No encuentro un sitio [Privado Sarah - Freites]

Nadie puede hacer misiones con el estómago vacío, la comida es el combustible de los seres humanos y para Sarah era también uno de sus amores, le llenaba la existencia como no se imagina nadie. Siempre que tenían un espacio disponible dentro de patrullar o cualquier labor del momento la joven buscaba la oportunidad de escabullirse y comer de sus bentos, almuerzos que hacía para los viajes en cantidades industriales, solía comerse dos pero llevaba cuatro, nunca se sabía cuando tenía que alargar la jornada y el hambre debía controlarse o los ánimos estarían por los suelos. Actualmente la chica de cabellos morados se encontraba en el reino de Arabasta, no podía con el calor y  se encontraba con la camisa ademas del pantalón corto característico de la Marina. Estaba en plena ciudad por lo que morir de sed o de calor no era una opción, era un lugar muy ajetreado, muchas personas con túnicas y algunos tan tapados que no se les podía ver nada del rostro.

-Iré a comer mi colación, vuelvo en una hora señor.- Le avisaría la cadete a su superior quien estaba mirándola con una gota de sudor en la frente pero no por el calor, sino porque no lograba entender el como esa chica podía comer tanto. -Acabas de ir a comer.- Le dijo el hombre poniendo su mano en la cara, pero al ver el rostro de la chica suplicante y hambrienta terminó por ceder. -Una hora, ni un minuto más.- Ella contenta haría una reverencia lo más que su espalda le permitió y salió corriendo en busca del sitio ideal para poder atragantarse con su comida. Entre puestos y alboroto, Sarah pasearía por las calles, no habían bancas donde sentarse, llevaba ya cuatro calles sin poder dar con un sitio cómodo para sentarse y dar provecho a su estómago, los suspiros se hacían notar y terminaría dando vuelta por tantas calles que ni su buena memoria le permitía saber volver, muchos lugares eran similares además de todo tan sepia.

De pronto vio una fuente de agua muy bella, tenía una forma como un ángel tirando agua por una jarra y había largo espacio en sus orillas para sentarse. Parecía buena idea en ese momento posar su trasero en ese sitio de una vez por todas, la sonrisa en su rostro indicaba que lo haría, nadie la detendría entonces se sentaría sin muchas dudas. Antes de empezar a comer tomaría un poco de aire, se había dejado la vida caminando rápido pues el tiempo era oro y la hora pasaba volando, minutos preciados. Pero nadie le había advertido a la muchacha que aquella fuente era más extensa y el agua llegaba hasta el sitio donde estaba sentada, no alcanzó a abrir sus almuerzos y un gran chorro de agua pasaría por todo su cuerpo dejándola empapada pero como acto reflejo había salvado su almuerzo estirando los brazos. Lo más importante era eso, pero mucha gente se comenzó a reír de la muchacha, quien como no tenía malicia en su interior también lo hizo a sabiendas que no se reían con ella, sino de ella.

Arabasta… arabasta. Hermosa y plena ciudad de la arena, aun el sigue aquí y tú lo sabes muy bien. Claro que puedes sentir que él ya forma parte de ti, porque ambos tienen algo en común: El calor. El joven pirata se encontraba deambulando y explorando. Aunque las ciudades de este país no paraban de ofercer lo mismo una y otra vez, nada cambiaba y todo comenzaba parecerle monótono. Pronto seria el momento para dejar la isla.

- Creo que esta será la última ciudad que visitemos Suzaku.- Le dijo a su confiable compañera. Quien se encontraba tranquila como de costumbre. Él se encontraba cabalgando sobre ella, como siempre. Pronto el se comenzaría a poder de nuevo en sus pensamientos. Planes. Futuro. Definitivamente la mente de este joven siempre estaba llena de muchas interrogantes y demasiados objetivos. El tiempo dirá si lograra cumplirlos o no.

El joven Alpha llevaba su vestimenta de costumbre. Su fiel kimono rojo con bordados de flores. Su cabellera larga y suelta. Y les mentiría si no lograba atraer la mirada de una que otra chica, de vez en cuando el estereotipo de chiquillo resultaba ser atractivo para alguna.

Pronto su meditación seria interrumpida de un momento a otro. Una cantidad enorme de risas provenientes de una fuente. Allí yacía una chica de cabellera purpura totalmente empapada y riendo de manera feliz. Alpha le tomo unos cuantos segundos deducir lo que había ocurrido por el escenario que sus ojos y, decir que la chica le agrado a primera vista no sería una sorpresa, los humanos que lograban mantener la sonrisa en cualquier momento… esos son los que eran una maravilla.

- Ten. – Dijo mientras le alcanzaba una toalla. - No debe ser muy cómodo estar empapado. – Digamos que al pequeño le había generado curiosidad hablar con ella, no todos los días te encuentras a una personita tan simpática y alegre. Aunque a decir verdad, la más interesada parecía ser Suzaku, quien no perdía de vista a la chica de cabello morados.