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Nick no estaba en uno de sus mejores momentos, atravesando la peor racha de suerte que había tenido desde que decidió embarcarse en su cruzada personal contra el bastardo de su padre. Desde ciudadanos paletos intentando lincharle por su peculiar aspecto hasta naufragios de las embarcaciones en las que "amablemente" se había colado para seguir con su peculiar viaje pasando por largas jornadas sin nada que llevarse a la boca.
Aún ni sabía como pudo llegar hasta este puerto, pero se dijo a si mismo que su suerte cambiaría, al fin y al cabo estaba en Water Seven una de las ciudades más famosas del Paraíso. El blanco perfecto para un par de engaños, reponer sus escasos fondos y largarse pitando en busca del siguiente destino. Pero aparte de su punto de vista "comercial" había otra buena razón para explorar la ciudad: Al tener uno de los mayores puertos del mundo era el destino de cientos de naves que bien venían a ser reparadas o simplemente a abastecerse, un punto de unión perfecta donde podría conseguir oír algún rumor sobre los de su raza o de su padre.
Un poco más animado salió de la parte de atrás del navío mercante donde se había colado, mezclándose entre la multitud antes de que el patrón del barco se diese cuenta de su presencia, empezando a dar vueltas por la impresionante metrópolis hasta localizar una taberna; el sitio perfecto para empezar su búsqueda.
Tuvo que contener un suspiro al notar como todas las miradas de los clientes se giraban hacia él, no cortándose un pelo en quedarse observando fijamente el par de cuernos que adornaban su frente. Dando un par pasos largos se colocó en la barra y levantó la mano para llamar la atención del camarero, deslizando una moneda (de las pocas que le quedaban) en su dirección.
-Una jarra de cerveza por favor-al menos el empleado parecía estar más acostumbrado a ver gente inusual como él, no dudando ni un segundo en coger la moneda al vuelo y ponerle su bebida sin pregunta ni rechiste alguno.
El primer trago le sentó tan bien que no dudó en dar un segundo mucho más largo, deleitándose con la frescura que invadía su garganta para luego suspirar de satisfacción. Después de tanto tiempo en tensión venía bien desconectar un poco, pero no podía relajarse, manteniendo el oído atento a cualquier conversación jugosa que el resto de clientes pudiese mantener a su alrededor.
-Nada mejor que un poco de alcohol para soltar las malas lenguas-pensó para si mismo mientras echaba un vistazo disimulado a lo largo de la habitación en busca de cualquier persona que le pudiese llamar la atención.
Aún ni sabía como pudo llegar hasta este puerto, pero se dijo a si mismo que su suerte cambiaría, al fin y al cabo estaba en Water Seven una de las ciudades más famosas del Paraíso. El blanco perfecto para un par de engaños, reponer sus escasos fondos y largarse pitando en busca del siguiente destino. Pero aparte de su punto de vista "comercial" había otra buena razón para explorar la ciudad: Al tener uno de los mayores puertos del mundo era el destino de cientos de naves que bien venían a ser reparadas o simplemente a abastecerse, un punto de unión perfecta donde podría conseguir oír algún rumor sobre los de su raza o de su padre.
Un poco más animado salió de la parte de atrás del navío mercante donde se había colado, mezclándose entre la multitud antes de que el patrón del barco se diese cuenta de su presencia, empezando a dar vueltas por la impresionante metrópolis hasta localizar una taberna; el sitio perfecto para empezar su búsqueda.
Tuvo que contener un suspiro al notar como todas las miradas de los clientes se giraban hacia él, no cortándose un pelo en quedarse observando fijamente el par de cuernos que adornaban su frente. Dando un par pasos largos se colocó en la barra y levantó la mano para llamar la atención del camarero, deslizando una moneda (de las pocas que le quedaban) en su dirección.
-Una jarra de cerveza por favor-al menos el empleado parecía estar más acostumbrado a ver gente inusual como él, no dudando ni un segundo en coger la moneda al vuelo y ponerle su bebida sin pregunta ni rechiste alguno.
El primer trago le sentó tan bien que no dudó en dar un segundo mucho más largo, deleitándose con la frescura que invadía su garganta para luego suspirar de satisfacción. Después de tanto tiempo en tensión venía bien desconectar un poco, pero no podía relajarse, manteniendo el oído atento a cualquier conversación jugosa que el resto de clientes pudiese mantener a su alrededor.
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Siendo un iniciado del CP, Jojo debía aprender también en el campo. Allí estaba, acompañando a su tío en una de las misiones que tenian como objetivo recuperar ciertos documentos antiguos - y por ende clasificados- en lo que había sido una de las grandes ciudades donde el antiguo gobierno se había infiltrado. Y allí estaba, a pie del cañon, dando el callo en una misión... en la que no se le había permitido siquiera participar.
No, no, no, no. Un iniciado podía tirarlo todo por tierra. De hecho había sido más bien casi una imposición para hacerla tirar por tierra y desacreditar a su tío, pero este, sabiendo por donde iban los tiros, le había dado una importante labor a Jojo para mantenerlo ocupado. "Quédate en este bar y simplemente memoriza todo lo inusual que pase". Y así se había librado de él, que siempre confiaba en la estampa de su mentor, sin ápice de duda en él y con una sonrisa en el rostro y una promesa en el corazón. Haría un buen trabajo, de eso no quedaba duda.
Y alli quedo, dibujando para que quedara en su memoria los rostros más sospechosos, los gestos más atípicos, las bebidas más inusuales que uno y otro cansado marinero se iban pidiendo con la excusa de estar allí como meramente un artista. No, no solo un artista, un tatuador. ¡Eso daba todo el pego de estar en un bar para curtidos marineros! Y excusaba, en cierta manera, su aspecto más pulcro, como un muchacho recién salido de la escuela de arte que prefería los cuerpos curtidos a los blancos lienzos para trazar su obra.
Aunque de momento todos parecían tener bastante fobia a las agujas, y aquello, aparte de su mudez, le había relegado al papel que debía cumplir de simpre observador. Un trabajo tedioso, aburrido y en el que iba a darlo todo.
¡Eso sí que es inusual!, aquella idea cruzó la mente de Jojo al ver al demonio entrar por la puerta. El color de su piel podría haberle sugerido que se trataba de algún tipo de personaje mitad pez mitad humano, y los cuernos se lo podrían haber confirmado, sin embargo el muchacho -que muchas veces le habían ofendido preguntándole si era medio mink- prefería no tratar con supuestos. Y desde la esquina que hubo ocupado, el artista le saludó agitando la mano al encontrarse sus ojos cuando el oni echó un tranquilo vistazo al panorama del bar.
Desgraciadamente pronto se arrepintió de hacerlo, sobreviniéndole una sensación de peligro, de rabia. Una desagradable emocion que ya empapaba casi el bar entero. Una animosidad tal contra la criatura, que bien podría haberse tachado de bíblica... Y, meditando qué sentiría siendo él, Jojo la intentó echar a un lado, recuperando la luz en su sonrisa lo mejor que pudo.
No, no, no, no. Un iniciado podía tirarlo todo por tierra. De hecho había sido más bien casi una imposición para hacerla tirar por tierra y desacreditar a su tío, pero este, sabiendo por donde iban los tiros, le había dado una importante labor a Jojo para mantenerlo ocupado. "Quédate en este bar y simplemente memoriza todo lo inusual que pase". Y así se había librado de él, que siempre confiaba en la estampa de su mentor, sin ápice de duda en él y con una sonrisa en el rostro y una promesa en el corazón. Haría un buen trabajo, de eso no quedaba duda.
Y alli quedo, dibujando para que quedara en su memoria los rostros más sospechosos, los gestos más atípicos, las bebidas más inusuales que uno y otro cansado marinero se iban pidiendo con la excusa de estar allí como meramente un artista. No, no solo un artista, un tatuador. ¡Eso daba todo el pego de estar en un bar para curtidos marineros! Y excusaba, en cierta manera, su aspecto más pulcro, como un muchacho recién salido de la escuela de arte que prefería los cuerpos curtidos a los blancos lienzos para trazar su obra.
Aunque de momento todos parecían tener bastante fobia a las agujas, y aquello, aparte de su mudez, le había relegado al papel que debía cumplir de simpre observador. Un trabajo tedioso, aburrido y en el que iba a darlo todo.
¡Eso sí que es inusual!, aquella idea cruzó la mente de Jojo al ver al demonio entrar por la puerta. El color de su piel podría haberle sugerido que se trataba de algún tipo de personaje mitad pez mitad humano, y los cuernos se lo podrían haber confirmado, sin embargo el muchacho -que muchas veces le habían ofendido preguntándole si era medio mink- prefería no tratar con supuestos. Y desde la esquina que hubo ocupado, el artista le saludó agitando la mano al encontrarse sus ojos cuando el oni echó un tranquilo vistazo al panorama del bar.
Desgraciadamente pronto se arrepintió de hacerlo, sobreviniéndole una sensación de peligro, de rabia. Una desagradable emocion que ya empapaba casi el bar entero. Una animosidad tal contra la criatura, que bien podría haberse tachado de bíblica... Y, meditando qué sentiría siendo él, Jojo la intentó echar a un lado, recuperando la luz en su sonrisa lo mejor que pudo.
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Nick se maldijo a si mismo por ser tan sumamente descuidado, el cansancio de los últimos días debía de haberle hecho mella, o si no no tenía explicación alguna que no se hubiese fijado en el grandullón de los cuernos al mismo momento de entrar en la taberna. Por fin el destino parecía sonreírle un poco, poniéndole en bandeja a uno de sus congéneres que amablemente estaba saludándole como si de un paleto cualquiera se tratara.
-¿Pero en serio va a ser tan fácil?-precavido por naturaleza, el joven vagabundo no se llegaba a creer del todo que tras tantos años de caza encontraría a uno de los suyos así como así, prácticamente recibiéndole con los brazos abiertos y una sonrisa entre cuerno y cuerno. Al menos contaba con la baza del anonimato, ninguno de sus congéneres sospechaba de sus verdaderas intenciones por lo que podría jugar el papel de un simple viajero cualquiera mientras le sonsacaba todo lo que pudiese.-¿Quizás pedirle un nuevo tatuaje? La tapadera de un adicto a la tinta es buena-se miró el musculoso pecho para pasar un dedo por el enorme tatuaje en forma de corazón que lo adornaba, levantándose posteriormente de su sitio listo para dirigirse hacia el tatuador con su mejor sonrisa de póker hasta que uno de los borrachos del bar se interpuso en su camino.
-¿A dónde vas bicho raro? El circo está en la otra dirección-una risa coral salió de la esquina donde el resto de sus compinches le seguían la coña al corpulento ciudadano que se había interpuesto entre el oni y su objetivo.
-Mira amigo, no quiero tener problemas así que apártate de mi camino antes de que te tenga que apartar yo-no estaba de humor como para aguantar a otro payaso que se creía el tío con las bromas más ingeniosas del mundo, y menos teniendo delante a lo más parecido a una pista que había encontrado desde el inicio de su viaje. Lamentablemente el otro hombre tampoco parecía hacerle ni pizca de gracia que el objeto de sus insultos se defendiese, escupiéndole a los pies mientras se arremangaba.
-Creo que voy a tener que arrancarte esos bonitos cuernos que tienes en la cabeza a ver si aprendes un poco de educación, maldito engendro-estaba ya listo para dar un puñetazo directo a la cara de Nick, pero el oni viendo venir a quilómetros el conflicto, reaccionó antes de que pudiese acertarle con una patada baja que lo tiró al suelo, no perdiendo tiempo para darle una potente patada en la cara para dejarlo inconsciente.
-Mierda, ¿Por qué todo siempre acaba así?-contaba con no salirse de rositas después de humillar a uno de los habituales del bar, girándose en dirección al resto de su pandilla con mirada desafiante, listo para intimidarlos o en el peor de los casos enfrentarse a ellos y darles una lección. Conociendo la fama conflictiva de su raza, lo más seguro es que el otro cornudo se uniese a su pelea ya fuese por un sentimiento de confraternidad o por mera diversión, algo que agradecería en el fondo de su alma al ver como poco a poco la gente se iba levantando de sus asientos y empezaban a rodearle.
-Esto pinta feo...-llevó una mano de forma casual a su bolsillo, listo para sacar su bastón plegable en cuanto notase la mínima señal de que otra persona quería apuntarse a la "fiesta".
-¿Pero en serio va a ser tan fácil?-precavido por naturaleza, el joven vagabundo no se llegaba a creer del todo que tras tantos años de caza encontraría a uno de los suyos así como así, prácticamente recibiéndole con los brazos abiertos y una sonrisa entre cuerno y cuerno. Al menos contaba con la baza del anonimato, ninguno de sus congéneres sospechaba de sus verdaderas intenciones por lo que podría jugar el papel de un simple viajero cualquiera mientras le sonsacaba todo lo que pudiese.-¿Quizás pedirle un nuevo tatuaje? La tapadera de un adicto a la tinta es buena-se miró el musculoso pecho para pasar un dedo por el enorme tatuaje en forma de corazón que lo adornaba, levantándose posteriormente de su sitio listo para dirigirse hacia el tatuador con su mejor sonrisa de póker hasta que uno de los borrachos del bar se interpuso en su camino.
-¿A dónde vas bicho raro? El circo está en la otra dirección-una risa coral salió de la esquina donde el resto de sus compinches le seguían la coña al corpulento ciudadano que se había interpuesto entre el oni y su objetivo.
-Mira amigo, no quiero tener problemas así que apártate de mi camino antes de que te tenga que apartar yo-no estaba de humor como para aguantar a otro payaso que se creía el tío con las bromas más ingeniosas del mundo, y menos teniendo delante a lo más parecido a una pista que había encontrado desde el inicio de su viaje. Lamentablemente el otro hombre tampoco parecía hacerle ni pizca de gracia que el objeto de sus insultos se defendiese, escupiéndole a los pies mientras se arremangaba.
-Creo que voy a tener que arrancarte esos bonitos cuernos que tienes en la cabeza a ver si aprendes un poco de educación, maldito engendro-estaba ya listo para dar un puñetazo directo a la cara de Nick, pero el oni viendo venir a quilómetros el conflicto, reaccionó antes de que pudiese acertarle con una patada baja que lo tiró al suelo, no perdiendo tiempo para darle una potente patada en la cara para dejarlo inconsciente.
-Mierda, ¿Por qué todo siempre acaba así?-contaba con no salirse de rositas después de humillar a uno de los habituales del bar, girándose en dirección al resto de su pandilla con mirada desafiante, listo para intimidarlos o en el peor de los casos enfrentarse a ellos y darles una lección. Conociendo la fama conflictiva de su raza, lo más seguro es que el otro cornudo se uniese a su pelea ya fuese por un sentimiento de confraternidad o por mera diversión, algo que agradecería en el fondo de su alma al ver como poco a poco la gente se iba levantando de sus asientos y empezaban a rodearle.
-Esto pinta feo...-llevó una mano de forma casual a su bolsillo, listo para sacar su bastón plegable en cuanto notase la mínima señal de que otra persona quería apuntarse a la "fiesta".
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—Hagas lo que hagas, no te pongas en peligro. Eres solo un aprendiz, apenas haciendo la iniciación; si te capturan, te hieren o algo, la misión se va al traste. Así que hagas lo que hagas, que no sean tonterías.
Aquello le había dicho su tío, que ya bastante tenía con tirar de un peso muerto como para que además ello se convirtiera en un lastre. Realmente no hubiera hecho falta recordarle esto a Jojo, pero ya había tenido la oportunidad de aprender a lo largo de su carrera -y de su vida- que era mejor decir las cosas en vez de dejar los asuntos importantes al aire, allá donde podían ser captadas por las corrientes de las intenciones de otros.
¿Así pues, qué iba a hacer Jojo al ver cómo alguien de piel azul y cuernos era asaltado por una pandilla de indeseables? Por lo pronto preocuparse, tanto por él como por sí mismo, y bajar la cabeza humillado sabiendo no solo que no debía intervenir, si no que hiciese lo que hiciese no podría hacer nada de provecho para mejorar ni la situación del cerúleo ni la suya propia. Así, empezó a recoger sus cosas con algo de prisa, lamentando una vez más ser el más débil de todos los iniciados.
Con la atención puesta en el entuerto, el mudo empezó a escabullirse de aquel mal entuerto en el que casi, casi, podría haberse involucrado. Pero era débil, tenía un propósito y debía cumplirlo. Pasada la puerta sin mirar atrás ni preocuparle lo más mínimo la resolución con la que el hombre con cuernos había andado hacia él, Jojo buscó en el entorno una buena posición en la que permanecer oculto antes de poder volver a su puesto de vigilante en el bar.
Cruzando uno de los puentes a través de uno de tantos canales, se contentó con quedarse sentado al pie de unas escaleras anexas al puentecillo que servían a los dueños de los toros para bajar y subir de sus vehículos. Y desde allí empezó a trazar lo que Water 7 le ofrecía a los artistas. Una miríada de maravillas contorneadas por los reflejos del agua, el ocasional musgo y un cielo claro e inmensamente abierto.
Se preguntaba, de todas maneras, entre trazo y trazo, cuanto tardaria en zanjarse la pelea y quién iba a ser el vencedor de la misma. Sí, el oni parecía bastante imponente, pero había aprendido mucho en el estudio del arte del combate que la superioridad numérica era un factor tremendamente importante a la hora de enzarzarse en una trifulca.
Aquello le había dicho su tío, que ya bastante tenía con tirar de un peso muerto como para que además ello se convirtiera en un lastre. Realmente no hubiera hecho falta recordarle esto a Jojo, pero ya había tenido la oportunidad de aprender a lo largo de su carrera -y de su vida- que era mejor decir las cosas en vez de dejar los asuntos importantes al aire, allá donde podían ser captadas por las corrientes de las intenciones de otros.
¿Así pues, qué iba a hacer Jojo al ver cómo alguien de piel azul y cuernos era asaltado por una pandilla de indeseables? Por lo pronto preocuparse, tanto por él como por sí mismo, y bajar la cabeza humillado sabiendo no solo que no debía intervenir, si no que hiciese lo que hiciese no podría hacer nada de provecho para mejorar ni la situación del cerúleo ni la suya propia. Así, empezó a recoger sus cosas con algo de prisa, lamentando una vez más ser el más débil de todos los iniciados.
Con la atención puesta en el entuerto, el mudo empezó a escabullirse de aquel mal entuerto en el que casi, casi, podría haberse involucrado. Pero era débil, tenía un propósito y debía cumplirlo. Pasada la puerta sin mirar atrás ni preocuparle lo más mínimo la resolución con la que el hombre con cuernos había andado hacia él, Jojo buscó en el entorno una buena posición en la que permanecer oculto antes de poder volver a su puesto de vigilante en el bar.
Cruzando uno de los puentes a través de uno de tantos canales, se contentó con quedarse sentado al pie de unas escaleras anexas al puentecillo que servían a los dueños de los toros para bajar y subir de sus vehículos. Y desde allí empezó a trazar lo que Water 7 le ofrecía a los artistas. Una miríada de maravillas contorneadas por los reflejos del agua, el ocasional musgo y un cielo claro e inmensamente abierto.
Se preguntaba, de todas maneras, entre trazo y trazo, cuanto tardaria en zanjarse la pelea y quién iba a ser el vencedor de la misma. Sí, el oni parecía bastante imponente, pero había aprendido mucho en el estudio del arte del combate que la superioridad numérica era un factor tremendamente importante a la hora de enzarzarse en una trifulca.
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-No me fastidies, tanta cornamenta para luego nada...-el artista respondió totalmente al revés de lo que pensaba, escapando del conflicto en cuanto vio como varios de los amigos de aquel bastardo se levantaban de sus sitios y empezaban a rodear al oni con caras de pocos amigos, remangándose la ropa en preparación para la buena paliza que le iban a dar.
Pero Nick ya había visto y sufrido demasiadas peleas de bar como para caer en una encerrona como esa, esperando a que 3 de esos malnacidos se pudiesen a su alcance para desplegar su viejo bastón formando un arco que impactó en pleno abdomen de los 3, consiguiendo unos valiosos segundos mientras se recomponían de la sorpresa para dar otro golpes descendente sobre el primero desde la izquierda noqueándolo en cuanto el bastón conectó con su cráneo.
Lamentablemente los otros dos no se retiraron con el rabo entre las piernas en cuanto vieron que Nick iba en serio, recibiendo un placaje por parte de uno de ellos que le tiró al suelo quedando debajo de este pero con la suerte de poder mantener el bastón entre su cuerpo y los brazos de su agresor, los cuales intentaban estrangularlo hasta que el oni pudo valerse de su fuerza para librarse del agarre mandando al hombre de un firme empujón contra el fondo de la habitación e incorporarse antes de que el otro borracho le lanzase una botella, enviándosela de regreso gracias a un suave giro de su arma en el aire.
Esa última demostración de poder pareció por fin dar resultado y demostrar al resto de paletos que no estaba para coñas, notando como todos a su alrededor fingían no verle demasiado cantosamente como para que no fuese a propósito, algo que le hacía gracia teniendo en cuenta de que si no hubiese ganado con tanta facilidad la pelea anterior estaba seguro que el resto de humanos hubiesen saltado como carroñeros a rematarle en cuanto no pudiese defenderse.
-Estoy seguro que mis dormilones amigos y sus compinches estarán encantados de pagar los destrozos causados por sus deplorables acciones aparte de invitar a una ronda a todos los aquí presentes por las molestias... ¿o acaso me equivoco?-solo hizo falta una simple mirada de advertencia hacia los pocos simpatizantes que quedaban de los valientes que se habían atrevido a atacarle para dejar claro que se limpiaba las manos del desastre en que se había vuelto el interior del bar, con un par de mesas rotas por la pelea y numerosas sillas tiradas al azar por la habitación. Antes de ocuparse de esos tarados tenía un objetivo y no se le iba a escapar, corriendo fuera del establecimiento para mirar alrededor en busca de alguna pista sobre su cornudo compatriota.
Tardó un buen par de minutos así como unas conversaciones bastante incómodas con unos transeúntes hasta que alguien le señaló el lugar al que se había dirigido su misterioso artista, silbando de felicidad al divisar a la distancia la esbelta figura de su presa, quedándose a los pies de la escalera donde estaba apoyado.
-Ey tú Picasso, baja de ahí un momento que tengo que hacerte unas preguntas-a pesar de intentar mantener su faceta de indiferencia era difícil que un poco del cabreo de Nick no se filtrase en sus palabras, al fin y al cabo aquel maldito oni había dejado a un compañero a merced de los enemigos sin mover un dedo, ¿dónde había quedado el orgullo oni del que tanto había oído hablar?
Pero Nick ya había visto y sufrido demasiadas peleas de bar como para caer en una encerrona como esa, esperando a que 3 de esos malnacidos se pudiesen a su alcance para desplegar su viejo bastón formando un arco que impactó en pleno abdomen de los 3, consiguiendo unos valiosos segundos mientras se recomponían de la sorpresa para dar otro golpes descendente sobre el primero desde la izquierda noqueándolo en cuanto el bastón conectó con su cráneo.
Lamentablemente los otros dos no se retiraron con el rabo entre las piernas en cuanto vieron que Nick iba en serio, recibiendo un placaje por parte de uno de ellos que le tiró al suelo quedando debajo de este pero con la suerte de poder mantener el bastón entre su cuerpo y los brazos de su agresor, los cuales intentaban estrangularlo hasta que el oni pudo valerse de su fuerza para librarse del agarre mandando al hombre de un firme empujón contra el fondo de la habitación e incorporarse antes de que el otro borracho le lanzase una botella, enviándosela de regreso gracias a un suave giro de su arma en el aire.
Esa última demostración de poder pareció por fin dar resultado y demostrar al resto de paletos que no estaba para coñas, notando como todos a su alrededor fingían no verle demasiado cantosamente como para que no fuese a propósito, algo que le hacía gracia teniendo en cuenta de que si no hubiese ganado con tanta facilidad la pelea anterior estaba seguro que el resto de humanos hubiesen saltado como carroñeros a rematarle en cuanto no pudiese defenderse.
-Estoy seguro que mis dormilones amigos y sus compinches estarán encantados de pagar los destrozos causados por sus deplorables acciones aparte de invitar a una ronda a todos los aquí presentes por las molestias... ¿o acaso me equivoco?-solo hizo falta una simple mirada de advertencia hacia los pocos simpatizantes que quedaban de los valientes que se habían atrevido a atacarle para dejar claro que se limpiaba las manos del desastre en que se había vuelto el interior del bar, con un par de mesas rotas por la pelea y numerosas sillas tiradas al azar por la habitación. Antes de ocuparse de esos tarados tenía un objetivo y no se le iba a escapar, corriendo fuera del establecimiento para mirar alrededor en busca de alguna pista sobre su cornudo compatriota.
Tardó un buen par de minutos así como unas conversaciones bastante incómodas con unos transeúntes hasta que alguien le señaló el lugar al que se había dirigido su misterioso artista, silbando de felicidad al divisar a la distancia la esbelta figura de su presa, quedándose a los pies de la escalera donde estaba apoyado.
-Ey tú Picasso, baja de ahí un momento que tengo que hacerte unas preguntas-a pesar de intentar mantener su faceta de indiferencia era difícil que un poco del cabreo de Nick no se filtrase en sus palabras, al fin y al cabo aquel maldito oni había dejado a un compañero a merced de los enemigos sin mover un dedo, ¿dónde había quedado el orgullo oni del que tanto había oído hablar?
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Jojo no vio salir al cerúleo vencedor del combate. Sí lo vio caminando por la calle con cierta prisa, arriba y abajo, preguntando a gente para después desaparecer de su campo de la vista que le ofrecía el canal. Prefirió esperar allí un rato, a que las cosas se calmasen, juzgando cuánto tiempo podría ser apropiado esperar a que apareciesen o no las fuerzas locales. Aunque claro, tampoco parecía como que el ambiente del local propiciase meterse en problemas -o siquiera informar- a la milicia.
Las cosas eran muy distintas según la ciudad que uno visitara. Según quien estuviese al mando. Y allí, tanto o más que en otras civilizaciones al mando de gobiernos no pertenecientes a la nación de mil naciones, las cosas era muy diferente. De hecho, solían variar bastante incluso en la hegemonía a la que pertenecía y servía.
No le gustaba pensar en ello. No porque caía en ciertas verdades incómodas que la perspectiva le había hecho reconocer con desagrado.
Siguió dibujando, dejando su alma llevar por la inspiración para tener algún recuerdo de aquella vista si el destino se encaprichaba en hacérsela olvidar. Muchas veces olvidaba los sitios que visitaba, pero rara vez los rostros y escenas que había tenido el gusto de pintar. Como poco, al menos, por muy lejanos en el tiempo, todas las obras que había hecho a lo largo de su vida le sonaban.
"Pikasso" Recapacitó, saliendo de su estupor artístico, parpadeando un par de veces hasta darse cuenta de lo peligroso -e incauto- que habia sido perderse en su propio proceso artístico. Alzó la vista, aún algo obnubilado, haciendo un esfuerzo consciente por reproducir dentro de su cráneo la frase que acababa de decirle. De haber podido hablar, probablemente la hubiera musitado también.
Jojo bajó un peldaño más de la escalera que llevaba hasta las aguas, casi mojándose la punta de los zapatos, con una sonrisa irónica acompañando al gesto de señalar hacia abajo, el canal, el suelo... Y la incongruencia de lo que le había dicho. ¿De dónde iba a bajar? Por poder podía, pero si acaso tendría que subir.
Con una sonrisa inocente, verdaderamente inocente, sin recapacitar que aquel tipo pudiera ser un enemigo, Jojo subió escaleras arriba hasta llegar a él. Ni una vez se pasó por su cabeza lo expuesto que estaba, ni que el terreno o la altura le desfavoreciese, no hasta que llegó a él. Y la sensación que habia ahogado antes, la de peligro, aquella aura que exhudaba el oni por sus poros, le hizo reconsiderar.
¿Debía huir? Aquello lo decidiría la primera pregunta.
Las cosas eran muy distintas según la ciudad que uno visitara. Según quien estuviese al mando. Y allí, tanto o más que en otras civilizaciones al mando de gobiernos no pertenecientes a la nación de mil naciones, las cosas era muy diferente. De hecho, solían variar bastante incluso en la hegemonía a la que pertenecía y servía.
No le gustaba pensar en ello. No porque caía en ciertas verdades incómodas que la perspectiva le había hecho reconocer con desagrado.
Siguió dibujando, dejando su alma llevar por la inspiración para tener algún recuerdo de aquella vista si el destino se encaprichaba en hacérsela olvidar. Muchas veces olvidaba los sitios que visitaba, pero rara vez los rostros y escenas que había tenido el gusto de pintar. Como poco, al menos, por muy lejanos en el tiempo, todas las obras que había hecho a lo largo de su vida le sonaban.
"Pikasso" Recapacitó, saliendo de su estupor artístico, parpadeando un par de veces hasta darse cuenta de lo peligroso -e incauto- que habia sido perderse en su propio proceso artístico. Alzó la vista, aún algo obnubilado, haciendo un esfuerzo consciente por reproducir dentro de su cráneo la frase que acababa de decirle. De haber podido hablar, probablemente la hubiera musitado también.
Jojo bajó un peldaño más de la escalera que llevaba hasta las aguas, casi mojándose la punta de los zapatos, con una sonrisa irónica acompañando al gesto de señalar hacia abajo, el canal, el suelo... Y la incongruencia de lo que le había dicho. ¿De dónde iba a bajar? Por poder podía, pero si acaso tendría que subir.
Con una sonrisa inocente, verdaderamente inocente, sin recapacitar que aquel tipo pudiera ser un enemigo, Jojo subió escaleras arriba hasta llegar a él. Ni una vez se pasó por su cabeza lo expuesto que estaba, ni que el terreno o la altura le desfavoreciese, no hasta que llegó a él. Y la sensación que habia ahogado antes, la de peligro, aquella aura que exhudaba el oni por sus poros, le hizo reconsiderar.
¿Debía huir? Aquello lo decidiría la primera pregunta.
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Nick estaba pensando seriamente el de romper la escalera y mandar a tomar por saco a aquel oni, un buen chapuzón le venía bien por haberle dejado tirado y estar vacilándole sin decir ni una sola palabra...a pesar de que tenía razón sobre que era una gilipollez lo de bajar cuando era el propio Nick quien estaba en el terreno elevado.-Alguno de esos tipejos me debió de dar un golpe en la cabeza o si no no me explico como ando así de despistado. ¿O quizás es porque por primera vez tengo una pista tangible?-decidió pasar de la idea de la escalera, no vaya a ser que el tipo fuese un usuario de fruta del diablo y se ahogase por la pequeña broma, perdiendo así el rastro que tanto ansiaba.
Simplemente contó hasta 10 mentalmente para tranquilizarse y no soltar toda la rabia que tenía dentro contra el otro hombre, esperando pacientemente a que estuviese a su altura para colocar "amistosamente" una mano en su hombro, cerciorándose de poner cierta presión en caso de que intentase escapar.
-Tus cuernos te delatan compadre, pero ya vi demasiadas movidas durante mis viajes como para pensar que los únicos bichos raros con cuernos que hay en los mares son los de mi raza. Así que dejémonos de rodeos: ¿eres un oni como yo o simplemente eres un malnacido con la mala suerte de tener dos dianas en medio de la cabeza?En ese caso, ¿no te suena dónde puedo encontrar alguno?-se le notaban las ansias en sus palabras, no esperando en que le respondiese para sacar la desgastada foto de su padre y ponérsela delante de la cara.
-¿Viste alguna vez a este hombre? Venga desembucha, me debes una por dejarme tirado en el bar a merced de ese tumulto de paletos-tenía que sacarle algo, lo que sea, o la única esperanza en no se cuantos años de viaje habría sido tan solo un espejismo fruto de su ingenuidad.
Simplemente contó hasta 10 mentalmente para tranquilizarse y no soltar toda la rabia que tenía dentro contra el otro hombre, esperando pacientemente a que estuviese a su altura para colocar "amistosamente" una mano en su hombro, cerciorándose de poner cierta presión en caso de que intentase escapar.
-Tus cuernos te delatan compadre, pero ya vi demasiadas movidas durante mis viajes como para pensar que los únicos bichos raros con cuernos que hay en los mares son los de mi raza. Así que dejémonos de rodeos: ¿eres un oni como yo o simplemente eres un malnacido con la mala suerte de tener dos dianas en medio de la cabeza?En ese caso, ¿no te suena dónde puedo encontrar alguno?-se le notaban las ansias en sus palabras, no esperando en que le respondiese para sacar la desgastada foto de su padre y ponérsela delante de la cara.
-¿Viste alguna vez a este hombre? Venga desembucha, me debes una por dejarme tirado en el bar a merced de ese tumulto de paletos-tenía que sacarle algo, lo que sea, o la única esperanza en no se cuantos años de viaje habría sido tan solo un espejismo fruto de su ingenuidad.
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Jojo se tensó. Y a más se tensaba más se clavaban los fuertes dedos del cerúleo en su hombro. Era un conejo atrapado en un cepo, no, peor, en las fauces de un zorro. Si se movía, qudaría desgarrado, muerto, a merced de una persona -o un monstruo- que había derrotado a un enemigo superior en número sin lesión aparente alguna.
Deseó tener poderes de akuma, más concretamente los de la Sui-Sui no mi, para que la tierra se lo tragase; aunque lo cierto es que mejor le hubiera venido algo más útil para defenderse, pues estando agarrado poco podía hacer por hundirse. Antes de que pudiera pensar -o más bien lamentarse- de su situación, el mudo fue asaltado por preguntas hechas con prisa y malas formas.
Sintió la necesidad de empujarle cuando la mano fue directa a su cara, pero solo encontró la inesperada voluntad de poner su mano sobre la suya antes de parpadear para enfocar aquella desgastada foto. El mundo, sin duda alguna, albergaba una pléthora de variedades en las que los humanos -y no tan humanos- se habían ido transformando. Curioso, cuanto menos, pero no conociá a aquel hombre y nada que Jojo le dijera pudiera serle de ayuda por razones obvias.
Con sus bártulos de pintura en la mano ocupada y la libre reposada con osadía sobre la garra, el agente frunció algo el ceño... pero no estaba enfadado, sino entristecido. Le daba pena. No quería ni imaginar, aunque ya lo habia hecho, qué habría sido de él si hubiera perdido sus lazos familiares. Empezó a hacer señas que más que probablemente el oni no podría interpretar, pero que, como mínimo, debieran revelarle que se encontraba frente a un discapacitado físico.
Con aquello al menos ganaba algo de tiempo, aunque más de una vez se había metido en peleas por gente que creía que solo quería timarles.
Deseó tener poderes de akuma, más concretamente los de la Sui-Sui no mi, para que la tierra se lo tragase; aunque lo cierto es que mejor le hubiera venido algo más útil para defenderse, pues estando agarrado poco podía hacer por hundirse. Antes de que pudiera pensar -o más bien lamentarse- de su situación, el mudo fue asaltado por preguntas hechas con prisa y malas formas.
Sintió la necesidad de empujarle cuando la mano fue directa a su cara, pero solo encontró la inesperada voluntad de poner su mano sobre la suya antes de parpadear para enfocar aquella desgastada foto. El mundo, sin duda alguna, albergaba una pléthora de variedades en las que los humanos -y no tan humanos- se habían ido transformando. Curioso, cuanto menos, pero no conociá a aquel hombre y nada que Jojo le dijera pudiera serle de ayuda por razones obvias.
Con sus bártulos de pintura en la mano ocupada y la libre reposada con osadía sobre la garra, el agente frunció algo el ceño... pero no estaba enfadado, sino entristecido. Le daba pena. No quería ni imaginar, aunque ya lo habia hecho, qué habría sido de él si hubiera perdido sus lazos familiares. Empezó a hacer señas que más que probablemente el oni no podría interpretar, pero que, como mínimo, debieran revelarle que se encontraba frente a un discapacitado físico.
Con aquello al menos ganaba algo de tiempo, aunque más de una vez se había metido en peleas por gente que creía que solo quería timarles.
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Al menos su esquiva presa pareció dejar de querer huir, quedando paralizado como un ciervo ante las luces de un coche, quizás la primera cosa buena que le pasó desde que había pisado aquel dichoso bar lleno de paletos racistas. Estaba listo para safarse de su mano y propinarle un golpe en cuanto notó el roce de su palma contra la suya, pero decidió parar en cuanto notó como su rehén prestaba genuina atención a la foto...para luego fruncir el ceño.
-Mierda-con tan solo esa expresiva mirada Nick supo que aquel extraño ser no tenía ni pajolera idea de a quien estaba buscando o ni tan siquiera que demonios era un oni, soltando con desgana su agarre en el hombro mientras volvía a guardar la foto en su bolsillo de la chaqueta. Otro callejón sin salida que le había ganado un par de enemigos nuevos y otro bar al que jamás podría regresar...todo de puta madre.
Para más inri, solo tardó un par de segundos más fijándose en los extraños gestos del tipo para darse cuenta que acababa de amenazar a un mudo. Es decir, se ganó una paliza en un bar y una búsqueda de no se cuanto tiempo entre canales para intentar hacer hablar a una de las pocas personas que a cojones que nunca le podría decir nada sobre el paradero de su padre; literalmente.
-Voy a tener que empezar a creerme que la parida esa del karma existe...-se suponía que después de mil y una veces ya tenía que estar acostumbrado a fracasar en su búsqueda, pero al final del día era incapaz de no sentir cierta esperanza cada vez que una posible pista aparecía delante de sus narices, metiéndose una buena hostia en cuanto pusiese de nuevo los pies en la tierra y se diese cuenta de lo casi imposible que era su tarea. ¿Cuán grande era el mundo como para que de casualidad encontrase en una isla aleatoria alguien que le pudiese ayudar? Las posibilidades matemáticas eran casi inexistentes, pero eso no quitaba que le siguiese doliendo de todas formas.
-Te debo una disculpa por mis rudos modales compañero-esta vez alzó la mano intentando que se la estrujase a modo de saludo.-Mi nombre es Nick Valentine y normalmente no soy tan capullo. Solo que fue ver ese par de cuernos y pensar que ya había dado con un tío de mi misma raza, pero por lo que se ve parece que me equivocaba y no solo los onis tenemos estas dos antenas parabólicas de regalo entre ceja y ceja-se burló de sus propios cuernos señalándolos con su pulgar.-¿Entonces tú que se supone qué eres? Porque algo me viendo lo majos y agradables que son los locales con los que somos un poco distintos, tú también las debes de pasar canutas para socializar entre tanto racista-tenía curiosidad genuina en saber a que raza pertenecía aquel extraño artista, siendo la primera persona durante su viaje que se asemejaba tanto a él físicamente.
-Mierda-con tan solo esa expresiva mirada Nick supo que aquel extraño ser no tenía ni pajolera idea de a quien estaba buscando o ni tan siquiera que demonios era un oni, soltando con desgana su agarre en el hombro mientras volvía a guardar la foto en su bolsillo de la chaqueta. Otro callejón sin salida que le había ganado un par de enemigos nuevos y otro bar al que jamás podría regresar...todo de puta madre.
Para más inri, solo tardó un par de segundos más fijándose en los extraños gestos del tipo para darse cuenta que acababa de amenazar a un mudo. Es decir, se ganó una paliza en un bar y una búsqueda de no se cuanto tiempo entre canales para intentar hacer hablar a una de las pocas personas que a cojones que nunca le podría decir nada sobre el paradero de su padre; literalmente.
-Voy a tener que empezar a creerme que la parida esa del karma existe...-se suponía que después de mil y una veces ya tenía que estar acostumbrado a fracasar en su búsqueda, pero al final del día era incapaz de no sentir cierta esperanza cada vez que una posible pista aparecía delante de sus narices, metiéndose una buena hostia en cuanto pusiese de nuevo los pies en la tierra y se diese cuenta de lo casi imposible que era su tarea. ¿Cuán grande era el mundo como para que de casualidad encontrase en una isla aleatoria alguien que le pudiese ayudar? Las posibilidades matemáticas eran casi inexistentes, pero eso no quitaba que le siguiese doliendo de todas formas.
-Te debo una disculpa por mis rudos modales compañero-esta vez alzó la mano intentando que se la estrujase a modo de saludo.-Mi nombre es Nick Valentine y normalmente no soy tan capullo. Solo que fue ver ese par de cuernos y pensar que ya había dado con un tío de mi misma raza, pero por lo que se ve parece que me equivocaba y no solo los onis tenemos estas dos antenas parabólicas de regalo entre ceja y ceja-se burló de sus propios cuernos señalándolos con su pulgar.-¿Entonces tú que se supone qué eres? Porque algo me viendo lo majos y agradables que son los locales con los que somos un poco distintos, tú también las debes de pasar canutas para socializar entre tanto racista-tenía curiosidad genuina en saber a que raza pertenecía aquel extraño artista, siendo la primera persona durante su viaje que se asemejaba tanto a él físicamente.
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Aunque Jojo no podía sacudirse el malestar del cuerpo, el cambio de actitud del muchacho parecía genuino y sincero. Simplemente habían comenzado con mal pie, con una peor impresión, y... bueno, con un desagradable encuentro en un tugurio que se suponía que debía estar vigilando. Tras una breve pausa en la que el mudo intentaba asimilar la información y los gestos del cerúleo, así como librarse de ese malestar que aún le embargaba y le volvía algo flojas las rodillas, Jojo le estrechó la mano lo mejor que pudo.
Siempre había sido débil, y muchos hombres tenían la horrible costumbre de demostrar su superioridad física retorciéndole sus más preciadas herramientas. Señalando el bar con el pulgar, aunque bien podría contentarse con pararse a escribir en cualquier lugar que pudiera sentarse y tener las manos libres, Jojo intentó persuadir al cerúleo para volver allí.
Aunque, tras unos segundos, pensándoselo mejor mientras miraba hacia el cielo casi en búsqueda de inspiración, se decidió simplemente por sentarse en las escaleras, tomando una hoja nueva del cuaderno en el que ahora reposaba otra de sus obras.
Miró varias veces al autoproclamado oni con su amable sonrisa, disculpándose por las viscisitudes que conllevaban ser como era, acostumbrado a pensar que era una pesadez y una carga -especialmente en comparación con alguien normal. Una vez terminó de escribir, se dio cuenta de su error... pero era demasiado tarde, y demasiado obvio, coger otra hoja... Asi´que solo rellenó las oes para que pareciesen puntos.
"Soy J.j."
Y de ahí nació su estúpido alias. Tras mostrárselo, volvió a girarlo para agregar.
"Estoy de viaje. A nosotros nos solían llamar 'Demonios' o 'Devils' " añadió, distinguiendo la connotación cultural a la vez que añadía un pequeño monigote con cuernos y cola. Cola que luego tachó, para evitar posibles malentendidos. Afortunadamente solo tenía cuernos.
Se le quedó mirando un momento, algo confuso y perdido sobre qué estaba haciendo y quién debía ser en aquel momento. Luego volvió a escribir.
"¿Estás bien? -->Bar"
Siempre había sido débil, y muchos hombres tenían la horrible costumbre de demostrar su superioridad física retorciéndole sus más preciadas herramientas. Señalando el bar con el pulgar, aunque bien podría contentarse con pararse a escribir en cualquier lugar que pudiera sentarse y tener las manos libres, Jojo intentó persuadir al cerúleo para volver allí.
Aunque, tras unos segundos, pensándoselo mejor mientras miraba hacia el cielo casi en búsqueda de inspiración, se decidió simplemente por sentarse en las escaleras, tomando una hoja nueva del cuaderno en el que ahora reposaba otra de sus obras.
Miró varias veces al autoproclamado oni con su amable sonrisa, disculpándose por las viscisitudes que conllevaban ser como era, acostumbrado a pensar que era una pesadez y una carga -especialmente en comparación con alguien normal. Una vez terminó de escribir, se dio cuenta de su error... pero era demasiado tarde, y demasiado obvio, coger otra hoja... Asi´que solo rellenó las oes para que pareciesen puntos.
"Soy J.j."
Y de ahí nació su estúpido alias. Tras mostrárselo, volvió a girarlo para agregar.
"Estoy de viaje. A nosotros nos solían llamar 'Demonios' o 'Devils' " añadió, distinguiendo la connotación cultural a la vez que añadía un pequeño monigote con cuernos y cola. Cola que luego tachó, para evitar posibles malentendidos. Afortunadamente solo tenía cuernos.
Se le quedó mirando un momento, algo confuso y perdido sobre qué estaba haciendo y quién debía ser en aquel momento. Luego volvió a escribir.
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Sonrió un poco más al notar como aceptaba su suave apretón de manos, resultando ser una persona bastante más comprensiva de lo que su aspecto sugería.-Debería ser el primero en saber que un libro no se debería juzgar por su portada-extrañado miró a la dirección donde señalaba para encontrarse con el bar, notando un escalofrío que le recorrió la espalda al imaginarse un segundo enfrentamiento contra esa chusma, seguramente aún más cabreada y numerosa que antes gracias a su pequeño numerito.
-Lo siento amigo pero creo que lo mejor será que no vuelva por ahí, las cosas se fueron de manos cuando te fuiste y no creo que ahora mismo sea bienvenido en ese cuchitril-el otro lo entendió (o eso parecía) y decidió sentarse en las escaleras, gesto que imitó dejando un par de centímetros de distancia entre ellos para darle espacio.
Se quedó absorto viendo como escribía, leyendo con atención la hoja que le acaba de mostrar.-Bonito nombre J.J. ¿Es la abreviatura de algo o simplemente tus padres te tenían poco cariño?-soltó el chiste para aligerar un poco la situación, ya se había mostrado demasiado blando por lo que tocaba soltar un par de ironías para no semejar un sentimentalucho cualquiera.
-¿Demonios? Madre mía, si yo lo pasé mal, no me quiero imaginar vuestra raza teniendo ese nombre. ¿De dónde eres entonces? ¿Allá os tratan bien o sois unos parias como me pasa a mí?-debía de verse como el culo como para que J.J le preguntase si estaba bien, tocándole a él el turno del interrogatorio. Se maldijo a si mismo por bajar la guardia y romper su fachada de indiferencia, pero por otra parte ¿qué iba a ser lo peor que pudiese pasar? ¿Qué se lo dijese a alguien? (badum tss)
-He estado mejor la verdad, llevo muchos años persiguiendo al capullo de esta foto y la muy víbora sigue dándome esquinazo. Cada vez que parece que lo tengo a puntito de caramelo resulta ser solo un callejón sin salida. Pero bueno, tampoco es que tenga muchas otras cosas que hacer aparte de viajar, no hay nada que me ate así que tengo que aprovechar. ¿Y tú que? ¿Llevas mucho tiempo en esto de ser artista?-se sentía bien poder desahogarse un poco con alguien en quien estaba 100% seguro que no se le escaparía ni una palabra de lo que dijese, por lo que se dio el lujo de abrirse un poco más sobre él mismo y sus sentimientos por primera vez desde que había embarcado.
-Lo siento amigo pero creo que lo mejor será que no vuelva por ahí, las cosas se fueron de manos cuando te fuiste y no creo que ahora mismo sea bienvenido en ese cuchitril-el otro lo entendió (o eso parecía) y decidió sentarse en las escaleras, gesto que imitó dejando un par de centímetros de distancia entre ellos para darle espacio.
Se quedó absorto viendo como escribía, leyendo con atención la hoja que le acaba de mostrar.-Bonito nombre J.J. ¿Es la abreviatura de algo o simplemente tus padres te tenían poco cariño?-soltó el chiste para aligerar un poco la situación, ya se había mostrado demasiado blando por lo que tocaba soltar un par de ironías para no semejar un sentimentalucho cualquiera.
-¿Demonios? Madre mía, si yo lo pasé mal, no me quiero imaginar vuestra raza teniendo ese nombre. ¿De dónde eres entonces? ¿Allá os tratan bien o sois unos parias como me pasa a mí?-debía de verse como el culo como para que J.J le preguntase si estaba bien, tocándole a él el turno del interrogatorio. Se maldijo a si mismo por bajar la guardia y romper su fachada de indiferencia, pero por otra parte ¿qué iba a ser lo peor que pudiese pasar? ¿Qué se lo dijese a alguien? (badum tss)
-He estado mejor la verdad, llevo muchos años persiguiendo al capullo de esta foto y la muy víbora sigue dándome esquinazo. Cada vez que parece que lo tengo a puntito de caramelo resulta ser solo un callejón sin salida. Pero bueno, tampoco es que tenga muchas otras cosas que hacer aparte de viajar, no hay nada que me ate así que tengo que aprovechar. ¿Y tú que? ¿Llevas mucho tiempo en esto de ser artista?-se sentía bien poder desahogarse un poco con alguien en quien estaba 100% seguro que no se le escaparía ni una palabra de lo que dijese, por lo que se dio el lujo de abrirse un poco más sobre él mismo y sus sentimientos por primera vez desde que había embarcado.
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Si sus padres le habían tenido cariño.... A Jojo le gustaba pensar que sí, que habían hecho todo lo posible para que estuviera bien, pero si hubiera sido sincero, si hubiera querido ver la realidad como era -o como había sido- en lugar de ver siempre el lado bueno y maravilloso de las cosas, el mudo tendría que haber admitido la verdad. Luego, más que probablemente, habría intentado justificarla con que era una situación arto difícil para su familia, que lidiar con alguien como él había tenido que ser extremadamente duro, que habían hecho lo mejor que lo habían podido, pero aquello no eran más que excusas.
Malas, malas, malas excusas. Excusas que uno se daba para no señalar a los egoístas, para no juzgar al prójimo ni ver la paja en su ojo. Tonterías que uno se inventa por miedo, por costumbre, por simple decencia o presión social. Pero aunque aquella experiencia gris tiraba mucho hacia el negro, por fortuna había servido para poner otras en un mejor contraste. Quizá por ello era tan agradecido, y tan bueno.
Como otras veces con las que hablaba con alguien, cuando estos aún mantenían el interés, Jojo sonrió lamentando no poder hacer otra cosa que escuchar. Dibujó una pequeña forma en la hoja, una silueta de una isla oportunamente rodeada por mar, pequeña, con casas y edificios a modo de adorno y algún que otro arbol y colina. Un reducto pequeño como tantos al que alguna vez había llamado hogar; uno con un puerto casi en cada lado. Una de tantas orquillas de paso en los viajes.
"Piedad". Escribió, inventándose el nombre. Un nombre apropiado sin duda. Aunque no tanto siendo una de las islas bajo el control del Gobierno Mundial. Luego se limito a ladear la mano, pues como en cada lugar del mundo había gente tanto mala como buena. Aunque había tenido que soportar el racismo, aquel que había cargado sobre los hombros era sin duda mucho menor que el que habia presenciado en más de una ocasión.
Escuchando atentamente a su cornudo compañero, Jojo no pudo reprimir una leve mueca de incomprensión. ¿Qué le había hecho su padre? Y más importante, ¿cómo era capaz de hablar de esa manera de quien le había, probablemente, criado? Le pareció encontrar en su tono algo más que odio.
Haciendo un par de monigotes, uno un niño con cuernitos con un dibujo en las manos y una amplia sonrisa y otro un adulto con cuernos algo más grandes con un cuadro, Jojo quiso darle a entender que su pasión le llevaba acompañando mucho tiempo. Otra cosa hubiera sido el tiempo con la que la practicaba, por mucho que el deseo hubiera estado ahí.
"¿Qué te pasó con tu padre?" Escribió, desviando su atención del que debiera de haber sido su importante objetivo.
Malas, malas, malas excusas. Excusas que uno se daba para no señalar a los egoístas, para no juzgar al prójimo ni ver la paja en su ojo. Tonterías que uno se inventa por miedo, por costumbre, por simple decencia o presión social. Pero aunque aquella experiencia gris tiraba mucho hacia el negro, por fortuna había servido para poner otras en un mejor contraste. Quizá por ello era tan agradecido, y tan bueno.
Como otras veces con las que hablaba con alguien, cuando estos aún mantenían el interés, Jojo sonrió lamentando no poder hacer otra cosa que escuchar. Dibujó una pequeña forma en la hoja, una silueta de una isla oportunamente rodeada por mar, pequeña, con casas y edificios a modo de adorno y algún que otro arbol y colina. Un reducto pequeño como tantos al que alguna vez había llamado hogar; uno con un puerto casi en cada lado. Una de tantas orquillas de paso en los viajes.
"Piedad". Escribió, inventándose el nombre. Un nombre apropiado sin duda. Aunque no tanto siendo una de las islas bajo el control del Gobierno Mundial. Luego se limito a ladear la mano, pues como en cada lugar del mundo había gente tanto mala como buena. Aunque había tenido que soportar el racismo, aquel que había cargado sobre los hombros era sin duda mucho menor que el que habia presenciado en más de una ocasión.
Escuchando atentamente a su cornudo compañero, Jojo no pudo reprimir una leve mueca de incomprensión. ¿Qué le había hecho su padre? Y más importante, ¿cómo era capaz de hablar de esa manera de quien le había, probablemente, criado? Le pareció encontrar en su tono algo más que odio.
Haciendo un par de monigotes, uno un niño con cuernitos con un dibujo en las manos y una amplia sonrisa y otro un adulto con cuernos algo más grandes con un cuadro, Jojo quiso darle a entender que su pasión le llevaba acompañando mucho tiempo. Otra cosa hubiera sido el tiempo con la que la practicaba, por mucho que el deseo hubiera estado ahí.
"¿Qué te pasó con tu padre?" Escribió, desviando su atención del que debiera de haber sido su importante objetivo.
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-Ni idea de donde está esa isla, pero tampoco es que fuese el chico más atento de la clase a la hora de dar Geografía-el dibujo que hizo tampoco es que le ayudase mucho, siendo la descripción de casi cualquiera de las decenas de islas que había visitado durante su travesía. Esto no hacía si no desilusionar aún más Nick, no pudiendo evitar asociar este desconocimiento a otro ejemplo perfecto de lo grande que era el mundo y a las numerosas islas que lo componían. ¿En serio pensaba localizar a su padre así como así sin seguir un patrón o pista alguna? Era como intentar encontrar una aguja en un pajar.
-¿Así que te viene en la sangre lo de ser un artista? Debe estar bien pasar tiempo con tu padre haciendo lo que te gusta-a pesar del odio hacia su progenitor, el oni sentía cierta envidia hacia la estampa de familia idílica que pintaba J.J. , interpretando el dibujo como un bonito recuerdo del pequeño artista y su padre compartiendo una afición común. ¿Le hubiese pasado lo mismo si su padre no hubiese decidido abandonarlos? ¿Sería un valiente y poderoso guerrero de los mares que llenaría de orgullo a su padre? ¿O acaso sería otra decepción y acabaría abandonándolo de todos modos? Casi que prefería no pensar en ello...lo pasado, pasado está.
-Digamos que ese bastardo jugó con el corazón de mi madre y yo pagué el pato de su abandono. Ahora le estoy buscando para que pague la manutención que se me debe...con una buena tasa de intereses añadidos claro está-una cosa era abrirse, pero otra muy distinta era ponerse a llorar como una niñita malcriada por su mierda de vida.
-El muy capullo huyó sin dejar rastro alguno así que estoy yendo a ciegas en su búsqueda. Si, antes de que escribas nada, ya sé que estoy loco si creo poder encontrarlo así como así. Pero peor sería no intentarlo, ¿no?-sonrió melancólico hacia el canal, pensando por primera vez en mucho tiempo a lo único que merecía la pena recordar de todo lo que había dejado atrás: A su madre. ¿Estaría bien o seguiría ahogando sus penas en alcohol por el primer amor que jamás le correspondió? ¿Habría rehecho su vida ahora que no tenía a un monstruo que criar?
-Supongo que las familias siempre son complicadas...-
-¿Así que te viene en la sangre lo de ser un artista? Debe estar bien pasar tiempo con tu padre haciendo lo que te gusta-a pesar del odio hacia su progenitor, el oni sentía cierta envidia hacia la estampa de familia idílica que pintaba J.J. , interpretando el dibujo como un bonito recuerdo del pequeño artista y su padre compartiendo una afición común. ¿Le hubiese pasado lo mismo si su padre no hubiese decidido abandonarlos? ¿Sería un valiente y poderoso guerrero de los mares que llenaría de orgullo a su padre? ¿O acaso sería otra decepción y acabaría abandonándolo de todos modos? Casi que prefería no pensar en ello...lo pasado, pasado está.
-Digamos que ese bastardo jugó con el corazón de mi madre y yo pagué el pato de su abandono. Ahora le estoy buscando para que pague la manutención que se me debe...con una buena tasa de intereses añadidos claro está-una cosa era abrirse, pero otra muy distinta era ponerse a llorar como una niñita malcriada por su mierda de vida.
-El muy capullo huyó sin dejar rastro alguno así que estoy yendo a ciegas en su búsqueda. Si, antes de que escribas nada, ya sé que estoy loco si creo poder encontrarlo así como así. Pero peor sería no intentarlo, ¿no?-sonrió melancólico hacia el canal, pensando por primera vez en mucho tiempo a lo único que merecía la pena recordar de todo lo que había dejado atrás: A su madre. ¿Estaría bien o seguiría ahogando sus penas en alcohol por el primer amor que jamás le correspondió? ¿Habría rehecho su vida ahora que no tenía a un monstruo que criar?
-Supongo que las familias siempre son complicadas...-
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La sombra en la vida de Nick Valentine le hizo de perfecto contraste. La idea que comenzó aflorar de que realmente su padre jamás le había apoyado en su sueño pronto se vió eclipsada por la concepción de un padre completamente ausente. Su vida desde luego había sido mucho mejor que la de su cerúlea contraparte, y quizás había sido tan sumamente triste que aquello había justificado el cambio completo de su color.
Sin embargo, conocedor de tantas historias en las que el protagonista buscaba cumplir su venganza y el autor había sido lo suficientemente cruel y sincero con su público como para no limitarse simplemente al género de aventura, Jojo sospechaba que aquella vida no iba a traerle nada bueno... por obcecado que el desarrollo de su historia repercutiera en la que podría ser la única meta -u obsesión. Pero claro, como todos, estaba limitado a ser quien era, y quien había sido.
Con decisión, y sin sopesar aquello tanto como debiese, el mudo escribió la frase tan extraña como sincera.
"Te adopto"
Así de claro, pasándole la hoja y dándole un pequeño golpe en la espalda. Para luego, presa en parte del pánico de hacerse anciano de pronto, añadir "Como hermano". Lo que ya era bastante responsabilidad. Tanta, de hecho, que no conllevaría la ausencia de arrepentimientos teniendo en cuenta lo proclive a la violencia que parecía ser, o se había visto obligado a ser, el oni.
Golpeandose la boca con los dedos y señalando el bar de nuevo, Jojo insistió en almorzar. Si ahora se metían en algún tipo de afrenta, al menos lo haría admitiendo los lazos que tan a bote pronto y con tanta poca consideración había forjado. Lazos que, pese a su estúpido, inconsiderado y vacío origen, el cuernudo no iba a faltar.
Sin embargo, conocedor de tantas historias en las que el protagonista buscaba cumplir su venganza y el autor había sido lo suficientemente cruel y sincero con su público como para no limitarse simplemente al género de aventura, Jojo sospechaba que aquella vida no iba a traerle nada bueno... por obcecado que el desarrollo de su historia repercutiera en la que podría ser la única meta -u obsesión. Pero claro, como todos, estaba limitado a ser quien era, y quien había sido.
Con decisión, y sin sopesar aquello tanto como debiese, el mudo escribió la frase tan extraña como sincera.
"Te adopto"
Así de claro, pasándole la hoja y dándole un pequeño golpe en la espalda. Para luego, presa en parte del pánico de hacerse anciano de pronto, añadir "Como hermano". Lo que ya era bastante responsabilidad. Tanta, de hecho, que no conllevaría la ausencia de arrepentimientos teniendo en cuenta lo proclive a la violencia que parecía ser, o se había visto obligado a ser, el oni.
Golpeandose la boca con los dedos y señalando el bar de nuevo, Jojo insistió en almorzar. Si ahora se metían en algún tipo de afrenta, al menos lo haría admitiendo los lazos que tan a bote pronto y con tanta poca consideración había forjado. Lazos que, pese a su estúpido, inconsiderado y vacío origen, el cuernudo no iba a faltar.
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Nick tuvo que mirar dos veces el papel para asegurarse de que había leído bien, partiéndose la caja en cuanto se aseguró de que no eran imaginaciones suyas, llegando al punto de que tuvo que limpiarse un ojo gracias a unas lagrimillas que amenazaban con salir.-¿En serio? ¿Desde cuándo me conoces? ¿Una hora, menos?-tuvo que interrumpir su frase para volver a descojonarse, siendo incapaz de creer que existiese una persona tan pura en este mundo tan corrupto.
-No me malinterpretes, estoy muy agradecido por la oferta, pero no se yo si la cosa funcionaría. Soy más un lobo solitario que miembro de una camada, aunque tengo que reconocer que estar rodeado de más gente con cuernos desviaría un poco todas las miradas extrañas de mi, solo me falta cambiar la piel y listo-pocas veces había recibido un gesto altruista por parte de alguien, siendo lo normal todo lo contrario, por lo que este ofrecimiento jamás se le olvidaría al joven oni.
-Tranquilo que yo aún tampoco te veo madera de padre, "bro". Pero bueno, ya que me diste semejante oferta que menos que seguirte el rollo y volver a ese maldito bar. Pero yo ya te aviso, como vuelvan a intentar otra tontería destrozo el local hasta que no queden ni los cimientos-lo decía tan fácilmente que parecía una broma, pero la verdad distaba mucho de ser una coña. El recordar a su padre y toda su infancia de mierda le puso de muy mal humor, y a pesar de haber conocido a alguien tan agradable como su compañero cornudo, su ira seguía estando a flor de piel esperando la mínima para saltar.
-Vamos allá entonces, tanto hablar de pasados traumáticos me abre el estómago-otra broma que escondía entre las palabras sus verdaderos sentimientos, una especialidad que Nick fue desarrollando a lo largo de los años para jamás sentirse vulnerable ante alguien.
Sin más preámbulos se dirigió hacia al bar liderando la marcha por si a algún gracioso se le ocurría algo, abriendo las puertas de par en par para ver con satisfacción como los lerdos de antes ya no estaban, y el resto de comensales parecían ignorarles por completo.-Nada mejor que un poco de intimidación de la vieja escuela para conseguir que se te respete un poco-avanzó lentamente por el local hasta sentarse en la misma mesa de antes, notando como había vuelto a ser colocada como si no hubiese pasado nada, y levantó la mano al camarero para llamar su atención mientras esperaba a que su acompañante se sentase con él.
-No me malinterpretes, estoy muy agradecido por la oferta, pero no se yo si la cosa funcionaría. Soy más un lobo solitario que miembro de una camada, aunque tengo que reconocer que estar rodeado de más gente con cuernos desviaría un poco todas las miradas extrañas de mi, solo me falta cambiar la piel y listo-pocas veces había recibido un gesto altruista por parte de alguien, siendo lo normal todo lo contrario, por lo que este ofrecimiento jamás se le olvidaría al joven oni.
-Tranquilo que yo aún tampoco te veo madera de padre, "bro". Pero bueno, ya que me diste semejante oferta que menos que seguirte el rollo y volver a ese maldito bar. Pero yo ya te aviso, como vuelvan a intentar otra tontería destrozo el local hasta que no queden ni los cimientos-lo decía tan fácilmente que parecía una broma, pero la verdad distaba mucho de ser una coña. El recordar a su padre y toda su infancia de mierda le puso de muy mal humor, y a pesar de haber conocido a alguien tan agradable como su compañero cornudo, su ira seguía estando a flor de piel esperando la mínima para saltar.
-Vamos allá entonces, tanto hablar de pasados traumáticos me abre el estómago-otra broma que escondía entre las palabras sus verdaderos sentimientos, una especialidad que Nick fue desarrollando a lo largo de los años para jamás sentirse vulnerable ante alguien.
Sin más preámbulos se dirigió hacia al bar liderando la marcha por si a algún gracioso se le ocurría algo, abriendo las puertas de par en par para ver con satisfacción como los lerdos de antes ya no estaban, y el resto de comensales parecían ignorarles por completo.-Nada mejor que un poco de intimidación de la vieja escuela para conseguir que se te respete un poco-avanzó lentamente por el local hasta sentarse en la misma mesa de antes, notando como había vuelto a ser colocada como si no hubiese pasado nada, y levantó la mano al camarero para llamar su atención mientras esperaba a que su acompañante se sentase con él.
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Desde su más tierna infancia, Jojo habiá amado el sonido de la risa. Quizá por eso tenía gran parte de payaso, y su esencia permanecía aun la de una buena persona. Sonrió al escuchar las carcajadas que tenían tanta parte de verdad como de velo para las emociones que, realmente, escondían. Así era el humor, realmente, una gran farsa con la que enfrentar al mundo de cara y a pecho descubierto.
Incluso aunque el cerúleo parecía ser muy independiente, aunque probablemente aquello realmente fuera tan solo una excusa para no acercarse a nadie que pudiera herirle tanto como lo habría hecho su padre, o eso pensaba Jojo; todo el mundo necesitaba de una familia. Él bien lo sabía, y aunque Nick pareciese fuerte y capaz de enfrentarse a todo él solo, el peso de la propia soledad, de no tener a nadie contigo, realmente podía hacer mella en las almas más fuertes. Aunque claro, él prácticamente, con todo lo que había vivido, había nacido bastante viejo y se había curtido en un campo de batalla que no era el físico. ¡Ah, la resiliencia de los desgraciados! ¿Era acaso esta un subproducto de porqué seguían vivos, o una razón?
Aceptando las condiciones que el violento oni le planteaba, Jojo acabó de escribir una vez el muchacho les vino a tomar la comanda.
—¿Qué os pongo, chicos? —. Jojo señaló el menú del día escrito con faltas en una pequeña pizarra—. Y para usted, ¿caballero?—añadió con sorna hacia el cerúleo.
No podía culpársele de esto, claro está, habiendo tenido él que personalmente encargarse del pequeño destrozo.
Incluso aunque el cerúleo parecía ser muy independiente, aunque probablemente aquello realmente fuera tan solo una excusa para no acercarse a nadie que pudiera herirle tanto como lo habría hecho su padre, o eso pensaba Jojo; todo el mundo necesitaba de una familia. Él bien lo sabía, y aunque Nick pareciese fuerte y capaz de enfrentarse a todo él solo, el peso de la propia soledad, de no tener a nadie contigo, realmente podía hacer mella en las almas más fuertes. Aunque claro, él prácticamente, con todo lo que había vivido, había nacido bastante viejo y se había curtido en un campo de batalla que no era el físico. ¡Ah, la resiliencia de los desgraciados! ¿Era acaso esta un subproducto de porqué seguían vivos, o una razón?
Aceptando las condiciones que el violento oni le planteaba, Jojo acabó de escribir una vez el muchacho les vino a tomar la comanda.
—¿Qué os pongo, chicos? —. Jojo señaló el menú del día escrito con faltas en una pequeña pizarra—. Y para usted, ¿caballero?—añadió con sorna hacia el cerúleo.
No podía culpársele de esto, claro está, habiendo tenido él que personalmente encargarse del pequeño destrozo.
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-Lo mismo amable caballero, al fin y al cabo me invita mi generoso "hermano"-Nick ignoró totalmente las miradas repletas de cuchillos que le soltaba el camarero, ya estaba demasiado acostumbrado a liarla allá por donde pasaba por lo que tener un enemigo más o menos le era indiferente. Pero pensándolo mejor, no quería dejar peor aún impresión en su nuevo amigo por lo que deslizó un par de monedas por la mesa en dirección al hombre.
-Y esto es por las molestias de antes, quizás me pasé un poco y la situación se me fue de las manos, disculpa-sin duda aquel extraño chaval le había ablandado, pero se podía permitir relajarse un poco y bajar la guardia de vez en cuando.
Los minutos pasaron y ambos platos llegaron a la mesa acompañados de dos jarras de cerveza que Nick pidió gustosamente sin cortarse un pelo en añadirlo a la cuenta de Jojo, aprovechándose un poco de su excelsa generosidad. ¿Pero qué iba a hacer cuando el único que parecía tener un trabajo estable era el extraño artista? La vida de vagabundo errante en busca de venganza no es que fuese muy productiva a nivel económico por lo que tiraría de la cartera de su nuevo "mejor amigo" lo que pudiese.
Estaba degustando su filete al punto, ya con media boca llena, cuando una presencia conocida hizo acto de aparición en su campo de visión, tragando resignado a la espera de que los problemas se le acercaran.
-Caballeros, pensé que había quedado claro que no quería volver a ver vuestros caretos cerca de mí o tendría que volver a patearos el trasero-efectivamente, el ser humano era el único animal que tropezaba dos veces en la misma piedra, siendo el claro ejemplo de esto que la misma chusma con la que Nick se había peleado anteriormente había vuelto a aparecer en el establecimiento, rodeando la mesa de ambos cornudos, esta vez con más refuerzos que su último intento.
Esta vez la chusma estaba mucho más confiada no pasando ni un segundo antes de que el cabecilla de estos, el mismo que había recibido un golpe directo al coco por parte de su bastón, amenazase con su espada desenvainada a Jojo, acercando peligrosamente su filo al cuello del demonio.
-Te debiste creer muy fuerte antes, pero ahora será mejor que tú y el engendro que tienes como amigo os arrodilléis y pidáis clemencia antes de que os quitemos esas aberraciones que tenéis en las frentes-lentamente la mano de Nick fue deslizándose hacia el tenedor de su derecha, fingiendo interés en lo que decía el otro para distraerlo.
-Ilumíname entonces y dime que maldita diferencia puede haber de antes a ahora como para que hayáis sacado las cabezas del agujero y os creáis los amos del cotarro-la pregunta no hizo si no aumentar su fanfarronería, hinchando el pecho de orgullo antes de responderle mientras el resto de sus secuaces se reían por lo bajo.
-Ya hemos dado aviso a nuestro capitán sobre la situación y está de camino aquí para darle su merecido a escorias como nosotros, maldecirás el día en que te metiste con la tripulación del capitán ...-su frase fue interrumpida bruscamente cuando el oni se levantó de improvisto y clavó el tenedor en la cuenca de su ojo izquierdo, no teniendo tiempo a reaccionar para nada más que gritar de dolor al caer al suelo, intentando a duras penas quitar el objeto de su ojo mientras poco a poco un charco de sangre se iba formando en el suelo.
La acción pilló desprevenida a toda la sala, quedando todos estupefactos mientras que Nick seguía manteniendo esa cara de póker tan habitual en él.
-Perdona, ¿puedes repetirlo? Es que entre tanto lloro y chapoteos de sangre no escuché bien-se burló del hombre para darle un zapatazo ya en el suelo, mostrando el lado más violento y cruel que esperaba ocultar a Jojo, una tarea en la que fracasó estrepitosamente.
-Así que tú eres el mierdecilla amorfo que se cree con derecho a compartir compartir local con el resto de gente normal, parece que mis chicos no se equivocaban. Esta osadía te saldrá cara engendro-una imponente voz procedente de la entrada de la taberna hizo que todos los allí presentes se callasen para que así reinara así un silencio sepulcral que solo fue roto por el sonido de unos pasos que se aproximaban cada vez más cerca de la mesa donde ambos cornudos seguían sentados.
-Y esto es por las molestias de antes, quizás me pasé un poco y la situación se me fue de las manos, disculpa-sin duda aquel extraño chaval le había ablandado, pero se podía permitir relajarse un poco y bajar la guardia de vez en cuando.
Los minutos pasaron y ambos platos llegaron a la mesa acompañados de dos jarras de cerveza que Nick pidió gustosamente sin cortarse un pelo en añadirlo a la cuenta de Jojo, aprovechándose un poco de su excelsa generosidad. ¿Pero qué iba a hacer cuando el único que parecía tener un trabajo estable era el extraño artista? La vida de vagabundo errante en busca de venganza no es que fuese muy productiva a nivel económico por lo que tiraría de la cartera de su nuevo "mejor amigo" lo que pudiese.
Estaba degustando su filete al punto, ya con media boca llena, cuando una presencia conocida hizo acto de aparición en su campo de visión, tragando resignado a la espera de que los problemas se le acercaran.
-Caballeros, pensé que había quedado claro que no quería volver a ver vuestros caretos cerca de mí o tendría que volver a patearos el trasero-efectivamente, el ser humano era el único animal que tropezaba dos veces en la misma piedra, siendo el claro ejemplo de esto que la misma chusma con la que Nick se había peleado anteriormente había vuelto a aparecer en el establecimiento, rodeando la mesa de ambos cornudos, esta vez con más refuerzos que su último intento.
Esta vez la chusma estaba mucho más confiada no pasando ni un segundo antes de que el cabecilla de estos, el mismo que había recibido un golpe directo al coco por parte de su bastón, amenazase con su espada desenvainada a Jojo, acercando peligrosamente su filo al cuello del demonio.
-Te debiste creer muy fuerte antes, pero ahora será mejor que tú y el engendro que tienes como amigo os arrodilléis y pidáis clemencia antes de que os quitemos esas aberraciones que tenéis en las frentes-lentamente la mano de Nick fue deslizándose hacia el tenedor de su derecha, fingiendo interés en lo que decía el otro para distraerlo.
-Ilumíname entonces y dime que maldita diferencia puede haber de antes a ahora como para que hayáis sacado las cabezas del agujero y os creáis los amos del cotarro-la pregunta no hizo si no aumentar su fanfarronería, hinchando el pecho de orgullo antes de responderle mientras el resto de sus secuaces se reían por lo bajo.
-Ya hemos dado aviso a nuestro capitán sobre la situación y está de camino aquí para darle su merecido a escorias como nosotros, maldecirás el día en que te metiste con la tripulación del capitán ...-su frase fue interrumpida bruscamente cuando el oni se levantó de improvisto y clavó el tenedor en la cuenca de su ojo izquierdo, no teniendo tiempo a reaccionar para nada más que gritar de dolor al caer al suelo, intentando a duras penas quitar el objeto de su ojo mientras poco a poco un charco de sangre se iba formando en el suelo.
La acción pilló desprevenida a toda la sala, quedando todos estupefactos mientras que Nick seguía manteniendo esa cara de póker tan habitual en él.
-Perdona, ¿puedes repetirlo? Es que entre tanto lloro y chapoteos de sangre no escuché bien-se burló del hombre para darle un zapatazo ya en el suelo, mostrando el lado más violento y cruel que esperaba ocultar a Jojo, una tarea en la que fracasó estrepitosamente.
-Así que tú eres el mierdecilla amorfo que se cree con derecho a compartir compartir local con el resto de gente normal, parece que mis chicos no se equivocaban. Esta osadía te saldrá cara engendro-una imponente voz procedente de la entrada de la taberna hizo que todos los allí presentes se callasen para que así reinara así un silencio sepulcral que solo fue roto por el sonido de unos pasos que se aproximaban cada vez más cerca de la mesa donde ambos cornudos seguían sentados.
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Jojo no encontró un momento apropiado para enseñarle la parrafada que había escrito intentando enseñarle cómo debía vivir su vida. O, mejor dicho, una vez lo escribió y repasó le pareció que todo aquello no era más que una crítica, aunque muy amigable, de alguien al que la suerte le había deparado un destino mucho mas amable que al triste hombre azul. Él no era nadie, por amigo que fuese pese a la ilógica de aquello, para decirle como debía vivir... aunque desase en fondo de su alma enseñarle un modo que pudiera hacerle a su parecer ser mucho, pero que mucho más feliz.
Se limitó a seguirle el juego de la amistad reciente, sonriendo y disfrutando de una compañía que por su propia experiencia no tardaría en perder. Así había sido siempre su vida, y aunque atesoraba cada uno de los recueurdos que había compartido como el más puro de los oros, Jojo lamentaba que ninguna de aquellas riquezas se hubiese invertido en nada más que una etérea memoria.
Estaba solo. Llevaba mucho tiempo solo. Y quizá aquello era lo que le obligaba a aferrarse con uñas y dientes a cualquier oportunidad que tenía por hacer algo por los demás. Que le apreciasen, aunque fuera por las razones equivocadas, aunque fuera solo por un rato, aunque aquello implicase que sangrasen su cartera y su alma, era algo que sin duda ansiaba casi tanto como el hacer feliz a los demás.
Pero no entremos en filosofías de las razones egoístas del comportamiento altruista. No cuando la situación se retuerce para nuestros protagonistas tanto, tantisimo, que uno ya tiene un filo posado en el cuello. Porque, como en tantas otras ocasiones, Jojo solo pudo quedarse mirando.
Mirando aquella terrible escena que de sangriento suspense había pasado a macabra pesadilla. Un desarrollo en el que no había podido tener voz ni voto que se añadía a la larga lista de los que ya había pasado en su vida. Paralizado, con la mano en el cuello que había abandonado el filo del hombre que yaciá gritando en el suelo, sintió la necesidad de levantarse.
¿Por qué su primer impulso era intentar... socorrer al herido? O quizás deseaba pegar a Nick, por haber sido tan bruto, despótico y despreciable. Incluso aunque eran vidas de maleantes, eran vidas. Ah, pobre e inocente Jojo...
¿Continuaría siendo así tras lo que iba a pasar? La voz le hizo mirar breve y tímidamente a la puerta del local. Quien había hablado parecía casi como si no se hubiera visto en el espejo. El abhumano, aunque no demonio, ni oni, parecia un horrible y grotesco ogro. Pasando los dos metros y medio tanto a lo ancho como a lo alto, el orondo monstrenco de portentosa constitución hizo crujir las tablas bajo su raídas vestimentas de macabro buda.
No portaba armas, y aquello no solía ser buena señal.
—Te dije que no les quitaras el ojo de enzima, Zane, pero no me refería a algo tan... literal —se mofó con crueldad de su compañero.
Se limitó a seguirle el juego de la amistad reciente, sonriendo y disfrutando de una compañía que por su propia experiencia no tardaría en perder. Así había sido siempre su vida, y aunque atesoraba cada uno de los recueurdos que había compartido como el más puro de los oros, Jojo lamentaba que ninguna de aquellas riquezas se hubiese invertido en nada más que una etérea memoria.
Estaba solo. Llevaba mucho tiempo solo. Y quizá aquello era lo que le obligaba a aferrarse con uñas y dientes a cualquier oportunidad que tenía por hacer algo por los demás. Que le apreciasen, aunque fuera por las razones equivocadas, aunque fuera solo por un rato, aunque aquello implicase que sangrasen su cartera y su alma, era algo que sin duda ansiaba casi tanto como el hacer feliz a los demás.
Pero no entremos en filosofías de las razones egoístas del comportamiento altruista. No cuando la situación se retuerce para nuestros protagonistas tanto, tantisimo, que uno ya tiene un filo posado en el cuello. Porque, como en tantas otras ocasiones, Jojo solo pudo quedarse mirando.
Mirando aquella terrible escena que de sangriento suspense había pasado a macabra pesadilla. Un desarrollo en el que no había podido tener voz ni voto que se añadía a la larga lista de los que ya había pasado en su vida. Paralizado, con la mano en el cuello que había abandonado el filo del hombre que yaciá gritando en el suelo, sintió la necesidad de levantarse.
¿Por qué su primer impulso era intentar... socorrer al herido? O quizás deseaba pegar a Nick, por haber sido tan bruto, despótico y despreciable. Incluso aunque eran vidas de maleantes, eran vidas. Ah, pobre e inocente Jojo...
¿Continuaría siendo así tras lo que iba a pasar? La voz le hizo mirar breve y tímidamente a la puerta del local. Quien había hablado parecía casi como si no se hubiera visto en el espejo. El abhumano, aunque no demonio, ni oni, parecia un horrible y grotesco ogro. Pasando los dos metros y medio tanto a lo ancho como a lo alto, el orondo monstrenco de portentosa constitución hizo crujir las tablas bajo su raídas vestimentas de macabro buda.
No portaba armas, y aquello no solía ser buena señal.
—Te dije que no les quitaras el ojo de enzima, Zane, pero no me refería a algo tan... literal —se mofó con crueldad de su compañero.
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Pocas veces había visto a un humano que le sobrepasase tan sobradamente en altura, y ya puestos a decir, en anchura; el maldito hombre era un coloso que dejaba en ridículo incluso a ambos cornudos.
-Vaya, me alegro de ver que no soy el único que tiene buen humor por estos lares-si Nick se sentía nervioso, al menos no lo aparentaba, habiendo perfeccionado tras tantos años de entreno esa capa de indiferencia a tal nivel que incluso en una situación como esta ni pestañeaba.
-Parece que tenemos al macho alfa de la manada, el que lidera el cotarro. Eso implica que si él cae el resto de la chusma se derrumbará como si de piezas de dominó se tratasen...-una cosa era decirlo y otra hacerlo, el tipo parecía un hueso duro de roer y estaban rodeados de sus lacayos, los cuales lentamente estaban formando un círculo que los encerraba en una especie de arena entre su jefe y ellos.
No tenía ni idea de si J.J. sabía cuidarse por él mismo, pero conociendo lo poco que sabía sobre su pacífica personalidad, todo apuntaba a lo contrario por lo que tendría que cuidar de él.-No sé si colará, pero quizás si intento tirarle del orgullo...-se levantó lentamente de su asiento, agachándose para extraer de un brusco tirón el cubierto de la cara del matón, llevándose todo el ojo con él y terminando por fin con la agonía del pobre imbécil que le había tocado la moral.
-La verdad es que tu amigo fue bastante maleducado y tuve que darle una lección-arrancó el ojo del tenedor y lo dejó caer al suelo, dándole un leve puntapié para que rodase hasta los pies del monje antes de continuar.
-Pero esto no tiene que acabar en violencia, déjanos salir de aquí y no nos volverás a ver en la vida-se llevó las manos a detrás de la espalda y aprovechó para esconder el tenedor en una de las mangas de su chaqueta, por si las moscas.
-Así que por favor, ya he tenido suficiente violencia por un día-dudaba mucho en que el hombre entrase en razón pero no perdía nada por intentarlo al menos.
-Vaya, me alegro de ver que no soy el único que tiene buen humor por estos lares-si Nick se sentía nervioso, al menos no lo aparentaba, habiendo perfeccionado tras tantos años de entreno esa capa de indiferencia a tal nivel que incluso en una situación como esta ni pestañeaba.
-Parece que tenemos al macho alfa de la manada, el que lidera el cotarro. Eso implica que si él cae el resto de la chusma se derrumbará como si de piezas de dominó se tratasen...-una cosa era decirlo y otra hacerlo, el tipo parecía un hueso duro de roer y estaban rodeados de sus lacayos, los cuales lentamente estaban formando un círculo que los encerraba en una especie de arena entre su jefe y ellos.
No tenía ni idea de si J.J. sabía cuidarse por él mismo, pero conociendo lo poco que sabía sobre su pacífica personalidad, todo apuntaba a lo contrario por lo que tendría que cuidar de él.-No sé si colará, pero quizás si intento tirarle del orgullo...-se levantó lentamente de su asiento, agachándose para extraer de un brusco tirón el cubierto de la cara del matón, llevándose todo el ojo con él y terminando por fin con la agonía del pobre imbécil que le había tocado la moral.
-La verdad es que tu amigo fue bastante maleducado y tuve que darle una lección-arrancó el ojo del tenedor y lo dejó caer al suelo, dándole un leve puntapié para que rodase hasta los pies del monje antes de continuar.
-Pero esto no tiene que acabar en violencia, déjanos salir de aquí y no nos volverás a ver en la vida-se llevó las manos a detrás de la espalda y aprovechó para esconder el tenedor en una de las mangas de su chaqueta, por si las moscas.
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Fue demasiado para el espadachín. El dolor que sentía se acentuó aún más al arrancar directo el nervio óptico. Simplemente, se desmayó, presa de un dolor tan profundo que activó directa y reactivamente el mecanismo de su cuerpo para apagarse. No estaba muerto, pero lo parecía, y muchos podrían atestiguar que así era...
Para Jojo también fue demasiado.
El mastodonte se llevó las manos a las caderas, hundiéndose estas en las enormes y pesadas mollas. Arrugó la nariz, aspirando un corto ronquido mientras mascullaba una decisión. El cerúleo, pese a ser un demonio, un oni más precisamente, uno de esos que había leído en sus historias cuando era pequeño, los tenía bien puestos. Sin embargo, la escuchirrimizada caricatura cornuda estaba arrastrándose en torno a su hombre caído, moviendo sus manos nerviosamente alrededor de una herida que sangraba menos de lo que se hubiera esperado.
—Verás, podría dejar todo esto pasar...—dijo, encogiéndose de hombros con cierto divertimento—. Pero ¿cómo me dejaría esto ante mis hombres? ¡Y ante la propia humanidad! Dejar que un par de demonios, de bestias, de jodidas alimañas que no deberían entrar ni bajo techo se salgan con la suya. No, creo que no.
No tenía nada para curarle. Solo podía intentar parar la hemorragia, estabilizarlo, ponerlo de lado para que si vomitase no se ahogara. Y frenético las mirada que lanzaba alrededor no encontraban ningún par de ojos que auxiliaran su clara petición de socorro. ¿No eran sus amigos? ¿No eran sus compañeros? ¿Es que acaso no eran humanos? No lo entendía. Jamás podría entenderlo; aunque lo supiera.
Para Jojo también fue demasiado.
El mastodonte se llevó las manos a las caderas, hundiéndose estas en las enormes y pesadas mollas. Arrugó la nariz, aspirando un corto ronquido mientras mascullaba una decisión. El cerúleo, pese a ser un demonio, un oni más precisamente, uno de esos que había leído en sus historias cuando era pequeño, los tenía bien puestos. Sin embargo, la escuchirrimizada caricatura cornuda estaba arrastrándose en torno a su hombre caído, moviendo sus manos nerviosamente alrededor de una herida que sangraba menos de lo que se hubiera esperado.
—Verás, podría dejar todo esto pasar...—dijo, encogiéndose de hombros con cierto divertimento—. Pero ¿cómo me dejaría esto ante mis hombres? ¡Y ante la propia humanidad! Dejar que un par de demonios, de bestias, de jodidas alimañas que no deberían entrar ni bajo techo se salgan con la suya. No, creo que no.
No tenía nada para curarle. Solo podía intentar parar la hemorragia, estabilizarlo, ponerlo de lado para que si vomitase no se ahogara. Y frenético las mirada que lanzaba alrededor no encontraban ningún par de ojos que auxiliaran su clara petición de socorro. ¿No eran sus amigos? ¿No eran sus compañeros? ¿Es que acaso no eran humanos? No lo entendía. Jamás podría entenderlo; aunque lo supiera.
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Al menos el desgraciado del suelo había dejado de gimotear dándole un pequeño alivio a la cabeza de Nick, el cual estaba a mil intentando analizar la mejor forma de proseguir sin que ambos cornudos acabasen muertos y niquelados en una pica. Una mirada de reojo hacia su aliado confirmó sus sospechas, guardándose para sí mismo un suspiro de pura decepción.-J.J. es demasiado bueno para un mundo de mierda como este, y lamentablemente, ahora necesito a mi lado a otro capullo, no a María Teresa de Calcuta-eran ampliamente superados en número, teniendo a toda la banda restante de aquel capullo haciendo un coro como retrasados listos para ver como su capitán les daba su merecido.
Esto anulaba cualquier salida posible que no fuese la de detrás del grandullón, teniendo que quitarlo de en medio si querían largarse.-Vaya, la verdad es que si eres igual de bueno combatiendo que siendo original con los insultos no tengo nada de que preocuparme, capitán racista-retrocedió levemente hasta colocarse al lado de J.J. intentando que al chinchar al hombre este fuese acercándose hacia ellos y dejase la salida un poco más desprotegida.
-J.J. deja a ese maldito desgraciado ahora mismo, él se lo buscó, era él o yo; y ahora necesito de toda tu atención si queremos salir de aquí-susurró de tal manera que solo su compañero pudiese escucharlo.-Cuando veas mi señal quiero que aproveches la confusión que voy a generar y salgas corriendo como un cabrón de aquí. Busca al sheriff, a la marina o a quien cojones sea, pero estoy seguro de que ese imbécil tendrá un wanted sobre su cabeza y habrá alguien que quiera deshacerse de esa escoria. Así que déjate de lloriquear, levántate y no mires atrás hasta que vuelvas con refuerzos-le dio un suave apretón en el hombro indicando que confiaba en él para luego volver a girarse hacia el jefe de la banda.
-No sé como demonios me la estoy jugando así, pero mejor intentar que se largue de aquí si se iba a quedar paralizado sin hacer anda. Sería un estorbo más que otra cosa, y ya estamos suficientemente jodidos como para ponernos más obstáculos-esto le llevaba a la parte jodida del plan: ser la carnaza. Jamás había actuado en ese papel, siendo habitual que engañase a algún pringado para que cargase con todo, pero como dice el dicho "siempre hay una primera vez para todo".
-Acércate aquí grandullón, este demonio sintecho tiene algo que decirte-se acercó lentamente hasta el otro hombre dejando una leve distancia prudencial, quedándose callado un par de segundos mientras preparaba su tenedor oculto.-Me puedes chupar todos los cuernos, capullo-y de repente sacaría el tenedor, intentando clavárselo en la cara mientras lo placaba con toda su fuerza esperando al menos mantenerlo inmovilizado unos valiosos segundos para que J.J. huyese del lugar, siempre y cuando se diese cuenta que esa era la famosa señal que le había indicado momentos antes.
Esto anulaba cualquier salida posible que no fuese la de detrás del grandullón, teniendo que quitarlo de en medio si querían largarse.-Vaya, la verdad es que si eres igual de bueno combatiendo que siendo original con los insultos no tengo nada de que preocuparme, capitán racista-retrocedió levemente hasta colocarse al lado de J.J. intentando que al chinchar al hombre este fuese acercándose hacia ellos y dejase la salida un poco más desprotegida.
-J.J. deja a ese maldito desgraciado ahora mismo, él se lo buscó, era él o yo; y ahora necesito de toda tu atención si queremos salir de aquí-susurró de tal manera que solo su compañero pudiese escucharlo.-Cuando veas mi señal quiero que aproveches la confusión que voy a generar y salgas corriendo como un cabrón de aquí. Busca al sheriff, a la marina o a quien cojones sea, pero estoy seguro de que ese imbécil tendrá un wanted sobre su cabeza y habrá alguien que quiera deshacerse de esa escoria. Así que déjate de lloriquear, levántate y no mires atrás hasta que vuelvas con refuerzos-le dio un suave apretón en el hombro indicando que confiaba en él para luego volver a girarse hacia el jefe de la banda.
-No sé como demonios me la estoy jugando así, pero mejor intentar que se largue de aquí si se iba a quedar paralizado sin hacer anda. Sería un estorbo más que otra cosa, y ya estamos suficientemente jodidos como para ponernos más obstáculos-esto le llevaba a la parte jodida del plan: ser la carnaza. Jamás había actuado en ese papel, siendo habitual que engañase a algún pringado para que cargase con todo, pero como dice el dicho "siempre hay una primera vez para todo".
-Acércate aquí grandullón, este demonio sintecho tiene algo que decirte-se acercó lentamente hasta el otro hombre dejando una leve distancia prudencial, quedándose callado un par de segundos mientras preparaba su tenedor oculto.-Me puedes chupar todos los cuernos, capullo-y de repente sacaría el tenedor, intentando clavárselo en la cara mientras lo placaba con toda su fuerza esperando al menos mantenerlo inmovilizado unos valiosos segundos para que J.J. huyese del lugar, siempre y cuando se diese cuenta que esa era la famosa señal que le había indicado momentos antes.
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El rostro de Jojo estaba sombrío. Tan oscuro como se había vuelto el mundo ante él. Y por si fuera poco, con todo lo que tenía ya, con todo lo que padecía en aquel momento su alma tan pura, inocente, clara y vivaz, Nick le mentió a la cara. Su único amigo allí, del que más que seguro dependía su vida, le mintió a la cara. Lo peor es que siquiera se daba cuenta de aquello. Era un inconsciente, un cerúleo muchacho de lengua de plata incapaz de darse cuenta de que lo que había hecho no era, ni de lejos, adecuado. Podría justificarlo como quisiese, para él y para otros, pero no llevaba en absoluto razón.
No en eso al menos.
Se preparó para correr, para huir, porque no podía hacer otra cosa allí salvo lo que le habían mandado. E incluso aquello le iba a ser difícil sin poder gritar. Por un momento no se preocupó en pensar en que era un Agente, en total oposición a la facción que dirigía la isla. Necesitaba ayuda. Ambos la necesitaban para enfrentarse a él, a sus pecados y a los de sus padres.
Corrió poco después de la acometida de su compañero, pero tropezó. O más bien le hicieron tropezar.
Los protagonistas se habían olvidado de la presencia del resto del elenco que, como buenos secundarios, ocupaban el alrededor de la trama. Y un traspiés le sucedió una patada, y luego otra, y luego otra. Una cosa era enfrentarse al que los había humillado, frente al que no tenían posibilidad, y otra era pagar aquel mal trago con un escuchirrimizado insecto al que fácilmente podían aplastar.
El pobre mudo se cubrió la cabeza todo lo bien que pudo, pero cada golpe era enviado con crueldad. A la espalda, al costado, a los riñones, a las rodillas. Y, finalmente, a la cabeza.
—¡Joder! —gritó el atrevido, su pie anclado y sangrando por la espita de afilado hueso. Tras sacarla, le dio un pisotón—¡Mira lo que has hecho, bicho!
No podía hacer siquiera el intento de levantarse. No teniá fuerzas entre el dañino caos que le rodeaba. No tenía siquiera la oportunidad. No aguantaría mucho, de eso estaba seguro. En su corazón, cuando este no era ocupado por el dolor que sentía, solo podría haber hueco para la desesperación. Pero Jojo era de otra casta; allí, oculto tras los sordos gritos que exhalaba su muda garganta, había un breve destello de esperanza.
No en eso al menos.
Se preparó para correr, para huir, porque no podía hacer otra cosa allí salvo lo que le habían mandado. E incluso aquello le iba a ser difícil sin poder gritar. Por un momento no se preocupó en pensar en que era un Agente, en total oposición a la facción que dirigía la isla. Necesitaba ayuda. Ambos la necesitaban para enfrentarse a él, a sus pecados y a los de sus padres.
Corrió poco después de la acometida de su compañero, pero tropezó. O más bien le hicieron tropezar.
Los protagonistas se habían olvidado de la presencia del resto del elenco que, como buenos secundarios, ocupaban el alrededor de la trama. Y un traspiés le sucedió una patada, y luego otra, y luego otra. Una cosa era enfrentarse al que los había humillado, frente al que no tenían posibilidad, y otra era pagar aquel mal trago con un escuchirrimizado insecto al que fácilmente podían aplastar.
El pobre mudo se cubrió la cabeza todo lo bien que pudo, pero cada golpe era enviado con crueldad. A la espalda, al costado, a los riñones, a las rodillas. Y, finalmente, a la cabeza.
—¡Joder! —gritó el atrevido, su pie anclado y sangrando por la espita de afilado hueso. Tras sacarla, le dio un pisotón—¡Mira lo que has hecho, bicho!
No podía hacer siquiera el intento de levantarse. No teniá fuerzas entre el dañino caos que le rodeaba. No tenía siquiera la oportunidad. No aguantaría mucho, de eso estaba seguro. En su corazón, cuando este no era ocupado por el dolor que sentía, solo podría haber hueco para la desesperación. Pero Jojo era de otra casta; allí, oculto tras los sordos gritos que exhalaba su muda garganta, había un breve destello de esperanza.
Nick Valentine
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El plan de Nick demostró estar poco pulido, notando con desesperación como su ataque sorpresa no fue ni la mitad de efectivo de lo que pensaba, pudiendo efectivamente tumbar al grandullón pero sin poder clavarle el tenedor, siendo este bastante más rápido de lo que semejaba y pudo anteponerse al golpe con su antebrazo.
-Ahora sí que me has agotado la paciencia maldito insecto-no mostró signo alguno de dolor ante el cubierto clavado en pleno brazo, pareciendo casi que no había sido dañado si no fuese por unas pequeñas gotas de sangre que empezaban a deslizarse por la extremidad expuesta, la cual estaba empezando a empujar en contra del oni para sacárselo de encima con suma facilidad.
-Molestar a capullos es mi especialidad-intentó parecer confiado mientras seguía forcejeando encima del colosal cuerpo de su enemigo por clavar más profundo su improvisada arma, volcando todos sus esfuerzos en mantenerlo tumbado en el suelo para que J.J. escapase de ese maldito local. Pero como no, el resto de imbéciles lameculos decidieron armarse de "agallas" y la tomaron con su pobre compañero, el cual no tenía nada que ver con sus malditos impulsos agresivos.
-¡Ey malditos, dejadlo ir ahora mismo, el problema lo tenéis conmigo!-gritó desesperado al ver como la inocente alma de su nuevo compañero mudo estaba recibiendo una brutal paliza por la mala suerte de haberle conocido, otra buena persona que sufría las consecuencias de asociarse con él.
-No deberías bajar la guardia, ya tienes suficiente conmigo como para preocuparte por tu amiguito-dijo con sorna el capitán, aprovechándose del momento de distracción de Nick para reunir sus fuerzas y finalmente empujarle para sacárselo de encima, levantándose al instante para agarrar del cuello el cuerpo postrado del oni con una mano.
-Tranquilo, que también tenemos para ti. Pero antes quiero que veas lo que le pasa a aquellos que no saben callarse la boca y agachar la cabeza-giró la cabeza de Nick para obligarle a mirar mientras el demonio estaba siendo golpeado, teniendo que morderse los labios para no gritar de la desesperación, generando un pequeño hilo de sangre que le caía de la boca.
-Todo esto es culpa mía, si me hubiese quedado callado nada de esto hubiera sucedido. ¿Por qué cojones siempre me pasa lo mismo? Pero no, no puedo aprender de mis errores y ahora una de las pocas personas que no me trató como un monstruo está pagando el pato por mi maldita histeria. Joder, joder, joder, tengo que salvarle-todos los músculos del oni se estaban tensando cada vez más, intentando sacar fuerza de donde no había...hasta que súbitamente fue capaz de darle una patada en plena tibia a su captor, consiguiendo por fin safar de su agarre para caer al suelo justo delante de él.
-OS DIJE QUE LE DEJARAIS EN PAZ-y sin saber muy bien como, lanzó un potente gancho directo a la barbilla del capitán, notando como si de repente tuviese mucha más fuerza que antes y que su brazo volase solo, impactando de tal manera en la cara de este que de un solo golpe fue capaz de alzarlo levemente para volver a dejarlo tumbado en el suelo, algo casi imposible teniendo en cuenta la diferencia de tamaño entre ambos combatientes.
-¿Qué cojones?-si el oni hubiese querido volver a hacerlo no sabía si sería capaz, pero le daba igual, lo importante era que no fue el único que quedó estupefacto ante esa demostración insólita de fuerza, teniendo a toda la calaña que antes se encargaba de palizar a J.J. sin mover un músculo del asombro, momento que aprovechó para por fin desenvainar su bastón y tras una larga zancada, lanzar un barrido que tumbaría a los maleantes.
-Huye y no mires atrás, vamos, vamos-empujó al propio J.J. con el arma, haciendo palanca con el suelo de tal manera que saliese expulsado hacia la salida, sabiendo que la única esperanza de sobrevivir sería que viniesen refuerzos. Estaban totalmente rodeados y la sorpresa inicial no iba a durar mucho, aparte de que estaba seguro de que no iba a tener la suerte de haber dejado KO al grandullón de un solo golpe.
-Si al menos supiese como cojones lo hice...-se maldijo a si mismo mientras movía acrobáticamente el arma y se ponía en una posición defensiva, listo para cubrir a su nuevo amigo el tiempo que pudiese.
-Ahora sí que me has agotado la paciencia maldito insecto-no mostró signo alguno de dolor ante el cubierto clavado en pleno brazo, pareciendo casi que no había sido dañado si no fuese por unas pequeñas gotas de sangre que empezaban a deslizarse por la extremidad expuesta, la cual estaba empezando a empujar en contra del oni para sacárselo de encima con suma facilidad.
-Molestar a capullos es mi especialidad-intentó parecer confiado mientras seguía forcejeando encima del colosal cuerpo de su enemigo por clavar más profundo su improvisada arma, volcando todos sus esfuerzos en mantenerlo tumbado en el suelo para que J.J. escapase de ese maldito local. Pero como no, el resto de imbéciles lameculos decidieron armarse de "agallas" y la tomaron con su pobre compañero, el cual no tenía nada que ver con sus malditos impulsos agresivos.
-¡Ey malditos, dejadlo ir ahora mismo, el problema lo tenéis conmigo!-gritó desesperado al ver como la inocente alma de su nuevo compañero mudo estaba recibiendo una brutal paliza por la mala suerte de haberle conocido, otra buena persona que sufría las consecuencias de asociarse con él.
-No deberías bajar la guardia, ya tienes suficiente conmigo como para preocuparte por tu amiguito-dijo con sorna el capitán, aprovechándose del momento de distracción de Nick para reunir sus fuerzas y finalmente empujarle para sacárselo de encima, levantándose al instante para agarrar del cuello el cuerpo postrado del oni con una mano.
-Tranquilo, que también tenemos para ti. Pero antes quiero que veas lo que le pasa a aquellos que no saben callarse la boca y agachar la cabeza-giró la cabeza de Nick para obligarle a mirar mientras el demonio estaba siendo golpeado, teniendo que morderse los labios para no gritar de la desesperación, generando un pequeño hilo de sangre que le caía de la boca.
-Todo esto es culpa mía, si me hubiese quedado callado nada de esto hubiera sucedido. ¿Por qué cojones siempre me pasa lo mismo? Pero no, no puedo aprender de mis errores y ahora una de las pocas personas que no me trató como un monstruo está pagando el pato por mi maldita histeria. Joder, joder, joder, tengo que salvarle-todos los músculos del oni se estaban tensando cada vez más, intentando sacar fuerza de donde no había...hasta que súbitamente fue capaz de darle una patada en plena tibia a su captor, consiguiendo por fin safar de su agarre para caer al suelo justo delante de él.
-OS DIJE QUE LE DEJARAIS EN PAZ-y sin saber muy bien como, lanzó un potente gancho directo a la barbilla del capitán, notando como si de repente tuviese mucha más fuerza que antes y que su brazo volase solo, impactando de tal manera en la cara de este que de un solo golpe fue capaz de alzarlo levemente para volver a dejarlo tumbado en el suelo, algo casi imposible teniendo en cuenta la diferencia de tamaño entre ambos combatientes.
-¿Qué cojones?-si el oni hubiese querido volver a hacerlo no sabía si sería capaz, pero le daba igual, lo importante era que no fue el único que quedó estupefacto ante esa demostración insólita de fuerza, teniendo a toda la calaña que antes se encargaba de palizar a J.J. sin mover un músculo del asombro, momento que aprovechó para por fin desenvainar su bastón y tras una larga zancada, lanzar un barrido que tumbaría a los maleantes.
-Huye y no mires atrás, vamos, vamos-empujó al propio J.J. con el arma, haciendo palanca con el suelo de tal manera que saliese expulsado hacia la salida, sabiendo que la única esperanza de sobrevivir sería que viniesen refuerzos. Estaban totalmente rodeados y la sorpresa inicial no iba a durar mucho, aparte de que estaba seguro de que no iba a tener la suerte de haber dejado KO al grandullón de un solo golpe.
-Si al menos supiese como cojones lo hice...-se maldijo a si mismo mientras movía acrobáticamente el arma y se ponía en una posición defensiva, listo para cubrir a su nuevo amigo el tiempo que pudiese.
Hush
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El dolor persistió en su cuerpo, pero fue consciente de que no se agolpaba con la misma intensidad. El mundo se movía como un líquido espeso, y el sonido llegaba a él tras quedar enmudecido por la palpitación de la sangre en su cabeza. Miró hacia arriba para ver al guerrero azul, y el impulso que este le dió le fue suficiente para ponerse en pie.
Trastabillando comenzó a levantarse, apoyándose en los muebles a su paso. Una mesa, un par de sillas, luego otra mesa. La puerta estaba cerca. Podría salir. Podría irse. Y entonces escuchó los golpes a su espalda, los gritos: la pelea. Se detuvo, y escupió. Sentía asco, no solo por la paliza, si no por su propia debilidad. Física y moral. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo era capaz de dejarle allí?
Obviamente el dolor no le dejaba pensar con claridad. La rabia, la impotencia, habían dominado sus actos que antes del daño habían sido tan claros. No tenía ninguna oportunidad contra ellos, ni siquiera cuando el grandullón estaba ya en el suelo. Pero joder si iba a intentarlo. Con los ojos hinchados se dio la vuelta, alzando unos temblorosos puños que debía bajar para buscar una muleta en los muebles que recorría de vuelta.
—¿Qué demonios estás haciendo?—dijo el demonio, a su espalda, con una seriedad hosca.
Le miró, casi con miedo a girarse, con un rostro que le imploraba algo más que el simple perdón. Su tío se quedó allí, dedicándole una mirada de reptil. Luego suspiró. Por fortuna para Jojo, su tío siempre había sentido debilidad por el miembro más desamparado de su familia. El monstruo trajeado de más de dos metros, crujió su cuello un par de veces. Había tenido un día largo, prácticamente burocrático en su totalidad, y no le vendría mal estirar un poco los músculos.
Claro que ninguno de los allí presentes sería -realmente- capaz de verlo.
Trastabillando comenzó a levantarse, apoyándose en los muebles a su paso. Una mesa, un par de sillas, luego otra mesa. La puerta estaba cerca. Podría salir. Podría irse. Y entonces escuchó los golpes a su espalda, los gritos: la pelea. Se detuvo, y escupió. Sentía asco, no solo por la paliza, si no por su propia debilidad. Física y moral. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo era capaz de dejarle allí?
Obviamente el dolor no le dejaba pensar con claridad. La rabia, la impotencia, habían dominado sus actos que antes del daño habían sido tan claros. No tenía ninguna oportunidad contra ellos, ni siquiera cuando el grandullón estaba ya en el suelo. Pero joder si iba a intentarlo. Con los ojos hinchados se dio la vuelta, alzando unos temblorosos puños que debía bajar para buscar una muleta en los muebles que recorría de vuelta.
—¿Qué demonios estás haciendo?—dijo el demonio, a su espalda, con una seriedad hosca.
Le miró, casi con miedo a girarse, con un rostro que le imploraba algo más que el simple perdón. Su tío se quedó allí, dedicándole una mirada de reptil. Luego suspiró. Por fortuna para Jojo, su tío siempre había sentido debilidad por el miembro más desamparado de su familia. El monstruo trajeado de más de dos metros, crujió su cuello un par de veces. Había tenido un día largo, prácticamente burocrático en su totalidad, y no le vendría mal estirar un poco los músculos.
Claro que ninguno de los allí presentes sería -realmente- capaz de verlo.
Nick Valentine
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Nick sabía que estaba jodido no, lo siguiente. No tuvo que esperar ni un segundo antes de notar como uno de los bufones que rodeaba la tienda aprovechaba su flanco derecho para darle un botellazo en plena cabeza que le hizo caer de rodillas, soltando el bastón de forma instintiva para llevar una mano a su pelo intentando sin resultado alguno detener un poco de la hemorragia que amenazaba con desangrarle. Pero eso de poco servía cuando el resto de matones se lanzó sobre él, solo teniendo tiempo para apretar la mandíbula, cerrar los ojos y mentalizarse, empezando a realizar una oleada de golpes por todas direcciones.
Al menos J.J. pudo huir-saber que su amigo estaría a salvo le tranquilizaba levemente, no contaba con sobrevivir el tiempo suficiente como para que llegasen los refuerzos, pero al menos podía decir que al final de sus días había hecho una buena obra. Dudaba que eso cambiase la balanza kármica de tanto tiempo engatusando a pobres ignorantes o todas las veces que se metía en peleas porque sí, pero se podía ir tranquilo al otro barrio sabiendo que al final Nick Valentine no era tan mala persona.
-¿Qué? No,no,no ¡huye!-notaba como la cabeza le daba mil vueltas y la sangre empezaba a taparle la visión, pero juraría haber podido divisar la figura del demonio dándose la vuelta, haciendo el amago de defenderle. ¿Acaso era imbécil? ¿En serio iba a mandar al carajo su sacrificio?¿No sabía que era mejor vivir para luchar otro día? Intentó alzar un brazo para hacerle un gesto de que se largase, pero de nada sirvió, cayendo inconsciente de la paliza justo antes de divisar como una colosal figura aparecía detrás del esbelto cuerpo de J.J.
Se hizo el silencio absoluto en la sala en el momento en que los malhechores divisaron la colosal figura del tío de J.J., una copia aún más colosal y amenazante de su sobrino, el cual en cuestión de segundos realizó numerosos sorus acompañados de shigans que acabaron con la vida de los maleantes, apuntando a su cuello con una precisión quirúrgica.
-Menudo desastre has montando Jojo, se suponía que tu trabajo era el pasar desapercibido y alertar de cualquier amenaza. ¿Y qué me encuentro cuando voy a ver que tal le está yendo a mi sobrino? Una banda entera de piratas apunto de masacrarlo después de destrozar un bar. Pensaba que estabas preparado, pero parece que me equivocaba...-miró con reproche al otro demonio para luego sacar un pañuelo de su bolsillo y limpiar como si nada el único dedo que tenía manchado de sangre.
-Parece que el capitán sigue inconsciente...si mi memoria no falla se trata de Zevhir "Mad Monk", 5.000.000 por su cabeza-alzó el cuerpo inerte del monje con una solo mano sin mostrar esfuerzo alguno, cargándolo en el hombro cual saco de patatas antes de continuar.
-Tenemos suerte de que todos los testigos hubiesen huido antes de mi intervención o habría que dar muchas explicaciones-realizando una visual del local finalmente el demonio dio con el motivo por el que su sobrino había mandado al infierno toda la operación, mirando el cuerpo dañado de Nick con disgusto antes de darle un pequeño puntapié y ver que seguía vivo.
-¿Así que este pequeño hortera fue el motivo de todo este caos?...Viendo su peculiar aspecto me recuerda a las descripciones dadas por un tal Nick Valentine, pocos onis se ven por estos mares por lo que estoy seguro de que tiene que ser él-un cabeceo por parte de J.J. fue la confirmación que necesitaba para asegurar la identidad del extraño joven.
-Tienes suerte Jojo, en situaciones normales después de tanto alboroto se te daría una reprimenda por parte de los altos cargos. No es normal que un agente infiltrado se viese envuelto en una pelea de bar contra una panda de mindundis como estos arriesgando toda la operación en el proceso, pero gracias a que tu peculiar "amigo" sigue vivo, creo que podremos cargarle todo el peso de esta cagada a él.
No esperó a ver la reacción de su sobrino antes de continuar hablando, suponiendo que iba a intentar interrumpirlo debido a su alma benevolente.
-Tranquilo, no le haré nada, un piltrafilla como él no merece mi tiempo. Simplemente diremos que el causante de todo este embrollo fue él, y que tú aprovechaste la situación para ayudar a neutralizar a un criminal buscado. Le daremos primeros auxilios y antes de que abra los ojos se verá metido en su barca como si nada de esto hubiera pasado-cargó al oni en su otro hombro para luego acercarse a Jojo y dejar reposar una de sus grandes manos en su hombro, apretándolo suavemente en señal de reconfonforte.
-Mientras tanto, enhorabuena, te has ganado una pequeña recomendación por mi parte gracias a que has apaciguado a un criminal buscado-sin más preámbulos lanzó el cuerpo de Nick hacia el joven esperando que lo cogiese al vuelo.
-Carga tú con tu amiguito hasta el punto de encuentro, llevaré yo a este que pesa más. Tengo que admitir que para ser de tus primeras misiones de campo el resultado ha sido muy...interesante. Ahora mueve el culo ya, tienes mucho papeleo que rellenar-y sin esperar se propulsó con otro soru rumbo al punto de encuentro, esperando que su sobrino pudiese seguirle el ritmo.
Al menos J.J. pudo huir-saber que su amigo estaría a salvo le tranquilizaba levemente, no contaba con sobrevivir el tiempo suficiente como para que llegasen los refuerzos, pero al menos podía decir que al final de sus días había hecho una buena obra. Dudaba que eso cambiase la balanza kármica de tanto tiempo engatusando a pobres ignorantes o todas las veces que se metía en peleas porque sí, pero se podía ir tranquilo al otro barrio sabiendo que al final Nick Valentine no era tan mala persona.
-¿Qué? No,no,no ¡huye!-notaba como la cabeza le daba mil vueltas y la sangre empezaba a taparle la visión, pero juraría haber podido divisar la figura del demonio dándose la vuelta, haciendo el amago de defenderle. ¿Acaso era imbécil? ¿En serio iba a mandar al carajo su sacrificio?¿No sabía que era mejor vivir para luchar otro día? Intentó alzar un brazo para hacerle un gesto de que se largase, pero de nada sirvió, cayendo inconsciente de la paliza justo antes de divisar como una colosal figura aparecía detrás del esbelto cuerpo de J.J.
Se hizo el silencio absoluto en la sala en el momento en que los malhechores divisaron la colosal figura del tío de J.J., una copia aún más colosal y amenazante de su sobrino, el cual en cuestión de segundos realizó numerosos sorus acompañados de shigans que acabaron con la vida de los maleantes, apuntando a su cuello con una precisión quirúrgica.
-Menudo desastre has montando Jojo, se suponía que tu trabajo era el pasar desapercibido y alertar de cualquier amenaza. ¿Y qué me encuentro cuando voy a ver que tal le está yendo a mi sobrino? Una banda entera de piratas apunto de masacrarlo después de destrozar un bar. Pensaba que estabas preparado, pero parece que me equivocaba...-miró con reproche al otro demonio para luego sacar un pañuelo de su bolsillo y limpiar como si nada el único dedo que tenía manchado de sangre.
-Parece que el capitán sigue inconsciente...si mi memoria no falla se trata de Zevhir "Mad Monk", 5.000.000 por su cabeza-alzó el cuerpo inerte del monje con una solo mano sin mostrar esfuerzo alguno, cargándolo en el hombro cual saco de patatas antes de continuar.
-Tenemos suerte de que todos los testigos hubiesen huido antes de mi intervención o habría que dar muchas explicaciones-realizando una visual del local finalmente el demonio dio con el motivo por el que su sobrino había mandado al infierno toda la operación, mirando el cuerpo dañado de Nick con disgusto antes de darle un pequeño puntapié y ver que seguía vivo.
-¿Así que este pequeño hortera fue el motivo de todo este caos?...Viendo su peculiar aspecto me recuerda a las descripciones dadas por un tal Nick Valentine, pocos onis se ven por estos mares por lo que estoy seguro de que tiene que ser él-un cabeceo por parte de J.J. fue la confirmación que necesitaba para asegurar la identidad del extraño joven.
-Tienes suerte Jojo, en situaciones normales después de tanto alboroto se te daría una reprimenda por parte de los altos cargos. No es normal que un agente infiltrado se viese envuelto en una pelea de bar contra una panda de mindundis como estos arriesgando toda la operación en el proceso, pero gracias a que tu peculiar "amigo" sigue vivo, creo que podremos cargarle todo el peso de esta cagada a él.
No esperó a ver la reacción de su sobrino antes de continuar hablando, suponiendo que iba a intentar interrumpirlo debido a su alma benevolente.
-Tranquilo, no le haré nada, un piltrafilla como él no merece mi tiempo. Simplemente diremos que el causante de todo este embrollo fue él, y que tú aprovechaste la situación para ayudar a neutralizar a un criminal buscado. Le daremos primeros auxilios y antes de que abra los ojos se verá metido en su barca como si nada de esto hubiera pasado-cargó al oni en su otro hombro para luego acercarse a Jojo y dejar reposar una de sus grandes manos en su hombro, apretándolo suavemente en señal de reconfonforte.
-Mientras tanto, enhorabuena, te has ganado una pequeña recomendación por mi parte gracias a que has apaciguado a un criminal buscado-sin más preámbulos lanzó el cuerpo de Nick hacia el joven esperando que lo cogiese al vuelo.
-Carga tú con tu amiguito hasta el punto de encuentro, llevaré yo a este que pesa más. Tengo que admitir que para ser de tus primeras misiones de campo el resultado ha sido muy...interesante. Ahora mueve el culo ya, tienes mucho papeleo que rellenar-y sin esperar se propulsó con otro soru rumbo al punto de encuentro, esperando que su sobrino pudiese seguirle el ritmo.
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