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Krieg
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Off: Como no tengo ni idea, pero ni IDEA de que hacer bien con tu personaje porque saca mágicamente una nodachi y ropa... pues vamos a hacerte luchar por esa espada y ropa. xD
ADemás que tampoco veo como consigues tu fruta.
bTW el moderado es siempre en presente, así que hargueon será despues de este moderado.
Despertaste . Desnudo y sólo... el rumor del mar acariciando tu pelo y un cangrejo puñetero metido en tus pantalones. AY. Estúpido cangrejo. El curioso animal te amenaza con sus pinzas mientras vuelve al agua y hace un gesto de "te estoy vigilando".
Hay una pequeña cabaña cerca donde encuentras ropa a juego. Y encima de tu gusto. ¿DIOS Y UNA NODACHI? Si es que... tendrías que echar un cupón. Parece haber una pequeña granja al lado de la playa, y tras un pequeño camino ves un pueblo al fondo. LA arquitectura es nipona, pero la granja no es de arroz si no de cultivos (que no tienes idea de lo que es pero todo parece la misma planta).
ADemás que tampoco veo como consigues tu fruta.
bTW el moderado es siempre en presente, así que hargueon será despues de este moderado.
Despertaste . Desnudo y sólo... el rumor del mar acariciando tu pelo y un cangrejo puñetero metido en tus pantalones. AY. Estúpido cangrejo. El curioso animal te amenaza con sus pinzas mientras vuelve al agua y hace un gesto de "te estoy vigilando".
Hay una pequeña cabaña cerca donde encuentras ropa a juego. Y encima de tu gusto. ¿DIOS Y UNA NODACHI? Si es que... tendrías que echar un cupón. Parece haber una pequeña granja al lado de la playa, y tras un pequeño camino ves un pueblo al fondo. LA arquitectura es nipona, pero la granja no es de arroz si no de cultivos (que no tienes idea de lo que es pero todo parece la misma planta).
Zack Suky
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Una suave melodía inundaba la estancia al igual que unos dulces aromas a incienso especiado. Un cigarrillo descansaba encendido en un cenicero de oro mientras se consumía a la par que unas risas entrelazadas. El colchón tan esponjoso como una nube aguantaba perfectamente el peso de nuestros cuerpos unidos en un beso interminable. Sus cabellos carmesís comenzaron a hacerme cosquillas cuando nuestros rostros se separon. La dulce pelirroja comenzó a bajar poco a poco por mi cuerpo desplanzado esas dulces cosquillas hasta llegar a la zona púbica. Todo era una sensación de placer inigualable hasta que ese hormigueo que había empezado con el pelo de mi compañía se transformó en un dolor horrible en una parte nada agradable haciendo que me incorporara.
- Cuidado con los dient... ¿¡Qué!?. - terminé gritando mientras daba unos manotazos a un estúpido cangrejo de un color rojo fuego que estaba pellizcándome. Me levanté de un brinco bastante sobresaltado consiguiendo que dicha alimaña dejara mis partes. El maldito cangrejo parecía que se marchaba ofendido encima y no pude evitar intentar darle una patada. Para suerte del animal estuvo más avispado que yo desapareciendo con una ola que volvía al mar y haciéndome quedar como un estúpido pateando arena. - Un momento... ¿Arena?. - pensé olvidandome del animal.
Hasta que no vi la arena despedida por mí no empecé a ser consecuente de que me había pasado recordando mi bonita travesía. No tenía ni idea de donde me encontraba, aunque en realidad me daba igual por el simple hecho de estar vivo y por fin podía vivir como quería. Sacudí mi larga cabellera azulada de los restos de arena que tenía, al igual que de otras partes no tan nobles. Estaba desnudo como todo nuevo recién nacido, pero necesitaba ropa. Una dulce brisa marina que encogió varias partes de mi cuerpo hizo que lo pensara y por suerte había una pequeña casita cercana. - Quizás hasta encuentre algo de comer. - pensé mientras caminaba hacia ella escuchando a mi estómago rugir.
Me acerqué furtivamente por la parte trasera ya que había visto desde lejos ropa tendida sobre unos cordeles atados en palos y vi clara la oportunidad. No había nadie por allí cerca asique comencé a llevarme lo que más me gustó. No podía creer que hubiese uno pantalones justamente de mi talla al lado de una larga gabardina negra con capucha. La parte superior me quedaba un poco holgada y eso era aún mejor. La ropa demasiada ajustada me incomodaba y ésta parecía perfecta para mí, pero aún me faltaba algo de calzado asique me acerqué más a la vivienda buscando alguno. Di un par de pasos y no pude creer lo que estaba viendo, una enorme espada de dos manos estaba colgada en un tirador en el porche trasero. Me quedé clavado en el suelo inseguro ante tal escena, puesto que no creía posible tener tanta suerte, pero al parecer mi nuevo nacimiento incluía ir mejor armado.
Una vez la desenfundé pude ver que era una preciosa nodachi y comencé a tantear su peso en mis manos comprobando si estaba bien equilibrada y automáticamente me enamoré de ella. Un brillo recorría la hoja dejándome ver que estaba bien cuidada y parecía afilada recientemente. Mi pasión por la forja me hizo hasta oler el material del que estaba hecho, incluso estuve tentado de lamer la hoja para saborearlo, pero decidí que ya estaba arriesgándome demasiado y huí tras coger aquella maravilla cogiendo su funda mientras sonreía como un niño con juguete nuevo.
Salí de la cercanía de la cabaña alejándome de allí ya que no quería encontrarme al dueño de dicha espada y ésta conjuntaba perfectamente con mi ruepa nueva. Pude ver una granja cercana acordándome de que tenía hambre y todavía iba descalzo, pero no quise tentar a la suerte quedándome cerca y probé por ditigirme hacia un poblado que se vislumbraba más adelante.
- Seguro que allí encuentro lo que me falta. - pensé mientras caminaba hacia el pintoresco lugar.
- Cuidado con los dient... ¿¡Qué!?. - terminé gritando mientras daba unos manotazos a un estúpido cangrejo de un color rojo fuego que estaba pellizcándome. Me levanté de un brinco bastante sobresaltado consiguiendo que dicha alimaña dejara mis partes. El maldito cangrejo parecía que se marchaba ofendido encima y no pude evitar intentar darle una patada. Para suerte del animal estuvo más avispado que yo desapareciendo con una ola que volvía al mar y haciéndome quedar como un estúpido pateando arena. - Un momento... ¿Arena?. - pensé olvidandome del animal.
Hasta que no vi la arena despedida por mí no empecé a ser consecuente de que me había pasado recordando mi bonita travesía. No tenía ni idea de donde me encontraba, aunque en realidad me daba igual por el simple hecho de estar vivo y por fin podía vivir como quería. Sacudí mi larga cabellera azulada de los restos de arena que tenía, al igual que de otras partes no tan nobles. Estaba desnudo como todo nuevo recién nacido, pero necesitaba ropa. Una dulce brisa marina que encogió varias partes de mi cuerpo hizo que lo pensara y por suerte había una pequeña casita cercana. - Quizás hasta encuentre algo de comer. - pensé mientras caminaba hacia ella escuchando a mi estómago rugir.
Me acerqué furtivamente por la parte trasera ya que había visto desde lejos ropa tendida sobre unos cordeles atados en palos y vi clara la oportunidad. No había nadie por allí cerca asique comencé a llevarme lo que más me gustó. No podía creer que hubiese uno pantalones justamente de mi talla al lado de una larga gabardina negra con capucha. La parte superior me quedaba un poco holgada y eso era aún mejor. La ropa demasiada ajustada me incomodaba y ésta parecía perfecta para mí, pero aún me faltaba algo de calzado asique me acerqué más a la vivienda buscando alguno. Di un par de pasos y no pude creer lo que estaba viendo, una enorme espada de dos manos estaba colgada en un tirador en el porche trasero. Me quedé clavado en el suelo inseguro ante tal escena, puesto que no creía posible tener tanta suerte, pero al parecer mi nuevo nacimiento incluía ir mejor armado.
Una vez la desenfundé pude ver que era una preciosa nodachi y comencé a tantear su peso en mis manos comprobando si estaba bien equilibrada y automáticamente me enamoré de ella. Un brillo recorría la hoja dejándome ver que estaba bien cuidada y parecía afilada recientemente. Mi pasión por la forja me hizo hasta oler el material del que estaba hecho, incluso estuve tentado de lamer la hoja para saborearlo, pero decidí que ya estaba arriesgándome demasiado y huí tras coger aquella maravilla cogiendo su funda mientras sonreía como un niño con juguete nuevo.
Salí de la cercanía de la cabaña alejándome de allí ya que no quería encontrarme al dueño de dicha espada y ésta conjuntaba perfectamente con mi ruepa nueva. Pude ver una granja cercana acordándome de que tenía hambre y todavía iba descalzo, pero no quise tentar a la suerte quedándome cerca y probé por ditigirme hacia un poblado que se vislumbraba más adelante.
- Seguro que allí encuentro lo que me falta. - pensé mientras caminaba hacia el pintoresco lugar.
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La granja parece extenderse unos doscientos metros cuadrados, en su centro una pequeña casa tradicional de madera con un pequeño porche que hace las funciones de entrada a la casa.
Allí un viejo parece comer un bollo redondo y marrón con los dientes que le quedan, puede tener unos doscientos tropecientos mil cuarenta años... en serio es un cadaver andante, el pelo está hecho jirones blancos, los escasos dientes se clavan en la superficie de su comida de manera costosa...
Débil... indefenso.
Te mira desde lejos dando otro mordisco a su comida... más cerca puedes determinar que cruje... ¿un bollo crujiente?. OH DIOS QUE ES ESE OLOR. Se está comiendo una cebolla. Una maldita cebolla cruda.
A su lado hay un pequeño plato con bolas de arroz... pero el hombre prefiere el bulbo.
(El arroz no lleva cebolla.)
Allí un viejo parece comer un bollo redondo y marrón con los dientes que le quedan, puede tener unos doscientos tropecientos mil cuarenta años... en serio es un cadaver andante, el pelo está hecho jirones blancos, los escasos dientes se clavan en la superficie de su comida de manera costosa...
Débil... indefenso.
Te mira desde lejos dando otro mordisco a su comida... más cerca puedes determinar que cruje... ¿un bollo crujiente?. OH DIOS QUE ES ESE OLOR. Se está comiendo una cebolla. Una maldita cebolla cruda.
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(El arroz no lleva cebolla.)
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El camino pasaba cerca de la granja, la cual tenía una gran extensión de cultivos que parecían todos iguales. La curiosidad pudo conmigo y me acerqué a mirar si podía llevarme algún fruto. Ya una vez de cerca vi que toda la plantación efectivamente era igual y para mi desgracia no tenía nada comestible a simple vista. No tengo ni idea de plantas ya que lo mío era el metal, pero parecía algún tipo de cereal no comestible en ese estado. Me disponía a marcharme desilusionado y con el estómago vacío cuando me fijé en que la entrada del porche había alguien. Parecía una anciana con uno el pelo largo completamente canoso, la cual se llevaba algo a la boca. - Comida... - pensó automáticamente mi cerebro mientras ordenaba a mis piernas andar hacia el alimento.
Mis pasos eran lentos y me acerqué lentamente a la par que mis sentidos cobraban más detalles de todo lo que captaban. Lo que primero tomé como una mujer por su lacio pelo largo resultó ser un hombre en realidad, pero eso no alteró mi avance, lo que hizo que parase fue cuando ya estaba lo suficientemente cerca del hombre y olí algo horripilante mientras escuchaba crujir lo que se llevaba a la boca. El olor se quedó clavado en mi pituitaria cortando mis ansías de comer mitigándola a un lado.
- Puta cebolla, me encantaría inventar algo para eliminar toda la especie. - pensé asqueado ante tal olor.
No entendía que pasaba, pero terminé tan cerca del anciano que podía sentir el crujir de dicho vegetal en mis carnes causándome un escalofrío. La escena casi consigue revolverme el estómago, pero al parecer mi hambre era mayor que mi desagrado, ya que al fijarme en un apetecible plato de arroz consiguió devolver a mi estómago a su estado inicial. Tenía un gran apetito y el arroz parecía sin tocar, seguramente podría coger el alimento y correr con él ya que matarlo ni se me ocurría. Un plato de arroz no valía tanto y puesto que el estado del anciano era deprimente pasé incluso de robarle. Ya robaría algo a alguien que no diese tanta pena asique me dispuse a irme sin mediar palabra. Seguramente ya hubiese parecido un loco con esta escenita y quería marcharme, pero mi estómago me traicionó rugiendo como un condenado y conseguí llamar más la atención del hombre. Parecía sonreír amigablente, asique esperé a ver si mi suerte seguía en aumento y conseguía comida gratis sin tener que robarle a un viejecito come cebollas.
Mis pasos eran lentos y me acerqué lentamente a la par que mis sentidos cobraban más detalles de todo lo que captaban. Lo que primero tomé como una mujer por su lacio pelo largo resultó ser un hombre en realidad, pero eso no alteró mi avance, lo que hizo que parase fue cuando ya estaba lo suficientemente cerca del hombre y olí algo horripilante mientras escuchaba crujir lo que se llevaba a la boca. El olor se quedó clavado en mi pituitaria cortando mis ansías de comer mitigándola a un lado.
- Puta cebolla, me encantaría inventar algo para eliminar toda la especie. - pensé asqueado ante tal olor.
No entendía que pasaba, pero terminé tan cerca del anciano que podía sentir el crujir de dicho vegetal en mis carnes causándome un escalofrío. La escena casi consigue revolverme el estómago, pero al parecer mi hambre era mayor que mi desagrado, ya que al fijarme en un apetecible plato de arroz consiguió devolver a mi estómago a su estado inicial. Tenía un gran apetito y el arroz parecía sin tocar, seguramente podría coger el alimento y correr con él ya que matarlo ni se me ocurría. Un plato de arroz no valía tanto y puesto que el estado del anciano era deprimente pasé incluso de robarle. Ya robaría algo a alguien que no diese tanta pena asique me dispuse a irme sin mediar palabra. Seguramente ya hubiese parecido un loco con esta escenita y quería marcharme, pero mi estómago me traicionó rugiendo como un condenado y conseguí llamar más la atención del hombre. Parecía sonreír amigablente, asique esperé a ver si mi suerte seguía en aumento y conseguía comida gratis sin tener que robarle a un viejecito come cebollas.
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- Hola hijo... ven anda siéntate que parece que tienes "jambre".- eso dice mientras la lengua se retuerce en su boca para ser lo más entendible posible. - ¿Que ta pasao que vienes descalzo? Anda que te vas a sollar los pies.
El viejo mira al campo y suspira.
- Las cebollas son la vida muchacho, si comes cebollas llegarás a ser tan mayor como yo... jo jo- se constriñe en un ataque que tensa sus músculos y manda cada ojo a un punto diferente de su órbita.La boca abierta y rezumante.
¿HA muerto? No parece resp... da sin previo aviso una gran bocanada de aire y continua con su risa mientras las pupilas vuelven a su sitio.
Dentro de la casa parece haber ruido de cocina. Verduras que se cortan, caldos que se cuecen... el olorcillo traspasa con dificultad la puerta de papel y madera. Puede que sea la amable anciana que vive con él...
(Dentro hay una joven de unos 20 años de piel de alabastro y pelo negro como el azabache, un kimono de trabajo (marrón) constriñe una figura atractiva y noble. Que está haciendo la comida de espaldas a la puerta sobre una olla que ocupa el centro del amplio salón)
El viejo mira al campo y suspira.
- Las cebollas son la vida muchacho, si comes cebollas llegarás a ser tan mayor como yo... jo jo- se constriñe en un ataque que tensa sus músculos y manda cada ojo a un punto diferente de su órbita.La boca abierta y rezumante.
¿HA muerto? No parece resp... da sin previo aviso una gran bocanada de aire y continua con su risa mientras las pupilas vuelven a su sitio.
Dentro de la casa parece haber ruido de cocina. Verduras que se cortan, caldos que se cuecen... el olorcillo traspasa con dificultad la puerta de papel y madera. Puede que sea la amable anciana que vive con él...
(Dentro hay una joven de unos 20 años de piel de alabastro y pelo negro como el azabache, un kimono de trabajo (marrón) constriñe una figura atractiva y noble. Que está haciendo la comida de espaldas a la puerta sobre una olla que ocupa el centro del amplio salón)
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El anciano respondió al rugir de mi estómago con una invitación a que me sentara a comer, cosa a la que no renuncié exactamente. Si me hubiese sentado tendría que soltar mi nueva espada, cosa que para nada me apetecía, asique me limité a coger el plato y me puse a comer rápidamente no fuera a arrepentirse. El primer bocado lo di paladeando el plato en busca de algún rastro de cebolla, pero no noté nada y me dispuse a engullir el plato entero. El anciano comenzó a hablar de que las cebollas eran la vida y que sí la comía sería tan viejo como él. No creía que fuese a llegar ni a la mitad incluso y menos si para conseguirlo tenía que comer aquella porquería y así pensé en plasmárselo si no estuviese dándole un puto ataque haciendo que casi me atragante por culpa de la cara que se le quedó. A lo mejor le estaba dando una sobredosis de tanta maldita cebolla pero en unos segundos se recompuso mientras seguía con la carcajada con la que se había asfixiado, tardó lo mismo en recomponerse que yo en comerme todo el plato. Me hubiese dado igual que el viejo hubiese fallecido, pero no quería que me endosaran el muerto sólo por estar allí, además parecía que el anciano estaba acompañado puesto que unos ruidos salían del interior de la casa. Decidí avisar a quien hubiese dentro con la excusa de lo del anciano y aprovecharía para echar un vistazo a la estancia para ver si encontraba algo de utilidad, asique me dirigí hacia la puerta de papel y madera corriéndola hacia un lado consiguiendo que un olor a guiso inundara mis fosas nasales haciendo que olvidara las cebollas.
- Perdone abue... - no pude terminar por la preciosa imagen que se mostraba ante mí. Una preciosa pelinegra con una tez nívea removía un caldero acompasando el movimiento con sus sinuosas caderas. Su melena ondeaba como una canciocilla alegre aunque pareció que me había escuchado y por tanto paró para mi desesperación cogiéndome con la boca abierta a media frase.
- Perdona guapa, pero el abuelete casi se te muere ahí fuera. Quizás quieras ver que pasa. - dije recomponiéndome lo mejor que pude. Dependiendo de su reacción intentaría mirar más a fondo o intentaría conseguir al menos un plato de aquel guiso tan bien olía. - El arroz se va enseguida a los pies.
- Perdone abue... - no pude terminar por la preciosa imagen que se mostraba ante mí. Una preciosa pelinegra con una tez nívea removía un caldero acompasando el movimiento con sus sinuosas caderas. Su melena ondeaba como una canciocilla alegre aunque pareció que me había escuchado y por tanto paró para mi desesperación cogiéndome con la boca abierta a media frase.
- Perdona guapa, pero el abuelete casi se te muere ahí fuera. Quizás quieras ver que pasa. - dije recomponiéndome lo mejor que pude. Dependiendo de su reacción intentaría mirar más a fondo o intentaría conseguir al menos un plato de aquel guiso tan bien olía. - El arroz se va enseguida a los pies.
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Off: Entiendo que la cursiva es un pensamiento.
- Anda ya se va a morir el abuelo, lo que pasa es que tiene sus ataques como siempre...- dice quitandole importancia. - A ese le quedan muchos años por delante aún.- aunque parece tenerle cariño no parece importarle demasiado que muera.
Se queda mirándote de arriba a abajo. Se fija en tu espada.
- ¿Me quieres decir que haces con la espada y el chuvasquero de mi hermano?- arquea una ceja mientras remueve el guiso. El abuelo se rie con una estridente risa nerviosa.
- Te han cogido ladronzueeeeeelo.Ñéjéjé-ÑIAAAAAAAAAAAAAAA- otro ataque- Jeje.
- Anda ya se va a morir el abuelo, lo que pasa es que tiene sus ataques como siempre...- dice quitandole importancia. - A ese le quedan muchos años por delante aún.- aunque parece tenerle cariño no parece importarle demasiado que muera.
Se queda mirándote de arriba a abajo. Se fija en tu espada.
- ¿Me quieres decir que haces con la espada y el chuvasquero de mi hermano?- arquea una ceja mientras remueve el guiso. El abuelo se rie con una estridente risa nerviosa.
- Te han cogido ladronzueeeeeelo.Ñéjéjé-ÑIAAAAAAAAAAAAAAA- otro ataque- Jeje.
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Off: Sí son pensamientos las frases en cursivas. Normalmente lo especifíco, pero esa se me pasó.
La joven paró su hiptonizante movimiento para contestarme sin darle mucha importancia al tema. Entendí por sus palabras que no era un caso aislado y que no la preocupaba en absoluto que el viejo muriese de uno de aquellos ataques, aunque en mí si que parecía fijarse. No me importaba seguir actuando de esta manera ya que estaba consiguiendo todo lo que me apetecía siendo amigable, pensé que quizás si seguía así podría darle un bocado a otra cosa por como me miraba la preciosa pelinegra de arriba a abajo. Mostré mi mejor sonrisa poniéndome erguido paara mostrar mejor porte, pero entonces fue cuando me di cuenta de que no era yo el que le interesaba. Había estado mirando la ropa que llevaba minuciosamente y ahora parecía fijarse en la espada mientras decía unas palabras que no esperaba.
- Mal rollo... - pensé automáticamente nada más terminar la frase y para rematar apareció el anciano decrépito llamándome ladronzuelo apoyando la teoría de la joven. No me esperaba que la otra casita tuviese algo que ver con esta granja enmarronándome yo solo de esta manera y no podía parar de maldecirme por haber terminado aquí, yo quería ir a la ciudad y todavía no recordaba porqué cojones había venido exactamente.
- 8, 16, 24, 32, 40... ¡Bien! Se acabó la función. Ya parecía que no iba a conseguir ni guiso ni ninguna otra cosa más, pero había conseguido recobrar la compostura tras el shock inicial y dejar claras las cosas en mi cabeza.
- Jejeje, Eso se deberá a que tu hermano tiene tan buen gusto como yo muñeca. - comencé a decir mientras andaba a paso lento y tranquilo mientras sonreía a la dama y me colocaba al lado del viejo alejándolo de la puerta para que no quedase a nuestras espaldas. - Y respecto a tú abuelito.... ¿De verdad crees que está tan bien de salud? - pregunté todavía sonriendo mientras pasaba un brazo por los hombros del anciano. -Yo creo que no deberíamos... "Sobresaltarlo" de ninguna manera. - terminé la última frase borrando todo ápice de sonrisa en mi rostro mientras me transformaba un segundo en mi forma híbrida para luego volver a mi estado normal.
El cambio duró un instante, pero tenía toda la atención de la joven la cual seguro lo había visto. Contaba con que apreciase a su pobre abuelo. No quería que se me conociese como el mata-viejos, pero también tenía claro que no iba a cortarme ante nada por seguir libre. No iba dejarme amedrentar por una joven y su abuelo, más cuando tenía al viejo para usarlo como moneda de cambio. Aunque a las malas si no me dejaban opción, la espada familiar iba a cortar unas cuantas ramas del árbol genealógico.
La joven paró su hiptonizante movimiento para contestarme sin darle mucha importancia al tema. Entendí por sus palabras que no era un caso aislado y que no la preocupaba en absoluto que el viejo muriese de uno de aquellos ataques, aunque en mí si que parecía fijarse. No me importaba seguir actuando de esta manera ya que estaba consiguiendo todo lo que me apetecía siendo amigable, pensé que quizás si seguía así podría darle un bocado a otra cosa por como me miraba la preciosa pelinegra de arriba a abajo. Mostré mi mejor sonrisa poniéndome erguido paara mostrar mejor porte, pero entonces fue cuando me di cuenta de que no era yo el que le interesaba. Había estado mirando la ropa que llevaba minuciosamente y ahora parecía fijarse en la espada mientras decía unas palabras que no esperaba.
- Mal rollo... - pensé automáticamente nada más terminar la frase y para rematar apareció el anciano decrépito llamándome ladronzuelo apoyando la teoría de la joven. No me esperaba que la otra casita tuviese algo que ver con esta granja enmarronándome yo solo de esta manera y no podía parar de maldecirme por haber terminado aquí, yo quería ir a la ciudad y todavía no recordaba porqué cojones había venido exactamente.
- 8, 16, 24, 32, 40... ¡Bien! Se acabó la función. Ya parecía que no iba a conseguir ni guiso ni ninguna otra cosa más, pero había conseguido recobrar la compostura tras el shock inicial y dejar claras las cosas en mi cabeza.
- Jejeje, Eso se deberá a que tu hermano tiene tan buen gusto como yo muñeca. - comencé a decir mientras andaba a paso lento y tranquilo mientras sonreía a la dama y me colocaba al lado del viejo alejándolo de la puerta para que no quedase a nuestras espaldas. - Y respecto a tú abuelito.... ¿De verdad crees que está tan bien de salud? - pregunté todavía sonriendo mientras pasaba un brazo por los hombros del anciano. -Yo creo que no deberíamos... "Sobresaltarlo" de ninguna manera. - terminé la última frase borrando todo ápice de sonrisa en mi rostro mientras me transformaba un segundo en mi forma híbrida para luego volver a mi estado normal.
El cambio duró un instante, pero tenía toda la atención de la joven la cual seguro lo había visto. Contaba con que apreciase a su pobre abuelo. No quería que se me conociese como el mata-viejos, pero también tenía claro que no iba a cortarme ante nada por seguir libre. No iba dejarme amedrentar por una joven y su abuelo, más cuando tenía al viejo para usarlo como moneda de cambio. Aunque a las malas si no me dejaban opción, la espada familiar iba a cortar unas cuantas ramas del árbol genealógico.
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Off: Mira... Mira que dije. Nah, no se le ocurrirá amenazarles. No va a ser todo tan cruento... peeero no. xD. Eres un nivel 1. Mira los niveles de los roles moderados.
La muyaya tiene un nivel efectivo de 15 pero no tiene profesión. El viejo tiene un nivel efectivo de 50. Y el único personaje abiertamente hostil que iba a salir (si acababa saliendo) iba a tener nivel 5.
Como os gusta amenazar a abuelos y muchachas a vosotros los piratas.
La muchacha te mira con sorpresa y algo de lástima. El viejo cuando te transformas parece muy tenso, e incluso asustado... pero no por él. Como solo es un instante simplemente te mira con la tranquilidad de un asceta.
- ¿No hemos sido amables contigo?- su aliento APESSSSSSta a cebollas.- Porque tú solo has tomado cosas que no eran tuyas... así que ahora vas a tener que pagar por ellas. A vé si metemos un poco de amabilidad en ese cuerpecillo tuyo, así como alguna sabiduría cebollera.- te da dos palmaditas en la cara, sus manos son callosas y duras.
- Mi hiiiiijo, forjó esa espada con tooodo su cariño para mi nieeeto. Pero a mi nieto no le gustan las armas cuerpo a cuerpo, fue un verdadeeeero palo... el único regalo de un paadre ausente en la forja. Y ahora que - coje la mano que le habías pasado por el hombro- creía que al menos algún muchacho podría darle uso y darle un espíritu a un arma abandonada... resulta.... que siquiera está agradecido- te va quitando de sus hombros- así que vas a tener que agradecernoslo de otra forma. Algo más... sufrido.
Off: Todavía no te mandan a ningún sitio, quiero ver tu reacción y a ver si intentas hacerle algo al viejo. Que ya te digo yo te puede y a 30 como tú . Profesiones: Devastador, la de las plantas que no me acuerdo cual era que es una especialización de guardabosques, carpintero y herrero.
La muyaya tiene un nivel efectivo de 15 pero no tiene profesión. El viejo tiene un nivel efectivo de 50. Y el único personaje abiertamente hostil que iba a salir (si acababa saliendo) iba a tener nivel 5.
Como os gusta amenazar a abuelos y muchachas a vosotros los piratas.
La muchacha te mira con sorpresa y algo de lástima. El viejo cuando te transformas parece muy tenso, e incluso asustado... pero no por él. Como solo es un instante simplemente te mira con la tranquilidad de un asceta.
- ¿No hemos sido amables contigo?- su aliento APESSSSSSta a cebollas.- Porque tú solo has tomado cosas que no eran tuyas... así que ahora vas a tener que pagar por ellas. A vé si metemos un poco de amabilidad en ese cuerpecillo tuyo, así como alguna sabiduría cebollera.- te da dos palmaditas en la cara, sus manos son callosas y duras.
- Mi hiiiiijo, forjó esa espada con tooodo su cariño para mi nieeeto. Pero a mi nieto no le gustan las armas cuerpo a cuerpo, fue un verdadeeeero palo... el único regalo de un paadre ausente en la forja. Y ahora que - coje la mano que le habías pasado por el hombro- creía que al menos algún muchacho podría darle uso y darle un espíritu a un arma abandonada... resulta.... que siquiera está agradecido- te va quitando de sus hombros- así que vas a tener que agradecernoslo de otra forma. Algo más... sufrido.
Off: Todavía no te mandan a ningún sitio, quiero ver tu reacción y a ver si intentas hacerle algo al viejo. Que ya te digo yo te puede y a 30 como tú . Profesiones: Devastador, la de las plantas que no me acuerdo cual era que es una especialización de guardabosques, carpintero y herrero.
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Las reacciones fueron bastante dispares de lo que esperaba. La joven parecía apenada, pero no por su abuelo precisamente. El anciano sin embargo mostró una actitud demasiada confiada. Nada iba como yo esperaba para nada y en verdad el anciano no estaba diciendo ninguna mentira, pero lo que él no sabía es que me daba igual. Sus palabras no calaban en mí puesto que eran cosas que ya había escuchado antes. "No tienes que coger lo que no es tuyo" sonaba en mi cabeza la misma frase una y otra vez, todo eso me aburría. A las malas correría como un galgo y ya está, había múltiples resoluciones y comenzaba a pesar en varias rápidamente, pero noté dos palmaditas en el rostro que tuvo que quedarme con una cara bastante cómica. No fue nada agresivo ni nada por el estilo, si no más bien como un toque de atención para que escuchase lo que seguía diciendo.
- Eso sí que no me lo esperaba. Por eso sentí eso cuando la vi, un arma creada con esa entrega... Llevaba un pedazo de alma del creador y desde luego no la merecía. - pensé ya en el arma y no las personas. La gente me daba igual normalmente, pero no podía evitar empatizar con el que forjó aquel arma para luego dejarla tirada por ahí.
Haciendo caso omiso de las personas que me rodeaban y del asqueroso olor a cebolla que desprendía el viejo y comencé a quitarme dicha espada de la espalda mientras me sentaba en el suelo con las piernas cruzadas desenfundándola lentamente. Mi pasión por ella era palpable para cualquiera que tuviese ojos para verlo. Me fijé en cada acabado de la hoja y del filo cómo en su aroma, podría ser raro a vista de otros, pero era mi manera de sentir el alma del arma. Podía sentir con el cariño que se había templado el arma sin causarle ninguna grieta y la pasión que había imprimido en aquel filo tan fantástico, pero el arma ahora parecía que me repudiaba ya que al pasar el dedo por su filo sentí su dulce mordisco haciéndome un pequeño corte en el pulgar. Ya no me llamaba igual que cuando la vi y sentía que había fallado a aquel arma.
- Suya es, no me pertenece. Cierto es que la cogí sin pedir, pero sentí algo en ella que hizo no pudiera contenerme de hacerla mía. - dije mientras alejaba el arma de donde estaba posándola con delicadeza en el suelo de madera. - Aunque ya no me quiere ella a mí. - dije sin poder evitar imprimir algo de tristeza en mis palabras. Respetaba a las armas y quien las hacía más que muchas otras cosas. Recuerdos venían a mi cabeza en los que no quería pensar, asique apartándolos a un lado me sinceré en cierta medida. -Las ropas tampoco son mías como bien habiáis observado, pero desperté en la orilla desnudo y desvalido. Encontré todas las cosas en una casita vacía y alejada de todo el mundo y no pude evitar pensar que todo aquello era parte de mi renacer. ¡Si hasta la ropa es de mi talla!.
Terminé cómo excusándome ya que en parte me avergonzaba el abrirme así, pero entendía al forjador.- Yo sólo haría armas para quien las cuidase... Y si no lo hacían los mataría con ellas. Si hacía falta les devolvería todo. Aunque me fuese desnudo otra vez ya encontraría cualquier otra cosa.
- Eso sí que no me lo esperaba. Por eso sentí eso cuando la vi, un arma creada con esa entrega... Llevaba un pedazo de alma del creador y desde luego no la merecía. - pensé ya en el arma y no las personas. La gente me daba igual normalmente, pero no podía evitar empatizar con el que forjó aquel arma para luego dejarla tirada por ahí.
Haciendo caso omiso de las personas que me rodeaban y del asqueroso olor a cebolla que desprendía el viejo y comencé a quitarme dicha espada de la espalda mientras me sentaba en el suelo con las piernas cruzadas desenfundándola lentamente. Mi pasión por ella era palpable para cualquiera que tuviese ojos para verlo. Me fijé en cada acabado de la hoja y del filo cómo en su aroma, podría ser raro a vista de otros, pero era mi manera de sentir el alma del arma. Podía sentir con el cariño que se había templado el arma sin causarle ninguna grieta y la pasión que había imprimido en aquel filo tan fantástico, pero el arma ahora parecía que me repudiaba ya que al pasar el dedo por su filo sentí su dulce mordisco haciéndome un pequeño corte en el pulgar. Ya no me llamaba igual que cuando la vi y sentía que había fallado a aquel arma.
- Suya es, no me pertenece. Cierto es que la cogí sin pedir, pero sentí algo en ella que hizo no pudiera contenerme de hacerla mía. - dije mientras alejaba el arma de donde estaba posándola con delicadeza en el suelo de madera. - Aunque ya no me quiere ella a mí. - dije sin poder evitar imprimir algo de tristeza en mis palabras. Respetaba a las armas y quien las hacía más que muchas otras cosas. Recuerdos venían a mi cabeza en los que no quería pensar, asique apartándolos a un lado me sinceré en cierta medida. -Las ropas tampoco son mías como bien habiáis observado, pero desperté en la orilla desnudo y desvalido. Encontré todas las cosas en una casita vacía y alejada de todo el mundo y no pude evitar pensar que todo aquello era parte de mi renacer. ¡Si hasta la ropa es de mi talla!.
Terminé cómo excusándome ya que en parte me avergonzaba el abrirme así, pero entendía al forjador.- Yo sólo haría armas para quien las cuidase... Y si no lo hacían los mataría con ellas. Si hacía falta les devolvería todo. Aunque me fuese desnudo otra vez ya encontraría cualquier otra cosa.
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OFf: Ya sabía yo que todo el tema de "el alma de la espada" te iba a dar en la patata.
El viejo se rasca la barbilla lentamente... luego se encuentra un pelo de esos de verruga y se lo intenta arrancar varias veces hasta que por fin lo hace.
- Bueeeeeno....
- De bueno nada, es un ladrón y deberíamos llamar a las autoridades. Incluso te ha amenazado.- dice la muchacha señalándote con el humeante cucharón.
- Tonteríiiiiiias- dice el viejo moviendo los brazos arriba y abajo , quitándole importancia.- Además se le ve mucho cariño por el arma...
- Si, y a saber para que la usa. Que son armas abuelo.
- Ya ya...- mismo gesto, aunque ahora parece que baila el hula-hula.- Pero no le metas en problemas ya bastante tiene con haberse quedado desnudo...
- A saber por qué, seguro que lo han arrojado al mar porque era un villano.
- Todas las cebollas son feas por fuera... pero dentro son duuulces... duuulce sabor a cebolla.
- Abuelo las cebollas no son dulces.
- Ya ya... ¿ahora quien está chocheando?
La chica suspira.
- Vale, haz lo que quieras. Pero que te del arma mientras tanto, que no me fio.
El viejo te tiende la mano para que le des la espada con tranquilidad.
- Tu tranquilo, trabajarás aquí un tiempo para pagar la espada y la ropa… incluso podríamos darte algo de dine…
- ¡Abuelo , vale ya! Y venga que tienes que comer algo que no sean cebollas. Que te va a dar algo.
El señor se gira dando la espalda a su nieta y subiendo su pie en una piedra imaginaria mientras el viento ondea sus raídos cabellos. Postura de héroe de leyenda.
- Jamás…- los segundos pasan y no cambia de postura.
- ¿ Te ha vuelto a dar el reuma al subir la pierna, no?
- ¿Una… ayudita?
- “Sesque…”- suspira…
Te darán de comer, la muchacha es recelosa de ti y te pone menos comida que a ellos, suficiente al haberte comido el arroz pero sin mucha carne ni nada.
El abuelo te dice que le ayudarás a recoger toda la plantación, que está ya muy mayor y no se quiere agachar. Ese será tu trabajo, el cual comenzarás un rato después de comer.
Te dice que no tiene herramientas, que las cebollas hay que tratarlas con cariño y que lo hagas a mano… que él siempre lo ha hecho así. ( No te extraña, ese señor te da un guantazo y te lija la cara de tanto callo).
La tierra es dura y puedes encontrar alguna que otra piedra que te hará daño en las manos.
Nota: Si USAS tu fruta, podrás ver como el viejo se lanza hacia a ti cuando te ve desde lo lejos. Balbuceando cosas como “Alimaña , BICHO, NO TE COMAS MIS CEBOLLAS” en una demencia brutal… (Recuerdo el nivel 50 de devastador, así que imagínate las ostias que da) Cuando vuelves a tu estado normal se detiene rascándose la coronilla y preguntándose que hace en medio del campo. Como estamos en un nivel 2 no hay peligro de muerte, pero puedes comerte alguna que otro golpe ( la espada no se encuentra desenfundada y no corta, funcionando más como un bate )
El viejo se rasca la barbilla lentamente... luego se encuentra un pelo de esos de verruga y se lo intenta arrancar varias veces hasta que por fin lo hace.
- Bueeeeeno....
- De bueno nada, es un ladrón y deberíamos llamar a las autoridades. Incluso te ha amenazado.- dice la muchacha señalándote con el humeante cucharón.
- Tonteríiiiiiias- dice el viejo moviendo los brazos arriba y abajo , quitándole importancia.- Además se le ve mucho cariño por el arma...
- Si, y a saber para que la usa. Que son armas abuelo.
- Ya ya...- mismo gesto, aunque ahora parece que baila el hula-hula.- Pero no le metas en problemas ya bastante tiene con haberse quedado desnudo...
- A saber por qué, seguro que lo han arrojado al mar porque era un villano.
- Todas las cebollas son feas por fuera... pero dentro son duuulces... duuulce sabor a cebolla.
- Abuelo las cebollas no son dulces.
- Ya ya... ¿ahora quien está chocheando?
La chica suspira.
- Vale, haz lo que quieras. Pero que te del arma mientras tanto, que no me fio.
El viejo te tiende la mano para que le des la espada con tranquilidad.
- Tu tranquilo, trabajarás aquí un tiempo para pagar la espada y la ropa… incluso podríamos darte algo de dine…
- ¡Abuelo , vale ya! Y venga que tienes que comer algo que no sean cebollas. Que te va a dar algo.
El señor se gira dando la espalda a su nieta y subiendo su pie en una piedra imaginaria mientras el viento ondea sus raídos cabellos. Postura de héroe de leyenda.
- Jamás…- los segundos pasan y no cambia de postura.
- ¿ Te ha vuelto a dar el reuma al subir la pierna, no?
- ¿Una… ayudita?
- “Sesque…”- suspira…
Te darán de comer, la muchacha es recelosa de ti y te pone menos comida que a ellos, suficiente al haberte comido el arroz pero sin mucha carne ni nada.
El abuelo te dice que le ayudarás a recoger toda la plantación, que está ya muy mayor y no se quiere agachar. Ese será tu trabajo, el cual comenzarás un rato después de comer.
Te dice que no tiene herramientas, que las cebollas hay que tratarlas con cariño y que lo hagas a mano… que él siempre lo ha hecho así. ( No te extraña, ese señor te da un guantazo y te lija la cara de tanto callo).
La tierra es dura y puedes encontrar alguna que otra piedra que te hará daño en las manos.
Nota: Si USAS tu fruta, podrás ver como el viejo se lanza hacia a ti cuando te ve desde lo lejos. Balbuceando cosas como “Alimaña , BICHO, NO TE COMAS MIS CEBOLLAS” en una demencia brutal… (Recuerdo el nivel 50 de devastador, así que imagínate las ostias que da) Cuando vuelves a tu estado normal se detiene rascándose la coronilla y preguntándose que hace en medio del campo. Como estamos en un nivel 2 no hay peligro de muerte, pero puedes comerte alguna que otro golpe ( la espada no se encuentra desenfundada y no corta, funcionando más como un bate )
Zack Suky
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El anciano y la preciosa joven tenían un cruce de opiniones sobre mí y que hacer conmigo. La actitud de la pelinegra era desafiante, incluso habló de llamar a las autoridades cosa que me hizo sonreír. - Aquí les iba a esperar yo. - pensé automáticamente. Había decidio no hacer ninguna locura en la granja por respeto al forjador, pero no iba a dejarme apresar así como así. Sin embargo el anciano se mostraba con una actitud muy desenfadada en comparación con su nieta, parecía que la emoción del momento le daba fuerzas y no paraba de moverse de formas muy peculiares. Parecía mucho más vivo que cuando había llegado.
La conversación siguió igual durante unos instantes, pero yo sólo tenía ojos para aquella preciosa espada. Me molestaba no sentir que fuese mía y el anciano me la pidió alargando una mano para que la entregara. No iba a poner pegas ni mucho menos, porque así no la quería asíque asiéndola con las dos manos se la entregé al ancianos para que la cogiera con el mango. Me sorprendió con la facilidad con el que viejo cogía el arma y la sujetaba con una sola mano. Desde luego el viejo chocho estaba fuerte, pero dudaba que fuese por su afán de comer cebolla aunque me hizo tomarme al hombre con más seriedad. En sus tiempos tuvo que ser una bestia, pero por sus palabras cualquiera diría que no estaba muy bien de la cabeza.
Me había ofrecido trabajo para conseguir el arma como pago, incluso dijo algo sobre ganar dinero, pero mi mente ya sólo pensaba en la gran espada. Era una manera de intentar enmendar mi error con el arma ya que me encantaría terminar saliendo de aquí con ella a mi espalda, pero primero tenía que saber que tendría que hacer para conseguirlo. Iba a preguntarlo cuando otra vez se enzarzaron entre ellos por el tema de la comida. El anciano cebollil había soltado la espada y se dispuso a adoptar una postura bastante cómica quedándose entrillado en ella. - Vaya cuadro... - pensé mientras la joven ayudaba al anciano a recuperar una postura normal y llevándolo a la mesa.
Me sorprendí bastante al ver que la joven servía tres platos y me invataba a sentarme a la mesa. El plato era escaso pero delicioso. Tenía las especias justas y la poca carne que comí estaba bastante tierna. Durante toda la comida mantuvimos un silencio sepulcral y hasta que no estuvieron los platos vacíos el anciano no me explicó que tenía que hacer.
- Putas cebollas. El anciano me pedía que arrancase todas las cebollas que ya estaban listas para su recolección. Comenzó a explicarme como tenía que desenterrarlas con mucho cuidado para no dañar los bulbos y así no echarlos a perder. También dijo que había que hacerlo todo a mano ya que no poseía ninguna herramienta para la tarea, puesto que decía que era la manera de sentir el corazón de las cebollas. El anciano hablaba de las cebollas con la misma pasión que yo mismo podría mostrar al hacerlo sobre espadas. Parecía que era lo que mantenía la vitalidad del anciano a flor de piel, pero yo antes de trabajar necesitaba un cigarro después de comer. -¿No tendrás un piti verdad? Y por cierto, soy Zack - dije buscando con la mirada a la pelinegra presentándome, no sabía como se llamaba ninguno de ellos y con suerte me darían un cigarrillo consiguiendo que trabajase algo mejor.
Después de un tiempo indeterminado ya era hora de ponerse a trabajar. La digestión estaba medio hecha y el anciano estaba durmiéndose la siesta. Salí por la puerta y vi toda la extensión de plantación que tenía que coger. El sol azotaba en lo alto y las chicharras cantaban como locas, pero no quería desanimarme tan pronto asique me puse a ello. Había que excavar bordeando cada tubérculo e intentar no dañarlo en el proceso. Según el anciano había que recoger las que tenían un estrechamineto en el tallo y comenzaban a doblarse. Esa era la pista que tenía que buscar para saber cual sacar de la tierra, asique no queriendo alargar más esta rara situación me puse manos a la obra.
Dos goterones más de sudor cayeron en el pequeño agujero que acaba de hacer para sacar otra cebolla más. No sabía cuanto tiempo llevaba haciendo lo mismo una y otra vez, pero parecía que no avanzaba. El calor hacía la tarea bastante ardua, ni siquiera quitándome la gabardina conseguí combatir el sofoco que me atenazaba. Con el ardor de la fragua disfrutaba viendo como el metal cambiaba de tonalidad hasta estar candente para luego transformarlo en algo mejor, pero esto era horrible. Tenía las manos magulladas de tanto escarbar en el maldito suelo lleno de pequeñas piedras y llegó un momento en el que me cansé de tener cuidado. No había querido transformarme por miedo de poder dañar los bulbos con las zarpas, pero ya lo vi necesario. Iba acabar mucho antes, asique pasé a forma híbrida.
Los ruidos y olores se intenfisicaron nada más terminar el cambio y el maldito olor a cebolla cruda hizo que arrugara el hocico. Una arcada asomó sin que pudiera aguantarla y casi vuelvo a la normal para intentar borrar ese olor de mis fosas nasales. - 8, 16, 24, 32, 40... - comencé a serenarme. Tenía que hacer un esfuerzo para aguantar ya que así adelantaría bastante el trabajo y podría irme antes si la espada me había perdonado. Tenía que redimir mi error.
Me puse a cuatro patas y comencé a clavar las garras de forma inclinada consiguiendo sacar los bulbos incluso con tierra. Era como si tuviese una pala en cada mano aligerando el trabajo y el pelaje aguantaba los pequeños arañazos del terreno proporcionándome una protección como si de guantes se tratase. Estaba avanzando bastante con un ritmo superior al que esperaba y así tardaría menos en acabar.
Montones de cebollas se amontonaban una encima de otra cuando unos gritos me sacaron del trance en el que había entrado para no pensar en los olores. Parecía el anciano chocho hablando con algún bicho que hubiese visto por ahí según sus palabras. Me giré divertido esperando ver alguna escena cómica del abuelete cuando me di cuenta que la alimaña era yo. Venía como un poseso con la nodachi enfundada, pero con ella en la mano y parecía dispuesto a atacarme con ella.
- ¡No!¡Para viejo loco!¡Soy... - comencé a gritar mientras levantaba las manos como muestra de que no estaba haciendo nada, pero el viejo ya venía con la inercia y parecía que no podía parar el golpe. Había ejecutado un golpe horizontal ante el cual sólo pude poner los brazos en equis intentando no recibir el golpe de lleno en el pecho.
La ostia fue mucho mayor a lo que esperaba y salí despedido hacia atras llevándome varios de los bulbos a mi paso. El golpe había sido con la parte plana de la espada y enfundada, pero aún así tenía los dos brazos medio acalambrados. Una ira ciega se apoderó de mí al creerme engañado por el viejo y la joven, haciendo que me levantara dispuesto a transformarme en forma completa y morderle el cuello al puto viejo para luego reducir a cenizas toda la puta granja.
- ¡Maldito senil! ¡¿Qué mierdas te he hecho yo ahora so estúpido!?. - grité levantándome como podía a varios metros de donde estaba. Pensaba seguir insultándole, pero el viejo ya ni me miraba, incluso parecía no saber ni donde se encontraba. - Puto viejo... Desde luego estaba completamente loco, pero golpeaba duro. Todavía la sensación de acalambrabamiento recorría mis brazos y comencé a abrir y cerrar las manos con esfuerzo intentando volver a recuperar la sensibilidad mientras volvía a mi forma normal para acercarme al viejo con prudencia. No estuviese todavía en medio de un ataque y me tomase por una alimaña otra vez.
Si el anciano recapacitaba volvería con él al interior para contarle a la preciosa joven lo sucedido. Intentaría convencerla de que transformado tardaría menos, pero que no podía estar siendo golpeado cuando menos lo esparaba por el hombre. Sabía que iba a ser difícil convencerla dado que no fiaba de mí, aunque tenía que intentarlo al menos. Si no había manera tendría que pensar algo ya que un mal golpe del viejo loco podía descoyuntarme, aunque al menos esto me valdría para descansar.
La conversación siguió igual durante unos instantes, pero yo sólo tenía ojos para aquella preciosa espada. Me molestaba no sentir que fuese mía y el anciano me la pidió alargando una mano para que la entregara. No iba a poner pegas ni mucho menos, porque así no la quería asíque asiéndola con las dos manos se la entregé al ancianos para que la cogiera con el mango. Me sorprendió con la facilidad con el que viejo cogía el arma y la sujetaba con una sola mano. Desde luego el viejo chocho estaba fuerte, pero dudaba que fuese por su afán de comer cebolla aunque me hizo tomarme al hombre con más seriedad. En sus tiempos tuvo que ser una bestia, pero por sus palabras cualquiera diría que no estaba muy bien de la cabeza.
Me había ofrecido trabajo para conseguir el arma como pago, incluso dijo algo sobre ganar dinero, pero mi mente ya sólo pensaba en la gran espada. Era una manera de intentar enmendar mi error con el arma ya que me encantaría terminar saliendo de aquí con ella a mi espalda, pero primero tenía que saber que tendría que hacer para conseguirlo. Iba a preguntarlo cuando otra vez se enzarzaron entre ellos por el tema de la comida. El anciano cebollil había soltado la espada y se dispuso a adoptar una postura bastante cómica quedándose entrillado en ella. - Vaya cuadro... - pensé mientras la joven ayudaba al anciano a recuperar una postura normal y llevándolo a la mesa.
Me sorprendí bastante al ver que la joven servía tres platos y me invataba a sentarme a la mesa. El plato era escaso pero delicioso. Tenía las especias justas y la poca carne que comí estaba bastante tierna. Durante toda la comida mantuvimos un silencio sepulcral y hasta que no estuvieron los platos vacíos el anciano no me explicó que tenía que hacer.
- Putas cebollas. El anciano me pedía que arrancase todas las cebollas que ya estaban listas para su recolección. Comenzó a explicarme como tenía que desenterrarlas con mucho cuidado para no dañar los bulbos y así no echarlos a perder. También dijo que había que hacerlo todo a mano ya que no poseía ninguna herramienta para la tarea, puesto que decía que era la manera de sentir el corazón de las cebollas. El anciano hablaba de las cebollas con la misma pasión que yo mismo podría mostrar al hacerlo sobre espadas. Parecía que era lo que mantenía la vitalidad del anciano a flor de piel, pero yo antes de trabajar necesitaba un cigarro después de comer. -¿No tendrás un piti verdad? Y por cierto, soy Zack - dije buscando con la mirada a la pelinegra presentándome, no sabía como se llamaba ninguno de ellos y con suerte me darían un cigarrillo consiguiendo que trabajase algo mejor.
Después de un tiempo indeterminado ya era hora de ponerse a trabajar. La digestión estaba medio hecha y el anciano estaba durmiéndose la siesta. Salí por la puerta y vi toda la extensión de plantación que tenía que coger. El sol azotaba en lo alto y las chicharras cantaban como locas, pero no quería desanimarme tan pronto asique me puse a ello. Había que excavar bordeando cada tubérculo e intentar no dañarlo en el proceso. Según el anciano había que recoger las que tenían un estrechamineto en el tallo y comenzaban a doblarse. Esa era la pista que tenía que buscar para saber cual sacar de la tierra, asique no queriendo alargar más esta rara situación me puse manos a la obra.
Dos goterones más de sudor cayeron en el pequeño agujero que acaba de hacer para sacar otra cebolla más. No sabía cuanto tiempo llevaba haciendo lo mismo una y otra vez, pero parecía que no avanzaba. El calor hacía la tarea bastante ardua, ni siquiera quitándome la gabardina conseguí combatir el sofoco que me atenazaba. Con el ardor de la fragua disfrutaba viendo como el metal cambiaba de tonalidad hasta estar candente para luego transformarlo en algo mejor, pero esto era horrible. Tenía las manos magulladas de tanto escarbar en el maldito suelo lleno de pequeñas piedras y llegó un momento en el que me cansé de tener cuidado. No había querido transformarme por miedo de poder dañar los bulbos con las zarpas, pero ya lo vi necesario. Iba acabar mucho antes, asique pasé a forma híbrida.
Los ruidos y olores se intenfisicaron nada más terminar el cambio y el maldito olor a cebolla cruda hizo que arrugara el hocico. Una arcada asomó sin que pudiera aguantarla y casi vuelvo a la normal para intentar borrar ese olor de mis fosas nasales. - 8, 16, 24, 32, 40... - comencé a serenarme. Tenía que hacer un esfuerzo para aguantar ya que así adelantaría bastante el trabajo y podría irme antes si la espada me había perdonado. Tenía que redimir mi error.
Me puse a cuatro patas y comencé a clavar las garras de forma inclinada consiguiendo sacar los bulbos incluso con tierra. Era como si tuviese una pala en cada mano aligerando el trabajo y el pelaje aguantaba los pequeños arañazos del terreno proporcionándome una protección como si de guantes se tratase. Estaba avanzando bastante con un ritmo superior al que esperaba y así tardaría menos en acabar.
Montones de cebollas se amontonaban una encima de otra cuando unos gritos me sacaron del trance en el que había entrado para no pensar en los olores. Parecía el anciano chocho hablando con algún bicho que hubiese visto por ahí según sus palabras. Me giré divertido esperando ver alguna escena cómica del abuelete cuando me di cuenta que la alimaña era yo. Venía como un poseso con la nodachi enfundada, pero con ella en la mano y parecía dispuesto a atacarme con ella.
- ¡No!¡Para viejo loco!¡Soy... - comencé a gritar mientras levantaba las manos como muestra de que no estaba haciendo nada, pero el viejo ya venía con la inercia y parecía que no podía parar el golpe. Había ejecutado un golpe horizontal ante el cual sólo pude poner los brazos en equis intentando no recibir el golpe de lleno en el pecho.
La ostia fue mucho mayor a lo que esperaba y salí despedido hacia atras llevándome varios de los bulbos a mi paso. El golpe había sido con la parte plana de la espada y enfundada, pero aún así tenía los dos brazos medio acalambrados. Una ira ciega se apoderó de mí al creerme engañado por el viejo y la joven, haciendo que me levantara dispuesto a transformarme en forma completa y morderle el cuello al puto viejo para luego reducir a cenizas toda la puta granja.
- ¡Maldito senil! ¡¿Qué mierdas te he hecho yo ahora so estúpido!?. - grité levantándome como podía a varios metros de donde estaba. Pensaba seguir insultándole, pero el viejo ya ni me miraba, incluso parecía no saber ni donde se encontraba. - Puto viejo... Desde luego estaba completamente loco, pero golpeaba duro. Todavía la sensación de acalambrabamiento recorría mis brazos y comencé a abrir y cerrar las manos con esfuerzo intentando volver a recuperar la sensibilidad mientras volvía a mi forma normal para acercarme al viejo con prudencia. No estuviese todavía en medio de un ataque y me tomase por una alimaña otra vez.
Si el anciano recapacitaba volvería con él al interior para contarle a la preciosa joven lo sucedido. Intentaría convencerla de que transformado tardaría menos, pero que no podía estar siendo golpeado cuando menos lo esparaba por el hombre. Sabía que iba a ser difícil convencerla dado que no fiaba de mí, aunque tenía que intentarlo al menos. Si no había manera tendría que pensar algo ya que un mal golpe del viejo loco podía descoyuntarme, aunque al menos esto me valdría para descansar.
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Off: Que sepas que me ha encantado el maldito post, y además la dedicación que has puesto para completar el personaje buscando cuando se pueden recolectar las malditas cebollas (confirmado vía internet su veracidad). De verdad, muy bien. Espero que el que corrija lea esto, porque eso es un punto muy a favor.
Además me he partido la caja leyendo.
On.
El viejo mira el destrozo de tus revoleos (causados por él ) y te echa la bronca
- PERO QUE HACES; MIS CEBOLLAS MIS POBRES CEBOLLAS; TE HE DICHO QUE TENGAS CUIDADO- se arrodilla ante una destrozada y la acaricia- Te pondrás bien pequeña… te pondrás bien…- pero se rompe.- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!- golpea el suelo en dramatismo.
Luego te mira con renovada furia.
- Ahora no descansarás hasta la noche.
El viejo te supervisa de lejos con una mirada llena de odio… mientras no tiene ataques, porque cuando los tiene un ojo mira hacia arriba y el otro hacia el pueblo. Te destrozas las manos, duelen a más no poder.
El viejo carraspea, y afirma que así tienes lo merecido por sus pobres cebollas. Las va limpiando una a una y poniendo dentro de la casa, en grupitos según tamaño .
- Ea ya estáis con vuestras hermanitas para que tengáis con quien hablar.- chocheando.
La muchacha permanece atenta a tu explicación, mirando tus manos. “Te resultaría más fácil… pero yo sigo sin fiarme de ti”… sonríe malvadamente, algo así como el GRINCH. – El anciano es el que entiende de la tierra… si no puedes transformarte porque él no quiere ver a una alimaña en su campo… pues… vas a tener que hacerlo a la vieja usanza… a manitas.- hijadeputa. Al menos te cura las manos, aunque el abuelo te dice que sólo se pondrán duras si se te infectan hasta el hueso (maldito bruto). Escuecen y están llenas de tiritas. La noche pasa tranquila, la muchacha no duerme con vosotros si no que vive en el pueblo, que volverá a la mañana para el desayuno.
El viejo, siempre que sobreviva a la noche… no por ti si no por los repentinos ataques nocturnos que a veces le dan, te despertará a las 5 de la mañana para volver a trabajar. Y la mujer no viene hasta las 7 para el desayuno.
Off: Mi planteamiento es que tu propio cuerpo para defenderse del dolor y del daño vaya transformando poco a poco las manos como transformación parcial. Creo que es algo más propio que AJAJA VOY A ENTRENAR PARA HACER ESTO. Ve poniendo referencias a lo mejor al dolor o algo así, ya poco a poco sacamos la técnica que hay MUUUCHAS cebollas.
Lo siguiente es una referencia, es igualito pero en mujer con el pelo negro.
Además me he partido la caja leyendo.
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- PERO QUE HACES; MIS CEBOLLAS MIS POBRES CEBOLLAS; TE HE DICHO QUE TENGAS CUIDADO- se arrodilla ante una destrozada y la acaricia- Te pondrás bien pequeña… te pondrás bien…- pero se rompe.- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!- golpea el suelo en dramatismo.
Luego te mira con renovada furia.
- Ahora no descansarás hasta la noche.
El viejo te supervisa de lejos con una mirada llena de odio… mientras no tiene ataques, porque cuando los tiene un ojo mira hacia arriba y el otro hacia el pueblo. Te destrozas las manos, duelen a más no poder.
El viejo carraspea, y afirma que así tienes lo merecido por sus pobres cebollas. Las va limpiando una a una y poniendo dentro de la casa, en grupitos según tamaño .
- Ea ya estáis con vuestras hermanitas para que tengáis con quien hablar.- chocheando.
La muchacha permanece atenta a tu explicación, mirando tus manos. “Te resultaría más fácil… pero yo sigo sin fiarme de ti”… sonríe malvadamente, algo así como el GRINCH. – El anciano es el que entiende de la tierra… si no puedes transformarte porque él no quiere ver a una alimaña en su campo… pues… vas a tener que hacerlo a la vieja usanza… a manitas.- hijadeputa. Al menos te cura las manos, aunque el abuelo te dice que sólo se pondrán duras si se te infectan hasta el hueso (maldito bruto). Escuecen y están llenas de tiritas. La noche pasa tranquila, la muchacha no duerme con vosotros si no que vive en el pueblo, que volverá a la mañana para el desayuno.
El viejo, siempre que sobreviva a la noche… no por ti si no por los repentinos ataques nocturnos que a veces le dan, te despertará a las 5 de la mañana para volver a trabajar. Y la mujer no viene hasta las 7 para el desayuno.
Off: Mi planteamiento es que tu propio cuerpo para defenderse del dolor y del daño vaya transformando poco a poco las manos como transformación parcial. Creo que es algo más propio que AJAJA VOY A ENTRENAR PARA HACER ESTO. Ve poniendo referencias a lo mejor al dolor o algo así, ya poco a poco sacamos la técnica que hay MUUUCHAS cebollas.
Lo siguiente es una referencia, es igualito pero en mujer con el pelo negro.
- GRINCH:
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- Off:
- Me molesté en informarme para que quedase bien. También me alegro que te guste xD
El maldito viejo no atendía a razones. Intenté convencerlo para entrar al interior de la casa, pero no hubo manera. Estaba montando otro de sus numeritos con las cebollas, parecía un padre consumido por la desesperación tras ver el cadáver caído de su hijo, pero él con las cebollas. - Y yo que creía que era mi día de suerte.... - pensé mientras me acercaba al anciano que se postraba en el suelo gritando agónicamente.
- Tranquilo abuelete, tampoco es para tanto. - comencé para tratar de tranquilizarle, pero ni mucho menos fue lo que conseguí.
El anciano sufría un ataque de ira y se negaba a entrar dentro, parecía endiablado aunque no era lo peor. Decía que no podría descansar hasta el anochecer, si no que tendría que trabajar sin parar. Me lo tomé bastantante en serio puesto que aún tenía la espada a su lado y todavía me dolían los antebrazos del golpe.
- Desde luego necesito un cigarro para lidiar con esto. - pensé apenado por mi ausencia de nicotina.
Me puse a la tarea de nuevo sufriendo con cada bulbo que arrancaba de aquel asqueroso y pedregoso terreno. Pensé que cuanto antes me pusiese de nuevo antes terminaría, pero estaba resultando ser un trabajo duro. Ahora entendía la fuerza de aquel anciano loco. Si llevaba los tropocientos de años que parecía tener trabajando el solo este terreno, era normal que estuviese tan fuerte.
Pasaron las horas y el anciano seguía allí clavado sin quitarme ojo de encima, parecía el paciente buitre a la espera de que su presa desfalleciera. No iba a darle el gusto y seguí hasta ya bien entrada la noche. Mis manos y rodillas estaban completamente magulladas y ensangrentadas. Rehusé a usar mi forma híbrida de nuevo por temor a un mal golpe del viejo loco, pero cada vez que mis manos topaban con alguna puñetera piedra que sesgaba mi piel no podía evitar la tentación de recurrir a ella, aunque claro que también maldecía al anciano y sus estúpidas cebollas. Él amontonaba cada cebolla con mimo mientras a mí me entraban ganas de tratarlas como si fuese a hacer vino con ellas. Y así toda la tarde y parte de la noche hasta que la joven se asomó llamando al anciano para cenar.
Hice caso omiso a que a mí no me había llamado y dejé de sacar malditas cebollas para adentrarme en la casa tras el viejo. Volvía a oler de manera fantástica, incluso se me olvidaron por un instante los dolores. Mi estómago rugía pidiendo comida y por suerte de nuevo había tres platos. Aproveché para acercarme a la joven y hablar con ella para ver si podía convencer al viejo para poder transformarme. Le conté lo rápido que había avanzado así al principio hasta que fui interrumpido, incluso mostré mis manos destrozadas para que viese que estaba dejándome la piel literalmente en la tarea.
Al principio creí que había conseguido algo con la joven ya que comenzó a hablar mirando mis manos y como en un susurro, pero de repente cambió su actitud por otra más odiosa mientras dejaba claro que eso a ella la daba igual. Sonreía como una psicópata, parecía disfrutar viéndome en aquella situación aunque comenzó a buscar algo en un armarito pequeño que habí en la cocina.
- El trastorno cebollil impera en esta casa. - Comencé a pensar cuando vi que la joven sacó unas tiritas y una especie de potingue que extendió por mis manos. No pude evitar soltar un quejido debido al escozor y el viejo soltó otra de sus "perlitas". La situación se volvía más surrealista según terminaba el día, aunque algo en mi interior me decía que sólo acababa de empezar.
La cena trascurrió tranquila a excepción de un par de numeritos más del héroe cebollil. Mis ojos se posaron en la espada que yacía desenfundada por ahí, pero su hoja parecía emitir vida propia hipnotizándome hasta el punto que estuve ahí abstraido hasta que todo estaba ya recogido. La joven se despidió del anciano con un dulce beso en la coronilla mientras que conmigo volvió a lucir aquella sonrisa endemoniada antes de salir meneando las caderas. Tenía una mezcla de sensualidad y locura que la hacía bastante interesante.
El anciano me llevó a una pequeña habitación con un camastro y poco más, aunque no tenía ganas ni de curiosear que había por allí. Tiré la ropa al suelo y me dejé caer a plomo sobre la cama. Pensaba que iba a caer rendido por el cansancio, pero me encontré con un problema que no había previsto. Acostumbraba a dormir boca abajo con los brazos entrelazados bajo la cabeza y dado al estado de mis manos no podía. - ¡Puta mierda! - pensaba mientras buscaba una postura en la que pudiese conciliar el sueño. En algunos momento conseguí quedarme medio dormido contando, pero rápidamente me despertaba ya fuese porque acababa sobre las manos y el dolor terminaba molestándome, o porque extraños sueños de cebollas que mordían mis manos revolvían mi reposo. El caso es que cuando más o menos conseguí descansar un rato un estruendo me levantó, era el anciano aporreando la puerta.
- Puta vida...¡Si todavía es de noche! - espeté con voz ronca. Tenía la visión nublada por una maraña de legañas, pero hizo un acopio de fuerzas para despegarme del colchón. Cuando salí del cuerto me fijé en que el anciano ya había salido al exterior puesto que se le escuchaba hablar con alguien. Estaba sentado en el mismo sitio donde lo conocí y se encontraba hablando ñoñerías con la cebolla que se estaba comiendo. En un plato había otra cebolla como si fuese para mí, aunque no tenía pensado acercarme a más cebollas de las necesarias. Todavía me quedaba gran parte del trabajo y hoy sería más duro a pesar de que el ungüento de la joven había mitigado parte de los dolores y mantenido la hinchazón sin que fuese a más. Me daba miedo terminar con las manos destrozadas ya que mi pasión requería de mi manejo con ellas y cualquiera diría que estaba loco por seguir aquí y no haberme marchado corriendo nada más tener una oportunidad, pero mi motivo estaba postrado al lado del anciano loco. La sentía aún envainada allí posada y sabía que si terminaba esta locura que había empezado me marcharía con ella. Terminaría en parte por ella y por otra parte para no herir mi propio orgullo. - Unas cebollas no podrán conmigo. - pensé mientras andaba hacia el campo de cebollas.
Trabajé y maldije en voz baja mientras mientras las heridas volvían a abrirse y nuevos arañazos aparecían al lado de los antiguos que todavía no se habían cerrado. No podía evitar pensar en como mi poder aceleraría las cosas haciéndolo todo más sencillo y menos dolorosos. Me asqueaba la cabezonería del hombre loco, pero más mi torpeza para no poder solucionar el problema. Pensaba en que tenía que haber alguna manera de hacer algo, incluso ya había automatizado el movimiento de escarbar alrededor del tallo en busca del asqueroso bulbo mientras mi cabeza planteaba soluciones de varias formas, sólo me sacaba de mi concentración los afilafos bordes de las piedras, aunque hubo un momento en que dejé de sentir dolor mientras introducía mis manos en aquel asqueroso terreno. Quizás se tratase que tanto dolor y heridas habían coseguido que perdiera la capacidad del tacto aunque daba igual. Seguí por pura obstinación sin ya fijarme siquiera en lo que hacía hasta que escuché la voz de la joven.
Venía con ropa distinta y cargada con un par de bolsas. Saludaba jovialmente al anciano que se dedicaba a amontonar los tubérculos por categorías y la escuché decirle que entrara que iba a preparar el desayuno. La simple visión de la joven consiguió sacarme del trance haciendo que una de mis amigas piedras me hiciera otro corte más. Saqué las manos rápidamente con el cepellón en las manos, al verlo me sorprendí ya que parecía sacado limpiamente como cuando usaba las garras, pero no podía ser. No había cambiado a forma híbrida deliberadamente y no le encontraba explicación. Sería una casualidad sin más, pero ahora tocaba algo más importante. Quizás volviera a probar la comida de la preciosa pelinegra y con algo de suerte habrá traído cigarrillos.
- Necesito un piti ya. - mascullé mientras me adentraba de nuevo en la casa. A lo mejor esta vez incluso hasta descubro su nombre.
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La muchacha trae bolas de arroz, pescado , un poco de sopa que está calentando... un rico y consistente desayuno. Te sirve una cantidad normal, ¿te atreverás a repetir?. Te lo permite.
También saca un paquete de cigarrillos. Dejándolo sobre la mesa. Ella y el abuelo se ponen a discutir precios para llevar hoy las verduras al mercado mientras coméis, además la muchacha le pregunta si ha tenido algun problema durante la noche... te lanza una mirada sospechante, pero el abuelo dice que nada sólo que se levanta mucho a mear, como siempre...
Una comida apacible, y luego el viejo te dice que sigas trabajando mientras él va al pueblo a vender las cebollas.
- Allí está mamá para ayudarte, que si fuera por tí no vendes las cebollas.
- SI QUIEREN MIS CEBOLLAS QUE PAGUEN LO QUE VALEN.
- Le pones precios muy altos.
- Son de muy buena calidad...
- Abueelo...
- Ya ya... - carga las cebollas en un gargantuesco saco con compartimentos (como si de un múltiple portabebés se tratase) y marcha. La espada se queda en la pared de la habitación... apoyada.
Da dos toquecitos con el paquete sobre la mesa y lo abre sacando un cigarrillo, se lo pone en los finos labios y saca un pequeño mechero, inspira encendiéndolo.
Si le pides uno se levantará un poco y deslizará uno de los dos cojines que usa para sentarse a su derecha (cojín de estos planos japonés), encendiendo otro más con el suyo y tendiéndotelo.
Fuma tranquilamente mirando hacia el campo.
- ¿Como tienes las manos?- no te mira, simplemente observa el cultivo(al que le queda poco que cosechar).
También saca un paquete de cigarrillos. Dejándolo sobre la mesa. Ella y el abuelo se ponen a discutir precios para llevar hoy las verduras al mercado mientras coméis, además la muchacha le pregunta si ha tenido algun problema durante la noche... te lanza una mirada sospechante, pero el abuelo dice que nada sólo que se levanta mucho a mear, como siempre...
Una comida apacible, y luego el viejo te dice que sigas trabajando mientras él va al pueblo a vender las cebollas.
- Allí está mamá para ayudarte, que si fuera por tí no vendes las cebollas.
- SI QUIEREN MIS CEBOLLAS QUE PAGUEN LO QUE VALEN.
- Le pones precios muy altos.
- Son de muy buena calidad...
- Abueelo...
- Ya ya... - carga las cebollas en un gargantuesco saco con compartimentos (como si de un múltiple portabebés se tratase) y marcha. La espada se queda en la pared de la habitación... apoyada.
Da dos toquecitos con el paquete sobre la mesa y lo abre sacando un cigarrillo, se lo pone en los finos labios y saca un pequeño mechero, inspira encendiéndolo.
Si le pides uno se levantará un poco y deslizará uno de los dos cojines que usa para sentarse a su derecha (cojín de estos planos japonés), encendiendo otro más con el suyo y tendiéndotelo.
Fuma tranquilamente mirando hacia el campo.
- ¿Como tienes las manos?- no te mira, simplemente observa el cultivo(al que le queda poco que cosechar).
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Cuando entré al interior la joven ya tenía el fuego encendido y se encontraba vaciando unas bolsas que había traído. Sacó arroz y pescado ya preparado en unos pequeños envases, aunque vi lo más importante para mí en ese momento, puesto que sacó una cajetilla de tabaco. Mis ojos se abrieron cómo platos, pero nadie indicó que fuera para mí y la joven se dispuso a servir la comida. No pude evitar fijarme en que esta vez mi plato estaba igual de lleno que los demás y de nuevo todo estaba riquísimo, aunque pasé algunas penurias para manejarme con los cubiertos de forma adecuada, ellos mientras hablaban de hortalizas y precios. Estuve tentado de repetir y todo, pero no quise tentar a la suerte, además la joven nada más recoger las cosas dejó el paquete de tabaco al lado de donde yo estaba mientras su conversación con el viejo cambió de derroteros. Preguntó si había tenido algún problema durante la noche, aunque se fijaba en mí fulminándome con la mirada hasta que el anciano la contestó quedándola más tranquila.
- Para dar guerra estaba yo durante la noche - pensé mientras intentaba reprimir una imagen del anciano meón que amenazaba con emerger si me distraía.
El anciano comenzó a colocar sus preciadas cebollas en una peculiar bolsa mientras terminaban de discutir sobre que precio debía ponerles. Desde luego esperaba que fuese mucho, ya que costaba un suplicio sacar el producto. Había que emplear tiempo, sudor y sangre, por lo menos eso era lo que me había costado a mí sacarlas, aunque creía que lo que podía sacar a cambio me parecía suficiente por el trabajo realizado, además el viejo y la joven no se estaban portando mal a pesar de que les robé. Todavía llevaba la ropa que cogí prestada y no parecía molestarles mucho, aunque lo importante de todo reposaba en la pared sin que nadie le hiciese caso. Era majestuosa, pero no pude admirarla mucho puesto que el viejo me mandó a trabajar mientras él se iba a vender las malditas cebollas.
Creía que me iba a usar como mula de carga para llevar las cebollas al poblado, nunca imaginé que me dejaría a solas con la pelinegra y menos que dejaría la espada ahí. Mis instintos comenzaron a llamarme como una dulce melodía, era algo casi hipnótico. Me veía cogiéndola mientras salía con ella corriendo para buscar un nuevo sitio y alejarme de esta locura, pero mi ensoñación rápido desapareció cuando comencé a escuchar un pequeño repiqueteo.
Pude ver como la joven golpeaba el paquete para sacar los cigarrillos que tan apretados venían. Deslizó uno suavemente hacia sus preciosos labios encendiéndoselo con suave gracilidad. Nada más olerlo no pude reprimir mis ansias por fumar.
- ¿Me das uno? - pregunté suavemente mientras me acercaba a la mesa donde estaba sentada dejando de lado a la espada. - Ya serás mía, pero haré que quieres venir conmigo "pequeña". - pensé mirando por última vez a la espada para prestarle toda mi atención a la preciosa joven que comenzó a moverse acomodando un cojín a su lado. - ¿Quiere qué me siente a su lado?
No podía creerlo, pero no quise hacer comentario alguno que estropeara tan buen ambiente. Me senté a su lado viendo como encendía otro cigarrillo con el suyo propio de una larga chupada. Una mujer que sabía fumar posee una erótica importante y quizás por eso tardé en reaccionar para coger el cigarro que me tendía.
- Oh... Sí. Necesitaba esto - pensé mientras el humo inundaba mis pulmones calmando un ansia que llevaba remordiéndome desde que desperté a orillas del mar. Nos quedamos sentados fumando plácidamente sumidos en un silencio apaciguador disfutando de cada calada mientras mirábamos el estenso campo de cebollas a medio cosechar, aunque de vez en cuando alguna mirada se me escapaba hacia la joven. El humo formaba unos bucles alrededor de su rostro enmarcando su mirada de una forma maravillosa, no parecía la típica flor de jardín delicada, si no más bien como la nodachi. Parecía firme, dura, maravillos y a la vez un halo cortante la envolvía. Me quedé embobado en cada matiz de su rostro, hasta que la joven rompió el silencio preguntando por el estado de mis manos.
-Están machacadas de este duro terreno, pero podrían estar peor. Suerte que tengo una buena enfermera y hoy me he levantado mejor. - dije para que viese que estaba agradecido por lo que había hecho. Ya no sólo intentaría ser amable para conseguir lo que quería, si no que estaba agusto y no había que fingir. Intentaría hablar un rato más con ella para ver si averiguaba cosas de ellas como su nombre u cualquier otra cosa más. Quizás hasta tenía suerte y conseguía que hiciese de enfermera otra vez para mí, ya que si la joven seguía sin querer que me transformase para adelantar trabajo seguro que necesitaría otras curas, aunque en realidad ya no tenía tantas prisas por terminar. Comenzaba a no estar tan incómodo sin tantas hostilidades a mi persona.
- Para dar guerra estaba yo durante la noche - pensé mientras intentaba reprimir una imagen del anciano meón que amenazaba con emerger si me distraía.
El anciano comenzó a colocar sus preciadas cebollas en una peculiar bolsa mientras terminaban de discutir sobre que precio debía ponerles. Desde luego esperaba que fuese mucho, ya que costaba un suplicio sacar el producto. Había que emplear tiempo, sudor y sangre, por lo menos eso era lo que me había costado a mí sacarlas, aunque creía que lo que podía sacar a cambio me parecía suficiente por el trabajo realizado, además el viejo y la joven no se estaban portando mal a pesar de que les robé. Todavía llevaba la ropa que cogí prestada y no parecía molestarles mucho, aunque lo importante de todo reposaba en la pared sin que nadie le hiciese caso. Era majestuosa, pero no pude admirarla mucho puesto que el viejo me mandó a trabajar mientras él se iba a vender las malditas cebollas.
Creía que me iba a usar como mula de carga para llevar las cebollas al poblado, nunca imaginé que me dejaría a solas con la pelinegra y menos que dejaría la espada ahí. Mis instintos comenzaron a llamarme como una dulce melodía, era algo casi hipnótico. Me veía cogiéndola mientras salía con ella corriendo para buscar un nuevo sitio y alejarme de esta locura, pero mi ensoñación rápido desapareció cuando comencé a escuchar un pequeño repiqueteo.
Pude ver como la joven golpeaba el paquete para sacar los cigarrillos que tan apretados venían. Deslizó uno suavemente hacia sus preciosos labios encendiéndoselo con suave gracilidad. Nada más olerlo no pude reprimir mis ansias por fumar.
- ¿Me das uno? - pregunté suavemente mientras me acercaba a la mesa donde estaba sentada dejando de lado a la espada. - Ya serás mía, pero haré que quieres venir conmigo "pequeña". - pensé mirando por última vez a la espada para prestarle toda mi atención a la preciosa joven que comenzó a moverse acomodando un cojín a su lado. - ¿Quiere qué me siente a su lado?
No podía creerlo, pero no quise hacer comentario alguno que estropeara tan buen ambiente. Me senté a su lado viendo como encendía otro cigarrillo con el suyo propio de una larga chupada. Una mujer que sabía fumar posee una erótica importante y quizás por eso tardé en reaccionar para coger el cigarro que me tendía.
- Oh... Sí. Necesitaba esto - pensé mientras el humo inundaba mis pulmones calmando un ansia que llevaba remordiéndome desde que desperté a orillas del mar. Nos quedamos sentados fumando plácidamente sumidos en un silencio apaciguador disfutando de cada calada mientras mirábamos el estenso campo de cebollas a medio cosechar, aunque de vez en cuando alguna mirada se me escapaba hacia la joven. El humo formaba unos bucles alrededor de su rostro enmarcando su mirada de una forma maravillosa, no parecía la típica flor de jardín delicada, si no más bien como la nodachi. Parecía firme, dura, maravillos y a la vez un halo cortante la envolvía. Me quedé embobado en cada matiz de su rostro, hasta que la joven rompió el silencio preguntando por el estado de mis manos.
-Están machacadas de este duro terreno, pero podrían estar peor. Suerte que tengo una buena enfermera y hoy me he levantado mejor. - dije para que viese que estaba agradecido por lo que había hecho. Ya no sólo intentaría ser amable para conseguir lo que quería, si no que estaba agusto y no había que fingir. Intentaría hablar un rato más con ella para ver si averiguaba cosas de ellas como su nombre u cualquier otra cosa más. Quizás hasta tenía suerte y conseguía que hiciese de enfermera otra vez para mí, ya que si la joven seguía sin querer que me transformase para adelantar trabajo seguro que necesitaría otras curas, aunque en realidad ya no tenía tantas prisas por terminar. Comenzaba a no estar tan incómodo sin tantas hostilidades a mi persona.
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La muchacha se levanta llevándose su cigarrillo en la boca, pero deja el paquete sobre la mesa. Desaparece por unas pequeñas escaleras que dan al altillo para buscar el botiquín.
Luego los suaves pasos se acercan por tu espalda, se deslizan sus manos sobre tí y notas como te besan el cuello.
- Te queda bien ese tinte mi perla de las mare...- es una vzo masculina que acaba de darse cuenta de su enorme TRASCENDENTAL error. No eres Yuki.
Se separa de tí mientras escupe al aire repetidas veces para quitarse tu sabor de la boca. El muchacho, de unos ventipocos años, tiene pinta de mosquetero francés, tiene un fino pero rizado vigote rubio a juego con sus ojos azules y arreglados cabellos dorados.
El franchute extrae su espada ropera apuntandote en una ensayada pose de esgrima clásica... que dista mucho de la original, es más exagerada, su postura es baja (haciendo que casi toque con su entrepierna el suelo) y con las piernas muy abiertas, y su brazo restante en vez de apoyarse en su cintura se alza hacia el cielo y con su mano pinza el aire. Parece un maldito cangrejo... EL MALDITO CANGREJO.
La muchacha aparece de vuelta de las escaleras que dan al altillo. Os mira.
- ¿Os divertís?- la oreja del muchacho palpita en dirección a su amada, y recula en su extraña posición moviendo los pies para pivotar y retroceder sin perderte de su centro de ataque.
- Yuki, tiene un ladrón en casa- no le falta razón- Pero no debéis preocuparos Pierre Delacroix su esclavo de amor está aquí para protegerla... y así poderse ganar su corazón, y casarnos, y - pierde la compostura, autoagarrandose en un abrazo , poniendo caras raras y besando al aire, luego vuelve a la postura- y luego tener hijos, y formar una familia en mi isla, y dedicarnos a la alta sociedad.Y...
- Pié...
- Me encanta como pronuncias mi nombre...- que grimita.
- Este es...- se queda pensando, pero no se acuerda de tu nombre- es un muchacho que está trabajando para ayudarnos a sacar las cebollas... No es... bueno, sí que es un ladrón- se queda pensativa, pero antes de que pueda seguir hablando... el rubio se pone blanco.
- ¿Queréis decir... que os ha robado el corazón?- ahora rojo de furia, ni que fuera un camaleón- ULTRAJE; PATÁN- se quita uno de sus guantes y te lo arroja, pero no llega a caer ni un metro.- LE RETO A UN DUELO. POR EL CORAZÓN DE MI AMADA YUKI, ¡capullito de alelí, perla de mi ostra, miga de mi bagguette, scargots de mi plato de scargots!
Yuki hace una mueca de cansancio. Sabe que no va a hacerle cambiar de opinión, lleva ya tres meses detrás de ella y más de una detención por acoso.
- Antes voy a curarte las manos Zack- ya ha recordado tu nombre, como su abuelo siempre te está llamando trabajador, muchacho o zagal...se te acerca para cumplir su cometido. Mientras lo hace escuchas un sonido familiar, el de una lima sobre el hierro, una amoladora chisporroteando... pero es el francés rechinando los dientes... más vale que no te muerda.
Queda a tu elección aceptar o no el desafío, quizás decidas posponerlo hasta sacar todas las cebollas... o simplemente pasas de malos rollos y quieres irte lo más pronto con tu espada. Claro que... si aceptas podrás blandirla en combate... y quizás ganarte a la chica al quitarle a tan cansino pretendiente.
Luego los suaves pasos se acercan por tu espalda, se deslizan sus manos sobre tí y notas como te besan el cuello.
- Te queda bien ese tinte mi perla de las mare...- es una vzo masculina que acaba de darse cuenta de su enorme TRASCENDENTAL error. No eres Yuki.
Se separa de tí mientras escupe al aire repetidas veces para quitarse tu sabor de la boca. El muchacho, de unos ventipocos años, tiene pinta de mosquetero francés, tiene un fino pero rizado vigote rubio a juego con sus ojos azules y arreglados cabellos dorados.
El franchute extrae su espada ropera apuntandote en una ensayada pose de esgrima clásica... que dista mucho de la original, es más exagerada, su postura es baja (haciendo que casi toque con su entrepierna el suelo) y con las piernas muy abiertas, y su brazo restante en vez de apoyarse en su cintura se alza hacia el cielo y con su mano pinza el aire. Parece un maldito cangrejo... EL MALDITO CANGREJO.
La muchacha aparece de vuelta de las escaleras que dan al altillo. Os mira.
- ¿Os divertís?- la oreja del muchacho palpita en dirección a su amada, y recula en su extraña posición moviendo los pies para pivotar y retroceder sin perderte de su centro de ataque.
- Yuki, tiene un ladrón en casa- no le falta razón- Pero no debéis preocuparos Pierre Delacroix su esclavo de amor está aquí para protegerla... y así poderse ganar su corazón, y casarnos, y - pierde la compostura, autoagarrandose en un abrazo , poniendo caras raras y besando al aire, luego vuelve a la postura- y luego tener hijos, y formar una familia en mi isla, y dedicarnos a la alta sociedad.Y...
- Pié...
- Me encanta como pronuncias mi nombre...- que grimita.
- Este es...- se queda pensando, pero no se acuerda de tu nombre- es un muchacho que está trabajando para ayudarnos a sacar las cebollas... No es... bueno, sí que es un ladrón- se queda pensativa, pero antes de que pueda seguir hablando... el rubio se pone blanco.
- ¿Queréis decir... que os ha robado el corazón?- ahora rojo de furia, ni que fuera un camaleón- ULTRAJE; PATÁN- se quita uno de sus guantes y te lo arroja, pero no llega a caer ni un metro.- LE RETO A UN DUELO. POR EL CORAZÓN DE MI AMADA YUKI, ¡capullito de alelí, perla de mi ostra, miga de mi bagguette, scargots de mi plato de scargots!
Yuki hace una mueca de cansancio. Sabe que no va a hacerle cambiar de opinión, lleva ya tres meses detrás de ella y más de una detención por acoso.
- Antes voy a curarte las manos Zack- ya ha recordado tu nombre, como su abuelo siempre te está llamando trabajador, muchacho o zagal...se te acerca para cumplir su cometido. Mientras lo hace escuchas un sonido familiar, el de una lima sobre el hierro, una amoladora chisporroteando... pero es el francés rechinando los dientes... más vale que no te muerda.
Queda a tu elección aceptar o no el desafío, quizás decidas posponerlo hasta sacar todas las cebollas... o simplemente pasas de malos rollos y quieres irte lo más pronto con tu espada. Claro que... si aceptas podrás blandirla en combate... y quizás ganarte a la chica al quitarle a tan cansino pretendiente.
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La joven se levantó dejando el paquete de tabaco en la mesa mientras se iba en busca de algo. Disfruté de cada calada hasta que por fin se consumió en su totalidad. Me había quedado con ganas darle alguna calada más ya que se me hizo bastante corto. Hubiese cogido otro para mitigar el pequeño resquicio de ansia, pero no tenía mechero. Una pequeña malicia más del destino.
Estuve esperando pacientemente observando todo el trabajo que había hecho hasta que unos pasitos a mis espaldas me hicieron creer que la joven venía. Me llevé una gran sorpresa al notar unos brazos deslizándose por mis hombros. No esperaba un acto tan cariñoso por parte de la dama y menos al notar algo húmedo y un poco pichante en el cuello. - ¿Eso ha sido un beso? - pensé extrañado. No podía creerlo y menos cuando la voz que sonaba a mis espaldas era masculina. - Y eso que el día prometía bueno... - pensé apenado a la par que molesto mientras me limpiaba con la manga la zona besada y me levantaba para encarar a mi acosador.
Al girarme vi que era un joven acaudalado por sus pintas aunque algo estravagante, pero en lo que me fijé fue en el arma que sacó para amenazarme con ella mientras adquiría una pose la mar de ridícula y farfullaba idioteces. El gesto más que amenazante fue cómico, aunque su arma me interesaba. Parecía de buena confección, su hoja era fina y recta con un buen equilibrio a simple vista, y además al haber desenvainado emitió un bonito silbido. Aparentaba estar recién salida de la forja y sin nada de uso, tenía ese aroma característico a acero nuevo. Aunque no fue lo único interesante de tan peculiar escena ya que el tipo mencionó a una tal Yuki. -¿Será el nombre de mi enfermera? - me pregunté a mí mismo, aunque no tardé en saber la respuesta ya que la joven llegó con un botiquín y el tipo se acercó a ella para comenzar hablar sin dejar de mantener aquella postura mientras me mantenía a vista.
Parecía que en este pueblo todos estaban majaretas comencé a pensar nada más ver al tipo montar una escenita de lo más peculiar. Lo que entendí de toda la escena es que era un pesado de esos que no entendín la palabra no cuando salía de la boca de las jovencitas y parecía un maestro de la técnica de ligue del martillo pilón. Personalmente me daba igual lo que allí pasase entre ellos y de más, puesto que sólo me interesaba salir de allí con la preciosa espada con la que me había encariñado, pero la conversación se tornó hacia algo que no me gustaba tanto.
Cuando la joven me llamaba ladrón no sonaba tan mal, pero en la boca del extravagante rubiales sonaba muy desagradable y para colmo me retaba a un duelo por el amor de la pelinegra ya que pensaba que había robado su corazón. La joven parecía cansada ante tantas escenitas y se puso a curarme tras usar mi nombre haciendo que una sonrisa aflorase a mi rostro. Al parecer ya no era un simple ladrón del montón y los cuidados estaban haciendo milagros con mis manos, pero aún así no veía motivo para batirme con este mequetrefe. El amor no es algo que se pueda conseguir como premio tras una batalla o carrera y era algo por lo que no merecía por muchas ganas que el tipo tuviese. Escuchaba rechinar sus dientes de rabia, pero así solo conseguía parecer más ridículo.
- Mira quien cojones digas que seas. No me gusta perder tiempo ni categoría, asique paso de tus boberías. Yo estoy aquí para trabajar a cambio de algo y no creo que vayas a ganar el amor de Yuki luchando conmigo,ya que no es un trofeo para fardar con tus amigos en el bar. - al pronunciar su nombre sabía como dulce, pero no quería distraerme. - Pero ni así ni de ninguna otra manera, asique si le molestas a la joven vete a sacarle brillo a tu "palillo". - terminé haciendo alusión a su arma.
No tenía intención de cansarme con el primer estúpido que me cruzase, pero tampoco permitiría que agobiase a la preciosa Yuki en su casa sólo por ir bien vestido. Si la joven consideraba que la molestaba intentaría echarlo de allí, aunque yo no soy tan honorable para realizar un duelo limpio, si no que aprovecharía el momento justo y le mordería la garganta si era necesario.
-Muchas gracias por tus cuidados Yuki, tú dedices que hacemos con el esperpento. - dije mirando a la joven que acababa de curarme mientras lucía una gran sonrisa y guiñaba un ojo.
Estuve esperando pacientemente observando todo el trabajo que había hecho hasta que unos pasitos a mis espaldas me hicieron creer que la joven venía. Me llevé una gran sorpresa al notar unos brazos deslizándose por mis hombros. No esperaba un acto tan cariñoso por parte de la dama y menos al notar algo húmedo y un poco pichante en el cuello. - ¿Eso ha sido un beso? - pensé extrañado. No podía creerlo y menos cuando la voz que sonaba a mis espaldas era masculina. - Y eso que el día prometía bueno... - pensé apenado a la par que molesto mientras me limpiaba con la manga la zona besada y me levantaba para encarar a mi acosador.
Al girarme vi que era un joven acaudalado por sus pintas aunque algo estravagante, pero en lo que me fijé fue en el arma que sacó para amenazarme con ella mientras adquiría una pose la mar de ridícula y farfullaba idioteces. El gesto más que amenazante fue cómico, aunque su arma me interesaba. Parecía de buena confección, su hoja era fina y recta con un buen equilibrio a simple vista, y además al haber desenvainado emitió un bonito silbido. Aparentaba estar recién salida de la forja y sin nada de uso, tenía ese aroma característico a acero nuevo. Aunque no fue lo único interesante de tan peculiar escena ya que el tipo mencionó a una tal Yuki. -¿Será el nombre de mi enfermera? - me pregunté a mí mismo, aunque no tardé en saber la respuesta ya que la joven llegó con un botiquín y el tipo se acercó a ella para comenzar hablar sin dejar de mantener aquella postura mientras me mantenía a vista.
Parecía que en este pueblo todos estaban majaretas comencé a pensar nada más ver al tipo montar una escenita de lo más peculiar. Lo que entendí de toda la escena es que era un pesado de esos que no entendín la palabra no cuando salía de la boca de las jovencitas y parecía un maestro de la técnica de ligue del martillo pilón. Personalmente me daba igual lo que allí pasase entre ellos y de más, puesto que sólo me interesaba salir de allí con la preciosa espada con la que me había encariñado, pero la conversación se tornó hacia algo que no me gustaba tanto.
Cuando la joven me llamaba ladrón no sonaba tan mal, pero en la boca del extravagante rubiales sonaba muy desagradable y para colmo me retaba a un duelo por el amor de la pelinegra ya que pensaba que había robado su corazón. La joven parecía cansada ante tantas escenitas y se puso a curarme tras usar mi nombre haciendo que una sonrisa aflorase a mi rostro. Al parecer ya no era un simple ladrón del montón y los cuidados estaban haciendo milagros con mis manos, pero aún así no veía motivo para batirme con este mequetrefe. El amor no es algo que se pueda conseguir como premio tras una batalla o carrera y era algo por lo que no merecía por muchas ganas que el tipo tuviese. Escuchaba rechinar sus dientes de rabia, pero así solo conseguía parecer más ridículo.
- Mira quien cojones digas que seas. No me gusta perder tiempo ni categoría, asique paso de tus boberías. Yo estoy aquí para trabajar a cambio de algo y no creo que vayas a ganar el amor de Yuki luchando conmigo,ya que no es un trofeo para fardar con tus amigos en el bar. - al pronunciar su nombre sabía como dulce, pero no quería distraerme. - Pero ni así ni de ninguna otra manera, asique si le molestas a la joven vete a sacarle brillo a tu "palillo". - terminé haciendo alusión a su arma.
No tenía intención de cansarme con el primer estúpido que me cruzase, pero tampoco permitiría que agobiase a la preciosa Yuki en su casa sólo por ir bien vestido. Si la joven consideraba que la molestaba intentaría echarlo de allí, aunque yo no soy tan honorable para realizar un duelo limpio, si no que aprovecharía el momento justo y le mordería la garganta si era necesario.
-Muchas gracias por tus cuidados Yuki, tú dedices que hacemos con el esperpento. - dije mirando a la joven que acababa de curarme mientras lucía una gran sonrisa y guiñaba un ojo.
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- Por favor, yo no voy a semejantes tugurios, como tú.- dice refiriéndose a los bares- Una muestra de destreza , honor, caballerosería y devoción , como es el duelo, puede inclinar el corazón de una dama hacia lo que debería querer.- saca pecho, altivo. Yuki sigue con la mueca de cansancio. No hace referencia ninguna a su espada “¿Es que no le tiene cariño?”. Monstruo.
- ¿ESPERPENTO MOI?- su cabeza echa humo y la curvatura de su bigote se torna angulosa como dos pequeños cuernitos de diablo.
- Mira haced lo que queráis… yo no estoy para peleas de gallitos. PERO.- levanta un dedo para hacer fuerza en la siguiente declaración- Si Zack gana será él el único que tenga derecho a cortejarme. Y tú, Pie, tendrás que abandonar todo intento… como buen caballero claro.
- Tenéis mi palabra de que eso no pasará…- ¿qué?- Pues ganaré nuestro encuentro. Gracias a l’amour que le profeso…- se arrodilla con una mano al pecho intantentando buscar la mano de su amada, que la quita.
De aceptar Yuki dirá que si queréis pelearos lo hagáis en la parte del campo que ya está recogida, a saber cómo se pone su abuelo si destrozáis alguna cebolla. O a la playa, lo que prefiráis.
Ella irá para “Asegurarse que no hay trampa ni cartón”, que el duelo no sea a muerte ni esas cosas, que suficientes problemas le estáis dando ya como para que hagáis algo ilegal. (Parece que esas palabras están dirigidas especialmente a ti.)
Pierre es un espadachín de nivel 5. Bufón y sastre. (tampoco es que al nivel que está importe mucho).Tiene técnicas simples “Désarmer” que consiste en golpear las manos del contrincante para hacerle soltar su arma, “Suis Suis Clank Clank” desestabiliza el filo del arma de su rival golpeándolo haciendo difícil que el enemigo mantenga una guarida alta, y un PU pasivo que el permite moverse como un cangrejo.(Para temas de ir hacia atrás y delante.
OFF: Sí, el nombre es de la escena de “Bichos”. En la que utilizan al bicho palo como espada.
Off2: El combate yo prefiero hacerlo narrado más que lo de las tres acciones y tal. Tu vas poniendo como las intenciones y ya resuelvo yo moderadamente.
- ¿ESPERPENTO MOI?- su cabeza echa humo y la curvatura de su bigote se torna angulosa como dos pequeños cuernitos de diablo.
- Mira haced lo que queráis… yo no estoy para peleas de gallitos. PERO.- levanta un dedo para hacer fuerza en la siguiente declaración- Si Zack gana será él el único que tenga derecho a cortejarme. Y tú, Pie, tendrás que abandonar todo intento… como buen caballero claro.
- Tenéis mi palabra de que eso no pasará…- ¿qué?- Pues ganaré nuestro encuentro. Gracias a l’amour que le profeso…- se arrodilla con una mano al pecho intantentando buscar la mano de su amada, que la quita.
De aceptar Yuki dirá que si queréis pelearos lo hagáis en la parte del campo que ya está recogida, a saber cómo se pone su abuelo si destrozáis alguna cebolla. O a la playa, lo que prefiráis.
Ella irá para “Asegurarse que no hay trampa ni cartón”, que el duelo no sea a muerte ni esas cosas, que suficientes problemas le estáis dando ya como para que hagáis algo ilegal. (Parece que esas palabras están dirigidas especialmente a ti.)
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OFF: Sí, el nombre es de la escena de “Bichos”. En la que utilizan al bicho palo como espada.
Off2: El combate yo prefiero hacerlo narrado más que lo de las tres acciones y tal. Tu vas poniendo como las intenciones y ya resuelvo yo moderadamente.
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El tipo parecía ofendido ante la alusión menos ofensiva que hice, pero contestó con un gran bla, bla, bla. Por lo menos eso fue lo que entendí puesto que parecía un personaje de los más ridículo. Parecía seguir obstinado con retarnos y yo seguía sin verle sentido a la situación hasta que la bella Yuki se metió de nuevo en la conversación quedándome a cuadros para terminar dejando al bigitudo con un par de narices cuando intentó besarla una mano. No comprendía la actitud de la joven y menos creía que quisiera que la "cortejase", aunque lo más seguro es que me estuviese usando para deshacerse de este pesado. No podía olvidar la sonrisa diabólica que me hechó el día anterior y dudaba que buscase algo más.
La joven me preguntó que donde quería que fuese el duelo dando por hecho que aceptaría ante tal niñería, pero lo cierto es que tenía ganas de usar los músculos de una forma distinta a cavar hoyos para sacar cebollas. Tenía seguro de que no quería que el viejo volviese y nos viese allí liándola en su huerto porque seguro que nos daba una paliza a los dos si jodíamos alguna de sus queridas cebollas. Todavía recordaba el golpe que me había dado y dudaba que se olvidase nunca. Una sonrisa afloró a mi rostro al recordar al viejo loco, pero no era momento de sensiblerías.
-Veo que no podré librarme - comencé como con voz de inocente. - Pero si luchamos quiero pedir unas simplezas de pobre como yo - terminé mirando por última vez al rubiales para fijarme ahora en Yuki. - Prefiero que esta chorrada sea en la playa no vaya a venir el abuelo cebollil y nos dé un meneo, pero antes tengo que pedirte alguna cosa - comencé poniendo cara de gatito. - Primero me encantaría que me encieses otro cigarro con esa dulce boquita tuya, pero también me gustaría que me prestases la espada. Ya sé que lleva un "palillito", pero parece que pincha. Y por último, pero no menos importante si gano esta noche te quedas y me invitas a una copa de vino. - terminé guiñandola un ojo.
Era una buena oportunidad para pedir y sacar algo a cambio. Además seguramente que el rubiales se frustaría ante tal escena e iría distraído al duelo, por no mencionar que era una excusa excelente para usar la preciosa espada por la que tanto estaba trabajando. Al fin y al cabo dudaba que el arma pusiese pegas pues iba a ser usada para ayudar a parte de su familia.
La joven me preguntó que donde quería que fuese el duelo dando por hecho que aceptaría ante tal niñería, pero lo cierto es que tenía ganas de usar los músculos de una forma distinta a cavar hoyos para sacar cebollas. Tenía seguro de que no quería que el viejo volviese y nos viese allí liándola en su huerto porque seguro que nos daba una paliza a los dos si jodíamos alguna de sus queridas cebollas. Todavía recordaba el golpe que me había dado y dudaba que se olvidase nunca. Una sonrisa afloró a mi rostro al recordar al viejo loco, pero no era momento de sensiblerías.
-Veo que no podré librarme - comencé como con voz de inocente. - Pero si luchamos quiero pedir unas simplezas de pobre como yo - terminé mirando por última vez al rubiales para fijarme ahora en Yuki. - Prefiero que esta chorrada sea en la playa no vaya a venir el abuelo cebollil y nos dé un meneo, pero antes tengo que pedirte alguna cosa - comencé poniendo cara de gatito. - Primero me encantaría que me encieses otro cigarro con esa dulce boquita tuya, pero también me gustaría que me prestases la espada. Ya sé que lleva un "palillito", pero parece que pincha. Y por último, pero no menos importante si gano esta noche te quedas y me invitas a una copa de vino. - terminé guiñandola un ojo.
Era una buena oportunidad para pedir y sacar algo a cambio. Además seguramente que el rubiales se frustaría ante tal escena e iría distraído al duelo, por no mencionar que era una excusa excelente para usar la preciosa espada por la que tanto estaba trabajando. Al fin y al cabo dudaba que el arma pusiese pegas pues iba a ser usada para ayudar a parte de su familia.
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Tu táctica tiene éxito. Su cabeza echa humo y su rostro está henchido de furia… ahora ES el cangrejo.
Vais a la playa con tranquilidad tras cerrar la pequeña finca… o al menos con tranquilidad vais vosotros dos ya que el francés se adelanta rabioso.
- ¿No crees que te estás pasando un poco?- te dedica una mirada de soslayo, con cierta preocupación- Que el duelo se va a parar cuando yo lo decida… y no voy a dejarle ganar.- ella lleva la espada, sosteniéndola por la funda.- Claro que luego voy a tener que ser yo la que te remiende.
Llegáis a la playa, Yuki se sienta sobre el terraplén de la playa mientras que vosotros os posicionáis abajo. Te tiende la espada y te la tira de un pequeño movimiento.
- Ya sabéis chicos, nada de matarse… yo decido el vencedor del combate y su duración.
El humano-cangrejo está con la vista fija en ti y la espada desenfundada orientada hacia el cielo dividiendo las dos mitades de su cara.
- ¡Comenzad!
El mosquetero se lanza hacia delante en cortos pero rápidos pasos de crustáceo, ejecuta una serie de golpes al aire con su espada ropera mientras se mueve por el propio avance.
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Según hablaba con la pelinegra el tal Pie parecía ir perdiendo los nervios de forma exponencial mientras realizaba aspavientos de lo más peculiares. Había caído en la trampa y ahora tocaba recoger el anzuelo ya que el tipo avanzó enfadado saliendo de la finca para dirigirse a la playa. No pude evitar sonreír ante tal espectáculo, pero me reprimí de hacer más "sangre" puesto que la joven comenzó a hablarme llamando mi atención.
- Parece que te gusta tener mi destino en las manos. Además no me molestan tus cuidados para nada - contesté de forma jocosa mientras paseábamos tranquilamente hacia la playa donde el rubio esperaba. - ¿Pero qué mierdas...? - comencé a pensar nada más ver al rubio adoptando su peculiar postura con la playa de fondo. Sentí como una especie de deja vu y automáticamente recordé al cangrejo que me despertó en esta misma playa con un buen pellizco. Estaba empezando a plantearme el añadir a los cangrejos a la lista de cosas que odio, pero pensé que sería mejor decidirlo máz tarde ya que por el rabillo del ojo vi como Yuki tendía mi deseada espada para terminar lanzándomela a las manos.
Nada más agarrarla sentí un par de cosas. El dolor de las manos magulladas se encontraba presente mientras la empuñaba, pero la sensación de euforia que me invadía por el mismo movito mitigaba lo anterior. Me deleité una vez más con la forma y el acabado de la hoja mientras las desenfundaba. Si el puto rubiales podía ser excéntrico porqué yo no, además era otra forma de impacientarlo, aunque la joven comenzó a mandarnos que nos colocásemos mientras aseguraba que sería ella quien dictaminase el vencedor.
Comenzamos a colocarnos uno enfrente de otro. El tipo adquirió su postura cangrejil mientras yo primero lanzaba un beso a Yuki y comenzaba a colocarme también. A excepción de mi enemigo yo opté por adelantar la pierna derecha al igual que el brazo del mismo lado mientras sujetaba la espada muy baja. La punta de mi arma miraba al suelo mientras que la del rubio apuntaba al cielo, pero todo cambió nada más la joven dió la señal.
El tipo lanzaba tajos sin sentido mientras avanzaba de frente a por mí. Una sonrisa volvió a llenar mi cara cuando ví al tipo haciendo el "cangrejo", una dulce venganza ante esos bichos a lo cuales había decido odiar por fin. Esperé a que el enemigo estuviese a un par de metros para girar la muñeca para clavar la punta en la fina arena para darle una patada. Era más bien un empujón con la punta del pie intentando lanzarle tierra a la cara para cegarlo o distraerlo, pero ese era sólo el inicio, puesto que nada más levantar la hoja arrastando la lluvia de arena aprovecharía para sujetar con firmeza el mango en intentaría clavar mi espléndida arma en su pierna izquierda aprovechando la postura que adquiría el enemigo. A mi parecer dejaba sin cubrir bien las pantorrillas, pero yo todo esto lo haría mientras mantenía mi brazo libre a media altura por si acaso. Tenía que aprovechar el gran rango de mi arma a favor.
Me habían dicho que nada de matar, pero mi juego no era limpio. Si el bigotudo esperaba un duelo de señoritos de campos de golf se había equivocado a quien retar.
- Parece que te gusta tener mi destino en las manos. Además no me molestan tus cuidados para nada - contesté de forma jocosa mientras paseábamos tranquilamente hacia la playa donde el rubio esperaba. - ¿Pero qué mierdas...? - comencé a pensar nada más ver al rubio adoptando su peculiar postura con la playa de fondo. Sentí como una especie de deja vu y automáticamente recordé al cangrejo que me despertó en esta misma playa con un buen pellizco. Estaba empezando a plantearme el añadir a los cangrejos a la lista de cosas que odio, pero pensé que sería mejor decidirlo máz tarde ya que por el rabillo del ojo vi como Yuki tendía mi deseada espada para terminar lanzándomela a las manos.
Nada más agarrarla sentí un par de cosas. El dolor de las manos magulladas se encontraba presente mientras la empuñaba, pero la sensación de euforia que me invadía por el mismo movito mitigaba lo anterior. Me deleité una vez más con la forma y el acabado de la hoja mientras las desenfundaba. Si el puto rubiales podía ser excéntrico porqué yo no, además era otra forma de impacientarlo, aunque la joven comenzó a mandarnos que nos colocásemos mientras aseguraba que sería ella quien dictaminase el vencedor.
Comenzamos a colocarnos uno enfrente de otro. El tipo adquirió su postura cangrejil mientras yo primero lanzaba un beso a Yuki y comenzaba a colocarme también. A excepción de mi enemigo yo opté por adelantar la pierna derecha al igual que el brazo del mismo lado mientras sujetaba la espada muy baja. La punta de mi arma miraba al suelo mientras que la del rubio apuntaba al cielo, pero todo cambió nada más la joven dió la señal.
El tipo lanzaba tajos sin sentido mientras avanzaba de frente a por mí. Una sonrisa volvió a llenar mi cara cuando ví al tipo haciendo el "cangrejo", una dulce venganza ante esos bichos a lo cuales había decido odiar por fin. Esperé a que el enemigo estuviese a un par de metros para girar la muñeca para clavar la punta en la fina arena para darle una patada. Era más bien un empujón con la punta del pie intentando lanzarle tierra a la cara para cegarlo o distraerlo, pero ese era sólo el inicio, puesto que nada más levantar la hoja arrastando la lluvia de arena aprovecharía para sujetar con firmeza el mango en intentaría clavar mi espléndida arma en su pierna izquierda aprovechando la postura que adquiría el enemigo. A mi parecer dejaba sin cubrir bien las pantorrillas, pero yo todo esto lo haría mientras mantenía mi brazo libre a media altura por si acaso. Tenía que aprovechar el gran rango de mi arma a favor.
Me habían dicho que nada de matar, pero mi juego no era limpio. Si el bigotudo esperaba un duelo de señoritos de campos de golf se había equivocado a quien retar.
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Off: Es Pierre, pero ella lo llama Pié xD. Por si no lo había dicho antes o cualquier cosa.
Tu táctica tiene éxito... más o menos. La nube de arena le llega haciendole cambiar la cara a una de disgusto y molestia, detiene su movimiento y retrocede hacia atrás para no exponerse hasta que vuelva tener libre su visión.
- Bâtard... vous n'êtes pas un chevalier...- Batagrde, vus netés Pasún chevalié. (fonéticamente).
Su movimiento preventivo le permite minimizar el daño del ataque, que raja sus pantalones/medias y corta superficilmente la ahora sangrante pantorrilla. No parece haber penetrado lo suficiente como para dificultarle el movimiento, pero sangra...
Esta vez repite el movimiento hacia a tí de manera más rápida, preparado para ejecutar su Suis Suis clan clan de manera defensiva para acortar distancias.
Tu táctica tiene éxito... más o menos. La nube de arena le llega haciendole cambiar la cara a una de disgusto y molestia, detiene su movimiento y retrocede hacia atrás para no exponerse hasta que vuelva tener libre su visión.
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Su movimiento preventivo le permite minimizar el daño del ataque, que raja sus pantalones/medias y corta superficilmente la ahora sangrante pantorrilla. No parece haber penetrado lo suficiente como para dificultarle el movimiento, pero sangra...
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La táctica inicial surgió efecto. Conseguí cegar al tipo con la arena, aunque la segunda parte no salió exactamente como quería. Sabía que había tocado carne porque conseguí rasgar su pantalón y éste comenzaba a adherirse a su piel a causa de la sangre seguramente, pero no había traspasado el músculo de la forma que quería y el tipo retrodeció más rápido de lo que esperaba dejando la herida en algo más superficial.
Había sentido dolor cuando realicé la estocada dado a que agarré con demasiadas fuerzas el mango, pero la sensación de haber hecho la primera sangre me mantenía firme. El rubio no paraba de decir palabras que no entendía, pensé que quizás estuviese borracho. Aproveché que él terminase de decir lo que quisiese para recuperar mi posición adquiriendo una postura mas defensiva, aunque no pude evitar dirigir una mirada a Yuki que parecía atenta a todo el combate. La brisa marina ondeaba su cabello como el carbón dándole un aspecto magnífico. Desde luego tenía que ganarme esa copa de vino.
Pasé de prestarle atención a la joven puesto que Pierre se lanzó al embate imprimiendo más velocidad en sus movimientos. Cómo un torpe me había distraído con la joven y no pude pensar bien en como afrontar al rubio, asique por instinto afiancé los pies en la arena flexionando un poco las rodillas, agarré fuertemente el mango suprimiendo un gruñido por el dolor e intenté que mi arma chocara con la del tipo para evitar alguna puñalada por su parte.
Había sentido dolor cuando realicé la estocada dado a que agarré con demasiadas fuerzas el mango, pero la sensación de haber hecho la primera sangre me mantenía firme. El rubio no paraba de decir palabras que no entendía, pensé que quizás estuviese borracho. Aproveché que él terminase de decir lo que quisiese para recuperar mi posición adquiriendo una postura mas defensiva, aunque no pude evitar dirigir una mirada a Yuki que parecía atenta a todo el combate. La brisa marina ondeaba su cabello como el carbón dándole un aspecto magnífico. Desde luego tenía que ganarme esa copa de vino.
Pasé de prestarle atención a la joven puesto que Pierre se lanzó al embate imprimiendo más velocidad en sus movimientos. Cómo un torpe me había distraído con la joven y no pude pensar bien en como afrontar al rubio, asique por instinto afiancé los pies en la arena flexionando un poco las rodillas, agarré fuertemente el mango suprimiendo un gruñido por el dolor e intenté que mi arma chocara con la del tipo para evitar alguna puñalada por su parte.
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Agarras tu espada con fuerza... pero el choque no es brutal, no está diseñado para desarmarte ni para desestabilizarte... no, los toques se multiplican a la velocidad del sonido sobre la hoja de la espada.
Tu muñeca se afloja por el continuo cambio en las direcciones. Ahora. Baja el filo de su espada rápidamente mientras lo gira dándote un golpe con el lado plano sobre tus manos. Désarmer.
Tu espada cae... y la suya parece inclinarse hacia tí. Directo al corazón...
Off : No te va a apuñalar, te va a mantener la espada ahí impidiendo que cojas tu arma, para luego decir un.
- Creo que deberíamos dar el combate por terminado... pero no lo decido yo.- Yuki no detiene el combate pero se ha levantado preparada para hacerlo.- A diferencia de tí... yo si soy un caballero.- te clava la punta un poco haciendote sangre mientras retrocede para que puedas coger tu arma.
Cabe decir que el porrazo que te has llevado en la mano duele bastante. Ahora al menos sabes cómo usa esos toques estrafalarios para impedir a su enemigo un correcto agarre del arma... no debería pillarte por sorpresa... ¿pero qué vas a hacer ante eso?
Tu muñeca se afloja por el continuo cambio en las direcciones. Ahora. Baja el filo de su espada rápidamente mientras lo gira dándote un golpe con el lado plano sobre tus manos. Désarmer.
Tu espada cae... y la suya parece inclinarse hacia tí. Directo al corazón...
Off : No te va a apuñalar, te va a mantener la espada ahí impidiendo que cojas tu arma, para luego decir un.
- Creo que deberíamos dar el combate por terminado... pero no lo decido yo.- Yuki no detiene el combate pero se ha levantado preparada para hacerlo.- A diferencia de tí... yo si soy un caballero.- te clava la punta un poco haciendote sangre mientras retrocede para que puedas coger tu arma.
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