Muerte en isla copo. Moderado nivel 6 para yuu y kath

De momento la misión no presentaba ningún problema, parecía ser algo cotidiano en la vida de Katharina. En más de una ocasión tuvo la necesidad de hablar con un muerto para obtener las respuestas que quería, pero algo le indicaba que ahora las cosas no serían tan fáciles. Tras el robo en Reddo Teikoku, la pelirrosa le comentó al otro ladrón, un muchacho delgado y alto, de cabello negro, que se dirigiría hacia la Isla Copo para terminar un trabajo que le habían encomendado. Al ver las habilidades de Yuu, no tenía ningún problema en trabajar con él, además, por alguna razón, congeniaban bastante bien.

De pronto un vehículo militar y de color negro llegó a la puerta del edificio en el que se encontraba. Las cosas eran sencillas: tenía que averiguar qué había pasado, pues el accionista y representante del jefe de Katharina fue asesinado. Por suerte disponían de identidades falsas para acceder a la escena del crimen, y la bruja sabía muy bien cómo trabajar en ese caso. Los asientos de la furgoneta eran bastante cómodos, y esta contaba con un equipo militar bastante amplio... ¿Acaso pretendían iniciar una guerrilla a pequeña escala? Definitivamente la pelirosa no necesitaba de todo eso, únicamente su guadaña y sus habilidades mágicas.

—Todo esto no me da buen rollo, ¿por qué tanto equipo militar para una simple investigación? —Le preguntó a su compañero de cabello negro— En principio todo parece... sencillo. Al llegar usaré la Nigromancia para hablar con el cadáver del representante, tal vez sí sepa qué ocurrió.

No quería hacerle muchas preguntas al chofer, pero tenía que enterarse un poco más de la situación. ¿Quién era el hombre que murió? ¿Cómo se llamaba y qué hacía específicamente? Seguramente el trasfondo del encargo no era saber quién o cómo murió el accionista, sino deshacerse de las personas potencialmente peligrosas. Podía ser una opción, o bien todo podía acabar en cuanto resolvieran el crimen. Tras hacerle las preguntas indicadas al conductor de la furgoneta, se quedaría en silencio mirando a través de la ventanilla lateral.

—En cualquier caso, cuando esté en trance, necesito que cuides mi cuerpo —le pidió a Yuu—. Cuando viajo al mundo de los espíritus quedo desconectada de este. Te recomiendo que uses tu haki en todo momento, quién sabe con qué nos encontraremos allí dentro.

Después de haber respondido las preguntas de Yuu, en caso de que las tuviera, descendería del vehículo. Al bajar, suspiró profundamente y tomó una gran bocanada de aire, llenando sus pulmones y alejando los pensamientos negativos. Inmediatamente usó su haki de observación, y si percibía alguna opción hostil contra ella, buscaría refugio en la furgoneta que parecía ser muy resistente. En todo caso, antes de descender usó la transmutación polimórfica, convirtiéndose en una mujer completamente diferente. Su cabello ya no era rosa ni sus ojos dorados, sino que ahora un ondulado y medio largo cabello marrón caía desordenadamente de su cabeza y sus ojos se tornaron grisáceos. Incluso su vestimenta cambió, llevando lo que parecía ser un uniforme policial. Tenía más sentido parecer que era la médica forense del cuerpo policial de la ciudad, ¿no?

Katharina policial:

Cosas usadas:

Hacía mucho tiempo que la pelirrosa no veía tanta sangre en un solo lugar... Quien había hecho eso, era un verdadero psicópata. El olor  a sangre le recordó varios de sus trabajos que tuvo cuando era marine, sobre todo uno que trataba de un asesino en serie que era conocido por destripar a sus víctimas y dejar una extraña marca en la escena del crimen. Sin embargo, algo le decía que las cosas eran completamente distintas. DeChristo era el nombre de la persona que había sido asesinada, era el centro del trabajo que se les pidió. Katharina no podía revivir los cadáveres así como así, arriesgándose a que la descubrieran... Nadie, ni siquiera un veterano policía, estaba acostumbrado a ver un muerto levantarse.

Las murallas estaban ensangrentadas y había trozos de cuerpo repartidos por todos lados, enseñando una verdadera masacre. Los ojos de la bruja advirtieron la presencia de cuerpos cortados por la mitad, otros destripados e incluso cabezas perforadas. ¿Qué clase de armas pudo haber usado el asesino para llevar a cabo muertes tan brutales...? A Katharina se le ocurrió que era un arma con alta capacidad de perforación y corte, posiblemente una espada, aunque las perforaciones en las cabezas le indicaban otra cosa... ¿Acaso habrá usado distintos tipos de herramientas? Tenía que seguir avanzando para descubrirlo.

En medio de un escuadrón policial, un hombre destacaba sobre el resto. El jefe era un hombre mayor de cabello blanco y bigote, parecía ser la clase de persona que podía lidiar con una situación como esa. La bruja tenía leves conocimientos para averiguar la muerte de una persona, aunque tampoco era una experta. Si observaba algo que le llamara la atención, se lo comentaría a su compañero. Por otra parte, había una zona despejada y llamativa... ¿Un sótano, tal vez? Era evidente que allí encontrarían las respuestas que buscaban.

Escuchó atentamente las palabras del policía... ¿Usaron? Indicaba más de una persona. ¿Motosierra? Era probable, siempre y cuando no se trataran de las personas con las cabezas perforadas. Un arma como esa lo único que dejaría sería un caldo de vísceras y sangre. Uno de los asesinos debió haber usado un arma distinta... ¿Qué tan importante era descubrirlo? Si Katharina lograba saber qué herramienta usó, podría prepararse mejor para un futuro encuentro. Ante la pregunta del pelinegro, el jefe dijo que no había testigos y les hizo pasar a la siguiente escena.

Fueron llevados hasta el sótano, un lugar que estaba demasiado oscuro y tan hediondo a sangre como el exterior. Había máquinas por todos lados, como si se tratase de un laboratorio. Seguro que Marcus se hubiese enojado al ver un lugar como ese en tan mal estado... El jefe de la policía indicó a dos hombres: el capaz, un sujeto de nombre Edward, y el pez gordo: DeChristo. Katharina tenía el cadáver en frente, pero seguro que en ese estado sería imposible hacerle hablar, a menos que lo reviviera usando el otro método... Pero no. De ninguna forma le resucitaría y dotaría de libertad, sería una jugada demasiado arriesgada y posiblemente no llegarían a nada. Por otra parte, el policía señaló un cuerpo bastante peculiar... Un agujero en el pecho, ropas rasgadas y piel disecada. Estaba completamente seco, como si le hubiesen drenado el agua.

—Primero debemos comprobar si la víctima conserva sus órganos —mencionó la bruja después de estar un buen rato en silencio—. Todo parece indicar que fue drenado, algún mecanismo debió haber usado el asesino para dejarlo así, a menos que haya llegado después a este lugar... ¿Cuánto tiempo lleva muerto...?

El agujero tenía al menos veinticinco centímetros de diámetro y un montón de astillas de huesos, como si una mano le hubiese arrancado algo. Ya era momento de iniciar el plan A: ingresar al mundo de los espíritus. Solo llevaban dos horas muertos, o al menos esa fue la información que entregó el policía, así que encontrarse con las víctimas en el otro mundo era algo relativamente sencillo. De momento ni siquiera era necesario usar sus conocimientos como antropóloga.

—Yuu, tengo un plan, pero necesito que hagas que trabajas y me cuides.

Sin importar si el detective salía o no, la bruja se sentaría en un lugar apartado y oscuro, cerraría los ojos y dejaría que su alma dejara su cuerpo. De pronto sintió un fuerte empujoncito y todo pareció cambiar... Ya no había solo tres personas en lo que parecía ser un laboratorio. En caso de haber espíritus presentes, les preguntaría qué era lo que había ocurrido; de seguro que había testigos del otro mundo que vieron todo, era lo más probable. También estaba la posibilidad de encontrarse con DeChristo y preguntarle directamente a él cuál había sido la razón de su asesinato.

Cosas usadas:

En el mundo de los espíritus las cosas eran completamente diferentes... El tiempo corría mucho más lento, o tal vez más rápido, era imposible saberlo. Las voces eran fantasmagóricas y las imágenes distorsionadas, los espectros se movían extrañamente, de un momento podían estar a 30 metros y un segundo después, frente a ti. La bruja estaba medianamente acostumbrada a lo horroroso de esa realidad, pues ya llevaba varios años entrando y saliendo, pero en ninguno de sus viajes pudo advertir tanto miedo como había en los ojos de los fallecidos.

DeChristo, el origen de todo, había dicho que su asesino era una especie de esqueleto. La pelirrosa pensó que podía tratarse de un muerto viviente, pero la respuesta del otro hombre la dejó desconcertada. En cualquier caso, ninguno pudo distinguir bien a su agresor, pero algo dejaron claro: no se trataba de alguien, sino de algo. De un momento a otro las cosas se complicaron, ya no era un asesino amante de motosierras, sino algo mucho más peligroso. Ya no había nada que investigar en el mundo de los espíritus, así que lo más sensato era volver a la realidad, al mundo de los vivos. Seguramente allí encontraría las respuestas, las cuales estaban en el hombre con el pecho abierto.

Cuando su alma regresó a su cuerpo, exploró un poco el lugar donde se había sentado. ¿Cómo era tan estúpida...? Se encontraba en un laboratorio, de seguro que encontrarían respuestas en todos lados. Los ojos de Katharina se posaron sobre una vieja jaula con un agujero en el techo, asumiendo que algo debió haber escapado de ahí, posiblemente la bestia que asesinó a DeChristo. Había más incógnitas, por ejemplo: ¿por qué el cadáver estaba completamente seco y con un agujero en el pecho? Katharina conocía varias especies de animales e insectos, pero ninguno de ellos tenía el suficiente tamaño y fuerza como para romper desde dentro el esternón. Había dos posibilidades: la muerte fue causada desde fuera o desde dentro. Si se trataba del segundo caso, seguro que era un parásito... Y uno muy fuerte.

Era momento de inspeccionar más a fondo las cosas... Por algún lado debía haber documentos que indicaran el origen de algún experimento, tal vez lo que estaban investigando en ese laboratorio. Al menos eso hubo en una base científica del Gobierno Mundial que investigó hacía varios años. Se acercó a una roca que estaba por ahí, reunió energía mágica y la convirtió en una linterna. Estuvo investigando cada rincón del lugar, siempre con el mantra activo para no recibir una desagradable sorpresa. ¿Cuáles eran las probabilidades de que la criatura siguiera allí? Ni siquiera quería pensar en eso. En caso de haber muebles y escritorios, su búsqueda comenzaría allí.

—Yuu, tengo una leve idea de la cosa que mató a estos hombres —mencionó con serenidad—. No estamos ante un asesino en serie que ha usado una motosierra, sino una criatura lo suficientemente fuerte como para cortar a hombres por la mitad y perforar sus cabezas. No estoy segura si tiene garras, pues no he visto indicios de que así sea, pero debe tener una especie de trompa. Este hombre —dijo, señalando al tipo completamente seco— no fue asesinado por la misma bestia. Lleva mucho tiempo muerto, así que tal vez la cosa está dejando crías, ¿un parásito, tal vez? De cualquier forma, estamos en graves problemas así que te recomiendo que estés listo para pelear con todas tus fuerzas.

Al acercarse al pirata, sus ojos se posaron sobre la especie de nido resinoso que había. Lo mejor era conseguir una muestra de ello e investigarla; lamentablemente la bruja no tenía conocimientos científicos para hacerlo, por lo que debía enviarla a un laboratorio. Transformó otra roca en una especie de pinza y, en caso de que la sustancia cediera, echaría una muestra de algunos gramos en una bolsa plástica, la cual consiguió transformando un escombro. Segundos después, observó la tubería... ¿Acaso la criatura escapó usando ese conducto? Era una posibilidad. En el caso de que esa cosa fuese un nido, lo mejor era destruirlo, pero primero debía consultarlo con su socio.

—Ya tenemos una muestra, compañero, ¿qué te parece si destruyo esta cosa? No me da buena espina...

En caso de que Yuu no se opusiera a la idea de Katharina, crearía una pequeña bola de fuego en su mano y la lanzaría al nido resinoso, preparada para ver cómo ardía. Estaba la posibilidad de que fuera inflamable, pero en ese caso solo le bastaría levantar un fuerte muro de tierra para protegerse de las llamas. Tenía que prepararse para el peor de los casos.

Cosas usadas:

Los documentos expusieron parte de la verdad, una muy impresionante. Al parecer la suposición de la bruja no fue equívoca al pensar que existía una especie de parásito. La criatura emergía desde un huevo para atacar a un ser vivo y hospedarse en él, alimentarse para desarrollarse y luego despertar en forma de serpiente, destruyendo por completo el pecho, dejando en evidencia la descomunal fuerza que poseía. Fuese como fuese, aquel científico que afirmaba que el ser humano era una especie de divinidad, estaba demasiado loco y había liberado un mal en la tierra, uno del que alguien tendría que encargarse.

En conclusión, tanto Yuu como Katharina estaban en un caso demasiado complicado. Los trabajadores fueron despedazados por una bestia, y seguro que tendrían que eliminarla. No obstante, ¿cómo le seguirían el rastro? Lo único que conocían era que se reproducía a través de huevos... Si parasitaban un cuerpo, tenían cierta similitud con alguna clase de insectos, ¿no? Y muchas de esas especies contaban con un líder, una especie de reina que guiaba la colmena. La bruja se asustó cuando pensó en ese siniestro concepto... “colmena”. Sí que estaban en problemas.

Pronto todo comenzó a incendiarse y las llamas empezaron a devorar todo. Lo que la bruja necesitaba ver había sido comprobado: esa especie de resina era extremadamente resistente al fuego. Algunos materiales se quemaron sin ningún problema, pero el nido no... ¿Acaso las bestias también eran resistentes al fuego? Era una pregunta que después tendría que responder, puesto que el humo comenzó a ser una molestia. Salir del laboratorio sería una buena idea, aunque...

—Quédate cerca de mí —le dijo a Yuu después de crear una cortina de viento para mantener el humo a su alrededor, volviéndose incapaz de atravesarla—. Este muro de viento nos permitirá respirar aire puro; no nos quemaremos la garganta ni moriremos asfixiados. Podemos investigar un poco más, aunque dudo que valga la pena... Ya tenemos los documentos del dueño de este laboratorio.

En caso de que Yuu decidiera investigar, la bruja únicamente se concentraría en mantener la esfera de viento para mantener el humo alejado de sus pulmones. Moverse e investigar mientras convocaba la fuerza del viento era una tarea demasiado tortuosa y agotadora. No obstante, si decidía marcharse del lugar, le seguiría de cerca. Katharina no se arrepentía de haber incendiado el lugar, prefería que las pruebas quedaran reducidas a cenizas para que no hubiera otro intento de genio que replicara el experimento y descubrimiento del estúpido científico.

Antes de llegar a la superficie quitó la zona de aire puro, evitando que los policías la vieran. Seguro que el jefe les pediría explicaciones del porqué de repente comenzó a salir humo... Por suerte, Katharina ya había elaborado una explicación. En caso de que el hombre les preguntase acerca de lo sucedido, diría que un vial con un extraño líquido se derramó sobre una sustancia resinosa, incendiándola y provocando que el laboratorio se quemase. Tenía mucho sentido, ¿no? Después de todo, los científicos solían trabajar con sustancias peligrosas e inflamables, y una detective como ella no tenía forma de saber cuál era peligroso y cuál no.

—Yuu, debemos explicarle a nuestro jefe lo que ha sucedido —le comentaría después—. También deberíamos contactarnos con algún laboratorio para que nos explique qué es esa sustancia... ¿Tienes alguna idea, por cierto?

Cosas usadas:

¿Efectivos enviados al lugar donde posiblemente se encontraba la criatura? No, aquello sería solo una masacre. No era lo más sensato dirigirse hacia ese lugar, pero alguien tenía que hacer algo y, mientras Kat recibiera su paga, trabajaría como corresponde. Tenía que tomar rápidamente una decisión... ¿Dejarle a Yuu luchar contra la bestia? No quería subestimar a su compañero, pero no era tan fuerte como para enfrentarse a algo que sin problema masacró a varios hombres. Tal vez lo mejor era separarse y cumplir con ambos deberes al mismo tiempo: detener a la criatura y avisarle al jefe, además así mantendrían contento al jefe de la policía.

Bien, ante ella tendría una criatura lo suficientemente fuerte y veloz para acabar sin problemas con varios trabajadores. Se imaginó que contaba con una especie de trompa o tubo con el que podía perforar los huesos, tal y como se vio en los cadáveres repartidos por todo el sector. Por otro lado, si resultaba ser tan resistente al fuego como la extraña sustancia, Katharina se encontraría en problemas, pues la mayoría de sus conjuros ofensivos se basaban en el fuego. Contaba con su arma mitológica, pero no podía depender completamente de Nyx. ¿Su pistola? No, seguramente no le haría mucho daño. ¿Pelear cuerpo a cuerpo? Tampoco era buena idea... En fin, se estaba preocupando de más. Por el momento no había visto nada, tal vez los agentes policiales se habían equivocado y no estaban frente a la criatura.

—Lo mejor será separarnos, Yuu —le comentó a su compañero—. Si no tienes problemas, yo me encargaré de la bestia, tú preocúpate de informarle a nuestro jefe. Seguro que el conductor sabrá llegar hasta él.

Si el pelinegro no tenía ninguna objeción, la bruja se voltearía y comenzaría a caminar hacia la estación. Cazar bestias era uno de sus fuertes, sobre todo para después domarlas, pero algo le decía que esa cosa sería imposible de controlar. Se pasó todo el camino pensando en cómo le derrotaría. Tal vez era hora de probar uno de sus nuevos conjuros... Hacía algún tiempo estuvo entrenando arduamente para conseguir una técnica lo suficientemente devastadora para arrasar con una pequeña isla. Si bien era poderosa, requería un enorme esfuerzo físico y mental, por eso decidió no emplearla en ningún momento, salvo cuando fuese realmente necesario. La bruja sintió el poder dentro de ella, el cual lo único que quería era salir y hacer destrozos... Para cuando llegó, se mantuvo alerta ante cualquier movimiento sospechoso y siempre con el mantra activo.

La estructura construida en un túnel era algo que Katharina jamás vio en sus tierras... El avance tecnológico en Luethenia no estaba se comparaba en lo más mínimo, sus vehículos de transporte eran sencillos, como los carruajes o el caballo. Los más veteranos y experimentados podían usar otro tipo de monturas, como un dragón. En el lugar se encontraban policías alejando a los curiosos, resguardando en todo momento la seguridad de los ciudadanos. La bruja descendió lentamente, estando alerta ante cualquier extraña situación, y cuando hubo bajado, volvió a su apariencia normal.

La pelirrosa sintió la presencia de cuatro criaturas, por lo que decidió seguirlas. Como todo era oscuro y lo mejor era no usar la cúpula de oscuridad, sino algo mucho más práctico, arrebató la luz que iluminaba el andén y creó una pegatina luminosa que adhirió a su guadaña. El hechizo de la bruja permitió ver mucho mejor a aquellos hombres que estaban pegados a la pared, sujetos con la misma sustancia que encontró en el laboratorio. Pensó que hizo bien en intentar quemarla, puesto que ahora sabía que era resistente al calor, así que podía emplear otra alternativa... algo más creativa. Sin embargo, lo haría luego.

—¿Qué mierda...? ¿Acaso usan a criaturas vivas como recipientes para el desarrollo de sus crías...? —Pensó, imaginando que había ciertos animales que hacían algo similar, como los parásitos. Por suerte sus conocimientos como domadora y veterinaria eran lo suficientemente buenos para inferir eso.

Su mantra le advirtió de dos presencias que se acercaban hacia ella a toda velocidad, y pronto tendría que tomar una decisión. Podía hacerse cargo de ellas, siempre y cuando descubriese un poco más acerca de su anatomía. Dejó la pegatina justo en donde estaban los cuerpos pegados a la pared y decidió esconderse tras un pilar de cemento, inmersa en medio de la oscuridad. Katharina pensó que era demasiado imprudente enfrentarse a algo desconocido, por lo que la mejor idea era esperar y analizar a sus oponentes. Una vez viese a las criaturas enemigas y el sitio fuese seguro, se acercaría a la extraña sustancia y depositaría ambas manos para congelarla, haciendo uso del poder de la evocación. Finalmente solo bastaría emplear algo de fuerza para romper el nido y estudiar a los hombres.

Esperó a que los monstruos saliesen del lugar para comenzar a actuar. Gracias a lo visto, ahora contaba con un poco más de información sobre sus enemigos. Sumado a los agujeros que vio en los pechos de los cadáveres, la sustancia extraña e inflamable y la acción de colgar al agente en la pared, le dieron suficientes pistas para que Katharina se diera cuenta de que los monstruos usaban a las personas como incubadoras. ¿Cuántas bestias emergerían del cuerpo del agente? ¿Seguirían alimentándose de este una vez estuviese muerto? Transformó la Hoja de Argoria en una espada delgada y medio curva, recordando fácilmente una katana con un largo de poco menos de un metro. Salió de su escondite y se encaminó hacia donde estaba el hombre colgando de la pared, pensando en qué hacer. Podía estudiarle, sí, pero no contaba con conocimiento anatómico. Como sea, si dejaba que viviera y lo que sea que estuviese dentro de él —y si realmente había algo dentro—, al final terminaría teniendo más problemas. Sin dudarlo un segundo más, Katharina enterró su espada en el pecho del hombre. Para que todos estuvieran a salvo, necesitaba hacer unos cuantos sacrificios.

Únicamente con tocar la sustancia intentaría congelarla gracias a sus poderes mágicos. Y antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa, su DDM sonó. Se trataba de Yuu, quien había decidido largarse del lugar y subir a la nave. «Luego no me pidas parte de la recompensa, idiota», pensó la bruja. Realmente no lo necesitaba, podía apañárselas ella sola. Soltó un suspiro y luego regresó a la Hoja de Argoria a su forma natural, una gigantesca guadaña con un brillo platinado. Katharina sentía la necesidad de seguir investigando, pues todo riesgo llevaba a una recompensa.

—¿Estás segura de esto?

Sí, era peligroso, pero si quería hacer del mundo un mejor lugar no podía simplemente largarse y ya. Necesitaba acabar con las criaturas, de lo contrario, terminarían usando a todas las personas como incubadoras y lo que en algún momento fue sencillo, se transformaría en un auténtico infierno.

—Sí, Nyx —respondió—. Si sabes algo sobre estas… cosas, no me molestaría que me lo dijeras.

—Los humanos son tan temerarios… Y no, Katharina, no tengo idea de qué diablos son estos monstruos. Solo te advertiré que tengas cuidado, no quiero que termines siendo alimento para bestias.

Entonces, comenzó a caminar, interiorizándose en el túnel y esperando no tener que encontrarse directamente con una de esas cosas. Aún no sabía qué tan fuertes y peligrosas eran. Estuvo alerta ante cualquier sonido extraño y, sobre todo, caminó con su mantra activo.

Todo estaba demasiado oscuro como para seguir avanzando sin hacer algo, y con tan solo un chasquido de dedos una llama pequeña y tenue apareció flotando a unos pocos centímetros de su palma. Por otro lado, Katharina volteó violentamente la cabeza hacia el origen de un extraño ruido, como si algo pesado se hubiera caído. Básicamente tenía dos opciones: investigar el lugar donde se originó el sonido o continuar hacia delante. Ninguna de las dos alternativas parecía ser demasiado sensata, pero no podía retroceder y no saber lo que estaba ocurriendo en esos túneles. La oscuridad jamás fue su enemiga, sino todo lo contrario. No debía temerle, sino entregarse a ella y usarla a su beneficio. Era lo que le había enseñado Nyx hace muchos años, aunque ahora mismo se veía incapaz de encontrar hacerlo. Por alguna razón que no conseguía entender, ya no era capaz de usar libremente los poderes de su arma mitológica.

Lanzó una moneda y cerró los ojos para luego cogerla en plena caída. No le gustaba dejar su destino a la suerte, pero esta vez lo haría. Si salía cara, enfrentaría el misterio del sonido. Si salía cruz, continuaría recorriendo el túnel hasta llegar a algún lugar que le diera más información. Y cuando abrió los ojos, la respuesta se encontró frente a ella. Sonrió nerviosamente y comenzó a caminar. Tras explorar cautelosamente la zona, llegó hasta lo que era un cubo metálico algo desgastado por el paso del tiempo. No obstante, lo interesante de todo ello no era el objeto, sino la existencia de un pequeño pasadizo. En principio podía caber bastante bien, aunque debía agacharse y eso no haría más que limitar sus movimientos en caso de enfrentarse a un enemigo. Y la idea de estar atrapada no le gustaba en lo absoluto, pero por suerte contaba con algunos métodos para investigar.

La energía mágica comenzó a arremolinarse en torno a ella, manifestándose como un flujo carmesí que ganaba velocidad poco a poco. Pocos metros de ella apareció un pentágono rojo en el suelo, casi como si estuviera hecho de sangre hirviendo. Y de pronto, comenzó a aparecer una figura tan horrorosa como putrefacta. La criatura contaba con una piel rugosa, largas orejas y una puntiaguda y gorda nariz. Sus ojos grandes y amarillos miraron a la nigromante, intentando comprender qué sucedía. De repente una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro y enseñó unos dientes amarillos y roñosos.

—Ve y explora estos túneles, mi esbirro. Ve y vuelve con información sobre lo que está sucediendo aquí —le ordenó e inmediatamente el demonio soltó un aullido aterrador, para luego moverse a una velocidad increíble y perderse en la oscuridad.

Katharina esperaría algunos minutos hasta el regreso de su invocación y luego tomaría una decisión. Mientras, se dedicaría a descansar y recuperar energías para una posible pelea.

Ser paciente era una de las cualidades que todo intelectual debía tener entre sus mejores aptitudes, sin duda alguna. No obstante, cada momento de espera debe tener una razón de ser. Katharina aprovechó el tiempo no solo para recuperar energía y prepararse para lo desconocido, sino que meditó y reflexionó sobre los acontecimientos, reuniéndolos organizadamente en su mente, casi dibujando un mapa conceptual e hilando los hechos. Tenía profundos conocimientos del mundo animal, así que estudiando lo visto se sentía capaz de especular asertivamente sobre la fisonomía de la criatura. Recordando las heridas de las víctimas, esta debería contar con una fuerza extraordinaria así como afiladas garras. «Un súper depredador capaz de asesinar a varios hombres sin aparentes dificultades… ¿Tendrá algo que ver el Gobierno Mundial?», pensó para sí misma. Tenía sospechas de que el Gobierno continuaba trabajando con mutaciones, y tal vez lo que andaba suelto allí fuera era una de esas cosas. Sintió un escalofrío al recordar lo que sucedió en aquella isla en que realizó una misión de exploración cuando aún trabajaba para la Marina.

Continuó reflexionando hasta que el esbirro llegó, al parecer sin mucha información, aunque la bruja no dejó pasar la oportunidad de preguntarle. Tal vez no era demasiado inteligente y se necesitaba ser demasiado literal con él. Lo contempló como una madre contempla a su bebé, aunque con pensamientos mucho más… oscuros. Era la primera vez que le veía, parecía tan pequeño y débil que tenía que hacer algo con él. Era impensable que una nigromante como ella contara con una criatura tan miserable. «Intentaré probar lo que leí en el Necronomicón hace varios días…», se dijo en su mente. No obstante, al parecer tendría que postergar sus experimentos debido a la inoportuna aparición de una retorcida sombra que avanzaba hacia ella sin intenciones de detenerse. La pelirrosa desplegó la Hoja de Argoria transformada en una daga, pensando en lanzar una poderosa y flamígera descarga eléctrica, sin embargo sería un error de novato. Estaba bajo tierra, específicamente en un pequeño e inestable túnel. Una explosión como esa sería buscar la muerte, y Katharina aún tenía muchas cosas que hacer para morir. Cualquier hechizo de fuego podría encender equívocamente alguna sustancia inflamable o algún combustible. No, era el momento perfecto para saber bien cuáles eran los límites del indefenso demonio que yacía expectante.

Con un acto tan rápido como inesperado, rasgó su propia piel con el arma, recordando el significado que tenía la sangre en las artes oscuras. Esta cayó al suelo y el esbirro miró el enrojecido líquido como si no entendiera lo que era. Inmediatamente después, y al mismo tiempo que el enjambre se aproximaba hacia ella, el suelo comenzó a congelarse a la par que el rosado cabello de la bruja. ¿Acaso esos repugnantes insectos serían capaces de sobrevivir a la bajísima temperatura que despedía el aura de Katharina? Sin embargo, dejar fluir su fría esencia solo se trataba de una medida de seguridad, lo realmente interesante comenzaría ahora. Su cuerpo adoptó una retorcida posición, con la cabeza hacia atrás y la mano sobre la reciente herida, reuniendo rápidamente energía mágica y manifestándola a través de un denso torbellino de pura magia. El color se tornó tan rojo como la sangre, y el demonio pareció reaccionar.

La criatura endemoniadamente fea soltó un rugido desgarrador y su cuerpo se envolvió de un aura carmesí y malvada. Katharina no pudo imaginar cuán doloroso fue la lenta transformación del demonio. Su rostro se volvió casi cadavérico y tenía cuatro cuernos, dos retorcidos circularmente y el resto erguidos hacia arriba. Se tornó casi tan grande como la nigromante y tenía unas afiladas garras, además de una larga y puntiaguda cola. De pronto pareció que Katharina escuchó una voz gutural, pero seguramente fue su imaginación producto de la sorpresa. Pero por ahora debía dejar todo eso a un lado, pues si el frío sepulcral no era suficiente para detener a los insectos, la bruja demostraría que cualquier criatura debía someterse ante su voluntad. Con el ceño arrugado, liberaría su Haki del Rey, esperando tranquilizar al enjambre y poder apreciar su creación.

—Veamos cómo eres…

Cosas usadas: