Entre cervezas y palabras (privado Yor- Judy)

Mi respiración, al contrario de lo que creería, estaba siendo lenta. Por todo el esfuerzo físico, apenas podía tomar aire para poder recuperar fuerzas. Empezaba incluso a sentirme un tanto mareado, hacía mucho que no me encontraba en este estado. Cuando ya pensaba que las cosas no podían ir a peor, vi cómo Judy se acercaba, no había podido cumplir mi parte del plan y por mi culpa tenía que presentarse delante del capullo este. Estaba igual de malherido que yo, pero la experiencia de los años le permitían mantenerse en pie e incluso jugar a dárselas de malo. Los escuché hablar mientras intentaba levantar las piernas, tenía que volver a pelear. Sin embargo, las palabras de ambos hicieron que frunciera el ceño.

-Por supuesto que ya lo sabía, ya sé que solo soy un idiota y que Judy podía irse con lo suyo en cualquier momento, ¿y?

Apreté tanto los puños que las palmas me empezaron a sangrar, cosa que me espabiló un poco. Clavé el puño en el suelo y con toda la fuerza que pude, con las piernas temblorosas, me fui poniendo en pie hasta que por fin pude sostenerme. Estuve a punto de caer de nuevo, tambaleándome un poco hasta quedar en una pose frágil, pero sin dejar de mirar a ambos en todo momento. Pronto, la sangre empezó a caerme por la cara, yo sonreí.

-Puede que vosotros seáis mucho más listos que yo, que tengáis mil planes para cada ocasión y que a vuestro lado no parezca más que un niño; pero estás muy equivocado, Astilla, si crees que eso me hace un inútil.- Escupí un poco de sangre al suelo, relamiéndome luego los labios-. Puedes estar sentado, cómodo, todo el día haciendo los planes que quieras, pero somos los idiotas como yo, llenos de sueños, los que hacemos girar el mundo.

No pude evitar reírme a todo pulmón, cogiendo fuerza y alzando la voz. Que me oyesen todos los mares si hacía falta, mis palabras son mi vida y si no puedo honrarlas, más vale que me muera.

Nosotros tomamos la acción mientras tú solo sueñas con ella. Y si crees que he hecho esto para sacar algo a cambio, el verdadero idiota eres tú, vejestorio. Yo no necesito ninguna razón para ayudar a un amigo en apuros. Ahora callate y mira como te derrota un idiota blandiendo sus sueños en puño.

Me lancé entonces con una fuerza y velocidad que hasta a mí me sorprendieron. Mi brazo se prendió en una llama que pasó del rojo más intenso al azul más aterrador gracias a que cubrí mi piel con haki de armadura. Astillas disparó un par de veces, errando por el terror en su mirada que le hizo dar unos pasos hacia atrás. Yo, por supuesto, no dudé ni un segundo en mi rumbo. Abrí la boca y grité a toda fuerza “Red Hawk” conforme impactó en él. Lo metí entre los tablones del suelo del golpe y esta vez sí que no se atrevió a volver a levantarse. Respiré aliviado, mirando luego a la peliverde.

-Perdona Judy, no me dio tiempo a terminar antes de que llegases.- Tras esas palabras, solté una pequeña risilla.

Los ojos se me abrieron como dos luceros al escuchar aquellas palabras procedentes de Yor..¿Por qué? ¿Por qué hacía eso?. Le había tratado bastante mal y aún así nunca borró esa maldita sonrisa de su estúpida cara de bobo. ¿Porqué se preocupaba por una rata callejera como yo? De alguien que apenas sabe la diferencia entre sobrevivir y malvivir. Nunca me había encontrado a alguien de este palo, jamás en la vida, y aún así no podía sentirme muy, pero que muy rara por todo esto.

A pesar de las heridas, a pesar de los golpes y a pesar de la dificultad pude ver a Yor de una manera un tanto rara. Se estaba preocupando por mi...y ya no solo eso, sino que se había cargado al propio Astillas ante mis ojos. Uno de los peores desgraciados de esta isla, y un simple niño había logrado tumbarlo con aquellos extraños poderes. No sé porque no pude contener cierta lagrimilla cayéndome por la mejilla. Quizás era la impotencia de haber estado tanto tiempo bajo la sombra de aquellos tipos. Sin embargo Yor me asustaba. Su cara , si bien era seria por primera vez, denotaba un liderazgo que parecía oculto en él...me recordaba a alguien, de aventuras e historias que ya ni los viejos logran recordar. ¿Había judgado mal  a este chico?.

Me acerqué a Yor, y con tono de disculpa le dije:

-Yor...creo que te debo una disculpa por mi comportamiento. Creo que te he juzgado mal. Nunca te estaré más agradecida por lo que acabas de hacer por mi, a sabiendas de que podría haberte dado la espalda. Creo que te debo una muy grande.

Admito que me estaba costando decir aquellas palabras. Ahora, me encontraba en una encrucijada. Estaba sola, sin medios y aquella isla ya no era segura. Así que de perdidos al río tuve que arrastrarme y preguntarle a Yor con cierta vergüenza.

-Oye...quería preguntarte...bueno...se me da bien robar cosas, soy una buena mecánica...o sea, reparo cosas y fabrico muchas otras. Soy una buena manitas, aunque claro, no digo que se la mejor pero, quizás te sea de utilidad, si tu quieres...si no- céntrate leches- A ver....quiero unirme a ti...si me aceptas.


Si decía no, bueno hora de buscarse el pan en otro sitio, y si decía si...una nueva aventuracomenzaba.

Encorvé un poco la espalda, el cansancio me estaba pidiendo con urgencia que me tumbara en algún lugar a dormir para pasar las heridas. Sin embargo, a pesar de la sensación de agotamiento que impregnaba mi cuerpo, no podía dejar de sentir esa chispa de emoción en mi interior. Había sido una pelea muy complicada, pero mucho más divertida de lo que había esperado. Había tenido que esforzarme de verdad y la recompensa era que Judy estuviera contenta, cosa que pude comprobar cuando se me acercó.

-¿Eh? ¿Una disculpa? No la necesito, no creo que dijeras todo aquello de verdad, hay una gran diferencia entre lo que uno dice y lo que uno piensa, está bien…

Me sorprendí bastante cuando escuché lo último. Vale, una cosa era saber que no le caía mal, pero otra muy distinta es que quisiera unirse a mi tripulación. Era la primera vez que alguien se me unía sin tener yo que preguntar primero, desde luego era algo refrescante y bastante halagador. Además, mentiría si no dijese que la chica era de lo más capaz, seguro que sería una valiosa adición a mi barco. Sobre todo por la parte de arreglar cosas, no diré en voz alta la cantidad de cacharros que llegaba a romper a lo largo de un día. Por otra parte, habría sido de lo más egoísta por mi parte decirle que no después de haber venido y poner toda su rutina patas arriba. Le puse una mano en el hombro y le sonreí antes de hablar.

-¡Por supuesto! Creeme, no te arrepentirás, después de todo vas a estar en la tripulación del próximo Rey de los Piratas. Además, tenemos espacio de sobra, el barco se lo robamos a unos legionarios y tienen camarotes de sobra.- Reí levemente al comentar aquello-. Eso y que últimamente he estado pensando en conseguir un barco nuevo para nosotros, así será más personal, ya sabes.

Me limpié un poco la sangre de la cara, ahora que era su capitán no podía dejarme ver en tal mal estado. De algún modo me recompuse, tenía que aparentar estar bien dentro de lo posible hasta que no me viese y pudiera tumbarme en una mullida cama de lo más agradable. Al final, desembarcar en esta isla no había sido para nada una tontería.