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El rastro de los textos robados había llegado hasta esta isla. Desde hacía unos días, tras el "inexplicable" accidente y naufragio de un barco de la marina que transportaba objetos de valor científico, se comenzó a recolectar información para recuperarlos. Los del CP habían dado conque unos piratas habían pasado por allí y recuperado lo que yacía flotando, luego, regresaron a su isla de origen. Esta isla, Fighter Island, estaba llena de luchadores e iniciados en las artes marciales, por lo que sería lógico que dichos enemigos fueran peleadores.
Tras un mensaje de mis superiores, me reuniría en la isla con un agente del CP para infiltrarnos en la guarida de esos piratas y, una vez recuperados los textos, evaluarlos y saber para qué los utilizaban. Desembarqué por la mañana, aún llevaba conmigo mi mochila de viaje. Leí la nota con la dirección donde me vería con el CP y luego la destruí, para ocultar cualquier rastro de información.
Llegué a un restaurante de gran reputación dentro de un hotel, tomé asiento y pedí de comer: un caldo de cabrito con jugo de naranja. Esperaría a por el agente. Quizás, por la información que me habían dado, necesitaríamos de ayuda externa, ya fuese para que diera la cara en vez de "la gente del gobierno" (osease, nosotros) o para hablar la jerga de los piratas. Mientras esperaba, volteaba para todos lados, buscando algo que pudiera serme de interés.
Tras un mensaje de mis superiores, me reuniría en la isla con un agente del CP para infiltrarnos en la guarida de esos piratas y, una vez recuperados los textos, evaluarlos y saber para qué los utilizaban. Desembarqué por la mañana, aún llevaba conmigo mi mochila de viaje. Leí la nota con la dirección donde me vería con el CP y luego la destruí, para ocultar cualquier rastro de información.
Llegué a un restaurante de gran reputación dentro de un hotel, tomé asiento y pedí de comer: un caldo de cabrito con jugo de naranja. Esperaría a por el agente. Quizás, por la información que me habían dado, necesitaríamos de ayuda externa, ya fuese para que diera la cara en vez de "la gente del gobierno" (osease, nosotros) o para hablar la jerga de los piratas. Mientras esperaba, volteaba para todos lados, buscando algo que pudiera serme de interés.
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Me habían adjudicado una nueva misión. Esta vez trataba sobre un naufragio de un barco del gobierno que contenía importante material científico. Si no fuera por las misteriosas circunstancias del accidente y por la desaparición de este material, no habría resultado sospechoso, pero hubo testigos que aseguraron ver en ese lugar un barco pirata en dirección a Fighter Island, una isla afamada por ser el centro de atención de luchadores de artes marciales. Se trataba de un lugar peligroso si no se andaba con cuidado, ya que la mayoría de sus habitantes eran luchadores expertos y, si en algún momento se sentían insultados, no dudarían en defenderse a través de los puños.
Llegué al mediodía, atracando en una pequeña orilla. Todo lo que se extendía a mi alrededor era una llanura y más adelante se podían observar una basta cantidad de secuoyas. A mí me estaba entrando calor y, sin ninguna sombra en la que refugiarme, empecé a andar mientras me quitaba la parte de arriba de mi traje. Puse rumbo al punto de encuentro con mi contacto en la isla. Debía reunirme con un científico del gobierno para que me diera más datos sobre lo que se había robado y que a su vez me ayudara a reconocerlo, y por mi parte, yo debía de recuperar los objetos a toda costa, pues entre ellos existían ciertos documentos cuyo contenido secreto tenía que permanecer oculto a toda persona ajena al gobierno.
Cuando llegué a la ubicación acordada, no había nadie más salvo un joven mink cabra de mi misma estatura, ataviado con una bata blanca y, al parecer, impaciente por mi llegada, como demostraba su constante movimiento de cabeza en busca de algo con lo que matar el tiempo. Se encontraba sentado en una mesa, almorzando tranquilamente, y sin dudar me acerqué a su lado y le dije:
- Buenos días camarada mink. Soy Rexair Stark del Cipher Pol 2. Doy por hecho que usted es mi contacto del cuerpo de científicos del gobierno. Ha sido una grata sorpresa encontrarme con alguien de mi misma especie, espero que así podamos entendernos sin problemas. ¿Me puedo sentar a su lado para hablar de los asuntos que nos atañen?
Llegué al mediodía, atracando en una pequeña orilla. Todo lo que se extendía a mi alrededor era una llanura y más adelante se podían observar una basta cantidad de secuoyas. A mí me estaba entrando calor y, sin ninguna sombra en la que refugiarme, empecé a andar mientras me quitaba la parte de arriba de mi traje. Puse rumbo al punto de encuentro con mi contacto en la isla. Debía reunirme con un científico del gobierno para que me diera más datos sobre lo que se había robado y que a su vez me ayudara a reconocerlo, y por mi parte, yo debía de recuperar los objetos a toda costa, pues entre ellos existían ciertos documentos cuyo contenido secreto tenía que permanecer oculto a toda persona ajena al gobierno.
Cuando llegué a la ubicación acordada, no había nadie más salvo un joven mink cabra de mi misma estatura, ataviado con una bata blanca y, al parecer, impaciente por mi llegada, como demostraba su constante movimiento de cabeza en busca de algo con lo que matar el tiempo. Se encontraba sentado en una mesa, almorzando tranquilamente, y sin dudar me acerqué a su lado y le dije:
- Buenos días camarada mink. Soy Rexair Stark del Cipher Pol 2. Doy por hecho que usted es mi contacto del cuerpo de científicos del gobierno. Ha sido una grata sorpresa encontrarme con alguien de mi misma especie, espero que así podamos entendernos sin problemas. ¿Me puedo sentar a su lado para hablar de los asuntos que nos atañen?
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Las heridas físicas habían sando, pero las psicológicas seguían presentes en mi ser. Le había pagado a un pequeño navío para que me llevase a una isla muy afamada por la capacidad de sus peleadores, aunque desconocía su nombre. Anclamos, le pagué al viejo con algunos beries y bajé del barco con una manta en la espalda. Si los rumores de este lugar eran ciertos, me esperarían formidables luchadores a cada esquina, al más fuerte de ellos le pediría que me entranase.
Había un gran barullo en el puerto, algunos marines se mantenían en fila y los pescadores hablaban entre sí mirando con desconfianza a la gente del gobierno. Me acerqué a uno de ellos y le pregunté sobre el tema, resultaba que algunos de los mejores peleadores habían llevado un gran botín que al parecer la marina quería reclamar como suyo. Pregunté también por el paradero de los maestros de la espada, a lo que me respondió que había varios dojos por la ciudad. Con esto en mente, comencé a recorer las calles en busqueda de un maestro de la espada.
Había un gran barullo en el puerto, algunos marines se mantenían en fila y los pescadores hablaban entre sí mirando con desconfianza a la gente del gobierno. Me acerqué a uno de ellos y le pregunté sobre el tema, resultaba que algunos de los mejores peleadores habían llevado un gran botín que al parecer la marina quería reclamar como suyo. Pregunté también por el paradero de los maestros de la espada, a lo que me respondió que había varios dojos por la ciudad. Con esto en mente, comencé a recorer las calles en busqueda de un maestro de la espada.
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Finalmente había llegado. No esperaba un que el agente fuese un mink, pero tampoco me era un desagrado, por el contrario, me agradaba ver a uno de los míos. Lo observé rápidamente de arriba a abajo y extendí mi mano.
-Raviel Mengele, un placer- dije, sonriendo con una sonrisa un poco maliciosa- ha llegado justo a tiempo. Usted debe saber bien la situación: un barco hundido, hechos confusos y material científico robado.
Comí un poco del cabrito y continué: Debe saber mejor de esto que yo, pero verá, el contacto de la marina que me mandó a esta misión nos recomendó pasarnos por "civiles" o "rufianes", por lo que necesitaremos de alguien más, para hacernos más creíbles. Así mismo, me dió un contacto suyo. Se trata de un sensei, líder de un dojo, ya que posiblemente necesitemos algo de entrenamiento e instrucción antes de comenzar la misión. Se supone que él conoce a fondo el estilo de lucha de la gente local, así como los de los piratas, por lo que nos podría ser de utilidad y, quien sabe, quizás allí podamos encontrar quien nos ayude en esta tarea ¿que dice su experiencia al respecto?
Seguí tomando mi jugo de naranja, viéndolo a los ojos, expectante de su respuesta. Luego, con una sonrisa sincera le ofrecí una cuchara: Oh, disculpe ¿gusta de mi cabrito?
-Raviel Mengele, un placer- dije, sonriendo con una sonrisa un poco maliciosa- ha llegado justo a tiempo. Usted debe saber bien la situación: un barco hundido, hechos confusos y material científico robado.
Comí un poco del cabrito y continué: Debe saber mejor de esto que yo, pero verá, el contacto de la marina que me mandó a esta misión nos recomendó pasarnos por "civiles" o "rufianes", por lo que necesitaremos de alguien más, para hacernos más creíbles. Así mismo, me dió un contacto suyo. Se trata de un sensei, líder de un dojo, ya que posiblemente necesitemos algo de entrenamiento e instrucción antes de comenzar la misión. Se supone que él conoce a fondo el estilo de lucha de la gente local, así como los de los piratas, por lo que nos podría ser de utilidad y, quien sabe, quizás allí podamos encontrar quien nos ayude en esta tarea ¿que dice su experiencia al respecto?
Seguí tomando mi jugo de naranja, viéndolo a los ojos, expectante de su respuesta. Luego, con una sonrisa sincera le ofrecí una cuchara: Oh, disculpe ¿gusta de mi cabrito?
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Caminé durante un par de minutos rumbo al centro de la ciudad. En el centro, las calles se encontraban atiborradas de mercaderes vendiendo armamento de mala calidad y una gran cantidad de mirones se juntaban alrededor de sus puestos.
-Oye, crío. Veo que tienes unas espadas por ahí, ¿no te interesa comprar unas nuevas?
Sin contestar, me acerqué abriéndome paso entre todos los mirones y observé con cuidado las espadas que tenía en exhibición. Cada una de ellas estaba forjada de la peor manera posible y tenían la pinta de que se doblarían al blandirse por primera vez.
-Bien, ¿te ha convencido alguna?
La espada que había heredado de mi padre se encontraba hecha añicos. De una manera u otra debía reemplazarla, pero todas las espadas de aquel sujeto resultaban una estafa. Estaba por contestarle al mercader cuando sentí un toque en el hombro. Un viejo que no pasaba el metro y medio me sonreía con una taza en la mano pidiendo limosna. Metí mi mano a la bolsa y le di una moneda.
-Parece que no eres un novato, hijo. Sigue derecho por esta calle hasta llegar a un pequeño puente. El mejor dojo y las mejores espadas de la isla se encuentran ahí. Deberías echar un vistazo.
Le agradecí y seguí por la calle. Pasados un par de minutos llegué a una fachada dañada, con cortinas rasgadas y un olor penetrante a humedad. En letras grandes se leía “Mente y cuerpo, un solo dojo”. Se encontraba justo al lado del puente que había mencionado el viejo. “¿En serio este es el mejor dojo de la isla?”
-Oye, crío. Veo que tienes unas espadas por ahí, ¿no te interesa comprar unas nuevas?
Sin contestar, me acerqué abriéndome paso entre todos los mirones y observé con cuidado las espadas que tenía en exhibición. Cada una de ellas estaba forjada de la peor manera posible y tenían la pinta de que se doblarían al blandirse por primera vez.
-Bien, ¿te ha convencido alguna?
La espada que había heredado de mi padre se encontraba hecha añicos. De una manera u otra debía reemplazarla, pero todas las espadas de aquel sujeto resultaban una estafa. Estaba por contestarle al mercader cuando sentí un toque en el hombro. Un viejo que no pasaba el metro y medio me sonreía con una taza en la mano pidiendo limosna. Metí mi mano a la bolsa y le di una moneda.
-Parece que no eres un novato, hijo. Sigue derecho por esta calle hasta llegar a un pequeño puente. El mejor dojo y las mejores espadas de la isla se encuentran ahí. Deberías echar un vistazo.
Le agradecí y seguí por la calle. Pasados un par de minutos llegué a una fachada dañada, con cortinas rasgadas y un olor penetrante a humedad. En letras grandes se leía “Mente y cuerpo, un solo dojo”. Se encontraba justo al lado del puente que había mencionado el viejo. “¿En serio este es el mejor dojo de la isla?”
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La entrevista con mi compañero había finalizado. Tras terminar mi comida, y pulir algunos detalles, consideré que lo más prudente sería entrenar un poco primero, antes de hacerle frente a los piratas luchadores.
Salí del restaurante del hotel y me dispuse a ir al dojo, en donde me estaría esperando un viejo sensei de la marina.Con el papel de la dirección en mano, recorrí la isla, observando las cosas que había en el trayecto. Mercados de objetos menos que ordinarios, pueblos polvorientos y varios dojos en medio de las zonas habitacionales, era lo que más abundaba en ese pequeño cacho de tierra.
Había gente extraña observando a los extranjeros, siempre desde las sombras, así como alguno que otro mercader que parecía esperar la oportunidad para robarte, de un modo u otro.
Finalmente, para mi decepción, llegué al "famoso" dojo del que me hablaron en la marina: Un viejo edificio de maderas roídas, cuyo olor a humedad manaba hasta la calle y, en general, cuyo aspecto hacía que el mercado pareciera la zona rosa de la isla.
-¿En serio? Es decir, sé que hay que tener bajo perfil pero ¿esto?- susurré para mí mismo. Exhalé un par de veces, observé mis alrededores y entré con paso desconfiado.
Nada más entrar, uno podía ver una vieja recepción maltratada, con muebles viejos llenos de costuras, suelo de madera que rechinaba al pisarlo y varias pinturas viejas de aspecto tétrico, quizás de familiares de los dueños del dojo. Allí, sentada en un banco apolillado, aguardaba pacientemente una muchacha.
-Buen día, soy Raviel Mengele... esto, si, me mandaron de la marina para buscar al sensei para un entrenamiento especial- dije mientras me acercaba a la chica.
-Ahora el sensei está ocupado, pero puede esperar en ese asiento a que llegue, creo que está con un aprendiz- dijo sonriente. Quien no sonrió fui yo, al ver el mueble viejo al que me invitaba tomar asiento. Me recargué contra la pared me crucé de brazos. Aún en este lugar, sacaría provecho de la situación. Uno nunca sabe lo que se puede encontrar.
Salí del restaurante del hotel y me dispuse a ir al dojo, en donde me estaría esperando un viejo sensei de la marina.Con el papel de la dirección en mano, recorrí la isla, observando las cosas que había en el trayecto. Mercados de objetos menos que ordinarios, pueblos polvorientos y varios dojos en medio de las zonas habitacionales, era lo que más abundaba en ese pequeño cacho de tierra.
Había gente extraña observando a los extranjeros, siempre desde las sombras, así como alguno que otro mercader que parecía esperar la oportunidad para robarte, de un modo u otro.
Finalmente, para mi decepción, llegué al "famoso" dojo del que me hablaron en la marina: Un viejo edificio de maderas roídas, cuyo olor a humedad manaba hasta la calle y, en general, cuyo aspecto hacía que el mercado pareciera la zona rosa de la isla.
-¿En serio? Es decir, sé que hay que tener bajo perfil pero ¿esto?- susurré para mí mismo. Exhalé un par de veces, observé mis alrededores y entré con paso desconfiado.
Nada más entrar, uno podía ver una vieja recepción maltratada, con muebles viejos llenos de costuras, suelo de madera que rechinaba al pisarlo y varias pinturas viejas de aspecto tétrico, quizás de familiares de los dueños del dojo. Allí, sentada en un banco apolillado, aguardaba pacientemente una muchacha.
-Buen día, soy Raviel Mengele... esto, si, me mandaron de la marina para buscar al sensei para un entrenamiento especial- dije mientras me acercaba a la chica.
-Ahora el sensei está ocupado, pero puede esperar en ese asiento a que llegue, creo que está con un aprendiz- dijo sonriente. Quien no sonrió fui yo, al ver el mueble viejo al que me invitaba tomar asiento. Me recargué contra la pared me crucé de brazos. Aún en este lugar, sacaría provecho de la situación. Uno nunca sabe lo que se puede encontrar.
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Por dentro el dojo lucía incluso peor que por fuera. La madera se encontraba roída y desquebrajada, el suelo estaba cubierto por manchas de dudosa procedencia, la luz entraba tenuemente por las rasgadas cortinas y algunas pinturas góticas adornaban las paredes. Una joven de pelo rizado y tez clara se encontraba sentada cruzada de piernas, volteo a verme y me sonrió.
-Me han dicho que aquí puedo encontrar una gran espada, pero a juzgar por el aspecto del lugar ¿En verdad la encontraré?
Me acerqué tímidamente a la chica y saqué la espada que mi padre me había dado. Se encontraba hecha añicos, tenía cuarteaduras por todos lados, el filo estaba muy desgastado y la punta se caía a pedazos.
-Realmente luce mal, pero el sensei se encuentra algo ocupado en estos momentos, deberías esperarlo un rato. Vaya, sí que es algo inusual tener dos visitas el mismo día.
Ella señaló hacia un rincón de la habitación. Sobre un descocido y sucio sillón se encontraba un curioso sujeto. Un sujeto con aspecto de cabra o al menos con una cara que recordaba más a aquel caprino que a un humano. “Quizá es un usuario de una Zoan”, me dije mientras lo observaba con suma curiosidad.
-Me han dicho que aquí puedo encontrar una gran espada, pero a juzgar por el aspecto del lugar ¿En verdad la encontraré?
Me acerqué tímidamente a la chica y saqué la espada que mi padre me había dado. Se encontraba hecha añicos, tenía cuarteaduras por todos lados, el filo estaba muy desgastado y la punta se caía a pedazos.
-Realmente luce mal, pero el sensei se encuentra algo ocupado en estos momentos, deberías esperarlo un rato. Vaya, sí que es algo inusual tener dos visitas el mismo día.
Ella señaló hacia un rincón de la habitación. Sobre un descocido y sucio sillón se encontraba un curioso sujeto. Un sujeto con aspecto de cabra o al menos con una cara que recordaba más a aquel caprino que a un humano. “Quizá es un usuario de una Zoan”, me dije mientras lo observaba con suma curiosidad.
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Aquel rato me parecía eterno. Mientras esperaba en ese lugar, el cual me hizo estornudar un par de veces, observé un viejo reconocimiento, amarillo por el tiempo, en el que aparecía la imagen de un hombre fuerte y atlético. Quizás ese sería el padre o el abuelo del dueño, o eso pensé.
Para mi sorpresa, otra persona entró al dojo. Se trataba de un chico de aspecto común, tez morena clara y playera blanca. Al principio, por puro aburrimiento, escuché su conversación, la cual trataba sobre una espada, sin embargo, pronto tomé asiento y esperé un rato en silencio. Como nada ocurría, y sin saber cuándo regresaría el sensei, decidí hablar.
-Así que ¿prefieres la espada, eh? Buena opción, acabas rápidamente con ellos- dije con una sonrisa fingida- sin embargo, hay quienes confiamos más en la gracia de nuestros cuerpos así que ¿que te trae a esta isla?
Seguíamos acumulando polvo, al igual que todos los viejos muebles del alrededor, cuando se escuchó cómo se abrió la puerta y dejó ver, dentro de un haz de luz y polvo, a un hombre anciano, de menos de metro y medio, vestido como mendigo y con sandalias de madera estilo samurai.
-(Tos) Por dios, deberíamos limpiar la sala- dijo aquel hombre, avanzando con su bastón.
-¿Usted es...?- pregunté.
-Un momento, muchacho, ahora mismo comenzamos con el entrenamiento
En ese momento la sorpresa me invadió, así como cierta incredulidad. Con mi mayor velocidad, dí un golpe rápido al anciano, el cual, sin que yo pudiera siquiera verlo, se situó en mi espalda. Mis ojos estaban completamente abiertos y mi corazón acelerado. No había conocido a nadie tan veloz.
-Vaya con estos jóvenes, tan impacientes y llenos de energía, bien, el sensei pondrá a prueba a sus aprendices... ¡Cuando quieran!
Para mi sorpresa, otra persona entró al dojo. Se trataba de un chico de aspecto común, tez morena clara y playera blanca. Al principio, por puro aburrimiento, escuché su conversación, la cual trataba sobre una espada, sin embargo, pronto tomé asiento y esperé un rato en silencio. Como nada ocurría, y sin saber cuándo regresaría el sensei, decidí hablar.
-Así que ¿prefieres la espada, eh? Buena opción, acabas rápidamente con ellos- dije con una sonrisa fingida- sin embargo, hay quienes confiamos más en la gracia de nuestros cuerpos así que ¿que te trae a esta isla?
Seguíamos acumulando polvo, al igual que todos los viejos muebles del alrededor, cuando se escuchó cómo se abrió la puerta y dejó ver, dentro de un haz de luz y polvo, a un hombre anciano, de menos de metro y medio, vestido como mendigo y con sandalias de madera estilo samurai.
-(Tos) Por dios, deberíamos limpiar la sala- dijo aquel hombre, avanzando con su bastón.
-¿Usted es...?- pregunté.
-Un momento, muchacho, ahora mismo comenzamos con el entrenamiento
En ese momento la sorpresa me invadió, así como cierta incredulidad. Con mi mayor velocidad, dí un golpe rápido al anciano, el cual, sin que yo pudiera siquiera verlo, se situó en mi espalda. Mis ojos estaban completamente abiertos y mi corazón acelerado. No había conocido a nadie tan veloz.
-Vaya con estos jóvenes, tan impacientes y llenos de energía, bien, el sensei pondrá a prueba a sus aprendices... ¡Cuando quieran!
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Al parecer aquel sujeto con aspecto caprino se había dado cuenta de que lo estaba observando y con una sonrisa falsa, me preguntó qué me traía por la isla.
-Necesito poder.
Me limité a responder lo más concreto que pude. Cada uno siguió en su propio mundo mientras esperábamos. Pasaron algunos minutos más antes de que se abriera la puerta trasera. Entre una nube de polvo salió un pequeño viejo con pinta de méndigo. Apenas hubo el anciano pronunciado un par de palabras, cuando aquel sujeto con pinta animal arremetió contra él. Sin dejar rastro de su imagen se colocó detrás del hombre cabra y tocó su espalda, “que rápido”. Me acerqué de nuevo a la muchacha para preguntarle sobre él.
-Aunque no lo parezca es bastante fuerte. Decidle de tu espada, tal vez pueda hacer algo por ti.
-Vaya con estos jóvenes, tan impacientes y llenos de energía, bien, el sensei pondrá a prueba a sus aprendices... ¡Cuando quieran!
Me incorporé poco a poco y caminé lentamente hacía el sensei. Sería una tontería y desperdicio de energía el siquiera intentar algo contra ese anciano, no estaba ni por asomo a su nivel. Desenfundé la espada de mi padre y se la mostré.
-¿Puede hacer algo por ella?
Él negó rotundamente con la cabeza.
-Lo lamento, niño. No soy un gran herrero, pero puedo conseguirte un grandioso reemplazo si apruebas satisfactoriamente este curso.
No me parecía la mejor de las ideas entrenar con un sujeto tan impulsivo como aquel hombre cabra, pero uno nunca sabe su porvenir y traté de tomarlo de la mejor manera. Quién sabe, quizá y algo grande surgía de ese entrenamiento.
-Necesito poder.
Me limité a responder lo más concreto que pude. Cada uno siguió en su propio mundo mientras esperábamos. Pasaron algunos minutos más antes de que se abriera la puerta trasera. Entre una nube de polvo salió un pequeño viejo con pinta de méndigo. Apenas hubo el anciano pronunciado un par de palabras, cuando aquel sujeto con pinta animal arremetió contra él. Sin dejar rastro de su imagen se colocó detrás del hombre cabra y tocó su espalda, “que rápido”. Me acerqué de nuevo a la muchacha para preguntarle sobre él.
-Aunque no lo parezca es bastante fuerte. Decidle de tu espada, tal vez pueda hacer algo por ti.
-Vaya con estos jóvenes, tan impacientes y llenos de energía, bien, el sensei pondrá a prueba a sus aprendices... ¡Cuando quieran!
Me incorporé poco a poco y caminé lentamente hacía el sensei. Sería una tontería y desperdicio de energía el siquiera intentar algo contra ese anciano, no estaba ni por asomo a su nivel. Desenfundé la espada de mi padre y se la mostré.
-¿Puede hacer algo por ella?
Él negó rotundamente con la cabeza.
-Lo lamento, niño. No soy un gran herrero, pero puedo conseguirte un grandioso reemplazo si apruebas satisfactoriamente este curso.
No me parecía la mejor de las ideas entrenar con un sujeto tan impulsivo como aquel hombre cabra, pero uno nunca sabe su porvenir y traté de tomarlo de la mejor manera. Quién sabe, quizá y algo grande surgía de ese entrenamiento.
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Todos teníamos nuestros objetivos. Aquel chico necesitaba una espada, y yo, entrenamiento meramente. Cuando el maestro nos pidió que atacáramos, para probarnos y, de demostrar ser dignos, tomaríamos su curso.
-Cuando quieran- dijo el sensei, con una sonrisa en su boca pero con mirada serena.
Rápidamente, arremetí contra él con una serie de golpes rápidos, tratando de moverme a su alrededor mientras golpeada, sin embargo, por más golpes que arrojara, todos y cada uno de ellos fallaban en dar en el blanco, como si aquel hombre supiera de antemano todos mis movimientos.
-Vaya, justo como lo esperaba- dije con una sonrisa maliciosa- tu nivel de agilidad y tus reflejos... tú eras un verdadero héroe en tu juventud.
Sabiendo que sería inútil continuar igual, activé mi electro para tener un poco más de reflejos, pero tras los primeros golpes, el sensei desapareció y reapareció detrás de mí.
-Umm, si, ya veo. La juventud, siempre con un potencial... desaprovechado- me dijo con tono serio- ¿golpeas al azar o tratas de confundirme? De cualquier modo, no tienes la agilidad necesaria.
Con un simple toque de sus dedos, me hizo caer de sentón. Se acomodó sus barbas y, con un gesto de su mano, me indicó que no me levantara.
-Definitivamente, de que sirve tu fuerza si no posees agilidad ni velocidad... si, ya sé lo que necesitas- dijo con serenidad, luego, volteó hacia el otro muchacho y, con su mano, indicó que ahora lo probaría a él- veamos que es lo que tienes que mostrarme...
-Cuando quieran- dijo el sensei, con una sonrisa en su boca pero con mirada serena.
Rápidamente, arremetí contra él con una serie de golpes rápidos, tratando de moverme a su alrededor mientras golpeada, sin embargo, por más golpes que arrojara, todos y cada uno de ellos fallaban en dar en el blanco, como si aquel hombre supiera de antemano todos mis movimientos.
-Vaya, justo como lo esperaba- dije con una sonrisa maliciosa- tu nivel de agilidad y tus reflejos... tú eras un verdadero héroe en tu juventud.
Sabiendo que sería inútil continuar igual, activé mi electro para tener un poco más de reflejos, pero tras los primeros golpes, el sensei desapareció y reapareció detrás de mí.
-Umm, si, ya veo. La juventud, siempre con un potencial... desaprovechado- me dijo con tono serio- ¿golpeas al azar o tratas de confundirme? De cualquier modo, no tienes la agilidad necesaria.
Con un simple toque de sus dedos, me hizo caer de sentón. Se acomodó sus barbas y, con un gesto de su mano, me indicó que no me levantara.
-Definitivamente, de que sirve tu fuerza si no posees agilidad ni velocidad... si, ya sé lo que necesitas- dijo con serenidad, luego, volteó hacia el otro muchacho y, con su mano, indicó que ahora lo probaría a él- veamos que es lo que tienes que mostrarme...
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El científico mink cabra se presentó como Raviel Mengele. Me sorprendió gratamente encontrar a alguien proveniente de mi tribu, por desconocido que me resultara. De habernos encontrado en alguna otra situación le hubiera saludado de manera más amigable, pero nos encontrábamos en mitad de un trabajo y no era momento de trabar nuevas amistades.
Cuando me extendió la mano, le devolví el gesto con un buen apretón, y empezamos a hablar sobre la misión que nos atañía. La conversación no duró mucho rato. Ambos conocíamos prácticamente todos los detalles del trabajo, y solo quedaba que el científico me explicara algunos puntos claves que a su vez le había explicado su contacto de la Marina. Me dijo que deberíamos hacernos pasar por ciudadanos de a pie, incluso ciudadanos con pésima reputación, para entremezclarnos con la gente corriente y así no llamar la atención. Nada más comentármelo estuve de acuerdo con él, pero por dentro estaba rabioso. ¿Cómo no se me había pasado antes por la cabeza? En aquella isla un mink no desentonaba tanto, pero un mink vestido con un traje de agente del Cipher Pol, eso ya era mucho más sospechoso. Entonces recordé que tenía mi otra ropa en el barco. Debía cambiarme cuanto antes para empezar con la misión.
- Estoy de acuerdo con todo señor Raviel. Ahora si me disculpa, he de ir a cambiarme de vestimenta para no llamar la atención más de lo debido. Si le parece podemos encontrarnos en ese dojo que mencionó. Una vez allí, empezaremos con el resto de detalles necesarios para realizar la misión.
Cuando acabó la conversación, cada uno se fue por su cuenta. Raviel al dojo y yo al barco. No tardé mucho en llegar, aunque posiblemente fuera porque recorrí todo el camino corriendo. Seguía molesto por mi fallo, y correr me relajaba. Una vez ya a bordo del navío, fui a mi camarote y me vestí con mi ropa de diario. Añadí también mi capa marrón e inmediatamente salí de allí. No quería tardar mucho ni hacer esperar a mi compatriota mink, por lo que decidí volver corriendo.
Si cuando llegué al dojo tenía alguna expectativa, esta desapareció de golpe. Se suponía que el lugar poseía cierta fama y yo esperaba encontrarme algo menos ruinoso. Igualmente, era mi punto de encuentro con Raviel, así que entré para encontrarme con él. Mi sorpresa al cruzar la puerta debió verse reflejada en mi cara más de lo que hubiera querido, y todo por la escena con la que me encontré. El mink cabra se estaba enfrentando a un pequeño anciano y no tenía ninguna oportunidad contra él. Fue realmente impactante. Para empezar, los minks éramos conocidos por ser grandes guerreros, y todos y cada uno de nosotros sabíamos combatir. Pero no solo eso, ni usando su Electro, era capaz de rivalizar con el anciano. Cuando acabó con mi compañero, pasó a ser el turno de un joven rubio que portaba una espada destrozada. Me interesaba de qué más sería capaz ese anciano, por lo que me quedé quieto y silencioso en una esquina a la espera del próximo encuentro.
Cuando me extendió la mano, le devolví el gesto con un buen apretón, y empezamos a hablar sobre la misión que nos atañía. La conversación no duró mucho rato. Ambos conocíamos prácticamente todos los detalles del trabajo, y solo quedaba que el científico me explicara algunos puntos claves que a su vez le había explicado su contacto de la Marina. Me dijo que deberíamos hacernos pasar por ciudadanos de a pie, incluso ciudadanos con pésima reputación, para entremezclarnos con la gente corriente y así no llamar la atención. Nada más comentármelo estuve de acuerdo con él, pero por dentro estaba rabioso. ¿Cómo no se me había pasado antes por la cabeza? En aquella isla un mink no desentonaba tanto, pero un mink vestido con un traje de agente del Cipher Pol, eso ya era mucho más sospechoso. Entonces recordé que tenía mi otra ropa en el barco. Debía cambiarme cuanto antes para empezar con la misión.
- Estoy de acuerdo con todo señor Raviel. Ahora si me disculpa, he de ir a cambiarme de vestimenta para no llamar la atención más de lo debido. Si le parece podemos encontrarnos en ese dojo que mencionó. Una vez allí, empezaremos con el resto de detalles necesarios para realizar la misión.
Cuando acabó la conversación, cada uno se fue por su cuenta. Raviel al dojo y yo al barco. No tardé mucho en llegar, aunque posiblemente fuera porque recorrí todo el camino corriendo. Seguía molesto por mi fallo, y correr me relajaba. Una vez ya a bordo del navío, fui a mi camarote y me vestí con mi ropa de diario. Añadí también mi capa marrón e inmediatamente salí de allí. No quería tardar mucho ni hacer esperar a mi compatriota mink, por lo que decidí volver corriendo.
Si cuando llegué al dojo tenía alguna expectativa, esta desapareció de golpe. Se suponía que el lugar poseía cierta fama y yo esperaba encontrarme algo menos ruinoso. Igualmente, era mi punto de encuentro con Raviel, así que entré para encontrarme con él. Mi sorpresa al cruzar la puerta debió verse reflejada en mi cara más de lo que hubiera querido, y todo por la escena con la que me encontré. El mink cabra se estaba enfrentando a un pequeño anciano y no tenía ninguna oportunidad contra él. Fue realmente impactante. Para empezar, los minks éramos conocidos por ser grandes guerreros, y todos y cada uno de nosotros sabíamos combatir. Pero no solo eso, ni usando su Electro, era capaz de rivalizar con el anciano. Cuando acabó con mi compañero, pasó a ser el turno de un joven rubio que portaba una espada destrozada. Me interesaba de qué más sería capaz ese anciano, por lo que me quedé quieto y silencioso en una esquina a la espera del próximo encuentro.
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Tras los sucesos ocurridos, el anciano nos invitó a los tres a entrar.
-¿Tres?- cuestioné un momento, antes de darme cuenta de que mi compañero mink había llegado- vaya ¿has visto a este hombre?
Aún seguía asombrado de la increíble velocidad y agilidad del anciano. Traspasé una cortina apolillada, estampada con flores, para dar lugar a un enorme jardín interior que, si por mi fuera, nunca apostaría que se encontraría dentro de tal deplorable lugar. Quizás, después de todo, la fachada era para pasar desapercibido. Incluso, había un pequeño estanque con carpas.
Tan rápido como pisé aquel lugar, me dió un golpe en el pie para que me quitara los zapatos. Una vez hice esto, buscó en un pequeño cobertizo unas herramientas y me entregó una especie de guantes de boxeo y zapatos pesados. No impedían que me moviera, pero eran bastante pesados.
-Tú, niño cabra, necesitas agilidad a la hora de golpear. A partir de ahora entrenarás con esto. Si eres usuario, por favor pasa al estanque para comenzar.
-Pero... no puedo nadar- le dije.
-No, no lo necesitas.
Ví a mis demás compañeros, esperando a ver qué les asignaría a ellos. Avancé hacia el estanque y me introduje lentamente, hasta lo más profundo, que era mi cintura.
-Ahora, saca un pez- me ordenó el viejito. Intenté sacar un pez, pero mis golpes eran bastante toscos con esos guantes. Mis movimientos eran bastante lentos y mis dedos no cerraban bien.
-Verás- me explicó el anciano- con este ejercicio no dependerás de la fuerza, sino de tu agilidad. Hoy, tendrás que ganarte la comida y, cuando lo logres, lo harás con los pies.
Con toda la rapidez que podía, lanzaba veloces golpes al agua, pero los peces no sólo eran veloces, sino que también eran escurridizos. Seguí lanzando golpes rápidos, cada vez más rápido, sin embargo, sólo logré cansarme.
El agua me mantenía debilitado, y tratar de atrapar un pez así me cansaba. Mi único alivio era que el guante protegía mi mano de los golpes con el agua. Quien sabe por cuanto tiempo ése sería mi ejercicio.
-¿Tres?- cuestioné un momento, antes de darme cuenta de que mi compañero mink había llegado- vaya ¿has visto a este hombre?
Aún seguía asombrado de la increíble velocidad y agilidad del anciano. Traspasé una cortina apolillada, estampada con flores, para dar lugar a un enorme jardín interior que, si por mi fuera, nunca apostaría que se encontraría dentro de tal deplorable lugar. Quizás, después de todo, la fachada era para pasar desapercibido. Incluso, había un pequeño estanque con carpas.
Tan rápido como pisé aquel lugar, me dió un golpe en el pie para que me quitara los zapatos. Una vez hice esto, buscó en un pequeño cobertizo unas herramientas y me entregó una especie de guantes de boxeo y zapatos pesados. No impedían que me moviera, pero eran bastante pesados.
-Tú, niño cabra, necesitas agilidad a la hora de golpear. A partir de ahora entrenarás con esto. Si eres usuario, por favor pasa al estanque para comenzar.
-Pero... no puedo nadar- le dije.
-No, no lo necesitas.
Ví a mis demás compañeros, esperando a ver qué les asignaría a ellos. Avancé hacia el estanque y me introduje lentamente, hasta lo más profundo, que era mi cintura.
-Ahora, saca un pez- me ordenó el viejito. Intenté sacar un pez, pero mis golpes eran bastante toscos con esos guantes. Mis movimientos eran bastante lentos y mis dedos no cerraban bien.
-Verás- me explicó el anciano- con este ejercicio no dependerás de la fuerza, sino de tu agilidad. Hoy, tendrás que ganarte la comida y, cuando lo logres, lo harás con los pies.
Con toda la rapidez que podía, lanzaba veloces golpes al agua, pero los peces no sólo eran veloces, sino que también eran escurridizos. Seguí lanzando golpes rápidos, cada vez más rápido, sin embargo, sólo logré cansarme.
El agua me mantenía debilitado, y tratar de atrapar un pez así me cansaba. Mi único alivio era que el guante protegía mi mano de los golpes con el agua. Quien sabe por cuanto tiempo ése sería mi ejercicio.
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Acababa de finalizar el encuentro con el chico rubio, el cuál acabó completamente derrotado. Ninguno de los dos era rival para el pequeño anciano el cual no aparentaba su vigorosidad a simple vista. Y, aunque ciertamente yo me consideraba más poderoso que sus anteriores adversarios, no albergaba esperanza de derrotarle, pero tampoco me iba a rendir de buenas a primeras, antes le daría un buen espectáculo. Al instante, el sensei me hizo una seña con los dedos que indicaba mi turno. No tenía que repetírmelo, yo estaba listo desde antes que acabaran los otros dos enfrentamientos.
Saqué mi espada y cargué contra mi objetivo con un tajo que formaba un arco paralelo al suelo. Mi contrincante saltó justo antes de que la espada le rozara y en ese mismo momento me contraatacó con una patada desde el aire. No me dio tiempo de esquivarla dado que todavía estaba recuperando el equilibrio de mi ataque, pero me recompuse rápidamente. En otras circunstancias no hubiera empezado el enfrentamiento con un ataque, sino a la defensiva, pero debía mostrarle al maestro del dojo de lo que era capaz y, dispuesto a ello, seguí arremetiendo contra él con una serie de tajos veloces desde distintas direcciones. Mi rival esquivaba sin darme tregua, lo cual no me sorprendía en absoluto, pero en mi interior me daba rabia, ya que no quería ser superado tan fácilmente.
Decidido a demostrar mi valía, utilicé gran parte de mi arsenal para intentar asestar un golpe contundente. Primero, al igual que había mi compañero científico, activé "Electro", pero la parte clave fue activar "Tensión", el cuál duplicaba tanto mi fuerza como mi velocidad. De esa forma intentaba acercarme rápidamente al maestro, pero antes de que me diera cuenta había desaparecido de mi vista. ¿Estaría usando el Soru? De todas formas, en el primer instante que me percaté que había "desaparecido", activé mi Kenbunshoku Haki, centrándome en mi rival, pero aún usando esta habilidad y mis reflejos, únicamente fui capaz de evitar recibir una pequeña parte del golpe efectuado por su puño contra mi estómago, evitando quedarme sin aire pero dolorido de la potencia del impacto. Aún así, dispuesto a continuar, me hizo otra seña con la mano la cuál indicaba que había acabado mi turno.
Al acabar, los tres contendientes ahí presentes le seguimos a un jardín trasero, oculto a simple vista. Al entrar, una sutil fragancia a flores recorrió mi nariz y tuve una sensación agradable. ¿Quién hubiera dicho que dentro del humilde dojo se encontraría algo como ese jardín? Es más, se trataba de una tierra de considerable extensión. En ella, podrían entrenar 50 personas juntas sin molestarse entre ellas. Ciertamente el sensei sabía lo que se hacía. Y más lo demostró cuando le indicó un entrenamiento especial al mink cabra. Se trataba de algo bastante interesante, aunque no me hubiera gustado estar en su lugar. En cambio, cuando me habló a mí, me dejó claro que mi entrenamiento iba a ser diferente, pero no por ello resultaba más sencillo.
- Tú eres capaz de usar haki, ¿eh?. Pero veo que aún no lo tienes desarrollado. En términos generales, tienes gran potencial, combinando el ataque con tus capacidades evasivas, pero en este vasto mundo existen personas capaces de superarte por completo. Si quieres hacerles frente, deberás ser capaz de predecir sus movimientos. Ahora voy a atacarte sin darte tregua, y tú tendrás que evitar mis ataques. Tranquilo, moderaré mi fuerza para igualarme a tu nivel. Ahora, tu entrenamiento termina cuando seas capaz de esquivarme por medio minuto seguido.
Saqué mi espada y cargué contra mi objetivo con un tajo que formaba un arco paralelo al suelo. Mi contrincante saltó justo antes de que la espada le rozara y en ese mismo momento me contraatacó con una patada desde el aire. No me dio tiempo de esquivarla dado que todavía estaba recuperando el equilibrio de mi ataque, pero me recompuse rápidamente. En otras circunstancias no hubiera empezado el enfrentamiento con un ataque, sino a la defensiva, pero debía mostrarle al maestro del dojo de lo que era capaz y, dispuesto a ello, seguí arremetiendo contra él con una serie de tajos veloces desde distintas direcciones. Mi rival esquivaba sin darme tregua, lo cual no me sorprendía en absoluto, pero en mi interior me daba rabia, ya que no quería ser superado tan fácilmente.
Decidido a demostrar mi valía, utilicé gran parte de mi arsenal para intentar asestar un golpe contundente. Primero, al igual que había mi compañero científico, activé "Electro", pero la parte clave fue activar "Tensión", el cuál duplicaba tanto mi fuerza como mi velocidad. De esa forma intentaba acercarme rápidamente al maestro, pero antes de que me diera cuenta había desaparecido de mi vista. ¿Estaría usando el Soru? De todas formas, en el primer instante que me percaté que había "desaparecido", activé mi Kenbunshoku Haki, centrándome en mi rival, pero aún usando esta habilidad y mis reflejos, únicamente fui capaz de evitar recibir una pequeña parte del golpe efectuado por su puño contra mi estómago, evitando quedarme sin aire pero dolorido de la potencia del impacto. Aún así, dispuesto a continuar, me hizo otra seña con la mano la cuál indicaba que había acabado mi turno.
Al acabar, los tres contendientes ahí presentes le seguimos a un jardín trasero, oculto a simple vista. Al entrar, una sutil fragancia a flores recorrió mi nariz y tuve una sensación agradable. ¿Quién hubiera dicho que dentro del humilde dojo se encontraría algo como ese jardín? Es más, se trataba de una tierra de considerable extensión. En ella, podrían entrenar 50 personas juntas sin molestarse entre ellas. Ciertamente el sensei sabía lo que se hacía. Y más lo demostró cuando le indicó un entrenamiento especial al mink cabra. Se trataba de algo bastante interesante, aunque no me hubiera gustado estar en su lugar. En cambio, cuando me habló a mí, me dejó claro que mi entrenamiento iba a ser diferente, pero no por ello resultaba más sencillo.
- Tú eres capaz de usar haki, ¿eh?. Pero veo que aún no lo tienes desarrollado. En términos generales, tienes gran potencial, combinando el ataque con tus capacidades evasivas, pero en este vasto mundo existen personas capaces de superarte por completo. Si quieres hacerles frente, deberás ser capaz de predecir sus movimientos. Ahora voy a atacarte sin darte tregua, y tú tendrás que evitar mis ataques. Tranquilo, moderaré mi fuerza para igualarme a tu nivel. Ahora, tu entrenamiento termina cuando seas capaz de esquivarme por medio minuto seguido.
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El constante golpeteo del agua mermaba considerablemente la velocidad de mis golpes. La piel resbalosa de los peces tampoco ayudaba a sujetarlos con unos guantes tan toscos, sin embargo, tenía que continuar para tener la capacidad suficiente como para hacerle frente a los piratas y recuperar los documentos.
Antes de seguir dando golpes, activé mi haki de observación. Respiré profundo y puse el cuerpo flojo. Tan rápidamente como podía, dando menos golpes pero un poco más efectivos, logré casi agarrar a un pez por la cola en un par de ocasiones, sin embargo, el "casi" era lo mismo que nada. Si no conseguía un pez, no lograría mi objetivo.
Traté de predecir los movimientos del pez, golpeando hacia donde se supondría que estaría en vez de donde estaba. Me estaba cansando bastante más pronto de lo esperado, producto de tener el cuerpo metido en agua hasta la cintura.
Me detuve unos momentos para ver el entrenamiento de mi compañero. El cual, según entendí, recibiría ataques hasta que pudiera esquivar, ¿y si atacaba a los peces hasta que no pudieran esquivar? Eso mermaría mi energía pero debía intentar. Con una suseción de golpes rápidos, con gran potencia y, haciendo aún uso de mi haki, arremetí contra un pez en particular. Cada vez estaba más cerca, pero tuve que descansar sentado en la orilla del estanque. Debía pensar en otras formas...
Ahora mismo no estaba en mi 100%, eso era claro y se debía a que, en efecto, tenía que estar en apuros para poder crecer mis habilidades. Una vez recuperara parcialmente el aliento, probé otra forma de ataque. Con mi mano debajo del agua, debía sacarla lo más rápido posible, intentando sacar al pez por el impulso. Cuando me cansaba, combinaba esa técnica con los golpes rápidos. Parecía una tarea sencilla, pero era mucho más difícil de lo esperado. Sobre todo, se dificultó aún más cuando los peces, cansados de mi presencia, comenzaron a huir por todo el estanque. Tenía ganas utilizar mi electro, sin embargo, eso pondría furioso al maestro.
-Bien, Raviel, necesitamos hacer esto y pronto. No quiero estar aquí mucho tiempo- dije para mí mismo.
-Lástima, jovencito- dijo el maestro desde lo lejos. Tanta era su habilidad que podía observarnos, hablar y luchar a la vez- estarás el tiempo que debas estar. El cuerpo no se esculpe en un momento, necesita un ritmo. No te fuerces, simplemente "fluye".
-¿Fluir?- dije un poco frustrado. Me volví a sentar en la orilla del estanque a recuperar el aliento. Esas palabras guardaban una clave. Necesitaba "fluir".
Antes de seguir dando golpes, activé mi haki de observación. Respiré profundo y puse el cuerpo flojo. Tan rápidamente como podía, dando menos golpes pero un poco más efectivos, logré casi agarrar a un pez por la cola en un par de ocasiones, sin embargo, el "casi" era lo mismo que nada. Si no conseguía un pez, no lograría mi objetivo.
Traté de predecir los movimientos del pez, golpeando hacia donde se supondría que estaría en vez de donde estaba. Me estaba cansando bastante más pronto de lo esperado, producto de tener el cuerpo metido en agua hasta la cintura.
Me detuve unos momentos para ver el entrenamiento de mi compañero. El cual, según entendí, recibiría ataques hasta que pudiera esquivar, ¿y si atacaba a los peces hasta que no pudieran esquivar? Eso mermaría mi energía pero debía intentar. Con una suseción de golpes rápidos, con gran potencia y, haciendo aún uso de mi haki, arremetí contra un pez en particular. Cada vez estaba más cerca, pero tuve que descansar sentado en la orilla del estanque. Debía pensar en otras formas...
Ahora mismo no estaba en mi 100%, eso era claro y se debía a que, en efecto, tenía que estar en apuros para poder crecer mis habilidades. Una vez recuperara parcialmente el aliento, probé otra forma de ataque. Con mi mano debajo del agua, debía sacarla lo más rápido posible, intentando sacar al pez por el impulso. Cuando me cansaba, combinaba esa técnica con los golpes rápidos. Parecía una tarea sencilla, pero era mucho más difícil de lo esperado. Sobre todo, se dificultó aún más cuando los peces, cansados de mi presencia, comenzaron a huir por todo el estanque. Tenía ganas utilizar mi electro, sin embargo, eso pondría furioso al maestro.
-Bien, Raviel, necesitamos hacer esto y pronto. No quiero estar aquí mucho tiempo- dije para mí mismo.
-Lástima, jovencito- dijo el maestro desde lo lejos. Tanta era su habilidad que podía observarnos, hablar y luchar a la vez- estarás el tiempo que debas estar. El cuerpo no se esculpe en un momento, necesita un ritmo. No te fuerces, simplemente "fluye".
-¿Fluir?- dije un poco frustrado. Me volví a sentar en la orilla del estanque a recuperar el aliento. Esas palabras guardaban una clave. Necesitaba "fluir".
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Me encontraba en el jardín del sensei, intentando superar su prueba, pero a priori parecía imposible. Me atacaba de forma continua y precisa, sin darme margen de esquivar. Había mantenido activado mi Kenbunshoku Haki activado desde nuestro enfrentamiento, pero su velocidad era muy superior a mi capacidad de predicción, dejando clara la diferencia existente entre nosotros. Aún así, yo no me rendía, es más, no solo intentaba evitarle, sino realizar contraataques cuando él me golpeaba, creyendo que así conseguiría romper su ritmo para ganar ventaja a la hora de esquivar.
Aún con todos mis intentos, lo más lejos que llegué fue a empezar a bloquear algún ataque suyo, casi de chiripa. No podía concentrarme en cuanto tiempo había transcurrido, pero suponía que llevábamos así un largo rato, sin ninguna mejora aparente. Me estaba empezando a frustrar debido a mi incompetencia. Y más aún me frustraba el hecho de que el sensei se parara a hablar con mi compañero a la vez que me entrenaba, dando a entender que esto no era más que un juego de niños para él. No presté mucha atención a la conversación, pero escuché que le aconsejaba "fluir" para completar su estrambótico entrenamiento. Eso me recordó a mi entrenamiento como agente del Cipher Pol. Esa sensación de fluidez ya la conocía yo, la sentí por primera vez cuando estaba aprendiendo a usar el Kami-e.
- ¡Claro, eso es! - dije para mí mismo creyendo haber dado con la respuesta.
Cerré los ojos y me coloqué en posición de defensa. Activé el Tekkai para resistir los golpes del sensei y centré el resto de mis sentidos en seguir el recorrido del maestro. Si con mis habilidades normales no podía hacer frente a estos ataques, haría uso de mis otras habilidades para compensar mi falta de poder. Eso sí, en otras circunstancias hubiese optado por el uso del Kami-e para esquivar los golpes de manera más intuitiva, pero así no habría estado entrenando mi Haki, por lo que si no podía esquivar, decidí recibirlos todos hasta que tuviera la concentración necesaria para seguir el ritmo del sensei. Aunque no sería tan fácil. El sensei no solo era fuerte sino también sabio e inteligente. Rápidamente se dio cuenta de mis intenciones de forma que no solo siguió atacándome sin reparos, sino que encima había aumentado la potencia de los golpes, sobrepasando incluso el poder el Tekkai. Era impresionante la facilidad con la que lo había hecho y la precisión que tenía a la hora de ejercer la fuerza correcta en cada golpe para que resultara doloroso pero no fatal.
Y lo vi. No sabría muy bien decir cómo fue, pero por un momento tuve una imagen mental que duró apenas unas décimas de segundo en la que vi cómo se formaba una patada giratoria directa a mi cabeza, pero no me daba tiempo a evitarlo por completo y el Tekkai me impedía moverme. Ahora si deshacía el Tekkai el golpe probablemente fuera devastador para mi cuerpo, pero si no lo hacía, el entrenamiento estaría resultando en vano. No sabía muy bien qué hacer, por lo que decidí ir con todas. Deshice el Tekkai a la vez que empezaba a transformarme en la forma híbrida de mi akuma y realizando unos movimientos con los brazos de forma que el ataque del sensei rozara contra ellos y saliera repelido. Nada más finalizar las acciones, volví a mi forma normal, en posición de defensa otra vez con el Tekkai activo. No había podido esquivar el ataque, pero había logrado repelerlo sin problemas y eso ya era un avance.
Aún con todos mis intentos, lo más lejos que llegué fue a empezar a bloquear algún ataque suyo, casi de chiripa. No podía concentrarme en cuanto tiempo había transcurrido, pero suponía que llevábamos así un largo rato, sin ninguna mejora aparente. Me estaba empezando a frustrar debido a mi incompetencia. Y más aún me frustraba el hecho de que el sensei se parara a hablar con mi compañero a la vez que me entrenaba, dando a entender que esto no era más que un juego de niños para él. No presté mucha atención a la conversación, pero escuché que le aconsejaba "fluir" para completar su estrambótico entrenamiento. Eso me recordó a mi entrenamiento como agente del Cipher Pol. Esa sensación de fluidez ya la conocía yo, la sentí por primera vez cuando estaba aprendiendo a usar el Kami-e.
- ¡Claro, eso es! - dije para mí mismo creyendo haber dado con la respuesta.
Cerré los ojos y me coloqué en posición de defensa. Activé el Tekkai para resistir los golpes del sensei y centré el resto de mis sentidos en seguir el recorrido del maestro. Si con mis habilidades normales no podía hacer frente a estos ataques, haría uso de mis otras habilidades para compensar mi falta de poder. Eso sí, en otras circunstancias hubiese optado por el uso del Kami-e para esquivar los golpes de manera más intuitiva, pero así no habría estado entrenando mi Haki, por lo que si no podía esquivar, decidí recibirlos todos hasta que tuviera la concentración necesaria para seguir el ritmo del sensei. Aunque no sería tan fácil. El sensei no solo era fuerte sino también sabio e inteligente. Rápidamente se dio cuenta de mis intenciones de forma que no solo siguió atacándome sin reparos, sino que encima había aumentado la potencia de los golpes, sobrepasando incluso el poder el Tekkai. Era impresionante la facilidad con la que lo había hecho y la precisión que tenía a la hora de ejercer la fuerza correcta en cada golpe para que resultara doloroso pero no fatal.
Y lo vi. No sabría muy bien decir cómo fue, pero por un momento tuve una imagen mental que duró apenas unas décimas de segundo en la que vi cómo se formaba una patada giratoria directa a mi cabeza, pero no me daba tiempo a evitarlo por completo y el Tekkai me impedía moverme. Ahora si deshacía el Tekkai el golpe probablemente fuera devastador para mi cuerpo, pero si no lo hacía, el entrenamiento estaría resultando en vano. No sabía muy bien qué hacer, por lo que decidí ir con todas. Deshice el Tekkai a la vez que empezaba a transformarme en la forma híbrida de mi akuma y realizando unos movimientos con los brazos de forma que el ataque del sensei rozara contra ellos y saliera repelido. Nada más finalizar las acciones, volví a mi forma normal, en posición de defensa otra vez con el Tekkai activo. No había podido esquivar el ataque, pero había logrado repelerlo sin problemas y eso ya era un avance.
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Tras el breve descanso, ideé una manera de atrapar esos peces. Trataría de "fluir". Observé los movimientos de mi compañero durante mi reposo, cosa que me hizo entender un poco mejor lo que el sensei me decía, así como saber que mi compañero tenía una fruta del diablo del tipo zoan. No me lo esperaba.
Antes de arremeter contra los peces, analicé sus movimientos. Era hora de poner en práctica lo que había ideado y deducido. Tras un análisis de los movimientos de los peces, comencé a comprender sus movimientos, la forma en la que se desplazaban por el agua. No se resistían a esta, al contrario, la utilizaban para avanzar. Aunque mis toscos guantes harían de esto mucho más difícil, ya que chocaban con el agua ofreciendo bastante resistencia, me dí cuenta de que, haciendo los movimientos precisos, uno podía dar golpes a la vez que impredecibles, aerodinámicos. Con una especie de gancho, casi saco al pez del agua. Arremetí de nuevo, dando ganchos veloces, golpeando el agua con mucha menos resistencia, estando más cerca que nunca de atrapar un pez.
-!Vamos¡- grité, activando de nuevo mi haki de observación, dando una serie de rápidos golpes al agua, prediciendo limitadamente el movimiento de los peces, previendo, aparte, su trayectoria. De entre todos los golpes, finalmente logré sacar un pez del agua, sin embargo, este volvió a caer en el estanque.
-Así que, ¿también te gusta entrenar tu haki?- volvió a repetir el maestro, sonriendo- cuando logres hacer lo mismo, otra vez y una vez más, con los pies, ven de este lado para entrenar...
No estaba muy animado, sin embargo, asentí con la cabeza, respiré hondo y volví a hacer lo que había hecho. Los peces aún huían por todo el estanque, por lo que tuve que seguirlos y arrinconarlos en una esquina. Tuve que detenerme un par de veces, agotado por el efecto del agua en los usuarios, y me acerqué hasta el pez más próximo y volví a arremeter.
Desactivé mi haki de observación, tratando de hacer de esto producto de mi habilidad física, no de mi haki. Una ráfaga de golpes más tarde, logré sacar de nuevo a otro pez del agua, pero al igual que con el mismo, volvió a caer sobre el estanque. Me dirigí al centro del estanque y me recargué sobre una fuente con forma de carpa japonesa.
-Compañero, ¿como les va?- les dije con voz entrecortada, recuperando el aliento.
-Umm, veo que tienen mucho que recorrer pero, según me han dicho los del cuartel, también tienen una misión. Vaya, vaya. Estos jóvenes. Cuando terminemos la primera ronda, durante la hora del té, hablaremos sobre esa misión. Mientras tanto !entrenen!
Sonreí con falsa empatía, mientras recobraba el aliento y descansaba mis músculos. Ahora tenía que deducir cómo sacar al pez con los pies. Sería mucho más difícil que con los brazos, ya que tendría que mover algo que ya está dentro del agua, rompiendo su resistencia y sacar algo resbaloso que huye. Iba ser "divertido".
Antes de arremeter contra los peces, analicé sus movimientos. Era hora de poner en práctica lo que había ideado y deducido. Tras un análisis de los movimientos de los peces, comencé a comprender sus movimientos, la forma en la que se desplazaban por el agua. No se resistían a esta, al contrario, la utilizaban para avanzar. Aunque mis toscos guantes harían de esto mucho más difícil, ya que chocaban con el agua ofreciendo bastante resistencia, me dí cuenta de que, haciendo los movimientos precisos, uno podía dar golpes a la vez que impredecibles, aerodinámicos. Con una especie de gancho, casi saco al pez del agua. Arremetí de nuevo, dando ganchos veloces, golpeando el agua con mucha menos resistencia, estando más cerca que nunca de atrapar un pez.
-!Vamos¡- grité, activando de nuevo mi haki de observación, dando una serie de rápidos golpes al agua, prediciendo limitadamente el movimiento de los peces, previendo, aparte, su trayectoria. De entre todos los golpes, finalmente logré sacar un pez del agua, sin embargo, este volvió a caer en el estanque.
-Así que, ¿también te gusta entrenar tu haki?- volvió a repetir el maestro, sonriendo- cuando logres hacer lo mismo, otra vez y una vez más, con los pies, ven de este lado para entrenar...
No estaba muy animado, sin embargo, asentí con la cabeza, respiré hondo y volví a hacer lo que había hecho. Los peces aún huían por todo el estanque, por lo que tuve que seguirlos y arrinconarlos en una esquina. Tuve que detenerme un par de veces, agotado por el efecto del agua en los usuarios, y me acerqué hasta el pez más próximo y volví a arremeter.
Desactivé mi haki de observación, tratando de hacer de esto producto de mi habilidad física, no de mi haki. Una ráfaga de golpes más tarde, logré sacar de nuevo a otro pez del agua, pero al igual que con el mismo, volvió a caer sobre el estanque. Me dirigí al centro del estanque y me recargué sobre una fuente con forma de carpa japonesa.
-Compañero, ¿como les va?- les dije con voz entrecortada, recuperando el aliento.
-Umm, veo que tienen mucho que recorrer pero, según me han dicho los del cuartel, también tienen una misión. Vaya, vaya. Estos jóvenes. Cuando terminemos la primera ronda, durante la hora del té, hablaremos sobre esa misión. Mientras tanto !entrenen!
Sonreí con falsa empatía, mientras recobraba el aliento y descansaba mis músculos. Ahora tenía que deducir cómo sacar al pez con los pies. Sería mucho más difícil que con los brazos, ya que tendría que mover algo que ya está dentro del agua, rompiendo su resistencia y sacar algo resbaloso que huye. Iba ser "divertido".
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Abrí los ojos, todo se veía borroso. El sensei movía su mano, tal vez para saber si seguía con vida. Claro, con un golpe había bastado para dejarme en tal estado. Ni siquiera había visto su silueta moverse, solamente perdí el conocimiento.
-¿Y tú qué esperas para comenzar? Tu amigo cabra ya se encuentra entrenando.
Al fondo de la habitación, el mink se encontraba sobre una pecera o algo parecido. Tenía puesto unos guantes algo extraños y trataba de sacar algunos peces, sin éxito en cada intento. Regresé la mirada al sensei, esperaba no tener un entrenamiento tan ridículo como el de aquel camarada.
-No puedo usar el Nito-ryu, sólo con Blue Wave, necesito la espada que le pedí al principio.
El viejo entró al cuarto aledaño y tardó un par de minutos en salir. Pensaba que saldría con una sorprendente espada que superaría incluso a la mía. Cuando abrió la puerta miraba boquiabierto la espada que traía en sus manos. Era una sorpresa, pero no una grata. Era una espada común y corriente con algunos años de antigüedad.
-¡No es justo, viejo! Esa es una espada como cualquier otra.
-Este será tu remplazo hasta que demuestres ser capaz de utilizar una mejor. Tú, déjame pensarlo… ¡Ya lo sé!
El viejo sacó una pelota extraña de su bolsa y la aventó, esta se quedó suspendida como si de magia se tratara. La pelota comenzó a moverse por toda la habitación y miré extrañado al sensei
-Trata de cortar esa pelota, cuando lo hagas tal vez considere darte una mejor espada.
“Pan comido”, pensé y acto seguido me abalancé sobre la pelota con ambas espadas. Solté el primer tajo con la seguridad de cortar aquella extraña pelota, cuando estaba por conectar el corte, hizo un movimiento repentino y lo esquivó. Lancé el siguiente tajo, pero tampoco encontró objetivo. Me perfilaba para conectar otro corte cuando la pelota cambió de dirección drásticamente y se impactó en mi estómago.
-Olvidé decírtelo, niño… Esa pelota no se quedará esperando a que lo cortes, ja ja ja...
-¿Y tú qué esperas para comenzar? Tu amigo cabra ya se encuentra entrenando.
Al fondo de la habitación, el mink se encontraba sobre una pecera o algo parecido. Tenía puesto unos guantes algo extraños y trataba de sacar algunos peces, sin éxito en cada intento. Regresé la mirada al sensei, esperaba no tener un entrenamiento tan ridículo como el de aquel camarada.
-No puedo usar el Nito-ryu, sólo con Blue Wave, necesito la espada que le pedí al principio.
El viejo entró al cuarto aledaño y tardó un par de minutos en salir. Pensaba que saldría con una sorprendente espada que superaría incluso a la mía. Cuando abrió la puerta miraba boquiabierto la espada que traía en sus manos. Era una sorpresa, pero no una grata. Era una espada común y corriente con algunos años de antigüedad.
-¡No es justo, viejo! Esa es una espada como cualquier otra.
-Este será tu remplazo hasta que demuestres ser capaz de utilizar una mejor. Tú, déjame pensarlo… ¡Ya lo sé!
El viejo sacó una pelota extraña de su bolsa y la aventó, esta se quedó suspendida como si de magia se tratara. La pelota comenzó a moverse por toda la habitación y miré extrañado al sensei
-Trata de cortar esa pelota, cuando lo hagas tal vez considere darte una mejor espada.
“Pan comido”, pensé y acto seguido me abalancé sobre la pelota con ambas espadas. Solté el primer tajo con la seguridad de cortar aquella extraña pelota, cuando estaba por conectar el corte, hizo un movimiento repentino y lo esquivó. Lancé el siguiente tajo, pero tampoco encontró objetivo. Me perfilaba para conectar otro corte cuando la pelota cambió de dirección drásticamente y se impactó en mi estómago.
-Olvidé decírtelo, niño… Esa pelota no se quedará esperando a que lo cortes, ja ja ja...
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-Creo reconocer cuando alguien tiene un potencial oculto, sin embargo, es triste cuando ni siquiera tienen idea de cómo obtenerlo ni se esfuerzan como se merece- dijo el sensei, mirando el suelo mientras meneaba la cabeza de un lado a otro, reprobando mi desempeño- por otro lado, así son los jóvenes.
Sin hacer mucho caso a su comentario, continué con sucesivos golpes a los peces, sin hacer uso de mi haki de observación, simplemente moviendo los brazos lo más rápido posible. También comencé con los pies, en mi desesperación, moviendo mi cuerpo más y más rápido, calculando la trayectoria del pez para acertar mis golpes. Al principio no parecía tener más resultado que la última vez, sin embargo, con el continuo esfuerzo mi cuerpo comenzó a acostumbrarse.
Uno tras otro, los peces salían expelidos hacia el aire, sólo para volver a caer al estanque. Ya lograba "interceptarlos". Mis movimientos eran ya lo suficientemente rápidos como para sacar a los peces del agua, aunque aún no podía atraparlos, pero ya tenía la idea de cómo lograrlo. Cuando mis brazos se cansaron, me senté sobre una roca cerca de la orilla del estanque y comencé a hacer lo mismo con mis pies. Al principio fue difícil, sin embargo, conforme pataleaba, así como usando la experiencia de mis golpes, pronto comenzaría a golpear a los peces bajo el agua, aunque aún sin sacarlos de ésta.
-Suficiente- dijo el sensei con tono calmado- ahora cambiaremos el estilo.
-Ya casi lo lograba- dije mientras recuperaba el aliento.
-Quizás, pero lanzar golpes rápidos no lo es todo. Sal del estanque y no te pongas los zapatos. Usarás tus manos como tus pies y tus pies como manos.
-¿Está seguro de lo que dice?- le cuestioné de mala gana, saliendo del estanque. Aunque mi debilidad cesó, el cansancio por el esfuerzo continuaba.
-Al que le falta seguridad es a tí- dijo con voz serena.
Colocándome sobre las manos, caminé hacia el sensei y, cuando estuve cerca de éste, me dió otra tarea a hacer. Señaló unos aparatos, similar a juegos infantiles y me ordenó recorrerlos hasta la hora de la comida.
Tenía que subir por redes de cabeza, trepar por pasamanos con los pies, pasar por un camino de llantas con las manos y trepar de cabeza por unas cadenas que llevaban al techo. Era algo fastidioso, era algo que no le veía mucho sentido, pero sabía que estaba funcionando por el hecho de que sentía mis nervios y músculos estirarse y moverse de formas en las que normalmente no lo hacían.
Pero hubo otra cosa que llamó mi atención: la extraña, y posible, habilidad del anciano. Una pelota que esquivaba los tajos de mi otro compañero. Eso me había sorprendido.
-¿Será acaso un usuario?- me pregunté mientras pasaba por las pruebas una y otra vez. Sería interesante.
Sin hacer mucho caso a su comentario, continué con sucesivos golpes a los peces, sin hacer uso de mi haki de observación, simplemente moviendo los brazos lo más rápido posible. También comencé con los pies, en mi desesperación, moviendo mi cuerpo más y más rápido, calculando la trayectoria del pez para acertar mis golpes. Al principio no parecía tener más resultado que la última vez, sin embargo, con el continuo esfuerzo mi cuerpo comenzó a acostumbrarse.
Uno tras otro, los peces salían expelidos hacia el aire, sólo para volver a caer al estanque. Ya lograba "interceptarlos". Mis movimientos eran ya lo suficientemente rápidos como para sacar a los peces del agua, aunque aún no podía atraparlos, pero ya tenía la idea de cómo lograrlo. Cuando mis brazos se cansaron, me senté sobre una roca cerca de la orilla del estanque y comencé a hacer lo mismo con mis pies. Al principio fue difícil, sin embargo, conforme pataleaba, así como usando la experiencia de mis golpes, pronto comenzaría a golpear a los peces bajo el agua, aunque aún sin sacarlos de ésta.
-Suficiente- dijo el sensei con tono calmado- ahora cambiaremos el estilo.
-Ya casi lo lograba- dije mientras recuperaba el aliento.
-Quizás, pero lanzar golpes rápidos no lo es todo. Sal del estanque y no te pongas los zapatos. Usarás tus manos como tus pies y tus pies como manos.
-¿Está seguro de lo que dice?- le cuestioné de mala gana, saliendo del estanque. Aunque mi debilidad cesó, el cansancio por el esfuerzo continuaba.
-Al que le falta seguridad es a tí- dijo con voz serena.
Colocándome sobre las manos, caminé hacia el sensei y, cuando estuve cerca de éste, me dió otra tarea a hacer. Señaló unos aparatos, similar a juegos infantiles y me ordenó recorrerlos hasta la hora de la comida.
Tenía que subir por redes de cabeza, trepar por pasamanos con los pies, pasar por un camino de llantas con las manos y trepar de cabeza por unas cadenas que llevaban al techo. Era algo fastidioso, era algo que no le veía mucho sentido, pero sabía que estaba funcionando por el hecho de que sentía mis nervios y músculos estirarse y moverse de formas en las que normalmente no lo hacían.
Pero hubo otra cosa que llamó mi atención: la extraña, y posible, habilidad del anciano. Una pelota que esquivaba los tajos de mi otro compañero. Eso me había sorprendido.
-¿Será acaso un usuario?- me pregunté mientras pasaba por las pruebas una y otra vez. Sería interesante.
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Esa pelota parecía estar hecha de acero o algún material en extremo duro. El golpe que me había encajado me dejó sin aliento unos instantes. Al otro lado de la sala el sensei se reía a carcajadas. “Maldito viejo, ahora verá todo mi potencial”, pensé. Apreté los puños y me disponía a usar el poder mi fruta, apenas mis ojos se tornaron afilados y amarillentos, un gran estruendo interrumpió mi transformación.
-¡Nada de usar tus habilidades, muchacho!
Era un mal escenario, con el poder de mi akuma podría resistir mejor los embates de la pelota. No tuve tiempo de pensar ni un segundo más, la pelota se abalanzó con dirección a mi cabeza. Moví lo más rápido que pude la espada que me habían prestado y alcancé a rozar la pelota. El roce había sido lo suficiente como para evitar un golpe limpio, sin embargo no evitó que un poco de sangre brotara de mi parietal. Un poco de ira recorría mi cuerpo, tomé ambas espadas y comencé a soltar tajos para tratar de impactar la pelota. Me esforzaba en cada movimiento que hacía, sin embargo ningún corte acertaba y comencé a desesperarme. Aquel viejo debió haber notado esto último porque lanzó otro grito.
-¡Cortar por cortar no te llevará a nada, piensa lo que haces!
Aunque resultara molesto, ese viejo tenía razón, debía concentrarme en mi objetivo. De nuevo no pude parar ni dos segundos, la pelota había comenzado su trayectoria hacia mí. Pasados algunos minutos, sentía que había tomado un buen ritmo, no gastaba mi energía en cortes innecesarios y conseguía bloquear y esquivar los embates de la pelota. Mi visión seguía concentrada en mi objetivo, no le quitaba el ojo de encima, la seguía de lado a lado mientras preparaba mis ataques. Cuando me disponía a lanzar un tajo sucedió algo extraño, parecía que podía leer mejor la trayectoria de la pelota, lucía como si se me mostrara algunas décimas de segundo del futuro. Esto me desconcertó por completo y bajé mis espadas mientras trataba de comprender el fenómeno. Sin aviso alguno pude ver como la pelota se dirigía directo a mi estómago, había bajado la guardia. Traté de mover mi cuerpo, aun así golpeó mi abdomen. El viejo paró por un momento la pelota y se acercó a mí.
-No te distraigas, niño. Creo que ya podrás seguirle el ritmo a este pequeño juego.
-Pe, pero, ¿Qué fue eso?
El vejestorio se fue sin responder mi pregunta, iba con el hombre cabra. Volteé a ver a otra habitación, aquel mink realizaba un entrenamiento extraño, caminaba de cabeza por lo que parecían juegos infantiles. La pelota comenzó a orbitarme de nuevo, pensé que si utilizaba la habilidad para ver el futuro que recién había descubierto, quizá podría ingeniármelas para cortar por fin la extraña pelota.
-¡Nada de usar tus habilidades, muchacho!
Era un mal escenario, con el poder de mi akuma podría resistir mejor los embates de la pelota. No tuve tiempo de pensar ni un segundo más, la pelota se abalanzó con dirección a mi cabeza. Moví lo más rápido que pude la espada que me habían prestado y alcancé a rozar la pelota. El roce había sido lo suficiente como para evitar un golpe limpio, sin embargo no evitó que un poco de sangre brotara de mi parietal. Un poco de ira recorría mi cuerpo, tomé ambas espadas y comencé a soltar tajos para tratar de impactar la pelota. Me esforzaba en cada movimiento que hacía, sin embargo ningún corte acertaba y comencé a desesperarme. Aquel viejo debió haber notado esto último porque lanzó otro grito.
-¡Cortar por cortar no te llevará a nada, piensa lo que haces!
Aunque resultara molesto, ese viejo tenía razón, debía concentrarme en mi objetivo. De nuevo no pude parar ni dos segundos, la pelota había comenzado su trayectoria hacia mí. Pasados algunos minutos, sentía que había tomado un buen ritmo, no gastaba mi energía en cortes innecesarios y conseguía bloquear y esquivar los embates de la pelota. Mi visión seguía concentrada en mi objetivo, no le quitaba el ojo de encima, la seguía de lado a lado mientras preparaba mis ataques. Cuando me disponía a lanzar un tajo sucedió algo extraño, parecía que podía leer mejor la trayectoria de la pelota, lucía como si se me mostrara algunas décimas de segundo del futuro. Esto me desconcertó por completo y bajé mis espadas mientras trataba de comprender el fenómeno. Sin aviso alguno pude ver como la pelota se dirigía directo a mi estómago, había bajado la guardia. Traté de mover mi cuerpo, aun así golpeó mi abdomen. El viejo paró por un momento la pelota y se acercó a mí.
-No te distraigas, niño. Creo que ya podrás seguirle el ritmo a este pequeño juego.
-Pe, pero, ¿Qué fue eso?
El vejestorio se fue sin responder mi pregunta, iba con el hombre cabra. Volteé a ver a otra habitación, aquel mink realizaba un entrenamiento extraño, caminaba de cabeza por lo que parecían juegos infantiles. La pelota comenzó a orbitarme de nuevo, pensé que si utilizaba la habilidad para ver el futuro que recién había descubierto, quizá podría ingeniármelas para cortar por fin la extraña pelota.
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Estaba ya cansado, incluso, algo decepcionado del entrenamiento. Todo lo que aquel hombre me había hecho hacer eran ejercicios de niño. Seguí saltando entre los juegos, usando las manos en vez de los pies y viceversa, cuando, de pronto, una especie de pequeña pelota pasó muy cerca de mí. Apenas pude esquivarla.
-Muy bien, muchacho, pero esta vez eh fallado a propósito- dijo el anciano, con una sonrisa en su rostro.
-¿Que fue eso, eres un usuario de akuma?- pregunté mientras recuperaba el aliento. No recibí respuesta, simplemente, se quedó allí de pie, sonriendo. De pronto, otra vez esa pelota se abalanzó contra mí. Una y otra vez, apenas podía esquivar esa molesta pelota. Cuando quería golpearla, evadía mis golpes con bastante facilidad, golpeando posteriormente alguna parte de mi cuerpo.
-Has mejorado algo, pero, en mi opinión, puedes mejorar mucho más. Imagina que esta pelota es un puño, o peor aún, una espada o un cuchillo. La gente de esta isla sabe luchar y, no te miento si te digo que apenas eres capaz de esquivar sus golpes- dijo el maestro, volviendo su expresión algo seria.
Antes de que lo intentara, cuando apenas pasaba por mi cabeza, me ordenó no utilizar mi haki de observación ni mi electro. Debía mejorar por mi cuenta.
Una y otra vez, esa endemoniada pelota trataba de golpearme. La visualicé como me dijo el sensei, como un puño o un cuchillo, tratando de esquivarla. Mi reacción ojo-cuerpo apenas me permitía hacerlo, sin darme oportunidad a contra atacar. Hacía, también, piruetas varias, con el fin de esquivar cada golpe, aunque no tenía suerte con todos. Exhausto, caí al suelo y le pedí con la palma de la mano que parase.
Justo en ese momento, la muchacha de la recepción entró.
-Maestro, señores, el té está listo- dijo la muchacha, sin expresión alguna en su rostro, para regresar al interior de la casa inmediatamente.
-Bueno, supongo que podremos tomar un descanso- dijo el sensei- mi nieta hace unos platillos deliciosos, famosos por restaurar las energías de quien los consuma. Es por esto que este dojo es de alto rendimiento. Puedes entrenar lo de varios días en unos pocos. Síganme.
Con el cuerpo adolorido y la respiración agitada, me puse de pie y vi a mi compañero.
-Creo que...creo que es hora de... descansar- dije, con una sonrisa en la boca.
Avancé de nuevo hacia el interior de esa casa polvorienta, a la espera de los platillos especiales de los que hablaba el anciano.
-Muy bien, muchacho, pero esta vez eh fallado a propósito- dijo el anciano, con una sonrisa en su rostro.
-¿Que fue eso, eres un usuario de akuma?- pregunté mientras recuperaba el aliento. No recibí respuesta, simplemente, se quedó allí de pie, sonriendo. De pronto, otra vez esa pelota se abalanzó contra mí. Una y otra vez, apenas podía esquivar esa molesta pelota. Cuando quería golpearla, evadía mis golpes con bastante facilidad, golpeando posteriormente alguna parte de mi cuerpo.
-Has mejorado algo, pero, en mi opinión, puedes mejorar mucho más. Imagina que esta pelota es un puño, o peor aún, una espada o un cuchillo. La gente de esta isla sabe luchar y, no te miento si te digo que apenas eres capaz de esquivar sus golpes- dijo el maestro, volviendo su expresión algo seria.
Antes de que lo intentara, cuando apenas pasaba por mi cabeza, me ordenó no utilizar mi haki de observación ni mi electro. Debía mejorar por mi cuenta.
Una y otra vez, esa endemoniada pelota trataba de golpearme. La visualicé como me dijo el sensei, como un puño o un cuchillo, tratando de esquivarla. Mi reacción ojo-cuerpo apenas me permitía hacerlo, sin darme oportunidad a contra atacar. Hacía, también, piruetas varias, con el fin de esquivar cada golpe, aunque no tenía suerte con todos. Exhausto, caí al suelo y le pedí con la palma de la mano que parase.
Justo en ese momento, la muchacha de la recepción entró.
-Maestro, señores, el té está listo- dijo la muchacha, sin expresión alguna en su rostro, para regresar al interior de la casa inmediatamente.
-Bueno, supongo que podremos tomar un descanso- dijo el sensei- mi nieta hace unos platillos deliciosos, famosos por restaurar las energías de quien los consuma. Es por esto que este dojo es de alto rendimiento. Puedes entrenar lo de varios días en unos pocos. Síganme.
Con el cuerpo adolorido y la respiración agitada, me puse de pie y vi a mi compañero.
-Creo que...creo que es hora de... descansar- dije, con una sonrisa en la boca.
Avancé de nuevo hacia el interior de esa casa polvorienta, a la espera de los platillos especiales de los que hablaba el anciano.
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Todo ese lío de cortar la pelota era ridículo, por más que hubiese cogido el ritmo lo único que lograba era no ser golpeado violentamente. Ni siquiera la habilidad de ver el futuro funcionaba muy bien, sólo conseguía que me diese tiempo de reaccionar mejor a los embates. Llevaba ya varios minutos, sin éxito, tratando de siquiera rozar la pelota, comenzaba a cansarme. Pensé en usar mi Thunder Speed, pero supuse que eso también era prohibido. Al final de cuentas, aquel viejo quería que consiguiera mi objetivo sin depender de algo más.
Mientras trataba de impactar la pelota recordé algo muy básico, algo que había aprendido en mi isla, ¿cómo había podido olvidarlo? La movilidad lo es todo, no tenía sentido que estuviese atacando desde un solo punto, acto seguido comencé a moverme por toda la habitación. La pelota comenzó a seguirme, di algunos cambios bruscos en mi trayectoria y una estrategia fue a mi mente. Mientras la pelota me perseguí, cambié rápido de dirección, paré y giré sobre mi eje para soltar un tajo con ambas espadas. Mi objetivo se elevó y esquivó de nuevo mi embate, sin embargo no pude evitar que una ligera sonrisa se dibujara en mi rostro. La pelota había esquivado por poco mi ataque, era lo más cerca que había estado de cortarla. “Bien, si esto sigue así, no tardaré mucho en lograrlo” pensé a la vez que fijaba mis ojos en el objetivo de nuevo.
La joven de la recepción llegó avisando que era la hora del té. El sensei puso abajo las pelotas que nos orbitaban tanto a mí como al hombre cabra y nos invitó a tomar el té. El mink, exhausto al igual que yo, balbuceó algo que interpreté como un “hora de descansar”, le sonreí y le di una palmada en la espalda. Ambos caímos en nuestros respectivos asientos.
-Bueno, muchachos, ¿qué piensan hacer en esta isla? Supongo que no sólo vienen de visita. Están aquí por el incidente del naufragio, ¿cierto?
“¿El incidente del naufragio?” No sabía de qué estaba hablando, así que lo miré con extrañeza y seguí en lo mío, seguro era una historia de aquel vejestorio. La comida de la joven estaba realmente buena, era una sopa excelsa.
Mientras trataba de impactar la pelota recordé algo muy básico, algo que había aprendido en mi isla, ¿cómo había podido olvidarlo? La movilidad lo es todo, no tenía sentido que estuviese atacando desde un solo punto, acto seguido comencé a moverme por toda la habitación. La pelota comenzó a seguirme, di algunos cambios bruscos en mi trayectoria y una estrategia fue a mi mente. Mientras la pelota me perseguí, cambié rápido de dirección, paré y giré sobre mi eje para soltar un tajo con ambas espadas. Mi objetivo se elevó y esquivó de nuevo mi embate, sin embargo no pude evitar que una ligera sonrisa se dibujara en mi rostro. La pelota había esquivado por poco mi ataque, era lo más cerca que había estado de cortarla. “Bien, si esto sigue así, no tardaré mucho en lograrlo” pensé a la vez que fijaba mis ojos en el objetivo de nuevo.
La joven de la recepción llegó avisando que era la hora del té. El sensei puso abajo las pelotas que nos orbitaban tanto a mí como al hombre cabra y nos invitó a tomar el té. El mink, exhausto al igual que yo, balbuceó algo que interpreté como un “hora de descansar”, le sonreí y le di una palmada en la espalda. Ambos caímos en nuestros respectivos asientos.
-Bueno, muchachos, ¿qué piensan hacer en esta isla? Supongo que no sólo vienen de visita. Están aquí por el incidente del naufragio, ¿cierto?
“¿El incidente del naufragio?” No sabía de qué estaba hablando, así que lo miré con extrañeza y seguí en lo mío, seguro era una historia de aquel vejestorio. La comida de la joven estaba realmente buena, era una sopa excelsa.
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-Lo del naufragio- respondí mientras bebía mi té. Quien sabe que clase de comida preparaba aquella mujer, pero tras comer un poco y beber unos sorbos de su té, mis fuerzas regresaron a mi cuerpo. Pareciera que estaba fresco y listo para entrenar. Había oído de cocineros con esas habilidades, "mágicas", dentro de la marina, pero nunca las había visto- los textos que fueron robados por esos "piratas". Sí, por eso hemos venido aquí, salvo por el joven espadachín. Necesitamos ganar fuerza antes de recuperar los textos. Ya sabe, enfrentar una banda pirata...
El sensei asintió con la cabeza. Quizás, podría aprovechar para que aquella joven promesa de espadachín ayudase a recuperar los textos.
-¿Ya tienes idea de cómo infiltrarte?- preguntó el sensei.
-Pienso entrar en el desembarque del barco. La inteligencia me ha informado sobre movimientos de mercancía, próximos en fechas, quizás en poco más de una semana. O poco antes. Cuando estén todos en movimiento, es cuando entraré al barco a recuperar esos archivos.
-Espero que tengas un muy buen plan- dijo el sensei. El viejo, volteó a ver al espadachín. Tal vez tenía algo que hablar con él o, quizás, una propuesta que involucraba su ayuda. Como fuera, la charla del té no se prolongaría mucho tiempo más. Antes de irme de regreso al entrenamiento, la joven cocinera me dio una especie de galleta de chocolate.
-¿Esto para que es?- le pregunté- ¿es el postre?
-Además de eso, hará que no se canse tan pronto. Es energizante- dijo la joven, la cual se fue de regreso al mostrador, inexpresiva.
-Espadachín- le dije al otro muchacho- vaya, quizás tengamos una labor juntos, más adelante. El anciano quiere hablar algo contigo, pero mientras tanto, continuemos nuestro entrenamiento.
Poniéndome un pantalón blanco, que la joven tenía preparado, y dejando mi torso desnudo, volví al entrenamiento. Esta vez sentía muchas más fuerzas, por lo que ahora aguantaría esquivar esa pelota que no dejaba de acosarme. Piruetas y contorsiones tuve que hacer para esquivarla, por no decir que, cuando intentaba golpearla, me evadía con facilidad y golpeaba mi pecho. No era lo más agradable, pero mi adrenalina me indicaba que debía continuar. Algo bueno sacaría de esto.
El sensei asintió con la cabeza. Quizás, podría aprovechar para que aquella joven promesa de espadachín ayudase a recuperar los textos.
-¿Ya tienes idea de cómo infiltrarte?- preguntó el sensei.
-Pienso entrar en el desembarque del barco. La inteligencia me ha informado sobre movimientos de mercancía, próximos en fechas, quizás en poco más de una semana. O poco antes. Cuando estén todos en movimiento, es cuando entraré al barco a recuperar esos archivos.
-Espero que tengas un muy buen plan- dijo el sensei. El viejo, volteó a ver al espadachín. Tal vez tenía algo que hablar con él o, quizás, una propuesta que involucraba su ayuda. Como fuera, la charla del té no se prolongaría mucho tiempo más. Antes de irme de regreso al entrenamiento, la joven cocinera me dio una especie de galleta de chocolate.
-¿Esto para que es?- le pregunté- ¿es el postre?
-Además de eso, hará que no se canse tan pronto. Es energizante- dijo la joven, la cual se fue de regreso al mostrador, inexpresiva.
-Espadachín- le dije al otro muchacho- vaya, quizás tengamos una labor juntos, más adelante. El anciano quiere hablar algo contigo, pero mientras tanto, continuemos nuestro entrenamiento.
Poniéndome un pantalón blanco, que la joven tenía preparado, y dejando mi torso desnudo, volví al entrenamiento. Esta vez sentía muchas más fuerzas, por lo que ahora aguantaría esquivar esa pelota que no dejaba de acosarme. Piruetas y contorsiones tuve que hacer para esquivarla, por no decir que, cuando intentaba golpearla, me evadía con facilidad y golpeaba mi pecho. No era lo más agradable, pero mi adrenalina me indicaba que debía continuar. Algo bueno sacaría de esto.
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Con cada bocado más que le daba al plato de sopa, sentía que mi energía volvía. La comida de esa joven no sólo era exquisita, parecía mágica. El viejo y el chico cabra comenzaron a hablar sobre aquel naufragio. Resultaba que algunos escritos de la marina habían sido robados por una banda de piratas. “¿A dónde me vine a meter?” Estaba con gente de los marines, por suerte aún no era un pirata reconocido, aunque la gente relacionada con el gobierno no terminaban por agradarme. Terminada la comida, el chico cabra me dijo que el sensei quería hablar conmigo. Me quedé en la mesa tomando un vaso con agua y una galleta energizante que la joven me había dejado.
-Muchacho, tal vez aquel agente mink necesite una mano.
El viejo me contó con detalle que es lo que había pasado. Una banda de piratas había robado un texto importante para la marine. El hombre cabra tenía la misión de recuperarlo, pero el anciano dudaba que pudiera hacerse cargo de toda una banda él solo. Así que me propuso participar en la misión con el mink. Era algo que pensar, eso de entrar en una pelea sin algún motivo no me agradaba.
-¿Qué gano yo de esto?
-¿Además de la espada que te voy a obsequiar? Vaya que eres codicioso. Puedes quedarte los tesoros que encuentres por ahí, son todos tuyos.
Bueno, quizá una aventura así no estaría tan mal. Decidí aceptar la propuesta del viejo y terminé mi galleta. Me encaminé a la sala de al lado para continuar con el entrenamiento. El chico cabra se encontraba ahí desde hace un par de minutos, se había quitado su playera y su torso estaba lleno de pelaje. El viejo nos volteó a ver y nos dijo que íbamos a probar con otro entrenamiento.
-Muchacho, tal vez aquel agente mink necesite una mano.
El viejo me contó con detalle que es lo que había pasado. Una banda de piratas había robado un texto importante para la marine. El hombre cabra tenía la misión de recuperarlo, pero el anciano dudaba que pudiera hacerse cargo de toda una banda él solo. Así que me propuso participar en la misión con el mink. Era algo que pensar, eso de entrar en una pelea sin algún motivo no me agradaba.
-¿Qué gano yo de esto?
-¿Además de la espada que te voy a obsequiar? Vaya que eres codicioso. Puedes quedarte los tesoros que encuentres por ahí, son todos tuyos.
Bueno, quizá una aventura así no estaría tan mal. Decidí aceptar la propuesta del viejo y terminé mi galleta. Me encaminé a la sala de al lado para continuar con el entrenamiento. El chico cabra se encontraba ahí desde hace un par de minutos, se había quitado su playera y su torso estaba lleno de pelaje. El viejo nos volteó a ver y nos dijo que íbamos a probar con otro entrenamiento.
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Mi compañero salió después de que yo lo hiciera. Quizás había hablado con el sensei. Como fuera, estaba practicando con aquella pelota que no paraba de arremeter contra mí, cuando el maestro dijo que cambiaría el entrenamiento.
-¿De que se trata, sensei?- le pregunté al anciano.
-Sus músculos y tendones ya se han estirado, y han probado sus capacidades, sin embargo, se entrena mejor en combate- dijo el anciano.
Me sequé el sudor de la frente y, aún fresco gracias a la galleta de la muchacha, me acerqué a ver lo que tenía que decir.
-"Sparring"- dijo el sensei. Entendía lo que significaba. Enseguida, la muchacha volvió a salir, esta vez con una espada de bambú y unas protecciones para los antebrazos y las manos.
-Chico Raviel, ponte las protecciones. Joven espadachín, tome esta espada- dijo el anciano- entrenarán uno contra el otro, como si se tratase de una batalla real, claro, sin haki, electro ni otra cosa que no sea su propia fortaleza física. Niño cabra, te falta agilidad y reflejos, quizás este espadachín te ayude; así mismo, chico espadachín, te vendría bien la práctica contra alguien ágil.
Las protecciones parecían realmente duras, aunque también eran bastante livianas. Si las había hecho este anciano, se trataba de un herrero con bastante habilidad. Con las protecciones puestas, respiré hondo un par de veces y volteé a ver a mi compañero.
-¿Comenzamos?- dije, poniéndome en guardia.
-¿De que se trata, sensei?- le pregunté al anciano.
-Sus músculos y tendones ya se han estirado, y han probado sus capacidades, sin embargo, se entrena mejor en combate- dijo el anciano.
Me sequé el sudor de la frente y, aún fresco gracias a la galleta de la muchacha, me acerqué a ver lo que tenía que decir.
-"Sparring"- dijo el sensei. Entendía lo que significaba. Enseguida, la muchacha volvió a salir, esta vez con una espada de bambú y unas protecciones para los antebrazos y las manos.
-Chico Raviel, ponte las protecciones. Joven espadachín, tome esta espada- dijo el anciano- entrenarán uno contra el otro, como si se tratase de una batalla real, claro, sin haki, electro ni otra cosa que no sea su propia fortaleza física. Niño cabra, te falta agilidad y reflejos, quizás este espadachín te ayude; así mismo, chico espadachín, te vendría bien la práctica contra alguien ágil.
Las protecciones parecían realmente duras, aunque también eran bastante livianas. Si las había hecho este anciano, se trataba de un herrero con bastante habilidad. Con las protecciones puestas, respiré hondo un par de veces y volteé a ver a mi compañero.
-¿Comenzamos?- dije, poniéndome en guardia.
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La joven llegó con un equipo de protección para el muchacho cabra y una espada de bambú. El mink pareció entenderlo todo muy rápido porque puso un pie detrás del otro y levantó su guardia. La chica me dio una espada de bambú y se retiró.
-¿Comenzamos?
Lo había entendido. El viejo quería que nos midiéramos en un combate, eso podía ser todo un rollo, aquel chico cabra parecía bastante fuerte. Parecía que esta vez no podría escapar de la pelea, así que empuñé la espada y volteé a ver a mi adversario. Agité rápidamente la espada, el chico mink retrocedió y antes de que pudiera hacer algún movimiento, lancé un grito.
-¡Momento! Yo no puedo pelear solamente con una espada, no es mi estilo.
El sensei le pidió a la muchacha otra espada del almacen y llegó en un par de minutos. Ella me volteó a ver con cierto desagrado, tal vez por haberla hecho dar otra vuelta. Empuñé ambas espadas, miré al sensei y luego clavé mis ojos en los puños del mink.
-Lamento esta pequeña escena, empecemos de una buena vez.
Solté las espadas unos momentos al aire y las cambié de mano. Di un pequeño salto hacia atrás y luego hacia la izquierda. Recordé las palabras del viejo, este chico era bastante ágil, así que un ataque frontal no serviría. Hice un poco de juego con mis pies para tratar de confundirlo y solté el primer tajo con la espada iziquierda.
-¿Comenzamos?
Lo había entendido. El viejo quería que nos midiéramos en un combate, eso podía ser todo un rollo, aquel chico cabra parecía bastante fuerte. Parecía que esta vez no podría escapar de la pelea, así que empuñé la espada y volteé a ver a mi adversario. Agité rápidamente la espada, el chico mink retrocedió y antes de que pudiera hacer algún movimiento, lancé un grito.
-¡Momento! Yo no puedo pelear solamente con una espada, no es mi estilo.
El sensei le pidió a la muchacha otra espada del almacen y llegó en un par de minutos. Ella me volteó a ver con cierto desagrado, tal vez por haberla hecho dar otra vuelta. Empuñé ambas espadas, miré al sensei y luego clavé mis ojos en los puños del mink.
-Lamento esta pequeña escena, empecemos de una buena vez.
Solté las espadas unos momentos al aire y las cambié de mano. Di un pequeño salto hacia atrás y luego hacia la izquierda. Recordé las palabras del viejo, este chico era bastante ágil, así que un ataque frontal no serviría. Hice un poco de juego con mis pies para tratar de confundirlo y solté el primer tajo con la espada iziquierda.
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