Prófugos navideños (Zephyr - Ciaran) (Privado Pasado)

─ Con un tazón de chocolate bastará, muchas gracias -le indicó con calma a la joven camarera que se había acercado a tomar su pedido.

─ Muy bien, caballero. En seguida se la traigo -correspondió ella, en un tono dulce, amable y alegre, antes de dar media vuelta y dirigirse hacia la barra para informar de la comanda.

Zephyr echó un rápido vistazo a la sala en la que se encontraba. Se trataba del salón principal de la taberna "El bastón de caramelo", asentado en una zona bastante céntrica del pueblo. El ambiente era, cuanto menos, animado. Parecía que se trataba de un lugar con cierto éxito, ya que buena parte de las mesas estaban ocupadas e incluso en la barra podía verse a unos cuantos individuos. Charlas varias se sucedían a lo largo de la sala, y buena parte de estas eran relativas a los festejos navideños típicos de la cultura de la isla. Porque sí, se encontraba probablemente en el único lugar del mundo donde, todos los días, era veinticinco de Diciembre. No podía evitar preguntarse cómo se lo montarían en verano para mantener ese espíritu.

Se encontraba en una zona bastante apartada del resto de asientos, cerca de una de las ventanas del local, frente a una pequeña mesa circular. Justo en frente de él, al otro lado del mueble, una silla vacía parecía aguardar a que llegase algún conocido del cazador, aunque no era el caso. De hecho, no había nadie allí que pudiera reconocerle, ni esperaba que pudiera llegar nadie capaz de hacerlo. Era la primera vez que pisaba la isla, y el único motivo por el que lo hacía era el trabajo además de, quizá, la posibilidad de toparse con algún monstruo más del que deshacerse. No era lo habitual, pero nunca estaba de más probar suerte. En aquella ocasión su presa no era una única persona, sino toda una banda de traficantes. Comerciaban con vidas animales y humanas, lo cual no era de recibo, así que iba siendo hora de ponerle fin y, ya que estaba, sacarse algo de dinero. Estaban desapareciendo los monos propios de la isla, y todo apuntaba como culpables al infame grupo que había estado causando cierto revuelo en las aguas del Mar del Este. Aún no tenía ni idea de dónde podían encontrarse, pero seguramente no tardase demasiado en averiguarlo... Si bien empezaría su búsqueda tras calentar su estómago.

La joven camarera hizo acto de presencia poco después, portando sobre su bandeja un tazón lleno hasta arriba de chocolate caliente, el cual le ofreció con una dulce sonrisa que el rubio, por supuesto, no devolvió. Tan solo un simple "gracias" salió de sus labios, al parecer suficiente como para complacer a la chica, que volvió a sus quehaceres. Justo cuando Zephyr se disponía a disfrutar de su bebida, la puerta del local se abrió y apareció por ella una mujer de dorados cabellos, quien causó bastante revuelo en el local. Clientes y trabajadores le dieron la bienvenida, e incluso un par de ellos se mantuvieron junto a ella después de los saludos. «Parece que también es de fuera», supuso el lobo mientras daba un trago, sintiendo el cálido y dulce tacto del cacao recorrer su paladar y garganta. Probablemente no fuera más que una turista, aunque su presencia era demasiado... Llamativa como para ser simplemente eso. Después de todo, se había convertido en el centro de atención en apenas un parpadeo.

Decidido a mantener un ojo sobre ella, alzó ambos pies del suelo y los posó sobre la silla contraria, cruzándolos y acomodándose en el asiento, sin articular palabra alguna. De vez en cuando miraba por la ventana o hacia puntos aleatorios del local, disimulando. Mientras tanto, mantuvo su oído atento por si pudiera enterarse de los motivos que habían atraído a la joven hasta allí. Quizá fuera alguna compradora, un miembro de la banda de traficantes o, simplemente, una chica que se encontraba de viaje, pero no estaba de más asegurarse.