El sueño de Luna [Moderado 3]

El clima en English Garden es duro, no todos se acostumbran a los cielos nublados ni a las bajas temperaturas, mucho menos al permanente barro ni a las interminables lluvias. Ya me contarás tú mismo cómo andas vestido, aunque desde ya sugiero que es buena idea contar con una capa. Es posible que te estés preguntando por qué te han enviado a esta isla, algo que el capitán Steve Harris te podría explicar una vez más. Junto a otros cinco cadetes has sido puesto a su disposición, y el capitán Harris quiere que ayudes a solucionar un problema que ha estado molestándole desde hace un buen tiempo. Tampoco te sorprenderás cuando te enteres de que vas a por piratas, ¿verdad?

Te encuentras en Blacktown, un pequeño pueblo costero cuyos edificios están construidos con ébano, un tipo de madera negra como el hollín. Los naranjos dan cierto contraste con la arquitectura local, ofreciendo un paisaje maravilloso. El viento sopla con suavidad desde la costa, meciendo tus cabellos salvajes y dándote la impresión de que el clima podría cambiar en cualquier momento. Las nubes grises que se están formando en el cielo no auguran nada bueno. Todo parece sumido en un completo silencio, pero si aguzas el oído te darás cuenta de que no es así. Un escalofrío recorre tu cuerpo, lo sientes desde la espalda baja subir hasta tu cuello. ¿Qué es esa sensación…? No tienes demasiado tiempo para pensar, pues enseguida el cielo es golpeado por el rugido de un fusil. Tu compañero Marc, uno de los cadetes que se unió junto a ti al barco del capitán Harris, acaba de ser alcanzado por una bala y cae sin vida al suelo.

—¡Fuego enemigo! ¡Nos atacan! —escuchas que grita otro de tus compañeros antes de morir.

En un instante te das cuenta de que hay una enorme roca a tu izquierda, puede que a unos cinco metros. Si eres lo suficientemente rápido podrás encontrar cobertura allí. Las casas más cercanas, por otra parte, se hallan a unos cien metros. Y te comento desde ya que no es una buena idea acercarse sin un plan, pues sea quien sea el enemigo parece tener una gran puntería. También puedes intentar encontrar cobijo en las frías aguas de English Garden, pero ya me dirás tú qué tan buena idea sería. Oh, por cierto, hay una niña de unos doce años que está corriendo hacia la playa desde el interior del pueblo. Por el momento no le ha caído ninguna bala, pero quién sabe cuánta suerte le queda.

¿Y bien? Cuéntame, cadete Masaru, ¿qué es lo que harás?

Nos habían encomendado una misión en English Garden, una isla del North Blue. Era una misión de ir a por piratas, lo tipico. Nuestro superior era el capitán Harris. No lo conocía del todo, pues solo de esta misión y no sabía como era su personalidad, pero bueno al fin y al cabo era mi superior y tenía que obedecer sus órdenes, tanto yo como los otros cuatro cadetes que estabamos bajo su mando.

Mientras, el sonido de lo que era un fusil resonó por aquel cielo gris, que auguraba tormenta. Uno de mis compañeros, Marc, fue alcanzado por una bala y murió. El enemigo se había puesto en marcha.  

A unos cinco metros, divisé una gran roca, en ella podríamos resguardarnos del fuego enemigo y pensar en un plan.

A los compañeros que seguían conmigo, les dije que había pensado en algo.

- He pensado en un plan, pero no se si funcionará. Lo que tenía pensado es... - Mientras les hablaba de mi plan, divisé como una pequeña niña se dirigía corriendo hacia la playa. No podía dejar que le alcanzase ninguna bala, es mi deber como marine, proteger a la gente inocente.

- Bien compañeros, no tenemos mucho tiempo, pero si queremos salir de esta tenemos que confiar los unos en los otros. Yo salvaré a aquella niña. Soy muy ágil y, aunque ese tirador tenga buena puntería, no deja de estar lejos por lo tanto puede que alguna bala la consiga esquivar, no digo que alguna no me rozará o incluso alguna me dará, pero nuestro deber es detener a los piratas y salvar a los inocentes. Yo seré el que salve a la niña, para ello necesito del mejor o mejores tiradores que tengamos ahora mismo. En cuanto eche a correr, el enemigo revelará su posición al dispararme y ahí es cuando entraréis vosotros los tiradores. Con un poco de suerte conseguiremos salir de este aprieto. Cuento con vosotros. -Y salí corriendo hacia la niña para salvarla de una muerte segura. Si es necesario, daré mi vida por protegerla y mi muerte no sería en vano, pero desde ya dejo claro que mi intención no es morir aqui.

Una bala ha estado a punto de rozar tu estómago, pero has sido más rápido y finalmente encuentras refugio tras la enorme roca, aunque tus compañeros no gozan de la misma suerte. Son muchos los cadetes que mueren con la primera ráfaga; pocos, los que alcanzan a encontrar cobertura junto a ti. ¿No te provoca ninguna sensación la masacre que estás viviendo…? Bueno, la compañera que ha llegado a tu lado no es tan insensible como tú. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que está aterrada. Luce pálida, incluso yo diría que sus cortos cabellos negros la hacen ver aún más blanca. Se ha tapado los oídos con las manos, pero no es suficiente para dejar de escuchar los disparos. Repite una y otra vez un nombre: Mary.

También estás junto a un chico de unos diecisiete años que, si bien tiene miedo, parece estar más decidido que la chica. Para tu fortuna, el muchacho de cabellos marrones y ojos verdes lleva un rifle entre sus brazos. ¿Estás seguro de querer confiarle tu vida a este chico? El último que ha llegado a la emotiva reunión detrás de la roca es un chico de piel oscura y líneas blancas a modo de tatuajes que pasan por todo su cuerpo a excepción de su rostro.

—¡Tranquilízate, Sol! ¡Recuerda las palabras del capitán! —le dice el chico a su compañera—. Un soldado que pierde la razón en el campo de batalla está condenado a la muerte.

Sol debería ser un poco más como tú, ¿no? Te da un poco igual preguntarles los nombres a tus compañeros, pues entiendes que es importante realizar un plan cuanto antes. El plan lo es todo. El chico del fusil te mira confuso, no parece demasiado convencido. Cubrirte la espalda mientras corres a lo loco… Uf, parece demasiado para él. Por suerte, el chico de las líneas, que se presenta como Bruce, agrega unos detalles a tu idea. Se ofrece a servir de distracción mientras salvas a la niña.

—¡No lo hagas! ¡Es demasiado arriesgado incluso para ti, Bruce! —protesta el del fusil—. ¡Somos unos malditos cadetes! ¡¿Qué podemos hacer nosotros sin un Oficial a nuestro lado?!

—Estaré bien, Nico, pero para eso necesito tu ayuda. Aquí el compañero… —espera a que digas tu nombre, vaya— se ha ofrecido a salvar a esa niña: tienes que cubrirlo, compañero. Vamos, no hay tiempo que perder.

Si tu intención no es morir en este lugar, igual deberías ser un poco más cauteloso en tus próximas decisiones. Bruce es el primero en salir, rodando para no ser alcanzado por las balas y entonces comienza a correr en zigzag. Soltando un rugido de batalla, Nico toma posición y apunta. Ahora es tu turno. Sales corriendo lo más rápido que puedes y ya le agradecerás al de arriba, pues ninguna bala ha estado siquiera de darte. Es más, notas el rostro iluminado de la niña cuando ve la salvación en tus brazos. La distancia entre tú y ella se hace cada vez menor. Intentas correr más rápido cuando ves a un pirata asomarse por la calle, pero tus piernas se niegan a ir más deprisa. Y entonces, este jala del gatillo.

La bala impacta en la espalda de la niña y esta cae al suelo, aunque antes de que lo haga puedes notar el sufrimiento, la desesperación y la frustración en su mirada efímera. No has podido salvarla, mala suerte. Tampoco tienes tiempo de pensar, pues el pirata se prepara para un segundo disparo y esta vez va a por ti. Treinta metros te separan de él y puedes encontrar cobertura a tus laterales, escondido tras una casa. En tu posición actual no sabes qué es de tus compañeros, de hecho, lo único que sabes es que estás en problemas.

- Mierda, ¿pero que he hecho? He permitido que mis compañeros murieran... No soy digno de llamarme Marine. Está claro que no sirvo para hacer planes. Creí que eso sería lo correcto. A lo mejor esta misión nos viene grande a unos cadetes como nosotros... No se que hacer, pero tenemos que salir de esta y no voy a permitir que mas compañeros mueran... -Dije mientras lamentaba la pérdida de algunos de mis compañeros por un plan fallido mio. - Abuelo, ¿qué harías tu en mi lugar? -Dije pensando en voz alta...  

La chica aterrada, al parecer, se llamaba Sol. Era mi culpa que estuviera así y tenía que tranquilizarla como fuera. Conmigo había otro chico de cabellos marrones con un rifle, no sabía que tal utilizaba ese rifle pero podría sacarnos de un apuro. Luego llegó un chico negro, rayas blancas como si fueran tatuajes. Ese parecía más decidido que los otros dos. Teníamos que salvar a esa niña. Comenzamos el plan de rescate de esa inocente niña. El chico de color, dio voltereas y zigzagueó para que no le alcanzaran las balas. Nico, el de los cabellos marrones, se preparaba para disparar. Estaba a pocos metros de la niña, pero todo se torció en un segundo. Un pirata que salió de una calle, disparó a la niña y esta cayó al suelo. En su mirada de frustración clavada en mi, vi el reflejo de mis compañeros caídos en combate. No podía permitirlo. Grité de desesperación, no por miedo, pues el pirata se preparaba un segundo disparo y yo era su objetivo. ¿Mi aventura terminaría aqui? ¿Iba a morir en un sitio como este? Estaba realmente en problemas y debido a la frustación y desesperacion de no poder salvar a los mios... mi cuerpo estaba completamente inmovil y no había explicacion para ello.

- "Confía en tus nakamas y podrás salir de cualquier situación, Masaru" -Recordé por segundos las palabras de mi abuelo, tenía que confiar en Bruce, Nico y Sol, pero, desde mi posición no podía saber con exactitud donde estaban o que era de ellos... Simplemente cerré los ojos y suspiré, con la esperanza de salvarme con un milagro.

Los milagros no existen, es lo único de lo que estás seguro.

El pirata se toma su tiempo para apuntar, cierra el ojo izquierdo y usa el derecho para clavar la mira de su fusil en ti. Su dedo acaricia con suavidad el gatillo del arma, preparándose para disparar. Y entonces un rugido corta el cielo como un enorme martillo que golpea el yunque al forjar tu destino. Primero sientes una punzada en tu muslo derecho y un instante después llega el calor. La bala te ha atravesado el muslo y caes al suelo, herido. Tienes suerte de que no le haya llegado al hueso. Espera, tienes suerte de seguir con vida a diferencia de la niña de expresión vacía que yace muerta frente a ti. Esto no es un juego, cadete, tu vida y la de tus compañeros corren peligro. No vuelvas a quedarte quieto en una situación de peligro: los milagros no existen.

El pirata enemigo sonríe y se prepara para otro disparo. Treinta metros te separan de él. Te aconsejo encarecidamente que busques cobertura detrás de las casas o, como mínimo, te escondas en algún arbusto ubicado en las laterales de la calle. Si intentas ponerte de pie, tardarás menos, pero serás un blanco más fácil para el tirador. Ahora bien, escuchas gritos y la imagen de la niña acude a tu cabeza: están muriendo inocentes. ¿Qué harás, cadete? ¿Esperar a que suceda un milagro o tomar acción? Por cierto, deberías ver tu herida y tratar de detener el sangrado. Un vendaje improvisado debería bastar y seguro que cuando acabe el caos serás auxiliado por algún médico del barco.

Bien, cuéntame qué es lo que harás.

¿Donde cojones estaba la ayuda cuando se la necesitaba? -Aunque me cueste la vida, yo Masaru, sacaré a mis compañeros de este puto infierno. Ya pueden coserme a balazos que jamás retrocederé. Tu, maldito pirata. Puede que esta sea mi tumba, o puede que sea la tuya, pero que te quede claro que no moriré en un lugar como este. -Dije mientras me hacia un vendaje en la herida de bala.

Mi mirada se clavó en el pirata, una mirada llena de furia, rabia, resentimiento... Jamás había experimentado estos sentimientos de impotencia, ira, dolor y rabia por no poder proteger a mis compañeros. Que clase de Marine era y, lo peor de todo, ¿cómo podría mirar a la cara a mi abuelo en el más alla? El me enseño todo lo que sabía para que protegiera a las personas que mas me importan, pero ahora mi sentimiento era de rabia, ira, impotencia y dolor... Incluso alguna que otra lagrima caian de mis ojos por no saber como proteger a mis compañeros. No merecía ser llamado marine y aunque no quiera morir, si tenía que hacerlo para salvar a mis compañeros, con gusto daría mi vida.

-"Abuelo, dame una señal, por pequeña que sea"

Las lagrimas caían por mis mejillas a la vez que mirada con odio, desprecio y enfado al pirata que me disparó y atentaba contra la vida de mis compañeros.

El peor ciego es aquel que no quiere ver, ¿no? La voz de tu abuelo se ha hecho oír en más de una ocasión, pero has desestimado todos sus consejos. Te quedas quieto aguardando un milagro, una bala impacta en tu muslo y no en tu cabeza (por milagro), y luego vendas tu herida sin moverte de la línea de fuego enemiga. ¿No has pensado por un segundo en que el pirata podría disparar una segunda vez? Igual se queda medio ahí, atontado, cuando le dices que esta podría ser tu tumba, pero le aseguras que no morirás ahí.

Refunfuña, te mira con desprecio y se prepara para disparar mientras estás tratando tu herida. Se han acabado los milagros, soldado. Un nuevo rugido trona y sientes que todo se vuelve oscuro. La bala ha golpeado tu cabeza, pero por fortuna la herida de tu muslo ha sido vendada. Has recibido una herida no letal y han tenido que transportarte al hospital más cercano. La misión ha fracasado y tus compañeros han muerto.

El moderado ha acabado de esta manera por una serie de malas decisiones por parte del jugador.