¿No hace un poco de frío? [Moderado nivel 2][Kroren]

Hogar, dulce hogar. Eso se suele decir al ver el sitio que te vio nacer, aunque en el caso de Kroren sólo estuviera allí durante 3 años. Aún así, tenía varios recuerdos guardados en la cabeza como a la vieja Emilia y las bajas temperaturas. Esto hizo que el joven se preparara a conciencia para su primera misión. Fue equipado con un chaleco de cuero negro sobre un jubón de terciopelo de color rosa, unido con un remachado de setén rojo oscuro; unos pantalones de lana bastante gruesos con los que podía soportar medianamente bien las bajas temperaturas de la isla; calzaba unas botas de cuero que estaban bien sujetas al pie para poder andar cómodamente por la nieve; en las manos llevaba sus guantes favoritos de piel de topo y, para rematar, un abrigo de piel de lobo con un gorro donde, en ocasiones, ocultaba la cabeza. Toda la ropa estaba hecha a partir de las pieles que cazó durante sus años de entrenamiento con Heinrich. En la cintura llevaba un carcaj con las catorce flechas que tenía y en su mano derecha empuñaba su arco y en la izquierda llevaba la carpeta.

-Ve hacia el humo y recuerda, no llames la atención -susurró el arco, aunque realmente sólo él podía oírlo.

-Vale -respondió el joven en voz alta al arco, aunque pudo interpretarse como respuesta hacia el barquero.

Kroren bajó del barco por la rampa que conectaba este con el pequeño muelle. Mientras bajaba, el muchacho sacaba la foto del traficante de armas para después guardarla en uno de sus bolsillos y así no perderla por culpa de alguna ventisca traicionera. Una vez abajo, silbó fuerte y del barco bajó Jane, su Rottweiler de cuatro años de edad. Jane iba vestida con una capa hecha de cuero ya que los Rottweiler eran perros de climas templados, así que el dueño decidió darle algo más para cuidarla del frío. Normalmente Kroren no solía hacer nada bueno por nadie, pero Jane era la excepción que ponía a prueba la regla.

-Vayamos hacia el humo -le dijo a su mascota.

Esta, sin dejar de mover la cola, respondió con un fuerte ladrido como de aprobación y comenzó a caminar yendo siempre a un par de metros por delante de Kroren.

Kroren se había mentalizado de la misma forma que lo hace cuando quiere cazar a un animal escurridizo, es decir, de la carpeta, el único dato que veía útil era la foto de la musaraña que debía atrapar. No necesitaba saber si era alguien agresivo o inofensivo ya que, nada mas verle, nada le pediría clavarle una de sus flechas.

Poco a poco el joven empezó a notar como iba haciendo más frío, pero como sus conocimientos sobre navegación y el clima eran nulos, no podía predecir la que se avecinaba. Aunque sí podía ver como Jane empezaba a incomodarse y a ladrar como si quisiera que apretara el paso.

-¿Qué ocurre? -gritó sin recibir respuesta por parte del animal.

-Kroren, el instinto de los perros pueden predecir graves cambios atmosféricos. Creo que puede avecinarse una gran ventisca. -comentó el arco. - Deberías apretar el paso y llegar a un sitio seguro lo antes posible.

Kroren obedeció a su arco y, tras ponerse el gorro del abrigo, apretó el paso junto a Jane. Cada vez se hacía más complicado andar por culpa de la enorme capa de nieve blanda que había y sólo podía guiarse por los ladridos de Jane ya que la ventisca cada vez era más intensa e impedía que Kroren hiciera uso de su extremadamente buena vista.

Por suerte, al cabo de unos minutos, Kroren llegó a la cabaña donde ya Jane había abierto la puerta de alguna forma. Kroren se agachó y cerró la puerta tras de él para que no entrara más frío. Jane fue a recibir a su dueño y él la correspondió con caricias para trasmitirse calor mutuamente.

-Buena chica, así se hace.

Jane no paraba de mover la cola mientras que Kroren empezó a observar como de desordenada estaba aquel lugar.

-¿Qué ha pasado aquí?

-Dudo que hayan sido piratas o Marines -dijo de nuevo el arco. Sabes que esta isla ya no pertenece al Gobierno Mundial así que la Marina no suele mandar marines por aquí.

-¿Y los piratas? -preguntó mientras se levantaba una vez había recuperado un poco de calor.

-Descarto a los piratas porque no hay mucho que robar en un país como este -contestó. Además estarían los cadáveres por aquí y yo no veo nada.

-Jane ayúdame a buscar algo que sea de valor.

Kroren hizo lo mismo que le encomendó a su perra. Ambos eran muy buenos siguiendo rastros y dicen que dos mentes son mejor que una, así que aquello debía ser pan comido. Kroren notó rápido que su vista iba a tener problemas para encontrar algo útil, ya que había muy poca luz para poder buscar algo útil de manera adecuada. Sólo podía apreciar como estaba la casa de destrozada y poco más, así que pensó en encender la chimenea.

-No enciendas nada mentecato. Si el que ha hecho esto viera la luz, estaríamos descubiertos y esta gente no se lleva bien con los agentes del CP.

Aquellas palabras dejaron en jaque a Kroren confiando solo en su oído y en Jane, ya que ella contaba con un olfato desarrollado, o por lo menos a años luz del de Kroren. Lo que si hizo el joven fue esconder la carpeta bajo sus pantalones, ya que era lo único que lo delataba como agente del CP.

Que Jane encontrara aquella prenda fue excelente, ya que Kroren no podía hacer nada útil en aquel momento. La perra salió disparada al encontrar un rastro y, con miedo de perderla de vista, cogió la foto para guardarla en su bolsillo y salió corriendo tras de ella. No le gustaba coleccionar fotos, pero pensó que sería necesario tener todas las pistas posibles para saber donde se encontraba el traficante.

Kroren siguió a su mascota sin dudar de ella ni un solo instante. Jane estaba preparada para rastrear, así que aquel viento supuso pocos problemas para ella. Lo que si dio problemas fue la cantidad de kilómetros que recorrió Kroren, ya que no era muy buen corredor; el color del cielo, que cada vez se tornaba más y más oscuro y las dificultades que proporcionaba el terreno: un río resbaladizo, un bosque lleno de ramas con las que tropezar, etc.

Al llegar al final del bosque, Kroren clavó su mirada en la cueva. Rápidamente pensó en entrar sin dudarlo un solo segundo, pero su arco le detuvo de repente.

-¿Estás seguro de entrar ahí? -preguntó-. Es un lugar muy oscuro y no tienes ni antorcha ni nada con lo que guiarte.

-Tranquilo Heinrich... -respondió el joven señalando su oído-. Está todo controlado.

Con un simple gesto de mano, Jane supo que su dueño quería que no se alejara de él y le obedeció sin dudarlo. Una vez juntos, Kroren comenzó a andar y a prepararse para cualquier inconveniente. Colocó su arco e horizontal y sacó una flecha del carcaj para así simplificar las acciones en el caso de que tuviera que defenderse de una posible emboscada.

Kroren en el fondo no era tan estúpido. Contaba con su envidiable oído para detectar a sus enemigos y con el olfato de Jane para guiarse por la cueva, así que aquello no era tan mala idea como pensaba Heinrich.

Continúas por la cueva poco a poco, y no tardas mucho en darte cuenta de que es bastante más grande de lo que parece. Van pasando los minutos, y con la ayuda de tu perro y algún que otro tropiezo- porque el oído no es que sirva de mucho para detectar las estalagmitas y estalactitas que se han formado al cabo de los siglos, logras ver un pequeño destello de luz en un requiebro de los túneles.

Si te acercas, supongo que con cuidado, podrás comprobar que ese tenue brillo tiene, más o menos, forma rectangular... y si te acercas lo suficiente -o tienes dos dedos de frente- podrás comprobar que es una puerta. ¿Pero qué hace una puerta en el fondo de una maldita cueva? Qué sospechoso.

Gracias a tu oído puedes escuchar tras esta, aunque bastante ahogado, el continuo movimiento de pasos y el entrechocar de madera, metal y los inteligibles murmullos de conversaciones secretas -y probablemente conspiratorias.

¿Qué harás? ¿Llamarás a la puerta con educación y salero? ¿Entrarás derribándola lanzando a tu perro contra ella? ¿Pedirás refuerzos por si acaso?


Ten cuidado con tu proximo movimiento, porque es importante...

Kroren iba andando tranquilamente por la cueva. Las duras botas de piel servían para atenuar los golpes contra las numerosas estalagmitas, pero contra las estalactitas era distinto ya que, aunque eran menos numerosas, la cabeza sufría el impacto directo. Iba caminando tranquilamente ya que los nervios de Kroren no llegaban hasta la piel así que los daños superficiales no podía sentirlos, pero si causaban arañazos y moratones en su frente de los que él no era consciente.

Al cabo del tiempo y de los golpes, logró ver el pequeño destello de luz que le facilitó el resto del camino. Notó rápidamente que era una puerta y, con un leve gesto con la mano, ordenó a Jane que se agachara y dejó junto a ella su arco y su carcaj. No sabía que podía haber tras la puerta y su buen oído no era suficiente para escuchar los murmullos por culpa de los continuos pasos y el entrechocar de madera y metal. ¿Qué iba a hacer? Pues actuar. No era algo que le provocara una sonrisa, pero si le parecía entretenido.

Kroren se acercó a la puerta en silencio. Aún portaba la daga de desollar en el cinturón del pantalón, oculta bajo el abrigo de piel de lobo y el punzón bajo la manga del abrigo, sujeto con una tira elástica. Antes de hacer nada recordó que tenía velas y cerillas en el bolsillo y eso le hizo suspirar. Quizás eso le delatara, pero antes de que los de dentro actuaran comenzó a expulsar ketchup por el dedo y se impregnó la frente para simular sangre y darle un aspecto moribundo.

Tras ello, tocó a la puerta con educación y salero, con la intención de aparentar un desmayo si le abría alguien hostil.

- Ya era hora- se queja una voz de pito tras la puerta.

Cuando esta se abre puedes sentir, y ver tras unos breves instantes de deslumbramiento, como seis matones, a cada cual más feo, te apuntan con pistolas de dudosa manufactura. Cuando te desplomas, porque no hay nada ni nadie que frene tu desmayo hasta el suelo, se miran entre sí con incredulidad.

-¿Y este quién demonios es?- dice el más proximo a tí, buscando alguna respuesta en los rostros de sus compatriotas.

La sala a la que daba la puerta parece una pequeña, y bastante improvisada, posada. Nada más entrar puedes ver tres mesas medio cojas sobre las que se acumulan restos de comida, barajas sucias y desgastadas así como unos cuantos juegos de dados y cubiletes. Al lado de estas, tus "nuevos amigos" permanecen depie, esperando para actuar a la luz de las antorchas colocadas en recios soportes de hierro en las "esquinas" de la habitación.

Al fondo de la estancia puedes ver una improvisada barra construida con troncos apilados y atados entre sí, sobre la que yace una buena colección de aguardientes caseros y licores locales en tinajas y botijos etiquetados con múltiples "X".

A la izquierda de este altar al bebercio hay otro túnel, tapado con unas gruesas cortinas rojas a modo de telón, separándolo del resto. De este emerge con aire victorioso el principal traficante, el mismo de tus informes, extendiendo los brazos como dándote la bienvenida... hasta que se da cuenta que no eres tú

-Aaaggh... por dios- ruge, bajando los brazos con frustración y repiqueteando con el pie-. ¿Y este quien demonios es?

-Esperábamos que lo supieras tú, jefe- dice el que te ha abierto.

-Tsk- se queja, mirándote desde lo lejos-. Tiene pinta de ser un cazador... ¿pero cómo ha llegado hasta aquí dentro?- pregunta al aire mientras todos comienzan a sospechar más y más.

Por suerte, o por desgracia, tu perro avanza hasta a tí, respondiendo al férreo instinto de protección que te tiene. Los hombres se ponen nerviosos, como cualquier persona razonable ante un pitbull con cara de pocos amigos, y lo encañonan.

- Odio a los perros- dice el objetivo de tu misión con un marcado desprecio-. Mata...

Alguien llega corriendo, un cuarentón de gafas de culo de botella y pelo negro con un subfusil bajo el brazo. Si puedes, o cuando puedas, echarle un vistazo a la foto, lo reconocerás como el padre de la familia.

-¡¿Dónde están, Roger?! -dice apuntándole  mientras intenta controlar su forzada respiración; no parece tener una buena forma física.

-¡Ramiro, qué de tiempo!- dice con ironía, está molesto porque su epica entrada como villano de libro le haya salido mal-. Tranquilo, estarán bien...

En ese justo momento, el gafotas se dá cuenta de tu presencia y, más importante, la de tu perro, retrocediendo casi del susto y cayéndose al suelo, liberando una ráfaga que acaba con la vida del portero y estalla unas cuantas botellas del fondo. Todos los hombres han buscado cobertura bajo las mesas, derribándolas, y el jefe se ha lanzado cuerpo a tierra a través del tunel tapado con tela.

Quizás sea tu oportunidad para actuar... A menos claro está que hayas querido hacer algo en el desarrollo de la escena.

Antes de caer al suelo, Kroren pudo ver a los seis individuos, uno en la puerta, el más cercano a él, y otros cinco al lado de tres mesas. No fue capaz de fijarse en los detalles, pero supuso que estaba metido en un lío al verles armados. La caída le causaría un buen chichón y, aunque no solía ser consciente del dolor, esta vez el golpe fue tan duro que alcanzó hasta sus nervios. Cerró los ojos y esperó hasta que alguien se acercara y así atacarle con el punzón para luego utilizarle de escudo contra las balas del resto.

Por desgracia la aparición de su rottwailer complicó la argucia y, por si no fuera poco, una voz cercana la complicó aún más. Kroren se vio obligado a abrir los ojos para saber quien estaba tan cerca suya y pudo observar al hombre cuarentón con el subfusil bajo su brazo.

El hombre se asustó al ver a Jane y comenzó la confusión. Los primeros tiros salieron del arma del hombre y, por suerte, acabaron con el que abrió la puerta. Las balas del individuo fueron como el gong que daba comienzo a un combate.  Rápidamente Kroren se puso en marcha, agarró el cuerpo del muerto para usarlo de escudo y le gritó a Jane la orden que más aprendida tenía.

-¡Trae a Heinrich! -gritó, provocando eco en la cueva.

La perra obedeció sin dudarlo y salió de la zona en dirección hacia el arco. Mientras eso sucedía, los cinco matones hacían lo propio y para la cobertura utilizaron las mesas, las cuales tardaron en volcar. Kroren dirigió la mirada al hombre que tenía al lado y le sonó su cara. No dudó en echar mano de las fotos, vio que no era su objetivo sino el padre de familia e intentó ponerlo de su bando.

-Te ayudaré a rescatar a tu familia -lo dijo mirándole fijamente a sus ojos para que calara más el mensaje-. Yo también vengo por estos tipejos -esperé su respuesta con el cuerpo tapado entre el marco de la puerta y el cadáver del portero.

Hmmm... bueno, vayamos por partes, como Jack el descuartizador, o como tú, que tampoco hay mucha diferencia.

¿Puesta en escena para el tiroteo? Hecho. ¿Búsqueda de cobertura y cosas interesantejas por parte de los enemigos? Donete. ¿Usas un cadaver como cobertura? Tras un enorme esfuerzo, porque no es que digamos seas muy fuerte -[Torpeza]- consigues echartelo encima. No es muy útil, es más, entorpece. Tu perra va a por tu arco, pero como tu has dicho, es la primera orden que ha aprendido bien... y no te trae flechas. Pero oye, es una buena chica, ha hecho lo que tu le has dicho y no tiene 2 bocas, deberías premiarla.

Por otra parte has tirado las oportunidades de negociar, ¿no? Eso de ir por ahí llamando tipejos a la gente no está bien... O quizá aún tengas oportunidades. Se supone que eres inteligente, ¿no?

Los hombres comienzan a disparar, aunque por suerte no tienen muy buena puntería, o bien es que sus armas no están bien calibradas. El caso es que llueven balas de un lado y del otro. Lo mismo va por tu "nuevo amigo" que aunque parece aceptarte como aliado no es que le dé por hablar mucho en medio del tiroteo. Busca cobertura tras la puerta, asomando el subfusil por ella y lanzando alguna que otra inútil ráfaga.

¿Qué harás? Tanto tú como tu perro estáis en el cuello de botella de los torpes disparos.

La misión no empezaba bien. Su perra aún necesitaba más entrenamiento y, ademas, su orden tampoco era la más adecuada.

-Pareces tonto -dijo el arco, al cual sólo podía oír Kroren-. El cadáver que tienes ahí es uno de los matones, busca su arma, imbécil.

Nada más escuchar "cadáver", Kroren empezó a buscar el arma aprovechando la confusión y la mala puntería de los tiradores. Jane estaba agachada justo a mi lado, cubriéndose con lo poco que quedaba de matón y sólo quedaba su larga cola al alcance de las balas.

Dio con la pistola y con algo de munición, aunque recibió un rocetón en el brazo, por causa de una bala perdida, al sacarlo de la zona segura. Nada más conseguir el arma, empecé a participar en el tiroteo, asomando solamente el arma y un poco la cabeza, aunque no permanecía fuera por mucho tiempo.

Notillas ayudadoras::

A medida que avanza el tiroteo, te es más claro que estos tipos son unos inútiles... pero unos inútles con mucha mucha suerte. Una de sus balas acaba por herir al gafotas, que cae al suelo en shock, justo en el borde de la puerta. Le han dado en el estómago, pero no parece que pueda aguantar la fría mordida del acero.

Por otro lado, ha muerto otro de los tipos gracias a uno de tus oportunos tiros. Esto es un 3 vs 1... pero... ¿Y el jefe? Aún no ha vuelto.

Jane, sigue tus órdenes, aunque está más detrás tuya que otra cosa, ladrando, cómo no. Esto no se parece mucho a las sesiones de caza que teníais.

Durante unos segundos el fuego enemigo se detiene, como si estuviesen pensando qué hacer a continuación. Quizás sea tu oportunidad de hacer algo...

-Rendíos- grita uno, aunque hay bastante duda y temor en su voz. ¿Por qué será?

Rendirse lo tenía totalmente descartado. Aquello no pasó por su cabeza ni un solo segundo. En cambio, su mente no paraba de dar vueltas al hecho de que no siguieran disparando si estaban en clara ventaja y, por si no fuera poco, ahora su "nuevo amigo" había sido gravemente herido.

¿No tendrán munición? -pensó, aunque tampoco podía volverse loco ya que a él le sólo le quedaban cinco balas.

Quiso comprobar su idea así que puso la mano en el suelo y generó una masa de mayonesa con la dimensiones muy parecidas a las de su perro. Sin soltar la mano del suelo, ordenó que este montón de salsa comenzara a moverse por el salón en dirección a las mesas y, así, llamara la atención de los matones que, de tener balas, no dudarían en disparar. Una vez dada la orden esperó unos segundos para comprobar su hipótesis.

Su plan era el siguiente: si los matones comenzaban a disparar  a la masa de mayonesa, Kroren aprovecharía esto para así retroceder hasta el marco de la puerta, no sin antes pegar algún que otro tiro de cobertura y, si los matones no disparaban, deduciría que están sin munición, ya que supuso que una masa de esas dimensiones les asustaría si se asustaron de Jane, por lo que la masa de mayonesa chocaría contra las mesas, al no encontrarse la resistencia de las balas, y de esa forma Kroren podría retroceder hasta el marco de la puerta y disparar con la tranquilidad hacia los matones, ya que estos estarían buscando otro lugar para protegerse o extrañados de su creación. Todo esto ocurriría a expensas de lo que hiciera el jefe, es más, Kroren sólo vio a 6 y ya habían caído dos, por lo que en su cabeza sólo le quedaban cuatro enemigos. Así que no pensó mucho en que haría un sujeto que desconocía que estaba.

Cuando empiezas a manar mayonesa con tu mano apoyada sobre el suelo, esta fluye costosamente entre tus dedos, burbujeando como un viscoso y pastoso desagüe embarrado. Esta horrible y pegajosa mancha intenta moverse, pero solo vibra y burbujea en el vano intento de seguir tu voluntad... Quizás te haga falta más práctica con tu akuma.

Nota:

Los tipos no disparan, simplemente cambian su rostro de preocupación a uno de asco. Uno de ellos vomita mientras otro le da palmaditas en la espalda con un tranquilizador "Ea ea".

Esto te permite ponerte al resguardo de una cobertura más fiable que el cadáver, y tras posicionarte encuentras las flechas que tu perra no supo traer. Aunque donde se ponga una buena pistola... ¿no? Que la que tú tienes no es muy buena que digamos. ¿Pero qué más opciones tienes?


Cuando te decides a reanudar el tiroteo, consigues herir a otro matón, que cae al suelo, no muerto pero sí incapacitado. ¿Acaso no tenía su jefe una recompensa de 10M? ¿Por qué estará rodeado de gente tan inútil? Tras esta vuelta a la violencia por tu parte, prosiguen en su empeño, no hay que desmerecer su esfuerzo aunque fallen, de incluir una buena dosis de plomo en vuestra dieta.

Tu compañero continúa sangrando, intentando inútilmente taparse la herida mientras las fuerzas le abandonan. Pobrecillo, si no hubiera sido por tu imponente can... Sin atención médica es muy probable que muera pronto, y teniendo en cuenta cómo esta el percal, con la ventisca que se avecina y las balas que surcan el aire, esto es prácticamente un hecho.

¿Qué harás? ¿Y dónde se ha metido el jefe? Qué raro que todavía no haya vuelto... ¿Se estará escapando tu presa?

Kroren llegó sano y salvo al marco de la puerta, donde estaban sus flechas. La idea no había surgido como le hubiera gustado, ya que los enemigos seguían bien protegidos tras las mesas. Lo que más le cabreaba es que él debería estar buscando a su objetivo y no podía permitirse el lujo de perder mucho más tiempo allí. Guardó la pistola en su cinturón y agarró el arco con la mano izquierda -lo se lo puso en su espalda antes de ponerse a buscar la pistola- para después coger una flecha del carcaj con la derecha. La pistola podía ser más rápida y podía ser más útil, pero si no estabas acostumbrado al retroceso y sí al tiro con arco ¿Dónde estaba el problema en probar algo que se te daba mejor?

Miró de reojo a su compañero el cual estaba cada vez en peores condiciones. No tenía ningún aprecio por él, es decir, sólo lo necesitaba para aquella confrontación y no es que le hubiera sido muy útil, pero el ser la "justicia" ahora mismo le obligaba a mirar por él. Cerró los ojos e intentó concentrarse para saber la posición de los enemigos relacionando a estos con el lugar donde se encontraba el ruido de los tiros. Cogió aire y tensó la cuerda para cargar la flecha y, acto seguido, salió para dispararla hacia uno de ellos justo antes de que este pudiera cubrirse con la mesa. Kroren volvió a esconderse sin saber a ciencia cierta si le había dado o no, aunque se daría cuenta rápidamente cuando escuchara una pistola menos.

-Rendiros o esto irá a peor. -les sugirió, aunque ya no tenía ninguna intención de que nadie salvo él saliera de allí con vida.

Los matones siguen disparando, pero no consiguen darte tras la puerta. En cambio, una de las balas impacta sobre la pierna del gafotas, ahora sí que sí no hay oportunidad de que salga de esta.

Aunque no sabrías decir muy bien cuantas pistolas te estan disparando, sí que consigues ver que son solo dos los que se asoman tras las mesas para intentar matarte. Sus esfuerzos se doblan cuando oyen tu amenaza, parecen desesperados. ¿Cuantas balas tendrán?

Por fin, el jefe emerge de entre las telas usando como escudo a la mujer de la foto. La tiene agarrada por el vientre, aunque la mejor razón que tiene para no moverse es la navaja que tiene presionada sobre su cuello.

-¡Dejad de disparar, imbéciles!- ordena a sus hombres con un rugido. Es listo, y sabe que para sus planes la violencia sería... peor. Una pena que sus planes ya estén destrozados. Aprieta los dientes y degüella a la mujer de un brusco movimiento al ver al tipo de las gafas muerto en la refriega.

El tipo, llamémosle Yloras, juguetea con su navaja ensangrentada haciéndola girar sobre su mano.

-No malgastéis balas, id a por él- les dice con confianza a sus hombres mientras vuelve a intentar desaparecer por las telas.

Y esos idiotas van a hacerle caso, empujando poco a poco las mesas para acercarse hasta el marco. Tienes a Jane de tu lado, lo que debería darte confianza... aunque quizás prefieras confiar tu vida a algo más frío y preciso.

Van a por tí Kroren, y tu presa se escapa... ¿lo hará indemne?

Kroren escuchó a alguien gritar que dejaran de disparar y eso le dio confianza para asomar la cabeza lentamente. Cuando pudo ver la escena, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al ver al sujeto que andaba buscando. El joven no necesitó ni revisar las fotos para estar seguro, de hecho, tenía tan estudiado el rostro de su presa que podría describirlo con total lujo de detalles.

Kroren observó la escena del él con la mujer de la foto y no sintió nada al ver como la vida de esta abandonaba su cuerpo, es más, se sintió aliviado al no tenerse que ver envuelto en una decisión desagradable. Evidentemente no hubiera sido una decisión difícil para él, pero no le gustaba la idea de tener que dar explicaciones en un futuro.

Dejó rápidamente de pensar en la mujer para centrarse en que su presa se estaba escapando y los dos matones restantes iban hacia él. Estos estaban empujando las mesas para defenderse de los ataques de Kroren lo que también hacía que le diera tiempo de pensar en algo.

-Bueno chico, me temo que nada te va a librar de enfrentarte cuerpo a cuerpo contra estos tipos -le dijo el arco mientras Kroren se metía dentro para colocárselo en la espalda-.Por lo menos esas mesas tienen pinta de pesar, creo que les deben estorbar cuando intenten defenderse de un ataque directo -sugirió.

Kroren terminó de ajustarse de nuevo el carcaj en el cinturón,  sacó la pistola con la mano derecha y, a su vez, la daga con su otra mano.

Siempre me avisaste que esto podía ocurrir. -susurró.

Tras decir aquellas palabras, Kroren salió del escondite e intentó ir lo más rápido que pudo -que no fue mucho, pero si a más rápido que los matones- para así alcanzar el franco derecho de las mesas. Mientras corría estaba pendiente de que ninguno se asomara por si tenía que disparar antes de tenerlos a tiro. Jane le seguí y, aunque Kroren ignoraba cuales eran sus intenciones, el tenerla a su lado le aportaba la suficiente confianza como para afrontar aquel enfrentamiento con tranquilidad y sangre fría.

No tenía seguro si se iban a poner a disparar antes o después, pero el verles fallar tanto antes y el saber que estaban empujando las mesas -que no tendría que ser algo sencillo como para hacerlo a la misma vez que apuntaban- Kroren estaba apostando que no le dispararían antes de alcanzar el franco derecho y, si lo hacían, él les daría antes gracias a sus buenos reflejos.

En el momento en el que se encontrara a tiro, intentaría vaciar el cargador en dirección a los matones. Deseaba que la vida de estos acabara antes que su munición y así no verse obligado a mantener un combate cuerpo a cuerpo.

Has tomado un interesante curso de acciones, Kroren, ¿pero era la más correcta para tus fines? Que no hablemos de la más correcta moralmente, eso es para la chusma a la que le preocupen esas trivialidades. Quizás si hubieras hecho lo que creía que ibas a hacer, tu arco se hubiera puesto... celoso.

En fin, ahora quizás comprendas mejor qué quiero decir.

En tu pequeña carrera por la sala, la cual no es tan espaciosa como para permitirte correr libremente, uno de los dos matones aún del todo sanos salta de detrás de su mesa, avanzando hacia a tí con una de las patas de la misma a modo de improvisado garrote. Si tan solo pudiera llegar a darte antes de desplomarse por tu ráfaga... Qué pena de muchacho.

El otro, en cambio, sale de la habitación aprovechando la distracción de su amigo. ¿Estará huyendo? Quizás es más listo de lo que parece.

Con tu buen oído escuchas el distintivo repiqueteo,dentro de la habitación, del colocar de un nuevo cargador en su sitio... aunque está hecho por una mano un poco torpe y temblorosa. ¿Quién quedaba vivo? Deberías saberlo si eres tan listo...¿no?

En fin, debes tomar alguna decisión. ¿Qué harás, Kroren? ¿Irás a por el que acaba de salir de la habitación? ¿Buscarás al pobre desgraciado que intentará dispararte como pueda? ¿Saltarás tras las cortinas para buscar al objetivo de tu misión? Quizás puedas decidir dos cosas a la vez, aunque tú eres solo uno...(Idas de olla del arco aparte).

Aunque Kroren tenía buenos reflejos, el férreo instinto de protección que tiene Jane es mejor y, rápidamente, se dirige hacia el matón con el garrote para frenar su avance hacia su dueño. La perra se lanza a la pierna del hombre, recibiendo una patada al estar este corriendo, pero consiguió desestabilizar al agresor y marcar sus fauces en el gemelo. El matón cambió de objetivo e intentó golpear a Jane con el garrote para quitársela de encima, lo que no logró gracias a Kroren que vació el cargador en el matón.

Kroren miró hacia el que se iba y levantó el arma para intentar alcanzarlo de un disparo, pero, al apretar el gatillo, la pistola hizo el característico ruido de cuando está sin munición y eso le fue lo que le permitió al segundo matón ir hacia la gruta.

De repente, algo distrajo a Kroren de la idea de seguir al matón que huía. Aquello sonaba a metal contra metal e incomodó a muchacho bastante, no estaba en un punto seguro y su arma se había quedado sin munición por lo que se vio obligado a coger de nuevo su arco y cargarlo con una flecha.

-Eran seis -susurró el arco mientras Kroren empezaba a buscar con la mirada por la habitación-. El de la puerta, el del garrote, el que se fue, el del flechazo y otro más que tiene que estar detrás de aquellas mesas.

Antes de que el arco dijera todo su discurso, Kroren ya había tensado la cuerda y se dirigía lentamente hacia las mesas del fondo. No estaba seguro si se trataba de él, pero ¿quién más podía ser? Su "aliado" había caído sobre su arma y llevaba un rato sin quejarse por sus heridas por lo que supuso que estaba muerto. No quedaban más opciones.

Tras la pelea contra el del garrote, Jane ignoró lo que ocurría ya que se había entretenido royendo la pierna del agresor. Al parecer seguía cabreada por la patada que había recibido y estaba bastante cabreada con la pierna que le había golpeado.

Kroren seguía avanzando, pasó las mesas y, al verse yendo solo, dio un par de palmadas en su pierna para que Jane volviera hacia él ya que con ella se sentía más seguro, por obvias razones. Esta a duras penas obedeció, quizás la idea de recibir una recompensa le acabó por convencer. Sobrepasó las mesas también y se quedó junto a su dueño.

Si veía algo moverse tras la mesa, dispararía su flecha lo más rápido posible y, gracias a sus buenos reflejos y su exceso de confianza, tenía claro que él sería más ligero que su rival.

Avanzas con tu arco tensado hasta tu enemigo.El hedor de la muerte inunda la habitación, pero tú estás acostumbrado... o lo estarías si pudieses oler algo. El hombre tras la mesa está desplomado en el suelo, sangrando por el estómago como un cerdo en la matanza. Pálido y aterrorizado a penas puede apuntarte, no tiene fuerzas.

No se mueve rápidamente ni nada, pero puedes tomar la decisión de acabar con su vida. Puedes, o también puedes dejarle vivo de momento...

A su lado hay una flecha que ha sido arrancada de cuajo, probablemente la razón por la que se esté muriendo.

Entonces... eso solo puede significar una cosa, ¿no?

Nota:

Quizás aún estés a tiempo para actuar por instinto de supervivencia... Si no eres capaz de verlo, perderás algo que significa demasiado para tí. Y no me estoy refiriendo al subfusil que podías haber cogido antes del cuerpo de tu difunto aliado, el cual ya está siendo cogido por el matón que ha salido.

Casi puedes notar que el tiempo se detiene por un instante, pero a diferencia de las historias de cuento no ves tu vida pasar delante de tus ojos.

Kroren estaba en un apuro, uno bien gordo. No sabía donde se encontraba el último matón de la sala. Era consciente que estaba allí, pero al parecer no había participado en el tiroteo anterior, porque de lo contrario estaría en la lista que había descrito Heinrich (el arco).

El breve silencio que tomó la habitación era terrorífico. Kroren pensó rápidamente en ponerse detrás de la mesa y así cubrirse hasta que el matón saliera de su escondite, pero algo le hizo distraerse. Se trataba de un ruido que provenía de la gruta, ruido que se vio incrementado gracias al eco. No fue mucho, pero si lo suficiente como para que lo detectara el oído de Kroren. Rápidamente, el joven arquero razonó a donde se dirigía el matón que había huido y eso le hizo ponerse más pálido de lo que ya era. Estaba claro que aquella escoria no era tan cobarde como aparentó en un principio.

-¡¡Mierda, ponte a cubierto!! -le gritó su arco.

Kroren se dio media vuelta para lanzar la primera flecha hacia la puerta. Si el matón se había asomado antes de tiempo, seguramente le habría dado, pero el joven no estaba teniendo tanta suerte ese día. Tras la primera vino una segunda que no tardó ni tres segundos en lanzar. Aquella sólo la usó de cobertura para que, tanto a  él como a su perra, le diera tiempo a esconderse tras la mesa, donde estaba el hombre agonizando. Kroren cogió la pistola del tipo y, tras confirmar que había suficiente munición, malgastó una bala para herir más gravemente al hombre y hacer que este gritara de dolor. Inconscientemente, el ruido de la bala haría que el que está escondido se lo pensara dos veces antes de asomase.

Jane siguió a su dueño esperando aún su recompensa, aunque se podía notar que estaba incómoda por algo, Kroren tenía su mente en otras cosas. El joven hizo que su perra se sentara a su lado y empezó a mirar hacia todos lados para saber si ese sitio era seguro -si el escondido había disparado antes de eso, Kroren sabría donde se encontraba-. Desde esa posición no temía mucho al cobarde que estaba en la puerta, ya que si su "aliado" no logró traspasar la madera de la mesa y él no tendría porque hacerlo, pero si temía bastante al que estaba escondido, ya que no sabía donde estaba pero si podía escucharlo cerca.

Veamos, las cosas poquito a poco.

Cuando te das media vuelta y lanzas tu flecha, aterrorizado por la más que probable muerte que te depara aquella oscuridad... ves por tu rabillo del ojo al último matón. Desgraciadamente ya has lanzado la flecha, y esta vuela a través del túnel. Escuchas el chasquido de su punta, pero también cómo un cuerpo se desploma en el suelo.

El último de los hombres te está apuntando, está nervioso pero intenta mantener la calma. Tiene un perro al lado, un perro que le está gruñendo y que está a punto de abalanzarse, pero sabe que podrá abatirlo a tiempo. Lo sabe, y tú tambien lo sabes. Jane no lo sabe, es un animal, y solo se rige por el férreo instinto de protegerte.Está dispuesta a saltar.

Solo hay una solución a este problema. Bueno, hay doss, pero una acaba con tu perro o tú muertos.


¿Qué harás? Él puede apretar el gatillo más rápidamente de lo que tu perro salta, de que tu recargas el arco o intentas coger la pistola.

Deberías haber cogido el subfusil, pero ahora este está en manos más competentes.

Hacer nada no es una opción, aunque en parte sí que lo es. Pero hacer nada requiere de una sola palabra, una palabra clave.

Kroren lanzó la flecha, pero no pudo observar donde acabó. Sus planes de esconderse se habían ido al garete cuando logró ver por fin al matón que estaba escondido. Por suerte no solo lo vio él, sino que su perra también y ya le estaba gruñendo.

Se hizo el silencio de nuevo y Kroren logró escuchar como un cuerpo caía al suelo. ¿Qué podía ser? Sólo algo que esté de pie puede caerse y en esa dirección sólo hay una posibilidad, es decir, el cobarde que fue hacia la arma de su "aliado".

-Sólo quedáis él y tú y supongo que tu cariño por ese chucho no te permitirá dar la orden ¿verdad? -preguntó el arco, sin esperar una respuesta-. Pues sólo queda una opción.

Kroren se deshizo de su arma y con voz solemne dijo:

¡Jane quieta!...

Jane obedeció y miró a su dueño confusa. Él esperó la decisión del matón ¿Qué más podía hacer? Su perra era muy preciada para el joven y no podía lanzar hacia su muerte.

Venga Kroren, aguanta un poquito.

¡Bien hecho, Kroren, has sobrevivido! Por ahora.

El matón que sostiene el arma sonríe con una malsana satisfacción. Te tiene en el punto de mira, pero sabe que si te dispara tu perro saltará hacia él. Si hace lo contrario aún podrías dispararle o abalanzarte sobre él... y no está dispuesto a correr más riesgos. Con un movimiento de su cabeza te señala las telas, instándote a que pases por ellas mientras sigue apuntándote. Deberás darle la espalda, y cuando lo hagas apoyará su cañón sobre tu nuca.

-Si tu perro hace algo raro... Bum. ¿Entend'ihte?- te dice de mala manera. Su voz es un gruñido que apesta a gengivitis y alcohol barato.

Parece esperar unos segundos, como buscando la presencia de su recién huido aliado. Desgraciadamente, no vuelve. Empujándote un poco y sin darte opción a revolverte te conduce por el túnel tapado con las telas.

Puedes escuchar mientras circuláis por este el estruendo que está formando Yloras más abajo, como si estuviese revolviendo un montón de cajones repletos de partes mecánicas. Para acceder a la sala en la que está atraviesas primero, aún encañonado, otro umbral de telas.

Cuando aparecéis os apunta asustado con una pistola, de bastante calidad, que tiene en mano. La sala en la que está parece un pequeño taller de forja multifunciones. Hay cacharros por todas partes, fuelles y trozos de metal a medio fundir, como si el último que hubiera trabajado lo hubiera hecho sin saber qué demonios hacía. La forja está apagada, y sobre esta hay un túnel que se pierde en el oscuro vacío para llevarse el humo; cuando esté encendida, claro.

A la sala conectan muchas puertas, 8 dirías a simple vista aunque quizá haya más escondidas. ¿Será el centro de la telaraña? El tipo no será peligroso, pero es una sabandija que vale diez millones.

-¿Qué demonios? ¿Y los demás? ¿Y qué hace este vivo todavía?- mientras habla se está guardando objetos en el bolsillo-. Mierda, mierda, mierda...- dice entre dientes dando pequeños pisotones de frustración.

-¿Qué hago con él, jefe?- pregunta apretando el cañón sobre tus cervicales.

-...ma...Hmm...-entrecierra los ojos-. No, primero que nos diga dónde están sus compañeros. O el perro muere- añade, apuntándole. No le gustan nada los canes. Nada nada.

La presión en tu cuello disminuye considerablemente. Puedes escuchar un pequeño zumbido, un susurro tras tu sien que nadie más oye... bueno, Jane sí, pero le has dicho que se esté quieta y es una perra muy buena. Demasiado. Pero también es rápida.