¡Apuesta al rojo! [Privado Amanda-Thyso]

Había llegado a Shima No Tsumi, no me gustaba nada estar en este lugar pero mi viaje me había llevado hasta aquí, por lo que sabía hasta el momento mi padre frecuentaba este lugar, al menos hace un par de años, es lo que me dijeron en el orfanato. Parece ser que a parte de ser un científico de prestigio era bastante adinerado. Llegué cuando aún estaba anocheciendo, las luces comenzaban a encenderse y todo parecía más luminoso incluso que si fuese de día. Había rascacielos que se perdían en las nubes y ruido que se oía desde el puerto norte, donde llegué a bordo de un barco lleno de gente adinerada y con prendas lujosas que, a veces, me miraban y se reían en voz baja, supongo que no estaban acostumbrados de ver a un ciudadano de clase media por ahí, ya que todo era bastante... lujoso.

Avancé hacia el centro de la ciudad mientras los rascacielos se hacían cada vez más grandes y brillantes, la vista era extraña, te hacía sentir pequeño de lo grandes que eran los edificios, pero sin embargo, tenía algo encantador que te hacía querer entrar y eso hice, ya que también me moría de sed, ya que llevaba mucho tiempo sin beber nada, así que subí por un gran ascensor que solo llevaba a una sala, la azotea, donde se estaban haciendo cantidad de juegos lúdicos, bebidas, etc, había un ambiente de superioridad.. interesante, hasta había ya algún borracho y no eran ni las 11, pero bueno, sus motivos tendrían.

Junto a una ruleta había una barra con un camarero, vestía un traje gris con una corbata verde, era bastante enclenque y parecía amable, así que me acerqué y le dije

-Disculpe, ¿puede darme un refresco? He andado un buen trecho hasta aquí y estoy sediento. El hombre me miró de arriba abajo y, sin decir una palabra, me ofreció un vaso con refresco, supongo que le resultó raro que alguien quisiese beber algo sin alcohol, pero bueno. Cogí mi vaso y mientras lo saboreaba me puse a mirar todo el lugar, buscando algo o alguien que llamase mi atención, aunque la mayoría parecen los típicos filantropos, nada remarcable.

La aldea de Shima No Tsumi, una isla que… realmente no parecía real, al menos no para una chica crecida en el campo como Amanda, la cual en ese momento miraba desde una altísima ventana a la ciudad, parecía algo inmenso y aterrador, tanto que podría perderse en ese lugar, una ciudad caótica, llena de ruidos estridentes, luces cegadoras, gente mal hablada y gritos, ella no sabía cómo rayos podría salir de ese lugar… y como había llegado tampoco ya que había encallado un barco donde había viajado y había llegado ahí apenas con unos pocos Berry y se había acercado al pueblo a un casino… después solo recordaba que tenía un millón de Berry… luego ni siquiera tenía sus hachas… luego gano 20 millones… luego nada más… luego recupero sus hachas y finalmente decidió mejor conseguir un empleo para ganar algo de dinero y aprovechar para conseguir algo de información sobre algún barco por donde pudiera escapar de la isla sin pasar por la marina, no había buscado mucho cuando le habían ofrecido un empleo como camarera, aunque ella había dicho que no tenía experiencia en ello el dueño del lugar había dicho que tenía todo lo que necesitaba para trabajar en un local como ese, ahora se encontraba en uno de los últimos pisos, llevaba ya unas horas tendiendo a la gente y finalmente era su descanso, descanso que el dueño había dicho que podía tomar ahí mismo y pedir alguna bebida a cuenta de la casa.

Se acercó a la barra para dirigirse al barman el cual era un anciano bastante amable que le había explicado mucho de ese trabajo y se sentó al lado de un cliente.

-Amanda, ¿Ya es tu descanso?
-Sí señor, me daría algo… amm… bueno que…

El hombre la miro y rio un poco

-Algo sin nada de alcohol no niña? Claro aunque no creas no eres el único fenómeno que pide algo como eso

El barman se alejó a la trastienda buscando más refresco y Amanda quedo a solas con el cliente, que apenas lo veía

-Ha… hola?

Pregunto algo nerviosa, no estaba en su educación coincidir con alguien y no presentarse, pero aunque era bastante atrevida normalmente esa ciudad ya le había dado un par de sustos por lo que prefería tener precauciones… como una mano muy cerca del mango de su hacha, por si acaso.

Estaba tan concentrado en mirar el lugar de juegos, como jugaba la gente que prácticamente no noté que alguien se sentaba a mi lado hasta que una voz dulce me saludó con un tímido hola y reaccioné, giré la cabeza y, como si de un flechazo se tratase, una hermosa chica me deslumbró, tenía un pelo largo y precioso, rojo como el fuego, un cuerpo voluptuoso que la gran mayoría solo podría llegar a imaginar, me quedé embobado un segundo y luego me dí cuenta de que era una mink, tenía unos cuernos y una cola, pero eso solo la hacía más interesante y, para que lo voy a negar, casi se me escapa una erección de la sorpresa.

Casi me atraganté con mi refresco, tosí un par de veces para intentar no morir y le extendí la mano con una sonrisa

-¡Buenas! Mi nombre es Thyso, ¿como te llamas? dije con una voz amigable aunque en el fondo estaba gritando de los nervios

*Vaya, ¿que querrá una chica así de mi? Quizás me ha reconocido y sabe algo de mi padre, o le envía directamente el mismo para encontrarme. ¿Quien sabe? Simplemente pasaré el rato charlando, no tengo nada que perder* pensé. Una vez terminadas las presentaciones dije.

-¿Y que te trae por aquí? Pero mientras lo decía pude ver como un par de borrachos al fondo estaban peleándose entre sí, pensé para mi mismo que solo era gente con unas copas de más, nadie puede ser tan tonto para pelearse en un casino porque sí, solo esperaba que no se acercasen, estaba muy agusto ahora mismo. Los hombres eran dos personas con trajes que parecían bastante caros pero claro, ¿que traje no lo parece? Uno era rubio, con gafas de sol y una cadena de oro que le colgaba por fuera de la camisa del traje, el otro, era un pelirrojo, con unos anillos llenos de gemas, este último parecía el mas borracho de los dos, ya que no podía casi ni mantenerse.

Mientras conversábamos los guardias los separaron, y tras eso creo que estaban tan borrachos que ni se acordaban de por qué peleaban. Después de separarse cada uno por su lado, vi como se estaban dedicando a intentar ligar con todas las mujeres y me temían que llegasen aquí, pero por mala suerte, el pelirrojo se acercaba hacia mi compañera.

-Oie wapa... ¿quiejes un poco de diversión? Yo sabía que ese hombre estaba borracho, no estaba actuando conscientemente, así que antes de que se liase parda elegí solucionarlo de la manera más rápida.

-Lo siento amigo, ella está conmigo, así que si no te importa dejarnos solos... El pelirrojo se marchó enfadado mientras nos hacía un gesto de intentar lanzarnos algo con la mano, a pesar de no tener nada, y se fué a un sofá que había por ahí cerca.

Retomamos la conversación aunque aquel hombre no seguía mirando de vez en cuando.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

La agradable conversación con Amanda acabó bruscamente cuando le tocó volver al trabajo, parece ser que trabajaba de camarera por ahí, que curioso, bueno ya hablaríamos mas tarde supongo.

Bebí lo que me quedaba en el vaso de un trago y me levanté de la silla, iba a dar una vuelta por el lugar para ver si podía sacar algo de allí y, ya que estaba, ¿por qué no probar suerte en el casino? Total, tampoco me jugaría demasiado y para apostar un poco sí tengo, de sobra.
Estaba empezando a moverme cuando ví que el pelirrojo llamó a Amanda y, aunque al principio se veía algo molesta por el hombre, no tardó mucho en parecer interesada en algo así que supongo que los dejaré en paz por ahora.

Mientras andaba por el lugar pude ver al otro borracho, el rubio, se había quitado las gafas dando a mostrar unos ojos azules que no parecían ser capaces de ver todo con claridad. El hombre estaba sentado y se le veía algo desorientado, así que me acerqué y le pregunté si estaba bien, a lo que me respondió que sí, solo estaba algo mareado. Me despreocupé, ya que es algo normal en la gente con unas cuantas copas de más.

El refresco que tomé antes me estaba haciendo querer ir al baño, ya que la última vez que fuí al baño... fue antes de montar al barco y el refresco era la gota que colmaba el vaso, así que entré al baño de hombres y, en vez de usar uno de pared, usé uno que estaba protegido por cuatro paredes, ya sabes, los típicos de establecimientos. Mientras hacía mis cosas pude escuchar una conversación entre dos hombres que entraron después de mi.

-Oye, ¿has visto por la pelea de antes? Ha estado graciosa cuanto menos ¿eh?
-Sí, esos dos borrachos han sido la risa, pero no sé, el pelirrojo me recuerda a alguien... y no a alguien bueno
-¿Ah si? Pues a mi no me sonaba su cara.
-Quizás solo eran imaginaciones mías, venga, vamos a apostar unos cuantos millones a la ruleta.

Tras esa conversación el ruido desapareció y yo salí, no me quería montar películas en la cabeza pero eso me haría estar más atento a lo que hace el pelirrojo con Amanda, así que me lavé las manos, me las sequé y salí del baño.

Ya había pasado un buen rato desde que el hombre pelirrojo le había hablado, al parecer en los piso inferiores del edificio había una especie de fiesta puesto que muchos de los clientes se habían levantado para irse y el local parecía totalmente vacío, aun así se escuchaba un fuerte estrepito venir de los pisos de abajo, había tan poca gente que muchos de los meseros se habían desaparecido, probablemente a aprovechar ese nuevo tiempo libre en bajar al casino a apostar o a beber, pero el pelirrojo seguía ahí viéndola fijamente, Amanda no era ninguna tonta sabía que estaba tramando algo pero era su única oportunidad por lo que se acercó al hombre.

-Y bien… ¿Cómo puedo salir de aquí?

El hombre se levantó sonriendo y Amanda noto como la recorría con la mirada pero estaba acostumbrada a ello por lo que no le importó lo mas mínimo, este le sonrió

-Unos amigos y yo sacaremos algunas… cosas de la isla, en un pequeño bote, pero no tenemos suficiente gente para subir toda la mercancía a bordo, tú pareces ser muy fuerte, si… ayúdanos y tendrás el pasaje gratis a la siguiente isla

Amanda no se lo pensó ni siquiera un segundo, asintiendo

-Entonces vamos… pero que no haya trampas

Sus palabras no podrían parecer amenazantes, pero su mano palmando una de sus hachas dejo la amenaza perfectamente echa, el hombre se levanto

-Sígame entonces, señorita

Nada más salir pude ver como la chica con la que estaba hablando antes se marchaba con el pelirrojo, no se adonde irían, pero sabiendo los efectos del alcohol en el cuerpo humano... quizás lo mejor era seguirles, por si acaso. Mientras se levantaban pude ver una hacha con la chica pero no me tranquilizó, porque no sabía de que iba a ser capaz ese hombre, así que me puse a seguirles usando mi gran sigilo por el lugar.

Cuando ellos justo atravesaban la puerta que daba a un pasillo con un ascensor al fondo, me choqué con una mujer ricachona, vieja y presumida. Tenía arrugas en la cara y un pelo mas bien grisáceo. Cuando me di cuenta, le había tirado el martini que estaba bebiendo, me disculpé rápidamente y seguí hacia mi camino, aunque pude ver por el rabillo del ojo como la señora hacía un gesto con la cabeza a un hombre ¿sería su esposo? Que mas da, mejor me daba prisa y llegaba a la puerta. Mientras tanto, todo el casino armó revuelo por la mujer, ¿sería alguien importante?