La leyenda de la dama negra Privado (Lord Vader-Raviel Mengele)

Una vez más, había sido llamado por el gobierno para la aventura. La misión que estaba a punto de emprender parecía algo sencillo, sin embargo, nunca llegué a creer que podría llegar a ser el reto de mi vida. Al menos, hasta ese momento.

Antes de que saliera el sol, ya había abordado el barco que me llevaría hacia una extraña isla en donde, se decía, un grupo de piratas llevaba a cabo diversos experimentos ¿Por qué yo? No lo sé. Caprichos del gobierno o la poca disponibilidad de sus hombres. Como fuera el caso, me despedí de mi enorme amiga Mikasa y me dirigí hacia la misión.

Se trataba de un barco de buen nivel. Se supone que llegaría a una isla, en la cual me estarían esperando algunos agentes, para de allí partir hacia el escondite o base pirata, por lo que el traslado hacia mi primer destino no necesitaba de ningún barco de la marina. Lamí mi piedra con sal y salí al mirador a observar el mar. Realmente estaba calmado. Demasiado. Las nubes comenzaban a juntarse, oscureciendo el cielo del mediodía, y un viento fresco comenzó a soplar. Pronto, aquella calma inerte se volvió el principio de un mal tiempo.

-Vaya, al menos se ha ido el sol- dije en voz baja. Detestaba el calor. Me dí la media vuelta y entré de nuevo al barco para dirigirme hacia el salón comedor. Viendo hacia todos lados, sin buscar nada en especial sino algo para pasar el rato, fue cuando vi un rostro familiar.

-¿Será él?- me pregunté, acariciando mi barba de chivo. No estaba seguro, pero tenía que acercarme. Hice a un lado a la gente con ligeros "toques" de mi electro, hasta llegar a quien creía que era un viejo conocido, aquel que conocí en la isla de los animales raros.

Me puse frente a él y apenas iba a comenzar mi saludo, cuando sonó la alarma. La gente que se había quedado cerca de las ventanas huyó aterrada, los marinos parecían haber visto al diablo en persona y, los que ya conocía la leyenda, simplemente quedaron absortos, viendo la oscura y colosal figura que emergía del mar, con velas negra roídas. Madera negra salpicada con la sangre de cientos de reyes marinos y con los esqueletos colgando de los marinos que, en el pasado, intentaron detenerla.

-!Al vehículo de salvamento!- grité, pero mi voz fue silenciada por las primeras explosiones. La leyenda comenzó a descargar su furia sobre nosotros.

Era terrible. Tras los primeros estruendos, corrí a guarecerme en lo más profundo de la nave, consciente de que no sería de utilidad en un combate entre barcos. Las explosiones habían desbaratado gran parte de la cubierta, y aquel barco apenas y se veía un poco mellado.

-Es inútil- dijo un viejo marino, tranquilo, mientras fumaba una pipa- Es "La dama negra".

Su calma era casi insultante.

Pronto, una ondanada de cañozasos fue disparada de nuestro barco, pero cuando parecía que el ataque simultáneo de toda nuestra fuerza podría, cuando menos, inutilizar la cubierta enemiga, ésta se deshizo, como si de millones de pixeles se tratase, para rehacerse como un barco nuevo y en buen estado.

-¿Que carajos?- grité al ver esto. O era una nave maldita, como afirmaba la leyenda, o era obra de una tecnología que nos rebasaba.

-Cada vez que es dañada, vuelve como una versión mejorada. Nadie la ha vencido dos veces- dijo aquel anciano.

-¿Usted como sabe eso?- le cuestioné, sujetándolo del cuello de su camisa.

-Yo la vencí una vez- dijo el hombre, antes de deshacerse como cientos de pixeles-pero no la segunda, y desde entonces, soy parte de la nave...

Antes de poder hacer algo, una ondanada de cañonazos, como los que habíamos disparado previamente, nos azotó con tal castigo que la nave perdió casi todo el casco. Humo, fuego y sangre por todos lados.

El terror se apoderó aún más de mí cuando vi toda el agua meterse, tragándose la estructura del barco. En nuestra nave apenas y quedaba gente en pie, por no decir viva, y parecía que nos rematarían, cuando una extraña luz azul manó de la Dama negra. Desde ese momento no recordé nada hasta que desperté en medio de un lugar misterioso.

No sabría decir cómo era el lugar exactamente, sin embargo, supe que no estaba solo. Al levantarme, me pareció ver a un grupo de gente cerca. Me aproximaría a ver lo que sucedió...

Realmente no me esperaba eso para nada. Estaba mucho más seco, salvo y vivo que el resto de la tripulación. La fuerza de ese barco era abrumadora, y ahora estábamos en algún lugar de su interior. Me incorporé y busqué a los sobrevivientes.

Uno a uno, fuí inspeccionando a los que veía, sin embargo, entre ellos había uno que destacaba: un hombre con armadura negra. Avancé hacia él, con debida precaución, mientras observaba el lugar. Parecía como si estuviésemos dentro de una máquina gigantesca, con poca iluminación.

-¿Usted sabe dónde estamos?- cuestioné al hombre con armadura, sin embargo, pronto aparecería junto a mí aquel anciano misterioso.

-Están en las entrañas de la nave. Ésta los pondrá a prueba, si fallan, se unirán a nosotros jajaja- dijo aquel anciano, rompiendo a carcajadas. Le dí un golpe veloz, pero al impactar su cráneo, éste se deshizo como pixeles y se rearmó.

"¿Obra de algún pirata o de algún riquillo loco para divertirse, o conseguir guerreros?" Pensaba mientras intentaba golpear al anciano, pero éste seguía rearmándose. Traté de utilizar mi electro, pero no fue de mucha ayuda. Pensando en mis opciones, recordé, después de todo este tiempo, que yo también poseía el poder de una fruta. Lancé mi haz de luz contra el anciano, cosa que pareció, cuando menos, molestarlo lo suficiente como para que se esfumara de nuevo de allí.

-Bueno, camarada, creo que tendremos que luchar contra lo que este barco, calabozo, eh... cosa nos ponga en frente, por lo que creo que debemos conocernos- dije y, a continuación, hice una reverencia a modo de saludo- mi nombre es Raviel Mengele, científico del gobierno...

-¿Opciones?- repetí lo que aquel hombre de armadura me dijo, mientras acariciaba inconcientemente mi barba de chivo. Estábamos en un lugar que bien podría ser el interior de una máquina, o una simulación, pero no tenía la seguridad. Debía investigar más a fondo primero, pero en lo que esto sucedía, lo más importante era sobrevivir.

Lancé un haz de luz lunar hacia los muros, los cuales si bien no lograron romperse, si vibraron y parecieron tener fallas menores, al menos mientras duraba la luz.

-Tenías razón, no lograba nada con golpes pero, si lo notaste, cuando lo ataqué con mi haz de luz, pareció recibir algún tipo de malestar. Ahora, estos muros, circuitos o lo que sea, también parecen recibir daños. Tengo la teoría de que la energía afecta a estas cosas y, quizás, sea la clave para vencer al barco. Pero en lo que lo comprobamos, necesitamos sobrevivir- dije mientras caminaba de un lado a otro, en vaivén, pensando las posibilidades. Continué hablando- y, quizás, nos pondrá a prueba antes, por lo que necesitamos enfocarnos en una estrategia para derrotar a "La dama negra".

Comencé a generar luz lunar, una luz muy débil pero que emitía cierta vibración. Al principio, lancé un par de haces de luz, los cuales provocaban apenas la más mínima molestia en las paredes. Traté de tomar calma, tratando de poner mi mente en blanco, recordando las palabras de algún marino que me ayudó en el pasado en Thriller Bark.

Traté de canalizar mi energía en mis manos, toda la que emitía mi cuerpo, sin embargo, no notaba que por el momento fuese una cantidad mayor hacia los haces de luz. Me senté a pensar, observé los alrededores y me percaté de los sobrevivientes que aún se retorcían.

-Quizás deba ayudar a esta gente, pero no creo que puedan ser de ninguna ayuda en estos momentos, por lo que debemos practicar juntos nuestras técnicas para vencer estos "pixeles"- dije, caminando lentamente hacia los sobrevivientes, tratando de mantener mi mente tranquila, cosa bastante difícil, mientras trataba de concentrar mi energía en mis manos. Si quería salir de allí, ya no dependería de alguien que me rescatara.

Necesitaba todos los recursos posibles y con ellos hacer milagros.

Mientras terminaba de entablillar al último sobreviviente, escuchaba lo que el chico de la armadura decía. Negué con la cabeza cuando me hizo la sugerencia de romper con un haz de luz las paredes.

-Mi luz aún no es lo suficientemente fuerte- dije. Aún trabajaba concentrando mi luz en mis manos, tratando de mantener la iluminación constante, esperando que esto fuera un estado al que me acostumbrara y luego poder generar más.

Concentré la luz en mi dedo índice, sin lograr generar una mayor intensidad, me acerqué a las paredes y disparé el haz más fuerte que pude. Las paredes apenas vibraban, y sólo el espacio alcanzado por la luz. Si hubieran sido de piedra, ni siquiera vibrarían, aunque también pudiéramos romperlas.

Traté de generar la mayor cantidad de luz posible, primero esforzándome, tratando de canalizar la luz por la fuerza, luego traté de relajarme y dejar que fluyera. De cualquier modo, no podía ni penetrar un poco aquella pared hecha de pixeles. También se me ocurrió usar la espada que mi compañero me había ofrecido, pero no era un espadachín y no tenía idea de canalizar mi luz en un corte. O siquiera si eso era posible.

-¿Pensar como un loco?- repetí lo que compañero dijo. Quizás debíamos avanzar y, quizás, la Dama Negra tendría alguna forma de escapar que ofrecernos. No sabía lo que era, pero lo más probable es que se tratase de un laberinto.

-Quien pueda caminar ayude al otro-dije, señalando a los sobrevivientes, con la punta de mi dedo aún iluminada- y avancemos. Los "heridos" irán hasta adelante para que no se queden detrás.

Mi verdadera intención era ver si había trampas en aquel lugar, pero, de nuevo, mi compañero tuvo una idea.

"-Puedo lanzar una ilusión a la sala, si hay alguien más aqui y no lo sabemos, mi ilusión me permitirá saberlo. Lo único que debo decirle es que lo que verá en unos segundos, no será real...al menos así descartamos el estar solos nosotros y los supervivientes. ¿Le parece?" Dijo el de la armadura.

-Si, me parece bien. Toda información que podamos recavar es buena... ¿ilusiones?- pensé mientras retrocedía, dando espacio a que hiciera su movimiento. Quizás, podría tratarse de un usuario. Sería interesante.

Me cubrí los ojos antes de la ténica de mi compañero. Todos los demás lo hicieron al oír lo que éste iba hacer. Sin embargo, tras la técnica, no pareció que nada sucediera. Se hizo un silencio incómodo por breves momentos, pero de pronto, voces de dolor se escucharon provenir de las paredes.

De las paredes de pixeles comenzaron a surgir unos bastante demacrados piratas, marines y otros tripulantes de las naves que habían sido consumidos por "la dama negra", apareciendo primero como un cúmulo de pixeles que tomaron forma posteriormente. Sin embargo, eso no fue lo que me sorprendió más, sino el hecho de ver que hasta el fondo del corredor, detrás de los enemigos, de entre un cúmulo de pixeles se formaba una enorme y bella pero corpulenta mujer mulata armada con un gran sable.

Ella simplemente alzó la mano y sus "esclavos" fueron forzados a combatir, entre lamentos y disculpas, ya que su voluntad no les pertenecía.

-La "Dama negra"- susurré, sonriendo con una sonrisa maliciosa. Todo parecía indicar que lo que fuera que hubiese hecho mi compañero, logró enfadar o lastimar al barco, o a sus "esclavos".

Comencé a generar de nueva cuenta mi luz, concentrándola en mis manos. Exhalé un par de veces y traté de hacerlo tranquilo, pero tratando a la vez que generar la mayor cantidad de luz posible.

Como había advertido, los heridos no eran de ninguna ayuda, ya que atacar con objetos normales a esos seres era en vano. Eran como el viejo que había visto al principio.

Un bucanero se lanzó a atacarme, sin embargo, logré girarme para esquivarlo y darle un puñetazo en el rostro, con mi puño envuelto en luz. Su rostro se quedó quebrado, como si hubiese dañado una especie de cristal o como si sus pixeles se hubieran "fundido" o roto. Sin embargo, eran bastantes como para poder rematar uno por uno.

Con ayuda de mis "puños americanos" logré bloquear algunos espadazos, para luego lanzar golpes rápidos contra mis enemigos, con mi luz lunar cargada a lo máximo. En un momento del combate, un marino esclavizado por el barco se lanzó en mi contra, pero al tener las manos ocupadas, tuve que patearlo con mi pie envuelto en haki y electro. Quizás no causaría el mismo efecto que con la luz lunar y sus vibraciones, pero era otro modo de hacerles frente.

-!Escuchen!- grité- !Si pueden atacar con cualquier cosa de energía háganlo!

Ahora entendía un poco mejor esas cosas. Si bien eran inmunes a los daños físicos, otro tipo de daños (sobre todo elementales) sí que podían tocarlos. En menor o mayor medida, pero podían.

Quizás sus cuerpos fueran pixeles o algo similar, sin embargo, sus mentes seguían siendo humanas. Mientras evadía algunos golpes, me esforzaba por concentrar mi energía lunar en mi mano izquierda, mientras con la otra cargaba mi electro. Con el brazo derecho, me quitaba los golpes de encima y, de vez en cuando, aprovechaba para golpearles en la cara. Sin embargo, este ataque no sería para un bucanero cualquiera, sino para la mujer de tez oscura que, con mirada penetrante, veía cómo sus subordinados no lograban lo que esperaba. Dejé que los demás sobrevivientes se hicieran cargo de los esclavos del barco, mientras me apartaba y, entre mis dos manos, concentraba toda la luz lunar que me era posible.

Podía sentir entre mis manos toda esa vibración que emitía mi luz, toda aquella energía que, lentamente, iba acumulando.

"Exhala, relájate y pon la mente en blanco" Pensé, mientras continuaba concentrando mi luz lunar. Pero, por más que lo intentaba, no tenía suficientes momentos de concentración. A base de patadas, escapaba de algunos enemigos, a la vez que me acercaba a la mujer de tez oscura, quien parecía comenzarse a enfadar.

-!A por la cabra!- gritó la mujer, pero, en ese momento, cuando ya tenía bastante luz entre mis manos y, la vibración se había incrementado, lancé el haz contra la "Dama Negra". Sus pixeles parpadearon por unos momentos, lo suficiente como para dejarla indefensa ante un ataque físico. Con mi pie envuelto en luz lunar, golpeé su cuerpo, sin embargo, hábilmente se deshizo y se volvió a unir a las paredes.

Volteé a ver a mi compañero, quien parecía tener las cosas bajo control, haciendo uso de su habilidad para dominar sus mentes. Definitivamente, debía tratarse de un usuario.

-Trata de causarles tanto dolor que tengan que retirarse- le dije al hombre de la armadura, mientras entraba en su círculo de agresores para equilibrar el combate. Quizás, con menos presión, podía pensar en una buena técnica o un buen plan para hacer frente a estos enemigos.

Ahora, debía dejar de lado a los sobrevivientes, quienes apenas y podían mantenerse con vida tras la oleada, pero ahora ellos no me serían de tanta ayuda.

Los enemigos finalmente comenzaban a disminuir. Gracias a la estrategia de mi compañero, el grupo que iba a atacarnos se vio detenido por otra de sus ilusiones. Sin perder tiempo, corrí hacia cada uno de ellos para propinarle un golpe en la cara, con mis puños envueltos en electricidad y luz lunar. Poco a poco, la mayoría de los enemigos de ese grupo ya estaban lo suficientemente cansados como para regenerarse. Cuando uno caía, sus pixeles eran "devueltos" a las paredes, para ya no regresar.

Sin embargo, me preocupaba esa mujer, la cual debía seguir en las paredes. De vez en cuando, se podía oír quejándose de sus subordinados, sin embargo, por alguna razón, no volvió a salir a atacarnos.

Estaba ya cansado. Aunque eran enemigos de bajo nivel, era tal el número que terminaba por agotar las energías de uno, pero por suerte, ya iban en rápido descenso. En algún momento del combate, el chico de la armadura fue a defender a los sobrevivientes. Terminé con los enemigos de la horda principal y me uní a defender a los sobrevivientes, sin embargo, cuando me acerqué a los cuerpos de los caídos, estos se deshicieron y formaron parte de la nave.

-Así que esto es lo que quiere- dije con la mirada notoriamente preocupada. No estaba seguro si iban a regresar como esclavos o cuando, pero no me detuve a pensar en ello. Mientras corría hacia los sobrevivientes, pude notar un movimiento en las paredes, como si algo se desplazase por éstas. Ya la había encontrado, pero no podía hacer mucho al respecto, por lo menos, parecía simplemente ver, sin intención de salir.

-El número de enemigos desciende, pero no te confíes- le grité al chico de la armadura una vez junto a los sobrevivientes que quedaban. Con mis últimos esfuerzos, cubrí mis antebrazos en haki y luz lunar, para comenzar a derrotar a los últimos enemigos de esa zona. Quizás la Dama Negra nos estaba analizando, pero definitivamente, algo más tramaba.

Yo también estaba agotado y los enemigos podían verlo. Gracias a las ilusiones de mi compañero, logré descansar unos segundos, suficientes como para reponer el aliento para continuar defendiéndome. Traté de poner mi mente en blanco y de respirar profundo.

Los enemigos parecían sufrir de dolores terribles e, incluso, atacaban a la nada. Mientras recuperaba el aliento, los observaba y trataba de entender lo que sucedía con este barco.

-¿Una akuma no mi o una tecnología súper avanzada?- me preguntaba. Sin embargo, tenía aún el pendiente de la mulata que, posiblemente, siguiera escondida en los muros de pixeles. No podía bajar la guardia. Lamí mi piedra de sal una vez más y, antes de lanzarme a la batalla, volví a intentar concentrar toda la luz posible, y su vibración, entre mis manos. Sin embargo, la situación actual de mi compañero estaba comprometida.

Concentré de nuevo mi luz, esta vez en mis puños, mientras trataba de visualizar esa vibración que esperaba en ella. Aún no reponía mi haki, por lo que tuve que tomar por sorpresa a los enemigos que pudiera.

Mientras gemían de dolor, o luchaban contra la nada, aparecía entre ellos para propinarles un fuerte golpe en la cabeza, para luego ir al siguiente y volver a hacer lo mismo. Ellos tampoco soportaban más castigo. Algunos huyeron hacia las paredes, mientras la mayoría se deshizo ante la presión de las ilusiones y el daño físico que pude hacerles. En cuanto se fue el último, se escuchó la voz de la Dama Negra.

-Son guerreros valiosos y "raros". Siéntanse felices de vivir un poco más- dijo antes de romper a reír. Me acerqué a mi compañero y me tumbé junto a él, a descansar. Sabía que tenía que atenderlo a él y a los demás sobrevivientes, pero primero, retomaría el aliento. Desde lo ocurrido en Thriller Bark, no había tenido que luchar contra tantos enemigos a la vez.

Sin embargo, de espaldas sobre el suelo y con los ojos cerrados, seguía tratando de concentrar mi luz. Concentrar toda la luz que podía en mis manos.

-¿Estás bien?- le pregunté a mi compañero de armadura- ¿sabes?, soy médico... sólo dame unos momentos...

Había recuperado el aliento, al menos en gran medida. Había terminado aquella oleada, sin embargo, seguíamos presos dentro del navío terrible. Por unos instantes me quedé quieto, respirando y tratando de concentrarme analizar la situación.

-Si, yo también quiero ahorcarla- le contesté a mi compañero- sin embargo, creo que somos igual de capaces de hacerle daño. Quizás puedas hacer algo con esas "ilusiones" que generas. Nos fueron de mucha ayuda para manejar un grupo, quizás puedas detectar nuevas amenazas y vencerlas sin siquiera tocarlas.Con respecto a tu armadura, allí no puedo ayudarte mucho, no soy ingeniero.

Me puse de pie y me acerqué a ver los muros de pixeles que yacían frente a nosotros, sin embargo, el barco se comenzó a estremecer y los muros se reacomodaron, adquiriendo una nueva configuración. Era un laberinto, definitivamente.

-No los dejará escapar tan fácilmente- dijo una voz conocida. Al darme la vuelta, vi detrás de mí a aquél viejo que se me había aparecido previamente- son sus presas. Sin importar cuánto tarde, lo querrá "dentro de ella".

-No suelo estar mucho dentro de las damas- dije con sarcasmo- y menos por la fuerza- Ahora no lo atacaría, al contrario, trataría de sacarle información.

-¿Que es lo que debemos esperar y porque nos dices esto?- le pregunté.

-Deben esperar otras oleadas con otros guerreros. Gigantes, gyojines, marines y demás tripulaciones capturadas. Y, en cuanto al porqué los ayudo...

Tras decir esto, tronó los dedos y, de las paredes, comenzaron a salir mujeres y niños hechos de pixeles. Se veían demacrados y sin esperanza en sus miradas.

-Verás, por años hemos intentado escapar, pero es inútil. No podemos llegar más allá de éstas paredes, no sin destruir su influencia que nos mantiene como pixeles. No sufrimos hambre ni cansancio, pero tampoco podemos luchar. Si los ayudamos, es porque deseamos escapar. Ya sea que nuestros cuerpos vuelvan a la normalidad o encontremos, finalmente, una muerte liberadora. La "Dama Negra", no siempre se llamó así. Originalmente se trató de una científica de gran inteligencia y bastante astucia, sin embargo, sus experimentos fueron robados y su crédito, así como su fortuna, arrebatada. Fue humillada y arrojada al mar en un barco negro roído. Sin embargo, ella juró regresar... juró volver...

Mientras hablaba, los ojos de este viejo se llenaron de lágrimas. Era obvio que tuvo que ver en el incidente que la volvió así.

-¿Cómo se llamaba?- le pregunté.

-Kande...- dijo en voz baja.

Con furia, la electricidad envolvió mis manos y la luz lunar iluminó mis puños, pero traté de calmarme. Me senté en el suelo y respiré profundo y puse mi mente en blanco.

-Tratas de canalizar tu energía para luchar contra ella ¿verdad? Te eh visto hacerlo y, creo, podemos ayudarte. Incluso a tu amigo, quizás.

-Ya lo creo. Obviamente, fuiste de los que hicieron que "La Dama Negra" fuera como es. Es lo mínimo que puedes hacer por tu gente y por estos sobrevivientes. Ahora ¿como puedes ayudarnos?...

*Off rol* El último comentario lo dije yo al viejito. Creo que se mal interpretó*

-¿Yo? Nah, nunca crearía algo así, por demás está decir que mis conocimientos no llegan a estas cosas. Lo que no termino de entender, es la naturaleza de este lugar- le contesté a mi compañero, que parecía estar furioso por un malentendido.

-¿Entonces van a querer mi ayuda?- preguntó el anciano. No esperaba recibir nada de este hombre, emisario de los problemas, pero para nuestro bien debía aceptar. Quizás, entonces, serían ellos libres y nosotros, pues también.

Me hacía sentir incómodo el hecho de estar rodeado de gente "fantasmal" tan lastimosa y demacrada, pero tuve que ignorarlos para poder seguir adelante.

Canalicé mi luz lunar hacia mis manos, me senté con las piernas cruzadas y respiré hondo. Era volver a entrenar. Concentrándome, canalicé la energía entre las palmas de mis manos y comencé a expulsar más y más.

-Sabes, si hicieras con ella una pelotita y, en vez de pujar solamente dejaras que fluyera, lograrías algo mejor- dijo el anciano.

Así lo hice. Concentré mi energía entre las palmas de mis manos y traté de visualizar una esfera. Canalicé más y más energía lunar, sin embargo, no me era fácil de la nada aprender a hacer una esfera de luz. Me concentré en formar la pelota antes de siquiera canalizar más energía. Puse mi mente en blanco.

Sin embargo, no era momento de seguir descansando. Con la mente tranquila y visualizando la esfera, me puse de pie y comencé a caminar.

-Debemos encontrar una forma de escapar. O al menos, de llegar hasta ella y destruirla- dije mientras me movía. El laberinto se había reconfigurado y, de seguir avanzando, lo más probable era que llegaríamos a otra zona de pruebas-¿que sugieres, Vader? Podemos entrenar y descansar ¿o vamos a la otra zona?

Era cierto lo que decía el chico de armadura, sin embargo, no tenía muchas opciones. No podía como tal "matar" a esas cosas, por lo que una traición por parte del anciano se quedaría sin cobrar. Continué perfeccionando mi esfera de energía, la cual era un cúmulo de energía lunar, creada con la intención de concentrar sus efectos vibratorios y, en general, potenciar sus características.

-No pujes, concéntrate... visualiza, eso es importante y recuerda que, si no lo logras, estarás como yo- dijo el anciano.

-Eso no ayuda, viejo- le dije con voz enojada. Sin embargo, no me era fácil concentrarme, menos con esa gente demacrada viéndome con curiosidad. Debía concentrarme, pero, el hecho de que la "Dama Negra" estuviera entre ellos con la forma de un niño o una mujer inocente, me hacía estar más alerta. Sin embargo, como le dije antes a mi compañero, no tenía otra opción.

Concentré mis pensamientos en visualizar la energía concentrada, generando cada vez más y más, intentando que no simplemente se desperdiciara, como quien junta dos focos y cuya luz y calor se pierden, sino, lograr que esta se mantuviera junta. Una cohesión de energía. Exhalando e inhalando, relajando mis músculos y con la mente enfocada pasé un buen rato. No era tan fácil y, de hecho, me parecía que desafiaría un poco las ciencias naturales, pero tenía que esforzarme. Aquella pelotita aún desperdiciaba mucha energía, por lo que debía concentrarla aún más.

Sin embargo, el intercambio de palabras con mi compañero me hicieron pensar en algo.

-No soy psicólogo, sin embargo, poseo cierto conocimiento de ello. Hay un efecto, llamado "psicosomático", en el que la gente desarrolla síntomas mediante la creencia de que están enfermos. Quizás puedas enfocar en ello tus ilusiones, para provocar algo de daño y así, tanto molestar más a tus enemigos como mantenerlos a raya- le dije con una sonrisa siniestra en la boca- no sé, con tus ilusiones hazles creer que están sangrando, se están quemando o cualquier cosa que se te ocurra...

Pero al hablar, mi concentración obviamente se reducía, provocando que el viejo me regañara y volviera a pedirme que me concentrara. Se puso enfrente de mi.

-Tu compañero puede practicar con las cientas de personas aquí atrapadas, tú, por otro lado, necesitas tiempo de calma y meditación. No es imposible crear una esfera de luz- dijo mientras, entre sus manos, creó por unos segundos una pequeña pelotita de energía verde, antes de caer agotado- yo era un curandero que podía curar con la energía. No soy un combatiente, pero, puedo enseñarte un truco o dos sobre estas cosas. Ahora, vuelve a poner tu mente en blanco y sólo concéntrate en lo que deseas crear... que todas tus emociones estallen en esa dirección...

-Vader- le dije a mi compañero- creo que podríamos estar aquí unos momentos más antes de avanzar, después de todo, si vamos así como así tendremos menos oportunidades. Esa "cosa" se adapta, por lo que también nosotros... vale anciano- dije volviéndome al viejo- enséñame...

Vaya, realmente esto estaba bastante difícil. No era imposible concebir una concentración de energía vibrante tan grande, sino el hecho de que, como oleadas o agua rebosante en un vaso completamente lleno, cuando alcanzaba su límite, la energía se desperdiciaba a mis alrededores. Incluso, aquel viejo que seguía dándome consejos, como el hecho de ir de menos a mas en las vibraciones o que no pujara demasiado, tuvo que retirarse al sentir cómo su cuerpo de pixeles comenzaba a sentirse distorsionado.

Me levanté lentamente, intentando que aquella "pelotita" de energía no se deshiciera y caminé, alejándome de las pobres "almas" en pena que vagaban por allí. Me acerqué a uno de esos muros hechos de pixeles y, cuándo acerqué las manos, las abrí en dirección a la pared, liberando de golpe toda la carga. Sin embargo, no fue más que un estallido. Una emanación a todas direcciones que, si bien hizo que la pared vibrara, no logró colapsarla. Mis manos también estaban resentidas por aquella vibración.

-Maldita sea- dije con voz de enfado, apretando los puños- le falta fuerza y, sobre todo, dirección.

Volví a concentrarme, de frente a la pared, generando de nuevo la energía entre las palmas de mis manos. Suspiré profundamente, relajé mis músculos y visualicé lo que quería. Poco a poco, canalicé de menos a más lo que tenía en mente. Si bien era cierto que era una energía vibratoria, según lo que sabía de física, podría existir alguna propiedad, debido a su naturaleza lunar, que me sirviera. Quizás su fuerza gravitacional. Además, tenía que usar mi propia energía para darle forma, por no decir crear "una red" que impiese que, en cierto momento, no se pudiera acumular más energía y esta se desperdiciara. De allí mi "visualización".

La técnica no dependía sólo de la energía lunar, sino de mi propia capacidad para darle una forma y, sobre todo "consistencia".

Con la esfera entre mis manos, canalicé poco a poco más y más, canalizando menos cuando la esfera parecía colapsar y volviendo a incrementar la intensidad cuando lograba estabilizarla.

-Controla esa energía. Visualiza, ahora, que la energía que no se puede contener regresa a la esfera. Trata de "ordenarle" que no se vaya- decía el anciano. No podía hacer mucho más de lo que ya estaba haciendo, por el momento. Volví a intentarlo, a lo largo de varios minutos, intentando lanzar mi energía contra la pared, pero simplemente conseguía una explosión sin dirección.

Ya parecía tener un poco más de forma, así como un poco más de poder, sin embargo, estaba lejos de lo que quería. Sí, quizás un golpe de esto acabaría con uno de los hombres del barco, al igual que con un hombre normal al agitarle el agua dentro de su cuerpo, pero con lo que tardaba no era rentable.

-Quizás si avanzamos más...- dije para mí- quizás veamos que tan difícil sea salir... !No¡ Si no estamos listos, nos aplastará

Una niña se acercó a mí. Estaba tan demacrada como todos los demás.

-Detrás de estos muros, en el siguiente nivel, hay dos gigantes. Una mujer y un hombre, capturados por el barco hace tiempo. Si pasan de aquí, como lo lograron una vez unos marinos, los devorarán.

-Niña, ¿cómo sabes eso?- le cuestioné.

-Lo hicieron conmigo. Todo aquel que perece aquí dentro, también se convierte en parte de la nave...

Sentí escalofríos. Volví a centrarme en el muro, canalizando mi energía. Estaba claro que la muerte era segura, ahora, debía encontrar la forma de no acabar como ella. Tras la siguiente explosión, la cual hizo volar a la niña cerca de mi compañero, lamí mi piedra de sal y me senté a retomar el aire.