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Bizvan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La noche se encontraba ligeramente iluminada por la luz de una luna llena sin ninguna nube que la cubriera. El sutil sonido de las hojas de los árboles moviéndose por el viento era lo único que se podía escuchar en el bosque.
Este era el ambiente preferido de Bizvan para trabajar con su forja portátil y en compañía de sus esqueletos.
El sentido común dictaría golpear metal caliente y fundir otros minerales, debería realizarse en un ambiente con buena iluminación para prevenir accidentes, sin mencionar el potencial peligro de iniciar un incendio. Sin embargo, para el joven herrero no había ningún problema, esto no era producto de la vanidad, sino fruto de los años de experiencia como artesano. Su mazo golpeaba la hoja de la espada con ritmo, velocidad y fuerza; a la vez que daba indicaciones a sus esqueletos para que aumentaran el calor del horno o lo disminuyeran, o le acercaran herramientas.
Cada golpe que el marine daba, iluminaba un poco su rostro, dejando ver una cálida sonrisa en su rostro.
Al cabo de unos minutos, la mayor parte del trabajo se encontraba terminado, y solo haría falta dar filo al arma y colocar una empuñadura para tener lista para el combate una buena espada.
Un sentimiento extraño obligó a Bizvan a dejar su trabajo. Miró a sus alrededores, pero no vio nada extraño, solo esqueletos acomodando lingotes de metales, herramientas y demás objetos que el joven utilizaba durante su trabajo. No había nada o nadie ahí, y para comprobarlo utilizó su mantra en búsqueda de cualquier aura fuera de lo normal… pero no hubo respuesta, entonces, ¿Qué era ese extraño sentimiento? ¿A qué se debía ese extraño escalofrío que recorrió su espalda y que ahora mismo se repetía con mayor intensidad?.
La respuesta llegó en forma de un humo rojo y una maléfica risa.
Una criatura de gran tamaño se comenzó a materializar, sólo su parte superior era visible,mientras que la inferior permanecía dentro del humo. Sus ojos amarillos miraron al joven con malicia.
Bizvan se sentía confundido y sorprendido. Sabía que era la criatura delante suyo, no obstante desconocía el motivo por el cual hoy aparecía delante suyo.
Sin permitir que el marine abriera su boca, el genio hizo la pregunta con ese tono lleno de soberbia y malicia que dejó sin aliento a Bizvan.
- ¿Cuál es tú mayor deseo?
Su mente comenzó a trabajar a todo lo que daba. Frente a él se encontraba un ser capaz de torcer la realidad, un ser que demostraba que Bizvan tenía razón y que la magia existía o alguna vez existió en el mundo, y ahora se presentaba la posibilidad de pedir un deseo a este ser.
Por la mente de Bizvan pasaron mil cosas:
“Deseo tener un mayor control sobre mis poderes elementales”, “Deseo tener otra espada igual a Madre”, “Deseo ser capaz de crear esqueletos guerreros”...
Sin embargo hubo un momento en el cual su sonrisa desapareció de su rostro. ¿Cuál era el mayor deseo de Bizvan? Solo había uno.
- Deseo...por un momento su voz se entrecortó, era como si una parte de él tratara de evitar que esas palabras horriblemente egoístas salieran de su boca. Sujetando su pecho como si le doliera y con lágrimas recorriendo su rostro. Bizvan hizo su petición aún a sabiendas que este era su mayor acto de codicia.
- Deseo que mis nakamas regresen a la vida, para que jamás me vuelvan a dejar solo.
Su mayor deseo… era tener a su familia de vuelta.
Este era el ambiente preferido de Bizvan para trabajar con su forja portátil y en compañía de sus esqueletos.
El sentido común dictaría golpear metal caliente y fundir otros minerales, debería realizarse en un ambiente con buena iluminación para prevenir accidentes, sin mencionar el potencial peligro de iniciar un incendio. Sin embargo, para el joven herrero no había ningún problema, esto no era producto de la vanidad, sino fruto de los años de experiencia como artesano. Su mazo golpeaba la hoja de la espada con ritmo, velocidad y fuerza; a la vez que daba indicaciones a sus esqueletos para que aumentaran el calor del horno o lo disminuyeran, o le acercaran herramientas.
Cada golpe que el marine daba, iluminaba un poco su rostro, dejando ver una cálida sonrisa en su rostro.
Al cabo de unos minutos, la mayor parte del trabajo se encontraba terminado, y solo haría falta dar filo al arma y colocar una empuñadura para tener lista para el combate una buena espada.
Un sentimiento extraño obligó a Bizvan a dejar su trabajo. Miró a sus alrededores, pero no vio nada extraño, solo esqueletos acomodando lingotes de metales, herramientas y demás objetos que el joven utilizaba durante su trabajo. No había nada o nadie ahí, y para comprobarlo utilizó su mantra en búsqueda de cualquier aura fuera de lo normal… pero no hubo respuesta, entonces, ¿Qué era ese extraño sentimiento? ¿A qué se debía ese extraño escalofrío que recorrió su espalda y que ahora mismo se repetía con mayor intensidad?.
La respuesta llegó en forma de un humo rojo y una maléfica risa.
Una criatura de gran tamaño se comenzó a materializar, sólo su parte superior era visible,mientras que la inferior permanecía dentro del humo. Sus ojos amarillos miraron al joven con malicia.
Bizvan se sentía confundido y sorprendido. Sabía que era la criatura delante suyo, no obstante desconocía el motivo por el cual hoy aparecía delante suyo.
Sin permitir que el marine abriera su boca, el genio hizo la pregunta con ese tono lleno de soberbia y malicia que dejó sin aliento a Bizvan.
- ¿Cuál es tú mayor deseo?
Su mente comenzó a trabajar a todo lo que daba. Frente a él se encontraba un ser capaz de torcer la realidad, un ser que demostraba que Bizvan tenía razón y que la magia existía o alguna vez existió en el mundo, y ahora se presentaba la posibilidad de pedir un deseo a este ser.
Por la mente de Bizvan pasaron mil cosas:
“Deseo tener un mayor control sobre mis poderes elementales”, “Deseo tener otra espada igual a Madre”, “Deseo ser capaz de crear esqueletos guerreros”...
Sin embargo hubo un momento en el cual su sonrisa desapareció de su rostro. ¿Cuál era el mayor deseo de Bizvan? Solo había uno.
- Deseo...por un momento su voz se entrecortó, era como si una parte de él tratara de evitar que esas palabras horriblemente egoístas salieran de su boca. Sujetando su pecho como si le doliera y con lágrimas recorriendo su rostro. Bizvan hizo su petición aún a sabiendas que este era su mayor acto de codicia.
- Deseo que mis nakamas regresen a la vida, para que jamás me vuelvan a dejar solo.
Su mayor deseo… era tener a su familia de vuelta.
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Perdón por notificar hasta ahora.
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