Zira
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El gran Erebus, un lugar al que Zira llegaba por primera vez, su capitán se lo había recomendado como un buen lugar para ir, ya que actualmente era de su propiedad lo tenía disponible para cuando quisiera, ante tal recomendación la pirata no tardó en visitar aquella fortaleza flotante. Ella no suele ir a lugares porque sí, si no hay nada que le interese ni se molesta, pero en este caso había oído de la plaza del puño, un lugar donde la gente se sube a un ring y se pelean a puño limpio. No tardó en agarrar su nave y dirigirse allí, al final le sirvió tener su propia embarcación.
No tardó en encaminarse a aquella plaza, en el camino estaba con emoción de ver aquel lugar, tenía buenas expectativas, a su lado la acompañaba Ricky, su mula de carga, era un joven delgado de estatura promedio, con un cabello corto y castaño. Zira lo llevó obligado allí, no confiaba en nadie más para que le cuide sus katanas. Ya cuando llegaron al lugar, la pirata abrió bien los ojos y la boca mientras se le escapaba un… –Siiiiiiiii… –Estaba emocionada, era como se lo imaginaba, un montón de hombres, con alguna que otra chica, reunidos alrededor de un ring mientras dos se subían a pelear.
Zira se abrió paso para verlo en primera fila, alguno que otro se quejó ante los empujones de la muchacha, uno incluso la empujó pero recibió una mirada asesina de respuesta, suficiente para callar a los imbéciles. Ahora estaba pegada al ring, habían dos peleando, un hombre calvo y musculoso contra un flaco marcado de coleta. La pelea no estaba muy reñida, el de coleta estaba jadeante mientras le chorreaba sangre por la nariz y se notaban los moretones en su cuerpo, el calvo no esperó y se lanzó con todo llegando a acorralarlo contra las cuerdas. Desde ahí todo fue historia para el flaquito, cayó inconsciente después de varios golpes en la cabeza.
Ante esto Zira no tardó en dejarle sus espadas a Ricky y saltar al ring para pelear, el público comenzó a quejarse, decían cosas como "Bájate de ahí enana" "No es tu turno" "Te van a matar" "Rica cola". En fín, Zira ante tales quejas solo miró a su oponente, quien lo esperaba con una expresión de ligera molestia. Volvió a enfocarse en el público, uno de los tipos estaba por subir al ring para sacarla, Zira ante esto puso la mano al frente en señal de alto. –Esperen, hagamos algo, dejenme unos cuatro minutos, si en ese tiempo no gano, cada uno de los hombres aquí presentes tendrá cinco minutitos con este culito, ¿Qué les parece? –Sacar ventaja de su cuerpo, ¿Cuándo no lo hace? Más de un hombre que previamente insultaba, se quedó callado, la mayoría le gritaban que sí, las mujeres no querían saber nada, otras le decían puta directamente. Ante la aceptación de la mayoría, Zira sonrió. –Gracias, no los decepcionaré. –Y tras eso se acercó al centro del ring, con la vista en el calvo le mostró una sonrisa y le dijo. –¿Comenzamos? –Mientras tanto Ricky se llevaba las manos a los ojos, no quería ver.
No tardó en encaminarse a aquella plaza, en el camino estaba con emoción de ver aquel lugar, tenía buenas expectativas, a su lado la acompañaba Ricky, su mula de carga, era un joven delgado de estatura promedio, con un cabello corto y castaño. Zira lo llevó obligado allí, no confiaba en nadie más para que le cuide sus katanas. Ya cuando llegaron al lugar, la pirata abrió bien los ojos y la boca mientras se le escapaba un… –Siiiiiiiii… –Estaba emocionada, era como se lo imaginaba, un montón de hombres, con alguna que otra chica, reunidos alrededor de un ring mientras dos se subían a pelear.
Zira se abrió paso para verlo en primera fila, alguno que otro se quejó ante los empujones de la muchacha, uno incluso la empujó pero recibió una mirada asesina de respuesta, suficiente para callar a los imbéciles. Ahora estaba pegada al ring, habían dos peleando, un hombre calvo y musculoso contra un flaco marcado de coleta. La pelea no estaba muy reñida, el de coleta estaba jadeante mientras le chorreaba sangre por la nariz y se notaban los moretones en su cuerpo, el calvo no esperó y se lanzó con todo llegando a acorralarlo contra las cuerdas. Desde ahí todo fue historia para el flaquito, cayó inconsciente después de varios golpes en la cabeza.
Ante esto Zira no tardó en dejarle sus espadas a Ricky y saltar al ring para pelear, el público comenzó a quejarse, decían cosas como "Bájate de ahí enana" "No es tu turno" "Te van a matar" "Rica cola". En fín, Zira ante tales quejas solo miró a su oponente, quien lo esperaba con una expresión de ligera molestia. Volvió a enfocarse en el público, uno de los tipos estaba por subir al ring para sacarla, Zira ante esto puso la mano al frente en señal de alto. –Esperen, hagamos algo, dejenme unos cuatro minutos, si en ese tiempo no gano, cada uno de los hombres aquí presentes tendrá cinco minutitos con este culito, ¿Qué les parece? –Sacar ventaja de su cuerpo, ¿Cuándo no lo hace? Más de un hombre que previamente insultaba, se quedó callado, la mayoría le gritaban que sí, las mujeres no querían saber nada, otras le decían puta directamente. Ante la aceptación de la mayoría, Zira sonrió. –Gracias, no los decepcionaré. –Y tras eso se acercó al centro del ring, con la vista en el calvo le mostró una sonrisa y le dijo. –¿Comenzamos? –Mientras tanto Ricky se llevaba las manos a los ojos, no quería ver.
Freites D. Alpha
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¿Puedes escucharlo? ¿Puedes sentirlo? ¿Puedes olerlo? ¿No? Pues déjame hablarte un poco de aquello. La forja… es una actividad magnifica donde puede darle una voluntad o un objetivo a algo que logres crear con tus manos. Aunque en el caso de Alpha, era increíble lo que podía crear con una sola mano.
¿Y cómo alguien con un solo brazo, podría crear armas con el arte de la herrería? Les sorprendería saber que existen muchos tipos de herramientas y soportes con la función de sustituir aquella extremidad que al joven señor de la guerra le faltaba. ¿No me crees? Míralo tú mismo. Se encuentra allí, en su habitación. Una no muy currada pero a la vez original. En una esquina estaba una enorme cama matrimonial con sábanas y cobijas de color rojo. Las paredes de madera estaban totalmente repletas de wanteds de todos los piratas existentes, desde el más novato hasta el más poderoso.
El resto de la habitación era literalmente una fragua. Un enorme escritorio pegado contra la pared, lleno de planos y muchas anotaciones. Herramientas colgadas por todos lados y un yunque en todo el centro.
En definitiva, era una habitación digna de un pirata amante de la herrería.
-Pronto debería estar listo. - ¿Listo? ¿El qué? El pequeño capitán desde su escritorio, observaba fijamente un objeto que se encontraba sobre el yunque. Un molde que se encontraba reposando. No era un secreto que el pequeño pirata utilizaba su akuma no mi para fundir y hacer sus creaciones.
Pero de pronto, alguien interrumpiría su tranquilidad.
- Señor. Ella ha llegado.
- ¿Zira?
- Sí. No ha tardado mucho en ir directamente a la plaza del puño en búsqueda de desafíos.
- No me sorprende, es parte de su encanto. – El pequeño pirata sonrió. Con mucha tranquilidad se acercó al yunque y, con un martillo, golpeo directamente en uno de los costados el molde del objeto que estaba preparando (visualmente es una caja sellada que al golpearla se abriría en dos). De su interior, surgió un enorme sello de la banda, hecho de mental. Alpha lo tomo del mango y lo guardo en su kimono. Luego se dispuso en ir a la búsqueda de Zira.
Ya en la plaza del puño, el pequeño capitán caminaba con tranquilidad a su destino. Al llegar, mucha gente se encontraba muy animada con el espectáculo que estaba dando la pirata.
- Oye, En serio le derroto en menos de cuatro minutos.–hablaba uno de los piratas con otro.
- Es un hueso duro de roer, sí. Pero no tardara pronto en caer. El siguiente que se suba al ring a retarla sera mas fuerte de seguro.
Y por supuesto, el siguiente retador seria el mas fuerte de todo el Erebus.
El capitán solo se limitaría a chaquear los dedos. Suzaku aparecería al instante. De un salto el pequeño hombre se ubicaría en el lomo de su compañera plumífera. Todos se dieron cuenta de la presencia del señor del Erebus, Alpha. Gritando que abrieran paso que el capitán estaba pasando.
- Y… ¿Yo que gano si te derroto? – Suzaku daría un pisotón imponente. Miraba de muy mala gana a Zira. La mirada de la super ave era desafiante. Por otro lado, Alpha se encontraba tranquilo y muy sereno. Portaba su enorme alabarda en mano y estaba listo para lo que sea.
- Usa tus armas. Aquí todo vale, Zira.
¿Y cómo alguien con un solo brazo, podría crear armas con el arte de la herrería? Les sorprendería saber que existen muchos tipos de herramientas y soportes con la función de sustituir aquella extremidad que al joven señor de la guerra le faltaba. ¿No me crees? Míralo tú mismo. Se encuentra allí, en su habitación. Una no muy currada pero a la vez original. En una esquina estaba una enorme cama matrimonial con sábanas y cobijas de color rojo. Las paredes de madera estaban totalmente repletas de wanteds de todos los piratas existentes, desde el más novato hasta el más poderoso.
El resto de la habitación era literalmente una fragua. Un enorme escritorio pegado contra la pared, lleno de planos y muchas anotaciones. Herramientas colgadas por todos lados y un yunque en todo el centro.
En definitiva, era una habitación digna de un pirata amante de la herrería.
-Pronto debería estar listo. - ¿Listo? ¿El qué? El pequeño capitán desde su escritorio, observaba fijamente un objeto que se encontraba sobre el yunque. Un molde que se encontraba reposando. No era un secreto que el pequeño pirata utilizaba su akuma no mi para fundir y hacer sus creaciones.
Pero de pronto, alguien interrumpiría su tranquilidad.
- Señor. Ella ha llegado.
- ¿Zira?
- Sí. No ha tardado mucho en ir directamente a la plaza del puño en búsqueda de desafíos.
- No me sorprende, es parte de su encanto. – El pequeño pirata sonrió. Con mucha tranquilidad se acercó al yunque y, con un martillo, golpeo directamente en uno de los costados el molde del objeto que estaba preparando (visualmente es una caja sellada que al golpearla se abriría en dos). De su interior, surgió un enorme sello de la banda, hecho de mental. Alpha lo tomo del mango y lo guardo en su kimono. Luego se dispuso en ir a la búsqueda de Zira.
Ya en la plaza del puño, el pequeño capitán caminaba con tranquilidad a su destino. Al llegar, mucha gente se encontraba muy animada con el espectáculo que estaba dando la pirata.
- Oye, En serio le derroto en menos de cuatro minutos.–hablaba uno de los piratas con otro.
- Es un hueso duro de roer, sí. Pero no tardara pronto en caer. El siguiente que se suba al ring a retarla sera mas fuerte de seguro.
Y por supuesto, el siguiente retador seria el mas fuerte de todo el Erebus.
El capitán solo se limitaría a chaquear los dedos. Suzaku aparecería al instante. De un salto el pequeño hombre se ubicaría en el lomo de su compañera plumífera. Todos se dieron cuenta de la presencia del señor del Erebus, Alpha. Gritando que abrieran paso que el capitán estaba pasando.
- Y… ¿Yo que gano si te derroto? – Suzaku daría un pisotón imponente. Miraba de muy mala gana a Zira. La mirada de la super ave era desafiante. Por otro lado, Alpha se encontraba tranquilo y muy sereno. Portaba su enorme alabarda en mano y estaba listo para lo que sea.
- Usa tus armas. Aquí todo vale, Zira.
Zira
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Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Los gritos y ovaciones se hicieron escuchar en toda la plaza, el público pedía que comience la pelea, el grandote se encontraba reposando en las cuerdas, de un pequeño empujón de su cuerpo usó la elasticidad de las mismas para dirigirse al centro. –¿Cuatro minutos? Me siento insultado, acabaré contigo en menos tiempo. –Hablaba el calvo con un tono de voz bien grave, se tronó los nudillos a la par que llegaba a Zira, la miró desde arriba con una leve sonrisa, la altura de la chica era de 155 centímetros, mientras que la de él era de 193 centímetros, ante sus ojos era muy pequeña.
La chica sonrió con su malicia de siempre, se quitó aquellos guantes largos que suele usar para guardárselos en los bolsillos, no llevaba sus bolsas esta vez ya que serían muy incómodas para pelear. Miró fijamente a su rival y dijo. –No son para ti, esos cuatros minutos son para divertirme. –Dijo en respuesta para luego mirar de reojo a uno de los tipos que estaba subido a un lado del ring, era el referí, quien con un sonido de su silbato dio comienzo al combate.
Zira volvió a fijarse en su contrincante, pero lo único que vio fue un puño tan grande como su cabeza dirigiéndose a su rostro, no llegó esquivarlo, incluso se podría decir que ni lo intentó. El impacto la tiró contra las cuerdas, sí que la hizo retroceder, el público gritaba ante tal comienzo, al parecer el grandote no se cortaba al pelear. Zira se apartó de las cuerdas, hizo presión sobre una de sus fosas nasales y sopló con la otra, largando bastante sangre. –Eso dolió. –Esas palabras vinieron acompañadas de una sonrisa hacia el enemigo, junto con el tono parecía que se lo decía como halago o incluso agradecimiento.
El grandote no sonreía mucho la verdad, se le notaba algo serio, parece que cuando suena el silbato entra en modo de combate. –Cállate y ven a pelear. –Dijo sin cambiar aquélla expresión.
La pirata entrecerró los ojos a la par que mostraba una expresión de decepción. –Que feo que no le pongas actitud. –Diría para luego avanzar a paso lento hacia él. –La verdad tienes pinta de pelear bien, solo te faltaría el carisma… –Mientras hablaba no se concentraba mucho en él, miraba otras cosas, como la sangre del suelo o al público. Fue cuando escuchó algo en frente suyo que miró hacia su enemigo, pero para entonces se llevó un gancho en el mentón. Perdió el equilibrio cayendo para adelante, tal como el calvo quería, este le acertó un fuerte puñetazo ascendente en el mentón que la volvió a poner de pie, solo para derribarla de una patada lateral en la cabeza, provocando que su cráneo choque contra el suelo.
El referí hizo un leve acercamiento, aún manteniendo distancia, comenzó a contar. –Uno… dos… tres… cuatro… –Si llegaba a quince perdería, tan solo pasaron treinta y cinco segundos de combate y ya ocurrió la primer caída. –Cinco… seis… siete… ocho… –Y seguía contando, ya faltaba poco.
Fue entonces que Zira se dio vuelta y se sentó de forma repentina, mirando al referí lo señaló con el dedo y le dijo. –¿Hasta cuánto debías contar? Ya veo que pierdo por tomar un descanso. –Esto fue un poco anticlimatico para la gente, ¿Estaba actuando? ¿Había recibido daños siquiera?
El referí la miró algo incrédulo. –Ha-hasta quince. –Le respondió ligeramente incomodado por la mirada de la chica.
–Ya veo, gracias. –Se puso de pie tras eso, el referí se apartó volviendo a colocarse detrás de las cuerdas. –¿Seguimos? –Le preguntó al grandote.
El tipo no tardó en demostrar enojo, ¿Su ataque no surtió efecto? Pero si se le notaban las magulladuras de los golpes, ¿Se estaba burlando de él? Con furia la agarró de una de sus coletas y la jaló hacia él. –¿Me estás tomando el pelo? –Su tono era más alto que antes, pero no llegaba al nivel de un grito.
La chica liberó unos quejidos ante tal trato. –No, eso es lo que haces tú. A una mujer solo se le puede tirar del pelo en una situación, y esta no es, así que suéltame. –No estaba insultando como solía hacer, parecía que quería mantener un sentimiento de colegueo con él. Pero recibió un golpe directo en el rostro tras esas palabras, cayó al suelo nuevamente, pero esta vez no se quedó tirada como antes.
Se sentó fijándose en su rival nuevamente mientras la sangre caía a chorros por su nariz. –¡Tómatelo con seriedad! –Le gritó ya algo harto para luego correr hacia ella.
Pero los planes de Zira eran otros, se movió a gran velocidad, usando su cuerpo para cortarle el paso, haciendo que se tropiece con ella y se dé la cara contra las cuerdas. –¡Ja! Caiste. –Se burló de él de forma un poco infantil, señalándolo y largando una carcajada. Ante esto el calvo se volteó gruñendo con rabia, tomó impulso dando un paso rápido que lo dejó a un metro de ella para finalmente dar un salto acertando un fuerte rodillazo en la frente. Zira no llegó a caer en esta, pero se tambaleó hacia atrás, el calvo no perdió el tiempo y le acertó un fuerte puñetazo en la oreja izquierda. Ante tal daño, Zira gritó. –¡AH! Imbécil, ese es el oído malo. –Volteó a mirarlo pero se comió otro golpe directo que la dejó contra las cuerdas, la sangre salpicó para el suelo.
El grandote no terminó y se lanzó a atacar con todo, largando una sucesión de puñetazos contra el tren superior de la muchacha, no la dejaba caer, solo chocar contra las cuerdas. La sangre caía sobre el público, quienes se apartaron ante esto, Zira no mostraba reacción alguna, ¿Estaba consciente? ¿Cuánto tiempo duró esa paliza? Pocos lo contaron, pero entre toda la gente allí presente, solo una sabía cuánto tiempo pasó desde el inicio del combate, ¿El referí? No, ese estaba más perdido. Quien había contado el tiempo no fue nada más ni nada menos que la misma Zira.
El grandote estaba por darle otro golpe, pero este no dio en el blanco, Zira lo esquivó y pasó caminando al lado del hombre con tranquilidad. –Bueno, ya vamos tres minutos… deberíamos ir terminando, ¿No? –Decía a la par que volteaba su cabeza ligeramente hacia él, la sangre goteaba de las heridas de su rostro, raro era que no se le hinchara mucho más.
El calvo estaba frustrado, ¿Acaso sus golpes no surtían efecto? No, él no lo sabía, ni lo iba a saber nunca, Zira es alguien especial, esos golpes la lastimaron muchísimo y le causaron mucho dolor, pero el dolor es el combustible de esa chica. –¡CIERRA LA BOCA! –Ya llegó a su límite, se lanzó con toda su rabia a por ella, empezando con un un golpe directo.
Pero esta vez la situación fue distinta, ella lo esquivó inclinando su cuerpo hacia un lado y acertando un fuerte golpe con su mano derecha en su rostro. El impacto lo dejó tonto, ¿Cuánta fuerza guardaba en esos delgados brazos? Pero la cosa no se detuvo allí, más golpes se dirigieron a él acompañados de una risa algo espeluznante. Esos ataques lo llevaron contra las cuerdas, donde recibió un castigo bastante parecido al de Zira, pero este venía con golpes bajos que lo pusieron de rodillas y lo dejaron más expuesto. Los ataques continuaron un buen rato, éstos eran muy rápidos, al punto que el público no veía con exactitud donde golpeaban, ya después de un rato Zira dejó de golpear y se apartó dejando caer al hombre de cara al suelo.
El referí entró al ring dispuesto a contar, pero la chica lo miró y le dijo. –No lo hagas, créeme, está noqueado. –Tras eso se dirigió a una de las esquinas y se apoyó en la misma para descansar.
Ante tal situación, el hombre sopló su silbato. –¡TENEMOS UNA GANADORA! –La gente aplaudió, no les quedaba otra, un espectáculo de ese estilo no merecía otro tipo de reacción.
Pero algunos estaban algo impacientes por saber algo, entre ellos discutían cuanto tiempo había pasado, Zira les silbó para llamar su atención. –Tres minutos con cincuenta y siete segundos. –Estos la miraron con una cara de "estás bromeando", pero ella solo les sonrió para después mostrarles su dedo del medio levantado. Uno de los tipos del público estaba por subir, pues quería intentar vencerla él, hay que darle unos puntos de valentía.
Pero repentinamente llegó un ave gigante montada por un joven, Zira lo reconoció a la primera ojeada, una felíz sonrisa se mostró en su rostro, la última vez que había visto a ese chico fue hace más de una semana. Ricky hizo una reverencia ante él a la vez que abría paso junto al resto de la gente. La muchacha estaba mirando al capitán, pero cuando él hizo aquella pregunta, ella desvió la mirada hacia un lado. –Je, como si pudiera darte algo, usted es mi capitán y la autoridad en este lugar, puedes tomar lo que quieras que esté en este territorio. –Extendió su mano en dirección a Ricky, quien al instante le pasó sus katanas. Ella las tomó con su zurda y volvió su vista al capitán. –Pero si lo pones así, solo me queda una opción. –Desenfundó ambas espadas, dejando las vainas en el suelo. –Si ganas te dejaré hacer lo que quieras con esta belleza. –Dijo señalandose a sí misma. –¿Comenzamos capitán? –Se colocó en pose lista para pelear.
La chica sonrió con su malicia de siempre, se quitó aquellos guantes largos que suele usar para guardárselos en los bolsillos, no llevaba sus bolsas esta vez ya que serían muy incómodas para pelear. Miró fijamente a su rival y dijo. –No son para ti, esos cuatros minutos son para divertirme. –Dijo en respuesta para luego mirar de reojo a uno de los tipos que estaba subido a un lado del ring, era el referí, quien con un sonido de su silbato dio comienzo al combate.
Zira volvió a fijarse en su contrincante, pero lo único que vio fue un puño tan grande como su cabeza dirigiéndose a su rostro, no llegó esquivarlo, incluso se podría decir que ni lo intentó. El impacto la tiró contra las cuerdas, sí que la hizo retroceder, el público gritaba ante tal comienzo, al parecer el grandote no se cortaba al pelear. Zira se apartó de las cuerdas, hizo presión sobre una de sus fosas nasales y sopló con la otra, largando bastante sangre. –Eso dolió. –Esas palabras vinieron acompañadas de una sonrisa hacia el enemigo, junto con el tono parecía que se lo decía como halago o incluso agradecimiento.
El grandote no sonreía mucho la verdad, se le notaba algo serio, parece que cuando suena el silbato entra en modo de combate. –Cállate y ven a pelear. –Dijo sin cambiar aquélla expresión.
La pirata entrecerró los ojos a la par que mostraba una expresión de decepción. –Que feo que no le pongas actitud. –Diría para luego avanzar a paso lento hacia él. –La verdad tienes pinta de pelear bien, solo te faltaría el carisma… –Mientras hablaba no se concentraba mucho en él, miraba otras cosas, como la sangre del suelo o al público. Fue cuando escuchó algo en frente suyo que miró hacia su enemigo, pero para entonces se llevó un gancho en el mentón. Perdió el equilibrio cayendo para adelante, tal como el calvo quería, este le acertó un fuerte puñetazo ascendente en el mentón que la volvió a poner de pie, solo para derribarla de una patada lateral en la cabeza, provocando que su cráneo choque contra el suelo.
El referí hizo un leve acercamiento, aún manteniendo distancia, comenzó a contar. –Uno… dos… tres… cuatro… –Si llegaba a quince perdería, tan solo pasaron treinta y cinco segundos de combate y ya ocurrió la primer caída. –Cinco… seis… siete… ocho… –Y seguía contando, ya faltaba poco.
Fue entonces que Zira se dio vuelta y se sentó de forma repentina, mirando al referí lo señaló con el dedo y le dijo. –¿Hasta cuánto debías contar? Ya veo que pierdo por tomar un descanso. –Esto fue un poco anticlimatico para la gente, ¿Estaba actuando? ¿Había recibido daños siquiera?
El referí la miró algo incrédulo. –Ha-hasta quince. –Le respondió ligeramente incomodado por la mirada de la chica.
–Ya veo, gracias. –Se puso de pie tras eso, el referí se apartó volviendo a colocarse detrás de las cuerdas. –¿Seguimos? –Le preguntó al grandote.
El tipo no tardó en demostrar enojo, ¿Su ataque no surtió efecto? Pero si se le notaban las magulladuras de los golpes, ¿Se estaba burlando de él? Con furia la agarró de una de sus coletas y la jaló hacia él. –¿Me estás tomando el pelo? –Su tono era más alto que antes, pero no llegaba al nivel de un grito.
La chica liberó unos quejidos ante tal trato. –No, eso es lo que haces tú. A una mujer solo se le puede tirar del pelo en una situación, y esta no es, así que suéltame. –No estaba insultando como solía hacer, parecía que quería mantener un sentimiento de colegueo con él. Pero recibió un golpe directo en el rostro tras esas palabras, cayó al suelo nuevamente, pero esta vez no se quedó tirada como antes.
Se sentó fijándose en su rival nuevamente mientras la sangre caía a chorros por su nariz. –¡Tómatelo con seriedad! –Le gritó ya algo harto para luego correr hacia ella.
Pero los planes de Zira eran otros, se movió a gran velocidad, usando su cuerpo para cortarle el paso, haciendo que se tropiece con ella y se dé la cara contra las cuerdas. –¡Ja! Caiste. –Se burló de él de forma un poco infantil, señalándolo y largando una carcajada. Ante esto el calvo se volteó gruñendo con rabia, tomó impulso dando un paso rápido que lo dejó a un metro de ella para finalmente dar un salto acertando un fuerte rodillazo en la frente. Zira no llegó a caer en esta, pero se tambaleó hacia atrás, el calvo no perdió el tiempo y le acertó un fuerte puñetazo en la oreja izquierda. Ante tal daño, Zira gritó. –¡AH! Imbécil, ese es el oído malo. –Volteó a mirarlo pero se comió otro golpe directo que la dejó contra las cuerdas, la sangre salpicó para el suelo.
El grandote no terminó y se lanzó a atacar con todo, largando una sucesión de puñetazos contra el tren superior de la muchacha, no la dejaba caer, solo chocar contra las cuerdas. La sangre caía sobre el público, quienes se apartaron ante esto, Zira no mostraba reacción alguna, ¿Estaba consciente? ¿Cuánto tiempo duró esa paliza? Pocos lo contaron, pero entre toda la gente allí presente, solo una sabía cuánto tiempo pasó desde el inicio del combate, ¿El referí? No, ese estaba más perdido. Quien había contado el tiempo no fue nada más ni nada menos que la misma Zira.
El grandote estaba por darle otro golpe, pero este no dio en el blanco, Zira lo esquivó y pasó caminando al lado del hombre con tranquilidad. –Bueno, ya vamos tres minutos… deberíamos ir terminando, ¿No? –Decía a la par que volteaba su cabeza ligeramente hacia él, la sangre goteaba de las heridas de su rostro, raro era que no se le hinchara mucho más.
El calvo estaba frustrado, ¿Acaso sus golpes no surtían efecto? No, él no lo sabía, ni lo iba a saber nunca, Zira es alguien especial, esos golpes la lastimaron muchísimo y le causaron mucho dolor, pero el dolor es el combustible de esa chica. –¡CIERRA LA BOCA! –Ya llegó a su límite, se lanzó con toda su rabia a por ella, empezando con un un golpe directo.
Pero esta vez la situación fue distinta, ella lo esquivó inclinando su cuerpo hacia un lado y acertando un fuerte golpe con su mano derecha en su rostro. El impacto lo dejó tonto, ¿Cuánta fuerza guardaba en esos delgados brazos? Pero la cosa no se detuvo allí, más golpes se dirigieron a él acompañados de una risa algo espeluznante. Esos ataques lo llevaron contra las cuerdas, donde recibió un castigo bastante parecido al de Zira, pero este venía con golpes bajos que lo pusieron de rodillas y lo dejaron más expuesto. Los ataques continuaron un buen rato, éstos eran muy rápidos, al punto que el público no veía con exactitud donde golpeaban, ya después de un rato Zira dejó de golpear y se apartó dejando caer al hombre de cara al suelo.
El referí entró al ring dispuesto a contar, pero la chica lo miró y le dijo. –No lo hagas, créeme, está noqueado. –Tras eso se dirigió a una de las esquinas y se apoyó en la misma para descansar.
Ante tal situación, el hombre sopló su silbato. –¡TENEMOS UNA GANADORA! –La gente aplaudió, no les quedaba otra, un espectáculo de ese estilo no merecía otro tipo de reacción.
Pero algunos estaban algo impacientes por saber algo, entre ellos discutían cuanto tiempo había pasado, Zira les silbó para llamar su atención. –Tres minutos con cincuenta y siete segundos. –Estos la miraron con una cara de "estás bromeando", pero ella solo les sonrió para después mostrarles su dedo del medio levantado. Uno de los tipos del público estaba por subir, pues quería intentar vencerla él, hay que darle unos puntos de valentía.
Pero repentinamente llegó un ave gigante montada por un joven, Zira lo reconoció a la primera ojeada, una felíz sonrisa se mostró en su rostro, la última vez que había visto a ese chico fue hace más de una semana. Ricky hizo una reverencia ante él a la vez que abría paso junto al resto de la gente. La muchacha estaba mirando al capitán, pero cuando él hizo aquella pregunta, ella desvió la mirada hacia un lado. –Je, como si pudiera darte algo, usted es mi capitán y la autoridad en este lugar, puedes tomar lo que quieras que esté en este territorio. –Extendió su mano en dirección a Ricky, quien al instante le pasó sus katanas. Ella las tomó con su zurda y volvió su vista al capitán. –Pero si lo pones así, solo me queda una opción. –Desenfundó ambas espadas, dejando las vainas en el suelo. –Si ganas te dejaré hacer lo que quieras con esta belleza. –Dijo señalandose a sí misma. –¿Comenzamos capitán? –Se colocó en pose lista para pelear.
Freites D. Alpha
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Sí, soy tu capitán. Aquel en quien has puesto tu confianza y has decidido seguir. Sí, Soy la autoridad del Erebus, no existe nada en este barco que no pueda reclamar y obtener con un simple capricho mío. Pero eso no tiene nada de divertido.
Alpha observaba detalladamente a Zira. Como siempre ella lucia hermosa y llena de vida. Con esa carismática manera de ser de ella, Cruel, rebelde y llena de un sinfín de caprichos que mientras más lo piensas, tedas cuenta que ella refleja toda aquello a lo que la humanidad está escapando. Aquellos prejuicios que muchos ocultan para simplemente poder encajar y no ser juzgados. Pero ella no era así, era la oveja negra.
Al menos, eso era lo que el palilargo observaba en ella. Y eso le gustaba mucho.
-¿Lo que yo quiera? ¿Totalmente segura? Luego no quiero que te arrepientas. – Alpha le miraba. Estaba sentado en el lomo de Suzaku con mucha tranquilidad. Aunque de pronto una voz los interrumpirían.
- Acéptalo, Hermano. - Era la voz de Albert. Estaba sentado en uno de los rincones del cuadrilátero. A los costados de este se encontraban Lara y Drukoff. El trio de la demolición.
- Albert me ha hablado mucho de Zira. – Dijo Lara. – La más alocada y rebelde entre todos los Seasonings
- Alocada y con mucho temperamento. – Añadio Drukoff. Aquel acento donde marbama mucho la erre era inconfundible. – No se cansa de retarnos.
Alpha solo podría sonreír ante tal situación. Lentamente se levantó, estaba parado justo en el lomo de Suzaku. Miraba a Zira de pies a cabeza. Con cierta… malicia.
- Veamos si resistes esto. - Suzaku era veloz y muy ágil. Alpha se dispuso a lanzar estocada por todos los lados de su cuerpo mientras la súper ave lanzaba picotazos por todos lados al igual que su amo. Aunque era el primer round, aquello no utilizaba todo su poder. Pero si llevaba la mitad de su fuerza.
Alpha observaba detalladamente a Zira. Como siempre ella lucia hermosa y llena de vida. Con esa carismática manera de ser de ella, Cruel, rebelde y llena de un sinfín de caprichos que mientras más lo piensas, tedas cuenta que ella refleja toda aquello a lo que la humanidad está escapando. Aquellos prejuicios que muchos ocultan para simplemente poder encajar y no ser juzgados. Pero ella no era así, era la oveja negra.
Al menos, eso era lo que el palilargo observaba en ella. Y eso le gustaba mucho.
-¿Lo que yo quiera? ¿Totalmente segura? Luego no quiero que te arrepientas. – Alpha le miraba. Estaba sentado en el lomo de Suzaku con mucha tranquilidad. Aunque de pronto una voz los interrumpirían.
- Acéptalo, Hermano. - Era la voz de Albert. Estaba sentado en uno de los rincones del cuadrilátero. A los costados de este se encontraban Lara y Drukoff. El trio de la demolición.
- Albert me ha hablado mucho de Zira. – Dijo Lara. – La más alocada y rebelde entre todos los Seasonings
- Alocada y con mucho temperamento. – Añadio Drukoff. Aquel acento donde marbama mucho la erre era inconfundible. – No se cansa de retarnos.
Alpha solo podría sonreír ante tal situación. Lentamente se levantó, estaba parado justo en el lomo de Suzaku. Miraba a Zira de pies a cabeza. Con cierta… malicia.
- Veamos si resistes esto. - Suzaku era veloz y muy ágil. Alpha se dispuso a lanzar estocada por todos los lados de su cuerpo mientras la súper ave lanzaba picotazos por todos lados al igual que su amo. Aunque era el primer round, aquello no utilizaba todo su poder. Pero si llevaba la mitad de su fuerza.
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Zira tenía una expresión de alegría maliciosa, esa mirada se dirigía a aquel hombre. –Eso me gusta mucho, somos iguales. –Le respondió a sus primeras palabras mientras más sangre le caía de la nariz, volvió a soplar por la misma largando la sangre al suelo. Observaba a su capitán con una sonrisa, una llena de perversidad, notó la mirada de Alpha, una que hacía latir el corazón de la chica, su fuego interior ardía con ganas de lo que estaba por venir. Su mirada se notaba perdida alrededor de él, a la vez que este le hablaba. Liberó una leve risa ante las palabras de aquel hombrecito. –Capitán, yo nunca me arrepiento. –Dijo con la mirada perdida en dirección a Alpha.
Fue entonces que una voz familiar llegó a oídos de Zira, era Albert junto con Lara y Drukoff, el trío de la demolición, esos tres no mentían, Zira largó una carcajada ante eso. –No los vi chicos, se salvaron por esta vez. –Se sentía alagada por las palabras del trío, pero su sonrisa desapareció en ese momento, estaba seria, con la mirada en dirección al capitán. Seguidamente miró a los alrededores, notaba la decoración navideña en las casas y negocios, luces de colores colgadas por todos lados, caras del viejo barbón y gorritos rojos por aquí y por allá. Volvió a mirar a su capitán con la misma expresión. –Capitán… ¿Le gusta la navidad? –Le preguntó ya pasando a una mirada inexpresiva. –Una celebración llena de alegría, familias felices y regalos… pero que farsa. –Nuevamente su mirada se enfocó en Alpha, fijamente en él, mostrando una sonrisa maliciosa. –Quiero aplastarla. –No formuló ninguna otra palabra.
Ya era hora de la pelea, Suzaku y Alpha se preparaban para atacar, fue entonces que Zira hizo un extraño movimiento, lanzó ambas espadas al hacia arriba, bien alto. –¡AHORA RICKY! –Gritó y al instante otra espada fue lanzada hacia la chica, se distinguía por sus gemas de colores en la empuñadura, El Dragón Arcoiris. Cuando ambos atacaron Zira respondió de la misma manera, tenía su espada envainada salió disparada hacia Alpha, ignorando completamente al ave. Se podía sentir la atención asesina de Zira por todo el ambiente, y estaba dirigida hacia su capitán, iba con todo, sostuvo con firmeza su espada aún guardada para usar en su enemigo uno de sus ataques.
Fue entonces que una voz familiar llegó a oídos de Zira, era Albert junto con Lara y Drukoff, el trío de la demolición, esos tres no mentían, Zira largó una carcajada ante eso. –No los vi chicos, se salvaron por esta vez. –Se sentía alagada por las palabras del trío, pero su sonrisa desapareció en ese momento, estaba seria, con la mirada en dirección al capitán. Seguidamente miró a los alrededores, notaba la decoración navideña en las casas y negocios, luces de colores colgadas por todos lados, caras del viejo barbón y gorritos rojos por aquí y por allá. Volvió a mirar a su capitán con la misma expresión. –Capitán… ¿Le gusta la navidad? –Le preguntó ya pasando a una mirada inexpresiva. –Una celebración llena de alegría, familias felices y regalos… pero que farsa. –Nuevamente su mirada se enfocó en Alpha, fijamente en él, mostrando una sonrisa maliciosa. –Quiero aplastarla. –No formuló ninguna otra palabra.
Ya era hora de la pelea, Suzaku y Alpha se preparaban para atacar, fue entonces que Zira hizo un extraño movimiento, lanzó ambas espadas al hacia arriba, bien alto. –¡AHORA RICKY! –Gritó y al instante otra espada fue lanzada hacia la chica, se distinguía por sus gemas de colores en la empuñadura, El Dragón Arcoiris. Cuando ambos atacaron Zira respondió de la misma manera, tenía su espada envainada salió disparada hacia Alpha, ignorando completamente al ave. Se podía sentir la atención asesina de Zira por todo el ambiente, y estaba dirigida hacia su capitán, iba con todo, sostuvo con firmeza su espada aún guardada para usar en su enemigo uno de sus ataques.
EL PODER DE UN NOMBRE
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Así que ella no se arrepentía de nada, eso era algo genial definitivamente. Muy pocos podían ver esas cualidades y virtudes que Zira tiene. Si, por supuesto, ella había tenido un pasado bastante duro y cruel ¿Pero acaso eso importaba? Ella ahora era toda una mujer buscando vivir la vida en total libertad. Y Alpha estaba dispuesto a dársela.
-¿La navidad? - Pregunto. - ¡Ah! Debes preguntar por los adornos y la decoración. - Aquella festividad le traía un par de recuerdos agradables de su niñez, regalos por todos lados, un montón de comida y, lo las importante, toda la familia estaba unida. - Ciertamente me trae recuerdos y respeto tu opinión sobre ella, pero ya no la celebro de la misma manera.
Ella había esquivado a Suzaku, eso demostraba su crecimiento como luchadora. Pero la siguiente pregunta era ¿es suficiente? ¿Acaso eso bastaba para que finalmente pudiera derribarlo? Alpha claramente podía ver sus intenciones pero, aquella técnicas no se la esperaba.
¿Existia alguna manera de reaccionar a eso? Por supuesto. De hecho, ella estaba a rango de tiro. La primera estocada del pelilargo resultó ser una onda punzante dirigida directamente a chocar con su espada. La intención del mismo era repeler su técnica utilizando una propia. La intención de Alpha era interrumpir su primer corte.
Suzaku al ver que ambos ataques chocaron, no se quedaría sin hacer nada. Sin perder ni un instante tomaría a Zira de la pierna con la intención de proyectarla contra el suelo. Y desde arriba, Alpha miraría directamente a la chiquilla con total tranquilidad.
- No tiene nada de malo la navidad, Zira. Somos piratas y podemos celebraría como queramos. - Luego una sonrisa picarona salió de sus labios. - Mi manera de celebrarla será tomando mucho licor y teniendote en mi cuarto gritando mi nombre a más no poder. Aunque lo segundo aún tengo que ganarlo, ¿No es así?
El trío de la demolición no pudo evitar reír a carcajadas. Albert dio la orden que repartieran sake a los presentes, la fiesta apenas estaba comenzando.
- ¿Que vas a hacer, pequeña? - Pregunto Drukoff con aquel acento que destacaba que marcaba las erres. Lara la miraba como si esperará mas de ella y Albert simplemente observaba muy atentamente.
-¿La navidad? - Pregunto. - ¡Ah! Debes preguntar por los adornos y la decoración. - Aquella festividad le traía un par de recuerdos agradables de su niñez, regalos por todos lados, un montón de comida y, lo las importante, toda la familia estaba unida. - Ciertamente me trae recuerdos y respeto tu opinión sobre ella, pero ya no la celebro de la misma manera.
Ella había esquivado a Suzaku, eso demostraba su crecimiento como luchadora. Pero la siguiente pregunta era ¿es suficiente? ¿Acaso eso bastaba para que finalmente pudiera derribarlo? Alpha claramente podía ver sus intenciones pero, aquella técnicas no se la esperaba.
¿Existia alguna manera de reaccionar a eso? Por supuesto. De hecho, ella estaba a rango de tiro. La primera estocada del pelilargo resultó ser una onda punzante dirigida directamente a chocar con su espada. La intención del mismo era repeler su técnica utilizando una propia. La intención de Alpha era interrumpir su primer corte.
Suzaku al ver que ambos ataques chocaron, no se quedaría sin hacer nada. Sin perder ni un instante tomaría a Zira de la pierna con la intención de proyectarla contra el suelo. Y desde arriba, Alpha miraría directamente a la chiquilla con total tranquilidad.
- No tiene nada de malo la navidad, Zira. Somos piratas y podemos celebraría como queramos. - Luego una sonrisa picarona salió de sus labios. - Mi manera de celebrarla será tomando mucho licor y teniendote en mi cuarto gritando mi nombre a más no poder. Aunque lo segundo aún tengo que ganarlo, ¿No es así?
El trío de la demolición no pudo evitar reír a carcajadas. Albert dio la orden que repartieran sake a los presentes, la fiesta apenas estaba comenzando.
- ¿Que vas a hacer, pequeña? - Pregunto Drukoff con aquel acento que destacaba que marcaba las erres. Lara la miraba como si esperará mas de ella y Albert simplemente observaba muy atentamente.
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Así que su visión de la navidad era otra, normal, pocos la ven con los ojos de Zira, Pero… ¿Por qué piensa eso de aquella celebración? ¿Será por su pasado? En gran parte sí, cuando se está en los mismos entornos que estuvo la chica, uno llega a ver la verdadera cara de las personas. Esa experiencia le dio un enfoque distinto en la vida, uno que alguien de afuera nunca entendería, eso es lo que Zira siempre sintió y sentirá, nadie la entiende, ni siquiera aquel capitán al que tanto admira. Pero a la vez Zira aprendió a vivir con ello, al punto de que no necesita que otros la comprendan, ni ella comprender a los demás, lo único que la chica quiere es libertad y eso es lo que encontró entre los brazos de Alpha.
Ya cuando llegó la hora del choque, la situación se volvió en su contra, el chico hizo un buen trabajo al desviar su ataque, además con el apoyo del ave tenía bastante ventaja, sin hablar de su propia fuerza. Zira no llegó a reaccionar cuando Suzaku la jaló e hizo impactar su cabeza contra el suelo del ring, ese golpe fue crucial, ya que sumado a todos los anteriores, este fue el detonante para activar algo dentro de ella. Logró zafar su pie del pico del pájaro, para luego levantarse de un salto y lanzarle una fuerte patada al animal, más que nada para alejarla y que no estorbe. Miró a su capitán que todavía estaba en el aire. –¿Esa es tu manera de celebrar la navidad? –Miró bien a lo alto, algo caía de allí, eran las dos espadas que había lanzado hace un momento. –Te mostraré la mía. –Su tono era algo apagado e incluso tétrico.
Lanzó el dragón arcoíris junto a su vaina al suelo y tomó ambas katanas que caían, con su mirada fija en el capitán, ignorando las palabras del grandote, simplemente sonrió. –Felíz navidad. –Y tras esas palabras se lanzó hacia Alpha con un corte cruzado de ambas espadas, algo en su mirada y actitud no estaba bien, ¿Había perdido la cordura? Pues los ataques cortantes no pararon, iba con todo, dispuesta a matar.
Ya cuando llegó la hora del choque, la situación se volvió en su contra, el chico hizo un buen trabajo al desviar su ataque, además con el apoyo del ave tenía bastante ventaja, sin hablar de su propia fuerza. Zira no llegó a reaccionar cuando Suzaku la jaló e hizo impactar su cabeza contra el suelo del ring, ese golpe fue crucial, ya que sumado a todos los anteriores, este fue el detonante para activar algo dentro de ella. Logró zafar su pie del pico del pájaro, para luego levantarse de un salto y lanzarle una fuerte patada al animal, más que nada para alejarla y que no estorbe. Miró a su capitán que todavía estaba en el aire. –¿Esa es tu manera de celebrar la navidad? –Miró bien a lo alto, algo caía de allí, eran las dos espadas que había lanzado hace un momento. –Te mostraré la mía. –Su tono era algo apagado e incluso tétrico.
Lanzó el dragón arcoíris junto a su vaina al suelo y tomó ambas katanas que caían, con su mirada fija en el capitán, ignorando las palabras del grandote, simplemente sonrió. –Felíz navidad. –Y tras esas palabras se lanzó hacia Alpha con un corte cruzado de ambas espadas, algo en su mirada y actitud no estaba bien, ¿Había perdido la cordura? Pues los ataques cortantes no pararon, iba con todo, dispuesta a matar.
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La expresión de Zira y sus palabras tenían algo diferente, se podía sentir una gran intención letal. Sus ojos reflejaban un enorme deseo por matar, era como si se tratase de un cazador atacando a una presa. Cada abanicada de su espada traía consigo una gran cantidad de fuerza, venían una tras otro. Al pequeño herrero eso le recordó a la furia e intensidad de un tigre y, era incluso algo irónico que uno de los poderosos ataques de la pirata tenía el nombre del animal en él.
Aunque si nos ponemos a pensar un poco, cuenta la leyenda que la única criatura capas de igualarse a un dragón. Los conocedores de aquel folclore sabrían que se trataba ese era el tigre, y aunque se tratara de un mito de fantasía Alpha no dejaba de pensar que eso era bastante bueno.
Ella algún día derrotaría a los más fuertes del mundo.
Alpha sonrió de medio lado. – Te falta técnica, te falta mejorar tu estilo, te falta ¡Poder! – Tomando la alabarda por el borde, respondió al ataque con simplemente fuerza bruta. Chocando su arma contra ambas katanas con un golpe de la alabarda que venía de abajo hacia arriba. El impacto era tan fuerte que al chocar, las armas de Zira rebotarían, dejando sus brazos suspendidos.
- Una apertura. - Suzaku no perdió el tiempo. Sin dudarlo dio un fuerte pisotón y con la misma intensidad le intentaría atinar un fuerte cabezazo justo en el estómago. Si lo lograba ella saldría disparada contra el público, Alpha guardaría la alabarda en la alforja de su montura. Bajaría de la montura dando un corto salto a un costado. – Tu estilo se basa en solo poder y fuerza bruta, no está nada mal, pero… ¿Cómo superas al gran maestro de las armas? – Al formular aquella pregunta, el pequeño pirata descubrió la parte superior de su cuerpo, para sorpresa de todos, en el hombro izquierdo tenía un puerto para albergar un brazo cyborg y, de la misma alforja saco un brazo robótico.
Vulcano, el brazo izquierdo, había llegado para darle una lección a la joven pirata.
- ¿Querías que te tomara en serio? Pues vale, te tomare en serio. – Se colocó el brazo mecano. Salió disparado en su búsqueda. Al estar cerca, comenzaría a realizar una lluvia de golpes en contra de Zira.
Ciertamente, ya no se estaba conteniendo.
Aunque si nos ponemos a pensar un poco, cuenta la leyenda que la única criatura capas de igualarse a un dragón. Los conocedores de aquel folclore sabrían que se trataba ese era el tigre, y aunque se tratara de un mito de fantasía Alpha no dejaba de pensar que eso era bastante bueno.
Ella algún día derrotaría a los más fuertes del mundo.
Alpha sonrió de medio lado. – Te falta técnica, te falta mejorar tu estilo, te falta ¡Poder! – Tomando la alabarda por el borde, respondió al ataque con simplemente fuerza bruta. Chocando su arma contra ambas katanas con un golpe de la alabarda que venía de abajo hacia arriba. El impacto era tan fuerte que al chocar, las armas de Zira rebotarían, dejando sus brazos suspendidos.
- Una apertura. - Suzaku no perdió el tiempo. Sin dudarlo dio un fuerte pisotón y con la misma intensidad le intentaría atinar un fuerte cabezazo justo en el estómago. Si lo lograba ella saldría disparada contra el público, Alpha guardaría la alabarda en la alforja de su montura. Bajaría de la montura dando un corto salto a un costado. – Tu estilo se basa en solo poder y fuerza bruta, no está nada mal, pero… ¿Cómo superas al gran maestro de las armas? – Al formular aquella pregunta, el pequeño pirata descubrió la parte superior de su cuerpo, para sorpresa de todos, en el hombro izquierdo tenía un puerto para albergar un brazo cyborg y, de la misma alforja saco un brazo robótico.
Vulcano, el brazo izquierdo, había llegado para darle una lección a la joven pirata.
- ¿Querías que te tomara en serio? Pues vale, te tomare en serio. – Se colocó el brazo mecano. Salió disparado en su búsqueda. Al estar cerca, comenzaría a realizar una lluvia de golpes en contra de Zira.
Ciertamente, ya no se estaba conteniendo.
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Su ataque era feroz, se le notaba fuera de sus cabales, dominada por sus instintos salvajes, una bestia en piel humana, una mujer sanguinaria, atacaba sin frenos al hombre que ella adora. Pero sentimientos tan simples como esos no detienen a alguien como Zira, aquella que en un pasado mató a toda su tripulación, solo por ser unos simples renacuajos. Un grito de batalla salió de sus cuerdas vocales, no era agudo, era fuerte y grueso, pero no sonaba como un hombre, mas no se trataba de un grito en realidad, era un rugido. El simbolismo del tigre era más literal de lo que parecía, la vida de Zira fue igual a la de una tigresa, viviendo con su madre desde chica, siendo despreciada por ella, teniendo que salir de su hogar para sobrevivir, volviendo a confrontar a su madre de grande y sobre todo, siempre atacando al cuello de su enemigo o más bien su presa.
Las palabras del capitán llegaron a ella, "Te falta, te falta, te falta, careces… TEFALTATEFALTABASURAERESDEBILTODOESTUCULPADEBILUCHA". En su cabeza retumbaban todas esas palabras que la marcaron en su momento, aquella frase de Alpha despertó la inseguridad dormida que estaba en lo más profundo de Zira. –¡NO SOY DÉBIL! – Fue de frente contra su contrincante, atacó con dos cortes frontales, pero la respuesta del capitán fue exitosa, generando una apertura para que Suzaku finalizara el ataque, conectando su golpe y cayendo sobre el público.
La gente se apartó dejando espacio a la muchacha, esta se puso de pie lentamente mientras el capitán guardaba la alabarda, y allí vinieron otras palabras hacia Zira, pero esta vez la hicieron reír, era una carcajada pequeña que terminó convirtiéndose en una mucho más grande. –Se nota que no conoces mi estilo, normal al estar tan alejado todo el tiempo… –Se le notaba algo más estable que antes, ¿Acaso estaba cuerda hace un momento? ¿Qué pasaba por su cabeza? –Te mostraré el verdadero estilo salvaje. –Una sonrisa maliciosa se mostró en su rostro.
Fue entonces que hizo algo extraño, soltó la espada de su mano izquierda, y con la misma apretó la hoja de la otra, haciendo que la sangre brotara de su palma, pintando todo el filo del arma, luego apartó su mano y apuntó con la katana en en dirección a aquel hombre que la estaba enfrentando. No mostró ninguna reacción ante su brazo mecánico, solo esperaba una cosa, ganar. En cuanto él se lanzó al ataque, Zira hizo un corte horizontal que lanzó una ráfaga de sangre en dirección a los ojos del chico, tras eso saltó bien alto a la vez que cambiaba el agarre de su arma, estaba lista para darlo todo en ese golpe.
Las palabras del capitán llegaron a ella, "Te falta, te falta, te falta, careces… TEFALTATEFALTABASURAERESDEBILTODOESTUCULPADEBILUCHA". En su cabeza retumbaban todas esas palabras que la marcaron en su momento, aquella frase de Alpha despertó la inseguridad dormida que estaba en lo más profundo de Zira. –¡NO SOY DÉBIL! – Fue de frente contra su contrincante, atacó con dos cortes frontales, pero la respuesta del capitán fue exitosa, generando una apertura para que Suzaku finalizara el ataque, conectando su golpe y cayendo sobre el público.
La gente se apartó dejando espacio a la muchacha, esta se puso de pie lentamente mientras el capitán guardaba la alabarda, y allí vinieron otras palabras hacia Zira, pero esta vez la hicieron reír, era una carcajada pequeña que terminó convirtiéndose en una mucho más grande. –Se nota que no conoces mi estilo, normal al estar tan alejado todo el tiempo… –Se le notaba algo más estable que antes, ¿Acaso estaba cuerda hace un momento? ¿Qué pasaba por su cabeza? –Te mostraré el verdadero estilo salvaje. –Una sonrisa maliciosa se mostró en su rostro.
Fue entonces que hizo algo extraño, soltó la espada de su mano izquierda, y con la misma apretó la hoja de la otra, haciendo que la sangre brotara de su palma, pintando todo el filo del arma, luego apartó su mano y apuntó con la katana en en dirección a aquel hombre que la estaba enfrentando. No mostró ninguna reacción ante su brazo mecánico, solo esperaba una cosa, ganar. En cuanto él se lanzó al ataque, Zira hizo un corte horizontal que lanzó una ráfaga de sangre en dirección a los ojos del chico, tras eso saltó bien alto a la vez que cambiaba el agarre de su arma, estaba lista para darlo todo en ese golpe.
LA GARRA DEL TIGRE
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Y el tigre… desato todo si poder. Alli estaba ella, reaccionando como se supone que tiene que hacer, dejándose llevar por su estilo de lucha. Ella solo usaba fuerza bruta ¿Esto estaba mal? De hecho… no., era bien conocido que los animales salvages se dejaban llevar solo por sus instintos y claramente Zira era la representación del tigre.
Pero Alpha representaba a la criatura más fuerte.
O al menos eso apuntaba, después de todo en este mundo existen muchas representaciones que claramente eran los más fuertes, los almirantes, los Yonkous y los Shichibukais. Para ellos, probablemente Alpha seria no más que una simple mosca en el parabrisas, una hormiga tratando de matar a un elefante, incluso me atrevería a decir que un resfriado sería más mortal en comparación. Pero para cumplir sus objetivos, se veía obligado a superarlos a todos y llegar a la punta de la cadena alimenticia.
Y para ello, debía entrenar como nunca.
La táctica de la pirata había funcionado, la sangre había dado directamente en los ojos haciendo que el capitán se detuviera inmediatamente. Alpha con la mayor velocidad que pudo trataba de limpiar sus ojos, pero al terminar, ya era muy tarde, Zira ya había empleado su técnica especial, y este no tuvo el tiempo para reaccionar a ella.
-¡Alpha! – Albert grito preocupado, la imagen que tenia del pequeño siendo cortado en el pecho por aquella espada no era muy bonita. La herida provocada no era profunda, pero si era algo grande.
<<¿Me dio? ¿Cuánto ha pasado desde la última vez que alguien me había dado? Creo… que esta es la primera vez que me da>> Alpha tenía puesto sus ojos en Zira, quien se mostraba sonriente ante su exitoso ataque. <<Definitivamente, escogí a una de las mejores>> El pequeño movió un puco su brazo derecho apuntando a la espadachín en el cuello. La mano salió dispara y le sujetaba con fuerza. <> El chiquillo rugió, giro su cuerpo con fuerza y trataba de proyectar a su oponente, girando con fuerza hasta que el cuerpo de la chica chicoria contra el ring.
-¡Medicos! ¡rápido! – Gritaba Lara. Llegaron a toda velocidad y con mucha tranquilidad el pelilargo se sentaba en el suelo.
- Yo puedo esperar… Vean como esta ella, solo necesito unos vendajes y estaré bien. ¡Una botella!
Uno de los presentes le arrojo una botella de sake, el comenzaría a beberla con tranquilidad mientras era atendido. Una batalla bastante intensa y un buen entrenamiento para Zira. Poco a poco se haría más fuerte,
Tan fuerte, que sería inalcanzable.
Pero Alpha representaba a la criatura más fuerte.
O al menos eso apuntaba, después de todo en este mundo existen muchas representaciones que claramente eran los más fuertes, los almirantes, los Yonkous y los Shichibukais. Para ellos, probablemente Alpha seria no más que una simple mosca en el parabrisas, una hormiga tratando de matar a un elefante, incluso me atrevería a decir que un resfriado sería más mortal en comparación. Pero para cumplir sus objetivos, se veía obligado a superarlos a todos y llegar a la punta de la cadena alimenticia.
Y para ello, debía entrenar como nunca.
La táctica de la pirata había funcionado, la sangre había dado directamente en los ojos haciendo que el capitán se detuviera inmediatamente. Alpha con la mayor velocidad que pudo trataba de limpiar sus ojos, pero al terminar, ya era muy tarde, Zira ya había empleado su técnica especial, y este no tuvo el tiempo para reaccionar a ella.
-¡Alpha! – Albert grito preocupado, la imagen que tenia del pequeño siendo cortado en el pecho por aquella espada no era muy bonita. La herida provocada no era profunda, pero si era algo grande.
<<¿Me dio? ¿Cuánto ha pasado desde la última vez que alguien me había dado? Creo… que esta es la primera vez que me da>> Alpha tenía puesto sus ojos en Zira, quien se mostraba sonriente ante su exitoso ataque. <<Definitivamente, escogí a una de las mejores>> El pequeño movió un puco su brazo derecho apuntando a la espadachín en el cuello. La mano salió dispara y le sujetaba con fuerza. <
-¡Medicos! ¡rápido! – Gritaba Lara. Llegaron a toda velocidad y con mucha tranquilidad el pelilargo se sentaba en el suelo.
- Yo puedo esperar… Vean como esta ella, solo necesito unos vendajes y estaré bien. ¡Una botella!
Uno de los presentes le arrojo una botella de sake, el comenzaría a beberla con tranquilidad mientras era atendido. Una batalla bastante intensa y un buen entrenamiento para Zira. Poco a poco se haría más fuerte,
Tan fuerte, que sería inalcanzable.
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El tigre fue desatado, mostrando su técnica más poderosa, el capitán no saldría de rosas si impactaba, era su momento de oro, lo había cegado con el ataque de sangre y estaba a centímetros de impactar en su objetivo. Fue en ese milisegundo que Zira mirando el rostro de Alpha, sonrió, el hombre que le gustaba herido y repleto de sangre, era una imagen excitante, demasiado para sus ojos, estaba que chorreaba, de verdad ese momento fue uno de los más felices que la chica había vivido en los últimos años. El momento fue cuando cortó el torso de ese hombre, generando aquella herida, acompañada por el grito de desesperación de Albert, se sentía glorioso, maravilloso, hermoso, magnífico, excitante, divertido, dulce, eufórico, satisfactorio, lindo… pero sobre todo, se sentía viva.
Y no se detuvo, quería hacerlo otra vez, que sangre por su espada, que sea ella y solo ella quien sea salpicada por la sangre de ese hombre querido. En ese punto ya no buscaba matarlo, solo quería que sangre más, que sea pintado de ese hermoso color carmesí. –Caaapiitaaan ♡♡♡ –Estaba en un estado de éxtasis, y no quería salir de allí, solo buscaba satisfacer más sus deseos y generar más de aquel sentimiento, solo un corte más y llegaría a su punto más alto, llegaría al momento más feliz de su vida.
Pero esa felicidad no fue alcanzada, Alpha contraatacó con éxito, lanzando a Zira con fuerza hacia el ring, esta cayó con un fuerte impacto en la cabeza, ya ese fue el último golpe, no se podía levantar. Los médicos no tardaron en atenderla, ella no estaba inconsciente todavía, podía ver como todo había terminado y los dos jóvenes le daban primeros auxilios. Ella solo estaba boquiabierta, no le gustó ese final tan amargo, la derrota la aceptaba, pero quedarse así en la lona, sin nada más, no le agradaba. En parte rezaba porque el capitán decidiera tomar venganza y se aprovechara de ella allí en frente de todos, tan solo imaginarlo la emocionaba, pero eso no iba a ocurrir, Alpha no tenía la misma mente retorcida que ella. Todo se tornó negro a rato, ya llegó su momento de descansar después de esos combates brutales.
Y no se detuvo, quería hacerlo otra vez, que sangre por su espada, que sea ella y solo ella quien sea salpicada por la sangre de ese hombre querido. En ese punto ya no buscaba matarlo, solo quería que sangre más, que sea pintado de ese hermoso color carmesí. –Caaapiitaaan ♡♡♡ –Estaba en un estado de éxtasis, y no quería salir de allí, solo buscaba satisfacer más sus deseos y generar más de aquel sentimiento, solo un corte más y llegaría a su punto más alto, llegaría al momento más feliz de su vida.
Pero esa felicidad no fue alcanzada, Alpha contraatacó con éxito, lanzando a Zira con fuerza hacia el ring, esta cayó con un fuerte impacto en la cabeza, ya ese fue el último golpe, no se podía levantar. Los médicos no tardaron en atenderla, ella no estaba inconsciente todavía, podía ver como todo había terminado y los dos jóvenes le daban primeros auxilios. Ella solo estaba boquiabierta, no le gustó ese final tan amargo, la derrota la aceptaba, pero quedarse así en la lona, sin nada más, no le agradaba. En parte rezaba porque el capitán decidiera tomar venganza y se aprovechara de ella allí en frente de todos, tan solo imaginarlo la emocionaba, pero eso no iba a ocurrir, Alpha no tenía la misma mente retorcida que ella. Todo se tornó negro a rato, ya llegó su momento de descansar después de esos combates brutales.
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Ella sin lugar a duda había llegado al punto máximo, la única vez que podría ella mostrarme esos ojos eran en la cama. Pero ahora veo que disfruto cortarme con su espada, la espada que yo le di. – No ha estado nada mal. – Me mostraba bastante satisfecho por el combate. Observe mi mano derecha y me di cuenta que inconscientemente me había pasado la mano por la herida, dejando mi mano llena de sangre.
- ¿Está bien, capitán?
- Mejor que nunca – Respondí con tranquilidad. – Ella tarde o temprano será más fuerte que muchos de los miembros de nuestra familia.
Terminaron de colocarme los vendajes y me acomode el kimono. Luego camine en dirección al centro del cuadrilátero. Allí estaba ella, con la boca bien abierta. – Deberías cerrar la boca, o se te llenara de moscas. – Al decir eso, coloque mi mano ensangrentada en su boca, pasando mis dedos sobre su cada rincón de su lengua. – O en este caso, con sangre. – Me separe de ella lentamente, yo sabía que ella disfrutaba de este tipo de cosas y no estaba mal de vez en cuando cumplirle con alguno de sus caprichos.
Después de todo, mi trabajo es que todos en mi familia sean felices.
- Eso fue raro – Me dijo Lara, quien se posó a mi lado.
- ¿Lo dice quien le gusta hacer tótems con la cabeza de sus víctimas?
- ¡Hey! Eso tiene más de un propósito.
-Y no deja de ser raro, pero igual me gusta lo que haces. Ahora, esta listos los ¿preparativos para esta noche?
- Si, y lo que me has pedido tambien.
- Excelente. Ahora iré a mis aposentos. Pero antes. – Le entregue el sello de hierro con el símbolo de nuestra banda y una nota. La nota colocaba: ve a la herrería y calienta mi símbolo y colócalo en la parte del cuerpo que gustes. – Además, quiero su regalo en el árbol. Nos veremos esta noche.
Regrese a mi cuarto, a descansar unas cuantas horas.
El anochecer había llegado, me desperté y me dispuse a ver como estaba todo. Todos me informaban que ocurría de acuerdo a lo planeado, que sería una celebración grande. Por otro lado, los preparativos para aquello ya estaban listo. El árbol de navidad era enorme y adornado por todos los rincones. Yo me senté a su lado, cruzado de piernas mientras me disponía a esperar a Zira.
Lo más curioso, es que tome haciendo junto a una pequeña caja que ponía de Alpha, para Zira.
- ¿Está bien, capitán?
- Mejor que nunca – Respondí con tranquilidad. – Ella tarde o temprano será más fuerte que muchos de los miembros de nuestra familia.
Terminaron de colocarme los vendajes y me acomode el kimono. Luego camine en dirección al centro del cuadrilátero. Allí estaba ella, con la boca bien abierta. – Deberías cerrar la boca, o se te llenara de moscas. – Al decir eso, coloque mi mano ensangrentada en su boca, pasando mis dedos sobre su cada rincón de su lengua. – O en este caso, con sangre. – Me separe de ella lentamente, yo sabía que ella disfrutaba de este tipo de cosas y no estaba mal de vez en cuando cumplirle con alguno de sus caprichos.
Después de todo, mi trabajo es que todos en mi familia sean felices.
- Eso fue raro – Me dijo Lara, quien se posó a mi lado.
- ¿Lo dice quien le gusta hacer tótems con la cabeza de sus víctimas?
- ¡Hey! Eso tiene más de un propósito.
-Y no deja de ser raro, pero igual me gusta lo que haces. Ahora, esta listos los ¿preparativos para esta noche?
- Si, y lo que me has pedido tambien.
- Excelente. Ahora iré a mis aposentos. Pero antes. – Le entregue el sello de hierro con el símbolo de nuestra banda y una nota. La nota colocaba: ve a la herrería y calienta mi símbolo y colócalo en la parte del cuerpo que gustes. – Además, quiero su regalo en el árbol. Nos veremos esta noche.
Regrese a mi cuarto, a descansar unas cuantas horas.
El anochecer había llegado, me desperté y me dispuse a ver como estaba todo. Todos me informaban que ocurría de acuerdo a lo planeado, que sería una celebración grande. Por otro lado, los preparativos para aquello ya estaban listo. El árbol de navidad era enorme y adornado por todos los rincones. Yo me senté a su lado, cruzado de piernas mientras me disponía a esperar a Zira.
Lo más curioso, es que tome haciendo junto a una pequeña caja que ponía de Alpha, para Zira.
Zira
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La chica comenzaba a ruborizarse cuando el capitán se acercaba a ella mientras estaba tirada en el ring, solo esperaba algo emocionante, no podía moverse, sin embargo una sonrisa fue mostrada hacia el joven. Fue entonces que Alpha introdujo sus dedos en la boca de la muchacha, ella los tocaba con la lengua, pero no duró mucho así, ya que terminó perdiendo el conocimiento. De verdad fueron dos grandes combates, sobre todo el que tuvo con Alpha, de verdad quería una revancha con él y la obtuvo, no podía estar más felíz.
Pasó bastante tiempo hasta que la chica despertó en su cama, de verdad le dolía todo el cuerpo, aquella pelea fue brutal, ya la vez genial. La muchacha no podía dejar de sonreír tras tal suceso. De verdad estaba para el arrastre, le costó más de diez minutos levantarse, pero al final lo logró y comenzó a caminar mientras se agarraba de las paredes y cualquier lugar que le sirviera de apoyo. –¿Dónde está? –Lo buscaba mientras salía de aquel lugar, llegando al exterior, no tardó en encontrarlo con la mirada mientras se apoyaba en el marco de la puerta.
Una sonrisa fue dirigida al capitán para luego a paso lento dirigirse hacia él, le costaba mantenerse de pie mientras caminaba hacia el árbol, pero su fortaleza la impulsó a llegar. Sin escuchar mucho lo que el hombrecito le dijera por el camino, ella al llegar solo hizo una cosa, dejarse caer sobre Alpha, terminando con la cara hundida en su pecho. Era una imagen de Zira complicada de ver, en gran parte era por el cansancio y dolor. La mujer se acurrucaba sobre el hombre, se sentía cálida entre sus brazos, esta era una de las pocas veces en las que Zira no pensaba únicamente en cosas sexuales, solo un pensamiento dominaba en ese momento. –"Quiero quedarme así un rato largo" –Era lo que decía dentro de su cabeza.
De reojo notaría aquella caja con la etiqueta, una leve sonrisa apareció en su rostro. –Veo que tienes algo para mí. –Le diría al hombre sobre el que descansaba.
Pasó bastante tiempo hasta que la chica despertó en su cama, de verdad le dolía todo el cuerpo, aquella pelea fue brutal, ya la vez genial. La muchacha no podía dejar de sonreír tras tal suceso. De verdad estaba para el arrastre, le costó más de diez minutos levantarse, pero al final lo logró y comenzó a caminar mientras se agarraba de las paredes y cualquier lugar que le sirviera de apoyo. –¿Dónde está? –Lo buscaba mientras salía de aquel lugar, llegando al exterior, no tardó en encontrarlo con la mirada mientras se apoyaba en el marco de la puerta.
Una sonrisa fue dirigida al capitán para luego a paso lento dirigirse hacia él, le costaba mantenerse de pie mientras caminaba hacia el árbol, pero su fortaleza la impulsó a llegar. Sin escuchar mucho lo que el hombrecito le dijera por el camino, ella al llegar solo hizo una cosa, dejarse caer sobre Alpha, terminando con la cara hundida en su pecho. Era una imagen de Zira complicada de ver, en gran parte era por el cansancio y dolor. La mujer se acurrucaba sobre el hombre, se sentía cálida entre sus brazos, esta era una de las pocas veces en las que Zira no pensaba únicamente en cosas sexuales, solo un pensamiento dominaba en ese momento. –"Quiero quedarme así un rato largo" –Era lo que decía dentro de su cabeza.
De reojo notaría aquella caja con la etiqueta, una leve sonrisa apareció en su rostro. –Veo que tienes algo para mí. –Le diría al hombre sobre el que descansaba.
Freites D. Alpha
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Me encontraba taciturno y pensativo. Mi mente era una extraña combinación de planes e imaginarme jugando una partida de ajedrez contra mí mismo. Era interesante, aunque ye me estaba aburriendo de que mis partidas contra mí mismo terminaran en empate una y otra vez.
Zira llego. Yo solo pude sonreír al verla. No dije absolutamente nada, ella solo caminaba hacia a mí y yo solo me disponía a verla. Se dejó caer y yo la tome entre mis brazos. Se acurrucaba en mi pecho. Yo la dejaba ser, no me importaba para nada lo que estaba haciendo. Yo solo cerré mis ojos y le abrace con ternura. Algo me decía que eso era lo que ella necesitaba.
-Sí, tengo algo para ti. – Tome el pequeño regalo y lo abrí delante de ella. Se trataba de otra pequeña caja. La cual abrí lentamente. Allí estaba, un anillo de compromiso que tenía una hermosa gema de color carmesí. Y antes de que ella dijera algo, tome la iniciativa.
-Sé que te gusta sentir la libertad en cada centímetro de tu cuerpo, lo se mejor que nadie. Pero quiero que sepas que mi intención con esto no es ponerte ningún grillete o cadena. – Le dije mientras sonreía – El matrimonio para mi es algo que va ya con mi tradición familiar. Nada cambiara, seguirás siendo tu y yo seguiré siendo yo. Aunque personalmente me gustaría considerar este anillo una llave para estar en mi cama.
Ciertamente el anillo daba muchos más derechos en la jerarquía de la tripulación, aunque eso era lo de menos. Yo tenía en mi cabeza la idea de ir recuperando poco a poco lo que había perdido en el pasado. Era momento dar el primer paso y tener mi primera boda.
Una boda que pondrá al mundo de cabeza.
Zira llego. Yo solo pude sonreír al verla. No dije absolutamente nada, ella solo caminaba hacia a mí y yo solo me disponía a verla. Se dejó caer y yo la tome entre mis brazos. Se acurrucaba en mi pecho. Yo la dejaba ser, no me importaba para nada lo que estaba haciendo. Yo solo cerré mis ojos y le abrace con ternura. Algo me decía que eso era lo que ella necesitaba.
-Sí, tengo algo para ti. – Tome el pequeño regalo y lo abrí delante de ella. Se trataba de otra pequeña caja. La cual abrí lentamente. Allí estaba, un anillo de compromiso que tenía una hermosa gema de color carmesí. Y antes de que ella dijera algo, tome la iniciativa.
-Sé que te gusta sentir la libertad en cada centímetro de tu cuerpo, lo se mejor que nadie. Pero quiero que sepas que mi intención con esto no es ponerte ningún grillete o cadena. – Le dije mientras sonreía – El matrimonio para mi es algo que va ya con mi tradición familiar. Nada cambiara, seguirás siendo tu y yo seguiré siendo yo. Aunque personalmente me gustaría considerar este anillo una llave para estar en mi cama.
Ciertamente el anillo daba muchos más derechos en la jerarquía de la tripulación, aunque eso era lo de menos. Yo tenía en mi cabeza la idea de ir recuperando poco a poco lo que había perdido en el pasado. Era momento dar el primer paso y tener mi primera boda.
Una boda que pondrá al mundo de cabeza.
Zira
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Zira se acurrucaba en el pecho del joven, algo que no haría normalmente, pero ahora estaba cansada, sin energías para pensar, solo se dejaba llevar, de verdad le gustaba ese hombre. ¿Amor? No, imposible, ese sentimiento no existe en el corazón de aquella mujer, ella con lo poco que vivió aprendió a no amar. Ella vive para satisfacer sus deseos por más pequeños que sean, sin barreras morales, sin restricciones, sin reglas, ella vive sin cadenas. Siguiendo firme la ley del más fuerte en un mundo dominado por bestias, ella sería otra más, pero a la vez sería la más temible.
Pero incluso la bestia más fiera puede ser intimidada. En este caso, algo despertó en Zira un instinto primitivo que la hizo echarse atrás al ver aquel anillo, sus piernas le fallaron, provocando que caiga de culo al suelo. Atajandose con las manos miró fijamente a Alpha, escuchó bien lo que decía, pero la imagen de ese anillo la dejó atónita. Recordó todo lo que vio en el pasado, su experiencia le decía que ninguna mujer casada termina bien. Ella no suele asustarse seguido, pareciera que no tiene miedos, ha enfrentado enemigos formidables sin temor alguno, pero nadie está libre de tener algún miedo. ¿Cuál es el miedo de Zira? Enemigos que no pueden ser golpeados ni asesinados, ese anillo representaba uno de ellos.
Optó por respirar hondo y pensar aunque sea una vez en la situación, era la mejor salida para esto, pero… Zira no sabía pensar. Solo miró fijo a su capitán y volvió a inhalar profundo antes de soltar las siguientes palabras. –Que anillo más feo. –Se hizo el silencio tras esas palabras, la chica ya no estaba asustada, se mostraba una expresión neutra en sus ojos. –Capitán… ¿De verdad te gustaría tener una esposa que no siente una pizca de amor por ti? Porque yo no te quiero, solo me gustas y ya, eres un hombre más en mi vida, solo destacas un poco más que otros y ya. –Eran palabras bastante feas para cualquiera. –Me acostaré con todo tipo de hombres y mujeres que quiera. Y si algún día pudiera llegar a sentir algo por usted… no dudaré en matarte mientras duermes, porque esos sentimientos no deben cruzar por mi cabeza nunca. –Largó un suspiro, dejando una breve pausa tras todas esas palabras. –Sabiendo todo eso, ¿Me querrás como tu esposa?
Pero incluso la bestia más fiera puede ser intimidada. En este caso, algo despertó en Zira un instinto primitivo que la hizo echarse atrás al ver aquel anillo, sus piernas le fallaron, provocando que caiga de culo al suelo. Atajandose con las manos miró fijamente a Alpha, escuchó bien lo que decía, pero la imagen de ese anillo la dejó atónita. Recordó todo lo que vio en el pasado, su experiencia le decía que ninguna mujer casada termina bien. Ella no suele asustarse seguido, pareciera que no tiene miedos, ha enfrentado enemigos formidables sin temor alguno, pero nadie está libre de tener algún miedo. ¿Cuál es el miedo de Zira? Enemigos que no pueden ser golpeados ni asesinados, ese anillo representaba uno de ellos.
Optó por respirar hondo y pensar aunque sea una vez en la situación, era la mejor salida para esto, pero… Zira no sabía pensar. Solo miró fijo a su capitán y volvió a inhalar profundo antes de soltar las siguientes palabras. –Que anillo más feo. –Se hizo el silencio tras esas palabras, la chica ya no estaba asustada, se mostraba una expresión neutra en sus ojos. –Capitán… ¿De verdad te gustaría tener una esposa que no siente una pizca de amor por ti? Porque yo no te quiero, solo me gustas y ya, eres un hombre más en mi vida, solo destacas un poco más que otros y ya. –Eran palabras bastante feas para cualquiera. –Me acostaré con todo tipo de hombres y mujeres que quiera. Y si algún día pudiera llegar a sentir algo por usted… no dudaré en matarte mientras duermes, porque esos sentimientos no deben cruzar por mi cabeza nunca. –Largó un suspiro, dejando una breve pausa tras todas esas palabras. –Sabiendo todo eso, ¿Me querrás como tu esposa?
Freites D. Alpha
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Sus palabras eran directas y frías. Lo que yo podía interpretar como su realidad no me molestaba en lo más mínimo. Podía verla, sus reacciones, sus gestos y todo lo que la representaba. Nada de lo que ella me decía resultaba un problema para mí, porque la vida es mucho más interesante cuando tienes cosas en las cuales pensar.
- Así como yo solo será uno más en tu lista, tú eres solo la primera de muchas que tendrán esta sortija en su dedo. ¿Te acostaras con muchos hombrees y mujeres? Pues vale. Juzgarte a ti seria como juzgar a mi madre, que vivió una vida bastante alocada y tubo bastantes hijos antes de mí, aunque todos están muertos. Y no precisamente del mismo padre. ¿Matarme? Puedes intentarlo cuantas veces quieras, es un placer para mí aceptar tus retos sin importar la hora y el momento. Y con eso de amarme… ya depende totalmente de ti, cada quien hace eso a su manera.
El amor podía llegar a sentirse o interpretarse de muchas maneras. ¿Un ejemplo de ello? Amor por nuestra familia, en el pasado ame con locura a toda mi familia. Mis hermanos, hermanas, abuelos, tíos y sobre todo a mis padres. Mi madre sobre mi padre, no pretendo mentirle a nadie. Recuerdo con tristeza el día que me toco matarlos a todos. Mis manos están manchadas con la sangre de todos.
¿Amor? Se bastante del asunto. Puedo llegar a sentirlo de mil y un maneras. Incluso puede llegar a ser bastante extraño. Después de todo, soy solo una criatura tratando de recuperar lo que había perdido.
- Tú decides. Por mí no hay problema.
- Así como yo solo será uno más en tu lista, tú eres solo la primera de muchas que tendrán esta sortija en su dedo. ¿Te acostaras con muchos hombrees y mujeres? Pues vale. Juzgarte a ti seria como juzgar a mi madre, que vivió una vida bastante alocada y tubo bastantes hijos antes de mí, aunque todos están muertos. Y no precisamente del mismo padre. ¿Matarme? Puedes intentarlo cuantas veces quieras, es un placer para mí aceptar tus retos sin importar la hora y el momento. Y con eso de amarme… ya depende totalmente de ti, cada quien hace eso a su manera.
El amor podía llegar a sentirse o interpretarse de muchas maneras. ¿Un ejemplo de ello? Amor por nuestra familia, en el pasado ame con locura a toda mi familia. Mis hermanos, hermanas, abuelos, tíos y sobre todo a mis padres. Mi madre sobre mi padre, no pretendo mentirle a nadie. Recuerdo con tristeza el día que me toco matarlos a todos. Mis manos están manchadas con la sangre de todos.
¿Amor? Se bastante del asunto. Puedo llegar a sentirlo de mil y un maneras. Incluso puede llegar a ser bastante extraño. Después de todo, soy solo una criatura tratando de recuperar lo que había perdido.
- Tú decides. Por mí no hay problema.
Zira
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Ella seguía sentada en el suelo, no por comodidad, casi no tenía fuerzas para ponerse de pie, así que optó por esa alternativa. Las palabras del capitán entraban por un oído y salían por el otro, de verdad odiaba que la gente se ponga a dar discursos en momentos así, ella simplemente hizo una pregunta con dos posibles respuestas, "Sí" y "No". Entrecerró sus ojos mientras lo miraba, su expresión ya le daba a entender que quería que vaya al grano, cosa que el jovencito no tardó en hacer.
"Tú decides" ¿De verdad? Esa era su respuesta, ese chico le gustaba, pero a la vez hacía cosas que le molestaban. Lo miró fijamente, la expresión que hizo Zira era bastante infantil, era una cara de disgusto, pero que se convirtió en un puchero sin que ella se diera cuenta. Apretó los dientes haciendo que éstos rechinen, le dolían todos los músculos de su cuerpo, por lo que no pudo levantarse e irse de allí como ya hubiera hecho al ver el anillo. Por lo que simplemente respondió. –Dale, sí. –Dijo en respuesta con indiferencia. –Pero si llegas a ofrecerme un vestido de bodas, mataré a los invitados. –Agregó para luego acostarse en el suelo. –Llévame a la cama.
"Tú decides" ¿De verdad? Esa era su respuesta, ese chico le gustaba, pero a la vez hacía cosas que le molestaban. Lo miró fijamente, la expresión que hizo Zira era bastante infantil, era una cara de disgusto, pero que se convirtió en un puchero sin que ella se diera cuenta. Apretó los dientes haciendo que éstos rechinen, le dolían todos los músculos de su cuerpo, por lo que no pudo levantarse e irse de allí como ya hubiera hecho al ver el anillo. Por lo que simplemente respondió. –Dale, sí. –Dijo en respuesta con indiferencia. –Pero si llegas a ofrecerme un vestido de bodas, mataré a los invitados. –Agregó para luego acostarse en el suelo. –Llévame a la cama.
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