gira con aparente aleatoriedad; pero esa es la trampa, solo es aparente. Conozco demasiado bien a mi querido taumatropo. Desde sus más minúsculas imperfecciones, al peso exacto del mismo... Podría lanzarlo cien veces al aire, y cien veces saldría lo que deseo. ¿Es esto trampa? Evidentemente. Pero eso es la parte más divertida del juego. A fin de cuentas, nunca engañaría a Lily de esta manera... Lo entretenido de trucar un juego no es ganar, si no ponerlo todo en tu contra.
El taumatropo termina de caer, y yo lo recojo con un movimiento elegante. Cuando abro la mano, el resultado queda a la vista de ambos. «Cruz». Lily gana la apuesta. Y ahí empieza el verdadero juego.
- He perdido... No debería haber perdido -. Procuro poner mi mejor cara de decepción mientras observo la moneda -. Supongo que me toca decirte la prenda... Podría mentir, pero me parecería rastrero. -. Chasqueo la lengua, aparentemente frustrado por mi error -. Soy tuyo. Cumpliré cualquier petición que me digas, por más alocada o extraña que resulte, durante el resto de la noche.
El cebo está dispuesto. ¿Como querrá usar el premio que la ha caído del cielo? Quizás se muestre con vergüenza al principio, pero espero lograr al menos un poco de malicia por su parte al haber insinuado que, de haber perdido ella, ahora sería mi esclava por toda la noche. El no decir que habría hecho en caso de ganar tampoco es casual; imaginar las miles de posibilidades con las que podría haber jugado... Podría convertirse en el perfecto combustible para el demonio que, bailando sobre nuestros hombros, nos susurra caprichos y maldades al oído.
- No soy nada parecido a un perfecto caballero. Nunca lo fui, nunca lo seré -. Decido guiñar un ojo con picardía, haciendo girar el taumatropo entre mis dedos -. Hay quien dice que es parte de mi encanto. -. Y lanzo el amuleto al aire -. Por cierto, has apostado sin saber cual sería la prenda.
La moneda describe un perfecto arco de lanzamiento, surcando el aire mientras gira con aparente aleatoriedad; pero esa es la trampa, solo es aparente. Conozco demasiado bien a mi querido taumatropo. Desde sus más minúsculas imperfecciones, al peso exacto del mismo... Podría lanzarlo cien veces al aire, y cien veces saldría lo que deseo. ¿Es esto trampa? Evidentemente. Pero eso es la parte más divertida del juego. A fin de cuentas, nunca engañaría a Lily de esta manera... Lo entretenido de trucar un juego no es ganar, si no ponerlo todo en tu contra.
El taumatropo termina de caer, y yo lo recojo con un movimiento elegante. Cuando abro la mano, el resultado queda a la vista de ambos. «Cruz». Lily gana la apuesta. Y ahí empieza el verdadero juego.
- He perdido... No debería haber perdido -. Procuro poner mi mejor cara de decepción mientras observo la moneda -. Supongo que me toca decirte la prenda... Podría mentir, pero me parecería rastrero. -. Chasqueo la lengua, aparentemente frustrado por mi error -. Soy tuyo. Cumpliré cualquier petición que me digas, por más alocada o extraña que resulte, durante el resto de la noche.
El cebo está dispuesto. ¿Como querrá usar el premio que la ha caído del cielo? Quizás se muestre con vergüenza al principio, pero espero lograr al menos un poco de malicia por su parte al haber insinuado que, de haber perdido ella, ahora sería mi esclava por toda la noche. El no decir que habría hecho en caso de ganar tampoco es casual; imaginar las miles de posibilidades con las que podría haber jugado... Podría convertirse en el perfecto combustible para el demonio que, bailando sobre nuestros hombros, nos susurra caprichos y maldades al oído.
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¿Salió cruz? ¿De verdad? Me acerco de sopetón para observar con mis propios ojos el resultado de la moneda. El rostro de Nyx refleja decepción. «¿De verdad?» Me vuelvo a preguntar. Aunque lo cierto es que he accedido a este sorteo repentino sin conocer qué estábamos apostando. Me rasco la cabeza con los ojos como platos y la boca abierta, en cuanto Nyx revela en qué consistirá mi premio. ¡¿Le t–t–tengo como escla–cla–vo por esta noche?! ¿Pero en qué clase de apuestas uno se juega su libertad de decisión? Mi cuerpo tiembla como un flan.
–P–p–ero, ¿Piensas que es una buena idea dejarme al mando? –le comento con la voz levemente temblorosa. –Piensa en todas las cosas malas que podrían llegar a ocurrir; bien, y ahora imagínatelas ocurriendo todas de golpe. –Agito las manos arriba y abajo, luego termino con una sonora palmada.
Sé que con esto no bastará para que Nyx cambie de parecer. He ganado en un juego de azar ¿no? Y eso podría interpretarse como un criterio legal y válido en la mayoría de las islas. Nunca había tenido la responsabilidad, temporal, de tener a alguien a mi cargo. Llevo mi dedo índice y pulgar sobre la barbilla para adoptar una pose pensativa. «Imagina todo lo que podría maquinar con un pequeño ayudante a mi lado». Comienzo a tejer la idea lentamente en mi cabeza. Continúo siguiendo el camino de baldosas cubiertas de agua con aire distraído y en silencio. Pero mi nivel de concentración se interrumpe debido a los numerosos traspiés que voy encadenando. Oh maldición, ¿cómo harán los demás para pensar y caminar al mismo tiempo?
Una fina sonrisa se dibuja en mis labios al comprender que eso puede tener solución. Mis mejillas se sonrojan antes de iniciar la primera petición.
– E–esto… ¡¡Llévame a caballito!! –miro hacia el suelo mientras choco los dos dedos índices el uno contra el otro. –Si voy tropezando todo el tiempo no podré llegar ante la idea maravillosística.
La idea maravillosística es esa idea irrepetible, única y fantástica que convierte lo vulgar en épico. Es un término acuñado por mí misma, en esos períodos de creación artística en los que me canso de diseños mediocres y busco cualquier buena vibración que se derive de experimentos que a priori no tienen ni pies ni cabeza. Una vez que Nyx ha obedecido, apoyo mis manos sobre sus hombros, la ilusión rebosa mi interior desde esa nueva perspectiva. Llevo tantos años sin su compañía que pedir, lo que a priori podría parecer un deseo sencillo, realmente no lo es. Y de repente, caigo en la cuenta de que no conozco a nadie mejor que Nyx para hacer realidad cosas imposibles. Es un experto en captar esos ápices secretos del doble sentido que hacen que las apariencias engañen.
- ¿Y si te pido que bailes en la luna? -me agacho para susurrarle en la oreja. - Demuéstrame que es posible crear cosas imposibles. Lo dibujaré y así podré decirles a los demás que los locos son ellos por no atreverse a soñar. -El pulso se me acelera sabiendo que Nyx jamás me ha decepcionado cuando le he pedido algo. ¿Qué tramará esta vez para cumplir con lo que todos rechazarían por estúpido?
–P–p–ero, ¿Piensas que es una buena idea dejarme al mando? –le comento con la voz levemente temblorosa. –Piensa en todas las cosas malas que podrían llegar a ocurrir; bien, y ahora imagínatelas ocurriendo todas de golpe. –Agito las manos arriba y abajo, luego termino con una sonora palmada.
Sé que con esto no bastará para que Nyx cambie de parecer. He ganado en un juego de azar ¿no? Y eso podría interpretarse como un criterio legal y válido en la mayoría de las islas. Nunca había tenido la responsabilidad, temporal, de tener a alguien a mi cargo. Llevo mi dedo índice y pulgar sobre la barbilla para adoptar una pose pensativa. «Imagina todo lo que podría maquinar con un pequeño ayudante a mi lado». Comienzo a tejer la idea lentamente en mi cabeza. Continúo siguiendo el camino de baldosas cubiertas de agua con aire distraído y en silencio. Pero mi nivel de concentración se interrumpe debido a los numerosos traspiés que voy encadenando. Oh maldición, ¿cómo harán los demás para pensar y caminar al mismo tiempo?
Una fina sonrisa se dibuja en mis labios al comprender que eso puede tener solución. Mis mejillas se sonrojan antes de iniciar la primera petición.
– E–esto… ¡¡Llévame a caballito!! –miro hacia el suelo mientras choco los dos dedos índices el uno contra el otro. –Si voy tropezando todo el tiempo no podré llegar ante la idea maravillosística.
La idea maravillosística es esa idea irrepetible, única y fantástica que convierte lo vulgar en épico. Es un término acuñado por mí misma, en esos períodos de creación artística en los que me canso de diseños mediocres y busco cualquier buena vibración que se derive de experimentos que a priori no tienen ni pies ni cabeza. Una vez que Nyx ha obedecido, apoyo mis manos sobre sus hombros, la ilusión rebosa mi interior desde esa nueva perspectiva. Llevo tantos años sin su compañía que pedir, lo que a priori podría parecer un deseo sencillo, realmente no lo es. Y de repente, caigo en la cuenta de que no conozco a nadie mejor que Nyx para hacer realidad cosas imposibles. Es un experto en captar esos ápices secretos del doble sentido que hacen que las apariencias engañen.
- ¿Y si te pido que bailes en la luna? -me agacho para susurrarle en la oreja. - Demuéstrame que es posible crear cosas imposibles. Lo dibujaré y así podré decirles a los demás que los locos son ellos por no atreverse a soñar. -El pulso se me acelera sabiendo que Nyx jamás me ha decepcionado cuando le he pedido algo. ¿Qué tramará esta vez para cumplir con lo que todos rechazarían por estúpido?
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Su reacción me complace, la sorpresa es genuina, parece que he logrado justo lo que quería. Así que sencillamente me encojo de hombros en cuanto me pregunta si estoy seguro, indicando que no hay nada que hacer «Has ganado, que remedio». Tras ello no tarda en adaptarse a la idea de dominarme, empezando a andar a mi lado mientras piensa en las múltiples maldades o maravillas que podría llevar a cabo… Quiero saber por qué lado se decantará.
Lo primero es bastante sencillo, en cuanto tropieza por con el suelo llega a la conclusión de que no quiere andar. Decido deleitarla por el momento… O más bien complacerme a mí mismo.
Inclino las rodillas ligeramente, poniendo mi espalda a una altura adecuada para que suba. En cuanto lo hace, atrapo sus piernas y me deleito con la sencilla y pura sensación que produce el calor de su cuerpo sobre el mío. Lo más recalcable es; en parte la particular sensación mullida que puedo notar contra la espalda; y por otro lado la similar fortuna de mis manos, ahora en una situación privilegiada al estarla sirviendo como silla sobre la que montar. Tengo que usar todo mi autocontrol para no sonreír con malicia, recordando que ahora soy una suerte de sirviente.
– Has crecido – comento con toda naturalidad – Llevarte antes era… distinto. Y no lo digo por el peso, eres ligera como una ninfa. Es solo que… Bueno, en esta posición es fácil percibir tu crecimiento.
No digo nada más, no hace falta. Sé que con esa frase la voy a tener dando vueltas a la cabeza por unos cuantos segundos. Puede que intente zafarse en cuanto entienda el contenido impropio de mis palabras, pero para entonces será tarde; ya estoy sujetándola con más fuerza, pudiendo interpretarse como que sencillamente no quiero que se caiga… Pero no es el caso.
Entre que entiende o no el significado de mis palabras y comprende que se ha quedado sin escapatoria, empiezo a pensar en cómo cumplir su segunda petición «Bailar en la luna». Bueno… Eso es fácil.
– Sujétate fuerte. Nunca he sido un buen caballo bailarín – digo con completa seriedad, aunque lo cierto es que si tengo leves nociones de baile… Principalmente por si fuera necesario a la hora de infiltrarme.
Doy un ágil salto con la castaña a mis espaldas y caigo con fuerza sobre el charco más grande que soy capaz de encontrar por los alrededores. Una vez en el mismo, me quedo quieto hasta que las hondas creadas por mi caída desaparecen… Y entonces, indico con un gesto de cabeza a mi amazona que mire al suelo. Bajo nuestros pies, la luna puede verse perfectamente reflejada, como si estuviéramos subidos directamente encima de ella. Un pequeño disco de baile solo para nosotros.
– ¿Qué tipo de baile deseas bunny?
Lo primero es bastante sencillo, en cuanto tropieza por con el suelo llega a la conclusión de que no quiere andar. Decido deleitarla por el momento… O más bien complacerme a mí mismo.
Inclino las rodillas ligeramente, poniendo mi espalda a una altura adecuada para que suba. En cuanto lo hace, atrapo sus piernas y me deleito con la sencilla y pura sensación que produce el calor de su cuerpo sobre el mío. Lo más recalcable es; en parte la particular sensación mullida que puedo notar contra la espalda; y por otro lado la similar fortuna de mis manos, ahora en una situación privilegiada al estarla sirviendo como silla sobre la que montar. Tengo que usar todo mi autocontrol para no sonreír con malicia, recordando que ahora soy una suerte de sirviente.
– Has crecido – comento con toda naturalidad – Llevarte antes era… distinto. Y no lo digo por el peso, eres ligera como una ninfa. Es solo que… Bueno, en esta posición es fácil percibir tu crecimiento.
No digo nada más, no hace falta. Sé que con esa frase la voy a tener dando vueltas a la cabeza por unos cuantos segundos. Puede que intente zafarse en cuanto entienda el contenido impropio de mis palabras, pero para entonces será tarde; ya estoy sujetándola con más fuerza, pudiendo interpretarse como que sencillamente no quiero que se caiga… Pero no es el caso.
Entre que entiende o no el significado de mis palabras y comprende que se ha quedado sin escapatoria, empiezo a pensar en cómo cumplir su segunda petición «Bailar en la luna». Bueno… Eso es fácil.
– Sujétate fuerte. Nunca he sido un buen caballo bailarín – digo con completa seriedad, aunque lo cierto es que si tengo leves nociones de baile… Principalmente por si fuera necesario a la hora de infiltrarme.
Doy un ágil salto con la castaña a mis espaldas y caigo con fuerza sobre el charco más grande que soy capaz de encontrar por los alrededores. Una vez en el mismo, me quedo quieto hasta que las hondas creadas por mi caída desaparecen… Y entonces, indico con un gesto de cabeza a mi amazona que mire al suelo. Bajo nuestros pies, la luna puede verse perfectamente reflejada, como si estuviéramos subidos directamente encima de ella. Un pequeño disco de baile solo para nosotros.
– ¿Qué tipo de baile deseas bunny?
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Las manos de Nyx me agarran con firmeza mientras avanzamos. «¿He crecido?» Me pregunto a la par que ladeo la cabeza hacia un lado. Pero pronto la duda se transforma en un sofocado razonamiento. La lógica de la biología dice que las mujeres no solo crecen a lo alto. Mis dedos estrujan enérgicos las clavículas del peliblanco mientras lucho por ahogar un grito de vergüenza. Es indudable no señalar el hecho de que lleva razón, pero… ¿Era necesario hacérmelo saber cuándo tengo mi cuerpo pegado contra el suyo?
– ¿Eh?
Nyx salta sobre uno de los charcos más amplios que se han formado y que reflejan en su superficie parte del cielo. La luna da la sensación de que se ha puesto a jugar con ellos entre sus pies. Río de forma despreocupada ante la genialidad de que nos encontramos bailando sobre la luna. Aunque en mi plan no contaba con participar subida sobre sus hombros.
– No lo haces nada mal para no ser un caballo. –le animo desde arriba. –¡¡Muévete como el viento semental blanco!!
Tapo mi boca con ambas manos. Eso no ha sonado para nada en lo que estaba pensando. Mi rostro enrojece provocándome un sangrado nasal por segunda vez en la noche. ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¡Unas palabras tan mal elegidas no salían de mi boca en años!! Creo que le he manchado la espalda ligeramente con algunas gotas de sangre. Enjuago mi nariz contra mi brazo y le doy unos toques en los hombros para indicarle que voy a bajar.
– T–tengo que dibujarte, ¿recuerdas? –le comento con la cabeza agachada y una sonrisa tímida. – Baila como si todo fuese a terminar mañana. S–sabes que, por mi parte, solo soy capaz de moverme de izquierda a derecha y decir: Cuack. No te voy a juzgar.
Busco entre mis bolsillos el cuaderno y la estilográfica. Este es un momento que quiero inmortalizar con mi mejor material de dibujo. Captar la esencia del instante en movimiento será un reto maravilloso y, por supuesto, que precisamente sea él mi modelo. Le dedico una mirada dichosa antes de alejarme unos pasos hacia atrás para buscar una buena perspectiva con una iluminación adecuada.
– ¿Eh?
Nyx salta sobre uno de los charcos más amplios que se han formado y que reflejan en su superficie parte del cielo. La luna da la sensación de que se ha puesto a jugar con ellos entre sus pies. Río de forma despreocupada ante la genialidad de que nos encontramos bailando sobre la luna. Aunque en mi plan no contaba con participar subida sobre sus hombros.
– No lo haces nada mal para no ser un caballo. –le animo desde arriba. –¡¡Muévete como el viento semental blanco!!
Tapo mi boca con ambas manos. Eso no ha sonado para nada en lo que estaba pensando. Mi rostro enrojece provocándome un sangrado nasal por segunda vez en la noche. ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¡Unas palabras tan mal elegidas no salían de mi boca en años!! Creo que le he manchado la espalda ligeramente con algunas gotas de sangre. Enjuago mi nariz contra mi brazo y le doy unos toques en los hombros para indicarle que voy a bajar.
– T–tengo que dibujarte, ¿recuerdas? –le comento con la cabeza agachada y una sonrisa tímida. – Baila como si todo fuese a terminar mañana. S–sabes que, por mi parte, solo soy capaz de moverme de izquierda a derecha y decir: Cuack. No te voy a juzgar.
Busco entre mis bolsillos el cuaderno y la estilográfica. Este es un momento que quiero inmortalizar con mi mejor material de dibujo. Captar la esencia del instante en movimiento será un reto maravilloso y, por supuesto, que precisamente sea él mi modelo. Le dedico una mirada dichosa antes de alejarme unos pasos hacia atrás para buscar una buena perspectiva con una iluminación adecuada.
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Casi me tropiezo al escuchar su elección de palabras. Y al parecer no soy el único al que esa extraña composición ha llamado la atención. Giro el rostro al notar una gota caer sobre mi espalda ¿Está llorando? No… Es peor que eso… Carraspeo para quitarle importancia al asunto y me alegro de no haber insinuado en alto lo difícil que es limpiar la sangre de la ropa. Es un dato que prefiero dejar en mi más privada oscuridad. Entonces declara su intención de bajar al suelo, y decido concedérsela sin pensarlo demasiado.
«Echaré de menos la sensación de su cuerpo montando sobre mí, pero es algo que probablemente pueda volver a sentir en el futuro…» – Me arrepiento de inmediato de no haber dicho esto último en alto. En lugar de ello, sencillamente sonrío y muestro mi mejor expresión a Lily. Parece decidida a dibujarme, y quiere que sea mientras bailo sobre el reflejo de la luna.
– Si vas a dibujarme, ¿no tengo que quedarme quieto? – pregunto con la duda reflejada en los ojos.
Sus siguientes palabras me aclaran la duda antes de que haya logrado asentarse. Quiere verme en movimiento. Si eso es lo que desea, bailaré hasta que haya terminado. Puedo esforzarme en concederla este capricho, ya seguiré con mi juego cuando haya terminado… A fin de cuentas, no será divertido si ambos no recibimos un premio de cuando en cuando.
Respiro profundamente y doy un sutil paso al frente, colocándome en donde supongo que Lily debe estar viendo reflejada la luna desde su posición. Si estuviera más instruido en el Rokutsiki, sería capaz de bailar sobre la superficie del agua sin producir ninguna clase de honda… quizás en el futuro pueda regalarla una visión de ese calibre. Por ahora me centraré en hacer esto lo mejor que pueda.
Deslizo un pie con elegancia y empiezo a girar sobre mi propio eje lentamente. Dejo que mi cuerpo se curve, adoptando una elegancia en cada movimiento que solo es posible gracias al riguroso entrenamiento con el que vivo día a día. Un bailarín experto tiene mucha más técnica de la que podría alcanzar, pero la elegancia de lo imposible… Es innegable en mis movimientos. Así que continúo bailando, sigo danzando entre las hondas que produce cada uno de mis movimientos sobre el agua. Deslizándome por las circunferencias que forma cada mínimo temblor, como si fueran las vías marcadas para la figurita de una caja musical.
Al terminar estoy extrañamente agotado. No por desgaste físico, si no por la tensión mental acumulada ante la idea de mostrarla algo que fuera digno de su pincel.
– ¿Qué tal ha salido? – pregunto con visible curiosidad –. He procurado no moverme demasiado violentamente, ser elegante, darte lo que deseabas –. Pongo un matiz meloso en la última palabra. Esperando a que ella me indique que puedo acercarme.
«Echaré de menos la sensación de su cuerpo montando sobre mí, pero es algo que probablemente pueda volver a sentir en el futuro…» – Me arrepiento de inmediato de no haber dicho esto último en alto. En lugar de ello, sencillamente sonrío y muestro mi mejor expresión a Lily. Parece decidida a dibujarme, y quiere que sea mientras bailo sobre el reflejo de la luna.
– Si vas a dibujarme, ¿no tengo que quedarme quieto? – pregunto con la duda reflejada en los ojos.
Sus siguientes palabras me aclaran la duda antes de que haya logrado asentarse. Quiere verme en movimiento. Si eso es lo que desea, bailaré hasta que haya terminado. Puedo esforzarme en concederla este capricho, ya seguiré con mi juego cuando haya terminado… A fin de cuentas, no será divertido si ambos no recibimos un premio de cuando en cuando.
Respiro profundamente y doy un sutil paso al frente, colocándome en donde supongo que Lily debe estar viendo reflejada la luna desde su posición. Si estuviera más instruido en el Rokutsiki, sería capaz de bailar sobre la superficie del agua sin producir ninguna clase de honda… quizás en el futuro pueda regalarla una visión de ese calibre. Por ahora me centraré en hacer esto lo mejor que pueda.
Deslizo un pie con elegancia y empiezo a girar sobre mi propio eje lentamente. Dejo que mi cuerpo se curve, adoptando una elegancia en cada movimiento que solo es posible gracias al riguroso entrenamiento con el que vivo día a día. Un bailarín experto tiene mucha más técnica de la que podría alcanzar, pero la elegancia de lo imposible… Es innegable en mis movimientos. Así que continúo bailando, sigo danzando entre las hondas que produce cada uno de mis movimientos sobre el agua. Deslizándome por las circunferencias que forma cada mínimo temblor, como si fueran las vías marcadas para la figurita de una caja musical.
Al terminar estoy extrañamente agotado. No por desgaste físico, si no por la tensión mental acumulada ante la idea de mostrarla algo que fuera digno de su pincel.
– ¿Qué tal ha salido? – pregunto con visible curiosidad –. He procurado no moverme demasiado violentamente, ser elegante, darte lo que deseabas –. Pongo un matiz meloso en la última palabra. Esperando a que ella me indique que puedo acercarme.
Lily Morgan
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La figura del peliblanco se contornea girando y deslizándose por el agua. Mis ojos siguen sus movimientos en un ir y venir de su cuerpo, pero la estilográfica es la que lo acompaña en el ritmo sobre el papel. La primera hoja se llena rápido de trazos de diferentes intensidades, paso a la siguiente hoja para captar más detalles y así el cuaderno se va componiendo de pequeños matices sucesivos. La superficie del agua es la misma luna que musicalmente está siendo tocada por los pies de Nyx. Late con fuerza propia de forma lenta y sus ondas crecen paulatinamente hasta desaparecer.
Las hojas del cuaderno reproducen con fidelidad lo que perciben mis sentidos. Una sola hoja, el fijarse en un elemento no transmite nada. Pero en su conjunto, cuando una hoja sucede a la otra como una cadena lógica de escenas, es entonces cuando la magia del hombre bailando en la luna se hace realidad.
No puedo ocultar esbozar una sonrisa de oreja a oreja con las cuencas de los ojos semi–inundadas de lágrimas. Nyx para de bailar para preguntarme acerca del dibujo. Estrujo contra mi pecho el cuaderno y asiento lentamente para indicarle que está perfecto.
– Q–quédate ahí y me dices tú mismo qué te parece.
Me aseguro de encontrarme en una zona iluminada por algún farol, para que no se pierda los contrastes, elevo el cuaderno hasta la altura de sus ojos y comienzo a pasar las hojas una tras otra de la primera a la última. Cierro el cuaderno y espero con la misma sonrisa de antes a que el peliblanco se pronuncie. Hincho mi pecho de orgullo y entrelazo mis manos por detrás de la espalda.
– Mi deseo… –acorto las distancias lentamente. –Lo has concedido bien, genio. Has bailado en la luna como nadie lo ha hecho antes. Y yo he podido estar ahí para que la humanidad lo recuerde. Oh, también llevaste al primer caballo a la luna… pero eso me lo perdí, lo siento. No lo dibujé –realizo una mueca de falso arrepentimiento. –¿Qué se siente al haber hecho historia? –sonrío con inocencia.
Las hojas del cuaderno reproducen con fidelidad lo que perciben mis sentidos. Una sola hoja, el fijarse en un elemento no transmite nada. Pero en su conjunto, cuando una hoja sucede a la otra como una cadena lógica de escenas, es entonces cuando la magia del hombre bailando en la luna se hace realidad.
No puedo ocultar esbozar una sonrisa de oreja a oreja con las cuencas de los ojos semi–inundadas de lágrimas. Nyx para de bailar para preguntarme acerca del dibujo. Estrujo contra mi pecho el cuaderno y asiento lentamente para indicarle que está perfecto.
– Q–quédate ahí y me dices tú mismo qué te parece.
Me aseguro de encontrarme en una zona iluminada por algún farol, para que no se pierda los contrastes, elevo el cuaderno hasta la altura de sus ojos y comienzo a pasar las hojas una tras otra de la primera a la última. Cierro el cuaderno y espero con la misma sonrisa de antes a que el peliblanco se pronuncie. Hincho mi pecho de orgullo y entrelazo mis manos por detrás de la espalda.
– Mi deseo… –acorto las distancias lentamente. –Lo has concedido bien, genio. Has bailado en la luna como nadie lo ha hecho antes. Y yo he podido estar ahí para que la humanidad lo recuerde. Oh, también llevaste al primer caballo a la luna… pero eso me lo perdí, lo siento. No lo dibujé –realizo una mueca de falso arrepentimiento. –¿Qué se siente al haber hecho historia? –sonrío con inocencia.
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– ¿Estás segura de que he sido el primero en bailar sobre la luna? – respondo con una sonrisa misteriosa – Dicen que hay tribus ocultas en las nubes ¿por qué no en la luna? –. Añado con completa naturalidad, como si fuera la deducción más evidente del mundo.
Aguanto solo unos segundos de completa seriedad antes de empezar a reír con ganas ¿Cómo va a haber una tribu oculta en la luna? Según los escritos científicos de muchos genios, allí arriba no hay aire que respirar… Aunque sería una falacia por mi parte afirmar su no existencia sin pruebas que lo corroboren. Quizás algún día.
– Tu obra es espléndida Lily, tal y como las recordaba, llenas de espíritu. Aunque parece que poco a poco has ido mejorando enormemente – digo mientras sigo los trazos del dibujo con la mirada –. Yo sigo siendo incapaz de hacer un pájaro que no parezca un par de montañitas.
Adopto una actitud pensativa mientras acaricio mi barbilla. Lo mejor será no decir que acaban pareciendo las montañas que dibujo… No delante de una dama, sería indecoroso por mi parte.
– Me gustaría enseñarte alguno de mis juguetes. Pero por desgracia… Hace mucho que no hago ninguno de ellos… Es como si me faltara una pequeña parte de mí – añado con cierta pesadumbre.
El dolor puede verse reflejado en mi rostro… Para mí, la ciencia y la tecnología no son un mero hobby, algo que me ayuda a distraerme o aumentar mis posibilidades futuras. Se trata de amor puro.
A muchos podría sonarles pretencioso, pero eso solo significa que no entienden una mierda sobre el amor. El amor no son solo un hombre o una mujer, un hijo, un padre… Eso es artificial. Es algo que no podría explicar. Amamos lo que amaos por razones que solo nosotros entendemos, motivos que para otros parecerán disparatados, casi una locura. Para mí… Cada uno de los pequeños ingenios que desarrollaba, por más que estuvieran incompletos o tullidos, eran hijos de mi propia sangre, del esfuerzo y la dedicación completas.
Por eso precisamente nunca me hice científico del gobierno. La sola idea de imaginarme a todos mis niños sirviendo para esa escoria… Me hacía vomitar por las noches. Gracias a ello saqué la suficiente fuerza de voluntad como para que les interesara mucho más incluirme en el CP que en su vertiente de investigación.
Tampoco se me debe malinterpretar. Si hiciera un cañón de energía capaz de aniquilar a una aldea, estaría orgulloso de verle cumplir su labor. ¿Las muertes? ¿Las pérdidas humanas? No las habría causado mi querido bebé, si no aquel que aprieta el gatillo… El problema radica en el hecho de que, cuando haces algo para el gobierno, nunca más vuelve a ser tuyo… Les pertenece. Y yo no podía permitir eso.
Me recompongo a tiempo de ver a Lily mucho más cerca de lo que me había parecido, antes de que mi mente volara a lugares más oscuros. Y sonrío… Porque sé que ella lo entiende, ama a sus barcos y dibujos, tanto como yo a mis niños perdidos. Sin pensarlo, doy un paso más hacia ella y la beso con dulzura. Ella es la única chispa de cordura que ha permitido mantenerme cuerdo al estar tan alejado de mi mundo.
– Espero que este humilde esclavo por una noche no se haya propasado con sus gestos… – susurro al separar mis labios de los suyos – Pero tenía algo que agradecerte y una disculpa que darte. La próxima vez intentaré traer algo capaz de sorprenderte. ¿Te parece correcto?
Aguanto solo unos segundos de completa seriedad antes de empezar a reír con ganas ¿Cómo va a haber una tribu oculta en la luna? Según los escritos científicos de muchos genios, allí arriba no hay aire que respirar… Aunque sería una falacia por mi parte afirmar su no existencia sin pruebas que lo corroboren. Quizás algún día.
– Tu obra es espléndida Lily, tal y como las recordaba, llenas de espíritu. Aunque parece que poco a poco has ido mejorando enormemente – digo mientras sigo los trazos del dibujo con la mirada –. Yo sigo siendo incapaz de hacer un pájaro que no parezca un par de montañitas.
Adopto una actitud pensativa mientras acaricio mi barbilla. Lo mejor será no decir que acaban pareciendo las montañas que dibujo… No delante de una dama, sería indecoroso por mi parte.
– Me gustaría enseñarte alguno de mis juguetes. Pero por desgracia… Hace mucho que no hago ninguno de ellos… Es como si me faltara una pequeña parte de mí – añado con cierta pesadumbre.
El dolor puede verse reflejado en mi rostro… Para mí, la ciencia y la tecnología no son un mero hobby, algo que me ayuda a distraerme o aumentar mis posibilidades futuras. Se trata de amor puro.
A muchos podría sonarles pretencioso, pero eso solo significa que no entienden una mierda sobre el amor. El amor no son solo un hombre o una mujer, un hijo, un padre… Eso es artificial. Es algo que no podría explicar. Amamos lo que amaos por razones que solo nosotros entendemos, motivos que para otros parecerán disparatados, casi una locura. Para mí… Cada uno de los pequeños ingenios que desarrollaba, por más que estuvieran incompletos o tullidos, eran hijos de mi propia sangre, del esfuerzo y la dedicación completas.
Por eso precisamente nunca me hice científico del gobierno. La sola idea de imaginarme a todos mis niños sirviendo para esa escoria… Me hacía vomitar por las noches. Gracias a ello saqué la suficiente fuerza de voluntad como para que les interesara mucho más incluirme en el CP que en su vertiente de investigación.
Tampoco se me debe malinterpretar. Si hiciera un cañón de energía capaz de aniquilar a una aldea, estaría orgulloso de verle cumplir su labor. ¿Las muertes? ¿Las pérdidas humanas? No las habría causado mi querido bebé, si no aquel que aprieta el gatillo… El problema radica en el hecho de que, cuando haces algo para el gobierno, nunca más vuelve a ser tuyo… Les pertenece. Y yo no podía permitir eso.
Me recompongo a tiempo de ver a Lily mucho más cerca de lo que me había parecido, antes de que mi mente volara a lugares más oscuros. Y sonrío… Porque sé que ella lo entiende, ama a sus barcos y dibujos, tanto como yo a mis niños perdidos. Sin pensarlo, doy un paso más hacia ella y la beso con dulzura. Ella es la única chispa de cordura que ha permitido mantenerme cuerdo al estar tan alejado de mi mundo.
– Espero que este humilde esclavo por una noche no se haya propasado con sus gestos… – susurro al separar mis labios de los suyos – Pero tenía algo que agradecerte y una disculpa que darte. La próxima vez intentaré traer algo capaz de sorprenderte. ¿Te parece correcto?
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Balanceo mis pies a un lado y otro escuchando las palabras del peliblanco. Pero no puedo evitar parar de golpe cuando añade que hace tiempo que no fabrica nada, su estado de ánimo ha cambiado de súbito. Es una pena que no haya podido continuar con aquello que parecía más que un hobbie, pero más todavía cuando parece que la decisión no ha sido tomada por él. Llevo mi mano hacia uno de sus hombros en un gesto que pretende reconfortarlo.
Sus labios buscan los míos en un movimiento rápido. Mis mejillas se enrojecen a la par que las plantas de mis pies se elevan para sumarme al beso. En esta ocasión, ha sido él quien se ha atrevido a robarme uno. Agacho la cabeza en cuanto nos separamos afectada en parte por un arranque de vergüenza. Guardo la estilográfica y el cuaderno en el interior de mi bolsa con una sonrisa dulce.
– ¿E–esclavo? ¡Qué atrevido! Tan solo fue una petición de modelo y artista. –hago una pausa– Oh no, espera. ¿Lo dices porque podía haberte pedido cualquier cosa?
Llevo mis manos hacia las caderas mirándole con los ojos muy abiertos. Lo cierto es que acabo de caer en el sentido de su insinuación. La moneda no ha dado una “cruz” por casualidad, esta noche Nyx buscaba probar un inocente juego en el que estaría expectante por comprobar mi cara en cuanto descubriese de qué se trataba en realidad. Me llevo la mano hacia la frente torciendo la cara hacia un lado, en mis labios se perfila una media sonrisa.
– Nyx, El Caballero que cambiará el mundo, mojado. Estoy deseando ver tu genialidad la próxima vez que nos veamos. Intentaré estar a la altura de lo que vayas a mostrarme. Ah, sí… en cuanto a los gestos… s–supongo que teníamos asuntos pendientes. –Le tomo de la mano para conducirlo hasta el centro del charco. -También tengo otros deseos que acumulé con el paso del tiempo. Pero...-muerdo mi labio a la vez que desvío la mirada con cierto toque pícaro. -Prefiero ir cumpliéndolos poco a poco.
No sé muy bien en qué nos convierte la relación que ha surgido tras el reencuentro, sólo sé que ahora todo es posible. La luna sigue medio ocultándose por algunos nubarrones mecidos por el viento. Somos insignificantes para ella. Me temo que todavía quedan muchas cosas por saber, cosas a las que no les importamos absolutamente nada y que no les dedicamos tiempo por estar ocupados luchando entre nosotros. Demasiado interrogantes por resolver. Me quedo mirando su rostro, sin saber bien qué decir.
–Recuerda que algún día me tienes que llevar ahí arriba, Nyx. –le señalo la luna –Con una idea de las tuyas, que nos permita conocer si existen esas tribus, porque si es así, tengo que dibujarla. Pero aquí, sobre la tierra, me conformaré con seguir a tu lado.
Contemplo su rostro embelesada durante unos segundos. Río tímidamente tomándole del brazo para que comencemos a caminar juntos de nuevo. Las calles están tranquilas y vacías, no es una mala noche para pasear. Después de unos minutos, invito a Nyx a que nos sentemos en uno de los bancos. En silencio deposito mi cabeza sobre su hombro contemplando las nubes pasar sobre la luna y desvelando consigo algunas estrellas.
No sabría describir las emociones que van apoderándose de mí. Podría decir que es una tranquilidad que no había experimentado en años, pero estaría mintiendo. También es una fuerte sensación de dinamismo que despierta un poderoso deseo por mejorar, por lograr que el mundo vuelva a reunirnos de nuevo. Siento extrañeza; la figura a la que he estado abrazando en los momentos fríos de la noche no es el amigo que perdí hace unos años. Pero de nuevo estaría mintiendo; estaría dispuesta a dar mi vida por él, le amo. Por unas horas he creído que nada había cambiado, tan solo una percepción onírica del tiempo. Mas nada puede volver a ser como antes.
No estoy decepcionada, Nyx me ha hecho comprender que las despedidas no existen. Volveremos a vernos y, por un rato, olvidaré que para que algo pueda levantarse, primero debe caer. Me llevo conmigo una promesa, un retrato y una "cosa imposible". Sonrío de la mejor forma que sé, le acaricio el pelo hasta que nuestras frentes se tocan y pienso; buena suerte, Nyx.
Sus labios buscan los míos en un movimiento rápido. Mis mejillas se enrojecen a la par que las plantas de mis pies se elevan para sumarme al beso. En esta ocasión, ha sido él quien se ha atrevido a robarme uno. Agacho la cabeza en cuanto nos separamos afectada en parte por un arranque de vergüenza. Guardo la estilográfica y el cuaderno en el interior de mi bolsa con una sonrisa dulce.
– ¿E–esclavo? ¡Qué atrevido! Tan solo fue una petición de modelo y artista. –hago una pausa– Oh no, espera. ¿Lo dices porque podía haberte pedido cualquier cosa?
Llevo mis manos hacia las caderas mirándole con los ojos muy abiertos. Lo cierto es que acabo de caer en el sentido de su insinuación. La moneda no ha dado una “cruz” por casualidad, esta noche Nyx buscaba probar un inocente juego en el que estaría expectante por comprobar mi cara en cuanto descubriese de qué se trataba en realidad. Me llevo la mano hacia la frente torciendo la cara hacia un lado, en mis labios se perfila una media sonrisa.
– Nyx, El Caballero que cambiará el mundo, mojado. Estoy deseando ver tu genialidad la próxima vez que nos veamos. Intentaré estar a la altura de lo que vayas a mostrarme. Ah, sí… en cuanto a los gestos… s–supongo que teníamos asuntos pendientes. –Le tomo de la mano para conducirlo hasta el centro del charco. -También tengo otros deseos que acumulé con el paso del tiempo. Pero...-muerdo mi labio a la vez que desvío la mirada con cierto toque pícaro. -Prefiero ir cumpliéndolos poco a poco.
No sé muy bien en qué nos convierte la relación que ha surgido tras el reencuentro, sólo sé que ahora todo es posible. La luna sigue medio ocultándose por algunos nubarrones mecidos por el viento. Somos insignificantes para ella. Me temo que todavía quedan muchas cosas por saber, cosas a las que no les importamos absolutamente nada y que no les dedicamos tiempo por estar ocupados luchando entre nosotros. Demasiado interrogantes por resolver. Me quedo mirando su rostro, sin saber bien qué decir.
–Recuerda que algún día me tienes que llevar ahí arriba, Nyx. –le señalo la luna –Con una idea de las tuyas, que nos permita conocer si existen esas tribus, porque si es así, tengo que dibujarla. Pero aquí, sobre la tierra, me conformaré con seguir a tu lado.
Contemplo su rostro embelesada durante unos segundos. Río tímidamente tomándole del brazo para que comencemos a caminar juntos de nuevo. Las calles están tranquilas y vacías, no es una mala noche para pasear. Después de unos minutos, invito a Nyx a que nos sentemos en uno de los bancos. En silencio deposito mi cabeza sobre su hombro contemplando las nubes pasar sobre la luna y desvelando consigo algunas estrellas.
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No sabría describir las emociones que van apoderándose de mí. Podría decir que es una tranquilidad que no había experimentado en años, pero estaría mintiendo. También es una fuerte sensación de dinamismo que despierta un poderoso deseo por mejorar, por lograr que el mundo vuelva a reunirnos de nuevo. Siento extrañeza; la figura a la que he estado abrazando en los momentos fríos de la noche no es el amigo que perdí hace unos años. Pero de nuevo estaría mintiendo; estaría dispuesta a dar mi vida por él, le amo. Por unas horas he creído que nada había cambiado, tan solo una percepción onírica del tiempo. Mas nada puede volver a ser como antes.
No estoy decepcionada, Nyx me ha hecho comprender que las despedidas no existen. Volveremos a vernos y, por un rato, olvidaré que para que algo pueda levantarse, primero debe caer. Me llevo conmigo una promesa, un retrato y una "cosa imposible". Sonrío de la mejor forma que sé, le acaricio el pelo hasta que nuestras frentes se tocan y pienso; buena suerte, Nyx.
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Asiento ante sus palabras. No creo que sea el momento de decirla lo imposible que resulta la sola idea de viajar a la Luna… O el hecho de que mi especialidad son los artilugios, no los transportes. No es un buen momento para discutir esas tonterías.
– Confías demasiado en mí ¿lo sabías? – la digo con un susurro cargado de sinceridad – Ni si quiera yo me atrevería a decir que mi camino sea el correcto. Pero gracias.
Sonrío cuando me toma del brazo, acompañando el movimiento con la mano contraria, que coloco sobre la suya para afianzar el agarre; siguiéndola hasta el banco más cercano donde, pese a estar mojado por la lluvia, no me supone un problema sentarme. Y dejo pasar el tiempo.
Pasamos el resto de la noche sentados, hablando de todo y de nada. Lo importante no era el tema de conversación, ni si quiera el que pareciera poder empezar a llover en cualquier momento. Llevo tantos años siguiendo un estricto plan de órdenes y misiones, que soy incapaz de recordar la última vez que pasé varias horas mirando a la nada, dejando pasar las horas, sin prisa.
El primer rayo de luz me hace salir de mis ensoñaciones, arrancándome un bostezo al momento de acariciar mi rostro. Oculto el gesto con la mano, sonriendo cuando termino de expulsar el aire.
– Tengo que marcharme – susurro en su oído con cierta tristeza implícita – Pero ahora que te he visto una vez, sé que volveré a encontrarte.
Tuerzo mi sonrisa en un gesto cómplice. Sé perfectamente que puede sonar infantil, pero ahora que sé lo que tengo que buscar… No es posible que vuelva a perder su rastro. Como mínimo sabré en donde se la ha visto, aunque nadie diga su nombre.
– Me encantaría haberme traído una hoja de Vivre Card conmigo, pero no esperaba necesitarla. La próxima vez estaré preparado… Y me gustaría tener un fragmento de la tuya, así podremos ayudarnos si fuera necesario.
Finalmente me impulso para ponerme en pie, desentumeciendo mis piernas con unas suaves palmadas en los muslos. Por suerte aún no se me ha asignado ninguna misión, de modo que podré recuperar las horas de sueño perdidas como mejor lo desee.
Vuelvo a posar mi mirada sobre los ojos de Lily y la entrego una mano para ayudarla a ponerse en pie. Una vez hecho, revuelvo con cariño sus cabellos y la dedico mi mejor sonrisa, depositando un beso en su mejilla.
– Lo mejor será no ir juntos a la estación del Umi Ressha –. Guardo silencio durante unos segundos, que aprovecho para robarla una caricia sutil – Pero esta vez te encontraré más rápido. Solo... No intentes buscarme tu ¿De acuerdo? Sería peligroso – sonrío ante mis palabras, imprimiendo en la curva de mis labios una mezcla de cariño y seriedad – Nos vemos Bunny.
Y desaparezco de la escena. No es una despedida larga, quizás ni si quiera sea adecuada, pero es lo mejor para los dos... Claro que volveré a encontrarla, y mientras tanto, lo mas sano es que en nuestra mente no haya existido una despedida real. No de nuevo. No se si podría soportarlo. Además, no he mentido, pienso volver a encontrarla y entonces procuraré hacer algo más que simplemente besar sus labios.
– Confías demasiado en mí ¿lo sabías? – la digo con un susurro cargado de sinceridad – Ni si quiera yo me atrevería a decir que mi camino sea el correcto. Pero gracias.
Sonrío cuando me toma del brazo, acompañando el movimiento con la mano contraria, que coloco sobre la suya para afianzar el agarre; siguiéndola hasta el banco más cercano donde, pese a estar mojado por la lluvia, no me supone un problema sentarme. Y dejo pasar el tiempo.
Pasamos el resto de la noche sentados, hablando de todo y de nada. Lo importante no era el tema de conversación, ni si quiera el que pareciera poder empezar a llover en cualquier momento. Llevo tantos años siguiendo un estricto plan de órdenes y misiones, que soy incapaz de recordar la última vez que pasé varias horas mirando a la nada, dejando pasar las horas, sin prisa.
El primer rayo de luz me hace salir de mis ensoñaciones, arrancándome un bostezo al momento de acariciar mi rostro. Oculto el gesto con la mano, sonriendo cuando termino de expulsar el aire.
– Tengo que marcharme – susurro en su oído con cierta tristeza implícita – Pero ahora que te he visto una vez, sé que volveré a encontrarte.
Tuerzo mi sonrisa en un gesto cómplice. Sé perfectamente que puede sonar infantil, pero ahora que sé lo que tengo que buscar… No es posible que vuelva a perder su rastro. Como mínimo sabré en donde se la ha visto, aunque nadie diga su nombre.
– Me encantaría haberme traído una hoja de Vivre Card conmigo, pero no esperaba necesitarla. La próxima vez estaré preparado… Y me gustaría tener un fragmento de la tuya, así podremos ayudarnos si fuera necesario.
Finalmente me impulso para ponerme en pie, desentumeciendo mis piernas con unas suaves palmadas en los muslos. Por suerte aún no se me ha asignado ninguna misión, de modo que podré recuperar las horas de sueño perdidas como mejor lo desee.
Vuelvo a posar mi mirada sobre los ojos de Lily y la entrego una mano para ayudarla a ponerse en pie. Una vez hecho, revuelvo con cariño sus cabellos y la dedico mi mejor sonrisa, depositando un beso en su mejilla.
– Lo mejor será no ir juntos a la estación del Umi Ressha –. Guardo silencio durante unos segundos, que aprovecho para robarla una caricia sutil – Pero esta vez te encontraré más rápido. Solo... No intentes buscarme tu ¿De acuerdo? Sería peligroso – sonrío ante mis palabras, imprimiendo en la curva de mis labios una mezcla de cariño y seriedad – Nos vemos Bunny.
Y desaparezco de la escena. No es una despedida larga, quizás ni si quiera sea adecuada, pero es lo mejor para los dos... Claro que volveré a encontrarla, y mientras tanto, lo mas sano es que en nuestra mente no haya existido una despedida real. No de nuevo. No se si podría soportarlo. Además, no he mentido, pienso volver a encontrarla y entonces procuraré hacer algo más que simplemente besar sus labios.
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