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Giotto Leblanc
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Giotto frunció el entrecejo ante la respuesta de su compañera. Era completamente consciente de que ella no tenía la culpa de no haber conseguido información, al igual que él tampoco lo había hecho, pero no podía evitar estar mosqueado.
—No te preocupes, señorita Ellionette —le dijo—. No creo que esos dos se levanten en un buen rato. Lleva al pequeño con su familia y nos vemos aquí arriba. Después de todo, si mi plan sale bien Porky no tardará en venir —comentó—. Todos aquellos que usan a otros bajo coacción, en este caso mediante el uso de estupefacientes, son muy orgullosos y tienen mucho que demostrar. El mundo de las drogas es complicado, y si ven que eres débil tratarán de quitarte del medio y ocupar tu sitio —mostró una sonrisa confiada—. Y esa es nuestra pequeña ventaja. ¿El problema? Que traer la batalla al pueblo con nuestros poderes… Puede ser contraproducente para las estructuras de sus edificaciones.
Una vez habló, la mink se marchó de allí junto al pequeño que tenía agarrado a su mano. Giotto se fue hacia el cuerpo del sujeto que había abatido con sus llamas, pero lo que encontró fue una especie de muñeco. No estaba el cuerpo verdadero. «¿Qué demonios?».
En el momento en el que apareció Ellie, algo cayó del cielo en picado. El rubio reculó tan rápido como pudo usando su soru, mas no pudo evitar que un cráter de más de cinco metros de diámetro se formara allí. Una nube de polvo envolvió el lugar, que al disiparse dejo ver a más de diez personas. Un sujeto vestido de traje y corbata, nariz chata echada hacia arriba, como la de un cerdo. Estaba rodeado de varios hombres, vestidos de forma menos elegante, y con ellos, muy malherido, el hombre que se le había escapado, y en perfectas condiciones el okama que había dejado ir para amenazar a Porky.
—¿Así que sois vosotros los que vais a acabar con mi vida? —preguntó—. Si ni tan siquiera habéis podido capturar a este traidor —Agarró el cuerpo del hombre con capacidades hipnóticas sobre el suelo y lo tiró con violencia.
—¿Quién no te dice que le he dejado escapar para que nos lleve ante ti? —le preguntó Giotto con exceso de soberbia y galantería—. Después de todo, mi plan ha sido un éxito, aunque creía que tardarías menos en venir, la verdad —clavo una mirada sobre el okama—. Muchas gracias, miladi —mostró una preciosa sonrisa de oreja a oreja que le hizo sonrojar.
—No te preocupes, señorita Ellionette —le dijo—. No creo que esos dos se levanten en un buen rato. Lleva al pequeño con su familia y nos vemos aquí arriba. Después de todo, si mi plan sale bien Porky no tardará en venir —comentó—. Todos aquellos que usan a otros bajo coacción, en este caso mediante el uso de estupefacientes, son muy orgullosos y tienen mucho que demostrar. El mundo de las drogas es complicado, y si ven que eres débil tratarán de quitarte del medio y ocupar tu sitio —mostró una sonrisa confiada—. Y esa es nuestra pequeña ventaja. ¿El problema? Que traer la batalla al pueblo con nuestros poderes… Puede ser contraproducente para las estructuras de sus edificaciones.
Una vez habló, la mink se marchó de allí junto al pequeño que tenía agarrado a su mano. Giotto se fue hacia el cuerpo del sujeto que había abatido con sus llamas, pero lo que encontró fue una especie de muñeco. No estaba el cuerpo verdadero. «¿Qué demonios?».
En el momento en el que apareció Ellie, algo cayó del cielo en picado. El rubio reculó tan rápido como pudo usando su soru, mas no pudo evitar que un cráter de más de cinco metros de diámetro se formara allí. Una nube de polvo envolvió el lugar, que al disiparse dejo ver a más de diez personas. Un sujeto vestido de traje y corbata, nariz chata echada hacia arriba, como la de un cerdo. Estaba rodeado de varios hombres, vestidos de forma menos elegante, y con ellos, muy malherido, el hombre que se le había escapado, y en perfectas condiciones el okama que había dejado ir para amenazar a Porky.
—¿Así que sois vosotros los que vais a acabar con mi vida? —preguntó—. Si ni tan siquiera habéis podido capturar a este traidor —Agarró el cuerpo del hombre con capacidades hipnóticas sobre el suelo y lo tiró con violencia.
—¿Quién no te dice que le he dejado escapar para que nos lleve ante ti? —le preguntó Giotto con exceso de soberbia y galantería—. Después de todo, mi plan ha sido un éxito, aunque creía que tardarías menos en venir, la verdad —clavo una mirada sobre el okama—. Muchas gracias, miladi —mostró una preciosa sonrisa de oreja a oreja que le hizo sonrojar.
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- Podemos controlarnos -comentó Ellie en respuesta a la preocupación de Gio porque usaran sus poderes-. No creo que sea necesario dar el cien por cien de nosotros para acabar con esta banda.
Y es que la mink tenía la sensación de que sólo tenían que vencer al líder, ese tal Porky. Todos le seguían pero, aparentemente, con la única motivación de recibir más dosis gratis. Quizá, si arrancaban el problema de raíz, aquellos presos de sus propias adicciones abriesen por fín los ojos.
El niño se había quedado a salvo, así que la única preocupación que tenían ahora era encontrar a ese tal Porky -o que viniese a ellos, como había intentado Giotto-, y liberar al pueblo de aquella tiranía que tan infelices les hacía.
De repente, algo cayó del cielo en picado. La velocidad a la que caía era muy elevada, así que tanto su compañero como ella tuvieron que emplear soru para evitar males mayores. Y es que, aquello que surcó los cielos y acabó golpeando contra la tierra formó un cráter de unos cuantos metros. La mink estuvo alerta tras el impacto, ya que una nube de polvo se generó y podía ser empleada como distracción justo antes del ataque. Pero no, se disipó a los segundos y dejó ver al menos a diez hombres. Uno de ellos era claramente Porky, vestido con un traje y acompañado por una gran soberbia que fue contrarrestada por su compañero.
MIentras los hombres mostraban su tradicional orgullo previo a la batalla, la agente hizo algo más útil; observar la situación. Aquella gente que acompañaba a Porky parecía estar en mejores condiciones que los que se habían encontrado abajo, así que era probable que formasen parte de su guardia personal. Los tipos vestían con una especie de uniforme militar, y tres de ellos portaban unos grandes rifles atados al hombro a través de una correa. Cinco blandirían algún tipo de arma de filo, ya que cerca de su cadera mostraban una funda que, salvo sorpresa, contendría una katana o algún tipo de sable. El resto -tres hombres más sin contar a Porky- iban totalmente desarmados, por lo que lo más lógico era pensar que se trataba de luchadores cuerpo a cuerpo.
El análisis del terreno fue más rápido. La zona en la que estaban era llana y con pocas edificaciones cercanas, En cualquier caso, la mink trataría de ser lo más cauta posible en ese sentido. Quizá, con suerte, pudieran acabar con sus rivales sin que ninguna estructura sufriera algún tipo de deterioro.
Giotto acabó su particular pique con Porky sonriendo al okama que había mandado a avisarle, y aquello para la agente dió la señal del comienzo de la velada. Empleando su entrenado Pellie, hizo crecer sus garras veinte centímetros a la par que la electricidad empezaba a recorrer su cuerpo, y en un parpadeo de tiempo se situó cerca de uno de los espadachines, al cual golpeó con un contundente arañazo en el estómago para después dar un gancho y dejarlo ko. Con su ágil movimiento había llamado la atención de la mayoría de los presentes, movimiento que le vendría bien a su compañero.
Y es que la mink tenía la sensación de que sólo tenían que vencer al líder, ese tal Porky. Todos le seguían pero, aparentemente, con la única motivación de recibir más dosis gratis. Quizá, si arrancaban el problema de raíz, aquellos presos de sus propias adicciones abriesen por fín los ojos.
El niño se había quedado a salvo, así que la única preocupación que tenían ahora era encontrar a ese tal Porky -o que viniese a ellos, como había intentado Giotto-, y liberar al pueblo de aquella tiranía que tan infelices les hacía.
De repente, algo cayó del cielo en picado. La velocidad a la que caía era muy elevada, así que tanto su compañero como ella tuvieron que emplear soru para evitar males mayores. Y es que, aquello que surcó los cielos y acabó golpeando contra la tierra formó un cráter de unos cuantos metros. La mink estuvo alerta tras el impacto, ya que una nube de polvo se generó y podía ser empleada como distracción justo antes del ataque. Pero no, se disipó a los segundos y dejó ver al menos a diez hombres. Uno de ellos era claramente Porky, vestido con un traje y acompañado por una gran soberbia que fue contrarrestada por su compañero.
MIentras los hombres mostraban su tradicional orgullo previo a la batalla, la agente hizo algo más útil; observar la situación. Aquella gente que acompañaba a Porky parecía estar en mejores condiciones que los que se habían encontrado abajo, así que era probable que formasen parte de su guardia personal. Los tipos vestían con una especie de uniforme militar, y tres de ellos portaban unos grandes rifles atados al hombro a través de una correa. Cinco blandirían algún tipo de arma de filo, ya que cerca de su cadera mostraban una funda que, salvo sorpresa, contendría una katana o algún tipo de sable. El resto -tres hombres más sin contar a Porky- iban totalmente desarmados, por lo que lo más lógico era pensar que se trataba de luchadores cuerpo a cuerpo.
El análisis del terreno fue más rápido. La zona en la que estaban era llana y con pocas edificaciones cercanas, En cualquier caso, la mink trataría de ser lo más cauta posible en ese sentido. Quizá, con suerte, pudieran acabar con sus rivales sin que ninguna estructura sufriera algún tipo de deterioro.
Giotto acabó su particular pique con Porky sonriendo al okama que había mandado a avisarle, y aquello para la agente dió la señal del comienzo de la velada. Empleando su entrenado Pellie, hizo crecer sus garras veinte centímetros a la par que la electricidad empezaba a recorrer su cuerpo, y en un parpadeo de tiempo se situó cerca de uno de los espadachines, al cual golpeó con un contundente arañazo en el estómago para después dar un gancho y dejarlo ko. Con su ágil movimiento había llamado la atención de la mayoría de los presentes, movimiento que le vendría bien a su compañero.
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La mink se quedó altamente sorprendida ante la no actuación de su compañero. Había creado una distracción que podía haber utilizado con un gran beneficio, sin embargo, aún seguía plantado en el mismo sitio en el que había estado los últimos cinco minutos. ¿Acaso estaba esperando a un momento aún mejor?
Sin saber muy bien lo que estaba pasando, la loba tendría que preocuparse por ella misma antes de averiguarlo, así que comenzó a calentar su cuerpo mientras sus rivales se acercaban a ella. En ese instante creyó saber lo que estaba pasando. Gio tenía vía libre contra Porky, ya que la gran mayoría de sus hombres se encontraban yendo hacia ella. ¿Sería aquello lo que Giotto había planificado en un principio? De cualquier manera parecía no haberle salido del todo mal.
Un par de disparos atravesaron el cuerpo de la agente, dejando sendos boquetes que no tardaron en subsanar, siendo recorridos por una masa rojiza que desapareció para dejar el peludo cuerpo de la mink totalmente intacto. Los espadachines se lanzaron a la ofensiva tras el fracaso de sus compañeros. Ellos sí que sabían a lo que se enfrentaban, y con sus sables rodeados de una película negruzca, empezaron a realizar ágiles movimientos con un único fin; cortar a Elle.
Con una agilidad envidiable, y doblando cada parte de su cuerpo, la loba consiguió evadir prácticamente todos los ataques que lanzaron, recibiendo algún que otro corte superficial en zonas como el abdomen y el brazo derecho. Pero el ataque cesó por un segundo, algo que Ellie sabía que tenía que aprovechar. Con las patas en ristre, se lanzó a por el primer espadachín y realizó un combo de tres puñetazos magmáticos, creando quemaduras de gran importancia en las zonas impactadas; pecho, abdomen y rostro. Su segundo rival fue más sencillo, bastó con un simple golpe en el estómago para que se retorciese de dolor y cayese al suelo, dejando sus armas tan indefensas como lo estaba él.
Los otros enemigos fueron alcanzados por su lluvia de magma. Finas gotas surcaron el aire hasta llegar a su destino; los cuerpos de sus rivales. Algunos cayeron al suelo mientras que otros salieron corriendo, probablemente en busca de un agua que no había cerca -al menos en la zona que había recorrido antes-. Todos salvo dos tipos. Uno era Porky, mientras que el otro parecía su mano derecha. Un tipo con un traje ligeramente menos elegante que el de su jefe, aunque su rostro denotaba mucha más mala leche que la de su superior.
Parecía que Giotto tendría que hacer frente a Porky y ella a su mano derecha. Con ello, terminarían la guerra que habían comenzado y sus habitantes podrían volver a hacer vida normal por fín. No sonaba mal, ¿verdad? Ojalá lo lograsen.
Sin saber muy bien lo que estaba pasando, la loba tendría que preocuparse por ella misma antes de averiguarlo, así que comenzó a calentar su cuerpo mientras sus rivales se acercaban a ella. En ese instante creyó saber lo que estaba pasando. Gio tenía vía libre contra Porky, ya que la gran mayoría de sus hombres se encontraban yendo hacia ella. ¿Sería aquello lo que Giotto había planificado en un principio? De cualquier manera parecía no haberle salido del todo mal.
Un par de disparos atravesaron el cuerpo de la agente, dejando sendos boquetes que no tardaron en subsanar, siendo recorridos por una masa rojiza que desapareció para dejar el peludo cuerpo de la mink totalmente intacto. Los espadachines se lanzaron a la ofensiva tras el fracaso de sus compañeros. Ellos sí que sabían a lo que se enfrentaban, y con sus sables rodeados de una película negruzca, empezaron a realizar ágiles movimientos con un único fin; cortar a Elle.
Con una agilidad envidiable, y doblando cada parte de su cuerpo, la loba consiguió evadir prácticamente todos los ataques que lanzaron, recibiendo algún que otro corte superficial en zonas como el abdomen y el brazo derecho. Pero el ataque cesó por un segundo, algo que Ellie sabía que tenía que aprovechar. Con las patas en ristre, se lanzó a por el primer espadachín y realizó un combo de tres puñetazos magmáticos, creando quemaduras de gran importancia en las zonas impactadas; pecho, abdomen y rostro. Su segundo rival fue más sencillo, bastó con un simple golpe en el estómago para que se retorciese de dolor y cayese al suelo, dejando sus armas tan indefensas como lo estaba él.
Los otros enemigos fueron alcanzados por su lluvia de magma. Finas gotas surcaron el aire hasta llegar a su destino; los cuerpos de sus rivales. Algunos cayeron al suelo mientras que otros salieron corriendo, probablemente en busca de un agua que no había cerca -al menos en la zona que había recorrido antes-. Todos salvo dos tipos. Uno era Porky, mientras que el otro parecía su mano derecha. Un tipo con un traje ligeramente menos elegante que el de su jefe, aunque su rostro denotaba mucha más mala leche que la de su superior.
Parecía que Giotto tendría que hacer frente a Porky y ella a su mano derecha. Con ello, terminarían la guerra que habían comenzado y sus habitantes podrían volver a hacer vida normal por fín. No sonaba mal, ¿verdad? Ojalá lo lograsen.
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Quizá esperar una pelea justa hubiera sido mucho pedir. La mink observó cómo tanto la mano derecha de Porky como él mismo se lanzaban a por Giotto. ¿Tan efectivas eran esas afiladas palabras que el agente había intercambiado con el malhechor? Así debía ser, pues ambos tenían una cara repleta de rabia.
Había peleado en muchas ocasiones contra alguien así, inundado por una ciega ira que no le permitía ni pensar ni actuar con cordura. Aquello tenía sus pros y sus contras, como casi cualquier pelea, aunque a veces era difícil encontrar alguno de los dos.
Con un rápido movimiento e impulsándose a una velocidad sobrehumana, Ellie se desplazó desde su posición hasta una ubicación intermedia entre la mano derecha de Porky y Giotto. Lo hizo tan rápido que un ojo normal no sería capaz ni de seguirla ni de darse cuenta. Una vez posicionada y preparada para parar el ataque de su rival, flexionó ligeramente las rodillas y estiró ambas manos, esperando así frenar el golpe y amortiguar el impacto.
La mano derecha del traficante impactó con fuerza en la trampa que la loba le había tendido, aunque seguramente lo hizo con menos fuerza de la que quería, ya que su presencia también le pilló por sorpresa -al menos eso reflejaba su rostro, que era una mezcla de estupefacción y rabia-. Aprovechando el impacto la agente dió un paso hacia atrás y se impulsó de nuevo, intentando golpear con sus patas el estómago del humano. Sin embargo, aquél tipo la esperó a sabiendas de lo que iba a hacer, y con un ágil movimiento giró el torso y flexionó su columna, golpeando duramente con el codo la espalda de la agente, que cayó al suelo y levantó una pequeña nube de polvo.
Había peleado en muchas ocasiones contra alguien así, inundado por una ciega ira que no le permitía ni pensar ni actuar con cordura. Aquello tenía sus pros y sus contras, como casi cualquier pelea, aunque a veces era difícil encontrar alguno de los dos.
Con un rápido movimiento e impulsándose a una velocidad sobrehumana, Ellie se desplazó desde su posición hasta una ubicación intermedia entre la mano derecha de Porky y Giotto. Lo hizo tan rápido que un ojo normal no sería capaz ni de seguirla ni de darse cuenta. Una vez posicionada y preparada para parar el ataque de su rival, flexionó ligeramente las rodillas y estiró ambas manos, esperando así frenar el golpe y amortiguar el impacto.
La mano derecha del traficante impactó con fuerza en la trampa que la loba le había tendido, aunque seguramente lo hizo con menos fuerza de la que quería, ya que su presencia también le pilló por sorpresa -al menos eso reflejaba su rostro, que era una mezcla de estupefacción y rabia-. Aprovechando el impacto la agente dió un paso hacia atrás y se impulsó de nuevo, intentando golpear con sus patas el estómago del humano. Sin embargo, aquél tipo la esperó a sabiendas de lo que iba a hacer, y con un ágil movimiento giró el torso y flexionó su columna, golpeando duramente con el codo la espalda de la agente, que cayó al suelo y levantó una pequeña nube de polvo.
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El agente permaneció impasible durante un buen rato que pudo considerarse eterno. Un duelo de miradas entre él y aquel a quien llamaban Porky que parecía, incluso, cómico. Ellie ya había comenzando a reducir las fuerzas del bando enemigo, cuando Porky y uno de sus hombres, que por su vestimenta y la forma de hablarle a su jefe indicaba que estaba por encima del resto en su jerarquía, se abalanzaron contra el rubio.
Todo sucedió muy rápido, tanto que pilló desprevenido al agente. Porky se abalanzó sobre él de frente, alzando su puño completamente ennegrecido, mientras que el que parecía su compañero apareció a su espalda. Giotto dio un giro de noventa grados, centrando haki de armadura en sus manos con la intención de bloquear ambos ataques. Sin embargo, la buena de Ellie interceptó el golpe del criminal, haciendo que tan solo tuviera que preocuparse por Porky, cuyo golpe bloqueó con una sola mano, más no pudo hacer lo mismo con el rodillazo que apareció después en su costado, el cual le golpeó ante su sorpresa.
—¿Creías que mis hombres no iban a darse cuenta de lo que eres? —preguntó en voz alta, reculando justo después—. No es la primera vez que se escuchan rumores de un hombre rubio que no solo controla el fuego, si no que es el propio fuego.
Giotto frunció el ceño, encendiendo una llama en su cabeza.
Desapareció de la vista de todos, dejando una figura de fuego que se disipaba en el lugar en el que había estado hacía un breve instante. Porky miró a un lado y al otro, pero no se le ocurrió mirar hacia el cielo. Allí se encontraba Giotto, que gracias a su slancio di fuoco y su geppou se había ido hacia los cielos, cargando una gran cantidad de fuego y lanzándolo hacia abajo. Era una cantidad de llamas absurda, que abarcaba un radio de veinte metros.
«Con esto será suficiente»
De repente, Porky sin un mísero rasguño más allá de un traje quemado apareció dando un poderoso salto, golpeándolo nuevo en el pecho y lanzándolo por los aires. Fue un puñetazo contundente, hasta el punto que quebró la fortaleza natural de su propio cuerpo y hacer que escupiera sangre.
Se transformó en su forma elemental, y se abalanzó de nuevo sobre Porky, girando alrededor de él, mientras materializaba su pierna y lanzaba una serie de rankyakus, que su oponente bloqueó con sus manos ennegrecidas y sus brazos, de los cuales brotaban sangre a borbotones.
Todo sucedió muy rápido, tanto que pilló desprevenido al agente. Porky se abalanzó sobre él de frente, alzando su puño completamente ennegrecido, mientras que el que parecía su compañero apareció a su espalda. Giotto dio un giro de noventa grados, centrando haki de armadura en sus manos con la intención de bloquear ambos ataques. Sin embargo, la buena de Ellie interceptó el golpe del criminal, haciendo que tan solo tuviera que preocuparse por Porky, cuyo golpe bloqueó con una sola mano, más no pudo hacer lo mismo con el rodillazo que apareció después en su costado, el cual le golpeó ante su sorpresa.
—¿Creías que mis hombres no iban a darse cuenta de lo que eres? —preguntó en voz alta, reculando justo después—. No es la primera vez que se escuchan rumores de un hombre rubio que no solo controla el fuego, si no que es el propio fuego.
Giotto frunció el ceño, encendiendo una llama en su cabeza.
Desapareció de la vista de todos, dejando una figura de fuego que se disipaba en el lugar en el que había estado hacía un breve instante. Porky miró a un lado y al otro, pero no se le ocurrió mirar hacia el cielo. Allí se encontraba Giotto, que gracias a su slancio di fuoco y su geppou se había ido hacia los cielos, cargando una gran cantidad de fuego y lanzándolo hacia abajo. Era una cantidad de llamas absurda, que abarcaba un radio de veinte metros.
«Con esto será suficiente»
De repente, Porky sin un mísero rasguño más allá de un traje quemado apareció dando un poderoso salto, golpeándolo nuevo en el pecho y lanzándolo por los aires. Fue un puñetazo contundente, hasta el punto que quebró la fortaleza natural de su propio cuerpo y hacer que escupiera sangre.
Se transformó en su forma elemental, y se abalanzó de nuevo sobre Porky, girando alrededor de él, mientras materializaba su pierna y lanzaba una serie de rankyakus, que su oponente bloqueó con sus manos ennegrecidas y sus brazos, de los cuales brotaban sangre a borbotones.
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La agente se levantó rápidamente y aprovechó la pequeña nube de polvo levantada para dar un par de pasos hacia atrás. Lo cierto era que tenía un leve dolor en la espalda, justo en la zona impactada, pero no supondría un grave problema a la hora de continuar con la pelea que habían iniciado.
La mink inspiró profundo y expulsó el aire recogido, para, consciente del momento, empezar a explotar sus dotes e intentar cerrar el combate rápidamente. El que estaba siendo su rival parecía fuerte, y había demostrado ser hábil -y no solo eso, también era capaz de emplear el haki y golpear a cualquier logia que se le presentara-, aunque habría que ponerle a prueba para averiguar si era más que la propia Ellie.
En un abrir y cerrar de ojos la agente desapareció, dejando una imagen borrosa de su ser durante una milésima de segundo. La velocidad a la que se movía era tal que su rival solo podía percibir ligeros cambios de corriente fruto de sus propios movimientos. Y un par de segundos después, la loba apareció en el lateral derecho de su rival, al cual empleó un rodillazo ayudada de su electro para imprimir más velocidad, para justo después llevar su dedo lleno de magma hasta el pecho de su rival.
La mano derecha de Porky recibió el rodillazo sin apenas moverse, se reincorporó rápido y, ante el shigan de Ellie, solo pudo frenar su embestida y minimizar la herida que la loba acabó causando en su pecho. Afortunadamente para él, al forcejear con ambas manos sobre la diestra de Ellie consiguió desviar el impacto y, de ir directo al corazón, pasó a golpear entre la cuarta y la quinta costilla, creando un boquete del cual empezó a salir bastante sangre, algo que enfureció visiblemente al tipo, que rechinó los dientes y lanzó un potente y ágil combo contra el estómago de la agente.
Por su parte, bastante sorprendida ante la rápida ofensiva de su rival, Ellie recibió varios de los golpes en su estómago, y pese a endurecerlo con su haki, no fue suficiente para paliar el dolor de aquél tipo. Sin duda tenía fuerza. Cuando se disponía a lanzar un golpe final, la mink vislumbró algo en su mente y miró instintivamente al cielo, desde donde se acercaba una enorme masa de fuego. ¿Acaso Giotto no se había dado cuenta de que estaban peleando cerca de ellos? Rápidamente la mink calentó su cuerpo y se acercó a su rival, agarrándolo y recibiendo golpes del humano, que intentaba liberarse de su presa. Impactó tantas veces en la loba que empezó a escupir sangre, sin embargo no cesó en su empeño por mantenerse agarrado con el maleante. Bien pensado, el fuego le quemaría, ¿no? Y si no era el fuego de Giotto sería la alta temperatura de la agente.
La mink inspiró profundo y expulsó el aire recogido, para, consciente del momento, empezar a explotar sus dotes e intentar cerrar el combate rápidamente. El que estaba siendo su rival parecía fuerte, y había demostrado ser hábil -y no solo eso, también era capaz de emplear el haki y golpear a cualquier logia que se le presentara-, aunque habría que ponerle a prueba para averiguar si era más que la propia Ellie.
En un abrir y cerrar de ojos la agente desapareció, dejando una imagen borrosa de su ser durante una milésima de segundo. La velocidad a la que se movía era tal que su rival solo podía percibir ligeros cambios de corriente fruto de sus propios movimientos. Y un par de segundos después, la loba apareció en el lateral derecho de su rival, al cual empleó un rodillazo ayudada de su electro para imprimir más velocidad, para justo después llevar su dedo lleno de magma hasta el pecho de su rival.
La mano derecha de Porky recibió el rodillazo sin apenas moverse, se reincorporó rápido y, ante el shigan de Ellie, solo pudo frenar su embestida y minimizar la herida que la loba acabó causando en su pecho. Afortunadamente para él, al forcejear con ambas manos sobre la diestra de Ellie consiguió desviar el impacto y, de ir directo al corazón, pasó a golpear entre la cuarta y la quinta costilla, creando un boquete del cual empezó a salir bastante sangre, algo que enfureció visiblemente al tipo, que rechinó los dientes y lanzó un potente y ágil combo contra el estómago de la agente.
Por su parte, bastante sorprendida ante la rápida ofensiva de su rival, Ellie recibió varios de los golpes en su estómago, y pese a endurecerlo con su haki, no fue suficiente para paliar el dolor de aquél tipo. Sin duda tenía fuerza. Cuando se disponía a lanzar un golpe final, la mink vislumbró algo en su mente y miró instintivamente al cielo, desde donde se acercaba una enorme masa de fuego. ¿Acaso Giotto no se había dado cuenta de que estaban peleando cerca de ellos? Rápidamente la mink calentó su cuerpo y se acercó a su rival, agarrándolo y recibiendo golpes del humano, que intentaba liberarse de su presa. Impactó tantas veces en la loba que empezó a escupir sangre, sin embargo no cesó en su empeño por mantenerse agarrado con el maleante. Bien pensado, el fuego le quemaría, ¿no? Y si no era el fuego de Giotto sería la alta temperatura de la agente.
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El agente se alejó tras su ataque, aumentando la llama que había sobre su frente sin apartar la mirada de su contrincante, analizándolo: varios cortes profundos en ambos antebrazos, brazos y hombros. Muestras de aparente cansancio que intentaba ocultar bajo una sonrisa déspota y ninguna quemadura en todo su cuerpo. Eso último molestaba mucho a Giotto, que al ser la reencarnación del propio fuego no podía asimilar que alguien que, a priori, no era capaz de dominar su elemento saliera indemne de un ataque que considerara letal.
Porky volvió a arremeter contra él, aunque esa vez algo raro envolvía su cuerpo. De sus manos había emergido una especie de aura fluctuante de color negro que hacia que sus puños emitieran un brillo de color violáceo, el cual, al mismo tiempo, giraba a su alrededor. Podía notar su determinación y alma en las manos del pirata, y eso le hizo cerrar los ojos y centrarse únicamente en eso.
Desde ese preciso momento, en la plaza de aquella isla cuyo nombre no recordaba, tan solo estaban Porky y él. Los sentimientos del primero podían notarse con claridad: ambición, ira y ganas de acabar con el hombre que tenía en frente. Giotto previó el primer ataque, directamente con el brazo derecho y apuntando a su cara. Usó su pierna diestra como cohete y se impulsó, evitando completamente el golpe y evitando cualquier combo posible por parte de su enemigo. Tras eso, desde ahí, alzó la pierna envuelta en haki de armadura y le dio una patada, que fue hábilmente bloqueada por Porky, que aprovechó para agarrarla con sus manos desnudas y, con fuerza, zarandear al agente.
Era una sensación muy incómoda, notar como tu cuerpo choca contra el suelo, aunque al entrar en contacto con la piedra se volviera fuego. Asimismo, usando su forma elemental, trasladó la mitad de su cuerpo a la espalda de su enemigo y, usando los dedos índice y corazón de ambas manos, lanzó un doble shigan con una potencia mucho más destructiva y demoledora que la de uno común, pues además de tener una fuerza similar a la de una escopeta a bocajarro, también generaba fuego. Esa vez no limitaría el poder calorífico que podía conseguir, si no que lo haría al máximo de su potencial.
—Cornata Infernale…
Susurró el agente, para luego golpear las escápulas de su enemigo, desgarrando la musculatura que envolvía aquella parte de su espalda, llegando a crearle unas quemaduras leves en su gruesa piel. Emitió un grito ahogado, repleto de dolor y soltó al agente por propio acto reflejo e intentar atraparle a su espalda. Ante eso, el propio Giotto se impulsó hacia el cielo, aún con los ojos cerrados y respiró hondo. Era capaz de ver como la voluntad que envolvía sus puños era menos densa, como si se le estuviera acabando el tiempo de uso de aquella habilidad. «Será mejor hacerle perder el tiempo», pensó, volviendo a girar alrededor de su oponente y lanzando pequeños proyectiles de fuego desde distintas direcciones. «Proiettili di fuoco», dijo para sus adentros, viendo como aquella mala bestia trataba de atraparle.
A cada segundo que pasaba los movimientos de Porky eran más lentos, y eso era algo que hacía sentir mejor a Giotto.
—Empiezo a notarle cansado, señor Porky —comentó Giotto con altivez y arrogancia en su voz—. Y mucho menos alguien con unas condiciones físicas tan deplorables. Tal vez sea fuerte y bruto, mas esas no son las cualidades necesarias para derrotar a alguien como yo. Así que voy a pedírselo una única vez… entréguese y prometo no hacerle daño y que tendrá un juicio justo por los delitos que ha cometido.
Pero entonces, haciendo uso de su fuerza bruta, propagó una fuerza onda de choque hacia el lugar en el que estaba el agente, propagando toda la voluntad que tenía en sus manos. Aquel ataque pilló por desprevenido a Giotto, que, como otras veces, había bajado la guardia. Tan solo pudo cruzar sus brazos, cubriéndolos de haki y endurecer al mismo tiempo todo su cuerpo con su tekkai. El ataque le envió por los aires, dañándole de tal forma que sentía como se hubiera tirado a una piscina completamente en plancha desde una gran altura. Era doloroso. Sin embargo, lo que más le dolía era ver como su traje de marca había sido destrozado por alguien como su contrincante.
Abrió los ojos, levantándose del muro destruido que había a sus espaldas, y vio como su oponente sudaba como un pollo asado, como las gotas de agua caían por sus musculadas lorzas —No sabría bien como definir a una persona fuerte, pero al mismo tiempo entrada en carnes y grasienta—, y vislumbraba como algunos de sus proyectiles le habían hecho pequeñas quemaduras en la piel. «Así que a partir de cierta temperatura tu cuerpo no es capaz de resistir el fuego», discurrió, mostrando una sonrisa.
Se incorporó hasta colocarse recto y erguido como un caballero, mientras canalizaba en su mano derecha una gran cantidad de fuego, a una temperatura que superaba con creces lo que era capaz de generar sin apenas esfuerzo. Debía tener cuidado y no soltarla sin pensar, o seguramente acabaría calcinando varias de los locales que se encontraban en aquella plaza. Miró a los ojos a Porky y, en un abrir y cerrar de ojos, usando su Slancio di Fuoco: Versione Due, se posicionó a dos metros de su contrincante. Aquel kenpo del rokushiki era mucho más veloz que el que había usado hacía unos minutos y, una vez pudo ver el temor en los ojos de Porky, lanzó su devastador ataque.
—Pugno dall'inferno…
De su mano salió un torrente de fuego a casi dos mil grados centígrados, que al chocar contra aquel criminal comenzó a ocasionarle una serie de quemaduras que, seguramente, le dejarían marcado para siempre, emocional y físicamente. Tras eso, casi al mismo tiempo que el pirata caía al suelo derrotado, Giotto perdió el equilibrio y cayó de rodillas.
Jadeaba como si hubiera corrido una maratón, pues estaba muy cansado. Notaba como el cuerpo le dolía por completo.
Miró a Ellie y asintió. Todo había acabado.
Porky volvió a arremeter contra él, aunque esa vez algo raro envolvía su cuerpo. De sus manos había emergido una especie de aura fluctuante de color negro que hacia que sus puños emitieran un brillo de color violáceo, el cual, al mismo tiempo, giraba a su alrededor. Podía notar su determinación y alma en las manos del pirata, y eso le hizo cerrar los ojos y centrarse únicamente en eso.
Desde ese preciso momento, en la plaza de aquella isla cuyo nombre no recordaba, tan solo estaban Porky y él. Los sentimientos del primero podían notarse con claridad: ambición, ira y ganas de acabar con el hombre que tenía en frente. Giotto previó el primer ataque, directamente con el brazo derecho y apuntando a su cara. Usó su pierna diestra como cohete y se impulsó, evitando completamente el golpe y evitando cualquier combo posible por parte de su enemigo. Tras eso, desde ahí, alzó la pierna envuelta en haki de armadura y le dio una patada, que fue hábilmente bloqueada por Porky, que aprovechó para agarrarla con sus manos desnudas y, con fuerza, zarandear al agente.
Era una sensación muy incómoda, notar como tu cuerpo choca contra el suelo, aunque al entrar en contacto con la piedra se volviera fuego. Asimismo, usando su forma elemental, trasladó la mitad de su cuerpo a la espalda de su enemigo y, usando los dedos índice y corazón de ambas manos, lanzó un doble shigan con una potencia mucho más destructiva y demoledora que la de uno común, pues además de tener una fuerza similar a la de una escopeta a bocajarro, también generaba fuego. Esa vez no limitaría el poder calorífico que podía conseguir, si no que lo haría al máximo de su potencial.
—Cornata Infernale…
Susurró el agente, para luego golpear las escápulas de su enemigo, desgarrando la musculatura que envolvía aquella parte de su espalda, llegando a crearle unas quemaduras leves en su gruesa piel. Emitió un grito ahogado, repleto de dolor y soltó al agente por propio acto reflejo e intentar atraparle a su espalda. Ante eso, el propio Giotto se impulsó hacia el cielo, aún con los ojos cerrados y respiró hondo. Era capaz de ver como la voluntad que envolvía sus puños era menos densa, como si se le estuviera acabando el tiempo de uso de aquella habilidad. «Será mejor hacerle perder el tiempo», pensó, volviendo a girar alrededor de su oponente y lanzando pequeños proyectiles de fuego desde distintas direcciones. «Proiettili di fuoco», dijo para sus adentros, viendo como aquella mala bestia trataba de atraparle.
A cada segundo que pasaba los movimientos de Porky eran más lentos, y eso era algo que hacía sentir mejor a Giotto.
—Empiezo a notarle cansado, señor Porky —comentó Giotto con altivez y arrogancia en su voz—. Y mucho menos alguien con unas condiciones físicas tan deplorables. Tal vez sea fuerte y bruto, mas esas no son las cualidades necesarias para derrotar a alguien como yo. Así que voy a pedírselo una única vez… entréguese y prometo no hacerle daño y que tendrá un juicio justo por los delitos que ha cometido.
Pero entonces, haciendo uso de su fuerza bruta, propagó una fuerza onda de choque hacia el lugar en el que estaba el agente, propagando toda la voluntad que tenía en sus manos. Aquel ataque pilló por desprevenido a Giotto, que, como otras veces, había bajado la guardia. Tan solo pudo cruzar sus brazos, cubriéndolos de haki y endurecer al mismo tiempo todo su cuerpo con su tekkai. El ataque le envió por los aires, dañándole de tal forma que sentía como se hubiera tirado a una piscina completamente en plancha desde una gran altura. Era doloroso. Sin embargo, lo que más le dolía era ver como su traje de marca había sido destrozado por alguien como su contrincante.
Abrió los ojos, levantándose del muro destruido que había a sus espaldas, y vio como su oponente sudaba como un pollo asado, como las gotas de agua caían por sus musculadas lorzas —No sabría bien como definir a una persona fuerte, pero al mismo tiempo entrada en carnes y grasienta—, y vislumbraba como algunos de sus proyectiles le habían hecho pequeñas quemaduras en la piel. «Así que a partir de cierta temperatura tu cuerpo no es capaz de resistir el fuego», discurrió, mostrando una sonrisa.
Se incorporó hasta colocarse recto y erguido como un caballero, mientras canalizaba en su mano derecha una gran cantidad de fuego, a una temperatura que superaba con creces lo que era capaz de generar sin apenas esfuerzo. Debía tener cuidado y no soltarla sin pensar, o seguramente acabaría calcinando varias de los locales que se encontraban en aquella plaza. Miró a los ojos a Porky y, en un abrir y cerrar de ojos, usando su Slancio di Fuoco: Versione Due, se posicionó a dos metros de su contrincante. Aquel kenpo del rokushiki era mucho más veloz que el que había usado hacía unos minutos y, una vez pudo ver el temor en los ojos de Porky, lanzó su devastador ataque.
—Pugno dall'inferno…
De su mano salió un torrente de fuego a casi dos mil grados centígrados, que al chocar contra aquel criminal comenzó a ocasionarle una serie de quemaduras que, seguramente, le dejarían marcado para siempre, emocional y físicamente. Tras eso, casi al mismo tiempo que el pirata caía al suelo derrotado, Giotto perdió el equilibrio y cayó de rodillas.
Jadeaba como si hubiera corrido una maratón, pues estaba muy cansado. Notaba como el cuerpo le dolía por completo.
Miró a Ellie y asintió. Todo había acabado.
Ellie
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La agente había recibido golpes en cada hueso de su cuerpo, y aún así consiguió mantener agarrado a su rival, que poco a poco veía cómo su final estaba cerca. Instantes antes de que la bola de fuego golpease tanto a la mink como al humano, la primera elevó la temperatura de su cuerpo al máximo que pudo para que el fuego no la hiriese a la par que soltaba al humano. Aún así, se desplazó a gran velocidad ayudándose de su electro al golpear el suelo para salir de allí, y pese a su intento, una parte de la bola del fuego la golpeó y la lanzó unos metros hacia atrás, golpeándose contra uno de los edificios cercanos.
Ligeramente conmocionada y con un fuerte dolor de espalda, Ellie se levantó y corrió lo más rápido que pudo -pese al golpe dado- hacia la escena donde parte de la bola había impactado. Allí había un gran boquete, y su rival se levantaba con mucha dificultad. Estaba prácticamente muerto, y sacaba energías de donde no las tenía. La loba dió un par de pasos y tocó su brazo, el cual el tipo movió con un fuerte tirón. Aquello no evitó que la agente se percatara de las quemaduras que tenía. Muchas serían por el fuego de Giotto, y otras tantas por la alta temperatura que adoptó la propia Ellie.
Con un simple empujón, el humano cayó al suelo, evitando ponerse de pié de nuevo. Estaba tan maltrecho que si quería seguir viviendo, tendría que ahorrar las pocas energías que le quedaban. La mink sacó unas esposas de la mochila y se las puso a su rival, que por primera vez no ejercía ningún tipo de resistencia.
Ellie observó cómo en ese preciso momento Giotto caía de rodillas y le decía que todo había acabado, así corrió a sacar otras esposas y ponérselas a un inconsciente -esta vez de manera literal- Porky. Tras ello ayudó a su compañero a levantarse y le dió un par de golpes en la espalda.
- Buen trabajo, aunque podías haber pedido ayuda. Voy a liberar a los de abajo, y esta isla pertenecerá de nuevo al gobierno. ¿Has pensado cómo vas a llamar tu cala? Yo la voy a llamar.... Ellie-land. Pediré una casita allí e intentaré ir a desconectar siempre que el trabajo me lo permita. ¿Qué te parece?
Su compañero no estaba para muchas conversaciones, así que lo dejó en la entrada y se dispuso a bajar. Los humanos de su interior estaban escondidos, y tan solo un par aguardaban el resultado de la pelea visibles. Eran dos de los más mayores, y quizá eran los que menos miedo tenían a perder la vida allí.
- Señores, el gobierno mundial se enorgullece de decirles que esta isla está ahora bajo su amparo. Porky ha sido derrotado, y por tanto ningún mal acecha por aquí. Les repartiré un par de tarjetas que tengo en la mochila para que se pongan en contacto con este número si algo perturba la tranquilidad que esta isla siempre debió tener. Ha sido un placer. Espero que todos los que cayeron en las drogas y sustancias tóxicas tengan una buena recuperación. Quizá debáis montar un centro de desintoxicación en la isla. Puede ser un buen comienzo para vuestra próxima vida. Cuidaros.
Antes de marcharse la agente se pasó por delante de cada uno de los humanos para agradecerles su valentía, y prácticamente todos devolvieron el agradecimiento para ambos agentes.
Cuando acabó, Ellie salió de allí y volvió a ayudar a Giotto, que estaba exhausto. Caminaron hacia el puerto y esperaron unos minutos hasta que su barco atracó. Aquella historia se había acabado con un final feliz, y ahora llegaba la parte aburrida; el papeleo.
Ligeramente conmocionada y con un fuerte dolor de espalda, Ellie se levantó y corrió lo más rápido que pudo -pese al golpe dado- hacia la escena donde parte de la bola había impactado. Allí había un gran boquete, y su rival se levantaba con mucha dificultad. Estaba prácticamente muerto, y sacaba energías de donde no las tenía. La loba dió un par de pasos y tocó su brazo, el cual el tipo movió con un fuerte tirón. Aquello no evitó que la agente se percatara de las quemaduras que tenía. Muchas serían por el fuego de Giotto, y otras tantas por la alta temperatura que adoptó la propia Ellie.
Con un simple empujón, el humano cayó al suelo, evitando ponerse de pié de nuevo. Estaba tan maltrecho que si quería seguir viviendo, tendría que ahorrar las pocas energías que le quedaban. La mink sacó unas esposas de la mochila y se las puso a su rival, que por primera vez no ejercía ningún tipo de resistencia.
Ellie observó cómo en ese preciso momento Giotto caía de rodillas y le decía que todo había acabado, así corrió a sacar otras esposas y ponérselas a un inconsciente -esta vez de manera literal- Porky. Tras ello ayudó a su compañero a levantarse y le dió un par de golpes en la espalda.
- Buen trabajo, aunque podías haber pedido ayuda. Voy a liberar a los de abajo, y esta isla pertenecerá de nuevo al gobierno. ¿Has pensado cómo vas a llamar tu cala? Yo la voy a llamar.... Ellie-land. Pediré una casita allí e intentaré ir a desconectar siempre que el trabajo me lo permita. ¿Qué te parece?
Su compañero no estaba para muchas conversaciones, así que lo dejó en la entrada y se dispuso a bajar. Los humanos de su interior estaban escondidos, y tan solo un par aguardaban el resultado de la pelea visibles. Eran dos de los más mayores, y quizá eran los que menos miedo tenían a perder la vida allí.
- Señores, el gobierno mundial se enorgullece de decirles que esta isla está ahora bajo su amparo. Porky ha sido derrotado, y por tanto ningún mal acecha por aquí. Les repartiré un par de tarjetas que tengo en la mochila para que se pongan en contacto con este número si algo perturba la tranquilidad que esta isla siempre debió tener. Ha sido un placer. Espero que todos los que cayeron en las drogas y sustancias tóxicas tengan una buena recuperación. Quizá debáis montar un centro de desintoxicación en la isla. Puede ser un buen comienzo para vuestra próxima vida. Cuidaros.
Antes de marcharse la agente se pasó por delante de cada uno de los humanos para agradecerles su valentía, y prácticamente todos devolvieron el agradecimiento para ambos agentes.
Cuando acabó, Ellie salió de allí y volvió a ayudar a Giotto, que estaba exhausto. Caminaron hacia el puerto y esperaron unos minutos hasta que su barco atracó. Aquella historia se había acabado con un final feliz, y ahora llegaba la parte aburrida; el papeleo.
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