Hola tipo random (Privado Kramer-Nayelis)

El mundo no dejaba de ser un nido de hipócritas, creídos y abusadores que miran al resto por encima del hombro. Dressrosa era el mejor ejemplo de esto, pero, tras dejar atrás su puerto para embarcarme a nuevas islas, se podía ver que el mundo en general tenía esta terrible “enfermedad”. Nadie se salvaba, nadie podía evitarlo, aunque lo supieras.

Mi destino me condujo a la villa de Mock Town, en Jaya. No era la panacea, pero el lugar estaba bien para la gente que tuviera asuntos de “dudosa legalidad” pendientes. El barco de mercancías que me dejó allí no tardó en marcharse tras aprovisionarse, pues la isla tenía su mala fama por ser el lugar donde los piratas solían concentrarse. Por este motivo había arribado a la isla, pues ahora era una capitán “autónomo”, sin embargo, no tenía ni hombres ni un navío. Pero bueno, eso no era importante, al menos por ahora. Lo único que me apetecía era tomar algo fresquito para calmar mi garganta, la cual estaba seca de tanto salitre en alta mar.

Desde los acontecimientos sufridos en Praha no sabía si los lugareños me iban a reconocer, y esperaba que no lo hicieran.¿ Cómo les explico que Dregan el pirata, ahora era Nayelis? Bien podría contarles toda la historia pero estaba segura de que no me iban a creer. Así que de momento mi secreto debía seguir oculto, pues ser hija de Enoc era algo que tampoco me motivaba en exceso, a pesar de los dones que me dio ingerir aquella reliquia en forma de fruta.

Traté de buscar una taberna en la plaza principal, y no sería muy difícil ya que aquí abundaban en exceso. Busqué la que estaba menos concurrida, pero como era obvio todas estaban llenas. Así que tiré a la primera que vi, una llamada: “Wipe´s". Nunca había ido a esta, ya que la gente que solía ir era un poco más "chick" y no sucios marineros. A Tinny mi conejo parecía gustarle la idea de un lugar limpio y bien iluminado, y no de la primera tasca que encontrara. Además..no era lo mismo entrar con pene a una tasca que sin él...podían pasar cosas y no quería tener fiesta tan temprano.

Nada más entrar se podía ver un establecimiento bastante grande. Muchas mesas colocadas en paralelo a lo largo de la pared derecha, mientras que en el lado izquierdo había una barra y varias sillas junto a ella. Había bastante gente, dejando solo dos o tres mesas libres al fondo. El camarero me vio entrar, y todas las miradas se posaron en mi. No porque no hayan visto a una mujer, pues había varias más sentadas en el establecimiento, sino por los rasgos que tenía. Al fin y al cabo era una Praheña, y por tanto se nos caracterizaba por tener un físico angelical. Yo aparentaba ser una muchacha de 27 años, cabello rubio largo, ojos azules, tez blanquecina y con una altura de 1,80...mientras que el resto del bar eran bajitas, fofas, algunas bellas pero mal proporcionadas etc. vamos, creo que desperté ciertas envidias.

Tinny se dio cuenta también de estas miradas de envidia y acoso, pero el animal estaba muy tranquilo, yo no tanto. Tomé asiento en una de las mesas del fondo, aprovechando de pedirle al tabernero, ya que pasaba por el lado de la barra un zumo de naranja para refrescar la garganta, pero también un vino, el mejor que tuviera.

Antes de sentarme cogí uno de los periódicos que había en el revistero al final de la barra. Tomé asiento y esperé a que me sirvieran mis bebidas. Mi conejo, se puso sobre la mesa sentado mientras leía la sección de “Wanteds”, aunque apenas se podía leer por aquellas miradas clavándose en mi nuca. Al final tendría que acabar marchándome del establecimiento.

Jaya, bendito paraíso de asesinos, ladrones, mentirosos, violentos y drogadictos. A cualquiera le habría extrañado que un agente del gobierno se sintiera tan cómodo en un lugar como aquel. La verdad, estoy en mi salsa. ¿Qué hago aquí? Bueno, digamos que el gobierno me ha recompensado por mis muchos servicios, no con un ascenso, si no con algo mejor. Tras el incidente con Tony, aquel pequeño problema en el barco de los nobles, el tema de las putas y los famosos ¿Cómo olvidarlo? y ese otro desafortunado incidente con los revolucionarios, el Gobierno me recompensó con unas vacaciones. "Vacaciones obligadas e indefinidas" lo llamaron. Creo que están evaluando mi situación en la agencia. Puede que hasta me gane un ascenso. Oí que me iban a asignar a la agente Egas, pero seguro son habladurías. El trabajo de oficina no es para mi.

Debido a que mis vacaciones son "inaplazables", palabras textuales, escogí el destino que me pareció más adecuado. Podría haber ido a una de esas aburridas islas de vacaciones llenas de ricos y marines, pero habría acabado matando a todos por simple aburrimiento. Así que escogí Jaya, una isla que sólo conocía por los muchos informes que recibimos. Quería conocerla en persona. Por un lado, el ambiente y la diversión son inmejorables, por otro, si recibimos tantos informes de aquí significa que hay agentes infiltrados... Descubrir quiénes son me parece un juego muy divertido. Además, las viejas del lugar hablan de una isla en el cielo situada encima de esta. Mataría por ir ahí.

Por el momento me entretengo en una mesa con un par de piratas. No pude resistirme, estamos jugando a las cartas. Póker cubierto. La partida ha estado muy igualada, mano tras mano hemos ido parejos, pero desde que decidí hacer trampas con las cartas de mi manga y mi forma de repartir, la partida me favorece y acumulo un buen puñado de berries.

- Voy -dice el pirata pelirrojo y añade mil berries al bote de veinte mil.

-Veo -dice el pirata moreno y añade mil berries al bote de veintiún mil.

En ese momento pasa un ángel, durante un segundo entero la taberna se sume en completo silencio cuando una mujer asoma por la puerta. Todos quedan absortos con ella, la vida me sonríe. Aprovecho la distracción para cambiar las cartas de mi mano por una escalera real. Cuando la normalidad regresa a la taberna hago mi apuesta.

-Veo -digo y añado mil berries al bote de veintidós mil.

El pirata pelirrojo está demasiado ocupado mirando a la rubia.

-Si mirarás así las cartas no irías perdiendo.

-¿Qué? -dice él.

-Dale, coño -dice el pirata moreno, está nervioso porque son sus últimos mil berries.

-Full, cincos treses -dice el pirata pelirrojo.

El pirata moreno sonríe, ya no es capaz de aguantar la cara de póker.

-¿Que tienes tú? -me dice.

-Escalera real.

Cuando enseño las cartas el pirata moreno se levanta de un salto.

-¡Tramposo! -grita y arroja sus cartas a la mesa: escalera real. ¡Mierda!

Reacciono rápido y también me levanto de la silla totalmente indignado.

-¿Tramposo yo? ¡Tramposo tú! La mejor mano de mi vida y me la jodes.

-¿La mejor mano de tu vida? La mejor mano de MI vida.

Durante la discusión miro de reojo el bar. El barman ya está listo para echarnos si armamos más escándalo y los comensales parecen esperar un poco de espectáculo. Yo pienso a toda velocidad, tiene que haber una forma no violenta de salir de esta. Si le pego una paliza, nadie más querrá apostar conmigo.

Tinny parecía tener hambre y yo bastante sed. Así que era momento de empezar a solucionar esos dos problemas. Pedí al tabernero un zumo de naranja y una copa de vino para mi, mientras que para Tinny pedí una zanahoria, que le iba a sentar mal, pero al cabrito le chiflaban. Así que una vez pedido y servido nuestras respectivos pedidos procedimos a beber/comer. Tinny parecía estar super concentrado mientras que yo daba un sorbo de vez en cuando al vino y al zumo de naranja.

Entonces se lio la gorda. Unos hombres comenzaban a pelearse verbalmente en lo que parecía unas trampas en un juego de cartas. Yo por mi parte seguía a lo mío a pesar de que no podía quitar la vista de aquella trifulca.  No porque me llamara la atención en si, sino porque me preocupaba que pudieran herir a Tinny si esto se desmadraba más de lo necesario....ya que las peleas en tabernas solían acabar muy mal. Yo estaba muy alerta por si las moscas.

Tinny parecía opinar lo mismo, puesto que el conejo se escondió en mi regazo dejando su zanahoria a medio acabar, ya que al igual que yo se olía los problemas de lejos.

Así que de entrada, y a la expectativa cogí la copa de vino y me la bebí del tirón, con intención de levantarme e irme del lugar antes de que empezara la gresca. No por la propia incomodidad, sino porque a este paso acabarían haciéndome daño a mi o a Tinny de forma involuntaria, entonces tendría que sacar las "garras" y no quería que nadie viera que era una usuaria, no todavía.

Saqué un par de monedas de mi monedero, el cual tenía dentro del bolsillo izquierdo del short, y pagué al tabernero.

-Quédese con el cambio- dije amable.

¿Porqué tenía la sensación de que me iba a comer la pelea igual?

La situación está terriblemente tensa. Entonces la mujer angelical se levanta de su sitio para ir a pagar al tabernero en la barra. De nuevo, los hombres y mujeres del lugar se quedan encandilados con su presencia. Aprovecho esa distracción para pasar a la acción. Ahora que nadie me ve me lanzo al suelo como si me hubieran golpeado y emito un quejido ahogado.
-Ahhhh -gimo- ¡Mi endometrio!
El camarero salta por encima de la barra y atrapa al pirata moreno con una llave de inmovilización perfecta. Acto seguido lo lleva a la puerta y lo lanza a la calle.
-¡Las peleas están prohibidas en mi local! -dice y cierra la puerta.
Una vez libre del problema, me levanto como si nada y me embolso el dinero de la timba. El camarero ha vuelto tras la barra y atiende a la joven rubia. Yo me acerco también para pagar mi consumición y dejo una generosa propina.
-Menos mal que estabas aquí para mantener el orden -digo con sorna. Deduzco que ese hábil tabernero es un agente infiltrado. Un tópico, pero sería una tapadera muy útil.
Veo que la chica también está pagando su copa de vino y pongo más dinero en la barra.
-Invito yo, me has traído suerte. -Una vez el tabernero me ha cobrado añado-. ¿Tú no eres de aquí, verdad?
Ahora que estoy frente a ella me doy cuenta de que la cara de la chica me suena. Estando en Jaya seguramente será una pirata buscada, pero al no recordarla bien imagino que se tratará de una pirata menor con una recompensa baja. Veamos dónde nos lleva esto.
-También es mi primera vez en la ciudad -añado.
A través de la ventana de la taberna veo al pirata moreno merodeando como una fiera enjaulada. Estoy convencido de que espera a que salga a la calle para continuar nuestro agradable intercambio de ideas.

Bueno, parecía que al final la cosa estaba totalmente controlada y el tabernero lanzó por los aires, y fuera del local, a aquel tipo molesto. En cuanto al otro se quedó en el establecimiento, y además pagó sus cuentas y mi vino. Dijo que le daba suerte, algo que no entendía en demasía pero que tampoco me disgustaba escuchar. Tan sólo esperaba que no fuera otro baboso que me iba a pagar la copa simplemente para querer llegar a algo más....como solía pasar.

-Se lo agradezco señor- dije con un tono amable mientras Tinny se acomodaba en mi regazo- ¿Cómo sabe que no soy nativa de aquí? Somos muchos los que vivimos en Jaya, y algunos somos hasta legales- dije jocosa- No, no soy de aquí. Llevo poco tiempo por Jaya y esto meramente de paso hasta embarcar en el próximo navío que me lleve a otra isla.

Dicho esto miré unos segundos al frente, buscando las palabras adecuadas para seguir la conversación. No quería ponerme a contarle mi vida a un desconocido así de primeras, pero bueno, ser cortés no estaba de más.

-¿Y usted?- dije finalmente- Dice que no es de por aquí, y me lo creo por lo que acabo de ver. Buena actuación, pues estos lerdos no se han dado cuenta de su "problema" con el juego con aquel tipejo. Espero que el dinero que ha logrado le cubra los gastos de la partida.

La mujer me escucha y por un instante me lanza una de esas miradas de desconfianza. Así es como miran los corderos al lobo. Es algo natural. Una mujer con esos rasgos no pasa desapercibida, es imposible, lidiar con depredadores ha debido ser su día a día desde la no muy lejana juventud. El recelo y la prudencia se han convertido en su escudo del mismo modo que la mentira se ha convertido en mi escondite. Por suerte para ella las mujeres suelen interesarme tan poco como la geología.

la chica sigue hablando y parece que se ha dado cuenta de mi pequeña actuación. Algo natural si tenemos en cuenta que ella no puede quedarse deslumbrada por sigo misma. Aún así me hace gracia que se haya percatado. Podría ser una buena socia para desplumar a estos piratas. No lo sé, por el momento me resulta divertida.

-El dinero es lo de menos -digo-. Lo que importa es la aventura del juego.

Hago un gesto al camarero y coloco un billete en la barra. Cuando aparece el chupito de whisky lo bebo de un trago.

-La verdad -digo con toda la intención de mentir-, soy un explorador. El quinto de mi generación desde el abuelito abuelo Krampus. Viajo por el mundo para experimentar los milagros y misterios que en él se esconden. Llegué a Jaya como a una isla más, de visita, y me he quedado una temporada para investigar el mito de la isla del cielo.

Estoy satisfecho con mi mentira. Ya que estoy oficialmente de vacaciones, puedo permitirme el lujo de usar cualquier tapadera. Un nuevo gesto y otro billete me brinda un nuevo chupito de whisky que engullo de un sorbo. La caldera de mi estómago se pone a funcionar a toda máquina y ya noto como se me espesa la sangre.

-La verdad esperaba que este sitio fuera más divertido. Debes estar harta de esta isla.

Tinny no estaba prestando demasiada atención a aquel hombre, ya que el pobre estaba algo confundido a la par que asustado por todo el revuelo que se había producido en la taberna. Para calmarlo le acaricié el lomo suavemente hasta que sus orejas, erguidas, bajaron, señal de que ya no estaba alerta.

Mi compañero de tasca ahora había bebido un whisky con gran premura. Yo no sería capaz de beberme de golpe un licor así. Del mismo modo, no iba desencaminada cuando ,efectivamente, lo de la timba de cartas había sido un partida entre un tramposo y unos piratas. ¿Me debería fiar de este chico?. No, nunca me fío de nadie a no ser que lo merezca.

-Si le soy sincera...con menos aventura se apaña una.-dije en alusión a que prefería el dinero.

Pedí otra copa de vino al tabernero aprovechando que mi compañero se pidió otro whisky, para así continuar hablando yo.

-¿Un explorador?-pregunté curiosa- No suelen verse muchos "exploradores" por este lugar...ya sabe, no es el más conveniente para gente de a pie. A pesar de todo espero que se lo pase bien y tenga una velada tranquila, al menos los próximos cinco minutos...que en esta isla nunca se sabe.

Dicho esto me sirivieron el vino y di un leve sorbo a la copa antes de volver a dejarla sobre la barra.

-Si- respondí con pesadez- No es el lugar en el que me gustaría vivir de pro vida, no le voy a engañar. Yo al igual que usted estoy de paso, y no me interesa estar mucho en una zona por mucho tiempo.

Dicho esto eché un vistazo de arriba a bajo al chico.

-Imagino que está asentado en una hospedería ¿No? Disculpe si es indiscreción preguntar. Por otro lado ¿Qué tipo de "cosas" busca un explorador como usted?

-Los próximos cinco minutos -repetí y se me escapó la risa-. El pirata que han echado me está esperando fuera. Seguramente para matarme. La verdad -y está vez si digo la verdad-, no quiero ensuciarme las manos con alguien que no representa un reto.

Me siento en la barra, directamente, sobre la tabla de la barra, mirando al salón donde los piratas continúan comiendo, bebiendo y armando sus planes de ruta. Me sorprende la inutilidad y pasividad del gobierno mundial en lugares así. Si yo fuera lider del Chiper Pol o un marine de rango reconocido entraría aquí por la noche, con mis mejores hombres y arrasaría el lugar hasta que no quedara nada más que ceniza y muertos. Luego levantaría una base y un puerto comercial y con eso aseguraría la isla. Lo mismo sucede con las islas revolucionarias y demás nidos de maleantes. Resulta sorprendente cómo una institución tan antigua se ha mantenido en el poder por tantos años siendo tan poco proactiva. Debe de estar llena de corruptos saboteadores, es la única explicación.

-No estoy en ningún lugar -respondo a la pregunta, pese a mi ensoñación estaba prestando atención-. Soy medio nómada, no tengo lugar al que ir ni lugar dónde quedarme.

He vuelto a ser sincero, algo muy incómodo la verdad. No sé cómo la gente puede hacerlo. Del bolsillo saco un papelito con polvo blanco y sin disimular mucho esnifo un poco. Enseguida se me acelera el corazón y mi cabeza arde como un almacén de pirotecnia en el que todo ha salido mal.

-¿Qué crees que estás haciendo? -dice el tabernero.

-Váyase a tomar por culo, agente -respondo y de un salto me bajo de la barra-. ¿Qué busco aquí? -le digo a la chica-. Diversión, retos, la isla del cielo. He oído hablar mucho de ella, demasiado tiempo, demasiadas similitudes para que sea un mito. Está aquí en Jaya, en algún lugar, estoy seguro-. Hablo acelerado, fruto de la droga que ha puesto mis revoluciones al máximo-. Así que aquí estoy, rodeado de piratas Don Nadie intentando encontrar una pista; hasta entonces vas a tener que disculparme; tengo una cita con el destino.

Muevo mi cuello lado a lado para hacerlo crujir y me dispongo a salir de la taberna para encontrarme con el pirata moreno.

Admito que estaba de acuerdo con aquel tipo en cuanto a los desafíos.
Últimamente era un coñazo terrible encontrar a alguien digno en un combate. Vale que yo no buscara luchar casi nunca debido a mi "habilidad", además nadie de Jaya sabía de lo mío por el momento, bueno, la verdad es que muchos lo sabían pero callaban la boca o no decían nada por miedo, al fin y al cabo, era la hija de  Enoc. ¿Quién iba a oponerse a un dios?

-En ese caso hace bastante bien en no permanecer en esta isla por mucho tiempo- dije con tono amable mientras me llevaba la copa de vino a los labios- Los soñadores no suelen vivir mucho por estos lares.

Iba a continuar hablándole, pero para mi sorpresa aquel tipo se puso a snifar delante mía. ¿Drogadicto?. No lo parecía, al menos lograba hilar palabras y su presencia era impoluta. El tabernero, como es lógico no tardó en echarle la bronca, y aún así él hombre le respondió de malas maneras. De hecho me habría levantado del sitio si no hubiera dicho algo que me llamó la atención: La isla del cielo.

- Yo no escupiría muy alto en un lugar donde los "Don Nadie" pueden superarle, y no digo aquí dentro sino en cualquier parte de la isla. No es bueno buscarse enemigos ,créame- dije en alusión a la fanfarronería antes de ver como se iba por la puerta, así que le dije algo antes de irse.

-Claro que existe, cualquiera con un poco de masa encefálica podría deducirlo- dije dejando la copa de vino en la barra vacía, sin quitar la vista de ella- Si algo hemos aprendido todos estos años, es que nunca nada es lo que parece, y hoy por hoy hay que creer hasta en el infierno.

En ese momento uno de los clientes, Cletus, al cual conocía de hace años interrumpió la conversación animadamente.

-Que cachonda Naye, tu eres Praheña.

No le dije nada, simplemente alcé la copa en señal de que le había escuchado, y aceptado su comentario.

Me detengo en la puerta al escuchar hablar a la chica.

-¿El infierno? -digo, y se me escapa una sonrisa-. Sí, a ese lugar también quiero ir.

-Que cachonda Naye, tu eres Praheña -comentó uno de los clientes, pero no entendí el comentario.

Sin más salí de la taberna para encontrarme con el pirata moreno. El sol estaba alto, un día despejado, estupendo para un duelo. Por la calle los piratas transitaban como si tal cosa. Alguno hasta entró en la taberna. Las peleas debían ser algo tan común que ni siquiera resultaban ser un espectáculo.

- Al fin sales, cobarde -me dice el pirata-. Te voy a dar la oportunidad de vivir, si me devuelves el dinero y besas mis botas.

Un pirata desconocido incapaz de enfrentarse a un tabernero. La verdad estoy muerto de miedo.

-Fui un Dios una vez, ¿sabías? -le digo-. Mis hijos te hubieran comido, por imbécil, básicamente. A mi, personalmente, nunca me atrajo la carne de burro.

El tipo se lanza contra mi con las manos desnudas. Yo levanto mis puños en una guardia más bien mala. El primer puñetazo del pirata me impacta de lleno. Golpe en el estómago. El segundo es un gancho a la mandíbula. No está mal. El tercero es un directo a la nariz. Por algún motivo el suelo se mueve bajo mis pies y sube hasta golpearme. Estúpido suelo, me han derribado.

-Estaba pensando -digo desde el suelo como si tal cosa, tengo el labio partido y me sangra-. ¿Qué coño es una Praheña?

-Arriba -ordena el pirata.

Obedezco. Me pongo a cuatro patas para incorporarme pero en la maniobra el pirata me patea la cara. Caigo de nuevo al suelo con la nariz rota.

-Krahahahaha - me río en el suelo.

-Puto chalado de mierda. ¿Qué es tan gracioso?

-Es un día hermoso.

Me impulso con ambas manos en el suelo para ponerme en pie. Veo ojos que nos miran desde la taberna. He de ser comedido, no quiero asustar a mi nueva amiga hasta que me diga todo lo que sepa de la isla del cielo. Escupo al suelo un coagulo de sangre. La nariz rota no para de lanzarme sangre a la boca.

-Dame el dinero -dice el pirata.

-Jódete -respondo.

El pirata vuelve a la carga, alza su puño para golpearme, pero es muy lento. Acompaño mi golpe con la torsión del cuerpo y el bamboleo del hombro. Lanzo mi puño en una parábola directo a la mejilla del pirata. La cara del tipo gira casi 180º cuando recibe el golpe. Un oído experto notará el crujido de sus huesos, de los dientes y de las vertebras. El pirata se desploma en el suelo, KO o muerto, la verdad, no me importa.

Regreso dentro de la taberna con la cara echa un cromo, pero con la moral intacta.

-¿De qué estábamos hablando?

-Tinny, si la lía avísame- le dije al conejo para que siguiera al chico en su "contienda" fuer a de la taberna mientras yo me acababa el vino.

-Naye ¿Vas a dejar que se peguen?- dijo Cleltus acabándose su cerveza desde su mesa.

-¿Era Johnson no?El que le amenazó al chico primero, así que por mi como si le reparte los dientes por todas las calles de esta ciudad.

-Naye...

-¡Oh está bien!-dije levantándome mientras seguía a Tinny hacia la salida. No me gustaba que la gente se peleara porque si, pero conocía a aquellos borrachos , a algunos claro, y Johnson era de los que se le calentaban la lengua y los puños.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi que el pobre desgraciado estaba K.O en el suelo, y aquel chico intacto. Bueno, con alguna herida en el labio. Tinny nada más ver al cocainómano se dio media vuelta y corrió al interior de la taberna nuevamente, yo le seguí a dentro y me dirigí a Cletus.

-Tarde, ya le partió la boca por idiota- dije antes de volver a sentarme y ver como entraba aquel chico nuevamente con una pregunta en su boca.


-Algo sobre la isla del cielo antes de irte, antes de que le partieras la boca al lerdo de Johnson. No es santo de mi devoción, pero esta vez creo que le has dado su merecido.

Cletus se levantó algo molesto debido a que no había ido a socorrer a su compañero. Vale que nos conociéramos y haya trabajado tiempo atrás con algunos idiotas de esta isla, pero aún así no tenía porque usar mis habilidades para evitar peleas de drogadictos y borrachos. Por lo menos Cletus se marchó de la taberna, no sin antes pagar su cuenta y sin quitar vista del chico nuevo.

-Ignórale, no te hará nada.-dije acabando el vino- ¿Así que la isla del cielo eh?

-Johnson, Cletus... Para no ser de aquí conoces a todo el mundo.

Vuelvo a la barra tras el ejercicio. El camarero me trae una bolsa de hielo.

-Y una botella de whisky para acompañar.

-Será mejor que te relajes -dice el tabernero.

-¿O qué? ¿Te chivarás a papi y mami? ¡Venga! Estoy de vacaciones.

El tabernero se va a por mi pedido. Yo me enciendo un cigarro y le doy una larga calada.

-No me preocupa ninguno de los de aquí -digo abstraído mirando en mi interior-. Soy inmortal, ¿sabías? Aunque espero morir algún día enfrentándome a un enemigo honorable.

El tabernero trae la botella y un vaso ancho. Yo añado dos peces de hielo y un río de alcohol. Dejo que los cubitos crujan por el cambio de temperatura y doy otra calada.

-¡Basta de sentimentalismos! La isla del cielo ha de existir, pero el cielo es demasiado grande para encontrarla si no sabes dónde está.

Señalo a la chica con el cigarro unos instantes mientras formuló la pregunta en mi mente.

-¿Qué es una Praheña? No lo había escuchado nunca y soy un tipo que escucha muchas cosas.

Aprovecho la bolsa de hielo para pasarme unos cubitos por las heridas y limpiar la sangre y reducir la hinchazón.

Escuché su palabrería y fanfarronería, seguramente por el efecto de las drogas que había ingerido. Pedí que me llenaran la copa nuevamente y entonces procedí a responderle.

-Entonces si es inmortal, ¿Cómo va a morir contra alguien?¿No es un poco contradictorio?- dije mientras daba las gracias al tabernero por el vino.

-Entiendo que no le importemos ninguno de los que estamos aquí, pero incluso los extranjeros muestran educación. ¿No cree?.

Antes de poder continuar parece que el chico se enojó un poco, pues su objetivo era la isla del cielo...¿porqué demonios todos quieren ir a ese puñetero lugar?. Vete a saber, sin embargo me llamó todavía más la atención que preguntara que era una Praheña.

-¿No conoce Praha?. Es comprensible, pocos han ido a esa isla en el cielo. -dije tranquila antes de mirarle- Oh si, hay más islas que la isla del cielo ahí arriba. Yo soy una nativa de ella, la ciudad de Praha "la áurea", soy digamos, alguien "importante " allí, pero me gusta venir a estas islas de vez en cuando para socializar y beber algo más que ambrosía, ya sabe, explorar un poco. Que vale, no es el mejor lugar del mundo, pero la gente es amable a pesar de que muchos aquí son asesinos y forajidos.

Dicho esto Cletus entró en la taberna con otro tipo, bastante alto y corpulento que traía una maza en su mano. Entonces miré al chico.

-Y a veces haces amigos por conveniencia y a veces, cuando no cumples tu parte te vienen a romper las piernas.....

-Entonces si es inmortal, ¿Cómo va a morir contra alguien?¿No es un poco contradictorio?- dice la mujer.

-No -digo como si tal cosa-. Imagina el poder de esa persona si es capaz de matar a alguien que no puede morir. Pero queda mucho para eso, antes debo convertirme en el hombre más fuerte del mundo.

-Entiendo que no le importemos ninguno de los que estamos aquí, pero incluso los extranjeros muestran educación. ¿No cree?

Exhalo el humo de la última calada y apago el cigarro en la barra. Tengo la sensación de que se me escapa mi falsa identidad de vacaciones. Entre las apuestas, el alcohol, las drogas y la pelea... y esa aura dorada de la chica, como una especie de pozo de la sinceridad... Es como si el auténtico Kramer se escapara entre todas esas rendijas, como una polilla atraída por su dorada luz. Qué incómodo, el auténtico Kramer está muerto nadie quiere que vuelva.

-La educación la perdí en mi primera vida... -apuro el vaso de whisky.

-¿No conoce Praha?. Es comprensible, pocos han ido a esa isla en el cielo.

La miro extrañado por sus palabras y me encuentro con sus ojos. ¿Intenta engañarme?

-Oh si, hay más islas que la isla del cielo ahí arriba -sigue-. Yo soy una nativa de ella, la ciudad de Praha "la áurea", soy digamos, alguien "importante " allí, pero me gusta venir a estas islas de vez en cuando para socializar y beber algo más que ambrosía, ya sabe, explorar un poco. Que vale, no es el mejor lugar del mundo, pero la gente es amable a pesar de que muchos aquí son asesinos y forajidos.

Algo dentro de mi se emociona. Mi interés por las islas del cielo era meramente intelectual. Un pequeño puzle a resolver. Una investigación por realizar. Un hobby. Y de repente tengo delante a alguien que dice habitar allá. No me la creo del todo, pero su aspecto poco convencional bien podría ser una prueba. Y si es un lugar con gente poco convencional bien podría ser un lugar donde llegar a ser más fuerte y.... Y quien sabe que drogas tomarán ahí arriba. ¿Ambrosía?

Entonces el pirata Cletus entra en la taberna con un grandullón que va armado con una maza.

-Aquí vienen a mostrarme algo de amabilidad -miro a la chica con genuina curiosidad-. ¿Me estás tendiendo una trampa o simplemente es otro de mis incontables días de mala suerte?

-Las peleas fuera del local -dice el tabernero con tono serio.

Por mi parte me tiro la agüilla de los hielos a derretir por mi nuca para refrescarme. No sé qué habría pasado si llego a matar al señor Johnson. Por el momento tengo que pensar qué hago con el grandullón y Cletus. Pelear al cien por cien con ellos podría desvelar mi condición de agente del Cp y eso me colocaría en un claro problema. Aunque pensándolo bien, una vez tenga información de las islas del cielo no pienso quedarme mucho más.

-Dioses Cletus....¿de verdad que vamos a volver a pasar por esto?-dije con tono pesado mientras seguía atendiendo al chico que hablaba conmigo sobre la isla del cielo.- Tranquilo jefe, no tengo intención de romperle nada- concluí con tono calmado mientras me levantaba del taburete y me acercaba a Cletus.

-¿Quién de los dos va a intentar pegarme esta vez Cletus?-dije llevándome las manos a la cintura mientras Tinny por su parte se escondía tras la barra.

-Te dije que podías estar por esta taberna siempre y cuando defendieras a los que bebemos aquí de cualquier extranjero, sino ya sabes lo que pasa.

Fruncí el ceño algo molesta por aquel comentario.

-El forastero no ha hecho nada más que responder a una pelea, tu compañero ha perdido y fiesta. Esto funciona así en Jaya y no lo he inventado yo. Además yo solo defiendo a los que se ven envueltos en una gresca, no a los que la empiezan.

-Esto no funciona así rubia, creo que Jonhson va a tener que hacer unas pesquisas a tu nuevo "amigo".- dijo antes de tratar de pasar por mi lado para ir hacia el chico.

Entonces de mi espalda brotaron rápidamente dos grandes alas de pájaro, de pluma blanca y mullida que tenían un aura dorada, eran bastante más grandes que yo, y una de ellas, la derecha concretamente cortó el paso a Cletus.

-Te partí la nariz una vez, vamos a tener la fiesta en paz ¿te parece?.

Cletus se detuvo y se quedó mirándome mascullando improperios. A los pocos segundos le dio un toque a su compañero para ,seguidamente salir de la taberna, no sin antes amenazarme como era de costumbre.

-Algún día te las pienso arrancar, rubita- dijo cerrando la puerta del local.

-Gracias Naye- dijo el tabernero- La última vez se lio gorda- Tu y tu...compañero, estás invitados a estas rondas.

Dicho esto las alas comenzaron a desaparecer a través de una luz dorada, hasta finalmente quedar solo mi espalda desnuda.

-Disculpe, hay gente que no acepta cuando retirarse.

La mujer se enfrenta a los dos hombres, lo que anula mi teoría de la conspiración. También aleja este día como uno de los diez más desafortunados de mi carrera. La chica, para mi sorpresa, desplega unas alas blancas que brillan con la luz del sol. Una tori tori no mi, deduzco, pero tiene algo de especial. Los hombres salen de la taberna con el rabo entre la piernas. Parece que, sin quererlo, me he topado con un mandamás de la isla. Una información muy muy interesante. La verdad, está siendo muy divertido. Una pena que las misiones regulares no resulten igual de entretenidas.

-Naye -digo para mí mismo copiando la forma de pronunciar del tabernero-. Un nombre poco común. Dime ¿Quiénes eran esos tipos? pensaba que en la utopía anarquista pirata todo el mundo era igual.

Me sirvo otra copa de Whisky y brindo con la mujer. Un gesto de agradecimiento. Seguramente ella no lo sabe, pero me ha aliviado muchos dolores de cabeza. Puede que incluso me despidieran por hacer algo así fuera de servicio. Despdirme... qué locura. Como si el gobierno pudiera prescindir de un agente leal.

-Así que una mujer paloma originaria de las islas del cielo que quiere viajar -digo removiendo el hielo de mi vaso para retomar la conversación-. Supongo que tú quieres ver el mundo porque nunca lo has visto, del mismo modo que yo quiero ver las islas del cielo por el mismo motivo. Supongo que para ti las islas del cielo crecen de interés, como tampoco debes tenerlo en ayudarme a llegar. Aunque saber que existen es mucho para mi -doy un trago durante mi palabrería, sin la sensación de peligro el alcohol me afloja la lengua, o puede que sea esa luz dorada de sus alas la que me hace parlanchín-. ¿Qué hay de ti? ¿Por qué no te vas? En esta isla entran y salen barcos constantemente y no pareces muy querida aquí pese a ser alguien a tener en cuenta.

Estaba algo enfadada, normalmente no solía tener problemas en la isla, pero últimamente los piratas se estaban volviendo más pedantes de lo normal. Seguí a lo mío mientras escuchaba a mi compañero.

-Eso dicen, dicen muchas cosas- dije cogiendo la copa de nuevo- Aquí todos somos iguales, y luego está la gente como yo que no quiere que nadie se suba al carro y se crea por encima de otros, no es justo. Incluso en una isla de idiotas y borrachos debe hacer un cierto "orden"-concluí.

-No soy una paloma, ni originaria de las islas del cielo. Soy Praheña, de Praha, la isla dorada del cielo, nada que ver con la isla de los Skpypeianos que dices. Son "vecinos" nuestros, pero somos diferentes.

Di un último sobro a mi copa.

-Cierto, pero no está en la naturaleza de mi gente decir donde esta Skypeia o Praha. Estamos "aislados" ¿sabes? Preferimos la calma y la rutina. Yo en mi caso prefiero explorar y ver que hay aquí abajo. No me meto con nadie ni dejo que se metan conmigo.

Entonces el tabernero respondió a la pregunta del chico por Naye.

-Naye es la hija del dios Enoc, un capullo mal nacido que ha gobernado Praha desde hace milenios. Ella es una de sus muchos hijos, e hijas. La gente no la molesta mucho por eso, además de que la gente como ella, y no te ofendas Naye, despierta ciertas envidias. Su pueblo es conocido como el ¿De los ángeles? ¿No? Creo recordar que erais algo así.

Asentí con la cabeza.

-Algo así, somos mortales como cualquier humano, simplemente que tenemos apariencia angelical, y muchos tienen alas como los Skypeianos, pero las nuestras son mucho más grandes. Las mía en concreto, al ser hija de ese tipo, son mas grandes debido a un motivo que no es necesario mencionar. Quizás cuando le conozca mejor a usted. Pero vamos que no debe preocuparse en absoluto, estoy aquí de paso simplemente, como usted. Yo buscando charlar con alguien y usted buscando información sobre una isla poco concurrida. Así que creo que ambos hemos tenido una buena velada.

Miré al tabernero entonces.

-Una última copa por favor.

Volví a mirar al chico.

-Tu pareces ansioso por explorar, o encontrar algo ¿no?

Presto atención a las explicaciones de la Praheña. Al parecer arriba, en las islas del cielo, existe un ecosistema social y político similar al de cualquier otro lugar del mundo. Diferentes islas, diferentes razas, diferentes nacionalidades y dioses. Me pregunto si Enoc es alguien literalmente o solo una forma de hablar. En cualquier caso es una información muy valiosa. Debido a su aislamiento las islas del cielo no deben de presentar un activo valioso para el Gobierno, por lo que compartir esta información no me va a suponer ningún beneficio. Por otro lado, tener amigos en el cielo puede suponerme una buena carta en caso de necesidad. Además, un rincón inhóspito de la existencia parece un buen lugar donde ir a entrenar. Necesito hacerme mucho más fuerte, por mucho que me pese.

Me sirvo otro vaso de whisky con hielos nuevos. Esta vez lo bebo lentamente, saboreando la nueva información y la malta envejecida.

-Tu pareces ansioso por explorar, o encontrar algo ¿no?

-Mi negocio es la información -le digo-. Saber cosas es algo innato para mi, el comercio me viene de familia. La parte de fortalecerme es simplemente una cuestión de orgullo.

Meto uno de los hielos en mi boca y lo aplasto entre las muelas. Por un momento me siento vacío. Una persona más, común, insignificante inútil. Tan pequeño e inútil en un mundo enorme y poderoso... trago el hielo para deshacer el nudo de mi estómago. Agente Kramer Won, el hombre más fuerte del mundo... Agente pepinillos, el conquistador del cielo... Kramer Won, agente secreto... Kramer Won, Dios de isla zarpa... Kramer Won, don nadie. ¿Quién eres Kramer? Que pregunta más difícil de responder. ¿Qué quieres? Más preguntas difíciles. Miro el fondo de mi vaso. Me emborracho, luego existo. Es todo de lo que estoy seguro.

-Ahí arriba, en el cielo. ¿Qué me voy a encontrar? ¿Va a ser un paraíso, un remanso tranquilo, una balsa de aceite? ¿O va a suponer un reto? Quiero hacerme mucho más fuerte, praheña. ¿Vale la pena subir ahí arriba o sigo buscando algún lugar divertido en el que pueda convertirme en el hombre más fuerte de todos los tiempos?

Bueno, yo por mi parte había bebido suficiente vino por hoy, si seguía así Tinny me tendría que acabar llevando a rastras al hotel. Así que dejé la copa y procuré responder a mi compañero de barra.

-Bueno, digamos que voy de aquí para allá buscando información, como tu. Pero hoy por hoy simplemente me estoy tomando una copa junto a Tinny y disfrutando del establecimiento. Además él me deja los vinos a buen precio- dije señalando al tabernero, el cual estaba limpiando los barriles del fondo de la barra.

-Tu sin embargo pareces más...no sé...un espía o algo por estilo. ¿No te lo han dicho nunca?. Lo digo sin ofender conste.

Me giré en el taburete mirando hacia él.

-Nunca entenderé porque todos queréis ir a Skypeia...aunque bueno, si vais allí nos dejáis tranquilos la verdad. Esa gente no está ahí para pelear con ellas y solo quieren estar tranquilos, vamos, no quieren que ataquen o molesten en su isla. Pero bueno....esto ya es opinión mía- dije dando un largo suspiro- Es un paraíso para muchos y un lugar de retiro "Espiritual", pero bueno, quizás pedas encontrar fórmulas o pergaminos que te permitan mejorar tu "fuerza". De todas maneras hay muchas islas en el Nuevo Mundo que pueden cumplir tus expectativas...¿Porqué ir al cielo?

-El trabajo de explorador se parece mucho al de espía -digo y me encojo de hombros.

Voy a ponerme más whisky, pero resulta que me he terminado la botella. Necesitaré algo de ejercicio para bajar tanto alcohol.

-Tal y como me lo pintas, no merece la pena ir al cielo. Al menos a esa tal skypiea. ¿Pero que me dices de Enoc? El malnacido al que lleva gobernando el cielo mil años...- Por un momento me aburro de hacer tantas preguntas. en realidad hay algo en ella que me ha llamado la atención-. Parece que para no haber viajado mucho sabes bastante de estos mares. ¿Qué información estás buscando? No creo que te sea difícil salir de esta isla o encontrar información de a dónde ir. Cualquiera de estos tipos hablaría sin cesar de los lugares que ha visitado con menos de una copa.

Saco la baraja de cartas que utilizaba para hacer trampas y me pongo a barajarla distraído. Practico falsos cortes, colocar las cartas, esconderlas en mi manga, esos trucos sencillos y básicos para cualquier ilusionista.

-¿No será que te da miedo salir de aquí, palomita?

Saqué mi monedero de mi bolsillo del pantalón para pagar al tabernero por la bebida. Con un silbido llamé a Tinny para que saltara a mi hombro, señal, de que ya tenía pensado irme del lugar, ya que mi compañero también parecía no tener mucha más gana de continuar allí.

-Merece la pena si tu consideras que lo merece. Lo que vale la pena y lo que no es subjetivo. ¿No crees?.- dije antes de guardar el monedero.

-De mi padre se más bien poco- le dije en referencia a Enoc- Y digamos que no es algo de lo que voy hablando por ahí a "viva voce". Pero digamos que entre las familias suele haber roces. Pero es lo que le dije, voy de aquí para allá viajando y conociendo a las diferentes islas, me gusta, me divierte, y aprendes cosas...sin más.

El tabernero me entregó una pequeña zanahoria para Tinny, la cual solía ser la golosina de mi mascota cada vez que iba allí por cuenta de la amabilidad del tabernero.

-Gracias- le dije antes de volver la vista nuevamente al chico- ¿Palomita? Tenga cuidado, las "palomitas" tienen garras y pico también. Pero bueno, respondiendo a su pregunta, no me da miedo salir de aqui. Como le dije voy y vengo, y hoy simplemente se ha topado con una taberna llena de borrachos y conmigo. Cierto es que Jaya tiene un...no sé...quizás me guste la anarquía que reina aquí y por ello paso más tiempo en esta isla que en cualquier otro lugar.

Miré por la ventana por unos segundos.

-Se hace tarde, pero si quiere puede contarme un poco de usted. Pues al igual que yo, es extranjero en esta villa.

-Un poco de mí...

Hundo los ojos en el fondo del vaso vacío. Un poco sobre mí, como si yo fuera alguien. ¿Cuántas mentiras he vivido ya? Dios de la isla zarpa, vidente de los piratas Canario, Comida de rey del mar, naufrago, grumete de la marina, agente del chiper pol, niño robado, parricida, huérfano... ¿Acaso alguna de esas cosas me definía? No. ¿Quién eres Kramer Won? Maldita sea. Pensé que la vida de espía encajaba conmigo. Trabajar en la oscuridad, un nuevo nombre cada día, un hombre sin identidad. Y sin embargo pensaba que encontraría algo ahí, algo más cálido. En vez de eso me siento como un peón. Un objeto reemplazable. Carne de cañón. Y aún así me gusta, sé que lo que hago está bien, pero...

-Qué se yo... -digo-. ¿Algo sobre mi? No soy nadie, palomita -esta vez lo digo de forma cariñosa, el mote que le pondrías a un niño que te sigue por la calle para pedirte unas monedas-. Nadie.

Fuera reina el silencio. Algo curioso debido al lugar en el que estamos. Conozco ese silencio.

-Ha llegado mi hora -digo-. Ojalá algún día abandones esta isla.

Un hombre entra en la taberna. Al verlo todos los piratas se callan al instante. Viste un traje negro impecable y un borsalino sin una sola mota de polvo. Yo quería ser fuerte. El hombre más fuerte. "Ahí va Kramer Won, ¡nadie puede derrotarle!" Pensé que podía ser un héroe en el gobierno. ¿A quién llamarás cuando haya un problema? Al agente pepinillo, por su puesto. El hombre camina hasta colocarse a mi espalda. Yo sigo mirando el vacío fondo de mi vaso.

-Tus vacaciones han terminado -dice el hombre de negro-. El papeleo te espera.

-Supongo que esos papeles no van a firmarse solos.

Me levanto de la barra y hundo las manos en los bolsilos. Saco lo que queda del dinero que gané en la timba. Dejo los billetes arrugados sobre la barra.

-No es mucho -digo con mi tono seco y carente de emociones, el tipo de voz que siempre uso como agente del gobierno, el tono de voz que pensaba era el mío-. Pero da para un pasaje.

Sin decir adiós, sigo al hombre del traje hasta la puerta y Nadie sale por la puerta.