El artefacto [Privado Raviel-Viper]

Muchas dudas que resolver y ¿quién mejor que un científico? Eso cree la mayoría. El problema radicaba, precisamente, en que quien iba a investigar era alguien que guardaba, posiblemente, más dudas que la mayoría de la gente respecto al tema.

Pensante, estuve casi todo el recorrido en el barco meditando acerca de lo que me habían pedido, tratando de analizar si se trataba de tecnología rara o, efectivamente, cuestiones espirituales no estudiadas. Todas eran suposiciones vagas ya que, hasta no estar en el campo, no podría saber exactamente de lo que se trataba. Con más calma, me puse a hacer suposiciones.

-¿Se tratarían de universos alternativos o niveles de energía que, son tan poco predecibles o estables, son imposibles de analizar? Eso respondería muchas incógnitas- me decía a mi mismo- sin embargo, sigue estando la opción tecnológica. Bueno, solo hay una forma de comprobarlo.

Llegó el momento. Bajé del barco y me dirigí hacia la pequeña villa. Era bastante rústica, por no decir que estaba atrasada en el tiempo. Gente que dedicaba su vida a la espiritualidad y no aspiraban a nada más. Al menos esa era mi opinión sobre ellos. Realmente, era bastante raro que yo me hiciera dudas espirituales. Más raro era aún que yo hiciera alguna práctica, pero para no chocar contra los nativos, tendría que ser diplomático.

Ellos no sabía que mi presencia allí era para estudiar sus cavernas y a sus espíritus, o dioses, de lo contrario sería probable que me detuvieran o reaccionaran de forma violenta. Como fuera el caso, el gobierno no me dejaría solo. Se supone que en la posada principal de la villa me vería con un agente. De cualquier modo, si era cierto lo de los espíritus, fueran reales o mera tecnología, el gobierno podría usarlo y eso era lo que les importaba. Suspiré unas cuantas veces y avancé hacia la posada, esperando encontrarme con el agente.

La estadía del Cipher Pol había sido realmente corta. Desembarcó en la anterior noche. Se valió de las horas para evitar que los habitantes excedan su curiosidad. La posada encontrada en el pueblo era acogedora, aunque, tal vez, muy antigua. Lo bueno de todo aquello se encontraba en que no tardaría mucho en irse, a pesar de que no le desagradaba el ambiente en el que estaba.

Al alba y protegido con su capucha oscura, Viper probó el sabor de la comida que le proveo el posadero. No cruzaron ni una sola palabra, solo miradas. De hecho, simplemente le había pagado por la posada sin cruzar ni la más mínima palabra, todo aquello rodeaba al joven afeminado de un aire intimidante; esa mañana, nadie le miró con buenos ojos.

Sin embargo, ante todo aquello no tuvo reparo en ignorarlos, daría explicaciones cuando fueran verdaderamente necesarias. Entonces consideró sus posibilidades, su misión era sencilla así que no tendría que preocuparse demasiado por suministrarle cualquier clase de ayuda a un Científico. Por otro lado, sus preocupaciones no eran aquellas, si carecían de la suerte necesaria puede que todo lo relacionado a las deidades de esta isla sea cierto, no sabía cómo reaccionarán deidades u espíritu, ¿se sentirán ofendidos por haber desconfiado de su existencia? En caso de que no existieran, aún quedaba el hecho de que sus intenciones fuesen descubiertas por algún habitante de la isla, traería consigo graves problemas que él y su futuro acompañante pagarían con sus vidas.

Viper miró hacia todos lados fuera de la posada. A penas y tenía una descripción básica del Científico, pero creía fielmente en que podría distinguirlo de un desconocido y evitar ser descubierto.

-Bienvendio a Takenuma, ¿que le trae por estos lugares, forastero?- me cuestionó el posadero. No pretendía cruzar palabras, sin embargo, no hacerlo podría levantar muchas más sospechas de lo deseado.

-Vengo a hacer un viaje espiritual de auto descubrimiento- dije con una sonrisa. Aquel hombre pareció no prestar demasiada atención a esto. Había oído de este lugar que, en ocasiones, peregrinos buscadores de sabiduría aparecían para entrar en comunión con sus dioses.

Me senté en la barra del bar y pedí una cuba en las rocas y los tacos de pescado. Miraba hacia todos lados, esperando ver al agente que me iba a acompañar a la aventura.

-Vaya, forastero, se ve preocupado- dijo el barman. Era el único en todo el restaurante de la posada.

-Si, no conozco mucho del lugar, ¿algún rumor que haya sucedido recientemente?- le pregunté.

-Ya sabe, lo mismo. Gente que viene a peregrinar y que, tras encontrarse con nuestros dioses, muchos no regresan. Hace unos días entró un grupo de gente proveniente de Water Seven y nunca salió. Por supuesto, nuestros sacerdotes les advierten y no nos hacemos responsables- dijo el bartendero. Seguí bebiendo sin decir nada. Llegaron los tacos y comencé a comer.

-Sería conveniente no hacer mi viaje solo, ¿conocen o hay más visitantes en la isla?- dije como si no supiera nada de nada. Realmente no se veía que hubiese más gente, por lo que otro extranjero sería casi seguramente mi acompañante.

-Un sujeto... o chica... no lo sé. Tuve emociones confusas... como sea, ha estado hospedado hasta hace poco, si tiene suerte aún anda por aquí- dijo el bartendero- tiene razón, no es seguro andar por allí solo.

Pagué por la bebida y la comida y me apresuré a terminar. Salí del lugar, con las manos en los bolsillos y salí hacia el pórtico de la posada. Hacía como que veía hacia el horizonte, pero con la mirada buscando al agente. Muy cerca de allí, vi a un hombre afeminado o una chica masculina, con vestimentas oscuras.

-Buenas tardes, ¿Está usted esperando a alguien?- pregunté con una sonrisa- sabe, porque yo también...

El Agente encapuchado comenzaba a desesperarse. No encontraba a nadie con el aspecto de un científico, mucho menos a una cabra antropomórfica. Tanta era su desesperación que llamaba a cualquier persona que se encontraran en una posición cercana a la posada, preguntando sobre un mink cabra. No consiguió respuesta alguna; nadie parecía haberle visto. O, en el mejor de los casos, nadie recordaba haberle visto. Su desesperación se vio aplacada por la, supuestamente, gran cautela de su futuro compañero. Durante los próximos minutos, Viper sólo podía pensar en lo que podría haberle sucedido a aquella cabra. Aunque cabía la remota posibilidad de que simplemente se estaba tardando.

Sus esperanzas fueron renovadas ante la presencia de la individuo que encajaba perfectamente con el científico. Se acercó a él disimuladamente, hasta quedar a la par suya y observar el horizonte.

—Efectivamente, Señor Cabra —asintió al escuchar la pregunta del sujeto —. Aunque, para estar seguros, prefiero que me digas por qué estas aquí. Dependiendo de tu respuesta, serás mi acompañante o me veré obligado a asesinarte. —la última parte de su frase fue dicha en una entonación más baja, como si se tratase de un susurro.

Justo en aquel momento, pasaba frente a la posada un hombre originario de estas tierras. Miró extrañado a la cabra y al encapuchado, ambos eran realmente llamativos. No obstante, siguió de largo para no entrometerse en cosas que no debía.

-¿Matarme?- sonreí con una sonrisa siniestra, pero evitando reír- soy un enviado del gobierno, vengo a... por lo de "los espíritus"- le dije esto último en voz baja al encapuchado- vaya, creo que este lugar puede tener muchos ojos y oídos, ¿Y si vamos hacia las cavernas?

En ese momento, alguien que parecía ser una especie de sacerdote pasó cerca a nosotros y, al escuchar que hablaba de la caverna, tuve que improvisar.

-Si, la caverna. Quiero comenzar mi peregrinación- dije en todo un poco más alto, para que aquel hombre no sospechara. Una vez se fue, volví a con mi compañero- tengo idea de dónde comenzar. Hay una gruta cerca de aquí, que conecta con algunas cámaras donde, según los rumores, se han visto a los dioses.

Señalé una dirección, la cual, según el mapa, era la dichosa entrada.

-Esto es una misión de escolta, por ahora, pero en caso de que las cosas se complique, será de defensa. Del mismo modo, si encontramos lo que el gobierno quiere, nuestro deber será rescatar aquello y regresarlo intacto al cuartel más cercano.

Al decir esto, hice a caminar en dirección a la gruta. La poca gente que pasaba por allí se nos quedaba viendo. Quizás no pasaríamos desapercibidos, por lo que debíamos ser más cuidadosos que nunca.

El encapuchado escuchó atentamente al mink, trataba de no perderse ni el más minúsculo detalle de toda la información que le estaba proporcionando. Vio de reojo al sujeto vestido como sacerdote y, antes de darles falsas explicaciones, su nuevo compañero se le adelantó. Cruzó ambos brazos alrededor de su torso y miró a Raviel, determinado.

—Antes de empezar me gustaría dejar algo claro —dio una extensa bocanada de aire y prosiguió con su oración —. Si no me veo capaz de asegurar tu vida, procederé a sacarte de allí y reagruparnos. No deseo volver con las manos vacías, pero no me arriesgaré a que ambos perdamos nuestras vidas.

Dicho lo dicho, tocó con sus manos el mango de sus dos armas; se sintió más seguro al notar el frío tacto de ambas. Posteriormente y, ocultas sus manos en el interior de sus mangas, tomó la retaguardia y caminó detrás del científico. Estaba preparado para cualquier intento de ataque.

Transcurrido el sendero que daba a la entrada, se pudo ver un círculo perfecto que servía como ''puerta'' de la caverna. El guardaespaldas se aseguró de que nadie les estuviese siguiendo y se plantó en la entrada. La luz no iluminaba del todo el resto del camino, por lo que tendrían graves dificultades si avanzaban sin ningún objeto que les ilumine.

—Hemos llegado —asomó un poco la cabeza más allá de la entrada, hacia aquellas partes en dónde no alcanzaba el sol —. Por casualidad tienes una antorcha o similares, ¿verdad?

-¿Linterna? Creo que tengo una por aquí- dije, canalizando al mismo tiempo mi electro y mi luz lunar, iluminando a la perfección todo nuestro alrededor. Con una mano extendida, lancé un haz de luz lunar, el cual iluminaba casi tan bien como una linterna a lo lejos- vamos, pero con cuidado.

El interior del lugar olía a humedad, mezclado con un aroma que podría reconocerse como incienso y flores marchitas. Se sentía una sensación de antigüedad allí dentro. Estalactitas y estalagmitas bloqueaban casi todo el paso, formando un sendero.

-Según este mapa, los avistamientos se dieron en las plantas inferiores, por lo que habrá que descender- le dije a mi compañero. Iba observando todos los detalles, ya que cualquiera de ellos me daría información sobre lo que había allí dentro. Por el momento, no había ruido alguno y tampoco se veía que hubiera pasado gente en algún tiempo. Alumbré un par de altares, ya viejos, donde dejaron ofrendas a los espíritus.

-Es raro, un lugar donde se peregrina y no haya actividad reciente- le dije en voz baja a mi compañero- es sospechoso, ¿tú que crees?

Sin embargo, al poco rato, encontré en el suelo la colilla de un cigarro en buen estado. De hace un par de días, quizás. No veía cables, ni aparatos de ningún tipo, ni otra forma de iluminación que no fuera la mía. Pronto, encontramos una bajaba bastante pronunciada, en donde, sobre las estalagmitas, había listones rojos con flores atadas.

-Creo que esto lleva a la caverna inferior mayor. Según esto, es donde más altares hay y, lo peor, viene en las decenas de cavernas menores. Habrá que tener mucha paciencia y abrir bien los ojos- dije mientras descendía, casi sentado para no resbalarme. Un error y uno podría pincharse con esos picos de roca.