¿Tomamos el te? (Privado Dexter - Alpha)

- Tengo muy claro dónde lo voy a hacer -contestó, con una sonrisa malévola-. Eso sí, tienen que garantizarme discreción. No puedo permitirme que esto trascienda.

Ella asintió, tomando nota mientras uno de los ejecutivos recibía una llamada. Como era lógico no la contestó en la salita, sino que se retiró a través de una puerta a la habitación contigua, seguramente para tener más intimidad. Mientras Freites indagaba acerca de la presencia de amazonas en el recinto -lo cual le sorprendió sobremanera, teniendo en cuenta la fama de aguerridas luchadoras que tenían las kuja- él intentó centrarse en la conversación al otro lado de la pared, pero solo alcanzó a notar el tono preocupado del empresario, así como algún que otro exabrupto en un tono no tan discreto como seguramente habría deseado.

No tardó en llamar a un segundo hombre, casi al tiempo que el muchacho se levantaba con el sonido de un den den mushi. Dexter lo siguió con la mirada, percibiendo la suspicacia en los ojos de la mujer, que también lo seguía. Tenía una nefasta intuición sobre lo que estaba sucediendo, y no pudo evitar que todo su cuerpo se tensase por completo. Los demás también parecieron sufrir el mismo rigor que él, y rompieron el hielo con frases que estaban claramente ensayadas para aliviar un poco el ambiente hasta que el primer tipo entró de nuevo, visiblemente consternado.

- Tenemos un problema -anunció, casi inmediatamente. Se sorprendió de que no lo estuviesen echando para hacer ese anuncio, pero no dijo nada-. Han encontrado a Saint Marlo noqueado en su salón privado, y a los guardias de la bóveda de seguridad. Han robado cerca de quinientos millones. Supuestamente, el propio Marlo.

La mirada que cruzó Dexter con la mujer varió entre el estupor y la incredulidad varias veces. ¿Cómo era posible que hubiese calculado tan bien cuánto podía necesitar y se hubiese sincronizado de manera tan perfecta? Bueno, tan perfecta no; le habían pillado con las manos en la masa, si es que él era el responsable. Pero, efectivamente, lo era. Entró diciendo que un miembro de su familia entregaría el dinero, y la mujer aceptó como si nada hubiese pasado, demostrando una sangre fría que aterrorizó al dragón.

- Sin problema. -La sequedad de su tono fue casi dolorosa, y todo el mundo se levantó de golpe-. Señor Black, si es tan amable de acompañarnos... Tenemos que hablar en detalle de su petición.

Por un momento sintió deseos de estrangular a Alpha, pero se contuvo y los siguió.

- ¿Y él?

- En un momento llegarán nuestros agentes de transacciones para cerrar el intercambio. No le hará daño esperar.

Se encogió de hombros. Tampoco podía hacer nada más por el momento, así que fue detrás.

Todo ocurría muy rápido, tanto que incluso no podía evitarme sentirme emocionado. Teníamos poco tiempo. Tarde o temprano el noble despertaría pero aun así estaría confundido. Lo más probable es que Albert hubiera utilizado su maestría en disfraces para engañar a todos. Por otro lado, Dexter acompaño a las personas hacia otro lugar, yo debía esperar a que el dinero fuera canjeado y salir de esta isla lo más pronto posible.

Después de todo, tengo un itinerario bastante ocupado.

Coloque mis dedos índice y pulgar en mis labios y di un fuerte silbido. Mi súper ave realizo acto de presencia inmediatamente, vino corriendo a una velocidad impresionante. Al llegar a mí, yo le acaricie la cabeza. Paso un momento hasta que al fin alguien hizo acto de presencia. Era un hombre muy grande, de gran musculatura. Le podía calcular unos cinco metros de alto. Yo le miraba con tranquilidad. El inmenso sujeto al parecer venia jalando una jaula rodante con una cadena, allí adentro podía notar al menos una veintena de mujeres.

-El pago ya ha sido aceptado.– Dijo el gigantón. Su voz era bastante gruesa y carrasposa. Lo detalle un poco más con la mirada y tenía unas cuantas marcas en su piel, parecían latigazos.

- Gracias, yo me encargo a partir de aquí. – El enorme sujeto me entrego la llave de la jaula y se retiró del lugar. Yo lentamente me acerque hacia la reja. Podía ver en sus ojos miedo. No podía culparlas, ser secuestrado debe ser una experiencia espeluznante. Yo solo sonreía. Y las miraba.

-¿Q-Que planeas hacer con nosotras? – Me pregunto una de ellas. Era alta y musculosa, tenía todos esos rasgos característicos de las amazonas.

-¿Yo? Nada del otro mundo. Normalmente no suelo darle la espalda a mi familia cuando la veo en problemas. –Todas se mostraban confundidas antes mis palabras. Suzaku reviso entre las alforjas y me entrego un arma que significaba mucho en la cultura de las amazonas. Fue el arma que me entrego la reina de las amazonas en nombre de nuestra alianza. Todas reconocieron el arma de inmediato. Algunas comenzaron a llorar y otras simplemente aún se mostraban confundidas.

- ¿De dónde has sacado eso? – Me pregunto una de ellas yo no podía hablar muy alto. Me acerque un poco más a la jaula y comencé hablar muy bajo.

- No lo he robado si es lo que piensan, y la alianza con vuestra señora me ha costado un brazo. No puedo luchar en este territorio neutral porque son reglas del bajo mundo. Pero todas irán a casa

Abrí la jaula. Una de las amazonas me tomo de los hombros y me miraba con mucha seriedad - ¿Hablas en serio? – Yo solo sonreí y afirme con la cabeza.

-Actúen como mis esclavas mientras nos encontramos aquí, luego de que salgamos a mar abierto y me ponga en contacto con ella. Pronto regresaran a casa.

Dexter esperó en silencio fuera. La mayoría de directivos observaban lo que sucedía en el interior del cubículo, pero Freites parecía mantenerse calmado. Seguramente ya se estuviese esperando alguna clase de ataque, y aunque era posible que debiera intervenir en algún momento, eligió mantener como pudo su expresión de desinterés. En cualquier caso, si había sido lo suficientemente descarado como para... No, no podía ser. Nassor había hablado demasiado bien de él, debía confiar un poco en su buena cabeza y en su habilidad para no liarla.

- ¿Sabe por qué estamos aquí, Señor Black? -preguntó entonces uno de ellos. Se trataba de un hombre calvo, visiblemente mayor, y muy tranquilo. No parecía importarle en absoluto nada de lo que estaba sucediendo; era tal vez lo que le hacía temer lo peor de aquello. Al fin y al cabo, uno solo se mantenía en calma cuando tenía todo bajo control.

- Ha sido él el responsable, ¿verdad? -preguntó, cubriéndose el rostro con la mano-. Él ha robado ese dinero...

- No lo tenemos claro todavía, pero la gente hace cosas muy curiosas cuando cree que nadie le ve -explicó-. Y ha gastado exactamente la cantidad robada, así que... Bueno.

Estaban sumando dos y dos. Aunque era una prueba muy circunstancial, dos hechos correlacionados podían estar ligados por una cierta causalidad. Alpha había hecho llamadas antes de entrar al lugar, y había estado hablando por teléfono mientras los brokers entraban en crisis. Quiso negar con la cabeza, pero se mantuvo gélido, expectante. La mujer que lo había invitado desplegó una pantalla en la que se veía la habitación desde varios ángulos y un pequeño caracol altavoz.

- Fíjese bien; seguro que algo sacamos.

Un tipo grandullón entró arrastrando una jaula con ruedas en la que iban veinte mujeres. La sonrisa carroñera de esa gente parecía incrementarse a medida que cada palabra salía de Freites, el cual tenía una alianza con... Alguien. Asumió que sería alguien importante, o no estarían montando semejante numerito.

- Señor Black, ¿cuánto cree que pagaría el Gobierno Mundial por saber que hay una traidora en sus filas? -Abrió los ojos de par en par. ¡Las amazonas!-. No creo que lleguen a pagar quinientos millones; por eso entre ellas hemos metido dos infiltradas. Amazon Lilly es una isla grande, y solemos asegurarnos de que no se conozcan entre ellas. Cuando estén en el barco, darán una lección al ladrón

- Y supongo que yo debería aceptar eso.

- Lo hará -respondió la mujer-, si desea que atrapemos a su putita.

¿Cuánto ha pasado desde la última vez que me encontré en una situación similar a esta? Mmm… creo que es primera vez que me pasa algo así. Mi mirada detallaba detenidamente a cada una de las amazonas que se encontraba en frente de mí. De pies a cabeza. Alguna incluso se incomodaba cuando la miraba. Es normal, después de todo ella tienen una idea de que los hombres somos basuras y mucha otras cosas más. No las culpo ni tampoco podría odiarlas por eso.

Después de todo, ella crecieron expuestas a esa idea.

-¿Mmmm? – Algo llamo mi atención. La mayoría de las amazonas tenían la claramente de esclavitud colocada con un sello de acero sobre la piel. Esa quemadura era inconfundible. Pero… ¿Por qué esas dos la tienen tatuada? Una se encuentra atrás del todo tratando de no llamar la atención y la otra está totalmente en frente abrazando a una de las chicas que se encuentra llorando. ¿Acaso será lo que creo que es? Suspiro… definitivamente esta gente no me caía bien y era por algo.

- ¿Ocurre algo? - me pregunto una de la amazonas.

- No ocurre nada. – Dije sonriendo. La manera de adaptarme a esta situación era que todo seguía de acuerdo con lo que yo había planeado. Aunque mis sospecha son que este par son infiltradas. Me cruce de piernas y me senté en el suelo a esperar por el Señor Black. Después de todo, venía con él. – Solo estoy esperando a que llegue mi acompañante.

Ciertamente en el momento de la esperar. Por mi mente pasaban muchas ideas mientras el aullido de personas pidiendo ayuda se hacía más y cada vez más grande. Esto definitivamente me terminara por sacarme de mis cabales. Esta gente debía ser salvada aquí y ahora. Aun así, podía imaginarme el por qué Dexter no hacía nada. Él tiene una visiona futuro. O al menos me gustaría pensar que está planeado algo a futuro. No estoy en su cabeza para saber mucho, pero al menos sé que no es el líder de la revolución por simplemente ser fuerte. Pero, era una manera muy retorcida de ver las cosas.

- Y se supone que yo soy el cínico. – Murmure. Alguno que otro mechón de mi cabello comenzó a encenderse en llamas. Mostrando mi clara molestia.

Se mantuvo en silencio, expectante. No tenía claro qué quería hacer, pero dejar dos asesinas sueltas en el barco de Freites no era una opción viable. O, si lo fuese, sería como poco un tanto hipócrita. Aun así alejarse de su objetivo por una sola persona convertía el plan en un mapa arbitrario del que tomaba las rutas que deseaba; si Alpha era salvado, todos allí debían serlo. Pero si lo hacía no podría encontrar a los proveedores.

- Supongo que no tengo más remedio, ¿verdad?

No llegaron a contestar. Cuando dejó de contener su presencia los más cercanos cayeron al instante y el suelo comenzó a agrietarse. Los ventanales cristalinos de los despachos estallaron de golpe, explotando en mil pedazos, mientras la atenta mirada de Dexter contemplaba cómo poco a poco todos iban cayendo. Hombres y mujeres por igual, no importaba lo fuertes que pudieran parecer, iban cayendo. Podía detectar a través de su Haki de observación cómo las voces se apagaban en todo el complejo, y su fino oído escuchaba cómo caían como sacos llenos de cadenas. Tan solo dejó a una persona en pie: Alpha. Ese niño necesitaba aprender una lección antes de salir de ahí.

Caminó un par de pasos hacia el interior de la sala donde el niño esperaba. Apenas hizo ningún ruido, tan solo el que los cristales al rozar entre ellos desprendían. Se mantuvo en silencio durante unos segundos, observando con desaprobación al autoproclamado Señor de la guerra. Un niño, un ladrón; un loco. Había intentado jugar a ser más listo que una organización llena de gente inteligente, robándoles delante de sus propias narices y creyendo que no habría ninguna consecuencia, sin ser consciente del riesgo al que enfrentaba con semejante insensatez.

- Si mantienes esa actitud, un día alguien te matará -dijo, secamente.

Abandonó el lugar y aprovechó el tiempo que tenía para buscar las celdas de los esclavos. Algunos despertaron con facilidad en un par de toques, otros hubo que zarandearlos y no faltó la gente a la que debió arrojar un vaso de agua. Era difícil resistir la presión de su presencia, y no pocos se estremecieron al verle, más temerosos que esperanzados.

- Sh... Estás a salvo ahora.

No confiaban mucho en él, pero lo acompañaron sin protestar. En el intercambiador central y con rudimentarias herramientas fue retirando los collares a todos y cada uno de ellos, muy cuidadosamente. Incluso buscó con la mirada a Alpha y, si estaba dispuesto, le explicaría cómo para hacerlo más deprisa. No era algo particularmente delicado y cualquiera con habilidad manual sería capaz de hacerlo, aunque para él era casi un juego de niños. A pesar de que ya no acostumbraba a trabajar con las manos.

Cuando terminó había una buena montaña de collares explosivos; más de un centenar, de hecho. Tenían mucha gente allí encerrada y, aunque seguramente en condiciones normales podrían haberlos contenido sin problema, era difícil contar con un sistema de protección frente a un veterano del Nuevo Mundo. Con cierta pereza agarró uno, alzándolo para que todos lo viesen.

- Este collar nunca debió ser creado -sentenció, pero terminará con este negocio inmoral. Ahora que sois libres, necesito pediros un favor: Coged un collar y ponédselo a los trabajadores de la subasta que veáis; a ser posible, directivos o guardias. Va a ser importante para poder interrogarlos. -Él agarró el primero y se lo colocó a la mujer que lo había invitado-. Si nos ayudáis hoy, con suerte nadie pasará por esto mañana.

Empezaron a moverse. Estaba funcionando. Tal vez no había sido tan mala idea salirse del plan.