Espadas, erupciones y peligros [Moderado 4][Ellie]

Hay ideas que en la cabeza de una son mejores de lo que luego resultan ser. Y parecía que aquello era el vivo ejemplo de todo lo que estaba ocurriendo.

Primero las malas decisiones durante la pelea, luego el entrar en un edificio sin saber a quién o qué pertenecía. Luego el tema de obstaculizar todo el terreno para así tener un punto a favor ante una posible pelea que no terminaba por llegar. Después, subir las escaleras… Y finalmente, la única cosa positiva que se podía sacar; Mirar por la ventana. ¿Pero qué se veía a través de ella?

Todo parecía indicar que aquellos locos, racistas, o como quisieras llamarlos, se acercaban directamente a la torre con intenciones poco amigables. Con antorcha en mano y probablemente, aunque la loba no podía oírlo, clamando al cielo por una inminente -aunque ella esperaba que no fuese tan inminente, de hecho esperaba que nunca llegase- nueva víctima de sus hogueras. Un nuevo sacrificio ante sus Dioses, sedientos de sangre, pero no de cualquiera, sino de las que para ellos estaban manchadas.

Ahí Ellie tenía pocas opciones. O les esperaba, se atrincheraba e intentaba darles caza a todos, o huía. ¿Y hacia dónde iba a huir? Hacía tiempo que ya la misión por la que había ido a aquella isla no era el tema más importante, ahora estaba en riesgo su integridad física. Estaba siendo buscada por un grupo racista que quería quemar en hogueras a todos los que eran diferentes a ellos. Y para colmo, sus superiores no le habían dado ninguna información al respecto.

Todo parecía ir de mal en peor. Aunque quizá era lo que la loba necesitaba para resurgir de su aparente fracaso. Y si… ¿Y si preparaba trampas para esa gente? No, aquello le haría gastar más energías aún y quizá no funcionase. ¿Y si usaba su akuma no mi de la manera más bruta posible? Quizá funcionase, pero… ¿y si conseguían golpearla de nuevo?

Por más que pensaba, el audaz ingenio de Ellie no conseguía salir. Parecía bloqueada, como si en ese maldito momento de tensión no fuese capaz de ver las cosas con claridad. Como si ante una situación tan complicada, y habiendo errado en tantas ocasiones, no pudiese tomar una decisión.

- El destino a veces nos pone a prueba -susurró la mink desde la pared, cercana a la ventana pero intentando permanecer oculta, a la par que se lamía la pata-. Me encantaría quedarme y ver de qué soy capaz, pero mi cuerpo me dice que no aguantaría mucho. Quizá sea la hora de huir, replanificar todo e intentar acabar con la maldita misión. Así podré largarme de una vez por todas.

Decidida a salir de aquél edificio, Ellie intentó buscar una ventana en el lado opuesto por el que había entrado. Estaba segura -dentro de lo que había visto- de que no había otra entrada, por lo que aquél grupo, en teoría, tendría que entrar por la misma puerta. Si salía por el lado opuesto, ganaría tiempo. Pero… ¿Habría alguien esperándola allí? Algo le decía que sí.

En caso de encontrar una ventana en el lado opuesto a la puerta, intentaría identificar a algún sospechoso, y si no encontraba ninguno, la abriría -en caso de poder-, o la rompería y saltaría al vacío, transformándose en lava al caer al suelo para no recibir daños.

En caso de no haber ninguna ventana en el lado opuesto, buscaría una en cualquiera de los laterales y haría lo mismo que en el caso anterior, aunque tendría el handicap de que la verían saltar.

En cualquiera de los dos casos, y una vez estuviese en el suelo, correría a la máxima velocidad que pudiera -posicionándose sobre sus cuatro patas en caso de ser necesario- y se dirigiría hacia el lado contrario del violento grupo.

La mink buscaría cualquier hostal, taberna, o caseta cuyo material pareciese a simple vista apto para la tarea que tenía en mente. Y si lo encontraba, entraría e intentaría salir por otro lugar, ya fuese una puerta trasera, una ventana, o lo que fuese. Si no lograba ver una salida rápido, usaría su lava para crear una, de ahí a que buscase un material “frágil” frente a su lava.


La verdad es que llegados a ese punto, a Ellie le daba igual que alguien pudiese ver sus poderes. Con suerte, además de perderse en la ciudad, esquivaría al grupo y podría centrarse, durante un pequeño periodo de tiempo, en su misión principal. Debía ser rauda y veloz para poder marcharse cuanto antes. Quién sabe si saldría de allí con vida.

Si todo salía bien, era el momento de dar con Falco. Jamás olvidaría aquél nombre por todo el trabajo que le estaba dando.