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Akuma no mi
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Mi golpe en un espacio tan pequeño tiene consecuencias imprevistas y termino estampado contra la pared de la celda. Por suerte parece que mi golpe ha dado de lleno a Egas por lo que espero haber equilibrado un poco el combate. Me incorporo con bastante vitalidad después del impacto, el hombro y el tajo del pecho, el golpe de mi propia honda. Mi cuerpo está cada vez más machacado por el combate, pero al contrario que hace un momento me siento lleno de energía. Enfrentarme a un rival superior me hace ponerme al cien por cien, hasta tal punto que el dolor de las heridas son un aliciente para seguir luchando.
-Muy buena, sí señor. Ahora suéltame antes de que vuelva y...
-Cállate -le digo al pirata y le lanzo mis gafas de sol, que se han roto por el golpe-. Luego te mataré a ti.
Egas se levanta con el hombro dislocado, pero vuelve a ponerlo en su sitio utilizando el marco de la puerta. Mientras, yo agarro los girones de mi traje y lo arranco hasta dejar mi pecho totalmente descubierto. Para complicar bien las cosas tanto alboroto esta atrayendo la atención del resto del barco. Siendo Egas mi superior, necesitaré muchas mentiras para salir airoso.
Egas señala con su dedo hacía mi, no sé si pretende inculparme o matarme con un shingan, en cualquier caso, corro directo contra ella. Lo hago como toro desbocado, sin importar las más que probables nefastas consecuencias. En los últimos metros de mi carrera extiendo los brazos con los puños cerrados dejando mi pecho descubierto y finalizo el movimiento cerrando los brazos para aplastar la cabeza de Egas entre mis dos puños
-Muy buena, sí señor. Ahora suéltame antes de que vuelva y...
-Cállate -le digo al pirata y le lanzo mis gafas de sol, que se han roto por el golpe-. Luego te mataré a ti.
Egas se levanta con el hombro dislocado, pero vuelve a ponerlo en su sitio utilizando el marco de la puerta. Mientras, yo agarro los girones de mi traje y lo arranco hasta dejar mi pecho totalmente descubierto. Para complicar bien las cosas tanto alboroto esta atrayendo la atención del resto del barco. Siendo Egas mi superior, necesitaré muchas mentiras para salir airoso.
Egas señala con su dedo hacía mi, no sé si pretende inculparme o matarme con un shingan, en cualquier caso, corro directo contra ella. Lo hago como toro desbocado, sin importar las más que probables nefastas consecuencias. En los últimos metros de mi carrera extiendo los brazos con los puños cerrados dejando mi pecho descubierto y finalizo el movimiento cerrando los brazos para aplastar la cabeza de Egas entre mis dos puños
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Los refuerzos cruzan una intersección y se plantan en el mismo pasillo que vosotros. El grupo lo forma una nutrida cantidad de marines y varios agentes trajeados, no pocos de ellos con cara de mala leche. ¿Será buena idea que te pillen sacudiendo a una superior? Seguramente, no, pero en de esperar que verte recibiendo una paliza tampoco sea lo ideal. Sea como sea, a la carga que vas mientras el amenazador dedo de Egas apunta justo entre tus ojos, prometiendo una muerte rápida y profesional.
-Muy bien, has apr...
Tu golpe se traga las palabras. La expresión de Egas queda deformada cuando tus puños impactan desde ambos lados de su cara. Durante un segundo, mientras su carne y sus rasgos son zarandeados por la pura violencia, parece incluso guapa. O lo sería de no ser por la sangre. Justo después, cae al suelo como un fardo.
-¡Alto!
La tropa llega hasta la celda abierta, de la que sale la risa descontrolada de un pirata que parece estar pasándoselo muy bien. No tardas en verte rodeado. ¿Ves todos esos rifles que empuñan estas personas tan simpáticas? Pues son todos para ti. Te apuntan a la cara, excepto uno, que decide dirigir su arma un poco más hacia abajo en un movimiento de magistral amenaza.
-¿Cómo te atreves a atacar a la agente Egas, novato? -clama el que parece el líder.
-¡A la cárcel! -dice otro que también parece el líder.
-¿Estás con ese pirata? -Sí, este también podría ser el líder.
En fin, parece que una explicación convincente vendría bien en este momento.
-Muy bien, has apr...
Tu golpe se traga las palabras. La expresión de Egas queda deformada cuando tus puños impactan desde ambos lados de su cara. Durante un segundo, mientras su carne y sus rasgos son zarandeados por la pura violencia, parece incluso guapa. O lo sería de no ser por la sangre. Justo después, cae al suelo como un fardo.
-¡Alto!
La tropa llega hasta la celda abierta, de la que sale la risa descontrolada de un pirata que parece estar pasándoselo muy bien. No tardas en verte rodeado. ¿Ves todos esos rifles que empuñan estas personas tan simpáticas? Pues son todos para ti. Te apuntan a la cara, excepto uno, que decide dirigir su arma un poco más hacia abajo en un movimiento de magistral amenaza.
-¿Cómo te atreves a atacar a la agente Egas, novato? -clama el que parece el líder.
-¡A la cárcel! -dice otro que también parece el líder.
-¿Estás con ese pirata? -Sí, este también podría ser el líder.
En fin, parece que una explicación convincente vendría bien en este momento.
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Mi golpe deja fuera de combate a Egas lo cual me hace sentir un instantaneo orgullo y satisfacción. Mi nuevo problema llega cuando un montón de simples soldados me apuntan con sus juguetes. Ni siquiera por un momento me incomodan, acabo de derrotar a una reconocida agente de la organización. Los detalles de su traición o traiciones y sus planes ya no son asunto mio. Quién lo diría, al final resulta que no era una prueba. Ahora quedan un par de cabos sueltos, pero por fin tengo el control de la situación.
-Metedle a esta traidora el hurón por la garganta hasta que confiese -ordeno como si todos esos soldaduchos que están a mi alrededor tuvieran que obedecerme, de hecho, deberían si saben lo que les conviene. Que puedan desobedecerme ni se me pasa por la cabeza.
Con calma me acerco al agente KO en el suelo y agarro una de las bolsitas de polvo rosa. Otro préstamo que me tomo ante la atónita mirada de los demás agentes y sus armas.
-Iros a tomar por culo -les digo y vuelvo a entrar en la sala de interrogatorio. Me siento frente a Marco y dejo la bolsita en la mesa.
Respiro profundamente, arrepanchado en la silla con el cuerpo lleno de magulladuras y heridas graves. Aún no he terminado.
-Bien, Marco. ¿Ídolo? ¿Rehén? Empieza a hablar, ahora.
-Metedle a esta traidora el hurón por la garganta hasta que confiese -ordeno como si todos esos soldaduchos que están a mi alrededor tuvieran que obedecerme, de hecho, deberían si saben lo que les conviene. Que puedan desobedecerme ni se me pasa por la cabeza.
Con calma me acerco al agente KO en el suelo y agarro una de las bolsitas de polvo rosa. Otro préstamo que me tomo ante la atónita mirada de los demás agentes y sus armas.
-Iros a tomar por culo -les digo y vuelvo a entrar en la sala de interrogatorio. Me siento frente a Marco y dejo la bolsita en la mesa.
Respiro profundamente, arrepanchado en la silla con el cuerpo lleno de magulladuras y heridas graves. Aún no he terminado.
-Bien, Marco. ¿Ídolo? ¿Rehén? Empieza a hablar, ahora.
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Desde luego, anonadados se quedan. Nadie parece tener muy claro qué hacer ni qué decir, seguramente porque muchos de ellos han querido alguna vez atizar a la loca de Egas. Por otro lado, que lo haya hecho el nuevo no les sienta especialmente bien.
De debajo de la puerta sale arrastrándose tu amigo. Su traje está repleto de polvos de colores, como si se lo hubiese untado en purpurina. Magullado y confuso, se levanta como si nada y se sacude la ropa con calma, estudiando la situación y conteniéndose el picor de la nariz. Como todos los demás te miran y te apunta, pues saca su pistola y hace lo mismo tras guiñarte el ojo. No le funciona mucho tiempo, porque al final alguien se fija en él y empieza a atraer una indeseada atención.
-No sé qué ha pasado aquí, pero encerrad a todos estos hasta que lo aclaremos -dice el segundo que parecía el líder. Parece que se ha puesto al mando.
Por cierto, “todos estos” te incluye a ti. Se ve que los agentes de la agencia de inteligencia más seria y poderosa del mundo no ven con buenos ojos a los novatos arrogantes. Eso te gana un doloroso golpe en la nuca con la culata de un rifle. El soldado que te atiza saca sus esposas mientras que otro atiende con igual cortesía al agente de los polvos y dos más recogen el saco de patatas humano que es la inconsciente Egas.
Por último, Macro. Su risa pierde fuerza hasta que su rostro se convierte en puro hielo. Ya no le hace tanta gracia la situación. Tal vez se imagine su destino inmediato. El pirata se inclina sobre la mesa y te estudia con una mirada de hierro. Vaya ojazos tiene el muy bribón. Durante un largo rato guarda un meditabundo silencio. Entonces se pone en pie, revienta las esposas como si no fuesen más que un simple cordel y compone una expresión satisfecha.
-¡Estupendo, estupendo, sencillamente estupendo! El examen ha concluido, podéis descansar -comenta con una sonora palmada-. Agente evaluador RC-835. Estoy a cargo de la simulación de nuestro amigo de las gafas. -¡Eh, ese eres tú!- Tengo que decir que ha pasado las pruebas con nota, sí señor. Incluso venció al hurón, aunque debo decir que se sobrepasó un poco con mi compañera.
-¿Era todo una prueba? -pregunta uno de los recién llegados.
-Lo... era... -murmura Egas, que se ha despertado con un sorprendente sentido de la oportunidad-. Aunque... tocó... mi hilo.
-Sí, le restaremos puntos por eso.
Vaya, al final resulta que sí que era un examen. La otra opción es que dos delincuentes en mala situación hayan decidido encubrirse con una mentira colosal, pero eso sería disparatado, claro. Tu amigo el camello decide sumarse a la fiesta también.
-Sí, un examen. Por esto lo de... en fin, esto. Hay que ver qué complicado ha sido, ¿verdad, agentes?
Macro duda un segundo, pero al final se encoge de hombros y asiente. Eso, y la aquiescencia de Egas parecen tranquilizarle.
-No se me ha notificado prueba alguna, pero me alegra que todo haya sido un malentendido. En cuanto a este -”Este” eres tú otra vez-, espero que se tenga en cuenta su insubordinada actitud.
-Desde luego -responde Macro-. Pero yo tengo que irme. Me espera un largo viaje.
El pirata enfila hacia la puerta en lo que parece ser el final de toda esta historia. De repente todos contentos. ¿Algo que decir, agente?
De debajo de la puerta sale arrastrándose tu amigo. Su traje está repleto de polvos de colores, como si se lo hubiese untado en purpurina. Magullado y confuso, se levanta como si nada y se sacude la ropa con calma, estudiando la situación y conteniéndose el picor de la nariz. Como todos los demás te miran y te apunta, pues saca su pistola y hace lo mismo tras guiñarte el ojo. No le funciona mucho tiempo, porque al final alguien se fija en él y empieza a atraer una indeseada atención.
-No sé qué ha pasado aquí, pero encerrad a todos estos hasta que lo aclaremos -dice el segundo que parecía el líder. Parece que se ha puesto al mando.
Por cierto, “todos estos” te incluye a ti. Se ve que los agentes de la agencia de inteligencia más seria y poderosa del mundo no ven con buenos ojos a los novatos arrogantes. Eso te gana un doloroso golpe en la nuca con la culata de un rifle. El soldado que te atiza saca sus esposas mientras que otro atiende con igual cortesía al agente de los polvos y dos más recogen el saco de patatas humano que es la inconsciente Egas.
Por último, Macro. Su risa pierde fuerza hasta que su rostro se convierte en puro hielo. Ya no le hace tanta gracia la situación. Tal vez se imagine su destino inmediato. El pirata se inclina sobre la mesa y te estudia con una mirada de hierro. Vaya ojazos tiene el muy bribón. Durante un largo rato guarda un meditabundo silencio. Entonces se pone en pie, revienta las esposas como si no fuesen más que un simple cordel y compone una expresión satisfecha.
-¡Estupendo, estupendo, sencillamente estupendo! El examen ha concluido, podéis descansar -comenta con una sonora palmada-. Agente evaluador RC-835. Estoy a cargo de la simulación de nuestro amigo de las gafas. -¡Eh, ese eres tú!- Tengo que decir que ha pasado las pruebas con nota, sí señor. Incluso venció al hurón, aunque debo decir que se sobrepasó un poco con mi compañera.
-¿Era todo una prueba? -pregunta uno de los recién llegados.
-Lo... era... -murmura Egas, que se ha despertado con un sorprendente sentido de la oportunidad-. Aunque... tocó... mi hilo.
-Sí, le restaremos puntos por eso.
Vaya, al final resulta que sí que era un examen. La otra opción es que dos delincuentes en mala situación hayan decidido encubrirse con una mentira colosal, pero eso sería disparatado, claro. Tu amigo el camello decide sumarse a la fiesta también.
-Sí, un examen. Por esto lo de... en fin, esto. Hay que ver qué complicado ha sido, ¿verdad, agentes?
Macro duda un segundo, pero al final se encoge de hombros y asiente. Eso, y la aquiescencia de Egas parecen tranquilizarle.
-No se me ha notificado prueba alguna, pero me alegra que todo haya sido un malentendido. En cuanto a este -”Este” eres tú otra vez-, espero que se tenga en cuenta su insubordinada actitud.
-Desde luego -responde Macro-. Pero yo tengo que irme. Me espera un largo viaje.
El pirata enfila hacia la puerta en lo que parece ser el final de toda esta historia. De repente todos contentos. ¿Algo que decir, agente?
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Uno de los soldados me golpea en la nuca con el rilfe y sacan unas esposas. Parece que todos nos vamos a pasar una temporada a la sombra. Intento aguantar el golpe y miro al supuesto líder que me golpeó en la nuca. Estoy dispuesto a memorizar su cara y, cuando llegue el momento, volveré para matarlo.
-¡Estupendo, estupendo, sencillamente estupendo! El examen ha concluido, podéis descansar -comenta Marco con una sonora palmada-. Agente evaluador RC-835. Estoy a cargo de la simulación de nuestro amigo de las gafas.Tengo que decir que ha pasado las pruebas con nota, sí señor. Incluso venció al hurón, aunque debo decir que se sobrepasó un poco con mi compañera.
Parece que mi teoría de la prueba se confirma, aunque otra posibilidad es que sea una mega teoría de la conspiración. En cualquier caso, parece que mi paso por este manicomio llega a su fin.
-No se me ha notificado prueba alguna, pero me alegra que todo haya sido un malentendido. En cuanto a este -dice Egas que vuelve lentamente en sí- espero que se tenga en cuenta su insubordinada actitud.
-Desde luego -responde Macro-. Pero yo tengo que irme. Me espera un largo viaje.
Veo como Macro sale de la celda una vez rotas su esposas. ¿Está llegando todo al final? ¿Qué hago yo con esta panda de estúpidos? No me alisté en el CP para estar rodeado de gente tan irrelevante e incompetente. Macro, por el contrario... Intento reponerme del golpe y ponerme en pie después de sacudirme a los pasmados agentes de encima. Paso entre ellos de malos modos para ir detrás de Macro.
-Macro, ¡espera! -le digo-. ¿Acaso vas a dejarme aquí? -pregunto con la esperanza de que pueda sacarme del fondo del barril de la agencia.
-¡Estupendo, estupendo, sencillamente estupendo! El examen ha concluido, podéis descansar -comenta Marco con una sonora palmada-. Agente evaluador RC-835. Estoy a cargo de la simulación de nuestro amigo de las gafas.Tengo que decir que ha pasado las pruebas con nota, sí señor. Incluso venció al hurón, aunque debo decir que se sobrepasó un poco con mi compañera.
Parece que mi teoría de la prueba se confirma, aunque otra posibilidad es que sea una mega teoría de la conspiración. En cualquier caso, parece que mi paso por este manicomio llega a su fin.
-No se me ha notificado prueba alguna, pero me alegra que todo haya sido un malentendido. En cuanto a este -dice Egas que vuelve lentamente en sí- espero que se tenga en cuenta su insubordinada actitud.
-Desde luego -responde Macro-. Pero yo tengo que irme. Me espera un largo viaje.
Veo como Macro sale de la celda una vez rotas su esposas. ¿Está llegando todo al final? ¿Qué hago yo con esta panda de estúpidos? No me alisté en el CP para estar rodeado de gente tan irrelevante e incompetente. Macro, por el contrario... Intento reponerme del golpe y ponerme en pie después de sacudirme a los pasmados agentes de encima. Paso entre ellos de malos modos para ir detrás de Macro.
-Macro, ¡espera! -le digo-. ¿Acaso vas a dejarme aquí? -pregunto con la esperanza de que pueda sacarme del fondo del barril de la agencia.
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Muchas caras confundidas para una sala tan pequeña. El agente de los polvos se marcha, dejándose una bolsita de Lila tirada por ahí. No ha querido recogerla, aunque sea parte del examen. En fin, ya se ocupará alguien. A lo mejor si se o pides a la señora de intendencia manda a alguien...
-¿Qué hacemos con todos estos trastos? -pregunta un soldado.
-No sé, no es mi trabajo -anuncia el líder.
¿Van a dejar un montón de instrumentos de tortura ahí sin más? Qué irresponsabilidad. Imagina que pasa alguien y se los lleva antes de que llegue el equipo de limpieza. Es evidente que la disciplina militar no se aplica con demasiada eficiencia al mantenimiento. En fin, supongo que tampoco es tu problema.
Cuando Macro se va, la cosa no tarda en despejarse. Los agentes y marines vuelven a sus quehaceres bastante descontentos. A unos no parece gustarles haber tenido que correr hasta allí para nada; otros, en cambio, casi que se muestran decepcionados por no tener nadie a quien disparar. Egas camina como si nada hubiese pasado, en dirección contraria a tu ¿examinador? ¿pirata? Lo que sea. Eso sí, te llevas de recuerdo una mirada asesina como ninguna otra que hayas visto. Entre pegarle y tocar su hilo la tienes contenta.
-Oh, ¿es que me has cogido cariño, chico? Ya tengo cachorro, lo siento -te dice Macro, burlón y confiado, con las manos en los bolsillos y dirigiéndose hacia cubierta. Saluda con naturalidad a todo aquel con el que se cruza, sin detenerse. Luego baja un poco la voz-. Claro que voy a dejarte aquí, agente. ¿No has aprendido nada? Tú ibas a dejarme ahí dentro, ¿no? -Señala hacia atrás, hacia la celda en la que lo has amenazado varias veces. Un poco rencoroso, el amigo-. La verdad es que me gustan los tipos duros. Igual estás un poco loco, pero sé manejar a la gente así. Tengo... una misión. Una misión a muy largo plazo. Me infiltraré en una banda pirata y fingiré ser su capitán durante un tiempo indefinido. Alto secreto, sin rastro en papel. Todo sea por la justicia, ¿eh?. ¿Aún quieres venir?
-¿Qué hacemos con todos estos trastos? -pregunta un soldado.
-No sé, no es mi trabajo -anuncia el líder.
¿Van a dejar un montón de instrumentos de tortura ahí sin más? Qué irresponsabilidad. Imagina que pasa alguien y se los lleva antes de que llegue el equipo de limpieza. Es evidente que la disciplina militar no se aplica con demasiada eficiencia al mantenimiento. En fin, supongo que tampoco es tu problema.
Cuando Macro se va, la cosa no tarda en despejarse. Los agentes y marines vuelven a sus quehaceres bastante descontentos. A unos no parece gustarles haber tenido que correr hasta allí para nada; otros, en cambio, casi que se muestran decepcionados por no tener nadie a quien disparar. Egas camina como si nada hubiese pasado, en dirección contraria a tu ¿examinador? ¿pirata? Lo que sea. Eso sí, te llevas de recuerdo una mirada asesina como ninguna otra que hayas visto. Entre pegarle y tocar su hilo la tienes contenta.
-Oh, ¿es que me has cogido cariño, chico? Ya tengo cachorro, lo siento -te dice Macro, burlón y confiado, con las manos en los bolsillos y dirigiéndose hacia cubierta. Saluda con naturalidad a todo aquel con el que se cruza, sin detenerse. Luego baja un poco la voz-. Claro que voy a dejarte aquí, agente. ¿No has aprendido nada? Tú ibas a dejarme ahí dentro, ¿no? -Señala hacia atrás, hacia la celda en la que lo has amenazado varias veces. Un poco rencoroso, el amigo-. La verdad es que me gustan los tipos duros. Igual estás un poco loco, pero sé manejar a la gente así. Tengo... una misión. Una misión a muy largo plazo. Me infiltraré en una banda pirata y fingiré ser su capitán durante un tiempo indefinido. Alto secreto, sin rastro en papel. Todo sea por la justicia, ¿eh?. ¿Aún quieres venir?
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Todo el follón que se ha montado en un momento se disuelve. Lentamente todo vuelve a su cauce y yo sigo a Macro decidido a seguir subiendo en el escalafón de la organización. El problema es que me plantea un nuevo dilema, algo que sin duda es un nuevo juego mental. ¿Será Macro un pirata infiltrado en la organización o será un agente infiltrado entre los piratas? En cualquier caso la respuesta a la opción que me plantea es clara, ¿cómo no iba a hacerlo? No me metí aquí para hacer papeleo. Por un lado, si Macro es un agente infiltrado entre los piratas en una misión de alto secreto unirme a él es una oportunidad única de lanzar mi carrera arriba de una vez. Por otro lado, si Macro resulta ser un pirata infiltrado en la organización seguirle, por cuenta y riesgo propio, en una misión sin superior, ni enlace, ni siquiera un objetivo claro ni horizonte a la vista, será una aventura en toda regla y una forma de desenmascararlo y volver a ganar réditos en la agencia. ¿Qué tengo que perder? No tengo familia, ni amigos, nada que me ate, ni siquiera puedo perder la propia vida. ¿Cómo iba a responder otra cosa cuando me invita a embarcarme en mi mayor aventura hasta el momento?
-Sí.
-Sí.
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