Okada Rokuro
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El sol apenas había salido cuando los legionarios comenzaron a gritar. Rokuro se despertó a causa del griterío. Sin apenas pensar en ello, se preparó. Por el súbito despertar que había vivido no le costó deducir que había llegado a su destino: el G-2.
Junto a él habían viajado unos pocos agentes del Cipher Pol. En esta ocasión tenían una misión, aunque muy diferente a los habituales asesinatos a sangre fría del Gobierno Mundial. Debían entrenarse. Debían hacerse más fuertes y realizar un exhaustivo entrenamiento físico junto a un selecto grupo de legionarios que, al igual que ellos, debían llevar a cabo la misión. La versión oficial era que ambos, agentes y legionarios, iban a trabajar codo con codo para limar asperezas. La hostilidad, como si de una guerra fría se tratase, entre ambas facciones, no era ningún secreto, y los altos cargos pretendían reducir los conflictos internos. Aunque la realidad era bien distinta.
A Rokuro y sus compañeros nadie se lo dijo directamente, pero todos sabían que no estaban ahí solo para hacer amigos. Su misión iba más allá: otear el terreno en busca de posibles traidores. El entrenamiento, al margen de resultar de cierta utilidad, no era más que una excusa para introducir agentes del Cipher Pol en la base legionaria sin llamar la atención.
«Me pregunto qué clase de entrenamiento nos encontraremos» pensaba Rokuro mientras desembarcaba. Al poner los pies en la isla, sintió cómo cambiaba el ambiente. Había viajada durante semanas en un barco plagado de disciplinados legionarios y se había habituado a su presencia y comportamiento, pero era la primera vez que pisaba una base militar fortificada como aquella. Era una de las mayores bases de operaciones del Grand Line, y allí se encontraban varios de los más prestigiosos legionarios.
Un poco más allá del muelle, había un cartel que pregonaba «AGENTES AQUÍ». Tenía varias indicaciones y, al parecer, podía despreocuparse de su equipaje que ya que los legionarios con los que habían viajado se iban a encargar. Probablemente. debido a la mutua desconfianza, revisaran todo antes de dejarlo en las zonas dónde vivirían las próximas semanas. A más de unos podría haberle preocupado, pero no a Rokuro. Estaba tranquilo; tenía sus métodos para infiltrar cualquier material no autorizado. «Esto empieza bien».
Siguió las indicaciones del cartel, junto a sus compañeros, para finalmente llegar a un campo de entrenamiento. No le sorprendió; sabía que les harían sudar la gota gorda desde el principio, sin apenas dejarles descansar. Y, aunque sabía lo que se les venía encima, no estaba seguro de encontrarse preparado.
Junto a él habían viajado unos pocos agentes del Cipher Pol. En esta ocasión tenían una misión, aunque muy diferente a los habituales asesinatos a sangre fría del Gobierno Mundial. Debían entrenarse. Debían hacerse más fuertes y realizar un exhaustivo entrenamiento físico junto a un selecto grupo de legionarios que, al igual que ellos, debían llevar a cabo la misión. La versión oficial era que ambos, agentes y legionarios, iban a trabajar codo con codo para limar asperezas. La hostilidad, como si de una guerra fría se tratase, entre ambas facciones, no era ningún secreto, y los altos cargos pretendían reducir los conflictos internos. Aunque la realidad era bien distinta.
A Rokuro y sus compañeros nadie se lo dijo directamente, pero todos sabían que no estaban ahí solo para hacer amigos. Su misión iba más allá: otear el terreno en busca de posibles traidores. El entrenamiento, al margen de resultar de cierta utilidad, no era más que una excusa para introducir agentes del Cipher Pol en la base legionaria sin llamar la atención.
«Me pregunto qué clase de entrenamiento nos encontraremos» pensaba Rokuro mientras desembarcaba. Al poner los pies en la isla, sintió cómo cambiaba el ambiente. Había viajada durante semanas en un barco plagado de disciplinados legionarios y se había habituado a su presencia y comportamiento, pero era la primera vez que pisaba una base militar fortificada como aquella. Era una de las mayores bases de operaciones del Grand Line, y allí se encontraban varios de los más prestigiosos legionarios.
Un poco más allá del muelle, había un cartel que pregonaba «AGENTES AQUÍ». Tenía varias indicaciones y, al parecer, podía despreocuparse de su equipaje que ya que los legionarios con los que habían viajado se iban a encargar. Probablemente. debido a la mutua desconfianza, revisaran todo antes de dejarlo en las zonas dónde vivirían las próximas semanas. A más de unos podría haberle preocupado, pero no a Rokuro. Estaba tranquilo; tenía sus métodos para infiltrar cualquier material no autorizado. «Esto empieza bien».
Siguió las indicaciones del cartel, junto a sus compañeros, para finalmente llegar a un campo de entrenamiento. No le sorprendió; sabía que les harían sudar la gota gorda desde el principio, sin apenas dejarles descansar. Y, aunque sabía lo que se les venía encima, no estaba seguro de encontrarse preparado.
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Re: Las tres T: Testosterona, turbulencias y traiciones [Privado - Pasado] {Lun 15 Ago 2022 - 14:02}
- ¡Mierda! - Había exclamado el legionario al abrir los ojos de repente y notar su frente sudorosa. Las noches en G-2 eran calurosas y la sensación se parecía a una caminata en pleno desierto. Agarró la almohada que se encontraba debajo de su cabeza con las 2 manos y la tiró al techo para cogerla al caer de nuevo y frotarla contra su cara con energía. Al levantarse deslizó la funda dejando solo el núcleo encima de la cama y la funda tirarla en una cesta que se encontraba al lado de la puerta, que por cierto estaba medio llena. Al parecer hacía el ritual cada mañana, el calor era horrible. Miró la hora en el reloj que se encontraba en la pared y palideció. Le quedaban 10 minutos para presentarse en el cuartel general y recibir las tareas que le correspondan.
Sky llevaba un par de meses en G-2, culpa de su desinteresada expresión facial, que al parecer cabreó a un superior y le mandaron disfrutar de un "verano" caluroso. Se había acomodado en una habitación central, no es que la haya elegido él pero es la que le había tocado. La maldita ciudad era un fuerte lleno de soldados y oficiales del Gobierno Mundial. En un pequeño arrebato de voluntad se movió con soltura y agarró la Katana que estaba apoyada en el escritorio tras cambiarse en su habitual traje. Sin darse cuenta esbozó una pequeña sonrisa. Siempre era agradable tener aquella Katana con él, le reconfortaba... le recordaba a sus padres. Aquellos comerciantes que habían sido masacrados por unos piratas... Su mirada se había vuelto cruel y seria sin haberse dado cuenta.
- ¡Vigila por donde vás, cara alga! - se escuchó desde un puesto donde el panadero estaba cargando con 1 saco de harina recién comprado. Sky gruñó pero hizo caso omiso y aceleró los pasos para llegar a su puesto tras doblar una esquina y seguir recto por la calle principal.
- Eh, renacuajo. Hoy vas a sudar la gota gorda jeje. Hoy llegan unos agentes, órdenes de los altos mandos para que las jornadas de entrenamiento sean más fructíferas.
- ¡Si señor! - contestó exhalando el legionario. - Tras escuchar los detalles del superior salió del edificio buscando con la mirada el cartel de color azul que indicaba la dirección del campo de entrenamiento. Desconocía la razón de mezclar legionarios con agentes para un entrenamiento, pero no quería pensar demasiado. Un rugido del estómago le sacó de sus ideas al oler el pan recién hecho. Se había cruzado de nuevo con la panadería de antes y no le hizo falta mucha convicción para comprar un par de bollos y devorarlos sin más.
Se había quedado satisfecho y mientras buscaba la esquina de su chaqueta para limpiarse los dedos dobló la esquina que dejaba ver los campos de entrenamiento del G-2. Eran parcelas tan grandes como 2 campos de fútbol llena de obstáculos. Al fin y al cabo, era una gran base llena de soldados que tenían que mantenerse en forma. Parte del campo tenía acceso al agua, con puentes de madera colgando, barras tan altas como pinos unidas por redes entre sí.
Al pie de uno de los pilares se encontraba un oficial Legionario junto a otros soldados de rango inferior y unos agentes, que miraban divertidos como llegaba Sky, tarde y con cara de recibir bronca. El superior lo miró y tragó aire para soltar algún taco pero se quedó quieto y tragó en seco observando a los agentes. Era mejor dejarlo estar por esta vez, tenían toda la jornada de entrenamiento por delante y podía hacer sufrir tanto a los legionarios como a los agentes.
- Muy bien, es hora de presentarse - dijo el oficial mirando a uno por uno.
Tras escuchar a los demás de sus compañeros, Sky abrió la boca y en unas cuantas palabras con una voz decidida les dejó saber que se llamaba Sky y que formaba parte del Gobierno Mundial, como un soldado por ahora, pero que tenía intenciones de hacerse más fuerte y que por eso se encontraba allí a primera hora.
Le llamó la atención uno de los agentes, que no hablaba mucho con los demás y estaba en modo observador, viendo cómo se desarrollaban las cosas y qué hacían los demás. Sky se sintió un poco identificado con el agente y se acercó para esbozar una pequeña sonrisa.
¡Hola, soy Sky como habrás escuchado antes!... Espero que os sintáis cómodos aquí, a pesar tan temprano el entrenamiento. Al parecer va a ser una jornada más larga de lo normal. - Se quitó la Katana dejándola en unas taquillas improvisadas de madera y tras quitarse la americana, la dejó al lado también. Sky se quedó con una mirada calculadora al oficial, cerca del agente con el que había entablado conversación para ver qué sucedía a continuación.
Sky llevaba un par de meses en G-2, culpa de su desinteresada expresión facial, que al parecer cabreó a un superior y le mandaron disfrutar de un "verano" caluroso. Se había acomodado en una habitación central, no es que la haya elegido él pero es la que le había tocado. La maldita ciudad era un fuerte lleno de soldados y oficiales del Gobierno Mundial. En un pequeño arrebato de voluntad se movió con soltura y agarró la Katana que estaba apoyada en el escritorio tras cambiarse en su habitual traje. Sin darse cuenta esbozó una pequeña sonrisa. Siempre era agradable tener aquella Katana con él, le reconfortaba... le recordaba a sus padres. Aquellos comerciantes que habían sido masacrados por unos piratas... Su mirada se había vuelto cruel y seria sin haberse dado cuenta.
- ¡Vigila por donde vás, cara alga! - se escuchó desde un puesto donde el panadero estaba cargando con 1 saco de harina recién comprado. Sky gruñó pero hizo caso omiso y aceleró los pasos para llegar a su puesto tras doblar una esquina y seguir recto por la calle principal.
- Eh, renacuajo. Hoy vas a sudar la gota gorda jeje. Hoy llegan unos agentes, órdenes de los altos mandos para que las jornadas de entrenamiento sean más fructíferas.
- ¡Si señor! - contestó exhalando el legionario. - Tras escuchar los detalles del superior salió del edificio buscando con la mirada el cartel de color azul que indicaba la dirección del campo de entrenamiento. Desconocía la razón de mezclar legionarios con agentes para un entrenamiento, pero no quería pensar demasiado. Un rugido del estómago le sacó de sus ideas al oler el pan recién hecho. Se había cruzado de nuevo con la panadería de antes y no le hizo falta mucha convicción para comprar un par de bollos y devorarlos sin más.
Se había quedado satisfecho y mientras buscaba la esquina de su chaqueta para limpiarse los dedos dobló la esquina que dejaba ver los campos de entrenamiento del G-2. Eran parcelas tan grandes como 2 campos de fútbol llena de obstáculos. Al fin y al cabo, era una gran base llena de soldados que tenían que mantenerse en forma. Parte del campo tenía acceso al agua, con puentes de madera colgando, barras tan altas como pinos unidas por redes entre sí.
Al pie de uno de los pilares se encontraba un oficial Legionario junto a otros soldados de rango inferior y unos agentes, que miraban divertidos como llegaba Sky, tarde y con cara de recibir bronca. El superior lo miró y tragó aire para soltar algún taco pero se quedó quieto y tragó en seco observando a los agentes. Era mejor dejarlo estar por esta vez, tenían toda la jornada de entrenamiento por delante y podía hacer sufrir tanto a los legionarios como a los agentes.
- Muy bien, es hora de presentarse - dijo el oficial mirando a uno por uno.
Tras escuchar a los demás de sus compañeros, Sky abrió la boca y en unas cuantas palabras con una voz decidida les dejó saber que se llamaba Sky y que formaba parte del Gobierno Mundial, como un soldado por ahora, pero que tenía intenciones de hacerse más fuerte y que por eso se encontraba allí a primera hora.
Le llamó la atención uno de los agentes, que no hablaba mucho con los demás y estaba en modo observador, viendo cómo se desarrollaban las cosas y qué hacían los demás. Sky se sintió un poco identificado con el agente y se acercó para esbozar una pequeña sonrisa.
¡Hola, soy Sky como habrás escuchado antes!... Espero que os sintáis cómodos aquí, a pesar tan temprano el entrenamiento. Al parecer va a ser una jornada más larga de lo normal. - Se quitó la Katana dejándola en unas taquillas improvisadas de madera y tras quitarse la americana, la dejó al lado también. Sky se quedó con una mirada calculadora al oficial, cerca del agente con el que había entablado conversación para ver qué sucedía a continuación.
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Re: Las tres T: Testosterona, turbulencias y traiciones [Privado - Pasado] {Lun 15 Ago 2022 - 15:27}
Rokuro se quedó taciturno, observando el despliegue. Cuando llegaron a la zona de entrenamiento, un grupo de legionarios, todos de bajo rango, les estaban esperando. Y al llegar, el oficial al mando les ordenó presentarse. Hubo toda clase de presentaciones, desde desanimados hombres de escuetas palabras hasta jóvenes gritando ilusionados por poder realizar el tan ansiado entrenamiento.
Cuando le llegó el turno a Rokuro, habló con tranquilidad. No quería destacar, tan solo pasar desapercibido como uno más.
—Okada Rokuro, agente auxiliar —declaró, compartiendo la mínima información pertinente entre aquel grupo de desconocidos.
Los agentes con los que había viajado sabían de sobra su rango y quién era, al igual que lo sabían los encargados del entrenamiento a través de los informes que, no tan de buena gana, había compartido la agencia de espionaje. Sin embargo, seguramente resultaría agradable para los legionarios que participarían en el entrenamiento conocer su nombre, aunque posiblemente se les olvidara al cabo de unos minutos.
Una vez hechas las presentaciones, un joven aparentemente de su misma edad se le acercó, todo sonrisas y amabilidad.
—De momento llevo poco aquí, pero también espero que nos sintamos cómodos —dijo con amabilidad. Aunque la misión principal no fuera hacer migas con los legionarios, tampoco estaba de más. Quizás así pudieran labrar un mejor futuro. Nunca se sabía—. Yo soy Rokuro, pero puedes llamarme Roku.
Imitó a su nuevo compañero, dejando a Susurro de Oscuridad dentro de las improvisadas taquillas y se quitó la parte de arriba del traje negro característico de los agentes del Cipher Pol. Acto seguido se arremangó la camisa de botones blanca, dejando al descubierto sus morenos brazos que contrataban no solo con la camisa sino con su pelo, también blanco.
—¡Vamos, no os disperseis! —ordenó uno de los entrenadores.
Los participantes en el entrenamiento se volvieron a juntar, esta vez mezclándose un poco entre ambas facciones. Seguramente sus compañeros de la agencia intentasen socializar con los legionarios para conseguir información que les ayudase a cumplir la misión oculta, así que no le sorprendió encontrar a hombres de ambas facciones charlando y riendo, intentando forjar lazos de amistad.
—Muy bien, ahora que todos estamos listos —comenzó a decir el oficial al cargo—, ¿alguno de los aquí presente conoce o sabe qué es el Haki?
Los agentes y legionarios se miraron entre sí, extrañados. Rokuro se mantuvo quieto, con la misma expresión neutra en la cara, intentando hacer memoria por si había escuchado sobre el «Haki». ¿Qué sería? ¿Un arte marcial como el Rokushiki? ¿Un método de adiestramiento de soldados? No podía negar que le causaba cierta curiosidad.
—Ya veo... Así que todos sois una panda de inútiles —dijo el oficial con una sonrisa sarcástica—. Venga, os vamos a dividir en dos grupos para comenzar el entrenamiento. Los que nombre ahora se podrán a mi izquierda: Jack Brulé, Antonio Magallanes, Origami Cyclone, Ernest Hydra, Okada Rokuro, The Broken Zuzu... De verdad, parece que estos nombres los ha puesto un adolescente borracho después de leer una enciclopedia.
Rokuro se movió junto a los compañeros seleccionados hacia la izquierda del instructor, y se mantuvo a la espera de recibir más órdenes.
—Vale, vosotros vais a entrenar el Busoshoku Haki, también conocido como Haki de Armadura. Antes de empezar, ¿alguien tiene alguna duda?
¿Que si tenía dudas? Rokuro no paraba de pensar en todas las posibilidades de aquel entrenamiento, y estaba deseando saber en qué iba a consistir, pero no sería él quien diera un paso al frente para hacer la pregunta cuya respuesta todos estaban esperando conocer: «¿Qué es el Haki?». No, él permanecería en silencio, oculto tras sus compañeros, observando y esperando.
Cuando le llegó el turno a Rokuro, habló con tranquilidad. No quería destacar, tan solo pasar desapercibido como uno más.
—Okada Rokuro, agente auxiliar —declaró, compartiendo la mínima información pertinente entre aquel grupo de desconocidos.
Los agentes con los que había viajado sabían de sobra su rango y quién era, al igual que lo sabían los encargados del entrenamiento a través de los informes que, no tan de buena gana, había compartido la agencia de espionaje. Sin embargo, seguramente resultaría agradable para los legionarios que participarían en el entrenamiento conocer su nombre, aunque posiblemente se les olvidara al cabo de unos minutos.
Una vez hechas las presentaciones, un joven aparentemente de su misma edad se le acercó, todo sonrisas y amabilidad.
—De momento llevo poco aquí, pero también espero que nos sintamos cómodos —dijo con amabilidad. Aunque la misión principal no fuera hacer migas con los legionarios, tampoco estaba de más. Quizás así pudieran labrar un mejor futuro. Nunca se sabía—. Yo soy Rokuro, pero puedes llamarme Roku.
Imitó a su nuevo compañero, dejando a Susurro de Oscuridad dentro de las improvisadas taquillas y se quitó la parte de arriba del traje negro característico de los agentes del Cipher Pol. Acto seguido se arremangó la camisa de botones blanca, dejando al descubierto sus morenos brazos que contrataban no solo con la camisa sino con su pelo, también blanco.
—¡Vamos, no os disperseis! —ordenó uno de los entrenadores.
Los participantes en el entrenamiento se volvieron a juntar, esta vez mezclándose un poco entre ambas facciones. Seguramente sus compañeros de la agencia intentasen socializar con los legionarios para conseguir información que les ayudase a cumplir la misión oculta, así que no le sorprendió encontrar a hombres de ambas facciones charlando y riendo, intentando forjar lazos de amistad.
—Muy bien, ahora que todos estamos listos —comenzó a decir el oficial al cargo—, ¿alguno de los aquí presente conoce o sabe qué es el Haki?
Los agentes y legionarios se miraron entre sí, extrañados. Rokuro se mantuvo quieto, con la misma expresión neutra en la cara, intentando hacer memoria por si había escuchado sobre el «Haki». ¿Qué sería? ¿Un arte marcial como el Rokushiki? ¿Un método de adiestramiento de soldados? No podía negar que le causaba cierta curiosidad.
—Ya veo... Así que todos sois una panda de inútiles —dijo el oficial con una sonrisa sarcástica—. Venga, os vamos a dividir en dos grupos para comenzar el entrenamiento. Los que nombre ahora se podrán a mi izquierda: Jack Brulé, Antonio Magallanes, Origami Cyclone, Ernest Hydra, Okada Rokuro, The Broken Zuzu... De verdad, parece que estos nombres los ha puesto un adolescente borracho después de leer una enciclopedia.
Rokuro se movió junto a los compañeros seleccionados hacia la izquierda del instructor, y se mantuvo a la espera de recibir más órdenes.
—Vale, vosotros vais a entrenar el Busoshoku Haki, también conocido como Haki de Armadura. Antes de empezar, ¿alguien tiene alguna duda?
¿Que si tenía dudas? Rokuro no paraba de pensar en todas las posibilidades de aquel entrenamiento, y estaba deseando saber en qué iba a consistir, pero no sería él quien diera un paso al frente para hacer la pregunta cuya respuesta todos estaban esperando conocer: «¿Qué es el Haki?». No, él permanecería en silencio, oculto tras sus compañeros, observando y esperando.
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Re: Las tres T: Testosterona, turbulencias y traiciones [Privado - Pasado] {Mar 16 Ago 2022 - 13:35}
Okada Rokuro, fue el nombre que escuchó decir al agente hacia los demás antes de dejar sus pertenencias cerca de las suyas. Tras aquello, quedándose más cerca de Sky especificó que podía llamarle Roku. Al agente se le notaba tranquilo, sin mucho entusiasmo pero tampoco decaído por el entrenamiento que tocaba aquel día soleado.
-- Y tu puedes llamarme Sky --- comentó mientras cogía uno de los brazos y empezaba a estirarlo, manteniendo una postura suelta y relajada ante el agente. Estaba en casa, no habia razón para estar tenso. Los entrenamientos eran diversos y reiterados para los soldados pero el joven legionario buscaba dar un paso más allá. No valía hacer lo mismo que los demás para volverse fuerte. Su sentido de la justicia no era como un pilar, inflexible y robusto... sino más bien como una cuerda capaz de adaptarse al entorno y a la situación, pero difícil de romper. Sky tenía sus principios, y al parecer los compartía con la visión del Gobierno Mundial.
—¡Vamos, no os disperseis! —Aquellas palabras lo sacaron de golpe de sus pensamientos mientras pestañeó rápidamente buscando con la mirada a Roku, que seguía junto a él pero observando al oficial. Éste, preguntó al grupo presente sobre la existencia y conocimiento sobre el Haki. Primero cayó una ola de silencio, tras la cual se empezaron a escuchar murmullos por todas partes, cada cual dando su propia opinión al respecto, pero nada que convenciera al oficial ya que con un bufido y una frase que acabó en "panda de inútiles" dejó claro que no estaba contento con la reacción del grupo. Quizás se esperaba soldados más aplicados a la teoría, al menos eso.
Sky gruñó al escuchar el comentario sobre su nombre al oficial y tensó los músculos de la mano formando un puño pero desistió al ver a Roku acercarse a él. Al parecer los grupos se habían formado y les había tocado juntos. El muchacho estaba dándole vueltas a la primera pregunta del oficial sobre el Haki ya que sí que tenía cierta información pero no era algo que había priorizado hasta ese momento. ¿Que cómo lo sabía? Entre las pertenencias que sobrevivieron a la matanza de sus padres, había un cuaderno, que no estaba escrito por su padre y nada menos, éste era un simple comerciante. Pero había conseguido hacerse con esa información. Al parecer era el diario de un antiguo Vice-Almirante de la Marina llamado Momonga. Podría haberse tratado de un cuaderno ignorado, pero el muchacho lo mantuvo y lo ojeó varias veces antes de abandonarlo en el baúl donde guardaba otras cosas sin darles uso. Su memoria le venía bien en ese momento ya que era casi capaz de visualizar los dibujos y notas que Momonga había escrito para él mismo.
-- ¡Aparte del Busoshoku Haki hay alguno más! -- dijo Sky en voz alta, lo suficiente para que le escuche el oficial, que por cierto, se llamaba Sin Chan. Los demás bajaron el tono del murmullo hasta que volvió a caer la ola del silencio mientras observaban y se abrían paso para que Sin Chan se acercase lo bastante como para darle a conocer que se había tomado un café antes de salir al campo. Le observó un rato y dió un paso hacia atrás con una sonrisa burlona.
-- ¡Muy bien chaval! Veo que algo sabes... pero lo que no sabes es cómo se llega a domin.. -- ¡ hay que recibir muchas ostias! -- le interrumpió Sky mientras tragaba saliva y esperando que aquella falta de respeto no tuviese muchas consecuencias.
-- ¡JA JA JA! -- Sin Chan se limpió una lágrima mientras hizo un chasquido con los dedos mirando a los soldados que estaban para ayudarle con la jornada. Éstos no tardaron en llegar con 2 V's gigantes formadas por 2 troncos y una cuerda en el medio. Acto seguido montaron un ariete echando ostias y se quedaron cruzando los brazos con una sonrisa de oreja a oreja.
--¡ Muy bien muchachos, la primera fase del entrenamiento consiste en hacer parejas y ya veo que vosotros estáis haciendo migas. Por lo tanto, es mi deber ayudaros a "reforzar" esa pequeña amistad que está naciendo. Sky, te vas a poner a un lado del tronco y tú, Okada Rokuro te vas a poner al otro lado. Esto es fácil, uno golpea el tronco con sus manos desnudas mientras el otro va a recibir el golpe con su torso desnudo. ¡No quiero lloricas así que es el momento de sacarse la flor del culo y darle un poco de amor al compañero! Al que le pille escaquearse va a cenar con los monstruos marinos en el fondo del mar. --. Fueron sus últimas palabras antes de darse la vuelta y alejarse hasta la caseta que estaba en el medio del campo, ofreciendo sombra y agua fresca, que solo él podía disfrutar, cosas de oficiales.
Sky se plantó al lado del Ariete, mirando a Roku y con una sonrisa ligeramente nerviosa soltó -- Bueno, ¿cómo hacemos esto?
-- Y tu puedes llamarme Sky --- comentó mientras cogía uno de los brazos y empezaba a estirarlo, manteniendo una postura suelta y relajada ante el agente. Estaba en casa, no habia razón para estar tenso. Los entrenamientos eran diversos y reiterados para los soldados pero el joven legionario buscaba dar un paso más allá. No valía hacer lo mismo que los demás para volverse fuerte. Su sentido de la justicia no era como un pilar, inflexible y robusto... sino más bien como una cuerda capaz de adaptarse al entorno y a la situación, pero difícil de romper. Sky tenía sus principios, y al parecer los compartía con la visión del Gobierno Mundial.
—¡Vamos, no os disperseis! —Aquellas palabras lo sacaron de golpe de sus pensamientos mientras pestañeó rápidamente buscando con la mirada a Roku, que seguía junto a él pero observando al oficial. Éste, preguntó al grupo presente sobre la existencia y conocimiento sobre el Haki. Primero cayó una ola de silencio, tras la cual se empezaron a escuchar murmullos por todas partes, cada cual dando su propia opinión al respecto, pero nada que convenciera al oficial ya que con un bufido y una frase que acabó en "panda de inútiles" dejó claro que no estaba contento con la reacción del grupo. Quizás se esperaba soldados más aplicados a la teoría, al menos eso.
Sky gruñó al escuchar el comentario sobre su nombre al oficial y tensó los músculos de la mano formando un puño pero desistió al ver a Roku acercarse a él. Al parecer los grupos se habían formado y les había tocado juntos. El muchacho estaba dándole vueltas a la primera pregunta del oficial sobre el Haki ya que sí que tenía cierta información pero no era algo que había priorizado hasta ese momento. ¿Que cómo lo sabía? Entre las pertenencias que sobrevivieron a la matanza de sus padres, había un cuaderno, que no estaba escrito por su padre y nada menos, éste era un simple comerciante. Pero había conseguido hacerse con esa información. Al parecer era el diario de un antiguo Vice-Almirante de la Marina llamado Momonga. Podría haberse tratado de un cuaderno ignorado, pero el muchacho lo mantuvo y lo ojeó varias veces antes de abandonarlo en el baúl donde guardaba otras cosas sin darles uso. Su memoria le venía bien en ese momento ya que era casi capaz de visualizar los dibujos y notas que Momonga había escrito para él mismo.
-- ¡Aparte del Busoshoku Haki hay alguno más! -- dijo Sky en voz alta, lo suficiente para que le escuche el oficial, que por cierto, se llamaba Sin Chan. Los demás bajaron el tono del murmullo hasta que volvió a caer la ola del silencio mientras observaban y se abrían paso para que Sin Chan se acercase lo bastante como para darle a conocer que se había tomado un café antes de salir al campo. Le observó un rato y dió un paso hacia atrás con una sonrisa burlona.
-- ¡Muy bien chaval! Veo que algo sabes... pero lo que no sabes es cómo se llega a domin.. -- ¡ hay que recibir muchas ostias! -- le interrumpió Sky mientras tragaba saliva y esperando que aquella falta de respeto no tuviese muchas consecuencias.
-- ¡JA JA JA! -- Sin Chan se limpió una lágrima mientras hizo un chasquido con los dedos mirando a los soldados que estaban para ayudarle con la jornada. Éstos no tardaron en llegar con 2 V's gigantes formadas por 2 troncos y una cuerda en el medio. Acto seguido montaron un ariete echando ostias y se quedaron cruzando los brazos con una sonrisa de oreja a oreja.
--¡ Muy bien muchachos, la primera fase del entrenamiento consiste en hacer parejas y ya veo que vosotros estáis haciendo migas. Por lo tanto, es mi deber ayudaros a "reforzar" esa pequeña amistad que está naciendo. Sky, te vas a poner a un lado del tronco y tú, Okada Rokuro te vas a poner al otro lado. Esto es fácil, uno golpea el tronco con sus manos desnudas mientras el otro va a recibir el golpe con su torso desnudo. ¡No quiero lloricas así que es el momento de sacarse la flor del culo y darle un poco de amor al compañero! Al que le pille escaquearse va a cenar con los monstruos marinos en el fondo del mar. --. Fueron sus últimas palabras antes de darse la vuelta y alejarse hasta la caseta que estaba en el medio del campo, ofreciendo sombra y agua fresca, que solo él podía disfrutar, cosas de oficiales.
Sky se plantó al lado del Ariete, mirando a Roku y con una sonrisa ligeramente nerviosa soltó -- Bueno, ¿cómo hacemos esto?
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Re: Las tres T: Testosterona, turbulencias y traiciones [Privado - Pasado] {Mar 16 Ago 2022 - 19:25}
Cómo hombre que había nacido en el clan Okada y ninja licenciado, Rokuro sabía que los entrenamientos poco convencionales a veces resultaban más eficaces que los convencionales. Pero aquello se llevaba la palma.
Un grupo de legionarios encargados de montar el instrumental necesario apareció de la nada arrastrando unas estructuras de madera parecidas a las que se usan para colocar arietes. El instinto no le falló, porque al momento montaron varios suficientes arietes, si es que se les podía llamar así, para todas las parejas que habían formado.
A él le tocó con el chico que se le había acercado al inicio de la jornada. Era un joven legionario, tal vez algo apuesto, que tenía bastante energía. No era casualidad que me tocase con él; el oficial Sin Chan —un nombre que a Rokuro le parecía tan peculiar o más que la del resto de compañeros— había decidido juntarlos porque parecían estar afianzando cierta amistad. El peliblanco no sabía si se estaba burlando de ellos o era un intento de realizar una buena acción, pero Rokuro no se quejó. Aquel chico, aunque algo simplón en apariencia, conocía más sobre el arte llamado Haki que él mismo, y aquello podía resultarle útil.
Las instrucciones del entrenamiento resultaban sencillas, pero el agente tenía multitud de interrogantes sobre su cabeza. ¿Cómo podían desarrollar ese estilo de combate simplemente golpeando un tronco de madera? Y más importante, ¿en qué consistía el dichoso Haki? Aquello le intrigaba cada vez más, pero nuevamente se abstuvo de abrir la boca. En el Cipher Pol había aprendido a no parecer tonto; las órdenes eran órdenes y debía cumplirlas aunque no las terminase de entender. Sin embargo, nada le impedía preguntarle sobre el tema a su compañero.
—Oye, Sky, ¿qué es el Haki?—preguntó a su compañero de entrenamiento sin tapujos. No podía hablar mucho, los oficiales estarían vigilando que llevasen a cabo el entrenamiento de forma correcta. «¿Nos corregirán si lo hacemos mal?» se preguntó descartando la idea rápidamente; aquello no era realmente importante. Lo importante era descubrir cómo llevar a cabo el objetivo, porque al fin y al cabo aquello era una misión—. En mi vida he recibido muchas «ostias», y aún así no he aprendido aquello a lo que llamáis Haki. Podemos pasarnos el día entero golpeando este tronco el uno hacia el otro o podemos usar la cabeza para encontrar la forma más eficiente de entrenar, ¿no crees?
Un grupo de legionarios encargados de montar el instrumental necesario apareció de la nada arrastrando unas estructuras de madera parecidas a las que se usan para colocar arietes. El instinto no le falló, porque al momento montaron varios suficientes arietes, si es que se les podía llamar así, para todas las parejas que habían formado.
A él le tocó con el chico que se le había acercado al inicio de la jornada. Era un joven legionario, tal vez algo apuesto, que tenía bastante energía. No era casualidad que me tocase con él; el oficial Sin Chan —un nombre que a Rokuro le parecía tan peculiar o más que la del resto de compañeros— había decidido juntarlos porque parecían estar afianzando cierta amistad. El peliblanco no sabía si se estaba burlando de ellos o era un intento de realizar una buena acción, pero Rokuro no se quejó. Aquel chico, aunque algo simplón en apariencia, conocía más sobre el arte llamado Haki que él mismo, y aquello podía resultarle útil.
Las instrucciones del entrenamiento resultaban sencillas, pero el agente tenía multitud de interrogantes sobre su cabeza. ¿Cómo podían desarrollar ese estilo de combate simplemente golpeando un tronco de madera? Y más importante, ¿en qué consistía el dichoso Haki? Aquello le intrigaba cada vez más, pero nuevamente se abstuvo de abrir la boca. En el Cipher Pol había aprendido a no parecer tonto; las órdenes eran órdenes y debía cumplirlas aunque no las terminase de entender. Sin embargo, nada le impedía preguntarle sobre el tema a su compañero.
—Oye, Sky, ¿qué es el Haki?—preguntó a su compañero de entrenamiento sin tapujos. No podía hablar mucho, los oficiales estarían vigilando que llevasen a cabo el entrenamiento de forma correcta. «¿Nos corregirán si lo hacemos mal?» se preguntó descartando la idea rápidamente; aquello no era realmente importante. Lo importante era descubrir cómo llevar a cabo el objetivo, porque al fin y al cabo aquello era una misión—. En mi vida he recibido muchas «ostias», y aún así no he aprendido aquello a lo que llamáis Haki. Podemos pasarnos el día entero golpeando este tronco el uno hacia el otro o podemos usar la cabeza para encontrar la forma más eficiente de entrenar, ¿no crees?
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Re: Las tres T: Testosterona, turbulencias y traiciones [Privado - Pasado] {Mar 16 Ago 2022 - 20:52}
Ambos estaban de pie, en lados opuestos del ariete pero éste llegaba a la altura del diafragma de Sky y hasta el pecho de Roku. El muchacho sonrió al escuchar las confusas preguntas de su compañero.
— Si hubiera explicado todo sobre el Haki, ¿qué ventaja nos daría sobre el resto de compañeros? —. Sostuvo su mirada firme mirando el tronco hasta cruzar la mirada con la del agente. Tensó los labios en una pequeña sonrisa y continuó con su explicación.
— Desconozco muchos detalles ya que todo lo que te voy a contar es fruto de mi interpretación de las notas de Momonga... que no tengo muy claro cuán habilidoso era o hasta dónde fué capaz de llevar este Haki. Bien, en primer lugar, ¿qué es? Puedo decirte que es una fuerza misteriosa que se encuentra en cada ser viviente pero no todos logran despertarlo. Los dos tipos que existen son de Armadura y de Observación. Había garabatos sobre un tercer tipo de Haki que no fuí capaz de descrifrar. Siempre me ha intrigado cómo funciona y cómo puede uno despertarlo pero creo que es personal para cada individuo. Se puede intuir la dirección, pero creo que uno debe sentirlo en sus carnes y he aquí la razón de estar donde estamos —. El muchacho tragó aire satisfecho tras aquella breve explicación sobre las bases del Haki. El muchacho estaba tirando un poco de memoria intentando visualizar las hojas en su mente según iba contando las cosas.
— ¡En resumen, el Haki es la energía espiritual que se puede usar para dominar al oponente. Y ante nosotros tenemos un Ariete. Según el Oficial Shin Chan este entrenamiento está enfocado al Haki de recubrimiento, de Armadura... y tampoco tengo muy claro el camino a seguir para lograr sentirlo, quizás despertarlo. Lo que se me ocurre es que debemos transmitir nuestra energía, nuestro golpe al tronco, para que éste se desplace hacia tí Roku, y que la misma energía que golpee tu cuerpo, no choque contra tu piel directamente, sino tratar de imaginarte una armadura, quizás una segunda piel, quizás algo que ayude a evitar dañar el cuerpo. Ahora bien, esto es un entrenamiento... y quiero que sepas que voy a dar el 120% para no defraudarte a ti, pero sobre todo a mí mismo —. Había hablado demasiado, pero cuando se entusiasmaba con algo, todo su ser se concentraba en obtener resultados, es más, se olvidaba de la situación actual.
—¿Preparado? —. Plantó la parte inferior del cuerpo con robustez ante el ariete, giró ligeramente el cuerpo hacia atrás y tensando el puño se imaginó que transmitía toda la energía del golpe en la parte central del tronco, cosa que lo sacudió y lo desplazó un poco, pero la escena fué bastante patética. Lo primero que sintió fue un calambre que le recorrió todo el cuerpo desde el puño hasta la coronilla, quedando como un patético intento de héroe ante sus compañeros. No era la primera vez que le sucedía, cuando varias personas le observaban, las cosas no siempre le salían bien y la cagaba con gracia, pero la cagaba.
—¡ Hmm, probaré de nuevo! — dijo con la voz helada mientras se secaba el sudor frío por los nervios. Sky debía emplear más fuerza y más alla de la fuerza, debía buscar el modo de sentir algo, de intentar ver más allá de un simple puñetazo y transformarlo en un golpe que no le dañara la mano, que desplace el tronco y pueda ayudar a su compañero a que aplique el mismo concepto pero de otra manera, protegiendo de aquella energía en aceleración preparada para impactar contra su cuerpo.
Sky estuvo golpeando aquel pesado y robusto tronco durante un largo rato sin ningún resultado. ¿Acaso Shin Chan se había equivocado de entrenamiento? ¡No! se dijo a sí mismo, seguro que si el Haki fuese tan fácil de despertar, sería algo mucho más común. El chico remangó también su camisa, sacudió la mano ligeramente hinchada y volvió a cargar contra el tronco un golpe seco, aplicando el máximo de su fuerza. Esta vez había movido el tronco de forma salvaje, golpeando a Roku en el pecho, pero no había sentido nada más allá del dolor que uno siente tras golpear un objeto inerte sólido y robusto.
— ¡Demonios! ¿Roku, quieres probar tú? — soltó por lo bajo, un poco desanimado tras el fracaso de su primer intento.
— Si hubiera explicado todo sobre el Haki, ¿qué ventaja nos daría sobre el resto de compañeros? —. Sostuvo su mirada firme mirando el tronco hasta cruzar la mirada con la del agente. Tensó los labios en una pequeña sonrisa y continuó con su explicación.
— Desconozco muchos detalles ya que todo lo que te voy a contar es fruto de mi interpretación de las notas de Momonga... que no tengo muy claro cuán habilidoso era o hasta dónde fué capaz de llevar este Haki. Bien, en primer lugar, ¿qué es? Puedo decirte que es una fuerza misteriosa que se encuentra en cada ser viviente pero no todos logran despertarlo. Los dos tipos que existen son de Armadura y de Observación. Había garabatos sobre un tercer tipo de Haki que no fuí capaz de descrifrar. Siempre me ha intrigado cómo funciona y cómo puede uno despertarlo pero creo que es personal para cada individuo. Se puede intuir la dirección, pero creo que uno debe sentirlo en sus carnes y he aquí la razón de estar donde estamos —. El muchacho tragó aire satisfecho tras aquella breve explicación sobre las bases del Haki. El muchacho estaba tirando un poco de memoria intentando visualizar las hojas en su mente según iba contando las cosas.
— ¡En resumen, el Haki es la energía espiritual que se puede usar para dominar al oponente. Y ante nosotros tenemos un Ariete. Según el Oficial Shin Chan este entrenamiento está enfocado al Haki de recubrimiento, de Armadura... y tampoco tengo muy claro el camino a seguir para lograr sentirlo, quizás despertarlo. Lo que se me ocurre es que debemos transmitir nuestra energía, nuestro golpe al tronco, para que éste se desplace hacia tí Roku, y que la misma energía que golpee tu cuerpo, no choque contra tu piel directamente, sino tratar de imaginarte una armadura, quizás una segunda piel, quizás algo que ayude a evitar dañar el cuerpo. Ahora bien, esto es un entrenamiento... y quiero que sepas que voy a dar el 120% para no defraudarte a ti, pero sobre todo a mí mismo —. Había hablado demasiado, pero cuando se entusiasmaba con algo, todo su ser se concentraba en obtener resultados, es más, se olvidaba de la situación actual.
—¿Preparado? —. Plantó la parte inferior del cuerpo con robustez ante el ariete, giró ligeramente el cuerpo hacia atrás y tensando el puño se imaginó que transmitía toda la energía del golpe en la parte central del tronco, cosa que lo sacudió y lo desplazó un poco, pero la escena fué bastante patética. Lo primero que sintió fue un calambre que le recorrió todo el cuerpo desde el puño hasta la coronilla, quedando como un patético intento de héroe ante sus compañeros. No era la primera vez que le sucedía, cuando varias personas le observaban, las cosas no siempre le salían bien y la cagaba con gracia, pero la cagaba.
—¡ Hmm, probaré de nuevo! — dijo con la voz helada mientras se secaba el sudor frío por los nervios. Sky debía emplear más fuerza y más alla de la fuerza, debía buscar el modo de sentir algo, de intentar ver más allá de un simple puñetazo y transformarlo en un golpe que no le dañara la mano, que desplace el tronco y pueda ayudar a su compañero a que aplique el mismo concepto pero de otra manera, protegiendo de aquella energía en aceleración preparada para impactar contra su cuerpo.
Sky estuvo golpeando aquel pesado y robusto tronco durante un largo rato sin ningún resultado. ¿Acaso Shin Chan se había equivocado de entrenamiento? ¡No! se dijo a sí mismo, seguro que si el Haki fuese tan fácil de despertar, sería algo mucho más común. El chico remangó también su camisa, sacudió la mano ligeramente hinchada y volvió a cargar contra el tronco un golpe seco, aplicando el máximo de su fuerza. Esta vez había movido el tronco de forma salvaje, golpeando a Roku en el pecho, pero no había sentido nada más allá del dolor que uno siente tras golpear un objeto inerte sólido y robusto.
— ¡Demonios! ¿Roku, quieres probar tú? — soltó por lo bajo, un poco desanimado tras el fracaso de su primer intento.
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Ante la explicación de Sky, Rokuro se volvía a sentir como un novato surcando el mar antes de unirse al Cipher Pol. El día en que se comió la fruta del diablo que le otorgó unas extraordinarias habilidades con las que había logrado llevar su ninjutsu a otro nivel, había conocido a un joven peculiar que le explicó todo lo que sabía sobre dichas frutas. En aquel momento Rokuro creía que no eran más que cuentos de hadas, pero tras probar la experiencia en sus propias carnes había empezado a creer que todo era posible.
Aquel cuento le pareció igual, pero en esta ocasión hubo algo que le hizo creer que las palabras de Sky tenían un atisbo de verdad. No por nada estaría gastando el Gobierno Mundial tiempo y recursos en adiestrar a unos jóvenes en tan misteriosa arte. Si de verdad el Haki consistía en lo que le había explicado su compañero, debía de ser una habilidad muy poderosa.
Y entonces se acordó de una de sus primeras misiones, aquella en la que conoció a Jojo y estrechó lazos con el mudo. Aquella misión en la que se enfrentaron juntos a un rival virtualmente imposible de derrotar. Aquel hombre parecía poder sentir las presencias de las personas aunque no las viese con sus propios ojos, y era capaz de reaccionar con una rapidez tal que cualquiera pensaría que estaba viendo el futuro o leyendo los pensamientos de sus rivales. Y lo más extraño fue la forma de Jojo derrotarlo; aunque ningún golpe lo había dañado con anterioridad, Jojo fue capaz de acabar con él en un acto de ira muda para defender al peliblanco. «¿Y si...? —Una extraña idea comenzó a formarse en su cabeza—. ¿Y si todos esos actos extraños y sin sentido hubieran sido fruto del Haki?». Quizás aquello lo explicase todo.
—Vale, es una especie de energía oculta que debemos hacer florecer desde nuestro cuerpo —dijo, resumiendo en gran medida las palabras del legionario. Aquello le había recordado en cierto sentido al chakra; la energía espiritual que necesitaba para usar sus técnicas ninja. Sin embargo descartó este hecho; el chakra nacía de la fusión de la energía física y espiritual, además de tener un gran componente mental. No estaba seguro de que coincidiera del todo con el Haki del que estaban hablando o las cosas que había visto. Aún así, decidió que era un comienzo. Si se trataba de controlar energías, él ya había aprendido a dominar el chakra, y quizás fuese igual que con los idiomas: cuántos más conocías, más fácil se volvía aprender otros nuevos—. Ven a mí con todo lo que tengas —dijo a su compañero. Si iban a entrenar, tenían que hacerlo bien.
Sky estuvo un largo rato golpeando la madera, con poco éxito, hasta que finalmente asestó un serio golpe que la lanzó contra él. Rokuro la recibió cruzando los brazos sobre el pecho y, aunque incapaz de detener el ariete, logró evitar caerse al suelo, no sin verse arrastrado varios centímetros por el suelo.
—No ha estado mal —le dijo al legionario—, pero no he sentido nada. Ahora voy yo y después volvemos a probar.
Rokuro se centró en el flujo vital de su cuerpo. Toda su energía manaba desde su corazón, el motor de todo ser vivo, y se concentraba en su estómago dónde podía darle forma a placer. Sin embargo, la sensación de usar el chakra era la misma de siempre, y necesitaba algo distinto, algo más. Sin saber muy bien cómo continuar, concentró su energía, invisible para el ojo inexperto, en sus manos y lanzó un golpe plano contra el ariete golpeando con las dos palmas de su manos, trasmitiendo la fuerza desde su espalda hasta la fuerza de sus dedos. Había enviado toda su fuerza a través de ese golpe, pero el ariete apenas se movió para alcanzar el cuerpo de Sky con una ligera sacudida.
—Creo que se puede mejorar —dijo en voz alta aunque sin dirigirse a nadie en concreto—. ¿Quieres probar de nuevo?
Aquel cuento le pareció igual, pero en esta ocasión hubo algo que le hizo creer que las palabras de Sky tenían un atisbo de verdad. No por nada estaría gastando el Gobierno Mundial tiempo y recursos en adiestrar a unos jóvenes en tan misteriosa arte. Si de verdad el Haki consistía en lo que le había explicado su compañero, debía de ser una habilidad muy poderosa.
Y entonces se acordó de una de sus primeras misiones, aquella en la que conoció a Jojo y estrechó lazos con el mudo. Aquella misión en la que se enfrentaron juntos a un rival virtualmente imposible de derrotar. Aquel hombre parecía poder sentir las presencias de las personas aunque no las viese con sus propios ojos, y era capaz de reaccionar con una rapidez tal que cualquiera pensaría que estaba viendo el futuro o leyendo los pensamientos de sus rivales. Y lo más extraño fue la forma de Jojo derrotarlo; aunque ningún golpe lo había dañado con anterioridad, Jojo fue capaz de acabar con él en un acto de ira muda para defender al peliblanco. «¿Y si...? —Una extraña idea comenzó a formarse en su cabeza—. ¿Y si todos esos actos extraños y sin sentido hubieran sido fruto del Haki?». Quizás aquello lo explicase todo.
—Vale, es una especie de energía oculta que debemos hacer florecer desde nuestro cuerpo —dijo, resumiendo en gran medida las palabras del legionario. Aquello le había recordado en cierto sentido al chakra; la energía espiritual que necesitaba para usar sus técnicas ninja. Sin embargo descartó este hecho; el chakra nacía de la fusión de la energía física y espiritual, además de tener un gran componente mental. No estaba seguro de que coincidiera del todo con el Haki del que estaban hablando o las cosas que había visto. Aún así, decidió que era un comienzo. Si se trataba de controlar energías, él ya había aprendido a dominar el chakra, y quizás fuese igual que con los idiomas: cuántos más conocías, más fácil se volvía aprender otros nuevos—. Ven a mí con todo lo que tengas —dijo a su compañero. Si iban a entrenar, tenían que hacerlo bien.
Sky estuvo un largo rato golpeando la madera, con poco éxito, hasta que finalmente asestó un serio golpe que la lanzó contra él. Rokuro la recibió cruzando los brazos sobre el pecho y, aunque incapaz de detener el ariete, logró evitar caerse al suelo, no sin verse arrastrado varios centímetros por el suelo.
—No ha estado mal —le dijo al legionario—, pero no he sentido nada. Ahora voy yo y después volvemos a probar.
Rokuro se centró en el flujo vital de su cuerpo. Toda su energía manaba desde su corazón, el motor de todo ser vivo, y se concentraba en su estómago dónde podía darle forma a placer. Sin embargo, la sensación de usar el chakra era la misma de siempre, y necesitaba algo distinto, algo más. Sin saber muy bien cómo continuar, concentró su energía, invisible para el ojo inexperto, en sus manos y lanzó un golpe plano contra el ariete golpeando con las dos palmas de su manos, trasmitiendo la fuerza desde su espalda hasta la fuerza de sus dedos. Había enviado toda su fuerza a través de ese golpe, pero el ariete apenas se movió para alcanzar el cuerpo de Sky con una ligera sacudida.
—Creo que se puede mejorar —dijo en voz alta aunque sin dirigirse a nadie en concreto—. ¿Quieres probar de nuevo?
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Roku parecía concentrado, con los ojos cerrados y se mantuvo así durante un rato hasta que los abrió y asestó un golpe con la mano abierta que parecía muy amenazador, incluso llegó a pensar en ponerse en guardia con las manos ya que el golpe parecía venir fuerte y cargado, pero éste se disipó con facilidad ante el tronco suspendido. Claro, aquel maldito tronco se encontraba sujeto por dos cuerdas a cada extremo, en forma de ariete y si el golpe no era continuo, si no transmitiera más allá aquella energía de la que ambos eran conocedores gracias al razonamiento de ambos, pues sería un golpe físico sin más.
Los muchachos recogieron sus cosas no sin antes decirse donde viven. Al día siguiente volvieron a repetir el mismo proceso, y al siguiente... y al siguiente.
Pasaron 2 semanas en las que estuvieron haciendo el mismo ejercicio una y otra vez, por turnos. La relación entre ambos había mejorado y ahora el tono era bastante amigable, había cierta confianza construida en momentos de entrenamiento, donde el dolor es el tercer amigo presente, donde el cansancio te abriga cuando hincas la rodilla y donde los resultados saben a felicidad.
Ambos jóvenes eran capaces de asestar golpes con más técnica y ya no sentían el dolor en cada golpe. Se habían curtido y sólo por la posición antes de soltar el golpe, un experto podría afirmar que llevan haciendo eso toda la vida. Durante la última jornada Roku había conseguido unos resultados más evidentes que Sky, ya que el color de su piel cambió por un momento y en el golpe que había soltado al tronco, éste se sacudió con tanta fuerza contra el desprevenido legionario que le mandó a volar varios metros hacia atrás.
- ¡JAJAJAJA! Putos mongolos, parece ser que no sois tán inutiles! - soltó lleno de alegría Shin Chan, oficial al mando del entrenamiento conjunto. Su mirada se volvió seria, su brazo se ennegreció de repente y Sky no tuvo tiempo de llevarse los brazos al diafragma antes de que el oficial impactara un golpe con el Haki de Armadura activado que lo mandó a volar de nuevo hasta el tronco donde se había quedado Roku, que vió toda la escena.
- ¡Espero que esto os dé un "pequeño empujón" Muajajajaja! - dijo antes de volver a sentarse en su silla, a la sombra del pequeño puesto de mando, rodeado de gritos de dolor, de lágrimas y esfuerzo, donde todos los presentes seguían su entrenamiento al pie de la letra. Cada vez había menos quejas, ya que algún otro agente había desarrollado aquella segunda piel, aquella armadura que servía para endurecer la piel y defenderse o incluso transmitir aquella energía de tal manera que el golpe fuera mucho más pesado y Roku, estaba casi a punto de conseguirlo.
No se trataba de golpear un tronco sin más, aquello consistía en aprender la técnica, con la teoría en mente y buscar aplicarla en algo tan sencillo como golpear un tronco, eso era ofensiva pura y dura y a la vez, aprovechaban el ariete para practicar la defensa y proteger su cuerpo ante un golpe destructivo con la misma teoría, pero aplicada de tal manera que uno pueda usar el Haki como una armadura siempre puesta, pero que había que activarla a voluntad, en una parte concreta del cuerpo y de duración a voluntad del usuario.
Sky se levantó quejándose, mientras le crujían las rodillas, la cadera y con la manga limpió sin darle mucha importancia un hilillo de sangre que le salía de la boca. El golpe de Shin Chan fué destructivo, era muchísimo mas que un simple golpe. Notaba que su interior era tan frágil como el cristal de una tienda, pero notaba que poco a poco volvía a recuperar la respiración y las fuerzas. Debía concentrarse mucho y seguirle el paso a Roku, para ser capaz de al menos, despertar y poder activar aquel poder en una situación crítica. Conocía la teoría, conocía la practica de "primera mano" gracias a su oficial y sólo le quedaba seguir practicando aquel simple, pero efectivo entrenamiento.
Los muchachos recogieron sus cosas no sin antes decirse donde viven. Al día siguiente volvieron a repetir el mismo proceso, y al siguiente... y al siguiente.
Pasaron 2 semanas en las que estuvieron haciendo el mismo ejercicio una y otra vez, por turnos. La relación entre ambos había mejorado y ahora el tono era bastante amigable, había cierta confianza construida en momentos de entrenamiento, donde el dolor es el tercer amigo presente, donde el cansancio te abriga cuando hincas la rodilla y donde los resultados saben a felicidad.
Ambos jóvenes eran capaces de asestar golpes con más técnica y ya no sentían el dolor en cada golpe. Se habían curtido y sólo por la posición antes de soltar el golpe, un experto podría afirmar que llevan haciendo eso toda la vida. Durante la última jornada Roku había conseguido unos resultados más evidentes que Sky, ya que el color de su piel cambió por un momento y en el golpe que había soltado al tronco, éste se sacudió con tanta fuerza contra el desprevenido legionario que le mandó a volar varios metros hacia atrás.
- ¡JAJAJAJA! Putos mongolos, parece ser que no sois tán inutiles! - soltó lleno de alegría Shin Chan, oficial al mando del entrenamiento conjunto. Su mirada se volvió seria, su brazo se ennegreció de repente y Sky no tuvo tiempo de llevarse los brazos al diafragma antes de que el oficial impactara un golpe con el Haki de Armadura activado que lo mandó a volar de nuevo hasta el tronco donde se había quedado Roku, que vió toda la escena.
- ¡Espero que esto os dé un "pequeño empujón" Muajajajaja! - dijo antes de volver a sentarse en su silla, a la sombra del pequeño puesto de mando, rodeado de gritos de dolor, de lágrimas y esfuerzo, donde todos los presentes seguían su entrenamiento al pie de la letra. Cada vez había menos quejas, ya que algún otro agente había desarrollado aquella segunda piel, aquella armadura que servía para endurecer la piel y defenderse o incluso transmitir aquella energía de tal manera que el golpe fuera mucho más pesado y Roku, estaba casi a punto de conseguirlo.
No se trataba de golpear un tronco sin más, aquello consistía en aprender la técnica, con la teoría en mente y buscar aplicarla en algo tan sencillo como golpear un tronco, eso era ofensiva pura y dura y a la vez, aprovechaban el ariete para practicar la defensa y proteger su cuerpo ante un golpe destructivo con la misma teoría, pero aplicada de tal manera que uno pueda usar el Haki como una armadura siempre puesta, pero que había que activarla a voluntad, en una parte concreta del cuerpo y de duración a voluntad del usuario.
Sky se levantó quejándose, mientras le crujían las rodillas, la cadera y con la manga limpió sin darle mucha importancia un hilillo de sangre que le salía de la boca. El golpe de Shin Chan fué destructivo, era muchísimo mas que un simple golpe. Notaba que su interior era tan frágil como el cristal de una tienda, pero notaba que poco a poco volvía a recuperar la respiración y las fuerzas. Debía concentrarse mucho y seguirle el paso a Roku, para ser capaz de al menos, despertar y poder activar aquel poder en una situación crítica. Conocía la teoría, conocía la practica de "primera mano" gracias a su oficial y sólo le quedaba seguir practicando aquel simple, pero efectivo entrenamiento.
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Re: Las tres T: Testosterona, turbulencias y traiciones [Privado - Pasado] {Jue 19 Ene 2023 - 12:21}
Rokuro nunca había sido un gran amante de los entrenamientos aunque debía admitir que aquel entrenamiento estaba siendo realmente útil.
Al principio no había sido capaz de mover con fuerza aquel tronco, pero poco a poco había ido aprendiendo. Para poder transmitir toda su fuerza el golpe debía acertar de forma precisa en el centro de la base del cilindro de madera. Cuánto más céntrico, mejor se distribuía la energía del golpe y más lejos y con más fuerza llegaba el tronco. Pero esto no fue lo único que entrenó.
Zuzu había demostrado ser un buen compañero de entrenamiento, incansable y con ganas constantes de superarse. Su mera presencia volvía más competitivo al peliblanco, quién tampoco se rendía a la primera de cambio.
Las dos primeras semanas fueron arduas, y hubo muchos momentos en los que ambos estuvieron a punto de tirar la toalla, pero ninguno quería parecer más débil que el otro. Y poco a poco fueron viendo la mejoría.
El entrenamiento, desarrollado para entrenar aquel poder llamado haki, no solo servía para conseguir esa habilidad de «armadura», sino que también propiciaba el desarrollo físico de los participantes.
—Quizás sean necesarios ciertos requisitos físicos para obtener ese poder —reflexionó la cuarta noche, tumbado sobre el catre—. Quizás este entrenamiento sirva para conseguir habilidades que se usan para conseguir el haki.
A partir de ahí Rokuro buscó su propio fortalecimiento. Los momentos en los que le tocaba golpear, se esforzaba en buscar el golpe más preciso junto a mejorar su propia fuerza, mientras que a la hora de recibir el golpe siempre lo recibía de frente, buscando fortalecer su cuerpo. Él, mejor que nadie, sabía que a base de recibir palizas es como uno se volvía más duro. Y cuánto más mejoraba Zuzu, más fuertes eran los golpes.
Ya había pasado más de una semana cuando Rokuro comenzó a percibir mejorías físicas. Tanto él cómo Zuzu se habían vuelto más fuertes; sus golpes, los lanzara con la extremidad que los lanzara, eran cada vez más precisos, acertando prácticamente todas las veces en el centro del tronco, y cada vez notaba menos las embestidas recibidas, pero no había llegado a percibir ese haki del que le habían hablado. Y aquello era frustrante.
Terco y decidido, continuó con el entrenamiento. Una vez hubo notado las mejoras físicas, decidió centrarse mentalmente en encontrar ese poder de la naturaleza que residía en su interior. Puñetazo tras puñetazo, parada tras parada, embestida tras embestida. Intentaba visualizar la presencia de una armadura a su alrededor, una armadura que le servía tanto como defensa como ataque.
—Una vez más —le dijo a su compañero la tarde del octavo día, cuando todos los demás participantes en el entrenamiento se estaban retirando. Se encontraba agotado, realmente extenuado, pero sentía que estaba cerca—. Vamos, prepárate.
Se colocó en posición, y decidido lanzó un puñetazo perfectamente alineado con el centro de la circunferencia que llevaba una semana golpeando. Su cansancio no sólo era fisico, sino además, mental, y en su cabeza solo había espacio para un pensamiento: lograr su objetivo. Y, sin saber realmente cómo, sintió una extraña oleada de poder acompañada de un extraño resplandor translúcido que brotaba de su puño. Y en aquel momento lanzó el golpe más poderoso que había hecho hasta aquel momento, y se permitió reír antes de caer desmayado por el agotamiento.
A partir de aquel momento todo se volvió más fácil, y durante la siguiente semana se dedicó a volver a repetir aquella proeza y lograr dominarla. Al igual que había hecho hacía tiempo con el chakra, una vez descubierto su origen, aprender a usarlo fue mucho más fácil. Zuzu parecía también estar encaminado en su entrenamiento, y Rokuro sabía que ponerlos juntos había sido una buena decisión del superior Shin Chan.
Finalmente, lo que le ayudó a dominar aquel poder fue la demostración que les hizo el superior. Aquel golpe recubierto de aquella extraña capa oscura despertó algo en su interior, una especie de instinto, y al continuar el entrenamiento le pidió a su maltrecho compañero que se contuviera, que quería probar algo.
Zuzu se había colocado en posición para lanzar un asombroso golpe que hizo temblar la estructura de madera. El tronco voló en su dirección, pero Rokuro haciendo acopio de todo lo que había aprendido durante el entrenamiento extendió los brazos con las palmas de las manos abiertas, centrándose en activar su recién descubierto poder. Sintió un aura que le envolvió, y sus manos se tornaron negras por unos segundos, lo suficiente para detener el tronco con todo su poder. Y entonces volvió a sonreír.
Al principio no había sido capaz de mover con fuerza aquel tronco, pero poco a poco había ido aprendiendo. Para poder transmitir toda su fuerza el golpe debía acertar de forma precisa en el centro de la base del cilindro de madera. Cuánto más céntrico, mejor se distribuía la energía del golpe y más lejos y con más fuerza llegaba el tronco. Pero esto no fue lo único que entrenó.
Zuzu había demostrado ser un buen compañero de entrenamiento, incansable y con ganas constantes de superarse. Su mera presencia volvía más competitivo al peliblanco, quién tampoco se rendía a la primera de cambio.
Las dos primeras semanas fueron arduas, y hubo muchos momentos en los que ambos estuvieron a punto de tirar la toalla, pero ninguno quería parecer más débil que el otro. Y poco a poco fueron viendo la mejoría.
El entrenamiento, desarrollado para entrenar aquel poder llamado haki, no solo servía para conseguir esa habilidad de «armadura», sino que también propiciaba el desarrollo físico de los participantes.
—Quizás sean necesarios ciertos requisitos físicos para obtener ese poder —reflexionó la cuarta noche, tumbado sobre el catre—. Quizás este entrenamiento sirva para conseguir habilidades que se usan para conseguir el haki.
A partir de ahí Rokuro buscó su propio fortalecimiento. Los momentos en los que le tocaba golpear, se esforzaba en buscar el golpe más preciso junto a mejorar su propia fuerza, mientras que a la hora de recibir el golpe siempre lo recibía de frente, buscando fortalecer su cuerpo. Él, mejor que nadie, sabía que a base de recibir palizas es como uno se volvía más duro. Y cuánto más mejoraba Zuzu, más fuertes eran los golpes.
Ya había pasado más de una semana cuando Rokuro comenzó a percibir mejorías físicas. Tanto él cómo Zuzu se habían vuelto más fuertes; sus golpes, los lanzara con la extremidad que los lanzara, eran cada vez más precisos, acertando prácticamente todas las veces en el centro del tronco, y cada vez notaba menos las embestidas recibidas, pero no había llegado a percibir ese haki del que le habían hablado. Y aquello era frustrante.
Terco y decidido, continuó con el entrenamiento. Una vez hubo notado las mejoras físicas, decidió centrarse mentalmente en encontrar ese poder de la naturaleza que residía en su interior. Puñetazo tras puñetazo, parada tras parada, embestida tras embestida. Intentaba visualizar la presencia de una armadura a su alrededor, una armadura que le servía tanto como defensa como ataque.
—Una vez más —le dijo a su compañero la tarde del octavo día, cuando todos los demás participantes en el entrenamiento se estaban retirando. Se encontraba agotado, realmente extenuado, pero sentía que estaba cerca—. Vamos, prepárate.
Se colocó en posición, y decidido lanzó un puñetazo perfectamente alineado con el centro de la circunferencia que llevaba una semana golpeando. Su cansancio no sólo era fisico, sino además, mental, y en su cabeza solo había espacio para un pensamiento: lograr su objetivo. Y, sin saber realmente cómo, sintió una extraña oleada de poder acompañada de un extraño resplandor translúcido que brotaba de su puño. Y en aquel momento lanzó el golpe más poderoso que había hecho hasta aquel momento, y se permitió reír antes de caer desmayado por el agotamiento.
A partir de aquel momento todo se volvió más fácil, y durante la siguiente semana se dedicó a volver a repetir aquella proeza y lograr dominarla. Al igual que había hecho hacía tiempo con el chakra, una vez descubierto su origen, aprender a usarlo fue mucho más fácil. Zuzu parecía también estar encaminado en su entrenamiento, y Rokuro sabía que ponerlos juntos había sido una buena decisión del superior Shin Chan.
Finalmente, lo que le ayudó a dominar aquel poder fue la demostración que les hizo el superior. Aquel golpe recubierto de aquella extraña capa oscura despertó algo en su interior, una especie de instinto, y al continuar el entrenamiento le pidió a su maltrecho compañero que se contuviera, que quería probar algo.
Zuzu se había colocado en posición para lanzar un asombroso golpe que hizo temblar la estructura de madera. El tronco voló en su dirección, pero Rokuro haciendo acopio de todo lo que había aprendido durante el entrenamiento extendió los brazos con las palmas de las manos abiertas, centrándose en activar su recién descubierto poder. Sintió un aura que le envolvió, y sus manos se tornaron negras por unos segundos, lo suficiente para detener el tronco con todo su poder. Y entonces volvió a sonreír.
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