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El navío marine se desplazaba lentamente por el mar, o al menos esa era la impresión que tenía causada por no haber dejado mi habitación en gran parte del viaje.
Solté un largo suspiro que condensaba mi aliento en vapor, al mismo tiempo que unas pequeñas lagrimas se escapaban de las comisuras de mis ojos.- Esto es aburrido. -expresé mientras continuaba bostezando.
Sentado frente a un modesto escritorio, me encontraba leyendo y firmando diversos reportes de índole marine. La mayoría se trataban de documentos realizados por marines, cosas como solicitudes para pedir materiales, armas, equipo, notificaciones de ausencias y algunos cambios de flota. Ya no podía sentir los dedos de la mano a causa del frío que hacía en el lugar, aún a pesar de llevar gruesos guantes.
Era una actividad bastante aburrida a la cual no me encontraba acostumbrado. El motivo por el cual llevaba a cabo esta actividad era por mi nuevo título de “Líder sustituto” de la flota. Esta era el trabajo de Kimura o Gusi y en más de una ocasión los vi llevarla a cabo con el mismo entusiasmo que yo expresaba, sin embargo ambos habían desaparecido y los altos mandos querían que un marine fuese el encargado de la banda, dando como resultado que yo fuese ese pobre desgraciado.
- Debí seguir mi plan de ser un eterno recluta. -de nada serviría quejarme ahora, pero era una buena manera de desahogarme.
Extraje del bolsillo interno de la capa mi licorera con intención de dar el vigésimo sorbo de alcohol. El líquido raspó mi garganta y la sensación de calor se expandió en mi pecho generando un agradable alivio.
* ¿Cuánto faltará para llegar a la Isla Blanc Leumont? *Ese era nuestro destino actual. La razón de esto fueron los fallos que presentaba la comunicación a causa de los daños sufridos en el sistema por el clima. Esto era un problema frecuente y por ello cada cierto tiempo se les llevaba repuestos para realizar el mantenimiento de los sistemas. Sin embargo en esta ocasión no solo se llevaba repuestos, sino un nuevo equipo que debería ser más resistente que el viejo. Esto significaba que nuestro trabajo consistía en entregar el cargamento y realizar las instalaciones necesarias, la cual tomaría dos semanas como mínimo.
El sonido de la puerta siendo golpeada con suavidad llamó mi atención. Tras levantarme de mi asiento, abrí la puerta y una fuerte corriente de aire helado hizo ondear mi capa como loca.
- Señor. -un marine bien abrigado se encontraba frente a mi realizando el saludo oficial. No podía reconocer su rostro a causa del pasamontañas que llevaba puesto, pero su voz no me era familiar, por lo cual infería que se trataba de uno de los ingenieros que llevaría a cabo la instalación en las bases o uno de los otros dos navegantes que se unieron de manera temporal para tomar turnos en la navegación.- El clima está empeorando y la visibilidad está bajando, se nos indicó que advirtieramos a todos para que estuvieran alerta en caso de alguna emergencia.
- Comprendo, gracias por informarme.
El marine se despidió y se dirigió rumbo a la cocina, quizás en búsqueda de algo caliente. Después de asegurarme de que se había marchado, me permití tiritar y frotar mis brazos con rapidez.- ¡Dios estar afuera por largos periodos podría ser una tortura! -cerré la puerta y generé una llama entre mis manos para entrar en calor.- Muh, me pregunto si él estará en el timón justo ahora…
Después de vestirme apropiadamente, decidí ir a comprobar quien era la pobre alma a cargo de llevar el barco, además de servir como una pequeña distracción del papeleo.
Solté un largo suspiro que condensaba mi aliento en vapor, al mismo tiempo que unas pequeñas lagrimas se escapaban de las comisuras de mis ojos.- Esto es aburrido. -expresé mientras continuaba bostezando.
Sentado frente a un modesto escritorio, me encontraba leyendo y firmando diversos reportes de índole marine. La mayoría se trataban de documentos realizados por marines, cosas como solicitudes para pedir materiales, armas, equipo, notificaciones de ausencias y algunos cambios de flota. Ya no podía sentir los dedos de la mano a causa del frío que hacía en el lugar, aún a pesar de llevar gruesos guantes.
Era una actividad bastante aburrida a la cual no me encontraba acostumbrado. El motivo por el cual llevaba a cabo esta actividad era por mi nuevo título de “Líder sustituto” de la flota. Esta era el trabajo de Kimura o Gusi y en más de una ocasión los vi llevarla a cabo con el mismo entusiasmo que yo expresaba, sin embargo ambos habían desaparecido y los altos mandos querían que un marine fuese el encargado de la banda, dando como resultado que yo fuese ese pobre desgraciado.
- Debí seguir mi plan de ser un eterno recluta. -de nada serviría quejarme ahora, pero era una buena manera de desahogarme.
Extraje del bolsillo interno de la capa mi licorera con intención de dar el vigésimo sorbo de alcohol. El líquido raspó mi garganta y la sensación de calor se expandió en mi pecho generando un agradable alivio.
* ¿Cuánto faltará para llegar a la Isla Blanc Leumont? *Ese era nuestro destino actual. La razón de esto fueron los fallos que presentaba la comunicación a causa de los daños sufridos en el sistema por el clima. Esto era un problema frecuente y por ello cada cierto tiempo se les llevaba repuestos para realizar el mantenimiento de los sistemas. Sin embargo en esta ocasión no solo se llevaba repuestos, sino un nuevo equipo que debería ser más resistente que el viejo. Esto significaba que nuestro trabajo consistía en entregar el cargamento y realizar las instalaciones necesarias, la cual tomaría dos semanas como mínimo.
El sonido de la puerta siendo golpeada con suavidad llamó mi atención. Tras levantarme de mi asiento, abrí la puerta y una fuerte corriente de aire helado hizo ondear mi capa como loca.
- Señor. -un marine bien abrigado se encontraba frente a mi realizando el saludo oficial. No podía reconocer su rostro a causa del pasamontañas que llevaba puesto, pero su voz no me era familiar, por lo cual infería que se trataba de uno de los ingenieros que llevaría a cabo la instalación en las bases o uno de los otros dos navegantes que se unieron de manera temporal para tomar turnos en la navegación.- El clima está empeorando y la visibilidad está bajando, se nos indicó que advirtieramos a todos para que estuvieran alerta en caso de alguna emergencia.
- Comprendo, gracias por informarme.
El marine se despidió y se dirigió rumbo a la cocina, quizás en búsqueda de algo caliente. Después de asegurarme de que se había marchado, me permití tiritar y frotar mis brazos con rapidez.- ¡Dios estar afuera por largos periodos podría ser una tortura! -cerré la puerta y generé una llama entre mis manos para entrar en calor.- Muh, me pregunto si él estará en el timón justo ahora…
Después de vestirme apropiadamente, decidí ir a comprobar quien era la pobre alma a cargo de llevar el barco, además de servir como una pequeña distracción del papeleo.
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El cargo de sargento había traído más ocupaciones que alegrías. Si bien esto no me molestaba, era innegable que tras los sucesos de Gray Rock había estado mucho más atareado, ciertamente. Es más: puesto que muchos navíos marines se habían desperdigado tras la batalla y bastantes navegantes habían sido heridos o habían caído, mi destreza con el timón me hacía ser un tipo algo solicitado a la hora de llevar un navío. Ciertamente, en estos últimos días había estado haciendo más de recadero que de guerrero del orden.
Reprimí mis ganas de tiritar. Incluso bajo el pesado abrigo negro sentía el frío invernal calar en mis huesos. No me importaba ir a islas de clima gélido, pero lo cierto era que no estaba muy acostumbrado. Me compadecí de los pobres grumetes que trataban de retirar toda la escarcha posible de la somnolienta cubierta. Ellos debían de estar pasándolo mucho peor.
Me hubiera gustado haber desayunado un poco y tomado un buen café caliente, pero eso era un lujo que no podía permitirme. Para empezar, la fragata estaba reservando todos sus recursos para los momentos de mayor necesidad, y por ello la cocina había encendido de manera intermitente, privándonos de un avituallamiento caliente aquel día. ¿O fue el anterior? Ya había perdido toda noción del tiempo. Por otro lado, poco antes del amanecer me habían avisado de que me tocaba relevar al grumete que hacía las veces de timonel, y, de cualquier modo, no se podía dejar al buque sin vigilancia frente a los inclementes vientos gélidos de aquella isla.
Lo cierto es que no sabía mucho de aquella misión. Me habían informado de que se trataría de un encargo rutinario, una reparación de un equipo o algo así. El líder a cargo del buque debía de saberlo mejor que yo. Al fin y al cabo, no era más que el navegante. Suspiré, fijándome en el vaho que se formaba en el aire, y ajusté mi bufanda oscura cubriéndome la nariz y los labios, que notaba verdaderamente fríos. Tendría un verdadero problema si cogía un resfriado allí.
La bruma se hacía más y más densa según nos acercábamos al lugar de la misión. Supuse que el vigía avisaría al supervisor de la misión. Navegar en estas condiciones podía tacharse de suicidio, y, sin duda alguna, uno muy curioso. Nunca había deseado con tantas ganas pisar tierra firme.
En aquel momento, escuché pasos subir a cubierta. ¿El vigía, quizás? Aparte la mirada. No podía distraerme mucho. Realmente deseaba que este barco no se chocase con alguna masa de hielo flotante y yo acabase buscando un madero con el que flotar. Con mi suerte, no habría sitio para mí.
Reprimí mis ganas de tiritar. Incluso bajo el pesado abrigo negro sentía el frío invernal calar en mis huesos. No me importaba ir a islas de clima gélido, pero lo cierto era que no estaba muy acostumbrado. Me compadecí de los pobres grumetes que trataban de retirar toda la escarcha posible de la somnolienta cubierta. Ellos debían de estar pasándolo mucho peor.
Me hubiera gustado haber desayunado un poco y tomado un buen café caliente, pero eso era un lujo que no podía permitirme. Para empezar, la fragata estaba reservando todos sus recursos para los momentos de mayor necesidad, y por ello la cocina había encendido de manera intermitente, privándonos de un avituallamiento caliente aquel día. ¿O fue el anterior? Ya había perdido toda noción del tiempo. Por otro lado, poco antes del amanecer me habían avisado de que me tocaba relevar al grumete que hacía las veces de timonel, y, de cualquier modo, no se podía dejar al buque sin vigilancia frente a los inclementes vientos gélidos de aquella isla.
Lo cierto es que no sabía mucho de aquella misión. Me habían informado de que se trataría de un encargo rutinario, una reparación de un equipo o algo así. El líder a cargo del buque debía de saberlo mejor que yo. Al fin y al cabo, no era más que el navegante. Suspiré, fijándome en el vaho que se formaba en el aire, y ajusté mi bufanda oscura cubriéndome la nariz y los labios, que notaba verdaderamente fríos. Tendría un verdadero problema si cogía un resfriado allí.
La bruma se hacía más y más densa según nos acercábamos al lugar de la misión. Supuse que el vigía avisaría al supervisor de la misión. Navegar en estas condiciones podía tacharse de suicidio, y, sin duda alguna, uno muy curioso. Nunca había deseado con tantas ganas pisar tierra firme.
En aquel momento, escuché pasos subir a cubierta. ¿El vigía, quizás? Aparte la mirada. No podía distraerme mucho. Realmente deseaba que este barco no se chocase con alguna masa de hielo flotante y yo acabase buscando un madero con el que flotar. Con mi suerte, no habría sitio para mí.
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El clima era peor de lo que imaginaba y a pesar de llevar puesto la versión de invierno del uniforme marine, no podía evitar temblar ligeramente con cada paso que daba.
Me detuve un poco para apreciar el panorama en la cubierta. No se encontraba tan deshabitada como esperaría, pues algunos marines se encargaban de retirar el hielo que comenzaba a formarse en la cubierta. No recordaba haber realizado esa orden, quizás fue algún otro marine que comprendía la importancia de tener un área que no fuese peligrosamente resbaladiza.
* Si hubiésemos esparcido esa resina que Gusi y yo conseguimos, podríamos utilizar fuego para removerla sin peligro de quemar el barco. *no recordaba porque aquellos barriles de resina a prueba de fuego no fueron utilizados de inmediato. Puede que Tobías o Kimura los ocultaran para evitar que el peliblanco realizara alguna de sus estupideces habituales.* ...Que hermosos recuerdos…
Continué con mi avance y no me preocupé por disimular mis pisadas, no tendría que haber problema entre aliados.
* Joh, así que la joven promesa era la víctima esta vez. *referirse a Wyrm como joven promesa podría parecer una burla (en especial porque él era mayor que yo). Solo lo hacía por uno de los reportes que había leído donde se le mencionaba de esa forma y se le elogiaba por su valor, por ende se me indicaba que de considerarlo apropiado podría recomendarlo para adquirir un ascenso.
A decir verdad no tendría problemas con hacerlo, había demostrado un gran valor y compromiso como marine, además de no haberse marchado aun después de la desaparición del capitán. Podría parecer algo tonto, pero ese simple hecho había causa una muy buena impresión en mí.
- Hola Wyrm, tienes todo mi respeto por ser capaz de soportar este clima. -expresé mientras avanzaba hasta colocarme a un costado suyo, de este modo no tendría que desviar su mirada por completo, con un rápido movimiento de sus ojos podría verme sin problemas.- Espero tu adaptabilidad sea buena, pues nos veremos obligados a pasar alrededor de dos semanas en la isla, si somos muy afortunados puede que solo sea una. Si no fuese por el clima podríamos considerar esto como unas vacaciones. -no estaba seguro de lo que decía, solo quería hacer algo de plática con mi nuevo compañero para llegar a conocerlo.
Una idea vino a mi mente.
- Wyrm, que te parecería tomar este tiempo para llevar a cabo un ligero entrenamiento. -antes de que el peliblanco respondiera continué hablando.- Sería una excelente forma pasar el tiempo, pues nuestro único objetivo es llevar el cargamento y esperar a que los ingenieros hagan su trabajo, ¿Qué me dices, te gustaría ser mi compañero de entrenamiento?
Me detuve un poco para apreciar el panorama en la cubierta. No se encontraba tan deshabitada como esperaría, pues algunos marines se encargaban de retirar el hielo que comenzaba a formarse en la cubierta. No recordaba haber realizado esa orden, quizás fue algún otro marine que comprendía la importancia de tener un área que no fuese peligrosamente resbaladiza.
* Si hubiésemos esparcido esa resina que Gusi y yo conseguimos, podríamos utilizar fuego para removerla sin peligro de quemar el barco. *no recordaba porque aquellos barriles de resina a prueba de fuego no fueron utilizados de inmediato. Puede que Tobías o Kimura los ocultaran para evitar que el peliblanco realizara alguna de sus estupideces habituales.* ...Que hermosos recuerdos…
Continué con mi avance y no me preocupé por disimular mis pisadas, no tendría que haber problema entre aliados.
* Joh, así que la joven promesa era la víctima esta vez. *referirse a Wyrm como joven promesa podría parecer una burla (en especial porque él era mayor que yo). Solo lo hacía por uno de los reportes que había leído donde se le mencionaba de esa forma y se le elogiaba por su valor, por ende se me indicaba que de considerarlo apropiado podría recomendarlo para adquirir un ascenso.
A decir verdad no tendría problemas con hacerlo, había demostrado un gran valor y compromiso como marine, además de no haberse marchado aun después de la desaparición del capitán. Podría parecer algo tonto, pero ese simple hecho había causa una muy buena impresión en mí.
- Hola Wyrm, tienes todo mi respeto por ser capaz de soportar este clima. -expresé mientras avanzaba hasta colocarme a un costado suyo, de este modo no tendría que desviar su mirada por completo, con un rápido movimiento de sus ojos podría verme sin problemas.- Espero tu adaptabilidad sea buena, pues nos veremos obligados a pasar alrededor de dos semanas en la isla, si somos muy afortunados puede que solo sea una. Si no fuese por el clima podríamos considerar esto como unas vacaciones. -no estaba seguro de lo que decía, solo quería hacer algo de plática con mi nuevo compañero para llegar a conocerlo.
Una idea vino a mi mente.
- Wyrm, que te parecería tomar este tiempo para llevar a cabo un ligero entrenamiento. -antes de que el peliblanco respondiera continué hablando.- Sería una excelente forma pasar el tiempo, pues nuestro único objetivo es llevar el cargamento y esperar a que los ingenieros hagan su trabajo, ¿Qué me dices, te gustaría ser mi compañero de entrenamiento?
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Los crujidos de la madera se iban intensificando, anunciando la llegada del desconocido. Según se iba acercando a lo alto del castillo de popa me notaba algo más tenso. ¿Habría hecho algo mal?
No obstante, aquel marine resultó no ser tan desconocido, pues no era otro que el teniente comandante al mando de mi flota, Bizvan. Me sentí gratamente sorprendido de ver que sería él el supervisor responsable de la misión. Un cálido atisbo de alegría recorrió mi ya de por sí frío cuerpo. Mi primer impulso fue el de adoptar una pose erguida al tiempo que emitía un "señor". Luego me recordé que ya había sido regañado por él mismo por usar semejantes formalismos con él, por lo que reprimí el ademán de hacer un saludo marcial. En su lugar, curvé el labio formando media sonrisa. Pasarse de afectuoso nunca es bueno.
-Buenos días, Bizvan. ¿Cómo estás? -respondí a su saludo, ignorando el elogio-. Yo no firmé para estar llevando barcos de un lado para otro -dije con sorna, intentando parecer bromista-. Dudo que esto vaya a ser tan bonito como unas vacaciones. Más bien algo de rutina de ajuste y supervisión.
Fue entonces, cuando Bizvan mencionó su idea de entrenar en aquel espacio de dos semanas. Lo cierto es que no me parecía mala idea. Al fin y al cabo, solo hacía un par de semanas que había sucedido lo de Gray Rock y yo seguía sintiéndome algo cohibido por cómo tuve que ser rescatado en varias ocasiones. Por otro lado, me daba algo de vergüenza la proposición. Solo había entrenado una vez con un superior, tiempo atrás, y había sido humillado. Por otro lado, conmigo lastrándole Bizvan no podría avanzar tanto.
-No me parece mala idea... Pero como tú quieras. Eres el supervisor de la misión, a fin de cuentas.
Pronto escuché al vigía, que sorprendentemente estaba apostado en su puesto.
-¡Tierra a la vista!
Hice un par de cálculos rápidos y determiné que llegaríamos en unos quince minutos, quizás más si la costa escarpada y los témpanos de hielo que flotaban cerca nos suponían un problema para atracar. Miré a Bizvan y declaré:
-Pronto llegaremos. Sería conveniente que nos preparásemos para desembarcar.
No obstante, aquel marine resultó no ser tan desconocido, pues no era otro que el teniente comandante al mando de mi flota, Bizvan. Me sentí gratamente sorprendido de ver que sería él el supervisor responsable de la misión. Un cálido atisbo de alegría recorrió mi ya de por sí frío cuerpo. Mi primer impulso fue el de adoptar una pose erguida al tiempo que emitía un "señor". Luego me recordé que ya había sido regañado por él mismo por usar semejantes formalismos con él, por lo que reprimí el ademán de hacer un saludo marcial. En su lugar, curvé el labio formando media sonrisa. Pasarse de afectuoso nunca es bueno.
-Buenos días, Bizvan. ¿Cómo estás? -respondí a su saludo, ignorando el elogio-. Yo no firmé para estar llevando barcos de un lado para otro -dije con sorna, intentando parecer bromista-. Dudo que esto vaya a ser tan bonito como unas vacaciones. Más bien algo de rutina de ajuste y supervisión.
Fue entonces, cuando Bizvan mencionó su idea de entrenar en aquel espacio de dos semanas. Lo cierto es que no me parecía mala idea. Al fin y al cabo, solo hacía un par de semanas que había sucedido lo de Gray Rock y yo seguía sintiéndome algo cohibido por cómo tuve que ser rescatado en varias ocasiones. Por otro lado, me daba algo de vergüenza la proposición. Solo había entrenado una vez con un superior, tiempo atrás, y había sido humillado. Por otro lado, conmigo lastrándole Bizvan no podría avanzar tanto.
-No me parece mala idea... Pero como tú quieras. Eres el supervisor de la misión, a fin de cuentas.
Pronto escuché al vigía, que sorprendentemente estaba apostado en su puesto.
-¡Tierra a la vista!
Hice un par de cálculos rápidos y determiné que llegaríamos en unos quince minutos, quizás más si la costa escarpada y los témpanos de hielo que flotaban cerca nos suponían un problema para atracar. Miré a Bizvan y declaré:
-Pronto llegaremos. Sería conveniente que nos preparásemos para desembarcar.
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Mi siniestra sonrisa natural se formó al escuchar al peliblanco aceptar mi propuesta, espero no la malinterpretara como algo malo para él.
- Esa es la actitud Wyrm, hay que avanzar y volvernos más fuertes para estar listos. -solté una pequeña risa al mismo tiempo que palmeaba su espalda ligeramente.
La voz del vigía anunciando el avistamiento de tierra captó la atención de todos los presentes.
Le ordené a uno de lo reclutas que fuese a notificar al resto de la tripulación que pronto desembarcaremos y que comenzaran a realizar los preparativos necesarios en la bodega.
- Bien Wyrm, si me disculpas tengo que seguir el protocolo e intentar contactar con la base para anunciar nuestra llegada. -levanté mi pulgar a mi compañero, para después caminar hacia el mástil principal.
Normalmente los barcos marines contaban con sistema de comunicación para estar en contacto con las diversas bases militares. Por lo general solo se trataba de meras formalidades, pero en islas resguardadas era necesario notificar a la base de la llegada de uno, de lo contrario se abría fuego contra el navío sin previo aviso.
Abrí la pequeña caja metálica fijada al mástil y tomé el comunicador del DDM que llevaba una pequeña gorra marine.
- Aquí el teniente comandante Bizvan Oresan C. número de registro 31232431-3, viajando en el navío G-15 de la marina. Informo de nuestra llegada dentro unos minutos, el cargamento no sufrió daños. -al terminar de hablar guardé silencio a la espera de una respuesta, pero nadie respondió. Debía haber un problema con la señal y por eso no había respuesta, sin embargo realicé otro intento.- Repito. Soy el teneniente…
- Ente…Teniente, tendr… ...tos A… Es…
La llamada se cortó pero complí con el cometido de informar a la base más cercana del puerto al que llegaríamos.
Minutos más tarde el barco se encontraba en el muelle y los marines colocaban la rampa para comenzar a descargar el cargamento. En tierra había un pequeño pelotón de marines para recibirnos. Parecían haber preparado un par de trineos para facilitar el transporte de las cajas.
El grupo de bienvenida se acercó para saludar y ayudar a colocar el cargamento en los trineos. El marine con mayor rango era un sargento joven llamado Marck, no podía ver su rostro a causa de la bufanda que llevaba puesta.
Marck explicó que su superior se encontraba en este momento tratando de hacer funcionar un generador de energía y por ello no se presentó. No es como si eso me molestara, así que solo me limité a contestar con un “Ya veo”.
Cuando se tuvieron listos los trineos, Mark comenzó a explicar en voz alta para que los marines que venían conmigo lo escucharan.
- Todos aquellos cuyo trabajo involucra la instalación del nuevo sistema de comunicación, necesito que se dirijan a la base de inmediato para comenzar a trabajar cuanto antes. El resto tiene libertad para pasear por el pueblo si así lo desea, aunque en lo personal considero que se sentirían más cómodos en la base donde tenemos calefacción y comida caliente. Las minas no son zonas restringidas pero tengan cuidado, hay una gran variedad de criaturas y hongos que pueden resultar peligrosos si se adentran en zonas no exploradas por los mineros, es de vital importancia que consigan una máscara de oxígeno antes de adentrarse a investigar cuevas. Si desean más información sobre la fauna, flora y demás datos locales, hay un manual en las bases que puede ser de mucha ayuda.
Después de decir eso, el sargento realizó una indicación con su brazo y los marines comenzaron a tirar de los trineos. Parecían estar acostumbrados, pues ni la nieve, ni el peso fue un problema para ellos y se movieron con velocidad.
- Bien, ya lo escucharon, los que tengan trabajo muevanse o los perderán de vista. -en respuesta mis palabras, los ingenieros se se pusieron en marcha. No había forma de perderse, la base era visible a lo lejos, así que mi comentario parecía un mal chiste.
Traté de ubicar a Wyrm con la mirada. Si lo encontraba le diría que tenía que ir a la base a llenar un informe para hacer oficial la entrega, además de recomendarle conseguir algo de la comida que nos ofrecieron.
Si no lo encontraba, espera verlo más tarde la base.
Si no le apetecía ir a la base de inmediato, le diría que cuando quisiera comenzar a entrenar, me buscara en la base.
Justo cuando estaba por irme, una mano me sujetó por el hombro. A primera vista parecía otro marine más, llevaba puesto las gruesas prendas, un pasamontañas que cubría su rostro por completo y un gorro con orejeras.
El marine utilizó el lenguaje de señas para decir. “¿Te olvidas de mí?”
- No, claro que no Selebi, solo pensé que te gustaría hacer turismo. -si la había olvidado, pero estaría muerto si lo admitía.
- Esa es la actitud Wyrm, hay que avanzar y volvernos más fuertes para estar listos. -solté una pequeña risa al mismo tiempo que palmeaba su espalda ligeramente.
La voz del vigía anunciando el avistamiento de tierra captó la atención de todos los presentes.
Le ordené a uno de lo reclutas que fuese a notificar al resto de la tripulación que pronto desembarcaremos y que comenzaran a realizar los preparativos necesarios en la bodega.
- Bien Wyrm, si me disculpas tengo que seguir el protocolo e intentar contactar con la base para anunciar nuestra llegada. -levanté mi pulgar a mi compañero, para después caminar hacia el mástil principal.
Normalmente los barcos marines contaban con sistema de comunicación para estar en contacto con las diversas bases militares. Por lo general solo se trataba de meras formalidades, pero en islas resguardadas era necesario notificar a la base de la llegada de uno, de lo contrario se abría fuego contra el navío sin previo aviso.
Abrí la pequeña caja metálica fijada al mástil y tomé el comunicador del DDM que llevaba una pequeña gorra marine.
- Aquí el teniente comandante Bizvan Oresan C. número de registro 31232431-3, viajando en el navío G-15 de la marina. Informo de nuestra llegada dentro unos minutos, el cargamento no sufrió daños. -al terminar de hablar guardé silencio a la espera de una respuesta, pero nadie respondió. Debía haber un problema con la señal y por eso no había respuesta, sin embargo realicé otro intento.- Repito. Soy el teneniente…
- Ente…Teniente, tendr… ...tos A… Es…
La llamada se cortó pero complí con el cometido de informar a la base más cercana del puerto al que llegaríamos.
Minutos más tarde el barco se encontraba en el muelle y los marines colocaban la rampa para comenzar a descargar el cargamento. En tierra había un pequeño pelotón de marines para recibirnos. Parecían haber preparado un par de trineos para facilitar el transporte de las cajas.
El grupo de bienvenida se acercó para saludar y ayudar a colocar el cargamento en los trineos. El marine con mayor rango era un sargento joven llamado Marck, no podía ver su rostro a causa de la bufanda que llevaba puesta.
Marck explicó que su superior se encontraba en este momento tratando de hacer funcionar un generador de energía y por ello no se presentó. No es como si eso me molestara, así que solo me limité a contestar con un “Ya veo”.
Cuando se tuvieron listos los trineos, Mark comenzó a explicar en voz alta para que los marines que venían conmigo lo escucharan.
- Todos aquellos cuyo trabajo involucra la instalación del nuevo sistema de comunicación, necesito que se dirijan a la base de inmediato para comenzar a trabajar cuanto antes. El resto tiene libertad para pasear por el pueblo si así lo desea, aunque en lo personal considero que se sentirían más cómodos en la base donde tenemos calefacción y comida caliente. Las minas no son zonas restringidas pero tengan cuidado, hay una gran variedad de criaturas y hongos que pueden resultar peligrosos si se adentran en zonas no exploradas por los mineros, es de vital importancia que consigan una máscara de oxígeno antes de adentrarse a investigar cuevas. Si desean más información sobre la fauna, flora y demás datos locales, hay un manual en las bases que puede ser de mucha ayuda.
Después de decir eso, el sargento realizó una indicación con su brazo y los marines comenzaron a tirar de los trineos. Parecían estar acostumbrados, pues ni la nieve, ni el peso fue un problema para ellos y se movieron con velocidad.
- Bien, ya lo escucharon, los que tengan trabajo muevanse o los perderán de vista. -en respuesta mis palabras, los ingenieros se se pusieron en marcha. No había forma de perderse, la base era visible a lo lejos, así que mi comentario parecía un mal chiste.
Traté de ubicar a Wyrm con la mirada. Si lo encontraba le diría que tenía que ir a la base a llenar un informe para hacer oficial la entrega, además de recomendarle conseguir algo de la comida que nos ofrecieron.
Si no lo encontraba, espera verlo más tarde la base.
Si no le apetecía ir a la base de inmediato, le diría que cuando quisiera comenzar a entrenar, me buscara en la base.
Justo cuando estaba por irme, una mano me sujetó por el hombro. A primera vista parecía otro marine más, llevaba puesto las gruesas prendas, un pasamontañas que cubría su rostro por completo y un gorro con orejeras.
El marine utilizó el lenguaje de señas para decir. “¿Te olvidas de mí?”
- No, claro que no Selebi, solo pensé que te gustaría hacer turismo. -si la había olvidado, pero estaría muerto si lo admitía.
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Afortunadamente, no tardamos mucho en arribar a la costa de la isla. Con algo de concentración pude evitar los obstáculos que hubieran supuesto un problema para la embarcación. De hecho, quizás eran menos de los que me planteé en un inicio. Suspiré relajado. No hubiera sido bueno para mi expediente que apareciera el 'hito' de haber hundido un barco de la Marina al chocarlo contra un objeto inmóvil.
Dirigí el barco hasta el embarcadero, ordenando izar las velas y echar el ancla. Los grumetes pusieron todo su empeño en la tarea, acatando las órdenes con gran celeridad. Con semejante iniciativa, no tardamos en echar amarras. Pronto todos los marines de menor rango se dispusieron a descargar las diversas cajas con el equipamiento necesario para realizar las debidas gestiones. Eché una mirada a mi alrededor. No vi a Bizvan, por lo que supuse que tendría que haberse retrasado para encargarse de algo. Decidí esperarle en tierra.
Tras haber recogido los distintos instrumentos de navegación y haberme hecho con mis pertenencias, guardadas en una bolsa junto a la litera en la que dormía, desembarqué.
Me ajusté el abrigo y los guantes. Había conseguido dejar de tiritar, pero sentía mis extremidades agarrotadas. Me dirigí a uno de los trineos y dejé allí mi bolsa, lista para ser llevada al cuartel. Allí pude escuchar las instrucciones de alguien que suponía que debía de ser de un alto rango. Pensé que podría ser un buen momento para echar un vistazo al lugar y de ese modo hacer un análisis de la situación general en la que se encontraba la isla.
-¿No viene, sargento? -escuché a mis espaldas a uno de los grumetes que había estado en cubierta.
-No, me daré una vuelta. Tiene permiso para descansar. Van a ser días muy largos...
El recluta pareció soltar un suspiro de alivio y se dirigió hacia los transportes. En cambio, yo me di la vuelta y me dirigí al pueblo, deseoso de recabar información sobre el lugar. Dado que no había encontrado a Bizvan, no podría atender a su ofrecimiento, lo que era sin duda una verdadera lástima. Tendría que haberle dado una explicación, así que esperaba que me viese dirigirme por las nevadas colinas.
Dirigí el barco hasta el embarcadero, ordenando izar las velas y echar el ancla. Los grumetes pusieron todo su empeño en la tarea, acatando las órdenes con gran celeridad. Con semejante iniciativa, no tardamos en echar amarras. Pronto todos los marines de menor rango se dispusieron a descargar las diversas cajas con el equipamiento necesario para realizar las debidas gestiones. Eché una mirada a mi alrededor. No vi a Bizvan, por lo que supuse que tendría que haberse retrasado para encargarse de algo. Decidí esperarle en tierra.
Tras haber recogido los distintos instrumentos de navegación y haberme hecho con mis pertenencias, guardadas en una bolsa junto a la litera en la que dormía, desembarqué.
Me ajusté el abrigo y los guantes. Había conseguido dejar de tiritar, pero sentía mis extremidades agarrotadas. Me dirigí a uno de los trineos y dejé allí mi bolsa, lista para ser llevada al cuartel. Allí pude escuchar las instrucciones de alguien que suponía que debía de ser de un alto rango. Pensé que podría ser un buen momento para echar un vistazo al lugar y de ese modo hacer un análisis de la situación general en la que se encontraba la isla.
-¿No viene, sargento? -escuché a mis espaldas a uno de los grumetes que había estado en cubierta.
-No, me daré una vuelta. Tiene permiso para descansar. Van a ser días muy largos...
El recluta pareció soltar un suspiro de alivio y se dirigió hacia los transportes. En cambio, yo me di la vuelta y me dirigí al pueblo, deseoso de recabar información sobre el lugar. Dado que no había encontrado a Bizvan, no podría atender a su ofrecimiento, lo que era sin duda una verdadera lástima. Tendría que haberle dado una explicación, así que esperaba que me viese dirigirme por las nevadas colinas.
Bizvan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Caminar sobre la nieve sin calzado especial bien podría ser una manera de fortalecer los músculos de las piernas.
Para hacer más ameno el trayecto, Selebi y yo comenzamos a utilizar el lenguaje de señas para comunicarnos. Por lo general sería ella quien lo utilizara y yo hablaría normalmente, sin embargo había pasado un largo tiempo desde la última vez que lo utilice para transmitir mensajes, sería una buena forma de confirmar que aún recordaba los movimientos necesarios para tener una conversación fluida.
El tema no fue nada relevante, solo quejas de la joven sobre el hecho de interrumpir sus investigaciones con este viaje, lo interesada que estaba por probar la comida local, entre otras cosas más.Lo único interesante fue saber que ella vió a Wyrm ir rumbo al pueblo.
* Quizás quiera comprar algo. Bueno, en cuanto terminé con el papeleo de la base iré a buscarlo, espero no demorar demasiado.
Trás llegar a la base me dirigí a la oficina del encargado, con la intención de firmar lo necesario. Sin embargo quien me recibió fue el asistente. Un joven tras un escritorio, sepultado de papeles de diversas índoles. Sus ojos cansados y rojos se movieron perdidamente al notar mi presencia, sí uno se fijaba bien podía notar ojeras fruto del cansancio y una tonalidad pálida fuera de lo normal en su piel. Parecía enfermo, no obstante su voz se encontraba llena de vida y no parecía desnutrido, lo más seguro es que solo estuviese cansado.
Le expliqué el motivo por cual estaba en ese lugar, y sin decir nada tomó varios documento engrapados de uno de los cabos del escritorio y lo extendió para que lo tomara. Supuse que eso era lo debía firmar, serían cerca de 20 o 30 papeles en los cuales se detallaban los materiales que deberían haber llegado con nosotros. Leí de manera superficial el contenido, no podía recordar que todo lo que transportamos, pero las cosas importantes sí, así que coloqué mi firma y le regresé los documentos al marine, quien procedió a colocar su firma también y un sello.
Con eso listo quedaba la búsqueda del peliblanco. Claro que decirlo sería más fácil que hacerlo, por lo cual tendría que pedir ayuda a mi compañera para encontrarlo mediante el haki. El dominio de ambos no era nada sobresaliente, pero sería más sencillo entre dos personas.
Antes de salir de la base recordé la explicación que nos dieron al llegar a la isla. No era seguro que fuésemos a una de las minas, sin embargo sería bueno contar con algunas de esas máscaras de las que hablaron. Con eso en mente pasé por el almacén para realizar un pedido de tres de esas máscaras, para luego salir de la base en búsqueda de mi compañero.
De nuevo el trayecto se vio dificultado por la nieve, realmente esperaba que los caminos en el pueblo se encontraran despejados.
Al encontrarnos en la entrada del pueblo me sentí aliviado por no ver la misma cantidad de nieve en el suelo.
- Muy buen Selebi, yo te elijo. ¡Localiza la presencia de Wyrm! -expresé en tono animado de voz mientras señalaba hacia la nada.
La joven solo se limitó a mirarme fijamente, al igual que algunos habitantes que se encontraban en las cercanías.
- Por favor señora, ayúdeme a encontrar a mi camarada con el uso de su haki. -dije a modo de súplica fingida, al mismo tiempo que juntaba mis palmas a modo de plegaria.
Selebi suspiro y por un momento pareció concentrarse y después comenzó a caminar.
* Buena chica.
La chica se detuvo para mirarme de nuevo.
* ¡Puede leer mi mente!
Para hacer más ameno el trayecto, Selebi y yo comenzamos a utilizar el lenguaje de señas para comunicarnos. Por lo general sería ella quien lo utilizara y yo hablaría normalmente, sin embargo había pasado un largo tiempo desde la última vez que lo utilice para transmitir mensajes, sería una buena forma de confirmar que aún recordaba los movimientos necesarios para tener una conversación fluida.
El tema no fue nada relevante, solo quejas de la joven sobre el hecho de interrumpir sus investigaciones con este viaje, lo interesada que estaba por probar la comida local, entre otras cosas más.Lo único interesante fue saber que ella vió a Wyrm ir rumbo al pueblo.
* Quizás quiera comprar algo. Bueno, en cuanto terminé con el papeleo de la base iré a buscarlo, espero no demorar demasiado.
Trás llegar a la base me dirigí a la oficina del encargado, con la intención de firmar lo necesario. Sin embargo quien me recibió fue el asistente. Un joven tras un escritorio, sepultado de papeles de diversas índoles. Sus ojos cansados y rojos se movieron perdidamente al notar mi presencia, sí uno se fijaba bien podía notar ojeras fruto del cansancio y una tonalidad pálida fuera de lo normal en su piel. Parecía enfermo, no obstante su voz se encontraba llena de vida y no parecía desnutrido, lo más seguro es que solo estuviese cansado.
Le expliqué el motivo por cual estaba en ese lugar, y sin decir nada tomó varios documento engrapados de uno de los cabos del escritorio y lo extendió para que lo tomara. Supuse que eso era lo debía firmar, serían cerca de 20 o 30 papeles en los cuales se detallaban los materiales que deberían haber llegado con nosotros. Leí de manera superficial el contenido, no podía recordar que todo lo que transportamos, pero las cosas importantes sí, así que coloqué mi firma y le regresé los documentos al marine, quien procedió a colocar su firma también y un sello.
Con eso listo quedaba la búsqueda del peliblanco. Claro que decirlo sería más fácil que hacerlo, por lo cual tendría que pedir ayuda a mi compañera para encontrarlo mediante el haki. El dominio de ambos no era nada sobresaliente, pero sería más sencillo entre dos personas.
Antes de salir de la base recordé la explicación que nos dieron al llegar a la isla. No era seguro que fuésemos a una de las minas, sin embargo sería bueno contar con algunas de esas máscaras de las que hablaron. Con eso en mente pasé por el almacén para realizar un pedido de tres de esas máscaras, para luego salir de la base en búsqueda de mi compañero.
De nuevo el trayecto se vio dificultado por la nieve, realmente esperaba que los caminos en el pueblo se encontraran despejados.
Al encontrarnos en la entrada del pueblo me sentí aliviado por no ver la misma cantidad de nieve en el suelo.
- Muy buen Selebi, yo te elijo. ¡Localiza la presencia de Wyrm! -expresé en tono animado de voz mientras señalaba hacia la nada.
La joven solo se limitó a mirarme fijamente, al igual que algunos habitantes que se encontraban en las cercanías.
- Por favor señora, ayúdeme a encontrar a mi camarada con el uso de su haki. -dije a modo de súplica fingida, al mismo tiempo que juntaba mis palmas a modo de plegaria.
Selebi suspiro y por un momento pareció concentrarse y después comenzó a caminar.
* Buena chica.
La chica se detuvo para mirarme de nuevo.
* ¡Puede leer mi mente!
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Con pies de plomo, trataba de avanzar por las numerosas capas de nieve hasta llegar al pueblo. Había decidido preguntar por la situación de la isla a quienes podrían informarme de primera mano, sus habitantes. Bastaría con acudir al bar, taberna o establecimiento similar de la pequeña localidad y hacer algo de oído. Así pues, me dispuse a atravesar la campiña helada, bajo la sombra de los escarchados pinos iluminados por el mortecino sol invernal.
El tiempo para llegar al poblado se me hizo eterno, y poco quedaba ya por observar en el gélido mar o las montañas nevadas. Una vez me hallé en el lugar, eché un vistazo al mismo. Las viviendas, poco más que cabañas, tenían sus ventanas cubiertas por numerosas capas de tablones de madera, en un intento por aislarlas del frío... O quizás de algo más. Nadie atravesaba el lugar. Aquella era, sin duda, una isla fantasma.
No tardé en encontrar el bar una vez hube llegado a la villa. De hecho, lo extraño hubiera sido no hallarlo, puesto que en la propia fachada del local estaba escrito eso mismo, y no precisamente de forma imperceptible. Bizvan debía de estar esperando en la base, así que me dispuse a entrar sin demora.
Si bien el pueblo parecía estar completamente deshabitado, en el bar había unas pocas personas que disfrutaban, entre susurros, de jarras, copas y vasos de bebidas espirituosas. A pesar de su apariencia estoica, supe reconocer en sus rostros la incertidumbre y el miedo a un mañana más duro. Era un auténtico misterio saber como sobrevivirían a un invierno tan inclemente como el que nos habíamos encontrado.
Tomé asiento junto a la barra y esperé a que llegase un camarero, que, ojeroso, me observaba inquisitivo.
-Aguardiente, por favor -pedí.
El tipo, sin mediar palabra, se dio la vuelta y rebuscó entre los estantes. Con una habilidad manual impresionante, sacó una botella casi sin mirar y sirvió la bebida en un vasito que colocó con un sonoro golpe frente a mí. Así debían de ser los habitantes de esta isla. Ignoré su comportamiento brusco y le busqué con la mirada para hacerle una pregunta, mas desapareció por una de las puertas que se hallaban tras la barra. En cambio, sí que noté mi nuca siendo atravesada por varios pares de miradas.
Es por eso por lo que no suelo beber alcohol. En cuanto terminase volvería raudo a la base marine.
El tiempo para llegar al poblado se me hizo eterno, y poco quedaba ya por observar en el gélido mar o las montañas nevadas. Una vez me hallé en el lugar, eché un vistazo al mismo. Las viviendas, poco más que cabañas, tenían sus ventanas cubiertas por numerosas capas de tablones de madera, en un intento por aislarlas del frío... O quizás de algo más. Nadie atravesaba el lugar. Aquella era, sin duda, una isla fantasma.
No tardé en encontrar el bar una vez hube llegado a la villa. De hecho, lo extraño hubiera sido no hallarlo, puesto que en la propia fachada del local estaba escrito eso mismo, y no precisamente de forma imperceptible. Bizvan debía de estar esperando en la base, así que me dispuse a entrar sin demora.
Si bien el pueblo parecía estar completamente deshabitado, en el bar había unas pocas personas que disfrutaban, entre susurros, de jarras, copas y vasos de bebidas espirituosas. A pesar de su apariencia estoica, supe reconocer en sus rostros la incertidumbre y el miedo a un mañana más duro. Era un auténtico misterio saber como sobrevivirían a un invierno tan inclemente como el que nos habíamos encontrado.
Tomé asiento junto a la barra y esperé a que llegase un camarero, que, ojeroso, me observaba inquisitivo.
-Aguardiente, por favor -pedí.
El tipo, sin mediar palabra, se dio la vuelta y rebuscó entre los estantes. Con una habilidad manual impresionante, sacó una botella casi sin mirar y sirvió la bebida en un vasito que colocó con un sonoro golpe frente a mí. Así debían de ser los habitantes de esta isla. Ignoré su comportamiento brusco y le busqué con la mirada para hacerle una pregunta, mas desapareció por una de las puertas que se hallaban tras la barra. En cambio, sí que noté mi nuca siendo atravesada por varios pares de miradas.
Es por eso por lo que no suelo beber alcohol. En cuanto terminase volvería raudo a la base marine.
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