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Ah, la risa. Qué hermosas eran las carcajadas que brotaban desde el corazón. Desde las que manaban gracias a lo absurdo o a una puñalada certera. No había sonido más bonito en este mundo para los oídos de un payaso. Al menos, siempre y cuando fuera dentro de su espectáculo. No eran pocos los pagliacci que llevaban muy mal eso que confundieran su acto con su verdadera vida. De hecho, cualquier persona normal se habría ofendido al menos un poco al encontrarse aquella descarada burla de frente, resonando en el eco de una mañana bien temprana.
Sin embago Jojo sonrió. Era anormal. Goo también lo era. Un dúo de anormales. Apropiado, ciertamente, que les juntasen para entrenar.
Como agente de mayor rango le había sido adjudicado aquel irregular pupilo que había demostrado con creces ser un prodigio. Pero no todo era liarse a ostias. No todo era una cuestión de física. Aunque él no estaba allí para juzgar eso, simplemente le habían encomendado la tarea de enseñarle algo de provecho a una pieza más del juego. Una que, con espiritu de legionario, el gobierno necesitaba en plena forma.
Para echarle más leña al chiste, Jojo se señaló con ambos pulgares con el descaro de un showman. "That's me". Luego introdujo la mano en su viejo traje marrón descolorido y remendado, sacando un pequeño fajo de las tarjetas que había preparado la noche anterior.
"0 Encantado de conocerte. Soy el Agente Hush y soy mudo"
"1 No vengo a venderte estampitas ni pedirte dinero"
"2 Aunque si quieres puedes darme algo, lo donaré a una buena causa"
"3 Me gustan las mujeres altas, la pasta bologñesa y el arte"
"4 Seré tu tutor. Pero para enseñarte algo debes enseñarme quién eres y quién quieres ser"
"5 ¿Cómo y por qué te uniste al cuerpo?"
"6 ¿Comida preferida?
"7 ¿Cuál es tu sueño?"
"8 ¿Puedo dibujarte?"
"9 ¿Tienes alguna técnica que quieras desarrollar en mente?"
"10 Si tienes preguntas que hacerme, hazlas de Si o No."
La charla era algo extremadamente necesario a la hora de enseñar a alguien. ¿Si no, cómo iban a tener buenos recuerdos de sus lecciones? No había peor cosa que un profesor que no hablaba de lo que le gustaba, o de su vida y problemas personales. Jojo abrió las puertas de las naves de entrenamiento de par en par, levantando su pesada bolsa de tela mientras saludaba a los que se habían levantado aún más temprano -o perduraban del turno de noche- al paso. Cada sección estaba delimitada por gruesos paneles de cristal -algunos ya fracturados- que les aislaban sin dar la más mínima privacidad.
Eran estupendos para jugar al squash.
Sin embago Jojo sonrió. Era anormal. Goo también lo era. Un dúo de anormales. Apropiado, ciertamente, que les juntasen para entrenar.
Como agente de mayor rango le había sido adjudicado aquel irregular pupilo que había demostrado con creces ser un prodigio. Pero no todo era liarse a ostias. No todo era una cuestión de física. Aunque él no estaba allí para juzgar eso, simplemente le habían encomendado la tarea de enseñarle algo de provecho a una pieza más del juego. Una que, con espiritu de legionario, el gobierno necesitaba en plena forma.
Para echarle más leña al chiste, Jojo se señaló con ambos pulgares con el descaro de un showman. "That's me". Luego introdujo la mano en su viejo traje marrón descolorido y remendado, sacando un pequeño fajo de las tarjetas que había preparado la noche anterior.
"0 Encantado de conocerte. Soy el Agente Hush y soy mudo"
"1 No vengo a venderte estampitas ni pedirte dinero"
"2 Aunque si quieres puedes darme algo, lo donaré a una buena causa"
"3 Me gustan las mujeres altas, la pasta bologñesa y el arte"
"4 Seré tu tutor. Pero para enseñarte algo debes enseñarme quién eres y quién quieres ser"
"5 ¿Cómo y por qué te uniste al cuerpo?"
"6 ¿Comida preferida?
"7 ¿Cuál es tu sueño?"
"8 ¿Puedo dibujarte?"
"9 ¿Tienes alguna técnica que quieras desarrollar en mente?"
"10 Si tienes preguntas que hacerme, hazlas de Si o No."
La charla era algo extremadamente necesario a la hora de enseñar a alguien. ¿Si no, cómo iban a tener buenos recuerdos de sus lecciones? No había peor cosa que un profesor que no hablaba de lo que le gustaba, o de su vida y problemas personales. Jojo abrió las puertas de las naves de entrenamiento de par en par, levantando su pesada bolsa de tela mientras saludaba a los que se habían levantado aún más temprano -o perduraban del turno de noche- al paso. Cada sección estaba delimitada por gruesos paneles de cristal -algunos ya fracturados- que les aislaban sin dar la más mínima privacidad.
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Aburrimiento, uno pesado. Goo dio un largo bostezo cuando su tutor le mostraba las cartas una a una. ¿Cómo iba a recordarlas a todas? Hacía el mejor esfuerzo, porque preguntarle si podía mostrárselas de nuevo sería ridículo e incómodo. No quería ni imaginarse la situación. Estaba concentrado, o al menos lo intentaba, había un insecto volador que le ponía los nervios de punta. «Pequeño bicho irrelevante y asqueroso, atrévete a acercarte», pensaba. Y para cuando el bicho se fue las cartas también lo habían hecho.
—Encantado, tutor Jush. Se aprecia la generosidad de sus palabras en tan encantador cuartel que nos acoge de este nocivo mundo. La vida como agente es increíble y debo coincidir con ust... Está bien, no leí las cartas —desmintió su intento de alguien que no estudió para el examen. —¡Pero tengo la solución! —se colocó en una pose similar a la grulla, pero con los manos haciendo el mudra. Cerró los ojos y se puso meditar, en frente de su tutor. Solo bastaron un par de segundos para que deshaga el mudra y vuelva a posicionarse con normalidad. Había alineado su zen. —Un gusto conocerlo, ser mundano. Se me ha concedido un fragmento de la iluminación primordial para responder a sus preguntas —dejó una corta pausa. —Que pongas mujeres altas, pasta boloñesa y arte en una misma oración me enorgullece, porque la pasta boloñesa y las mujeres altas son arte —dijo con su mano apoyada en el pecho para denotar la firmeza de sus palabras. —Me uní al cuerpo porque era eso o mi vida, pero si debo darte una razón: el dinero. ¿Eh? ¿Comida preferida? Al fin una pregunta relevante, son los espaguetis revueltos de salsa boloñesa. —llevó sus manos a los bolsillos —Mi sueño... ¿El dinero? Y sí, puedes dibujarme. Pero debes darme el cincuenta por ciento si usas mi retrato para fines comerciales —respondió. Con la siguiente pregunta se detuvo unos segundos para pensar un poco. —¿Conoces alguna técnica que me de dinero?
El cabrón se había leído las preguntas del tirón, solo montó pequeñín espectáculo porque simplemente responderlas le era aburrido. Le dio su toque divertido, o bien extraño. Pero lo importante era la pregunta que todo este tiempo le estuvo carcomiendo sus pensamientos. —¿Esos cuernos son reales? —preguntó sin descaro, mientras el tutor abría las puertas de las naves de entrenamiento. En ese momento sintió el verdadero terror. Odiaba entrenar desde lo más profundo de su alma.
—Encantado, tutor Jush. Se aprecia la generosidad de sus palabras en tan encantador cuartel que nos acoge de este nocivo mundo. La vida como agente es increíble y debo coincidir con ust... Está bien, no leí las cartas —desmintió su intento de alguien que no estudió para el examen. —¡Pero tengo la solución! —se colocó en una pose similar a la grulla, pero con los manos haciendo el mudra. Cerró los ojos y se puso meditar, en frente de su tutor. Solo bastaron un par de segundos para que deshaga el mudra y vuelva a posicionarse con normalidad. Había alineado su zen. —Un gusto conocerlo, ser mundano. Se me ha concedido un fragmento de la iluminación primordial para responder a sus preguntas —dejó una corta pausa. —Que pongas mujeres altas, pasta boloñesa y arte en una misma oración me enorgullece, porque la pasta boloñesa y las mujeres altas son arte —dijo con su mano apoyada en el pecho para denotar la firmeza de sus palabras. —Me uní al cuerpo porque era eso o mi vida, pero si debo darte una razón: el dinero. ¿Eh? ¿Comida preferida? Al fin una pregunta relevante, son los espaguetis revueltos de salsa boloñesa. —llevó sus manos a los bolsillos —Mi sueño... ¿El dinero? Y sí, puedes dibujarme. Pero debes darme el cincuenta por ciento si usas mi retrato para fines comerciales —respondió. Con la siguiente pregunta se detuvo unos segundos para pensar un poco. —¿Conoces alguna técnica que me de dinero?
El cabrón se había leído las preguntas del tirón, solo montó pequeñín espectáculo porque simplemente responderlas le era aburrido. Le dio su toque divertido, o bien extraño. Pero lo importante era la pregunta que todo este tiempo le estuvo carcomiendo sus pensamientos. —¿Esos cuernos son reales? —preguntó sin descaro, mientras el tutor abría las puertas de las naves de entrenamiento. En ese momento sintió el verdadero terror. Odiaba entrenar desde lo más profundo de su alma.
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Ya le habían informado de que era raro. Raro como él. Pero al contemplar la extrañeza de su torcido reflejo, cualquier persona normal había sentido un mínimo de verguenza ajena. Jojo, como ya se había dicho, no era ni un poquito normal. Sonrió, no sin cierta pena, al conocer el pecado capital de aquel sonriente muchacho. Desde luego ese traje que le caía tan bien, aunque cedido por el gobierno, no era barato ni mucho menos. El dinero era una buena motivación, especialmente para la Nación de Mil Naciones, que podía crear y destruir la divisa a placer. Aún así, el cornudo se dio cuenta de que no era una razón en sí misma.
Frotando los dedos como quien probaba la calidad de un pigmento y encogiéndos de hombros después, Jojo le tiró una mueca de cómica incomprensión.
"¿Dinero, pa qué?"
Entretanto estaba pensando, con cómico gesto incluido, sobre qué técnicas podrían motivarle. Lo único que se le ocurría que diese dinero era sexual, y no es que tuviera mucha experiencia en el campo, tras lo que pensó en la sarta de trabajos que había tenido que realizar en su vida. No es como si fregar escaleras estuviese dentro de los supuestos planes del gobierno para el agente, ni cacuelas, ni mil y una actividades cuyo único consuelo era aquella mentira de que dignificaban a quien las realizaba.
Se dió dos toquecitos en los cuernos con los nudillos, que resonaron como el llamador de una puerta. Sí, eran reales, para su desgracia en la mayoría de situaciones. Por lo pronto no podía llevar camisetas, sino camisas. Y raro era el sombrero que le entraba.
Tras llegar a la sala 13, Jojo extendió su mano ante la gran manija de la pesada puerta y la abrió. Estaba limpia, lo que era un consuelo, aunque muchas de las paredes tenían la impresión de poderosos golpes y tajos lanzados por sus anteriores usuarios. Echándose a un lado, dejó espacio para que su pupilo pasase mientras se dirigía a una esquina de la sala donde se puso de cuclillas. Como un nervioso ponente, el cornudo repasó las tarjetas que había acumulado buscando con qué podían empezar.
El prodigio, según le habían dicho, había andado el camino del Rokushiki. Cogió una de las tarjetas y, poniéndose muy recto, se volvió para acercarse a zancadas y hacedsela entrega.
"R-04. Hazme un Tekkai"
Una vez lo hiciera, Jojo cogería la rabia que le había dado que el muchaso no se hubiera presentado de manera acorde con su denominación, que ya ni siquiera su nombre, y extendería el puño hacia su espalda, doblándose y comprimiéndose. Allí no quedaba lujo para el combate. Siquiera era una pose con tal fin. No había defensa alguna. Más bien aquella postura era... como la de un deporte. Una forma en la que se priorizaba la fuerza bruta sobre cualquier otra cosa.
¿Dónde iba ese puñetazo? Pues claro, a las joyas de la corona.
Aunque se detendría antes de impactar, para dar simplemente con la punta del dedo corazón un pequeño pero doloroso garnucho.
Lección Nº1 del Rokushiki: Para usar las técnicas del Rokushiki, necesitas concentración.
Frotando los dedos como quien probaba la calidad de un pigmento y encogiéndos de hombros después, Jojo le tiró una mueca de cómica incomprensión.
"¿Dinero, pa qué?"
Entretanto estaba pensando, con cómico gesto incluido, sobre qué técnicas podrían motivarle. Lo único que se le ocurría que diese dinero era sexual, y no es que tuviera mucha experiencia en el campo, tras lo que pensó en la sarta de trabajos que había tenido que realizar en su vida. No es como si fregar escaleras estuviese dentro de los supuestos planes del gobierno para el agente, ni cacuelas, ni mil y una actividades cuyo único consuelo era aquella mentira de que dignificaban a quien las realizaba.
Se dió dos toquecitos en los cuernos con los nudillos, que resonaron como el llamador de una puerta. Sí, eran reales, para su desgracia en la mayoría de situaciones. Por lo pronto no podía llevar camisetas, sino camisas. Y raro era el sombrero que le entraba.
Tras llegar a la sala 13, Jojo extendió su mano ante la gran manija de la pesada puerta y la abrió. Estaba limpia, lo que era un consuelo, aunque muchas de las paredes tenían la impresión de poderosos golpes y tajos lanzados por sus anteriores usuarios. Echándose a un lado, dejó espacio para que su pupilo pasase mientras se dirigía a una esquina de la sala donde se puso de cuclillas. Como un nervioso ponente, el cornudo repasó las tarjetas que había acumulado buscando con qué podían empezar.
El prodigio, según le habían dicho, había andado el camino del Rokushiki. Cogió una de las tarjetas y, poniéndose muy recto, se volvió para acercarse a zancadas y hacedsela entrega.
"R-04. Hazme un Tekkai"
Una vez lo hiciera, Jojo cogería la rabia que le había dado que el muchaso no se hubiera presentado de manera acorde con su denominación, que ya ni siquiera su nombre, y extendería el puño hacia su espalda, doblándose y comprimiéndose. Allí no quedaba lujo para el combate. Siquiera era una pose con tal fin. No había defensa alguna. Más bien aquella postura era... como la de un deporte. Una forma en la que se priorizaba la fuerza bruta sobre cualquier otra cosa.
¿Dónde iba ese puñetazo? Pues claro, a las joyas de la corona.
Aunque se detendría antes de impactar, para dar simplemente con la punta del dedo corazón un pequeño pero doloroso garnucho.
Lección Nº1 del Rokushiki: Para usar las técnicas del Rokushiki, necesitas concentración.
- Garnucho:
garnucho.1. m. Méx. Golpe que se da con el dedo medio después de retenerlo con el pulgar.
Lo que viene ser un palpi aquí en España. Una sardineta pero con solo un dedo.
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Asombro fue la sensación de Goo al ver que los cuernos de su tutor eran reales, pero ese sentimiento pasó a desgano cuando llegaron a la sala de entrenamiento. Los músculos le comenzaron a pesar de solo observar con impotencia el como se abría la entrada al infierno. ¿Por qué tenían que entrenar a estas horas? ¿Por qué siquiera tenían que entrenar? Un prodigio como él era incapaz de comprender el significado del esfuerzo, y aún así se resignó de quejarse. Las preguntas le habían drenado el tanque de energía, no quería ni oír la palabra entrenamiento, pero a pesar de que en el G-5 el entrenamiento rutinario era duro, el temor al Pretor Marconi era lo que le impulsaba a no holgazanear. Rezaba porque nunca llegase el día en que deban cruzar caminos, a diferencia con su tutor, quien le estaba pareciendo de lo más flojo y alguien que irónicamente hablaba mucho para ser mudo. Suerte la suya, tener un responsable negligente facilitaba la dinámica entre ambos, o eso es lo que él creía. El cornudo le pidió entrar a la sala de práctica.
Era un sitio pulcro pero imponente, repleto de antiguas marcas de practicantes. Tragó saliva ni más verlas. Luego, siguió el paso cedido hasta el centro, donde se detuvo a espera de la siguiente consigna. Su cuerpo, al leer la carta que le mostró su tutor, temblaba del miedo. O del aburrimiento, era indistinguible. «No jodas, ¿en serio?», pensó en sus adentros y arrojó la carta al suelo. Quiso pedir pausa para una elongación, pero el diabólico cornudo ya había comenzado a hacer una extraña pose, y fue en ese momento en que se dio cuenta que estaba jodido, lo iban a demoler. —¡Hey, hey, hey! ¿Me trajiste aquí para usarme como saco de arena? —fue un reclamó sin respuesta. Y, en un acto desesperado, tuvo que dejarse fluir. —Tekkai —fortaleció sus músculos. Estaba preparado para recibir cualquier ataque, pero el puñetazo que iba directo a su entrepierna nunca llegó.
«¿Eh? ¿Ya terminamos?», le tomó de sorpresa. Felizmente deshizo el tekkai pensando que la sesión había finalizado, sin saber que ese error desataría uno de los peores momentos de su vida. Su rostro se puso rojo como un tomate y sus manos cayeron instintivamente a cubrirse las pelotas, tirado en el suelo. Lagrimas brotaban incesantemente de sus pupilas, al son que imaginaba un páramo de ensueño. Pequeños niños alados le indicaban el camino en un sitio sedativamente luminoso y atestado de esponjosas nubes. En el camino una luz lo llamaba.
Era un sitio pulcro pero imponente, repleto de antiguas marcas de practicantes. Tragó saliva ni más verlas. Luego, siguió el paso cedido hasta el centro, donde se detuvo a espera de la siguiente consigna. Su cuerpo, al leer la carta que le mostró su tutor, temblaba del miedo. O del aburrimiento, era indistinguible. «No jodas, ¿en serio?», pensó en sus adentros y arrojó la carta al suelo. Quiso pedir pausa para una elongación, pero el diabólico cornudo ya había comenzado a hacer una extraña pose, y fue en ese momento en que se dio cuenta que estaba jodido, lo iban a demoler. —¡Hey, hey, hey! ¿Me trajiste aquí para usarme como saco de arena? —fue un reclamó sin respuesta. Y, en un acto desesperado, tuvo que dejarse fluir. —Tekkai —fortaleció sus músculos. Estaba preparado para recibir cualquier ataque, pero el puñetazo que iba directo a su entrepierna nunca llegó.
«¿Eh? ¿Ya terminamos?», le tomó de sorpresa. Felizmente deshizo el tekkai pensando que la sesión había finalizado, sin saber que ese error desataría uno de los peores momentos de su vida. Su rostro se puso rojo como un tomate y sus manos cayeron instintivamente a cubrirse las pelotas, tirado en el suelo. Lagrimas brotaban incesantemente de sus pupilas, al son que imaginaba un páramo de ensueño. Pequeños niños alados le indicaban el camino en un sitio sedativamente luminoso y atestado de esponjosas nubes. En el camino una luz lo llamaba.
Matt
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Un pequeño hombre picó a la puerta, con bata blanca, símbolo del gobierno en el pecho y espalda, pelo totalmente despeinado y gafas de culo botella. Tras abrir lo suficiente la puerta, dejó ver media cara, era tímido, se notaba a leguas, un segundo después mostró una mano abierta como pidiendo "parar" un segundo
Científico: Mu... Mu... Muy... Buenas, ¿El Agente Hush? ¿Señor Hush? Soy el científico asignado al proyecto M.A.T.T. No se si está al tanto..
El proyecto MATT es algo que empezó con sumo secreto, solo unos pocos de alto cargo sabían de su existencia pero una vez se puso en marcha, no salio como esperaban y el proyecto se hizo algo más conocido. Siendo aún alto secreto, muchos son los que conocen al ahora llamado "Matt" aún que claro, no entienden bien "quien es" o mejor dicho... "Qué es".
Científico: Verá se... Señor, siento mo... Molestarle pero me han ordenado que el proyecto M.A.T.T. sea asignado hoy con usted. Saben que está ocupado con un compañero pero ven acorde que entrene con vosotros... Aquí... Aquí tiene la información necesaria y la misión de "acompañamiento" del proyecto M.A.T.T.
Misión de acompañamiento, para Matt, simplemente tenía que estar al lado del soldado Hush y aprender de él, en los papeles que serán entregados al agente al cargo, simplemente tiene la orden de "humanizar" al soldado. ¿Humanizar? Sí, el proyecto se hizo para exterminar pero es algo que hace bastante bien y sin distinciones, tras su pequeña "alteración" en cierta misión, ha mostrado ser más capaz de aprender de lo que en principio se creó, por lo que ahora... Están algo asustados pero la curiosidad les puede... Tras entregar dichos papeles, el científico se va corriendo
Científico: Agente Matt, ahora el soldado Hush es su superior, ¡Obedezca!
Tras la huida más rápida de su vida (La del científico) quien pareció usar alguna técnica oculta del gobierno, la puerta se abrió del todo para mostrar a un agente del gobierno, vestido como un agente del gobierno totalmente equipado, sus zapatos negros, calcetines, pantalón, camisa y chaqueta oficial, hasta corbata y sombrero pero mostrando su cara la cual claramente no era humana, más bien parecía un yelmo
Matt: Se presenta el soldado MATT. Operativo al ciento por ciento para realizar cualquier petición.
¡Sí! Su voz tenía ese pequeño eco metálico pero ya no hablaba como un robot tartamudo y con problemas de wifi, ahora sus frases eran más fluidas. No iba armado, simplemente se quedó en la puerta observando con la luz azul a sus compañeros, pudo analizar a uno en el suelo y al otro con cuernos pero por suerte o por desgracia (Según desde el punto de vista que lo mire) MATT no tenía perjuicios, los cuernos se la sudaba... Si pudiera sudar, ni comentar al agente llorando en el suelo... Y a la espera de una orden quedó con los brazos al lado del cuerpo en posición militar de "firme"
Científico: Mu... Mu... Muy... Buenas, ¿El Agente Hush? ¿Señor Hush? Soy el científico asignado al proyecto M.A.T.T. No se si está al tanto..
El proyecto MATT es algo que empezó con sumo secreto, solo unos pocos de alto cargo sabían de su existencia pero una vez se puso en marcha, no salio como esperaban y el proyecto se hizo algo más conocido. Siendo aún alto secreto, muchos son los que conocen al ahora llamado "Matt" aún que claro, no entienden bien "quien es" o mejor dicho... "Qué es".
Científico: Verá se... Señor, siento mo... Molestarle pero me han ordenado que el proyecto M.A.T.T. sea asignado hoy con usted. Saben que está ocupado con un compañero pero ven acorde que entrene con vosotros... Aquí... Aquí tiene la información necesaria y la misión de "acompañamiento" del proyecto M.A.T.T.
Misión de acompañamiento, para Matt, simplemente tenía que estar al lado del soldado Hush y aprender de él, en los papeles que serán entregados al agente al cargo, simplemente tiene la orden de "humanizar" al soldado. ¿Humanizar? Sí, el proyecto se hizo para exterminar pero es algo que hace bastante bien y sin distinciones, tras su pequeña "alteración" en cierta misión, ha mostrado ser más capaz de aprender de lo que en principio se creó, por lo que ahora... Están algo asustados pero la curiosidad les puede... Tras entregar dichos papeles, el científico se va corriendo
Científico: Agente Matt, ahora el soldado Hush es su superior, ¡Obedezca!
Tras la huida más rápida de su vida (La del científico) quien pareció usar alguna técnica oculta del gobierno, la puerta se abrió del todo para mostrar a un agente del gobierno, vestido como un agente del gobierno totalmente equipado, sus zapatos negros, calcetines, pantalón, camisa y chaqueta oficial, hasta corbata y sombrero pero mostrando su cara la cual claramente no era humana, más bien parecía un yelmo
Matt: Se presenta el soldado MATT. Operativo al ciento por ciento para realizar cualquier petición.
¡Sí! Su voz tenía ese pequeño eco metálico pero ya no hablaba como un robot tartamudo y con problemas de wifi, ahora sus frases eran más fluidas. No iba armado, simplemente se quedó en la puerta observando con la luz azul a sus compañeros, pudo analizar a uno en el suelo y al otro con cuernos pero por suerte o por desgracia (Según desde el punto de vista que lo mire) MATT no tenía perjuicios, los cuernos se la sudaba... Si pudiera sudar, ni comentar al agente llorando en el suelo... Y a la espera de una orden quedó con los brazos al lado del cuerpo en posición militar de "firme"
Hush
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¿Le había dado demasiado fuerte? No, era él que era débil. Eso lo hubiera pensado cualquier profesor, y con más razón un director con la suficiente confianza en sus métodos de enseñanza. Sin embargo, Jojo no era ninguna de esas cosas. Más bien se consideraba un alumno en aquella situación. Uno que pretendía extraer todo el conocimiento que pudiera brindarle aquella maravillosa oportunidad.
Le dejó espacio, y preocupado, se quedó mirando al pobre agente al que le había dado uno de los peores golpes bajos que podían dárseles a un ser humano. Las gónadas eran sin duda un órgano interno, uno que por el capricho de la evolución habían quedado expuestos al aire. Aquella era una de las grandes desventajas de ser macho, una debilidad que eventualmente todos debían de aprender de una manera u otra.
Absorto en sus pensamientos sin palabras pero no así carentes de forma, Jojo se llevó las manos a los cuernos y las dejó ahí agarradas. Entonces tuvo lugar la entrada de un curioso personaje en escena. Una abobinación lejos de todo lo que pudiera considerarse humano. Bajando sus manos para coger el informe y dándoles la bienvenida a ambos con una sonrisa, el "profesor" miró aquel informe arrugando la nariz.
¿Le pagarían el doble por hacer el doble de trabajo? ¿Enseñar a dos contaba como dos informes, o lo considerarían como solo uno por hacer de profesor? Probablemente lo último. Escalar por méritos en aquella jungla burocrática era tan difícil y peligroso como enfrentarse a una jungla real.
Humanizar. ¿Qué era, realmente, ser humano? Aquel concepto, aquella idea que Jojo no necesitaba conformar con las burdas palabras, se revolvió en el espacio que dejaba su cornamenta. Aspiró nasalmente y dio una palmada con los documentos aún en la mano. Aquello cambiaba las cosas.
Sacó la tarjeta que ya tenía preparada y se la hizo entrega a Jefe:
"L04- El rokushiki en su totalidad requiere de concentración. Si se rompe, te rompen"
Luego, en un acto de mímica ante él, moviendo sus brazos y haciendo gestos amplios y cómicos, hizo el intento de hacerle llegar que le diera las tarjetas previas al nuevo compañero. No había traído duplicados. Como buenos niños, deberían aprender a compartir.
Luego volvió su atención de nuevo al informe. No entendía algunas partes de lo que ponía, y menos aún cuando gran parte de ello estaba censurado, pero todo parecía indicar que los rumores que había considerado leyenda eran ciertos. Los pacifistas existían. Delante de él estaba la prueba viviente de ello. ¿Por qué querrían añadirle humanidad a un robot? Porque, bueno ¿era un robot?
¿No lo somos todos? Aquella realización le recorrió como un frío escalofrío. Le dio ansiedad. Una que empujó al fondo de la sonrisa y optimismo. ¿Qué más daba aquello? No tenía importancia ninguna. No mala, al menos. Si todos eramos robots, todos éramos humanos. O más bien personas.¿No?
Dándole la espalda a sus pupilos jugueteó con las tarjetas de la esquina un buen rato. Allí no había nada para ser humano. Si acaso, al contrario. Todo lo que quería el gobierno de sus soldados era deshumanizarlos. Volverlos armas eficientes bajo un glorioso propósito. Sin embargo... ¿por qué entonces le habían mandado a ese...?
¿Era una prueba? ¿Para él, o para MATT?
Entretanto que consideraba aquello, Jojo sacó su libretita del bolsillo interior del traje e improvisó una nueva tarjeta.
"MATT. Ayuda a Jefe -el otro agente en esta sala-"
Vago, lo bastante como para testar hasta donde llegaba la humanidad de aquella persona que parecía un frío maniquí más allá de las contestaciones en un papel. Bien sabía Jojo que una persona no se medía por sus palabras, sino por sus actos.
Entretanto continuó con la siguiente lección.
"L00-03 Llora. O cágate encima"
Le dejó espacio, y preocupado, se quedó mirando al pobre agente al que le había dado uno de los peores golpes bajos que podían dárseles a un ser humano. Las gónadas eran sin duda un órgano interno, uno que por el capricho de la evolución habían quedado expuestos al aire. Aquella era una de las grandes desventajas de ser macho, una debilidad que eventualmente todos debían de aprender de una manera u otra.
Absorto en sus pensamientos sin palabras pero no así carentes de forma, Jojo se llevó las manos a los cuernos y las dejó ahí agarradas. Entonces tuvo lugar la entrada de un curioso personaje en escena. Una abobinación lejos de todo lo que pudiera considerarse humano. Bajando sus manos para coger el informe y dándoles la bienvenida a ambos con una sonrisa, el "profesor" miró aquel informe arrugando la nariz.
¿Le pagarían el doble por hacer el doble de trabajo? ¿Enseñar a dos contaba como dos informes, o lo considerarían como solo uno por hacer de profesor? Probablemente lo último. Escalar por méritos en aquella jungla burocrática era tan difícil y peligroso como enfrentarse a una jungla real.
Humanizar. ¿Qué era, realmente, ser humano? Aquel concepto, aquella idea que Jojo no necesitaba conformar con las burdas palabras, se revolvió en el espacio que dejaba su cornamenta. Aspiró nasalmente y dio una palmada con los documentos aún en la mano. Aquello cambiaba las cosas.
Sacó la tarjeta que ya tenía preparada y se la hizo entrega a Jefe:
"L04- El rokushiki en su totalidad requiere de concentración. Si se rompe, te rompen"
Luego, en un acto de mímica ante él, moviendo sus brazos y haciendo gestos amplios y cómicos, hizo el intento de hacerle llegar que le diera las tarjetas previas al nuevo compañero. No había traído duplicados. Como buenos niños, deberían aprender a compartir.
Luego volvió su atención de nuevo al informe. No entendía algunas partes de lo que ponía, y menos aún cuando gran parte de ello estaba censurado, pero todo parecía indicar que los rumores que había considerado leyenda eran ciertos. Los pacifistas existían. Delante de él estaba la prueba viviente de ello. ¿Por qué querrían añadirle humanidad a un robot? Porque, bueno ¿era un robot?
¿No lo somos todos? Aquella realización le recorrió como un frío escalofrío. Le dio ansiedad. Una que empujó al fondo de la sonrisa y optimismo. ¿Qué más daba aquello? No tenía importancia ninguna. No mala, al menos. Si todos eramos robots, todos éramos humanos. O más bien personas.¿No?
Dándole la espalda a sus pupilos jugueteó con las tarjetas de la esquina un buen rato. Allí no había nada para ser humano. Si acaso, al contrario. Todo lo que quería el gobierno de sus soldados era deshumanizarlos. Volverlos armas eficientes bajo un glorioso propósito. Sin embargo... ¿por qué entonces le habían mandado a ese...?
¿Era una prueba? ¿Para él, o para MATT?
Entretanto que consideraba aquello, Jojo sacó su libretita del bolsillo interior del traje e improvisó una nueva tarjeta.
"MATT. Ayuda a Jefe -el otro agente en esta sala-"
Vago, lo bastante como para testar hasta donde llegaba la humanidad de aquella persona que parecía un frío maniquí más allá de las contestaciones en un papel. Bien sabía Jojo que una persona no se medía por sus palabras, sino por sus actos.
Entretanto continuó con la siguiente lección.
"L00-03 Llora. O cágate encima"
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—Joven alma, aún es pronto para que pises estas tierras—se impuso un ser irreconocible, de un cuerpo hecho puramente de luz. Su voz primordial le dio a Goo escalofríos por todo el cuerpo, pero no pudo evitar sentirse apenado pese a la curiosidad que guardaba.
—¿¡Cómo pueden dolerme las pelotas tanto!? ¡Odio a ese instructor! ¡Me duelen tanto que me odio a mí mismo! —exclamó Goo abrumado por el encandilado páramo que lo rodeaba.
—Por favor no te odies a ti mismo. Si te atascas con los resultados y empiezas a odiarte a ti mismo te convertirás en un pájaro atado al resultado, incapaz de volar lejos —respondió la figura resplandeciente. —El odio puede ser una fuerza impulsora para otros, pero las almas luminiscentes nos hacemos fuertes cuando eliminamos el odio.
—P-Pero, ¿entonces lo que he aprendido hasta ahora es inútil? ¡No me ha servido para defender mis nueces de oro! —reclamó.
—Lo que has aprendido es correcto, tú estás en el camino correcto. Conviértete en un espacio vacío que no puede ser golpeado por un rayo, conviértete en un océano que no se moja por la lluvia. Y cree en ti. —aseguró. Joven alma, tienes que creer en ti mismo y volar más lejos.
Al terminar con sus sabias palabras, las nubes comenzaron a disiparse y el ente de luz se intensificaba frente a los ojos de Goo. La luz lo consumía todo, rápidamente sus alrededores se iluminaban cegadores y no tuvo más remedio que cerrar los ojos para conservar su vista. Y cuando los abrió se encontró devuelta en la sala de entrenamiento. Estaba anonadado, sin poder creer que lo había sucedido. ¿Quién era esa figura luminosa? Una pregunta sin importancia, después de todo tenía algo en claro. Se sentó en pose de meditación y secó sus lágrimas.
—Entonces, no importa si me encuentro con una tormenta, simplemente debo no mojarme... Así que está era la luz desde el principio. —reflexionó.
Con las manos colocadas como un mudra de oración agradeció la iluminación. Luego, llevó una a sus bolsillos y con la otra recibió la carta que le ofreció su tutor. La leyó y la tiró al suelo, como hizo con las anteriores. Bostezó repentinamente y todo volvió a la normalidad, salvo que había un ¿robot? a unos metros suya. ¿Era otro agente? Fantástico, estaba ansioso por tener un nuevo amigo secreto, uno robótico. ¿Pero iba a ser mecánicamente capaz de comprender las mímicas de su inválido tutor humano? Tampoco iba a entrometerse a ayudar en la comunicación, a veces simplemente hay que dejar las cosas fluir, y es lo que hizo ahora.
—¿¡Cómo pueden dolerme las pelotas tanto!? ¡Odio a ese instructor! ¡Me duelen tanto que me odio a mí mismo! —exclamó Goo abrumado por el encandilado páramo que lo rodeaba.
—Por favor no te odies a ti mismo. Si te atascas con los resultados y empiezas a odiarte a ti mismo te convertirás en un pájaro atado al resultado, incapaz de volar lejos —respondió la figura resplandeciente. —El odio puede ser una fuerza impulsora para otros, pero las almas luminiscentes nos hacemos fuertes cuando eliminamos el odio.
—P-Pero, ¿entonces lo que he aprendido hasta ahora es inútil? ¡No me ha servido para defender mis nueces de oro! —reclamó.
—Lo que has aprendido es correcto, tú estás en el camino correcto. Conviértete en un espacio vacío que no puede ser golpeado por un rayo, conviértete en un océano que no se moja por la lluvia. Y cree en ti. —aseguró. Joven alma, tienes que creer en ti mismo y volar más lejos.
Al terminar con sus sabias palabras, las nubes comenzaron a disiparse y el ente de luz se intensificaba frente a los ojos de Goo. La luz lo consumía todo, rápidamente sus alrededores se iluminaban cegadores y no tuvo más remedio que cerrar los ojos para conservar su vista. Y cuando los abrió se encontró devuelta en la sala de entrenamiento. Estaba anonadado, sin poder creer que lo había sucedido. ¿Quién era esa figura luminosa? Una pregunta sin importancia, después de todo tenía algo en claro. Se sentó en pose de meditación y secó sus lágrimas.
—Entonces, no importa si me encuentro con una tormenta, simplemente debo no mojarme... Así que está era la luz desde el principio. —reflexionó.
Con las manos colocadas como un mudra de oración agradeció la iluminación. Luego, llevó una a sus bolsillos y con la otra recibió la carta que le ofreció su tutor. La leyó y la tiró al suelo, como hizo con las anteriores. Bostezó repentinamente y todo volvió a la normalidad, salvo que había un ¿robot? a unos metros suya. ¿Era otro agente? Fantástico, estaba ansioso por tener un nuevo amigo secreto, uno robótico. ¿Pero iba a ser mecánicamente capaz de comprender las mímicas de su inválido tutor humano? Tampoco iba a entrometerse a ayudar en la comunicación, a veces simplemente hay que dejar las cosas fluir, y es lo que hizo ahora.
Matt
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Akuma no mi
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Matt agarró la tarjeta y la leyó, asintió con la cabeza para después colocarse al lado de su compañero con los brazos por detrás y firme, en posición de "descanso" militar también, claro. Su lente no paraba de observarlo todo, hacía pequeños ruiditos que claramente mostraban su funcionamiento, observaba de arriba a bajo a su "agente al mando" luego la sala, a su compañero, otra vez la sala, a su superior, luego... Bueno creo que lo habéis pillado.
En el cerebro ya poco humano que tenía, donde procesaba mucha información se centró en su superior ¿Era digno de dar ordenes a una máquina que muchos creían perfecto? ¿Tendría que aprender a ser un poco más humano tras la última misión? Matt no era capaz de entender que hizo mal en esa misión, la prioridad era eliminar a sus opositores y así fue, exterminó a todos y cada uno de los presentes que se puso por medio. Quizás el error fue de quien dio la orden, el cual, en ningún momento dijo que había objetivos protegidos... Esa mujer, civil o no intentó curar a aquél pirata, claramente para su cabeza estaba curando al enemigo quien podría volver a pelear, era un claro objetivo a eliminar... Por ende, los dos agentes del gobierno que intentaron proteger a la mujer, también eran enemigos...
Había que tener cuidado con las ordenes que se le daban a Matt quien lo creó no hizo posible, no dio cabida a dejar entender a su proyecto las cosas, simplemente querían un arma que obedeciera al dedillo y es lo que consiguieron... Hay que tener cuidado con lo que se desea...
La orden de ayudar a su compañero era básica, no había errores en su entendimiento ¿no?
Actualmente iba desarmado pero tras su "transición" era un arma bastante temida de por sí, no le hacía falta su espada ejecutora, lo malo es que su transformación cambiaba en un ochenta por ciento su "mentalidad" si es que se le pudiera llamar así
En el cerebro ya poco humano que tenía, donde procesaba mucha información se centró en su superior ¿Era digno de dar ordenes a una máquina que muchos creían perfecto? ¿Tendría que aprender a ser un poco más humano tras la última misión? Matt no era capaz de entender que hizo mal en esa misión, la prioridad era eliminar a sus opositores y así fue, exterminó a todos y cada uno de los presentes que se puso por medio. Quizás el error fue de quien dio la orden, el cual, en ningún momento dijo que había objetivos protegidos... Esa mujer, civil o no intentó curar a aquél pirata, claramente para su cabeza estaba curando al enemigo quien podría volver a pelear, era un claro objetivo a eliminar... Por ende, los dos agentes del gobierno que intentaron proteger a la mujer, también eran enemigos...
Había que tener cuidado con las ordenes que se le daban a Matt quien lo creó no hizo posible, no dio cabida a dejar entender a su proyecto las cosas, simplemente querían un arma que obedeciera al dedillo y es lo que consiguieron... Hay que tener cuidado con lo que se desea...
La orden de ayudar a su compañero era básica, no había errores en su entendimiento ¿no?
Actualmente iba desarmado pero tras su "transición" era un arma bastante temida de por sí, no le hacía falta su espada ejecutora, lo malo es que su transformación cambiaba en un ochenta por ciento su "mentalidad" si es que se le pudiera llamar así
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Nada más hacerle entrega al rubio de su lección, tuvieron otra interrupción. Y casi que mejor, Jefe seguramente tendría cosas que decir ante la locura escrita en aquel papelucho que de momento no habían tenido tiempo de leer. En la puerta habia asomado un hombre alto, de traje y cara de pocos amigos. Miró al trío arrugando la nariz, que quedó menos arrugada con el único anormal que no lo parecía de manera tan obvia. Los ojos detrás de las caídas gafas de sol finalmente se posaron en los cuernos del profesor.
—Tú, cabra, te llaman los de arriba. Y a ver cuándo puñetas aprendemos a llevar un den-den encima, que no me meti a esto para hacer de cuidamonstruos.
No era lo peor que le habían dicho. Sin perder un segundo de su valioso tiempo y moviendo las manos para decir que volvería en un ratito -cosa que podía ser o no verdad- Jojo se dirigió a la puerta donde el agente, con desagrado, se echó a un lado para dejar pasar a la inmundicia mutante.
—Den-den del centro de entrenamiento. Al fondo del pasillo—gruñó, pensando con asco que se llevaría a la boca el comunicador. Se asomó por la puerta—. ¿Por que te han metido aquí con estos bichos?—preguntó al único que podia considerar humano,.de momento.
Entretanto, Jojo recibió la información de la misión a la que no tardaria en arrastrar a sus pupilos. ¿Qué mejor para aprender que la práctica? No podían mandar a gente importante, pues aquello llamaría demasiado la atención, ni tampoco a gente sin entrenar, porque no podían permitirse fracasar. Eran un delicioso punto medio para el que nadie haría preguntas indiscretas. Un equipo de gente rara para una misión que debía ser completamente normal, dentro de los límites que cabría esperar para un dia a día de los agentes gubernamentales.
Sin embargo las especificaciones y los comentarios de la voz detras del teléfono le sugerían que aquello no era una simple reinterceptación de un barco mercante capturado. Jojo estaba allí para asegurarse de que el cargamento llegaba bien a su destino, en lugar de a pueblos hambrientos o fiestas a las que pretendieran llevar aquellos maleantes la carga de... fruta. Debía recuperarlo y evaluar los daños, no fuera a ser que ya no sirviese de nada.
Un toque para sí y dos para no, aunque, claro está, no podía negársele nada al Gobierno. Absolutamente nada.
A la luz de los recientes acontecimientos, debian partir cuanto antes. Sin más demora.
—Tú, cabra, te llaman los de arriba. Y a ver cuándo puñetas aprendemos a llevar un den-den encima, que no me meti a esto para hacer de cuidamonstruos.
No era lo peor que le habían dicho. Sin perder un segundo de su valioso tiempo y moviendo las manos para decir que volvería en un ratito -cosa que podía ser o no verdad- Jojo se dirigió a la puerta donde el agente, con desagrado, se echó a un lado para dejar pasar a la inmundicia mutante.
—Den-den del centro de entrenamiento. Al fondo del pasillo—gruñó, pensando con asco que se llevaría a la boca el comunicador. Se asomó por la puerta—. ¿Por que te han metido aquí con estos bichos?—preguntó al único que podia considerar humano,.de momento.
Entretanto, Jojo recibió la información de la misión a la que no tardaria en arrastrar a sus pupilos. ¿Qué mejor para aprender que la práctica? No podían mandar a gente importante, pues aquello llamaría demasiado la atención, ni tampoco a gente sin entrenar, porque no podían permitirse fracasar. Eran un delicioso punto medio para el que nadie haría preguntas indiscretas. Un equipo de gente rara para una misión que debía ser completamente normal, dentro de los límites que cabría esperar para un dia a día de los agentes gubernamentales.
Sin embargo las especificaciones y los comentarios de la voz detras del teléfono le sugerían que aquello no era una simple reinterceptación de un barco mercante capturado. Jojo estaba allí para asegurarse de que el cargamento llegaba bien a su destino, en lugar de a pueblos hambrientos o fiestas a las que pretendieran llevar aquellos maleantes la carga de... fruta. Debía recuperarlo y evaluar los daños, no fuera a ser que ya no sirviese de nada.
Un toque para sí y dos para no, aunque, claro está, no podía negársele nada al Gobierno. Absolutamente nada.
A la luz de los recientes acontecimientos, debian partir cuanto antes. Sin más demora.
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