Eric Zor-El
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El destino era como un amante curioso e impredecible, pues, de nuevo, éste le había llevado a los hastíos y baldíos páramos de Arabasta, la isla del desierto. Aunque esta vez no se trataba de una misión en solitario, sino que era su primera empresa desde que ascendió a comandante hacía pocas semanas gracias a la recomendación de Zuko, su comodoro. A muchos no les había gustado que subiera tan rápidos escalafones dentro de la marina, insinuando que eso era incoherente y poco meritorio, pues era un recién llegado que apenas tenía instrucción militar como marine del gobierno mundial y tampoco era conocedor de la ley, teniendo a romper las normas en más de una ocasión. Sin embargo, el shandiano tenía que hacer que muchos de sus camaradas se tragaran sus palabras, sobre todo el vicealmirante Ajax, quien siempre había estado en contra de él.
Eran algo más de las ocho de la mañana, el sol ya pegaba con fuerza sobre sus cabezas, y el sudor hacía incómodo el uniforme. La misión que les habían encomendado era simple y sencilla, en apariencia, tenían que encontrar el punto de intercambio de material ilegal entre dos bandas mafiosas, o al menos una de ellas lo era, pues de la otra apenas se sabía nada. Esta información la sabíamos todos, así que había que dar pocas explicaciones. El equipo alfa ya había salido, así que en el barco quedaban el equipo beta, el comandado por Eric, y algunos soldados que se encargaban de las comunicaciones en el barco.
-Cornelius D. Iulio –hizo una pequeña pausa para que afirmara su asistencia-. Jack F. Yoy –esperó unos segundos y respiró hondo-. La misión ya la sabéis. Tenemos que recolectar información e impedir un intercambio ilícito de bienes y servicios entre dos bandos de cuestionable legalidad. No obstante, yo opino que yendo vestidos de marines no vamos a conseguir nada, así que vestiros de paisano y nos vemos aquí en media hora. Como aclaración os diré que si alguien nos pregunta somos miembros de la asociación de la estirpe negra. Antes de salir del cuartel general llamé a uno de mis contactos en la isla y le dije que difundiera injurias sobre nosotros, hechos que jamás hemos realizado para crearnos una falsa fama. Es un método poco ordenado, pero efectivo –se mantuvo callado, pensativo, durante poco más de diez segundos. ¿Estaba bien dicho ordenado? No, así no era –Quise decir ordinario, no ordenado, es decir, poco frecuente –sonrió después-. Como sabéis me sigue costando el dialecto del mar azul. Como iba diciendo, posiblemente cuando os presentéis la gente sepa más cosas de vosotros, que vosotros mismos. El boca a boca es poderoso. Así que cambiaros de ropa, aquí os espero.
Se dio media vuelta, y entonces alzó de nuevo la voz:
-¡Un momento! Todos tenemos nombres en clave –aclaró-. Iulio, tu nombre será Benito Camelo, aunque te conocerán por el matasuegras. Jack, tu nombre será Armando Casas, aunque te conocerán como el sabrosón. Y el mío es Bragu E. Tazo, y mi apodo en clave es El atascaburras. ¿Entendido?
PD: No tenéis que seguir la "trama" que yo vaya llevando, improvisad todo lo que queráis para continuar la historia. La hora a la que "comienda el rol" es a las 12:00, y el intercambio, de una forma u otra, ya sea épica o extrepitosa, será al anochecer. Dicho eso... ¡ADELANTE!
Eran algo más de las ocho de la mañana, el sol ya pegaba con fuerza sobre sus cabezas, y el sudor hacía incómodo el uniforme. La misión que les habían encomendado era simple y sencilla, en apariencia, tenían que encontrar el punto de intercambio de material ilegal entre dos bandas mafiosas, o al menos una de ellas lo era, pues de la otra apenas se sabía nada. Esta información la sabíamos todos, así que había que dar pocas explicaciones. El equipo alfa ya había salido, así que en el barco quedaban el equipo beta, el comandado por Eric, y algunos soldados que se encargaban de las comunicaciones en el barco.
-Cornelius D. Iulio –hizo una pequeña pausa para que afirmara su asistencia-. Jack F. Yoy –esperó unos segundos y respiró hondo-. La misión ya la sabéis. Tenemos que recolectar información e impedir un intercambio ilícito de bienes y servicios entre dos bandos de cuestionable legalidad. No obstante, yo opino que yendo vestidos de marines no vamos a conseguir nada, así que vestiros de paisano y nos vemos aquí en media hora. Como aclaración os diré que si alguien nos pregunta somos miembros de la asociación de la estirpe negra. Antes de salir del cuartel general llamé a uno de mis contactos en la isla y le dije que difundiera injurias sobre nosotros, hechos que jamás hemos realizado para crearnos una falsa fama. Es un método poco ordenado, pero efectivo –se mantuvo callado, pensativo, durante poco más de diez segundos. ¿Estaba bien dicho ordenado? No, así no era –Quise decir ordinario, no ordenado, es decir, poco frecuente –sonrió después-. Como sabéis me sigue costando el dialecto del mar azul. Como iba diciendo, posiblemente cuando os presentéis la gente sepa más cosas de vosotros, que vosotros mismos. El boca a boca es poderoso. Así que cambiaros de ropa, aquí os espero.
Se dio media vuelta, y entonces alzó de nuevo la voz:
-¡Un momento! Todos tenemos nombres en clave –aclaró-. Iulio, tu nombre será Benito Camelo, aunque te conocerán por el matasuegras. Jack, tu nombre será Armando Casas, aunque te conocerán como el sabrosón. Y el mío es Bragu E. Tazo, y mi apodo en clave es El atascaburras. ¿Entendido?
PD: No tenéis que seguir la "trama" que yo vaya llevando, improvisad todo lo que queráis para continuar la historia. La hora a la que "comienda el rol" es a las 12:00, y el intercambio, de una forma u otra, ya sea épica o extrepitosa, será al anochecer. Dicho eso... ¡ADELANTE!
Jack F. Yoi
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Recientemente, la vida del marinero tostado había experimentado ciertos momentos de 'revuelo', pues hasta no hace poco estaba cumpliendo sus obligaciones con otros compañeros en la isla de Jaya y, ahora, se encontraba con su nuevo equipo, lidiando con una situación relevante en Arabasta. Nunca pensó que su carrera como marine iba a llegar hasta ese punto, es más, numerosas veces tenía el presentimiento de que iba a morir en cualquier instante, siendo sinceros. Pero, ¿y qué ganaba con ese pensamiento? Bien es cierto que uno debe ser cauto, pero tampoco es que le beneficiara mucho, de manera que cuando reportó su voluntad de formar parte de la infiltración, el trabajo volvió a tornarse en rutina y con él, sus deseos de ayudar y cooperar se vieron reforzados. - Debo dar lo mejor de mí, debo estar a la altura. - Se repetía Jack día sí y día también.
Llegó el momento, el día clave, cuando deberían adentrarse en aquellas arenas para poner fin a la labor mientras el anterior grupo cumplía con sus correspondiente obligación. Si había entendido bien a su comandante, a partir de ahora debía responder al nombre de Armando Casas y a su supuesto pasado criminal, 'quiso prender fuego a un puesto de la marina, pero en el proceso acabó quemándose él.', además de lucir ropas que no mostrara ningún tipo de referencia a la marina. Ante dicha petición, Armando fue hasta su camarote, donde repasó las prendas que podría llevar, sin éxito. Por desgracia para él, únicamente tenía otra muda de Marinero, que tampoco quería romper ni manchar.
Se quedó dubitativo durante unos minutos hasta dar con una solución. Combinando las sábanas de su cama y los pantalones sucios que tenía por trabajar en el barco, logró 'fabricar' unas ropas de, ¿campesino? ¿peregrino? ¿pobre? No sabía muy bien qué término usar, ya que simplemente usaba las sábanas como poncho que cubriera su torso vendado e iba descalzo.
- Armando Casas se presenta, comandante. Siempre listo para levantar un edificio.- Respondió, tomándose en serio tanto el nombre, como el juego de palabras que hacía éste. Cabe destacar que lo único que quedaba de su anterior aspecto, era su arma, una espada vendada y atada a la cintura del albino, además de sus características vendas. Allí permaneció quieto y firme, esperando a que el resto de compañeros estuvieran listos para la operación.
Llegó el momento, el día clave, cuando deberían adentrarse en aquellas arenas para poner fin a la labor mientras el anterior grupo cumplía con sus correspondiente obligación. Si había entendido bien a su comandante, a partir de ahora debía responder al nombre de Armando Casas y a su supuesto pasado criminal, 'quiso prender fuego a un puesto de la marina, pero en el proceso acabó quemándose él.', además de lucir ropas que no mostrara ningún tipo de referencia a la marina. Ante dicha petición, Armando fue hasta su camarote, donde repasó las prendas que podría llevar, sin éxito. Por desgracia para él, únicamente tenía otra muda de Marinero, que tampoco quería romper ni manchar.
Se quedó dubitativo durante unos minutos hasta dar con una solución. Combinando las sábanas de su cama y los pantalones sucios que tenía por trabajar en el barco, logró 'fabricar' unas ropas de, ¿campesino? ¿peregrino? ¿pobre? No sabía muy bien qué término usar, ya que simplemente usaba las sábanas como poncho que cubriera su torso vendado e iba descalzo.
- Armando Casas se presenta, comandante. Siempre listo para levantar un edificio.- Respondió, tomándose en serio tanto el nombre, como el juego de palabras que hacía éste. Cabe destacar que lo único que quedaba de su anterior aspecto, era su arma, una espada vendada y atada a la cintura del albino, además de sus características vendas. Allí permaneció quieto y firme, esperando a que el resto de compañeros estuvieran listos para la operación.
¿Por qué demonios tenía que quedarme de pie? Era algo que me desquiciaba sobremanera. Sólo había arena, calor y un sinfín de cosas molestas que pujaban por expulsarme de aquella maldita isla. «Ojalá», pensé, imaginándome en una cómoda tumbona en alguna playa con un clima más agradable. Casi podía notar la brisa marina acariciándome el rostro cuando, súbitamente, una voz áspera con un acento más que marcado me devolvió a la realidad.
Frente a mí se encontraba el comodoro Zor-el, el encargado de que la misión por la que nos encontrábamos en Arabasta llegase a buen puerto. Lo cierto era que me había desconectado durante la amplia explicación que nos habían brindado anteriormente. Era algo relacionado con impedir alguna cosa, aunque mi atención no me permitía aclarar mucho más nuestro objetivo. Fuera como fuere, el resumen que acababa de hacer Eric era más que suficiente. La parte negativa de aquello era que, me gustase o no, me vería obligado a arrimar el hombro como el que más. Nuestro destacamento, si es que a un modesto trío de marines podía llamársele de este modo, era tan reducido que siempre tendría algún ojo puesto sobre mí.
Bostecé, levantando la mano para señalar que me encontraba allí. Mi nombre en clave sonaba raro, no podía negarlo, pero quién era yo para juzgar ese tipo de decisiones. Seguro que había personas mucho más inteligentes que yo encargadas de los asuntos de esa índole. Por otro lado, la Estirpe Negra sonaba mucho mejor que cualquiera de nuestros pseudónimos.
-Pues nos vemos en un rato –dije sin más, encogiéndome de hombros y metiéndome las manos en los bolsillos. Me dirigí a mi camarote en busca de una muda de ropa que se ajustase a los requerimientos que teníamos. Por suerte, conservaba buena parte de mis pertenencias. Una camisa de lino blanca pasó a cubrir mi torso, desabrochándome dos botones y plegando las mangas hasta el codo. Añadí unos vaqueros de color claro y unos zapatos de cuero marrones que combinasen adecuadamente con el resto de la vestimenta y, tras asegurarme de que Blancanieves, Ámbar y las Lentes de convergencia se encontraban en su lugar correspondiente, me encaminé hacia el punto de encuentro.
El comodoro ya se encontraba allí, así que me limité a acercarme a él y abrir los brazos para que me observase.
-¿Servirá esto? –pregunté, girándome un poco para que pudiera verme al completo-. ¿Cuál es el siguiente paso? Buscar a esos tipos, supongo. ¿Alguna idea de por dónde debemos empezar?
Frente a mí se encontraba el comodoro Zor-el, el encargado de que la misión por la que nos encontrábamos en Arabasta llegase a buen puerto. Lo cierto era que me había desconectado durante la amplia explicación que nos habían brindado anteriormente. Era algo relacionado con impedir alguna cosa, aunque mi atención no me permitía aclarar mucho más nuestro objetivo. Fuera como fuere, el resumen que acababa de hacer Eric era más que suficiente. La parte negativa de aquello era que, me gustase o no, me vería obligado a arrimar el hombro como el que más. Nuestro destacamento, si es que a un modesto trío de marines podía llamársele de este modo, era tan reducido que siempre tendría algún ojo puesto sobre mí.
Bostecé, levantando la mano para señalar que me encontraba allí. Mi nombre en clave sonaba raro, no podía negarlo, pero quién era yo para juzgar ese tipo de decisiones. Seguro que había personas mucho más inteligentes que yo encargadas de los asuntos de esa índole. Por otro lado, la Estirpe Negra sonaba mucho mejor que cualquiera de nuestros pseudónimos.
-Pues nos vemos en un rato –dije sin más, encogiéndome de hombros y metiéndome las manos en los bolsillos. Me dirigí a mi camarote en busca de una muda de ropa que se ajustase a los requerimientos que teníamos. Por suerte, conservaba buena parte de mis pertenencias. Una camisa de lino blanca pasó a cubrir mi torso, desabrochándome dos botones y plegando las mangas hasta el codo. Añadí unos vaqueros de color claro y unos zapatos de cuero marrones que combinasen adecuadamente con el resto de la vestimenta y, tras asegurarme de que Blancanieves, Ámbar y las Lentes de convergencia se encontraban en su lugar correspondiente, me encaminé hacia el punto de encuentro.
El comodoro ya se encontraba allí, así que me limité a acercarme a él y abrir los brazos para que me observase.
-¿Servirá esto? –pregunté, girándome un poco para que pudiera verme al completo-. ¿Cuál es el siguiente paso? Buscar a esos tipos, supongo. ¿Alguna idea de por dónde debemos empezar?
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Un salvaje, una científica y muchos muertos [Privado / Xandra -Ino]
- Entrenamiento Salvaje del Cipher pol, Una lucha hasta no poder mas (Privado, Absali e Ichimura)
- [Privado] Una isla invernal, un amante del fuego y un salvaje malhumorado. En busca de los piratas Chopp.
- Carrera de obstáculos, premios y trampas [pasado]
- La voluntad de ser un vago [Kai y Kardak]
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.