Galhard
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Akuma no mi
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Pese al revuelo de la independencia poco democrática de Water 7 la misión de impedir la destrucción del North Blue y la destrucción de la ominosa aguja había resultado ser un éxito con algún que otro contratiempo y incordio al gobierno por la filtración de la ayuda prestada por piratas y distintos criminales. Después de la victoria las tropas que la marina había apostado en el lugar fueron abandonando el lugar y volviendo a sus puestos iniciales, Galhard cadete alistado en un recóndito cuartel del North Blue pasó directamente a las ordenes y tutela del ALmirante Al Naoin y al resto de la brigada que recién lo había incorporado a sus filas al inicio de la operación, para él era toda una aventura, no solo no tendría que volver al descuidado y viejo cuartel del North Blue si no que iría al lugar donde un almirante estaba apostado, sin duda a sus ojos había tenido una suerte sin igual. Motivado por la victoria, sus nuevos compañeros y lugar de destino aguardaba en el barco, impaciente de desembarcar.
El viaje hacia Dressrosa transcurrió sin el menor altercado y no pasaron muchos días hasta que la silueta de la isla se dibujase en el horizonte, pronto vería aquel hermoso lugar.
-¡Dressrosa a la vista!- Gritó el vigía en la Cofa, esas palabras despertaron a un aletargado Galhard que reposaba en una escalera cerca de la proa del navío.
-¡Je je! Que ganas tenía de llegar, el viaje se me ha hecho eterno. Aunque no tanto como el concierto de Scrotex. -El recluta se desempolvó la chaqueta y decidió ir a cubierta en busca de instrucciones para preparar el desembarco.
El viaje hacia Dressrosa transcurrió sin el menor altercado y no pasaron muchos días hasta que la silueta de la isla se dibujase en el horizonte, pronto vería aquel hermoso lugar.
-¡Dressrosa a la vista!- Gritó el vigía en la Cofa, esas palabras despertaron a un aletargado Galhard que reposaba en una escalera cerca de la proa del navío.
-¡Je je! Que ganas tenía de llegar, el viaje se me ha hecho eterno. Aunque no tanto como el concierto de Scrotex. -El recluta se desempolvó la chaqueta y decidió ir a cubierta en busca de instrucciones para preparar el desembarco.
Gareth Silverwing
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Akuma no mi
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Ah, Dressrosa, la isla de la pasión, un reino con historia tan interesante como turbulenta, una monarquía de tradiciones y traiciones, así como un destino turístico que destacaba por la gran variedad de interesados y residentes. Era un entorno en el que se respiraba alegría, un júbilo energético que no envejecía por muchos meses que pasara, un ambiente casi festivo las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, prácticamente un paraíso para los residentes que vivían en total despreocupación... Nauseabundo.
Por lo menos era una isla preciosa, con una arquitectura rica en historia, un lugar donde las artes habían florecido y, por mucho que me pesase admitirlo, donde el aburrimiento era escaso, y el café superaba la decencia. Admiraba la escena compuesta ante mis ojos, los rayos del amanecer despuntaban desde el horizonte, marcando las siluetas de nubes lejanas y haciendo notoria la forma de Dressrosa.
El viento azotaba mis cabellos mientras me acercaba a mi destino, cada vez más próximo. Lo cual al principio era un tenue punto en la lejanía, poco a poco se transformo en una figura inconfundible. Era la hora de ponerse las pilas, hoy tocaba recibir formalmente a los nuevos reclutas y darle una muestra de lo que era forma parte de la brigada más poderosa y menos prestigiosa de la Marina.
Arremangué mi chaqueta unos centímetros para ver mi reloj, las 6:18 de la mañana, a esta hora ya deberían estar más que preparados, listos y formando en la cubierta, por lo menos en el cuartel a esta hora ya llevarían una hora de entrenamiento. Que disfruten mientras puedan dormir un poco más. Miré abajo y pude ver que la silueta del barco ya estaba peligrosamente cerca, centré chorros de aire caliente en las plantas de las piernas para frenar la caída lo justo como para no agujerear la cubierta.
El choque despertó a cualquiera que siguiera medio dormido, el navío se tambaleó ligeramente con el impacto en la cubierta de popa, quizas una entrada en escena tras 4 kilómetros de caída libre fuera suficiente como para dar a entender a los nuevos que esta no era una brigada ordinaria. Extendí la mano y uno de los reclutas más veteranos se aproximó a mí con mi taza favorita en la que ponía "I <3 Napalm" y la llenó con café recién sacado de un termo. Di un sorbo, saboreé el brebaje y miré a los presentes.
- Caballeros... bienvenidos a Dressrosa, puede que algunos de ustedes ya hayan estado aquí por placer... les recomiendo que olviden el significado de esa palabra, a partir de este momento no la van a volver a necesitar.
Por lo menos era una isla preciosa, con una arquitectura rica en historia, un lugar donde las artes habían florecido y, por mucho que me pesase admitirlo, donde el aburrimiento era escaso, y el café superaba la decencia. Admiraba la escena compuesta ante mis ojos, los rayos del amanecer despuntaban desde el horizonte, marcando las siluetas de nubes lejanas y haciendo notoria la forma de Dressrosa.
El viento azotaba mis cabellos mientras me acercaba a mi destino, cada vez más próximo. Lo cual al principio era un tenue punto en la lejanía, poco a poco se transformo en una figura inconfundible. Era la hora de ponerse las pilas, hoy tocaba recibir formalmente a los nuevos reclutas y darle una muestra de lo que era forma parte de la brigada más poderosa y menos prestigiosa de la Marina.
Arremangué mi chaqueta unos centímetros para ver mi reloj, las 6:18 de la mañana, a esta hora ya deberían estar más que preparados, listos y formando en la cubierta, por lo menos en el cuartel a esta hora ya llevarían una hora de entrenamiento. Que disfruten mientras puedan dormir un poco más. Miré abajo y pude ver que la silueta del barco ya estaba peligrosamente cerca, centré chorros de aire caliente en las plantas de las piernas para frenar la caída lo justo como para no agujerear la cubierta.
El choque despertó a cualquiera que siguiera medio dormido, el navío se tambaleó ligeramente con el impacto en la cubierta de popa, quizas una entrada en escena tras 4 kilómetros de caída libre fuera suficiente como para dar a entender a los nuevos que esta no era una brigada ordinaria. Extendí la mano y uno de los reclutas más veteranos se aproximó a mí con mi taza favorita en la que ponía "I <3 Napalm" y la llenó con café recién sacado de un termo. Di un sorbo, saboreé el brebaje y miré a los presentes.
- Caballeros... bienvenidos a Dressrosa, puede que algunos de ustedes ya hayan estado aquí por placer... les recomiendo que olviden el significado de esa palabra, a partir de este momento no la van a volver a necesitar.
Sasaki
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Por suerte para todo el mundo, el detener que la aguja se activase había resultado un éxito, a pesar de los grandes daños que había provocado, así como la enorme cantidad de recursos que tuvieron que ser destinado para lograr el objetivo.
Por otra parte, era posible que la Marina tomase algo de la inteligencia recogida de aquel lugar para poder reforzar las bases que tenía distribuidas por todo el mundo y así poder dar una mejor protección, no solo a sus soldados, sino también a la gente, algo que parecía que a veces era más complicado.
En ese momento, nos estábamos toda la brigada junto a un invitado trasladando de nuevo a la base que teníamos en Dressrosa. Hacía ya un tiempo que no pisaba por aquella isla, pero había algo que me importaba más que estar allí. Saqué mi brújula y le eché un vistazo. Tras un par de segundos dando vueltas como loca, la aguja se quedó fija mirando en una dirección. Yo sabía que significaba eso y una sonrisa se dibujó en mi cara de felicidad.
Más tranquilo, me tumbé completamente mirando al cielo sobre la cabeza de Franco. El enorme animal perseguía un hueso de azúcar que había creado para que siguiese al barco en el que iban el resto de la brigada. ¿Cómo se tomaría Arthur que tuviese una mascota más? “Supongo que el papeleo extra no le molestará, si no, siempre puedo hacerlo yo”.
De pronto nuevo recluta avistó nuestro destino, me incorporé y miré hacia donde miraba Gallhard. Efectivamente allí estaba. Acaricié la cabeza de Franco.
-Corre Franco, hacia la isla, allí te daré el hueso.
Por otra parte, era posible que la Marina tomase algo de la inteligencia recogida de aquel lugar para poder reforzar las bases que tenía distribuidas por todo el mundo y así poder dar una mejor protección, no solo a sus soldados, sino también a la gente, algo que parecía que a veces era más complicado.
En ese momento, nos estábamos toda la brigada junto a un invitado trasladando de nuevo a la base que teníamos en Dressrosa. Hacía ya un tiempo que no pisaba por aquella isla, pero había algo que me importaba más que estar allí. Saqué mi brújula y le eché un vistazo. Tras un par de segundos dando vueltas como loca, la aguja se quedó fija mirando en una dirección. Yo sabía que significaba eso y una sonrisa se dibujó en mi cara de felicidad.
Más tranquilo, me tumbé completamente mirando al cielo sobre la cabeza de Franco. El enorme animal perseguía un hueso de azúcar que había creado para que siguiese al barco en el que iban el resto de la brigada. ¿Cómo se tomaría Arthur que tuviese una mascota más? “Supongo que el papeleo extra no le molestará, si no, siempre puedo hacerlo yo”.
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