Unión de científicos (privado corvo y Raviel)

Según mis averiguaciones durante los días que llevaba en esta isla había un joven científico muy prometedor rondando por allí. No sabía mucho de él, ni de cual era su trabajo o misión en aquella ciudad de ensueño, pero algo tenía claro, quería conocerle y de ser apto, intentar reclutarle para la DCJ. Las calles de aquella ciudad estaban llenas de científicos mediocres y en su mayoría afiliados a compañías privadas que buscaban como único fin su propio enriquecimiento. Esos pobre ilusos cortos de miras algún día se darían cuenta que sus vacías vidas nos le han llevado a nada más que la miseria.

Aunque, como en todo en esta vida siempre hay una excepción para confirmar la regla. Una pequeña compañía farmacéutica dedicada a la fabricación e investigación de vacunas que subsiste gracias a las donaciones de los ricachones con remordimientos, eso, y que se niegan a darse dinero unos a otros por viejas rivalidades. Solo por esa compañía había decidido anexar en algún momento aquella isla a las que estuvieran bajo mi supervisión en algún momento tras empezar con “La Mansión”. Habían sido miembros de esta compañía los que me habían puesto sobre aviso de esta posible nueva figura del mundo científico, y prefería que se uniera a mí antes que a una de esas codiciosas empresas.

Me dirigí a la plaza central, allí desplegué a uno de los robots Ω, la armadura N1 y una de las armaduras normales, además de un par de mis robots ayudantes con información sobre las armaduras, nada clasificado o que se pudiera usar para replicarlas. Mi intención era llamar la atención, y mucho para intentar atraer al chico del que me habían hablado. Mientras la gente comenzaba a llegar y arremolinarse a nuestro alrededor, yo me mantenía atento a todos ellos. Estaba seguro de que lo distinguiría perfectamente en cuanto lo viera.

La isla era bastante grata, a mi parecer. Mentes brillantes, unas más que otras, que buscaban fervientemente sobresalir de un modo u otro. Buscaban dinero, fama, poder pero sobre todo, dedicaban sus mentes a cosas que valían la pena y se dejaban de las mediocridades del vulgo. Al menos, así lo pensaba.
Había viajado por petición de Mikasa, quien se mostraba bastante curiosa por visitar sus antiguas escuelas, así como adentrarse un poco más en el mundo de los farmacéuticos.
-Aparte de un supositorio con sabor menta-eucalipto ¿sabes como echar a andar tu proyecto? Es decir, no veo muchos vagabundos sobre los cuales experimentar- hablaba mientras mantenía mis manos en los bolsillos de mi bata. No podía engañar, también me llamaba mucho la atención todas las investigaciones y, sobre todo, las invenciones de la física y la biotecnología. Había mucha gente creativa en ese lugar.
-En primer lugar, no es un supositorio, es una pastilla para cambiar el color de la piel, el pelo, etc. En segundo lugar ¿acaso no has cambiado? No se usan vagabundos, se recluta gente a la que se le paga y se le trata en caso de que algo salga mal-dijo la semi gigante, casi regañándome- deberías volverte más empático.
-Si, si... quizás algún día- le dije, obviamente ignorando lo que me acababa de decir. Mantuve mi mente ocupado, viendo las transformaciones físicas que algunos habían hecho con su cuerpo. Muchos eran meramente estéticos o con intención de entretener, pero no eran para dejarse de lado. Aunque fuera ponerse bocas en las manos, era algo ingenioso. Hubiera visto más de no ser porque mi amiga se detuvo de golpe, cosa que hizo que mi rostro se hundiera en su trasero. Ella, por su parte, veía maravillada el espectáculo de robots que acontecía frente a ella. Una buena multitud se aproximaba a ver la inesperada marcha, o despliegue, de máquinas.
Con un poco de esfuerzo, logré zafar mi cabeza de donde yacía apresada.
-Como vuelvas a hacerlo, juro que te...- decía, cuando observé aquellas máquinas. Maravillas de la física. No podía imaginarme las cosas que debía tener en la mente tal científico, cuando yo, apenas, lograba hacer cálculos en papel. Escalé a Mikasa, quien yacía absorta, para sentarme en sus hombros, como un niño, y observar a los robots y quién era quien los manejaba.

La gente continuaba observando y admirando mis creaciones, pronto algunas de ellas pasarían a forma parte del armamento del gobierno. Todavía tenía que ultimar algunas cosas, incluidos los costes, pero eso era lo de menos y estaba convencido de mi éxito. Me decidí por dar un poco más de espectáculo, aprovechando que gran cantidad de hombres y mujeres de ciencia me rodeaban, con intención de captar a unos cuantos para el bando gubernamental. Robarles mentes brillantes a las codiciosas compañías era un entretenimiento divertido y peligroso, a menos que pertenezcas al gobierno. Entre la multitud me llamó la atención una semi-gigante, no mucha gente de su raza se interesaba por la ciencia; pero me llamó mucho más la atención el hombre-cabra que acababa de trepar a su chepa.

Hice hacer a los robots algunos movimientos, un par de demostraciones con las armas sobre una diana, previa consulta a las autoridades para evitar problemas, e incluso algunos ejercicios de vuelo. La multitud pareció enloquecer con algunos, e incluso se asustaron cuando la N1 realizo un vuelo a muy baja altura. La verdad es que ver a ese gran pedazo de metal volando a esas velocidades era todo un espectáculo. No mostré nada acerca de las IA que controlaban todas las armaduras, ni indiqué donde se encontraban los depósitos de combustible o cual usaban, esos datos eran todavía secretos.

Tras un rato ordené la retirada, era el momento de responder a preguntas, peticiones y toda clase de sugerencias por parte del público. Si tenía algo de suerte aparecía la mente brillante que buscaba y reclutaría a algunas otras para reforzar el cuerpo de científicos del gobierno mundial. Si tenía mala suerte, me iría de allí con las manos vacías y la frustración de haber fallado en lo único que me había propuesto ese día.

-¿Viste eso?- preguntaba Mikasa, sorprendida por todo el espectáculo. Realmente sentía una admiración, así como genuinos celos por parte de su creador. Debía conocerlo, igual y podía obtener bastantes beneficios con su compañía ¿Algún científico loco, un genio excéntrico, un estudiante prodigioso o alguna compañía de tecnología? No lo sabía, pero debía saberlo.

Bajé de los hombros de mi amiga y me escabullí entre la multitud, una vez acabada la exhibición. Me metí como pude entre las personas, y ahí fue cuando, entre un recoveco, logré ver el responsable de esas máquinas. Hice uso de mi luz lunar, así como de mi electro para dar toques a quienes me estorbaban, para acercarme y lograr robar su atención. Allí estaba, rodeado de gente, la cual no paraba de cuestionarlo.

"Toque, toque...toque"- decía mientras daba leves toques a quienes me estorbaban. Finalmente, como pude, me coloqué al frente de todos para ver cara a cara al creador de los robots.

-Vaya, usted realmente debe poseer mucho conocimiento, experiencia y creatividad para hacer estas cosas. Incluso si las hizo con alguien, sigue siendo algo muy elaborado, más de lo que se podría decir de muchos. Siendo sinceros, estas cosas apenas las sueño en papel, así como mis otras "artes" dentro de la ciencia- le dije, poniendo la sonrisa más sincera que podía- por cierto, mi nombre es Raviel Mengele, y soy un científico del gobierno...

Definitivamente, debía saber sobre él. Por su parte, Mikasa apenas podía seguirme el paso, siendo cuidadosa para no pisar a nadie ni lastimarlo, pero logró ver que ya estaba hasta el frente.

Mientras respondía preguntas bastante simplonas, por no decir absurdas, me encontré con un par de individuos que sin duda tenían potencial. A estos les entregué una tarjeta para que se pudieran poner en contacto con mis compañeros y los reclutaran. Claro que estos individuos querían trabajar conmigo, a lo que di un poco de largas, no podían mandar a toso a la mansión a trabajar. Por entre la multitud me pude fijar en que la cabra avanzaba rápidamente entre gritos de la gente a su alrededor. Sin duda era un método poco ortodoxo, pero bastante efectivo ya que llegó mucho antes que su gigantona compañera que venia tratando de no pisar a nadie.

-Gracias, parece que tienes bastante iniciativa y recursos bajo la manda Raviel. Me disponía a irme por hoy, estaría encantado que un colega científico, y más uno que también trabaja para el gobierno me acompañara hasta las oficinas. Por el camino podemos charlar un rato de las creaciones y puedo darte algunos consejos, además te enseñaré algo en primicia cuando lleguemos. – Le ofrecí a la cabra, que sin duda alguna era el chico del que me habían hablado y que estaba buscando. Si no, era otro diamante en bruto para tallar. Aunque si realizaba sus experimentos como se había abierto camino, igual podíamos llegar a tener un problema. – Por aquí por favor, tu amiga también puede venir si quieres. – Tras una pausa de unos segundos por si quería llamar a la gigante, y la gente se empezaba a dispersar, comencé a caminar. – Seguro que tienes muchas preguntas, pero déjame empezar, ¿En qué campos te especializas Raviel?

Con Milena desaparecida nos hacía falta con urgencia un químico para seguir avanzando, aunque no rechazaría a nadie ahora mismo. Mis planes requerían de miembros leales al DCJ, así como de una gran cantidad de apoyos y financiación.

off:

Finalmente, había logrado llegar hasta ese hombre. Parecía bastante amable, además de dispuesto a colaborar conmigo. Parecía que estuviera en busca de mentes, las cuales se vieran genuinamente atraídas por sus invenciones. Llamé a mi amiga para que me alcanzara y, una vez cerca mío, aquel científico preguntó por mis campos de la ciencia. Resultaba que también trabajaba para el gobierno.

-Yo soy médico, pero también un científico que busca especializarse en la bioingeniería y la física. La chica alta aquí presente es mi ayudante, o mejor dicho colega. A ella se está especializando en química y farmacéutica, pero también sabe cocer y tejer- le dije, también con un tono cortés.

Dicho esto, acepté su invitación hacia su oficina, por lo que me dispuse a seguirlo. Durante el trayecto, traté de analizar su comportamiento, así como sus palabras. Quería conocer su mentalidad, así como sus objetivos.

-Asi que ¿cual es su nombre?- le pregunté. No parecía una mala persona y, quizás, podría tener muy buenas ideas que me ayudaran en un futuro. Sin embargo, también me llamó la atención aquello de "enseñarte algo en primicia". No diría nada al respecto, al menos hasta llegar para no mostrar desesperación, aunque la curiosidad era mucha- por cierto ¿que lo trae a esta ciudad?

Las especialidades del chico eran perfectas, y unidas a las de su acompañante harían que su posible unión a la división fuera de lo más conveniente. Mi objetivo en aquella isla sin duda sería un aliciente para que todos los que había invitado a unirse a mi o el gobierno lo hicieran maravillados. En las oficinas que tenia el gobierno en aquella isla se había estado gestando mi mayor logro hasta la fecha, un vehículo sin igual y que cambiaría muchas cosas.

-Se me conoce como Corvo. Mi objetivo primario aquí era terminar un macroproyecto con ayuda del departamento de esta isla. El secundario reclutar mentes brillantes para el gobierno y mi división. Por si no ha quedado claro, estoy interesado en que te unas a la DCJ, o división científica por la justicia. Actualmente solo somos tres miembros, aunque a una es difícil encontrarla. – Solté una risotada, aunque en verdad estaba preocupado por Milena y su paradero. – Lo que vais a ver a continuación es alto secreto, por lo que si lo divulgáis os convertiréis en delincuentes. – Les dije mientras llegamos al edificio. – Por favor, firmar los formularios en la seguridad mientras hago unos preparativos.

Mientras los dos científicos pasaban los tramites de seguridad, o se rehusaban a acompañarme, me acerqué a uno de los den den mushi internos. Llamé al hangar de la AASF, y a la sala de espera donde dos mujeres y un hombre esperaban para la visita. Pedí que la base voladora estuviera lista, realizaríamos un pequeño vuelo de prueba. Además de eso pedí que los invitados vinieran a la recepción. Cuando estuviéramos todos podríamos ir hacía el hangar. Si todo iba bien en pocos minutos todos disfrutarían de las maravillosas vistas de la AASF Yasmina.

Off:

Asombrado, esa fue la descripción que mejor me quedaba en ese momento. Observé aquella súper nave, tratando de poner mi cara más seria. Estaba cruzado de brazos, mientras que con una mano jugueteaba levemente con mi barba.

"¿Que es todo esto?" Pensaba mientras veía la nave.

-No se preocupe señor Corvo, sé como funcionan las cosas del gobierno. No diré nada a nadie- le dije mientras me acercaba a mi amiga. Observé su rostro, el cual parecía iluminado, incluso más que cuando se pasaba la tarde leyendo sus revistas para adultos. Firmé los formularios y avancé junto al "anfitrión". Era la primera vez que me metía en un lugar de ese nivel. Anteriormente, había estado en laboratorios pero de un aspecto similar al de las universidades. Nada a gran escala.

-Con respecto al miembro que le falta... es decir... al que le falta al grupo ¿que le ah ocurrido?- le pregunté. Sin embargo, nada más ver esa nave me hacía pensar en muchas cosas. Todas ellas teorías.

"¿Podré usar el poder de mi fruta para moverla o activar sus armas? ¿Y si le colocamos un cañón de hadrones u otras cosas?" Todo un mundo de posibilidades. Veía la plataforma como un lienzo. Tener un laboratorio móvil y volador también tendría sus ventajas. Practicidad y aventuras aseguradas.

-Vaya señor Corvo, tengo muchas ideas y teorías que quisiera compartirle. Nada más ver el nivel de esta cosa estimuló mi imaginación como no tiene idea. Espero poder verla en acción como ah mencionado. Así como espero poder ver pronto al resto del equipo...

-No puedo hablar sobre ese tema de momento, comprende que son temas internos delicados. Puede que en algún momento pueda llegar a compartir dicha información con vosotros, pero de momento deberás aguanta la curiosidad. – No era algo para compartir fuera de la división, de hecho, aún ni siquiera sabíamos que le había pasado a Milena o si seguía viva siquiera. De todas formas, solo ver las caras de todos mis acompañantes estaba claro que ya los tenia en el bote. – Esta es nuestra última creación, una base móvil capaz de volar. Durante esta visita solo veréis las cubiertas y algunas salas interiores, pero a parte de eso no puedo enseñaros más. Sí al final acabáis uniéndoos al gobierno y a mí estar seguros de que en algún momento podréis verla entera. Pero eso es para más adelante, ahora, ir subiendo, con cuidado por favor, no queremos con un accidente este vuelo de prueba.

Los invitados fueron subiendo las escaleras, esperaba que el chico cabra y su amiga también lo hicieran. Una vez estuviéramos todos arriba daría la orden de despegar. Los despegues eran movidos, y tenerlos a todos en cubierta iba a ser una curiosa experiencia. Sería una buena prueba para ver reflejos, estabilidad y reacciones de todos los presentes. Una vez estabilizada la base, tendrían libre albedrio por la cubierta, aunque siempre estarían vigilados por el personal.

-Raviel, ahora que ya la estas viendo en el aire, ¿Cuáles son tus impresiones? También me gustaría esas ideas que me has dicho antes que tenias para mejorarla.

El ver esa gigantesca mole volar fue algo impresionante. Era algo tecnológicamente avanzado y bastante estratégico. Al momento de despegar, me aferré de los barandales, así como de la posición de mis pies para no caer. Hice un pequeño gesto al mostrar mis dientes con una expresión seria, pero luego, una vez estabilizada la nave, volví a un porte confiado, con las manos en los bolsillos de mi bata.

-Definitivamente, esta debe ser una "torre" del tablero de ajedrez de la marina. Una verdadera fortaleza móvil- dije con genuina admiración. Mientras hablaba, mi compañera daba vueltas por la cubierta, admirando el lugar-sobre las ideas. Ya sabe, cosas que debería tener una fortaleza. Laboratorios internos, zonas de simulación, no sobraría cañones que apuntasen hacia abajo, listos para disparar hadrones, un reactor de plasma o materia oscura. Además, debo confesarle señor Corvo, que poseo una fruta. Una akuma. Con la naturaleza de esta fruta, bien podríamos mover la nave o arrasar una isla sin que puedan meter siquiera las manos para...

En ese momento me detuve. Mi ser malicioso no debía salir. Solté una pequeña risa.

-Vaya, ya sabe, siempre existen los enemigos molestos. Piratas, revolucionarios... monstruos. Además, es mucho especular ya que mi fruta aún no ha sido entrenada correctamente.

Caminé un poco de aquí y por allá mientras hablaba, pero siempre cerca de Corvo, pero lo suficientemente como para observar la base.

-Con respecto a las mejoras- continué- un reactor de materia oscura o, mejor aún, de energía oscura estaría bien. Sin embargo, esas son cosas que siquiera sueño en el papel, el el vasto mundo de la teoría... pero ese es mi sueño ¡Arrancarle partes a la fantasía y traerlas a este mundo!...

-Tienes una imaginación desbordante jovencito, eso me gusta. Desde que te vi sabía que eras alguien con un gran potencial. Aunque todo eso que has dicho apenas si se ha investigado o llegamos a comprender sus más básicos principios. Piensa en cosas más asequibles, en algo que tu pudieras añadir ahora mismo al arsenal de la nave, a las defensas o a las utilidades. Esta pregunta no va solo para él, cualquiera de vosotros que tenga alguna idea la puede comentar. – Esta ultima parte la había dicho levantando algo la voz para que el resto de los invitados a esta demostración también pudieran opinar.

Alguno de ellos se podía sentir algo desplazado al estar yo muy centrado hablando con el hombre cabra. Cosa que no quería tampoco ya que alguno de ellos tenía bastante potencial, y otros aún dudaban si unirse al cuerpo científico del gobierno. Esperaba que la demostración y este intento de estimulación, pidiendo ideas que posiblemente no llegaran a buen puerto los terminaran de convencer. También cabía la posibilidad de que alguno pensara que era una estrategia para robar sus ideas, cosa muy lejos de la realidad. Tenía pensado hacer un informe de cada uno, recomendando su destinación acorde con las ideas propuestas para que pudieran desarrollarlas.

-No os preocupéis, todas vuestras aportaciones serán vuestras. Si llegáis a entrar a formar parte del cuerpo de científicos, los que no lo sois ya, trataré de que se os destine al sitio adecuado para que podáis llevarlas a cabo. Y claro está, los que ya estáis en nuestra familia recibiréis una recomendación para que igualmente podáis desarrollarlas. Dicho esto, es hora de bajar, hay más instalaciones que visitar y seguro que tenéis muchas cosas en mente ahora mismo.

Vaya, por poco sacaba mi naturaleza, pero apenas podía evitarlo, ver esa monstruosidad estimulaba mis fantasías. Cosas científicas y sumisión de islas, ya saben, lo normal.
-Algo con lo que pueda aportar en este momento... veamos- dije mientras rascaba mi barba de chivo. Seguí al resto de los novatos, observando a detalle la estructura sobre la que estábamos- ahora mismo, puedo ayudar con los cálculos, pero sobre todo, soy más bien alguien encaminado a las ciencias biológicas. Como médico puedo ayudar a la tripulación, y como bio ingeniero, puedo reemplazar partes perdidas que no sean muy "vitales" (dí una pequeña risita) es decir, piezas pequeñas.

Notaba que algunos de quienes nos seguían, sobre todo dos chicas pelirrojas con lentes, un chico cabezón con cabello café similar a un helado y otro niño pelirrojo, bajito y con bata, me miraban con cierto rechazo. Sería que estaba acaparando toda la atención o que no les gustaba estar frente a una cabra. Sólo volteé, sonreí y seguí con mi camino. Ya estábamos próximos a bajar y recorrer el resto de las estructuras.

Con disimulo, me acerqué a Corvo.
-¿Cuándo sabremos si somos seleccionados para ingresar?- le dije con detenimiento, sin embargo, pareciera que al mismo tiempo, alguien de seguridad se acercaría a susurrarle algo. No alcancé a oír de que se trataba, pero por la expresión seria de su rostro, no eran muy buenas noticias.

-¿Quizás algo en lo que podamos ayudar?- le pregunté, de la forma más cortés que pude. Mientras tanto, mi amiga seguía por allí, abstraída con la enorme estructura y, sin darse cuenta, tropezó con ambas chicas pelirrojas, cayendo sobre uno de los muchachos.

"Bueno, algo me dice que será un día interesante" Pensé.