[Moderado nivel 4] La sangre tiene un precio (Kroren)

Es otro día animado en el North Blue, al menos para ti en esos momentos: Los pájaros cantan, el cielo está despejado y los pocos rayos que se filtran por los barrotes de la sala en la que has aprisionado a ese pobre mensajero reflejan luz sobre las heridas en su espalda salpicada con sangre aún fresca. Sí, un día productivo mientras maltratabas a ese pobre diablo. Vaya, con tal brutalidad quizás la revolución tiene motivos para tratar al gobierno mundial con desprecio y, a la gente que se encuentra a su servicio como perros sarnosos. Pero no puedes culparles… De hecho, deberías alegrarte de que exista la revolución. Si lo piensas, ellos te dan trabajo, aunque no seas capaz de pedir un incentivo extra por tus capturas. Pero se ve compensando con entretenimiento como ese, ¿no?

La pena es que a este ritmo esas sesiones con el pobre Dicken no podrán prolongarse mucho más. Lo de los marines estuvo bien tras cazas al hombre, y desde luego la mina había resultado fructífera. Pero tras semanas torturándole no ha dado más información útil. Tal vez no fuera un mensajero tan relevante… Eso o es muy bueno en lo suyo y lo que te ha dado por el momento solo han sido escaramuzas para distraerte. ¿Ganar tiempo quizás? Nah, es imposible… A no ser. Bueno, por las dudas siempre puedes amenazarle con la vida de su mujer y su hijo. Quizás su posible lealtad flaquee si les rebanas el cuello frente a sus ojos. La idea se pasa fugazmente por tu cabeza, pero, mientras te limpias las manos tratando de hacer memoria sobre dónde habían confinado a la familia del maltrecho hombre alguien te interrumpe. Más bien algo: la máquina de megafonía hace sonar un estrepitoso ruido antes de llamar a gran parte de los agentes para que se reúnan en la sala del superior que controla las cosas por el North Blue. No es el líder de división, pero si alguien importante, así que no te va a quedar más remedio que ir si no quieres tener problemas que manchen tu —hasta ahora— impecable carrera.

Puedes plantearte el ir así vestido o intentar acicalarte un poco, según lo apurado que te veas. Cuando entres a la sala te encontraras con otras ocho personas: seis compañeros tuyos sentados, una mujer con una carpeta en la mano y gafas, de pie junto a una pizarra que muestra un plano de la isla  y un hombre con bigote poblado que parece estar esperando a que se reúna el resto de su equipo para poder empezar a tratar el tema en cuestión.

Ignoraba el buen clima que hacía fuera. Solo era consciente de la tenue luz que entraba por la pequeña y única claraboya que era capaz de iluminar toda la sala. El cuerpo de Dicken estaba sujeto a una cruz de aspas mediante una cuerda en el codo derecho y un clavo en la mano izquierda. La mano diestra caía por causa de la gravedad y podía apreciarse perfectamente que carecía de uñas y de piel en los dedos meñique, anular y corazón.

Seguía observando el cuerpo destrozado y desnutrido del mensajero cuando Heinrich, mi arco, sonó desde mi espalda.

-Creo que a este desgraciado le tiene que quedar poca información -afirmó y me lo imaginé como si estuviera apunto de echarse a reír.

-Sabes de sobra que encontrar información es solo un agregado -susurré para contestarle, no sin antes asegurarme de que mi prisionero estaba dormido-.Me divierte oírlo gritar  gritar y sabes que me entretiene despellejar a gente. Además, creo que sabe algo más. Nos ha dado tres informes que nos han ayudado bastante: dos de ellos en la primera semana y un tercero en la segunda. Los dos primeros eran dos escorias infiltrados en la Marina y una mina donde solo pudimos detener el último cargamento.

-Es como si nos hubiera dado unas migajas para entretenernos -aportó Heinrich.

-Exacto. Después nos informó de la droga de Bleyd, pero aquello ya estaba en manos de la Marina y poco pudimos aportar. Nos da información tarde e incompleta, creo que es más listo de lo que parece.

Aquella conversación llegó a su fin cuando el Den Den Mushi de megafonía anunció que debía asistir a una reunión. Al parecer esta vez no iba a ser en el despacho de Arakane, sino que conoceríamos al que está por encima de ella. Interesante. Por lo menos, esta vez no tendré que escuchar y asentir a una mujer. Sin demorarme mucho, cerré la puerta de la celda de Dicken y fui en busca de Hermenegildo Rus, el carcelero de la base.

-Vigila esa habitación -le exigí como hacía todos los días cada vez que salía.

-¡Yo! -gritó con una sonrisa y alzando su largos y musculosos brazos.

Sabiendo perfectamente que cumpliría mi orden, ya lo hizo en el pasado, fui directo hacia la sala de reuniones. Los calabozos se encontraban bajo la base. Se componían de incontables pasillos en forma de laberinto donde pocos podían orientarse para encontrar la larga escalera que llevaba a la superficie. Por suerte, yo era uno de los pocos que sabía andar por aquellos pasillos y, aunque fui el último en llegar a la sala de reuniones, no me demoré más de lo necesario. Antes de entrar, retoqué mi uniforme de agente; ajustando la corbata, sacudiendo un poco de polvo que había en el hombro e intentar tapar con la chaqueta una pequeña mancha de sangre que había en la camisa. Sin lograr lo aquello ultimo, entré en la sala y me fijé en el resto de los agentes que habían sido llamados. Conocía a Mikhail Saranov, con el que realicé la misión en la que secuestramos a Dicken y a Abasil Alabaster, el agente que me ayudó con la droga de Bleyd. Al resto no me sonaban y poco reparé en ellos, excepto por un agente que claramente tenía rasgos de venir de Wano.

No tardé mucho en sentarme en una silla y en mirar, por segunda vez,si entre los presentes se encontraba Arakane, la líder de la base.

Todos los presentes se quedaron mirándote cuando entraste por la puerta en un silencio que duró casi un minuto completo. Mikhail te saludó con una sonrisa y alzando la mirada mientras mantenía una postura cómoda, quizás demasiado relajada. Pero no se podía decir lo mismo del resto de tus compañeros: Tres de las figuras te hicieron caso omiso, entre ellas el de apariencia exótica que ha llamado tu atención. Este mantiene el ceño fruncido y los ojos cerrados, casi con desdén. Pero tampoco tienes demasiado tiempo en poder fijarte en ellos. El hombre del bigote se queda mirándote, como si te juzgara, durante todo el trayecto desde la puerta hasta el asiento. Cuando por fin te has acomodado, empieza a hablar con tono irritado.

—Bien. Ahora que vuestro compañero ha decidido que somos lo suficientemente importantes como para presentarse a la reunión, creo que podemos comenzar —dice mientras parece estar haciendo un gran esfuerzo en no perder los nervios. Tampoco has tardado tanto pero tu apariencia aún deja mucho que desear y él parece estar de los nervios desde antes de que llegara el primero de tus compañeros. Quizás podrías decirle que se calme…—. Como sea, tenemos asuntos importantes que tratar. Jackeline, si eres tan amable…

El hombre se aparta de la pizarra y es la mujer quien, tras dejar la carpeta sobre la mesa y recolocarse las gafas, toma un puntero para señalar la pizarra.

—Bien, como podéis ver aquí, este es un plano de nuestra isla. No creo que haga falta explicar lo básico, todos sabéis como se encuentra estructurada. Solo hay dos entradas por mar, de las cuales una está custodiada por nuestros subordinados de la marina. La otra, en cambio, es controlada por las gentes que viven en el lado norte. Hasta ahí todo bien… —La mujer detuvo su explicación cuando uno de los hombres levantó la mano, manteniendo aún el puntero sobre la superficie pintada—. ¿Sí?

—¿Si dice que ya lo sabemos para qué es esta conversación? —preguntó el hombre antes de sonreír con sorna. La secretaria se limitó a quitarse las gafas para quedarse mirándole durante unos segundos. Estos se volvieron de un color rojo como la sangre mientras ella mantenía un semblante serio.

—El caso es que hace poco recibimos una llamada desde la sede marine —contestó al fin, recolocándose las lentes. Si te fijas en el hombre, que seguramente hubieras podido ser tú, estaba tres tonos más blanco de lo normal tras ese pequeño contacto visual con la mujer. Parece que todas en el CP son un peligro—. Actualmente en esta isla hay un tratado no escrito de paz entre sus dos facciones, pero eso no significa que las cosas estén bien. ¿Cómo lo estarían si convivimos con la mayor peste del mundo a la puerta de casa? Por eso suele haber marines vigilando en el muro. Al parecer, esta mañana hubo una revuelta cerca de este. Lo han dañado. No sabemos bien el motivo, pero parece que pretenden derrumbarlo o atravesarlo para llegar a nosotros.

—Tememos además que puedan dirigirse al puerto de la ciudad «azul» e intentar abordarnos. Este lugar es clave para mantener el orden en el North, casi tanto como el cuartel general, así que debemos defenderlo. Pero no podemos dejar que cunda el pánico sin saber que ha ocurrido. Vuestra misión, por tanto, será dividiros en dos equipos. Una parte irá al puerto y la otra a los muros para descubrir que está pasando —terminó por explicar el veterano—. Los grupos están ya decididos. En esos sobres están vuestras instrucciones, así como los datos sobre vuestros compañeros de equipo. Tenéis hora y media para prepararos antes de partir. Os estaré esperando en la salida a esa hora. Y espero que esta vez a ninguno se le ocurra ser impuntual.

Vaya, sí que va a ser un día movidito. Y no vas a poder seguir jugando. Pero si tienes suerte podrás divertirte con otra cacería… Aunque es un fastidio tener que trabajar con otros tres subordinados: Mikhai, Abasil y el hombre de Wano. Al menos a dos ya les conoces y quizás te den más libertades, pero la gente de Wano tienen la etiqueta del honor pegada en la frente. No creo que a ese hombre le haga gracia verte torturando a nadie. Por si no había quedado claro, os toca la tarea más ardua. Tenéis un largo camino por delante hasta el muro.

Ignoré el hecho de que todas las miradas se dirigieran hacia mí. La verdad es que odiaba la falta de puntualidad y entendía que pudiesen estar molestos conmigo, aunque poco podía hacer si me encontraba en el punto más alejado de la sala de reuniones. No quería lloriquear por esto, es más, me senté en la silla en silencio ignorando el saludo de Mikhail y haciendo oídos sordos a las primeras palabras del hombre con bigote.

-Dios, nunca me han entrado tantas ganas despellejar a alguien en tan poco tiempo -dijo Heinrich, aunque solo sonó en mi mente.

"Mentira" -pensé, provocando la risa de mi arco. No me molestó la mirada asesina del hombre con bigote, tampoco me sacaron de mis casillas sus palabras. Lo único que si generó que mi ceño se frunciera era que durante toda la reunión hablaría una mujer. ¿En serio? Con el dolor de cabeza que me dan. Intenté soportarlo y atender.

Escuché toda la conversación en silencio. No me gusta interrumpir a nadie mientras habla y mucho menos hablar en público. Siempre me preocupo de que mis palabras sean mejores que el silencio y sino es así procuro no abrir la boca. Por desgracia uno de los presentes no se regía por esto e interrumpió la reunión para denotar que era gilipollas. Al parecer, la tal Jackeline también se dio cuenta y le fulminó con la mirada, literalmente. No parecía una mujer corriente, era otra Arakane y eso me daba más miedo aún.

-Demasiadas mujeres por aquí con aires de superioridad -afirmó el arco-. Aunque es verdad que el tipo ese se merecía más que una mala mirada.

Me obligué a relajar el ceño y que no se notara mi sorpresa. La conversación continuó sin más aportaciones innecesarias. Terminado el motivo de la reunión, solo hubieron dos cosas que me tocaron la moral: trabajar en equipo y la última pulla de Jackeline. Prefería trabajar solo, pero puestos a ser un equipo me gustó que Mikhail estuviera en el mio. Ya había trabajado con él, era un hombre serio y sabía hacer las cosas. Del resto poca información tenía. En los papeles se afirmaba que Abasil estuvo conmigo en Hallstat pero no recuerdo haberlo visto, es más, recordaría haber visto a un hombre con la piel tan oscura. Del hombre de apariencia exótica solo se decía que había realizado una misión con Mikhail. Al parecer todos nos conocíamos por una misión u otra. Así que entendí que los equipos no estaban hechos al azar.

Una vez terminé de leer atentamente el contenido de los sobres y de detenerme sobre todo en las instrucciones, fui en busca de Mikhail. Aquel ex-cazador de piratas había sido el me ayudó con la captura de Dicken en el Reino de Lvneel. Fue bastante cómodo trabajar con él y su forma de hacer las cosas me gustó.

-Buenas Saranov -dije educadamente dirigiéndome a él por su apellido. Tras devolverme el saludo, proseguí con la conversación-. He estado leyendo los informes y vengo a preguntarte por Zuo Zhang Fei. Aquí afirma que realizaste un trabajo con él -levanté el sobre donde venían los informes.

-Así es -contestó con su voz ronca. Tuvo la cortesía de parar de limpiar sus armas para proseguir con nuestra conversación-. Es un tipo bastante competitivo y alocado, pero sabe lo que hace y lo hace bien.

No muy contento con su descripción, empezamos a caminar hacia el punto acordado. Íbamos con bastante tiempo.

-¿Tienes algo que decirme de Abasil? -preguntó el pistolero.

-No, la verdad es que no. Recuerdo esa misión, ha sido la más difícil que he tenido hasta el momento, pero ese tipo no me suena. No recuerdo haberle visto...Espera -en ese momento recordé algo-, alguien me dijo algo en el oído mientras me enfrentaba Bleyd. ¿Será él?

-¿Recuerdas algo más que hiciera? -preguntó frunciendo el ceño.

-La verdad es que no, fue un momento muy tenso había una bomba y me enfrentaba a un revolucionario de 790 millones de recompensa... Todo fue muy rápido.

Tras aquella respuesta llegamos al punto de encuentro y dio fin nuestra conversación.

En el punto de encuentro os esperaba el hombre que os había llamado, Jackelline que debía ser su secretaría o alguien de confianza a su mando —visto lo de antes no podía encargarse solo del papeleo— Y dos vehículos. Uno llevaba al puerto y el otro al muro. El vuestro, como ponía entre los papeles era el segundo. El hombre de facciones asiáticas ya estaba subido en el que os correspondía, seguramente porque tuviera prisa en acabar el trabajo y volver a su tranquilidad, a entrenar o a cualquiera que fuese su pasatiempo. Unos torturan y otros hacen otras cosas.

La despedida es breve, escueta casi. Se dice que habrá gente vigilando los muros, marines sobretodo, que se les ha avisado de vuestra llegada y que, a no ser que las personas del otro lado se muestren beligerantes, no debería llevaros mucho tiempo realizar el trabajo y volver. La peor parte del trabajo será lo largo que resulte el camino. Os vais a pasar dos horas ahí metidos, en amor y compañía, y eso es solo la ida. Por cierto, el tal Zuo Zhang Fei no parece muy interesado en hacer amigos. Quizás sea difícil de tratar.

Como sea, pasadas las horas llegaréis al muro y os encontraréis con que… Las cosas parecen sospechosamente tranquilas. Dos marines os reciben a la entrada, en principio totalmente normales. Solo que sus uniformes, que deberían ser impecables, se encuentran desaliñados, como si se los hubieran puesto a prisas. A uno de estos incluso parece que le queda grande. Tal vez no quedasen de su talla. Puede que tú o alguno de tus acompañantes queráis decirles algo sobre protocolo, Zuo Zhang parece que no está interesado, y se dispone a seguirlos hacia la instalación.

Si vais detrás suya sin cuestionarles, os percatareis de que el silencio de fuera se ve acompañado con que haya una calma perturbadora dentro también. Basil parece darse cuenta y decide preguntar por vuestra misión.

—¿Qué pasó con los criminales? El reporte decía que habían estado causando problemas al otro lado del muro y se encaminaban hacia aquí. ¿Los habéis repelido?

Los marines se ponen tensos durante un segundo, tardando un poco en contestar, afirmativamente.

—Bueno, tras unas escaramuzas parece que pudimos alejarles. Pero no sabemos si volverán o no. Hay gente revisando que la estructura no haya sido dañada o que no le hayan hecho nada a las paredes externas de su lado de la muralla.

No tardé mucho en subirme al vehículo que me correspondía, es más, a mi también me interesaba terminar este encargo lo antes posible para poder seguir jugando con mi juguetito.  Tras de mi entraron Mikhail y Abasil y, en un absoluto y sepulcral silencio, salimos en dirección al muro. Pronto empecé a echar en falta la compañía de Jane, la cual se había quedado con Hermenegildo para vigilar a Dicken. No existían nadie en la base que se hubiera ganado mi confianza más que esa perra.

-Por fin un viaje sin mordiscos ni babas... -dijo Heinrich cabreado porque a Jane siempre le encantaba jugar con el arco.

El viaje resultó ser agradable. Nadie hablaba, todos estaban inmersos en sus pensamientos y la verdad es que lo agradecía bastante. Mikhail repasaba sus armas en busca de cualquier mota de polvo que le hubiese caído en el breve segundo que había dejado de mirarlas. Abasil estaba con los brazos cruzados, la cabeza agachada y los ojos cerrados. Si no fuera por que en los informes afirmaba que era serio, cualquiera pensaría que estaba dormido.  Zuo Zhang también estaba distraído con el paisaje, solo abrió la boca para bostezar. Mi acciones no fueron contrarias, permanecí en silencio todo el trayecto. Mantuve pequeñas conversaciones con Heinrich y pensé en nuevas formas de tortura que practicar con el cuerpo de Dicken.

Finalmente, llegamos a nuestro destino. Las cosas estaban bastante tranquilas. Yo esperaba a marines corriendo de un lado para otro. En cambio, solo dos marines salieron a nuestro encuentro. No me gustaban mucho las formalidades ni las reglas estrictas, así que no presté mucha atención en como iban vestidos estos marines. El único que puso una mueca extraña por esto fue Abasil, pero no hizo nada al respecto.

Los cuatro avanzamos sin cuestionarles. La calma perturbadora me estaba poniendo nervioso. No era mi primera vez en una base de la marina y esto me parecía bastante extraño, así que me esforcé en intentar escuchar algo a mi alrededor. Mis oídos estaban bastante desarrollados y era casi imposible que  no escuchara a nadie en una base ni respirar ni hablar ni caminar. ¿Solo dos marines?

Fue  en ese momento cuando Abasil rompió el silencio y realizó su pregunta, aunque la respuesta no pareció convencerlo.

-¿No capturasteis a ninguno? -pregunté por si tenía suerte de que hubiese a alguien a quien poder torturar.

Mikhail sacó sus dos pistolas con la intención de mirarlas, ya llevaba cinco minutos sin mirarlas.

En nerviosismo se acrecentó en el menos corpulento de los dos. Como si estuviera costándole horrores el contestar a vuestras preguntas. De hecho, cuando intenta contestarte tartamudea y el más alto tiene que ponerle la mano en el hombro para que se relaje. Le dedica una sonrisa y hace por miraros, intentando mantener la misma apariencia que con el… ¿chico? La verdad es que el bajito tiene una cara un tanto andrógina.

—No tuvimos oportunidad. Como sabrán estos muros son para mantener al margen los conflictos, ¿no es así? —su mueca se tuerce un poco—. No es como en la ciudad marine con su cuartel, sus cárceles…

Bueno, si esa respuesta os vale no dirán mucho más, si seguí preguntando lo mismo conseguís algo más de su parte. Estáis a nada de doblar la esquina, por cierto. Si os habéis percatado de que las cosas no andan tan en regla como dicen o si habéis podido fijaros en los alrededores, habréis notado que no solo están nerviosos por vosotros sino porque estéis demasiado atentos en los alrededores. Las paredes según os habéis adentrado se muestran algo sucias y deterioradas, dañadas como si la escaramuza de la que os hablaron no hubiera sido tan pequeña. Al fondo del pasillo, aún en penumbra por una luz que tintinea, parece que el suelo y las paredes están algo manchadas. Quizás no sea nada, pero que el más alto le susurre algo a su compañero antes de doblar la esquina y se queden algo por detrás a vosotros es llamativo. Eso y que lleve su mano a la empuñadura de su arma.

¿Qué demonios está pasando?

Mi experiencia en interrogatorios me hace darme cuenta al instante de cual es el más débil de los dos, patológicamente. Aunque el tamaño podía servirme de pista, no siempre el tamaño es lo que cuenta, pero esta vez si era así. Atiendo a la respuesta del más grande y sus palabras me cabrean. Me mosquean tanto que, de no ser por estar en presencia de Abasil y el resto, ese par de cobardes ya estarían criando malvas.

No me fío en absoluto de estos dos marines. El grande le susurra algo al chico y logro escuchar algo que me pone bastante nervioso. No puedo sacar en claro que es, pero como torturador que soy odio que alguien guarde secretos en mi presencia. Estamos apunto de doblar la esquina. Ambos empiezan a andar más lento y yo me percato de ello. ¿Qué intentan? ¿Qué ocultan? No confío en que el enmascarado de Mikhail y el waniense de Zuo se hayan percatado de que algo raro está ocurriendo, pero estoy segurísimo de que Abasil sí. Ya casi hemos llegado a la esquina. Por delante Abasil con las manos metidas en los bolsillos y Zuo con su lanza apoyada en el hombro. Por detrás, cerca de los marines, Mikhail y yo.

El pistolero enmascarado se dispone a guardar sus armas al verlas suficientemente limpias. Sutilmente, le pego un codazo y niego con la cabeza. No sé que ha entendido, pero no las guarda. Eso me deja satisfecho.

Dobláis la esquina y os percatáis de que las luces frente a vosotros están apagadas a mitad del pasillo, el cual se encuentra manchado, salpicado aquí y allá con una sustancia de color oscuro rojo oscuro. Si es pintura, es de un color muy feo y esa forma de decorar de poco gusto. Casi parece que hubiera habido un tiroteo, pero todo está tranquilo. Las paredes del pasillo tienen varias puertas, todas ellas abren para dentro así que no podéis saber —a no ser que alguno sea capaz de ver en la penumbra— si las puertas de más al fondo están abiertas o cerradas.

Por cierto, hay un leve olor a… ¿metal? Los hombres a vuestra espalda están cada vez más tensos. El más bajito se ha metido las manos en los bolsillos, como si buscase algo a lo que se aferra bajo la tela. Tienes dos opciones, aunque todo depende de si tus compañeros te siguen. Por el momento el de rasgos asiáticos parece apretar el paso, lanza en mano. No parece la mejor arma para usar en un espacio cerrado. Decide aminorarlo al pensar en ello y chaquea la lengua, girándose hacia vosotros y vuestros acompañantes.

—¿Entonces que va a ser? —Pregunta desganado. Tiene el ceño fruncido, así que puedes imaginar que haya llegado a discernir en que situación estáis.

Puedes encarar a los marines o ir al frente, tratar de calmar al agente y razonar con él si quieres… Tú decides.

Doblamos la esquina y  ambiente se tensa dramáticamente. Mientras el Zuo Zhang se muestra algo confuso en cual será su próximo movimiento, el resto de nosotros  parecemos estar más seguros. Abasil, el crío de dieciocho años, se aproxima a la pared para, con la protección de su guante negro, coger un poco de aquella sustancia rojiza.

-Parece sangre - frota su pulgar por el indice y el corazón-. Y parece fresca.

Harto de tanto misterio y siendo consciente de que podríamos tener más información, aunque al parecer aquel par de marines no quieren abrir la boca. decido obligarles a suelten toda lo que saben. Cuando miro hacia ellos, veo que sus manos están en las espadas y eso me enfurece muchísimo más. Sabían que algo malo podía ocurrir al girar la esquina y no nos dijeron nada. Así que mi idea de dialogar primero se esfumó y pasé a la acción directamente.

Me giré y observé a los dos marines. Estos me observaron a los ojos ¿Quién no lo haría? Un hombre paliducho, con ojos tan negros que parecen ser cuencas vacías y con claros signos de desnutrición les está observando con tanta rabia que hasta la persona más valiente titubearía al ver aquel "cadáver". Pasados un par de segundos, en los cuales  silenciosamente extendí mi salsa barbacoa por el suelo hasta que llegó a los pies de  los marines por si intentaban movimientos extraños estos se vieran ralentizados o se resbalaran,  desplegué ambos brazos y de ellos surgió una sustancia amarilla. Amos chorros iban directos al grandullón, una hacia la cabeza y la otra, humeante, iba directa hacia la mano que sostenía el mango de la espada.

Mikhail reaccionó rápidamente y con sus dos revólveres apuntó al más pequeño de los dos ya que vio que del grandullón ya me estaba encargando yo.

Vaya… El destino me ha puesto a mí en tu camino joven rolero. Permíteme presentarme casualmente para ti como el moderador de la guerra. También puedes llamarme el moderador de los asuntos patatosos, pero igualmente te digo que no me sobornaras con nada… al menos que sea café. ¡Mmmm! Café… Bueno venga, vamos al curro.  

Tu salsa surte efecto querido Kroren, pero déjame decirte que solo ha salido bien hasta la mitad. Sin duda alguna  gracias a tus magníficos poderes de la salsa, el grandote logra ser puesto bajo tu custodia y la salsa humeante que sale de ti le da de lleno en la cara. Eso definitivamente le dejara cicatriz. Por otro lado, su compañero se mostró mucho más hábil y rápido. Reaccionando a todas tus acciones (básicamente, da un salto hacia atrás antes de que tu salsa le alcanzara) e incluso esquivando los disparos de Mikhail. Observas que se lanza contra ti con un corte dirigido al cuello para decapitarte. ¿Tu amigo de le lanza? Pues te diré que se ha lazando al ataque también para poder cubrirte. Pero el espadachín pasa de él, esquivándolo y siguiendo de largo contra ti.

Por cierto, la hoja de la espada tiene un extraño color negro. Buena suerte. Bienvenido, a mi dungeon, chiquillo.

Mi ataque había impactado en el grandullón con éxito. La mano que sostenía la empuñadura de la espada se vio obligada a soltar el alma a causa de lo caliente que estaba la mostaza, quemaba tanto que causó hasta graves quemaduras en los dedos y en los nudillos. El otro chorro no quemaba, mas no quitaba que fuese agradable ya que lo que estaba causando era asfixiar al soldado.

Pensaba que de los dos el grandullón era el más peligroso, pero al parecer tanto nerviosismo era una tapadera y era el más ágil de los dos. Aunque la intención era torturar al grandullón y presionar al flacucho para que hablara, este pasó al ataque rápidamente. Todo sucedió en décimas de segundo y se vio iniciado por los dos primeros tiros de Mikhail, causados por el hecho de que el flacucho había desenvainado.

Este no se quedó quieto a esperar que estos le impactaran, así que saltó hacia detrás para acto seguido saltar hacia mi cuello. Zuo también interviene pero en medio del aire el soldado flacucho es capaz de esquivarle y seguir hacia mi. No comprendía mucho como lo había hecho pero no era momento de pensar así que instintivamente desplegué mis alas metálicas y una de ellas  se interpuso entre mi enemigo y yo, mientras la otra quedaba en mi espalda a la espera de ser utilizada. No quería liberar al grandullón porque cuanto más tiempo pasaba menos aire le quedaba, así convertir aquel combate en un contrarreloj.

Abasil no se quedó quieto. No apreciaba mucho al resto de los agentes, pero su intención era tener una reputación impecable y la baja de un efectivo durante una misión en la que estuviera él era una mancha que no podía tolerar. Así que, un poco después de Zuo, saltó al ataque utilizando el Soru para incorporarse y el Shigan para intentar perforar el cuerpo del soldado cuando este y su espada se estampasen contra mi ala.

El soldado no podía retroceder porque detrás estaba Zuo, al cual había esquivado en pleno salto; si intentaba aplicar más fuerza en el aire, sería capaz de hacer una pequeña grieta en la ala, pero recibiría el ataque de Abasil y, si bajara, el aplicar fuerza desde el suelo le sería imposible, resbalaría a causa de la salsa barbacoa y caería al suelo. Poca escapatoria tenía llegados a ese punto ya que, además de todo lo anterior, Mikhail vio los movimientos del soldado y estaba atento de disparar si este hacía algo extraño como aparecer por detrás de mi. Sabía desde que esquivó sus dos tiros que no podía subestimar a aquel flacucho y estaba dispuesto a disparar si se me acercaba más de la cuenta.

Impresionante chiquillo, aplaudo con todo mi corazón el hecho la manera de que estas llevando este pequeña apertura ¿Qué? ¿Acaso pensaste que te lo cargaste y se había acabado? Pues déjame decirte que no.

Como se lo dije a un pirata bastante necio hace mucho tiempo: deberás sacar lo mejor de la peor situación mientras el moderador de la guerra este escribiendo tu camino. Pero tengo la corazonada de que lo harás muy bien.

Lastimosamente todos tus intentos son fallidos, pero también he de decir que nadie ha salido lastimado. Aquel marine disfrazado usa lo que pareces reconocer una especie se Soru combinado con Geppo. Logra esquivar todo dándose a la fuga. Al llegar al final del pasillo que claramente tiene un cruce en forma de T, lanza una bomba de humo contra el suelo. Nadie de tu grupo logra alcanzar a mirar el camino que ha tomado, por lo que les tocara jugar al gato y al ratón.

Por otro lado, aun te queda el otro marine que esta sufriendo por tus salsas Kroren. Está intentando recuperarse de la situación, pero supongo que no les dejaras. Por cierto, a mitad del pasillo tienes una puerta cubierta de sangre ¿Qué harás?

Al levantar el ala me preparé para que el impacto no me desestabilizara, mas el golpe jamás llegó a suceder. Al igual que Zuo, Abasil Alabaster también falló su ataque, quedando en la posición en la que estaba el soldado  y con los zapatos pisando la salsa barbacoa. Fue Mikhail, el cual estaba preparado para un posible movimiento en el aire por parte del enemigo, el único que reaccionó y el que dejó una estela de agujeros de balas por donde el veloz soldado pasó. Este desaparece de nuestra vista gracias a una bomba de humo y es cuando se disipa, que nos damos cuenta de que no sabemos por que lado ha huido si por la izquierda o por la derecha.

Nos recomponemos de la conmoción rápidamente. Por mi parte, no me olvido de soldado que había capturado y mi mente recordó como claramente era el que llevaba la voz cantante en un principio, así que no dudo en que debíamos interrogarlo. Por otro lado, Mikhail comenzó a mirar sus armas en busca de alguna imperfección causada durante el tiroteo y es por ello que no participa en la conversación que Abasil está por empezar.

- Bueno chicos, tenemos que asumir que estamos en territorio enemigo -dijo mientras se salía del charco de salsa y se disponía a limpiarse los zapatos con un pañuelo de su bolsillo.

-"Nos acaba de llamar chicos el puto negro este..." -pensé.

-Ahora mismo no hay tiempo para ponerse dramático. Ya aclararás ese tema más tarde, ahora estoy deseando escuchar los gritos de este grandullón -contestó con un tono alegre y macabro Heinrich.

Hubo un par de segundos de silencio en los cuales Abasil esperaba a que participáramos en la conversación pero, en vista de que eso no iba a suceder, decidió continuar él.

-Kroren, tengo entendido que ya has logrado méritos a la hora de obtener información... -dijo mientras tiraba el pañuelo al suelo y se colocaba bien el uniforme-. Nos vendría de perlas que no mataras a ese soldado y que lograses sonsacarle algo de valor.

No quería obedecer a un niño de dieciocho años, prepotente y negro, pero no me disgustó en absoluto su orden y me dispuse a acatarla. Antes de guardar mis alas metálicas disparé un par de plumas a ambas piernas para impedir que, una vez liberado de mi ataque, pudiese moverse con facilidad.  Detuve el chorro y guardé las alas.

Mikhail no esperó a recibir ordenes y avanzó por el pasillo mientras Abasil continuaba con su charla.

-Zuo, ayuda a Kroren con el preso -continuó-. Mikhail tu y yo inspeccionaremos la...

Antes de que pudiera terminar la frase Mikhail abrió la puerta cubierta de sangre.

Territorio enemigo… ¿crees que es correcto asumir que están en territorio enemigo, querido Kroren? Te quedas pensando un poco en las posibilidades. Tú lo sabes muy bien, la muralla en teoría la podrías considerar un territorio neutral, o más o menos un dominio en contaste batalla para reclamarlo, según tu capacidad de entendimiento o la de otras personas, podrías considerarlo de esa manera, o puede que no. Cuéntame ¿Para ti que es esta muralla, querido agente?

Por mi parte, es un territorio neutral. ¿Por qué te digo eso? Porque claramente nadie podría considerar un dominio de ninguna facción. Un día puede que esté bajo el dominio de la marina y, puede que otro este dominado por la gente que se encuentra del otro lado de la muralla. Y tú mejor que nadie sabes que los que mandan en esos dominios no son para nada fáciles.

Por otro lado y volviendo un poco a la realidad. Tus alas impactan en las piernas del grandote quien gruñe de dolor y cae de rodillas al suelo. Lo vez observarte con un odio profundo, y te dice – Primero muerto antes que saques una palabra de mí. – Observas como saca rápidamente de su bolsillo una pequeña daga y trata de clavarla en su cuello. Dependerá de ti si lo detienes o no.

Por otro lado, tu amigo en el curro se queda mudo al abrir y ver lo que se encuentra del otro lado de la puerta. No parece haber peligro, solo una imagen desagradable. Pero aun, no es momento que te enteres de lo que han visto. Que se te informara una vez resuelvas el asunto del señor grandullón.

Era el único que estaba mirando hacia el grandullón. Mikhail estaba ya en la puerta en este momento, Zuo estaba pendiente a las ordenes de Abasil y este estaba más pendiente del próximo movimiento que de las palabras de un preso. Yo era el único que estaba pendiente y fui el único que pudo actuar en consecuencia. El soldado sacó un arma y estaba apunto de atravesarse la garganta. Quería impedírselo, y podía hacerlo de múltiples maneras: usando el soru y cortando su mano con las cuchillas que decoran mi arco o interponiendo mi ala entre él y la daga. Pero aunque mi amor por la tortura fuese enorme, mis ganas por ver aquel acto eran aun mayor.

-Impídeselo estúpido -dijo Heinrich al ver que no movía ni un solo músculo.

Miré fijamente al soldado ya que no quería perderme ni un segundo de aquel acto y mucho menos que alguien se lo impidiera. Mientras, Zuo y Abasil por fin se percataban de la escena y Mikhail estaba pendiente de las imágenes horribles que habían tras la puerta.

Tras el suicidio del soldado:

Y sin dudarlo ni un segundo, puedes ver como el hombre se quita la vida. Fue rápido, precioso y después de unos escasos segundos… muere. Que no lo detuvieses es algo que ninguno de tus compañeros esperaban Kroren. Puedes sentir la mirada de Zou sobre ti, Que sin dudarlo un momento se acerca a ver el cadáver. - ¿Por qué no le detuviste? – Te pregunta. Puedes sentir claramente como su mirada contrae desconfianza y, te diré que no podrías juzgarlo de mala manera. Lo más lógico es que le detuviera para realizar tu magnifica y sanguinaria rutina de interrogatorio pero, no has hecho absolutamente nada. ¿Le dirijiras algunas palabras? Es más, cuéntame a mí un poco… por qué le has dejado morir. Permíteme como tu narrador saber en qué piensas la parca del Cipher Pool.

Por otro lado, cuando tu compañero abre la puerta, se encuentra con un sinfín de cadáveres de la Marina. Todos con cortes enormes en sus torsos, cuellos e incluso algunos decapitados. Aunque aquella imagen claramente sería algo que tus disfrutarías, Mikhail está un poco fuera de onda. Se adentra en la habitación con la vaga esperanza de encontrar un sobreviviente. Pero seré bueno contigo, te diré que ha encontrado algo.

- ¡Aquí queda alguien con vida! – Lo escuchas grita. ¿Qué vas a hacer, querido Kroren? La oscuridad del muro apenas está comenzando y quiero que sientas que trato de consumirte en ella. Pero sé que lo harás bien, mi querido invitado.

Tras hablarle a lo que ya era un fiambre, recibo la recriminación de mi compañero de Wano y de normal ignoraría sus palabras, pero que alguien de su etnia cuestionara mis acciones me ponía de mal humor. Era consciente que aquel sujeto era más útil vivo que muerto, pero también sabía que si no podía cortarse el cuello se hubiese mordido la lengua. Alguien que no tiene nada que perder no tiene nada que decir. Además, allí no contaba con todos los preciosos aparatos que usaba en mis trabajos y en un lugar tan descontrolado, quitarnos un enemigo era más factible que intentar obtener más información.

Aún así, en mi aplastante opinión, todo aquello era demasiado complicado como para que alguien como Zuo pudiera llegar a comprenderlo. Es más, preferí solventarlo de manera tajante y olvidar el tema.

-De los presentes no soy el más rápido, de los presentes no soy el más fuerte y de los presentes no era el único que estaba mirando al soldado -le devolví la mirada de desconfianza.

-Despelléjalo vivo -susurró Heinrich.

Ignorando a mi fiel maestro, me acerqué más al cuerpo y saqué el pequeño cuchillo que guardaba en el cinturón. -Además, las palabras no son la única forma de obtener información. El cuerpo puede revelarnos información bastante importante que él jamás habría estado dispuesto a confesar-. Clavo mi cuchillo en el estómago del cadáver y comienzo a practicar una autopsia. La idea no era saber como había muerto, pues las causas eran bastante evidentes, sino descubrir de que se trataba y ver que podía revelarme sus entrañas. Aquella imagen podía dar nauseas a cualquiera y no era de extrañar que Zuo y Abasil dejasen de mirar, dejándome tranquilo e interesándose por lo que Mikhail había descubierto.

¿Una autopsia? Una jugada interesante mi curioso amigo. Pero te diré lo que cualquiera te pudo haber dicho, no encuentras nada. Uno que otro tatuaje. Pero… espera un momento ¿Es esa una Holly Roger la que tiene tatuada? Al parecer si, o al menos es lo que te puede decir tu sentido común. Para tu mala suerte la Holly Roger no te suena de nada y, me temo que es lo único que puedo decirte. No eres medico después de todo y solo tu manía por indagar en los cuerpos humano te ha llevado a realizar esta acción.

Por otro lado, tu compañero sale de la habitación con cara de pocos amigos. - Ha muerto – Te dice. – Pero antes de morir me ha dicho que eran aproximadamente cinco sujetos quienes los han atacado. La muralla está totalmente indefensa a un ataque inminente. ¿Qué deberíamos hacer?

- ¿Llamar refuerzos? - Es lo que sugiere Zou. – Pronto será una situación fuera de control y, no podemos dar el lujo de perder este punto de control.

¿Qué harás, pequeño? Lo más lógico es que te prepares para dar caza a las personas que, por lógica, aún se encuentran dentro de la base muralla. Por otro lado, tu instinto puede sugerirte cualquier otra cosa. Todo depende de ti pero, a partir de aquí, la batalla será constante.

La autopsia me indicó que aquel hombre se había dado un buen festín en las ultimas horas. Esa cantidad de comida no era común en las raciones de los marines, aunque claro la holly roger que tenía tatuada ya me daba esa información. Aunque no me molestó mucho y seguí indagando con una pequeña sonrisa macabra dibujada en mi rostro. Solo me detuve cuando Mikhail salió de la habitación y dio la noticia de que eran cinco enemigos e iban a atacar la base de un momento a otro.  

"Cuatro" -recalcó Heinrich. "¿Refuerzos? Maldito crio asustadizo..."

-Solo son cuatro piratas, nosotros podemos encárganos fácilmente de todos ellos -afirmé mientras me retiraba del cadáver con las manos repletas de sangre, igual que gran parte del uniforme-. No creo que sea necesario que nadie más se lleve los créditos de esto -dije mirando a Abasil, del cual sabía que su afán de demostrar que era un niño prodigio y no un simple vástago de un agente especial.

-Vayamos en busca del que se ha escapado -dijo Abasil-. No dejaremos que esa base sea tomada.

Mikhail, tras informar al resto de que no tenía inconveniente, se puso a repasar sus armas para tenerlas listas para el inminente conflicto.

No sabía que diría Zuo al respecto, pero yo ya estaba dirigiéndome al cruce donde desapareció el otro soldado para empezar a rastrearle lo antes posible.

Así que has escogido el camino de la lucha... bien. Es momento de comenzar la cacería de tus presas. He de decir que llegas a convencer a todos los presentes. Pero también te resuene un poco algo en la cabeza: ¿A que se refería Zou con perder el punto de control? Ah... si. ya lo recuerdas- La gente que se encuentra al otro lado de la muralla.

Piratas, criminales, asesinos y un montón de gente con la cuales me imagino que en algún momento, tal vez, llegarías a llevarte bien con ellos. Lastimosamente los oficios de cada quien les obliga a ser enemigos. ¿Podrías imaginarlo? Tomando el te por una tarde cálida en la oficina mientras torturan al idiota de turno que no ha hecho bien su trabajo o resultaba ser un traidor, una delicia para ti.

Como tu guía, te pido que me comentes ¿Por que has escogido el CP? Seria importante no olvidar el motivo por el cual has escogido trabajar para el gobierno, ayuda a tus convicciones y a que tu moral no se vea... quebrada.

Por otro lado, tampoco quiero que me consideres un narrador cruel, se te ha pasado un pequeño detalle que te diré: ¿Derecha o izquierda? ¿Se dividirán o van todos juntos? Me he tomado la molestia de hacerlo justo para ti, forma parte de mi Dungeon. Consideralo un regalo.

Tranquilo, sonríe y disfruta. Las cosas no han salido tan mal para ti, al menos no por ahora, tus acciones solo han demostrado que eres un gran investigador y que te tomas muy en serio tu trabajo y, los dos lanzamientos de moneda que acabo de hacer, me dicen que tendrán que ir juntos y por la derecha.

Avanzan por el pasillo y logran encontrarse con una escalera que guía hacia el siguiente nivel. Pero algo no cuadra, o al menos eso puede notar Abasil.

-Alto. - Os dice - Esta muy silencioso... mas de lo normal.

Pero pronto el silencio se rompe, Observas a tus tres compañero hacer un espalda con espalda para cubrir todos los flancos. ¿Que fue lo que ha roto el silencio? Te diré que ha sido una risa, y una no muy agradable.

- ¡Paaaaapapapapapapa!

Mi capacidad de rastreo no era infalible, pero era lo mejor que teníamos en este momento. Tanto Abasil como Mikhail eran buenos ingenieros y científicos, pero pocas veces se enfrentado a una cacería y eso era mi especialidad. Lo único que me gustaba de que alguien se escapara era tener que cazarlo como si de una alimaña se tratase. Seguí el rastro y esto me llevó hacia la derecha, quizás erraba, ya que no contaba con Jane, pero estaba seguro de que era por la derecha y no podía pensar que estaba equivocado.

- Vamos por aquí... -dije para que todos me siguieran. Mikhail, que conocía mis capacidades a la hora de seguir rastros me siguió sin dudarlo, al igual que Abasil. El caso de Zuo era distinto ya que no le gustó mucho que todos me siguieran sin rechistar.

Estos momentos eran los que más me gustaba del CP, cazar a un criminal. Dar rienda suelta a mi sed de sangre y capturar a quien sea con los medios que sean necesarios. Ser pirata me permitía cazar a quien quisiera, pero estaría fuera de la ley y el que estaría siendo cazado sería yo y eso no me gusta. Además, Heinrich, el arco y ex agente del gobierno mundial, no estaría muy contento de que otro de sus pequeños agentes se fuera al bando contrario. Me gusta cazar, completar misiones y complacer a mi arco y todo eso solo puedo hacerlo como agente especial. Además, estar amparado por el poder del gobierno es lo que aporta mayor tranquilidad.

- ¿Pero qué coño estás meditando ahora, pedazo de subnormal?- me dijo Heinrich al ver que estaba totalmente distraído-. ¿No ves que estás en mitad de una persecución? No te distraigas o podrías caer en una emboscada...

En ese momento se escuchó aquella risa tan peculiar. Mikhail sacó sus pistolas, Zuo agarró su lanza y Abasil puso una postura bastante extraña para iniciar una posible pelea. Los tres se juntaron para cubrirse el uno al otro y yo fui el único que me quedé separado ya que era el que estaba guiando al grupo y no vi que ellos habían adoptado esa formación.

Mi mirada se había clavado en la escalera y, mostrando mi impaciencia por iniciar una pelea, mis brazos comenzaron a segregar un liquido rojo bastante viscoso y brillante, similar a la sangre pero con un aroma más dulce. Levanté el arco, cogí una flecha y tensé la cuerda con ella apuntando hacia el final de la escalera.

-¡¡Muéstrate!!

-¿Mostrarme? Pero si ya estoy aquí. – Para ti la voz resuena como si estuvieran justo al lado de ustedes. Volteas rápidamente para darte cuenta que no, no existe nadie. Pero de pronto observas como Zou cae al suelo. No parece haber sufrido daños, pero si os dice. – Algo golpeo mi espalda. – Todos voltean rápidamente en toda dirección pero tú, Kroren, es quien alcanza a ver algo. Una sobra no más alta de quince centímetro pasa velozmente corriendo por las paredes de la habitación. Se mueve tan rápido que incluso te cuesta creerlo y tus ojos no alcanzan a distinguir su figura, para ti es solo eso, una diminuta sombra que se mueve muy rápido. Si siguiente ataque va dirigido hacia ti. Desde la pared de tu lado derecho se lanza hacia ti en dirección a tu estómago. ¿Qué harás?

Zuo cayó al suelo tras recibir un golpe. Ni Abasil ni Mikhail parecían haber visto que había sucedido aunque eran los que más cerca se encontraban. En cambio, yo si soy capaz de ver una diminuta sombra desplazándose a gran velocidad por las paredes del pasillo. No era la primera vez que una alimaña escurridiza intentaba huir de mi flecha y presas más pequeñas y veloces habían caído ante mi puntería.

-¡Atraviesa a esa maldita rata!-gritó Heinrich enfurecido.

Me puse en posición y la flecha salió disparada. La dirección era correcta, mi instinto había acertado, por "h" o por "b", la flecha iba en dirección hacia mi enemigo.

La flecha no detiene el ataque :

La flecha detiene el ataque:

Déjame felicitarte, acabas de reaccionar bastante bien ante una situación desconocida. Tus reflejos y tu reacción al utilizar tu arma han sido magníficos. Pero, no todo pueden ser halagos o en tu caso, buenas noticias.

Resurta ser que el golpe logra darte, pero te das cuenta que sangra, solo un poco. No es un sangrado que acostumbras a ver una vez eres golpeado. Por otro lado, cuando chocas contra la pared, te das cuenta que le impacto no ha sido la gran cosa ¿No te parece bastante curioso? El hecho es que el sangrado está allí es porque tu cuerpo es relativamente más débil que el del promedio, pero al parecer tu instinto te dice que tu oponente no pega relativamente duro.

- Deberían rendirse ante mí, Yakinaru. El tontatta más veloz de la historia.

¿Tontaque? Todos voltean en búsqueda del enemigo y resulta que nadie ve nada, hasta que a ti se te ocurre mirar hacia el suelo. Puedes verlo, un diminuto humano vestido de un ninja color negro. Solo puedes distinguir el color de sus ojos, porque el resto está cubierto por un pequeño traje de Shinobi.

- ¡Nadie podrá detenerme! – Grita. Junta sus manos y hace extraños movimientos de mano. De repente su cuerpo hace una explosión de humo y puedes ver cuatro tontattas. Lanzándose al ataque. Uno para cada uno. En tu caso, kroren, tu oponente sale disparado contra tu cabeza.

¿Qué vas a hacer?