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Isla Kabushi, un lugar bonito para vivir. Tranquilo, con gente amable y bastante acogedor. Lástima que no estuviera aquí de vacaciones. Al contrario, me encontraba por motivos de trabajo. Hace poco más de una semana, llegó un soplo a la agencia sobre un nuevo movimiento revolucionario procedente de esta isla. No se trataba más que de un simple rumor, pero la seriedad con la que tratan los asuntos es tal, que persiguen cualquier murmullo existente para acallarlo. Pero lo que cualquiera se pregunta es, ¿por qué un alguien sin experiencia como yo era enviado a una isla en otro Blue para hallar la pista de unos rebeldes fantasmas? Muy simple, o las personas adecuadas para esta misión estaban trabajando en algún asunto más importante o simplemente no querían hacerlo ya que las probabilidades de que esos infundios fueran reales era muy baja. Aun así, la idea no era tan descabellada debido a los antecedentes de la isla, de modo que se eligió al novato de turno para que se encargara del asunto usando como excusa el darle algo de experiencia.
En el fondo a mi me daba igual, es decir, ya que esta se trataba de mi primera misión oficial quería disfrutarla, y a simple vista parecía un trabajo sencillo ya que mis órdenes solo constaban de informar sobre el movimiento insurgente en el caso de existir, en simples palabras, confirmar su existencia. Por este motivo me encontraba relajado y emocionado, porque a pesar de ser un caso de poca importancia, que a un recién iniciado le confiaran una misión sin supervisión, demostraba cierto grado de competencia por mi parte y cierto grado de confianza por parte de mis superiores.
Postergando la transcendencia de mi misión, llegué a aquella isla al mediodía, con el estómago vacío. Mi compañero y navegante, Telmo, que era un chico de 16 años con el que coincidí en el puerto de la isla anterior que se ofreció a alcanzarme, también se encontraba hambriento, de modo que le propuse ir hacia alguna taberna para echarnos algo en la boca. Mi propósito no era solo alimentarme, sino buscar información, y por lo que me había enseñado mi abuelo, no había mejor lugar que una taberna para planear revoluciones revolucionarias.
En el fondo a mi me daba igual, es decir, ya que esta se trataba de mi primera misión oficial quería disfrutarla, y a simple vista parecía un trabajo sencillo ya que mis órdenes solo constaban de informar sobre el movimiento insurgente en el caso de existir, en simples palabras, confirmar su existencia. Por este motivo me encontraba relajado y emocionado, porque a pesar de ser un caso de poca importancia, que a un recién iniciado le confiaran una misión sin supervisión, demostraba cierto grado de competencia por mi parte y cierto grado de confianza por parte de mis superiores.
Postergando la transcendencia de mi misión, llegué a aquella isla al mediodía, con el estómago vacío. Mi compañero y navegante, Telmo, que era un chico de 16 años con el que coincidí en el puerto de la isla anterior que se ofreció a alcanzarme, también se encontraba hambriento, de modo que le propuse ir hacia alguna taberna para echarnos algo en la boca. Mi propósito no era solo alimentarme, sino buscar información, y por lo que me había enseñado mi abuelo, no había mejor lugar que una taberna para planear revoluciones revolucionarias.
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Medio día en Kabushi, llevo un par de semanas asentado aquí. El primer día contacté con dos revolucionarios y tras contarle mi vida y mis convicciones me dijeron que se comunicarían conmigo en los próximos días para llevar a cabo acciones contra la Marina. Durante los siguientes días estuve esperando pacientemente en la taberna que me dijeron pero no llegaban. Al cabo de la semana ya conocía a los clientes habituales de la taberna y me había hecho algo más que amigos de algún/a lugareño/a.
Ayer me metí en una pequeña bronca con unos extraños porque decían que les había robado a sus chicas, yo solo las invité a bailar un ratito...
En fin, tras darle su merecido me fui a casa de una de las chicas y estuve allí hasta hace unos minutos. Me vuelvo a adentrar en la maravillosa taberna. Entro en la taberna golpeando fuerte la puerta. Me encanta que sea de vaivén esta puerta.
Cálico - Tabernero, una ración de sus mejores almóndigas y una jarra de agua.
Tras habituarme a la penumbra que hay en el bar me siento en una mesa, observo a la gente que está y me fijo en dos nuevos comensales. Me levanto inmediatamente y con mi mejor sonrisa me acerco a ellos. Cuando llego a su lado observo a los dos. Ambos se ven más bajos que yo, pero al estar sentados no estoy seguro. Uno tiene una cicatriz en la mejilla que le da un aspecto peligroso, el otro es un jovencito confuso. Me dirijo al jovencito confuso que parece que no va a tener el valor de negarme el asiento.
C - Soy Cálico, encantadísimo. Ustedes sois nuevos en este lugar, así que me toca conoceros e invitaros a comer. ¿Qué os trae a esta bella isla? - Pregunto mientras le gesticulo al camarero que lo suyo va en mi cuenta.
Ayer me metí en una pequeña bronca con unos extraños porque decían que les había robado a sus chicas, yo solo las invité a bailar un ratito...
- Ver bajo tu responsabilidad:
En fin, tras darle su merecido me fui a casa de una de las chicas y estuve allí hasta hace unos minutos. Me vuelvo a adentrar en la maravillosa taberna. Entro en la taberna golpeando fuerte la puerta. Me encanta que sea de vaivén esta puerta.
Cálico - Tabernero, una ración de sus mejores almóndigas y una jarra de agua.
Tras habituarme a la penumbra que hay en el bar me siento en una mesa, observo a la gente que está y me fijo en dos nuevos comensales. Me levanto inmediatamente y con mi mejor sonrisa me acerco a ellos. Cuando llego a su lado observo a los dos. Ambos se ven más bajos que yo, pero al estar sentados no estoy seguro. Uno tiene una cicatriz en la mejilla que le da un aspecto peligroso, el otro es un jovencito confuso. Me dirijo al jovencito confuso que parece que no va a tener el valor de negarme el asiento.
C - Soy Cálico, encantadísimo. Ustedes sois nuevos en este lugar, así que me toca conoceros e invitaros a comer. ¿Qué os trae a esta bella isla? - Pregunto mientras le gesticulo al camarero que lo suyo va en mi cuenta.
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No tardamos mucho en dar con la modesta taberna. Para ser sincero, fue más fácil de lo que pensaba dar con ella, ya que, aun siendo una construcción humilde, el resto del pueblo lo era aún más. Todo formado en madera, muy bien trabajada a mi parecer. Si el pueblo tenía alguna carpintería de buen nivel, quizás me pasara por allí para matar el tiempo.
Ya dentro de la taberna, mi compañero y yo nos sentamos en la barra.
- Señor tabernero, sírvanos dos platos de la mejor comida que tenga y un par de birras. Pero sobre todo la comida, venimos hambrientos - le digo al hombre de aspecto rudo que se encuentra tras la barra.
Sin mediar ninguna palabra y únicamente con un gesto de asentimiento, el hombre empezó a preparar el pedido con ligera soltura. Antes de que empezaran a rugir nuestros vacíos estómagos Telmo y yo ya nos encontrábamos con dos buenos platos de sardinas asadas a la plancha acompañadas de dulces batatas. Empezamos a comer sin detenernos salvo para beber de la amarga cerveza que también nos habían servido. Cuando acabamos le dije a mi joven acompañante:
- Voy a estar aquí unos pocos días, y por lo que me contaste, tu visita tampoco iba a ser mucho más larga. ¿Me harías el favor de llevarme de vuelta contigo cuando acabemos nuestros quehaceres en la isla?
Nada preguntarle accedió a ello, legando que siempre era bueno tener compañía en las travesías. Pero la conversación se vio interrumpida por un sujeto de aspecto estirado y piel muy pálida, que se autoinvitó a sentarse al lado nuestro. Estaba a punto de echarle de allí cuando nos informó que nos invitaba a la comida. Se trataba de un sujeto amable, por lo que su intromisión no me molestó tanto como podría haber pasado con alguna otra persona menos amigable. Se trataba de un personaje bastante curioso, y parecía ser conocido en la taberna. Podría serme útil en mi misión.
- Pues mi compañero y yo acabamos de llegar de la isla vecina, aunque cada uno tiene sus propios intereses. Yo estoy aquí por negocios. Me han dicho que puedo encontrar a personas que me podrían echar una mano en esta isla - digo respondiendo a su pregunta -. Y tú, larguirucho, ¿qué te trae por aquí y a qué se debe esa gentil invitación?
Esperaba que no se tomase a mal el comentario, pero me causaba mucha curiosidad su generosidad.
Ya dentro de la taberna, mi compañero y yo nos sentamos en la barra.
- Señor tabernero, sírvanos dos platos de la mejor comida que tenga y un par de birras. Pero sobre todo la comida, venimos hambrientos - le digo al hombre de aspecto rudo que se encuentra tras la barra.
Sin mediar ninguna palabra y únicamente con un gesto de asentimiento, el hombre empezó a preparar el pedido con ligera soltura. Antes de que empezaran a rugir nuestros vacíos estómagos Telmo y yo ya nos encontrábamos con dos buenos platos de sardinas asadas a la plancha acompañadas de dulces batatas. Empezamos a comer sin detenernos salvo para beber de la amarga cerveza que también nos habían servido. Cuando acabamos le dije a mi joven acompañante:
- Voy a estar aquí unos pocos días, y por lo que me contaste, tu visita tampoco iba a ser mucho más larga. ¿Me harías el favor de llevarme de vuelta contigo cuando acabemos nuestros quehaceres en la isla?
Nada preguntarle accedió a ello, legando que siempre era bueno tener compañía en las travesías. Pero la conversación se vio interrumpida por un sujeto de aspecto estirado y piel muy pálida, que se autoinvitó a sentarse al lado nuestro. Estaba a punto de echarle de allí cuando nos informó que nos invitaba a la comida. Se trataba de un sujeto amable, por lo que su intromisión no me molestó tanto como podría haber pasado con alguna otra persona menos amigable. Se trataba de un personaje bastante curioso, y parecía ser conocido en la taberna. Podría serme útil en mi misión.
- Pues mi compañero y yo acabamos de llegar de la isla vecina, aunque cada uno tiene sus propios intereses. Yo estoy aquí por negocios. Me han dicho que puedo encontrar a personas que me podrían echar una mano en esta isla - digo respondiendo a su pregunta -. Y tú, larguirucho, ¿qué te trae por aquí y a qué se debe esa gentil invitación?
Esperaba que no se tomase a mal el comentario, pero me causaba mucha curiosidad su generosidad.
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- Off-Rol:
- Me encanta la siguiente frase:Jiren escribió:Se trataba de un personaje bastante curioso, y parecía ser cocido en la taberna.
Mi invitación es bienvenida y me pongo a beber con ellos, tengo que pedir otra jarra de agua puesto que la mía se ha vaciado en el camino a la mesa. Soy demasiado torpe con los líquido.
Los dos muchachos me confirman que acaban de llegar a la isla y el de la cicatriz, que lleva la voz cantante, me dice que está por negocios.
Cálico - Ahora mismo estoy esperando a unos amigos...
Estoy un rato pensando y que coño, llevo dos semanas aquí y no he hecho nada más que esperar, así que hagamos algo mejor que esperar.
C - Negocios... Depende de que necesites puede que te venga bien esto. - Desenfundo mi guadaña para que la vea y la vuelvo a enfundar. - Dime... Pequeñín, si vas a fastidiar a los maravillosos isleños - Señalo con mi brazo a todos los clientes de la taberna. - tendremos problemas, pero si quieres ayudarlos estoy a tu plena disposición. Por cierto, ¿cómo te llamas carapartida?
Me relajo en el asiento mientras me como mi plato de lentejas. Que alegría no comer pescado.
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No pude hacer más que reírme cuando el pálido chico me mostró su guadaña. No hay nada como un arma bien afilada para intimidar, pero el comentario del joven se había quedado en medio de una oferta de ayuda y una amenaza. No sabía muy bien como tomármelo, pero le di un voto de confianza y me lo tomé como una oferta de refuerzo. Me levanto de la barra y me sitúo a su lado.
- JAJAJAJA, me caes bien compañero. Me llamo Jiren B. Sphaeram, y te juro por mi abuelo y mi patria que todo lo que haga será por el bien de las personas, tanto las de esta taberna y este pueblo, como las del resto del mundo - levanto la mano con un ademán que indica un apretón de manos -.¿Cuál es tu nombre? Pareces ser una persona competente, cordial, y amable. Si quieres saber más, podríamos dirigirnos a algún lugar más discreto, ya me entiendes.
Me dirijo a mi compañero de viaje, Telmo, y le digo que nos encontremos en la taberna mañana a la misma hora, a lo que me asiente y me dice que perfecto. Ahora que dejaba mis asuntos zanjados, estaba dispuesto a salir de la taberna cuando entró un personaje misterioso. Levaba puesta una armadura compuesta de piezas negras en distintas partes del cuerpo y la cabeza rapada. Tenía una mirada fría, pero nada más levantar la vista y encontrar al larguirucho, se dispuso a hablarle, lo cual me resultó muy sospechoso.
- JAJAJAJA, me caes bien compañero. Me llamo Jiren B. Sphaeram, y te juro por mi abuelo y mi patria que todo lo que haga será por el bien de las personas, tanto las de esta taberna y este pueblo, como las del resto del mundo - levanto la mano con un ademán que indica un apretón de manos -.¿Cuál es tu nombre? Pareces ser una persona competente, cordial, y amable. Si quieres saber más, podríamos dirigirnos a algún lugar más discreto, ya me entiendes.
Me dirijo a mi compañero de viaje, Telmo, y le digo que nos encontremos en la taberna mañana a la misma hora, a lo que me asiente y me dice que perfecto. Ahora que dejaba mis asuntos zanjados, estaba dispuesto a salir de la taberna cuando entró un personaje misterioso. Levaba puesta una armadura compuesta de piezas negras en distintas partes del cuerpo y la cabeza rapada. Tenía una mirada fría, pero nada más levantar la vista y encontrar al larguirucho, se dispuso a hablarle, lo cual me resultó muy sospechoso.
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El carapartida se sienta a mi lado y me dice su nombre, Jiren. Me cae bien, parece que nos apoyaremos mutuamente. Larga a su compañero y se cita con él al día siguiente. Parece un hombre de palabra, no como los revolucionarios que me encontré, que me han dejado colgado.
Cálico - Me llamo Cálico, te lo dije antes Jiren. - Le doy un abrazo obviando su apretón de manos. - Vente, conozco un sitio donde hablar tranquilos.
Pensando en volver a la casa de las chavalas de anoche. Nos levantamos y dirigimos a la puerta pero entonces entra uno de los dos revolucionarios que conocí. Vestía de forma distinta, como un soldado. Le digo a Jiren que se quede ahí un segundo que tengo que hablar con el hombre este.
C - Puig, ¿qué te ha pasado? Estás como para ir a la guerra. - Le hablo iniciando la contestación y dándole un golpe en el hombro.
Puig - Chico, porque vamos a la guerra. Unos piratas han capturado a Demon. - Me enfurezco nada más pensar en los piratas. - Están en el bosque talandolo, su barco está en un risco que se interna en el bosque. Tengo fuera tres escarabajos, el de Demon, el que encontramos para ti y el mío.
C - Vale, este se viene con nosotros, es buena persona.
Me acerco a Jiren y le comento la situación.
C - Jiren, unos piratas han capturado al compañero de mi amigo aquí presente, Puig. Según sus informaciones están atacando a todo el que se acerca a las inmediaciones de su base. Se llevan la madera con la que sobreviven estos isleños. Debemos detenerlos. ¿Vienes? - Todo esto lo digo mientras salimos de la taberna - Si te unes súbete al escarabajo.
Me subo a uno de los tres escarabajos gigantes que hay atado a la puerta de la taberna y le tiendo una rienda a Jiren esperando que suba para irnos a por esos malditos piratas.
Cálico - Me llamo Cálico, te lo dije antes Jiren. - Le doy un abrazo obviando su apretón de manos. - Vente, conozco un sitio donde hablar tranquilos.
Pensando en volver a la casa de las chavalas de anoche. Nos levantamos y dirigimos a la puerta pero entonces entra uno de los dos revolucionarios que conocí. Vestía de forma distinta, como un soldado. Le digo a Jiren que se quede ahí un segundo que tengo que hablar con el hombre este.
C - Puig, ¿qué te ha pasado? Estás como para ir a la guerra. - Le hablo iniciando la contestación y dándole un golpe en el hombro.
Puig - Chico, porque vamos a la guerra. Unos piratas han capturado a Demon. - Me enfurezco nada más pensar en los piratas. - Están en el bosque talandolo, su barco está en un risco que se interna en el bosque. Tengo fuera tres escarabajos, el de Demon, el que encontramos para ti y el mío.
C - Vale, este se viene con nosotros, es buena persona.
Me acerco a Jiren y le comento la situación.
C - Jiren, unos piratas han capturado al compañero de mi amigo aquí presente, Puig. Según sus informaciones están atacando a todo el que se acerca a las inmediaciones de su base. Se llevan la madera con la que sobreviven estos isleños. Debemos detenerlos. ¿Vienes? - Todo esto lo digo mientras salimos de la taberna - Si te unes súbete al escarabajo.
Me subo a uno de los tres escarabajos gigantes que hay atado a la puerta de la taberna y le tiendo una rienda a Jiren esperando que suba para irnos a por esos malditos piratas.
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El hombre rapado de la armadura se llamaba Puig. Al parecer y según lo que me contó Cálico, unos maleantes bajo un estandarte pirata habían apresado a uno de sus compañeros, y no solo eso, sino que estaban robando la madera de mejor calidad de la isla. Ya que la madera era el sustento principal de la isla, esto era un ultraje perjudicial para los aldeanos, y no podíamos permitir tales actos.
El larguirucho y su amigo estaban dispuestos a enfrentarse a los piratas para rescatar a su amigo y defender la isla. Ante tal convicción, yo no me podía quedar de brazos cruzados. Mi deber era desenmascarar la existencia de rebeldes en la isla, pero a falta de estos, buenos eran los piratas. Además, tras tanto tiempo sin entrenar, había estado ideando una técnica que quizás me ayudara, aunque nunca la había probado y quizás no funcionara. Pero obviando esa parte, lo fundamental era que si no ayudaba a detener a los piratas, mi alojamiento en la isla no tendría sentido. ¿De qué servía intentar averiguar la presencia de los revolucionarios si dejaba que unos piratas acabaran con el sustento de la población?
Así que libre de dudas, decidí unirme a la pareja que se estaban subiendo a unos escarabajos de metro y medio de altura.
- Yo también voy. No voy a permitir que los piratas destruyan las pocas cosas de valor que poseen los habitantes de esta isla - dije mientras me subía en la grupa del tercer escarabajo, el único que quedaba libre. Tenía una cornamenta parecida a la de un rinoceronte que se dividía en dos ramificaciones pequeñas, y una mancha roja uniforme en la frente. Parecía afable y me cayó bien desde el primer momento. Había escuchado que en la isla había personas que usaban a los escarabajos de montura, pero no me lo había terminado de creer hasta que vi como los otros dos se subían en sus espaldas. A decir verdad, mi escarabajo parecía acostumbrado a la presencia humana - ¿Tiene nombre?
- ¿Cómo dices? - preguntó el de la armadura con un tono serio y confuso.
- Este escarabajo, te pregunto que si tiene nombre.
- Ehh...sí, ese se llama Kókkino, por la mancha de frente.
- Conque Kókkino, ¿eh? - miro al escarabajo el cual gira sus ojos hacia mi -. No estoy acostumbrado a llevar las riendas de una criatura como tú, así que dejo el trabajo en tus manos. Sigue a los otros dos escarabajos.
Le di dos palmadas suaves sobre la cabeza cuando los otros dos se pusieron en marcha, para que los siguiera. Durante la travesía me dispuse a empezar una conversación, para entender mejor la situación, así que empecé a hacerle preguntas al rapado.
- ¿Y suelen venir muchos piratas a esta isla? ¿Y por qué capturaron a tu amigo? Por cierto, me gusta tu armadura, de donde la has sacado?
- Calma, muchacho. A ver, por orden. Alguna vez han habido piratas, y siempre ha sido la milicia local la que se ha encargado de espantarlos. Mi amigo pertenece a ese grupo, y como se interpuso en su camino, le capturaron para que no les causara molestias. Eran demasiados y él estaba de descanso. Yo andaba con él para enviar un mensaje cuando ocurrió todo. Solo yo pude correr a pedir refuerzos, pero por algún motivo no encontré a los de la milicia, por lo que fui a buscar a Cálico. Y respecto a la armadura, está hecha con la coraza de los escarabajos cuando la mudan. Es biológica y muy resistente, además de ser ligera, por lo que resulta adecuada para la lucha. Si ya he resuelto tus dudas, preferiría que siguieras en silencio.
Mientras pensaba que quería una armadura como esa, me di cuenta de un detalle. ¿Enviando un mensaje? ¿Qué mensaje y a quién? Si seguía preguntando a lo mejor se molestaba, pero era demasiado sospechoso como para dejar pasar la oportunidad. Por desgracia, cuando iba a preguntar, escuché un ruido procedente del bosque.
- Parad, he escuchado algo - ordené al grupo mientras detenía mi montura y bajaba de ella.
El larguirucho y su amigo estaban dispuestos a enfrentarse a los piratas para rescatar a su amigo y defender la isla. Ante tal convicción, yo no me podía quedar de brazos cruzados. Mi deber era desenmascarar la existencia de rebeldes en la isla, pero a falta de estos, buenos eran los piratas. Además, tras tanto tiempo sin entrenar, había estado ideando una técnica que quizás me ayudara, aunque nunca la había probado y quizás no funcionara. Pero obviando esa parte, lo fundamental era que si no ayudaba a detener a los piratas, mi alojamiento en la isla no tendría sentido. ¿De qué servía intentar averiguar la presencia de los revolucionarios si dejaba que unos piratas acabaran con el sustento de la población?
Así que libre de dudas, decidí unirme a la pareja que se estaban subiendo a unos escarabajos de metro y medio de altura.
- Yo también voy. No voy a permitir que los piratas destruyan las pocas cosas de valor que poseen los habitantes de esta isla - dije mientras me subía en la grupa del tercer escarabajo, el único que quedaba libre. Tenía una cornamenta parecida a la de un rinoceronte que se dividía en dos ramificaciones pequeñas, y una mancha roja uniforme en la frente. Parecía afable y me cayó bien desde el primer momento. Había escuchado que en la isla había personas que usaban a los escarabajos de montura, pero no me lo había terminado de creer hasta que vi como los otros dos se subían en sus espaldas. A decir verdad, mi escarabajo parecía acostumbrado a la presencia humana - ¿Tiene nombre?
- ¿Cómo dices? - preguntó el de la armadura con un tono serio y confuso.
- Este escarabajo, te pregunto que si tiene nombre.
- Ehh...sí, ese se llama Kókkino, por la mancha de frente.
- Conque Kókkino, ¿eh? - miro al escarabajo el cual gira sus ojos hacia mi -. No estoy acostumbrado a llevar las riendas de una criatura como tú, así que dejo el trabajo en tus manos. Sigue a los otros dos escarabajos.
Le di dos palmadas suaves sobre la cabeza cuando los otros dos se pusieron en marcha, para que los siguiera. Durante la travesía me dispuse a empezar una conversación, para entender mejor la situación, así que empecé a hacerle preguntas al rapado.
- ¿Y suelen venir muchos piratas a esta isla? ¿Y por qué capturaron a tu amigo? Por cierto, me gusta tu armadura, de donde la has sacado?
- Calma, muchacho. A ver, por orden. Alguna vez han habido piratas, y siempre ha sido la milicia local la que se ha encargado de espantarlos. Mi amigo pertenece a ese grupo, y como se interpuso en su camino, le capturaron para que no les causara molestias. Eran demasiados y él estaba de descanso. Yo andaba con él para enviar un mensaje cuando ocurrió todo. Solo yo pude correr a pedir refuerzos, pero por algún motivo no encontré a los de la milicia, por lo que fui a buscar a Cálico. Y respecto a la armadura, está hecha con la coraza de los escarabajos cuando la mudan. Es biológica y muy resistente, además de ser ligera, por lo que resulta adecuada para la lucha. Si ya he resuelto tus dudas, preferiría que siguieras en silencio.
Mientras pensaba que quería una armadura como esa, me di cuenta de un detalle. ¿Enviando un mensaje? ¿Qué mensaje y a quién? Si seguía preguntando a lo mejor se molestaba, pero era demasiado sospechoso como para dejar pasar la oportunidad. Por desgracia, cuando iba a preguntar, escuché un ruido procedente del bosque.
- Parad, he escuchado algo - ordené al grupo mientras detenía mi montura y bajaba de ella.
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Jiren se une a la expedición de búsqueda y salvamento de Demon. Sabía que no me equivocaba con él y era buena persona. Le pregunta cosas a Puig que a mi no me interesan, el nombre del escarabajo o la procedencia de su armadura. Me abstraigo de su conversación y me pongo a cantar mentalmente.
Una vez entrado en el bosque siento como una presencia nos sigue por las ramas de los árboles. No parece que vaya a atacarnos por lo que no le cuento nada a estos dos, que siguen de cháchara. Repentinamente, lo que nos sigue hace un ruido y Jiren se da cuenta.
Jiren - Parad, he escuchado algo - dijo mientras bajaba de su montura.
Veo que Puig también se baja y desenfunda su arma, una lanza de unos dos metros de largo. Ambos se ponen a mirar a todos lados. Yo me centro en la presencia y la localizo a nuestra espalda, en la copa de un árbol. Bajo del escarabajo y me acerco a ese árbol.
Cálico - ¿No os sobra este árbol? - Toco el árbol y desenfundando mi guadaña le lanzo un tajo. Hago una raja al tronco pero no lo corto, en Shoko solía cortarlos de cuajo.
El árbol se balancea y cae de sus ramas un hombre mientras yo acaricio la raja que le he hecho al árbol. El hombre es más alto que yo, unos dos metros y medio, flaquísimo, se levanta con una agilidad pasmosa y desenfunda una pequeña daga. Me quedo a dos metros de distancia de él, le apunto con la guadaña, que se queda a escasos veinte centimetros de su cuello y le digo
C - Hola rubio, ¿nos acercas a tu jefe o te apalizamos y nos acercas a tu jefe? - Le dedico mi mejor sonrisa mientras Jiren y Puig van rodeando al muchacho para que no tenga oportunidad de escaparse.
Una vez entrado en el bosque siento como una presencia nos sigue por las ramas de los árboles. No parece que vaya a atacarnos por lo que no le cuento nada a estos dos, que siguen de cháchara. Repentinamente, lo que nos sigue hace un ruido y Jiren se da cuenta.
Jiren - Parad, he escuchado algo - dijo mientras bajaba de su montura.
Veo que Puig también se baja y desenfunda su arma, una lanza de unos dos metros de largo. Ambos se ponen a mirar a todos lados. Yo me centro en la presencia y la localizo a nuestra espalda, en la copa de un árbol. Bajo del escarabajo y me acerco a ese árbol.
Cálico - ¿No os sobra este árbol? - Toco el árbol y desenfundando mi guadaña le lanzo un tajo. Hago una raja al tronco pero no lo corto, en Shoko solía cortarlos de cuajo.
El árbol se balancea y cae de sus ramas un hombre mientras yo acaricio la raja que le he hecho al árbol. El hombre es más alto que yo, unos dos metros y medio, flaquísimo, se levanta con una agilidad pasmosa y desenfunda una pequeña daga. Me quedo a dos metros de distancia de él, le apunto con la guadaña, que se queda a escasos veinte centimetros de su cuello y le digo
C - Hola rubio, ¿nos acercas a tu jefe o te apalizamos y nos acercas a tu jefe? - Le dedico mi mejor sonrisa mientras Jiren y Puig van rodeando al muchacho para que no tenga oportunidad de escaparse.
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Al bajar de Kókkino, mis dos compañeros repitieron la misma acción y desmontaron. Puig desenfundó su lanza mientras el larguirucho disponía de su guadaña, pero al contrario que el primero, este lanzó un enérgico tajo horizontal contra un árbol cercano a la procedencia del extraño ruido que había escuchado. Tras realizar el ataque, el árbol osciló brevemente provocando la caída de un individuo que estaba sobre sus ramas.
- Sorprendente Cálico. Eres muy perceptivo. Ahora descubramos cuáles son las intenciones de este misterioso personaje.
Al terminar de pronunciar las palabras, el sujeto se levantó del suelo usando únicamente la fuerza de sus piernas. Agarraba una daga y parecía dispuesto a combatir. Por desgracia para él, ya lo habíamos rodeado, formando un triángulo a su alrededor, y debido a la guadaña de Cálico y la lanza de Puig, también se encontraba en desventaja respecto al rango de ataque.
Ante tal demostración armamentística, llegué a sentirme desnudo por un instante. Mis compañeros portaban sus armas y el rapado incluso llevada encima una armadura, ¡hasta el desgraciado del árbol se encontraba más armado que yo! Pero al momento recordé que no me hacía falta ningún arma. Me habían entrenado en docenas de tipos de combates, y contra mí un arma no era tan útil. Mis preocupaciones se esfumaron tan pronto como aparecieron y me centré en el hombre que habíamos acorralado.
- ¿Quieres saber donde hallar a mi capitán? - dice el sospechoso individuo al escuchar el comentario sarcástico del larguirucho - No me hagas reir. No estais a la altura de acercaros a él. Se le conoce como al demonio de las mil sonrisas. Es un ser despiadado y avaricioso, nada indulgente con los insectos como vosotros. Si de verdad quieres ir a por él, se ubica al final del bosque, en la playa de la pata inferior derecha del escarabajo que forma el relieve de la isla. Pero no podréis alcanzarle, porque antes...¡os derrotaré!
- ¿Que nos derrotarás? ¿Tú y cuantos más, zopenco destartalado? - pregunta Puig.
- Yo...y todos estos - se lleva los dedos meñiques de cada mano a la boca y da un silbido bien fuerte, gritando unas órdenes justo después -. ¡Adelante chicos! Salid y acabad con estos pintamonas entrometidos.
De la maleza comienzan a salir una, dos, tres...hasta 6 personas desde distintas ubicaciones. De repente, mi sentido de alarma se dispara y la seguridad que poseía antes fue sustituida por una tremenda preocupación. Ahora nos habían rodeado ellos a nosotros y nos encontrábamos en una clara desventaja, y muy a pesar, no hallaba otra opción más que pelear para sobrevivir. Rezaba para que mis dos compañeros fueran tan capaces como aparentaban, de no ser así, no sabría como salir de la nefasta situación.
Sin perder los nervios y actuando rápida y conscientemente, Puig clavó su lanza en el suelo. ¿Se iba a rendir? No sabía que se le estaba pasando por la cabeza, pero si se rendía y nos llevaban ante su capitán como prisioneros, no tendríamos posibilidad de sobrevivir. Pero antes de seguir pensando que había perdido la razón, el rapado también llevó sus dedos a la boca y profirió otro silbido, similar al anterior. Al terminar al agudo sonido...no pasó nada. Los piratas empezaron a burlarse de él e insultarle con hirientes ironías. Pero poco a poco el suelo empezaba a vibrar, cada vez más fuerte, y se podía escuchar un murmullo procedente de los alrededores.
Cuando me quise dar cuenta, más de la mitad de nuestros enemigos habían sido despachados. Una horda de escarabajos gigantes apareció de la nada y se llevó por delante a 5 de los piratas. Nuestras monturas también participaron en el impresionante ataque, y Puig se subió a la suya.
- Yo me adelanto hacia el capitán - dijo el de la armadura mientras su montura le transportaba -.Ustedes dos terminen con el resto.
El resto de escarabajos se marcharon salvo los nuestros que se quedaron a un lado esperando por nosotros. En total quedábamos cuatro personas. Cálico y yo en el bando de los defensores de la isla, y por el otro lado se encontraban el hombre que cayó del árbol y un compañero suyo, de tez morena y bien fornido, armado con unos extraños guantes metálicos. No podía decir que nos encontrábamos en ventaja, pero al menos ya no teníamos las de perder. Ahora era un enfrentamiento a la par, dos contra dos, y no podíamos perder.
- Larguirucho, ve a por el de la daga, el intento de boxeador es mío - le dije a Cálico mientras me lanzaba a por mi oponente.
- Sorprendente Cálico. Eres muy perceptivo. Ahora descubramos cuáles son las intenciones de este misterioso personaje.
Al terminar de pronunciar las palabras, el sujeto se levantó del suelo usando únicamente la fuerza de sus piernas. Agarraba una daga y parecía dispuesto a combatir. Por desgracia para él, ya lo habíamos rodeado, formando un triángulo a su alrededor, y debido a la guadaña de Cálico y la lanza de Puig, también se encontraba en desventaja respecto al rango de ataque.
Ante tal demostración armamentística, llegué a sentirme desnudo por un instante. Mis compañeros portaban sus armas y el rapado incluso llevada encima una armadura, ¡hasta el desgraciado del árbol se encontraba más armado que yo! Pero al momento recordé que no me hacía falta ningún arma. Me habían entrenado en docenas de tipos de combates, y contra mí un arma no era tan útil. Mis preocupaciones se esfumaron tan pronto como aparecieron y me centré en el hombre que habíamos acorralado.
- ¿Quieres saber donde hallar a mi capitán? - dice el sospechoso individuo al escuchar el comentario sarcástico del larguirucho - No me hagas reir. No estais a la altura de acercaros a él. Se le conoce como al demonio de las mil sonrisas. Es un ser despiadado y avaricioso, nada indulgente con los insectos como vosotros. Si de verdad quieres ir a por él, se ubica al final del bosque, en la playa de la pata inferior derecha del escarabajo que forma el relieve de la isla. Pero no podréis alcanzarle, porque antes...¡os derrotaré!
- ¿Que nos derrotarás? ¿Tú y cuantos más, zopenco destartalado? - pregunta Puig.
- Yo...y todos estos - se lleva los dedos meñiques de cada mano a la boca y da un silbido bien fuerte, gritando unas órdenes justo después -. ¡Adelante chicos! Salid y acabad con estos pintamonas entrometidos.
De la maleza comienzan a salir una, dos, tres...hasta 6 personas desde distintas ubicaciones. De repente, mi sentido de alarma se dispara y la seguridad que poseía antes fue sustituida por una tremenda preocupación. Ahora nos habían rodeado ellos a nosotros y nos encontrábamos en una clara desventaja, y muy a pesar, no hallaba otra opción más que pelear para sobrevivir. Rezaba para que mis dos compañeros fueran tan capaces como aparentaban, de no ser así, no sabría como salir de la nefasta situación.
Sin perder los nervios y actuando rápida y conscientemente, Puig clavó su lanza en el suelo. ¿Se iba a rendir? No sabía que se le estaba pasando por la cabeza, pero si se rendía y nos llevaban ante su capitán como prisioneros, no tendríamos posibilidad de sobrevivir. Pero antes de seguir pensando que había perdido la razón, el rapado también llevó sus dedos a la boca y profirió otro silbido, similar al anterior. Al terminar al agudo sonido...no pasó nada. Los piratas empezaron a burlarse de él e insultarle con hirientes ironías. Pero poco a poco el suelo empezaba a vibrar, cada vez más fuerte, y se podía escuchar un murmullo procedente de los alrededores.
Cuando me quise dar cuenta, más de la mitad de nuestros enemigos habían sido despachados. Una horda de escarabajos gigantes apareció de la nada y se llevó por delante a 5 de los piratas. Nuestras monturas también participaron en el impresionante ataque, y Puig se subió a la suya.
- Yo me adelanto hacia el capitán - dijo el de la armadura mientras su montura le transportaba -.Ustedes dos terminen con el resto.
El resto de escarabajos se marcharon salvo los nuestros que se quedaron a un lado esperando por nosotros. En total quedábamos cuatro personas. Cálico y yo en el bando de los defensores de la isla, y por el otro lado se encontraban el hombre que cayó del árbol y un compañero suyo, de tez morena y bien fornido, armado con unos extraños guantes metálicos. No podía decir que nos encontrábamos en ventaja, pero al menos ya no teníamos las de perder. Ahora era un enfrentamiento a la par, dos contra dos, y no podíamos perder.
- Larguirucho, ve a por el de la daga, el intento de boxeador es mío - le dije a Cálico mientras me lanzaba a por mi oponente.
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El rubio se carcajea de mi petición. Estoy dispuesto a arrancarle la cabeza por eso, pero silba y aparecen sus compañeros. Son 6 en total, nos rodean, parece que no tenemos opción contra ellos. Le doy la espalda al rubio para observar a los nuevos.
Puig baja la lanza, parece que se rinde. Suelta un silbido increíble seguido de... Nada. Los piratas se ríen. Se siente un temblor que va creciendo hasta que aparecen unos escarabajos que cornean a los piratas, solo dejan a dos piratas, el primero de todos y un tío con guantes.
Puig - Yo me adelanto hacia el capitán. Ustedes dos terminen con el resto.
Puig se marcha en su escarabajo dejándonos atrás a Jiren, nuestras monturas y a mí. Jiren desafió al de los guantes y me dijo que fuera a por el otro.
Cálico - ¡Enano, tú no me das órdenes! - Me confronto al de la daga y le mantengo a distancia con mi guadaña. - Chico, no tienes amigos que te salven ahora.
Por el rabillo del ojo veo como Jiren ha pasado al ataque y está atacando al boxeador. No puedo ser menos que él.
El rubito y yo nos estamos analizando a distancia. Giro la guadaña a mi alrededor, la arrastro por el suelo de tierra y al llegar a un metro de él la subo con una montonera de tierra para cegarle. Él sube su daga para cubrirse creyendo que voy a atacar a su cara directamente. Me acerco a él y con el mango de mi arma le pego un golpe en la mano para que se le caiga la daga. El rubio me pega un puñetazo en la cara como contraprestación. Mi guadaña se dirige a sus piernas y le hago un tajo en ambos talones cortando sus tendones, cayendo el rubio de inmediato al suelo y gritando de dolor.
Antes de girarme a ayudar a mi compañero sé que Jiren ha terminado con su contricante. Así que me dirijo a mi escarabajo, cojo las riendas del suyo y monto antes que llegue Jiren.
Cálico - Jiren, ¿siempre voy a tener que esperarte? - Sonrío y le paso sus riendas - Sube que tenemos que ir a por el demonio de las mil sonrisas. Que nombre tan ridículo, merece que le pateemos el trasero.
Puig baja la lanza, parece que se rinde. Suelta un silbido increíble seguido de... Nada. Los piratas se ríen. Se siente un temblor que va creciendo hasta que aparecen unos escarabajos que cornean a los piratas, solo dejan a dos piratas, el primero de todos y un tío con guantes.
Puig - Yo me adelanto hacia el capitán. Ustedes dos terminen con el resto.
Puig se marcha en su escarabajo dejándonos atrás a Jiren, nuestras monturas y a mí. Jiren desafió al de los guantes y me dijo que fuera a por el otro.
Cálico - ¡Enano, tú no me das órdenes! - Me confronto al de la daga y le mantengo a distancia con mi guadaña. - Chico, no tienes amigos que te salven ahora.
Por el rabillo del ojo veo como Jiren ha pasado al ataque y está atacando al boxeador. No puedo ser menos que él.
El rubito y yo nos estamos analizando a distancia. Giro la guadaña a mi alrededor, la arrastro por el suelo de tierra y al llegar a un metro de él la subo con una montonera de tierra para cegarle. Él sube su daga para cubrirse creyendo que voy a atacar a su cara directamente. Me acerco a él y con el mango de mi arma le pego un golpe en la mano para que se le caiga la daga. El rubio me pega un puñetazo en la cara como contraprestación. Mi guadaña se dirige a sus piernas y le hago un tajo en ambos talones cortando sus tendones, cayendo el rubio de inmediato al suelo y gritando de dolor.
Antes de girarme a ayudar a mi compañero sé que Jiren ha terminado con su contricante. Así que me dirijo a mi escarabajo, cojo las riendas del suyo y monto antes que llegue Jiren.
Cálico - Jiren, ¿siempre voy a tener que esperarte? - Sonrío y le paso sus riendas - Sube que tenemos que ir a por el demonio de las mil sonrisas. Que nombre tan ridículo, merece que le pateemos el trasero.
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