Ivan Markov
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Agitó la cola despreocupadamente, con los ojos cerrados. Sentía el viento sobre su pelaje, el leve calor del día a la sombra, el aroma del bosque, el correteo de los animales en el suelo bajo él. El lobo blanco bostezó perezosamente y levantó la cabeza, abriendo sus ojos dorados. Entonces levantó sus orejas y las orientó hacia el frente, alerta. Escuchaba algo bastante más ruidoso que un ratoncito. Los humanos no eran conscientes de lo mucho que perturbaban siempre sus alrededores al moverse. Cómo hacían temblar el suelo con cada pisada, aplastaban la hierba o movían la tierra. Eran tan descuidados y poco sigilosos que era difícil no oírlos. ¿Y él? Él era una excepción, claro. Se puso en pie sobre la rama y comenzó a moverse entre los árboles, saltando entre ellos con una agilidad, cuidado y sigilo impropios de un cánido corriente.
Ivan, pues el lobo no era otro que él, había ido allí a reunirse con Brianna. Últimamente había estado dando tantas vueltas de unas islas a otras que no había tenido mucho tiempo a solas con ella, y quería remediarlo. Aparte de eso después de Arabasta le había quedado claro que tenía que enseñarle a protegerse por sí misma. Había sido descuidado llevarla consigo sin hacerlo hasta ahora. Al fin y al cabo, por cuidadoso que fuera, no iba a poder estar ahí siempre. No era omnipresente ni un guardián infalible.
En cuanto estuvo lo bastante cerca, se agazapó y la escuchó. Contuvo un suspiro canino al olfatear su dulce aroma a lilas y grosellas, tan familiar ya y sin embargo tan embriagador como la primera vez. Aguardó a que estuviera sobre él y entonces saltó sobre ella, cayendo encima de la chica en un batiburrillo de patas y brazos. Entonces empezó a lamerle la cara, agitando la cola alegremente, y ladró suavemente, feliz. Entonces se puso tenso al percibir un olor que no le era familiar y alzó la cabeza, tenso. Olía... ¿a otros lobos? ¿En Jaya había lobos? Gruñó levemente y erizó el pelaje.
Ivan, pues el lobo no era otro que él, había ido allí a reunirse con Brianna. Últimamente había estado dando tantas vueltas de unas islas a otras que no había tenido mucho tiempo a solas con ella, y quería remediarlo. Aparte de eso después de Arabasta le había quedado claro que tenía que enseñarle a protegerse por sí misma. Había sido descuidado llevarla consigo sin hacerlo hasta ahora. Al fin y al cabo, por cuidadoso que fuera, no iba a poder estar ahí siempre. No era omnipresente ni un guardián infalible.
En cuanto estuvo lo bastante cerca, se agazapó y la escuchó. Contuvo un suspiro canino al olfatear su dulce aroma a lilas y grosellas, tan familiar ya y sin embargo tan embriagador como la primera vez. Aguardó a que estuviera sobre él y entonces saltó sobre ella, cayendo encima de la chica en un batiburrillo de patas y brazos. Entonces empezó a lamerle la cara, agitando la cola alegremente, y ladró suavemente, feliz. Entonces se puso tenso al percibir un olor que no le era familiar y alzó la cabeza, tenso. Olía... ¿a otros lobos? ¿En Jaya había lobos? Gruñó levemente y erizó el pelaje.
Brianna Byrne
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Un suspiro largo salió de sus labios mientras paseaba tranquilamente por el lugar. Tras encontrarse con Alistar en aquella isla y curarle de sus heridas habían decidido quedarse unos días para poder recuperarse lo mejor posible y además re abastecer el barco de los víveres necesarios para próximos viajes. Estaba un poco nerviosa por que hacía días que no sabía nada de Ivan y aunque sabía que era alguien muy fuerte eso no quitaba que se preocupase. Después de todo era alguien muy importante para ella, era la persona de quien estaba enamorada y si le pasaba algo malo lo iba a pasar realmente mal, no se perdonaría no estar a su lado si la necesitaba. Sabía que poseía una regeneración milagrosa, pero aún así, a veces se sentía muy angustiada pensando que no volvería de alguno de sus viajes.
Por un momento sacudió la cabeza intentando quitarse esos pensamientos, no quería imaginarse aquel escenario tan terrible. Ivan volvería, siempre lo hacía y además, ella confiaba en él y no dejaría de hacerlo por cualquier tontería que su mente se empeñase en inventar. Sonrió de nuevo y continuó con su paseo, no es que fuera una isla especialmente bonita, pero al menos les servía para el proposito que tenían entre manos. Se preguntaba si debía comprar algo antes de volver al barco, tal vez algo de carne para Kodlak o algo de fruta para Alistar. En su caso, tenía casi todo lo que le gustaba en el velero, aunque si encontraba un poco de regaliz rojo no iba a quejarse, seguramente se daría el capricho y se compraría uno o dos.
Iba totalmente perdida en sus pensamientos cuando sintió como algo le caía encima. Cayó redonda al suelo con aquel enorme animal encima que comenzó a lamer su cara con afán y esmero. Brianna comenzó a reír intentando librarse de la lengua y de las patas del animal — oh vamos vamos Kodlak portate bien, no es momento de asustarme así, no sabía que me habías seguido desde el barco — no sabía que era Ivan, ahora mismo se imaginaba que sería Kodlak el precioso lobo blanco que acompañaba a Alistar y que ahora se había vuelto también su compañero y que en mas de una ocasión la había acompañado en sus quehaceres y sus paseos. Parecía que aquel hermoso animalito de blanco y brillante pelaje quería cuidarla y evitar que algo malo pudiera pasarle.
Por un momento sacudió la cabeza intentando quitarse esos pensamientos, no quería imaginarse aquel escenario tan terrible. Ivan volvería, siempre lo hacía y además, ella confiaba en él y no dejaría de hacerlo por cualquier tontería que su mente se empeñase en inventar. Sonrió de nuevo y continuó con su paseo, no es que fuera una isla especialmente bonita, pero al menos les servía para el proposito que tenían entre manos. Se preguntaba si debía comprar algo antes de volver al barco, tal vez algo de carne para Kodlak o algo de fruta para Alistar. En su caso, tenía casi todo lo que le gustaba en el velero, aunque si encontraba un poco de regaliz rojo no iba a quejarse, seguramente se daría el capricho y se compraría uno o dos.
Iba totalmente perdida en sus pensamientos cuando sintió como algo le caía encima. Cayó redonda al suelo con aquel enorme animal encima que comenzó a lamer su cara con afán y esmero. Brianna comenzó a reír intentando librarse de la lengua y de las patas del animal — oh vamos vamos Kodlak portate bien, no es momento de asustarme así, no sabía que me habías seguido desde el barco — no sabía que era Ivan, ahora mismo se imaginaba que sería Kodlak el precioso lobo blanco que acompañaba a Alistar y que ahora se había vuelto también su compañero y que en mas de una ocasión la había acompañado en sus quehaceres y sus paseos. Parecía que aquel hermoso animalito de blanco y brillante pelaje quería cuidarla y evitar que algo malo pudiera pasarle.
Alistar Reep
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Todavía no estaba muy seguro a porque había accedido a la propuesta de la mujer. Seguía con ese miedo en su consciencia, ese pensamiento que reconcomía su cabeza constantemente: Él era el mayor peligro. O, al menos, lo era la bestia que habitaba en él. ¿Cómo podía esperar protegerla si el mayor peligro venía de él mismo? Fuera como fuese, ya había hecho una promesa, a si mismo al menos. La pureza y bondad de la mujer lo habían conmovido lo suficiente como para querer consagrar su vida, o lo que quedaba de ella, a protegerla de cualquier mal.
¿Y pretendía irse a comprar sola? Que debía quedarse a recuperarse de las heridas, dijo. El balazo ya había cerrado y el único daño que le quedaba era totalmente mínimo. Se las podía arreglar. Pero, ni mucho menos, podía fiarse de que la mujer estuviese a salvo ella sola por Jaya, sobre todo después de lo que pasó la noche que se conocieron. ¿Quien diría que aquellos que murieron serían los últimos en intentar atacarla? Todavía no conocía los detalles de por qué la querían cazar, pero no le importaba. Entendía perfectamente que no se fiase lo suficiente de él como para contárselo. Sin embargo, eso no quitaba importancia a su promesa.
No iba a dejar que se marchase sola. Después de un rato de insistencia en el que Alistar terminó accediendo a quedarse en el barco, salió del mismo escasos minutos después de ella. Lo suficiente como para que no lo viese salir pero que pudiese saber donde estaba por su olor. Mantenía unas distancias prudentes, con un sigiloso Kodlak escondido entre callejones. El animal sabía pasar desapercibido mejor que nadie, a pesar de su gran tamaño, y también la vigilaba.
Ataviado con su raída capa de viaje con capucha, el lobo iba cerca de ella siguiendo su aroma, esperando cualquier indicio de ataque. Y... lo hubo. Aunque no exactamente. No era un hombre quien saltó sobre ella, sino un animal. Un lobo de blanco pelaje bastante similar a Kodlak, aunque... El licántropo notaba algo raro en él. Sabía muchísimo de animales y el comportamiento de los lobos era uno que conocía demasiado bien, uno que a veces incluso compartía. Aquel animal tenía un comportamiento jovial, como un perro juguetón, más que de un lobo salvaje.
Sin embargo, Alistar no podía fiarse. Las fieras podían llegar a ser impredecibles y un animal salvaje como lo era el lobo podría sentirse amenazado en cualquier momento. Tal vez fuese la mascota de alguien, fuera como fuese, debía quitárselo de encima a la mujer. La cual, por lo que estaba escuchando, había confundido al animal con Kodlak. Alistar conocía muy bien al huargo y sabía que ese no era Kodlak. El licántropo se acercó y soltó un grito, proyectando su voz como el rugido del rey de las bestias.
—¡Basta!
Concentró su voz en el animal, esperando que no afectase demasiado a Bri. Tal vez le hiciese algo de molestia en los oídos, pero no sería nada demasiado brusco, al estar concentrado en el animal que tenía encima. La potencia del grito debería ser suficiente para quitarle al animal de encima de un empujón, aunque no debería hacerle demasiado daño. Alistar nunca dañaba a animales sin una razón de peso para ello y todavía no parecía ser una bestia agresiva.
—Ese no es Kodlak, Brianna. Se que parece jovial, pero pueden ser impredecibles. Apártate un segundo.
Y se acercaría al lobo, acercando con lentitud la mano a su frente. Tenía un comportamiento raro, si, pero no dejaba de ser un cánido, y uno de sus poderes de licántropo le permitía dar órdenes a cualquier cánido. A menos que... No sé, en realidad fuese un ser humano transformado en un animal por algún oscuro motivo. Pero ¿qué probabilidades había?
¿Y pretendía irse a comprar sola? Que debía quedarse a recuperarse de las heridas, dijo. El balazo ya había cerrado y el único daño que le quedaba era totalmente mínimo. Se las podía arreglar. Pero, ni mucho menos, podía fiarse de que la mujer estuviese a salvo ella sola por Jaya, sobre todo después de lo que pasó la noche que se conocieron. ¿Quien diría que aquellos que murieron serían los últimos en intentar atacarla? Todavía no conocía los detalles de por qué la querían cazar, pero no le importaba. Entendía perfectamente que no se fiase lo suficiente de él como para contárselo. Sin embargo, eso no quitaba importancia a su promesa.
No iba a dejar que se marchase sola. Después de un rato de insistencia en el que Alistar terminó accediendo a quedarse en el barco, salió del mismo escasos minutos después de ella. Lo suficiente como para que no lo viese salir pero que pudiese saber donde estaba por su olor. Mantenía unas distancias prudentes, con un sigiloso Kodlak escondido entre callejones. El animal sabía pasar desapercibido mejor que nadie, a pesar de su gran tamaño, y también la vigilaba.
Ataviado con su raída capa de viaje con capucha, el lobo iba cerca de ella siguiendo su aroma, esperando cualquier indicio de ataque. Y... lo hubo. Aunque no exactamente. No era un hombre quien saltó sobre ella, sino un animal. Un lobo de blanco pelaje bastante similar a Kodlak, aunque... El licántropo notaba algo raro en él. Sabía muchísimo de animales y el comportamiento de los lobos era uno que conocía demasiado bien, uno que a veces incluso compartía. Aquel animal tenía un comportamiento jovial, como un perro juguetón, más que de un lobo salvaje.
Sin embargo, Alistar no podía fiarse. Las fieras podían llegar a ser impredecibles y un animal salvaje como lo era el lobo podría sentirse amenazado en cualquier momento. Tal vez fuese la mascota de alguien, fuera como fuese, debía quitárselo de encima a la mujer. La cual, por lo que estaba escuchando, había confundido al animal con Kodlak. Alistar conocía muy bien al huargo y sabía que ese no era Kodlak. El licántropo se acercó y soltó un grito, proyectando su voz como el rugido del rey de las bestias.
—¡Basta!
Concentró su voz en el animal, esperando que no afectase demasiado a Bri. Tal vez le hiciese algo de molestia en los oídos, pero no sería nada demasiado brusco, al estar concentrado en el animal que tenía encima. La potencia del grito debería ser suficiente para quitarle al animal de encima de un empujón, aunque no debería hacerle demasiado daño. Alistar nunca dañaba a animales sin una razón de peso para ello y todavía no parecía ser una bestia agresiva.
—Ese no es Kodlak, Brianna. Se que parece jovial, pero pueden ser impredecibles. Apártate un segundo.
Y se acercaría al lobo, acercando con lentitud la mano a su frente. Tenía un comportamiento raro, si, pero no dejaba de ser un cánido, y uno de sus poderes de licántropo le permitía dar órdenes a cualquier cánido. A menos que... No sé, en realidad fuese un ser humano transformado en un animal por algún oscuro motivo. Pero ¿qué probabilidades había?
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¿Kodlak? Ivan giró la cabeza hacia Brianna y bajó la oreja izquierda, en un gesto confundido. ¿Pensaba que era otro animal? Volvió a girar la cabeza al escuchar llegar al lobo que había olido. Solo que no era un lobo, era un hombre grande, corpulento y de pelo blanco con barba espesa. Parecía mayor, aunque con un simple vistazo le bastó para decir que era alguien fuerte de cuerpo y probablemente peligroso. Se apartó de la chica y se puso entre ella y el recién llegado. ¿Por qué lo había confundido con un lobo? Su olor era... raro. Ahora que lo olía de cerca sí que olía a humano, pero solo en parte. Además percibía en él algo feral y peligroso. Algo que comandaba respeto, como un lobo alfa. Gruñó ligeramente, pero en respuesta recibió un poderoso grito que le agitó el pelaje. La presión en el aire fue tangible, hasta el punto de que se dio cuenta de que a otro lo habría echado hacia atrás. Sin embargo lo doloroso fue para sus agudos oídos. Gimoteó y sacudió la cabeza, dolido.
No tardó mucho en recuperarse y lo hizo clavando sus ojos sobre el extraño, enseñando agresivamente las fauces y agazapándose pasa saltar sobre él... hasta que escuchó sus palabras. ¿Conocía a Brianna? Cerró la boca y ladeó la cabeza hacia la izquierda, nuevamente confuso. Siguió alerta pero prestó atención a la chica. Parecía que sí que conocía a aquel hombre. Entonces recordó que en una conversación por den den mushi la semana pasada Brianna le había contado que había conocido a un hombre que le había protegido en Jaya de unos enemigos. Debía ser él, tenía sentido. Se destensó y lo observó tranquilamente acercarse. Se sentó sobre sus cuartos traseros y comentó despreocupadamente:
- Sabes, a Bri le dejo acariciarme, pero si alguien más intenta tocarme la cabeza sin permiso se queda sin mano. ¿Nadie te ha enseñado que antes de tocar a nadie es de buena educación dejar que te huela la mano al menos?
Soltó una serie de gruñidos que eran más bien una suerte de risa lupina y esperó, divertido, a ver la reacción del hombre. Al fin y al cabo, dudaba que se hubiese encontrado a más lobos parlantes a lo largo de su vida. Se levantó tranquilamente, sacudió el pelaje y se acercó a Brianna, agitando la cola animadamente. Entonces se estiró y su cuerpo comenzó a alargarse y enderezarse, mientras sus patas se volvían manos y piernas, su pelaje ropa y su rostro adoptaba rasgos humanos. El pirata iba vestido con botas negras, vaqueros raídos y su chaqueta roja abierta, mostrando su torso desnudo. Sonrió a Brianna traviesamente y le dijo:
- ¿Me esperabas, moza? - dijo con una mirada cálida, antes de girarse hacia el otro - Tú debes de ser... ¿Alistar?
No tardó mucho en recuperarse y lo hizo clavando sus ojos sobre el extraño, enseñando agresivamente las fauces y agazapándose pasa saltar sobre él... hasta que escuchó sus palabras. ¿Conocía a Brianna? Cerró la boca y ladeó la cabeza hacia la izquierda, nuevamente confuso. Siguió alerta pero prestó atención a la chica. Parecía que sí que conocía a aquel hombre. Entonces recordó que en una conversación por den den mushi la semana pasada Brianna le había contado que había conocido a un hombre que le había protegido en Jaya de unos enemigos. Debía ser él, tenía sentido. Se destensó y lo observó tranquilamente acercarse. Se sentó sobre sus cuartos traseros y comentó despreocupadamente:
- Sabes, a Bri le dejo acariciarme, pero si alguien más intenta tocarme la cabeza sin permiso se queda sin mano. ¿Nadie te ha enseñado que antes de tocar a nadie es de buena educación dejar que te huela la mano al menos?
Soltó una serie de gruñidos que eran más bien una suerte de risa lupina y esperó, divertido, a ver la reacción del hombre. Al fin y al cabo, dudaba que se hubiese encontrado a más lobos parlantes a lo largo de su vida. Se levantó tranquilamente, sacudió el pelaje y se acercó a Brianna, agitando la cola animadamente. Entonces se estiró y su cuerpo comenzó a alargarse y enderezarse, mientras sus patas se volvían manos y piernas, su pelaje ropa y su rostro adoptaba rasgos humanos. El pirata iba vestido con botas negras, vaqueros raídos y su chaqueta roja abierta, mostrando su torso desnudo. Sonrió a Brianna traviesamente y le dijo:
- ¿Me esperabas, moza? - dijo con una mirada cálida, antes de girarse hacia el otro - Tú debes de ser... ¿Alistar?
Brianna Byrne
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Ella pensaba que aquel animal grandote era Kodlak pero al escuchar la voz de Alistar por un momento se asustó. Si no era su amigo peludo, ¿de donde había salido aquel lobo blanco? Cuando se le quito de encima y además recibió el golpe de su protector la doctora se levanto y se alejo un poco. No necesito fijarse demasiado, lo suficiente para darse cuenta de quien era aquel lobo blanco. Estuvo apunto de hablar cuando lo hizo él diciendo aquella sarta de palabras juguetonas y diveridas sobre dejar que le acaricie la cabeza y todo lo que siguió después. Por un momento quiso darle un tirón de orejas, pero la verdad es que estaba segura de que tendrían que doler después del grito de Alistar por que a ella también le había molestado un poco.
Cuando le dijo eso de si le esperaba se acercó a él y le pego un tirón en la mejilla y después empezó a darle golpecitos con el dedo en el pecho mientras le hablaba — ¿se puede saber donde estabas Ivan Markov? y lo más importante ¿por que no tenía noticias tuyas desde hace días? estaba preocupada, tonto, tonto, mas que tontooooo — suspiro después y terminó de acercarse a él para darle un fuerte abrazo. Realmente le había echado mucho de menos y tenerle de nuevo a su lado era algo que la hacía especialmente feliz. Cerró los ojos y aspiro su aroma para asegurarse de que realmente estaba allí, sintiendo el calor de su cuerpo y el tacto de su piel. Cuando estuvo lo suficientemente segura de que lo tenía allí junto a ella se tranquilizo y se alejo un poquito de él.
— Ivan, este es Alistar y aquel lobo blanco de allí su compañero Kodlak, ellos fueron quienes me ayudaron la semana pasada cuando casi me atrapan los piratas — se mordió la lengua cuando dijo lo último. No le había especificado a Ivan lo que había pasado, solo le dijo que alguien la había ayudado contra alguien que se quería pasar de listo con ella, pero no el especifico que eran parte de la banda pirata que la había secuestrado de niña. La verdad es que esperaba que ahora no se pusiera a pedirle explicaciones por que en la mitad de la calle no iba a dárselas. Kodlak se acerco a la doctora y le froto el morro contra la mano para luego mirar con cierta intensidad al vampiro. No sabía si es que no le caía bien o que aún se preguntaba si se podía o no fiar de él.
Brianna le acarició con ternura la cabeza para mostrarle que estaba completamente tranquila — Alistar, él es Ivan, mi compañero y bueno, mi pareja, por cierto Alistar...¿que te dije de salir hoy?— sus mejillas se sonrojaron ligeramente cuando dijo lo ultimo, aún le costaba creer que el vampiro y ella eran pareja y habían empezado una relación y además puso pucheros por que el mayor no le hiciera caso y descansara. Pero le gustaba decir que eran pareja y le gustaba aún más como sonaba, se la notaba emocionada y la verdad es que estaba muy contenta de tenerle de nuevo a su lado, le había echado mucho de menos el tiempo que no había podido verle. Aunque había disfrutado mucho de la compañía de sus nuevos amigos y gracias a ellos el tiempo había pasado rápido y lo había disfrutado mucho, Alistar era un gran músico y Kodlak un animalito adorable en el fondo aunque los dos eran fieros guerreros cuando se trataba de protegerla.
Cuando le dijo eso de si le esperaba se acercó a él y le pego un tirón en la mejilla y después empezó a darle golpecitos con el dedo en el pecho mientras le hablaba — ¿se puede saber donde estabas Ivan Markov? y lo más importante ¿por que no tenía noticias tuyas desde hace días? estaba preocupada, tonto, tonto, mas que tontooooo — suspiro después y terminó de acercarse a él para darle un fuerte abrazo. Realmente le había echado mucho de menos y tenerle de nuevo a su lado era algo que la hacía especialmente feliz. Cerró los ojos y aspiro su aroma para asegurarse de que realmente estaba allí, sintiendo el calor de su cuerpo y el tacto de su piel. Cuando estuvo lo suficientemente segura de que lo tenía allí junto a ella se tranquilizo y se alejo un poquito de él.
— Ivan, este es Alistar y aquel lobo blanco de allí su compañero Kodlak, ellos fueron quienes me ayudaron la semana pasada cuando casi me atrapan los piratas — se mordió la lengua cuando dijo lo último. No le había especificado a Ivan lo que había pasado, solo le dijo que alguien la había ayudado contra alguien que se quería pasar de listo con ella, pero no el especifico que eran parte de la banda pirata que la había secuestrado de niña. La verdad es que esperaba que ahora no se pusiera a pedirle explicaciones por que en la mitad de la calle no iba a dárselas. Kodlak se acerco a la doctora y le froto el morro contra la mano para luego mirar con cierta intensidad al vampiro. No sabía si es que no le caía bien o que aún se preguntaba si se podía o no fiar de él.
Brianna le acarició con ternura la cabeza para mostrarle que estaba completamente tranquila — Alistar, él es Ivan, mi compañero y bueno, mi pareja, por cierto Alistar...¿que te dije de salir hoy?— sus mejillas se sonrojaron ligeramente cuando dijo lo ultimo, aún le costaba creer que el vampiro y ella eran pareja y habían empezado una relación y además puso pucheros por que el mayor no le hiciera caso y descansara. Pero le gustaba decir que eran pareja y le gustaba aún más como sonaba, se la notaba emocionada y la verdad es que estaba muy contenta de tenerle de nuevo a su lado, le había echado mucho de menos el tiempo que no había podido verle. Aunque había disfrutado mucho de la compañía de sus nuevos amigos y gracias a ellos el tiempo había pasado rápido y lo había disfrutado mucho, Alistar era un gran músico y Kodlak un animalito adorable en el fondo aunque los dos eran fieros guerreros cuando se trataba de protegerla.
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Ciertamente, eso no se lo esperaba. El lobo había resultado ser una persona descamisetada, un hombre de cabellos blancos y complexión atlética. ¿Acaso había más gente que, como él, podía transformarse en lobo? Llegó a preguntarse incluso si era un licántropo transformado por un antiguo usuario de su Fruta del Diablo, aunque según le habían explicado, tras morir todas las personas convertidas se habrían curado. O deberían haberlo hecho. Aunque lo más probable fuese que aquel era un poder totalmente distinto de otra Fruta del Diablo y estuviese complicándose demasiado. Tal vez era poseedor de una zoan de lobo.
Saludó a Ivan cuando lo presentaron inclinando levemente la cabeza y luego centró su atención en Brianna, que le había echado la bronca por salir del barco. Alistar, que ya se había quitado la capucha que llevaba, apartó un poco la capa de viaje para que mostrar su torso, que a diferencia del de Ivan estaba cubierto por su camisa blanca, y posó la mano en el mismo.
—Ya estoy curado, te dije que no tardaría en cerrar una vez extraída la bala. Además, no podía arriesgarme a que volviesen a atacarte como aquella noche, también ocurrió en esta isla.
Ya le había mencionado la noche anterior que viajaba con otra persona, por lo que pensó que Ivan debía serlo. Durante un momento se preguntó, si era su pareja, por qué no estaba allí para protegerla cuando la persiguieron aquellos hombres. Sin embargo, no se lo tuvo muy en cuenta y decidió darle el voto de confianza, más que nada. Después de todo, nadie puede estar en todas partes a la vez. Aunque si que empezó preguntarse otra cosa... ¿Qué valor tenía él viajando con Brianna si ya iba con alguien capaz de protegerla? Miró a un lado, regañándose a si mismo mentalmente. No, no podía pensar en ella como en una especie de cachorrito indefenso que necesita protección las veinticuatro horas. Ella le había ofrecido viajar juntos porque le había caído bien y, claramente, el lobo necesitaba ayuda. Era él a quien había que proteger.
—Fue ella quien me salvó la vida a mí —dijo mirando a Ivan—. Le debo bastante.
Saludó a Ivan cuando lo presentaron inclinando levemente la cabeza y luego centró su atención en Brianna, que le había echado la bronca por salir del barco. Alistar, que ya se había quitado la capucha que llevaba, apartó un poco la capa de viaje para que mostrar su torso, que a diferencia del de Ivan estaba cubierto por su camisa blanca, y posó la mano en el mismo.
—Ya estoy curado, te dije que no tardaría en cerrar una vez extraída la bala. Además, no podía arriesgarme a que volviesen a atacarte como aquella noche, también ocurrió en esta isla.
Ya le había mencionado la noche anterior que viajaba con otra persona, por lo que pensó que Ivan debía serlo. Durante un momento se preguntó, si era su pareja, por qué no estaba allí para protegerla cuando la persiguieron aquellos hombres. Sin embargo, no se lo tuvo muy en cuenta y decidió darle el voto de confianza, más que nada. Después de todo, nadie puede estar en todas partes a la vez. Aunque si que empezó preguntarse otra cosa... ¿Qué valor tenía él viajando con Brianna si ya iba con alguien capaz de protegerla? Miró a un lado, regañándose a si mismo mentalmente. No, no podía pensar en ella como en una especie de cachorrito indefenso que necesita protección las veinticuatro horas. Ella le había ofrecido viajar juntos porque le había caído bien y, claramente, el lobo necesitaba ayuda. Era él a quien había que proteger.
—Fue ella quien me salvó la vida a mí —dijo mirando a Ivan—. Le debo bastante.
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