[Pasado] Diferente Teatro, misma Amistad [Privado Berry & Lisia]

La verdad, era que destacaban. No solamente por ser Mink lobos, sino porque en esta isla, las artes marciales que enseñaban se dedicaban en entrenar el puño desnudo, y no al uso de armas blancas, cómo la espda gigante que Lisia llevaba en la espalda.
Aun asi, era bueno para su psique ver otro tipo de vegetación y arquitectura ademas de la de Zou.

Ver tantos humanos era agradable también. La mayoría eran más pequeños que los lobos, y le sacaban la vuelta a la de pelaje albina. Por un lado se sentía fuerte e intimidante. Pero por otra se sentía sola y rechazada. Sabia que otros Mink ya la odiaban por ser tan rebelde a la cultura que a ella le habían enseñado tenia que seguir. Pero también dolía que incluso la gente que no la conocía le sacara la vuelta.

“¡Ay, o-oye!”

Si no hubiese sido por un chillido por parte de su compañero, Lisia hubiera seguido pensando en cosas negativas. Un joven salió disparado delante de ellos, corriendo cómo si lo persiguiera alguien.

“Ese hombre me dio una nalgada...” Pavlo se quejaba mientras se sobaba, pero los ojos casi se le salen de sus orbitas cuando se dio cuenta que algo le faltaba “¡H-hey, se robo mi bolsa de dinero!”

“Ah ¿Con que quiere jugar, eh?” Lisia comenzó a gruñir, y se puso en cuatro patas, para salir disparada a atrapar al toca traseros- Digo, al ladrón de doblones.
Ahora si le iba a dar una razón para correr.

El ladrón, era ágil, y pensaba que ya se había escabullido cuando se le ocurrió detenerse para tomar un respiro, y que se le ocurre mirar hacia atrás, cuando ve un peluche blanco y gigante acercarse de manera tosca a él

“¡Nadie le toca el culo a mi compañero, excepto yo!” gritaba, mientras reducía rápidamente la distancia entre ellos “Ah, si, y su dinero también! ¡Devuélvelo, canalla!”

No se esperaba que la Mink fuese tan rápida, y solamente dio un grito apagado mientras ponía sus piernas a trabajar de nuevo.
Conforme pasaban por los dojos y otros lugares, el hombre pudo darse cuenta de que la lobo era buena solamente persiguiéndolo de manera lineal, por lo que comenzó a meterse entre la gente y dar vueltas donde podía para quitársela de encima. “¡Puedo oler tu miedo! ¡No te me vas a escapar!" la primera frase siendo un bluff, pues era incapaz de rastrear un olor que no conocía, pero el segundo enunciado si lo decía en serio.

Si algo amaba más Berry que el ligoteo, las fiestas y perseguir su cola era el golpear cosas con sus puños. Por lo cual, al escuchar que había una isla donde los golpes y los pechos rebotando por usar uniformes de karate existía no tardó en visitarla apenas tuvo oportunidad. Como parte de su iniciación, le concedieron un uniforme estandar de karateca. Su parte superior estaba algo más abierta de lo usual, dejando su pelaje y sus pechos semicubiertos por la tela del mismo, además de portar el pantalón rasgado para dejar salir su frondosa cola e ir descalza.

El blanco contrastaba bastante con el pelaje negro y su cinturón naranja producía que verla fuese todo un recital. Portaba una bandana verde atada en su frente, mientras delante de ella se encontraba uno de los alumnos preparado para luchar, si bien todos los demás cerraron los ojos al oír el impacto y un crack, la verdad era que el preciso golpe de Berry a la mandibula fue digno de ver por parte del sensei pese a que le disgustaba en parte que la mink hubiera vencido a varios de sus estudiantes usando una técnica y movimientos impropios del karate.

—¡Wohooo! ¿Quién sigue? Apenas estoy calentando...—

Crujió sus nudillos mientras observaba a su alrededor, un barullo llegaba al interior del dojo y gritos referentes a un ladrón que hicieron a Berry cambiar su sonrisa a un temple serio, pese a estar lamiendo sus garras. Todos se aterraron al ver que su que su rostro cambió a una mueca de disgusto y sus ojos rojizos brillaron como si alguien hubiera implorado por ayuda.

—¿Ladrón? Si un civil está en problemas... Yo seré su salvación. Perdone sensei, debo retirarme de inmediato.—

Hizo una reverencia al maestro y otra a los alumnos para luego salir disparada por la puerta a toda velocidad. Pudo divisar a dos figuras corriendo entre la multitud, por lo cual la mink se apresuró recordando las enseñanzas del viejo.

—Primer paso, sentirlo... segundo paso cerrar el puño... tercer paso... ¡Golpear!—

Abrió sus ojos mientras su mano desprendía las chispas del electro e invisiblemente se recubría de una armadura provocando que el impacto contra el rostro del ladrón sumado a la propia fuerza bruta de la mink no solo volara unos cuantos dientes de su rostro si no que lo enviase de lleno contra la pared de uno de los dojos.

La bolsa por su parte aterrizo en la garra izquierda de Berry quien se encontraba sentada tras el poderoso golpe, lamiendo las pequeñas gotas de sangre que habían manchado su dorada garra diestra, quizás se había excedido un poco al usar el electro y su haki pero era un criminal y si quedaba vivo sería arrestado.

—Ñam, es de mala educación robar. ¿Esto es tuyo guapa?—

Berry guiñó su ojo con una sonrisa traviesa al ver a otra de su especie tras tanto tiempo, lanzando la bolsa hacia arriba y atrapando la misma antes de que cayese al suelo haciendo que las monedas resonasen al ritmo de cascabeles.

La carrera se detuvo repentinamente, cuando dentro de un dojo, el ladrón fue lanzado de un solo puño hacia la pared, donde quedó enterrado como pieza de arte moderno.
Lisia incluso tuvo que agacharse de inmediato para que el cuerpo del canalla no se estrellara con ella. Cuando se reincorporo, confundida por lo que acababa de ocurrir, observó a una Mink zorro que tenia ahora en mano la bolsa de dinero de Pavlo.

La mujer, con el traje de entrenamiento, el cuál dejaba ver su pecho de manera atractiva, logro que Lisia se sintiera… Pues, atraída a ella. No solo tenia muy bonito cuerpo, si no que también era fuerte. Muy, muy fuerte, pues volteando atrás, a ver que había quedado del ladrón, se dio cuenta que ni siquiera había comenzado a sudar a pesar de haber exhibido tal proeza.

“Um” Lisia se acercó un poco “Si, es mía- Bueno, es de mi mejor amigo, que se la han robado” dio la mano para poder recibirla, pero no le importaba si la zorro se tardaba un poco más en dársela, pues así podía observarla un ratito extendido “Eso fue impresionante” fue lo único que pudo decir, aun con la boca algo abierta “¿Es lo que enseñan en esta escuela de Karate? Creo que… Me gustaría aprender, si es que tú eres la maestra”

Claro que robar es malo, pero parecía que a Lisia no le molestaba que le acababan de robar el corazón. Y hablando de, éste latía rápidamente dentro de su pecho. Ah, y claro, la cola la movía frenéticamente de un lado a otro sin parar. “Me llamo Helena, pero me gusta que me digan Lisia. Eh, hola, mi héroe zorro”

Usualmente, cuando la lobo albina se cruzaba con otro Mink, sentía la necesidad de ser agresiva e imponente. Pero en este caso, la zorro de pelaje negro le daba cierta paz. Cómo si estuviera reencontrándose con un amigo viejo. Era raro, se sentía que estaba en la presencia de una vieja amiga “¿Sabes? Te me haces muy familiar. Es raro, pues estoy segura me acordaría de una mujer tan bella, pero no logró encontrar nada en mi memoria. ¿Cual es tú nombre?” se dice que las almas están conectadas unas con otras, y que las amistades son capaces de volverse a encontrar, sin importar el tiempo ni el espacio. ¿Era eso cierto? Era imposible saber, pero ahora Lisia queria saber más de esta misteriosa y atractiva Mink zorro.

Berry no tardó en lanzarle la bolsa a las manos al saber que era la dueña, se estiró haciendo que sus brazos crujieran un poco mientras elongaba su torso. Si bien admiraba la belleza de aquella lobo albina también le gustaba presumir su propia belleza y en consecuencia dar una buena visión de su figura.

—Un placer ayudar.—

Colocó dos dedos en su frente, similar a un saludo militar para luego sacar su lengua de manera divertida. Tal y como si fuese una broma, o si aquello le resultase simplemente el cumplimiento de su deber aunque le restase un poco de mérito a su potente entrada.

Soltó una risa al escuchar a la loba emocionada por su hazaña, incluso confundiendo su puñetazo con algo del karate o a ella con una maestra. Sin dudas era tan inexperta en esa isla como la zorra y esto le ayudaba a estar en sintonía, ver a otra mink era raro y más aún una tan lejos de casa como ella.

—No, para nada eso me lo enseñó el viejo gruñón. Pero no tiene nada que ver con el karate, aunque soy una maestra en la cama y el electrosutra. ¡Pero esa es otra historia!—

Y nuevamente volvió a reír, jugando con sus insinuaciones y el doble sentido. Al escuchar su nombre sus orejas se pararon y su cola golpeó el suelo, ladeó su cabeza hacia un costado mientras colocaba su uña en el labio. Mordiendo repetidamente mientras repetía el nombre en bucle, incluso la loba le había robado las palabras de la boca.

Se levantó olfateando a la loba, claramente no era de su tribu, no tenía ningún tatuaje, había abandonado Zou hacía casi diez años y el aroma aunque agradable le era desconocido. ¿Por qué entonces le resultaba tan familiar?

—También me resultas bastante familiar, pero recordaría un aroma tan bonito y una mujer tan apetecible. ¿Tal vez te he soñado? Puede ser, me recuerdas a la playa y el mar... pero tampoco voy a una playa desde hace mucho. Por ciertas razones...¿Héroe? Es un buen apodo, me gustaría portarlo en un futuro como algo oficial.—

Berry esbozó una sonrisa mientras pasaba su brazo por detras del cuello de Lisia quedando ambas en un abrazo. Con la garra de Berry sobre el hombro de la loba acercando sus cuerpos cintura contra cintura.

—Pero me has caído bien, mi nombre es Berry es un placer Helena. Podemos luchar amistosamente y prácticar juntas en el dojo aunque nada muy fuerte, no quisiera llenar ese hermoso rostro si no es a besos. Por cierto ¿Dónde está tu amigo? Tal vez lo conozca, o lo soñé o ambas...—

Comenzó a reír mientras comenzaba su camino de nuevo al interior del dojo, girando su cabeza hacia la loba con una sonrisa sugerente.

—Cuando quieras iniciamos, no seré muy dura guapa y tal vez te ganes un beso.—

Guiñó su ojo antes de darse vuelta e ingresar lentamente al dojo, moviendo sus caderas y su cola. Dedicando un paso lento y atractivo de observar, después de todo no había parado de coquetear apenas estaba iniciando.

La lobo albina atrapó la bolsa sin problema, sin quitarle sus ojos de encima. Una pequeña sonrisa se le había pintado. A Lisia le agradaba la nueva Mink que acababa de conocer.
Se sonrojó ante los doble sentidos de la zorro de pelaje oscuro, y le enseño los dientes de manera pícara.

“Un ataque con electro ¿eh? Nada mal, la verdad” Lisia asintió, descifrando a que se refería la zorro con electrosutra. Se cruzó de brazos para pensar un poco la proposición de un combate amistoso con la bonita zorro. “Eh, ¿por que no?” finalmente se hundió de hombros “Admito que no se mucho de pelear sin armas, pero si mi maestra es tan agradable, quizás pueda aprender de mejor manera” Dijo, mientras se quitaba el arma gigante de encima, y la ponía en el suelo. “Oh, y claro que aprendo muy rápido en la cama. No me molestaría que intercambiáramos técnicas ahí también” le guiño un ojo, tratando ahora ella de comenzar a flirtear de vuelta.

Claro que con el encuentro reciente que tuvieron con el ladrón de bolsas de dinero, uno pensaría que Lisia seria más cuidadosa con donde dejabas sus cosas. Uno nunca sabe cuando un ladrón de armas podía aparecer.
Poco sabían, que esa arma, a pesar de que Lisia la cargaba tan fácilmente, era sumamente pesada, y que no cualquiera podría blandir.

En ese momento, la zorro se le acercó a la albina en un abrazó, y mencionó de quizás haberla visto en una playa o algo parecido “Vaya ocurrencia, pues el agua y yo nos somos buenos amigos. Aunque si se trataría de verte a ti con menos prendas en la playa, soy capaz de sacrificarme un poco por tú compañía” a pesar de apenas conocerse, Lisia se sentía en plena confianza con la mujer zorro. Incluso se le ocurrió gruñir, aunque se escuchaba más como un ronroneo atractivo. Lisia fue un poco más atrevida, y paso su brazo sobre la espalda de su nueva amiga. Sin pasarse de la cintura, claro. Era cierto que estaban muy acostumbradas a toquetearse, pero habia momento y lugar para todo. Y un dojo, ciertamente no era el lugar apropiado.

“Héroe Berry. No se oye nada mal” incluso hasta el nombre se le hizo muy familiar, pero prefirió no comentar nada, pues seguramente haría sentir raro a Berry con tanta coincidencia. “¿Ah, Pavlo? Lo he dejado atrás al perseguir al ladrón, pero no ha de tardar en encontrarme. Se sabe bien mi olor, por lo que su olfato pronto lo traerá aquí. Estoy segura que le gustará conocerte. Es algo introvertido, pero muy tierno, y tiene un gran corazón”

Al ver que Berry se alejaba, y de manera muy sensual, pues esas caderas las sabia mover muy bien al caminar. Lisia aprovechó para estirarse, cómo precalentamiento rápido. Eso, o era una excusa para poder seguir observando la espalda de la bella zorro.
Eventualmente tuvo que unirse al dojo.

“No hay problema, me gustan que sean ellas mismas. Ademas, estoy acostumbrada a la rudeza. Aunque quisieras, no podrías dejarme heridas de las que me arrepiente me hagas, amiga Berry”

Ah, el juego de flirtear seguía subiendo conforme pasaba el tiempo.

Lisia intentó imitar la estancia de combate de Berry, pero era obvio que ella no sabia que estaba haciendo. ¿Que tan difícil podía ser pelear con el puño desnudo? Es decir, es algo natural en todos ¿Qué no?

Antes de que sonara la campana, se escuchó como una puerta se deslizaba “Buenas, ando buscando a mi amiga que- ¡Oh, Helena! Ahí estas” un lobo Mink con pelaje marrón asomaba la cabeza hacia la escuela de artes marciales. Se le veía feliz, pues la cola la movía frenéticamente de lado a lado.

“Hola, Pavito!” Lisia dejó la pose de combate, y su cola imitó el movimiento rápido de cola del lobo macho “Mira, ando haciendo amigos. Se llama Berry, ¿verdad que es muy bonita?” Lisia entonces se dirigió a Berry, y señaló al lobo en la entrada “Berry, él es Pavlo. Mi mejor amigo que te contaba”
A diferencia de Lisia, Pavlo usaba mucha más ropa, se le veía más pequeño que las dos mujeres, y más débil por lo mismo. Pero cómo había dicho Lisia, eso le daba cierto encanto y ternura.

Berry podía sentir cómo Pavlo se le quedaba viendo por un momento, confundido. Al igual que Lisia, parecía que meramente estaba volviendo a reencontrar una vieja amistad en Berry. “Um, hola Berry” saludaba con la mano a distancia, y juzgando por la carencia de disminución en el movimiento de cola, Pavlo también estaba feliz de ver a Berry. Aunque fuera la primera vez que se veían. “¿Estoy… Interrumpiendo algo?”

“Nah, solo iniciábamos un combate amistoso” Lisia volvió a tomar una pose de combate, y concentrarse en Berry.
… O lo que parecía una pose de combate para ella. La verdad es que incluso para un novato en artes marciales, era obvio que su postura no tenia equilibrio, y seria extremadamente facil penetrar sus defensas.
Una vez que sintió que la mirada de Berry estaba de nuevo sobre ella, rápidamente se abalanzó sobre la zorro. Pareciera que tenia intenciones de abrazarla más que de golpearla aun asi...

Berry dedicó una pequeña risa, le agradaba estar en sintonía con el humor de la loba, al percatarse del tamaño y peso de aquella espada la mink lamió sus garras. Al principió creyó que se trataba de algún tipo de peso, como esos que se ponía mientras entrenaba en los cuarteles, pero al notar que se trataba de un arma alzó una ceja.

—¿Peleas con una espada gigante? Es genial aunque me gusta más sentir mis puños chocando, admito que eres la primera que porta una tan grande y pesada.—

Comentó con sinceridad, ya que por lo general los espadachines que ella había conocido usaban espadas finas, compactas y ligeras. Un arma de tal calibre era intimidante pero a Berry le costaba hacerse una idea de como usarla sin quedar expuesta luego de algunos cortes.

—Lo mismo digo, el plan de vernos con poca ropa y frescas no suena tan mal. Aunque el mar no me quiere mucho...—

Era evidente que podrían tomarse alguna ducha en un jacuzzi pero hacía rato que se había despedido de los entornos naturales con agua cosa que no le molestaba en demasía siempre y cuando pudiese ver chicas bonitas con menos prendas de un modo u otro que no involucrase la playa.

Al escuchar sobre Pavlo nuevamente sintió algo familiar, era como si aquel encuentro estuviese predestinado. Eso o su haki de observación había evolucionado sin darse cuenta, no, era imposible que fuese eso debido a que el viejo le había dejado claro que todavía no lo dominaba y esas visiones eran fugaces en momentos casi inconscientes.

—Vaya, me suena familiar, pero debe ser que su descripción me recuerda a los grandes sabios de mi tribu. Se dedicaban a estudiar la naturaleza y creaban rituales en base a sus estudios. Eran muy parecidos, no hablaban mucho pero si entrabas en confianza no paraban.—

Comentó la zorra restando un poco de importancia al asunto y a la vez intercambiando información sobre su tribu. Era la primera mink que veía lejos de Zou en diez años y esperaba que todos en su tribu estuvieran bien. Seguramente beberían en la fiesta del mediodía o estarían de fiesta por algún nacimiento hasta el anochecer algunas cosas nunca cambiaban.

La mink sonrió ante el ligoteo y crujió sus nudillos de forma amistosa, claro lo mas amistoso que podía sonar el ruido de los huesos crujiendo demostrando que pese a no aparentarlo con grandes músculos o exagerado cuerpo su fuerza era de temer.

—Espero que no te arrepientas de dejarme ir con todo, mi intención es tratarte bien.—

Comentó para ver entrar a Pavlo, era tal y como los sabios iniciados que había mencionado. Bajito, algo enclenque pero seguramente portaba conocimientos y técnicas que Berry o Lisia podrían desconocer o pasar por alto. Le saludó agitando su mano y moviendo su cola, sonriendo y cerrando sus ojos, haciendo que su rostro se pareciera en exceso al de un zorro antes de volver a abrir sus ojos.

—Es genial tendremos un público y todo, está bien podremos charlar luego de prácticar un poco.—

Berry escuchó la campana y flexionó sus piernas, sus ojos brillaban con emoción de enfrentrarse a otra de su especie. Su rostro se reemplazó con seriedad, recordaba los combates ceremoniales de su tribu y solo bastaba un parpadeo para sentir los sonidos de Zou a su alrededor en compás con el traqueteo de los pies de Lisia avanzando hasta ella.

—Hace mucho tiempo no siento esta emoción...—

Suspiró colocando una de sus garras en el suelo e impulsando todo su cuerpo hacia delante, aprovechando la postura abierta de la loba primero giró buscando una patada en la parte posterior de la rodilla para luego asaltar con una rápida combinación de izquierda y derecha al torso. Berry no solo recordaba el combate ritual, si no su entrenamiento en la marina y sus lecciones con el viejo.

—Escucha tonta, en un combate no debes juguetear tanto, ni en un entrenamiento. Debes respetar al otro y darlo todo. Te enseñaré algunos trucos básicos, pero no sirven de nada si no te esfuerzas y comprometes.—

La voz del anciano resonó en su mente, volviendo al combate en un segundo y tomando altura con un salto, colocó su cuerpo haciendo que su espalda soportase el peso de su torso conteniendo su respiración y cerrando uno de sus puños el cual inclinaba hacia atrás cerrado. Soltó el aire a la par que el puño descendía como un martillo contra la cabeza de la loba, buscando un golpe en la parte posterior de su cabeza que la lanzara contra el suelo.

No había usado Haki ni electro en sus golpes, aquello no dejaba de ser un combate amistoso y Berry sonreía abiertamente como si sus golpes fuesen símbolos de amistad entre ambas. Después de todo, no había nada mejor que unos buenos puños para conocerse realmente.

Tomó distancia y se colocó en una postura firme, con la guardia en alto y esperando la respuesta de su amiga. Le preocupaba haber ido muy lejos, pero recordaba la figura del viejo que seguramente le hubiera dado un puñetazo en la cabeza por no haber utilizado todos sus recursos. En el fondo Berry le tenía aprecio pese a ser solo un...

—Viejo gruñón...—

Masculló con una sonrisa impregnada en su rostro.

“Entreno con la espada gigante. Pertenecía a mi madre, y la he heredado” Lisia volteaba a ver su arma en el suelo “Uno entrena tan arduamente para nunca tener que utilizar las habilidades que ha entrenado. La paz es el camino único y verdadero del guerrero, amiga mía”

Algunos de los alumnos del maestro del dojo comenzaron a murmurar entre si. Inseguros si estaban de acuerdo con lo que Lisia decía acerca de que los guerreros siempre buscan nada más que la paz.

“Estoy de acuerdo contigo, Berry. El agua y yo no somos amigos” ignoraba la razón real por la que Berry ahora era incapaz de ingresar al océano “Ademas, encontrar ropa que me quede ha sido muy difícil también. Resulta que los Mink somos razas un poco más grandes que los demás habitantes. Prefiero estar desnuda a tener que usar un bikini tan apretado e incomodo” Lisia rio, y luego movió su cabeza de lado a lado “Pero bueno, normas de la sociedad. El pelaje no es suficiente para muchos por lo que parece”

Bueno, parecía que a Lisia no era pudorosa en lo más mínimo. Es decir, a comparación de todos los seres que estaban en esta escuela, era la que menos ropa traía encima. O al menos la que más piel (¿pelaje?) mostraba

“Hmm. En nuestra tribu había sabios también, aunque se les conocía más como estrategas bélicos. Pavlo podría ser igual de inteligente, o más, pero su corazón es demasiado grande cómo para querer gastar energía en pensar cómo lastimar a otros. De hecho, él es la razón por la que no me dejo llevar por mi ira...” a la mujer albina se le escuchaba algo incomoda de hablar acerca de su pasado en Zou. Y recordando lo que ella había dicho del camino de guerrero que ella había escogido, y lo dócil que Pavlo era, Berry podía adivinar que eran sumamente pacíficos, a pesar de que Lisia tenia su cuerpo claramente trabajado. “La verdad es que me gustaría que mi Pavito hablará más. Es algo introvertido también, pero desde que salimos de Zou ha estado mejorando un poco” dando una autentica sonrisa dentona. Pavlo era alguien importante para Lisia, y no le daba problema admitirlo.

“El mejor cumplido que me puedes dar es tratarme cómo una igual. Y si eres más fuerte que yo, ya veras que rápido te alcanzare. Ademas, que mejor que una cicatriz para presumir el lazo de camaradería que tenemos” Lisia aparentaba tener una idelogia completamente enfocada a los enfrentamientos. Claro, enfocada en el crecimiento mutuo y las rivalidades amistosas, pero era de todo lo que hablaba también. Pareciera que no tenia espacio para buscar actividades menos peligrosas. Quizás le gustaba el peligro, una temeraria.

Y hablando de poco miedo, y pocas neuronas. Al ver que Berry había cerrado sus ojos, Lisia creyó que algo estaba mal, y comenzó a desacelerar, pensando que quizás la zorro se arrepentía de enfrentarse a ella. Lo bueno era que Lisia se había equivocado, y Berry estaba bien, más que bien. Lo malo fue que bajo su guardia por completo, y Berry pudo atacar una de sus piernas, obligando a Lisia a perder su centro de equilibrio, quedando abierta de nuevo, Berry comenzó a ametrallarla con sus puños.

Más que dolor, Lisia estaba confundida ante todo lo que ocurría. No era capaz de razonar que tan rápida era Berry. Los golpes a su abdomen cesaron. Incapaz de cubrirse de manera alguna, pues había perdido de vista a la zorro. Confirmo su presencia cuando sintió un golpe fuerte la cabeza, su visión se oscureció, y cuando pudo ver de nuevo, ya estaba en el suelo.

Vaya… Eso pasaba por haber menospreciado la fuerza de Berry por bonita y pequeña. Lisia se volteó boca arriba, y comenzó a reír a carcajadas “Y yo aquí asustada que te pudiera lastimar”
Se levantó de golpe, y tomó una pose de combate nuevamente “Eres muy rápida Berry. Pero sé que te contuviste, pues he visto como te has deshecho del ladrón, y no he acabado cómo él” y era cierto, pues el cuerpo de Lisia no parecía tener ningún daño duradero.

A Pavlo se le veía nervioso desde donde estaban las dos mujeres. Hasta se andaba comiendo sus uñas. Esto le dio algo de risa a Lisia, pero se concentró de nuevo en Berry. “Bien, mi turno”

Imitó la manera en que Berry se abalanzó sobre ella anteriormente, con garras al suelo, y soltándose para embestir a su contrincante/amiga. Ahora que sabia que si Berry cerraba los ojos no era signo de alarma, no iba a dudar en usar los pocos conocimientos que tenia de combate mano a mano, para intentar llevar a la zorro al suelo.

Una vez cerca, saltó al aire, para aterrizar detrás de Berry. Se giró de manera brusca y rápida, abrazando a Berry con fuerza, inmovilizando sus brazos “Bien ¿Ahora que harás, linda?” No era que no se tomara en serio la pelea, era más bien que quería aprender todo lo que Berry pudiera enseñarle en batalla.
… Al mismo tiempo intentando ser un poco sensual con ella, pues no era coincidencia que su zona pélvica golpeara un poco a Berry, y que las manos de Lisia estuvieran tan cerca de los pechos de la zorro.
Tampoco ayudaba que Lisia tenia una pequeña sonrisa juguetona.

Berry había escuchado atentamente, la conexión de Lisia con su arma le resultó algo bastante tierno, aunque Berry solo tenía los tatuajes de su tribu como recuerdos pensaba que algo permanente era mejor que nada. Ladeó su cabeza al escuchar lo de la paz, de hecho lo reflexionaba incluso luego de sus golpes ya que para ella el combate era más una forma de diversión.

De hecho no tenía algo como un camino del guerrero, usaba sus puños para impartir justicia y pensaba que el entrenar técnicas era un bien necesario para poder hacer cumplir las leyes. Por lo que aquella filosofía más bien pacifista contrastaba con la actitud de Berry en el combate.

—¿Paz? Yo lo veo más como diversión, si no es divertido ¿Entonces que sentido tiene?—

Comentó juguetona una vez la lobo estaba en el suelo, tardó unos segundos en levantarse por lo que Berry desconocía si esas palabrás habían sido escuchadas o simplemente Pavlo había sido el único. Hablando de este, Berry lanzó unos besos en su dirección mientras Lisia estaba en el suelo, no perdiendo el tiempo de coquetear pese a que este se encontraba sumido en ansiedad mordiendo sus uñas.

Recordó lo que Lisia había hablado sobre la ropa, al ver a su compañero tan intimidado concluyó que la razón de usar ropa era él. Aunque también le recordaba a los sabios, parecía encargarse más de otros asuntos y no de las peleas como tales, elongó escuchando a Lisia recriminarle por contenerse, finalmente se estaba poniendo en pie.

—Sí no he usado todo, simplemente estamos prácticando y es injusto usar haki contra otros que no lo dominan. Además si quisiera usar todo deberíamos salir fuera, ya que dentro no tengo suficiente espacio. Y bueno tampoco sería un combate, ¿Tal vez sería una cazería? Me refiero a que yo ya no sería del todo una mink, si no más bien algo más raro...—

Berry estaba tan metida en su explicación que se dejó agarrar sin oponer mucha resistencia, de hecho le gustaba la cercanía y giró su cabeza instintivamente buscando los labios de la loba con los suyos propios. Toda la situación, el contacto, la cercanìa a otra de su especie, el dulce aroma despertaba aún más aquellos instintos que Berry no se avergonzaba de presumir. Incluso le hubiera comido la boca si no fuese por la interrupción del maestro del dojo quien crispeó su garganta y la devolvió a la realidad.

—Oh, claro, claro disculpe sensei.—

Comentó Berry sacando su lengua y golpeando con su cola la pierna de Lisia, siguiendo con la presión de su pie contra la rodilla y finalmente jalando del brazo de la loba mientras inclinaba su cuerpo hacia delante. Al estar haciendo presión con su pie, no fue problema para Berry llevar el peso de la loba por sobre su espalda y desplomarla contra el suelo en un movimiento que usaba el propio peso de su rival.

—Podemos abrazarnos más en otros momentos linda.—

Guiñó su ojo a la loba que ahora se encontraba panza arriba en el suelo, para tomar distancia mostrando una postura defensiva rígida pero a la vez bastante confiable. Sus rodillas se encontraban flexionadas y sus brazos firmes en una guardia a la altura de su pecho, con las garras custodiando su mentón. Si bien la zorra movía su cola de lado a lado emocionada, su mirada mostraba seriedad.

No tardaría en lanzarse apenas la loba volviese a levantarse, para iniciar un denoledor ataque. Sus puños se desplegaban como balas de cañón contra los puntos vulnerables de la mink, mientras que reducía distancias cada vez más llegando a quedar a una distancia mínima. Berry cargó con la derecha hacia atrás y al último segundo se agachó, buscando sorprender desviando un golpe que parecía buscar la cabeza al costado de Lisia, un movimiento que aprovechaba el engaño para que el oponente se confiara y subiese la guardia dejando su torso vulnerable a un devastador gancho.

“Entrenar con amigos es divertido” dijo con determinación la albina “Um. Sin ofender, Pavito”
El macho meramente movió una mano de un lado a otro, denotando que no había tomado problema alguno con lo que Lisia mencionó. Era obvio pues, que Pavlo quizás no era capaz de tomar un arma, o incluso usar sus puños para pelear. Claro que tenia sus garras, y colmillos. Pero prefería no usarlos, a diferencia de la lobo blanco.

Pavlo notó los besos voladores de Berry, pero solamente pudo sonreír de manera boba, y sonrojarse. En otro momento, con otra persona, quizás hasta se hubiera sentido incomodo y hubiera intentado dejar el dojo de inmediato. Pero con Berry parecía que se conocían desde hace ya tiempo. Cómo si el corazón recordara lo que la mente no. Al menos tal gesto, le sirvió bastante a Pavlo para sentirse relajado con lo que ocurría en la batalla amistosa que tenían las dos mujeres.

“Creo que el golpe a la cabeza me ha desorientado más de lo que creí. ¿Has dicho algo de dejar de ser Mink?” se le veía incluso preocupada a Lisia “¿Cómo podrías hacer eso?” incluso no aprovechó la chance de decir algo pervertido acerca de la cacería que Berry comentó. Su cuerpo se movía por si solo, pues ya estaba en modo batalla, y no importaba si tenían un tema de conversación.

A Lisia le dio mucha risa la actitud que Berry tomó al tener a ella a sus espaldas. “Huh. Parece que a alguien la falta que le hagan cariños- ¡Epa!” pero eso sirvió para que Berry levantara a la lobo por encima de ella misma, para que acabase en el suelo. Claro que eso solamente sirvió para que a Lisia le diera todavía más risa. “Hey, muy bien. Esa si no me la esperaba”
Vio cómo Berry se alejó, y aprovechó para levantarse también.

Esta vez, fue Berry la que se abalanzó sobre Lisia. Y creyó estar preparada para sus ataques esta vez. Cubrió su cuerpo con sus brazos, para evitar que Berry pudiera atacar a sus puntos débiles. A pesar de ser mucho más pequeña y delgada que Lisia, la zorro atacaba con golpes metralleta sumamente potentes, se sentía como si un barco gigante golpeara a Lisia. ¿Cómo es que Berry era tan fuerte? ¿Acaso era algo del Haki ese que había mencionado? La albina no podía concentrarse en otra cosa que no fuera tratar de aguantar los golpes constantes que recibia.
Por instinto, cuando vio que Berry iba a atacar su cara, subio los brazos para detenerle, pero en ese momento cayó en la trampa de la zorro, golpeando el costado de la lobo blanco. Sacandole el aire, mandándola al suelo de rodillas

“Uff...” no podia hablar aun, y abrazaba su estomago y costado. Eventualmente tuvo que poner una mano sobre el suelo para no colapsar por completo.
Por suerte, parecia que Berry no tenia intenciones de seguir con la pelea, al menos no contra una contrincante que no estaba de pie.
Pavlo incluso se había acercado a checar a su amiga, preocupado, cómo perro leal-… Es decir, compañero leal.

“Okey, creo que ya… Tuve suficiente...” Lisia había recuperado el habla, y seguía riendo. Mucho para la mortificación de Pavlo, quien desde el principio estuvo en contra de un enfrentamiento entre las dos mujeres, aunque fuera amistoso. Sabio o no, Pavlo entendió desde el principio que no había forma en que Lisia le ganará a Berry. Pero Lisia es necia, y hasta que no se golpea con la realidad, no capta que las cosas no son cómo se las imagina.
“Eso fue divertido” sonreia de oreja a oreja, mientras se apoyaba en Pavlo para ponerse de pie de nuevo.

“No, no lo fue...” dijo Pavlo en voz baja. Ahora miraba a Berry, pero no estaba molesto con ella. Al contrario, parecia que hasta estaba feliz con ella “Um. Gracias por contenerte, y no partirla en dos...”

“Aun puedo hacerlo, ¡y no hablo en combate!”

Pavlo suspiró.

Berry levantó su puño al sentir que ya había sido suficiente con aquel golpe, a veces se pasaba un poco y por fortuna no había usado ni su haki ni el electro o eso podría haber roto algún hueso. Tras los aplausos del dojo quienes jamás habían presenciado el choque de dos animales humanoides, la mink le sonrió a Lisia dispuesta a responderle todas sus inquietudes una vez volvía a su carisma habitual.

—¡Wiii! Es verdad que entrenar con amigos es divertido, pero el solo hecho de pasar tiempo con ellos es gratificante. En especial cuando no hay ropa de por medio.—

Guiñó su ojo mientras hacía gala de su gran capacidad de memoria, respondiendo algo que Lisia había comentado desde antes incluso de su abrazo. Dejando muy en claro que Berry podía parecer una tonta sin remedio pero bajo esa fachada se ocultaba alguien realmente inteligente.

—Una diosa como yo tiene sus trucos, puedo mostrarte ese en especial cuando estemos al aire libre. Solo espero no asustarte, pero creo que podrás soportarlo.—

Una vez más la mink lamió su pelaje al explicar sin dejar de coquetear y envolver en misterio su figura. Era algo que le agradaba, ya que ahora podía presumir otras cosas frente a los minks en lugar de recurrir a su aspecto habitual como siempre debía hacer con los humanos.

—¿Partirme en dos? Esa actitud me agrada, sería aburrido domar a una loba sumisa. A veces mis instintos me exigen cariño, pero si no mal recuerdo te has ganado un beso ¿No es así Helena?—

Berry se enfocó en el nombre de la loba poniendo su tono más dulce y seductor posible aprovechando su facilidad de modular en un tono agradable. Extendió su garra esta vez no para dar un golpe si no para tomar suavemente el mentón de la loba e inclinar su cabeza hacia arriba, quedando ambas minks frente a frente claeo que con Berry inclinada sobre ella al Lisia continuar arrodillada.

Lentamente Berry fue cercando la distancia entre ambas hasta que sus labios rozaban el propio aire que Lisia inhalaba con su boca. La sonrisa y porte de Berry eran seductores, dulces y sus ojos le permitían tomar el control de aquella situación. Suspiró simplemente para que sus respiraciones se mezclaran y ladeó su cabeza para encontrar un mejor ángulo. Avanzando en su cometido en lo que parecían eternidades, estaba claro que le gustaba juguetear y hacerlo despacio, dependería de Lisia si aceptaba el beso valientemente en sus labios o los nervios le invadían forzando a colocar la mejilla. Internamente, Berry se relamía de la emoción tratando de adivinar cual sería el desenlace, lo estaba disfrutando como si fuese todo un manjar.

Pavlo seguía sonrojado ante el humor obsceno que ambas mujeres tenían. Y que ni pena les daba andar hablando frente a todos

“Hace tiempo escuché una historia donde lo mejor que podías hacer, era luchar completamente desnudo contra tu oponente. De esa manera, solamente dependes de tu fuerza nata” Lisia decía, ya recuperada de los golpes que Berry le había dado “Deberíamos de hacer eso algún día. Estoy segura que me podrías enseñar más cosas de esa manera” ¿Había doble sentido en ese enunciado? Seguramente, pero Lisia también quería aprender acerca de las técnicas de Berry, en especial porque ambas eran Mink. Y aunque sus estilo de pelea variaban, ya existía cierta química entre ambas.

“¿Al aire libre?” la lobo blanca repitió el enunciado “Es decir, no tengo problema en salir. La verdad es que este lugar es muy pequeño, y cómo que se junta el calor de todos. Salir a tomar algo de aire fresco no estaria mal” dijo mientras sacaba la lengua, jadeando.

“¿Helena? Lo de partir en dos se lo dije a ella, no a ti...” entre el sonrojo y la carita de molestia que portaba Pavlo, Lisia reía. “Yo agradecí que no terminaste cómo el ladrón de ahí, a ella”

“Ah si, eso me recuerda” Lisia metió su mano a la bolsa de su pantalón, sacando el dinero que Berry le había regresado, y aventando la mercancía hacia Pavlo, el dueño correcto de lo robado. Al macho casi se le caé la bolsa, pues no esperaba que Lisia le lanzara su dinero tan de repente. “No se te olvide ser educado, y darle gracias a Berry. Fue ella quien detuvo al maleante”

“Oh. Um...” Pavlo, aún con la bolsa en mano, se volteó para ver a Berry. “M-muchas gracias por recuperar mi dinero, dama Berry” haciendo una pequeña reverencia de respeto hacia la zorro con pelaje oscuro. Entre más conversaban, más parecía que a ambos lobos le agradaba mucho Berry, pues cada vez que le veían, las colas de ambos comenzaban a menear de manera frenética.

“Heeeey… A quien le dices loba sumisa-” pero la dulce voz de Berry le interrumpió, mientras se quedaba balbuceando al la zorro acercarse lentamente. Ambos lobos quedaron confundidos con lo que Berry comenzaba a hacer al encorvarse para estar al nivel de Lisia.

Pavlo se había hecho a un lado para dejar a la zorro avanzar sobre la lobo albina a su placer. Le daba pena ver lo que ocurría, pero no podía negar que había algo muy sensual en ver cómo su mejor amiga se besaba tiernamente con otra Mink. Lo que obligaba a que la curiosidad le ganara, y viera de reojo lo que sucedía entre las dos.

Lisia fue valiente, al menos al final, pues al acercarse Berry, y hacer mención de la deuda de un beso (La cual ya se le había olvidado que habían apostado o no al principio), no se espero que tan rápidamente la relación de amigas de combate cambiara a… A pues eso, un beso bonito en los labios. Lisia aceptó el beso, obedeciendo la señal de Berry de sincronizar respiraciones.

“Vaya… Si éste es el premio de consolación, supongo que no me importaría perder ante ti, Berry linda”

Se puso por fin de pie, poniendo su brazo sobre la mink zorro, de manera amistosa “La próxima vez, creo que usaremos armas, así podría yo enseñarte uno que otro truco en combate” se dio cuenta de que Pavlo estaba incomodo ante la situación. Por lo que Lisia utilizó su otro brazo para tomar el hombro de Pavlo, y acercarlo a un abrazo entre los tres “Y no nos podemos olvidar al joven guapo y lindo de aquí, un beso se oye a buen incentivo. Ademas, él ya tiene su propia espada, habrá que ver como la blande ahora” el hombre se puso rojo de vergüenza ante la mención indirecta de su miembro.

Era gracioso ver las alturas de los tres mamíferos. Berry y Lisia eran casi de la misma estatura, mientras que Pavlo, era el más chaparro. Las mujeres le llevaban al menos media cabeza de diferencia.

La zorra comenzó a reír por las ideas de Lisia, una cosa así no siempre le era ofrecida. Seguramente era necesario algo más que simplemente luchar sin ropa para aprender aunque la idea le resultase bastante atrayente, la loba no estaba mal y teniendo tants indirectas resonando a sus palabras solo aumentaba la emoción de Berry por los encuentros futuros.

—Esa idea es bastante graciosa, aunque solo hay una forma de comprobarlo, en otra ocasión lo podríamos probar.—

La mink movió sus orejas ante la idea de salir al aire libre, en verdad no le molestaba estar en interiores, pero comprendía que a otros de su especie se les hiciera complicado lidiar con esto. Después de todo ella había tardado un tiempo en acostumbrarse a los cuarteles de la marina apenas ingresó.

—¿De verdad? Yo no he notado nada estando aquí, pero podemos salir si tu cuerpo lo necesita...—

Respondió finalmente, sonriendo a Pavlo ante la mención del incidente del ladrón, ser reconocida y a la vez que le agradezcan de forma tan seguida solo alimentaba su ego. Movió su cola mieentras lamía una de sus garras, esta vez la que había utilizado contra el maleante.

—No hay de que guapo, solo ten cuidado más adelante, es mejor andar con lo justo y necesario.—

Recomendó la mink volviendo a un carisma profesional, que prontamente fue reemplazado por su semblante seductor a la hora del beso. Berry lo disfrutó de gran manera, no siempre podía besar a alguien tan guapa y que le siguiese el juego lo hacía todavía más especial.

—Oh, parece que a alguien le ha gustado~—

Respondió ante la idea de seguir perdiendo por parte de la loba, Berry tal vez diese premios de vez en cuando aunque no le agradaba del todo ganar peleas arregladas. De todas formas parpadeó incrédula por la propuesta, el hecho de usar armas era algo completamente inesperado.

—¡Bwahaha! ¿Un arma? ¿Yo? La última vez que traté de usar un arma la partí de tanta fuerza que ejercí al blandirla, puede que entrenar con otro el uso de armas suene genial pero cuando se trata de mí es otra historia. Con un palo de algodón quizás, no me gustaría causar alguna herida porque accidentalmente rompa un arma de madera y la mitad faltante se incruste en tu cabeza.—

Berry comenzó a reír de forma prolongada, la primera vez que usó una espada concentró tanta fuerza en el primer corte que la hoja se había hecho pedazos al chocar contra el muñeco. Tampoco conocía la forma correcta de blandirlas o distribuir la fuerza correctamente, por tanto siempre que agarraba alguna espada la utilizaba de forma similar a un bastón y el choque resultante ejercía una presión que fisuraba el arma independientemente del objetivo. Tras el abrazo grupal, la mink no pudo evitar recordar a su tribu, aprovechando las palabras de Lisia para entrometer uno de sus típicos comentarios coquetos.

—Oh, pero esas espadas si puedo blandirlas... A menos que también desees que la destruya...—

Comentó secando las lágrimas en sus ojos de tanto reír, comenzó a caminar hasta la puerta del dojo. Observando un cartel pegado en la pared, al parecer buscaban a alguien en la isla, su foto contaba con una recompensa de unos cinco millones. Teniendo een cuenta que Lisia se había presentado como una aventurera supuso que no tendría gran experiencia.

—¡Mira Lisia! ¿A que este tipo se ve feo? Pensaba en ir a buscarlo por mi cuenta pero ya que estamos los tres juntos. ¿Qué tal si le damos una buena prueba del poder mink?—

Preguntó sosteniendo el cartel een su garra izquierda, donde se podía ver el retrato de un bandido alto y regordete apodado "El Jeefe" de nombre Hanks Zanemoto. Berry sonreía de oreja a oreja ante la idea de ir de caza, después de todo podrían cobrar una recompensa y tal vez le diesen alguna medalla en el camino si es que el hombre resultaba ser muy molesto.

“Yo no tengo ninguna prisa. Ya me has demostrado que me puedes patear el trasero sin problema alguno” Lisia le daba un pulgar arriba a Berry, al igual que le regalaba una sonrisa dentona y feliz.

“Oh si, amo sentir el pelaje en mi viento”
“Al revés”
“Si, eso”

Tanta emoción tenia con la idea de salir, que había confundido el orden de las palabras.
Berry pronto se dio cuenta de que Lisia era más de correr por todas partes, y evitar lugares muy cerrados. Claro que por circunstancias del destino, la lobo tuvo que entrar al edificio del maestro, pues andaba persiguiendo al ladrón. “Oh, por cierto ¿Qué vas a hacer con el sabandija ese?” preguntaba mientras dirigía la atención al aún incrustado en la pared. Al menos de aquí parecía seguir vivo, pero inconsciente.

“¿G-guapo?”
Pavlo se sonrojó de nuevo, llevando sus manos a su cara, ardiendo por el cumplido inesperado que Berry le soltó. Lisia se dio cuenta de esto, y se echó a reír.

“¡Ja!” Lisia se cruzó de brazos, y a pesar de ahora mostrar una pose algo más amenazadora, el movimiento de cola, su sonrisa tierna, y ojos grandes que le daba a Berry, daban a entender que seguía jugando y no le molestaba en lo más mínimo los comentarios de la zorro “La próxima ganaré yo, y seré quien te de el beso. Me toca escoger la competencia siguiente de todas formas” de la nada, Lisia asignó a Berry cómo su rival y amistad. Más lo ultimo. Una amistad con rivalidad. Una rivalidad para la amistad. Con la amistad-… Si, algo asi.

“No, no. Me suena a que necesitas un arma más fuerte que un simple palo” dijo mientras tomaba su espada del suelo “Algo cómo la mia. A pesar de tu fisico delgado, me has demostrado que eres sumamente fuerte, Berry. Ademas, seria lo justo, pues tu me has enseñado a pelear mano a mano”

“Um...” Pavlo se cubrió sus partes privadas, al ser mencionadas por ambas damas. Algunos de los espectadores se rieron de la actitud que tomó el hombre al ser sexualizado de tal manera. Lo bueno es que Lisia puso su mano sobre su hombro, asegurando al joven que solamente estaban jugando. Por suerte la atención pronto fue enfocada a otra parte. Dejando al palo de Pavlo descansar, por ahora.

"La mía puedes intentar destruirla, no lo harás, así que no te preocupes" guiñando el ojo, y posando su arma en su zona pélvica. Tomando la espada como si fuese un miembro masculino.

Sin más, tomaron sus cosas, se despidieron de los alumnos, y del maestro mismo, y salieron junto con Berry. Lisia cargaba al hombre inconsciente en sus hombros, sin problema alguno con el peso añadido. Berry comenzó a agitar un papel con la cara de alguien bastante feo dibujado en el. “Hey, si eso significa que podemos pasar más tiempo contigo, por mi mejor. Ademas, no me caería mal estirar mis músculos un poco después de la paliza que me diste” el tono denotaba que todo seguía siendo un juego divertido para ella “Pero ¿No deberíamos primero entregar al pilló éste?”

Berry sonrió al escuchar sobre el gusto de Lisia por el aire libre, al ser consultada por el criminal comenzó a pensar. En realidad conocía un poco sobre los revolucionarios aunque no sabía en detalle donde entregarlos y no le agradaba la idea de ir hasta una base de la revolución por un simple ladrón de carteras. Movió su cabeza mientras buscaba con su mirada alguna indicación en los carteles.

—En cuanto a él, mira aquí dice que lo podemos entregarlo a un centro de reforma o a alguien que lo lleve.—

Buscó entre la multitud pero en la aldea no había nadie distintivo, sin embargo, tras caminar un rato pudo encontrar un puesto algo diferente de las otras casas con un hombre anotando en algunos papeles. La mink golpeó levemente con la garra la madera y este levantó la mirada.

—Venimos a entregar a ese tipo, era un ladrón que robaba en los dojos.—

El hombre levantó la mirada y al divisar al sujeto desmayado señaló el costado del puesto, tal vez tardase un tiempo en despertar pero le encontrarían utilidad en el reformatorio. Tras concluir el tema del bandido, Berry volvió a su semblante habitual respondiendo a Lisia.

—Me tienes mucha estima pero no me arriesgaría a blandir tu arma, me dolería destruirla o dañarla por mi torpeza. Seguramente podamos conseguir algo para prácticar que soporte mi falta de técnica. Aunque también deberíamos comprar protecciones y otras cosas, no es como con mis golpes que lo sé controlar, tal vez me exceda y golpee con el peso total de mi fuerza, como puedes ver no es poca.—

Berry se mostró enfocada en reducir el riesgo de una herida grave, ya que pese a rivales se sentía más como una amistad. Una que a Berry no le gustaría dañar por su torpeza, eran buena gente, lo notaba en como el lobo se sonrojaba. Sentía que no deberían estar solos y arriesgarse a cosas peores, aunque no les privaría de esa vida que tenían solo por el hecho de desearlos ver más a menudo. Movía su cola suavemente al escuchar como se apuntaban a la caza, por lo cual se giró nuevamente al puesto.

—¿Sabe algo sobre este tipo feo?—

Preguntó la mink mostrando el cartel, el hombre observó el rostro suspirando.

—Ah el canalla de Calipo Sixto, es un chalado que se dedica a atacar las sedes revolucionarias y robar a los aldeanos de los dojos. Se dice que se oculta en los bosques pero nadie lo encuentra, si lo van a buscar les recomendaría atrapar a alguno de sus hombres ya que son unos cobardes y cantan como gallos.—

Explicó el revolucionario mientras volvía a sus tareas, dejando a Beerry sonriente al saber que pasaría más tiempo con sus nuevos amigos. Una aventura por el bosque no sonaba mal para un grupo de tres minks.

Desde que salieron, Lisia comenzó a sacar la lengua para disfrutar los alrededores. La isla tenia su encanto, la arquitectura era diferente, pues claro, pero aun así, la misma atmósfera daba ganas de comenzar a correr por todas partes. Había mucha energía en el lugar, pues mucho se la pasaban entrenando para despertar las habilidades innatas del cuerpo, y sobrepasar sus limites.

Por lo mismo, los dos lobos caminaban un poco más lentos que la zorro que los guiaba.

“Helena”
Berry pudo escuchar cómo el macho regañaba a Lisia.
“¿Qué?” preguntaba ella, con cara de atrapada, inocente y que nadie le creyera “Ya pues, perdón. Es que tienes una cola muy esponjosa y bonita, Berry” así que aparte de observar los alrededores, también observaba las regiones bajas a la compañera. “La miá es muy larga, pero no tan grande” aparte de que Lisia no pasaba tanto tiempo cuidándola. Pues detestaba el agua, y no gustaba de acicalarse “Hmm, la de Pavlo es pequeña. Eso la hace adorable” la atención ahora estaba en el lobo marrón. El cual obviamente no apreciaba mucho ser el centro de miradas.

“E-es de tamaño normal… No esta tan chiquita...
“Eh, a mi me gusta” Lisia decia, mientras le hacia un cariño en las orejas al muchacho “Que sea tuya la hace bonita”

Y hubieran seguido con apapachos, pero tuvieron que adentrarse a otro edificio, el cual Berry mencionó que era un centro de reforma. A Lisia le agradaba que todos tuvieran una segunda oportunidad, en especial porque no sabían que tan desesperado debía que estar para comenzar a robar de esa manera. Al menos ahí le darían comida y un techo sobre su cabeza.

“No te digas asi, Berry” interrumpió Pavlo cuando la zorro comenzó a decirse de nombres desagradables, su cara denotaba preocupación y estima hacia Berry “Nuestro cerebro no entiende bromas, por lo que eventualmente creera que eres los insultos que te dices, y no podrás mejorar de esa manera. Yo, um, pienso que eres muy fuerte, y bonita”

“Okey, joven enamorado” Lisia no pudo evitar molestarlo después de un monologo tan emotivo. “A mi me cae que te agradó ver cómo me pateaba el culo” la lobo albina ya no insistió con lo de prestar su arma, pues tenia mucho valor sentimental cómo ella ya había dicho.

“N-no, nunca” Pavlo se alteró un poco por tal acusación “Estuve en contra desde el principio a que se pelearan. Sé que te gusta mucho entrenar con otros, pero era la primera vez que tú y Berry lo hacían juntas”

Lisia malinterpreto a propósito lo que Pavlo quería decir, por lo que simplemente dio una sonrisa picara a Berry, mientras movía las cejas de arriba a abajo rápidamente “Aun así, me niego a usar equipo. La única protección que necesito se llaman huesos de la caja torácica” también conocidos como costillas. “Antes preferiría luchar desnuda antes de usar armadura. Blah”

Dentro de el edificio que visitaron, los dos lobos se quedaron callados mientras observaban cómo Berry arreglaba todos los tramites necesarios. Lisia se encontraba calmada, y con una pose relajada mientras el dueño del lugar relataba los acontecimientos de un tal Calipo Sixto.
Pavlo, sin embargo, se había erizado un poco, con la cola entre las piernas, y las orejas planas. El macho tenia algo de miedo. Y era entendible, pues era puro hueso y nada de musculo.

“Creo que lo mejor seria quedarme aquí, y, um, esperarlas”
“De ninguna manera” dijo sin pausas la mujer “No te voy a abandonar. ¿Qué no has escuchado que ese Calliope Sexo abduce a gente? Si algo te pasara, jamas me lo perdonaría”

Tales palabras dejaron balbuceando a Pavlo, al igual que logrando se sonrojara, para sorpresa de nadie a estas alturas.

“Anda Berry, a patearle el trasero a ese infeliz. O a alguno de sus lacayos. Cualquiera esta bien” Lisia tomó de la mano a Pavlo, para que no se le ocurriera escaparse o algo. Aunque… El movimiento de la cola del macho indicaba que no le molestaba del todo que lo anduviesen jalando de esa manera.

“Um. Helena. Una pregunta”
“¿Dime, Pavito?”
“¿Sabes cómo llegar al bosque?
“Ay, mierda...”

La albina se desinflo en su lugar. El macho dio una risita.
Claro que seguramente habia varios bosques en la isla, pero siendo esta la primera vez que estaban aquí, era mejor seguir indicaciones en vez de dejarse llevar por el viento a quien sabe donde. Dicho esto, voltearon a ver a su querida amiga Berry, para comparar notas. Igual y ella sabia por donde era mejor irse.

Berry sonrió moviendo su cola lentamente al escuchar los halagos, aunque luego se puso a perseguirla en cuatro patas y a juguetear con ella. No fue hasta que escuchó que comparaban sus colas que dejó de hacerlo, enganchando esta con sus dientes y tumbándose mientras su cuerpo se meneaba de lado a lado en el suelo.

—Estoy muy orgullosa de mi cola, trato de darle mucho cariño y jugar con ella en cuanto me sea posible. Además es tan suavecita y esponjosa.—

La mink se sentó en el suelo, escuchando a Pavlo para comenzar a reír, a lo mejor había sonado algo cruel con ella misma pero apenas se había dado cuenta. Sacó su lengua para acto seguido guiñarle su ojo al lobo, al parecer también se sentía atraído por ella ¿Y quién no lo haría?

—Descuida, sé muy bien que soy una diosa fuera de toda comprensión. Mis rasgos exóticos y mi fuerza siempre estarán para protegerte, además no queremos que nadie dañe a un lobo tan bonito.—

La mink acarició levemente su cabeza mientras volvía su atención a Lisia tras escuchar su desaprovación a luchar con equipo. No entendía si estaba confiada o simplemente no le importaba herirse, Berry tenía un debate interno sobre si era lo mismo herir a un criminal y herir a una amiga. Aunque al escuchar sobre lo de luchar sin ropa su mirada cambió a una pícara y aprovechó para tomar a Lisia desprevenida por la espalda, usando sus garras para recorrer su pelaje expuesto.

—Ohh, entonces Helena desea mostrarme más de todo esto...—

Susurró coqueta al oído de la loba para acercar sus dedos peligrosamente a su pantalón, aprovechando para dar un beso al cuello de la loba. Tras verse satisfecha dejó de jugar guiñando su ojo, y volviendo a tomar distancia, todavía había mucho trabajo que hacer antes de poder disfrutarse como recompensa.

Pavlo se debatía de quedarse pese a que Lisia le recomendaba ir en manada, era un debate al que Berry prefirió no intervenir ya que no conocía mucho de las habilidades del lobo que podrían resultar útiles. Después de todo no era un debilucho cualquiera, era un mink, podía cuidarse y si en verdad se dedicaba a estudiar podría servir para ayudar a dos seres tan instintivos a mantener la cabeza fría.

—Buena pregunta, en la isla hay varios bosques pero si vemos este mapa podemos darnos una idea. Estamos aquí, en este pueblo dedicado al Karate, la escuela más popular. Mientras por aquí está la base revolucionaria. Los pueblos están conectados por caminos muy marcados y seguros, además de que ningún criminal pondría su base cerca de los revolucionarios. Por lo que nuestra mejor opción es el bosque al este. Los otros dejarían la base muy expuesta por los caminos, pero no este bosque que está casi sin intervención humana dejando además una buena posición para sus ataques al poblado y a la base.—

Berry explicó como una profesora todo graficando con sus garras en el mapa del edificio. Sin dudas cuando se ponía seria demostraba tener una capacidad de analisis bastante buena y además podía ver los puntos fuertes de elegir el bosque. Perseguirlos en un bosque era arriesgado, podrían haber trampas y los mismos árboles podrían hacer de tapadera.

Comenzó a caminar mientras salía del edificio y pudo ver los grandes robles a la distancia, se acercó hasta ellos con cautela y pudo notar unas muescas en uno de estos. Al observar detenidamente el grabado pudo identificar un ojo, seguramente un tipo de señal que los bandidos empleaban para marcar un lugar vigilado.

—Miren, parece ser que tienen vigilado este sendero, pero si pasamos es más probable encontrarnos a uno de esos secuaces rápidamente. Aún así debemos tener cuidado donde pisamos, podrían haber trampas.—

Comentó la mink mientras volvía a su postura cuadrupeda y olfateaba alrededor del árbol, buscando identificar algún aroma que se adentrase al bosque para trazar una ruta que los llevase hasta los encargados de vigilar el sitio.

Ambos lobos se quedaron encantados con la actividad de Berry persiguiendo su cola. Sonriendo de oreja a oreja a tan adorable Mink zorro

“Da ganas de comerla” Lisia le susurró a Pavlo “Me la voy a comer” Pero el macho miraba confundido a la lobo albina, incluso algo aterrado. “Sexualmente” tuvo que aclarar, con un guiño.
“¡Oh!” pero esa imagen mental le dio pena inmediatamente al compañero “Oh...”

Lisia se adelantó y se puso panza arriba junto a Berry. Denotando que confiaba plenamente en ella. Pavlo no se les unió, pero tenia una pequeña sonrisa tierna, pues le gustaba mucho que ambas mujeres se llevaran tan bien, a pesar de tener poco tiempo de conocerse. Siempre le gusto la facilidad con la que Lisia hacia amistades.
Mientras pensaba todo eso, se acercó para sentarse en el suelo cerca de ellas.  

Mirando ahora al cielo, Lisia suspiró, relajada por completo “Se que ya lo comentamos antes, pero realmente se siente cómo si ya nos hubiéramos visto antes. No por nada te tenemos ya tanta confianza cómo para ir a una cacería junto contigo” la albina se volteo a su costado para ver a Berry a la cara, con cara llena de lujuria “O de querer entrenar técnicas con alguien en la cama tan pronto...” buscó tomar la mano de la zorro, sensualmente.

Berry mencionó ser una deidad, lo cual dejó pensando a Pavlo. Pues él era un hombre de ciencias, no podía quedarse creyendo en los dioses y- Espera… ¿Le dijo que era un lobo bonito?
La cara del hombre se puso roja, y su cola meneaba en el suelo ferozmente. Pavlo estaba tan ocupado tratando de procesar el cumplido que había recibido, que no se dio cuenta que sus dos amigas estaban coqueteando frente a él.

Lisia se movió para sentarse también, la zorro se acercó a Lisia por detrás, usando sus bonitas garras doradas para sentir el cuerpo de Lisia. Esto obligó a la lobo a dar una exhalación profunda mientras la zorro recorría hombros, brazos, y otras partes que no tenían prenda.
La lobo intentó tomar las mano de Berry, la cual se acercaba a su pantalón, para permitirle seguir explorando por donde quisiera, pero la zorro, quien parecía aun tener sus cinco sentidos, se alejó. Dejando a Lisia incomoda, gruñendo un poco. “Aww...”

Los quejidos de Lisia lograron despertar a Pavlo, quien daba una risilla ante el espectaculo que casi recibe “Um. No es el lugar indicado, Helena” se puso de pie y ofreció una mano a la mujer.

“Hmm. Que no sea el lugar apropiado lo hace divertido...”
“Nos meterían a la cárcel por indecencia publica”
“Ugh. ¿Por qué lo que tiene de inteligente, lo tienes de bello?”

Pavlo se quedó balbuceando ante otro cumplido inesperado. Lisia aprovechó para desordenar el cabello al hombre con su mano grande. Luego uniéndose a Berry. “Pero si, tienen razón. Hay otras cosas más importantes por ahora” pasó su brazo sobre el hombro de Berry, cómo camarada “Si todo sale bien en la caza ¿Qué te parece si me dejas llevarte a comer a alguna parte, cómo recompensa?”

La líder de la manada, guió a los lobos a un mapa, explicando las razones que tendrían los maleantes de poner su base en que parte. Hablaba cómo toda una estratega.
Tal planeamiento, logró que a Pavlo le brillaran los ojos. Se sentía muy atraído por ella.
Para bien, y para mal- Más para mal, Berry tenían características que les causaba a los dos lobos que quisieran acercarse a ella. Su cuerpo y fuerza física extraordinaria, y personalidad juguetona era algo que a Lisia le gustaba
Los deseos de hacer el bien, ser amable y su manera de analizar y crear estrategias, era algo que a Pavlo le llamaba la atención.
Otra vez, esa sensación de ya haberla conocido antes les invadió. Pero esta vez, simplemente permitieron que se quedara con ellos, como algo bonito. Después de todo, encontrar, o reencontrar una amistad vieja, siempre es un lindo sentimiento.  

Finalmente salieron del edificio de rehabilitación para maleantes, Berry rápidamente detectó un árbol con una característica importante. Tenia tallado en él un ojo.
Al parecer, esta ruta estaba bajo amenaza de pedir tributo. De esos donde o das moneda, o das tu vida.

“Desgraciados… Robando a la gente. Que estén desesperados no es razón para dañar a los demás” el pelaje de Lisia se erizó un poco.
“Todo va a estar bien, Helena” Pavlo le intentaba calmar, al poner su mano sobre el hombro de la mujer “Ahora estamos aquí, y vamos a tratar de ayudar a la gente”

Pavlo tenia razón, y muchas veces oír sus palabras le calmaban. Lisia exhaló, tomando la mano de Pavlo, y sonriendo levemente. Asintiendo, y uniéndose a Berry en el suelo a olfatear.

“Bueno, alguien se orinó cerca de éste árbol- Anda Pavito, tú también usa tu bella nariz”
“Um. Creo que estoy bien, ademas no quiero estorbar o algo...”

Al estar de pie aun, Pavlo fue capaz de observar un raro brillo en una de las puntas de los arboles. “Hay algo ahí en- ¡UWAH!” pero una flecha, que casi le da en el pie, haciéndolo chillar de manera aguda, lo interrumpió.

“Esa va a ser su primera y única advertencia” una voz se escuchaba en el tope del árbol “Aléjense de aquí peludos, que nadie quiere lidiar con el pelo que tiran”

Lisia olfateó el aire, por donde provenía la voz "Hey, es la persona que se hizo pipí aquí"

"Yo no me orine en ninguna parte, lobo tonta-!" refunfuñaba la bandido "¡Escucha, me tienen aquí todo el día, no me dejan ni ir al baño a gusto-! ¿Pero por qué te ando contando esto? ¡Les he dicho que se larguen!"

Berry disfrutaba la compañía de ambos lobos, era tal y como decía Lisia se sentía como volver a ver a una amiga o tal vez una amante. Aún así el hecho de no conocer ese aroma entre sus recuerdos le intrigaba, incluso en Zou Berry habría conocido de su existencia aunque ella se había marchado cuando Lisia apenas había dejado los pañales y ella no era ninguna pervertida como para andar con niñas. Todo estos temas le desconectaban un poco de la realidad, al estar callada y no responder demasiado tal vez hundida en sus pensamientos.

—¿Divertido? ¡Claro! Siempre es más divertido hacer cosas en lugares inusuales, hay un poco de adrenalina. Parecemos destinadas ¿O tal vez soy una especie de ángel guardían?—

La mink respondió al haber vuelto a la realidad tras el ronroneo de Lisia, cada vez parecía menos probable encontrar resistencia en ella. La belleza de Berry hacía gala entre los de su especie, ella también era bastante dotada en ambas manos y era extraño que alguno se negase a su tacto.

—¿Comer? Me agrada, suena a una cita. Sé cocinar lo básico, creo que en otra vida hubiera podido ser chef pero me fascinaba la idea de golpear cosas.—

Comentó sonriente ante la idea de tener una cita con ambos y sobretodo el no tener que pagar nada. Berry no era en exceso tacaña pero si tenía cierta obsesión con ahorrar mucho para el futuro, pensar que al inicio no le importaba el dinero y tras su primer sueldo tenía cierta euforia para ahorrar.

Berry notó el aroma que Lisia mencionó y luego observó la flecha que por poco hiere a Pavlo. El bandido parecía el típico tonto castigado a montar guardia, la mink se mantuvo serena, ignorando la discusión y llegando al lugar del lobo. Tomando su tiempo para examinar su pata, acariciando en busca de alguna herida.

—Por suerte nada, solo cortó unos pelos pero tu piel está intacta.—

Berry lamió la pata del lobo suavemente para estar más segura, encontrando solo algunas partes del pelaje rasgados pero nada que el tiempo no solucionase. La zorra le sonrió a Pavlo mirandole como un cachorro desde el suelo, antes de levantarse y caminar hasta el tronco del árbol.

—Nadie ataca a un amigo y no pide disculpas, pensaba en bajarte a golpes pero te necesito consciente para responder.—

De la espalda de la mink emergieron dos gigantescas y bellas alas blancas, cuyas plumas rodearon el lugar, girando alrededor de los minks como si fuesen dientes de león. El vuelo no tardó en llegar, sorprendiendo al arquero quien solo tuvo tiempo de sujetar una flecha antes de sentir una presión en su cuello y el aire bajo sus pies.

La mink le sujetaba apretando su cuello, casi sin ejercer presión, pero el bandido apenas podía respirar tratando vagamente de llegar a la garra. Pese a esto sus piernas se sacudían con fuerza en el aire, aunque se detuvo cuando Berry amenazó con liberar su agarre, haciendo que el bandido rogase por ser asfixiado antes de caer al suelo desde esa altura.

—Buen chico, ahora bajaremos, primero te disculparás. Luego nos dirás en donde se oculta tu jefe y no pienses en ninguna tontería.—

Berry miró fijamente con sus orbes rojos al bandido, sujetando su arco de madera y rompiéndo este con tan solo cerrar su garra libre. Si podía hacer eso con su arco, el ladrón conocía que su cuello podría partirse con menos. Sintiendo la presión aumentar el bandido pareció desesperarse y asentir con lágrimas en sus ojos.

La mink descendió lentamente, soltando al bandido antes de aterrizar con un pie sobre la espalda de este, manteniendo su cuerpo inmóvil en el suelo.

—Habla, somos todo oídos. Y no hagas esperar a mi amigo...—

Ordenó con autoridad, indicando a Lisia y Pavlo que se acercasen con cuidado. Podrían haber algunas trampas más adelante y era prudente no adentrarse al bosque hasta hacer cantar al bandido hasta su fecha de cumpleaños.

“Pues linda ya eres, Berry” Lisia reaccionaba ante la idea de que la zorro era un ángel guardián “Y la fuerza para proteger, también ya la tienes” la lobo imitaba los golpes que le dio a ella en el dojo del maestro de karate “Hiciste así: POW y luego: ZAS” Lisia no tenia la misma gracia que Berry, pero era algo divertido ver cómo intentaba hacer las mismas poses de combate.

“La verdad es que, um, ese tipo de cosas preferiría hacerlas en privado”
“¿Combatir? ¡Pero la competencia amistosa es lo importante!”
“No, Helena. Lo otro… Hacer, pues, el amor con alguien”
“¡… Oooooh!”

La mujer lobo parecía sólo tener dos modos en su personalidad. Pervertida, y Distraída. Completamente ignorando accidentalmente el tema del que hablaban hace segundos.
Pero parecía que Lisia no era la única que estaba en otro canal, haciendo que el macho marrón sintiera que el indiscreto era el; Pues Berry ahora hablaba de comer. Comer sustento, ya saben, cocinar y ese tipo de cosas.

“Es decir… Una cita se oye agradable. Podríamos visitar un-” pero Pavlo fue interrumpido por Lisia:
“Yo tengo prohibido estar cerca de la estufa” Lisia parecía alardear, mientras apuntaba a si misma “Cualquier cosa que toco, prende fuego”  
“Necesite flama o no” agregó Pavlo “Sigo sin entender cómo le prendiste fuego a una lechuga”
“Si, yo tampoco. Fue gracioso la primera vez, pero ahora me he rendido en intentar ayudar en la cocina”

Dicha platica fue interrumpida al momento en que Pavlo recibió un flechazo a su pata. Inmediatamente Berry se acercó para examinar que estuviera bien.
Para sorpresa de nadie, esto hizo que el joven lobo se sonrojara, pero al mismo tiempo, se sentía… Seguro. A salvo, con Berry. Confiaba en ella con todo su ser, y se lo hacia notar al dejarse manipular por ella.
“Um. Estoy bien, Berry” decía amablemente el macho. Ademas de que era muy difícil resistirse a los ojos grandotes y tiernos de la zorro “Muchas gracias” tuvo que al menos darle una pequeña sonrisa.

“¡B-Berry!” Pero al momento en que Berry se le ocurrió lamer ahí, Pavlo se tiró al suelo “¡Es un lugar sucio, n-no hagas eso!” al irse de frente, quedo de rodillas, cara a cara con la zorro, a centímetros de darle un beso accidentalmente. El corazón le palpitaba ruidosamente, quizás hasta era posible que Berry pudiera escucharlo.
Apenado de invadir la burbuja personal de Berry, el macho se echó para atrás, sonrojado y cubriéndose la cara con sus manos “P-perdón...”

“Eh, calma ángel guardián, que me vas a romper al Pavito si sigues así” bromeaba Lisia, ignorando por completo que estaban siendo acechados por una bandido arquero “Y- ¡Wow! ¿¡Esas son alas!?” no sabia que Berry lo decia en serio lo de ser su protector alado. ¡Ahora todo tenia sentido!

Ante tanto escándalo, incluso Pavlo tuvo que levantar la cara para observar a Berry en esa forma llena de plumas. Quedando igual de boquiabierto que Lisia.
Pavlo era un hombre de ciencias, no creía mucho en la divinidad o cosas parecidas, no la negaba tampoco, pero no se dejaba llevar por creencias populares. Él necesitaba hechos, pruebas, y demás. Afortunadamente, Pavlo veía de cerca la apariencia de Berry frente a ellos. Por lo que no podía negar que la zorro parecía realmente un ángel.

Ambos lobos anonadados, no eran capaces de entender que era lo que Berry decía a la bandido que habia bajado de la copa de los arboles, ni que le preguntaba que hiciera.

“¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Sólo no hagas eso de nuevo!” bien dijeron que los lacayos del Calipo Sixto eran sumamente cobardes una vez abrumados “¡Ya pues, perdón tú, lobo café! ¡Ya esta, ahora déjame ir!”

“Um...” Pavlo no estaba seguro de como reaccionar ante la disculpa tan falsa que acababa de recibir. La verdad ni la quería “Esta bien, Berry. No es necesario que me pida perdón”

Berry siguió haciendo preguntas, y la bandido dando respuestas

“¿Traes mapa? Mira, aquí hasta te lo dibujo donde esta ¿Ves este árbol? Tiene un dibujo de dos ardillas follando, luego encuentras al este a un conejo con una espada, y de ahí te vas al norte. Si ves una casa árbol, ya te pasaste. Debes de ver un lobo con seis ojos antes de eso. ¡Eso es todo lo que se, lo juro!”
-”¿Trampas? No, ninguna. Bueno, varias, pero son pequeñas y para cazar animales pequeños. La verdad es que si caes en una, es culpa tuya”
-”¿Ya me puedo ir? ¿¡Su cumpleaños!? ¡Ay, yo que se! No me veas así, no se ¿¡Creo que en Diciembre!?”

La mink simplemente reía al ver el espectaculo de Lisia al intentar imitarla, le faltaba algo de práctica a mano limpia pero si era un gesto enternecedor. Tampoco le molestaba la personalidad de la lobo, era muy similar a la suya y eso le hacía sentirse dentro de su tribu nuevamente. ¿Por qué no habían nacido en la misma tribu? Quizás hubiesen partido juntas y podrían ser dos marines dedicadas a día de hoy. A Berry le fascinaba la idea de vivir aventuras con Lisia, tal vez buscar y cazar criminales mientras Pavlo les ayudaba con la estrategia desde un cuartel, era todo un maravilloso sueño aunque todavía dudaba de que a alguien tan libre como lo era Lisia pudiese adaptarse a las órdenes. Berry lo hacía a su modo, pero muchas veces debía aceptar las cosas sin rechistar, no todos los superiores eran tan permisivos o amigables era una cosa que todavía no cambiaba.

—Vaya juraría que ya he escuchado esa historia...—

Murmuró Berry ante el recuerdo de los lobos con la lechuga, nuevamente le resultaba muy familiar al punto de sentir una especie de deja vú. Sacudió la cabeza pensando en que simplemente era su emoción, suspirando a la par que volvía a sus cosas. Era imposible que ya le hubieran contado esa historia en algún otro lugar, trató de recordarlo pero cayó en cuenta que nunca había estado en la cocina con ellos.

La reacción de Pavlo resultó adorable, incluso Berry amagó con besar su boca para darle solo un besito en la mejilla. Riendo al verlo tan avergonzado, al escuchar a Lisia la zorro simplemente le sacó la lengua en su actitud bromista.

—Pensé que también deseaba un beso de premio, no seas egoísta Helena...—

Bromeó emprendiendo su vuelo casi al instante, dejando a ambos lobos anonadados. Tras volver con el criminal, observó con cierta rabia tras las disculpas falsas pero se encogió de hombros al escuchar que el lobo no lo consideraba necesario. Sin embargo prestó especial atención a los dibujos del bandido y sus indicaciones, Berry no terminaba de tragarse del todo aquel cuento aunque no mostró inquietudes y le dejó marchar al terminar haciendo una seña a ambos lobos.

—Pavlo yo iré delante, quiero que tu vayas detrás de mi y Lisia detrás tuyo. Así evitaremos emboscadas, tienes un buen ojo Pavlo por lo que si ves alguna trampa podrás avisarme y si Lisia siente algo detrás estaremos preparados. Le dejé marchar porque el tonto va camino a su guarida, es obvio que nos mintió pero yo seguiré su aroma y los tomaremos por sorpresa. Por cierto, mencionó algo de una casa en el árbol, puede que se descuidó pero me suena a que esa es su base. Debemos estar atentos a las alturas y ver bien por donde pisamos.—

Berry dio unos pasos en el bosque caminando como un zorro en cuatro patas, notando a esa distancia unas hojas que no coincidían con el resto del paisaje. Simplemente al pisarlas se desprendieron en un agujero, por suerte Berry solo había apoyado su garra izquierda. Se notaba lo improvisado de la trampa y el poco trabajo que se tomaron en camuflarla.

—Como dije, cuidado por donde pisan. Iremos a pie ya que sus defensas serán más descuidadas y fáciles de ver. Son un grupo que parece vivir en las alturas de los árboles.—

Sus alas volvieron a guardarse en su cuerpo a la par que avanzaba, el bandido no les llevaba mucha ventaja, como supuso Berry había vuelto a trepar a un árbol y ahora caminaba por entre las ramas. El grupo llegó a un claro dentro del bosque, donde pudieron observar un improvisado ascensor de madera y varios puentes que conectaban los árboles. Berry rastreó el aroma del bandido, identificando unos tablones de madera escondidos tras uno de los pinos del lugar. El ascensor parecía ser una trampa, llamó con una seña a ambos lobos y comenzó a subir la improvisada escalera. Pudo sentir varios aromas a la distancia, se estaban acercando.

Pavlo sonreía bobamente, mientras posaba su mano donde Berry le había besado. Su cola se meneaba furiosamente, denotando que el gesto de la zorro le había agradado, y mucho.
Mientras, Lisia intentaba regresar el gesto de sacar la lengua, pero al estar boquiabierta de asombro ante la transformación de Berry, solamente le quedo colgando la sinhueso.
Era obvio que el carisma y habilidad de la zorro había dejado impresionados a los dos lobos.

“¿Ah blah bluh blah?” intentó hablar, pero solamente le salieron ruidos extraños. Quien iba a pensar que tener la lengua de fuera le iba a impedir conversar. Dándose cuenta de esto, movió la cabeza de un lado a otro rápidamente “¿Egoísta? Nunca, por mi cómetelo”

“Um” Pavlo volteó a ver a Lisia, con ojos grandes y preocupados “¿Sexualmente, ó...?”
Pero la mujer solamente le regresó una sonrisa dentona, dejándolo adivinar a que se refería.
Aun en silencio, se acercó a Pavlo para ayudarle a levantarse del suelo.

Berry comenzó a compartir el plan que había ideado para adentrarse al bosque, creyendo que esa manera seria la estrategia optima para enfrentar lo que les esperaba. Pavlo, asentía, dispuesto a tratar de apoyar al equipo cómo pudiera. “Claro, haré mi mejor esfuerzo”
Lisia sin embargo…

-“Eh, sándwich de Pavito. Siempre soñé con uno”
-“Hay una u otra cosa que preferiría sentir detrás mio”
-“No pasa nada. Si no veo una trampa, es porque ando distraída admirando el culo de mi compañero”

Pavlo la miraba con cara de frustración, y algo de sonrojo. Aunque el hecho de que meneaba su cola levemente indicaba que no estaba del todo molesto ante los comentarios poco decentes de la lobo.

“Ay, conozco esa cara. Es la cara de “Helena, cierra el hocico”. Ya pues, perdón. Pensé que alegraría un poco el ambiente con comentarios de ese tipo”
“No, esta bien. Es solo que hay momento y lugar para todo. La verdad es que estoy algo nervioso ante todo esto. Siento que seré un estorbo si algo llega a pasar más adelante con los rufianes. ¿Qué tal si nos acorralan, y no puedo hacer nada para ayudar a las dos? ¿O si caemos en una trampa, y no soy lo suficientemente fuerte para sacarlas? ¿Y que tal si-”

Pero Lisia le interrumpió poniendo su mano sobre su nariz. “Calma Pavito. Todo va a estar bien. Aquí estamos las dos para apoyarte. Yo con mi espada, y Berry con su ingenio” la lobo le hizo una caricia en la cabeza al macho “Ademas, sabes que necesito que estés conmigo, o me pongo muy nerviosa. En especial si hay peligro adelante”

Tenían una bonita relación entre ellos, y parecía que de cierta manera requerían estar juntos el uno y el otro. Ademas de ser buenos amigos, ya eran como una manada entre ellos. Dicho esto, a Berry también la consideraban ya como parte del grupo.
Se pusieron en fila, como la zorro les había sugerido, y se adentraron hacia el bosque.

Al momento en que Berry se puso en cuatro, Pavlo miró hacia otro lado, tratando de no ser grosero y verle los glúteos a la líder. Y claro, Lisia no dudo en dar un pequeño silbido al ver a Berry en esa posición.
Recordando lo que les había dicho el lacayo, las trampas en tierra estaban mal hechas, y que realmente eran para animales pequeños o tontos, pues para alguien que observaba bien, eran fáciles de detectar.

Lisia siguió el ejemplo de Berry, y puso manos al piso, caminando con cuatro. Pavlo era el único que parecía negarse a abrazar su lado animal. Pero el hecho de que la lobo albina chocaba (a propósito) contra los glúteos de él, no le quedó de otra mas que adaptarse.
Exhaló silenciosamente, y se puso igual que las dos mujeres.

Eventualmente llegaron a una parte abierta del bosque, lugar perfecto para una emboscada, Pavlo sentía su corazón en su garganta. Lisia daba pequeñas risas, era imposible saber si por nervios, o simplemente porque así era ella.

“Lastima que no vimos el dibujo del lobo” la mujer tenia sus prioridades bien organizadas “O la de los conejos. Aunque esa la podemos recrear nosotros” Ah. Así que eso era lo que le daba gracia.

Ante la señal de Berry, se acercaron silenciosamente. Varios olores los abrumaban “Cómo quieres manejarlo, amiga?” le susurró a la zorro “Yo soy más de entrar y golpear sin preguntar. Pero tú mandas hoy. Yo me adaptó” Lisia blandió su arma discretamente. “La verdad no creo que esa escalera me aguante...”

La caminata con ambos lobos había sido divertida, las bromas e insinuaciones de Lisia quitaban tensión a ese momento e incluso se notaba como el camino se aligeraba al punto de ser placentero. Observó a su alrededor, mientras reía al ver a ambos tan animados a su modo, Pavlo era más civilizado que ambas minks aunque eso no molestaba una cabeza fría era necesaria entre dos criaturas casi salvajes.

Escuchó a Lisia afirmar que en solitario solía ponerse nerviosa, era un dato curioso, aunque la mink zorro se preocupaba por mantener a Pavlo a salvo cuando estuviesen ocupadas en acción. Mirando su cuerpo no era el mejor para la batalla, dejarlo solo podría simbolizar exponerlo a un peligro inminente. Más sabiendo que se ponía nervioso de tan solo ver a un bandido, Berry suspiró ante las palabras de Lisia.

Cerró sus ojos, pensando la mejor manera de proseguir, había cinco personas en ese campamento por lo que llegaba a oler y nadie los había seguido. El claro era un entorno abierto y el peligro de ser un blanco fácil aumentaba a cada segundo de demora, finalmente abrió sus ojos.

—Estuve pensando en eso, no me molesta ir de frente pero dejar solo a Pavlo sería un riesgo. Por lo tanto, tengo una idea, Pavlo vendrá conmigo por la escalera, mientras Helena irá por abajo con su espada. El plan es que nuestro guapo amigo y yo rodearemos el campamento y cuando estén distraidos por tu presencía entraramos en acción. No quiero usarte de carnada, pero te noto ansiosa por saltar a la acción. Luego de esto podemos hacer lo de los conejos o una sesión privada...—

Berry guiñó su ojo a Lisia mientras le indicaba a Pavlo que le siguiese tratando de no hacer ruido mediante pasos en los puentes colgantes. Poco a poco fueron rodeando el campamento vislumbrando a los bandidos, algunos dormían, otros afilaban sus espadas. Berry divisó al tal Sixto discutiendo con el bandido al que habían interrogado tiempo antes, sonrió ya que se llegaba a escuchar que estaban convencidos de que los minks habían tomado el camino contrario.

—Bien guapo, escucha con atención, en cuanto Lisia empiece a luchar saltamos a esa tienda de campaña donde entró Sixto. Quiero que simules ser uno de sus hombres tras la pared y en cuanto se acerque lo noqueo. Debemos estar coordinados o podría salir a ver quien está montando tanto alboroto.—

La zorra descendió deslizando su cuerpo por uno de los árboles que estaba detrás de la tienda de Sixto y abrió sus brazos para recibir a Pavlo, en cuanto bajase iniciarían la operación. Contaba con que Lisia brindase una buena distracción a los demás bandidos, al menos hasta poder capturar a Sixto y brindarle apoyo táctico.

Pavlo sintió la mirada de Berry sobre él. “Um. ¿Hay… Hay algo en mi cara?” sin saber que la zorro meramente evaluaba sus capacidades físicas a primera vista.

“Una cara muy bonita” agregó Lisia, riéndose un poco “Anda. Acostumbrate a aceptar que tienes un cuerpo agradable también. Es lo que Berry anda viendo también seguramente” Lisia suspiró, algo decepcionada por una razón actualmente desconocida “Si tan sólo te animaras a quitarte la ropa, te podría dar más cumplidos”

Pavlo balbuceo como acostumbraba, pero el meneo de cola significaba que si Lisia seguía así, seguramente lo convencería de despojarse de sus prendas.  
Por fortuna, Berry seguía manteniendo la cabeza en el juego, y les recordó la razón por la que estaban aquí. Compartiendo el plan que había ideado mientras los dos lobos  jugueteaban entre si.

“Es decir… Iba a hacer lo que me pidieras sin necesidad de sobornarme, pero...” Lisia se sonrojó, pero no se le veía incomoda, al contrario, traía un andar feliz. Más de lo común “Tampoco te voy a negar un beso de recompensa” se relamió los labios, cómo si acabara de probar una comida excelente, mirando con ojos de amor a Berry. Haciéndole entender que la zorro era excelente besando.
Pero bueno, había trabajo que hacer. Ya después podrán volverse buenas en multiplicar como los conejos.

Lisia y Pavlo intercambiaron unas cuantas señas entre ellos, en silencio, cómo Berry les había indicado. Y se separaron.

La albina tomó su arma en mano, y comenzó a caminar hacia el campamento bandido, cómo si fuera dueña del mismo. Algunos la notaron, pero al ver con la confianza que caminaba, nadie se atrevía a acercarse al peluche andante. Pero la observaban cuidadosamente.

Eventualmente se detuvo cuando creyó recorrer lo suficiente del lugar. Al ver que el silencio abrumaba, y que todos los ojos estaban sobre ella. “¡Eh, hola!” exclamó “Vengo a retar al don más fuerte del lugar. ¿Quien se atreve a combatir contra mi y mi espada?”
Hubo una que otra risa en el lugar, pero nadie le contestaba a la lobo “¿Qué pasa? No me digan que le tienen miedo a una mujer solitaria y debilucha. Y yo que quería unirme a la banda...” mintió en el ultimo enunciado, pero pues eso no era algo que los maleantes de aquí tenían que saber.

La verdad era que estos ejercicios de uno contra uno eran muy comunes en la tribu de Lisia, para crear rivalidades y competencia sana entre los miembros del lugar.
Y hacer lo mismo en el centro de operaciones (si es que así se le podía llamar) de Sixto, le serviría al menos para calentar. O, en el peor de los casos, meramente para darle la distracción que Berry y Pavlo necesitaban para adentrarse.

Poco a poco, los bandidos comenzaron a acercarse, con armas listas. Hicieron un pequeño circulo alrededor de la lobo blanca. “Asi esta mejor. Es bueno ver que hay gente valiente aquí”

- - - -

Mientras, con Berry y Pavlo.

Era obvio que el macho estaba nervioso, y muy. Pero le aseguraba a la zorro que haria su mejor esfuerzo por que todo saliera de acuerdo al plan.
De nuevo, casi se distrae al momento que Berry le soltó otro cumplido acerca de su apariencia, pero hizo lo que pudo para prestar atención “Actuar cómo si fuera uno de ellos, tras la pared. Si, eso tiene sentido. Seguramente sabría si tiene un peludo en su banda” Pavlo sólito se respondía.

La zorro finalmente se movió hacia la parte baja del lugar, esperando recibir al macho marrón en brazos. Esto le dio mucha pena a Pavlo, y le hizo señas de que el intentaría bajar por su propia cuenta. Quizas si tenia la gracias al caminar cómo la de Berry, siendo de cuerpo esbeltos ambos, pero ciertamente no la fuerza, pues al momento que intento imitar a Berry, él resbaló. Dio un pequeño grito, pero no lo suficientemente largo para causar alboroto.

Cerró los ojos, creyendo que este era su fin, pero la altura no era ni tan alta cómo para tal cosa. Aparte de que cayó justo donde Berry lo quería.
AL darse cuenta de esto, Pavlo se puso más rojo de lo común, al tenerla tan cerca de su cara de nuevo. “G-gracias… Digo, perdón- D-digo...”
Si la zorro tuviera súper oído, que quizás si lo tenia, se le haría fácil escuchar el dulce latido acelerado del lobo.

Con mucho cuidado, Pavlo se bajó de los brazos de Berry, tratando de calmar tanto su corazón, cómo el látigo en el que se había convertido su cola.

A lo lejos, comenzaron a escuchar ruidos de pelea, y gente aullando emocionada, echando porras y demás. Parecía que Lisia había logrado causar la distracción que le habían pedido. Era tiempo de que Pavlo hiciera su parte ahora.

De la manera más valiente que pudo, se acercó a la tienda de campaña del villano mayor. Aspiró aire, para poder imitar una voz más varonil “Señor- UAGH...” pero al momento de hablar se ahogo un poco “¡Señor, una mujer peligrosa y agradable, um, anda haciendo escándalo afuera! ¡Seguramente querrá detenerla, señor!”

Patético realmente, y hasta él lo sabia. Pero parecío funcionar, pues pronto se escucharon pasos que se acercaban. Pavlo se hizo un poco hacia atrás, temeroso de la persona que fuera a salir para interactuar con ellos.

Berry se limitó a reír por como el lobo optó por caer a sus brazos de forma un tanto inesperada, sin dudas estaba avergonzado y más tras las palabras de lisia anteriormente sobre la ropa y las insinuaciones. Tal vez el lobo ya estaba casi en otro mundo por como latía su corazon cada vez que quedaban cerca por una u otra razón. Se mantuvo cerca del lobo, camuflada entre los arbustos y dando animos en forma de pulgares arriba o señales con su felpuda cola de que estaba haciendo bien su parte.

Aunque no fue la mejor carta y seguramente ningun bandido hablase así de enemigos, con apelativos tan pintorescos como "agradable" el líder pareció reaccionar de todos modos acercando lentamente su silueta a la pared de la carpa. Los ruidos de la pelea de Lisia resonaban a una distancia prudente, Berry no quería dejarla sola mucho tiempo, pero confiaba en que su nueva amiga pudiese lidiar contra unos cuantos hombres. Después de todo había resistido sus golpes y un combate de buena manera, por sobre todo no moriría si deseaba otro beso de su parte.

—¡¿Cómo?! Creí que el imbécil de Grant los había espantado, y esa voz, ¿Acaso eres tu Jones? ¡Maldición se suponía que no tendríamos problemas pero los demás están en la otra punta del bosque y no volverán hasta mañana! Deberé encargarme yo mismo...—

La voz de Sixto demostraba el enfado y la frustración que la situación les generaba, claro que no estaba preparado para lo que le recibió al cruzar las telas de la tienda. Un puñetazo cargado de electricidad al cual solo pudo responder con un golpe propio, sintiendo el crack de sus nudillos ante la fuerza de esa bola de pelos negros que era Berry. El hombre llevó su mano hacia atrás todavía rodeada de electricidad y pudo notar alguno de sus dedos rotos por el impacto.

—Rayos, te ves como un gato extraño pero eres más dura que una piedra... y auch... ¿Eso era electricidad? ¡¿Desde cuando tengo mascotas en mi banda?!—

El rostro de la mink se mostraba sonriente aunque una vena se marcó en su cabeza a la par que su cola pegaba un latigazo en el suelo. Crujió sus nudillos indignada, su voz en cambio trataba de ser dulce para no espantar a Pavlo, necesitaba que este recuperase la mayor cantidad de objetos robados mientras ella se encargaba de Sixto fuera de la tienda. No tardó en impulsarse hacia delante y mandar a volar al jefe bandido con el uso de una llave contra uno de los árboles dejando la tienda libre para que el joven lobo hiciera su trabajo.

—Pavlo, necesito que entres, descuida no hay nadie, ese que viste volando era el único. Recoge todo lo que puedas para devolverlo a los dojos, estatuillas, oro, joyas, si ves algo que te sirva puedes tomarlo también. En lo que a mí respecta... ¡¿A quién demonios llamaste gato?! ¡Mira bien mi cola soy una zorra! ¿O no Pavlito?—

Berry pasó por todos los estados, seriedad, serenidad, compasión, ira y culminó con una sonrisa de zorra a Pavlo para que respondiese la pregunta sin presiones. Sixto ya se encontraba de pie frotando su cabeza y con un guante de acero en su mano sana, tal vez esperaba que esa defensa le ayudase a no perder su otra mano de un solo golpe. La mink le dirigió la mirada, una buena pelea estaba a punto de comenzar entre ellos, era una lástima que no hubieran testigos o tal vez Lisia llegase a tiempo para dar una mano.

“Si, um, soy yo, uh, Jones. Claro que si” Pavlo pronto se puso nervioso y comenzó a decir cualquier cosa con tal de mantener la atención de Sixto. De reojo veia a Berry, y al verla acercarse, se hizo un poco hacia atrás para que ella recibiera al villano mayor en cuanto saliera de la carpa.
Y vaya que fue buena decisión, pues pese a la velocidad de Berry, Sixto fue capaz de defenderse del repentino ataque.
Ser capaz de reaccionar tan rápidamente, daba a entender porque él era el líder de la banda de maleantes.  

Cuando los ataques de Berry y Sixto chocaron, el lobo marrón fue capaz de ver chispas volar, ademas de ser transferidas del puño de Berry a los nudillos del malo.

“¿Electro?” dijo Pavlo, pensando en voz alta. Su nata curiosidad, y las horas que pasaba leyendo libros, le dieron la capacidad de identificar el estilo de lucha que Berry utilizaba. Un arte marcial diseñado para aprovechar el pelaje largo natural de los Mink, aunque solo unos selectos, y con el entrenamiento apropiado, podían utilizar para defenderse.
Y, parecía que Berry era una de las que había dedicado tiempo a pulir su combate. A Pavlo le emocionaba saber que tan diligente su amiga zorro era. Lo denotaba meneando su cola de manera excitada.

Su admiración hacia la zorro creció aun más cuando, con (aparente) poco esfuerzo, tomó al tal Sixto en una llave de Lucha Libre, y lo mandó a estrellarse contra un árbol cercano.
Boquiabierto ante la fuerza de Berry, no pudo evitar mirarle el trasero a ella accidentalmente, pues era lo que le había pedido, pero entre tantas cosas ocurriendo frente a él, no previo que se comportaba de manera poco educada.

“¡A-Ah! Perdón, digo-” rápidamente volteo su mirada y se tapo los ojos con sus manos “Es una cola muy, um, bonita y felpuda, Berry. Se nota que la cuidas mucho, si”
El macho enamorado, no tardó en obedecer lo pedido, y se adentro a la tienda. Ni se paró a pensar que esto iba en contra de su alineamiento. En otro momento hubiera sugerido reportar los tesoros a la autoridad, pero no habia tiempo para hablar con Berry, pues el villano se pusó de pie y estaba listo para el segundo asalto.
“Um, ¡tú puedes, Berry!” le echo ánimos a la mujer.

Dentro de la tienda de campaña, encontró todo tipo de cosas brillantes. Pero ninguno le llamaba la atención recoger, más que nada porque todo el tesoro estaba regado por el lugar, de manera desorganizada. Causándole molestia al lobo macho.
Era mucho también, iba a ser muy difícil cargarlo todo de vuelta. Por lo que se dedico a mejor buscar una bolsa donde meter las cosas que creyera más valiosas, o que representaran algo importante en los dojos, cómo estatuas de jade y obsidiana, de puños o dragones.

En lo que buscaba, encontró un pequeño mapa con una X en medio. No necesitaba ser genio para adivinar que significaba eso. Los nervios y miedo de dejar a Berry enfrentándose sola a Sixto le nublo el juicio, y se lo guardo.
Tras unos segundos de guardar las cosas que le parecían más importantes, se le prendió la bombilla. ¿Acaso no era el él hombre del grupo? Su trabajo cómo macho era cuidar a sus amigas, ¡no al revés!
Seguramente pensaban que era cobarde y patético. ¿Que diría Lisia si se enterara que abandonó a Berry?
Con la bolsa llena de cosas importantes, se dirigió fuera de la carpa de nuevo, a intentar ayudar de una manera u otra.

- - - -

[Hace unos segundos atrás]

Sixto y Berry se preparaban para chocar puños de nuevo. Parecía escena que solo se ven en libros de samuráis, donde ambos oponentes se veían a los ojos, listos para moverse en cuanto algo les diese la señal, ya sea una gota de sudor, el ruido del viento, o el volar de una mariposa. Cualquier cosa.

Ya estaban listos para enfrentarse, cuando gritos de alguien se acercaban. Dos bandidos, cayeron en medio de la zorro, y el líder. Aparentemente lanzados con mucha fuerza, pues en cuanto se estrellaron al suelo, quedaron noqueados. Estaban llenos de moretones. Alguien se había dedicado a darles una paliza.

“Hey, Berry. Te escuche gritar” era la voz de Lisia “¿Todo bien, compañera? ¿Necesitas ayuda?” lo irónico era que a Lisia le pesaba caminar, incluso estaba apoyada en su propia espada para mantener el equilibrio. Todo su cuerpo estaba abatido, pequeñas cortadas por sus brazos y piernas, sus nudillos negros, sangraba de la nariz y la boca, y un ojo lo tenia morado. “Lamento no haberte dejado a mucho más bandidos, me emocione un poco” escupió algo de sangre, limpiando su boca, antes de sonreír bobamente hacia Berry “Veo a mi zorro favorita. Pero ¿donde esta mi lobito favorito?” refiriéndose a Pavlo “No quiero que me vea así, conociéndolo se va a morir de preocupación” intentó reír, pero hasta eso parecía causarle dolor. Cómo pudo, tomó su espada de nuevo y la blandió para entrar al combate de nuevo “¿Es él el jefe de jefes?”

“Berry, ya volvi, y- … ¿¡Helena, pero que te ha pasado!?”
“Ay, mierda...”
Lisia se desinfló rápidamente.
Bien advirtió Lisia que si Pavlo la llegase a ver toda ensangrentada y dañada, el hombre se iba a angustiar de más. Sin embargo, Sixto vio esto como el momento oportuno para lanzar su contraataque.

Ignorando al peluche ensangrentado, pues era obvio que ni con su alma podía, y deduciendo que el macho quejumbroso no iba a ser peligro alguno, la mejor opción era deshacerse primero de la zorro. Pues cómo él ya había visto, Berry era sumamente fuerte. Que mejor momento para dar un golpe que cuando todos están distraídos...