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Pescados de todos los mares preparados por los más hábiles chefs, cientos de tipos de pasta extravagantes, carnes tan sabrosas que causarían la envidia de las terneras del West Blue... toda clase de maravillas les esperaban en Pucci. Atsu tragó saliva y siguió leyendo la revista culinaria, decidiendo qué locales iba a visitar. No solo iba a poder ponerse las botas, sino que iba a poder pensar nuevas recetas y comprar ingredientes de primera. El agente sonrió y miró por la ventanilla. La isla estaba ya a la vista.
- ¿Qué debería comer primero? ¿Pescado, marisco, carne, cocina experimental? - se relamió - ¿Qué opinas, RAL?
Se hallaban en un vagón de la línea Dark Dome-Pucci del Umi Reesha. Gracias a la intimidante apariencia de RAL, los pocos viajeros que habían tenido la mala suerte de compartir coche con ellos habían decidido buscarse un asiento en otro lado. Era una ventaja tener un compañero tan siniestro y amenazante, tenía que reconocerlo. Al estar ellos solos podía estar más a su aire y hacer mantenimiento de su equipo sin que todo el mundo entrase en pánico. No lo entendía, se ponía a manipular un inofensivo cañón sónico desarmado y todo el mundo perdía la cabeza. Vale, podía entender que para un civil era difícil ver la diferencia entre uno armado y desarmado pero, ¿les estaba acaso apuntando a la cabeza? El mundo estaba lleno de tarados que iban por ahí con enormes espadas colgando del hombro, cualquiera diría que estarían ya acostumbrados a ver a gente armada. Por otro lado... tal vez era precisamente la sorprendente cantidad de tarados armados lo que les hacía ser tan susceptibles.
- Una pregunta, RAL, ¿por qué vas siempre enmascarado? Es decir, entiendo que quieras mantener cierto anonimato en las misiones, especialmente tras el incidente con los furros... ¿pero no es incómodo?
Aún no había visto su aspecto real. A decir verdad, ni siquiera sabía cómo era su voz. Si no fuese porque se había acostumbrado a sus gestos y forma de moverse, podría llegar a pensar que RAL era más de una persona. No tenía más pruebas de que estuviese siempre con el mismo agente, en verdad. Hasta su ropa era tan gruesa y holgada que era difícil adivinar la forma de su cuerpo por debajo. Entonces, la voz de un revisor avisando de la llegada a la estación interrumpió sus pensamientos.
- Por cierto, ¿qué teníamos que hacer aquí?
- ¿Qué debería comer primero? ¿Pescado, marisco, carne, cocina experimental? - se relamió - ¿Qué opinas, RAL?
Se hallaban en un vagón de la línea Dark Dome-Pucci del Umi Reesha. Gracias a la intimidante apariencia de RAL, los pocos viajeros que habían tenido la mala suerte de compartir coche con ellos habían decidido buscarse un asiento en otro lado. Era una ventaja tener un compañero tan siniestro y amenazante, tenía que reconocerlo. Al estar ellos solos podía estar más a su aire y hacer mantenimiento de su equipo sin que todo el mundo entrase en pánico. No lo entendía, se ponía a manipular un inofensivo cañón sónico desarmado y todo el mundo perdía la cabeza. Vale, podía entender que para un civil era difícil ver la diferencia entre uno armado y desarmado pero, ¿les estaba acaso apuntando a la cabeza? El mundo estaba lleno de tarados que iban por ahí con enormes espadas colgando del hombro, cualquiera diría que estarían ya acostumbrados a ver a gente armada. Por otro lado... tal vez era precisamente la sorprendente cantidad de tarados armados lo que les hacía ser tan susceptibles.
- Una pregunta, RAL, ¿por qué vas siempre enmascarado? Es decir, entiendo que quieras mantener cierto anonimato en las misiones, especialmente tras el incidente con los furros... ¿pero no es incómodo?
Aún no había visto su aspecto real. A decir verdad, ni siquiera sabía cómo era su voz. Si no fuese porque se había acostumbrado a sus gestos y forma de moverse, podría llegar a pensar que RAL era más de una persona. No tenía más pruebas de que estuviese siempre con el mismo agente, en verdad. Hasta su ropa era tan gruesa y holgada que era difícil adivinar la forma de su cuerpo por debajo. Entonces, la voz de un revisor avisando de la llegada a la estación interrumpió sus pensamientos.
- Por cierto, ¿qué teníamos que hacer aquí?
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El viaje se hacía un poco monótono, no me hacía mucha gracia tener que usar el Umi Reesha, menos aún teniendo a nuestra disposición otras opciones, pero era necesario. Durante gran parte del viaje el silencio fue nuestro único acompañante, a parte del constante sonido de Omega haciendo mantenimiento a sus armas o pasando las páginas de una de las revistas que nos habían dado. De vez en cuando rompía el silencio hablando de cosas mundanas como el lugar donde comeríamos.
- Si tenemos tiempo miraremos un buen lugar. - Dije sin apartar la mirada de la ventana. Entonces tocó un tema delicado, como si la pregunta de antes hubiera sido para hilar una conversación y cambiar de tema una vez establecida. - Una vez te acostumbras es como un segundo rostro. Mi especialidad es cazar traidores, uno acaba haciéndose muchos enemigos entre la gente con la que trabaja, es mejor que este sea el rostro que maldigan, en vez del que está tras la máscara. - Esta vez le miré a los ojos, procuré no sonar amenazante sino razonable. Omega había demostrado ser de confianza varias veces, puede que algún día pudiera averiguar mi verdadera identidad, pero todavía era demasiado pronto.
Entonces me preguntó por la misión. Teníamos todavía unos diez minutos hasta llegar a la estación, así que saqué unos papeles de debajo de la chaqueta para que los leyera en silencio, no podíamos permitirnos el lujo de hablar en alto de esto. Eran los datos de la misión. Al parecer un conocido agente de la revolución, Messer Sawn "La serpiente" se había hecho con inteligencia comprometida tanto de la marina como de la legión y había sido avistado por una célula de Dark Dome en un transporte rumbo a esta isla hacía un par de días. Según inteligencia se había puesto en contacto con alguien para la entrega de la información en el puerto comercial al lado del mercado al atardecer. La información no había salido barata, así que esperaban que cumpliéramos la misión. A parte de eso nos enviaban a nosotros por un pequeño detalle, la Marina también estaba interesada en interceptarlo, lo ideal sería una aproximación discreta, pero éramos los mejores agentes disponibles en caso de que ocurriese lo peor y se desatase un conflicto a tres bandas.
- Una vez termines deshazte de los papeles antes de llegar a la estación.
- Si tenemos tiempo miraremos un buen lugar. - Dije sin apartar la mirada de la ventana. Entonces tocó un tema delicado, como si la pregunta de antes hubiera sido para hilar una conversación y cambiar de tema una vez establecida. - Una vez te acostumbras es como un segundo rostro. Mi especialidad es cazar traidores, uno acaba haciéndose muchos enemigos entre la gente con la que trabaja, es mejor que este sea el rostro que maldigan, en vez del que está tras la máscara. - Esta vez le miré a los ojos, procuré no sonar amenazante sino razonable. Omega había demostrado ser de confianza varias veces, puede que algún día pudiera averiguar mi verdadera identidad, pero todavía era demasiado pronto.
Entonces me preguntó por la misión. Teníamos todavía unos diez minutos hasta llegar a la estación, así que saqué unos papeles de debajo de la chaqueta para que los leyera en silencio, no podíamos permitirnos el lujo de hablar en alto de esto. Eran los datos de la misión. Al parecer un conocido agente de la revolución, Messer Sawn "La serpiente" se había hecho con inteligencia comprometida tanto de la marina como de la legión y había sido avistado por una célula de Dark Dome en un transporte rumbo a esta isla hacía un par de días. Según inteligencia se había puesto en contacto con alguien para la entrega de la información en el puerto comercial al lado del mercado al atardecer. La información no había salido barata, así que esperaban que cumpliéramos la misión. A parte de eso nos enviaban a nosotros por un pequeño detalle, la Marina también estaba interesada en interceptarlo, lo ideal sería una aproximación discreta, pero éramos los mejores agentes disponibles en caso de que ocurriese lo peor y se desatase un conflicto a tres bandas.
- Una vez termines deshazte de los papeles antes de llegar a la estación.
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Atsu aceptó el informe que le tendió su compañero y comenzó a leerlo. Mientras lo hacía, se sacó casi inconscientemente un paquete de cigarrillos de la chaqueta y cogió uno con los dientes. Estaba empezando a coger la mala costumbre de fumar ocasionalmente. ¿Cuándo había empezado? No lo recordaba claramente. Empezaba a preocuparle esas aparentes lagunas en su memoria; había veces en que tenía la impresión de que su memoria le fallaba y que había hecho cosas que no recordaba, pero luego haciendo memoria, no había nada que no recordase. Chasqueó los dedos generando una pequeña llama roja que encendió el cigarrillo. Eso sí que era más raro. No recordaba haber aprendido a hacer algo similar. Y sin embargo, había sido un gesto totalmente natural, como si fuese una costumbre.
- Comprendo. Vamos a jugar en terreno enemigo; la Marina parte con ventaja. Por otro lado, si van de uniforme los veremos venir - sopló una nube de humo hacia el techo - ¿Qué dices? ¿Lo eliminamos o intentamos capturarlo? Si la reunión en un lugar al aire libre, una buena posición de tiro y podría eliminarle antes de que sepa qué le ha golpeado.
Hizo trizas el papel, arrojó los cachos al cenicero y colocó el dedo índice encima. No tenía claro si funcionaría, pero igualmente intentó centrar sus pensamientos en el deseo de que su dedo prendiese en llamas. Funcionó: su dedo prendió y los papeles empezaron a quemarse bastante rápido. Tal vez estaba descubriendo al fin los poderes de la misteriosa akuma no mi que había consumido. Había sido una decepción tomarla y no saber qué hacía. Se preguntó qué tendrían que opinar de eso sus voces, pero estaban curiosamente calladas. Dio una larga calada y expulsó el humo hacia un lado antes de continuar hablando.
- Por otro lado, no sabemos cuánta información tiene en formato físico o si no la habrá cifrado, y sus datos sobre la Marina podrían venir muy bien para el departamento de operaciones encubiertas.
La supuesta paz entre el Gobierno y la Liga era, por supuesto, solo fachada. Principalmente a través de terceros grupos y ataques de falsa bandera, una guerra de baja intensidad y operaciones secretas continuaba entre ambos bandos. Rara vez ambos bandos se enfrentaban de manera directa, menos aún abierta. Normalmente competían por esferas de influencia u objetivos estratégicos. Aquel era uno de esos casos.
- Hemos llegado - se levantó y cogió su maleta - ¿Empezamos por la comida o vamos haciendo un reconocimiento?
- Comprendo. Vamos a jugar en terreno enemigo; la Marina parte con ventaja. Por otro lado, si van de uniforme los veremos venir - sopló una nube de humo hacia el techo - ¿Qué dices? ¿Lo eliminamos o intentamos capturarlo? Si la reunión en un lugar al aire libre, una buena posición de tiro y podría eliminarle antes de que sepa qué le ha golpeado.
Hizo trizas el papel, arrojó los cachos al cenicero y colocó el dedo índice encima. No tenía claro si funcionaría, pero igualmente intentó centrar sus pensamientos en el deseo de que su dedo prendiese en llamas. Funcionó: su dedo prendió y los papeles empezaron a quemarse bastante rápido. Tal vez estaba descubriendo al fin los poderes de la misteriosa akuma no mi que había consumido. Había sido una decepción tomarla y no saber qué hacía. Se preguntó qué tendrían que opinar de eso sus voces, pero estaban curiosamente calladas. Dio una larga calada y expulsó el humo hacia un lado antes de continuar hablando.
- Por otro lado, no sabemos cuánta información tiene en formato físico o si no la habrá cifrado, y sus datos sobre la Marina podrían venir muy bien para el departamento de operaciones encubiertas.
La supuesta paz entre el Gobierno y la Liga era, por supuesto, solo fachada. Principalmente a través de terceros grupos y ataques de falsa bandera, una guerra de baja intensidad y operaciones secretas continuaba entre ambos bandos. Rara vez ambos bandos se enfrentaban de manera directa, menos aún abierta. Normalmente competían por esferas de influencia u objetivos estratégicos. Aquel era uno de esos casos.
- Hemos llegado - se levantó y cogió su maleta - ¿Empezamos por la comida o vamos haciendo un reconocimiento?
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Esperé a que terminase de leer el informe. Se deshizo de él de manera adecuada, aunque puede que yo lo hubiera hecho de otra manera. Prenderle fuego podría terminar llamando la atención si este se salía de control, pero tampoco me podía quejar al respecto. No era quien para hablar de hacer las cosas de manera más o menos llamativa.
- Propongo que lo capturemos. Nos es más útil vivo que muerto, sobretodo si conseguimos sacarle más información de la que lleva encima. Por otro lado, si vemos que la Marina se hace con él, nuestro objetivo debe de ser eliminarlo a toda costa para evitar que se filtre más información. - Comenté levantándome y cogiendo mi maleta con mi equipo. Era algo grande y aparatosa, pero dada la reciente normativa de accesibilidad para los usuarios del las líneas ferroviarias, no era precisamente ni el pasajero ni la maleta más grandes del tren. - Primero comeremos algo, usaremos el tiempo para revisar el mapa de la zona y establecer un plan de acción.
Obviamente haríamos eso, pero no pensaba irme de Pucci sin antes probar alguno de sus restaurantes. Era casi un delito pasar por esta isla y no degustar la gastronomía local, un pecado imperdonable que no cometería. Pero, como todo, debía disimularlo tras una fachada de profesionalidad, no podía dejar que pensasen que hacía esto por hace run poco de turismo gastronómico, y no lo hacía, pero en parte sí. Mis pensamientos eran un lío, lo mejor sería encontrar un lugar para tomar algo pronto, simplemente acabábamos de salir de la estación, y el olor de la calle ya hacía que empezase a salivar.
- Por cierto, para la misión necesitaré que uses esto. - Dije dándole uno de los comunicadores. - Necesitamos estar a menos de un kilómetro para que funcionen. Cuando quieras hablar simplemente pulsa el botón. - Le mostré el dispositivo y le enseñé cómo ponérselo y operarlo. En caso de que nos separásemos podríamos comunicarnos sin problemas. - Ah, y esto. - Le pasé un papel con una llave. - Es la dirección y la llave del nuevo piso franco en Dark Dome, he procurado que esté en una buena zona.
- Propongo que lo capturemos. Nos es más útil vivo que muerto, sobretodo si conseguimos sacarle más información de la que lleva encima. Por otro lado, si vemos que la Marina se hace con él, nuestro objetivo debe de ser eliminarlo a toda costa para evitar que se filtre más información. - Comenté levantándome y cogiendo mi maleta con mi equipo. Era algo grande y aparatosa, pero dada la reciente normativa de accesibilidad para los usuarios del las líneas ferroviarias, no era precisamente ni el pasajero ni la maleta más grandes del tren. - Primero comeremos algo, usaremos el tiempo para revisar el mapa de la zona y establecer un plan de acción.
Obviamente haríamos eso, pero no pensaba irme de Pucci sin antes probar alguno de sus restaurantes. Era casi un delito pasar por esta isla y no degustar la gastronomía local, un pecado imperdonable que no cometería. Pero, como todo, debía disimularlo tras una fachada de profesionalidad, no podía dejar que pensasen que hacía esto por hace run poco de turismo gastronómico, y no lo hacía, pero en parte sí. Mis pensamientos eran un lío, lo mejor sería encontrar un lugar para tomar algo pronto, simplemente acabábamos de salir de la estación, y el olor de la calle ya hacía que empezase a salivar.
- Por cierto, para la misión necesitaré que uses esto. - Dije dándole uno de los comunicadores. - Necesitamos estar a menos de un kilómetro para que funcionen. Cuando quieras hablar simplemente pulsa el botón. - Le mostré el dispositivo y le enseñé cómo ponérselo y operarlo. En caso de que nos separásemos podríamos comunicarnos sin problemas. - Ah, y esto. - Le pasé un papel con una llave. - Es la dirección y la llave del nuevo piso franco en Dark Dome, he procurado que esté en una buena zona.
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Aceptó el comunicador y se lo puso en el oído antes de coger la llave. Tras mirar la dirección que llevaba colgando en un papel plastificado, se la guardó. Un nuevo piso franco les vendría bien, más siendo una isla fuera de la jurisdicción del Gobierno. En las islas amigas era más sencillo conseguir acceso a bases y pisos francos; tenía más valor el acceso a puntos seguros en territorios neutrales y hostiles.
- ¿Sabes qué? Pasta estará bien - sacó una guía gastronómica y señaló un local - Este sitio está en la zona de la operación. Tiene reservados en la segunda planta. Podemos pedir uno con vistas al puerto e ir planeando la operación mientras comemos.
Pucci estaba en plena efervescencia. Curiosamente, parecía estar llena de gente increíblemente excitada. Si no fuese porque le parecía improbable, la cantidad de personas con pupilas dilatadas y excesivamente nerviosas le harían pensar que había una epidemia de droga en la isla. Parte de él comenzó a planear la mejor manera de investigar el asunto. "Deja que la Marina lidie con sus propios problemas. Tienes deberes más importantes." La voz pragmática parecía haber decidido al fin hacer acto de presencia. "Por otro lado, si consiguieses información sobre lo que está pasando, podrías usarla para desacreditar la capacidad de acción del gobierno local y dársela a la población para que se tome la justicia por su mano. Así te asegurarías de que los culpables reciban su merecido sin ayudar al enemigo." Esta vez habló la voz moralista. Parecían haberse puesto parlanchines ahora que no estaba pensando en temas a los que parecía que no querían contestar.
El local resultó ser un lugar frecuentado por parejas y con un ambiente romántico. Música suave de fondo, floreros con rosas rojas en las mesas. Aunque, como cabía esperar, la presencia de un enmascarado con ropas que parecían sacadas de un club BDSM y una enorme y ominosa maleta rebajaron bastante la frivolidad del ambiente. El camarero parpadeó un par de veces al verlos entrar y se limpió las gafas. El pobre hombre parecía no confiar en lo que veían sus ojos.
- Buenas tardes. ¿Un reservado para dos? Si tiene vistas al mar mejor, nos encantaría.
- Bueno, esto... sí. Claro, claro, un reservado. Síganme.
Probablemente su aspecto no mejorase mucho la imagen que transmitían, aunque estaba seguro de que al lado de RAL él era casi normal. Una vez estuvieron en la habitación, dejó la maleta contra la pared y se acomodó en una de las sillas.
- Si vamos a capturar a la Serpiente, necesitaremos alguna clase de piso franco - dijo, una vez el camarero se marchó - El transporte de Asuntos Externos está en camino para recogernos, pero probablemente hasta mañana por la noche o pasado a la mañana no esté aquí.
- ¿Sabes qué? Pasta estará bien - sacó una guía gastronómica y señaló un local - Este sitio está en la zona de la operación. Tiene reservados en la segunda planta. Podemos pedir uno con vistas al puerto e ir planeando la operación mientras comemos.
Pucci estaba en plena efervescencia. Curiosamente, parecía estar llena de gente increíblemente excitada. Si no fuese porque le parecía improbable, la cantidad de personas con pupilas dilatadas y excesivamente nerviosas le harían pensar que había una epidemia de droga en la isla. Parte de él comenzó a planear la mejor manera de investigar el asunto. "Deja que la Marina lidie con sus propios problemas. Tienes deberes más importantes." La voz pragmática parecía haber decidido al fin hacer acto de presencia. "Por otro lado, si consiguieses información sobre lo que está pasando, podrías usarla para desacreditar la capacidad de acción del gobierno local y dársela a la población para que se tome la justicia por su mano. Así te asegurarías de que los culpables reciban su merecido sin ayudar al enemigo." Esta vez habló la voz moralista. Parecían haberse puesto parlanchines ahora que no estaba pensando en temas a los que parecía que no querían contestar.
El local resultó ser un lugar frecuentado por parejas y con un ambiente romántico. Música suave de fondo, floreros con rosas rojas en las mesas. Aunque, como cabía esperar, la presencia de un enmascarado con ropas que parecían sacadas de un club BDSM y una enorme y ominosa maleta rebajaron bastante la frivolidad del ambiente. El camarero parpadeó un par de veces al verlos entrar y se limpió las gafas. El pobre hombre parecía no confiar en lo que veían sus ojos.
- Buenas tardes. ¿Un reservado para dos? Si tiene vistas al mar mejor, nos encantaría.
- Bueno, esto... sí. Claro, claro, un reservado. Síganme.
Probablemente su aspecto no mejorase mucho la imagen que transmitían, aunque estaba seguro de que al lado de RAL él era casi normal. Una vez estuvieron en la habitación, dejó la maleta contra la pared y se acomodó en una de las sillas.
- Si vamos a capturar a la Serpiente, necesitaremos alguna clase de piso franco - dijo, una vez el camarero se marchó - El transporte de Asuntos Externos está en camino para recogernos, pero probablemente hasta mañana por la noche o pasado a la mañana no esté aquí.
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Un restaurante con reservado era lo mejor que podíamos conseguir con tan poco tiempo. Si no hablábamos muy alto no correríamos riesgo de comprometer la operación. Seguro que no éramos los primeros a los que se le había ocurrido, y con nuestras pintas estaba claro lo que íbamos a hacer, pero dudaba seriamente que alguien hubiera puesto un dispositivo de escucha en una sala al azar de un restaurante al azar para poder escuchar lo que planean hacer unos agentes que están ahí casi de casualidad. Pero nunca podíamos descartar aquella posibilidad. Por si acaso me mantuve atenta por si notaba la "mirada" de alguien demasiado fijada en esta sala.
- Yo pediré linguine a la putanesca, de beber agua, por favor. - Dije dejándole la carta al camarero y esperando a que pidiera Omega.
Tras hacer los pedidos esperé a que el camarero trajera las bebidas, una vez se marchó podríamos disfrutar de unos quince o veinte minutos hasta que tuvieran la comanda lista. Podríamos hablar de la misión si éramos discretos y estábamos atentos para ver cuando venían a servir los platos.
- Si es para unas horas o un día nos vale con un sitio donde la marina no se le ocurra mirar, mi idea es escoger un grupo de marines y vigilarlos. Esperaremos a que revisen un almacén abandonado o cualquier otro lugar que consideren sospechoso. Una vez no encuentren nada se moverán a otro lugar y dejarán ese sitio sin vigilancia. En ese caso podríamos colarnos y actuar con cierta seguridad. Otra opción sería hablar con algún contacto que nos pudiera proporcionar una localización, pero eso lo comprometería de cara a futuras misiones. La última sería recurrir a alguna familia criminal de la ciudad, lo malo es que el precio que pueden pedir se nos salga de las manos o, peor aún, que decidan vendernos a los marines a cambio de alguna concesión.
En ese momento miré a la entrada. El camarero trajo el carrito con nuestro pedido. Puso un abundante plato de pasta delante mío. La putanesca estaba demostrando su fama, una salsa hecha con un olor capaz de encandilar a cualquiera, con anchoas y aceitunas de fuerte sabor para añadirle cuerpo. La historia de su origen era humilde, pero muchos chefs la habían llevado hasta la excelencia, presentándola como una de las mejores salsas para acompañar a la pasta.
- Yo pediré linguine a la putanesca, de beber agua, por favor. - Dije dejándole la carta al camarero y esperando a que pidiera Omega.
Tras hacer los pedidos esperé a que el camarero trajera las bebidas, una vez se marchó podríamos disfrutar de unos quince o veinte minutos hasta que tuvieran la comanda lista. Podríamos hablar de la misión si éramos discretos y estábamos atentos para ver cuando venían a servir los platos.
- Si es para unas horas o un día nos vale con un sitio donde la marina no se le ocurra mirar, mi idea es escoger un grupo de marines y vigilarlos. Esperaremos a que revisen un almacén abandonado o cualquier otro lugar que consideren sospechoso. Una vez no encuentren nada se moverán a otro lugar y dejarán ese sitio sin vigilancia. En ese caso podríamos colarnos y actuar con cierta seguridad. Otra opción sería hablar con algún contacto que nos pudiera proporcionar una localización, pero eso lo comprometería de cara a futuras misiones. La última sería recurrir a alguna familia criminal de la ciudad, lo malo es que el precio que pueden pedir se nos salga de las manos o, peor aún, que decidan vendernos a los marines a cambio de alguna concesión.
En ese momento miré a la entrada. El camarero trajo el carrito con nuestro pedido. Puso un abundante plato de pasta delante mío. La putanesca estaba demostrando su fama, una salsa hecha con un olor capaz de encandilar a cualquiera, con anchoas y aceitunas de fuerte sabor para añadirle cuerpo. La historia de su origen era humilde, pero muchos chefs la habían llevado hasta la excelencia, presentándola como una de las mejores salsas para acompañar a la pasta.
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Mientras RAL optaba por un plato clásico, Atsu pidió unos tagliatelle ripieni di crema, una de las especialidades del cheff. Se trataba de unos tallarines rellenos de una fina masa de queso cremoso con albahaca morada. Por lo que había leído en la revista, era el plato estrella del local. Parte de su intención al probarlos era comprobar la textura y grosor del tallarín para planear sus propios experimentos con pasta rellena. Es decir, sabía preparar pasta rellenas más clásicas como tortellini, pero nunca había preparado tallarines rellenos.
- Yo para beber tomaré copa de tinto con aguja de Gazia. De crianza. Llénamela poco que luego trabajo. Tráeme también una botella de agua - se giró hacia RAL y añadió - Me parecería un delito comer en un sitio así y no acompañar la comida con un buen vino.
Mientras esperaban a la comida, escuchó las propuestas de su compañero y las valoró. Tal vez tenía mejor y la idea más apropiada fuese emplear algún almacén poco frecuentado. Deberían elegir un lugar alejado para que los gritos no llamasen la atención cuando empezasen con la tortura. Una vez tuviesen la información, ya decidirían si eliminaban a la Serpiente y se buscaban una habitación en un hotel o si se lo llevaban consigo y lo metían en la habitación amordazado y atado.
- Creo que optaremos por el almacén. Las otras opciones me parecen arriesgadas. Luego podremos llevárnoslo a un hotel... o si le hemos sacado todo lo que queremos saber y parece arriesgado mantenerlo con vida, meterle un tiro en la sien y arrojarlo al mar.
Dejó de hablar en cuanto escuchó el carrito acercarse y se relamió en cuanto le llegó el delicioso aroma de la puttanesca. Su plato tenía un olor más sutil, y que aunque también prometía delicias para el paladar, no podía competir con el impacto inicial de la puttanesca. Casi se arrepintió de su elección y envidió el plato de RAL, pero se obligó a recordar que el olor no lo era todo en la cocina. Observó su plato, que incluía junto a la pasta unas flores de calabacín cubiertas de salsa. Una vez empezó a degustar el plato, se le olvidó toda la envidia: los tallarines estaban cocinados a la perfección y el relleno de su interior era perfecto. Hasta la propia masa de la pasta tenía un sabor delicioso, aunque sutil. Tras mirar un corte transversal de un tallarín, comprobó su sospecha: la masa estaba condimentada.
- Joder, menudo acierto. Tengo que venir más a esta isla - comentó.
Una vez hubieron terminado, tras una opípara y satisfactoria comida, salieron del local a la concurrida calle del puerto.
- ¿Y bien? ¿Por dónde empezamos? ¿Buscamos sitio o echamos un vistazo al lugar de la fiesta?
- Yo para beber tomaré copa de tinto con aguja de Gazia. De crianza. Llénamela poco que luego trabajo. Tráeme también una botella de agua - se giró hacia RAL y añadió - Me parecería un delito comer en un sitio así y no acompañar la comida con un buen vino.
Mientras esperaban a la comida, escuchó las propuestas de su compañero y las valoró. Tal vez tenía mejor y la idea más apropiada fuese emplear algún almacén poco frecuentado. Deberían elegir un lugar alejado para que los gritos no llamasen la atención cuando empezasen con la tortura. Una vez tuviesen la información, ya decidirían si eliminaban a la Serpiente y se buscaban una habitación en un hotel o si se lo llevaban consigo y lo metían en la habitación amordazado y atado.
- Creo que optaremos por el almacén. Las otras opciones me parecen arriesgadas. Luego podremos llevárnoslo a un hotel... o si le hemos sacado todo lo que queremos saber y parece arriesgado mantenerlo con vida, meterle un tiro en la sien y arrojarlo al mar.
Dejó de hablar en cuanto escuchó el carrito acercarse y se relamió en cuanto le llegó el delicioso aroma de la puttanesca. Su plato tenía un olor más sutil, y que aunque también prometía delicias para el paladar, no podía competir con el impacto inicial de la puttanesca. Casi se arrepintió de su elección y envidió el plato de RAL, pero se obligó a recordar que el olor no lo era todo en la cocina. Observó su plato, que incluía junto a la pasta unas flores de calabacín cubiertas de salsa. Una vez empezó a degustar el plato, se le olvidó toda la envidia: los tallarines estaban cocinados a la perfección y el relleno de su interior era perfecto. Hasta la propia masa de la pasta tenía un sabor delicioso, aunque sutil. Tras mirar un corte transversal de un tallarín, comprobó su sospecha: la masa estaba condimentada.
- Joder, menudo acierto. Tengo que venir más a esta isla - comentó.
Una vez hubieron terminado, tras una opípara y satisfactoria comida, salieron del local a la concurrida calle del puerto.
- ¿Y bien? ¿Por dónde empezamos? ¿Buscamos sitio o echamos un vistazo al lugar de la fiesta?
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La comida estaba deliciosa, demasiado, casi me haría pensar que se trataba de una trampa para entretenernos y perdernos la hora del encuentro, o que estaba envenenada o... Sólo se me ocurrían dos opciones, estaba tan buena que no me podía centrar en más cosas malas que podían suceder. Y eso era malo, significaba que el enemigo nos conocía, sabía nuestros puntos débiles, o simplemente esta era una isla famosa por sus restaurantes, podía relajarme, nada malo sucede mientras uno come.
- Lo dejaremos vivo, siempre queda algo, a veces el estrés de la tortura hace que se salten detalles sin querer, o se nos olvide hacer las preguntas adecuadas. Sacaremos la información importante y luego lo entregaremos, seguro que en una prisión adecuada puede hablar más. - Comenté limpiando con la servilleta el resto de la salsa que quedaba bajo la máscara. Tras eso pagamos y salí junto con Omega. - Lo mejor será llegar primero al lugar indicado. Propongo observar desde una buena posición, dejar si acaso algún rastro que pueda seguir la marina y hacer que sean ellos los que hagan el trabajo sucio. Tengo varias granadas de humo, podemos usar eso y algún explosivo bien colocado para generar una distracción y sustraer a La Serpiente en medio del caos.
Fui comentando mi plan a medida que nos movíamos por las calles. Todavía quedaba un rato para el atardecer, pero esperaba que los actores tuvieran la cortesía de llegar temprano a la obra. No era difícil encontrar el camino al mercado, era una de las zonas más concurridas, tanto por locales como por turistas, los cuales buscaban las mejores ofertas de ingredientes raros tanto en las tiendas como en muchos de los puestos que había por aquella zona.
- Si quieres hacerte con algún ingrediente raro esta es tu oportunidad. - Comenté a Omega, sabía que le gustaba la cocina y este era un caramelo para él. Pero esperaba que no ignorase la indirecta, podíamos reconocer la zona mientras nos mezclábamos por la gente. Procuraría que nos moviésemos en dirección al puerto, dado que ese era el lugar donde se llevaría a cabo el intercambio. Mientras tanto estaría atenta de lugares desde donde poder vigilar, de la presencia de los Marines y, lo más importante, de si aparecía nuestro hombre. Eran muchas cosas que buscar, pero precisamente la gestión de la información era una habilidad clave para este trabajo, además podía confiar en que Omega no se tomase mi comentario al 100% en serio... ¿Verdad?
- Lo dejaremos vivo, siempre queda algo, a veces el estrés de la tortura hace que se salten detalles sin querer, o se nos olvide hacer las preguntas adecuadas. Sacaremos la información importante y luego lo entregaremos, seguro que en una prisión adecuada puede hablar más. - Comenté limpiando con la servilleta el resto de la salsa que quedaba bajo la máscara. Tras eso pagamos y salí junto con Omega. - Lo mejor será llegar primero al lugar indicado. Propongo observar desde una buena posición, dejar si acaso algún rastro que pueda seguir la marina y hacer que sean ellos los que hagan el trabajo sucio. Tengo varias granadas de humo, podemos usar eso y algún explosivo bien colocado para generar una distracción y sustraer a La Serpiente en medio del caos.
Fui comentando mi plan a medida que nos movíamos por las calles. Todavía quedaba un rato para el atardecer, pero esperaba que los actores tuvieran la cortesía de llegar temprano a la obra. No era difícil encontrar el camino al mercado, era una de las zonas más concurridas, tanto por locales como por turistas, los cuales buscaban las mejores ofertas de ingredientes raros tanto en las tiendas como en muchos de los puestos que había por aquella zona.
- Si quieres hacerte con algún ingrediente raro esta es tu oportunidad. - Comenté a Omega, sabía que le gustaba la cocina y este era un caramelo para él. Pero esperaba que no ignorase la indirecta, podíamos reconocer la zona mientras nos mezclábamos por la gente. Procuraría que nos moviésemos en dirección al puerto, dado que ese era el lugar donde se llevaría a cabo el intercambio. Mientras tanto estaría atenta de lugares desde donde poder vigilar, de la presencia de los Marines y, lo más importante, de si aparecía nuestro hombre. Eran muchas cosas que buscar, pero precisamente la gestión de la información era una habilidad clave para este trabajo, además podía confiar en que Omega no se tomase mi comentario al 100% en serio... ¿Verdad?
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Al escuchar la palabra mágica "explosivos" una sonrisa diabólica se dibujó en el rostro de Atsu. Siempre llevaba preparadas consigo unas cuantas sorpresas de cumpleaños, así que esa parte no sería problema. Siempre podía trucarlas para que hiciesen mucho ruido y poco daño. Solo tenía que abrirlas y retirar la metralla, y eso no sería problema. Aún quedaba tiempo para la operación.
Mientras recorrían las calles, aprovechó para estudiar la disposición de los tejados y la red viaria para escoger lugares propicios para escabullirse de posibles perseguidores. En un caso ideal, huirían sin dar opción a la Marina de perseguirles, pero no siempre se tenía esa suerte. Desconocían el potencial de la fuerza enemiga, tanto en número como habilidad. Podían lidiar con los números siempre y cuando fuesen marines rasos y suboficiales. Los oficiales ya eran un tema totalmente distinto.
Una vez en el mercado, Atsu tuvo que hacer un esfuerzo consciente para centrarse en la misión y no en todos los maravillosos ingredientes que le rodeaban. Y entonces RAL cometió EL ERROR. Con una sonrisa, Atsu dijo:
- Nos vemos en una hora. Voy a recabar información.
En el mercado encontró toda clase de maravillas: pescados con sabores dulces, especias raras y difíciles de encontrar, toda clase de variedades de verduras, legumbres y hortalizas y, por supuesto, condimentos picantes. Atsu contuvo las lágrimas pensando en todos los ominosos y diabólicos platos que podría preparar y los gritos de dolor que le arrancaría a sus comensales cuando probasen sus nuevas y terroríficas delicias. Dado que probablemente no podría cocinar esa misma noche, evitó los productos de corta vida y cogió principalmente especias e ingredientes con una larga vida útil. Era una lástima, pero no le apetecía tener que coger cosas para tirarlas. Ya tendría otras ocasiones de cocinar en Pucci.
Una vez cumplido el plazo establecido, durante el que tampoco descuidó sus deberes y obtuvo un mapa de la ciudad, se reunió con RAL. Tras aproximarse al agente, le tendió el plano y comenzó a hablarle en voz baja, tras comprobar que no había ninguna patrulla cerca:
- He marcado en este mapa las mejores rutas para evacuar. También he echado un vistazo al lugar y he marcado tres puntos elevados desde los que podemos vigilar el lugar. ¿Qué tienes tú? Dime que tenemos almacén. Aún hay tiempo para buscar uno, pero me gustaría ir ya a la posición y tener tiempo para trucar mis sorpresas de cumpleaños.
Mientras recorrían las calles, aprovechó para estudiar la disposición de los tejados y la red viaria para escoger lugares propicios para escabullirse de posibles perseguidores. En un caso ideal, huirían sin dar opción a la Marina de perseguirles, pero no siempre se tenía esa suerte. Desconocían el potencial de la fuerza enemiga, tanto en número como habilidad. Podían lidiar con los números siempre y cuando fuesen marines rasos y suboficiales. Los oficiales ya eran un tema totalmente distinto.
Una vez en el mercado, Atsu tuvo que hacer un esfuerzo consciente para centrarse en la misión y no en todos los maravillosos ingredientes que le rodeaban. Y entonces RAL cometió EL ERROR. Con una sonrisa, Atsu dijo:
- Nos vemos en una hora. Voy a recabar información.
En el mercado encontró toda clase de maravillas: pescados con sabores dulces, especias raras y difíciles de encontrar, toda clase de variedades de verduras, legumbres y hortalizas y, por supuesto, condimentos picantes. Atsu contuvo las lágrimas pensando en todos los ominosos y diabólicos platos que podría preparar y los gritos de dolor que le arrancaría a sus comensales cuando probasen sus nuevas y terroríficas delicias. Dado que probablemente no podría cocinar esa misma noche, evitó los productos de corta vida y cogió principalmente especias e ingredientes con una larga vida útil. Era una lástima, pero no le apetecía tener que coger cosas para tirarlas. Ya tendría otras ocasiones de cocinar en Pucci.
Una vez cumplido el plazo establecido, durante el que tampoco descuidó sus deberes y obtuvo un mapa de la ciudad, se reunió con RAL. Tras aproximarse al agente, le tendió el plano y comenzó a hablarle en voz baja, tras comprobar que no había ninguna patrulla cerca:
- He marcado en este mapa las mejores rutas para evacuar. También he echado un vistazo al lugar y he marcado tres puntos elevados desde los que podemos vigilar el lugar. ¿Qué tienes tú? Dime que tenemos almacén. Aún hay tiempo para buscar uno, pero me gustaría ir ya a la posición y tener tiempo para trucar mis sorpresas de cumpleaños.
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Y entonces, con una simple frase como única respuesta desapareció. Ni me había dejado terminar de explicar, podíamos separarnos sí, pero tampoco tanto como perdernos. Me daba a mí que estaba a punto de dejarse llevar por sus impulsos más que por la misión. En fin, sólo podía tener fe en él y dar gracias a que estas misiones se hicieran en grupos y no por separado, así que podría hacer mi trabajo a mi ritmo, y si le pillaban, le pegaría un tiro para que aprendiese a contenerse.
No me interesaba tanto el mercado, así que me moví más hacia el puerto, evitando entrar en las cercanías del lugar donde se llevaría a cabo el intercambio para no alertar a nadie. No había mucha presencia Marine por la zona, y eso deberían ser buenas noticias. Pero, por el contrario, era sospechoso. Estaba prácticamente segura de que ellos también estaban informados y querían pillar a La Serpiente tanto como nosotros. Si fuera ellos reduciría la presencia de las patrullas en el mercado y los alrededores para no alertar a los delincuentes, dejando agentes de paisano entre la gente para que pudieran actuar en caso de ser necesario. Teníamos que actuar con la seguridad de que la Marina la estaba ahí preparada para actuar, así que los usaríamos para facilitarnos el trabajo.
Me mentí entre los almacenes en la zona del puerto, la mayoría de ellos parecían estar siendo usados con regularidad, pero había unos pocos que estaban más abandonados. Un vistazo rápido a través de las ventanas con el equipo de maniobras me lo confirmó, por lo menos tres pequeños almacenes de la zona estaban en desuso o hacía mucho tiempo que nadie entraba en ellos. Pero precisamente ese sería el primer lugar en el que buscasen los Marines. Pero para librarnos de ellos tenía otro plan.
Una hora más tarde me encontré con Omega, parecía que, gracias a los cielos, había hecho su parte del trabajo. Había revisado rutas de escape, zonas elevadas, condimentos y conservas de primera categoría.
- He encontrado un almacén que nos puede servir, pero para eso necesitamos que el plan salga bien. Necesito que pongas cargas aquí, aquí y aquí. - Señalé en el mapa, no a una estructura, sino a varios puntos de la calle. - El mercado está en hora punta y seguirá así hasta el anochecer. Sabes entonces lo que ocurrirá en un sitio tan concurrido si se empiezan a escuchar explosiones ¿no?
No me interesaba tanto el mercado, así que me moví más hacia el puerto, evitando entrar en las cercanías del lugar donde se llevaría a cabo el intercambio para no alertar a nadie. No había mucha presencia Marine por la zona, y eso deberían ser buenas noticias. Pero, por el contrario, era sospechoso. Estaba prácticamente segura de que ellos también estaban informados y querían pillar a La Serpiente tanto como nosotros. Si fuera ellos reduciría la presencia de las patrullas en el mercado y los alrededores para no alertar a los delincuentes, dejando agentes de paisano entre la gente para que pudieran actuar en caso de ser necesario. Teníamos que actuar con la seguridad de que la Marina la estaba ahí preparada para actuar, así que los usaríamos para facilitarnos el trabajo.
Me mentí entre los almacenes en la zona del puerto, la mayoría de ellos parecían estar siendo usados con regularidad, pero había unos pocos que estaban más abandonados. Un vistazo rápido a través de las ventanas con el equipo de maniobras me lo confirmó, por lo menos tres pequeños almacenes de la zona estaban en desuso o hacía mucho tiempo que nadie entraba en ellos. Pero precisamente ese sería el primer lugar en el que buscasen los Marines. Pero para librarnos de ellos tenía otro plan.
Una hora más tarde me encontré con Omega, parecía que, gracias a los cielos, había hecho su parte del trabajo. Había revisado rutas de escape, zonas elevadas, condimentos y conservas de primera categoría.
- He encontrado un almacén que nos puede servir, pero para eso necesitamos que el plan salga bien. Necesito que pongas cargas aquí, aquí y aquí. - Señalé en el mapa, no a una estructura, sino a varios puntos de la calle. - El mercado está en hora punta y seguirá así hasta el anochecer. Sabes entonces lo que ocurrirá en un sitio tan concurrido si se empiezan a escuchar explosiones ¿no?
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Asintió ante el plan de RAL. Captaba lo que quería decir: causar el pánico les facilitaría sustraer a la Serpiente. Sin embargo, no podía simplemente colocar cargas. No tenía explosivos de detonación remota, y el temporizador de sus sorpresas de cumpleaños tenía un tiempo máximo de diez segundos. Tendría que colocar él mismo las bombas en el momento en que la operación iniciase.
- Mis explosivos tienen un contador bastante limitado, así que tendré que repartir yo mismo las bombas. Pero gracias a tu comunicador no debería ser problema - dijo, llevándose una mano a la oreja - Tú puedes vigilar el lugar del intercambio, y en cuanto veas a la Marina a punto de arrestar a la Serpiente, me das el chivatazo y yo causo la conmoción.
Una vez hubieron terminado de perfilar los detalles, se separaron para preparar su parte. Fue entonces cuando comenzó el debate interno: ¿trucaba o no las bombas? Si les quitaba la metralla habría menos víctimas (y más difícilmente mortales), pero no tendrían tanto efecto disuasorio. En cambio, si dejaba la metralla habría heridos y la confusión sería mayor. "Deberías escoger eficacia primero. Cierto, son inocentes que solo tienen la mala suerte de estar a la hora incorrecta en el lugar equivocado, pero tu trabajo tiene prioridad sobre sus vida. Lo sabías cuando aceptaste convertirte en un agente del Cipher Pol." La voz pragmática estaba resultando sorprendentemente convincente. En otras ocasiones le había costado más decidirse, pero en aquel caso las circunstancias le daban la razón. Sin embargo, matar a tantos inocentes era un acto lo bastante cruel como para hacerle dudar. "No olvides que esto puede perjudicar también al Gobierno. Si descubren vuestra participación, empañarás más la reputación del Gobierno Mundial. Por no hablar de los niños que nunca volverán a ver a sus padres."
Atsu tragó saliva. Era una decisión realmente dura. Se dirigió a un callejón poco transitado y se escondió tras unas cajas mientras sus dos voces mantenían un acalorado debate en su cabeza. Ambas exponían buenos argumentos, pero solo estaban logrando distraerle. Gruñó por la frustración y sacó de su maleta un traje negro de cuerpo completo de spandex y una caja con sorpresas de cumpleaños. Se cambió la ropa por el traje y se puso una máscara azul y negra de un búho que le cubría toda la cara. Así se evitaría ser reconocido.
Una vez estuvo listo subió a lo alto de un tejado desde el callejón usando el rokushiki y se agazapó tras una chimenea. Desde su punto elevado vigiló la calle y fue informando periódicamente a RAL de las novedades a través del comunicador mientras esperaba su señal. Cuando al fin le llegó, se movió rápidamente: saliendo de detrás de la chimenea, corrió hasta el borde del tejado y dio un salto con pirueta lanzando la primera bomba hacia el primer lugar indicado, con un contador de cinco segundos. El adhesivo del explosivo hizo que se quedase firmemente pegado contra una pared. Cayó sobre el tejado de enfrente y sin perder un momento, lanzó un segundo y un tercer artefacto contra los otros lugares escogidos por RAL, y volvió a moverse. Para cuando hubo lanzado la séptima bomba, las primera comenzaron a explotar.
- Mis explosivos tienen un contador bastante limitado, así que tendré que repartir yo mismo las bombas. Pero gracias a tu comunicador no debería ser problema - dijo, llevándose una mano a la oreja - Tú puedes vigilar el lugar del intercambio, y en cuanto veas a la Marina a punto de arrestar a la Serpiente, me das el chivatazo y yo causo la conmoción.
Una vez hubieron terminado de perfilar los detalles, se separaron para preparar su parte. Fue entonces cuando comenzó el debate interno: ¿trucaba o no las bombas? Si les quitaba la metralla habría menos víctimas (y más difícilmente mortales), pero no tendrían tanto efecto disuasorio. En cambio, si dejaba la metralla habría heridos y la confusión sería mayor. "Deberías escoger eficacia primero. Cierto, son inocentes que solo tienen la mala suerte de estar a la hora incorrecta en el lugar equivocado, pero tu trabajo tiene prioridad sobre sus vida. Lo sabías cuando aceptaste convertirte en un agente del Cipher Pol." La voz pragmática estaba resultando sorprendentemente convincente. En otras ocasiones le había costado más decidirse, pero en aquel caso las circunstancias le daban la razón. Sin embargo, matar a tantos inocentes era un acto lo bastante cruel como para hacerle dudar. "No olvides que esto puede perjudicar también al Gobierno. Si descubren vuestra participación, empañarás más la reputación del Gobierno Mundial. Por no hablar de los niños que nunca volverán a ver a sus padres."
Atsu tragó saliva. Era una decisión realmente dura. Se dirigió a un callejón poco transitado y se escondió tras unas cajas mientras sus dos voces mantenían un acalorado debate en su cabeza. Ambas exponían buenos argumentos, pero solo estaban logrando distraerle. Gruñó por la frustración y sacó de su maleta un traje negro de cuerpo completo de spandex y una caja con sorpresas de cumpleaños. Se cambió la ropa por el traje y se puso una máscara azul y negra de un búho que le cubría toda la cara. Así se evitaría ser reconocido.
Una vez estuvo listo subió a lo alto de un tejado desde el callejón usando el rokushiki y se agazapó tras una chimenea. Desde su punto elevado vigiló la calle y fue informando periódicamente a RAL de las novedades a través del comunicador mientras esperaba su señal. Cuando al fin le llegó, se movió rápidamente: saliendo de detrás de la chimenea, corrió hasta el borde del tejado y dio un salto con pirueta lanzando la primera bomba hacia el primer lugar indicado, con un contador de cinco segundos. El adhesivo del explosivo hizo que se quedase firmemente pegado contra una pared. Cayó sobre el tejado de enfrente y sin perder un momento, lanzó un segundo y un tercer artefacto contra los otros lugares escogidos por RAL, y volvió a moverse. Para cuando hubo lanzado la séptima bomba, las primera comenzaron a explotar.
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Una vez perfilado el plan a seguir ambos dejamos claro lo que tenía que hacer cada uno y nos separamos para hacer nuestro papel. Omega iría a preparar las bombas, mientras que yo vigilaría el lugar y le daría la señal para actuar. Era sencillo, no debería llevarnos mucho tiempo y, si éramos rápidos, no quedarían pruebas que incriminasen al Gobierno de esta operación, o por lo menos es lo que debería suceder en un escenario ideal, rezaba porque las cosas no se torciesen.
Me situé en uno de los puntos elevados que el agente me había señalado, un tejado de una vivienda al lado de uno de los embarcaderos más cercanos al puerto, justo al lado de la calle que separaba la zona residencial de los almacenes. Una altura lo suficientemente alejada de la calle como para ser discreta, pero no tanto como para no poder reconocer lo que estuviera sucediendo en la calle. Durante los siguientes minutos en los que el sol comenzaba a ponerse en el horizonte no pasaba nada, simplemente el barullo del gentío comprado en la calle, una cierta tranquilidad antes del atardecer.
Pero entonces vi algo. Desde lo alto se podía distinguir perfectamente. Una docena de personas, tal y como esperaba, todas ellas mezcladas entre la multitud, comenzaron a converger desde varios puntos del mercado hasta una esquina a un lado del mercado, justo en la zona donde estaba acordado el encuentro. Se escuchó un grito, uno de los marines dio la señal, junto con un alto a los supuestos revolucionarios. Entonces todos corrieron a rodearlos. La situación escaló enseguida, uno de los hombres sacó un arma y comenzó a disparar contra los marines, estos, por su parte, se pusieron a cubierto mientras se preparaban para devolver el fuego. Esto era malo, si le daban se podía perder la información. Era el momento de actuar, así que cargué una granada de humo y la disparé en medio de la contienda.
- Ahora. - Dije dando la señal a Omega.
La pantalla de humo se extendió unos metros cubriendo marines y a los pocos revolucionarios por igual. En el momento en el que me descolgué con el sistema de maniobras varias explosiones se sucedieron. En efecto, comenzaba a cundir el pánico, y las personas presentes habían visto cómo una redada había escalado en algo mucho más peligroso. Los marines ahora tendrían las manos mucho más ocupadas.
Aterricé en medio, donde calculé que estaría al lado de la Serpiente. Se veía poco con el humo, pero lo suficiente como para reconocerlo por debajo del sombrero y la gabardina que llevaba. Intentó disparar, pero un golpe en la mandíbula lo dejó fuera de combate más fácilmente de lo que esperaba. Lo agarré y salí rápidamente, dejando detrás una granada cegadora como recuerdo. Era el momento de encontrarme con Omega para ir al almacén que le había indicado.
Me situé en uno de los puntos elevados que el agente me había señalado, un tejado de una vivienda al lado de uno de los embarcaderos más cercanos al puerto, justo al lado de la calle que separaba la zona residencial de los almacenes. Una altura lo suficientemente alejada de la calle como para ser discreta, pero no tanto como para no poder reconocer lo que estuviera sucediendo en la calle. Durante los siguientes minutos en los que el sol comenzaba a ponerse en el horizonte no pasaba nada, simplemente el barullo del gentío comprado en la calle, una cierta tranquilidad antes del atardecer.
Pero entonces vi algo. Desde lo alto se podía distinguir perfectamente. Una docena de personas, tal y como esperaba, todas ellas mezcladas entre la multitud, comenzaron a converger desde varios puntos del mercado hasta una esquina a un lado del mercado, justo en la zona donde estaba acordado el encuentro. Se escuchó un grito, uno de los marines dio la señal, junto con un alto a los supuestos revolucionarios. Entonces todos corrieron a rodearlos. La situación escaló enseguida, uno de los hombres sacó un arma y comenzó a disparar contra los marines, estos, por su parte, se pusieron a cubierto mientras se preparaban para devolver el fuego. Esto era malo, si le daban se podía perder la información. Era el momento de actuar, así que cargué una granada de humo y la disparé en medio de la contienda.
- Ahora. - Dije dando la señal a Omega.
La pantalla de humo se extendió unos metros cubriendo marines y a los pocos revolucionarios por igual. En el momento en el que me descolgué con el sistema de maniobras varias explosiones se sucedieron. En efecto, comenzaba a cundir el pánico, y las personas presentes habían visto cómo una redada había escalado en algo mucho más peligroso. Los marines ahora tendrían las manos mucho más ocupadas.
Aterricé en medio, donde calculé que estaría al lado de la Serpiente. Se veía poco con el humo, pero lo suficiente como para reconocerlo por debajo del sombrero y la gabardina que llevaba. Intentó disparar, pero un golpe en la mandíbula lo dejó fuera de combate más fácilmente de lo que esperaba. Lo agarré y salí rápidamente, dejando detrás una granada cegadora como recuerdo. Era el momento de encontrarme con Omega para ir al almacén que le había indicado.
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Explosiones. Gritos de agonía y de terror. Caos. Histeria colectiva. Atsu cerró los ojos por un momento y contuvo las lágrimas, deseando que los heridos dejasen de gritar y pedir ayuda. Aquel acto había sido más monstruoso que la demolición de aquella fábrica en el West Blue. Durante la demolición al menos había esperado a que la mayor parte del personal evacuase. Pero no había tiempo para lamentarse. Respiró hondo varias veces para tratar de mantener la calma y continuó la operación. Encaró el lugar del intercambio desde su tejado y vio una espesa nube de humo. Entonces desplegó el fusil Ak-T-Meto, preparó un cargador con rondas MST y apuntó activando la visión térmica de su máscara. Una figura pequeña y bajita se alejaba a la carrera de la escena, cargando con otra persona. Aunque la mayoría de marines seguían confusos o se habían topado ya con la marea de gente que huía, un único perseguidor seguía la pista a RAL. Atsu tomó aire, apuntó a su espalda y dedicó medio segundo a ajustar la línea de tiro. Un único disparo y el anónimo marine se desplomó.
- He eliminado a un marine sobre tu pista. Confirma reunión en punto de encuentro primario.
Una vez llegó la confirmación de RAL a través del comunicador, bajó de un salto del tejado por la calle contraria a la conmoción. Era imposible que nadie hubiese visto a la persona que había saltado entre tejados arrojando cosas contra la multitud y luego disparado un fusil. Debía moverse rápido antes de que la Marina le encontrase. Siguió una ruta larga para despistar a posibles perseguidores y se movió por callejuelas entre los almacenes del puerto, evitando los lugares con gente. Al fin y al cabo, un hombre con un traje ajustado, una máscara de búho y un fusil llamaría demasiado la atención. Cuando finalmente llegó al almacén, entró quitándose la máscara. Sintió un alivio inmediato cuando su sudoroso rostro quedó al descubierto.
- Todo listo. ¿Qué tal está nuestro paquete?
Se aproximó, retirando la tela del resto de su cabeza para dejarla al descubierto y refrescarse un poco. Tenía el pelo húmedo del sudor.
- Menuda captura. La Serpiente en persona. Te esperaba más... ¿intimidante?
El revolucionario era un hombre joven y delgado, con un rostro barbilampiño y aspecto inocente. Tenía pinta de no haber roto un plato en su vida y el resto de su apariencia era poco destacable en general.
- Esto va así, Serpiente. Puedes darnos ahora todo lo que queremos saber o puedes pasar por un largo y doloroso interrogatorio y acabar diciéndonoslo igual.
Un escupitajo con mocos acabó en su pecho. Atsu se miró y se encogió de hombros. No se iba a amilanar o perder el control por algo así.
- La respuesta habitual. Bien, ¿qué prefieres RAL? ¿Cuchillos? ¿La varilla de metal? ¿El submarino? Mi favorito personal es el submarino. La varilla suele ser eficaz, pero es bastante grimosa. Aunque admito que es bastante divertido ver luego al torturado intentar mear con la uretra en carne viva.
- He eliminado a un marine sobre tu pista. Confirma reunión en punto de encuentro primario.
Una vez llegó la confirmación de RAL a través del comunicador, bajó de un salto del tejado por la calle contraria a la conmoción. Era imposible que nadie hubiese visto a la persona que había saltado entre tejados arrojando cosas contra la multitud y luego disparado un fusil. Debía moverse rápido antes de que la Marina le encontrase. Siguió una ruta larga para despistar a posibles perseguidores y se movió por callejuelas entre los almacenes del puerto, evitando los lugares con gente. Al fin y al cabo, un hombre con un traje ajustado, una máscara de búho y un fusil llamaría demasiado la atención. Cuando finalmente llegó al almacén, entró quitándose la máscara. Sintió un alivio inmediato cuando su sudoroso rostro quedó al descubierto.
- Todo listo. ¿Qué tal está nuestro paquete?
Se aproximó, retirando la tela del resto de su cabeza para dejarla al descubierto y refrescarse un poco. Tenía el pelo húmedo del sudor.
- Menuda captura. La Serpiente en persona. Te esperaba más... ¿intimidante?
El revolucionario era un hombre joven y delgado, con un rostro barbilampiño y aspecto inocente. Tenía pinta de no haber roto un plato en su vida y el resto de su apariencia era poco destacable en general.
- Esto va así, Serpiente. Puedes darnos ahora todo lo que queremos saber o puedes pasar por un largo y doloroso interrogatorio y acabar diciéndonoslo igual.
Un escupitajo con mocos acabó en su pecho. Atsu se miró y se encogió de hombros. No se iba a amilanar o perder el control por algo así.
- La respuesta habitual. Bien, ¿qué prefieres RAL? ¿Cuchillos? ¿La varilla de metal? ¿El submarino? Mi favorito personal es el submarino. La varilla suele ser eficaz, pero es bastante grimosa. Aunque admito que es bastante divertido ver luego al torturado intentar mear con la uretra en carne viva.
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La huída no fue muy complicada. Omega me cubrió para librarme de un único marine que me perseguía. pude haberme encargado de él, pero era mejor centrarme en perderles el rastro, lo cual no fue muy difícil entre el mar de gente que había entrado en pánico. Una vez entre las callejuelas tuve que apartarme un par de veces y esconderme en los tejados para que los refuerzos que venían desde otras zonas de la ciudad no nos vieran. En circunstancias normales hubiera sido difícil, pero ellos también notaban la presión encima, se veía en sus rostros, una mirada alerta, casi una visión de túnel que sólo podía ver el humo que se alzaba entre los tejados y escuchar los gritos de la gente.
Una vez pasaron de largo me di la vuelta y abrí una trampilla en el tejado de uno de los almacenes. Supuse que estaba ahí para acceder al tejado en caso de ser necesario, así que desde la calle nadie se daría cuenta de que la entrada había sido forzada. Una vez dentro simplemente tuve que asegurar a Messer y cachearlo en busca de cualquier objeto que pudiera usar para intentar escapar, así como la información que buscábamos. Encontré en un compartimento cosido dentro de uno de sus bolsillos un pequeño film enrollado, supuse que eso era lo que estaba a punto de pasarle a su contacto. A parte de eso llevaba encima un par de navajas de diferente tamaño, una multiherramienta, un den den mushi de bolsillo, una pistola y munición, así como documentación varia, supuse que falsificada. Lo aparté todo en una mesilla y le puse un saco en la cabeza hasta que llegase el otro agente. Abrí desde dentro, lo primero que buscarían serían entradas forzadas o ventanas rotas, los marines mirarían primero en los almacenes abandonados o con mal mantenimiento, este acababa de ser usado recientemente y habían terminado el turno unos minutos antes de la operación, así que calculaba que tendríamos un rato para sacarle la información que quisiéramos.
Por fin llegó Omega. Comenzó a hablar amenazando con una tortura larga si no hablaba, a lo que el otro respondió con una actitud desafiante. Omega estaba haciendo un papel quizás un poco sobreactuado o con una predisposición demasiado entusiasta para no preocuparme, pero me dejó la opción de lo que hacer a continuación, así que me encogí de hombros y le propiné un puñetazo en la boca del estómago. El aliento escapó rápidamente de su pecho, en un grito mudo de dolor, tosiendo y casi vomitando por el golpe. Me miró a los ojos, pero no dijo nada.
- A penas ha podido contener el vómito, no creo que aguante la varilla, es demasiado débil. - Dije dándome la vuelta y trayendo un balde con agua y unos trapos. El clásico ahogamiento simulado. - Optaremos por lo clásico. - Cualquiera podría decir que esto era tortura por tortura ya que ya teníamos el film con la información, pero lo que había en esos mensajes era lo esencial, lo que alguien con conocimientos podía completar. Necesitábamos explicaciones claras y completas.
Una vez pasaron de largo me di la vuelta y abrí una trampilla en el tejado de uno de los almacenes. Supuse que estaba ahí para acceder al tejado en caso de ser necesario, así que desde la calle nadie se daría cuenta de que la entrada había sido forzada. Una vez dentro simplemente tuve que asegurar a Messer y cachearlo en busca de cualquier objeto que pudiera usar para intentar escapar, así como la información que buscábamos. Encontré en un compartimento cosido dentro de uno de sus bolsillos un pequeño film enrollado, supuse que eso era lo que estaba a punto de pasarle a su contacto. A parte de eso llevaba encima un par de navajas de diferente tamaño, una multiherramienta, un den den mushi de bolsillo, una pistola y munición, así como documentación varia, supuse que falsificada. Lo aparté todo en una mesilla y le puse un saco en la cabeza hasta que llegase el otro agente. Abrí desde dentro, lo primero que buscarían serían entradas forzadas o ventanas rotas, los marines mirarían primero en los almacenes abandonados o con mal mantenimiento, este acababa de ser usado recientemente y habían terminado el turno unos minutos antes de la operación, así que calculaba que tendríamos un rato para sacarle la información que quisiéramos.
Por fin llegó Omega. Comenzó a hablar amenazando con una tortura larga si no hablaba, a lo que el otro respondió con una actitud desafiante. Omega estaba haciendo un papel quizás un poco sobreactuado o con una predisposición demasiado entusiasta para no preocuparme, pero me dejó la opción de lo que hacer a continuación, así que me encogí de hombros y le propiné un puñetazo en la boca del estómago. El aliento escapó rápidamente de su pecho, en un grito mudo de dolor, tosiendo y casi vomitando por el golpe. Me miró a los ojos, pero no dijo nada.
- A penas ha podido contener el vómito, no creo que aguante la varilla, es demasiado débil. - Dije dándome la vuelta y trayendo un balde con agua y unos trapos. El clásico ahogamiento simulado. - Optaremos por lo clásico. - Cualquiera podría decir que esto era tortura por tortura ya que ya teníamos el film con la información, pero lo que había en esos mensajes era lo esencial, lo que alguien con conocimientos podía completar. Necesitábamos explicaciones claras y completas.
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Atsu se encogió de hombros. El submarino estaba bien. Era un método de tortura muy eficaz. La mejor manera de lograr a una confesión era inducir al torturado a una situación en que su cerebro detectase que estuviese en peligro de muerte; en esas condiciones, el instinto de supervivencia de la mayoría de personas les conduciría a decir lo que hiciese falta con tal de detener la tortura. Eso significaba que no todas las confesiones bajo torturas eran verdad, a veces un torturado no sabía nada y se inventaba las cosas. Sin embargo, la Serpiente conocía la verdad de las preguntas que iban a hacerle.
Mientras RAL preparaba el equipo, él cogió el film y comenzó a examinarlo. Había visto otros como ese antes; tras meterlo en una máquina e introducir la clave de cifrado, se imprimían los mensajes descifrados. A decir verdad, no tenía ni pajolera idea de cómo funcionaba o si había más fases en el proceso. Él no se ocupaba de esa parte, él conseguía la clave. Una vez RAL tuvo a la Serpiente preparada, Omega se agachó a su lado y dijo:
- Última oportunidad, Serpiente. ¿Cuál es la clave de cifrado?
- Que te jodan... - replicó con voz débil.
Atsu suspiró y le colocó encima de la cara el paño. Le hizo un gesto a RAL indicándole que podía proceder e inmovilizó al prisionero. Messer comenzó a revolverse e intentar liberarse una vez empezó a caerle agua sobre la cara, pero el agente no le dejó mover la cabeza. Desde el lado del torturador, la tortura era un proceso curioso. Las primeras veces era duro, incluso traumático para algunos. No todos tenían madera de torturador. Sin embargo, la exposición ayudaba a forjar la insensibilidad. Llegado cierto punto, ni siquiera en su posición actual, en que podía sentir el cuerpo de Sawn retorciéndose bajo él en pánico, sentía suficiente empatía como para plantearse seriamente detenerse. Una vez RAL terminó con la primera dosis, Omega le miró con curiosidad. Antes RAL le había dicho que le siguiera la corriente. Tenía curiosidad por ver qué tenía planeado.
- ¿Y bien, Serpiente?
Mientras RAL preparaba el equipo, él cogió el film y comenzó a examinarlo. Había visto otros como ese antes; tras meterlo en una máquina e introducir la clave de cifrado, se imprimían los mensajes descifrados. A decir verdad, no tenía ni pajolera idea de cómo funcionaba o si había más fases en el proceso. Él no se ocupaba de esa parte, él conseguía la clave. Una vez RAL tuvo a la Serpiente preparada, Omega se agachó a su lado y dijo:
- Última oportunidad, Serpiente. ¿Cuál es la clave de cifrado?
- Que te jodan... - replicó con voz débil.
Atsu suspiró y le colocó encima de la cara el paño. Le hizo un gesto a RAL indicándole que podía proceder e inmovilizó al prisionero. Messer comenzó a revolverse e intentar liberarse una vez empezó a caerle agua sobre la cara, pero el agente no le dejó mover la cabeza. Desde el lado del torturador, la tortura era un proceso curioso. Las primeras veces era duro, incluso traumático para algunos. No todos tenían madera de torturador. Sin embargo, la exposición ayudaba a forjar la insensibilidad. Llegado cierto punto, ni siquiera en su posición actual, en que podía sentir el cuerpo de Sawn retorciéndose bajo él en pánico, sentía suficiente empatía como para plantearse seriamente detenerse. Una vez RAL terminó con la primera dosis, Omega le miró con curiosidad. Antes RAL le había dicho que le siguiera la corriente. Tenía curiosidad por ver qué tenía planeado.
- ¿Y bien, Serpiente?
RAL
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Llevaban ya un rato con ello, no mucho, pero Sawn no era el único bajo presión ahí, cada segundo contaba y nosotros estábamos luchando contra el reloj. Tenía cierta fuerza, pero nada que pudiera hacer contra una buena presa. El agua caía sobre su cabeza tapada con un paño, se retorcía en busca de aire, experimentando lo que era sofocarse sin llegar nunca a hacerlo. Era una de las torturas más efectivas que no dejaban marcas más que las de las propias ataduras que te mantenían quieto, una tortura que sacaba el instinto más básico de luchar por el propio aire que respiras, y una que todo agente que se preciase había experimentado en su entrenamiento al menos una vez en la vida. Muchos se acababan rompiendo, pero saber a lo que te enfrentas lograba que algunos resistieran o ganasen el tiempo suficiente. Que hubiera pasado tanto tiempo sin que se decidiese a hablar indicaba que podía haber pasado por un entrenamiento similar.
Terminamos la primera sesión y Omega le preguntó por los códigos de cifrado para el film. Los necesitábamos para poder decodificar más fácilmente la información, pero todo lo que pudiéramos sacar era bienvenido. Nos dirigió una mirada a ambos, se notaba el desgaste, pero no era una mirada rota, lo notaba. Respiré profundamente, era la hora de recurrir a "eso", era lo más rápido y Omega estaba sobre aviso, así que todo debía salir bien.
- Vale... Os lo diré. - Dijo con una voz quebrada tras toser. - Es 912-comedme los huevos. - Le propiné una bofetada que resonó por toda la estancia.
- Ahí al lado hay una manguera, llena de nuevo el balde, vamos a estar un rato. - Dije a Omega mientras miranba a la Serpiente a los ojos, sin cortar el contacto visual un sólo segundo mientras caminaba lentamente a su lado hasta ponerme a su espalda, asegurándome de que el eco de cada paso resonase por la estancia. - Entonces ¿No piensas hablar?
- Nunca me sacarán nada unos perros del gobierno como vosotros. No importa lo que me torturen. - Dijo con voz determinada.
- ¿Seguro? - Pregunté a la vez que sacaba la escopeta y la cargaba.
- Jamás traicionaría a mis camaradas, puedes hacerlo lo peor que puedas. - Se giró y miró el cañón del arma directamente, casi esperando que disparase, como si me suplicara que cumpliera mi amenaza.
- Bien, eso quería escuchar.
Con un rápido movimiento apunté al pecho y disparé a Omega una vez se dio la vuelta para traer el balde con agua. Una gran mancha roja salió de su pecho a la vez que cortaba las cuerdas de la serpiente y le ayudaba a levantarse. Me miró con ojos confusos, tenía muchas preguntas, pero no había tiempo. Lo agarré de la mano y corrí hacia la salida más cercana.
- Rápido, el disparo habrá atraído a los marines. - Dije tirando de él.
- Espera ¿Quién eres? - Parecía que había empezado a verme con otros ojos.
- Llevo ya un tiempo infiltrado en el CP, me asignaron para asegurarme que la información llegase sana y salva saboteando ambas operaciones de la Marina y del Gobierno. Abrí la pesada puerta y miré a los lados - Ya puedes agradecérmelo, ese perturbado pensaba mordisquearte la oreja mientras jugaba con tu uretra y se tocaba, es vomitivo. - Vi cómo tragaba saliva. - No te preocupes, tengo el film asegurado.
- Mejor, es inútil sin el código, pero podían haber sacado algo. - Dijo mientras corría conmigo por la calle, esta vez no notaba que dudase mucho de mí.
- No fui capaz de recuperar al contacto, lo siento ¿Tenía él el código? - Pregunté mientras doblábamos una esquina.
- No, lo tengo yo en un hueco de las muelas falsas, le pensaba dar ambas cosas pero no hubo tiempo. - Me paré de golpe y le golpeé en la nuca, haciendo que tropezase y cayera al suelo, estampándose de forma aparatosa contra un muro
- Ya lo has oído Omega, hora de jugar a los dentistas. - Dije mirando arriba. El agente con el traje manchado de pintura roja nos miraba mientras notaba cómo La Serpiente supuraba odio por la traición mientras llevaba su mano a la cabeza.
Terminamos la primera sesión y Omega le preguntó por los códigos de cifrado para el film. Los necesitábamos para poder decodificar más fácilmente la información, pero todo lo que pudiéramos sacar era bienvenido. Nos dirigió una mirada a ambos, se notaba el desgaste, pero no era una mirada rota, lo notaba. Respiré profundamente, era la hora de recurrir a "eso", era lo más rápido y Omega estaba sobre aviso, así que todo debía salir bien.
- Vale... Os lo diré. - Dijo con una voz quebrada tras toser. - Es 912-comedme los huevos. - Le propiné una bofetada que resonó por toda la estancia.
- Ahí al lado hay una manguera, llena de nuevo el balde, vamos a estar un rato. - Dije a Omega mientras miranba a la Serpiente a los ojos, sin cortar el contacto visual un sólo segundo mientras caminaba lentamente a su lado hasta ponerme a su espalda, asegurándome de que el eco de cada paso resonase por la estancia. - Entonces ¿No piensas hablar?
- Nunca me sacarán nada unos perros del gobierno como vosotros. No importa lo que me torturen. - Dijo con voz determinada.
- ¿Seguro? - Pregunté a la vez que sacaba la escopeta y la cargaba.
- Jamás traicionaría a mis camaradas, puedes hacerlo lo peor que puedas. - Se giró y miró el cañón del arma directamente, casi esperando que disparase, como si me suplicara que cumpliera mi amenaza.
- Bien, eso quería escuchar.
Con un rápido movimiento apunté al pecho y disparé a Omega una vez se dio la vuelta para traer el balde con agua. Una gran mancha roja salió de su pecho a la vez que cortaba las cuerdas de la serpiente y le ayudaba a levantarse. Me miró con ojos confusos, tenía muchas preguntas, pero no había tiempo. Lo agarré de la mano y corrí hacia la salida más cercana.
- Rápido, el disparo habrá atraído a los marines. - Dije tirando de él.
- Espera ¿Quién eres? - Parecía que había empezado a verme con otros ojos.
- Llevo ya un tiempo infiltrado en el CP, me asignaron para asegurarme que la información llegase sana y salva saboteando ambas operaciones de la Marina y del Gobierno. Abrí la pesada puerta y miré a los lados - Ya puedes agradecérmelo, ese perturbado pensaba mordisquearte la oreja mientras jugaba con tu uretra y se tocaba, es vomitivo. - Vi cómo tragaba saliva. - No te preocupes, tengo el film asegurado.
- Mejor, es inútil sin el código, pero podían haber sacado algo. - Dijo mientras corría conmigo por la calle, esta vez no notaba que dudase mucho de mí.
- No fui capaz de recuperar al contacto, lo siento ¿Tenía él el código? - Pregunté mientras doblábamos una esquina.
- No, lo tengo yo en un hueco de las muelas falsas, le pensaba dar ambas cosas pero no hubo tiempo. - Me paré de golpe y le golpeé en la nuca, haciendo que tropezase y cayera al suelo, estampándose de forma aparatosa contra un muro
- Ya lo has oído Omega, hora de jugar a los dentistas. - Dije mirando arriba. El agente con el traje manchado de pintura roja nos miraba mientras notaba cómo La Serpiente supuraba odio por la traición mientras llevaba su mano a la cabeza.
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"Joder, RAL" es todo lo que Atsu pudo pensar cuando la bala de pintura le impactó contra el pecho. A una persona normal probablemente le hubiese tumbado, pero para Atsu aquello era una caricia. Bueno, una caricia no. Era molesto y escocía. ¿Parte mala de ser tan resistente? Tuvo que dejarse caer hacia atrás y fingir que el escopetazo había sido efectivo. Cuando RAL le había dicho que le siguiese el juego se había esperado ya que en algún momento pretendiese hacer algo raro, así que había estado prevenido para fingir. Aún así había sido bastante espectacular, tenía que admitirlo. Mientras fingía morir en el suelo, prestó atención a lo que decían RAL y Sawn. RAL no era un actor profesional, pero no lo estaba haciendo nada mal. Sin embargo, el principal factor en que la Serpiente se estuviese tragando todas sus mentiras era su estado mental tras pasar por la tortura. Probablemente el enorme manchón rojo de su pecho ayudase. Una vez el pastel quedó descubierto, Atsu se levantó con una mueca.
- ¿Al pecho? No me jodas RAL, eso ha sido venganza por lo de las especias.
Se acercó a su maleta mascullando maldiciones y sacó la caja de herramientas. No tenía instrumental médico a mano, pero sí unos alicates y mucha voluntad de completar el trabajo. Se aproximó a Sawn con la herramienta en la mano y una buena sonrisa.
- Di aaaaah.
- Qu...
En cuanto la Serpiente abrió la boca, RAL le agarró la mandíbula y le obligó a abrirla de todo. No sabía cuál era la muela correcta, pero bastaba con ir probando una a una. "¿No será mejor comprobar primero cuál es? Te ahorras trabajo y es menos... sangriento y brutal" dijo la voz moral. Atsu suspiró y examinó la boca antes de meter los alicates. Las muelas falsas estaban bien camufladas, pero tras un examen cuidadoso vio dos que le llamaron la atención. Dos rápidos tirones y las muelas estuvieron fuera. Fue un poco brusco y le hizo más daño que si hubiese ido con cuidado y calma, pero que le jodiesen. Podía haberles dado la información por las buenas.
- Aquí están - dijo, enseñando el interior de una de las muelas - ¿Nos lo llevamos por si sabe algo más?
- ¿Al pecho? No me jodas RAL, eso ha sido venganza por lo de las especias.
Se acercó a su maleta mascullando maldiciones y sacó la caja de herramientas. No tenía instrumental médico a mano, pero sí unos alicates y mucha voluntad de completar el trabajo. Se aproximó a Sawn con la herramienta en la mano y una buena sonrisa.
- Di aaaaah.
- Qu...
En cuanto la Serpiente abrió la boca, RAL le agarró la mandíbula y le obligó a abrirla de todo. No sabía cuál era la muela correcta, pero bastaba con ir probando una a una. "¿No será mejor comprobar primero cuál es? Te ahorras trabajo y es menos... sangriento y brutal" dijo la voz moral. Atsu suspiró y examinó la boca antes de meter los alicates. Las muelas falsas estaban bien camufladas, pero tras un examen cuidadoso vio dos que le llamaron la atención. Dos rápidos tirones y las muelas estuvieron fuera. Fue un poco brusco y le hizo más daño que si hubiese ido con cuidado y calma, pero que le jodiesen. Podía haberles dado la información por las buenas.
- Aquí están - dijo, enseñando el interior de una de las muelas - ¿Nos lo llevamos por si sabe algo más?
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Me preocupaba. Me preocupaba seriamente que hubiera sacado todas esas muelas en un tiempo tan corto. Sawn por su parte se había desmayado del dolor de que se las arrancasen de manera tan repentina y seguida. Lo noté en el momento en el que dejó de hacer fuerza con la mandíbula para intentar cerrar la boca, en el momento en el que dejó de forcejear. Miré a Omega, parecía que se había divertido, quizás la mentira de que disfrutaba con lo de la uretra fuera cierto, no sería la primera vez que una de mis mentiras se hacía realidad.
- ¿Dos muelas falsas? - Dije mirándolo. - Vale ¿Cuál tiene los códigos y cual un veneno mortal? - Pregunté mirándolo.
Hacía unos días me habían informado de que un interrogador había muerto inhalando el gas letal que había en una muela falsa de un espía al que capturaron. Un último recurso para llevarse consigo a todos los que estuvieran al lado si te capturaban.
Se empezaron a escuchar voces y pasos apresurados en nuestra dirección. Por el sonido era un grupo grande de personas, una patrulla de la Marina para comprobar lo del disparo seguramente. Que Omega hubiera tardado poco era bueno, pero ahora teníamos a un agente de la Revolución desmayado, sangrando por la boca que no podíamos dejar ahí por si lo capturaba la Marina. Había estado muy callado durante el interrogatorio, pero con el cabreo seguro que no dudaba en cantar que todo esto había sido cosa de los agentes del Gobierno, y seguro que no dudaba en describir con pelos y señales a los agentes que había visto junto con sus apodos. Era un lastre, pero teníamos que llevarlo, porque un cuerpo muerto hablaba más claro que uno vivo.
- Bien, guárdalas con cuidado, los despistaremos e iremos al punto de extracción. - Dije a Omega cargando a Sawn en el hombro y lanzando un cable a la cornisa de uno de los tejados. - Tenemos que salir de aquí antes de que hagan un cerco, no hemos sido precisamente sutiles.
- ¿Dos muelas falsas? - Dije mirándolo. - Vale ¿Cuál tiene los códigos y cual un veneno mortal? - Pregunté mirándolo.
Hacía unos días me habían informado de que un interrogador había muerto inhalando el gas letal que había en una muela falsa de un espía al que capturaron. Un último recurso para llevarse consigo a todos los que estuvieran al lado si te capturaban.
Se empezaron a escuchar voces y pasos apresurados en nuestra dirección. Por el sonido era un grupo grande de personas, una patrulla de la Marina para comprobar lo del disparo seguramente. Que Omega hubiera tardado poco era bueno, pero ahora teníamos a un agente de la Revolución desmayado, sangrando por la boca que no podíamos dejar ahí por si lo capturaba la Marina. Había estado muy callado durante el interrogatorio, pero con el cabreo seguro que no dudaba en cantar que todo esto había sido cosa de los agentes del Gobierno, y seguro que no dudaba en describir con pelos y señales a los agentes que había visto junto con sus apodos. Era un lastre, pero teníamos que llevarlo, porque un cuerpo muerto hablaba más claro que uno vivo.
- Bien, guárdalas con cuidado, los despistaremos e iremos al punto de extracción. - Dije a Omega cargando a Sawn en el hombro y lanzando un cable a la cornisa de uno de los tejados. - Tenemos que salir de aquí antes de que hagan un cerco, no hemos sido precisamente sutiles.
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Cuando RAL preguntó lo del veneno, Atsu se quedó tieso de la impresión. Había abierto la muela falsa al azar sin pararse a pensar en que una podía ser una trampa. Se había creído que tenía dos para guardar algo más. Soltó un soplido y, tras hacer una muesca en la muela buena para reconocerla más tarde, se las guardó. El ruido del exterior lo puso sobre alerta. Marines... debían desaparecer antes de que les pillasen con las manos en la masa. Mientras RAL sacaba a Sawn, Atsu se apresuró a volver a guardar sus cosas en la maleta, colocarse la máscara y seguirle usando geppou.
Una vez se largaron de allí, buscaron un hotel y pidieron una habitación. Dado que no podían aparecer por la recepción con Sawn, Atsu entró con él por la ventana. Lo hubiesen hecho al revés, pero yendo con un traje de lycra de cuerpo completo y con un enorme manchón rojo en mitad del pecho igual no era la mejor idea. Una vez allí, ataron y amordazaron a conciencia al revolucionario, Omega se cambió y esperaron. Durante todo el tiempo que estuvieron allí, no vio ni un momento al agente sin su máscara y su pesado conjunto de ropa. Si no fuese porque se había llevado un escopetazo en el pecho por comprar especias en horas de trabajo, hubiese vuelto a insistir en el tema.
Al segundo día recibieron al fin luz verde para dirigirse al punto de extracción. Durante la mayor parte del tiempo habían permanecido en la habitación, vigilando al prisionero y comiendo comida para llevar de los locales de la zona. No estaba tan buena como tomada en el propio local, pero al menos fue un buen detalle de la estancia. Sin embargo, la mayor parte del tiempo acabó dedicándola a leer y a hacer ejercicio físico en la propia habitación para matar el aburrimiento. Así pues, cuando llegó la noticia de que al fin podía marcharse, Atsu la recibió con entusiasmo.
- Ahí lo tenemos, el Diplomacia - dijo con orgullo.
El barco de Asuntos Externos era un velero pequeño pero veloz. Aquel barco había sido una muestra de aprecio de sus superiores, pero tenía órdenes de cuidarlo como oro en paño. Estaba equipado para viajar con todas las comodidades que uno pudiese desear: camarotes individuales, sala de estar, sala de reuniones... hasta había juegos de mesa.
Una vez se largaron de allí, buscaron un hotel y pidieron una habitación. Dado que no podían aparecer por la recepción con Sawn, Atsu entró con él por la ventana. Lo hubiesen hecho al revés, pero yendo con un traje de lycra de cuerpo completo y con un enorme manchón rojo en mitad del pecho igual no era la mejor idea. Una vez allí, ataron y amordazaron a conciencia al revolucionario, Omega se cambió y esperaron. Durante todo el tiempo que estuvieron allí, no vio ni un momento al agente sin su máscara y su pesado conjunto de ropa. Si no fuese porque se había llevado un escopetazo en el pecho por comprar especias en horas de trabajo, hubiese vuelto a insistir en el tema.
Al segundo día recibieron al fin luz verde para dirigirse al punto de extracción. Durante la mayor parte del tiempo habían permanecido en la habitación, vigilando al prisionero y comiendo comida para llevar de los locales de la zona. No estaba tan buena como tomada en el propio local, pero al menos fue un buen detalle de la estancia. Sin embargo, la mayor parte del tiempo acabó dedicándola a leer y a hacer ejercicio físico en la propia habitación para matar el aburrimiento. Así pues, cuando llegó la noticia de que al fin podía marcharse, Atsu la recibió con entusiasmo.
- Ahí lo tenemos, el Diplomacia - dijo con orgullo.
El barco de Asuntos Externos era un velero pequeño pero veloz. Aquel barco había sido una muestra de aprecio de sus superiores, pero tenía órdenes de cuidarlo como oro en paño. Estaba equipado para viajar con todas las comodidades que uno pudiese desear: camarotes individuales, sala de estar, sala de reuniones... hasta había juegos de mesa.
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La extracción fue efectuada de manera limpia y sin contratiempos. Los marines que quedaban patrullando debían de ser algo inexpertos, no se les ocurría revisar las sombras de los tejados ni pararse a mirar las tapas de alcantarilla por si habían sido movidas. Lo más seguro era que todos los más experimentados estuvieran en el mercado, tratando de controlar la situación que habíamos desatado lo mejor posible. No tenía ni idea de la información que estábamos portando, cuanto menos supiera al respecto mejor, sólo esperaba que todo esto hubiera merecido la pena. Sawn por su parte estuvo bastante tranquilo el resto del viaje, inconsciente, con la boca vendada para que no dejase rastro de sangre que pudiese seguir nadie.
Una vez en el hotel Omega pasó el tiempo en la habitación junto a nuestro invitado mientras yo paseaba por el perímetro del hotel para vigilar que no hubiera patrullas de la Marina que nos hubieran seguido la pista. Nos turnamos para vigilar a la Serpiente mientras el otro pasaba el tiempo como mejor viese necesario, él optaba por leer o hacer ejercicio, por mi parte compartía la lectura, pero también dediqué gran parte del tiempo al informe. A parte de agua y tratamiento básico no le dimos nada más al revolucionario, no queríamos que estuviera con fuerzas para escapar hasta que no estuviese en buenas manos.
- He de decir que, a pesar de que haya habido algunos momentos en los que tu actitud me ha parecido algo laxa... El rendimiento ha sido satisfactorio. - Dije mientras terminaba el informe y lo sellaba, era una de las cosas más parecidas a un cumplido que le había dicho hasta ahora. - Y perdona por lo del traje, te lo pagaré cuando lleguemos.
Al día siguiente nos llegó la notificación. Salí de la habitación mientras Omega bajaba a Sawn por la ventana para no pasar por recepción, pagué la estancia y les agradecí por su hospitalidad y esperaba volver en otra ocasión. El recepcionista me respondió con una sonrisa tensa y un forzado "esperamos que vuelva pronto" ¿De verdad era tan inquietante? Bueno, a lo mejor algunas de mis últimas palabras habían sonado un poco a una amenaza velada.
Por fin abordamos el barco. El Diplomacia, lo llamaba, un buen nombre para el barco de Asuntos Externos. No se trataba de una embarcación llamativa, pero se notaba la calidad de su construcción. Sólo esperaba una cosa de este navío, que tuviera sitio para cargar a mi sumergible. Pero bueno, los detalles los podríamos ver más adelante. Ahora era el momento de asegurar al prisionero y retirarme a un camarote a darme una ducha y descansar.
Una vez en el hotel Omega pasó el tiempo en la habitación junto a nuestro invitado mientras yo paseaba por el perímetro del hotel para vigilar que no hubiera patrullas de la Marina que nos hubieran seguido la pista. Nos turnamos para vigilar a la Serpiente mientras el otro pasaba el tiempo como mejor viese necesario, él optaba por leer o hacer ejercicio, por mi parte compartía la lectura, pero también dediqué gran parte del tiempo al informe. A parte de agua y tratamiento básico no le dimos nada más al revolucionario, no queríamos que estuviera con fuerzas para escapar hasta que no estuviese en buenas manos.
- He de decir que, a pesar de que haya habido algunos momentos en los que tu actitud me ha parecido algo laxa... El rendimiento ha sido satisfactorio. - Dije mientras terminaba el informe y lo sellaba, era una de las cosas más parecidas a un cumplido que le había dicho hasta ahora. - Y perdona por lo del traje, te lo pagaré cuando lleguemos.
Al día siguiente nos llegó la notificación. Salí de la habitación mientras Omega bajaba a Sawn por la ventana para no pasar por recepción, pagué la estancia y les agradecí por su hospitalidad y esperaba volver en otra ocasión. El recepcionista me respondió con una sonrisa tensa y un forzado "esperamos que vuelva pronto" ¿De verdad era tan inquietante? Bueno, a lo mejor algunas de mis últimas palabras habían sonado un poco a una amenaza velada.
Por fin abordamos el barco. El Diplomacia, lo llamaba, un buen nombre para el barco de Asuntos Externos. No se trataba de una embarcación llamativa, pero se notaba la calidad de su construcción. Sólo esperaba una cosa de este navío, que tuviera sitio para cargar a mi sumergible. Pero bueno, los detalles los podríamos ver más adelante. Ahora era el momento de asegurar al prisionero y retirarme a un camarote a darme una ducha y descansar.
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