[Misión Legendaria-País de Wano] ¡Alabad al Sol!

¿Cristal? No podía ser. ¿Qué demonios era aquello? Zane se acercó bastante más que el rubio, aunque fue cauto y no se aproximó más de lo razonable. Las ondas cortantes fueron lanzadas y el aire vibró a su alrededor con una potencia inusitada que pareció distorsionar el mismísimo espacio. El brillo se apagó súbitamente, revelando algo que el rubio no esperaba encontrar. No obstante, no era momento de detenerse a hacer conjeturas.

Therax hizo que el viento se agitase con furia por debajo de los restos que comenzaban a precipitarse desde las alturas. Un huracán cobró forma gracias al poder de Sirocco, albergando en su interior cada uno de los relucientes trozos que caían. Una vez se aseguró de que nada quedase fuera del vendaval lo hizo descender con lentitud y cuidado, haciéndolo empequeñecer poco a poco hasta que desapareció a ras de suelo.

Una montaña de cristal se presentó frente a él, revelando el misterio que escondían los extraños sucesos que habían estado asolando Wano. Agitó las esquirlas y, como si el montículo quisiese terminar de confirmar la naturaleza de aquel extraño sol, un largo fragmento de lo que parecía ser alambre abandonó el cúmulo. ¿Una bombilla? El espadachín no se lo creía, así que miró a su capitán para ver si veía e interpretaba lo mismo que él. Aquello sólo podía responder a dos causas: un extraño artefacto autónomo desarrollado por a saber qué prodigio de la ciencia o un poco común poder, uno asemejable al que tenía la mayoría de los Hermanos de la Tormenta.

―Creo que esto explica muchas cosas. Ese chisme no da una luz normal y a saber qué ha arrojado sobre el terreno. Con el fin de su existencia y la capacidad de la naturaleza para limpiarse debería haberse solucionado el problema de las plantas y de los animales, así como el sofocante calor y el aire tan cargado que se respira. Es una suerte que no haya habido humanos afectados. No hay nada que hacer con las bestias que ya han caído, pero el organismo del resto debería ser capaz de depurar lo que sea que se ha depositado en ellos. En cuanto a las plantas, no son mi fuerte, pero pienso que sin la influencia de esta luz artificial podrán seguir creciendo con normalidad. Tendrán que desprenderse de esos troncos y ramas hinchados e inservibles, pero todo es cuestión de darle tiempo al tiempo.

Le hubiera gustado concebir una solución más inmediata, pero aquello escapa por completo da su ámbito de conocimiento. Tal vez el cerebrito de Spanner, que tenía la mala costumbre de saber de todo, podría aportar información más sólida y verídica. Aun así, con la conservadora tradición que imperaba en Wano dudaba que tuviesen medios para hacer frente a un daño tan... artificial.

―Creo que deberíamos ir a hablar con tu abuelo, tu suegro y Kanima Zao para explicarles lo que hemos descubierto, ¿no te parece? De cualquier modo, me gustaría saber de dónde ha salido esta cosa. Podría ser algún tipo de invención, pero cada vez me parece menos probable ―comentó, hablando más para sí mismo que para su capitán―. Hasta donde yo sé estas cosas necesitan de una fuente de electricidad y no veo nada que pueda actuar como batería. Ni una como tal ni un dial ni nada. ―Empleaba sus sables para remover el cúmulo de fragmentos de cristal, confirmando su hipótesis―. Creo que esto es obra de alguien, y sólo puede ser una persona que, al igual que tú o yo, se haya comido una fruta un tanto peculiar.

Y tan peculiar.

―De acuerdo ―respondió el rubio, emprendiendo el camino de regreso. Tendrían que avisar de lo que dejaban atrás para que los fragmentos de la bombilla fuesen retirados. Si de aquella cosa habían nacido todos los problemas de Wano, perder de vista cualquier rastro de su existencia no estaría de más.

El abuelo de Zane no mostró disgusto alguno al ver cómo el kimono que le había prestado se encontraba notablemente desmejorado. Más aún, ante la imposibilidad de reincorporarlo a su armario insistió en que Therax se quedase con él; algo así como una suerte de agradecimiento y recuerdo por las experiencias vividas en la tierra se los samuráis. El espadachín agradeció aquel obsequio, consciente de que tendría que ingeniárselas para que fuese un atuendo que pudiese usar en el futuro sin que luciese como un trapo mal remendado.

Más allá de aquellas cuestiones, el contramaestre no pudo sino agradecer que la normalidad volviese a reinar en aquel lugar. Los habitantes de aquel enclave volvían a salir a la calle, seguros de que aquel molesto y falso sol no volvería a golpearles con su asfixiante e inmisericorde calor. No siguieron la ruta directa empleada en la primera ocasión para llegar al hogar de la familia de la mujer del Descamisetado. Por el contrario, el pelirrojo dio un amplio rodeo en el que le enseñó a su tercero de abordo las bondades y el cautivador ambiente de Wano. Farolillos colgados en lugares estratégicos alumbraban las calles, creando un ambiente bastante acogedor en sintonía con la música que escapaba de numerosos locales.

Una vez en casa del severo suegro de Zane y tras las correspondientes muestras de respeto, Therax pasó a explicar con todo detalle lo que habían encontrado, las averiguaciones que había hecho y su teoría al respecto de lo sucedido. No obstante, la pregunta de Kanima Zao pilló al rubio por sorpresa. La expresión del patriarca reflejaba el mismo asombro, lo que le llevó a preguntarse si no estaría al tanto de las poco comunes habilidades de su capitán. ¿Por qué les habría ocultado aquello? Claro que, con la particular cultura local, no hubiera sido de extrañar que las frutas del diablo fuesen vistas como poco menos que la mismísima encarnación del mal. Con aquello a la vista, resultaba bastante comprensible que hubiese optado por mantenerlo en secreto.

―Me gustaría poder dar una solución más inmediata ―se excusó, aunque era consciente de que aquello no era necesario. Aun así, si quería que los hijos de Zane pudiesen ver a su tito Ther en el futuro cualquier gesto de cortesía podía resultar útil―. Aquí no tengo las herramientas necesarias para estudiar más en profundidad qué es exactamente lo que ha dañado tanto a los animales de las montañas.Teniendo en cuenta que los efectos han tardado cierto tiempo en aparecer, es lógico pensar que los organismos de los seres vivos son capaces de hacer frente a la amenaza que nacía de la bombilla. Como digo, los efectos serán revertidos por sí mismos al haber eliminado la causa de los mismos, pero se necesitará algo de tiempo. En caso contrario, me comprometo a venir aquí mejor equipado para poner una solución definitiva y más rápida. ―Agachó durante un instante la cabeza en señal de disculpa, aunque sabía que habían hecho lo necesario para solventar las adversidades que habían acechado a la gente y seres vivos de Wano―. Por otro lado, estaría bien que los restos del artefacto fuesen recogidos mañana para ser eliminados del todo. Creo que con dos o tres carros debería bastar para cargarlo todo sin mayores dificultades.


Por primera vez desde que pusiese un pie en Wano podía disfrutar de las diferencias ambientales que marcaba el desplazamiento del astro rey en el cielo. No hacía demasiado que había amanecido, por lo que aún se podía apreciar cierta penumbra y los pájaros cantaban como sólo lo hacían cuando se sabían a salvo.

―En cuanto Kanima nos enseñe eso que nos dijo anoche llamaré para que se quede tranquilo ―contestó a la sugerencia de su capitán, dirigiéndose en todo momento hacia el punto de encuentro.