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Kroren
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La cantidad de líquido rojo que segrego empieza a aumentar. Además, este empieza a emitir un humo blanquecino y un calor bastante preocupante. El hecho de ver a mi rival no cambia la expresión de mi rostro, solo la intensifica. Una sonrisa de oreja a oreja que deja al descubierto los dientes; los ojos están completamente abiertos. con un cierto brillo que acentúa mi deseo y, por supuesto, la sangre que rodea sus labios y se combina con el líquido rojo que rodea todo su rostro.
Ignoro las palabras del enano y doy un par de pasos hacia él mientras habla. No me da tiempo a dar el tercero cuando Heinrich me habla.
-No es momento de perder los nervios y menos con un renacuajo de esos... "Tortatas" puta raza inferior, pero tienen su encanto, se pueden vender fácil a algún noble.
-Solo quiero su piel... -Afirmé en voz alta contestando a Heinrich y dejando que todos allí me escuchasen.
El truco del enano dio el pistoletazo de salida para el combate. Uno de los cuatro enanos no dudo en arremeter contra mi de nuevo. No cargué el arco, no moví ni un solo músculo. No porque supiera que sus golpes no dolían, es más, de normal no me suelen doler los golpes, aunque si sufra severos daños al recibirlos . En este caso quería que me golpease ya que el líquido que envolvía mi cuerpo estaba a 100 grados y esto quemaría el puño del tontatta al tocar mi rostro.
Seguramente el golpe me mandaría hacia atrás como el anterior, pero esta vez el líquido amortiguará el golpe contra la pared, aunque el dolor que sentiré será el mismo, nulo.
-Por favor, eres su saco de boxeo -gritó Heinrich frustrado.
Esta vez no le respondí, pero si le iba a obedecer. No iba a dejar que me volviera a tocar. Así que cargue el arco y dispuesto a acabar con la pelea lo antes posible.
No sabía que había ocurrido, pero en mi cabeza el tontatta se había quemado la darme el segundo golpe.
Ignoro las palabras del enano y doy un par de pasos hacia él mientras habla. No me da tiempo a dar el tercero cuando Heinrich me habla.
-No es momento de perder los nervios y menos con un renacuajo de esos... "Tortatas" puta raza inferior, pero tienen su encanto, se pueden vender fácil a algún noble.
-Solo quiero su piel... -Afirmé en voz alta contestando a Heinrich y dejando que todos allí me escuchasen.
El truco del enano dio el pistoletazo de salida para el combate. Uno de los cuatro enanos no dudo en arremeter contra mi de nuevo. No cargué el arco, no moví ni un solo músculo. No porque supiera que sus golpes no dolían, es más, de normal no me suelen doler los golpes, aunque si sufra severos daños al recibirlos . En este caso quería que me golpease ya que el líquido que envolvía mi cuerpo estaba a 100 grados y esto quemaría el puño del tontatta al tocar mi rostro.
Seguramente el golpe me mandaría hacia atrás como el anterior, pero esta vez el líquido amortiguará el golpe contra la pared, aunque el dolor que sentiré será el mismo, nulo.
-Por favor, eres su saco de boxeo -gritó Heinrich frustrado.
Esta vez no le respondí, pero si le iba a obedecer. No iba a dejar que me volviera a tocar. Así que cargue el arco y dispuesto a acabar con la pelea lo antes posible.
No sabía que había ocurrido, pero en mi cabeza el tontatta se había quemado la darme el segundo golpe.
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¡Pof! Una pequeña nube de humo sale cuando le das. Logras divisar una oja de papel siendo atravesada por tu flecha. Con tus compañeros ocurre exactamente lo mismo. Cada uno de los mini-oponentes fueron abatidos y resultaron ser muy una roca, un pedazo de madera e incluso un pesado de papel.
Al parecer te han jugado una buena, agente Kroren. Porque tú y tu equipo buscan a tu oponente y no esta.
-¡Paaaaapapapapapapapa! Mi trabajo aquí está hecho. – Todos voltean a ver dónde proviene esa voz. Proviene desde el final del pasillo donde ustedes provienen. Uno de tu compañero lo escuchas decir – Pero si no hiciste nada… - Eso realmente lo pones en cuestión, agente. ¿Realmente no había hecho nada? No lo sé, tú me dirás, porque el enano se acaba de marchar arrojando una bomba de humo en el suelo y aún les queda camino por recorrer. O muy bien se te puede ocurrir la “brillante idea” de ir a buscar al tontatta.
La cuestión es tuya totalmente.
Al parecer te han jugado una buena, agente Kroren. Porque tú y tu equipo buscan a tu oponente y no esta.
-¡Paaaaapapapapapapapa! Mi trabajo aquí está hecho. – Todos voltean a ver dónde proviene esa voz. Proviene desde el final del pasillo donde ustedes provienen. Uno de tu compañero lo escuchas decir – Pero si no hiciste nada… - Eso realmente lo pones en cuestión, agente. ¿Realmente no había hecho nada? No lo sé, tú me dirás, porque el enano se acaba de marchar arrojando una bomba de humo en el suelo y aún les queda camino por recorrer. O muy bien se te puede ocurrir la “brillante idea” de ir a buscar al tontatta.
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Aun sin desvanecer mis poderes y con una mueca en el rostro que muestra lo que me cabreaba que alguien jugara así conmigo y encima intentase escapar.
- Ustedes averiguad que ha estado tramando ese insecto -dije mientras daba un par de pasos en dirección hacia donde había estallado la bomba de humo.
-No es buena idea que nos separemos sin saber a que nos enfrentamos -dijo Abasil con seriedad mientras se cruzaba de brazos.
-Somos conscientes... -se me escapó hablar en plural refiriéndome a mi y a mi arco, aunque podía disimularse ya que podía referirme al resto del grupo-. Pero no voy a dejar que nadie me vacile y menos un ser inferior como él.
No dejé que nada más me detuviera por más tiempo. Extendí mis manos y lancé dos chorros de salsa hacia el suelo y con los pies expulsando más salsa, empecé a patinar para aumentar mi velocidad. Mi buena vista y mi conocimientos para seguir rastros, además de mi excelente oído, me guiaban por los pasillos del lugar sin saber bien a donde me llevaban, pero algo me decía que iba por buen camino... quizás el instinto, como el de un sabueso siguiendo a una liebre.
El resto del grupo se quedó allí mirando como me había largado. Mikhail suspiró:
-¿Alguna vez se había comportado así?
-Que va, nunca hubo un comportamiento así en ninguno de sus expedientes. Ponía que era un chico frio y algo macabro, pero nunca hacía las cosas sin pensar - contestó abasil.
-Bueno, sus motivos tendrá supongo...
-Ya, pero pone en riesgo la misión.
Zuo, cansado de hablar, anda en dirección contraria a la que yo había tomado.
-Sigamos investigando y averigüemos si realmente ha hecho algo ese bichejo.
- Ustedes averiguad que ha estado tramando ese insecto -dije mientras daba un par de pasos en dirección hacia donde había estallado la bomba de humo.
-No es buena idea que nos separemos sin saber a que nos enfrentamos -dijo Abasil con seriedad mientras se cruzaba de brazos.
-Somos conscientes... -se me escapó hablar en plural refiriéndome a mi y a mi arco, aunque podía disimularse ya que podía referirme al resto del grupo-. Pero no voy a dejar que nadie me vacile y menos un ser inferior como él.
No dejé que nada más me detuviera por más tiempo. Extendí mis manos y lancé dos chorros de salsa hacia el suelo y con los pies expulsando más salsa, empecé a patinar para aumentar mi velocidad. Mi buena vista y mi conocimientos para seguir rastros, además de mi excelente oído, me guiaban por los pasillos del lugar sin saber bien a donde me llevaban, pero algo me decía que iba por buen camino... quizás el instinto, como el de un sabueso siguiendo a una liebre.
El resto del grupo se quedó allí mirando como me había largado. Mikhail suspiró:
-¿Alguna vez se había comportado así?
-Que va, nunca hubo un comportamiento así en ninguno de sus expedientes. Ponía que era un chico frio y algo macabro, pero nunca hacía las cosas sin pensar - contestó abasil.
-Bueno, sus motivos tendrá supongo...
-Ya, pero pone en riesgo la misión.
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A pesar de lo silencioso y vacío del lugar, de la lobreguez de sus estrechos pasillos repletos de los cristales rotos de lámparas muertas, del denso aire cargado de olor a cerrado, la base marine de Cliff Island está repleta de rastros de vida: las manchas de sangre en suelo y paredes, los arañazos y muescas que las armas dejaron en el hormigón, las puertas reventadas con trozos de ropa o pelo enganchados en sus astillados marcos... Sí, no se puede dar un paso sin encontrarse una nueva señal de que este lugar albergaba vida. Sin embargo, ya solo quedan rastros...
Has dejado atrás a tus compañeros, que deben tener más dificultades que tú para patinar por un charco enorme de salsa. El pequeño combatiente se ha desvanecido sin dejar una sola huella, ni un ligero aroma delator a su paso -es de esperar que ser un ninja, aunque irritante, tenga sus ventajas-, por lo que puedes deambular por la base sin toparte con oposición alguna. Cuanto más te alejas de la entrada más caos se percibe, como si alguien se hubiera molestado en adecentar el lugar solo hasta cierto punto y luego hubiera pensado que ya no valía la pena.
Y está la habitación. Un dormitorio entero repleto de bultos envueltos en sábanas manchadas de rojo y salpicadas de hollín. La estancia hiede a muerte, cortesía de la veintena larga de cuerpos aquí almacenados. El doble de botas o pies sin calzar asoman bajo las improvisadas mortajas de quienes antaño fueron, a juzgar por sus uniformes, marines que guarnecían este lugar.
Pasos. Rápidos y ligeros, se alejan de esa bárbara morgue. Al fondo, en la dirección hacia donde se dirigen, una única luz asoma al final del pasillo mal iluminado. Has alcanzado uno de los extremos del complejo, y podrás distinguir una figura humana ascendiendo por una escalera hacia el frío exterior. Podrías seguirlo si a tu nuevo compañero le parece...
Oh, sí, parece que te ha salido un amigo nuevo. Apoyado junto a tu bota, de tan solo unos centímetros, el hombrecito te saluda con su burda imitación de brazo. Su cabeza es una simple e infantil bola bidimensional sobre un cuerpecito sin consistencia ninguna. Es blanco como el papel, seguramente porque está hecho de papel. ¿Cuánto lleva ahí? Ni idea. ¿Por qué? Pues tampoco parece estar claro. Pero vayas a donde vayas ahora mismo irá detrás de ti, correteando como le permitan sus ligeras pero amorfas piernecitas.
Has dejado atrás a tus compañeros, que deben tener más dificultades que tú para patinar por un charco enorme de salsa. El pequeño combatiente se ha desvanecido sin dejar una sola huella, ni un ligero aroma delator a su paso -es de esperar que ser un ninja, aunque irritante, tenga sus ventajas-, por lo que puedes deambular por la base sin toparte con oposición alguna. Cuanto más te alejas de la entrada más caos se percibe, como si alguien se hubiera molestado en adecentar el lugar solo hasta cierto punto y luego hubiera pensado que ya no valía la pena.
Y está la habitación. Un dormitorio entero repleto de bultos envueltos en sábanas manchadas de rojo y salpicadas de hollín. La estancia hiede a muerte, cortesía de la veintena larga de cuerpos aquí almacenados. El doble de botas o pies sin calzar asoman bajo las improvisadas mortajas de quienes antaño fueron, a juzgar por sus uniformes, marines que guarnecían este lugar.
Pasos. Rápidos y ligeros, se alejan de esa bárbara morgue. Al fondo, en la dirección hacia donde se dirigen, una única luz asoma al final del pasillo mal iluminado. Has alcanzado uno de los extremos del complejo, y podrás distinguir una figura humana ascendiendo por una escalera hacia el frío exterior. Podrías seguirlo si a tu nuevo compañero le parece...
Oh, sí, parece que te ha salido un amigo nuevo. Apoyado junto a tu bota, de tan solo unos centímetros, el hombrecito te saluda con su burda imitación de brazo. Su cabeza es una simple e infantil bola bidimensional sobre un cuerpecito sin consistencia ninguna. Es blanco como el papel, seguramente porque está hecho de papel. ¿Cuánto lleva ahí? Ni idea. ¿Por qué? Pues tampoco parece estar claro. Pero vayas a donde vayas ahora mismo irá detrás de ti, correteando como le permitan sus ligeras pero amorfas piernecitas.
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Avancé sin temor alguno a lo que pudiera encontrarme. La ira que me había provocado aquel diminuto ninja me había cegado y ahora estaba solo patinando entre los pasillos del complejo militar.
-Nos hemos perdido -dijo mi arco al ver que no nos estábamos encontrando con ningún rastro que nos ayudaría a encontrar al hombrecillo.- Ni tu fuerte sentido del odio ni tu vista te están ayudando... Una pena que esta vez no viniera contigo esa pulgosa perra, Jane.
-No tengo tiempo de discutir contigo... -susurré justo antes de ver el marco de la habitación.
No podía oler el hedor a muerte, por el pésimo olfato que tenía, pero mi buena vista ya me dejaba ver la sangre y la gran cantidad de cadáveres que allí descansaban. Una vez me acerqué más a la habitación, miré por mi alrededor para ver si podía encontrar algún nuevo rastro.
Aquel lugar no me daba asco ni pena, aquel lugar solo generaba en mi indiferencia, aunque un poco de envidia ya que me encantaría haber podido despellejarlos. Por desgracia estoy a favor de la justicia y solo puedo divertirme con criminales así que el ver la sombra a lo lejos me sacó una sonrisa.
-¿Aquel será el que ha hecho todo esto? -preguntó el arco.
No le respondí. Antes me di cuenta de que algo me molestaba en la bota y al mirar, ahí estaba. La pequeña basura había estado vacilándome todo este tiempo. No dije nada, pero se me quitó la sonrisa y mi cuerpo empezó a segregar de nuevo el líquido rojo a gran temperatura. Si el enano permanecía en mi pierna saldría de ahí con varias quemaduras.
-¿Aquel es compañero tuyo? -le pregunté mientras cargaba mi arco con una nueva flecha.
-Nos hemos perdido -dijo mi arco al ver que no nos estábamos encontrando con ningún rastro que nos ayudaría a encontrar al hombrecillo.- Ni tu fuerte sentido del odio ni tu vista te están ayudando... Una pena que esta vez no viniera contigo esa pulgosa perra, Jane.
-No tengo tiempo de discutir contigo... -susurré justo antes de ver el marco de la habitación.
No podía oler el hedor a muerte, por el pésimo olfato que tenía, pero mi buena vista ya me dejaba ver la sangre y la gran cantidad de cadáveres que allí descansaban. Una vez me acerqué más a la habitación, miré por mi alrededor para ver si podía encontrar algún nuevo rastro.
Aquel lugar no me daba asco ni pena, aquel lugar solo generaba en mi indiferencia, aunque un poco de envidia ya que me encantaría haber podido despellejarlos. Por desgracia estoy a favor de la justicia y solo puedo divertirme con criminales así que el ver la sombra a lo lejos me sacó una sonrisa.
-¿Aquel será el que ha hecho todo esto? -preguntó el arco.
No le respondí. Antes me di cuenta de que algo me molestaba en la bota y al mirar, ahí estaba. La pequeña basura había estado vacilándome todo este tiempo. No dije nada, pero se me quitó la sonrisa y mi cuerpo empezó a segregar de nuevo el líquido rojo a gran temperatura. Si el enano permanecía en mi pierna saldría de ahí con varias quemaduras.
-¿Aquel es compañero tuyo? -le pregunté mientras cargaba mi arco con una nueva flecha.
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El hombrecillo de papel queda manchado de rojo y se arruga un poco, pero no parece que le afecte mucho más el remojón en salsa. Se aparta rápidamente de ti con aires indignados, si es que una figura humanoide sin rasgos puede indignarse. No responde cuando le hablas, claro, entre otras cosas porque no tiene cómo hacerlo. Tampoco se muestra preocupado al ver cómo preparas tu flecha, aunque sí que imita tu gesto, empuñando un arco invisible como si fuese un niño juguetón.
Por otro lado, quizás debiste haber disparado ya, porque tu presa acaba de largarse por las escaleras. Pero tranquilo, no parece ni mucho menos lo bastante rápido como para huir de ti.
Si decides seguirlo, lo encontrarás en el exterior, descendiendo del muro casi de la forma más peligrosa que se le ha ocurrido: bajando agarrado a un cabo atado a un arpeo sobre lo alto de la muralla. Por esa zona podrás ver multitud de huellas. No solo de personas, sino también de carros, cañones portátiles y otros signos de que se han arrastrado cosas bastante pesadas por el terreno. Las acompañan multitud de objetos desperdigados por aquí y por allá, cosas como monedas sueltas o armas caídas de elaborada factura.
El tipo intenta contactar con alguien por Den Den Mushi mientras huye, aunque nadie responde a su llamada. No espera ni a llegar al nivel del suelo. Avisa de vuestra presencia aquí con la esperanza de que alguien al otro lado del caracol le oiga.
-¡Lo han descubierto! -exclama-. ¡Mierda, Gu, esperadme, sácame de aquí!
Tiene una voz aguda muy desagradable. Detestable. Solo por eso ya parece alguien digno de ser interrogado, o por lo menos mutilado de forma atroz y no apta para estómagos sensibles o conciencias convencionales, lo que te alegre más el día. Ah, y el monigote de papel continuara siguiéndote, aunque tal vez a una distancia algo más prudencial.
En caso de que prefieras no seguirlo... no sé, hay una sala con un futbolín por ahí.
Por otro lado, quizás debiste haber disparado ya, porque tu presa acaba de largarse por las escaleras. Pero tranquilo, no parece ni mucho menos lo bastante rápido como para huir de ti.
Si decides seguirlo, lo encontrarás en el exterior, descendiendo del muro casi de la forma más peligrosa que se le ha ocurrido: bajando agarrado a un cabo atado a un arpeo sobre lo alto de la muralla. Por esa zona podrás ver multitud de huellas. No solo de personas, sino también de carros, cañones portátiles y otros signos de que se han arrastrado cosas bastante pesadas por el terreno. Las acompañan multitud de objetos desperdigados por aquí y por allá, cosas como monedas sueltas o armas caídas de elaborada factura.
El tipo intenta contactar con alguien por Den Den Mushi mientras huye, aunque nadie responde a su llamada. No espera ni a llegar al nivel del suelo. Avisa de vuestra presencia aquí con la esperanza de que alguien al otro lado del caracol le oiga.
-¡Lo han descubierto! -exclama-. ¡Mierda, Gu, esperadme, sácame de aquí!
Tiene una voz aguda muy desagradable. Detestable. Solo por eso ya parece alguien digno de ser interrogado, o por lo menos mutilado de forma atroz y no apta para estómagos sensibles o conciencias convencionales, lo que te alegre más el día. Ah, y el monigote de papel continuara siguiéndote, aunque tal vez a una distancia algo más prudencial.
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Primero me sorprendí que aquel enano no hubiera sufrido ninguna quemadura por culpa de mi salsa, aunque no me demoro mucho en disparar la flecha al muñeco y fijarme que, tras él, el verdadero estaba intentando huir.
-Odio jugar al pilla pilla... -afirmo mientras meto mi cuerpo por el arco dejándolo sujeto sobre mi hombro-. Esta vez no te perderé de vista, maldito insecto.
Coloqué ambas manos de nuevo hacia delante y comenzaron a expulsar salsa. Sin pensarlo dos veces, salté hacia delante. Una vez empecé a deslizarme por el suelo, dejé una de mis manos para crear el camino y la otra, usando más presión en el flujo de salsa, la moví hacia detrás siendo la encargada de propulsarme para conseguir más velocidad y algunas veces como ayuda para no chocar contra las paredes del pasillo.
Una vez llegué a fuera, descubrí rápidamente por donde había ido mi presa ya que estaba hablando por el Den Den Mushi y pude escuchar su voz claramente. No me detuve en mirar las huellas del lugar, es más, como si supiera lo que hacía, fui hacia el borde de la muralla y salté divisando claramente al puto enano
-¡¡Ya es nuestro!! -dijo Heinrich.
Desplegué las alas metálicas y logré estabilizar el vuelo. Aun no podía controlarlas bien del todo así que solo podía mantener el vuelo y moverme despacio, pero aprovechando que no estaba muy lejos de la pared, disparé salsa contra la muralla y me propulsé para intentar propinarle un golpe con el ala derecha en pleno vuelo.
No sabía si lograría colisionar con mi objetivo, ya que lo que más me preocupaba en pensar un plan para el aterrizaje. Por suerte no tardé mucho en pensarlo, la idea era utilizar de nuevo mi poder para reducir la velocidad y, además, crear una gran cantidad de viscosa salsa en el suelo que amortiguaría el golpe, reduciendo los daños al mínimo.
-Odio jugar al pilla pilla... -afirmo mientras meto mi cuerpo por el arco dejándolo sujeto sobre mi hombro-. Esta vez no te perderé de vista, maldito insecto.
Coloqué ambas manos de nuevo hacia delante y comenzaron a expulsar salsa. Sin pensarlo dos veces, salté hacia delante. Una vez empecé a deslizarme por el suelo, dejé una de mis manos para crear el camino y la otra, usando más presión en el flujo de salsa, la moví hacia detrás siendo la encargada de propulsarme para conseguir más velocidad y algunas veces como ayuda para no chocar contra las paredes del pasillo.
Una vez llegué a fuera, descubrí rápidamente por donde había ido mi presa ya que estaba hablando por el Den Den Mushi y pude escuchar su voz claramente. No me detuve en mirar las huellas del lugar, es más, como si supiera lo que hacía, fui hacia el borde de la muralla y salté divisando claramente al puto enano
-¡¡Ya es nuestro!! -dijo Heinrich.
Desplegué las alas metálicas y logré estabilizar el vuelo. Aun no podía controlarlas bien del todo así que solo podía mantener el vuelo y moverme despacio, pero aprovechando que no estaba muy lejos de la pared, disparé salsa contra la muralla y me propulsé para intentar propinarle un golpe con el ala derecha en pleno vuelo.
No sabía si lograría colisionar con mi objetivo, ya que lo que más me preocupaba en pensar un plan para el aterrizaje. Por suerte no tardé mucho en pensarlo, la idea era utilizar de nuevo mi poder para reducir la velocidad y, además, crear una gran cantidad de viscosa salsa en el suelo que amortiguaría el golpe, reduciendo los daños al mínimo.
- Perdón:
- Lo siento por la demora, vacaciones, exámenes de septiembre y matricula. Una cosa detrás de otra. Perdón!!
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