Inosuke Dru-zan
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Akuma no mi
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Al fin conseguí salir de aquel navío tan extraño. Al contrario de los barcos, este se parecía más a un pez; se sumergía bajo el agua sin inundarse. Y lo más importante era que se podía vivir en su interior mientras se viajaba. Sin duda era muy interesante, pero estaba plagado de muertos vivientes que debían estar enterrado y había poco espacio.
Agradecí a los dioses llegar a una nueva isla y respirar aire fresco. Hasta tenía un apacible bosque, nada que ver con las tierras infértiles plagadas de arena de la anterior isla. Sin duda era un cambio muy agradable.
Cuando el llamado submarino con forma de bestia atracó en el puerto, de un salto bajé al muelle, estirando todas las partes de mi cuerpo. Desde el cuellos hasta los dedos de los pies, pasando por los brazos. Necesitaba explorar y moverme un poco. Los sitios cerrados no me gustaban mucho, se me hacían pequeños, y adoraba las aventuras. Sin embargo no estaba solo, ahora contaba con un peculiar grupo de personas a las que tal vez pudiera considerar amigos. Más bien, amigas. A excepción de Ivan, el resto eran mujeres, aunque más fuertes y decididas que la mayoría con las que había tratado. Por algún motivo, aquello me gustaba.
- ¿Alguien querer explorar isla con Ino? - grité a los pasajeros del submarino -. Incluso tal vez ir a cazar.
No es que me importase demasiado si me acompañaban o no, yo era un alma libre y despreocupada, pero me pareció que al menos debía proponerlo, al fin y al cabo estábamos viajando en grupo y se podría considerar de mala educación no contar con los demás.
Agradecí a los dioses llegar a una nueva isla y respirar aire fresco. Hasta tenía un apacible bosque, nada que ver con las tierras infértiles plagadas de arena de la anterior isla. Sin duda era un cambio muy agradable.
Cuando el llamado submarino con forma de bestia atracó en el puerto, de un salto bajé al muelle, estirando todas las partes de mi cuerpo. Desde el cuellos hasta los dedos de los pies, pasando por los brazos. Necesitaba explorar y moverme un poco. Los sitios cerrados no me gustaban mucho, se me hacían pequeños, y adoraba las aventuras. Sin embargo no estaba solo, ahora contaba con un peculiar grupo de personas a las que tal vez pudiera considerar amigos. Más bien, amigas. A excepción de Ivan, el resto eran mujeres, aunque más fuertes y decididas que la mayoría con las que había tratado. Por algún motivo, aquello me gustaba.
- ¿Alguien querer explorar isla con Ino? - grité a los pasajeros del submarino -. Incluso tal vez ir a cazar.
No es que me importase demasiado si me acompañaban o no, yo era un alma libre y despreocupada, pero me pareció que al menos debía proponerlo, al fin y al cabo estábamos viajando en grupo y se podría considerar de mala educación no contar con los demás.
Ivan Markov
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Jaya, una isla llena de maleantes, piratas, traficantes de mercancías variadas y en general indeseables. Y por algún motivo, era la primera vez que ponía un pie en la isla, descontando su breve visita durante la reunión pirata de dos años atrás. Teniendo en cuenta qué clase de gente había en el lugar, tal vez debería haber aprovechado algún viaje anterior. Era la clase de sitio donde alguien como él podía realmente divertirse y armar un buen jaleo sin que llegasen fuerzas del orden a molestarle. O donde hacer negocios turbios de manera abierta. O ir totalmente borracho por la calle sin que te mirasen (demasiado) mal.
Alguien se le adelantó en bajar del barco: Inosuke. El joven Shandian se les había unido en Arabasta, y aunque aún no habían tenido ocasión de conocerse en condiciones, le había llamado la atención por su forma de comportarse y fuerte carácter. Terco como una mula, valiente hasta el punto de la estupidez y con cierta despreocupación por la seguridad personal. Le caía bien. Así que cuando escuchó su petición bajó de un salto tras él y comenzó a calentar los músculos para ponerse en condiciones.
- ¿Por qué no? Me vendría bien un trago. Podemos pillar a algún animal, o a algún idiota si alguien intenta molestarnos - entonces tuvo una idea, y sonrió - Te echo una carrera. El último en llegar al bosque paga las cervezas a la vuelta.
Era un pirata y un tramposo, no un competidor justo. Por eso en cuanto terminó de decir esas palabras se lanzó a correr. De todos modos no pretendía humillar a Inosuke, así que se tomó la carrera con calma. Pretendía ganar, pero le dejaría seguirle el ritmo. Así de paso comprobaría su capacidad física.
Alguien se le adelantó en bajar del barco: Inosuke. El joven Shandian se les había unido en Arabasta, y aunque aún no habían tenido ocasión de conocerse en condiciones, le había llamado la atención por su forma de comportarse y fuerte carácter. Terco como una mula, valiente hasta el punto de la estupidez y con cierta despreocupación por la seguridad personal. Le caía bien. Así que cuando escuchó su petición bajó de un salto tras él y comenzó a calentar los músculos para ponerse en condiciones.
- ¿Por qué no? Me vendría bien un trago. Podemos pillar a algún animal, o a algún idiota si alguien intenta molestarnos - entonces tuvo una idea, y sonrió - Te echo una carrera. El último en llegar al bosque paga las cervezas a la vuelta.
Era un pirata y un tramposo, no un competidor justo. Por eso en cuanto terminó de decir esas palabras se lanzó a correr. De todos modos no pretendía humillar a Inosuke, así que se tomó la carrera con calma. Pretendía ganar, pero le dejaría seguirle el ritmo. Así de paso comprobaría su capacidad física.
Inosuke Dru-zan
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La primera persona que respondió a mi llamado fue Ivan. El peliblanco era un persona amable, aunque también muy fuerte y un excelente cazador. Había demostrado ser un valeroso guerrero, digno de los mejores ancestros de Skypia. No podía evitar sentir aprecio por él, así que cuando estaba dispuesto a acompañarme esbocé un sonrisa, aunque no podía verse bajo la cabeza de jabalí.
- ¿Carrera? Claro, a mí gustar... - entonces empezó a correr sin previo aviso y sin darme tiempo a reaccionar -. ¡Eh! ¡Tú hacer trampa! - le gritaba mientras empezaba a perseguirle.
Era rápido, sin duda. Empezó a recorrer la zona donde atracaban los barcos sin detenerse ni un instante. No quería perderle de vista, aceleré el paso y al final estaba corriendo con grandes zancadas. Sin embargo, me di cuenta de que no estábamos corriendo
directamente hacia el bosque, sino en una trayectoria un tanto inclinada. No podíamos ir completamente porque estaba plagado de obstáculos: puestos de un mercadillo, cajas y barriles repletos de mercancías, chozas y casas de los habitantes y hasta alguna que otra taberna. No obstante, si debíamos corretear girando entre callejuelas y esquivando todos los obstáculos, tardaríamos mucho más en llegar que si lo hiciéramos en línea recta, así que con ese pensamiento en la cabeza y rezando a los dioses para que a Ivan no se le ocurriera, tomé un atajo.
Giré despreocupadamente hacia la izquierda. En cuanto llegué a una caja de madera salté sobre ella para coger impulso y situarme sobre el todo de un puesto de fruta. El toldo parecía ser elástico e hizo una especie de efecto rebote, hundiéndose levemente por mi peso para después lanzarme varios metros hacia arriba. Alcancé el techo de una pequeña estructura sobre la que hice una voltereta para después seguir corriendo. Empecé a saltar de tejado en tejado, siempre siguiendo el camino más recto posible y sin dejar de correr. No iba a dejar que el cazador me ganase tan fácilmente, ni siquiera usando trampas.
- ¿Carrera? Claro, a mí gustar... - entonces empezó a correr sin previo aviso y sin darme tiempo a reaccionar -. ¡Eh! ¡Tú hacer trampa! - le gritaba mientras empezaba a perseguirle.
Era rápido, sin duda. Empezó a recorrer la zona donde atracaban los barcos sin detenerse ni un instante. No quería perderle de vista, aceleré el paso y al final estaba corriendo con grandes zancadas. Sin embargo, me di cuenta de que no estábamos corriendo
directamente hacia el bosque, sino en una trayectoria un tanto inclinada. No podíamos ir completamente porque estaba plagado de obstáculos: puestos de un mercadillo, cajas y barriles repletos de mercancías, chozas y casas de los habitantes y hasta alguna que otra taberna. No obstante, si debíamos corretear girando entre callejuelas y esquivando todos los obstáculos, tardaríamos mucho más en llegar que si lo hiciéramos en línea recta, así que con ese pensamiento en la cabeza y rezando a los dioses para que a Ivan no se le ocurriera, tomé un atajo.
Giré despreocupadamente hacia la izquierda. En cuanto llegué a una caja de madera salté sobre ella para coger impulso y situarme sobre el todo de un puesto de fruta. El toldo parecía ser elástico e hizo una especie de efecto rebote, hundiéndose levemente por mi peso para después lanzarme varios metros hacia arriba. Alcancé el techo de una pequeña estructura sobre la que hice una voltereta para después seguir corriendo. Empecé a saltar de tejado en tejado, siempre siguiendo el camino más recto posible y sin dejar de correr. No iba a dejar que el cazador me ganase tan fácilmente, ni siquiera usando trampas.
Ivan Markov
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Procuró sacarle ventaja, pero tampoco dejarlo atrás. La idea era hacerle correr y que fuese calentando, no humillarlo. Pronto se encontró el primer obstáculo: las calles. No le apetecía correr entre callejuelas, donde podían perderse de vista. Pero volar no tenía gracia, estaban calentando. Así pues... ¿cuál era la mejor manera de ver y hacerse ver sin volar? Los tejados. Sin tomar apenas impulso para evitar pasarse, se subió de un salto al edificio más cercano y miró atrás. Parecía que Ino había tenido la misma idea. Usó el toldo de un puesto del mercado para subirse a la casa contigua.
- No está mal, no te faltas recursos. Ahora adelántame si puedes.
Comenzó a saltar de tejado en tejado, haciendo cabriolas y piruetas. No podía evitarlo, al final del día era quien era: un cretino que adoraba mostrar sus habilidades y sobrarse. Mantuvo sin embargo como antes el ritmo hasta que hubieron llegado al final de Mock Town, donde Ivan bajó de un salto al campo y se puso a correr a los árboles a un ritmo muy moderado para sus estándares. Decidió darle una oportunidad de ganar. Iría algo más rápido de la velocidad que calculaba que tendría Ino por cómo le había visto moverse. Si era capaz de superarle y llegar, le dejaría adelantarle. Probablemente le supondría un gran esfuerzo, pero el punto estaba precisamente en si era capaz de hacerlo.
- ¡Venga! ¡Date caña, a ese ritmo no me vas a superar!
- No está mal, no te faltas recursos. Ahora adelántame si puedes.
Comenzó a saltar de tejado en tejado, haciendo cabriolas y piruetas. No podía evitarlo, al final del día era quien era: un cretino que adoraba mostrar sus habilidades y sobrarse. Mantuvo sin embargo como antes el ritmo hasta que hubieron llegado al final de Mock Town, donde Ivan bajó de un salto al campo y se puso a correr a los árboles a un ritmo muy moderado para sus estándares. Decidió darle una oportunidad de ganar. Iría algo más rápido de la velocidad que calculaba que tendría Ino por cómo le había visto moverse. Si era capaz de superarle y llegar, le dejaría adelantarle. Probablemente le supondría un gran esfuerzo, pero el punto estaba precisamente en si era capaz de hacerlo.
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Malditos dioses. Esta vez no me habían escuchado, o si le hicieron pensarían que ganar una carrera no era algo tan importante, porque al final a Ivan se le ocurrió la misma idea que a mí. Y encima realizaba asombrosas piruetas, como si fuera un concurso de acrobacias. Pero no, era una carrera, y estaba empeñado en ganarla. Continué corriendo sobre los tejados, dando las zancadas más largas que podía, mientras la madera de los techos de las casas crujía bajo mis pies. Saltaba de estructura a estructura cuando no había de otra, y seguía el camino más recto posible, o eso me parecía a mí. Y a pesar de todo Ivan seguía ligeramente por delante mío.
Cuando las casas se habían terminado y ya lo único que quedaba era terreno plano hasta llegar al bosque, el cazador seguía encabezando la carrera. «Sí que es rápido» pensé. Aquel hombre parecía relajado, como si pudiera ganar cuando quisiera acelerando. Probablemente fuera más rápido que yo, pero ni esa impresión que transmitía ni sus comentarios provocadores iban a obligarme a desistir. Si lo daba todo de mí tal vez no llegara a superarle. Pero... ¿Y si daba todo de mí y un poco más? Tenía que intentarlo.
—Tú esperar. ¡Esto no acabar todavíaaaaaaaa!
Me forcé para ir al máximo de mi velocidad. Empecé a acompasar los movimientos de mi cuerpo: brazos, piernas, torso, todos moviéndose al mismo ritmo para incrementar la eficiencia de mis movimientos. Mi corazón latía frenéticamente, y no era de extrañar. Lo estaba dando todo de mí y más. Esperaba poder ganar así, aunque a veces se me cruzaba por la cabeza la idea de que Ivan tenía algún truco reservado. Al fin y al cabo era más fuerte y rápido que yo.
Cuando las casas se habían terminado y ya lo único que quedaba era terreno plano hasta llegar al bosque, el cazador seguía encabezando la carrera. «Sí que es rápido» pensé. Aquel hombre parecía relajado, como si pudiera ganar cuando quisiera acelerando. Probablemente fuera más rápido que yo, pero ni esa impresión que transmitía ni sus comentarios provocadores iban a obligarme a desistir. Si lo daba todo de mí tal vez no llegara a superarle. Pero... ¿Y si daba todo de mí y un poco más? Tenía que intentarlo.
—Tú esperar. ¡Esto no acabar todavíaaaaaaaa!
Me forcé para ir al máximo de mi velocidad. Empecé a acompasar los movimientos de mi cuerpo: brazos, piernas, torso, todos moviéndose al mismo ritmo para incrementar la eficiencia de mis movimientos. Mi corazón latía frenéticamente, y no era de extrañar. Lo estaba dando todo de mí y más. Esperaba poder ganar así, aunque a veces se me cruzaba por la cabeza la idea de que Ivan tenía algún truco reservado. Al fin y al cabo era más fuerte y rápido que yo.
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